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Materia: Historia de la Filosofía Moderna


Cátedra: CAIMI
Teórico: nº 1 – miércoles 06 – 08 - 08
Tema: Introducción e Inscripción a la materia
(Dr. Caimi- Lic. Mendoza Hurtado – Lic. Neira)

Profesor Mario Caimi: Buenas tardes. No vamos a empezar con la clase


todavía, porque en quince minutos va a venir alguien del Departamento de Computación
a explicarles cómo tienen que inscribirse, y preferiría no tener que interrumpir.

Mientras tanto quisiera hacer una pequeña aclaración acerca de nuestra manera
de calificar esta materia. Como todo, también el sistema de calificación ha sufrido una
terrible inflación, y esto no es bueno, especialmente para los estudiantes. El tener un
diez regalado puede dar alegría al principio, pero eso no significa una honesta
evaluación de lo presentado por el estudiante. De modo que sería muy saludable que
tuvieran una honesta evaluación de su trabajo, porque eso les va a servir para saber más
o menos exactamente cuál es su situación. Por eso hemos pensado un sistema de
evaluación que es el siguiente. Antes quiero hacer un paréntesis y comentarles que a
partir de la próxima voy a venir puntualmente cinco y cuarto. Nuestro contrato es de
una hora y media de reloj (tres cuartos de hora cada una); y me voy a retirar siete menos
cuarto, para que tengan tiempo de acomodarse, etc.

Les decía que nuestro método de evaluación será el siguiente: si en los exámenes
Parciales o Finales alguien da una respuesta satisfactoria, le vamos a poner un 4
(cuatro). Si da una respuesta buena, vamos a pasar a 5 (cinco) ó 6 (seis). Seis es la
nomenclatura oficial de la Facultad, y quiere decir “Bueno”. De ahí en adelante será
según el mérito. El 8 (ocho) va a ser para quien verdaderamente se haya “distinguido”;
tal como se denomina la nota en la nomenclatura oficial de la Facultad, es decir: alguien
que sobrepase el promedio. Sólo ese va a poder aspirar a un ocho. Y bueno, si por ahí

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aparece un Cassirer, o un Bergman Cohen, o alguno por el estilo, recién entonces le
pondremos un diez. Espero que esto quede más o menos claro para evitar decepciones.
Pienso que va a ser útil también para ustedes, para que tengan una honesta evaluación y
no solamente una palmada en la espalda, que es lo que habitualmente acontece.

También me gustaría comentarles que espero que ya hayan cursado Historia de


la Filosofía Antigua, e Historia de la Filosofía Medieval. No es obligatoria la
correlatividad, pero es muy recomendable, porque Moderna es un momento de ruptura
que presupone las filosofías anteriores.

Estudiante: Quiero hacerle una pregunta respecto a la evaluación. ¿Van a ser dos
Parciales...?

Profesor: Van a ser dos Parciales presenciales y un Examen Final oral. Todo de
acuerdo con la común reglamentación del Departamento de Filosofía. No hemos
introducido ninguna variante. Los Parciales se tomarán en las clases de Trabajo
Práctico.

Quiero recomendarles además, algo que ha dado muy buenos resultados para
una buena cursada. Aunque no parezca, todos somos seres humanos – aunque algunos
discuten esto. Esto quiere decir que entre nuestras limitaciones está que no se puede dar
toda la riqueza de la Filosofía Moderna en un cuatrimestre. Los verdaderos filósofos
modernos necesitaron dos siglos y medio para desplegar tanta riqueza. Nosotros vamos
a dar seis filósofos, que son los que no pueden ignorar en su ulterior carrera. Pero para
subsanar este brutal recorte, vamos a pedir – como lo dice el Programa- que lean algún
Manual específico de la Filosofía Moderna. Algunos los hemos sugerido, pero puede ser
cualquier Manual decente de Historia de la Filosofía Moderna. En todo momento vamos
a presuponer el conocimiento de estos autores que no vamos a poder ver aquí. Es decir,
vamos a presuponer que ustedes no sólo saben las pocas cosas que vamos a poder decir
aquí, sino que también conocen otros autores, y que los conocen a través de ese Manual
que habrán leído. Si alguno recursa recordará que el Manual que usan los profesionales
en el mundo es el del alemán Ueberweg, donde se supone que está todo. Insisto en que

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la lectura de un manual está presupuesta como obligatoria si se quiere, para un buen
rendimiento de la Filosofía Moderna.

También me gustaría recomendar – ya que estamos en la etapa de


recomendaciones- que no estudien “esta materia”, sino que estudien Filosofía Moderna.
Yo sé que algunos de ustedes están cursando esta materia porque querían cursar Lógica,
o Filosofía Política, o alguna otra cosa y desgraciadamente está también la obligación
de hacer Moderna. Pero me gustaría pedirles que no estudien para aprobar el examen.
Que se copien – no en los exámenes, claro-, de los buenos autores, de los buenos
artículos que lean en las Revistas, y que hagan su trabajo con la asimilación de los
grandes textos de la Filosofía Moderna, y no solamente orienten su trabajo a la
aprobación del examen. Sé que es mucho pedir, pero en realidad, del examen se van a
olvidar con los años; en cambio, del contacto que hayan tenido con Descartes, o con
Kant, o con Spinoza, etc.; de eso no se van a olvidar, eso sí lo van a llevar con ustedes.

Si me dejan seguir, voy a continuar con las recomendaciones. Traten de no


dejarse limitar por los Idiomas. Cuando uno no los sabe, parecen montañas altísimas.
Pero lo necesitan para leer solamente, para estar un poco al tanto de alguna obra; no
para hablarlo de manera fluida. Ese conocimiento de idioma mínimo es muy fácil de
adquirir, y les va a enriquecer enormemente el trabajo y el estudio.

Estudiante: ¿Qué otros Manuales, además del de Ueberweg, podría


recomendar?

Profesor: Está el Manual de Lamanna, en castellano. Otros son: Pérez Tudela;


varias versiones de los manuales de Windelband, que también está traducido (excelente
historiador de la filosofía). También está el de Reale-Antiseri, que es uno de los
recomendados en el Programa.

Da lo mismo cualquier Manual que tome desde el año 1600 hasta 1850
aproximadamente. Un Manual que también traiga autores menores, es decir, que puedan
tener una idea de quiénes fueron Berkeley, Locke, Wolf, etc.; y que aquí no los
podemos tratar porque son muchísimos.

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Estudiante: En las comisiones de Prácticos ¿se van a ver algunos de estos
autores?

Profesor: En un rato va a venir a hablar con ustedes un profesor de Prácticos que


va a introducir una interesante novedad. Ustedes van a ser la primera promoción desde
1985 – que yo sepa- que va a tener también Hegel en la Historia de la Filosofía
Moderna. Hasta ahora veníamos parando en Kant, pero el Doctor Marcelo Mendoza
Hurtado va a dar las cuatro o cinco clases finales sobre Hegel.
En cuanto a los Prácticos tienen esta estructura: cada ayudante de Trabajos
Prácticos está haciendo, -o ya hizo- su doctorado en un tema muy concreto...Perdonen,
voy a interrumpir aquí, porque tal como les anticipé, está llegando la Licenciada Neira,
quien nos va a explicar como acceder al campus.

Lic. Neira: Buenas tardes. Soy Graciela Neira. Trabajo en la Dirección de


Informática, un área no docente de la Facultad. Hace ya tres años que estamos
implementando el campus virtual. Actualmente tiene doce mil trescientos alumnos que
lo están utilizando. El campus virtual integra diferentes espacios para cada una de las
materias y seminarios de Grado y de Post-grado. Dentro de esos espacios particulares
intervienen los profesores y docentes de cada materia. Tiene diferentes tipos de
actividades interactivas entre profesores y alumnos, y además permite organizar los
contenidos de la materia. Los contenidos están diseñados por los respectivos profesores;
lo que nosotros hacemos es, simplemente, capacitarlos para poderlos utilizar. Está
hecho sobre una plataforma informática de código abierto que nosotros adaptamos.

Les voy a comentar brevemente cómo es el proceso de Inscripción: Primero


tienen que inscribirse en el Campus. Los que ya lo utilizaron para otras materias no
tienen que volver a repetir el proceso de inscripción. ¿En qué consiste? Tienen que
ingresar desde cualquier PC con conexión a Internet, a la dirección:

campus.filo.uba.ar

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Así como está escrito (sin la “w”). Van a acceder a la página principal donde van
a encontrar diferentes materiales de: capacitación, informativos, explicativos; que dan
más detalle sobre el proyecto, sobre la forma de utilización y sobre el potencial que
tiene. Y además, en el menú “entrar”, hay un enlace que dice “comience ahora
creando una cuenta”. Hacen click allí: les va a aparecer un formulario donde tienen que
ingresar el nombre y apellido con el que están inscriptos en la materia; y una dirección
de correo válida para que les llegue el mensaje de confirmación. Les va a pedir que
vuelvan a repetir la dirección de e-mail. Deben colocar la localidad y el país donde
viven. Después tienen que poner dos datos que van a utilizar siempre que ingresen al
campus: el nombre de usuario, que va a estar compuesto por el código del país emisor
del DNI (54, para Argentina) más el número de DNI sin dejar espacios, por ejemplo
sería: 5433985367. Ese va a ser su nombre de usuario. Y una contraseña personal de
cinco caracteres que ustedes recuerden, después, si quieren, la pueden cambiar. Una vez
colocados todos estos datos, clikean “enviar”, y más tarde les va a aparecer en la casilla
de correo especificada, un mensaje de bienvenida que pide la reconfirmación de los
datos: usuario y contraseña.

Estudiante: Los que teníamos nombre de usuario con inicial y apellido como era
antes, ¿cómo debemos hacer?

Lic. Neira: Por ahora, continúan entrando con los datos anteriores. Cuando
podamos cambiar a todos los usuarios a la nueva modalidad, les vamos a avisar. Pero
por ahora siguen como estaban.

Una vez que ingresaron al campus con su nombre de usuario y contraseña,


buscan el nombre de la materia para acceder a ese espacio. En ese caso hay otro menú:
“curso”, buscan: “2° cuatrimestre 2008”, “Filosofía”, “Historia de Filosofía Moderna
(2° cuatrimestre 2008)” -porque en el primer cuatrimestre también se dictó esta
materia. Cuando quieran acceder, les va a pedir una clave que no tiene nada que ver
con la contraseña de ustedes. La clave de la materia es “moderna” (con minúscula). Esa
clave, el sistema la pide una sola vez. Las demás veces que ingresen al campus van a
tener ya un acceso directo creado, porque ya los reconoce como participantes de
Historia de la Filosofía Moderna. Todo esto es nada más que para registrarse. La clave

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de cada materia se pone una sola vez, a partir de eso ya son reconocidos como alumnos
de esa materia. Cuando hayan ingresado a la materia van a ver que están los contenidos,
y otras cuestiones que habrán diseñado sus profesores, que son quienes les van a contar
lo que hayan ingresado a ese espacio. Ustedes van a tener que seleccionar la Comisión
de Práctico a la que hayan decidido asistir. Para esto, en la página de la materia hay un
enlace que dice “inscripción (o selección) de Prácticos”; ingresan allí y se van a
encontrar con las opciones de los horarios disponibles. Hacen un click en la que quieran
inscribirse, y les va a aparecer un mensaje de esa Comisión. Para dar tiempo a quienes
todavía no están inscriptos en el campus pusimos un plazo para la inscripción a
Comisiones de Prácticos que va a estar abierto desde el día 8 de Agosto a las 8hs. (ocho
horas) hasta el día 13 de Agosto a las cero horas (0hs).

Lic. Marcelo Mendoza Hurtado: Buenas tardes, yo soy profesor de los


Prácticos. Los horarios de inscripción a Prácticos son tal cual los acaba de dar la Lic.
Neira. Cada Práctico va a tener un tema que también está contenido en la Página, al que
van a acceder apenas entren a ella. Esto, a algunos, les va a permitir inscribirse por
interés temático también.

Lic. Neira: ¿Queda alguna duda sobre el proceso de inscripción?

Estudiante: ¿Hay algún e-mail para conectarse con el Departamento de


Informática?

Lic. Neira: Ante cualquier duda o problema referido solamente al


funcionamiento del campus virtual (no al contenido de la materia, porque ahí no los voy
a poder ayudar) en la página principal ustedes tienen disponible un enlace para
comunicarse con la “mesa de ayuda (o soporte) del campus”. Allí se va a crear un
espacio con la consulta que uds. hagan, e incluso ustedes van a poder hacer un
seguimiento de su reclamo: si fue atendido, etc. Entonces, en “mesa de ayuda” clikean,
y los va a ir guiando con las instrucciones.

Estudiante: ¿La única forma de inscribirse a las Comisiones es a través del


Campus?

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Lic. Neira: Sí. Primero te tenés que inscribir al Campus, buscar la materia, para
luego poder acceder e inscribirte en las Comisiones.

Estudiante: En el caso de que haya algún profesor que no esté interesado en la


participación, ¿podemos los alumnos de todos modos participar / interactuar en el
Campus, aunque no se incluya el profesor?

Lic. Neira: No es posible porque el espacio lo solicita la Cátedra. Los alumnos


son participantes de esa cátedra. Lo que ustedes pueden hacer es conversar esto con los
profesores de la Cátedra, y acordarlo con ellos.

Lic. Mendoza Hurtado: En principio hoy estamos hablando de la inscripción a


comisiones. Más adelante ustedes van a interactuar con cada profesor de Prácticos y lo
podrán conversar con ellos. Pero tengan en cuenta que eso va a depender de la
posibilidad que tenga el profesor. Por hoy es importante insistir en esto: la inscripción a
cada Comisión es obligatoria hacerla a través del campus únicamente, no hay otra
forma de inscribirse en los Prácticos. Otra cosa que quiero aclararles es que la
inscripción a cada Comisión es limitada en número de participantes, y hay comisiones
que son más demandadas que otras.

Lic. Neira: Una vez completa la Comisión que hayan elegido, les va a aparecer
una leyenda que dice algo así como que “ya no tiene posibilidades de inscripción, o que
no hay más cupo en esa comisión, o que no pueden seleccionar esa opción”.

Lic. Mendoza Hurtado: Entonces, aquellas personas que cuenten con un


certificado laboral y que certifiquen que no tienen posibilidad de otros horarios, se
inscriben de todos modos, en la comisión que el Campus les permita, pero con el
certificado laboral en mano asisten al Práctico que les conviene de acuerdo a los
horarios. Es decir, no se van a quedar sin Práctico, pero sí tendrán que justificarlo. Eso
tiene que quedar muy claro.

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Lic. Neira: En el caso de que alguno no tenga todavía una cuenta de correo, o
bien quiera tener una cuenta @filo.uba.ar, pueden solicitar una en el Aula 143. Ese aula
está abierta de lunes a viernes de 9hs.-23hs. También allí disponemos de PC por si
ustedes necesitan ingresar a Internet o hacer algún trabajo. Pueden utilizarlas libremente
en los horarios en que no haya clases - no se olviden que es el Laboratorio de
Informática. En la puerta hay un cartel que indica cuáles son los horarios disponibles-
lamentablemente no son muchos-, pero puede ser una información interesante para
quienes no la tenían.
Les dejo unos impresos de lo que acabamos de charlar, para los que atrás no
escucharon, o para algún compañero que lo necesite. Bueno, si no hay más preguntas,
los dejo con los profesores. Gracias.

Profesor Caimi: Creo que es un gran avance para todos y seguramente va a ser
más real nuestra comunicación, porque si no se hacía muy difícil.
Aprovechando que está el Lic. Mendoza Hurtado, me gustaría que respondiera a
la pregunta que habían planteado antes acerca de la organización temática de las
Comisiones.

Lic. Mendoza Hurtado: Los siguientes son los horarios de todas las comisiones
y los temas que van a ver en cada una:

Lunes 15hs.-17hs. C.2; José González Ríos: Cusa / Kant


Miércoles 15hs.-17hs. C.3; Paula Castelli: Descartes / Kant
Miércoles 19hs.-21hs. C.1; Jimena Solé: Descartes / Kant
Jueves 13hs.-15hs. C.4; Marcelo Mendoza: Descartes / Kant
Sábado 11hs.-13hs. C.5; Marcos Thisted: Hume / Kant

Los textos de cada autor lo tienen en la página de la materia y en el Programa.


Por mi parte, eso es todo. Hasta luego.

Prof. Caimi: Me alegra que hayan conocido al Prof. Mendoza Hurtado porque
va a ser él quien va a darles toda la parte correspondiente a Hegel.

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Vean que hay un tema común a todos los Prácticos y es la “Deducción
Trascendental” de 1787, probablemente uno de los textos más difíciles de toda la
filosofía moderna, por eso lo hemos privilegiado.

Ahora sí comenzamos con el contenido de nuestro curso. Ya que ustedes han


tenido tan buena voluntad en venir hasta aquí, podríamos comenzar con un poema de
amor ¿Es raro , no? Se podría decir que en el comienzo de la filosofía moderna hay un
soneto de amor de los hermanos Argensola, -que hicieron un libro de poemas allá por el
final del siglo XVI. Escribieron un curiosos soneto que si bien se presenta como un
poema de amor, no es otra cosa que una presentación general de la modernidad. Van a
ver que nuestro curso no va a ser nada más que un comentario a este soneto de los
hermanos Argensola. Los últimos tercetos dicen lo siguiente:

“...
Mas, ¿qué mucho que yo perdido ande
tras engaño tal, pues que sabemos
que nos engaña igual Naturaleza?

Pues este cielo azul que todos vemos


ni es cielo ni es azul ¡Lástima grande
que no sea verdad tanta belleza¡”

Ese es el final del soneto de los hermanos Argensola. Y tiene críticamente


expresado una gran cantidad de motivos y temas, que es por lo que lo hemos elegido
para introducirnos en la Filosofía Moderna.
Hay un sentido moral: yo estoy perdido ante la belleza falsa, perdido ante la
belleza de la pura apariencia, en desmedro de la belleza esencial. La esencia queda
abandonada. En la filosofía medieval, el conocimiento, lo que la cosa era y lo que había
que conocer de la cosa, no era su apariencia sino su esencia: lo que la cosa era
verdaderamente, qué combinación exacta de elementos esenciales intervenían en la
configuración de la cosa. Pero ahora – por motivos que van a ser tema de nuestro
estudio- se ha renunciado al conocimiento de esa esencia invisible, y se ha puesto en su
lugar el conocimiento de lo que es objeto de los sentidos: el engaño de la apariencia,

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porque sólo eso está al alcance directo del que conoce, y sólo eso es matematizable,
medible, y puede ser objeto de ciencia y no de especulación.
Mientras que el conocimiento de las esencias está librado a la habilidad
dialéctica de quien puede razonar acerca de las esencias- porque nadie ha visto jamás
una esencia, por lo menos en estado de vigilia. Vamos a ver ahora que la naturaleza nos
engaña igual. Estudiar la naturaleza es justamente estudiar las apariencias. La naturaleza
es la que nos propone este problema en términos de “apariencia”; y el Soneto lo muestra
con una precisión que en el terreno filosófico va a requerir muchísimo más trabajo:
“pues este cielo azul que todos vemos, ni es cielo ni es azul...” ¿Qué quiere decir?
Hasta Copérnico se tenía como sistema cosmológico aquél heredado de los clásicos,
según el cual la tierra era un disco plano recubierto por cincuenta y cinco esferas
concéntricas que tenían fijos los astros en ellas. Esferas que encerraban como otras
cáscaras de huevo, ese disco plano que era la tierra, y eso era lo que se entendía por
“cielo”.

Hacía 1553 esa creencia se rompe, y ese cielo que era una bóveda, ahora se ha
transformado, por obra de Copérnico, en el espacio infinito: no es cielo, pero tampoco
es azul, porque como vamos a ver en Galileo y Locke entre otros, las apariencias
sensoriales son nada más que meras apariencias. Por ejemplo, el color de las cosas es
nada más que cualidades que no pertenecen a las cosas mismas, sino que se generan en
nosotros a través de nuestros órganos sensoriales. Cuando vemos el verde del pizarrón,
o cuando vemos el cielo azul, en realidad es el efecto del movimiento de ciertas
partículas que hieren nuestra retina y producen “en la retina” esa sensación del “azul”.
Pero ese azul no está en la cosa, sino que depende de la constitución de nuestros
órganos sensoriales. Cuando las estudiamos empíricamente, vamos a llamar
“cualidades” de las cosas a esta manera de ser de una cooperación de ciertos estímulos
con nuestros órganos sensoriales, y las que vamos a llamar “cualidades secundarias”, y
vamos a dejarlas de lado en la mayor parte de nuestro trabajo de conocimiento.

En la Sexta Meditación de las Meditaciones Metafísicas, vamos a ver qué


trabajoso resulta a Descartes tomar esas cualidades secundarias, y decir que hay cierta
legitimidad del conocimiento de los sentidos, si bien no es una legitimidad plena. El

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Soneto es de fines del siglo XVI, y la Meditaciones son de 1641; y casi toda la Sexta
Meditación está entregada al trabajo de justificar que el cielo es azul.
Los hermanos Argensola agregan ese suspiro premonitorio. Premonitorio del
Barroco, ellos están escribiendo en el Renacimiento y sin embargo irrumpe esa
melancolía por el duelo de ese mundo medieval perdido. Un mundo medieval perdido
para siempre, un mundo limitado, ordenado. Alguien dijo alguna vez que la
característica más resaltante del mundo medieval era el límite. El hombre medieval
necesitaba ese límite para sentirse cómodo dentro de él, encerrado dentro de esas
cincuenta y cinco esferas, abrigado y calentito. Tenía una situación clara con respecto a
lo geográfico, pero también con respecto a lo que estaba más allá de lo visible. Esta
limitación le daba tranquilidad porque estaba en su lugar.
Este es el motivo de la queja de los hermanos Argensola: “lástima grande que no
sea verdad tanta belleza”. Este es el contenido general de la filosofía moderna. Ahora lo
vamos a ver con más cuidado.

Todavía tendríamos que introducir otra cuestión que es: esa materia filosófica se
podría entender en su estructura lógica, general, etc.; pero bueno, les tocó esta cátedra y
no voy a hacer eso. Hay que entenderla también en relación con algunos elementos de
su contexto. No es esa la manera más anglosajona de hacer las cosas, ellos, los
anglosajones, se concentran más en cuál es la estructura lógica de la argumentación, y
cuál debió haber sido. Nosotros vamos a tratar de entender a esos señores que estaban
escribiendo en aquellas épocas, en circunstancias bastante terribles, y vamos a tratar de
entender qué es lo que ellos vieron. Porque ellos eran mejores filósofos que nosotros –
por lo menos mejores que yo –, y por lo tanto tenemos mucho que aprender de ellos
antes de ponernos a ver donde está la equivocación lógica que cometieron. “Aprender”
quiere decir tratar de ver primero qué es lo que ellos están tratando de transmitir con sus
obras. Para eso tenemos que ver también dónde estaban, qué es lo que los motivaba a
escribir; y para eso creo que es imprescindible tener en cuenta algunos elementos de la
historia de la época. En primer lugar el descubrimiento de América.
Decía Mark Twain:

“Fue maravilloso descubrir Maguncia, pero más maravilloso habría sido pasar
de largo.”

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Lo decía en vista de cómo fueron después las cosas. Pero, bueno, se descubrió
América y vino a confirmar de una manera innegable la redondez de la tierra, a
confirmar que de verdad se habían roto las cincuenta y cinco esferas, y que estábamos
en un mundo que flotaba de una manera misteriosa en un espacio que no se sabía cómo
se sostenía. –Incluso me he enterado últimamente que la tierra no gira, en realidad,
alrededor del sol, sino que corre en un movimiento rectilíneo y siempre en la misma
dirección, sólo que el espacio por donde corre es curvo porque el sol con su gravedad
genera una especie de curvatura en el espacio, o algo así; no sé explicarlo bien, pero
bueno, nos referíamos a lo que se descubre en aquel momento.

El descubrimiento de América genera un montón de cuestiones que están


operando sobre la filosofía moderna, sobre todo por esta nueva concepción del mundo
en que está habitando el filósofo - por ejemplo la ruptura de estas cincuenta y cinco
esferas-, lo que significa entre otras cosas, que la matemática y la geometría pueden
aplicarse a la realidad, al conocimiento del mundo. Cuando un geómetra pre-
copernicano quería trazar una línea, sabía muy bien que la línea podía ser infinita, pero
que en la práctica iba a chocar con alguna de las cincuenta y cinco esferas, y ahí se le
terminaba el espacio, y también la línea. Porque en aquel tiempo el espacio no era
homogéneo, infinito, sino que era el espacio bien ordenado: abajo estaba la tierra,
debajo de la tierra estaban los infiernos – “infierno” etimológicamente proviene de
“inferior”- y arriba estaban los lugares cualitativamente diferenciados, propios de los
elementos livianos y cálidos: el aire y el fuego van para arriba; la tierra y el agua se van
para abajo; son cuatro los elementos que forman la totalidad de la materia y el cosmos.
– Los chinos creo que tenían cinco-. Entonces, había un espacio que estaba
cualitativamente diferenciado, y las cosas tenían su lugar propio de acuerdo a la
pertenencia a ese espacio. Cuando eso se rompe, entonces el espacio se hace infinito y
los lugares pierden su cualidad diferencial, se hace un espacio todo homogéneo, y ese
también es el espacio de la geometría. De manera que una vez más, la matemática y la
geometría, son aplicables mucho más que antes, al conocimiento. Y eso va a tener unos
efectos fantásticos en la filosofía; efectos que duran hasta el día de hoy.

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Para ilustrar esto les traje una página de Copérnico. Este autor es de
principios del siglo XVI. Es un astrónomo polaco que, en realidad, era sacerdote
y médico, pero se dedicaba fundamentalmente a la astronomía. Era profesor en la
Universidad de Padua. Escribió un libro que se llamaba Acerca de las
revoluciones de los cuerpos celestes. Este libro lo escribió para él: era un hombre
muy modesto (para que vean de qué sirve aquello de “Publicar o morir”).
Copérnico se escribió su libro, lo guardó en su escritorio y se lo mostraba a los
amigos. Durante 36 años fue un manuscrito, hasta que los amigos le dijeron que
debía publicarlo de una buena vez. Copérnico publica su libro en 1543: pocos
días antes de su muerte le dieron el ejemplar de su obra. Probablemente tuvo
suerte de morir en ese momento porque al poco tiempo el libro se declaró
herético y prohibido y hubo una gran cantidad de personas que murieron por él.
En el prólogo de este libro (que la gente muy sofisticada le dice De
revolutionibus corporus caulestium, su titulo original en latín) está esta
extraordinaria pagina que voy a citar. La traducción no es mía: es una vieja
traducción española que tiene también un lindo estilo literario.

“Y también yo, con ocasión de estos testimonios, he comenzado a meditar


sobre los movimientos de la tierra. Y aunque esta opinión parezca absurda, he
creído, puesto que otros antes que yo se atrevieron a imaginar una multitud de
círculos para demostrar los fenómenos astronómicos, que podría atreverme a
ensayar si, suponiendo que la tierra se mueve, hallaría sobre la revolución de los
cuerpos celestes demostraciones más sólidas que las expuestas en tiempos
anteriores. Tras largas investigaciones he llegado a convencerme de que el sol es
una estrella fija rodeada de los planetas que en su derredor se mueven, a los que
sirve de centro y da luz; que además de los planetas principales hay otros de
segundo orden que circulan como satélites alrededor de sus planetas principales
y con éstos, alrededor del sol; que la tierra es un plantea principal sujeto a un
triple movimiento; que todos los fenómenos del movimiento diurno y anual, las
rotaciones de las estaciones y todos los cambios de luz y de temperatura de la
atmósfera que las acompañan son resultados de la rotación de la tierra sobre su
eje y de su movimiento periódico alrededor del sol; que el curso aparente de las
estrellas es sólo una ilusión óptica producida por el movimiento real de la tierra

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y por las oscilaciones de su eje; que, en fin, el movimiento de todos los planetas
da origen a un doble orden de fenómenos que es esencial distinguir, derivados
unos del movimiento de la tierra y otros de la revolución de esos planetas
alrededor del Sol. No dudo que los matemáticos aceptarán mi opinión si se
toman la molestia de conocer, no sólo superficialmente, sino de una manera
profunda, las demostraciones que daré en esta obra.”

Hasta ahí la larga cita de Copérnico. Este es uno de los documentos


inaugurales de la filosofía moderna. Aquí es donde calladamente y de manera
modesta se siente el resquebrajarse de las 55 esferas. Y nadie se lo creyó; es
decir, se lo creyeron sus colegas y amigos, pero fue Galileo quien demostró por
primera vez esto con pruebas directas y de observación (con el telescopio que
había construido). Pero en 1616 (fíjense qué tarde) la Iglesia condenó por
herético el libro de Copérnico y hasta 1912 esa censura no se había levantado.

Pero aquí se encuentra uno de los momentos fundantes de la filosofía


moderna. Ya ven que no es solamente una cuestión para astrónomos, sino que es
una cuestión que tiene que ver también con el hombre común: este ha perdido su
abrigo, su situación bien limitada y ordenada; está lanzado hacia un universo
infinito. Del universo infinito y los mundos es el titulo de un trabajo de Giordano
Bruno que también es uno de los autores de nuestra época. Se dijo que era el
hombre más inteligente que había vivido en su siglo. Escribió varios diálogos
metafísicos: uno de ellos, Sobre la causa, el principio y el uno, es
verdaderamente una prefiguración del sistema de Spinoza tan formidable que
alguna vez podríamos dedicarle un cuatrimestre entero. Pero también tiene ese
otro dialogo que dije en el que muestra algunas de las consecuencias
cosmológicas del descubrimiento de Copérnico. Bruno dice “Naturalmente hay
infinitos universos ¿qué menos podríamos esperar de un creador omnipotente y
bueno?” . Bruno abandona un poco el sistema matemático y metódico de
Copérnico para lanzarse otra vez a argumentar desde la metafísica y la teología,
pero de una manera herética. Bruno termina condenado a muerte. Dice que Dios
“no les iba a mezquinar el ser a los mundos posibles”; Dios creó todo lo que
podía crear. El ser y el bien son equivalentes ya desde Platón, entonces, el

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creador bueno y omnipotente hizo todos los mundos que podrían darse. Y desde
nuestro punto de vista, lo que vemos sólo es una perspectiva, que puede ser muy
diferente de la que pueden tener habitantes de otros mundos que también tendrán
la vana presunción de pensar que el mundo de ellos es el centro, así como antes
nosotros pensábamos que el centro era el nuestro. Bruno escribe un poema que
puso como prefacio a ese dialogo, que es un extraño poema simbólico. En este
dice algo así como: “Soy un ave que extiende sus alas y se lanza a volar por el
cielo sin temor de chocar con ningún cristal que frene el vuelo” Sin temor de
chocar con ninguna de las esferas transparentes del mundo aristotélico, porque
ese ya no es el cielo. Para Bruno este echarse a volar es una ocasión de jubilo.
Claro que esto chocaba con muchísimas cosas que eran imprescindibles para el
orden mental de la gente; esto afectó muchísimo a la gente. Bruno termina con
una serie de historias feísimas (tan feas que parecen argentinas) de traiciones,
acusado ante la inquisición en Venecia y quemado vivo.

Con estas extraordinarias cosas por consecuencia se inicia la filosofía


moderna. Este es uno de los momentos detonantes que da comienzo a la filosofía
moderna; pero hay muchos más que operan de una manera extraordinaria aquí.
Por ejemplo, en 1520 Lutero se paraba frente a la dieta de Worms (la asamblea
eclesiástica y política) por sus ideas reformadoras. Allí dijo aquella famosísima
frase que es muy linda “Aquí estoy y no puedo hacer de otra manera. Que Dios
me ampare. Amen” -Esto yo lo pienso cada vez que me paro acá adelante para dar
la clase-. Lutero dice esto al terminar su alocución. Pero ¿qué era realmente lo
que proponía? Está bien esa historia que aparece en el pequeño Larousse
Ilustrado acerca de la venta de las indulgencias y la pelea con el Papa. Pero lo
que realmente Lutero quería proponer (por lo menos para los fines de nuestro
estudio) era lo que se llamó el “libre examen”. El libre examen es una de las tesis
de Lutero: son muchas las tesis de Lutero, la cuestión es muy técnica con
relación a la teología y a la administración eclesiástica. Pero lo que nos importa
realmente es la tesis del libre examen que dice que no es necesario reconocer más
la infalibilidad de la interpretación papal de las Escrituras.

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En realidad estoy mezclando algunas cosas: la infalibilidad del Papa
es rechazada. Esto proviene de la idea de que lo que es dicho ex cathedra
apostolorum (desde la silla de los apóstoles, es decir, desde el trono papal) era
verdad en el sentido teológico. La otra cuestión es que la lectura e interpretación
de los textos bíblicos debía responder a una interpretación autorizada por la
Iglesia que, naturalmente, era de los doctores de la Iglesia; había una mediación
entre la lectura del texto sagrado y su interpretación El libre examen es el
examen directo del texto bíblico librado a la interpretación de cada cual. Esto da
lugar a dos hechos extraordinarios que tienen también su cola de consecuencias
más adelante. Uno es la traducción de la Biblia a las lenguas modernas: Lutero
hace con esa traducción una especie de trabajo semejante al que hace Dante con
La Divina comedia, es decir, la institución de la lengua alemana literaria.
Curiosamente hay una traducción española de la misma época hecha por Cipriano
de Valera, que es un modelo de estilo literario renacentista, también del siglo
XVI. Esta traducción da paso a una valorización de las lenguas naturales o
nacionales que, hacia mediados del siglo XVIII, tiene como consecuencia que la
universidad también adopta las lenguas nacionales como lengua de la cátedra. Si
no fuera así estaríamos hablando ahora en latín

Otra de las consecuencias de la reforma en la filosofía es algo en lo


que desgraciadamente no podemos entrar, pero es muy interesante: la necesidad
urgente de una técnica de la interpretación válida de las Escrituras. Si cada uno
examina libremente los textos sagrados surge una multitud heterogénea de sectas
e interpretaciones, entonces, enseguida se hace patente la necesidad de hacer
algún tipo de teoría de la interpretación. Ya Lutero hace una especie de teoría de
la traducción, pero también de la interpretación y sus seguidores profundizan
mucho esto. En la teología judía, ya mucho antes, había una teoría de la
interpretación, pero no había tal cosa en lo que no era la teología judía. Esta
teoría alcanza una de sus cimas en Schleiermacher y sigue hasta nuestros días con
Gadamer y Ricoeur. Toda esta teoría de la interpretación (que viene De peri
hermeneias de Aristóteles) tiene uno de sus momentos de gran impulso en la
filosofía moderna y en esta cuestión de la traducción de Lutero.

16
Pero no solamente la cuestión literaria o lingüística es el factor que hace
importante a Lutero y a su reforma sino que hay muchísimas otras cosas. Por
ejemplo, el libre examen es, en el fondo una valorización de la razón de cada
cual. Cada cual está solo ante el texto, munido de su razón personal, de la luz
natural que pueda generar, y ese es la manera correcta de entender la Biblia. Es
decir, la razón individual no está atada a una autoridad que pudiera darle la línea,
sino que, armada con un método, puede proceder sola. Miren lo que dice un autor
de la época: Galileo. Galileo es un seguidor de Copérnico pero, además, sigue su
propio camino que no es estrictamente filosófico sino científico. Galileo es,
fundamentalmente, un físico, un estudioso de la naturaleza, pero en ese momento
todavía no se había desprendido la física de la filosofía. Se encierra todo en el
nombre de “Filosofía de la naturaleza”. Galileo aprovecha toda esta enorme
corriente que estamos tratando de mostrar, que dice que el cielo ya no es cielo,
que se rompió la centralidad de la tierra, que el espacio ya no es cualitativamente
diferenciado sino que es infinito y homogéneo, la matemática puede aplicarse
con ventaja al conocimiento...Galileo toma todo eso y desarrolla un método de
conocimiento general que sienta las bases de la ciencia moderna y, en cierto
modo, perdura hasta ahora. Este es el método de matematización del experimento
que veremos después. Galileo dice que es necesario de principio esta confianza
en la razón y sobre todo, en la razón matemática. Hay un libro de Galileo que se
llama Il saggiatore, el que hace ensayos, en el sentido de ensayos, por ejemplo,
que se hacen para saber si el oro es puro...etc. Este libro está escrito para
responder a otro libro del jesuita Horazio Grassi, que, a su vez, había escrito un
libro contra un libro de Galileo. Galileo escribe Il saggiatore como un trabajo
polémico contra Grassi (este usa en su libro contra Galileo, el seudónimo Lotario
Sarsi). Cito a Galileo:

“Me parece advertir en Sarsi la creencia de que para filosofar es


necesario apoyarse en opiniones de algún autor celebre, de manera que la mente
nuestra, si no se casase con el discurso de otro, fuera a quedar estéril e
infecunda. Parece que Sarsi piensa que la filosofía es un libro y hasta una
fantasía de un hombre concreto, como la Ilíada o el Orlando Furioso, libros en
el los cuales lo menos importante es que lo que está escrito en ellos sea verdad.

17
Señor Sarsi, la cosa no es así. La filosofía está escrita en este grandísimo libro
que continuamente tenemos abierto a los ojos, quiero decir, el universo. Pero no
se lo puede entender si no se aprende primero la lengua y a conocer las letras
con las cuales está escrito. está escrito en lengua matemática y los caracteres
son triángulos, círculos y otras figuras geométricas que son medios sin los
cuales es imposible humanamente entender ni una sola palabra, porque sin estos
es como girar vanamente por un oscuro laberinto.”

Este es el famoso pasaje en donde dice que la naturaleza es un libro escrito


con caracteres matemáticos. Pero vean cómo Galileo dice eso con plena
confianza en el 1623: ya recibió esa onda expansiva del descubrimiento de
Copérnico y ya se dio cuenta de que la naturaleza se puede leer con la razón
matemática. Cuando nos internemos en Descartes vamos a ver hasta qué punto
esa razón matemática es el motor de la filosofía cartesiana, incluso de la
metafísica cartesiana. Creo que el programa prevé que leamos juntos las
Meditaciones metafísicas de Descartes.

Voy a hacer una especie de tanda publicitaria: hace un tiempo hice un


librito que es una traducción del Discurso del método que tiene un comentario
introductorio en el que puse todo lo que yo podía decir sensatamente sobre
Descartes y su metafísica; de manera que allí van a encontrar prácticamente todo
lo que voy a decir ahora (pero mejor dicho, más meditado). Allí se sostiene la
tesis de que incluso la metafísica de Descartes tiene como razón de ser la
justificación y legitimación definitiva, radical y metafísica de los primeros
principios de la razón matemática. La razón matemática, que está luchando por
presentarse en la filosofía moderna a través de Copérnico, Galileo y muchos
otros, llega a su máximo momento de desarrollo en el Discurso del método de
Descartes y luego la fundamentación metafísica del Discurso que son las
Meditaciones Metafísicas.

Estudiante: ¿En qué editorial está su traducción?

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Profesor: Parece que mi aviso publicitario surtió efecto. La traducción está
editada en Colihue.

Vemos entonces cómo algunos momentos de este poema realmente tenían


una proyección filosófica formidable; y eso que hasta ahora sólo hemos llegado a
“y este cielo azul que todos vemos no es cielo”. Pero también Galileo contribuye
fundamentalmente a la explicación de que el cielo no es azul. Galileo dice en Il
saggiatore y en los diálogos acerca de los sistemas de mundo que, en realidad, en
la naturaleza (que se estudia por medio del método matemático) no hay tal cosa
como cualidades. Las cualidades parecieran, en ese primer momento, evadirse del
alcance de la matemática. Descartes también hace un esfuerzo grande para decir
que puede matematizar el rojo y el azul. Dirá por ejemplo que el rojo y el azul
pueden matematizarse de la siguiente manera.

Azul
Rojo

No me acuerdo si son exactamente los dibujos que hace en las Reglas para
la dirección de la mente (Regulae ad directionem ingenii), pero hace unos
dibujos parecidos. Sostiene que se pueden geometrizar las cualidades de esa
manera. Galileo dice justamente que el azul del cielo, lo cualitativo que parece
escapar a la matemática de lo extenso (a la geometría), no es nada más que
materia, número de corpúsculos y movimiento de corpúsculos. No hay en la
naturaleza otra cosa que eso: las cualidades sensibles de las cosas que hay (luz,
color, sonido, sabor, etc), lo que estudiaban fundamentalmente los medievales al
hacer esa ciencia de la clasificación, son afecciones de nuestros sentidos pero no
son propiedades que los cuerpos. En la materia no hay otra cosa que figura,
cantidad, situación y movimiento. Galileo usa el ejemplo siguiente: si a alguien
le pasan una pluma por debajo de la nariz, seguramente sentirá cosquillas, pero
éstas no son una propiedad de la pluma, sino que, si se quita la sensibilidad de la

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nariz, las cosquillas desaparecen y la pluma sigue siendo la misma. Eso mismo
pasa con todas las cualidades secundarias. Lo que queda son las cualidades
primarias: la figura, la situación relativa, el movimiento, la cantidad. Estas
cualidades primarias son enteramente matematizables: por eso Galileo puede
desarrollar ese método hipotético deductivo que no se podía desarrollar si
tuviéramos en cuenta las cualidades secundarias.

Galileo descubre las leyes del movimiento uniformemente acelerado: había


construido unos largos triángulos de madera que tenían una apertura en la parte de
arriba cubierta por papel encerado (todo eso lo describe en algún libro). Allí hacia correr
una bolita con el mínimo de fricción posible sobre ese papel encerado; así medía las
variaciones de velocidad según el tiempo. Pero si tomamos en cuenta la singularidad de
cada bolita y de cada uno de esos planos inclinados; si tomamos en cuenta que es
imposible que la bolita haya sido perfectamente esférica y que el plano haya sido
perfectamente inclinado, liso y sin fricción el experimento no tiene sentido. La
matematización que lleva a cabo Galileo quiere decir que hemos dejado de lado las
singularidades (lo cualitativo de los elementos que entran en el problema matemático)
y nos hemos quedado nada más que con lo cuantitativo, con lo que puede reducirse a
una fórmula matemática universal. Eso es el avance que hace Galileo: por un lado, no
procede solamente por deducción y por teoría, sino que realiza el experimento, pero, a
su vez, realiza un experimento matematizado, un experimento al que intencionalmente
se lo despoja de toda singularidad y de toda cualidad secundaria para mantener
solamente aquello que puede entrar en la fórmula; sólo aquello que puede ser estudiado
por la razón matemática y geométrica. “No es cielo, pero tampoco es azul”: la cualidad
secundaria del objeto de conocimiento queda desdeñada para los fines metódicos, pero
no por mala gana, sino porque sólo es algo engañoso que se nos presenta como una
propiedad del objeto pero que, en realidad no lo es; en realidad es un producto de
nuestra subjetividad que debe quedar de lado cuando se trata de conocer la naturaleza.

Todo esto nos pone ante una actitud extraordinariamente optimista que
surge efectivamente en el siglo XVII: gracias a Lutero podemos confiar en
nuestra razón y gracias a Galileo podemos confiar en nuestra razón matemática
para conocer la naturaleza...estamos en una situación optima de desarrollo de

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nuestras posibilidades de conocimiento sin mediadores, sin autoridades que se
interpongan. Entonces, naturalmente, como es propio de la humanidad, vino la
guerra (que es otro elemento que ingresa fuertemente en la modernidad). Cuando
todo parecía que iba a florecer viene la guerra: el surgimiento del protestantismo
hace que se desate una terrible guerra de 30 años de duración (eso es mucho para
una guerra, 20 años eran los que no eran nada). Esta guerra es tan terrible que
Europa queda agotada, despoblada: nadie ganó, perdieron todos, pararon porque
ya no podían más. Esta guerra dura aproximadamente hasta 1618 (quizás más).
Es una guerra de religión y también de política entre los estos imperiales. Europa
estaba organizada de una manera que ni nos imaginamos hoy en día: había un
emperador de toda Europa que no tenía verdaderamente soberanía sobre los
estados, pero tenía una especie de soberanía ideal o virtual (sobre todo en la
Europa central). Este imperio era el intento que había empezado con Carlomagno
de recomponer la estructura administrativa y política del imperio Romano.
Entonces estaba el emperador, que en aquellos tiempos era Carlos V de España:
en realidad es Carlos I de España y Carlos V de Alemania porque es Carlos como
emperador del imperio romano-germánico. El surgimiento de estas corrientes
heréticas del protestantismo que fue acompañado también por movimientos
políticos de los campesinos en Alemania y una gran cantidad de cosas bastante
terribles, causa estas guerras de religión. Pero no solamente ocurren las guerras
de religión para darnos animo ahora a nosotros que tenemos que estudiar la
filosofía moderna y decimos “¡Cómo voy a estudiar en estas condiciones
desfavorables!”... y estos pobres estaban escribiendo sus textos en situaciones
mucho más desfavorables que las nuestras.

De todo esto surge una contracorriente que se opone, con buenos motivos,
a este optimismo de la razón geométrica. Supongo que logré plantear qué es esto
de la razón geométrica, qué es esta fe en una razón que no necesita recurrir a
ninguna otra cosa que a su propia habilidad, a su propia limpieza de juego
metodológico y a su propia geometría; es una razón geométrica que se calca
sobre la naturaleza de la matemática. Esta razón, en la que con optimismo creían
lo hombres de la época, encuentra su contrapeso en la fortísima corriente
escéptica que se presenta también en el siglo XVII. En realidad se presenta un

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poco antes con Montaigne: hay toda una gran corriente escéptica, pero Montaigne
es un escritor maravilloso, es el best seller de la época. Era tan formidable y
popular, que él mismo cuenta que tenía un sirviente que le robo unos manuscritos
con la esperanza de hacerse rico: el que tuviera manuscritos de los ensayos de
Montaigne realmente tenía casi asegurada la riqueza por vía editorial ya que todo
el mundo los leía. Cuando leamos a Descartes vamos a ver cómo retoma de
Montaigne muchísimos argumentos escépticos con la idea de llevar a cabo dentro
de su propia obra esta pelea entre el optimismo de la razón geométrica, que
quiere imponerse, y el pesimismo del escepticismo, que viene desde la
antigüedad, pero que tiene en Francia a finales del siglo XVI un momento de
inmenso brillo.

Parece ser que había un medico español, Raimundo de Sabunde, que


trabajaba en la universidad de Toulouse (nosotros conocemos esta ciudad porque
parece que allí nació Gardel según una de las tesis que hay). Este medico
desarrolla una especie de tesis teológica muy combatida. Raimundo de Sabunde
era amigo de Montaigne, por eso éste escribe la Apología de Raimundo de
Sabunde, que es el más grande de todos sus ensayos (tiene como 200 paginas).
Vale la pena leerlo porque es un buen ejemplo de la escritura de Montaigne: hoy
en día todavía sigue siendo una lectura muy interesante y fácil. Parece ser que
Nietzsche apreciaba mucho a Montaigne. En la Apología defiende la separación
de razón y fe para defender a su amigo Sabunde. En ese libro de discusión acerca
de la separación de razón y fe propone unas tesis escépticas extraordinarias
acerca de la razón. Probablemente lo tratemos la vez que viene porque ya se nos
acaba el tiempo que tenemos. Pero adelanto sólo una cosa: en dos lugares de la
Apología, Montaigne dice

“Ahora nos vienen con que el sol es el centro y que la tierra gira
alrededor del sol, defendiendo ésto con argumentos racionales. Pero hay que ir
con prudencia, no hay que admitir con demasiada ligereza estas cosas porque
seguramente con el tiempo serán desmentidas por otras teorías, porque la razón
tiene eso: no funciona tan bien como pareciera funcionar”.

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Esto vendría a confirmarse con aquello que entendí (seguramente mal) de
la teoría de la relatividad que dice que, en realidad, la tierra no gira alrededor del
sol, sino que se mueve siempre en línea recta sin desviarse y que lo que está
curvado es el espacio.

Les agradezco la paciencia hasta ahora. Espero que vuelvan el sábado.

Versión desgrabada por: MCB

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