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Blog Barrios del Sur
Por Rafael Torrech San Inocencio
torrech.rafael@gmail.com
Toponimia Religiosa:
La religiosidad puede vincularse a los topónimos de al menos 45 barrios de Puerto Rico. Estos
representan el 5 por ciento de todos los barrios de Puerto Rico y sus nombres equivalen al 7 por
ciento de todos los topónimos de barrios rurales de Puerto Rico. Humacao es el municipio con
mayor número de barrios de este tipo, con cuatro, seguido por San Germán y Utuado, con tres
cada uno.
Ermitas:
Las ermitas son el origen de los nombres de algunos barrios. Las ermitas eran pequeñas capillas
para el culto religioso –frecuentemente construidas por dueños de hatos– para proveer servicio
espiritual a comunidades aisladas y distantes de los núcleos poblacionales principales. Dicha
aislación imposibilitaba a los feligreses cumplir el precepto de misa dominical, y a menudo se
ajustaba la periodicidad del precepto a la distancia entre la localidad y la ermita o iglesia más
cercana. Así, las ermitas suplían el culto mediante sacerdotes itinerantes que acudían
periódicamente a ofrecer misa.
Entre las ermitas mencionadas en las visitas de los obispos para 1757, sólo los nombres de las
ermitas de Nuestra Señora de la Candelaria en Lajas y Nuestra Señora del Rosario de San
Germán persistieron como topónimos de los barrios respectivos de Candelaria (Lajas) y Rosario
(San Germán y Mayagüez). Los tres barrios Rosario de San Germán fueron originalmente uno
sólo, bajo el nombre de Barrio Santuario del Rosario. Por su parte, el Barrio San Antón de
Ponce debe su nombre a la ermita que Don Antonio Abad Rodríguez Berrios mandó a erigir a
fines del Siglo XVI en honor a San Antonio Abad.
Parroquias:
Esta evolución de ermita a parroquia, y de ahí a poblado influenció los antiguos nombres de
pueblos como San Miguel de Cabo Rojo, Altagracia de Sabana Grande, Nuestra Señora de la
Candelaria de Mayagüez, Nuestra Señora del Rosario de Aguada, Santa Rosa de Calvache
(Rincón), Espíritu Santo de Loíza, San Antonio Abad de Añasco, San Antonio de Padua de la
Tuna (Isabela), Nuestra Señora del Rosario y La Monserrate de Arecibo, San Miguel de Hato
Grande (San Lorenzo), San Mateo de Cangrejos (posteriormente integrado a San Juan) y Nuestra
Señora de la Concepción de Las Piedras, San Germán, Arecibo y Manatí, entre muchos otros.
Entre muchas excepciones destacamos el nombre municipio de Santa Isabel, antiguo Barrio de
Coamo Abajo de Coamo. Este no surge del nombre alguna antigua ermita, sino que se conjetura
que es un vínculo entre la fecha de autorización de la fundación de Santa Isabel –19 de
noviembre de 1841– y la fiesta de Santa Isabel de Hungría. También se ha plantado un vínculo
antropónimo a la reina de España. Este tipo de vínculo monárquico es más claro en el topónimo
de Isabel Segunda, el barrio-pueblo de Vieques.
Por tanto, la evolución de parroquia a poblado no fue siempre absoluta. Ya que para la
constitución en pueblo mediaba una acción oficial de un gobernador, mientras que el
establecimiento de una parroquia requería una disposición del obispo, y estas dos autoridades no
siempre coincidían. Por ejemplo, las parroquias de Rosario en San Germán, Esperanza en
Arecibo, Santa Cruz de Trujillo Bajo (ahora parte de Carolina) y Florida en Barceloneta nunca
evolucionaron en poblados. En todas las instancias, los nombres persisten como topónimos de
barrios actuales.
Emigrantes:
Los extranjeros que llegaron a Puerto Rico dejaron su huella en nuestros barrios mediante
topónimos religiosos alusivos a sus países de origen. Por ejemplo, el Barrio San Idelfonso
(Coamo) es el santo patrono del pueblo de Illescas, de la provincia de Toledo en España, de
donde eran oriundos don Blas y don Cristóbal de Illescas, colonizadores de Coamo y antiguos
dueños de las tierras que hoy comprenden este barrio.
Los recién llegados trajeron al nuevo mundo sus devociones y las perpetuaron en los nombres de
sus barrios. Este es el caso de los barrios Candelaria de Lajas, Toa Baja y Vega Baja, posible
influencia de emigrantes de las Islas Canarias, cuya patrona es la Virgen de la Candelaria. Lo
mismo sucedió con el Barrio Esperanza de Arecibo, cuyos orígenes se remontan a una antigua
aldea llamada La Esperanza, fundada por emigrantes de las Islas Canarias. Los canarios también
parecen ser responsables de los nombres de los cuatro barrios de nombre Rosario –tres en San
Germán y uno en Mayagüez– que repite en nuestras tierras un topónimo que aún existe en
Tenerife, en las Islas Canarias.
Órdenes Religiosas:
Capellanías:
Antes del Siglo XIX, la titularidad religiosa de grandes extensiones de tierras –a menudo hatos y
estancias– resultó de las capellanías. Aquellos que podían pagarlas, fundaban una o más
capellanías cuyos beneficios estaban destinados a procurar la salvación de su alma, usualmente
mediante un compromiso de misas y rezos a perpetuidad. Otros las dejaban en sus testamentos,
para lograr la ayuda que necesitaría su alma para ascender del purgatorio una vez fallecidos.
Las capellanías y su impacto socioeconómico es un asunto muy poco estudiado en Puerto Rico,
pero se hace evidente en la toponimia de grandes extensiones de tierras que una vez
pertenecieron a la Iglesia Católica. Por ejemplo, gran parte del litoral que hoy conocemos como
Piñones una vez se conoció como el Hato de los Frailes, posiblemente una capellanía. La
donación de grandes extensiones de tierra en Santurce a las Religiosas del Sagrado Corazón por
Don Pablo Ubarri a finales del Siglo XIX –parte de la cual aún persiste en los predios de la
Universidad del Sagrado Corazón– posiblemente fue un tipo de capellanía, aunque más
moderna. Otras instancias abundan.
Otras:
Algunos topónimos de barrios tienen un vínculo indirecto con la religiosidad. Este es el caso de
los dos barrios Candelero de Humacao. Candelero es el utensilio que se utiliza para mantener
derecha la vela o candela, de vínculo con el culto religioso. Hay varias menciones a candeleros
en las escrituras.
En algunos casos, los topónimos de origen religioso están relacionados con antiguas haciendas e
ingenios, ya que era frecuente denominarlas con nombres de santos, a modo de patrón o
protección. Por ejemplo, el topónimo del Barrio Santa Rosa de Guaynabo –ya mencionado como
vinculado a las órdenes religiosas– fue en el pasado la Colonia Santa Rosa, aludiendo a una ya
pasada función agrícola. Los topónimos vinculados con antiguas haciendas, ingenios y hasta
centrales son aún muy abundantes en los nombres de nuestros sectores y comunidades rurales.
Depuración Religiosa:
Aunque muy pocos barrios han cambiado de nombre en el último siglo, es muy frecuente que
aquellos que lo han hecho adoptaron nuevos topónimos de vínculo religioso, posiblemente para
sanear topónimos que hoy resultan indeseables, incómodos o peyorativos. Este fue el caso de los
Barrios San Antonio y San Salvador (Caguas), San José (Quebradillas) y La Gloria (Trujillo
Alto), que sustituyeron los antiguos topónimos de Jaguas/Quebrada Puercos; Culebras; Bellaca/
Quebrada de la Bellaca; y Quebrada (del) Infierno, respectivamente. El Barrio Quebrada
Infierno de Gurabo, colindante con el de Trujillo Alto, retuvo su antiguo nombre pero se conoce
generalmente como Barrio Santa Rita, por iniciativa de las autoridades religiosas locales.
Historiadores han sugerido que antes de llamarse Ángeles, el antiguo nombre del barrio de
Utuado fue Criminales, o Quebrada de los Criminales.
Bibliografía Mínima:
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Walter Cardona Bonet, (Quebradillas, el sitio de Terranova, notas para su historia, 1985) Betty
Ann Zayas, (Isabela: los municipios de Puerto Rico, su historia y su cultura, 1991) Rafael
Torrech San Inocencio (Los barrios de Puerto Rico, 1999; y Orígenes, configuración y
toponimia de los barrios de Puerto Rico, 1994)