You are on page 1of 12

Democracia y desarrollo en los países

petroleros
Paúl Collier

Hasta recientemente, "democracia petrolera" parecía una expresión contradictoria. El


Medio Oriente, donde están concentradas las reservas de petróleo, era uniformemente
autocrático, y la mayoría de los otros países ricos en petróleo eran autocracias como
Indonesia o democracias raquíticas como México. Las cosas están cambiando, sin
embargo, desde dos direcciones. La democracia se esto extendiendo hacia algunas
economías petroleras y el petróleo se esto extendiendo hacia algunas democracias.

La extensión de la democracia a las economías petroleras en el Medio Oriente es un


punto explícito en la agenda de la política exterior estadounidense. En otras regiones, la
democratización de las economías petroleras importantes ha ocurrido en años recientes
sin presiones exteriores, notablemente en Indonesia, México y Nigeria. La extensión del
petróleo a las democracias, mientras tanto es, en gran parte, un efecto lateral del intento
de diversificar los suministros de petróleo estadounidenses y occidentales de su
dependencia del Medio Oriente. Se han hecho nuevos descubrimientos, y están siendo
explotados, en una serie de democracias de bajos ingresos, tales como Gambia, Sao
Tomo y Príncipe, Senegal y Timor Oriental.

Estos desarrollos complementarios representan tanto una advertencia de peligro como


una oportunidad: la advertencia de que las riquezas petroleras pueden dañar las
democracias existentes, y la oportunidad no solo de evitar que eso suceda sino también de
aprender a reducir los efectos perversos de las rentas petroleras en países que se están
democratizando.

Ya es un lugar común que gobiernos corruptos han hecho mal uso de las rentas petroleras
y otros recursos naturales, y que esos ingresos, a su vez, han alimentado la corrupción y
socavado el buen gobierno. La explicación de esto se desarrolla en tres fases. Una
economía elemental provee la primera fase: las grandes rentas de los recursos minan la
competitividad de otras exportaciones al inflar la tasa de cambio real, un fenómeno
llamado "la enfermedad holandesa," las consecuencias que tuvieron las exportaciones de
gas holandés en su industria manufacturera. En la segunda fase la explicación asciende al
nivel de la economía profesional: las preocupaciones acerca del nivel de la tasa de
cambio real son reemplazadas por preocupaciones acerca de su volatilidad. Esta
preocupación encaja perfectamente dentro de un debate entre economistas profesionales y
ministros de finanzas acerca de la medida en que la volatilidad puede afectar las
inversiones. En la tercera fase la explicación cambia hacia la reciente fusión de economía
y ciencias políticas: Las rentas de recursos desvían la política nacional de proporcionar
bienes públicos a suministrar patronazgo privado. Pero el patronazgo puede mantenerse a
raya si hay instituciones responsables y que funcionen bien. Este cambio de enfoque
hacia el gobierno implica que, ya que la democracia aumenta la responsabilidad, las
nuevas democracias petroleras manejaron las rentas de recursos mejor que las
autocracias. Esto debe ser cierto en ambas direcciones: para los países ricos en petróleo
que se las agencian para democratizarse, y para las democracias que descubren y explotan
nuevos recursos de combustibles fósiles.

Por supuesto, las tres fases que describen como las rentas de recursos distorsionan los
procesos políticos no son mutuamente excluyentes, y ninguno de sus patrones se ajusta a
todos los casos. En las sociedades ricas en recursos hay instituciones significativamente
diversas, y aunque la riqueza en recursos las hayan afectado, la mayoría de los países
formo sus instituciones antes de descubrirlos. Dado que la variación global en las
instituciones esto bien reflejada entre los países de recursos abundantes, esto nos permite
analizar estadísticamente como interactúan las instituciones políticas con la riqueza de
recursos. Esto, a su vez, nos permite predecir como les irá a las posibles democracias
petroleras.

Hasta ahora, la evidencia sugiere que la democracia no va a resolver ni fácil ni


necesariamente los problemas planteados por la riqueza en recursos. En verdad, lo más
probable es que la democracia aumente esos problemas si los países ricos en recursos no
consiguen un gobierno eficiente. Hay que reevaluar la importancia de los mecanismos
que determinan como se alcanza el poder en relación con los que determinan como se usa
ese poder. Dicho de otra forma, hay que restarle importancia a la competencia electoral
en las democracias petroleras y aumentar la importancia de las restricciones políticas de
sus gobiernos, de los frenos y contrapesos, como gustan de decir los norteamericanos.
Desafortunadamente, esto es precisamente lo opuesto a lo que probablemente veamos en
las nuevas democracias petroleras, y es una tendencia que inconscientemente alentaron
los medios de información internacionales, con su fascinación por las elecciones
telegénicas.

Hechos incómodos
Si uno se toma la molestia de hacer investigación estadística sobre este asunto, encuentra
un patrón consistente: las rentas petroleras y otros recursos naturales están
particularmente mal adecuadas a las presiones generadas por la competencia electoral en
la ausencia de frenos y contrapesos en el uso del poder político. Cuando no hay grandes
rentas por recursos naturales, hasta las democracias con menos frenos y contrapesos
sobrepasan económicamente, en forma significativa, a las autocracias. Esto es un morito
de las consecuencias económicas de la democracia puesto que se dice frecuentemente que
la democracia no tiene ningún efecto neto en el éxito económico.

Sin embargo, en presencia de grandes ingresos por recursos naturales, los vectores del
rendimiento económico son los opuestos: las autocracias superan a las democracias, y la
diferencia es bastante grande. En ausencia de ingresos por recursos naturales, una política
democrática supera una autocracia en cerca de 1.5 puntos porcentuales de crecimiento
anual. Pero cuando las rentas por recursos naturales ascienden a cerca de 8 por ciento del
PNB en ausencia de frenos y contrapesos, desaparece la ventaja de la democracia para el
crecimiento. Más allá de esto, el efecto económico neto de una democracia irrestricta es
simplemente adverso. Tómese un país sin frenos y contrapesos, y con ingresos por
recursos de 20 por ciento del PNB (un nivel bastante modesto de riqueza de recursos). El
cambio de una autocracia a una intensa competencia electoral disminuye la tasa de
crecimiento en alrededor de 2.5 puntos porcentuales.*

¿Como socava la democracia la capacidad de un país de controlar sus ingresos por


recursos naturales para el crecimiento económico? Obviamente, la respuesta tiene que
con sus opciones de política económica. Pero, ¿cuoles opciones?

Una posibilidad es que las rentas por recursos naturales inflan el tamaño del estado. Los
economistas han establecido que a un mayor gasto público corresponde una menor tasa
de crecimiento. Sin embargo, cuando controlamos el nivel de gasto público, encontramos
que un gasto público menor no reduce el efecto adverso de la democracia en el uso de las
rentas por recursos naturales. De forma que el gasto gubernamental no puede explicar el
por quo las democracias ricas en recursos tienen menor rendimiento.

¿Y quo sobre la composición del gasto? La influencia mas importante sobre el


crecimiento económico es la inversión. Si controlamos la parte de inversión en el PNB, el
efecto adverso de la democracia se reduce. Dicho de otra forma, las democracias ricas en
recursos sub-invierten. Otros investigadores encuentran que las democracias, en general,
sub-invierten. En las sociedades ricas en recursos, la inversión es particularmente
importante, puesto que es aso como las rentas por recursos pueden ser transformadas en
aumentos sostenidos de ingresos.

*Para detalles sobre cuestiones metodológicas, vea "Democracia e Ingresos de Recursos",


de Paúl Collier y Anke Hoeffler, disponible en
users.ox.ac.uk/econpco/research/politicaleconomy.htm

Sin embargo, la historia real resulta ser no la tasa de inversión, sino el rendimiento de la
inversión. Las democracias ricas en recursos no solo sub-invierten sino que invierten mal.
¿Pero por quo?

Porqué la política va mal

Para ver como las políticas democráticas van mal en el contexto de abundantes rentas de
recursos, tenemos que analizar el concepto de democracia. Es obvio que el diseño de
cualquier democracia varía considerablemente -sistema presidencial frente a
parlamentario, y proporcional frente a primero-después-del-conteo, y similares. ----

Sin embargo, más importante que estos aspectos de diseño es la distinción central entre
mecanismos que regulan como se alcanza el poder y mecanismos que limitan como se
usa. Los primeros se preocupan de la competencia electoral, los segundos de las
restricciones del gobierno, y las democracias difieren considerablemente en cuanto a
cuales mecanismos son los más usados. La abundancia de rentas de recursos parece
alterar mucho mas como se conduce la competencia electoral que como se usa el poder.
En lo fundamental, las rentas de recursos introducen la política de patronazgo.

La competencia electoral motiva a los partidos políticos a conseguir votos de la manera


más efectiva y barata posible. En circunstancias normales, la mayoría de los partidos en
el poder lo hace suministrando bienes públicos tales como infraestructura y seguridad de
mejor forma que sus rivales. La alternativa extrema a esa política es la del patronazgo
privado: se soborna a ciertos electores selectos con dinero público. En su forma más
cruda, los candidatos entregan dinero en efectivo a cambio de votos aunque haya medios
de comprar votos mucho más potentes que ose.
Obviamente, si hay que sobornar a cada elector, un partido que ofrezca genuinos bienes
públicos, superará en la competencia a un partido de patronazgo, porque la gran ventaja
de los bienes públicos estriba en que todos pueden usarlos por igual. A los electores les
resulta mucho mejor que se les distribuyan los fondos estatales como bienes o servicios
públicos que como sobornos privados. Sin embargo, el patronazgo comienza a lucir
efectivo para un partido político cuando se pueden comprar los votos al por mayor,
sobornando a unos pocos líderes de la opinión, críticamente bien situados. Entonces la
misma universalidad de los bienes públicos empieza a lucir como desventaja.

El hecho es que, a la hora de tomar decisiones, mucha gente confía en los "líderes de la
opinión" más que en la evidencia de sus propios ojos. Tal conducta se describe en la
teoría de cascada de información, que es una tendencia de moda para describir algunas
formas de comportamiento de rebaño. Un ejemplo clásico de comportamiento de rebaño
puede encontrarse en el mundo de las modas. Es enteramente racional para las compañías
de modas el concentrar sus esfuerzos de mercadeo sobre los líderes de opinión, sabiendo
que los consumidores los van a imitar. En ese sentido, a veces votar se parece a la moda.
La gente vota frecuentemente en bloque bajo la guía de un líder local de opinión,
especialmente en lugares donde las lealtades étnicas o sectarias son fuertes, o donde la
buena información es escasa. Esas condiciones se dan en muchas sociedades en
desarrollo.

Supongamos entonces que aceptamos que, en sociedades étnicamente diferenciadas sin


una prensa vibrante, la política de patronazgo es mas barata y efectiva que la de
proporcionar bienes y servicios públicos. De todas formas, esto deja abierta la cuestión de
por quo este problema afecta desproporcionadamente a las sociedades ricas en recursos.
Después de todo, muchas sociedades son étnicamente diferentes y tienen libertades de
prensa limitadas.

La respuesta parece ser que la política de patronazgo es una forma de atraer votos mas
efectiva que la de proveer bienes públicos solo si el partido gobernante puede malversar
suficientes bienes públicos. Para financiar patronazgo a gran escala un gobierno necesita
primero malversar dinero publico del presupuesto estatal y pasarlo a fondos para
sobornos.

Si las restricciones políticas sobre malversación son suficientemente estrictas, entonces el


patronazgo político no es posible. Tales restricciones influyen, y a la vez se ven
reforzadas, por la pureza de los motivos de los políticos. Un sistema en que el patronazgo
no es factible probablemente atraiga a políticos genuinamente motivados por una visión
del bien común. En las sociedades en que el patronazgo es posible, la política
democrática tiende entonces a atraer pillos en busca de dinero fácil.

Las rentas de recursos debilitan las restricciones políticas por una razón obvia: reducen
radicalmente la necesidad de poner impuestos. Los gobiernos ricos en recursos tienen
menor necesidad de impuestos, no tienden a estimular que los ciudadanos analicen
cuidadosamente su actuación.

Aunque este proceso de responsabilidad ha sido esencialmente comprendido desde hace


mucho tiempo, generalmente se ha propuesto como explicación a las tendencias
autocráticas de sociedades ricas en recursos, y con razón. El punto clave aquí es que este
mismo proceso de socavar la responsabilidad opera igualmente dentro de las sociedades
democráticas. El efecto no daña la competencia electoral en so misma, sino a las
restricciones políticas sobre como se usa el poder. A medida que las rentas de recursos
erosionan los frenos y los contrapesos, suponiendo que existan, los partidos logran rienda
suelta para competir por votos usando el patronazgo. Como hemos establecido, esta es la
forma más efectiva para conseguir votos en una sociedad éticamente dividida y con una
prensa carente de libertad. Los partidos que en forma quijotesca escogen la vía de los
bienes públicos para atraer los votos, simplemente pierden la elección: en esas
situaciones los pillos políticos derrotaron siempre a los candidatos honestos. Si alguien
desea una medida de los problemas afrontados por un candidato capaz y honesto en una
democracia petrolera, compruebe como le fue a Pat Utomi como candidato presidencial
en las elecciones de Nigeria este abril. La ley de esta particular selva política es,
desafortunadamente, la supervivencia de los más gordos.

Los politólogos pueden medir las restricciones políticas en un país dado. Como todas las
cuantificaciones, esta medida tiene sus deficiencias: Simplemente cuenta cuantos de los
posibles 17 frenos y contrapesos están incorporados dentro de un sistema político. Estas
restricciones se correlacionan con el nivel real de la democracia. De nuevo, es esencial
hacer una distinción entre la competencia electoral y los frenos y contrapesos del poder
político. Cuando una nación tiene intensa competencia electoral y pocas restricciones al
poder político, el crecimiento económico sufre severamente. Por el contrario, una
democracia petrolera con suficientes restricciones políticas puede ser un éxito
económico. A Noruega le va bien pero Nigeria tiene problemas.
¿Qué significan, en la practica, "suficientes restricciones?" Volvamos a nuestro ejemplo
de un país con rentas de recursos naturales evaluadas en 20 por ciento de su PNB y una
intensa competencia electoral. Recuérdese que en ausencia de frenos y contrapesos, una
sociedad de ese tipo tiene una tasa de crecimiento 2.5 puntos porcentuales inferior al de
una autocracia. Según la medida de frenos y contrapesos que nosotros usamos, esta
sociedad necesitaría solo cuatro de las 17 restricciones a fin de eliminar esta desventaja.
Con ocho restricciones superaría a la autocracia por 2.8 puntos porcentuales.

Cuatro restricciones de 17 no parecen mucho, pero es el doble de lo que típicamente


tienen las sociedades ricas en recursos. Obviamente, añadir cuatro restricciones
cualesquiera de las 17 no arreglaría necesariamente el problema. En realidad, si hay una
restricción de importancia suprema, es la de la prensa libre. Sin ella, los ciudadanos
pueden ser fácilmente manipulados por la propaganda gubernamental. He usado una
medida cuantitativa desarrollada por Freedom House para investigar si la libertad de
prensa tiene importancia en las sociedades ricas en recursos. Encontró no solo que una
prensa libre esto generalmente asociada con una tasa de crecimiento más rápida, sino
también que el efecto es significativamente mayor en el contexto de las riquezas en
recursos.

También puedo mostrar el por quo las restricciones políticas son tan importantes en las
democracias ricas en recursos. La respuesta nos trae de vuelta a la decisión sobre
inversión: las restricciones aumentan el rendimiento de la inversión para gastos públicos,
como ejemplifica la experiencia de Nigeria. La primera transición de gobierno militar a
democracia tuvo lugar en 1978. El nuevo gobierno democrático del Presidente Shehu
Shagari dio un ejemplo clásico de competencia electoral guiada por patronazgo y un
poder político carente de frenos y contrapesos. Uno de los primeros actos del gobierno
de Shagari fue el de dar marcha atras a masivas inversiones publicas para una represa
otorgadas por el gobierno militar. El proyecto fue reotorgado, pero su costo ascendió de
$120 a $600 millones. Los políticos habían gastado una fortuna comprando los votos que
los eligieron, y la represa fue la forma de recuperar sus inversiones. Los $480 millones
adicionales en "costos" fueron esencialmente sobornos adicionales para los que ahora
tenía buenas relaciones políticas.

El comienzo del segundo período del presidente Olusegun Obasanjo en el 2003 marco la
segunda experiencia de transición en Nigeria. El primer período electo de Obasanjo había
sido, como el régimen de Shagari, una transición de régimen militar a democracia. En
realidad, fue una especie de repetición del régimen de Shagari. La competencia electoral
fue intensa: al final del primer período de Obasanjo, el 80 por ciento de los senadores fue
derrotado. Los frenos y contrapesos, sin embargo, eran virtualmente inexistentes. No
había habido tiempo para situarlos, y todos los poderosos intereses seccionales se les
habían opuesto. Al principio de su segundo y final período, Obasanjo comenzó a
introducir los frenos y contrapesos que faltaban, una decisión que requirió considerable
coraje. Una de las primeras restricciones, cuya previa ausencia resulta asombrosa, fue el
requisito de ofertas competitivas en todos los proyectos de inversiones publicas. Cuando
este requisito se introdujo por vez primera, se le hizo algo retroactivo: Algunos proyectos
previamente aprobados se retiraron. La introducción de ofertas competitivas redujo el
costo de estos proyectos en un promedio de 40 por ciento. Esos dos ejemplos: el enorme
aumento de los costos generado por la transición hacia una competencia electoral
irrestricta, y la igualmente enorme disminución en los costos, generada por restricciones
básicas, ilustran la magnitud de lo que esto en juego en las democracias petroleras.

Esos resultados limitados no demuestran los beneficios de las restricciones políticas en


todas las circunstancias, pero si respaldan el valor de los frenos y contrapesos en el
contexto de las democracias ricas en recursos. En contextos muy diferentes, las
restricciones en el uso del poder político democráticamente conseguido pudieron haber
tenido efectos contrarios como, por ejemplo, hacer más fácil el bloquear reformas
económicas, como puede haber sido el caso recientemente en Alemania.

La Trampa de los Recursos

El crecimiento económico no es solo bueno en so mismo: también refuerza la


democracia. En particular, noveles mas altos de ingresos per. Capita parecen impulsar el
desarrollo de los balances y contrapesos políticos. Por ejemplo: En su documento de
trabajo 2004 NBER "¿generan crecimiento las instituciones?", Edward Glaeser y sus
asociados han demostrado que el desarrollo económico impulsa, gradualmente, un
saludable cambio institucional. De modo que las instituciones políticas no solo reflejan el
crecimiento pasado sino que influyen sobre el crecimiento futuro.

Esto debería de advertirnos sobre la posibilidad de una trampa del desarrollo político.
Sociedades de bajos ingresos y ricas en recursos, como Nigeria y Gambia, que adquieren
una democracia rápida pero desequilibrada, con una vigorosa competencia electoral pero
sin frenos y contrapesos, probablemente van a usar tan mal sus oportunidades que no van
a crecer. Esto, a su vez, cierra el camino que han tomado la mayoría de las sociedades
para lograr una forma equilibrada de democracia, es decir, un camino de instituciones
políticas que se fortalecen paulatinamente, sostenidas por un amplio desarrollo
económico. Esto, por ejemplo, es como muchos países de Europa occidental tornaron
paulatinamente sus monarquías y oligarquías en democracias, durante el siglo XIX y
principios del XX.

Por lo contrario, si semejante sociedad tan solo pudiera introducir frenos y contrapesos y
de alguna forma mantenerlos durante algún tiempo, como bajo una dirigencia política de
excepcional visión, el crecimiento que generaría pudiera consolidar el mantenimiento de
los frenos y contrapesos, y mantener seguro el país durante elecciones realmente
competitivas. Esta es la esperanza de Nigeria en la actualidad. Y esto es lo que tiene que
inspirar nuestra estrategia de ayuda al desarrollo en todas las democracias petroleras.

Esta evidencia, más bien deprimente, pudiera parecer sugerir que las sociedades ricas en
recursos debieran aferrarse a la autocracia, al menos si el crecimiento económico es el
objetivo principal. Sin embargo, aparte del hecho de que la democracia es buena en si
misma, hay razones para dudar esta cínica conclusión, al menos para un importante
subgrupo de países ricos en recursos.

Mientras que, en ocasiones, la autocracia parece mejor desde la limitada perspectiva de la


generación de crecimiento económico, hay un contexto importante - la diversidad étnica-
en el que la autocracia es muy mala noticia. Lo que puede haber resultado bien durante
períodos críticos en Turquía, Chile, Taiwán y Corea del Sur -sociedades más bien
homogéneas- es improbable que funcione en Indonesia, Nigeria y Trinidad-Tobago. La

Razón mas probable de por quo la autocracia reduce el crecimiento en el contexto de la


diversidad étnica es porque tiende a estrechar la base de apoyo del autócrata.
Tópicamente, los autócratas en sociedades de diversidad étnica dependen del apoyo de su
propio grupo étnico. Mientras más diversa sea la sociedad, más pequeño sera este grupo.
Mientras mas estrecha la base de apoyo social, más fuerte será el incentivo para una
política económica que sacrifique el crecimiento en aras de redistribuir el ingreso al
grupo favorecido. Ejemplos típicos incluyen a Burundi bajo el gobierno de la minoría
Tutti y las políticas pro-Alawitas en Siria.

De aho que en el contexto de países étnicamente diversos como Nigeria y, especialmente,


el Irak de la preguerra, la autocracia fallo en generar condiciones para el crecimiento, y
su retorno no mejoraría las cosas. La implicación incomoda es que la competencia
electoral no es suficiente para superar el bloqueo al crecimiento generado por la
autocracia; simplemente cambia el bloqueo hacia una mas difusa pérdida de recursos por
medio del patronazgo. De aho que, en el contexto de la diversidad étnica y renta de
recursos, la competencia electoral es una razón necesaria pero no suficiente para producir
desarrollo.

La combinación de una sociedad rica en recursos y étnicamente diversa, con fuertes


restricciones políticas, es rara pero existe: Botswana. Botswana tiene minas de diamantes
en lugar de pozos de petróleo, pero esta diferencia es inmaterial: una gran cantidad de
dinero fluye aún de la tierra a los cofres del gobierno. Aunque Botswana se ha mantenido
como democracia desde su independencia, ninguna de sus elecciones ha cambiado
realmente el partido de gobierno. De aho que la competencia electoral no pueda ser
razonablemente descrita como intensa. Se las ha arreglado, sin embargo, para mantener
fuertes frenos y contrapesos. Por ejemplo, todos los proyectos de inversión pública
necesitan, por ley, conservar una tasa de rendimiento mínima. Una clara evidencia de que
este requisito ha sido implementado es que el gobierno de Botswana ha a acumulado una
gran reserva de activos extranjeros. La democracia de Botswana se distingue aso de la de
Nigeria: los dos países se han construido un balance radicalmente diferente entre la
competencia electoral y los frenos y contrapesos. No es de extrañar que también tengan
resultados de crecimiento radicalmente diferentes: Botswana se ha convertido en un país
de medianos ingresos, logrando por largo tiempo la más alta tasa mundial de crecimiento.

Estableciendo bien la democracia

Desde la caída de la Unión Soviética, la democracia se ha expandido rápidamente a


través del mundo en desarrollo. Sin embargo, esta transición ha sido definida
abrumadoramente, hasta ahora, en términos de elecciones. Nos inclinamos a
concentrarnos en la competencia electoral porque puede ser introducida muy rápidamente
inclusive en situaciones no prometedoras, tales como en Afganistán. Por el contrario, los
frenos y contrapesos requieren instituciones reales y un mínimo de confianza social.
Toman tiempo en introducirse y con frecuencia son el equivalente de huérfanos políticos:
los partidos que aspiran a gobernar hacen resistencia a la introducción de restricciones
políticas, y toda la clase política se arriesga a perder si las políticas de patronazgo se hace
impracticables.

Por otro lado, la dicotomía elecciones-instituciones no ha sido un problema para las


democracias desarrolladas: no son ricas en recursos o, como en el caso de Noruega, su
riqueza en recursos es moderada y reciente, salvaguardada por un campo lleno de
instituciones democráticas y ya con un alto nivel de ingresos.
Los que están afrontando una serie de problemas históricamente nuevos son las
sociedades en desarrollo ricas en recursos y de bajos ingresos que se están convirtiendo
en democracias, y un grupo de democracias frágiles y de bajos ingresos que ahora están
descubriendo la riqueza de recursos

Como resultado, las democracias desarrolladas no han demostrado hasta ahora mucha
comprensión de estas nuevas circunstancias.

A causa de las diferentes escalas temporales para el desarrollo de las elecciones y de los
frenos y contrapesos, las "democracias instantáneas" casi inevitablemente pasan por una
fase en la cual los vencedores electorales cosechan todos los despojos políticos. El
verdadero problema es de si esto se convierte en un rasgo permanente de la política,
enredando al país en la trampa del desarrollo político, o si las instituciones se pondrán al
día a su debido tiempo. Aquí es donde la los medios de información internacionales
juegan un papel desmesurado.

La reciente y rápida difusión de elecciones impugnadas, como en Ucrania de noviembre


de 2004 a enero de 2005, demuestra el poder de la influencia internacional, especialmente
el de la prensa internacional. Tratándose de eventos relativamente simples y fáciles de
fotografiar, las elecciones reciben una gran atención de la prensa. Los ciudadanos en el
mundo en desarrollo se dejan llevar por esta atención que, inevitablemente, los lleva a ver
en las elecciones el rasgo esencial y definitorio de la legitimidad democrática.

Esta concentración en las elecciones no solo influye las opiniones de los ciudadanos sino
que, además, les permite usar el poder de la presión internacional. Esto se refleja en el
hecho de que en las manifestaciones políticas, muchos de los carteles que demandan
elecciones justas -como por ejemplo en Egipto- estaban escritos en inglés en lugar de en
el idioma local. Somos partes de la audiencia que estas protestas buscan. De forma que
nuestra respuesta les importa mucho. Hasta el momento, los norteamericanos en su
conjunto, y el gobierno de Bush en particular, han insistido en las elecciones. Los frenos
y contrapesos, por otra parte, son continuos y complejos, por lo que han recibido menor
cobertura noticiosa. Las democracias maduras necesitan contrarrestar esta tendencia
enfatizando las características menos visibles de la democracia, especialmente en las
jóvenes democracias ricas en recursos.
Dado que el crecimiento económico en si mismo aumenta gradualmente el ingreso al
nivel en el que la población demanda frenos y contrapesos seguros, el mejoramiento en
las restricciones políticas eventualmente deviene autosuficiente. Por consiguiente, un
esfuerzo internacional para promover frenos y contrapesos solo necesitaría ser temporal.
La ola de competencias electorales que barrió el mundo en desarrollo en los 1990 y que
aún pudiera barrer el Medio Oriente, necesita ser complementado con una ola de
entusiasmo a favor de las restricciones políticas. No solo esto en juego la prosperidad,
sino también la libertad.

Tomado de The Public Interest

Traducido por el Dr. E.A.Rivero

You might also like