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NOUSIS

UNA INTRODUCCION AL CONOCIMIENTO


ESPIRITUAL

Claudio Ardohain

ISBN 950-43-7243-0
1996- Rep. Argentina
Ed. Abierta

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DEDICATORIA

A Nora y a Diana,
quienes se adelantaron en el Camino
para Guiarnos.

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PRÓLOGO

Este libro muestra sólo una breve visión de la interpretación espiritualista de la vida. No
pretende enseñar nada a nadie, sino brindar pautas que puedan servir a cada uno en su pro-
pio aprendizaje. No busca dar respuestas, sino plantear una perspectiva distinta a las gran-
des preguntas del ser humano y ofrecer posibles interpretaciones de los fenómenos deno-
minados espirituales. Intenta ser un trabajo que sintetice en una visión general el infinito
panorama del Conocimiento Espiritual. Esta síntesis se hace imprescindible para quienes
sienten que existe una Realidad distinta y más amplia que la que se les ha presentado hasta
ahora, cuya aproximación ofrezca un marco coherente para la comprensión de la realidad
común, conocida y palpable.
Los conceptos volcados aquí provienen de la reflexión personal sobre las experiencias
de vida y las enseñanzas de los grandes Maestros. No se puede transmitir correctamente
aquello que no se ha experimentado. Por eso no hay palabras en este libro que no hayan
sido vivenciadas antes. He procurado universalizar en lo posible estas vivencias. Si bien
hay experiencias que no pueden exteriorizarse y transmitirse, al buscar su esencia intersub-
jetiva se pueden compartir y comprobar. Además, nada habrá en estos conceptos que no lo
sepamos ya todos en la Sabiduría Cósmica de nuestros Espíritus. Como estos Conocimien-
tos están ya en nosotros en forma latente, las palabras sólo reactivan en cada uno la respon-
sabilidad ineludible de aplicarlos y trabajar con ellos.

No es filosofía la que sólo sirve para la escuela, sino la que sirve para la
vida.
Séneca

El Conocimiento Espiritual, llamado también Filosofía Perenne por Aldous Huxley, co-
nocido desde hace milenios por todas las culturas en sus distintos aspectos (Evolución,
Karma, Reencarnación, etc.) es, a mi entender, el más coherente de todos los sistemas filo-
sóficos y metafísicos y es el que más posibilidades tiene de ayudar a la Humanidad en ge-
neral y a la persona en particular, en estos momentos tan difíciles por los que transita nues-
tra cultura mundial. Con sólo unos pocos conceptos cualquier ser humano puede iniciar su
propia búsqueda y descubrir el significado de su vida y compartir con otros los mismos
descubrimientos.
Desde que el ser humano se diferenció del resto de las especies animales, el Conoci-
miento Espiritual, bajo formas intuitivas, místicas o esotéricas, ha inspirado a los guías de
todas las culturas de este planeta. La forma externa pudo ser diferente en cada caso, pero la
esencia es universal.
Durante siglos el Conocimiento Espiritual ha sido considerado esotérico, es decir no
abierto al vulgo, sino exclusivo de algunos grupos iniciáticos secretos. Sin embargo, los
grandes Maestros han sabido convertir este Conocimiento en enseñanzas prácticas que libe-
ran al hombre de las tinieblas de su ignorancia. Ningún conocimiento ha llegado a la
Humanidad con la sola finalidad de enriquecer a un grupo privilegiado de individuos. El

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Conocimiento es patrimonio universal y todo habitante de este planeta tiene derecho a be-
ber de sus fuentes y el deber de aplicarlo en beneficio de todos.
Siempre ha sido un problema saber si quien recibe el Conocimiento está en condiciones
de utilizarlo para el bien común. Por ello se imponían severas pruebas en las Escuelas de
Iniciación. Pero eso no nos ha librado de quienes lo utilizaron y utilizan para su propio en-
grandecimiento personal. Grandes conductores de pueblos han tenido acceso a aspectos
ocultos del Conocimiento Espiritual, incluso muchos eran ya Iniciados dentro de estas Es-
cuelas, y sin embargo no dejaron de provocar guerras o permitir el hambre y la ignorancia
de su gente. Y, en cambio, muchas veces un mendigo ignorante e ignorado ha sido más
sabio y respetuoso de la vida que ellos.
Sólo el Conocimiento Espiritual basado en el Amor al prójimo se convierte en Sabiduría
Universal. Sin Amor todo este maravilloso tesoro no es más que palabras huecas, a lo sumo
bellamente encadenadas. El acceso al Conocimiento Espiritual sólo es útil si nos lleva a
espiritualizar nuestra vida. Espiritualizar la vida no es renunciar a los aspectos humanos o
desprenderse de las cosas materiales, sino permitir que nuestro Espíritu tome el control de
ellos, los armonice y aproveche mejor las energías físicas y sutiles.
Comenzar a adquirir el Conocimiento Espiritual equivale a iniciar una búsqueda inter-
minable y maravillosa, y a ir más allá del Conocimiento y compartir con otros el desafío y
el esfuerzo por ser mejores, siendo simplemente humanos. Aunque nuestro Camino sea
difícil, también será apasionante, como una expedición a lo desconocido. No importa que
gran parte del recorrido ya haya sido recorrido y señalizado por otros que nos precedieron.
Siempre habrá cosas nuevas por descubrir. En el fondo, todo Camino es nuevo e individual.
Dedico entonces estas palabras, aprendidas, meditadas y vividas, a quienes, asomándose
al Umbral de lo Invisible, están prestos a emprender un Camino lleno de asombros y mara-
villas. Agradezco la bondad de mis Guías y Maestros, que con infinita paciencia y Amor
han inspirado este trabajo, y a todos quienes me han acompañado en algún tramo de mi
Camino, por quienes siempre sentiré un Amor inexpresable.

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NOTA

Teniendo en cuenta la limitada capacidad de las palabras para expresar conceptos espiri-
tuales he incluido en el texto la modalidad, ya casi universalmente aceptada, de escribir con
mayúsculas aquellas palabras que se refieren a un significado espiritual del término; por
ejemplo: evolución alude al concepto científico de evolución de las especies, mientras
Evolución nos habla del concepto espiritualista de Evolución de la parte inmaterial de los
seres. Del mismo modo, palabras entre comillas, salvo que constituyan una cita, se refieren
a un significado que no es el literal de la palabra; por ejemplo: “vehículo” en el sentido
metafísico. Las palabras en cursiva son vocablos de otros idiomas cuya traducción es muy
difícil en castellano; por ejemplo: karma.
Particularmente, he utilizado la forma ortográfica consciencia para referirme al estado
de lucidez interior, mientras he conservado la forma conciencia para el concepto de juicio
valorativo dual que diferencia entre “bien” y “mal”.
Al final del libro incluyo un Glosario para clarificar el significado que aquí se le da a al-
gunos términos espiritualistas.

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CAPITULO I

LA ETERNA BÚSQUEDA
DE LA VERDAD

No digáis: “He encontrado la verdad”, sino más bien: “He encontrado


una verdad”.
Khalil Gibran

Cuando decimos que algo es “verdad” estamos diciendo que se ajusta a “la realidad”.
Partimos del concepto entonces, de que existe una realidad absoluta cuya descripción admi-
te sólo dos opciones: verdad o falsedad. Si razonamos un poco veremos que nadie puede
sostener que existe una realidad absoluta ni que es posible decir que algo sea absolutamente
verdadero ni absolutamente falso. Existen limitaciones intrínsecas en el lenguaje y en el
pensamiento que nos impiden sostener cualquiera de estas suposiciones. Un jarrón que yo
vea de color rojo puede parecerle azul a un daltónico y no por eso al describir el jarrón es-
taría en lo falso. Cada uno lo describiría de acuerdo a su percepción. Por otro lado, un niño
educado de tal forma que al rojo llamara siempre “azul” y viceversa, diría que el jarrón es
azul, y tampoco estaría equivocado, pues, más allá de las denominaciones, su “azul” sería
el equivalente a mi “rojo”. Además se ha comprobado que todos percibimos los colores de
distinta forma, por eso algunos distinguimos diferencias entre dos tonos de verde y otros no
y a la vez podemos no captarlas en otros colores. Del mismo modo, un oído educado en la
música puede captar desarmonías en una obra donde la mayoría de los oyentes no las per-
ciben.
Todo cuanto el hombre cree conocer de lo que él llama “realidad” se basa en las percep-
ciones sensibles, es decir en datos originados en los sentidos. Incluso los instrumentos de
medición científicos, aún los más avanzados, son extensiones de estos sentidos. Estos ins-
trumentos intentan ampliar nuestra “ventana de percepción”, traduciendo información que
se halla más allá de la limitada capacidad de nuestros sentidos físicos en datos que quepan
dentro de estos límites, haciéndolos accesibles para nuestro entendimiento. Siendo así, en-
tonces, nuestro entendimiento se halla limitado por las experiencias que le proveen los sen-
tidos y la capacidad de sus extensiones, los instrumentos de medición.
Tomemos, por ejemplo, el caso del sentido de la vista. La Ciencia nos dice que todo
cuanto percibimos a través de nuestros ojos tiene su origen en la luz, propia o reflejada, que
emiten los objetos. La luz es un fenómeno de tipo electromagnético, que los instrumentos
han inscripto dentro de un amplio espectro de frecuencias. Dentro de este espectro, la gama
que abarca la capacidad de percepción del ojo humano es ínfima, yendo desde la longitud
de onda correspondiente al color rojo (7.000 angstroms) hasta la del color violeta (4.000
angstroms). Más allá del color rojo hallamos la zona del infrarrojo, de las microondas y de
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las ondas de radio. Más allá del color violeta encontramos el ultravioleta, los rayos X, los
rayos gamma y los rayos cósmicos. Algo similar sucede con las ondas mecánicas como el
sonido. Percibimos tan sólo una mínima parte de todo su espectro, entre los 20 y los 20.000
ciclos por segundo.

Fig. 1: Espectro de las ondas electromagnéticas.

Como vemos, nuestras percepciones sensibles se hallan en extremo limitadas por los re-
querimientos mínimos que la evolución nos impuso para la supervivencia de la especie.
Cada especie animal sobre la Tierra tiene un determinado rango en la capacidad de percep-
ción en sus sentidos. Un sapo está capacitado para percibir una mancha oscura que se mue-
ve como una probable presa (un insecto). Si le acercamos una mosca sin movimiento no la
comerá, aunque desfallezca de hambre, pues su cerebro no la interpretará como alimento.
Nada nos puede llevar a pensar que el ser humano tiene sus sentidos completos o privile-
giados dentro de la Naturaleza. Más allá de los umbrales de percepción de nuestros cinco
sentidos físicos existe información que evidentemente se nos escapa. El resto de la infor-
mación que nos llega es filtrada en primer lugar por nuestros sentidos y luego por nuestra
mente.
Las abejas pueden percibir colores en la gama del ultravioleta, colores para nosotros
desconocidos, pero que a ellas les reportan valiosa información acerca de las fuentes de su
alimento. Los murciélagos poseen un desarrollado sistema de radar basado en la coordina-
ción de sus sistemas vocales y auditivos, lo que les permite obtener una detallada descrip-
ción de su entorno sin necesidad de la luz. Los delfines y ballenas cuentan con un sistema
similar que les brinda tanta información acerca de los objetos sumergidos, que es como si
obtuvieran verdaderas ecografías del interior de los cuerpos de otros animales. Los tiburo-
nes perciben el débil campo eléctrico que emiten otros peces. Las palomas se orientan me-
diante la percepción del campo magnético terrestre y la luz polarizada del cielo. Los caba-
llos y los perros pueden percibir la inminencia de un terremoto.

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Como vemos, nada más erróneo que pensar que todo lo que vemos, oímos, olemos, gus-
tamos y tocamos es todo lo que existe. Aún entre los individuos de nuestra propia especie
hallamos diferencias importantes en los alcances de sus sentidos. Y algunos pueden mani-
festar otros sentidos aparte de los cinco conocidos, como lo demuestran estudios científicos
sobre la percepción extrasensorial.
Por otra parte, la información que obtenemos de los objetos es una representación que
nuestro cerebro construye en base a los impulsos que recibe de los órganos de los sentidos.
Eso hace que también existan diferencias entre los individuos, pues es seguro que la repre-
sentación que uno se hace de un objeto es diferente a la de otro, aunque la percepción sea la
misma. Esto sucede, por ejemplo, cuando pretendemos individualizar distintos instrumen-
tos musicales a través del timbre sonoro. Cada uno lo asociará de acuerdo a su experiencia
y agudeza auditiva con los instrumentos que conoce. Un maestro de música no sólo deter-
minará exactamente de qué instrumento musical se trata, sino qué cuerda, tecla o llave ha
sido pulsada y si ésta estaba afinada o no.
Por lo tanto, no hay nada más limitado y relativo que nuestras percepciones sensibles.
En vez de “ver para creer”, deberíamos decir “ver para dudar”. Lamentablemente, cada
vez que invocamos la fuerza de la experiencia, la asociamos con información dudosa obte-
nida a través de nuestros sentidos.
Sin embargo, si admitimos que la Realidad es un Todo al cual sólo tenemos acceso par-
cialmente, podemos hablar de una Realidad Multiforme, infinitamente más rica de lo que
nuestra mente pueda imaginar. Así lo ven los investigadores científicos de avanzada, en
especial los astrofísicos (en lo macrocósmico) y los físicos cuánticos (en lo microcósmico),
que se ven forzados a cuestionar los conceptos tradicionales respecto a la naturaleza de la
realidad. De este modo se reencuentran con principios milenarios de la Sabiduría Oriental,
que nos hablan de la naturaleza ilusoria de Maya, la realidad material, como reflejo defor-
mado y cristalizado de una Realidad Superior, de naturaleza dinámica. La realidad inferior,
lejos de ser absoluta, es completamente relativa al observador, como lo demostró Einstein.
Por su parte, la física cuántica ha demostrado que el observador altera la estructura de la
realidad que percibe, de acuerdo a lo que pretende observar, con lo cual ha caído también el
concepto de una realidad objetiva. La neurofisiología, a su vez, en sus estudios sobre los
estados alterados de consciencia, cuestiona la existencia de una realidad externa, ajena a los
procesos internos del cerebro. Podemos hablar, a lo sumo, de una realidad intersubjetiva, es
decir, compartida por determinada cantidad de individuos. La antigua Sabiduría nos dice
incluso que esta Realidad es generada por la suma de las mentes de los individuos. La psi-
cología profunda nos aproxima a una visión en que la frontera entre sueños y realidades se
hace cada vez más tenue. Cuando soñamos no dudamos de la consistencia de aquello que
percibimos. Todo nos parece lógico y real. ¿Cuál es la diferencia entonces con la vigilia?
Tal vez al morir nos despertamos de este sueño que fue la vida.

Nosotros (la indivisa divinidad que opera en nosotros) hemos soñado el


mundo. Lo hemos soñado resistente, misterioso, visible, ubicuo en el espacio
y firme en el tiempo; pero hemos consentido en su arquitectura tenues y
eternos intersticios de sinrazón para saber que es falso.
Jorge L. Borges

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Fig. 2: ¿Un cáliz o dos rostros enfrentados? El observador es quien decide.

Las Leyes que hemos utilizado para concebir este mundo constituyen esa Realidad. Por
eso, cuando en este libro hablemos de la Realidad nos estaremos refiriendo a esa Realidad
Multiforme, plástica, dinámica, incognoscible en su totalidad y capacidad por la mente
humana individual; y al hablar de la Verdad estaremos remitiéndonos a la percepción ideal
de esa Realidad y a sus Leyes, a cuya comprensión va aproximándose el Espíritu en su
eterno caminar.
Cierto es que la Verdad, entendida como la Idea que se ajusta a esa Realidad Multifor-
me, es única, aunque inabarcable por la mente humana. Pero esta Verdad Universal está
dispersa en infinitas verdades particulares. La Sabiduría Divina ha hecho que cada Ser pue-
da aprehender sólo fragmentos de esa Gran Verdad, de tal manera que, para acercarse cada
vez más a Ella, le sea necesario AMAR, COMPRENDER Y COMPARTIR las verdades
que él y los otros han alcanzado. De esa manera, para seguir aprendiendo nos necesitamos
unos a otros.
La Verdad es como un gigantesco rompecabezas, compuesto de infinitas piezas en cons-
tante movimiento. A medida que Evoluciona, cada Ser va descubriendo nuevas piezas, cre-
ciendo en su comprensión de la Realidad. En esta Humanidad terrestre acostumbramos
imaginarnos cómo será la totalidad del rompecabezas y creemos que ya lo poseemos com-
pleto y perfectamente armado, pese a que contamos con sólo unas pocas piezas y, por lo
general, mal ensambladas. Es así como cada uno se forma una imagen distinta de la Ver-
dad... y se cree dueño de ella, luchando por imponerla. Surgen de este modo sistemas filo-
sóficos, religiosos, políticos y económicos cerrados, absolutos y excluyentes, “ismos” (cris-
tianismo, budismo, ateísmo, comunismo, capitalismo, etc.) que se van convirtiendo en
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“istmos”, cada vez más estrechos, que nos separan de otros buscadores de la Verdad. Al
final nos convertimos en islas, sin comprender que nadie es dueño de la Verdad Absolu-
ta, que todos somos poseedores de verdades parciales y complementarias.
El objeto del Conocimiento es la Realidad. Imaginemos a esta Realidad representada por
una pirámide de base cuadrangular suspendida en el aire. Un observador situado debajo de
la pirámide aseguraría que es un cuadrado. Otro observador, detenido a la misma altura de
la pirámide y frente a una de sus caras, vería sólo un triángulo. Un tercer observador situa-
do sobre otra de las caras vería también un triángulo. Imaginemos que los tres entraran en
contacto y discutieran sobre lo que cada uno percibe. Los dos que ven triángulos constitui-
rían una “mayoría” que despreciaría la visión del tercero, quien ve un cuadrado. Los tres
ignoran que la Realidad tiene más dimensiones que las que ellos perciben. Si dedujeran que
se trata de un cuerpo de tres dimensiones, podrían suponer que dos ven triángulos porque se
trata de un cono, y el tercero podría obstinarse y sostener que es un cubo y que los demás
mienten. Para acercarse a la Verdad, además de comprender que están percibiendo algo que
tiene más dimensiones de las que suponían, deberían saber que están observando distintos
aspectos de una misma Realidad. Pero la Verdad acerca de esta Realidad sólo puede dilu-
cidarse mediante la suma de las tres observaciones, o bien por un observador dinámico que
desconfíe de su propia percepción y se mueva de uno a otro punto de observación. Cada
observador tiene “su” verdad, no menos verdadera que las otras, pues es un aspecto de la
Multiforme Verdad.

Fig. 3: Tres observaciones de una única realidad.

Hay tantas realidades como puntos de vista.


Ortega y Gasset

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Aprendamos entonces a reconocer en los Grandes Sistemas de Ideas que nos legó la His-
toria de la Humanidad y en las humildes ideas de quienes, estando quizás cerca de nosotros,
no solemos escuchar, las piezas del Gran Rompecabezas que “encastren” mejor con las que
ya tenemos. Incluso si las nuestras estaban “sueltas” tal vez encontremos el nexo para en-
samblarlas. De aquí podemos aconsejar dos pasos a seguir: el eclecticismo en las ideas y el
saludable ejercicio de escuchar a los demás. Descubriremos seguramente a muchos, famo-
sos y desconocidos, intelectuales y sencillos de corazón, de ahora y de siempre, con nues-
tros mismos fragmentos de Verdad y similares modelos de la Realidad, o con visiones
completamente distintas, que no se nos habían ocurrido hasta ahora. Siempre habrá algo
que podamos aprender. Aprendamos de todo y de todos, y se acelerará nuestra marcha
hacia la Verdad Final, que está más allá de todos los modelos que pueda imaginar la mente
humana.

Todos los hombres que encuentro son superiores a mí en algún sentido; y


en tal sentido puedo aprender de todos.
Emerson

Lo importante es tomar conciencia de que todas las verdades son igualmente válidas y
que todo ser humano tiene derecho, con sólo proponérselo, a acceder a chispazos de la
Gran Verdad. Lo que haga después es sólo cuestión de su conciencia.
En el Camino del Aprendizaje podemos discernir tres etapas:
* La primera es la del Conocimiento, es decir la simple agregación a nuestras mentes de
informaciones acerca de la Realidad. Quienes buscan solamente abarrotar datos lo hacen
por curiosidad o por orgullo, son coleccionistas de conocimientos. Mientras no se alcance
la Comprensión el Conocimiento es sólo peso muerto que dificulta el ascenso, como quien
lleva una pesada enciclopedia en una expedición a una alta montaña.
* La segunda es la de la Comprensión, la búsqueda de las relaciones que unan a esas in-
formaciones en una Realidad coherente. Tratar de entender la finalidad de todo. Pero con
filosofar no alcanza, pues nos mantendríamos siempre en un divagar teórico que poco apor-
taría a los demás y a nosotros mismos, y que, sin embargo, nos daría una Responsabilidad
difícil de evadir. Estaríamos cambiando la enciclopedia por una computadora, que pese a su
enorme potencial no nos ayudaría mucho en el ascenso.
* La tercera y más alta es la Sabiduría, en la que se van descubriendo Leyes Cósmicas y
extrayendo de ellas pautas de conducta que nos ubiquen en Armonía con la Realidad. Aquí
el Conocimiento se hace carne, la Comprensión una búsqueda incesante y las Leyes de la
Sabiduría Suprema la única forma de vivir. Y esto es así porque en este punto la vieja dico-
tomía sujeto-objeto se desvanece y se descubre que la Verdad se refleja en nuestro interior.
Paradójicamente, cuanto más se asciende a la Verdad menos se la piensa y más se la
siente y se la vive, esforzándose por ponerla en práctica... y es en esa vivencia que coinci-
den todos lo que la han buscado con el corazón puro y la mente abierta. El verdadero Maes-
tro enseña más que con sus palabras, con su ejemplo.

No habiendo nada estable y percibiendo cada uno la realidad a su mane-


ra, no hay una verdad universal válida para todos los vivientes humanos, si-

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no que hay tantas verdades como individuos; cada uno es la forma de su
verdad.
Protágoras

Detrás de cada verdad hay siempre una verdad mayor y más alta. Nada nos garantiza que
nuestra verdad sea la más cercana a la Realidad... pero si encontramos un modelo de Ver-
dad abierto, no cerrado en sí mismo, receptivo de otras verdades complementarias y prepa-
rado, si es necesario, para mover o desechar piezas, entonces tendremos una verdad diná-
mica, evolucionante, que irá acercándose cada vez más a la Verdad, a la vez que se acerca-
rá y se unirá con otras verdades que nos traerán otras personas. De esa manera ha previsto
la Sabiduría Divina que al dirigirnos hacia Ella nos necesitemos mutuamente los unos a los
otros. Los Caminos hacia Ella son individuales, porque Seres individuales y únicos somos,
pero todos convergen en Ella.
El Conocimiento Espiritual es un Sistema de verdades abierto, fragmentos que nos van
dejando Seres de Luz que pisan el suelo de este planeta, verdades que son patrimonio de
toda la Humanidad y que por ello se las encuentra en la Esencia común de todas las religio-
nes, filosofías, ciencias, artes y tradiciones. La Verdad que se vislumbra detrás de ellas de-
be ser sentida, eso es la FE. Mas la Verdad que intuyamos también debe ser razonada y
coherente, para que podamos ir formando el Gran Rompecabezas.
En un sistema así no pueden existir dogmas absolutos, misterios eternos ni milagros in-
explicables. Los dogmas sólo pueden ser relativos, es decir aceptar por ciertas algunas ver-
dades aunque aún no hayan recibido comprobación, con la finalidad de darle coherencia al
Sistema, como son los axiomas matemáticos. Los misterios sólo pueden ser temporales,
hasta tanto descubramos la luz que los develará. Siempre habrá algún misterio por descu-
brir, que nos motivará a seguir buscando más y más allá, sin límites. Los milagros no pue-
den existir como tales; lo que llamamos “milagro” no es una violación de las Leyes Natura-
les, sino un efecto de otras Leyes que aún desconocemos.

Así, lo que pasa por extraordinario no lo es más que a la mirada de algún


orden particular establecido entre las criaturas. Pues, en cuanto al orden
universal, todo está de acuerdo con él...
Puesto que nada puede hacerse que no esté dentro del Orden, puede de-
cirse que los milagros están también dentro de él, lo mismo que las opera-
ciones naturales.
Leibniz

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CAPITULO II

EL CONCEPTO DE DIOS

Cada raza y cada época da a Dios una máscara que le es propia; pero de-
trás de todas las máscaras, en todas las épocas y en todas las razas, se en-
cuentra siempre el mismo Dios.
Nikos Kazantzaki

Es muy difícil hablar de Dios. Cualquier concepto está infinitamente alejado de lo que
cada uno puede percibir de Él, y a su vez esta percepción está infinitamente alejada de Su
Realidad. Si además consideramos la imposibilidad cierta de transmitir fielmente en pala-
bras los conceptos abstractos, no queda más que sentirse ante una tarea titánica y signada
de antemano por el fracaso. Pero se hace indispensable ir aclarando, en la medida de lo
posible, conceptos que son básicos para la comprensión del Conocimiento Espiritual.
Para el Conocimiento Espiritual no existe el ateísmo. Todos, de una forma u otra,
creemos en una Fuente de Creación, llamémosle como le llamemos. Todo depende de la
definición que hagamos. Cuanto más nos alejemos de la idea primitiva de un Dios antro-
pomorfo, hecho a nuestra “imagen y semejanza” (como aquella imagen del anciano venera-
ble de larga barba, gobernando al Universo desde su trono dorado), adquiriremos un con-
cepto más vasto de la Divinidad y, por lo tanto, más cercano a la Omnipotencia que todas
las Religiones Verdaderas le reconocen.
Si definimos Lo indefinible diciendo que DIOS ES TODO LO QUE EXISTE,
EXISTIO O EXISTIRA, ¿quién podrá decir que no cree en Dios? Para ello debería dejar
de creer en la existencia de todas las cosas, incluso de sí mismo.

Mi concepto de Dios está formado por un sentimiento profundo que se


vincula con el convencimiento de que una razón se manifiesta en la Natura-
leza.
Albert Einstein

Nos hemos hecho la idea de que los científicos son los abanderados del ateísmo, sin em-
bargo los grandes genios de la Ciencia, sin excepción, desde Pitágoras y Tales, pasando por
Descartes y Newton, hasta Einstein y Planck, creyeron profundamente en una Inteligencia
Superior, una Fuente de Creación, una Energía Vital Rectora del Universo.
Uno de los pilares de la Ciencia es el principio de Causa y Efecto, que dice que todos los
fenómenos son efecto de alguna causa y que estas causas son a su vez efecto de causas an-
teriores. En este infinito abanico se ve que las causas van convergiendo hacia una Causa
Primera, común a todas. A esta Causa primordial llamamos DIOS.
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“Ciencia” es el estudio razonado de las Leyes que lo rigen todo; y si se admite la exis-
tencia de Leyes se admite la existencia de Quien las dictó; y si se dice que lo rigen todo se
admite un Orden en el Universo... por lo tanto, La misma existencia de la Ciencia presupo-
ne la doctrina implícita de la Creencia en un PRINCIPIO, ORDENADOR DEL
UNIVERSO, FUENTE DE CREACION.
Las distintas Religiones, actuales o pasadas, Le han dado distintos nombres, pero todas
le atribuyen la Suprema Perfección. Los egipcios le llamaron Atón, los griegos Theus, los
indios Brahma, los chinos Tao, los hebreos Jehová, los musulmanes Alá, los pieles rojas
Manitú, los persas Ahura-Mazda, los polinesios Tangaroa, los quechuas Pachacamac, los
mayas Tepeu, los araucanos Nguenechén, y así innumerables denominaciones en todas las
culturas de todo el mundo. Aún las Religiones llamadas politeístas lo que hacían era perso-
nificar distintos aspectos de una misma y única Divinidad.
Este Centro de Energía, Fuente de todo lo que existe, que llamamos Dios, es el Origen y
Meta de todo. DIOS ES AMOR (lo dicen todas las creencias) y Amar es Dar. Dios lo abar-
ca todo, por lo que al AMAR se da constantemente a Sí Mismo. Dios es dádiva constante y
da Vida constantemente de Sí Mismo.
DIOS ESTA EN TODO Y TODO ESTA EN DIOS: por lo que el Universo entero está
en esencia en nuestro interior. El Macrocosmos se refleja así en el Microcosmos. “Como es
Arriba es abajo”. Esta es la base del Amor al prójimo y la interdependencia de todo lo
Creado. La paternidad de Dios nos hace hermanos de todos los seres creados, humanos,
animales, vegetales, minerales y todo cuanto existe en la Naturaleza.

Un verdadero yogui me observa a Mí en todos los seres, y también ve a


todo ser en Mí.
En verdad, la persona autorrealizada Me ve a Mí, el mismo Señor Supre-
mo, en todas partes.
Aquel que Me ve en todas partes y que ve todo en Mí, Yo nunca lo pierdo
a él, y él nunca Me pierde a Mí.
Bhagavad-Gita, VI, 29-30.

Dios no crea nada ajeno a Su Esencia, pues ES LO UNICO QUE ES. Todo cuanto ha si-
do creado existe como parte de esa UNICA ESENCIA. Debemos pues, tomar Consciencia
de la presencia de Dios en nosotros mismos. Comprendiendo esto reconoceremos y respeta-
remos esta Esencia Divina en los demás, y así será natural y más fácil Amar al prójimo.
Este Amor en Unidad, en Comunión, está expresado en el primer Mandamiento Bíblico
(con su exacto correlato en los textos Sagrados de las otras Religiones):
“AMA A DIOS POR SOBRE TODAS LAS COSAS Y AL PROJIMO COMO A TI
MISMO.” Si buscamos a Dios “detrás”, más allá de las cosas, veremos que la Esencia de
todo es Divina; y comprendiendo que esta Esencia está también en nosotros podremos
Amar plenamente al Dios que vive en los demás.

Ninguno vio jamás a Dios.


Si nos amamos unos a otros, Dios está en nosotros, y Su Amor es perfecto
en nosotros:

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En esto conocemos que estamos en El y El en nosotros, en que nos ha da-
do Su Espíritu.
Juan, Ep.I, IV, 12-13.

El Conocimiento Espiritual, Esencia y Origen de todas las Religiones, distingue en Dios


dos aspectos, el INMANIFESTADO y el MANIFESTADO, llamados por el hinduismo
Parabrahma y Brahma, respectivamente. Estas dos facetas de la Divinidad no invalidan Su
Unidad absoluta, sino que surgen de Su relación con las criaturas. El aspecto Inmanifestado
de Dios es aquella Esencia lncognoscible, Inmutable, lnaprehensible, de la que Emana el
Aspecto Manifestado. Este último es a Quien llamamos el Creador, fuente y fin de la Crea-
ción, cognoscible a través de Sus Leyes que rigen Todo cuanto Existe. De ahora en adelan-
te, al decir “DIOS” nos referiremos al Aspecto Manifestado de la Divinidad ya que nada se
puede decir del Inmanifestado.

El Tao que puede ser expresado no es el Tao perpetuo. El nombre que


puede ser nombrado no es nombre perpetuo.
Tao-Te-King, I, 14.

Hemos visto que al Creador podemos aprehenderlo parcialmente, de modo racional, a


través de las Leyes Cósmicas, de las que hablaremos en el Capítulo IV. Es importante to-
mar consciencia de la Trascendencia de estas Leyes. Siendo Dios la perfección y Suma de
todas las Virtudes, el Grado más Alto de todos los Atributos, el “límite” infinito de todas
las tendencias, la Unificación de todas las diferenciaciones, el punto sin Espacio y sin
Tiempo, Su Voluntad es también UNA y perfecta, por lo tanto sus Leyes son las Mejores
posibles para la Creación y por ello El es el primero en respetarlas. Así queda explicada la
compatibilidad entre Su Omnipotencia y la inviolabilidad esencial de sus Leyes. El Ser
perfecto que llamamos DIOS, sólo quiere lo que debe, aunque todo lo puede. Estos concep-
tos nos servirán más adelante cuando veamos las Leyes Cósmicas y el tema de el Bien y el
Mal, en el Cap. XI.
Desde siempre el ser humano ha procurado acercarse a Dios de mil formas distintas. To-
das son válidas mientras no sean contrarias a la Vida. Pero parece que la mayoría de las
personas se acercan a Dios de una forma interesada, aún en el agradecimiento o en la ala-
banza. Se abraza muchas veces la oración para pedir gracias personales o con la finalidad
de sentirse reconfortado, perdonado o simplemente escuchado. No tendríamos que esperar
siquiera el gozo de sentirnos en contacto con Él en la oración, sino nuestro AMOR a Dios y
a los demás sería simplemente condicional. Desde este punto de vista podríamos decir que
la religiosidad puede estar contaminada de sensualismo. Aproximarse a Dios en “sequedad
del alma”, como diría San Juan de la Cruz, es no esperar absolutamente nada a cambio de
nuestra entrega a Su Voluntad, lo que no significa que no debamos pedir lo que creemos
que necesitamos ni que no recibamos el regalo de Su Gracia incondicional.

16
CAPITULO III

LA CREACIÓN

En un principio existían todos los elementos juntos, mezclados, indistin-


tos, compactos - sin vacío- en la unidad del Todo Inmóvil. Pero la Mente
comunicó en un punto de esa masa un impulso de movimiento mecánico, el
cual se fue propagando, produciendo un movimiento acelerado de rotación
en forma de torbellino. En el torbellino universal se separaron otros torbe-
llinos parciales, dentro de los cuales prosiguió la separación.
Anaxágoras

La Ciencia actual, en virtud de su Evolución, se va acercando cada vez más a los con-
ceptos de la Mística, especialmente en los campos de las matemáticas, la física cuántica y
la astrofísica. Es así que de la observación del fenómeno del alejamiento de las galaxias y
del descubrimiento de la llamada radiación de fondo, se han deducido matemáticamente las
condiciones que reinaban milésimas de segundo después del llamado “Big Bang” o “Gran
Explosión”, que le dio origen al Universo físico que conocemos, hace aproximadamente
15.000 millones de años de nuestro tiempo. En ese momento, sólo aprehensible a nuestro
entendimiento a través de las abstracciones matemáticas o de las visiones místicas, el espa-
cio-tiempo se hallaba concentrado en un punto sin dimensiones (Bindu para los hindúes, de
donde surgió el Huevo Cósmico), para luego estallar y expandirse creando energía en for-
ma de fotones (el Fiat Lux bíblico, el Nada, vibración creadora de Brahma) y materia. Pero
si queremos comprender el Misterio de la Creación, dentro de los límites de la actual capa-
cidad humana, debemos penetrar más allá de lo científicamente comprobable. Estos son
campos del entendimiento donde sólo cabe expresarse metafóricamente, ya que el lenguaje
pasa a ser, en lugar de vehículo de la comunicación, un cristal opaco y deformante. Sólo la
intuición nos permitirá captar chispazos de la Maravillosa Verdad.
Vamos mas allá del momento de la Creación del Universo, donde no se puede ya hablar
del principio porque ni aún el Tiempo existía. Nos hundimos en el Eterno Presente del
Creador, donde la Creación se renueva permanentemente.
El Supremo Amor da Vida de Sí Mismo en forma de “partículas” infinitésimas de Sus-
tancia Divina que de El emanan continuamente. Su perfecto y máximo propósito es que
estas infinitas partes suyas sean como El, “a su Imagen y Semejanza”. Debe existir enton-
ces un campo propicio para el desarrollo de las Simientes Divinas. Para ello, en el Sin-
Tiempo de Dios, surgió de la Mente del Creador la Madre Cósmica, Su Aspecto Femenino,
el Vacío infinitamente fecundo, preñado de todas las potencialidades de la Divinidad. Fue
llamada Vastu por los hindúes, Ner Tamid por los hebreos y Sophia, por los griegos. Así el
Uno se proyectó en Dos principios, YANG y YIN, Activo y pasivo, Dador y Receptor,
17
Masculino y Femenino, Padre-Creador y Madre-Cósmica. De la interacción de ambos As-
pectos nace el Tercero, el Cosmos, el Logos Ordenador, llamado por los hindúes Púrusha.
Queda así conformada la Tríada Divina, con sus tres Principios: Poder, Sabiduría y Amor.
Esta Trinidad aparece con distintos nombres en todas las Religiones: Brahma, Shiva y
Vishnú en el Hinduismo; Osiris, Isis y Horus en la Religión Egipcia; Padre, Espíritu Santo
e Hijo en el Cristianismo; Te, Mu y Shih en el Taoísmo; Nara (Padre-Cielo), Nari (Madre-
Tierra) y Viraj (Hijo-Universo) en el Brahmanismo; Pacha-Camac, Pacha-Mama y Vira-
cocha en la Religión Inca; Izona, Echvah y Bacab en la Religión Maya; etc.
Estas Tres potencialidades de Dios conforman una Unidad, como los lados de un trián-
gulo. Son los tres Aspectos inseparables del Manifestado.

La naturaleza más excelente y divina consta de tres: lo inteligible (lo que


se contempla con la mente), la materia y el compuesto de ambos, que es el
Mundo - los griegos le llaman Cosmos-. Platón llama Idea, Ejemplar y Pa-
dre al primero; Madre Nutricia, Sede y Capacidad de nacimiento de las re-
giones a la materia, y al compuesto de ellos Prole y Engendrado.
Plutarco

Conformado este Triple Centro de Creación en la Divinidad, Su Voluntad se concentró


en un punto, es decir un no-lugar, un no-tiempo de la Madre Cósmica. En el Sin-Tiempo
del Comienzo, en el Seno de la Nada, estalló la Existencia. El salto infinito entre el no-ser y
el ser se manifestó en una explosión de Energía Pura, que se expandió llenando la “Nada”
Materna. Siguiendo el Mandato del Tercer Principio, el Verbo, se desplegaron simultánea-
mente las Siete Dimensiones. A medida que se expandía, la Energía Creadora se dispersa-
ba, diversificándose en una Escala de Derivación Lumínica en potencias de Siete, confor-
mando Planos o Niveles Vibratorios, hasta llegar a este Universo Físico de cuatro Dimen-
siones, aún en expansión, en que vivimos los humanos. Se desplegaron entonces el Espa-
cio, el Tiempo y otras dimensiones, aún ocultas para el hombre material. En millonésimas
de segundo la Fuerza Creadora originó una Vibración que produjo fluctuaciones en el con-
tinuo Espacio-Tiempo. Cuando alcanzaron cierta amplitud se convirtieron en una especie
de remolinos infinitésimos de energía condensada. La diversificación y condensación de la
Energía Creadora hizo que estos “paquetes” de energía se diferenciaran y la Primera Fuer-
za, que podríamos llamar Etérica, dio origen a las cuatro que ahora conocemos (gravedad,
electromagnetismo, nuclear fuerte y nuclear débil). El proceso de condensación continuó y
los paquetes de energía dieron origen a partículas primordiales, llamadas quarks, que aso-
ciadas conforman distintos tipos de partículas subatómicas, entre las que se encuentran los
protones y los neutrones. Había nacido la materia. Cuando la agitación térmica del Univer-
so (entonces de miles de millones de grados centígrados de temperatura) permitió una ma-
yor estabilidad de las formas, el choque de las partículas subatómicas dio origen a los nú-
cleos atómicos, que al asociarse con electrones dieron origen a los distintos tipos de áto-
mos. A su vez los átomos se combinaron para formar moléculas. La materia comenzó a
agruparse bajo la atracción de la fuerza de gravedad. Nubes de gases y partículas se con-
densaron, arremolinaron y fragmentaron, dando origen a las primeras estrellas y galaxias.
La Madre-Cósmica se iluminó con millones de hornos nucleares que se encendían por do-
quier. Algunas nubes estelares engendraron planetas, y sobre ellos una misteriosa alquimia
18
puso en marcha procesos moleculares, energéticos y espirituales, que en muchos casos lle-
varía a la aparición de la vida orgánica. La evolución de los Reinos de la Naturaleza se
ajustó a cada aspecto de los mundos, siguiendo las pautas de diversificación y aumento de
la complejidad que gobiernan el Universo. La evolución de la vida orgánica llevó, en el
caso de planetas como el nuestro, al surgimiento de la vida autoconsciente.
El Triple Centro Creador provee de Energía constantemente para sustentar a la Creación,
desde los Seres espirituales hasta la rotación de los núcleos y electrones de los átomos y la
revolución de los planetas alrededor de sus soles. Esta Energía Divina se diversifica nivel a
nivel, como las ramas de un árbol, haciendo que los últimos niveles sean más tupidos o
densos, por la infinita cantidad y variedad de aspectos que presenta. Por eso se dice que a
medida que estos Planos se alejan del Centro Creador son más densos, hasta llegar al plano
Físico, en que la Energía Espiritual condensada se manifiesta como materia.

Fig. 4: Breve cronología del Universo y nuestro Planeta.

La Red de Vibraciones que constituye la trama del Universo se escalona así en distintas
densidades, conformando los Mundos y sus Reinos, que sirven de Campo de Experimenta-
ción y Aprendizaje de las Chispas Divinas que emanan del Creador. Desde que éstas surgen
del Seno Divino recorren un Camino de desarrollo y perfeccionamiento de sus Facultades
Divinas, que llamamos Evolución.

19
Fig. 5: En la Creación la Vibración Unica se diversifica y densifica, como en un árbol
la ramificación genera niveles externos progresivamente más densos.

Los Planos o Niveles Vibratorios

A medida que la Vibración Divina (en sánscrito: Nada) se va diversificando y densifi-


cando va creando distintos Planos, Niveles Vibratorios o Espacios Dimensionales. Si bien
la diversificación vibratoria es gradual, la mayor parte de las tradiciones reconocen siete
grandes Planos, Cielos o Estados de Consciencia que hay que atravesar para unirse con el
Creador. El número siete es sagrado para muchas culturas, lo que le confiere un gran valor
arquetípico, además de su capacidad descriptiva, sumamente didáctica, pues permite dife-
renciar cuatro Planos Inferiores (el cuatro es número terrestre) y tres Planos superiores (el
tres es número celestial), aunque algunas tradiciones dividen a su vez los Planos Superiores
en siete, nueve o trece “Cielos”. También cada uno de los siete grandes Planos puede divi-
dirse en siete Sub-planos. Como en el espectro de la luz blanca, la división en siete colores
depende del criterio empleado y de lo que quiere estudiarse. No debemos confundirnos por
el hecho de hablar de Planos Superiores e Inferiores, imaginando que unos están espacial-
mente por encima de otros. Históricamente, la tradición esotérica asignó este orden “de
altura” considerando las “esferas” astrológicas que estaban relacionadas vibratoriamente
con estos Niveles, orden que también servía para representar la relación jerárquica entre
ellos. Por eso aún hoy graficamos los Planos de esta manera, pues resulta muy práctico para
fines didácticos. Lo importante es comprender que se trata de Niveles Vibratorios, que co-
existen en el mismo espacio-tiempo, interpenetrados, como las ondas de radio de distintas
frecuencias llenan el espacio en que vivimos; sólo hace falta un aparato para diferenciarlas,
sintonizándolas con sus circuitos. En el caso de los Planos Vibratorios, el instrumento es la
estructura de Consciencia del Ser, que se “sintoniza” con aquellos Planos con cuya Vibra-
ción armoniza. Estando encarnados (es decir experimentando en un cuerpo físico), nuestro
estado de Consciencia se estrecha y ubica en la franja vibratoria de los Planos más densos.

20
Fig. 6: Representación gráfica de los distintos Planos.

21
CAPITULO IV

LAS LEYES CÓSMICAS

Los “fenómenos” espirituales pueden ser estudiados y aprehendidos por


la Razón y son todos concretos Efectos de Causas perfectamente definibles,
bajo la Regulación de Leyes que Rigen el Plano de lo Espiritual. Solamente
descubriendo tales Leyes dejaremos de dar explicaciones y justificativos
erróneos y a veces falaces a nuestra conducta humana y seremos de este mo-
do más responsables de los efectos de nuestro accionar en el diario vivir.
Pues las Causas de los efectos de todo cuanto nos ocurre no son otras que
las manejadas libremente por nosotros mismos.
M. Amelia Ruiz

Es innegable que el Universo físico está regido por ciertas leyes. El Universo espiritual
también posee sus Leyes, por lo que a ambos consideramos integrantes de un Cosmos, es
decir, de un TODO Ordenado (en griego Cosmos equivale a Orden, por oposición al Caos).
Estudiando las leyes físicas se descubre que son leyes particulares derivadas de unas pocas
leyes generales, más amplias y menos deterministas, leyes de un orden superior. Por ejem-
plo, la Teoría de la Relatividad, intuida por Einstein, abarca y da explicación y mayor al-
cance a muchas leyes, como la Ley de Gravitación Universal de Newton. Por lo que se
puede decir que la Teoría de la Relatividad se basa en una Ley de Orden Superior a las
leyes que explica. Del mismo modo, el investigador espiritual descubre que estas leyes físi-
cas son “reflejo” de otras Leyes Superiores, las Espirituales. Es lógico que así fuera, ya que
todo lo manifestado en el Mundo de la Materia tiene su origen en el Mundo del Espíri-
tu, al que sirve de Campo de Experimentación.
Decimos que estas Leyes Espirituales son Cósmicas, pues dentro de su amplitud y flexi-
bilidad, lo ordenan Todo; Universales, pues actúan en todo Tiempo y Lugar; Divinas, pues
tienen su Origen en Dios; y Perfectas, pues son inmejorables e insuperables. Ello implica
que las Leyes Cósmicas son como son y no pueden ser de otra manera. Por eso, cuando nos
referimos a DIOS como el Supremo Legislador, el concepto es distinto que el humano. En
la Tierra un legislador dicta leyes determinadas e ineludibles, pero bien podría dictar otras,
también determinadas e ineludibles, de acuerdo con su entendimiento y Libre Albedrío.
Pero Dios, al ser la Suprema Perfección, tiene Voluntad Unica y Perfecta, y su “Elección”
entre varias Leyes posibles, no podría ser otra que la mejor. Por eso, EL es el primero en
cumplir sus propias Leyes, sin violarlas jamás. De otra manera estaríamos hablando de un
Dictador caprichoso, arbitrario e injusto, lo cual escapa a cualquier concepto de Dios.
DIOS, en Esencia, es AMOR, y las Leyes Divinas surgen de esa Esencia, y no por de-
signio ni por capricho alguno, sino que no podrían ser de ninguna otra manera. DIOS es el
22
único Ser que realmente ES; por lo tanto, como ya dijimos, la única Acción que cabe en el
Ser Divino es DARSE A SI MISMO. A esa Acción de Dar de Su propia EXISTENCIA a la
No-existencia, llamamos AMOR DIVINO. No podría ser de otra forma entonces, que la
Primera y Suprema Ley del Cosmos fuera la Ley del AMOR, no por designio Divino, sino
porque es una Ley implícita en el Acto Creador. De esta Ley-Madre derivan, por sí solas,
todas las demás, sin que medie por ello premeditación de DIOS. Las Leyes Cósmicas son la
misma Manifestación del Creador en la Creación. No son Leyes elaboradas por Mente al-
guna, son la expresión natural del AMOR DIVINO.
Existen diversas “adaptaciones” de estas Leyes a los distintos Mundos, Planos y Seres,
de acuerdo a su capacidad de transmisión y transformación de las mismas. Tratando de des-
cubrir los Principios Generales que les dan origen, nuestro entendimiento irá ascendiendo
en la Escala Jerárquica hasta llegar a la Ley Suprema del AMOR, que no es más que el
Creador mismo.
No se puede concebir la idea de un DIOS Perfecto que no sea Creador, como de un
Creador que no sea AMOR, o de un Amor sin TRABAJO, o de un Trabajo sin
EVOLUCION, o de una Evolución sin LIBRE ALBEDRIO, o de un Libre Albedrío sin
COMPENSACIONES, o de Compensaciones sin IGUALDAD, o de una Igualdad sin
SOLIDARIDAD, o de una Solidaridad sin AMOR. Así vemos concatenadas a las Leyes
Cósmicas.
Nada ni nadie puede evitar la Acción de las Leyes Divinas, pues Todo lo prevén. Nada
puede existir fuera de ellas. Aún quienes violan premeditadamente la Ley del Amor, siguen
envueltos en el AMOR UNIVERSAL y ponen en acción ciertos mecanismos de las restan-
tes Leyes. La Ley Divina sabe utilizar las bajezas humanas para sus más altos propósitos.

Las Leyes Cósmicas constituyen la Manifestación Universal del Creador, le dan sentido
a la existencia y una causa comprensible a todo lo que sucede. La clasificación de las Leyes
Cósmicas es sólo relativa, respondiendo a distintas modalidades pedagógicas, ya que en
realidad actúan de forma interactiva y solidaria, constituyendo un Todo que llamamos LA
LEY DIVINA (o Dharma para los Hindúes y Budistas). Las Leyes Cósmicas han sido “tra-
ducidas” por las distintas religiones en Normas Éticas que faciliten el Camino de la Evolu-
ción humana y reduzcan al mínimo el Karma doloroso individual y colectivo. Si bien estas
normas coinciden en esencia, en cuanto a la necesidad del Amor al prójimo, la Caridad, la
Fraternidad y el respeto por la vida, su enumeración difiere de escuela a escuela, de acuer-
do a la modalidad de cada religión y las costumbres del pueblo al que están dirigidas. Son
ejemplo de estas adaptaciones:

Los Diez Mandamientos Bíblicos

1º) Amar a Dios por sobre todas las cosas.


2º) No tomar el nombre de Dios en vano.
3º) Santificar las fiestas.
4º) Honrar a padre y madre.
5º) No matar.
6º) No cometer adulterio.
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7º) No robar.
8º) No mentir.
9º) No desear la mujer del prójimo.
10º) No codiciar los bienes ajenos.

Los Cinco Preceptos Budistas

1º) No matar.
2º) No robar.
3º) No observar mala conducta.
4º) No mentir.
5º) No embriagarse ni drogarse.

Las Seis Grados del Sadhana Hindú

1º) Fe, confianza.


2º) Concentración, atención, seriedad.
3º) Paciencia, fortaleza ante el sufrimiento.
4º) Renuncia.
5º) Dominio de los sentidos, autocontrol, ascesis.
6º) Control de la mente, ecuanimidad, serenidad.

Las Cinco Virtudes Confucianistas

1º) Respeto de sí mismo.


2º) Magnanimidad.
3º) Lealtad y fidelidad.
4º) Diligencia y corrección.
5º) Benevolencia y comprensión.

Pero siempre la conducta humana dependerá en última instancia del individuo, de su Li-
bre Albedrío, su Responsabilidad y su Conciencia. Por eso las normas impuestas desde
afuera son de poco valor si la enseñanza ética no se asienta en la formación del individuo
en el autoconocimiento y su relación con los demás.

... Porque cuando los gentiles que no tienen Ley, hacen por naturaleza lo
que es la Ley, son Ley para sí mismos, mostrando la obra de la Ley escrita
en sus Corazones, dando testimonio sus Conciencias y acusándoles o defen-
diéndoles sus razonamientos.
Romanos, II, 14-15

24
Las Leyes Divinas están inscriptas a fuego en el Alma de todo ser viviente. A medida
que el Ser avanza en su Evolución, va tomando Consciencia de la existencia de estas Leyes
y de la necesidad de Armonizarse con ellas. Cuanto más crece interiormente el Hombre,
más patente se hace esta necesidad. La Meta del Espíritu es Evolucionar hacia el Padre, y
cuanto más nos alejamos de la Ley-Madre del AMOR, más nos demoramos en el Camino
hacia EL.
De acuerdo al Punto Evolutivo en que nos encontremos, será mayor o menor la capta-
ción que podamos hacer de estas Leyes, la intensidad con que percibamos la Divina Voz de
nuestra Verdadera Conciencia (veremos en el Cap. XII que existen falsas conciencias) y la
aplicación de ellas en nuestras vidas.
La Conciencia es la Voz de nuestro YO más íntimo, que nos recuerda a cada instante la
existencia de estas Leyes. La Conciencia siempre nos habla; es nuestra personalidad huma-
na la que no quiere escucharla y comprobar la Paz interior que nos trae.
Podemos resumir las Leyes Espirituales o Cósmicas de la siguiente manera, teniendo
siempre en cuenta que esta enumeración es una de las tantas que pueden hacerse para com-
prenderlas:

1º) LEY DEL AMOR: Amáos los unos a los otros como el Creador os Ama. Es la
Madre y Esencia de las restantes Leyes, a las que da un marco de aplicación y a la que de-
ben referenciarse siempre. Aún las Leyes físicas son manifestación de la Suprema Ley el
AMOR, como lo vemos en la Ley de Gravitación Universal, por la que los cuerpos materia-
les se atraen entre sí. En el Cap. VII desarrollaremos el tema de la Fuerza del Amor.

2º) LEY DE EVOLUCION: Todo los Seres avanzan hacia el Creador, hacia la per-
fección y el AMOR DIVINO. En virtud de esta Ley Todo cambia, se transforma. Los Se-
res que animan la Creación progresan en su evolución a través de los distintos Reinos (Mi-
neral, Vegetal, Animal y Humano), jamás involucionan; a lo sumo, sólo en el Reino Huma-
no, pueden detenerse en su Ritmo Evolutivo, pero jamás se pierde el Poder Espiritual ad-
quirido. En el próximo capítulo profundizaremos los conceptos de evolución física y Evo-
lución Espiritual.

3º) LEY DEL TRABAJO: El único medio de ASCENSO ESPIRITUAL en todas las
Jerarquías Evolutivas es el Esfuerzo. El Trabajo es Ley en la Creación. DIOS trabaja
permanentemente por ella y Sus criaturas. Para poder desarrollar las facultades Divinas
latentes en ellas, deben poner en Acción sus Fuerzas Interiores, para que, interactuando con
las Exteriores, se provean de oportunidades de aprender, experimentar y, por sobre todas
las cosas, AMAR.

4º) LEY DEL LIBRE ALBEDRIO: Nuestra Libre Elección es la única causa deter-
minante de nuestro Avance o Estancamiento en la Evolución Espiritual. Dios nos ha
dado la más absoluta Libertad, única forma de darle sentido a nuestro Proceso de
DIVINIZACION, para que en un futuro seamos como EL. En el Mundo físico sufrimos una
limitación de nuestras capacidades espirituales, lo que nos causa la ilusión de no ser total-
mente libres, pero el ESPIRITU sigue siendo libre y las circunstancias de nuestra vida han
sido elegidas libremente por él. La única restricción a esta Libertad Pura es el punto Evolu-
25
tivo en que nos encontramos, que impide manifestarla en su Plenitud. Trataremos este tema
in extenso en el Cap. XII.

5º) LEY DE CAUSA Y EFECTO O DE LAS COMPENSACIONES - KARMA -: Toda


acción es una causa que tiene su efecto o reacción proporcional en el transcurso del
tiempo. Toda desarmonía producida en el Orden de la Creación debe ser compensada con
un hecho de efecto contrario, a fin de que se restablezca el Orden y la Armonía. No hay
nada que hagamos que no tenga repercusión a nivel Universal y que tarde o temprano no
tenga su respuesta. NADA ES AZAR. LA CASUALIDAD NO EXISTE; TODO ES
CAUSALIDAD. Aún las cosas que nos parecen más injustas son manifestación de la Justi-
cia Divina, sólo que hemos perdido de vista las causas que activaron la respuesta. Más ade-
lante, en el Cap. X, desarrollaremos en extenso esta Ley.

6º) LEY DE REENCARNACION: En su Camino de Evolución Eterna el Ser debe


encarnar en el Plano Físico en numerosas oportunidades, todas las veces que sean ne-
cesarias para su Desarrollo Espiritual Integral. Es una consecuencia de la Ley anterior.
El Plano Físico es el lugar de aprendizaje por excelencia en la Creación. Los planetas son
como “aulas” Cósmicas, que permiten al ser experimentar y medir sus capacidades. Sólo en
el Mundo de la Materia se halla la máxima diversificación de la Energía Divina, mostrando
infinitos y variados matices y las más diversas circunstancias y pruebas posibles. Aquí se
dan cita infinidad de Espíritus de todos los Grados Evolutivos, y revestidos de materia
aprenden, como nosotros, a AMARSE LOS UNOS A LOS OTROS. Sólo el concepto de
Reencarnación da sentido a la Justicia Divina en este Mundo. De otra forma, los dolores y
desigualdades sólo hallarían explicación en un Dios arbitrario e injusto.

7º) LEY DE IGUALDAD COSMICA: Las Leyes Divinas se cumplen para todos los
seres del Cosmos por igual, para todos los Planos de Vida y en todos los Niveles de
Evolución. Es consecuencia lógica de la certeza en la Perfecta Justicia de Dios, que da
igualdad de oportunidades a todos los Seres por EL creados. No existen, por lo tanto, Seres
“elegidos”. Cada uno es el artífice de su propio destino.

8º) LEY DE JERARQUIA VIBRATORIA: En el Cosmos y sus diferentes Planos


TODO VIBRA en alguno de sus incontables Niveles o Jerarquías. Hablamos de Jerar-
quías porque el Grado de Sutileza o “cercanía” a la Vibración Divina establece un Orden
Jerárquico, por el cual las Vibraciones más densas o inferiores ( y, por lo tanto, los Seres
constituidos por ellas ) responden y son regidas por las más Sutiles o Superiores. En el Co-
nocimiento Espiritual, Jerarquía no es sinónimo de Poder de sometimiento, sino de Res-
ponsabilidad ante la Ley Por los Seres a cargo.

9º) LEY DE FRATERNIDAD UNIVERSAL: El Ser, encarnado o desencarnado, que


se encuentre en cualquier Nivel Evolutivo debe ayudar a quienes se encuentran en un
Nivel Evolutivo igual o inferior, así como es ayudado desde Niveles Superiores al suyo.
A través de la Fraternidad o Solidaridad Universal, cuando un Ser necesita ayuda o Fuer-
zas, se la brindan primero quienes están vibratoriamente más “cercanos” a él, y luego quie-
nes siendo más Evolucionados velan amorosamente por él (Maestros, Guías y Protectores).
26
10º) LEY DE AFINIDAD VIBRATORIA: En el Plano Espiritual, lo semejante y
complementario se atrae entre sí, tendiendo a unirse. En el Mundo físico lo vemos refle-
jado en distintos fenómenos, especialmente en el de resonancia, que hace que vibraciones
armónicas se complementen, refuercen y potencien entre sí. Espiritualmente, los afines se
atraen y se complementan; así lo vemos en la formación de parejas, amistades, grupos y, en
los Planos Espirituales, Legiones enteras de Seres Afines. De esta forma todo tiende a la
Unidad en la Diversidad. El concepto de Afinidad Vibratoria no implica simplemente se-
mejanza, sino fundamentalmente también complementación, que es lo que lleva a la unión
armónica. Así los Seres que se unen se hacen más completos que estando separados. Es lo
que se ha llamado Con-substanciación o Comunión, que es más que la sola agregación de
elementos. Para el Conocimiento Espiritual EL TODO ES SIEMPRE ALGO MAS QUE
LA SIMPLE SUMA DE LAS PARTES.

27
CAPITULO V

LA EVOLUCIÓN ESPIRITUAL

Dudo en verdad que exista para el ser pensante otro minuto más decisivo
para él que aquel en que, al caer las vendas de sus ojos, descubre que no es
de ninguna manera un elemento perdido en las soledades cósmicas, sino que
existe una voluntad de vivir universal que converge y se hominiza en él.
El Hombre, pues, no como centro estático del Mundo - como se ha creído
durante mucho tiempo-, sino como eje y flecha de la Evolución, lo que es
mucho más bello.
Teilhard de Chardin

Así como la Ciencia estudia los mecanismos de la evolución física, el Conocimiento Es-
piritual va develando los secretos de la Evolución Espiritual, de la cual aquélla es conse-
cuencia directa. La Naturaleza tiene por principal función proveer de elementos y energías
que sirvan como “vehículos” para la Experimentación de las Chispas Divinas. A medida
que los Espíritus van Evolucionando, es decir desarrollando las Potencias Divinas innatas
en ellos, van necesitando de vehículos cada vez más perfectos que les permitan manifestar-
las. Para ello la Madre Cósmica crea, desarrolla y perfecciona infinita variedad de nuevas
Formas.
Cuando las Chispas Divinas surgen del Centro Creador, forman parte de los Planos más
sutiles y cercanos al Padre que les dio Vida. Llamadas por un impulso Vital a experimentar
en nuevos Niveles, “proyectan” una parte de su Esencia y comienzan un “descenso” hacia
Planos más densos, que algunas Escuelas llaman Descenso Angélico y otras Involución. En
su descenso vibratorio por planos sucesivamente más densos, los Espíritus se van adaptan-
do a ellos recubriéndose de “capas” de vibraciones que toman de esos Mundos. Así se va
conformando lo que se llama Periespíritu, es decir “lo que rodea al Espíritu”.

El Reino Mineral

Al llegar al último de los Niveles Vibratorios, el Plano Físico, se acercan para experi-
mentar al Primer Reino de la Naturaleza*: el REINO MINERAL. Las Chispas Divinas,
pese a vibrar en el Nivel más sutil de la Creación, se “internan”, por así decirlo, en las es-
tructuras cristalinas de los minerales, abarcando con su vibración un número determinado
de átomos. Mas debido al “salto” vibratorio existente entre esta Vibración sutilísima y la de

*
Ver nota sobre Reinos en el Glosario.
28
la materia, no existe un nexo que permita la manifestación física del Espíritu que anima a
los Minerales, pues el Periespíritu no se ha desarrollado aún lo suficiente. Sin embargo, la
Vida late de forma maravillosa en los minerales, en la perfección de las formas de un cris-
tal, en la majestuosidad de las montañas, en la fecundidad de la tierra.
Las Experiencias en estos Niveles, y hasta llegar al Estadio Humano, se realizan en for-
ma Grupal, bajo la protección y Guía de Seres de Evolución Superior. En estas Experien-
cias las Chispas Divinas comienzan a dar forma a su contextura etérica, como primer esbo-
zo de un “cuerpo” intermediario entre la materia densa y la Vibración Espiritual. Hay, por
lo tanto, en el Reino Mineral, una gran actividad energética a nivel etérico, electromagnéti-
co y químico. Este dinamismo es el que da origen a las distintas aplicaciones terapéuticas
de piedras y gemas, así como al estudio de las radiaciones terrestres sobre la salud y el psi-
quismo humano. Gran parte de la Experiencia en el Reino Mineral se centra en la capacidad
de la materia para captar distintos tipos de Vibraciones y retenerlas para liberarlas más tar-
de bajo determinadas circunstancias. Los minerales son como “antenas” y “condensadores”
al mismo tiempo. Este fenómeno permite también que exista una especie de “memoria” de
la materia. Es decir que los objetos que consideramos erróneamente como “inanimados”
registran todo tipo de Vibraciones que les rodean, de tal manera que una persona sensitiva,
practicando lo que se llama psicometría, puede obtener información de los hechos que su-
cedieron en cercanía del objeto, por lejanos en el tiempo que sean. También se da el caso
de objetos que se “cargan” de Vibraciones “negativas” por haber estado en presencia de
actos de violencia.

El Reino Vegetal

Después de millones de años terrestres (en los Planos Espirituales no tiene sentido la
medición del Tiempo), de experimentar y nutrirse de las Vibraciones del Reino Mineral, la
Chispa Divina pasa a experimentar en el REINO VEGETAL. Ya ha alcanzado un cierto
dominio de la materia, lo que le permite, a partir de substancias tomadas del Plano Etérico
(o Físico Invisible), constituir un Cuerpo Sensorial, que envuelve al vegetal, en el que pue-
den experimentar muchas Chispas a la vez. Este Cuerpo Etérico constituye ya un nexo
entre la materia vegetal y su contraparte Espiritual. De allí la sensibilidad comprobada en
los vegetales. Las plantas no sólo perciben las Vibraciones que les rodean como los minera-
les, sino que ya reaccionan automáticamente ante ellas, según les sean favorables o nocivas.
Con ello van atrayendo y estructurando substancia astral como un puente más entre la ma-
teria y el Espíritu. Finalizado cada ciclo de Experiencias, los tejidos vegetales mueren y el
Alma Grupal se reintegra a la Morada Espiritual que le corresponde, y comparte lo apren-
dido con el resto de las Chispas reunidas por Afinidad y Evolución bajo la tutela de sus
Guías.

29
El Reino Animal

Terminadas las Edades de Experiencias en el Reino Vegetal - de menor “duración” que


en el Mineral-, que podrían traducirse como de miles de años, la Chispa comienza a tomar
más substancias del plano Astral, para conformar su Alma Emocional o Cuerpo Astral.
Con el Cuerpo Etérico o Sensorial percibe sensaciones, estímulos del “Campo de Experien-
cias”, que es el Plano Físico. Con el Cuerpo Astral conformado, ya puede interactuar con el
medio, emitiendo vibraciones y reaccionando dinámicamente a los estímulos. Comienza
entonces a experimentar en el REINO ANIMAL. Esta vez la experimentación es de forma
individual, pues el Ser ya es consciente de su existencia como individuo. Sin embargo, el
Alma Grupal sigue estando presente a través de los instintos de las especies. Algunas Es-
cuelas denominan a este estado del Ser “Soplo Espiritual”. Comienza a experimentar en las
especies inferiores, desde los protozoos, ascendiendo hasta los primates y cetáceos, dado el
grado de desarrollo del sistema nervioso y “cerebralización”, que es lo que le permite mani-
festarse según su punto Evolutivo. Después de cada existencia el Periespíritu (Cuerpo as-
tral) del animal, que ya ha ido conformando distintos “órganos” o centros espirituales,
retorna a la Morada de su Alma Grupal, donde transmitirá su aprendizaje para que todos se
beneficien sin necesidad de transitar por todas y cada una de las incontables formas de ex-
periencia animal. En los estadios más altos de este Reino, al desarrollar la Consciencia de
su Existencia Individual, el Ser (o Soplo Divino) atrae substancias de los Niveles más bajos
del Plano Mental, que es Superior al Astral, con lo que adquiere rasgos de Inteligencia Ra-
cional, que pueden manifestarse en los mamíferos superiores por la aparición de la corteza
cerebral.

El Reino Humano

Transcurridos miles y miles de años terrestres, el Periespíritu sufre una especie de me-
tamorfosis. En el Nivel donde mora el Alma Grupal cada Soplo se repliega sobre sí mismo,
haciendo una especie de introspección de todo lo aprendido hasta entonces, bajo la Super-
visión amorosa de sus Guías o Devas. De esta revisión de lo que se ha percibido como
agradable o desagradable, como natural o antinatural, como necesario o innecesario, surge
una Conciencia dual “del Bien y del Mal” (ver Cap. XI), el Ser queda entonces preparado
para conformar un Cuerpo Mental que pueda servir de receptor de datos de este Banco de
Experiencias recién ordenado.

Sobre esta tierra, las almas pasan por varios cuerpos; pero desde que al-
canzan un cuerpo humano no vuelven a descender a los de los animales.
Porfirio

Comienza entonces a encarnar, con su Periespíritu ya completo (Cuerpos astral y men-


tal), en el Cuarto Reino: el REINO HUMANO. En este Reino comienza el esfuerzo cons-
ciente por Progresar, elevarse y acercarse a la Divina Fuente de la cual nació, aunque mu-
chas veces se desconozca este propósito.

30
Fig. 7: Trayectoria del Ser en la “elipse” Evolutiva.

A medida que el Ser aprende de sus experiencias, transformándolas en Sabiduría, ad-


quiere, al aplicarla, más Poder, es decir mayor capacidad de dirigir las propias Fuerzas
internas. Con el tiempo, puede llegar a manejar también las “externas” y modificar la Rea-
lidad Intersubjetiva. Ello sucede porque la separación ilusoria entre “interior” y “exterior”
va desapareciendo, permitiendo una mayor interacción entre el Individuo y su Medio. Un
ejemplo de esto son los Seres que han desarrollado poderes de curación o similares. Esta
capacidad, desarrollada a través de muchas vidas, puede manifestarse o no en la actual, a
acuerdo a la Tarea y al Libre Albedrío del Ser encarnado.
Pero haber desarrollado estos u otros poderes en virtud de la Sabiduría que el Ser ha ad-
quirido, no es garantía de que se haya alcanzado igual grado en el Amor. Un Ser “antiguo”
y poderoso puede utilizar su influencia sobre el campo energético de los demás para obte-
ner lo que desea, a cualquier precio. Es el triste caso de tantos líderes que han utilizado su
carisma para conducir a las masas hacia la consecución de sus propósitos personales sin
medir las consecuencias para sus pueblos. Otro caso es el de aquellos científicos cuya inte-
ligencia evidencia cierta “antigüedad” espiritual y un gran desarrollo en Sabiduría, pero que
al no haberse adiestrado en el Poder permiten que gobernantes inescrupulosos los manejen,
y el poco cultivo del Amor Universal les lleva a crear armas de increíble poder destructivo.
Sólo se Progresa cuando se avanza armónicamente en los tres aspectos: Amor, Poder y
Sabiduría. El desajuste entre los tres atributos trae consigo una tensión interna que des-
equilibra al Ser, impulsándolo a desarrollar el aspecto en el que menos se ha esforzado. El
punto Evolutivo que le corresponderá será el del Aspecto menos avanzado.
31
Al ir “ascendiendo” el Ser por la escala Evolutiva, desde el Nivel más denso de la Crea-
ción, las múltiples vibraciones que conforman su contextura periespiritual van reunificán-
dose, haciendo que el Ser vaya retornando a la Unidad Original en el Padre. Este proceso
puede graficarse como una espiral ascendente, que disminuye su radio a medida que se as-
ciende, hasta culminar en un punto de Unificación Total (fig. 8). Cada vuelta de la espiral
ubica a la Consciencia del Ser en un Nivel que le permite observar y comprender las Etapas
que ya ha atravesado y pasar por similares experiencias pero desde un punto de compren-
sión más alto, que le sirve para evaluar si realmente ha progresado espiritualmente. A estas
circunstancias se les denomina “Pruebas” (ver Cap. X). Las Pruebas pueden ser “doloro-
sas” si están relacionadas con la aceptación y comprensión del Karma doloroso o “tenta-
ciones” si están destinadas a afianzar el buen uso de las capacidades desarrolladas. Si el Ser
se demora en su Evolución y no aprende de sus experiencias, éstas se repiten una y otra
vez, hasta que despierte a su comprensión. El paso entre las vueltas de la espiral entonces
se acorta, las pruebas se repiten, llegando en algunos casos a convertirse en círculos vicio-
sos sin ascenso alguno. Es lo que sucede cuando la persona se rebela ante las circunstancias
dolorosas. En estos casos el Karma no ha podido cumplir su función y debe repetirse una y
otra vez hasta que el Ser alcanza el punto vibratorio que le dará su comprensión.

Los Reinos Superiores

El Camino de Ascenso hacia la Divinidad no se detiene en el estadio humano. En otros


planetas la Civilización ha avanzado más allá del punto en que se halla la Humanidad te-
rrestre. La estructura física y periespiritual de estos seres encarnados más evolucionados,
difiere bastante de la del hombre terrestre. El cuerpo físico material se ha sutilizado hasta
consubstanciarse prácticamente con el etérico, lo que les permite manifestar poderes que
para los humanos terrestres son sólo privilegio de unos pocos; pueden densificar y sutilizar
su materia a voluntad. Sus “ventanas” de percepción son mucho más amplias, llegando in-
cluso a poder percibir otras dimensiones, en especial el Tiempo.
Volviendo a nuestro mundo, un Ser lo suficientemente avanzado puede pasar a conver-
tirse en Guía o Maestro de seres humanos encarnados o de seres que experimentan en Re-
inos inferiores de la Naturaleza; las tradiciones los asocian con ángeles o devas. Llegado a
un punto Evolutivo determinado, el Ser no necesita ya de experiencias en los Planos den-
sos, no necesita encarnar, aunque puede hacerlo por Tarea si así lo desea. A estos Seres se
los llama Iluminados, Maestros Ascendidos, o Bodhisatvas. Pero la Evolución continúa,
aunque es difícil describir estos grados de Consciencia, que reciben muchos nombres, como
Arcángeles y Mesías. Existe un Mesías Planetario, un Mesías Solar, un Mesías Galáctico, y
así hasta llegar al Padre Creador, al cual se van integrando los Seres que entran ya en los
Planos Divinos.

32
Fig. 8: Representación de la Evolución como una espiral.

La criatura ha sido hecha por Dios para que sea Una, discreta y unida al
Universo, y cuanto más Una sea, más semejante a Dios será.
Nicolás de Cusa

Cada Grado se refleja en el radio de acción de su contextura espiritual y en la capacidad


de concepción de su Mente Cósmica, lo que los hace responsables de los Seres que Evolu-
cionan bajo su campo energético. Por ejemplo, un Mesías Galáctico es aquel Ser cuya Evo-
lución le permite extender su Acción a todos los puntos de una Galaxia, cuya Mente puede
concebir y comprender todo lo que en ella sucede y hacerse responsable de la Evolución de
los Seres bajo su ejido. Es decir que la Galaxia será su máxima Realidad, que abarcará e
integrará todas las realidades originadas en los Seres que allí Evolucionan.

33
CAPITULO VI

LA FRATERNIDAD UNIVERSAL

El ser humano es una parte del todo que denominamos Universo, una par-
te limitada en el tiempo y en el espacio. Él tiene una experiencia de sí mismo,
de sus pensamientos y sentimientos como de algo que está separado del resto
del Universo, lo cual es una especie de ilusión óptica de su consciencia. Esta
ilusión constituye para nosotros una prisión, limitándonos a nuestros deseos
personales y a un afecto a unas cuantas personas que sentimos más próxi-
mas.
Nuestra tarea debería ser la de liberarnos de esta prisión, ampliando
nuestro círculo de compasión para incluir a todas las criaturas vivientes y a
la naturaleza entera en toda su belleza.
Albert Einstein

Muchas veces hemos oído decir que el Conocimiento Espiritual descansa sobre dos pila-
res básicos: la Paternidad de Dios y la consecuente Hermandad de todos los seres, pues
todo lo creado responde a un mismo y único Origen. Pero, por lo general, conceptos eleva-
dos como éste quedan registrados en nuestra mente racional sin ser vividos, aplicados,
hechos carne en cada acto, palabra, sentimiento y pensamiento. Aunque entendemos racio-
nalmente el concepto de igualdad ante las Leyes Cósmicas de los seres en general y de los
seres humanos en particular, en la vida práctica nos comportamos como sutiles discrimina-
dores, que resaltamos y criticamos las diferencias entre los otros y nosotros.
Aquí nos encontramos ante una aparente paradoja de las VERDADES UNIVERSALES;
y es que si bien idealmente todos somos iguales, se hace evidente que en muchos aspectos
todos somos distintos, y que para consolidar la Fraternidad Universal debemos respetar
estas diferencias. ¿En qué sentido, entonces, somos a la vez iguales y distintos?
Todos los seres creados somos iguales en ESENCIA, pues esta ESENCIA que vive en
nosotros por la Eternidad no es ni más ni menos que el mismo Padre Creador, lo que nos
hace IGUALES ante las Leyes Cósmicas, que son su manifestación en el Cosmos. Por lo
tanto, todos los seres tienen las mismas oportunidades y disponen de los mismos medios
para su Evolución Espiritual.
Esta misma Evolución, cuyas infinitas posibilidades conforman los distintos Caminos
que los seres humanos, ya en uso de su Libre Albedrío, eligen para regresar a la Suprema
Fuente, es la que va signando la Diversidad en la Unidad del Universo. Los seres van ad-
quiriendo así una historia particular, diferente en cada caso, en Evolución y en Ritmo Vi-
bratorio.

34
Podemos entonces decir que todos los seres reciben del Centro Creador la misma Ener-
gía - el AMOR DIVINO-, pero de acuerdo a las características de su Evolución particular,
cada ser adquiere una capacidad distinta para recibir, procesar y retransmitir esa Energía.
Vivir de acuerdo con la Ley de Fraternidad Universal significa AMAR a nuestros Her-
manos con un AMOR lo más cercano posible al AMOR que el Padre nos da. Y AMAR es
comprender. No se puede AMAR profundamente lo que no se conoce y comprende. Para
amar al prójimo debo comprenderlo. Y para comprenderlo debo conocerlo, conocer su for-
ma particular de percibir e irradiar lo que recibe de nuestro Padre común. De la misma for-
ma debemos procurar conocernos a nosotros mismos, para saber también cómo funciona
ese cristal coloreado que es la personalidad humana, que refracta de mil modos distintos la
Luz purísima que le llega de la Suprema y única Fuente del AMOR UNIVERSAL.
El Padre Creador - cualquiera sea el nombre que se le dé en las distintas creencias- ha
previsto con tanta Sabiduría sus Leyes que, al darse a Sí Mismo en infinitos seres - destina-
dos a asemejarse cada vez más a El- ha hecho que se necesiten unos a otros, de tal manera
que el Amor, que atrae a los seres entre sí, fluya entre ellos como entre El y Su Creación
toda. Como vimos en el Cap. I, en el Camino de la Evolución Espiritual se va conformando
así una especie de “rompecabezas universal”, en el que cada ser va descubriendo y ensam-
blando piezas, de acuerdo a un Plan que todo ser vivo tiene grabado en su Interior y que
intuye en mayor o menor medida de acuerdo a su propia Evolución Espiritual. Vamos des-
cubriendo leyes, externas e internas, relacionándolas, comprendiéndolas, y, con el tiempo,
manejándolas y hasta transformándolas según nuestras necesidades evolutivas y nuestro
Libre Albedrío.
El Camino particular que siguen otros seres nos sirve para aprender comprendiéndolos,
pues seguramente han hallado piezas o conexiones del “rompecabezas universal” que noso-
tros aún no hemos descubierto, y a su vez poseemos ciertamente algo que les sea valioso a
los demás. Dar y recibir es la economía más simple, más alta y más sabia del Universo.
SABER DAR Y SABER RECIBIR ES CONDICION INDISPENSABLE DE LA
FRATERNIDAD UNIVERSAL.
La “visión” que cada ser posee de la Realidad es una verdad subjetiva, su versión parti-
cular del Universo, - cómo se imagina que es el “rompecabezas completo”- a la cual aco-
moda su conducta e interpretación de las percepciones. A medida que nos vamos consubs-
tanciando con las distintas formas de ver la Realidad de los otros y de nosotros mismos,
vamos tomando consciencia de que dicha Realidad está conformada por la integración de
las infinitas “visiones” y necesidades evolutivas de los seres. Es decir, que en vez de creer
en una Realidad objetiva y absoluta, de la cual se suele pensar que uno es único dueño,
encontramos que lo más acertado es hablar de una Realidad intersubjetiva y relativa, de la
cual todos formamos parte. Así lo están comprobando distintas disciplinas de la Ciencia: la
mente del observador no es ajena a la realidad que observa, sino que ésta parece condicio-
nada por aquélla. El Padre nos ha dotado así de la posibilidad de ser co-creadores, aún en
forma inconsciente.
Un claro ejemplo lo vemos en el momento actual en nuestro planeta: el punto crítico que
ha alcanzado esta civilización, el modo en que se está alterando el equilibrio de la Natura-
leza, es sólo el producto de la forma de entender la realidad que cada uno de nosotros tiene.
Ajustamos nuestra conducta, individual y colectiva, a nuestra forma de ver las cosas. Y es
evidente que a lo largo de los siglos poco nos ha importado nuestro entorno, las otras for-
35
mas de vida que comparten con nosotros la prodigalidad de este planeta. De ahí la impor-
tancia de un cambio de consciencia individual en los seres humanos, que nos lleve a unir-
nos cada vez más, para gestar en nuestras mentes y almas un nuevo Orden de cosas. Logra-
do esto no sólo habremos hallado la solución a los acuciantes problemas de este momento,
sino que se transformará completamente la Realidad que hemos conocido hasta ahora.
Nuevos horizontes se abrirán ante nuestros sentidos, despojados ya de los pesados velos
que nosotros mismos tejimos, muchos de ellos de acuerdo a patrones heredados de cientos
de generaciones pasadas.
Se plantea ahora la disyuntiva esencial de la historia del hombre sobre este hermoso pla-
neta azul: o abrazamos definitivamente el ideal de la Fraternidad Universal, desechando
para siempre las guerras, los separatismos y las discriminaciones, o el nivel tecnológico que
hemos alcanzado terminará volviéndose contra nosotros mismos, borrándonos de la faz de
la Tierra.

Si la síntesis del Espíritu va a efectuarse en su totalidad (y esta es la única


definición posible de Progreso), sólo puede llevarse a cabo, en última ins-
tancia, a través del encuentro, centro con centro, de los elementos humanos,
que puede realizarse sólo en el amor mutuo, universal.
No hay más que una forma posible de que los elementos humanos, infini-
tamente diversos por naturaleza, puedan amarse unos a otros: reconocién-
dose a sí mismos centrados en un único “supercentro” común a todos.
Teilhard de Chardin

Desde el momento de la Creación de este Universo los seres y las cosas han ido diversi-
ficándose y unificándose al mismo tiempo, es decir, especializándose y haciéndose interde-
pendientes, de tal manera que la variedad generada en los niveles más densos de la Natura-
leza sirvan a la Evolución para hallar formas más ricas de Experimentación y Progreso Es-
piritual.
Como vimos en el Cap. III, millonésimas de segundo después del llamado “Big-Bang”,
“paquetes” de esa Energía original formaron las primeras partículas materiales, éstas a su
vez se diferenciaron entre sí y se agruparon, con distintas funciones, para conformar áto-
mos. Las distintas configuraciones originaron distintos tipos de átomos y éstos al chocar
entre sí fueron integrados en moléculas más o menos estables, que al agruparse constituye-
ron la materia prima de estrellas y planetas.
En nuestro planeta, en el océano primordial que cubría su superficie, las moléculas,
uniéndose unas con otras, fueron organizándose en los primeros componentes de la vida
orgánica. A medida que estos componentes fueron especializándose e integrándose para
adaptarse a las condiciones ambientales, aparecieron las primeras células, con la capacidad
de reproducirse y transferir información genética más allá de su propia vida individual. Más
diversificación, con su consecuente especialización e integración, dio origen a los organis-
mos pluricelulares. Las distintas células se agruparon de acuerdo a nuevas funciones, for-
mando órganos. En los organismos animales las células están ya tan super-especializadas e
interdependientes que la supervivencia y el correcto funcionamiento de unas depende estre-
chamente de las demás. El instinto de supervivencia de las especies superiores hizo surgir
la necesidad del comportamiento gregario, mediante el cual la integración de los individuos
36
amplía grandemente la probabilidad de sobrevida ante los cambios ambientales y la compe-
tencia entre especies.

Fig. 9: Pasos sucesivos en la complejidad de la Vida.

37
Vemos, pues, que la LEY DE FRATERNIDAD UNIVERSAL ha estado vigente desde
los comienzos mismos del Universo, que desde las partículas subatómicas hasta los mamí-
feros superiores la interdependencia es necesidad innegable de la existencia. Aún cuando
una especie sobreviva a expensas de otra, en el circuito de la vida entrega su contribución
al mantenimiento del equilibrio ecológico, del cual dependen todas las otras formas de vi-
da.
Llegamos así al punto histórico planetario, en el que nace el ser humano, portador de la
Consciencia Autorreflexiva, que le permite meditar acerca de su propia naturaleza y del
significado de su existencia. Surge el lenguaje, que se manifiesta como medio idóneo para
la comunicación, como verdadero puente entre los individuos. A través del lenguaje se pu-
dieron transmitir las experiencias vitales, dando nacimiento a las culturas, bancos de cono-
cimiento que, como en la herencia genética de las células, garanticen la perdurabilidad de la
información más allá de la mera existencia de los individuos.
Hoy, casi tres millones de años después, ha sonado una “alarma” en los confines del Es-
pacio Sideral: el ser humano terrestre ha alcanzado el punto en que puede alterar los es-
quemas de la evolución genética que ha venido utilizando la Naturaleza desde hace tres mil
millones de años. Ha descubierto partículas y sintetizado elementos atómicos con procesos
que no se repetían desde hace más de diez mil millones de años, cuando la mayoría de las
estrellas que vemos en el cielo aún no existían. Ha desarrollado la capacidad de trasladarse
más allá de los límites de su planeta. Y con todo este enorme poder sólo ha logrado llegar
al borde de su extinción súbita o aún de la destrucción total de la vida sobre la Tierra.
En el aspecto Espiritual, la LEY DE FRATERNIDAD UNIVERSAL constituye la única
forma posible de Vida y Progreso. Ya en los Reinos Mineral, Vegetal y Animal, las “Partí-
culas” Divinas que los habitan evolucionan en forma grupal, respondiendo a un Alma-
Grupo que es guiada por seres de Evolución Superior. Cada experiencia aprendida por un
ser es asimilada por el Alma-Grupo a que pertenece, evitando la necesidad de que todas
deban pasar por las mismas experiencias. Esta manifestación directa de la Ley de Fraterni-
dad Universal es posible porque aún los seres no han alcanzado el punto de individuación
que comienza en los mamíferos superiores y que culmina en el hombre, en el que la cons-
ciencia del yo individual adquiere importancia vital.
En el punto Evolutivo del ser humano se requiere un profundo conocimiento de su indi-
vidualidad, por lo que sus fuerzas tienden a centrarse en su yo, perdiendo momentáneamen-
te las facultades intuitivas que le permitían, en estadios inferiores, sentirse integrado a la
Creación.
Si nos detenemos a pensar un momento, veremos cuánta ayuda fraterna recibimos de los
seres de los “Reinos Inferiores”, de los animales, las plantas y la Naturaleza toda, a quien
sin embargo tratamos con indiferencia y hasta con desprecio. Y lo mismo hacemos con
nuestros congéneres.
Así transcurren nuestras vidas humanas, sin que tomemos consciencia de quién está a
nuestro lado prestándonos anónimamente ayuda, o de los Seres invisibles que se acercan a
nosotros para guiarnos y a su vez evolucionar por esos ignorados actos amorosos.
Dentro de la Fraternidad Universal contamos con hermanos menores, que son los seres
que ahora están experimentando en los Reinos inferiores de la Naturaleza, de los cuales
sólo nos separa el tiempo en la escala evolutiva, pues así como hemos experimentado como

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mineral, vegetal y animal, ellos inevitablemente serán, tarde o temprano, humanos como
nosotros... y algún día serán Mesías de un planeta que quizás aún no se formó.
En cuanto a hermanos de nuestra misma Evolución, que en un amplio abanico son los
seres humanos que comparten este mundo con nosotros, tenemos hermanos de distintas
razas, credos e ideologías, pero que sienten, piensan, buscan y esperan las mismas cosas.
Debemos comenzar a pensar en la humanidad terrestre como un solo organismo, cuyos
grandes grupos conforman órganos con funciones específicas, a su vez formados por teji-
dos, éstos por células y éstas por moléculas, átomos y partículas que son todos los indivi-
duos, quienes proveen de la energía básica a todo el Sistema viviente Tierra. Esta energía
actualmente se dispersa sin el debido aprovechamiento, pues el organismo aún no está con-
solidado y cada órgano, cada tejido, etc., cada individuo en fin, piensa que puede actuar en
forma aislada, que no afecta ni es afectado por lo que les ocurre a los demás.
Nuestro planeta y su Humanidad son constantemente observados y protegidos, dentro de
lo que las Leyes Divinas permiten, por Hermanos mayores que viven en otros mundos y
dimensiones físicas. En los Planos espirituales somos permanentemente Guiados y nutridos
por el Amor de aquellos que ya han alcanzado la jerarquía de Guías y Maestros.
La única puerta que nos comunica y nos une con todos nuestros Hermanos, menores,
iguales y mayores, de este y todos los mundos, está en nuestro interior... y la llave que abre
esa puerta es el AMOR UNIVERSAL. Quizás sea demasiado pedir el que nos amemos los
unos a los otros de la noche a la mañana, después de milenios de violencia y separatismo,
pero bien podemos comenzar por respetarnos unos a otros, considerar que las otras perso-
nas son seres humanos como nosotros, con nuestros mismos derechos, angustias, interro-
gantes, sueños y esperanzas.

39
CAPITULO VII

LA FUERZA DEL AMOR

El amor no es esencialmente una relación con una persona específica; es


una actitud, una orientación del carácter que determina el tipo de relación
de una persona con el mundo en su totalidad... La afirmación de la vida, feli-
cidad, crecimiento y libertad propios está arraigada en la propia capacidad
de amar.
E. Fromm

La palabra “amor” ha sido muy utilizada por el hombre a lo largo de toda la historia de
humanidad. Se le han dado las más diversas connotaciones, siempre dependiendo de las
circunstancias y conveniencias de los interlocutores. Así vemos que cada persona entiende
cosas distintas cuando se habla del amor y nos vemos obligados a acotar su significado con
los límites estrictos del tema que se está tratando... y sin quererlo estamos atentando contra
su propia naturaleza, que es ilimitada y esencial.
Pero como todos los conceptos que maneja el ser humano, el del amor, en sus más va-
riados aspectos, debe responder a unos lineamientos básicos y universales, de los cuales se
han derivado las mil aplicaciones del término.
¿Es el amor sólo un sentimiento, tan inestable y perecedero como todos los sentimientos
humanos? ¿Es el amor un ideal, tan imaginario y poco consistente como todas las aspira-
ciones del hombre? ¿Es el amor un estado de consciencia especial, que nos aleja de la rea-
lidad pintándonos todo de color rosado? ¿Es entonces algo puramente subjetivo o existe
alguna base común que podamos compartir todos los seres humanos?
Muy a menudo se nos dice que la única salida para nuestra civilización en decadencia
social, moral y ecológica es el Amor. Nos lo han dicho los fundadores de todas las religio-
nes, filosofías y ciencias desde que el hombre es hombre. Y tuvimos que llegar a este mo-
mento crítico y desesperado para recordarlo. ¿Pero de qué amor nos hablaban, que pudiera
ser salvador, redentor y universal? ¿Nos decían acaso que seríamos salvados por la práctica
asidua del acto sexual, o por el apego a una pareja, a nuestros hijos, a nuestros amigos, o
por la defensa fanática de nuestra patria, de nuestra forma de vivir, nuestra escala de valo-
res, nuestra religión, nuestras ideas?
Estamos acostumbrados a llamar “amor” a simples aspectos de nuestro propio egoísmo,
que sólo nos separan a unos de otros, alejándonos de aquella esperanza de salvación huma-
na. Seguramente no era éste el sentido que los grandes sabios del Mundo querían darle a la
palabra AMOR. Y así lo dieron a entender, cuando más allá de sus propias palabras escri-
bieron, con la pluma del ejemplo, en el corazón humano páginas y páginas de vidas llenas

40
de una forma de amor tan puro que era muy raro encontrarlo en este mundo. Y a ese amor
lo llamamos AMOR UNIVERSAL.
Si meditamos acerca de lo que en común tienen todas las acepciones de la palabra
“amor”, encontraremos que siempre se refieren a una cierta fuerza interna que une a los
seres a un determinado objeto, ya sea a otro ser, o a una cosa, concreta o ideal. De lo que
deducimos que el AMOR UNIVERSAL, del que nos hablaban los grandes Maestros de
todos los tiempos, debe ser también una fuerza, de alcance universal, que pueda unir a to-
dos los seres entre sí.
La Fuerza del AMOR UNIVERSAL es entonces lo que convertiría a todo lo que cono-
cemos, y lo que aún desconocemos, en una unidad indisoluble. Y la Unidad absoluta de
todo cuanto existe es Aquello de lo cual Todo proviene, y a Lo que las Religiones han lla-
mado DIOS, el CREADOR, ALA, JEHOVA, y mil nombres más para designar a Lo que es
sólo AMOR.
Sí, inevitablemente DIOS ES AMOR, pues solamente de un Creador Amoroso puede
provenir la Vida, que es parte de Sí Mismo. Sólo de un DIOS-AMOR pueden nacer infini-
tos Seres destinados a convertirse en Dioses a Su Imagen y Semejanza. En casi todas las
creencias religiosas se venera a una Tríada Divina, una Santísima Trinidad, una Trilogía
Espiritual que representa a los Tres Principios o Atributos, inseparables, de la Divinidad:
AMOR, PODER y SABIDURIA. Estos tres atributos son aspectos de una única Esencia
Divina, el AMOR, pues no se alcanza la Omnipotencia Divina sin haber logrado la Omni-
sapiencia; y la Sabiduría Suprema trae implícito el Grado más alto del AMOR. Estos tres
Principios van, pues, siempre juntos en el Mundo del Espíritu y sólo a nivel humano se
pueden aparentemente separar, dando lugar a que se ejerza el Poder o se pretenda tener
Sabiduría sin el Grado necesario de Evolución en el AMOR UNIVERSAL.
Es entonces el AMOR la Esencia Divina, la Energía en su estado más puro, la que ha
dado origen a todos los Seres y las cosas de la Creación. Siendo así también la Esencia de
todo lo creado, su Acción es Ley en el Universo. Por ello hablamos de la LEY DEL
AMOR, fuente de todas las Leyes Universales, Ley-Madre a la cual deben remitirse todas
las demás.
La Suprema LEY DEL AMOR, que simplemente prescribe: “AMAOS LOS UNOS A
LOS OTROS”, mantiene la Unidad en la Diversidad del Cosmos y se manifiesta en todos
los Niveles de Existencia, desde las fuerzas de cohesión subatómica, atómica y molecular,
hasta la atracción gravitatoria entre planetas, estrellas y galaxias.
Sin embargo, la Suprema Energía del Amor Universal se va diversificando al penetrar en
medios gradualmente más densos, tal como la luz blanca se refracta en distintos colores.
Así, el AMOR originado en los Planos Espirituales, al descender hasta el Plano Físico, va
tomando distintos aspectos, de acuerdo al rol que le da el Libre Albedrío humano, según la
necesidad de experiencia individual. Encontramos entonces en el medio humano, formas de
Amor, tales como el amor filial, el amor de pareja, el amor fraternal, el amor devocional,
etc.
Los humanos olvidamos casi siempre que esos amores son aspectos de un mismo y úni-
co AMOR UNIVERSAL, que debe tomar ciertos roles circunstanciales de acuerdo a las
necesidades de Evolución individual, para que todo ser en este Mundo pueda aprehender
todas las facetas que aquí puede tomar el AMOR. Esos roles deben ser respetados en su
finalidad, pero siempre subordinados al concepto de AMOR UNIVERSAL. No debemos
41
confundir ni intercambiar diversas y distintas formas de AMOR, tales como el amor de
pareja, el de amigo, el de padre o madre, el de hijo, etc. Confusiones como ésta generan
verdaderas enfermedades del amor, con consecuencias a menudo muy dolorosas.
Cada rol que debe asumir el AMOR tiene sus propios y distintos requerimientos y mo-
dos de expresarse, lo que lo convierte en algo especial, que nos une “especialmente” con
determinados seres, lo que no significa que no podamos unirnos, a través de otras formas
del AMOR UNIVERSAL, con otros seres, o con todo lo Creado, que es la Realización Su-
prema del AMOR. Digamos que el AMOR en este Plano puede diferenciarse en forma,
pero no necesariamente en intensidad. Puedo amar con la misma intensidad a mi esposa, a
mi hijo y a mi amigo, pero son distintas formas de amar.
Todo fluye y la Ley Divina determina la forma de ese flujo, permitiéndonos variaciones
del mismo mientras no deje de fluir. Cuando con nuestro Libre Albedrío, alteramos más de
la cuenta nuestra trayectoria evolutiva, resistiéndonos en un “bucle” al flujo, se produce el
dolor. Ese flujo es el AMOR y también la Evolución. Una vez que hemos hecho nuestro
máximo esfuerzo de AMOR para ayudar a otros a Evolucionar, debemos dejarnos fluir y
que fluyan también quienes han sido receptores de ese AMOR. ¿Qué más se puede hacer?
Si sembramos una semilla con Amor, la regamos con Amor y la protegemos con Amor,
debemos ser pacientes y esperar confiados. Si desenterráramos la semilla a cada instante
para ver cómo va, detendríamos su germinación.
El AMOR UNIVERSAL lo llena todo y fluye a través de todo, irradiándose desde
DIOS-AMOR hasta los confines más densos y “oscuros” de la Creación. Cuando ese
AMOR que nos llega a todas las criaturas es retenido en algún ser, en vez de seguir fluyen-
do, su naturaleza y finalidad se pervierten, degenerando en lo que se ha dado en llamar
“amor propio”, de sentido contrario al DAR.
El Amor fue hecho para irradiarse a todo cuanto nos rodea, pero el ser humano no deja
que se difunda, sino que lo proyecta: focaliza y concentra su amor exclusivamente en cosas
o seres determinados... entonces el Amor se desvirtúa pues no cumple su función.
No hay que esforzarse por AMAR, sino en eliminar las barreras que impiden fluir al
AMOR, que está naturalmente en todos los seres y todas las cosas.
Dejemos simplemente que fluya. Y para ello sólo es necesario comprender al otro. Des-
pués el AMOR llega por sí mismo. LA COMPRENSION ES LA PUERTA QUE
DEBEMOS ABRIR PARA QUE PASE EL AMOR.
Debemos AMAR A TODOS COMO A NOSOTROS MISMOS, ni más ni menos. El
AMOR UNIVERSAL alcanza para todos. Si lo retenemos en nosotros mismos estamos
privando a alguien de una determinada cuota de AMOR que nosotros podemos darle. Esta-
remos robando amor.
El sentido del AMOR se invierte cuando exigimos o esperamos reciprocidad. AMAR ES
DAR, no recibir; lo que no significa rechazar el AMOR que podamos recibir, sino no bus-
carlo, ni exigirlo, ni esperarlo. El AMOR da Energía para Evolucionar y progresar en liber-
tad. Si exigimos una respuesta a este AMOR estaremos creando un lazo que ata y limita,
tanto al ser amado como a nosotros mismos.
A través de los lazos de amor posesivo nuestro yo humano se extiende, ocupando pro-
gresivamente posiciones que luego defiende a capa y espada, como prolongaciones de sí
mismo. Por eso decimos que el amor posesivo es una manifestación del amor propio. Por

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ejemplo, a través de los celos el amor propio pretende retener a su lado aquello que consi-
dera una posesión.
En el caso del amor de pareja muchas veces nuestro amor propio se proyecta hacia la
otra persona, buscando aquellas cosas de las que carecemos en nosotros mismos. Esta pro-
yección genera una imagen idealizada del otro y le atribuimos virtudes que en realidad no
posee, pero que deseamos hallar en esa persona. Terminamos amando entonces a un espe-
jismo, una exteriorización de nuestros propios sueños, en vez de amar al otro ser como re-
almente es, con sus virtudes y defectos como cualquier otro ser en este planeta. Luego,
cuando vamos conociendo mejor a nuestra pareja, la imagen que proyectamos se va desfi-
gurando por las evidencias y pensamos que el otro cambió, cuando en realidad nunca le
habíamos prestado atención más allá de lo que queríamos ver.
Esta proyección del yo humano que constituye el amor propio, nos lleva a pensar erró-
neamente que todo cuanto consideramos “nuestro” a través del amor, es mejor y está mejor
que cualquier otra cosa o ser que no esté atado a nosotros. Amamos muchas veces a nues-
tros hijos, ya mayores, pretendiendo retenerlos para siempre a nuestro lado, haciendo las
cosas que nosotros juzgamos son lo mejor para ellos, tratando que sean lo más parecido
posible a nosotros, que sean la “continuación” de nuestras vidas o que logren lo que noso-
tros quisimos y no pudimos alcanzar. Sin darnos cuenta estamos haciéndolos herederos de
nuestras frustraciones. No respetamos sus propias inclinaciones, capacidades o proyectos
de vida. Y, más aún, muchas veces luchamos por conseguirles lo que nosotros elegimos
para ellos, aún a costa de otros padres y otros hijos, porque consideramos que los nuestros
lo merecen y los otros... que se arreglen solos.
La LEY UNIVERSAL DEL AMOR exige que cualquiera sea la forma de amor que sin-
tamos, se base siempre en la comprensión y el respeto de las individualidades. A veces pre-
tendemos imponer nuestras propias ideas o forma de vida, creyendo que son las mejores
para nosotros y para los demás... y a eso llamamos “amor a la patria”, “amor a un ideal”,
etc. Si los demás sienten que estas cosas les serán beneficiosas, las reconocerán y las ama-
rán igual que nosotros, sin necesidad de imposición alguna. Todos los conflictos originados
alrededor del amor humano se solucionan a través de la comprensión mutua y de las cir-
cunstancias individuales. Nada impuesto responde al AMOR UNIVERSAL.
Hay un gran regocijo en querer solamente la felicidad del otro, aunque sea lejos nuestro,
porque el corazón que AMA de verdad se expande hasta cubrir todas las distancias y las
separaciones de alma y de tiempo.

Lo opuesto al AMOR no es el odio, sino el miedo. Cuando se odia es porque se teme al


otro y se pretende destruirlo porque es fuente de un supuesto peligro. Así, cuando se tienen
celos el AMOR se invierte porque se teme la pérdida del ser querido, al que se pretende
retener, aún contra su voluntad. El amor propio se presenta entonces como el temor a la
pérdida de la propia identidad, que busca ser reforzada a través de otros seres o cosas, que
terminan siendo simples objetos accesorios. Vemos así que muchas de las características
que se atribuyen a las personalidades fuertes son en realidad síntomas de una gran inseguri-
dad interior.

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En el Amor no hay temor, mas el perfecto Amor echa fuera el temor, por-
que el temor trae pena. De donde el que teme no se ha perfeccionado en el
Amor.
Juan, Ep. I, 4, 18.

Ningún amor, ninguna amistad, puede asentarse donde existe el miedo.

Nos negamos a amar al otro cuando nos negamos a escucharle, comprenderle, cuando no
nos esforzamos por conocerle, por buscar sus motivos, sus dolores, sus cargas, para aliviar-
lo del peso del patíbulo que se puede haber construido, quizás sin saberlo. Esto no significa
agobiarnos a nosotros mismos, porque en la ayuda a tu hermano nace tu propia fortaleza.
No nos podemos quedar en el Amor abstracto si queremos ayudar a un Hermano. Debemos
prestar mucha atención y tratar de saber qué necesita y cómo podemos dárselo. Sino nues-
tro esfuerzo será disperso.
Muchos se esfuerzan en valorables tareas de caridad y socorro social, mas se continúa
sin amar a quien se da esos dones, y, como ha dicho San Pablo: DE NADA VALE EL
MUNDO DADO SIN AMOR. Es que muchas veces nos imponemos esas obligaciones para
satisfacer a nuestras conciencias y a “lo que debe ser hecho”, mas la Caridad, la Piedad y el
Perdón deben nacer primero en nuestra alma y no en nuestra mente... y si no hacemos las
cosas con Alegría Mística, sino con un sentido de “automortificación”, nuestra Tarea sólo
rozará la superficie humana y material de nuestros hermanos.
Se Ama verdaderamente con todo el ser, con la acción física, con el sentimiento y con
el pensamiento.
Nos relacionamos con las personas en distintos niveles. El nivel a través del cual nos
comunicamos con el otro refleja la profundidad del Amor que sentimos por él. En una rela-
ción superficial el Amor es también superficial.
Como vimos, la máxima expresión del AMOR UNIVERSAL está en el Creador, al
DARSE A SI MISMO en la Creación. De la misma forma hallaremos que estamos amando
en nuestra máxima capacidad cuando nos entregamos por completo en el acto amoroso,
cuando nos ofrecemos por el otro Ser. Habitualmente amamos mal, porque amamos par-
cialmente, siempre con condiciones y reservas. Y, tarde o temprano, este tipo de amor ge-
nerará dolor, pues está condenado a la insatisfacción. El AMOR pleno se genera en los ni-
veles más altos de nuestro Ser y encauza todas las acciones de nuestros niveles inferiores,
trayendo paz y plenitud interior. El AMOR VERDADERO, reflejo humano del AMOR
UNIVERSAL, jamás puede causar dolor. Si se sufre por amor es que se está amando mal;
seguramente hay algún aspecto de amor propio, de apego al ser o a la cosa amada.
El solo AMOR que sentimos por una persona debe regocijarnos, sin esperar nada más
que la felicidad del otro. Y veremos que ésta será proporcional a nuestro Amor.
El Amor es la forma universal de Comunicación, pero no siempre el contacto es exitoso.
El mensaje debe ser correctamente transmitido, recibido e interpretado. Para ello lo que se
quiere transmitir a través del Amor debe ser claro y concreto, sin ambigüedades que origi-
nen luego dolorosas confusiones. Ambos interlocutores deben hablar un mismo “idioma” y
saber lo que se está transmitiendo, y considerar el efecto que nuestra forma de amar puede
provocar en el otro, porque la Fuerza del Amor es tan subyugante que ante ella ceden todas

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las defensas y contenciones, y a veces se liberan fantasías que hasta entonces estaban ocul-
tas, que confunden y desdibujan la realidad del otro.
Acostumbramos asociar al Amor con una imagen de dulzura idílica; pero se puede ser
“duro” y vibrar en Amor a la vez; en cambio se puede ser tierno y no sentir verdadero
amor.
Cuando se AMA espiritualmente una vez, ese AMOR no cesa, porque es reflejo del
AMOR UNIVERSAL DEL PADRE y siempre AMARAS a quien hayas AMADO con el
AMOR DIVINO, aunque la distancia y el camino que haya tomado el otro parezcan una
separación.
El AMOR UNIVERSAL, bajo cualquiera de las formas del amor humano, puede consi-
derarse como una relación de comunicación entre la Divinidad presente en nosotros y la
que se encuentra en los demás y en la Naturaleza toda. Cuando amamos en verdad y pureza
a alguien estamos venerando a Dios a través suyo. Pensemos en aquellos seres que pasan
quizás a nuestro lado y están esperando sólo una sonrisa, una caricia, una palabra de com-
prensión o de esperanza. Ellos son Dios intentando comunicarse, tratando de despertar a la
Divinidad dormida en nosotros.

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CAPITULO VIII

EL CONOCIMIENTO DEL SER

Yerran grandemente los que confunden al Espíritu (Nous) con el Alma


(Psiché) y no menos yerran los que confunden al Alma con el Cuerpo (So-
ma).
Plutarco

Luego de muchas encarnaciones humanas el Ser encarnado se va preguntando: ¿Quién


soy? ¿De dónde vengo y hacia dónde voy?... Y busca en Religiones y Filosofías la respues-
ta. Y en todas ellas encuentra la misma indicación, que esculpieron los sabios griegos en la
entrada de su más sagrado oráculo, el de Delfos: “CONOCETE A TI MISMO”, portal in-
evitable en el Camino del Ascenso. Si somos desprendimientos de la Divinidad, si Ella nos
dio el Impulso Vital individual, en nosotros mismos, y sólo en nosotros, debe estar la res-
puesta a estos eternos interrogantes. Comprenderemos así, poco a poco, cómo la Creación
toda VIVE dentro nuestro, porque el Microcosmos es reflejo del Macrocosmos - “COMO
ES ARRIBA ES ABAJO”, en palabras de Hermes Trimegisto, el gran Iniciado egipcio-. El
mismo Orden que rige en toda la Creación lo hallamos así en el Hombre.
Invito al lector a un Viaje Interior, a descubrir ese Orden Cósmico del que han hablado
todas las religiones y tradiciones esotéricas.

Que El, el Dios de la Paz, os santifique plenamente, y que todo vuestro


Ser, el Espíritu, el Alma y el Cuerpo, se conserve sin mancha hasta la Venida
de Nuestro Señor Jesucristo. Fiel es el que os llama y es El quien lo hará.
San Pablo, Hebreos, IV, 12

El Cuerpo Físico-Material

Encontramos, en primer lugar, que tenemos un Cuerpo Físico, constituido por distintas
densidades de materia. Así, sabemos que nuestro cuerpo físico-material consta, entre otros,
de un Sistema Oseo que le da la estructura sólida al conjunto, un Sistema Muscular que le
da movilidad, fuerza y consistencia, un Sistema Circulatorio que nutre, oxigena y purifica
en forma fluida a las células, un Sistema Respiratorio que introduce el aire portador del
oxígeno vital y saca los gases inservibles y tóxicos, un Sistema Endocrino portador de
complejos mensajes químicos y un Sistema Nervioso que transmite información y órdenes,
por medios químicos y eléctricos, a todo al organismo. Entre estos distintos niveles de den-
sidad existen otros tipos de tejidos de funciones variadas. Cada uno de estos sistemas puede
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considerarse como un “cuerpo” diferente, que se superpone e interpenetra a los demás. Más
adelante veremos cómo esta característica de superposición e interpenetración de los cuer-
pos se repite en todos los Niveles del Ser.
Pese a la complejidad y diversidad de sistemas, órganos, tejidos y células, el Cuerpo Fí-
sico es un TODO, de la misma forma que el Ser es un TODO y la Creación es un TODO,
orgánico e indisoluble.
¿Pero nuestro Centro de Consciencia, nuestro YO, que ahora comienza a buscarse a sí
mismo, se encuentra en este Cuerpo Físico? ¿Podemos decir que nuestro YO profundo, la
Chispa Divina, se identifica con los huesos, con los músculos, con la sangre o con las neu-
ronas? Seguro que no... incluso no podríamos hallar su huella en el cerebro, que maneja las
funciones más delicadas de nuestro cuerpo. Esta maravillosa máquina orgánica que nos
sirve para experimentar relacionándonos con el medio, no parece ser más que eso, pues
diariamente comprobamos que las discapacidades físicas, aún las más graves, no disminu-
yen las Potencias del Espíritu, como son el AMOR, la COMPRENSION y la VOLUNTAD.
Cuando la persona duerme, su Consciencia sigue experimentando tan o más intensamente
que en la vigilia, en forma independiente de lo que perciben sus sentidos físicos. Cuando
una persona cae en estado de coma profundo, o aún en estado vegetativo, su actividad cere-
bral, incluso sus funciones vitales, se reducen al mínimo. Sin embargo, la mayoría de las
personas (de no mediar problemas neurológicos irreversibles) despiertan de tal estado te-
niendo nuevamente Consciencia de ellas mismas, de su propia individualidad, que ha per-
manecido inalterada pese a lo que les sucedía a sus cuerpos físicos. Por eso el Esoterismo
ha llamado a los distintos cuerpos “vehículos”, porque son simplemente el medio de mani-
festación de la Consciencia. Estos “vehículos”, sin embargo son proyectados por el propio
Espíritu, para que pueda realizar a través de ellos su experiencia en el mundo físico.
El Cuerpo Físico-Material tiene sus requerimientos, que debemos atender siempre en la
medida que no perjudique al desarrollo de los Cuerpos Superiores que le siguen. Se equi-
voca quien cree que todo mal tiene su origen en el cuerpo físico. Él es fruto maravilloso de
la Madre-Naturaleza Cósmica, vaso contenedor de Fuerzas Divinas que aún no sabemos
controlar. Sin él serían imposibles nuestras experiencias en el Plano Físico, que tanto nos
hacen progresar en nuestra Evolución. Es cierto que en nuestras células se conservan ata-
vismos de la vida animal, bajo la forma de instintos. Pero nuestro deber como seres del
Cuarto Reino es controlarlos y aprender de ellos, pues para ello contamos con la Voluntad,
el Raciocinio y el Libre Albedrío. En esta Nueva Era que comienza debemos cambiar nues-
tro punto de vista con respecto al cuerpo. El paternalismo de las grandes religiones quiso
alejar al humano de todos aquellos peligros que lo distrajeran o desviaran de su vida espiri-
tual. El goce de los sentidos del cuerpo físico es de tal intensidad que es fácil para el hom-
bre olvidarse de sus propósitos más altos. Por eso la religión hinduista brahmánica hablaba
de liberarse de la ignorancia ( tamas) que provocaba la seducción de Maya ( el Mundo ma-
terial ilusorio); y el misticismo cristiano asociaba las tentaciones de la “carne” y del “mun-
do” con el mismo “Demonio”. Pero ha pasado ya mucho tiempo desde el advenimiento de
las prescripciones religiosas y no puede ocultarse más al hombre el verdadero valor de su
cuerpo físico-material, las fuerzas que se hallan latentes en él y los peligros de su mal uso.
A partir de allí todo depende de su Libre Albedrío y del punto de Conciencia alcanzado.
Quizás el desprecio del cuerpo nos ha llevado a los graves problemas de salud y psíquicos
que padece la humanidad actual, de la misma forma que el desprecio del mundo nos ha
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llevado al desequilibrio ecológico que producimos en el planeta. El cuerpo físico-material
es un valioso instrumento que debe ser cuidado, estudiado, comprendido y utilizado sólo
para el Progreso propio y de los demás. Armonizarse con el propio cuerpo es entrar en con-
tacto con la Tarea Espiritual que todos venimos a cumplir con su ayuda. Aún los problemas
físicos congénitos más graves están en nuestro cuerpo por alguna valiosa razón, que mu-
chas veces desconocemos o no podemos siquiera imaginar o aceptar. Pero siempre su supe-
ración redundará en una mayor Evolución del Espíritu.
En nuestro Viaje Interior, puesto que nuestra Consciencia puede estudiar y comprender a
nuestro Cuerpo Físico, abarcándolo como un TODO, podemos entender que, como Sujetos
de esta observación, debemos hallarnos en un punto de óptica más alta, en otro Nivel de
Experiencia, desde el cual percibimos como objeto a nuestro cuerpo más denso. Agudice-
mos entonces nuestra percepción y subamos otro Escalón en la Estructura de nuestro Ser.

El Cuerpo Etérico

Hallamos que más allá de los sentidos físicos y de las funciones orgánicas existe una in-
terrelación energética incuestionable entre nuestros tejidos y el medio. Esta energía invisi-
ble que envuelve a cada uno de nuestros sistemas físicos y que se irradia a nuestro alrede-
dor, tal como lo capta el Efecto KIRLIAN, es lo que los filósofos griegos llamaban “humo-
res”, en los últimos siglos “fluidos” y en la actualidad “energías bioplasmáticas”. Al con-
junto de estas irradiaciones físicas invisibles se le llama Cuerpo Etérico, Vital, Energético o
Cuerpo Físico-Invisible. La substancia de que está compuesto es el ETER, que corresponde
al Nivel Vibratorio del Plano Etérico, soporte energético de toda la materia física y que los
científicos actuales han redefinido como “red del Espacio-Tiempo”. Los niveles más den-
sos del Cuerpo Etérico pueden manifestarse como un campo electromagnético de muy alta
frecuencia, que envuelve y traspasa a toda la materia orgánica, cuya manifestación y estado
son detectables por diversos medios técnicos, entre otros la Kirliangrafía que se basa en el
efecto Corona. Los parapsicólogos lo llaman “Campo Bioplasmático” y los biólogos de
avanzada “Campo Morfogenético”, pues sirve de matriz a las formas físicas en crecimiento.
Los investigadores espiritualistas denominan a su substancia “Ectoplasma”.
Todas las enfermedades de los seres vivos se originan en perturbaciones o debilidades
en este Cuerpo. Por ello encontramos en antiguas y modernas Ciencias estudios de los dis-
tintos Niveles Energéticos de este Cuerpo. Por ejemplo, la red del CHI o Energía Vital de la
tradición China, que da origen, entre otras, a la Medicina conocida como Acupuntura. En
otro Nivel la Homeopatía, descubierta hace más de un siglo en Europa, trabaja con las
Fuerzas Etéricas liberadas por dosis infinitesimales de determinadas substancias, de pro-
funda acción energética sobre este Cuerpo. En un Nivel más sutil encontramos el estudio
milenario de los Centros Energéticos que son numerosísimos y se reparten por toda la su-
perficie del cuerpo, pero que, de acuerdo a la cultura, se distinguen los principales, en nú-
mero de cinco, siete, ocho, nueve o doce. El hinduismo reconoce a SIETE principales, lla-
mados Chakras, que distribuyen la Energía o Prana por toda la contextura del Cuerpo Eté-
rico. Son como vórtices etéricos en los que se concentra la energía que vitaliza al Cuerpo
Físico. Cada uno de ellos está relacionado con un plexo nervioso y con una glándula o sis-
tema de glándulas. Sirven de puente entre la materia y los otros niveles del Ser. Por ello los
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estados psíquicos y anímicos influyen sobre ellos y ellos a su vez sobre la salud orgánica.
Los chakras se ordenan jerárquicamente de acuerdo a su altura en la columna vertebral. El
chakra cardíaco es considerado el medio. Por debajo de él quedan los llamados chakras
inferiores y por encima quedan los llamados superiores. El más alto es el chakra coronario,
que nos conecta con nuestra Consciencia más elevada. Concentrándose en él se puede lle-
gar a percibir esa Presencia Observadora, que está más allá de los dos cuerpos que hemos
recorrido.

CHAKRA PLEXO GLANDULAS FUNCION

SAHASRARA CORONARIO PINEAL SABIDURIA-CONSCIENCIA

AJNA FRONTAL HIPOFISIS INTUICION-MISTICISMO

VISHUDA LARINGEO TIROIDES VOLUNTAD-LOGICA

ANAHATA CARDIACO TIMO SENTIMIENTOS-EMOCIONES

MANIPURA SOLAR SUPRARRENALES ACUMULADOR-INSTINTOS

SVADHISTANA LUMBAR BAZO-PANCREAS DEPURACION ENERGETICA

MULADARA BASICO SEXUALES PODER CREADOR

Cuadro 1: Los siete chakras y sus funciones.

Comprendiendo el funcionamiento de este “Doble Energético” que es el Cuerpo Etérico


o Vital, tendremos la posibilidad de mantener nuestro Cuerpo Físico en las condiciones de
salud indispensables para servirnos de Instrumento útil en nuestra Evolución, pues del esta-
do de los cuerpos más sutiles depende el funcionamiento de los más densos.

Pero recordemos que nos hallamos en Niveles densos de manifestación y que no hemos
hallado aún a nuestro YO Esencial, que parece estar más allá del simple aunque importante
dinamismo energético de los Cuerpos.

El Cuerpo Astral

Si profundizamos aún más en nuestra percepción interna, descubriremos que, por enci-
ma de nuestros cinco sentidos, que nos informan acerca del Mundo físico externo, y de las
sensaciones del Cuerpo Etérico sobre nuestro equilibrio energético interno, existe una “zo-
na” o Nivel de nuestro Ser que responde a estos estímulos, conformando estados de ánimo,
que según su intensidad pueden clasificarse como sentimientos, afectos, emociones o pa-

49
siones. A este Nivel se lo llama Cuerpo Astral, por vibrar en el Mundo o Plano Astral; co-
mo todos los demás cuerpos puede dividirse en distintos grados de densidad.
Como vimos al hablar de Evolución en el Cap. V, este Cuerpo Emocional se va consoli-
dando a lo largo de la Experiencia en el Reino Animal. En el cerebro de los mamíferos in-
feriores ya aparece el sistema límbico como “sintonizador” de los afectos. Es inevitable
que en el ser humano encarnado exista el fuerte llamado de los instintos, que son heredados
junto con su cuerpo físico. Sin darnos cuenta, gran parte de nuestras reacciones emociona-
les encuentran su fuente energética en los instintos, como si fueran ocultos resortes que se
liberan ante determinados estímulos, externos o internos. El más fuerte de los instintos es el
de supervivencia y de él se desprende, por ejemplo, el sentimiento de competitividad. Para
sobrevivir, una especie debe competir por su sustento o especializarse creando un “nicho
ecológico” que le garantice su exclusividad. En el ser humano este sentimiento sobrevive
dentro de la “capa” subconsciente, pudiendo aflorar con toda su ferocidad cuando nuestros
intereses se ven amenazados.

La psicología profunda reconoce dentro de las emociones primarias a los siete senti-
mientos arquetípicos, presentes en todos los seres humanos, que al entrelazarse y compli-
carse por la intervención de la mente racional, dan origen a las emociones complejas. Éstos
son: la alegría (goce), relacionada con lo familiar; el interés (curiosidad), relacionado con
lo novedoso; la tristeza (angustia), relacionada con lo que se ha perdido; el miedo (temor),
relacionado con lo desconocido; el enojo (ira), relacionado con la pérdida de autonomía; la
vergüenza (desprecio), relacionada con el rechazo; y el asombro (sorpresa), relacionada
con lo inesperado.

Si observamos cómo se desenvuelven estos sentimientos en nosotros, podemos distin-


guir, por ejemplo, entre las distintas formas del miedo tres principales, que son: miedo a la
muerte, miedo al sufrimiento y miedo a la culpa. Veremos también cómo la religiosidad ha
surgido como una forma de atenuar estos miedos arquetípicos. También observaremos que
la tristeza tiene siempre su origen en una baja autoestima. Se siente que uno no será capaz
de afrontar nuevas circunstancias, como puede ser la pérdida de un ser querido.
Cuando vibramos a nivel pasional estamos atados a deseos insatisfechos, algunos de
ellos rémoras de instintos animales; otros están en última instancia vinculados con la pose-
sión de objetos físicos, ya sean cosas o personas, o aún ideales “materializados”. Ocurre
que existe una tendencia en el Ser Humano terrestre que podríamos llamar “inercia involu-
tiva”, y que consiste en seguir sumando envolturas vibratorias a las que ya tenemos, como
hicimos durante el “Descenso” por los Tres Reinos de la Naturaleza. Se agrava entonces la
tendencia natural del Ser a identificarse con la última y más superficial de sus “envolturas”.
Y más allá del Cuerpo Físico nos revestimos e identificamos con el ropaje, pensando que
las personas deben valorarse de acuerdo a su forma de vestir. También nos revestimos de
otras “corazas” protectoras, como el hogar, la familia, los amigos, o aún ideas como la reli-
gión o la patria. Aquí se originan las distintas formas de amor propio - celos, envidias, pre-
juicios, ambiciones, etc.- individual o colectivo. Al considerar estas “corazas” como pro-
longaciones de uno mismo se tiende a defenderlas sin reparar en medios o consideraciones
éticas. Un claro ejemplo son las personas que se identifican con el automóvil que manejan.
Al volante sus personalidades cambian por completo; una sensación de omnipotencia les
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invade, más aún si consideran al vehículo como signo de jerarquía o de status social, y se
transforman en centauros de metal dispuestos a todo por imponerse en las calles.
El Cuerpo Astral, bien llamado “Cuerpo de Deseos”, exige siempre más y más porque
nunca está satisfecho. Lo importante es convertir estos deseos hacia metas cada vez más
elevadas, entonces los deseos sublimados servirán de motor a nuestros propósitos más al-
tos. Pero para ello hay que educarse primero en el conocimiento y comprensión de los de-
seos, para controlarlos después mediante una subordinación progresiva de los mismos a una
escala de valores que señale lo prioritario para la Evolución de nuestro Espíritu. Por ejem-
plo, cuando estamos por ceder ante algún deseo denso, como puede ser comer chocolate en
exceso, debemos pensar qué es lo que deseamos más, si satisfacer nuestra gula (que jamás
se satisface) o conservar nuestra salud y buen estado físico. Lo importante, y lo más difícil,
es elaborar el deseo de tal manera que no quede frustrado y reprimido, pues ello hará que
siga perturbando desde el subconsciente. Esta delicada elaboración se basa en el autocono-
cimiento y la comprensión de las fuerzas internas que se mueven en nosotros. Como dirían
los budistas: observar el deseo hasta que muestre su inconsistencia. Así podremos dedi-
car nuestras potencias a la consecución de deseos cada vez más trascendentes. Entonces
nuestras propias aspiraciones estarán teñidas por el deseo más Elevado: UNIRSE AL
CREADOR EN EL AMOR AL PROJIMO.
Cuando vibramos exclusivamente a nivel emocional, corremos el riesgo de densificar
nuestras emociones convirtiéndolas en pasiones, pues el Cuerpo Astral o Alma busca siem-
pre sentir más intensamente las cosas, hasta llegar a un punto que pueda escapar del control
de nuestra Conciencia. Pero podemos también mantenerlas como emociones puras, bajo el
equilibrio de los Niveles más Altos de nuestro Ser.
Las emociones pueden producir adicción, como las drogas. Es como si una emoción sos-
tenida y alimentada en el tiempo fuera dejando una marca, un hueco en el subconsciente.
Cuando determinadas circunstancias, externas o internas diluyen esa emoción, queda sin
embargo el hueco, que necesitamos llenar con un tipo similar de emoción. Y así pasamos la
vida, procurando cubrir vacíos del alma. Y muy a menudo solemos llenar espacios cuadra-
dos con formas triangulares.
Despreciamos los males del alma porque son menos evidentes y pueden ocultarse muy
bien durante un tiempo... pero tarde o temprano hay que enfrentarlos.

Pero... ¿podríamos decir que nuestro YO verdadero, que puede, si se le permite, contro-
lar a estos tres cuerpos inferiores, está constituido sólo por deseos, pasiones, emociones y
sentimientos? Por supuesto que no, pues éstos son inestables por naturaleza, a menos que
los subordinemos a algo más alto y permanente, que es lo Eterno en nosotros. Dejemos
entonces los Dominios de nuestro Cuerpo Astral para elevarnos a otro Nivel.

51
El Cuerpo Mental

¿Qué es lo que puede observar, analizar, comprender, encauzar y darles viabilidad a los
sentimientos y deseos, sino nuestra Mente Racional? Llamamos entonces Cuerpo Mental a
la Sede de nuestros pensamientos, que pueden desbocarse tanto o más que nuestros senti-
mientos. Como éstos, pueden ser sutiles o densos, positivos o negativos de acuerdo a nues-
tra propia conciencia. En los Niveles más altos de la Mente los pensamientos son abstrac-
tos, universales. En los más bajos son concretos, particulares. Nuestros pensamientos pue-
den estar teñidos por las presiones del medio, ya sea cultural, social o ideológicamente.
Muchas veces son forzados “desde abajo” por las emociones y deseos, pues en realidad no
existe una separación absoluta entre los dos niveles. Cuando las emociones son muy fuer-
tes, son ellas las que dirigen y hasta generan los pensamientos. No hay nada más peligroso
que una mente brillante al servicio de deseos desbordados.
No debemos confundir al Cuerpo Mental o Mente con el cerebro, que es el órgano físico
a través del cual se manifiesta sólo parcialmente, pues el Cuerpo Mental abarca e interpene-
tra a todos los otros Cuerpos y posee además la capacidad de proyectarse en el espacio,
como lo demuestra la telepatía, y en el tiempo, como lo demuestra la precognición. El
cerebro es un órgano en cierta medida autónomo, como una eficientísima computadora bio-
lógica, de la cual usamos sólo una pequeña parte de su capacidad; pero la Mente excede la
capacidad del cerebro y le da razón de ser. Creer que nuestro cerebro es el origen de nues-
tros pensamientos es como creer que un televisor es el origen de las imágenes que nos
muestra. Sería como si el cerebro fuera un televisor, con sus complejos circuitos que, ali-
mentados por una fuente de energía física, pudieran generar imagen y sonido. Materialmen-
te, un televisor tiene todos los elementos como para mostrar imágenes, pero sólo puede
hacerlo si capta unas ondas que provienen de más allá de su propia estructura, con las que
se sintoniza por resonancia. Sin embargo, si no le llegara la señal correspondiente de una
estación transmisora, sólo se verían puntos de luz confusos y se escucharían ruidos genera-
dos por la estática. La estación transmisora que genera la señal es la Mente; y las imágenes
que transmite las toma de “objetos” Reales, que se encuentran en un Nivel más alto aún, el
Mundo de las Ideas.
La Fuerza del pensamiento es Energía sutil pero penetrante. Un solo pensamiento, de
amor o de odio, llega hasta el último rincón de nuestro planeta, expandiéndose en sus Pla-
nos Astral y Mental como tinta en el agua. Allí toman forma propia y son alimentados por
pensamientos afines hasta que crecen tanto que llegan a plasmarse, “canalizados” por quien
esté “en sintonía” con ellos. Somos padres de estas creaciones mentales y, por lo tanto,
proporcionalmente responsables de sus efectos. Tarde o temprano volverán a nosotros co-
mo un boomerang, pues hay un lazo indisoluble que los une a su creador. Y la Ley del
Karma se encargará de que regresen con su poder multiplicado por la Ley de Afinidad Vi-
bratoria. Un caso concreto sería el de una persona que genera un pensamiento de odio y
destrucción hacia una figura pública. Ese pensamiento, aunque oculto, se irradia por los
niveles más bajos del Plano Mental, donde toma una forma densa determinada, quizás la
imagen de un asesinato. Por afinidad se une con otros pensamientos similares de miles de
personas que también odian a esa persona pública. Cuando el pensamiento-forma ha alcan-
zado determinada densidad y poder, se “precipita” y comienza a plasmarse en el Plano As-
tral, de donde puede tomarlo algún perturbado que sirva de “canal” para que este pensa-
52
miento-sentimiento asesino se concrete en el Plano Físico. Alguien habrá sido asesinado y
quien originó este tipo de pensamientos no hubiera imaginado que a él le corresponde parte
de la responsabilidad por este crimen. Sólo lo comprenderá cuando salde esta deuda kármi-
ca (que a su vez sea víctima de pensamientos destructivos) y al desencarnar “vea” la causa
de su destino.
El Cuerpo Mental constituye una especie de frontera en nuestro Viaje Interior. Lo que
vamos dejando atrás se conoce como Yo Inferior o Humano, dentro del cual el Alma o
Cuerpo Astral y la Mente conforman el Periespíritu, también llamado Alma o psiquis por
los antiguos sabios de Occidente. Más allá nos espera el Yo Superior o Espíritu. Pero habi-
tualmente el continuo fluir de pensamientos humanos, dispersos, enmarañados, descontro-
lados, constituyen una barrera que nos impide pasar más allá de la limitadísima realidad
humana. Es como si una horda de chiquillos bulliciosos no nos permitiera escuchar los
acordes suaves y armoniosos de una melodía que resuena en otra habitación. Comprende-
remos ahora que este alboroto de pensamientos desordenados no puede ser nuestro YO pro-
fundo. Debe existir un Orden mayor, que asegure la permanencia de nuestro Ser. Segura-
mente, cuando dormimos, al cesar estos remolinos mentales, nuestra Consciencia pasa a
vivir alguna Realidad distinta. Y este YO contempla ahora nuestro esfuerzo por alcanzar-
le...

Fig. 10: Los Cuerpos inferiores y los siete chakras.

53
Para atravesar esta barrera debemos realizar un esfuerzo, que se llama Concentración.
Debemos tratar de aquietar nuestros Pensamientos, de calmar nuestra Mente; y para ello
nada mejor que poner nuestra atención máxima en un objeto determinado: una imagen, una
palabra, un sonido, nuestra propia respiración o un pensamiento que apele a nuestra religio-
sidad. Al principio parecerá que no se obtiene ningún resultado, o que al intentar controlar
los pensamientos éstos se rebelan aún más, pero en el Camino Espiritual no hay que per-
der la paz buscando la paz.
Dejemos que los pensamientos fluyan, pasen y se desvanezcan, y volvamos cuanto antes
a nuestro objeto de Concentración. Quizás las primeras veces nuestra paciencia sea corta,
pero hay que perseverar si queremos hallar nuestra identidad. En algún momento, en algún
intento, nos daremos cuenta que el objeto de nuestra Concentración ha llenado nuestra
Mente, y que todas esas fuerzas dispersas que llamamos pensamientos se han alineado por
sí solas detrás del foco de atención. Sólo en este momento, y no antes, podemos prescindir
del objeto de la Concentración y entrar de lleno en lo que se llama Meditación.

El Cuerpo Intuitivo

- ¿Quién eres?
- Soy Tú.
- Puesto que eres Yo, pasa entonces, porque no hay lugar para dos Yo.

Antiguo Poema Sufí

Estando nuestra Mente absorta en el objeto de la Concentración, apartémonos de él y de-


jemos el Foco de Atención vacío, suspendido en la Nada. Nos sorprenderemos de lo fácil
que es, si hemos hecho bien las cosas hasta aquí. En realidad el estado de Mente en blanco
dura sólo un instante, pues inmediatamente comienzan a llegarnos sensaciones nuevas. Pe-
ro ese instante es suficiente para permitirnos la entrada a nuestro Cuerpo Intuitivo o Búdico
( del sánscrito boddhi: iluminación).
Luego de la extraña sensación de vacío (sunya), de “no-ser”, de una nada que nos hace
recordar al “Limbo” de la tradición judeocristiana, involuntariamente llegan a nuestra
Consciencia las Primeras Intuiciones. Pueden referirse a temas conocidos o totalmente in-
esperadas, pueden ser respuestas súbitas a viejos interrogantes, imágenes simbólicas o con-
cretas, premoniciones, recuerdos perdidos de ésta o de otras vidas, o incluso “voces” de
Seres queridos que ya han dejado su materia, o instrucciones de nuestros Guías.
Estamos ya en los Campos del YO Superior, terrenos que sólo esporádicamente pisamos
en nuestra vida humana. A partir de aquí todo lo que expresemos será aproximado, mas no
exacto, ya que la Realidad Espiritual no es transmisible por palabras. Esto no se aprende, se
vive. Las palabras, las oraciones, la música o las imágenes pueden llevarnos sí a la Expe-
riencia Espiritual, pero no pueden describirla en su exacta dimensión, pues esta Realidad
las sobrepasa y las hace tan sólo un medio prescindible.
A veces, en la vida cotidiana, nos llegan chispazos de información que se filtra de este
Cuerpo. Hallamos esas remotas sensaciones, como la de conocer ya a alguien que recién se
nos presenta. Estas sensaciones pueden originarse en “recuerdos” de vidas anteriores o en
54
la percepción del rol futuro de este ser en nuestro Plan de Vida. También podemos percibir
la presencia invisible de Seres, ya sea desencarnados o encarnados en estado de desdobla-
miento astral.
Cuando vibramos en el YO Superior sentimos como si todo nuestro Ser se llenara de
una extraña energía que atraviesa nuestros Cuerpos hasta hacernos sentir que todas nuestras
células arden y palpitan. Es la Energía en la que nadan nuestros Cuerpos Superiores, que
fluye a través de la puerta que hemos abierto. Este es el Cuerpo Intuitivo, también llamado
Cuerpo Sensorial Superior o Alma Superior, donde se encuentra la fuente de toda Inspira-
ción. Sentimos ya aquí la Presencia de nuestro YO Verdadero, pues la idea de objeto se va
fundiendo con la de sujeto, que es lo que buscábamos. Lo que percibimos aquí forma parte
de nuestra Esencia Inmortal.

El Cuerpo Causal

Si continuamos ascendiendo en nuestro Viaje Interior, con sólo proponérnoslo, iremos


pasando a percepciones cada vez más sutiles y abstractas, más esenciales y universales.
Llegado a un punto de exquisita dulzura y paz, donde todo es plácido y luminoso, nuestra
Consciencia se detiene, y casi sin darnos cuenta se sumerge en una corriente continua y
serena de Ideas. Ha llegado a su Hogar. Estamos en el Reino del Pensamiento Cósmico, la
Mente Superior, el Plano Causal. Las Ideas se encadenan armónicamente unas a otras, sin
mediación aparente de nuestra Voluntad. Aquí todo es Síntesis, Abstracción, Analogía. Es
el Mundo de las Ideas de Platón.
En medio de esta corriente majestuosa de conceptos abstractos, casi sin forma, vemos
surgir, poco a poco, una Idea-Madre. Entre fugaces y vaporosas imágenes de infinidad de
Mundos y Seres, aparece radiante la Idea, la Certeza - no razonada sino vivida- de que To-
do es una misma cosa, con infinitos aspectos. Vivimos la Unidad del TODO, la Comunión
con el Universo y su Creador. Ni mil páginas pueden describir este Estado, pues aquí no
pensamos, somos pensados por el Creador.
Hasta aquí, todo lo que se puede expresar con palabras sobre el Ascenso Interior del
Hombre y su búsqueda de SI MISMO. Más allá de la Mente Cósmica está el Espíritu Puro,
la Mónada, la Chispa Divina, de la cual sólo podemos decir que ES, porque ES DIOS
MISMO.
En el Esoterismo se acostumbra ilustrar la estructura del Ser con la alegoría del carruaje,
sugerida por Platón. Como toda buena analogía, permite extrapolar profundas enseñanzas
de sus símbolos. En ella se compara al Ser con un carruaje, con sus caballos, su cochero y
su amo. El vehículo en sí representa el cuerpo físico, que utiliza el Amo para avanzar; los
caballos son los deseos, que impulsan al carruaje; el cochero es la mente, que controla a los
caballos; y el Amo es el Espíritu, que ordena al cochero. Podemos también deducir que el
cochero (la mente) controla a los caballos (los deseos) mediante las riendas (la voluntad); y
que el Amo (el Espíritu) da sus instrucciones al cochero a través de su Voz (la conciencia).
Prácticamente todas las posibles situaciones del Ser encarnado pueden representarse e in-
terpretarse mediante esta alegoría. El descuido del carruaje (no cuidar la salud) puede difi-
cultar y hasta impedir el viaje. Si los caballos se desbocan (deseos desenfrenados) corremos
serios peligros y seguramente nos desviaremos del camino. Y si no tiran todos hacia el
55
mismo lado (deseos contradictorios) la marcha se entorpece. Si las riendas se cortan (falta
de voluntad) el cochero pierde el control. Por otro lado, un cochero despiadado (una mente
demasiado severa) puede dañar a los caballos y al carruaje. Un cochero ocupado sólo en sí
mismo (soberbia mental) no escuchará la Voz de su Amo... Y así sucesivamente.

Mapu-
Espiritualismo Esoterismo Rosacruces Egipto India China Grecia Alquimia
che

Espíritu
Chispa Divina Ego Atman Chung Mónada
Divino

Yo Cuerpo
Khu Samvid Nous Pullu
Superior Causal
Espíritu Anima
Espíritu Shen
de Vida Coelestis
Cuerpo
Buddhi
Intuitivo

Cuerpo Cuerpo Anima


Manas
Mental Mental Rationalis
Periespíritu
Ba Hun Psyche Am
(Alma)
Cuerpo Cuerpo Anima
Kama
Astral de Deseos Animalis
Yo
Inferior
Cuerpo Cuerpo Anima
Ka Sukshma P’o Pneuma Alhue
Etérico Vital Vegetalis
Cuerpo
Cuerpo Cuerpo
Zet Sthula Sheng Soma Corpus Anca
Físico Denso

Cuadro 2: La estructura del Ser según distintos Sistemas.

Ahora bien, como hemos visto, mi cuerpo físico - incluyendo su contraparte energética-
no soy YO, ni es mío, sino que el Padre Creador y la Madre Naturaleza me lo han prestado
para que realice mi Tarea con su ayuda. Mis emociones tampoco conforman la esencia de
mi ser, ni son enteramente mías, pues son producto de mi reacción ante las circunstancias
que la Ley ha previsto para que yo experimente de tal o cual manera. Mis pensamientos son
el fruto de ciertos mecanismos lógicos que enlazan mis experiencias con ciertas Leyes
Cósmicas que voy descubriendo, por lo que tampoco son míos ni soy yo. Y en el nivel más
alto de mi existencia mi propio Ser es el mismo Dios que alienta en todos y en todo. Mi
individualidad, entonces, es tan sólo ilusoria, pues no hay nada que pueda llamar propia-
mente mi “YO”. Cuanto más YO soy, más SOY TODO. Mi individualidad es un simple
espejo que refleja la Realidad Universal, una faceta de un cristal infinito que refracta una
Luz enceguecedora.

56
CAPITULO IX

EL CICLO VITAL HUMANO

El vivir del hombre, entre el Cielo y la Tierra, es el rápido pasar de un


caballo visto a través de una rendija. Un instante.
Chuang-Tzu

Uno de los grandes interrogantes del ser humano pensante, sino el fundamental, es el
misterio de la vida. Lo único cierto es que todos nacemos y hemos de morir. Vemos a todos
los seres amanecer a la vida, crecer, madurar, cumplir con su destino y desaparecer tras el
horizonte de la muerte, sin saber de dónde hemos venido y adónde nos dirigimos una vez
cumplido nuestro ciclo vital en esta tierra. Del mismo modo, el hombre primitivo ignoraba
qué sucedía con el sol durante la noche. De esta analogía surgió el “mito” del eterno retor-
no, de la rueda de renacimientos, pues el sol retorna una y otra vez de ese periplo oculto
que es la noche.
Frente al misterio de la vida existen dos posturas extremas: la de quienes desean escapar
de este mundo y piensan: “Yo no pedí nacer”; y la de quienes están fuertemente atados a
esta existencia y temen a la muerte, pensando: “Yo no quiero morir”. Ambas reflejan el
temor del hombre a lo desconocido. En mayor o menor medida, todos los seres humanos
tenemos cierta mezcla de estos dos sentimientos.
Pero si la vida nos parece extraña, la muerte aún más. La Ciencia ha planteado su posi-
ción filosófica: No hay nada más allá de la vida, y aunque lo hubiera, sería imposible de-
mostrarlo. Pero la Ciencia también sostiene que la Energía no se crea ni se destruye, sino
que se transforma. Si se demuestra que la identidad del hombre constituye un patrón ener-
gético que puede actuar fuera del cuerpo, entonces la supervivencia después de la muerte es
posible. Por eso resultan tan polémicas las pruebas de la telepatía, la telekinesis, el desdo-
blamiento durante el sueño, los viajes astrales y las experiencias de casi-muerte. Una
acción a distancia de la psique llevaría a cuestionar las creencias actuales de la ciencia or-
todoxa. Tampoco se puede negar que algo “colectivo” sobrevive a los individuos y hace
evolucionar a las especies, generación tras generación, a través de su patrimonio genético.
Algo también sobrevive a las vidas particulares de los seres humanos, a través de su patri-
monio cultural. Algo, por lo tanto, también debe sobrevivir a la muerte de las células indi-
viduales.
Por su parte, las grandes religiones se aferran a la promesa de la supervivencia del alma.
Para el Cristianismo habrá una “resurrección de la carne” después del Juicio Final. Pero las
moléculas que formaron parte de unos cuerpos pueden estar formando parte ahora de otros.
Y ¿con qué apariencia se vuelve? Si la persona falleció como bebé, o como deforme con-
génito, ¿volverá con esa apariencia? Para el Hinduismo las almas retornan en cuerpos de
57
distintas especies, vegetales o animales, de acuerdo a su conducta en la última vida, lo cual
nos llevaría a ver a los seres vivos de especies inferiores como humanos “castigados”. Mu-
chas veces dogmas como éste y el de “Cielo e Infierno” parecen haber sido implementados
por las grandes religiones como un medio de atemorizar a los individuos para que acaten
los preceptos morales que ellas imponían.
En general, se intuye que la materia es sólo una envoltura, que se toma al nacer y se deja
al abandonar este mundo. La madre que está por dar a luz siente que aquello que está ges-
tando en su vientre es un ser vivo, individual, ajeno a su propio cuerpo físico, aunque muy
cercano a su corazón. Y cuando nace y lo ve crecer, le parece mentira que haya podido al-
bergar y traer a este mundo a un ser humano autosuficiente, con características propias.
Cuando fallece un ser amado, aún los más escépticos no pueden más que reconocer que ese
cuerpo inerte que ha quedado está lejos de ser aquella persona que se amó. Algo se ha ido,
se ha retirado de ese paquete de moléculas, que sin el soplo vital ha cambiado fundamen-
talmente su naturaleza, sentimiento que se hace evidente en la frustración del último beso.
Lo único seguro es que la muerte nos regresa a un estado del que nos disociamos alguna
vez. Si consideramos a la psique un patrón energético, como lo demuestran avanzados es-
tudios en neurofisiología y psiquiatría, dicho patrón puede quedar registrado por una red
energética adecuada, como serían los distintos Planos invisibles, y así perdurar después de
la “desactivación” de su vehículo físico, o “imprimirse” en un nuevo soporte material. De-
ntro del marco de incertidumbres que constituye el saber humano, los místicos de todos los
tiempos y todas las culturas nos han esbozado un panorama bastante coherente y sorpren-
dentemente similar, a pesar de las diferencias culturales, de lo que es el significado del ci-
clo vital humano. La instrucción con respecto a los misterios de la vida en el más allá es
fundamental para quienes van a dejar este mundo, y por esta razón existieron, entre otros
textos, el famoso “Libro de los Muertos” de los egipcios y el “Bardo Todol” de los tibeta-
nos.

El Proceso de Encarnación

El Ser Espiritual cuya Evolución se manifiesta a través del Tiempo (ese Tiempo relati-
vo, individual, que obedece a un Ritmo de Experiencias) permanece en su “morada” espiri-
tual, en el Devachán (estado de Consciencia entre una encarnación y otra, de acuerdo al
grado de Iluminación alcanzado), hasta que en un determinado momento cósmico toma
consciencia de que ya no puede continuar Evolucionando sin volver a experimentar en el
Plano Físico. Las experiencias que se obtienen en los Mundos densos son únicas y las deu-
das kármicas adquiridas en estos niveles sólo pueden ser saldadas en el Plano donde se
produjeron.
El Ser que siente esta necesidad genera automáticamente un “llamado vibratorio”. Como
respuesta se acercan a él Seres de gran Jerarquía llamados los Señores del Karma, quienes
lo asesoran y guían en el trazado de un nuevo Plan de Vida, teniendo en cuenta sus necesi-
dades kármicas, experimentales y tareas para las que se ha ofrecido. Con este Plan el Ser
espera sacar el mayor provecho de este nuevo ciclo en la Tierra. Elige así dónde va a en-
carnar, bajo qué condiciones socio-económicas y culturales, quiénes serán sus padres (con
quienes ha establecido lazos kármicos previos o compromisos mutuos) y las distintas cir-
58
cunstancias que condicionarán su vida. El gran trabajo de los Señores del Karma es armo-
nizar entre sí los innumerables y distintos planes de vida. Pero para ello cuentan con una
capacidad cognoscitiva inconcebible para nuestras pobres mentes humanas.
El Plan de Vida se proyecta a grandes trazos, dejando los detalles al Libre Albedrío de la
personalidad encarnada, sin el cual las experiencias carecerían de valor. Por lo general, el
Plan de Vida no se cumple al pie de la letra, debido justamente al Libre Albedrío humano,
que deja pasar oportunidades o malinterpreta acontecimientos de su vida, apartándose así
del desarrollo ideal de los acontecimientos. El Plan de Vida constituye el Camino Espiritual
individual que requiere mínima energía; es decir que es la forma más eficiente de evolucio-
nar en el estado de encarnación. Toda desviación del Plan es un derroche de energía y una
demora en la Evolución.

Somos nuestro destino, somos nuestro proyecto irremediable de una cier-


ta existencia. En cada instante de la vida notamos si su realidad coincide o
no con nuestro proyecto y todo lo que hacemos lo hacemos para darle cum-
plimiento.
Ortega y Gasset

Se puede decir que el Plan de Vida es también una Vibración, o mejor dicho un Ritmo
(conjunto armónico de Vibraciones). Este Ritmo puede considerarse compuesto por tres
tipos de Vibraciones:

1º) Las que constituyen nuestras Facultades Espirituales, nuestras Aptitudes Divinas
latentes, con las que venimos a este mundo, desarrolladas en vidas anteriores, los “talentos”
de la parábola de Jesús, como ser: la capacidad artística.

2º) Las superaciones, las dificultades a vencer y el karma que nuestras anteriores ac-
ciones han atraído a esta vida y que antes de encarnar pedimos para sacar el mayor prove-
cho y seguir avanzando.

3º) La Vibración-Meta, que programamos alcanzar en esta vida, la “altura del peldaño”
ideal que procuramos ascender en esta jornada, mas que rara vez se alcanza en mundos
densos como la Tierra.

Una de las pocas cosas determinadas con precisión por el Ser, con la guía de los Señores
del Karma, es el momento exacto de su nacimiento, teniendo en especial consideración la
configuración astrológica del momento de su concepción y el de su nacimiento propiamen-
te dicho. Las influencias astrológicas establecen un conjunto de predisposiciones que facili-
tan el cumplimiento del Plan de Vida, ya sea a través de las experiencias, de las superacio-
nes o de pagos kármicos. Las distintas predisposiciones astrológicas no son atavismos in-
superables, sino herramientas con las cuales se debe trabajar, controlándolas y poniéndolas
a nuestro servicio.
Otros seres de Jerarquía Superior que colaboran en el proceso de encarnación son los
Señores de las Formas, quienes diseñan, teniendo en cuenta las necesidades kármicas del
Ser encarnante, la forma que tendrá su cuerpo físico. Esta forma quedará impresa en el cuá-
59
druple átomo-simiente, a partir del cual se conformarán los cuerpos físico, etérico, astral y
mental. El átomo-simiente es un patrón de energía condensada en el que se registra infor-
mación referente a todas las existencias previas del ser y con dicho material se da forma a
su nueva existencia física.
Comienza entonces el Ser a densificar las capas más “externas” de su contextura energé-
tica, originando así un descenso vibratorio que lo conducirá a los Planos más densos de la
Creación. Al acercarse a nuestro mundo atrae hacia sí, por afinidad, en primer lugar, subs-
tancia del Plano Mental. Las características de esta substancia mental estarán de acuerdo
con los procesos mentales cristalizados en existencias anteriores. Más tarde ocurrirá otro
tanto, al penetrar en el Plano Astral, con la substancia emocional, y, finalmente, en el Plano
Etérico, con la substancia vital. Al atravesar estos Planos el Ser va cayendo en un estado de
sopor, que lo sumerge en una semiconsciencia, durante la cual va repasando detalle por
detalle su Plan de Vida. Con la ayuda de sus Guías y Protectores, se acerca a sus futuros
padres, armonizando sus vibraciones con las de cada uno de ellos. Este es un trabajo arduo
para los Guías, pues muchas veces los lazos que lo unen con sus padres son de naturaleza
kármica y sus vibraciones no son para nada armónicas con las del Ser que está por nacer.
Por ejemplo, en el caso extremo de seres que se hayan odiado en la vida anterior y ahora
conformen una misma familia para aprender a amarse.
En el momento sagrado de la concepción, uno de sus Guías implanta en el espermato-
zoide que fecundará al óvulo el átomo-simiente; cuando óvulo y espermatozoide se unen,
el ser rodea al cigoto y dentro de sus vibraciones el átomo-simiente comienza a desenvolver
su patrón etérico, al cual se ajustarán las células en desarrollo. Este campo morfogenético,
como le llaman los biólogos especializados, le permite al ser disponer del patrimonio gené-
tico heredado de sus padres para ajustarlo a sus necesidades kármicas. Si bien el Ser dispo-
ne de un número limitado de posibilidades, dadas por su herencia genética, puede activar y
combinar aquellos genes que le sean necesarios en esta vida. La gran mayoría de nuestros
genes permanecen inactivos durante todo nuestro ciclo vital. La ciencia academicista atri-
buye al azar y a las leyes de la probabilidad el hecho de que se activen unos y otros no.
A medida que el embrión se desarrolla, el Ser va internándose más y más en la materia.
Se considera que este proceso se completa después del tercer mes de embarazo. Durante los
primeros seis meses el campo morfogenético irá estructurando no sólo el cuerpo físico,
sino también el etérico, el astral y el mental, de acuerdo con sus atavismos emocionales y
mentales, “heredados” de sus vidas anteriores. Mientras tanto, el ser empieza a revivir sus
experiencias y facultades adquiridas en los Reinos Mineral, Vegetal y Animal. Todo el de-
sarrollo embriológico humano (ontogénesis) representa una recapitulación de la evolución
física de la especie. Al principio, la forma del embrión es como el de un pez, luego semeja
el de un reptil y finalmente el de un mamífero. De la misma forma, después del nacimiento
el ser recapitulará sintéticamente las experiencias de sus anteriores existencias humanas.
Transcurridos siete meses ya está en condiciones de nacer a la vida exterior. La mayoría
de los seres humanos toman dos o tres meses más para afianzar su desarrollo y adaptarse
mejor a las vibraciones del mundo al que acaba de llegar.
Crecimiento y Maduración

En el preciso instante del nacimiento, en que el bebé toma su primer aliento, se ponen en
marcha sus propios biorritmos internos (un ciclo físico de 23 días, uno emocional de 28 y
60
uno mental de 33) ya que hasta entonces regían los de su madre (ver fig. 11). También en
ese momento las influencias astrológicas se cristalizan en su carta natal.
El período de crecimiento del ser humano puede dividirse en etapas de siete años de du-
ración. Se dice que cada siete años renovamos por completo las células de nuestro cuerpo
físico. Por supuesto, estos términos son aproximados y varían de individuo a individuo. En
algunos casos extremos la madurez completa nunca llega en el ciclo vital actual. Aproxi-
madamente entonces, durante los primeros siete años el ser comienza a controlar su Cuer-
po etérico, sus funciones fisiológicas, vegetativas y perceptivas. De los 7 a los 14 años
aprende a controlar su Cuerpo astral, sus conductas instintivas y emociones. De los 14 a
los 21 años el ser desarrolla y perfecciona el uso de su Cuerpo mental, ordena sus pensa-
mientos y conceptos de la vida. Con esta edad se considera que alcanza su madurez huma-
na. A partir de los 21 años y hasta los 28, el ser humano clarifica sus ideales y fundamenta
su trayectoria espiritual. En principio, a partir de los 28 años el ser está capacitado para
encauzar el aspecto espiritual de su vida.

Fig. 11: Biorritmos de los 40 primeros días de vida.

A lo largo de su crecimiento van apareciendo en su conciencia de superficie estructuras


propias de sus vidas anteriores, o de la vida intrauterina, o de la infancia (complejos, fobias,
manías, tendencias, sueños, etc.). Cuando termina de superar las características de la perso-
nalidad de su última vida, el ser queda libre para comenzar las experiencias propias de ésta
sin condicionamientos atávicos. Es un caso ideal, muy raro entre los humanos comunes,
que siempre arrastramos lastres de existencias anteriores y que, por lo tanto, no terminamos
de alcanzar la verdadera madurez.
Según la Sabiduría Pitagórica los ciclos de siete años pueden a su vez agruparse en 4 ci-
clos mayores, de 21 años cada uno, análogos a las estaciones del ciclo solar anual:

61
7 PRIMAVERA
14
21
28 VERANO
35
42
49 OTOÑO
56
63
70 INVIERNO
77
84

Superada esta edad con lucidez, se entraría en una nueva primavera, meta buscada por
los antiguos maestros taoístas.

El Proceso de Desencarnación

La muerte es una evolución, así como el nacimiento y el crecimiento es


evolución lenta y firme. La muerte es tan necesaria para el crecimiento del
hombre como la propia vida.
Mahatma Gandhi

Terminado el período normal de experiencias en este mundo, el ser se apresta a dejar


atrás los “vehículos” que tanto le han servido en este ciclo vital. Salvo interrupción por
muerte violenta (asesinato o suicidio) fuera del Plan de Vida (cada caso requeriría un estu-
dio detallado), el cuerpo físico, por medio de una enfermedad o accidente, detiene sus fun-
ciones orgánicas y comienza el proceso de desvinculación de los distintos cuerpos. El tiem-
po de separación de los distintos cuerpos del físico depende del grado de dependencia y
apego del ser hacia su cuerpo físico, sus seres queridos, objetos de su pertenencia o lugares
que frecuentaba. Un alcohólico puede permanecer años, después de su muerte, rondando el
bar donde acostumbraba beber, induciendo a los bebedores vivos a su vicio, para poder
“emborracharse” a través de ellos.
Ni bien comienza la corrupción de la materia (las células cerebrales mueren primero,
minutos después de cesar las funciones vitales) el cuerpo Etérico se desprende, pero como
está sintonizado vibratoriamente con el cuerpo físico, permanece durante un período varia-
ble cerca de él. Más tarde comenzará a su vez a disgregarse - más lentamente que el cuerpo
físico- reintegrando su substancia energética al Plano Etérico. En determinadas condiciones
atmosféricas algunas personas suelen ver a estos cuerpos cerca de los cementerios, deam-
bulando erráticamente. Aunque se los suele confundir con “fantasmas” el esoterismo les da
el nombre de “cascarones”, pues carecen de un Espíritu que les anime. Sus movimientos
son automatismos remanentes. Las emanaciones etéricas de estos “cuerpos” invisibles en

62
descomposición son nocivas para el común de los humanos, por lo que no es aconsejable
vivir en las cercanías de cementerios.
Mientras tanto, la Consciencia del Ser, con sus otros cuerpos, comienza su viaje de re-
torno a su morada. Poco después de “fallecer” se ve proyectado por el cordón de plata, que
al desprenderse del cuerpo etérico, comienza a retraerse. Esto es lo que muchos vivencian
como un viaje vertiginoso a través de un túnel. Luego toma consciencia del Plano Astral,
donde puede percibir escenas ya horrorosas (por ejemplo, en el caso de suicidas u homici-
das) o reconfortantes, de acuerdo a la “sintonía” que establece por afinidad vibratoria de su
campo emocional. También puede encontrarse con seres amados desaparecidos y sus Guí-
as, que se habrán acercado para recibirle y acompañarlo a su Morada, si alcanzó la evolu-
ción suficiente como para darse cuenta de su estado. Aquí, si no lo ata al Plano Astral nin-
guna dependencia pasional, entra en un estado de sopor, al tiempo que sus percepciones
interiores lo llevan a recapitular las principales experiencias de esta vida, para extraer de
ellas el máximo provecho. En esta tarea es ayudado por sus Guías y los llamados Señores
del Akasha o Archiveros, que le ayudan a sentir no sólo lo que él ha vivido sino también lo
que ha hecho a los demás. Si el proceso es satisfactorio, es decir, si toma consciencia de los
efectos de sus acciones, del sufrimiento o gozo que ha provocado en su vida, pronto pasa al
Plano Mental, dejando atrás la envoltura astral que también empieza a desintegrarse. Fi-
nalmente, al entrar en el Plano Mental, el Ser se enfrenta con sus propias creaciones menta-
les que allí toman forma concreta. Al revisar sus pensamientos debe aprender a disolver
aquellos que le dificultarán su avance en futuras vidas, tales como pensamientos estrechos,
estereotipos, prejuicios, fanatismos y creencias absolutas. Una vez terminado este largo
proceso, el ser está en condiciones de despertar de este “sueño” en su Morada, dejando de-
trás su envoltura mental que comienza lentamente a disgregarse. Algunas veces, cuando el
Ser decide volver a encarnar antes de que se termine este proceso de desintegración, atrae
hacia sí los restos intactos de sus estructuras mentales previas, naciendo con parecidos con-
dicionamientos que en su última existencia.
El ciclo se repite una y otra vez, hasta que el Ser alcanza la máxima Sabiduría, el
máximo Poder y el máximo Amor, que las experiencias en los Planos Físicos pueden brin-
dar. A partir de entonces ya no necesita volver a encarnar en un Mundo denso, se ha libera-
do de la rueda de las encarnaciones o Samsara. Pero puede volver por Amor, como Bod-
hisatva o Maestro, para Iluminar a los hombres que aún están encadenados a Maya, el
Mundo de la Ilusión.
Más allá del concepto espiritual de supervivencia del espíritu después de la muerte, so-
mos todo aquello que se ha irradiado de nosotros: pensamientos, sentimientos, palabras y
acciones. Esta energía ha creado cadenas causales infinitas, como una lluvia crea ondas a
millares en la superficie de un lago. Ésta es una forma cierta de inmortalidad. Todo el Uni-
verso ha sido modificado de alguna manera por nuestra existencia individual. Esa misma
alteración somos nosotros, para siempre. Si pensamos en Dios veremos que todo cuanto
hemos irradiado vuelve seguro a Su Seno... y eso es inmortalidad.

63
CAPITULO X

LA LEY DE CAUSA Y EFECTO

No hay en la Naturaleza efecto sin causa. Aprehendida la causa, no te in-


quiete la experiencia.
Leonardo Da Vinci

Desde los albores de la especie humana en la Tierra el hombre ha observado en la Natu-


raleza que lo rodea que unos fenómenos tienen su origen en otros. A unos llamó efectos y a
otros, los que les precedían, causas. Comprendió que una misma causa puede tener varios o
múltiples efectos y que los efectos dependían de las condiciones dadas en cada momento.
A esta actitud psicológica de ligar unos fenómenos con otros se la llama relación de
causalidad, y en base a ella se han desarrollado todas las ciencias. La Ciencia en general
busca explicar las relaciones causales que ligan los fenómenos, mediante leyes que a su vez
permitan predecir los efectos conociendo las causas. De esa forma el Principio de causali-
dad es la piedra fundamental de todo conocimiento humano, incluidos el arte y la religión,
pues mientras el arte busca lograr determinados efectos en el alma humana a través de las
leyes del color, de la composición, del volumen y la textura, de la combinación de sonidos,
del ritmo, etc., la religión busca explicar las causas que el hombre no logra aprehender a
través de sus sentidos físicos.
Se acostumbra oponer al concepto de causalidad el de casualidad, pues en éste los
efectos son impredecibles y se dice que no están relacionados con causa alguna. Sin em-
bargo, también se puede decir que estos efectos, como sería la cara resultante del tiro de
una moneda, responden a múltiples causas desconocidas para nosotros, como el impulso
que se le dará, la velocidad de giro de la moneda en el aire, la altura que alcanzará, etc., que
de conocerse nos permitirían elaborar leyes predictivas para saber, dadas ciertas condicio-
nes iniciales, el resultado del tiro. Y aunque de hecho existen fenómenos impredecibles por
naturaleza, debido a una indeterminación intrínseca, ello no significa que no existan causas
que los originen. La indeterminación no invalida el principio de causalidad. Se habla de
azar, pero aún el azar se sabe que está delimitado por las leyes de la probabilidad.
La Ciencia de todos los tiempos ha indagado en las cadenas causales, buscando con afán
causas de causas, para elaborar leyes cada vez más generales que permitan explicar y pre-
decir una cantidad mayor de fenómenos. Así entre los filósofos de la Antigüedad y de la
Edad Media se hablaba de una Causa Primera que diera origen a todas las demás causas. En
la actualidad el avance fabuloso de la astronomía, de la física y de las matemáticas ha per-
mitido descubrir que todo cuanto sucede ahora en el Universo físico tiene su causa común
en una Gran Explosión o Big-Bang que ocurrió hace más de quince mil millones de años y
que dio origen a toda la energía y la materia que existe. No se ha llegado aún a determinar
64
si detrás de esta gran Causa existe otra, que fijó estas condiciones iniciales y que sería lo
más cercano al concepto de Dios que la Ciencia contemporánea ha llegado a describir. Se-
ría la Causa sin Causa, el Creador.
Las filosofías y religiones, tanto de Oriente como de Occidente, han estudiado esta Ley
de Causa y Efecto, descubriendo aspectos de la misma que son de vital importancia para el
progreso del Alma humana en su Camino hacia la perfección. Nosotros intentaremos en-
samblar ambas visiones para tener así un panorama completo de sus implicaciones para la
vida y el futuro del hombre.
La vida nos es extraña. Se nos presenta llena de efectos cuyas causas por lo general des-
conocemos. Pero aún los dolores y las injusticias son parte del equilibrio dinámico del Uni-
verso.
En la Creación todo está conectado de alguna forma entre sí y con la totalidad de lo exis-
tente y no hay nada que suceda en un extremo del Universo que no tenga algún efecto en el
resto de la Creación. Es como si todo estuviera suspendido en los infinitos hilos de una sutil
telaraña, tan sensible que registra hasta el menor de los movimientos. Las telarañas que
conocemos forman redes de dos dimensiones. Imaginemos una telaraña ilimitada, que desa-
rrolla toda su complicada estructura en tres, cuatro o más dimensiones, como lo muestran
por un lado los espiritualistas en sus experiencias místicas y por el otro, los científicos en
sus teorías cosmológicas.
Quiere decir que nada ni nadie es ajeno a lo demás; y lo estamos viendo con dolor ahora
al comprobar que todo cuanto hemos hecho como civilización contra la Naturaleza de nues-
tro Planeta nos regresa como un bumerang de desastres ecológicos que ponen en peligro
nuestra propia supervivencia como especie.
El ser humano es plenamente responsable de sus actos, en la medida que es consciente
de lo que hace. No así los representantes de los otros Reinos de la Naturaleza, que no han
adquirido aún Conciencia del “Bien” o el “Mal” que realizan. Esta responsabilidad es lo
que pone en juego el aspecto espiritual de la Ley de Causa y Efecto.
Digamos que existen causas que dan explicación a cuanto sucede en el Mundo físico, a
través de otros acontecimientos también físicos, como ser un accidente de tránsito, debido a
que le fallaron los frenos a un vehículo. Estas serían causas secundarias. Pero existirían
también causas primarias, o espirituales, que son las que explican porqué ese accidente
ocurre en ese momento y no en cualquier otro y porqué afecta a determinadas personas y no
a otras.
Sólo la interpretación correcta de la Ley Espiritual de Causa y Efecto explica la existen-
cia de una Justicia Divina, sin apelar a dogmas y misterios. Cada uno es responsable de su
propio destino. Todo cuanto de nosotros sale a nosotros vuelve. Tal es la síntesis de esta
Ley, estudiada tanto por los Sacerdotes egipcios, como por los Magos caldeos, los Sabios
presocráticos, los Maestros orientales y los Shamanes americanos.
Debido a que tanto los animales, como los vegetales y los minerales carecen de respon-
sabilidad en sus actos, pues no han desarrollado aún un nivel alto Nivel de Consciencia y,
por lo tanto, de Libre Albedrío, no podemos hablar en su caso de causas primarias, sino
solamente de causas secundarias, quedando así la Ley de Causa y Efecto limitada a llevar-
los a determinadas experiencias necesarias en su Evolución.
En el caso del ser humano, y de seres de mayor evolución, la Ley de Causa y Efecto
asume no sólo el aspecto de Ley de Experiencia, sino el de Ley del Karma, como le han
65
dado en llamar los Maestros de la India. “Karma” significa literalmente “trabajo”, “ac-
ción”, y representa el esfuerzo necesario para restablecer el orden natural que las cosas te-
nían antes de nuestra intervención consciente. A su vez la Ley del Karma se puede estudiar
en dos ramas, como la Ley de las Compensaciones o de Justicia y la Ley de Reencarna-
ción o de las Encarnaciones Sucesivas.

⎧ Ley de Experiencia
Ley de Causa y Efecto ⎨ ⎧ Ley de Compensaciones
⎩ Ley del Karma ⎨
⎩ Ley de Reencarnación

Platón en Fedro llama Ley de Némesis a la que nosotros llamamos Ley del Karma, y
Ley de Adrastea a la que llamamos Ley de Reencarnación.
Los griegos y la filosofía occidental en general vieron a la Ley de Causa y Efecto como
una moneda con dos caras inseparables: Todo cuanto sucede es debido a alguna causa-
fuente u origen y a una causa-fin o finalidad. Estos dos tipos de causas responden respec-
tivamente a los interrogantes de por qué y para qué sucede algo. Esta visión, por supuesto,
lleva implícita la suposición de una cierta intencionalidad en los acontecimientos, ya sea
por la existencia de un “Destino” o de una Voluntad Superior que lo rige todo.
El Conocimiento Espiritual nos dice que la Causa-Fuente de todas las demás causas es
la Divinidad, de la cual surgió todo; la que a su vez es también la Causa-Fin, pues todo
está orientado hacia Ella y destinado a volver a Ella. Estamos habituados a considerar
siempre las causas-fuente de las cosas y con ello perdemos una perspectiva valiosa de las
experiencias, pues en las causas-fin está el sentido de la existencia y el provecho de cuanto
nos sucede. Debemos preguntarnos tanto por qué nos suceden las cosas, como para qué,
qué se espera de nosotros. A medida que se asciende en la Evolución, el concepto de Cau-
sa-Fuente pierde importancia frente al de Causa-Fin.
La causa-fin o finalidad de nuestras vidas es el Progreso dentro de la Ley de Evolución,
que determina el retorno de todas las criaturas al Creador, del Cual alguna vez surgieron.
La Ley de Experiencia establece que sólo se progresa mediante el aprendizaje constante
de las experiencias vitales. Entonces cada acontecimiento de nuestras vidas está orientado a
servirnos de enseñanza y estamos obligados a repetir las experiencias hasta tanto hayamos
extraído de ellas la sabiduría que nos permitirá avanzar en el AMOR UNIVERSAL. Esta-
mos acostumbrados a ver tan sólo un aspecto del Karma, y cuando nos sucede algo nos
preguntamos “¿qué habré hecho para merecer esto?”,pero muy rara vez nos preguntamos
“¿qué se espera que aprenda yo de esta situación?”.
A un Ser avanzado ya no le importa tanto si su situación actual se debe a tal o cual ac-
ción en vidas anteriores, pues su nivel de auto-conocimiento le permite saber cuáles son sus
“puntos débiles”. Lo que más le interesa es cómo extraer el mayor provecho y aprendizaje
de las circunstancias actuales y cómo movilizar sus Fuerzas hacia su mayor Evolución.

Nada ocurre por nada, sino todo por una razón y por necesidad.
Demócrito
66
En la Mente Divina, ajena al devenir del Tiempo, Causa-Origen y Causa-Fin son la
misma cosa. Las Causas y los Efectos se intercalan y entrelazan, trastocándose constante-
mente unos en otros. Una determinada situación es efecto de otra, pero a su vez es causa de
otra futura.

Revisemos qué cosas de la conducta de los seres humanos, como hechos conscientes,
pueden poner en acción a la Ley del Karma: Yendo desde lo más denso hasta lo más sutil,
somos responsables ante las Leyes Espirituales de nuestros actos, palabras, sentimientos
y pensamientos. Con estos cuatro aspectos interactuamos con el Mundo. Eso es en cuanto
a lo que sale de nosotros; pero en cuanto a lo que llega a nosotros, podemos distinguir entre
experiencias, superaciones, pruebas, karma y tareas.

En la vida no hay premios ni castigos, sino consecuencias.


Robert G. Ingersoll

Las Experiencias

Un determinado acontecimiento de nuestras vidas puede constituir una experiencia que,


como ya vimos cuando hablamos de la Ley Espiritual respectiva, está destinada a convertir-
se en Sabiduría del Espíritu o a repetirse tantas veces como sea necesario para ello, si-
guiendo siempre esta Causa-fin. Una experiencia no necesariamente genera o es producto
del karma; por ejemplo: conocer un lugar o aprender alguna ley física; lo cual no significa
que no sea el efecto de alguna causa espiritual, como es el Plan de Vida (ver Cap. IX) dia-
gramado antes de encarnar. Generalizando, se podría decir que todo, tarde o temprano, ter-
mina siendo una experiencia espiritual.
A lo largo de nuestras innumerables vidas, miles y miles de experiencias se han acumu-
lado sobre nuestros Espíritus. En su mayor parte esas experiencias que nos brinda la Vida
en todos sus aspectos, han sido transformadas en Sabiduría, esa sutil elaboración espiritual
(Cap. I) que no necesariamente se tiene que expresar sólo a través de nuestra mente racio-
nal o intelecto, sino que también puede manifestarse a través de nuestras almas sensibles,
en forma de bellos sentimientos que nos hablan de lo bueno que hay en todas las cosas.
Y la Sabiduría nos dice que en cada circunstancia negativa de nuestras vidas humanas
hay una gran esencia de Bien, porque lo sabemos, porque lo aprendimos de infinidad de
existencias, porque lo pudimos observar desde el Espacio Espiritual una vez que desencar-
namos, vida tras vida.

La Conciencia

La Voz principal de esta Sabiduría Espiritual, archivo oculto de nuestro Espíritu, es la


Voz de nuestra Conciencia. Recurramos a ella una y otra vez, e intentemos escucharla aten-
67
tamente, despojándola de todo “ruido parasitario”, como en las transmisiones radiales, para
que la Conciencia hable “claro y fuerte”. Escuchada así, estaremos conectados con el Ar-
chivo Eterno de nuestra Sabiduría, y su Voz hará conmover hasta la última fibra de nues-
tros cuerpos:
- Conmoverá nuestra mente, porque nos dará Luz para discernir en los aspectos que no
veamos con claridad...
- Conmoverá nuestra alma, porque aflorarán en ella sentimientos netos, no dubitativos,
bien definidos...
- Conmoverá nuestros cuerpos físico y etérico, porque nos sorprenderemos por la poten-
cia de nuestra energía positiva; tendremos conciencia de las enormes fuerzas de que dispo-
ne nuestro Espíritu para actuar en este Plano a través de nuestro cuerpo, su instrumento.

Consultemos nuestra Conciencia como lo haríamos con nuestro mejor amigo, sin
temores ni desconfianzas, como si ese amigo “juzgara” nuestros actos, no para censu-
rarnos, sino para aconsejarnos, porque nos ama.

Nuestra Conciencia más alta nos habla en el recogimiento o imprevistamente, ante situa-
ciones que requieren nuestra acción amorosa. Esforcémonos por ser fieles a esa Voz, que se
siente más fuerte cuando más nos empeñamos por conocernos a nosotros mismos, hasta el
último recoveco de nuestra personalidad humana, adonde la Luz de nuestro Espíritu no
llegue con toda intensidad. Reconocido con Alegría, como lo haríamos cuando encontrára-
mos un incipiente problema en un artefacto antes de que provoque otras fallas y daños ma-
yores, este rinconcillo oscuro debe ser tratado con especial cuidado, sin ansiedad por des-
cubrirlo por completo y limpiarlo en un solo día, porque durante tanto tiempo ha estado sin
luz que se ha hecho sensible a ella; y al principio, seguramente dolerá, pero una vez ilumi-
nado, debemos tomarnos el tiempo que sintamos es el justo y comencemos con la limpieza.
Para ello hace falta grandes dosis de Voluntad y de Humildad para reconocer ante lo Supe-
rior que nada somos y que necesitamos ayuda, ya sea de nuestros hermanos en el Camino,
de nuestros Guías o de nuestro propio Espíritu, a quien iremos descubriendo a medida que
descubramos también a nuestra personalidad humana. Y cuando ambas personalidades se
conozcan y se amen, se estrecharán en un abrazo esperado por milenios... y ambos serán
UNO y serán UNO también con el Padre. Esto es el Nirvana, la Unión de lo Macrocósmico
con lo Microcósmico, la Fusión de lo Inferior con lo Superior, la Armonía entre lo Activo y
lo Pasivo, la Unión en Dios y el cese de todo deseo.

Pero hemos dicho que la mayor parte de las Experiencias de las sucesivas vidas son ca-
pitalizadas en forma de Sabiduría. Resta pues una parte, ciertas experiencias que no asimi-
lamos, que no logramos captar en su aspecto esencial. No descubrimos la causa que las
originan ni la razón que persiguen. Entonces la experiencia se hace estéril, se torna en una
circunstancia aislada, sin origen ni fin.
Es así que las experiencias, por no haber cumplido con su finalidad en nosotros, que es
aprender de ellas, se repiten una y otra vez, hasta que, en ésta u otra vida, llegamos a la
“clave”, la comprensión del porqué, y pasa a ser incorporada en nuestro “banco de datos”
espiritual.

68
Al comienzo de su Evolución como humano, al ser le cuesta aprender de sus experien-
cias. Es como un niño, que hasta que no se quema por tercera o cuarta vez no deja de pre-
tender tocar el fuego. A medida que avanza en su Evolución, los órganos periespirituales
del hombre han ido desarrollándose, y esa capacidad de percibir la Esencia Universal de los
hechos se va haciendo más aguda.
Con esfuerzo por superarnos, llegará el momento en que la Ley Divina sólo deba poner-
nos una vez frente a la experiencia para que ya la transformemos en Sabiduría Espiritual.
Mientras tanto, debemos seguir trabajando en nosotros mismos. Debemos mirar toda expe-
riencia, dolorosa o grata, no tanto como Karma, sino como necesidad de aprendizaje.
Karma no es más que la necesidad de aprender trabajando.
Consultemos todas las veces que lo necesitemos a nuestra Conciencia y sintámonos
alumnos aplicados en la escuela de la Vida. ¿Hasta cuándo seguiremos rindiendo una y otra
vez exámenes que no hemos aprobado? Sólo de nuestra Voluntad depende. Las autolimita-
ciones ya no podrán ser excusa para nosotros.
EL RITMO HACIA LA SUPREMA PERFECCION LO MARCAMOS NOSOTROS
MISMOS.

Las Superaciones

Una superación es la necesidad evolutiva de conocer, controlar y dominar un determi-


nado aspecto de los cuerpos densos que constituyen al ser encarnado, a fin de que éstos
respondan fielmente a los mandatos del Espíritu y así poder aprovechar mejor la cuota de
energía disponible en una determinada encarnación. Una superación del cuerpo físico sería,
por ejemplo, aprender a no comer más de lo necesario. Una del cuerpo astral sería aprender
a dominar las pasiones; y una del cuerpo mental, no sentir orgullo, sino responsabilidad,
por el saber adquirido. Superar no es renunciar, rechazar, reprimir o huir de las tentaciones,
sino enfrentarlas valientemente, estudiándolas hasta que el falso valor que les atribuimos
pierda consistencia. Tampoco las superaciones están ligadas necesariamente al Karma,
aunque por lo general suelen estar asociadas a él.
Si, por ejemplo, tengo miedo a la altura, esta fobia puede tener su origen en una muerte
por caída en alguna vida anterior. Esta muerte, a su vez, pudo haber sido así por Karma,
porque en otra vida arrojé a alguien desde un acantilado. Pero en todo caso el Karma expia-
tivo quedó saldado con aquella desencarnación. Sin embargo, el recuerdo traumático debe
ser superado para continuar avanzando y no arrastrarlo a vidas subsiguientes. Las fobias,
manías, obsesiones, etc. son trabas que pueden impedirnos realizar nuestras Experiencias y
Tareas. El miedo a la altura de nuestro caso puede impedir que ayude a alguna persona que
se halle en peligro.

Las Pruebas

Como vimos en el Cap. V, la Evolución del Ser Autoconsciente lo lleva a pasar por cir-
cunstancias similares a las que ya ha atravesado con anterioridad, a fin de que afiance su
aprendizaje. Estas circunstancias constituyen verdaderas pruebas, planificadas por el pro-
69
pio Ser antes de encarnar. Los momentos de nuestra vida en que se presentan estas pruebas
constituyen puntos clave donde se definen las pautas para la futura evolución del Ser: las
experiencias que necesitará, las superaciones que deberá enfrentar, el karma que deberá
repetirse. Cuando al desencarnar se repasa la vida entera se presta especial atención a estos
“puntos” de prueba. Imaginemos que cada vez que tengo la oportunidad de no reaccionar
ante un agravio, pierdo el control y me pongo violento. La prueba se repetirá ( aparecerá
alguien que injustamente me agreda) y mi reacción en ese momento definirá futuras prue-
bas similares, hasta que no sean más necesarias.

El Karma

La Ley del Karma establece que a toda acción corresponde una reacción hacia el ser que
la ejerció, de igual intensidad, pero de sentido contrario, proveniente del mismo Plano o
Nivel Vibratorio que la causa. En primer lugar, señala una equivalencia espiritual entre las
causas y los efectos, conocida como Ley de las Compensaciones. Si en una vida he roba-
do, en otra el Karma hará que sea robado y sienta las consecuencias, en carne propia, de lo
que hice en una existencia anterior. Aunque no recuerde el hecho causal, se creará en mí la
idea de que robar provoca sufrimiento y que no le desearía a nadie lo que acabo de padecer.
En segundo lugar, esta Ley señala la necesidad de encarnar una y otra vez en el Plano
Físico, a fin de saldar deudas kármicas contraídas en este mismo Plano, conocida como Ley
de Reencarnación.

Así como un hombre que, habiendo abandonado sus ropas usadas, toma
otras nuevas, así el portador del cuerpo, habiendo dejado sus cuerpos usa-
dos, entra en otros nuevos.
Bhagavad Ghita, 2-22

Si volvemos al Plano Físico es porque algo en él nos hace volver, por lo general un cú-
mulo de deudas espirituales adquiridas con seres que también han reencarnado en otros
cuerpos. A veces las deudas son de tal magnitud que lleva muchísimas vidas saldarlas.
Imaginemos un gobernante que ha conducido su nación con injusticia, que ha provocado
dolor a miles y hasta millones de seres.
De esta forma nuestros actos, palabras, sentimientos y pensamientos recibirán, tarde o
temprano, en ésta u otras vidas, una respuesta de su misma naturaleza, proveniente del Pla-
no Físico, Astral o Mental, según el caso. La responsabilidad kármica se basa en la inten-
cionalidad de los actos. El error involuntario no acarrea Karma doloroso, pero sí la obliga-
ción de reparar los daños producidos, pues de todas maneras se debe aprender de la expe-
riencia, en especial a ser más atentos y conscientes de nuestras acciones. Supongamos que,
sin darme cuenta, yo emita una opinión equivocada sobre una persona que aspire a un pues-
to en mi empresa; y que esa opinión determine que mis jefes rechacen su solicitud, desen-
cadenando una serie de inconvenientes en su vida. Al desencarnar y revisar mi vida, veré la
cadena causal de este hecho, que desconocía. Automáticamente, si mi evolución es más o
menos avanzada, asumiré el compromiso de ayudar a ese ser en otra vida. Si mi acción
hubiera sido consciente, porque, por ejemplo, la persona era negra y tengo prejuicios racia-
70
les, entonces sí, mi Karma será padecer una situación similar en el futuro, hasta que com-
prenda el sin-sentido del racismo.
Se acostumbra dividir el Karma en positivo y negativo, entendiendo al positivo como el
que resulta placentero y negativo al que resulta doloroso. Pero siendo el placer y el dolor
representaciones subjetivas de los seres, podemos decir que todo Karma es positivo, pues
redunda siempre en una mayor Evolución del individuo, dependiendo el dolor o el placer
de la posición que se asuma con respecto a los acontecimientos. El Karma devuelve a noso-
tros todo lo que de nosotros salió, sin distinciones entre “Bien” y “Mal”, entre positivo y
negativo. Todo eso depende solamente de nuestro grado de consciencia (ver Cap. XI).
La finalidad de la Ley del Karma es que aprendamos de nuestras experiencias pasadas,
convirtiéndonos en los destinatarios de las mismas acciones de las que fuimos emisores. De
esa forma podremos juzgar en carne propia si nuestra acción fue beneficiosa o no.
No siempre un Karma “positivo” o placentero es lo mejor para el Espíritu, pues puede
constituir una durísima prueba, como lo es en este mundo gozar de fortuna, belleza, inte-
ligencia, o poderes paranormales. Todas son experiencias vitales que nos exponen a tenta-
ciones referentes al abuso de estos dones. De esta forma un Karma “positivo” puede ser
origen de un Karma “negativo” si no se supera la prueba.
La única forma de evitar el Karma “doloroso” es alcanzar el mismo punto de compren-
sión que se lograría con el dolor, pero por otra vía, tal como el trabajo en sí mismo, la me-
ditación, la caridad, etc. La Ley Divina ha ideado el Dolor como último recurso de aprendi-
zaje, aunque para la humanidad terrestre sea una de las formas más eficientes de avanzar en
su Evolución. Los seres humanos terrestres tenemos incorporada hasta tal punto la idea del
sufrimiento, que estando en el Espacio espiritual, antes de encarnar, nos cuesta concebir un
Plan de Vida sin dolor. Por eso se dice que vivimos en un “valle de lágrimas”, un Mundo
de Expiación.
Siempre hay una forma no-dolorosa de hacer las cosas, de aprender de la vida. Mas don-
de la Ley pone dolor, porque nosotros mismos lo hemos atraído, a su lado pone siempre el
gozo capaz de remediarlo y compensarlo. El dolor aislado sería un desequilibrio imposible
dentro de las Leyes Universales.

El dolor, cuando no se convierte en verdugo, es un gran maestro.


Concepción Arenal

No siempre se puede atribuir al Karma - en el sentido estricto- todo lo que nos pasa. Lo
que llamamos “mala suerte” puede ser tanto una prueba para nuestra paciencia como una
consecuencia de no estar lo suficientemente atentos a nuestras intuiciones.

Las Tareas

Las Tareas son situaciones de responsabilidad, acciones de Servicio que el Espíritu pro-
grama antes de encarnar, para avanzar más en el Camino del Ascenso espiritual. A la luz
del escaso entendimiento humano pueden parecer a veces superaciones, pruebas o karma
doloroso y ser en realidad Tareas espirituales, en aspectos que el ser ya tiene superados.
71
Pero espiritualmente puede haberse ofrecido para ayudar con su vibración de esfuerzo y
transmutación del dolor a otros seres en similar situación. Tal sería el caso de un ser que en
lugar de postrarse en su silla de ruedas aceptara el desafío que la vida le presenta, sin rebe-
larse, y trabajara por ayudar y alentar a otros lisiados. Muchas veces las Tareas Espirituales
se yuxtaponen con el karma, las superaciones y las experiencias, aprovechando al máximo
las circunstancias de esta vida encarnada. Uno pudo haber planificado para esta vida ayudar
a otros al tiempo que se paga un karma doloroso, como ser ciego y fundar un instituto de
rehabilitación para ciegos.

El Servicio

Cuando se realiza una Tarea de Servicio, como las de caridad o curación, muchas perso-
nas suelen quedar agotadas físicamente, pero no hay razón para quedar sin fuerzas. Si uno
está debidamente conectado con lo Superior, la Energía fluye constantemente, reponiendo
aquello que se da. Pero al no estar totalmente armonizados con nuestro Ser verdadero, el
que entrega energía es nuestro Yo humano, que cree bastarse a sí mismo en su amor a los
demás.
Por otro lado, cuando se consuela, el error más común que se comete es identificarse con
el dolor ajeno, “ponerse en el lugar del otro” en vez de ayudar desde nuestra óptica. Se
pierde así una visión distinta del problema y se cae en la misma vibración del que sufre. El
otro, entonces, se sentirá un poco mejor, pues descargó en nosotros su pena y tomó energía,
pero no habremos ayudado todo lo que podíamos y nosotros quedaremos con rastros de esa
vibración y con menos fuerzas, porque entregamos de las nuestras sin reponerlas. Hay que
tener en cuenta que mucha gente está tan acostumbrada a sufrir que se cierran en sus pro-
pios círculos viciosos y es poco lo que puede hacer desde alguien desde afuera.
Un consejo para compensar ambos aspectos es ofrecer a lo Superior, mentalmente, el
problema que nos han traído, ya sea durante la tarea o después. En realidad todas nuestras
actividades deberían ser ofrecidas al Ser Superior que veneramos. Al ofrecernos a los pies
del Cristo o hacer todo con consciencia de Krishna o con espíritu Búdico, quedamos auto-
máticamente conectados con los Planos Superiores, de donde vendrán las Fuerzas que ne-
cesitemos. Lo ideal sería ofrecerlo todo a los “pies” de Lo Superior, los hechos agradables
o desagradables; nuestro alimento diario, nuestro sueño, los elogios o agradecimientos re-
cibidos, las críticas y calumnias, nuestras enfermedades, dolores y angustias, nuestros erro-
res y defectos...
Los Seres Superiores dan constantemente Alimento Espiritual a toda la Humanidad, pero
para recibirlo en plenitud el ser debe abrir conscientemente su corazón, a través de la ora-
ción, o de la buena voluntad de acción, que es su equivalente. Cuando hay seres que no
reciben todas las bendiciones de lo Alto porque no actúan de ninguna de estas dos formas,
nuestro propio ofrecimiento y pedido a lo Superior se hace más valioso, pues asume casi la
misma efectividad que si el pedido lo hubieran realizado ellos personalmente.
Cuando se pide por la salud de un Ser no se debe esperar un resultado determinado, pues
no conocemos las necesidades espirituales de este Ser. Debemos trabajar por evitar el dolor
en lo posible en él y quienes lo rodean. Aplicando la regla que dice que el AMOR puede
cambiar los efectos sin desvirtuar la Ley, hay que estudiar qué pretende la Ley que
72
aprendamos de este hecho doloroso y hacer lo posible porque se alcance esa comprensión,
para que se alivie o aún transmute la carga dolorosa.
Si actuamos, sentimos y pensamos a tono con nuestra Tarea espiritual, se nos facilitarán
los medios, las conexiones y las fuerzas para que sigamos adelante. Aún en las peores si-
tuaciones, aún en medio del dolor, de la violencia o del caos, la Vibración Divina está
siempre presente, y está presente en nosotros mismos.
Adonde vayamos encontraremos problemas que resolver, dificultades que superar, metas
por alcanzar, pues la Tarea no está en un lugar determinado... la Tarea va con nosotros.
La Tarea Espiritual es siempre una Vibración de Servicio, de Servicio en el Amor... pero
el Amor bien entendido no es sólo piedad, sino que reúne en sí a todos los aspectos resumi-
dos en los Siete Rayos de la Evolución: el Amor en Servicio debe ser piadoso, sabio, fuerte,
justo, armónico, devoto y alegre. Todos estos aspectos deben ser considerados y manteni-
dos en equilibrio, sino el Amor es incompleto... y no pasa de ser sólo un sentimiento.
El Amor en Servicio debe ser Humilde y abrazar la Perfecta Pobreza de Corazón. Esto
no significa despojarnos de todo lo que tenemos, sino comprender íntimamente lo pequeños
que somos y que nada nos puede pertenecer, ni aún nuestra personalidad humana, que de-
jamos al desencarnar. Ser humilde significa saber ubicarnos en nuestro justo valor, ser
conscientes de que sólo somos individuos entre millones de millones de Seres; pero tam-
bién darnos cuenta de que sin cada uno de nosotros el Plan Universal sería incompleto.
El Amor en Servicio debe ser Puro. esto es Amar y Obrar sin mancha alguna, franca-
mente, sin esperar los resultados de nuestra Acción, sin intereses, sin especulaciones, sin
complejos ni bajas vibraciones que enturbien nuestra Tarea, entregándonos sin condiciones
ni prejuicios, con Buena Voluntad hacia todos y hacia todo, incluyéndonos también a noso-
tros mismos.
El Amor en Servicio debe ser Manso, pacífico, no-violento; debe subordinarse sólo a las
Leyes Divinas, que están grabadas a fuego en nuestros corazones, que son por las cuales
deberemos responder tarde o temprano. Ante todo se debe conservar la Paz... pues si obra-
mos con fines positivos, buena voluntad y de acuerdo a las Leyes Universales, lo demás
estará en manos del Padre. Sólo Él sabe qué es lo mejor para todos.

73
CAPITULO XI

EL BIEN Y EL MAL

El mundo es bellísimo, sólo puede hablarse del mal en sentido relativo;


todo es bueno o es malo según se considere.
Heráclito

Acostumbramos clasificar todo cuanto nos rodea, nos sucede o conocemos como “bue-
no” o “malo” y esa es la base del pensamiento dual que hasta ahora ha predominado en la
mente humana. El mundo se nos aparece como formado por pares de opuestos y todo debe
ajustarse a esta descripción limitadísima de las cosas. Un claro ejemplo se tiene si nos dete-
nemos a pensar en qué cosas merecen nuestro apelativo de “mal”. Encontramos un amplio
rango que abarca cosas muy disímiles: calificamos a una persona de “mala” cuando su
comportamiento perjudica a otros, o censuramos una conducta diciendo que está “mal”,
pero también llamamos “mal” a una enfermedad, decimos a un niño que su tarea está “mal”
porque se equivocó, o que hay “mal” tiempo cuando éste arruina nuestros planes, y genéri-
camente hablamos de los “males” que azotan a la humanidad. En definitiva, parece ser que
es “malo” todo aquello que no nos agrada, con lo cual queda claro lo subjetivo y relativo de
esta primitiva clasificación de los seres y las cosas.
Pero ¿cuál es la raíz de este pensamiento dual, que tantos problemas le ha causado al ser
humano? Como vimos al hablar de la Creación (Cap. III), podemos explicar al Universo y
su Génesis por el Juego Cósmico de Dos Polaridades de origen Divino, el Padre Creador y
la Madre Cósmica, Aspectos Yang y Yin de una sola y única Realidad. Los araucanos lla-
maban a Dios Nguenechén, pero también podía ser invocado como Unkusé, Padre Eterno,
o Unfichá, Madre Eterna. A partir de la combinación de estos dos Principios Cosmogóni-
cos se construyen los infinitos grados que constituyen a todos los Seres. Es una distorsión
de la percepción de la Naturaleza el reducir las cosas a extremos polarizados, ya que no
existe nada en el Universo que no esté constituido a la vez por los dos Principios generado-
res, como queda graficado en el símbolo Yin-Yang, donde cada Aspecto tiene un núcleo
latente de la Polaridad opuesta (Fig. 12).

Quizás la asociación de YANG con lo positivo, lo luminoso, lo manifestado, lo activo,


lo masculino, y, por otro lado, de YIN con lo negativo, lo oscuro, lo oculto, lo pasivo, lo
femenino, ha llevado a un error conceptual que llegó incluso a poner de un mismo bando al
“demonio, el mundo y la carne”, como ha sido en el caso de la teología cristiana (en espe-
cial San Agustín). El menosprecio del mundo nos ha conducido a sentirnos privados de
raíces, desterrados, como exiliados en una tierra extraña, y es posible que el maltrato que ha
recibido este planeta por nuestra parte, tenga origen en este pensamiento subliminal. Otro
74
tanto ha sucedido con nuestro cuerpo físico, que además de haber sido despreciado y morti-
ficado por aquellos considerados más espirituales (quizás en aquel momento fue una técni-
ca válida), ha sido tratado como fuente de pecado y objeto de vergüenza que debía escon-
derse. Y en este juego de clasificar las cosas en buenas o malas según su polaridad, surgie-
ron también los prejuicios contra la mujer, tenida por espiritualmente inferior al hombre
(como es el caso de la tradición judía, cristiana y musulmana).

Fig. 12: El símbolo Yin-Yang de polaridades complementarias.

Para comprender la raíz del pensamiento dual, podemos rastrear en la Evolución espiri-
tual del Hombre hasta el momento en que, habiendo terminado ya sus experiencias en el
Reino Vegetal, comienza a experimentar en formas animales, desde los primitivos proto-
zoarios hasta los mamíferos superiores. En este estadio se acentúa la percepción de las con-
diciones ambientales, generando ahora una respuesta activa. Si las condiciones son favora-
bles para la supervivencia, el animal se siente atraído hacia ese medio, y si no lo son, lo
rechaza y tiende a alejarse o defenderse. Por otro lado, la sabia Naturaleza ha encontrado la
forma de que la conducta animal garantice la supervivencia de la especie, y es mediante el
placer. Largo sería para los fines de este libro explicar los procesos físico-químicos que se
relacionan con la sensación de placer.
Conductas vitales como el alimentarse y el reproducirse son motivadas por el recuerdo
del placer que producen. De esta forma se crea en la memoria del individuo, y en la de la
especie, una clasificación de las cosas en agradables (que producen placer) y desagradables
(que producen el efecto contrario). Lo agradable es bueno para la propia vida y lo desagra-
dable es malo. Por ejemplo, ciertas especies menores, entre los insectos, reptiles y anfibios,
aseguran su supervivencia con su propia toxicidad o un gusto en extremo desagradable, que
producen al comérselos, y, para recordárselo al predador, por lo general llevan como aviso
colores combinados como el negro y el amarillo. De esa forma la especie predadora recuer-
da y asocia esos colores con lo tóxico o al menos con un gusto desagradable.

75
Pero en todas las especies animales y en especial en las de evolución superior, la expe-
riencia va llevando al individuo a aprender que no todo lo agradable es bueno ni todo lo
desagradable es malo, llegando incluso en algunos casos al autosacrificio, acto que contra-
dice al instinto de supervivencia.
El ser humano, en los primeros años de su vida, también va aprendiendo que lo que le
produce placer, en especial cuando es en exceso, no siempre es bueno. Lo vivimos cuando
nos indigestamos por haber comido demasiado. Como en el ser humano el aprendizaje ya
es casi exclusivamente individual, a veces se necesitan repetidas experiencias para que ex-
traiga de ellas algo de sabiduría, y aún así tropezamos una y otra vez con la misma piedra.
En general hemos hecho del placer un fin en sí mismo, cuando la Naturaleza lo hizo un
medio para la supervivencia de las especies. A nivel material encontramos el ejemplo de la
gula y la lujuria. Pero incluso en lo espiritual podemos hablar de cierto “hedonismo”, cuan-
do se llevan a cabo determinadas prácticas de meditación con el solo fin de “sentirse bien”
o gozar de un estado alterado de consciencia. El sentirse bien, integralmente, es una con-
secuencia natural, una recompensa que la vida da cuando nos integramos armónicamente a
ella. El gozo no debe ser el fin de nuestra búsqueda, ya que también podemos sentirnos
bien en la inconsciencia. La finalidad de la meditación es la expansión de la Consciencia y
la integración a Realidades cada vez más altas. Pero si esto no se comprende, las técnicas
de meditación pueden convertirse entonces en evasión o curiosidad por percibir cosas nue-
vas; sería apenas una droga más.
Volviendo a la raíz del pensamiento dual, el animal no distingue entre el Bien y el Mal
en el sentido moral, sino entre gusto y disgusto. Los humanos terrestres no hemos discerni-
do aún esos conceptos y asociamos dolor con lo malo y placer con lo bueno. Eso revela una
perspectiva mental muy corta. El Ser de Evolución Superior, sin embargo, maneja el dolor
y el placer, haciéndolos totalmente relativos, haciéndolos depender de su Deber, que no es
más que concentrar sus esfuerzos hacia su Tarea, libremente elegida por él. Para el Ser
Evolucionado lo que duele es apartarse de la Tarea, y se goza con el deber cumplido.
La filosofía griega de la antigüedad, en particular la platónica, no dividía taxativamente
las cosas en buenas o malas, sino que todas participan en determinado grado del Supremo
Bien. Quiere decir que el nivel de Perfección de los Seres se daba por la armonía con el
Todo. El Ideal de Perfección estaba constituido por VERDAD, BONDAD y BELLEZA. El
fecundo concepto de armonía era el que explicaba los infinitos grados de perfección. De
tal manera que la Verdad era la armonía con la Realidad, la Bondad era la armonía con las
Leyes de la Naturaleza y la Belleza era la armonía entre las partes del Ser. Pero la Perfec-
ción absoluta era un ideal que no se daba siquiera entre los dioses, sino en el Ser Supremo,
el Gran Desconocido.
A través de los siglos, el concepto vigente del Bien y del Mal, ha llevado a juzgar a los
hombres en base a escalas de valores morales que no siempre se ajustaron a los legales.
Pero si nos detenemos a pensar que toda escala de valores es subjetiva y, por lo tanto, rela-
tiva, veremos que no se puede juzgar a las personas, pues cada uno actúa de acuerdo a su
propia escala de valores y realiza lo que cree es justo para sí. Entonces se nos dice que si
bien no se puede juzgar a la persona, sí pueden juzgarse los actos. Por ejemplo: matar
es malo. Pero también han de contemplarse las circunstancias, pues nadie es ajeno a las
condiciones de su entorno, ya sea en su formación o en el momento de los hechos. La con-
ducta de un individuo jamás es un hecho aislado. Un campesino que roba una vaca para
76
darle leche a sus hijos, no puede compararse a quien desfalca a una institución pública para
comprarse un yate.
El Derecho se ha apartado de la Justicia, por eso tenemos leyes injustas, que no contem-
plan la particularidad de cada caso. Y los jueces son sólo seres humanos, falibles como
cualquiera. Quizás en un futuro próximo las cárceles no sean ya lugares de castigo, donde
se juntan ladronzuelos con asesinos y desequilibrados, y de donde las personas salen más
resentidas de lo que entraron, sino verdaderos lugares de rehabilitación.
Aún en la vida ordinaria nos es demasiado fácil saltar del simple análisis de los hechos
al juzgamiento de los seres y con ello a la crítica, que siempre carece de los suficientes
elementos de juicio. Desconocemos los móviles internos de las personas y las causas espiri-
tuales que generan sus conductas. Y aún si contáramos con este Conocimiento, comprende-
ríamos mucho más a todos, hasta amarlos por encima de sus actitudes externas, cualesquie-
ra que éstas sean.
El que juzga lo hace porque se cree superior al juzgado. ¿Y quién sabe en qué punto se
encuentra cada uno? Nos podemos equivocar tanto... Valoremos a cada uno por lo que es
en esencia, Chispas Divinas como nosotros, tratando de brillar a través de la carne. Todos
estamos igual en una búsqueda de la propia identidad y la felicidad, y no podríamos decir
quién está en esta vida más adelantado en el sendero, pues cada sendero es totalmente dife-
rente a los demás. Sólo se puede intuir quiénes manifiestan más lo que ya han alcanzado.
Las leyes físicas que conocemos son un reflejo de las Leyes Espirituales, adaptado al
Ritmo Vibratorio del Plano Físico. Podemos valernos, por lo tanto, de la semejanza de
estas leyes para comprender cómo juegan las fuerzas Evolutivas en el perfeccionamiento
del Ser.
Cuando el Ser Espiritual comienza a experimentar en los distintos Niveles de su Camino
Evolutivo, recibe un Impulso Vital dirigido a su mayor perfeccionamiento. Lógicamente,
al atravesar Planos de densidad vibratoria cada vez mayor, se genera cierta “resistencia al
avance” propia del Plano. Adelantarse es cada vez más difícil y la Evolución se retarda. En
el Plano Físico dicha fuerza contra-evolucionante es máxima. Si llamamos “positivo” a
todo lo que favorezca y acelere nuestra Evolución y “negativo” a todo lo que la dificulte y
retarde, tendremos que la constitución de los Planos densos, por naturaleza, tiende a retras-
ar la Evolución. Además la densidad de los Planos inferiores restringe el grado de Cons-
ciencia del Ser. Por ello es que las antiguas religiones y filosofías han considerado fuente
del Mal a la materia y a todo lo asociado con ella. Pero no hay nada en el Universo que no
tenga una finalidad para la Evolución del Ser. Y la resistencia de los Planos densos (Men-
tal, Astral, Etérico y Físico-Material) está para ser vencida. Esa es la experiencia que de-
bemos vivir en estos Planos. A toda fuerza contra-evolucionante se le puede contraponer
una fuerza evolucionante consciente que refuerce el Impulso Vital natural, para poder recu-
perar el Ritmo Evolutivo original (Fig. 13). En este caso hablamos del Esfuerzo.
En los Reinos Mineral, Vegetal y Animal, la Evolución es inconsciente. Los seres que
experimentan en esos Niveles no necesitan preocuparse por su Evolución. Los Guías del
Alma Grupal (ver Cap. V) garantizan que las experiencias de los individuos sean armóni-
cas con el Impulso Vital que conllevan. Quiere decir que la resistencia del Plano es com-
pensada por el Trabajo del Guía Grupal, que amorosamente se encarga de dirigir las expe-
riencias vitales de los seres bajo su protección. La resistencia al avance se hace mínima
porque se alcanza una configuración óptima de experiencias, armónicas con las Fuerzas de
77
la Naturaleza. En cambio, el ser humano, librado ya a su propia voluntad, es responsable
ya, de acuerdo a su grado Evolutivo, de sus acciones, y debe aprender de sus propios erro-
res. Los errores representan demora en su evolución y el aprendizaje de sus errores se tra-
duce en el esfuerzo por compensarlos.
Pero a esta trama de fuerzas evolucionantes y contra-evolucionantes naturales se suma
otra problemática: cuando el hombre emplea su voluntad, no para compensar la demora en
su Evolución, reparando sus propios errores, sino para entorpecer la Evolución ajena, y con
ello, también la propia. Genera de esa forma una fuerza contra-evolucionante consciente,
“negativa” propiamente dicho. Como este fenómeno sólo se da recién en el Reino Humano,
se dice que entonces el Ser adquiere “conciencia del Bien y del Mal”. Aquí, entonces, en-
contramos una definición más exacta de lo que es “el Bien y el Mal” en un mundo como el
nuestro, teniendo en cuenta siempre que ambos son aspectos ilusorios y relativos de una
única realidad. El “Mal” sería la aplicación de una Fuerza consciente con finalidad contra-
evolutiva y el “Bien” sería la aplicación de una Fuerza opuesta destinada a compensarla.
Pero como vimos la escala puede ser infinita, pues lo que para unos es negativo, para otros
puede ser positivo de acuerdo a su necesidad de experiencia y a su momento Evolutivo.

Entiendo por “bueno” aquello que sabemos con certeza ser un medio pa-
ra acercarnos cada vez más al modelo ideal de naturaleza humana que nos
proponemos. Y por “malo”, en cambio, entenderé aquello que sabemos cier-
tamente nos impide referirnos a dicho modelo.
Spinoza

Fig. 13: Fuerzas evolucionantes y contra-evolucionantes.

Las Fuerzas Evolucionantes y Contra-evolucionantes Conscientes, se manifiestan ener-


géticamente como Vibraciones. Las Vibraciones llamadas “negativas” son desarmónicas
con las Vibraciones Naturales, como el ruido entre las ondas sonoras, mientras las Vibra-
ciones “positivas” son armónicas y se refuerzan entre sí por resonancia, como en una melo-
día. El ruido puede desarmonizar una melodía. También se da el caso de Vibraciones que
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son armónicas entre sí, y por lo tanto también reforzadas, pero su combinación con el resto
de Vibraciones en acción es desarmónica. Se dice entonces que las vibraciones son negati-
vas porque están fuera de tiempo y lugar, es decir que están desarmonizadas con el contex-
to espacio-temporal. Tal es el caso, por ejemplo, de una acción de devoción religiosa en un
momento de urgencia en el que lo prioritario es una acción física decidida e inmediata: po-
nerse a rezar (acto positivo en sí), cuando a nuestro lado se ahoga un niño. Aquí la acción
ha sido negativa.
En una determinada pieza musical, cierta combinación de sonidos ajena a su unidad será
desarmónica. En ese contexto se la puede considerar negativa y hasta destructiva de las
otras armonías del conjunto. Sin embargo, esa misma melodía en otra obra puede resultar
positiva, enriquecedora y hasta indispensable. El Bien y el Mal son relativos al Tiempo y al
Espacio de la Acción. De acuerdo a la época y al lugar, el lenguaje de las armas pudo servir
para la pacificación de un país. Tal fue la Enseñanza de vidas como las de Krishna, de Moi-
sés y de Mahoma.
Las leyes de la composición pueden compararse con las Leyes Espirituales. Violar las
leyes de la composición lleva a la desarmonía. Puede, sin embargo, compensarse esta des-
armonía mediante la inclusión en la partitura de otras combinaciones, que hagan de com-
plemento armonizador con las “negativas”, minimizando sus efectos perturbadores. He aquí
el Bien, compensando al Mal. Muchas veces este Bien, aislado, fuera de contexto, puede
resultar tan negativo como el Mal, pero sumado a él lo anula. Éste es el efecto del Karma,
en el que un “mal” puede restaurar el equilibrio original. El Libre Albedrío de una persona
puede permitir que asesine a otra, la que a su vez necesitaba quizás pagar ese Karma por
haber matado en una existencia anterior. Las Leyes Espirituales siempre saben sacar prove-
cho del “Mal”.

Dios no es responsable del Mal, sino que éste es el precio que pagamos
por el Libre Albedrío; y el mal de la parte puede ser el bien del Todo.
Avicena

La Polaridad general del Universo es neutra en cuanto a las Fuerzas Conscientes. Esto
quiere decir que donde existen fuerzas contra-evolucionantes (negativas) conscientes (Mal)
existen también fuerzas evolucionantes (positivas) conscientes (Bien) destinadas a compen-
sarlas. O sea que donde no existe el Mal, tampoco existe el Bien, porque no es necesario,
como es el caso de los tres Reinos inferiores de la Naturaleza. Sólo existe el Impulso Vital,
de sentido positivo porque tiende a la Evolución.
Y como el Bien tiene el mismo sentido positivo, evolucionante, que el Impulso Vital, es
armónico con las Leyes Naturales y, por lo tanto, su “triunfo” sobre el Mal en mundos pri-
mitivos como el nuestro, está garantizado. Pero con su triunfo, que es la repolarización en
positivo de las fuerzas negativas, el Bien también desaparece, fundido con el Impulso Vital
de la Evolución.

79
CAPITULO XII

LA VERDADERA LIBERTAD

El Espíritu es el verdadero independiente.


Kierkegaard

Libertad y Autenticidad

Los seres humanos estamos constantemente autolimitándonos; aún quienes buscamos la


libertad con más afán. Podemos ser muy libres externamente, pero en el interior nos atamos
incluso a nuestros propios conceptos de las cosas y, especialmente, a nuestra forma de con-
ducta habitual. Ser libre no significa hacer todo lo que a uno se le ocurra, sino ser conscien-
te de cada elección que se hace, que hasta la pérdida de la propia libertad sea voluntaria. De
hecho lo es siempre, pero no nos damos cuenta de ello.
Podemos distinguir entre el Libre Albedrío Espiritual, el libre albedrío psíquico o li-
bertad interior y la libertad exterior, según los niveles de realidad en que se manifiesten.
El Libre Albedrío Espiritual, o sea el ejercido por nuestro Espíritu en estado de desen-
carnación, es el único verdadero. En los Planos Espirituales el Ser no está condicionado por
la densidad de los Planos inferiores. Los límites del tiempo y del espacio se desvanecen
cuanto más “alto” vamos. Allí el Espíritu ve todo con claridad y puede discernir qué es lo
más provechoso para su Evolución. Desde esa perspectiva diseña su futuro Plan de Vida
(ver Cap. IX).
Pero una vez hecho el programa de una vida, e iniciado el proceso de encarnación, poco
o casi nada pueden hacer los Espíritus o Egos por alterarlo, excepto en situaciones extre-
mas, pues casi siempre delegan el Libre Albedrío en sus personalidades encarnadas, lo que
les proporcionaría mayor adelanto espiritual, debido a la responsabilidad adquirida. Este
Libre Albedrío transferido a la personalidad encarnada es el que permite, por ejemplo, que
alguien se suicide, truncando su Plan de Vida y demorándose en su Evolución.
A medida que expandimos nuestra Consciencia nos vamos identificando con nuestro
Espíritu y conectando cada vez más con el Libre Albedrío Espiritual. De esa manera pode-
mos ser realmente libres en un mundo de limitaciones y hasta llegar al punto de poder tras-
cender las leyes físicas del Plano Físico.

La libertad interior es aquella que se ejerce en el fuero íntimo del ser humano y que,
por lo general, no se manifiesta exteriormente. Se basa en nuestra propia escala de valores,
la conciencia de lo que nos conviene o no, que hemos desarrollado en esta y en otras vidas.
Antes de pretender conectarnos con nuestro Libre Albedrío Espiritual, debemos descubrir
esta libertad interior, sincerándonos con nosotros mismos, preguntándonos a menudo qué
80
es lo que en realidad queremos, qué deseos hay detrás de nuestras acciones, palabras y pen-
samientos.
La libertad exterior o superficial, es decir, nuestra conducta externa, es siempre relati-
va, pues puede estar condicionada por múltiples factores, tales como educación, imposicio-
nes del medio, conveniencias, etc. Se basa muchas veces en falsas conciencias, escalas de
valores “prestadas”. Si observo determinada conducta sólo porque me lo aconseja, por
ejemplo, este libro, esto no tiene ningún valor para la Evolución de mi Espíritu.
Los estereotipos impuestos desde fuera (alguien que nos juzgue, califique y clasifique)
no cercenan tanto la libertad interior - pueden incluso robustecerla en su fuero íntimo- co-
mo los “mandatos sociales”, tales como la moda, en los que, por propia voluntad, uno uni-
forma sus gustos con una masa de “corderos”, creyendo que es lo que uno quiere íntima-
mente, autorreprimiendo toda diferenciación individual.
La individualidad está en la particular permanencia que se percibe detrás de los cambios.
Lo que nos define es la forma de cambiar. Si necesitamos un modelo que imitar es porque
aún no nos asumimos a nosotros mismos y buscamos afuera lo que ya tenemos dentro.
¡Cuánta energía se nos va tratando de proyectar una imagen que sea aceptada por los
demás, tratando de agradar! El “Ello” suele tener demasiado peso en nosotros. Para la psi-
cología, el “Ello” es el reflejo en nosotros de la opinión de los demás, o mejor dicho, lo que
pensamos que piensan los otros sobre nosotros.
No siempre estarán en tu vida las personas por quienes te preocupas en mantener una
imagen... pero sin embargo, siempre estarás tú mismo. Sé fiel primero, entonces, a ti mis-
mo, que es ante ti que deberás responder por tus actos.
A veces, por ejemplo, no nos permitimos fallar ante los demás. Quizás se deba a que te-
nemos una gran imagen de nosotros mismos. Cuando los hechos nos llevan a demostrar que
estamos lejos de esa imagen, nos sentimos inferiores, avergonzados, rechazados. Y así pa-
samos de la sobrevaloración a la subvaloración. La vida se hace entonces una permanente
búsqueda de equilibrio entre extremos opuestos que vamos inventando. Es la manera de
aprender que hemos elegido.
Lo cierto es que cada uno “ve” lo que quiere ver y lo que está preparado para soportar; y
a su vez cada uno genera así su propia realidad, omitiendo otros puntos de vista posibles, so
pena de destruir el frágil mundo que se ha construido. La gran mayoría de los humanos teje
inconscientemente sus propias fantasías, deformando de alguna manera u ocultando aspec-
tos dolorosos de la realidad que les rodea. Esta es la razón principal por la que en nuestra
civilización han surgido formas de evasión compulsiva como la drogadicción, el alcoholis-
mo, o la bolsa de comercio.
Otro tanto sucede con el concepto de “madurez”. Por lo general, lo que la gente llama
“madurez” no es más que la impronta del “tipo medio” que la sociedad impone a la mayo-
ría de sus individuos: trabajar bajo las normas del sistema, competir por progresar econó-
micamente, formar una pareja estable, casarse, tener hijos. Todo el que no siga este patrón
de conducta es considerado (en el mejor de los casos) “inmaduro”.
Existe cierta “música interior” que no permitimos aflorar y que puede liberarse en la
desinhibición de las “trabas culturales”. ¿Por qué no cantamos, no bailamos, no nos deja-
mos llevar más por los impulsos fortificantes de esta música interior? - Porque estamos
esquematizados en lo que se puede y no se puede hacer. Está bien avergonzarse por nues-

81
tras acciones “negativas” (es una forma de manifestar arrepentimiento y no querer dañar a
los demás) pero ¿por qué sentir vergüenza de lo que no es malo ni perjudica a nadie?
Muchos idealistas, al pasar los años, abandonan sus propios principios porque no son lo
suficientemente valientes como para ser diferentes a la mayoría. Y todo es por temor a la
soledad, a ser rechazados por la sociedad en que se hallan. Hacen cosas que en realidad no
les satisface pero que sí lo hace al “tipo medio” de esta cultura en decadencia. Por miedo a
la soledad muchos se prostituyen a sí mismos, no sólo sexualmente y no sólo por dinero,
sino por otros tipos de moneda, como la adulación y la fama. Pero aquellos ojos soñadores
del idealista siguen mirando tristemente a un horizonte lejano, que de a ratos parece nublar-
se y perderse.
El grito de libertad que llevamos dentro, como espíritus encerrados en la materia, se va
ahogando entre muchas cosas a las que les vamos dando más valor frente a él. Cuando lue-
go sintamos nuevamente el grito, quizás ya no podremos llevar atrás el proceso.

Sé sincero contigo mismo, y de ello se seguirá, como la noche al día, que


no puedas ser falso con nadie.
W. Shakespeare

Vivimos mintiéndonos unos a otros, fingiendo, ocultando, porque nadie quiere ver la
verdad desnuda del otro, ni que se vea la propia, por temor a que no nos quieran o respeten.
Jugamos un juego con máscaras y todos aceptan las reglas que la sociedad impone. Cuando
alguien las olvida y dice su verdad, queda solo, excluido. Todo es como una gran mentira y
lo peor es cuando nos mentimos a nosotros mismos. Dios nos perdone, porque El es la Ver-
dad y vivimos huyendo de El.
Entre otras cosas, amamos mal, porque amamos desde la superficie, y en la superficie
todo es falso. El amor así también se falsifica. ¿Dónde está el Amor verdadero, cuándo sal-
drá a la Luz? La Verdad y el Amor deben ser valientes en un mundo que los tortura y des-
figura. Y en esto parecemos todos cobardes. No nos atrevemos a ser auténticos, verdaderos,
sinceros con los demás y con nosotros mismos. Hay discriminación frente a la verdad ajena
y al amor ajeno.
¿Cuánto tiempo dura un “amor”, una “felicidad” o una “paz” construida sobre la oculta-
ción, la mentira o el fingimiento? Si bien todo es aprendizaje, la hipocresía es en esencia
una pérdida de tiempo.
En el fondo, sin embargo, ansiamos un mundo, un estado del alma en el que todos sea-
mos transparentes y no requiera violencia ni esfuerzo aceptar la verdad ajena o manifestar
la propia.
Debemos analizar si el encubrimiento de lo que consideramos “nuestra verdad” no se
debe más al temor de ser rechazados, incomprendidos, o de perder a cambio algunos logros
humanos, que al deseo de respetar las ideas de los demás. Debemos ser fieles primero, con
nosotros mismos. Es la única forma de ser auténticos con los demás.

Todo saber acerca de la libertad se descubre volviéndose hacia dentro.


Kierkegaard

82
Libertad y Autoconocimiento

He comprendido la importancia básica, dentro de la evolución humana, de ejercitarse en


hacer consciente todo lo inconsciente, en hacer voluntario todo lo involuntario. Nadie pue-
de considerarse libre si no logra el control sobre sí mismo y sus circunstancias.
Creo que todos los humanos tenemos miedo unos de otros, con diferente intensidad y en
algún sentido... y pienso que se debe a que todos desconfiamos del contenido subconscien-
te de nuestras personalidades. Si supiéramos qué hay exactamente allí, dentro del otro, no
temeríamos. Y tememos a eso oculto en el otro porque desconfiamos también de nuestro
propio subconsciente. Casi nunca sabemos cómo vamos a reaccionar ante una situación
límite, o cuando nuestras “corazas” conscientes ceden y aflora lo escondido.
¿Qué hay en esa capa del ser que permanece oculta para la mayoría de las personas y
que da origen a todos los males de la Humanidad en su vida de relación? ¿Por qué la Natu-
raleza ha cuidado tanto esos mecanismos de defensa que nos esconden causas y nos impi-
den ver más allá? Sin duda no sólo hallaremos allí resentimientos, dolores, traumas, mie-
dos, fobias y manías de esta vida, sino que se encuentran también allí cosas muy profundas,
originadas ya sea en otras vidas, en el inconsciente colectivo de la Humanidad, o en la me-
moria genética. Allí hay tanto cosas agradables como desagradables. Lo importante es dar-
se cuenta.
Los infiernos que existen en nuestro interior necesitan ver la luz. Aunque por el momen-
to no se los pueda transmutar, por lo menos llevaremos una vida más auténtica, más cons-
ciente, y, por lo tanto, más libre. ¿Porque, cómo se puede ser libre si nuestra voluntad está
condicionada por estructuras internas que escapan a nuestro conocimiento y control? Cono-
ciendo la mayor parte de nuestras facetas podremos manejar mejor nuestras vidas, pues
sabremos nuestras posibles reacciones ante cada circunstancia y sólo iremos por dónde que-
remos ir.
A los humanos el primer paso siempre nos cuesta horrores. Es como si existiera cierta
inercia espiritual que hace que prefiramos lo poco bueno conocido a aquello más grande
por conocer.
Cuando hablamos de fraternidad nos referimos siempre al sentimiento de unión. Pero
para sentirse unido a todos no hace falta esperar a haber alcanzado la Esencia Divina que
alienta en nuestro interior. Es suficiente con sumergirse valientemente en el subconsciente,
pues allí todos somos semejantes, e indudablemente compartimos un inconsciente colecti-
vo. Somos como islas de las que sólo se ve la fracción que aflora, pero que están unidas por
un substrato común que es el fondo oceánico. Yendo hacia lo profundo sus basamentos se
unen. Podemos comunicarnos, de todos modos, por medio de barcos que enfrenten tempes-
tades, o de botellas con mensajes arrojadas al mar, esperando que al azar alguien las en-
cuentre. Pero siempre serán relaciones en la superficie del mar profundo.
Allí se nutren las raíces ancestrales de la Humanidad. Allí hay tanta riqueza, en “positi-
vo” y en “negativo”, que resulta apasionante explorar esa zona interior. No creo que entrar
allí sea complicarse la existencia; primero, porque la Vida en este Plano es inevitablemente
compleja y eso la hace bella... ¿qué sucedería si sólo hubiera una especie de flores? Nos
aburriríamos en poco tiempo; segundo, porque más allá se encuentra la respuesta simple a
nuestras infinitas inquietudes, la raíz de nuestros temores e inseguridades.
83
Fig. 14: Los seres humanos como islas conectadas en lo profundo del mar.

Debemos tener el valor de enfrentar nuestras realidades más ocultas y la fortaleza para
que, al reconocerlas, no se quiebre nuestra integridad. Sin dramatizar debemos encarar el
autoanálisis como lo que es: un trabajo. Un trabajo de exploración, descubrimiento, estudio,
aprendizaje, comprensión y manejo de aspectos, antes invisibles, para que sean útiles a la
propia evolución.
Una vez descubiertas nuestras falencias, que nos hacen tan humanos y falibles como los
demás, lo importante es saber trabajar con ellas como el escultor con la arcilla. Los aspec-
tos traumáticos de la personalidad humana son como nudos en la energía del ser. Cada vez
que desenredamos y desatamos uno, liberamos un poder, una dosis de energía que hasta
entonces estaba retenida, como el agua en una manguera retorcida.
Como ya vimos en otros capítulos, al hablar del pensamiento dual, un mecanismo común
del subconsciente humano es el de polarizar las opciones ocultando las alternativas inter-
medias y cubrir una cosa con la apariencia opuesta para hacernos creer que la superamos.
Así oscilamos entre el sensualismo y el mentalismo, entre las pasiones y la autorrepresión,
etc. Nos cuesta hallar la senda del justo medio, pero es indispensable hacerlo para llevar
una vida equilibrada.

La Trampa de la Palabra

Estamos contaminados por la palabra. Nuestro pensamiento se halla estructurado por la


geometría de las palabras. La mente racional, sede del pensamiento concreto, está por eso
unida íntimamente con el chakra laríngeo, que a su vez se ha convertido en centro energé-
tico de poder humano, porque la palabra es poder. Si bien el ser humano ha adquirido su
inteligencia a través del descubrimiento y desarrollo de la palabra, ahora debemos trascen-
derla y así adquirir una nueva forma de pensamiento, más libre, más profunda.
Todas las ramas del saber humano han sido construidas con los ladrillos de las palabras.
Aún la ciencia está aprisionada por expresiones lógicas que derivan de la estructura del
habla. El advenimiento de la física cuántica por ejemplo, ha enfrentado a la Ciencia con
una realidad no-verbal que entra en conflicto con la lógica, con los condicionamientos de la
mente para percibir la realidad de una manera dual. Tal es el caso del estudio de la Luz,

84
cuya naturaleza nos es muy difícil entender porque no tenemos términos ni conceptos que
describan algo que es a la vez partícula y onda.
La filosofía, que debería ser la ciencia más libre, también se halla encadenada a la pala-
bra, a su estructura, su lógica y su significado. Los distintos sistemas filosóficos surgen en
diferentes culturas, de acuerdo al idioma en que se expresan y a la riqueza de su vocabula-
rio para describir determinados aspectos del Conocimiento. El sistema filosófico hinduista
no podría haberse desarrollado sin la infinidad de palabras que sirven para describir toda
una gama de estados del alma.
Vemos que toda palabra posee su opuesto... y así nuestro pensamiento se ha estructurado
viendo la vida como pares de opuestos: blanco-negro, frío-caliente, bueno-malo, vivo-
muerto. Y cualquier cosa que se sitúe en un punto intermedio o que abarque toda la gama, o
que integre ambos extremos, se convierte en una paradoja para nuestro entendimiento.
La psicología tradicional rotula como “enfermedad” la ruptura del pensamiento secuen-
cial. Aún el ocultismo, no se ha liberado aún de los rótulos y estructuras que la palabra nos
impone.
Liberarse de la palabra no significa el mutismo o la introversión, sino saber utilizarla
cuando se necesite, y saber transmitir con ella el peso de una nueva forma de pensamiento
que vive detrás de ella. Pero para ello es menester haber experimentado primero el silencio
interior.
La palabra es sólo el esqueleto que sostiene los conceptos. Y los conceptos se estructu-
ran de acuerdo al lenguaje. El concepto es una imagen que nuestra Mente refleja de la Rea-
lidad Multiforme. Pero si estuviera en la Realidad, no necesitaría palabras ni conceptos.

85
CAPITULO XIII

HACIA LA PAZ INTERIOR

La paz interior, la serenidad, el buen humor y el optimismo, constituyen la


base de la única felicidad posible en este mundo.
Demócrito

Vemos a nuestro alrededor, en los demás y en nosotros mismos, la intensa necesidad de


Paz, esa Paz que Todo lo abarca, que todo lo inunda, que sumerge en sí hasta la más míni-
ma desarmonía, la que borra los “pecados”, dolores y preocupaciones. ¡Cuán necesaria es
esa paz en estos momentos en el mundo entero! Las pasiones desenfrenadas, los deseos
insatisfechos, la codicia por lo material, las luchas por el poder... éstas son las olas que re-
vuelcan por el fondo pedregoso del mundo material a quien ha caído, por haberse internado
sin precaución, en la Mar de Maya. Pero la Paz será la barca en la que la Humanidad podrá
surcar raudamente el mar sereno de la Evolución, cargadas sus bodegas de los dones divi-
nos y guiado su timón por su propia Conciencia, que es Sabiduría, que es Amor, que es Paz.
La Paz debe primar en nuestros actos. Existe una Ciencia de la Paz, la PACIENCIA, que
debe cultivarse y ejercitarse cotidianamente. La paciencia es como una construcción que se
asienta sobre los cimientos de la humildad. No se construye de un día para el otro, sino de a
un ladrillo cada vez. El haber reconocido la necesidad de ejercitar la paciencia es ya tener
los planos del proyecto y, por lo tanto, el trabajo ya en marcha.

Ejercicio

Busquemos un lugar tranquilo y apartado. Sentados en una posición cómoda, podemos


visualizar una esfera de Paz Interior, como una sutil “burbuja de cristal” que se desplace
mansamente por nuestros espacios internos. Debemos desplazar nuestra esfera de paz por
nuestros sentidos, por nuestro cuerpo físico, por nuestra mente y nuestra alma, doquiera se
halle la causa de nuestra desarmonía. Luego expandamos la esfera hasta que nos envuelva y
nos hallemos inmersos en ella, como en un profundo estado de éxtasis... expandámosla has-
ta abarcar también a quienes nos rodean, a nuestros amados, al mundo entero, al Universo
todo. Nos daremos cuenta entonces de que esa esfera, cuya materia prima es Paz y Amor,
es también Dios... es la expresión en nuestro Ser de la Fuerza Universal que tiende a armo-
nizar desde los Mundos que giran en una magnífica sinfonía de sincronizaciones, hasta las
mínimas partículas elementales que generan esta ilusión que llamamos “materia”. Restable-
cida nuestra Paz interior (que será no sólo una sensación pasajera, sino también equilibrio
en nuestros actos, pensamientos y sentimientos) nos podremos conectar con el principio
86
rector de nuestras vidas. Los demás sentirán la fuerte irradiación de vibraciones armoniza-
doras y pacificadoras que se desprende de nuestra “burbuja de Paz”, que habrá trascendido
los límites de nuestro Ser.

La Esperanza

La Paz es cada día más necesaria en este mundo, donde las almas y las mentes son sacu-
didas por turbulentos fluidos de desesperanza, confusión e inquietud. Paz es lo que pide la
Humanidad... Paz en algún lugar, Paz por algún tiempo.
Pero no puede haber Paz interior si no hay esperanza en un futuro mejor. La esperanza
es la puerta abierta a una Realidad Superior. El Yo Superior del Ser proyecta, a través de la
Consciencia, su Realidad hacia el Periespíritu humano. Esta Consciencia es “bloqueada” en
mayor o menor medida por la personalidad humana. Pero la esperanza es una rasgadura en
las pesadas envolturas que cubren al Espíritu. A través de ella la Consciencia se manifiesta
en forma sensible transmitiendo la certeza de la finalidad positiva de todo, del dominio y
pleno goce del Ser en su Libre Albedrío y del arribo final al Padre como meta de su Evolu-
ción.
Aún estas envolturas densas que llamamos mente y alma humanas, por ser de substancia
divina como todo lo creado, poseen siempre cierto grado de permeabilidad a la Suprema
Vibración del Amor. Ello permite la apertura casi involuntaria a la Esperanza. A través de
nuestro amor entonces, podemos ensanchar mucho más la brecha de la esperanza para que
nuestros hermanos sean iluminados con la Alegría de existir.
Muchas veces sucede lo que se llama “Iluminación repentina” y que obedece a factores
internos y circunstanciales, tales como vibraciones positivas que, proyectadas o atraídas,
han permanecido durante mucho tiempo (quizás desde otras vidas) envolviendo al ser, es-
perando su despertar, aunque éste permaneciera insensible a ellas. Pero de repente, la lle-
gada de la “gota que rebasa la copa” ha hecho que la rasgadura de la Esperanza se ensanche
y permita la entrada de Luz a ese Ser. Luego, ciertas zonas energéticas de su Periespíritu
han emitido una vibración (haciendo girar a los Chakras a mayor velocidad) que ha avisado
al Yo Superior que su “hijo” encarnado ha retornado a la Luz. Se produce entonces una
“descarga” vibratoria intensísima, de Amor de su Padre Interno, que disgrega las vibracio-
nes desarmónicas y sutiliza todos sus cuerpos. Es lo que el cristianismo ha llamado “des-
censo de la Gracia” o del Espíritu Santo.
Junto con estas extraordinarias fuerzas, que muchas veces producen “curaciones explo-
sivas” o “arrepentimientos espontáneos”, pueden descender fragmentos de la Sabiduría
milenaria del Ser, manifestándose en Conocimientos Espirituales Intuitivos o en recuerdos
de vidas anteriores.
Esta transformación no significa en ningún sentido que el Ser ha alcanzado ya la Perfec-
ción, ni la Armonización definitiva con su verdadera Esencia, que significaría la Identidad
de la personalidad humana con la Individualidad Espiritual. Es, sí, un Estado positivísimo,
que aunque temporal puede cambiar la vida de un ser que quizás estaba a punto de torcer
los planes que él mismo preparara antes de encarnar.

87
A través de la Esperanza el Espíritu habrá provocado un choque energético con la per-
sonalidad humana; habrá volcado en los ojos espirituales del Ser el “colirio” purificador
para que vea la Realidad Multiforme del Espíritu.

Nutrición Energética

Para armonizar sus Cuerpos el ser humano necesita armonizar primero cada uno de
ellos; y para eso debe cuidar lo que a ellos llega y lo que de ellos sale. Lo que cada cuerpo
emite lo hemos visto ya en el Cap. VIII. Los distintos Cuerpos que componen la unidad del
Ser necesitan nutrirse de distintas formas de energía, de acuerdo al Nivel Vibratorio en el
cual desarrollan sus funciones.
El ser humano recibe dos tipos de energía: la Energía Superior, proveniente de su Espí-
ritu y del Mundo espiritual, de naturaleza sutil (de acción catalizadora sobre las fuerzas
densas) y la Energía Inferior, de naturaleza densa, que le llega en siete formas; cuatro
físicas, que se corresponden con cada uno de los Elementos Clásicos, y tres que correspon-
den a los Niveles etérico, astral y mental:
1- A través de los alimentos (Elem. TIERRA).
2- A través del agua (Elem. AGUA).
3- A través del aire (Elem. AIRE).
4- A través de la luz solar (Elem. FUEGO).
5- A través del Prana Cósmico y de las Fuerzas Telúricas
(Elem. ETER).
6- A través de las impresiones (Subst. ASTRAL).
7- A través de la información (Subst. MENTAL).

Así, el Cuerpo Físico toma la energía que necesita a través de los alimentos, del agua,
del aire y del sol, fuentes energéticas que responden a los arquetipos de los Cuatro Elemen-
tos: TIERRA, AGUA, AIRE y FUEGO. Estas formas de Energía física actúan en resonan-
cia con los cuatro elementos químicos fundamentales de la química orgánica, respectiva-
mente: CARBONO, HIDROGENO, NITROGENO y OXIGENO. Todas las formas de ali-
mento físico proceden, más o menos directamente, de la conjunción de la energía solar, de
Vibración YANG, con la energía terrestre, de Vibración YIN, en diferentes proporciones
de acuerdo al alimento.
En cualquier forma de alimentación debe existir, para el correcto funcionamiento de los
mecanismos fisiológicos, armonía entre estas formas de energía. Así se debería buscar el
equilibrio que cada uno necesita de acuerdo a su contextura física, entre lo que se come, se
bebe, cómo se respira y la exposición a la luz solar. El Naturismo y la Macrobiótica nos
dan las pautas para la armonización de los alimentos físicos, en especial esta última en rela-
ción al equilibrio YIN-YANG. Cuanto más sutil y menos contaminado sea un alimento,
más directa será la conexión entre el Cuerpo Físico y los otros cuerpos, más sutiles tam-
bién, contribuyendo así a la Integración del Ser en un TODO indisoluble. Esta es una nece-
sidad de la Evolución del Hombre; por ello ahora debe ir dejando de lado la alimentación
carnívora, especialmente la de carnes rojas, es decir de mamíferos de orden superior, que
dejan en el organismo restos moleculares de difícil asimilación. Como energía solar con-
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densada, los alimentos de origen animal son eslabones secundarios, pues los vegetales de
los que se alimentan son los sintetizadores primarios de la energía solar. Por lo que, al ali-
mentarnos de vegetales consumimos energía solar en un estado más puro, menos densifica-
do, que el de la carne. A esto hay que agregarle el estado emocional del animal en el mo-
mento de ser sacrificado, cuyas vibraciones de pánico generan substancias que impregnan
la carne.
Por otro lado, los alimentos procesados industrialmente, además de perder muchas de
sus principales virtudes nutritivas durante la elaboración, contienen conservantes, coloran-
tes, pesticidas, etc., que a corto o largo plazo van minando la salud.
La contaminación ambiental, por su parte, introduce en el organismo elementos para los
cuales no está preparado, ya sea a través de los alimentos, el aire, el agua o incluso ahora en
el exceso de radiación ultravioleta de la luz solar debido a los daños a la capa de ozono
atmosférica.
Debemos procurar conocer más acerca del organismo, su fisiología, su salud. Conocer el
proceso de curación del cuerpo humano y apoyarlo conscientemente significa hacernos
responsables del correcto funcionamiento de nuestros órganos.
Es importante que nos sintamos bien en nuestros cuerpos físicos y para ello no sólo de-
bemos estar conformes con nuestro estado orgánico sino que también debemos estar con-
formes con nuestra forma física, para que no haya complejos ni molestias psíquicas que
perturben el delicado equilibrio y la armonía psicofísica que debemos tener.

El Cuerpo Etérico se nutre de Energía Pránica, llamada por los antiguos griegos
pneuma, que impregna todo el espacio y la Naturaleza de la Tierra, y se incorpora dinámi-
camente al cuerpo humano a través de la respiración, como contraparte etérica del aire que
respiramos. De allí la importancia de la correcta respiración en los ejercicios del Yoga, del
Taoísmo y de otros Caminos similares. La adecuada distribución del Prana en el Cuerpo
Etérico hace al funcionamiento armónico de los chakras, que son los centros de conexión
energética entre los cuerpos más sutiles (situados en otros Niveles Dimensionales) y el
Cuerpo Físico, manifestado en el Espacio físico de tres dimensiones. El Cuerpo Etérico
necesita energía para cumplir su función de mantener la salud del cuerpo físico y de restau-
rarlo durante las horas del sueño. El mal funcionamiento de este cuerpo etérico o pránico se
traduce inevitablemente en enfermedades de todo tipo, manifiestas o no en el Cuerpo Físi-
co. La Acupuntura ( y otras disciplinas afines) y la Homeopatía, junto con otras medicinas
llamadas ahora “alternativas”, aunque en realidad son las verdaderas tradicionales, se en-
cargan de remediar las desarmonías entre los distintos tipos de energía que circulan por este
cuerpo.

El Cuerpo Astral o Emocional se nutre de la Energía que proviene de las impresiones.


Es muy difícil por ello mantenerlo armonizado en una Civilización como en la que vivimos,
donde nuestros sentidos y percepciones están siendo continuamente bombardeados con
todo tipo de vibraciones, la mayor parte densas y desarmónicas. Nuestro Cuerpo Astral
termina así “drogado” por la intensidad de este bombardeo y desea siempre sensaciones
nuevas, cada vez más groseras y violentas, so pena de caer en cierto “síndrome de absti-
nencia” que tortura especialmente a las personas excesivamente emocionales. La finalidad
del Cuerpo Astral es responder a los estímulos externos de acuerdo a las necesidades inter-
89
nas para generar los deseos que muevan a la acción. Un “producto” del Cuerpo Astral es,
pues, el deseo; y la calidad y la intensidad de este deseo depende en gran medida de las
impresiones de las que se nutrió. Como en la alimentación física, la nutrición astral debe
sutilizarse poco a poco, para permitir que se manifiesten las altas intenciones de nuestro
Espíritu. Evitar las emociones violentas, las pasiones, los fanatismos y los ambientes donde
todo esto se manifiesta, ayudará en mucho al equilibrio emocional.

El Cuerpo Mental se nutre de información y su función es plasmar en forma de pensa-


mientos las Ideas Interiores que precisan del conocimiento para manifestarse en forma con-
creta. También en este nivel estamos abrumados por un exceso de información inútil y caó-
tica. Aquí la norma básica de Higiene mental es el DISCERNIMIENTO, que nos indicará
en qué medida la información que nos llega nos es útil para nuestro crecimiento interior y
nuestra capacidad de ayudar a los demás. De no ser así estaremos frente a una mera curio-
sidad o, en el peor de los casos, frente al chisme, que sólo sirve para criticar, prejuzgar y
encasillar a las personas. Tamizando la información que llega a nuestra mente, prefiriendo
aquello que es útil y bello, contribuiremos a acallar el barullo en que se ha convertido la
sede de nuestros pensamientos, y en la Meditación hallaremos el medio idóneo para la na-
tural percepción de las Ideas que provienen de nuestro Yo Superior.

Cuando perdéis vuestra fortuna, habéis perdido poco; cuando perdéis la


salud, habéis perdido algo de mayor trascendencia, mas cuando perdéis
vuestra paz mental, entonces habéis perdido, en verdad, el mayor tesoro.
Yogananda

Sin entrar a detallar la composición de este Yo Superior, pues tampoco tendría mucho
sentido, considerando que en esas zonas de nuestro Ser las vibraciones se unifican aseme-
jándose mucho entre sí, diremos que la energía que allí se manifiesta no proviene de ningu-
na fuente externa, sino que emana del Centro mismo del Ser, que es su Chispa Divina. El
Espíritu nada en esta Energía sutilísima y todo-realizadora. Sus Vibraciones descienden en
ondas armónicas que atraviesan uno a uno los Cuerpos en sus distintas Dimensiones y Pla-
nos de manifestación. Esta Energía es tan sutil que no puede ser detectada por los medios
físicos actuales, pero sí puede ser intuida por sus efectos. Esta Energía actúa como agente
catalizador de las otras que nutren a los distintos cuerpos, de tal manera que sin su presen-
cia el Proceso de asimilación y circulación energética se hace imposible. Por ello, en el
proceso fisiológico que llamamos “muerte” o más propiamente desencarnación o libera-
ción del espíritu, al retirarse esta energía espiritual del Cuerpo Físico, cesan todas sus fun-
ciones de nutrición y asimilación energética, y las células comienzan un proceso de degra-
dación molecular que culmina en la paulatina reintegración de los elementos a su estado
libre.
La búsqueda de todas las religiones, filosofías y disciplinas armonizadoras está orienta-
da a alcanzar la progresiva purificación de los distintos cuerpos, para que esta Energía Es-
piritual pueda manifestarse más plenamente, ordenando todas las vibraciones que constitu-
yen al Ser Integral que es el Hombre, para establecer un contacto más directo con los Nive-
les más altos de Consciencia, que es la meta de la Evolución Universal.

90
Meditación

En circunstancias en que las cosas se hacen difíciles para todos, una catarata de pensa-
mientos y sentimientos se vuelcan a nuestras vidas, y nos olvidamos que somos UNO en
cuerpo, alma y mente. Nuestros cuerpos no están unificados y ello es origen de nuestras
contradicciones internas. Aquí sugerimos un pequeño ejercicio, que aunque no se practique
con asiduidad, dejará en nosotros una semilla vibratoria que nos permitirá trabajar en
nuestra Armonización Interna y la de los demás:
Sentémonos en un sitio cómodo, como mejor gustemos, rodeado en lo posible de plan-
tas. Cerremos lentamente los ojos, y una vez cerrados, dirijamos nuestra “vista” hacia un
punto elevado, sobre el entrecejo.
Concentrémonos ahora en nuestra respiración, que deberá hacerse cada vez más pausada
y profunda, sin esfuerzo.
Visualicemos entonces nuestra respiración como si fuera una rompiente del mar en una
playa. Imaginémonos que cuando inspiramos es el agua de las olas que avanza sobre la
arena, penetrando más y más profundamente en nuestros cuerpos, primero el físico-etérico,
luego el astral y finalmente el mental.
Retengamos ese “agua” refrescante un momento, para que “empape” nuestros cuerpos, y
luego permitamos, en nuestra expiración, que la ola vivificante retroceda y vuelva al Océa-
no del Prana que nos rodea e interpenetra, llevando todas nuestras impurezas.
Así, una y otra vez, hasta que todo nuestro Ser lo sintamos como compuesto de infinitos
granos de arena luminosos, empapados sus intersticios con el agua pránica, que es Energía
armonizante.
De esta misma arena están compuestos todos los seres e inmersos en este Océano Pri-
mordial estamos todos, encarnados y desencarnados. A través de él, entonces, podemos
unirnos a cualquier ser viviente, ya sea en pensamiento o sentimiento; y a través de él po-
demos ayudar, comprender, amar, curar o llevar Paz.
Cuando nos hallamos en la Naturaleza, integrados a ella, es como si nos encontráramos
en meditación constante. La belleza de la Creación es un mensaje vivo que habla al frágil
corazón humano. Iluminarse es también acoplarse a la belleza simple que nos rodea. La
única fealdad proviene del hombre y de sus creaciones mentales. La Naturaleza es siempre
benigna. El hombre asigna a los fenómenos naturales una carga positiva o negativa según
entorpezcan o no sus planes. Pero en la Naturaleza todo es armónico y positivo.

Ejercicios Diarios

Son sugeridos universalmente como una manera de mantenerse armonizado. Cada uno
debe determinar qué está dispuesto a hacer para mejorar su calidad de vida.

* Una vez al día quedarse sereno, en quietud y silencio y concentrarse en todo lo que se
percibe, física y espiritualmente. Con ello desarrollaremos nuestra percepción interna.

91
* Una vez al día imaginarse un bello paisaje. Imaginarnos que nos introducimos en él y
absorbemos esa esencia de belleza y armonía para asimilarla en nosotros.

* Una vez al día “recorrer” con la mente todo el cuerpo, célula por célula, verificando su
estado, reparándolas, renovándolas y llenándolas de luz y nuevas fuerzas. Debemos “sentir”
todos los rincones de nuestro cuerpo físico. Es una forma de agradecer con amor al cuerpo
todos los servicios que nos presta.

* Ejercicios respiratorios diarios de limpieza y fortalecimiento, concentrándonos al


hacerlos en la Energía que penetra en nosotros y nutre nuestras células etéricas y físicas y
expulsa las impurezas.

* Al finalizar el día tratar de recordar de la forma más minuciosa posible los detalles vi-
vidos durante la jornada. De esta forma se capitalizarán mejor las experiencias del día.

* Antes de dormirse, concentrarse en recordar cuando se despierte a dónde se fue y qué


trabajo espiritual se hizo. Enseguida después de despertar esforzarse en recordarlo y anotar-
lo cuanto antes.

* Una mañana ordenada y armónica puede marcar todo un día de paz y tranquilidad.

Espiritualizar la Vida

Busca dentro de ti la solución de todos los problemas, hasta aquellos que


creas más exteriores y materiales.
Dentro de ti está siempre el secreto; dentro de ti están todos los secretos.
Aún para abrirte camino en la selva virgen, aún para levantar un muro,
aún para tender un puente, has de buscar antes, en ti, el secreto.
Dentro de ti hay tendidos ya todos los puentes.
Están cortadas dentro de ti las malezas y lianas que cierran los caminos.
Todas las arquitecturas están ya levantadas dentro de ti.
Pregunta al arquitecto escondido: él te dará sus fórmulas.
Antes de ir a buscar el hacha de más filo, la piqueta más dura, la pala
más resistente, entra en tu interior, y pregunta...
Y sabrás lo esencial de todos los problemas, y se te enseñará la mejor de
todas las fórmulas, y se te dará la más sólida de las herramientas.
Y acertarás constantemente, pues dentro de ti llevas la luz misteriosa de
todos los secretos.
Amado Nervo

Como ya dijimos, espiritualizar la vida no es rechazar o esconder los aspectos humanos,


sino permitir que nuestro Espíritu gobierne en ellos, ordenándolos y armonizándolos. Y
para ello (no nos cansaremos de repetirlo) es necesario el autoconocimiento.

92
Nadie es feliz si no sabe lo que es.
Leibniz

Cuando descubramos en nosotros una falla, error o superación que realizar, debemos
procurar conectarnos con nuestro Yo Superior y sentirnos no tanto humanos sino Esencias
Espirituales, que disuelven todas las momentáneas impurezas, que están por encima de las
pequeñeces humanas y, por lo tanto, en condiciones de mejorarnos y perfeccionarnos hasta
lo infinito. Que en cada momento de nuestras vidas sintamos la presencia de nuestro Yo
Superior, como rector y vigía de nuestras vidas; el será entonces el “Ojo de Dios” que todo
lo ve, dentro y fuera de nosotros.
A veces, paradójicamente, perdemos la Paz por el trabajo Espiritual. Nuestro Espíritu
trabaja afanosamente por obtener las realizaciones que le permitan expresarse, de acuerdo
con su Tarea, en el Plano Físico. Es así como muchas veces sentimos la imperiosa necesi-
dad de autosuperarnos y alcanzar el estado de Purificación interna que permita fluir a nues-
tras Fuerzas Superiores. Pero nuestro Yo humano, mezquino en sus pretensiones y escaso
en sus horizontes espirituales, interpreta erróneamente, con frecuencia, esos “mandatos” de
nuestra Consciencia, imponiéndose restricciones y exigencias que están más allá de nues-
tros alcances en determinadas circunstancias. Incluso puede tratarse de exigencias incorrec-
tas, que bajo ningún punto de vista son útiles para los logros espirituales. Es que el yo
humano hace de esas exigencias espirituales metas personales que alaben su personalidad
encarnada, no fijándose en los medios o las consecuencias que intervendrán en esos logros
ficticios.
Debemos discernir qué es realmente una necesidad espiritual y cuáles son las necesida-
des ficticias, pseudo-espirituales, que nuestra personalidad humana se impone para “sentir-
se bien”. Es decir, se fija pautas presuntamente espirituales que lo hacen aparecer ante los
demás como “distinto” o incluso “superior”. Analizándonos concienzudamente descubri-
remos los aspectos más debilitados de nuestras personalidades.
Por ello, no debemos desmoralizarnos cuando no podamos alcanzar una superación o
una meta espiritual determinada. Analicémosla, porque si ella causa en nosotros ese estado
pernicioso del alma que llamamos “depresión”, es porque sin duda hay aspectos humanos
que hemos incluido en la finalidad de esa superación. Si realmente es una superación espi-
ritual necesaria para nuestra vida actual, el no haber llegado a lograrla aún o el haber falla-
do en las pruebas que llevan a la misma, nos traerá el ferviente deseo de hacer un mayor
esfuerzo, y a levantarnos una y otra vez, cuantas veces hayamos caído. En cambio, si nos
sentimos desalentados, pesimistas y nos subvaloramos, habremos cerrado las puertas que
nos comunican con las Fuerzas Superiores.
Sin Paz y felicidad toda tarea sería incompleta. Debemos aprender a sentir que aquello
que tenemos que hacer nos sirve y les sirve a los demás, con lo cual nos tiene que gustar.
Debemos saber encontrar la Alegría en todo aquello que hacemos o nos toca vivir.
Profundicemos en lo bello, lo armonioso, lo alegre, lo pacífico y no le demos tanta im-
portancia a lo negativo, que se nutre de las Energías de nuestra preocupación. ¡Vivamos
con todo nuestro Ser y seamos felices! y ya habremos hecho algo en la Tierra que muy po-
cos pueden hacer.

93
Yo te sugeriría hijo mío... que vivas descubriendo a cada instante, nuevos
matices en la luz del día, que captes el arrullo interior de una cierta armonía
silenciosa, y un aire nuevo que te inunde el alma de sueños y esperanzas.
Que puedas asombrarte cada día renovando el paisaje conocido, bendi-
ciendo contento los pimpollos que nacen y los niños que crecen; que te
asombre y seduzca descubrir nuevos brillos en los ojos amados.
Que vibres jubiloso cada aurora al conjuro del sol que te ilumina, y expe-
rimentes todo el olvidado asombro agradecido... ¡ de saber que estás vivo!

Francisco A. Comerci

La vida es linda y vale la pena vivirla. No se debe desperdiciar un solo instante, aún si es
de dolor. Si estamos en este baile, bailemos. La vida debe tomarse como un apasionante
desafío. Y hay que divertirse mientras se aprende, pues así se aprende mejor. No diversión
como evasión, sino disfrutar del lado bueno de todas las cosas y asignarle a cada una la
seriedad que realmente tiene, o no.
La Vida fluye, armoniosa, majestuosa, infatigablemente y es bueno no ofrecerle resis-
tencia y sentir su impulso, vivir en y con ella, ser consciente de cada una de sus turbulen-
cias y corrientes internas.
Hay que disfrutar las pequeñas cosas. Hay que sentirse agradecido por todo, como si
fuera un regalo que no merecemos, y comprender que cualquier cosa que perdamos - inclu-
sive un afecto- no hace más que devolvernos al estado inicial en el que no teníamos esa
cosa.
Vivir así puede convertirse en una aventura. Cientos de sorpresas nos esperan cada día y
otras tantas oportunidades y nuevas tareas golpean a nuestras puertas.
Cada paso de esta carrera merece ser vivido. No es tan importante la largada, ni la llega-
da, ni los tropiezos que se puedan tener, como el gozo de estar marchando, esforzándonos
más y más, sabiendo que el AMOR fluye y se irradia pese a nosotros.

94
CAPITULO XIV

EL FUTURO DE LA HUMANIDAD

¡La salida del Mundo, las puertas del Futuro, la entrada hacia lo Super-
humano, no se abren hacia adelante ni a unos privilegiados, ni a un solo
pueblo elegido entre todos los pueblos! No cederán, más que al empuje de
todos en conjunto, en una dirección en la que todos, también en conjunto,
puedan reunirse y totalizarse dentro de una renovación espiritual de la Tie-
rra...
Teilhard de Chardin

Es fascinante comprobar el poder que tiene el hombre de modificar la vida de los otros o
de sus propias circunstancias. Una palabra, un gesto, una acción que se hace o se deja de
hacer son cosas sencillas que pueden alterarlo todo. A cada minuto reescribimos la historia
del mundo. Asentados sobre el pasado, sobre nuestros hombros pesa la esfera del futuro.
A nivel individual, a diario procuramos cambiar las condiciones de nuestro entorno, ya
sea en nuestras vidas o en las ajenas. ¿Pero qué se necesita para una transformación en ma-
sa, como puede ser un cambio en la Consciencia Planetaria? Sin duda, una sola persona no
puede modificar la inercia evolutiva de una Humanidad como la nuestra, al borde ya del
caos ecológico y social. Ni aún miles de seres, conscientes del peligro al que nos enfrenta-
mos, lograrían cambiar a tiempo costumbres seculares, como la violencia y el desprecio al
ambiente natural. Pues no disponemos más que de unas decenas de años.
La respuesta “salvadora” está, sin embargo, en el trabajo en línea. Nuestros esfuerzos
individuales, unidos al de otros miles en el mismo sentido, constituyen un núcleo de pro-
yección en el Plano Mental de nuestro planeta. La acción física, las palabras, los senti-
mientos y pensamientos de Paz, de Amor, de Armonía, de no-violencia, de tolerancia, de
justicia social, de respeto a toda forma de vida, de reconciliación con la Naturaleza, de bús-
queda de una calidad de vida mejor y más sana para todos, de humanización de la Ciencia y
la Técnica, de expansión de la Consciencia; en fin, toda conducta y disposición que esté de
acuerdo con la necesidad Evolutiva de nuestro Mundo, será favorecida por Fuerzas Cósmi-
cas que están en acción desde hace miles de años. Estas Fuerzas no han podido actuar di-
rectamente debido al Libre Albedrío colectivo de la Humanidad, que no se daba cuenta aún
de hacia dónde se dirigía.
Pero poco a poco este núcleo irá creciendo, alimentado y reforzado por los pensamien-
tos constructivos individuales, “presionando” sobre la forma de pensar de toda la Humani-
dad. Su poder, como la energía de una tormenta, irá aumentando hasta llegar al punto en
que se condense y la Nueva Era se precipite en poco tiempo sobre la Tierra. No tendremos
tiempo para darnos cuenta, pues hay mucho por hacer.
95
Todo llega en su momento, todo cae por su propio peso cuando está maduro.
Hay una Revolución espiritual que se está gestando en el Mundo entero, para que el pa-
so a lo que se ha dado en llamar Nueva Era sea lo menos traumático posible. Lentamente al
principio, rápidamente después, las diferencias entre los distintos grupos que trabajan en
este sueño dorado se irán limando, los “errores” irán cayendo por sí solos, y la Corriente de
una nueva Espiritualidad se irá unificando, al tiempo que Ciencia y Misticismo se van
uniendo y redescubriendo una a la otra.
Pero estos cambios serán mayores que en otros momentos de la Humanidad, porque no
sólo la mente y el alma del hombre cambiarán, sino también su físico y la faz toda del pla-
neta. La gran mortandad de seres humanos y de especies enteras de animales y vegetales,
por nuevas enfermedades y desastres ecológicos y naturales, está enfrentando al hombre
con el misterio de la muerte y la finalidad de la vida. Los sistemas políticos, sociales, eco-
nómicos y religiosos se revelan caducos ante esta emergencia.
Lo que hasta hace poco eran valiosos bienes materiales se muestran inestables y causa
de dolor. A la par, un cierto remordimiento colectivo va surgiendo y nos avergonzamos de
los resabios de inhumanidad, como el racismo, la esclavitud, las guerras, los desastres eco-
lógicos y los intereses económicos que llevan a millones al hambre y la mortandad. Hemos
convertido a este hermoso planeta en una sucia prisión de donde anhelamos escapar. Los
ojos de la Ciencia y de la Religión se vuelven otra vez al cielo, esperando una señal que
anticipe la ayuda que vendrá. Pero en nuestra locura terrestre no comprendemos la forma
de ser de Civilizaciones y Seres Superiores... y quizás esperemos en vano, porque la ayuda
no será como la pensamos. Este paso, aunque tengamos miedo, debemos darlo solos.
Hasta tanto las viejas estructuras se muestren caducas por sí solas, todo intento de modi-
ficar radicalmente situaciones sociales, económicas o políticas tendrá un alcance en extre-
mo limitado, ya que el ambiente imperante sofoca cualquier brote violento de nuevas ideas.
Mientras el momento crítico del Mundo se aproxima, sólo nos queda actuar en conducta y
pensamiento, con humildad y valentía, predicando con el ejemplo y la palabra justa.

La Nueva Era Interior

Esta situación global es reflejo directo de lo que sucede en el interior de cada uno de los
seres humanos. Si prestamos atención a nuestra conducta externa y a nuestra visión interna
de las cosas, comprobaremos que momento a momento somos gobernados por distintos
“yoes”. Lo que pienso ahora, puedo no pensarlo en otras circunstancias. En una discusión
digo cosas que realmente no siento y de las que me arrepiento después. Ante un mismo acto
realizado por distintas personas tengo distintas reacciones. Lejos de ser seres íntegros, vi-
vimos contradiciéndonos y en permanente conflicto con nosotros mismos. Todos, en alguna
medida tenemos personalidades múltiples. La única diferencia con un cuadro esquizoide es
que una persona “normal” tiene un Yo dominante que la mayor parte del tiempo tiene el
control de los otros “yoes”; o al menos eso sería lo deseable.
Nuestra ventana de Consciencia es una estructura dinámica, que filtra o enfoca distintos
rangos de nuestro Ser de acuerdo a los estímulos externos. En nosotros coexisten centros
de consciencia de diverso origen. Cada uno de nuestros Cuerpos densos (físico, etérico,
astral y mental) tiene su centro de consciencia. También coexisten en nosotros un centro de
96
consciencia femenino y uno masculino. Cada una de las etapas que atravesamos durante
nuestro crecimiento y maduración deja cristalizado un centro de consciencia. Quedan regis-
trados en nuestro interior, como centros de consciencia, todas las antiguas personalidades
de vidas anteriores, aún las de los Reinos inferiores, que pueden aflorar en cualquier mo-
mento, aunque no nos demos cuenta de ello. También encontramos “yoes prestados”, to-
mados del Inconsciente colectivo de la Humanidad, o heredados genéticamente, o “sintoni-
zados” del Plano Astral, o implantados por nuestra educación. Como vemos, llevamos una
verdadera multitud dentro, que muy difícilmente está siempre de acuerdo con el “Yo do-
minante”.
Hasta ahora, en la evolución psíquica del hombre, nuestros múltiples yoes, han venido
gobernándose en base a un despotismo, ya sea teológico u otro, en el que uno de los yoes se
imponía a los demás, o, en el mejor de los casos, a una democracia, en la que el gobierno
del ser quedaba a cargo de la voluntad de una “mayoría”; pero siempre existía una minoría
disconforme. Esta minoría reprimida en sus deseos de manifestación va juntando “presión”,
hasta que ésta hace que afloren, por lo general en forma explosiva y caótica. Ahora llega el
momento del auto-gobierno por consenso, en el que se armonizan nuestras múltiples perso-
nalidades, de tal modo que la voluntad emergente conforme a todas. Por eso el auto-
conocimiento se hace indispensable para el reconocimiento de todos nuestros aspectos y el
trabajo integrador, buscando “alinear” nuestros distintos centros de consciencia hacia un
objetivo común: la Evolución del Ser.
En la medida que un mayor número de seres se avoquen a este trabajo de integración in-
terior, los disensos externos también irán desapareciendo.

La mayor parte de los problemas de los humanos se debe a una incapacidad intrínseca
para comunicarse entre ellos, de expresar lo que sentimos. Los sentimientos son tan com-
plejos y variables que no debe haber dos seres en el Universo que sientan exactamente
igual. Esta diversidad hace que comprenderse mutuamente requiera un esfuerzo. En nuestro
punto evolutivo este esfuerzo parece estéril, pues nuestras palabras, nuestros gestos, no
traducen fielmente lo que sentimos, lo cual nos hace sentir frustrados. Esta frustración no
reconocida va minando nuestra vida de relación. Lo mismo sucede con nuestra escala de
valores. Siempre nos conducimos de acuerdo a las prioridades de una escala de valores,
que es absolutamente individual y mutable, y, por lo tanto, superficial en nuestra evolu-
ción. ¿Cuáles son mis prioridades, mis objetivos y aspiraciones? ¿Son los mismos que los
de otro? ¿Mis fines justifican mis medios?
Pero existe otra Escala, más profunda, a la cual nos vamos acercando, y que es igual en
todos los seres de la Creación. Debemos esforzarnos por conocer nuestra propia escala de
valores actual, pues es la raíz de nuestra conducta y a partir de ella descubrir la de los de-
más para comprenderlos mejor.
¿Cómo no va a haber guerras y violencia en el mundo si por cualquier cosa discutimos y
nos enfrentamos aún con nuestros seres queridos, y hasta estamos en permanente lucha con
nosotros mismos?

Cada uno de los seres procede de un mismo principio, pero hace la obra
que le compete, colaborando a la vez con los demás; porque ninguno de los

97
seres aparece separado del conjunto, sino que actúa sobre los demás y sufre
también la acción de los otros.
Plotino

En la Nueva Era tanto hombres como mujeres deberán realizar un arduo trabajo interior
conjunto para complementarse y crecer juntos. Si no somos capaces de cultivar en nosotros
la unión fraterna, no somos dignos representantes de la Nueva Era que está por venir. El
Amor Fraterno deberá ser la primera y única bandera que flamee sobre las ruinas de esta
vieja civilización.

98
GLOSARIO

Alma: Existen tres posibles acepciones de esta palabra. Según una de ellas, la más tradi-
cional, “alma” corresponde a la palabra griega psique, que abarcaría tanto al aspecto emo-
cional como mental del hombre. Esta es la que hemos preferido en este libro. Según otra, se
refiere solamente a la parte emocional del ser. La tercera entiende por “Alma” al aspecto
netamente espiritual del Ser encarnado, que sobrevive a la muerte o desencarnación. Algu-
nas escuelas distinguen estas dos últimas acepciones, escribiendo con mayúscula a la se-
gunda.

Angeles: Seres espirituales de Evolución superior a la humana, descriptos y venerados


en todas las religiones y tradiciones esotéricas (llamados Devas en el Hinduismo y el Bu-
dismo) . Se los considera “mensajeros” y colaboradores de la Divinidad en la Evolución de
la Creación.

Atomo-Simiente: Partícula inmaterial, especie de patrón energético, en la que quedan


registradas las características de los distintos cuerpos que constituyen al ser encarnado, y
que se transfiere de vida en vida y evoluciona de acuerdo al avance espiritual del Ser, su
Karma y su Plan de Vida.

Chispa Divina: Llamada también Mónada o Ego Puro, es la Divinidad latente en todos
los Seres, la Esencia última de todo lo que Evoluciona en la Creación, destinada a desarro-
llarse vida tras vida hasta alcanzar la Reintegración en Dios.

Conciencia: Discernimiento entre el “Bien” y el “Mal”, lo positivo y lo negativo para la


Evolución del Ser, que se va perfeccionando a medida que se aprende en las vidas sucesi-
vas.

Consciencia: Centro de entendimiento de las percepciones del Ser. Su expansión de-


pende del punto Evolutivo del Ser, aunque es variable momento a momento en cada vida,
de acuerdo al estado de alerta manifestado.

Cordón de Plata: Nexo fluídico, a modo de cordón umbilical, entre el cuerpo astral y
los cuerpos físico-material y físico-etérico.

Cuerpo: Cada uno de los “vehículos” de manifestación del Ser en estado de encarna-
ción. Son patrones energéticos de distinta densidad vibratoria, cuya función es interactuar
con las Fuerzas del Plano en que se manifiesta cada uno. Distinguimos entre Cuerpos Infe-
riores (Físico-material, Etérico, Astral y Mental) y Cuerpos Superiores (Intuitivo, Causal y
Espiritual).

99
Desencarnación: Proceso llamado comúnmente “muerte”, durante el cual el Ser se des-
prende de los Cuerpos o Vehículos inferiores que le han servido en el Ciclo Vital que fina-
liza.

Encarnación: Proceso que abarca la gestación y el nacimiento del cuerpo físico de un


Ser en el Plano Físico. Comienza cuando el Ser decide “revestirse” de Cuerpos densos para
retornar a experimentar a este Plano.

Espíritu: Parte Inmortal del Ser, constituida por sus Cuerpos Superiores y la Chispa Di-
vina. Algunas escuelas llaman también “espíritu” (con minúscula) a los cuerpos inferiores
no-físicos (astral y mental).

Estado Alterado de Consciencia: Conjunto de sensaciones que escapan al marco habi-


tual de percepción del ser humano medio en estado de vigilia. Como “estados alterados” se
consideran el sueño, el ensueño, la alucinación, los distintos fenómenos de percepción ex-
trasensorial, etc. Pueden producirse espontáneamente, o por medios físicos como la droga,
el alcohol o la hiperventilación, o por medios psíquicos como el hipnotismo y la medita-
ción.

Evolución: Trayectoria y cambio del Ser a lo largo de innumerables vidas, en los suce-
sivos Reinos de la Naturaleza, que lleva al progresivo desarrollo de sus Facultades Divinas
latentes.

Guías: Seres de Evolución Superior que, ya encarnados o desencarnados, asumen la res-


ponsabilidad de guiar y ayudar en su Evolución a Seres de estadios inferiores.

Karma: Término sánscrito que significa “acción” o “trabajo”, y que define la reacción
natural a cada acto, palabra, sentimiento o pensamiento de los Seres incluidos en el Samsa-
ra o Rueda de las Encarnaciones. Según este principio, lo que de nosotros sale a nosotros,
ya sea en esta o en sucesivas vidas.

Mesías: Ser de Altísima Evolución, cuyo grado de desarrollo le permite ser Canal direc-
to de la Divinidad, con la cual se halla ya Integrado, y hacerse responsable de la Guía y
Evolución de Humanidades enteras.

Morada: Sector vibratorio que nos corresponde en el Espacio Espiritual (multidimen-


sional) de acuerdo al Nivel de Evolución alcanzado, donde habita nuestro Espíritu.

Periespíritu: Envoltura vibratoria que rodea al Espíritu y que ha adquirido y perfeccio-


nado a lo largo de su Evolución. Comprende los cuerpos astral y mental.

Plan de Vida: “Programa” elaborado por el Ser antes de encarnar para conseguir el ma-
yor provecho y Evolución de sus experiencias en el Plano Físico.

100
Plano: Cada uno de los Niveles Vibratorios en que se escalona la Creación de acuerdo a
la densificación que manifiesta la Energía Divina.

Protector: Ser que en estado espiritual (desencarnado) asume la ayuda y protección de


seres amados encarnados, con quienes está unido por lazos de afinidad o compromisos es-
pirituales.

Psicometría: Capacidad extrasensorial que permite a una persona percibir hechos pasa-
dos a través del contacto con objetos relacionados con esos hechos.

Reinos: El tema de los Reinos de la Naturaleza, es complejo como cualquier sistema de


clasificación. Hasta tal punto, que en la actualidad se prefiere no recurrir a la división en
Reinos. La Naturaleza sigue resistiéndose al afán encasillador del hombre.
En biología, por ejemplo, desde hace unos diez años, se consideran cinco Reinos entre
los seres llamados “vivos”: MONERAS, PROTOCTISTAS, HONGOS, PLANTAS y
ANIMALES, a los cuales se agregan dos más “inanimados”: el de los MINERALES y el de
los VIRUS-ARN (considerados estructuras intermedias entre los complejos químicos orgá-
nicos inanimados y los seres animados). En total sumarían siete Reinos.
En cuanto al “Reino” humano, sería, desde el punto de vista del naturalista, un sub-
reino, pero la tradición filosófica, esotérica y psicológica, lo ha considerado un Reino apar-
te, por el “salto” espiritual que separa al hombre del animal. Algunos biólogos de avanzada
hablan del Reino de los “seres autoconcientes”, donde además de los humanos incluyen a
los delfines. Particularmente, el homo sapiens se ha convertido en la primera especie de
este planeta que puede modificar la estructura genética de los seres vivos (cuya programa-
ción ha llevado millones de años de pruebas y errores). Este poder inmenso, a mi entender
superior al de la tecnología nuclear, lo ha separado definitivamente de la Evolución natural
pasiva de los otros Reinos.
La división en cuatro Reinos, obedece, como en la “estructura del ser”, más a un orden
pedagógico espiritual que a una estricta diferenciación científica. La tradición espiritual
asocia cada Reino a uno de los Cuatro Elementos (Tierra, Agua, Aire y Fuego), que tam-
bién se diferencian de los Elementos químicos de la Tabla periódica. Más que una clasifi-
cación espiritual se trataría de un ordenamiento según arquetipos (modelos ideales a los
cuales se refieren las formas físicas).

Supraconsciencia: Estado de Consciencia expandida, que hace que un ser encarnado


pueda percibir y comprender un rango mayor de fenómenos que el común de la experiencia
humana.

Vibración: Pulsación de Energía que posee todo lo existente y que define su estado en
el Espacio, el Tiempo, y las dimensiones suprafísicas.

101
BREVES REFERENCIAS DE LOS AUTORES DE LAS CITAS

Anaxágoras: Filósofo y astrónomo griego, iniciador del teísmo filosófico. 499-428 a.C.

Arenal, Concepción: Pensadora, escritora, filántropa y pedagoga española. 1820-1893.

Avicena: Médico, filósofo, geómetra y teólogo árabe. 980-1037.

Bhagavad-Ghita: Libro sagrado del Hinduismo, que transmite las enseñanzas filosófi-
cas de Krishna.

Borges, Jorge Luis: Narrador, poeta y ensayista argentino. 1899-1986.

Chuang-Tzu: Místico y filósofo chino, uno de los pilares del Taoísmo. 369-286 a.C.

Comerci, Francisco A.: Ensayista y poeta argentino contemporáneo.

Demócrito: Filósofo griego, creador del atomismo. 460-370 a.C.

Einstein, Albert: Físico de origen alemán, autor de la Teoría de la Relatividad, premio


Nobel 1921. 1879-1955.

Emerson, Ralph Waldo: Poeta y pensador estadounidense. 1803-1882.

Fromm, Erich: Filósofo y psicoanalista de origen alemán. 1900-1980.

Gandhi, Mohandas K. (Mahatma): Abogado, político y pensador indio, predicador de


la No-violencia. 1869-1948.

Gibran, Khalil : Místico, poeta y artista libanés. 1883-1931.

Heráclito: Filósofo griego. 536-470 a.C.

Ingersoll, Robert G.: Abogado y político estadounidense. 1833-1899.

Juan Evangelista (San): Apóstol de Jesús, autor de uno de los Evangelios, tres Epísto-
las y el Apocalipsis del Nuevo Testamento. Siglo I d.C.

Kazantzakis Nikos: Poeta y novelista griego. 1883-1957.

Kierkegaard, Sören: Filósofo y teólogo protestante danés. 1813-1855.

Leibniz, Gottfried W.: Filósofo y matemático alemán. 1646-1716.


102
Leonardo Da Vinci: Pintor, escultor, arquitecto, ingeniero e inventor italiano. 1452-
1519.

Nervo, Amado: Poeta mexicano modernista. 1870-1919.

Nicolás de Cusa: Teólogo, filósofo, matemático y astrónomo alemán. 1401-1464.

Ortega y Gasset, José: Pensador y ensayista español. 1883-1955.

Pablo de Tarso (San): Llamado Apóstol de los Gentiles, difusor del Cristianismo, autor
de varias Epístolas del Nuevo Testamento. 2 a.C.- 67 d.C.

Plotino: Filósofo alejandrino, fundador del neoplatonismo. 205-262.

Plutarco: Escritor y filósofo griego. 46-120.

Porfirio: Filósofo neoplatónico, discípulo de Plotino. 232-304.

Protágoras: Sofista griego, discípulo de Demócrito. 481-411 a.C.

Ruiz, María Amelia: Abogada, conferencista y sensitiva argentina contemporánea.

Séneca, Lucio Anneo: Filósofo y escritor hispanorromano. 4 a.C.- 65 d.C.

Shakespeare, William: Dramaturgo y poeta inglés. 1564-1616.

Spinoza, Baruch: Filósofo holandés de origen judío. 1632-1677.

Tao-Te-King: Libro que resume la filosofía Taoísta de Lao-Tsé.

Teilhard de Chardin, Pierre: Geólogo, paleontólogo, teólogo y filósofo francés. 1881-


1955.

Yogananda, Paramahansa: Místico indio. 1893-1952

103
BIBLIOGRAFIA RECOMENDADA

A LOS PIES DEL MAESTRO, J. Krishnamurti, Ed Kier.

AMI, EL NIÑO DE LAS ESTRELLAS; AMI REGRESA, Enrique Barrios, Ed. Acua-
rianas.

EL CONOCIMIENTO DE LA VIDA, Madú Jess.

FISIOLOGIA DEL ALMA, Ramatís, Ed. Kier.

ILUSIONES, Richard Bach, Ed. Pomaire.

LAS EXPERIENCIAS METAFISICAS DE AYSHA, Araceli Romero, Ed. Agón.

NO HABRA MAS ADIOSES, Adela Rogers St. John, Ed. Pomaire.

ORDEN COSMICO Y NUEVO DERECHO; GOLFO, Dra. María Amelia Ruiz, Errepar
S.A.

104
INDICE

PROLOGO 4

NOTA 6

Capítulo I
LA ETERNA BUSQUEDA DE LA VERDAD 7

Capítulo II
EL CONCEPTO DE DIOS 14

Capítulo III
LA CREACION 17
Los Planos o Niveles Vibratorios 20

Capítulo IV
LAS LEYES COSMICAS 22

Capítulo V
LA EVOLUCION ESPIRITUAL 28
El Reino Mineral 28
El Reino Vegetal 29
El Reino Animal 30
El Reino Humano 30
Los Reinos Superiores 32

Capítulo VI
LA FRATERNIDAD UNIVERSAL 34

Capítulo VII
LA FUERZA DEL AMOR 40

Capítulo VIII
EL CONOCIMIENTO DEL SER 46
El Cuerpo Físico-Material 46
El Cuerpo Etérico 48
El Cuerpo Astral 49
El Cuerpo Mental 52
El Cuerpo Intuitivo 54
El Cuerpo Causal 55

Capítulo IX
105
EL CICLO VITAL HUMANO 57
El Proceso de Encarnación 58
Crecimiento y Maduración 61
El Proceso de Desencarnación 62

Capítulo X
LA LEY DE CAUSA Y EFECTO 64
Las Experiencias 67
Las Superaciones 68
Las Pruebas 69
El Karma 70
Las Tareas 72

Capítulo XI
EL BIEN Y EL MAL 74

Capítulo XII
LA VERDADERA LIBERTAD 80
Libertad y Autenticidad 80
Libertad y Autoconocimiento 83
La trampa de la palabra 84

Capítulo XIII
HACIA LA PAZ INTERIOR 86
Ejercicio 86
La esperanza 87
Nutrición Energética 88
Meditación 91
Ejercicios diarios 91
Espiritualizar la vida 92

Capítulo XIV
EL FUTURO DE LA HUMANIDAD 95
La Nueva Era Interior 96

GLOSARIO 99

BREVES REFERENCIAS DE LOS


AUTORES DE LAS CITAS 102

BIBLIOGRAFIA RECOMENDADA 104

106

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