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Como respuesta a la ocupación por los mineros de la Carretera

Central:

“Y entonces usted ve llegar a la policía, enviada por el gobierno, a "imponer el orden".


¿A restituir sus derechos frente a un despido brutal y abusivo? ¿A sentar a la empresa y
los trabajadores a negociar como debieron hacerlo en el Ministerio de Trabajo? ¡No! A
desalojarlo a usted y sus compañeros de las pistas. Y en los medios de comunicación
nadie se ocupa. Las pantallas y los titulares están ocupados con el menú del
restaurante Fiesta y la comilona de los Mantilla, el fujimontesinista López Meneses,
dos militares con antecedentes de corrupción y el Dr. Ríos, candidato "sin padrino"
pero seguro al TC, en una lista amarrada por los negociadores del APRA, el
fujimorismo, UPP y el PNP. Sí, seguimos en lo de siempre: la mermelada, el arreglo
bajo la mesa, las cuotas para protegerse las espaldas. Pero nadie se ocupa de usted,
del trabajo perdido por centenares como usted. Y está harto. Entonces decide que no
permitirá que lo arrinconen como a un perro sarnoso en una esquina, a terminar de
morirse de hambre con sus cachorros. Resiste, porque el futuro es el hambre y usted
necesita pan. Le echan plomo, a usted y sus compañeros. Y siente caliente, ve sangre y
la cara de su mujer y sus hijos, y se van difuminando, poco a poco, entre las sombras y
los gritos y la gente... hasta que todo oscurece.
Ya partió. También se fue otro compañero. Y un viejito, en la carretera, porque no pudo
pasar para un centro médico de esos que solo hay en Lima, no en La Oroya ni en
Huancayo o Pasco de donde seguro venía. Entre los trabajadores, agitados, los hay
dolidos y asustados; otros más decididos a no retroceder. Unos discuten lo ocurrido y
lo que podría pasar mañana, otros rumian la necesidad de estar más organizados, de
agruparse, de tener más fuerza para detener el abuso. Y los niños graban en sus retinas
su cuerpo tendido en el lodo, con el casco aún puesto y la casaca cubriéndole el rostro.
Y, por la TV, aunque usted ya no lo ve, el Premier -siempre tan ponderado- expresa su
solidaridad con los mineros y su posición principista contra la explotación de los
trabajadores. Hasta ofrece una "nueva" reunión con la empresa.
Su mujer lo escucha en la radio. No entiende un carajo. Se quedó sin marido y sus hijos
sin padre, por luchar por un trabajo de una veintena de soles diarios. ¿De qué
solidaridad habla Del Castillo? ¿No es su Ministra la que no llevó a la empresa a
ninguna reunión y su Ministro del Interior quien ordenó la brutal operación policial?
¿Donará el ataúd? ¿Y quién le devuelve a su esposo? Se siente confusa, con miedo,
herida. Y en su dolor, escarba en su pasado y se pregunta qué ha hecho mal para que
esto le pase. ¿Dónde pecó, dónde le faltó a Dios? Y el vacío que usted le deja se llena
de sed de justicia, de ira santa, como miles de peruanos y peruanas.
Esa noche recuerdo: "Al fin de la batalla y muerto el combatiente, vino hacia él un
hombre y le dijo: '¡No mueras, te amo tanto!' Pero el cadáver, ¡ay!, siguió muriendo". Y
me arrepiento de que no seamos capaces de juntarnos todos para que te incorpores, nos
abraces y te eches a andar, junto a Vallejo y a los caídos en la lucha, en un mundo
nuevo.”

Cuando leí estas líneas experimenté sentimientos encontrados; por un lado una enorme
conmiseración hacia esos seres humanos pero también una inmensa indignación. Pienso
que una gran parte de los economistas – afortunadamente no todos - tienen más puesto
el corazón en los temas de los equilibrios macroeconómicos (funcionales a las empresas
y a los gobiernos neoliberales) que en dar respuestas a las necesidades de la gente. Ven
sólo el “milagro” chileno y no también una de las sociedades más desiguales de
América Latina y que detonó la actual efervescencia social de las luchas sociales en las
calles de Santiago; defienden el TLC “sí o sí”, sin estar sensibilizados que el TLCAN
del Norte, entre EE.UU., Canadá y México ha dado como resultados no sólo las
abultadas cifras macroeconómicas de su comercio exterior (1) –que se han
cuadruplicado – sino que expulsa todos los años 500.000!! de mexicanos que quieren
fugarse de su país e introducirse subrepticiamente en los EE.UU sólo para seguir
viviendo y el socio comercial de México, para impedir la falaz “libre movilidad” del
“factor trabajo” de México levanta una muralla, tan oprobiosa e inmunda como lo fue
el Muro de Berlín. ¿A qué están abiertas las pupilas de ciertos economistas que no
logran percibir estas poderosas ondas lumínicas??!! Aprendí de Maurice Dobb (2) que
los neoclásicos – sustento teórico de los neoliberales - tienen una visión apologética del
capitalismo.

El economista convencional, sobretodo en estas últimas tres décadas se comporta más


como un representante, un administrador, un defensor de los intereses de las empresas
que de la sociedad o de los trabajadores. Esto es notorio en ministros neoliberales como
Boloña, Baca Campodónico - asesor del FMI, acusado de corrupción y asociación
ilícita - Martínez de Hoz, P.P. Kuczynski o Carranza.
En su fase actual, el capitalismo ha impuesto una serie de conceptos que camuflan su
índole depredadora y contaminan las conciencias. Así, por ejemplo, desde hace unos
decenios se define a sí mismo como sociedad libre de mercado. Detrás de la retórica, la
única libertad que tiene el capitalismo es la de comprar o vender.
Se deja de lado, se ignora los aspectos de brutal explotación que está detrás de los
“milagros” chinos, vietnamitas, indios.

Como ilustración puede servir la brutal sinceridad con que se manifestó H. Kissinger
ante el golpe fascista contra la democracia chilena el 11 de septiembre de 1973. A la
pregunta de qué se debía salvar, si la democracia o la economía, el entonces Secretario
de Estado de Washington respondió sin el menor titubeo: "la economía"..

1
Ver: “TLCAN: Saldo negativo para México”. Revista Fortuna
http://revistafortuna.com.mx/opciones/archivo/2007/abril/htm/TLCAN_Saldo_Negativo.htm
2
Dobb, Maurice. Teorías del valor y de la distribución desde Adam Smith. Siglo XXI editores, Buenos
Aires, 1976.

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