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petroleros
Paúl Collier
Ya es un lugar común que gobiernos corruptos han hecho mal uso de las rentas petroleras
y otros recursos naturales, y que esos ingresos, a su vez, han alimentado la corrupción y
socavado el buen gobierno. La explicación de esto se desarrolla en tres fases. Una
economía elemental provee la primera fase: las grandes rentas de los recursos minan la
competitividad de otras exportaciones al inflar la tasa de cambio real, un fenómeno
llamado "la enfermedad holandesa," las consecuencias que tuvieron las exportaciones de
gas holandés en su industria manufacturera. En la segunda fase la explicación asciende al
nivel de la economía profesional: las preocupaciones acerca del nivel de la tasa de
cambio real son reemplazadas por preocupaciones acerca de su volatilidad. Esta
preocupación encaja perfectamente dentro de un debate entre economistas profesionales y
ministros de finanzas acerca de la medida en que la volatilidad puede afectar las
inversiones. En la tercera fase la explicación cambia hacia la reciente fusión de economía
y ciencias políticas: Las rentas de recursos desvían la política nacional de proporcionar
bienes públicos a suministrar patronazgo privado. Pero el patronazgo puede mantenerse a
raya si hay instituciones responsables y que funcionen bien. Este cambio de enfoque
hacia el gobierno implica que, ya que la democracia aumenta la responsabilidad, las
nuevas democracias petroleras manejaron las rentas de recursos mejor que las
autocracias. Esto debe ser cierto en ambas direcciones: para los países ricos en petróleo
que se las agencian para democratizarse, y para las democracias que descubren y explotan
nuevos recursos de combustibles fósiles.
Por supuesto, las tres fases que describen como las rentas de recursos distorsionan los
procesos políticos no son mutuamente excluyentes, y ninguno de sus patrones se ajusta a
todos los casos. En las sociedades ricas en recursos hay instituciones significativamente
diversas, y aunque la riqueza en recursos las hayan afectado, la mayoría de los países
formo sus instituciones antes de descubrirlos. Dado que la variación global en las
instituciones esto bien reflejada entre los países de recursos abundantes, esto nos permite
analizar estadísticamente como interactúan las instituciones políticas con la riqueza de
recursos. Esto, a su vez, nos permite predecir como les irá a las posibles democracias
petroleras.
Hechos incómodos
Si uno se toma la molestia de hacer investigación estadística sobre este asunto, encuentra
un patrón consistente: las rentas petroleras y otros recursos naturales están
particularmente mal adecuadas a las presiones generadas por la competencia electoral en
la ausencia de frenos y contrapesos en el uso del poder político. Cuando no hay grandes
rentas por recursos naturales, hasta las democracias con menos frenos y contrapesos
sobrepasan económicamente, en forma significativa, a las autocracias. Esto es un morito
de las consecuencias económicas de la democracia puesto que se dice frecuentemente que
la democracia no tiene ningún efecto neto en el éxito económico.
Sin embargo, en presencia de grandes ingresos por recursos naturales, los vectores del
rendimiento económico son los opuestos: las autocracias superan a las democracias, y la
diferencia es bastante grande. En ausencia de ingresos por recursos naturales, una política
democrática supera una autocracia en cerca de 1.5 puntos porcentuales de crecimiento
anual. Pero cuando las rentas por recursos naturales ascienden a cerca de 8 por ciento del
PNB en ausencia de frenos y contrapesos, desaparece la ventaja de la democracia para el
crecimiento. Más allá de esto, el efecto económico neto de una democracia irrestricta es
simplemente adverso. Tómese un país sin frenos y contrapesos, y con ingresos por
recursos de 20 por ciento del PNB (un nivel bastante modesto de riqueza de recursos). El
cambio de una autocracia a una intensa competencia electoral disminuye la tasa de
crecimiento en alrededor de 2.5 puntos porcentuales.*
Una posibilidad es que las rentas por recursos naturales inflan el tamaño del estado. Los
economistas han establecido que a un mayor gasto público corresponde una menor tasa
de crecimiento. Sin embargo, cuando controlamos el nivel de gasto público, encontramos
que un gasto público menor no reduce el efecto adverso de la democracia en el uso de las
rentas por recursos naturales. De forma que el gasto gubernamental no puede explicar el
por quo las democracias ricas en recursos tienen menor rendimiento.
Sin embargo, la historia real resulta ser no la tasa de inversión, sino el rendimiento de la
inversión. Las democracias ricas en recursos no solo sub-invierten sino que invierten mal.
¿Pero por quo?
Para ver como las políticas democráticas van mal en el contexto de abundantes rentas de
recursos, tenemos que analizar el concepto de democracia. Es obvio que el diseño de
cualquier democracia varía considerablemente -sistema presidencial frente a
parlamentario, y proporcional frente a primero-después-del-conteo, y similares. ----
Sin embargo, más importante que estos aspectos de diseño es la distinción central entre
mecanismos que regulan como se alcanza el poder y mecanismos que limitan como se
usa. Los primeros se preocupan de la competencia electoral, los segundos de las
restricciones del gobierno, y las democracias difieren considerablemente en cuanto a
cuales mecanismos son los más usados. La abundancia de rentas de recursos parece
alterar mucho mas como se conduce la competencia electoral que como se usa el poder.
En lo fundamental, las rentas de recursos introducen la política de patronazgo.
El hecho es que, a la hora de tomar decisiones, mucha gente confía en los "líderes de la
opinión" más que en la evidencia de sus propios ojos. Tal conducta se describe en la
teoría de cascada de información, que es una tendencia de moda para describir algunas
formas de comportamiento de rebaño. Un ejemplo clásico de comportamiento de rebaño
puede encontrarse en el mundo de las modas. Es enteramente racional para las compañías
de modas el concentrar sus esfuerzos de mercadeo sobre los líderes de opinión, sabiendo
que los consumidores los van a imitar. En ese sentido, a veces votar se parece a la moda.
La gente vota frecuentemente en bloque bajo la guía de un líder local de opinión,
especialmente en lugares donde las lealtades étnicas o sectarias son fuertes, o donde la
buena información es escasa. Esas condiciones se dan en muchas sociedades en
desarrollo.
La respuesta parece ser que la política de patronazgo es una forma de atraer votos mas
efectiva que la de proveer bienes públicos solo si el partido gobernante puede malversar
suficientes bienes públicos. Para financiar patronazgo a gran escala un gobierno necesita
primero malversar dinero publico del presupuesto estatal y pasarlo a fondos para
sobornos.
Las rentas de recursos debilitan las restricciones políticas por una razón obvia: reducen
radicalmente la necesidad de poner impuestos. Los gobiernos ricos en recursos tienen
menor necesidad de impuestos, no tienden a estimular que los ciudadanos analicen
cuidadosamente su actuación.
Los politólogos pueden medir las restricciones políticas en un país dado. Como todas las
cuantificaciones, esta medida tiene sus deficiencias: Simplemente cuenta cuantos de los
posibles 17 frenos y contrapesos están incorporados dentro de un sistema político. Estas
restricciones se correlacionan con el nivel real de la democracia. De nuevo, es esencial
hacer una distinción entre la competencia electoral y los frenos y contrapesos del poder
político. Cuando una nación tiene intensa competencia electoral y pocas restricciones al
poder político, el crecimiento económico sufre severamente. Por el contrario, una
democracia petrolera con suficientes restricciones políticas puede ser un éxito
económico. A Noruega le va bien pero Nigeria tiene problemas.
¿Qué significan, en la practica, "suficientes restricciones?" Volvamos a nuestro ejemplo
de un país con rentas de recursos naturales evaluadas en 20 por ciento de su PNB y una
intensa competencia electoral. Recuérdese que en ausencia de frenos y contrapesos, una
sociedad de ese tipo tiene una tasa de crecimiento 2.5 puntos porcentuales inferior al de
una autocracia. Según la medida de frenos y contrapesos que nosotros usamos, esta
sociedad necesitaría solo cuatro de las 17 restricciones a fin de eliminar esta desventaja.
Con ocho restricciones superaría a la autocracia por 2.8 puntos porcentuales.
También puedo mostrar el por quo las restricciones políticas son tan importantes en las
democracias ricas en recursos. La respuesta nos trae de vuelta a la decisión sobre
inversión: las restricciones aumentan el rendimiento de la inversión para gastos públicos,
como ejemplifica la experiencia de Nigeria. La primera transición de gobierno militar a
democracia tuvo lugar en 1978. El nuevo gobierno democrático del Presidente Shehu
Shagari dio un ejemplo clásico de competencia electoral guiada por patronazgo y un
poder político carente de frenos y contrapesos. Uno de los primeros actos del gobierno
de Shagari fue el de dar marcha atras a masivas inversiones publicas para una represa
otorgadas por el gobierno militar. El proyecto fue reotorgado, pero su costo ascendió de
$120 a $600 millones. Los políticos habían gastado una fortuna comprando los votos que
los eligieron, y la represa fue la forma de recuperar sus inversiones. Los $480 millones
adicionales en "costos" fueron esencialmente sobornos adicionales para los que ahora
tenía buenas relaciones políticas.
El comienzo del segundo período del presidente Olusegun Obasanjo en el 2003 marco la
segunda experiencia de transición en Nigeria. El primer período electo de Obasanjo había
sido, como el régimen de Shagari, una transición de régimen militar a democracia. En
realidad, fue una especie de repetición del régimen de Shagari. La competencia electoral
fue intensa: al final del primer período de Obasanjo, el 80 por ciento de los senadores fue
derrotado. Los frenos y contrapesos, sin embargo, eran virtualmente inexistentes. No
había habido tiempo para situarlos, y todos los poderosos intereses seccionales se les
habían opuesto. Al principio de su segundo y final período, Obasanjo comenzó a
introducir los frenos y contrapesos que faltaban, una decisión que requirió considerable
coraje. Una de las primeras restricciones, cuya previa ausencia resulta asombrosa, fue el
requisito de ofertas competitivas en todos los proyectos de inversiones publicas. Cuando
este requisito se introdujo por vez primera, se le hizo algo retroactivo: Algunos proyectos
previamente aprobados se retiraron. La introducción de ofertas competitivas redujo el
costo de estos proyectos en un promedio de 40 por ciento. Esos dos ejemplos: el enorme
aumento de los costos generado por la transición hacia una competencia electoral
irrestricta, y la igualmente enorme disminución en los costos, generada por restricciones
básicas, ilustran la magnitud de lo que esto en juego en las democracias petroleras.
Esto debería de advertirnos sobre la posibilidad de una trampa del desarrollo político.
Sociedades de bajos ingresos y ricas en recursos, como Nigeria y Gambia, que adquieren
una democracia rápida pero desequilibrada, con una vigorosa competencia electoral pero
sin frenos y contrapesos, probablemente van a usar tan mal sus oportunidades que no van
a crecer. Esto, a su vez, cierra el camino que han tomado la mayoría de las sociedades
para lograr una forma equilibrada de democracia, es decir, un camino de instituciones
políticas que se fortalecen paulatinamente, sostenidas por un amplio desarrollo
económico. Esto, por ejemplo, es como muchos países de Europa occidental tornaron
paulatinamente sus monarquías y oligarquías en democracias, durante el siglo XIX y
principios del XX.
Por lo contrario, si semejante sociedad tan solo pudiera introducir frenos y contrapesos y
de alguna forma mantenerlos durante algún tiempo, como bajo una dirigencia política de
excepcional visión, el crecimiento que generaría pudiera consolidar el mantenimiento de
los frenos y contrapesos, y mantener seguro el país durante elecciones realmente
competitivas. Esta es la esperanza de Nigeria en la actualidad. Y esto es lo que tiene que
inspirar nuestra estrategia de ayuda al desarrollo en todas las democracias petroleras.
Esta evidencia, más bien deprimente, pudiera parecer sugerir que las sociedades ricas en
recursos debieran aferrarse a la autocracia, al menos si el crecimiento económico es el
objetivo principal. Sin embargo, aparte del hecho de que la democracia es buena en si
misma, hay razones para dudar esta cínica conclusión, al menos para un importante
subgrupo de países ricos en recursos.
Como resultado, las democracias desarrolladas no han demostrado hasta ahora mucha
comprensión de estas nuevas circunstancias.
A causa de las diferentes escalas temporales para el desarrollo de las elecciones y de los
frenos y contrapesos, las "democracias instantáneas" casi inevitablemente pasan por una
fase en la cual los vencedores electorales cosechan todos los despojos políticos. El
verdadero problema es de si esto se convierte en un rasgo permanente de la política,
enredando al país en la trampa del desarrollo político, o si las instituciones se pondrán al
día a su debido tiempo. Aquí es donde la los medios de información internacionales
juegan un papel desmesurado.
Esta concentración en las elecciones no solo influye las opiniones de los ciudadanos sino
que, además, les permite usar el poder de la presión internacional. Esto se refleja en el
hecho de que en las manifestaciones políticas, muchos de los carteles que demandan
elecciones justas -como por ejemplo en Egipto- estaban escritos en inglés en lugar de en
el idioma local. Somos partes de la audiencia que estas protestas buscan. De forma que
nuestra respuesta les importa mucho. Hasta el momento, los norteamericanos en su
conjunto, y el gobierno de Bush en particular, han insistido en las elecciones. Los frenos
y contrapesos, por otra parte, son continuos y complejos, por lo que han recibido menor
cobertura noticiosa. Las democracias maduras necesitan contrarrestar esta tendencia
enfatizando las características menos visibles de la democracia, especialmente en las
jóvenes democracias ricas en recursos.
Dado que el crecimiento económico en si mismo aumenta gradualmente el ingreso al
nivel en el que la población demanda frenos y contrapesos seguros, el mejoramiento en
las restricciones políticas eventualmente deviene autosuficiente. Por consiguiente, un
esfuerzo internacional para promover frenos y contrapesos solo necesitaría ser temporal.
La ola de competencias electorales que barrió el mundo en desarrollo en los 1990 y que
aún pudiera barrer el Medio Oriente, necesita ser complementado con una ola de
entusiasmo a favor de las restricciones políticas. No solo esto en juego la prosperidad,
sino también la libertad.