ANÁLISIS DE TRES LECTURAS NEGRAS

(ENSAYO)

EDELBERTO JOSUÉ RUEDA

UNIVERSIDAD SANTIAGO DE CALI

FACULTAD DE EDUCACIÓN
MAESTRÍA EN EDUCACIÓN AMBIENTAL Y
DESARROLLO SOSTENIBLE
ANTROPOLOGÍA AMBIENTAL

Santiago de Cali
Noviembre de 2008
Universidad Santiago de Cali
Maestría en Educación Ambiental y
Desarrollo Sostenible
Antropología Ambiental
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Maestría en Educación Ambiental y
Desarrollo Sostenible
Antropología Ambiental

INTRODUCCIÓN

Desde mi contaminada perspectiva de “andino” y “vallecaucano por

adopción”, descubro a través de estas lecturas un mundo de una

fascinación primitiva, totalmente desconocido y tristemente prejuzgado por

la gran mayoría de colombianos, algunos de los cuales nos endilgamos

irrespetuosamente el título de “cultos”.

El modelo de desarrollo económico impuesto en nuestro país (y el gran

parte del planeta), nos ha colocado una venda que nos impide mirar más

allá de lo que nos es permitido ver, o de lo que la manipulación de los

Medios al servicio del Modelo, decide que es apropiado conocer.

Semejante oscuridad no nos permite apreciar la riqueza cultural de grupos

étnicos que han sido capaces de trascender el tiempo y la discriminación,

manteniéndose fieles a sus raíces, a sus costumbres y, sobre todo, a su

territorio.

Este breve ensayo pretende ser un homenaje a esos seres humanos, que

nos pueden enseñar a vivir en armonía intercultural, conservando los

recursos y el ambiente; sacando del medio únicamente lo que se necesita

para vivir y satisfacer sus necesidades materiales y espirituales, y no para

acumular riqueza ni para especular con los bienes de la naturaleza.

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DE LA LECTURA: “IMÁGENES CULTURALES EN LA

CONSTRUCCIÓN DEL TERRITORIO AFROPACÍFICO”.

El principio de la ubicuidad nos dice que “para ser, hay que estar”. Y para

poder “estar”, hay que tener un espacio geográfico donde el ser colectivo e

individual pueda proyectar su historia. Queda claro que para las

comunidades Afropacíficas, el concepto de Territorio es igual al concepto

de Ambiente, toda vez que está asimilado a valores étnicos, culturales,

sociales , económicos, ecológicos, políticos, religiosos y de género.

A partir de estos razonamientos, hombre y mujer asumen sus roles

particulares, se dividen el territorio en función de ellos y se apropian de la

responsabilidad ancestral de la defensa de su territorialidad. No en vano

es en el Cimarronismo y en el Palenquerismo en donde se gestan las

primeras manifestaciones exitosas de resistencia al colonialismo español.

Sin embargo, el mal llamado “desarrollo” -el enemigo contra el que luchan

las comunidades Afropacíficas- está empeñado en arrebatarles sus

territorios, con la falacia de proveerles de “un empleo” para que salgan de

la “pobreza” y mejoren su calidad de vida… De esta manera la familia,

como ficha básica de la comunidad, queda dependiendo del “salario” como

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única forma de subsistencia, teniendo que vender su fuerza de trabajo a

cambio de resignar sus sueños de autodeterminación cultural.

DE LA LECTURA: “MUJER, AMBIENTE Y DESARROLLO. UNA

APROXIMACIÓN EPISTEMOLÓGICA AL CASO VALLECAUCANO”.

“Pensar en un modelo de desarrollo humano sostenible, implica una

nueva relación con el medio ambiente, con participación de hombres y

mujeres en condiciones, situaciones y oportunidades de igualdad”. No

valen buenas intenciones. O existe igualdad de condiciones, situaciones y

oportunidades, o no será posible pensar en Desarrollo Humano.

Si bien la contribución de la mujer al medio ambiente constituye un

incentivo para un análisis detallado en cuestiones de género y ambiente,

también es cierto que –como lo planteara un estudio del Banco Mundial

(2002)- la igualdad de género es fundamental para la economía de los

países, y la equidad, requisito indispensable para alcanzar el Desarrollo

Sostenible.

La mujer es pues, como nos lo han mostrado con suficiencia las

comunidades indígenas y afropacíficas, la “administradora invisible” de la

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familia y del medio ambiente. Parece ser esa su condición natural y, por

esta misma razón, es deber de Estado promover acciones para

potencializar sus aptitudes y capacidades, y proveerles del espacio para

que las desarrollen en beneficio de todos.

DE LA LECTURA: “DEL RÍO A LA CALLE. UNA EXPERIENCIA

TERRITORIAL EN BUENAVENTURA”.

Contrastando lo leído con lo compartido desde hace unos buenos años

con amigos procedentes de Timbiquí, López de Mikay, Guapi y

Buenaventura, me parece que no se ha quedado corta la autora, cuando

ubica a la comunidad afropacífica, como una etnia eminentemente fluvial.

El río es a los afropacíficos como la ceiba del parque es a los andinos.

Por eso, no es de extrañar que los afropacíficos llegados a Buenaventura

quieran, digo mejor, necesiten recrear de alguna manera las condiciones

de su natal territorio, mucho más, cuando el río allá oficiaba como el

espacio social de las interrelaciones humanas y el símbolo de su

identidad. Sin embargo, ya en la ciudad se encuentran con las limitantes

que el “urbanismo” impone, sobre todo en términos de servicios públicos,

colocando en conflicto su sueño de territorialidad, con su realidad actual.

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La represión, el desalojo o la reubicación como medidas para “resolver” el

problema de los “cinturones de miseria” (para aplicar sus tierras a destinos

turísticos), no surten ningún efecto en las comunidades afropacíficas. La

modernización de la ciudad sin pensar en la cultura ancestral de sus

habitantes, irá siempre en contravía de lo que su naturaleza grita.