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No era el objetivo, pero coincido con Alejandro Bermúdez, el director general del
canal EWTN. Benedicto XVI dibujó el perfil al que deben aspirar hoy todas las escuelas
que se precien de ser “católicas”.
Una precisiónimportante –si mis adorables lectoras y gentiles lectores tuvieron
la oportunidad de seguir de cerca el viaje del Papa a Inglaterra, Gales y
Escocia– surgió cuando en algún momento se mencionó que su nivel
académico es tan extraordinario que en las escuelas católicasse encuentran
estudiando jóvenes musulmanes, protestantes, judíos e incluso budistas.
mayor”.
La convocatoria papal fue clara: la escuela católica tiene que impulsar a los estudiantes para que ninguno
se contente con ser mediocre.
El proceso de formación fue claro, dijo el Papa. Se necesitan en el mundo buenos científicos, pero la sola
perspectiva científica se vuelve peligrosa “si ignora la dimensión religiosa y ética de la vida, de la
misma manera que la religión se convierte en limitada si rechaza la legítima contribución de la ciencia en
nuestra comprensión del mundo”, aseguró.
El mundo necesita buenos historiadores, filósofos y economistas, pero con una visión amplia. El
reduccionismo, dijo Benedicto XVI, puede “llevarnos por mal camino”.
De aquí que la escuela católica “educa integralmente a la persona en su totalidad. Y una buena
escuela católica, además de este aspecto, debería ayudar a todos sus alumnos a ser santos”.
Con esta visión de la tarea de la escuela católica, los compañeros no católicos que estudian en ella,
pueden sentirse movidos a la práctica de la virtud, a crecer en el conocimiento y la amistad con Dios,
porque los alumnos católicos se vuelven también un referente de ese “horizonte mayor”.
El reto es grande. Ni modo.
mondrago
mondragonrene@hotmail.com