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Ganancias y riesgos de la globalización: el caso de América Latina

por el Cr. Enrique Iglesias *

La globalización es uno de los temas más importantes con que nos


enfrentamos en el nuevo siglo. La acción económica internacional, los
problemas internos, los problemas institucionales, todo ese gran paquete está
en juego.

También creo que no se trata de un fenómeno nuevo, sino que empezó en el


Renacimiento; pero no cabe duda de que viajar en carabela no es lo mismo
que viajar en Concorde, o que comunicarse por carta no es lo mismo que
utilizar el fax. De manera que la calidad del cambio es realmente sorprendente
y muy violenta.

Otro elemento que me impresiona es la significación de la revolución


financiera. Nosotros nos hemos demorado 50 años en abrir los mercados, y
estamos ahora acercándonos a una nueva ronda internacional de
negociaciones. Todavía seguimos avanzando con parsimonia, lo cual es
comprensible por la dificultad del tema, pero lamentable desde otro punto de
vista, ya que hemos avanzado con gran lentitud. Sin embargo, en los últimos
10 años, ha tenido lugar una revolución impresionante en el campo financiero
que, además, cambia todos los días, no solamente en la velocidad de las
transformaciones que tienen lugar en la interconexión del mundo en tiempo
real, sino también en todo lo que tiene que ver con el fenómeno financiero, con
instrumentos que se van creando todos los días y que no habíamos conocido.
Hace 10 años no nos podíamos imaginar la enorme riqueza de la
instrumentalización financiera.

El tercer elemento es la reforma de la estructura de la empresa. Creo que la


revolución de la estructura empresarial es uno de los temas más apasionantes,
y que generalmente se suele relegar a un segundo plano. La revolución
microeconómica, a nivel de la estructura empresarial -lo que se llama hoy
empresa global-, es un fenómeno de proporciones realmente espectaculares.

No cabe duda que en este proceso de globalización, tenemos ganancias netas


que no se pueden ignorar. El acceso al mercado internacional de inversiones
para todo el mundo es un hecho, como lo es también el acceso a un mercado
comercial cada vez más amplio, o a estas corrientes volátiles, erráticas,
peligrosísimas, de los flujos financieros de corto plazo, que también es otro de
los elementos que en cierta dosis es vitamina y en cierta dosis puede ser
veneno.

En ese panorama integral de ganancias se está planteando cada vez más en el


debate internacional, el problema de los riesgos que ello conlleva. Estos
debates tienen, en algunos casos, un alto contenido ideológico, y en otros
casos se trata simplemente de constataciones que provienen de la propia
realidad. Pero hay un debate muy cierto que tiene un eje central: este proceso
globalizador es potencialmente excluyente, tanto a nivel interno, por las
consecuencias que provoca dentro de nuestras economías, como a nivel
internacional. Dicho en otros términos, sólo unos pocos países tienen acceso a
los beneficios de la globalización, mientras que otros quedan al margen sin
tener ni siquiera la esperanza de llegar en un horizonte más o menos
inmediato.

Lo que también resulta claro es que el proceso tiene implicaciones internas,


crea distancias que, aunque ya eran importantes en el pasado, tienden a
agravarse como consecuencia de este fenómeno. El caso latinoamericano es
bastante ilustrativo.

Ahora bien, se ha mencionado aquí un elemento muy importante, y que a mí


me preocupa. Es la imprevisibilidad de esta dinámica, lo cual hace que sea
muy difícil anticipar y tener horizontes más o menos claros. A este elemento, yo
agregaría otros dos elementos sobre los que estamos trabajando en el Banco
Interamericano de Desarrollo. En primer lugar, la transición demográfica del
mundo. No es irrelevante para el mundo en el futuro, el hecho de que Japón,
en 30 ó 40 años, pase de 120 a 60 millones de personas, de los cuales más de
la mitad tendrán más de 50 años. Esto genera una ventaja muy importante que
hay que analizar en detalle, porque significa que nuestra capacidad, por
ejemplo en el campo de los servicios, puede ser impresionante. El segundo
elemento en el que estamos trabajando es cómo la tecnología ha ido
venciendo al determinismo de la geografía, es decir, cómo hoy en día el
clima, que era un elemento determinante de las producciones básicas, está
siendo alterado por todas las técnicas de la biotecnología, que hacen que
podamos producir productos tropicales en zonas en las que esto era imposible,
y viceversa.

De manera que estamos frente a dos elementos adicionales que pueden traer
cambios, incluso para bien, y que pueden abrir nuevas oportunidades en el
campo de los servicios.

Querría hacer algunos breves comentarios breves sobre el caso de América


Latina, región en la que estamos trabajando desde hace varias décadas. En la
primera mitad de la década de los 90, y después de la crisis de los años 80,
hemos visto crecer la región con esperanza y expectativas, hasta que dos
fenómenos se hicieron aparentes. Uno es la incapacidad de ese cambio para
dar salida rápida a los temas sociales. Si bien hemos visto alguna caída leve en
el campo de la pobreza crítica en algunos países, no ha sido así, en cambio, en
cuanto al nivel del ingreso. Aparece así el tema de la exclusión, porque el
modelo de crecimiento en el que nos hemos embarcado hacia fuera, basado en
la tecnología y el conocimiento -ya que no hay otra alternativa-, tiene raíces
excluyentes inevitables en las primeras etapas. Y ello, simplemente, porque los
que tienen acceso a esas nuevas formas de producción son gente que tiene
conocimiento, formación, educación, y como éstos son factores escasos en
países como los nuestros, hay una natural tendencia a concentrar los ingresos
en ciertos sectores de la población.

El modelo de los últimos años en algunos países de los más exitosos, como
Chile, no ha tenido consecuencias paralelas en la distribución del ingreso y en
el acortamiento de la distancia entre los de arriba y los de abajo. Este es un
caso típico donde el fenómeno globalizador tiene implicaciones sobre la
distribución interna de la riqueza y del ingreso.

El segundo fenómeno es la vulnerabilidad financiera de economías que,


escasas en sus recursos de ahorro, dependen fuertemente de los mercados
financieros internacionales, por definición volátiles, que llegan y se van en
función del rendimiento económico, y que someten a estas crisis violentas que
hemos sentido en los últimos dos años que han hecho que la tasa de
crecimiento, que en el año 97 nos hizo mirar con optimismo a América Latina
porque habíamos superado el umbral del 5 %, cayera al 2.5% el año pasado y
es posible que este año sea negativa, por primera vez después de muchas
décadas. Todo esto tiene mucho que ver con la inevitable internacionalización
de la economía en la región, que se proyecta sobre los países a través de
múltiples canales, sin duda alguna mediante los precios de las materias
primas.

Estamos viendo que ciertamente la penalización de las materias primas ha sido


una de las consecuencias de esta crisis provocada por la volatilidad financiera
internacional de los últimos tiempos. Volatilidad que, en algunos casos, se basa
en factores objetivos (cuando hay problemas internos, los mercados se ponen
nerviosos), y en otros casos en factores de simple contagio (cuando los
inversionistas globales tienen problemas en Rusia, retiran sus capitales allá
donde están).

En América Latina tenemos, por tanto, estos dos casos sobre la mesa: los
impactos internos, que se ven acelerados y acentuados por la globalización, y
los impactos que nos vienen de fuera, a los que se añaden a veces pecados
internos que los agravan.

Actualmente, la economía internacional ha puesto en el déficit fiscal el índice


de la buena administración de un país. Nos guste o no, esa es la realidad. Y en
el fondo tienen razón, porque no está bien que un país gaste más de lo que
tiene. De modo que el déficit fiscal de la economía es el factor que los
mercados internacionales miran con más cuidado para indicar la
responsabilidad o irresponsabilidad de un gobierno. Cuando ese déficit fiscal
crece por encima de cierto nivel razonable, los países se sitúan en la zona
amarilla primero, y en la zona roja después, y los capitales comienzan a salir.

El tema es cómo nos ubicamos frente a todo esto, reconociendo que este
debate internacional está todavía en plena efervescencia y que estamos
abriendo campos nuevos que aumentan el grado de imprevisibilidad. Cómo se
ubica una región que está queriendo crecer, que tiene problemas sociales
profundos, que tiene problemas institucionales muy importantes. Yo creo que el
tema tiene por lo menos tres dimensiones en las que hay que trabajar: una
dimensión interna, una dimensión regional y una dimensión internacional.

En cuanto a la dimensión interna, resulta claro, a la luz de las experiencias de


los últimos años, que la mayoría de los países de América Latina reaccionaron
con bastante fuerza, a pesar de estos impactos negativos que acabo de
mencionar. Entre otras cosas, porque a nivel interno, estaba mejor preparada
que antes en cuanto a su estructura macroeconómica. La caída de los precios
a los niveles más bajos de los últimos 30 años, la retirada masiva de capitales,
hubiera sido absolutamente devastadora en la región sin los avances de los
últimos años en materia de balances macroeconómicos y de capacidad de
respuesta rápida de los gobiernos. Quizá haya operado también la experiencia
de tantas crisis. Nosotros somos expertos en crisis, las hemos tenido de todo
tipo, por lo que los gobiernos tienen una capacidad de reacción mucho mayor
que, por ejemplo, los asiáticos. Nuestros bancos han pasado por todas las
crisis imaginables, lo cual significó que el elemento multiplicador de la crisis no
ha estado presente en los últimos tres años, porque los bancos estaban
bastantes saneados en general.

Todo eso marca una primera reacción. Aquellos países que tienen una
macroeconomía ordenada, es decir, las variables bajo control, están mejor
preparados para hacer frente a cualquiera de los embates internacionales, por
cualquiera de las puertas que les llegue la crisis internacional. Por supuesto
que el tema de la modernización de las estructuras productivas está sobre la
mesa, a través de las mejoras de la competitividad, así como el tema
educativo. Yo creo que estos tres elementos de la reacción interna adquieren
en estos momentos una gran importancia.

Una segunda dimensión es la regionalización. Es importante señalar que se ha


gestado una conciencia de que en este mundo en el que estamos navegando,
la regionalización, es decir, Mercosur, Grupo andino, Grupo centroamericano,
adquieren un nuevo sentido. Y, afortunadamente, está en la percepción política
que esto es así. Es un camino empedrado, pero incluso se han introducido en
el debate temas que no habíamos visto nunca y que creo que son muy fértiles,
como el tema de avanzar hacia monedas regionales. De manera que lo
regional se agranda en su importancia.

La tercera dimensión es la internacional, donde nosotros somos


desgraciadamente no mucho más que espectadores. Estamos mirando lo que
está pasando en la economía internacional, qué es esto de la nueva
arquitectura financiera y económica, que infiere ciertamente un ingrediente
interno de carácter comercial que esperamos transite por los caminos de
Seattle, y que podamos avanzar en nuevos campos financieros y de apertura
internacional. En el tema financiero ya ha habido muchas teorías y muchas
posiciones, desde los que avanzan que la solución empieza por el riesgo moral,
es decir, no ayudar, dejar que los mercados cumplan una función saneadora
propia de manera que el tema se arregle por las suyas, hasta los que creen
que se trata de un tema de liquidez y que por lo tanto hay que generar liquidez
en los países y protegerlos frente a las turbulencias financieras internacionales.
Hay un solo punto donde hay un acuerdo general, que es la transparencia de
los mercados. En todo lo demás se trata de una cosa fluida, excepto en que
nosotros tenemos que estar presentes, porque no es concebible que en la
construcción de esa nueva arquitectura financiera los países en vías de
desarrollo no tengan una presencia, una voz y un activismo mucho mayor que
el que han tenido hasta ahora.
Como digo, estamos dependiendo mucho más de decisiones externas que de
decisiones en las cuales nosotros tenemos una voz cantante y sonante. Ojalá
que no sea ese el futuro que nos espera.

De manera que la globalización ha tenido impactos importantes en América


Latina, pero ha sido paradigmática en cuanto a estos aspectos de tipo
excluyente que están implícitos en los fenómenos a los cuales inevitablemente
tenemos que pertenecer, y que se ven claramente en la dimensión interna y en
la dimensión internacional.

Termino recordando una feliz aproximación a este tema que hizo un buen
amigo, y además un gran intelectual y político mejicano, Castillo Peraza, que
en una conferencia hace pocas semanas en Méjico, abordó el tema de la
globalización desde una perspectiva a mi modo de ver extraordinaria, no
solamente semántica. Dijo que globalización viene de globo, y que globo tiene
un sentido geométrico, físico. Hablamos de globalización porque en inglés no
existe la palabra mundialización. Pero para los que partimos de una
terminología de origen latino, la mundialización es una cosa distinta. Nosotros
no decimos que Colón descubrió el otro globo, sino el otro mundo. Cuando la
gente se muere, no va al otro globo, sino al otro mundo. ¿Por qué hay esa
distinción en los idiomas latinos? Porque para nosotros el globo es una cosa
física, mientras que el mundo es una cosa humana, tiene gente, familias,
naciones.

Así, lo que tenemos que tratar es de humanizar la globalización, hablando un


poco más de mundialización.

* El contador Enrique Iglesias es presidente del BID

Preguntas a reponder y Analizar:

1) ¿Cuál es el grado de Globalización que tenemos en el Perú de hoy?


2) ¿Hay cambios en las condiciones comerciales en nuestro país?
3) ¿De acuerdo a usted cual es la influencia de la Revolución
Financiera en nuestro país?
4) ¿Cuál es su sugerencia para contrarestar el proceso globalizador
que es potencialmente excluyente?
5) ¿Cuál es el impacto de la transición demográfica en la Región de
Arequipa?
6) ¿Cuál es la sugerencia del grupo en como trabajar la dimensión
interna, regional e internacional en nuestra Región?

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