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Según el análisis de Schwarzer en relación a la Argentina, se aplican dos modelos diferentes de crisis

para explicar los cambios de orden económico producidos a lo largo del período 1930– 2002.
Schwarzer contrapone las características de ambos modelos, stop & go/go & crush, y pone de manifiesto
la diferencia respecto de su duración; las primeras se prolongan por plazos menores a dos años, en tanto
superar las segundas suele requerir al menos tres o cuatro.
El país adoptó a partir de 1930 un modelo económico cerrado, como consecuencia de la crisis
internacional que impactó fuertemente sobre las exportaciones agropecuarias en las que se basaba su
economía, y que permitían la compra de bienes extranjeros que el país en ese entonces no producía.
La caída de divisas se debió a la repentina disminución de la demanda mundial de productos agrarios,
con su consecuente baja en los precios. El nuevo escenario de restricción externa exigió desarrollar un
modelo de Industrialización por Sustitución de Importaciones para lograr satisfacer la demanda de bienes
de consumo.
El crecimiento económico y las mejoras salariales de amplios sectores urbanos, demandaban la
importación de bienes (de consumo y capital), e insumos para mejorar la producción en fábricas
preexistentes y profundizar la industria local. Como las exportaciones no alcanzaban para compensar el
gasto producido por las importaciones, se produjo un déficit en la balanza comercial: este
estrangulamiento externo puso a prueba el límite que se produce cuando la demanda de divisas excede a
la oferta. La restricción externa llevó a adoptar políticas económicas para restituir el equilibrio: la
devaluación pretendía reducir las importaciones y beneficiar al sector agroexportador, desplazando los
ingresos del sector urbano al rural e incrementando la inflación. Como consecuencia, disminuyó el valor
real del salario y la demanda, sumado a la restricción monetaria que implicó aumentar la tasa de interés y
reducir los medios de pago. He aquí la fase descendente del ciclo, la recesión económica, que se
superará a partir de las presiones de los trabajadores y del sector industrial. A costa de ellos se había
logrado el equilibrio necesario en la balanza comercial. Finalmente se aumentó el salario real y se redujo
la restricción monetaria. Se logró la reactivación económica con un tipo de cambio atrasado, que no
resolvió el problema de la inflación, y sentó las bases para el surgimiento de una nueva crisis en el corto
plazo, de ahí el nombre stop & go.
La tendencia hasta 1976 fue desarrollar la industria y superar la restricción externa a partir de la
exportación de bienes fabriles y de la producción agraria, la economía cerrada empezaba a abrirse. La
estrategia militar modificó el modelo de raíz desarrollando un proceso de desindustrialización en un
período de apertura con endeudamiento externo.
El precio internacional del petróleo y de las materias primas permitió a los bancos mundiales ofrecer
créditos a países subdesarrollados. Si bien Argentina no tenía urgencia ni necesidad, se optó por el
endeudamiento.
El atraso de tipo de cambio programado no permitió resolver el problema inflacionario, generándose
nuevamente un déficit en la balanza comercial que pretendía solventarse contrayendo una deuda cada
vez mayor.
Hasta que se cerró el crédito externo se mantuvo el equilibrio comercial. En 1981 la situación se hizo
insostenible: devaluación masiva, inflación, presiones por el pago de la deuda y recesión de largo plazo
(go & crush).
El Plan de Convertibilidad aplicado en 1991 fue sostenido por el masivo ingreso de inversiones financieras
externas, y se prolongó con crecimiento de la economía hasta el efecto tequila de 1994/5. He aquí la
importancia que tomará el sector externo en la política económica desarrollada durante la década del 90.
Para atraer a los inversores, una de las estrategias fue eliminar la restricción a los movimientos de
capitales, facilitar la remisión de utilidades al exterior y generar confianza en los sectores financieros
mediante el tipo de cambio fijo, solventado por el endeudamiento.
En 1999 resulta evidente que la deuda aparece como un saldo impagable -sin siquiera considerar sus
intereses-. El Plan de Convertibilidad se derrumbó.
Las crisis financieras go & crush, características de países latinoamericanos, se originan en que la
entrada de capital extranjero es considerado un recurso beneficioso: el ahorro externo permite aumentar
la inversión y crecer, y entonces la devolución del crédito no aparece como un problema, ya que se
apuesta a un posterior crecimiento que lo solventará. Empero, este no fue justamente el curso transitado
por el país.
El tipo de cambio pretendió asegurar el riesgo de devaluación; considerar endeudarse a bajas tasas de
interés en el exterior y obtener mayores rendimientos en el ámbito financiero local. En esta fase
ascendente aumentó la actividad económica, bajó la inflación elevándose el salario real, aumentaron las
inversiones, el consumo y la demanda interna. No creció solamente la producción local, sino también las
importaciones, a lo que se sumó la baja competitividad de las exportaciones. Déficit en la balanza
comercial que se resolvió mediante un nuevo préstamo (aumentó la deuda, sus intereses, la dependencia,
la vulnerabilidad del país). Se llegó así al colapso.
Schwarzer expone que en el modelo de economía cerrada, como es inviable financiar los déficits
comerciales, la economía se contrae y las importaciones se restringen hasta equilibrar la balanza. En
cambio, en el modelo de economía abierta (al endeudamiento), la expansión continúa a pesar del
desequilibrio. El problema es que el excedente de absorción interno (consumo más inversión), sobrepasa
el producto, y esto se financia endeudando al país o privatizando parte del patrimonio nacional. Llegado el
momento del colapso, cuanto mayor es el déficit de la cuenta corriente, mayor será la deuda, sus
intereses y la extranjerización de la propiedad. Luego, mayor será el reajuste recesivo impuesto por la
restricción externa.
En el trabajo de Gras podemos vislumbrar que las crisis propias del modelo de economía abierta antes
mencionadas tuvieron un impacto específico en el sector agrario de nuestro país: desregulación de la
actividad agropecuaria y derogación de medidas de protección. Su análisis pone de manifiesto la
incapacidad de los encuestados de percibir su situación como una consecuencia del go & crush.
La modernización de la producción agrícola generó una reconfiguración en la estructura social del sector,
que impuso técnicas y concepciones nuevas sobre las prácticas productivas, trastocando los valores y
métodos tradicionales. El cambio en la política económica produjo transformaciones a nivel objetivo
(liquidación de unidades productivas y expulsión de productores, mayor heterogeneidad entre los
persistentes) y subjetivo (clasificaciones morales sobre las conductas adoptadas, criterios de pertenencia
y legitimación social).

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