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VIEIRA, Alberto (1992): Portugal y las Islas del Atlántico, Funchal, CEHA-Biblioteca Digital,
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Colección Portugal y el Mundo
PORTUGAL
Y LAS ISLAS
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DEL ATLANTICO
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EDITORIAL
MAPFRE
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ÍNDICE
PRIMERA PARTE
Los mitos y las leyendas """"" """" '"'' """ " ." "".,,' 34
EI descubrimiento dei siglo xv "".". " " , """"""".".", 35
Los viajes hacia occidente """"" """" "" "'"'''' 43
Colôn y las islas """"'"""." "" ". '" '' " """ " "" "" """ " " 46
~is l u~=""" """"""", ..." " " , 48
Los incentivos de la colonización ". ."" """" " "" '" '' '''''''' '''''' 67
EI régimen de propiedad """""""" """""""" """" "" "" """'" 69
Las donaciones de las tierras en Cabo Verde y São Tomé """" 72
EI destierro como política de colonización 73
Las exenciones fiscales " """""""." "" ." .""" ."." ""."."", 74
Etnogenia insular """''''''''''',,'''''''''' '''' "" ,,, ,,,,,,,,,,,,,, ,, ,," .",, , 76
Los extranjeros """"""" "''''''''' ",, '''' " """ "" ""' "'' '''''''''''''' 79
Estratificaciôn social """"."" "" ".,," .. ' ". "" "" .. " " .. "."" . "."."... 83
Los esc1avos "".""""""""""." "... "" .. """""""""" .. ",,, 85
La emigración insular """"""""".,," .. ""'" .""." "" ""."" " ""."", 92
Madeira y las Canarias "",,". """" "" "' "'''' " """" , 93
Madeira y las Azares """""" .. ,,,,,,,. ,, , , "" " "" " """""."""" ,, 99
8 Portugal y las islas de! Atlântico
Las islas y Guinea ..... .... ... . ............ .... .. .... ............ .... ... .. . ... .... 100
La emigración en e! siglo XD< . .... ........... ..•..... .•. .. .. ..• . ........ . 10 1
SEGUNDA PARTE
EL MUNDO ATLÁNT1CO
La lucha por la posesión de! océano .. .... .. .... ... ..... ... ........ ....... ... 108
EI sistema de la fortificación de las isl"s .. .... ... .... .... .. ..... .. ..... ... 113
EI Atlántico y las islas en los siglas XVIII y XD< ........ ...... .... •.. ..... 120
La nueva geografia económica .... .................. .......... ................. 123
III. L A ECONOM~\ INSULAR ... ... . ........... ... .. .. ............. ....... ....... . 133
Los componentes de la dieta alimenticla ................. ........... .. .... 139
Los cereales .. ... .... .... ..... ....... ....... .. ...... .. ... .......... .. .... ... .... ... 140
La vid y el vino ................ ...... ....... ... ............. ............. 151
Los productos de exportación ............. ................. .... .. .............. 156
La caiia de azúcar ... .............. .... .. . ... .... ... ...... .. ..... ........ 156
La expa nsión de la caiia de azúcar .................... ....... ......... 166
La hierba paste! .. .... ... . .... ..... ..... ....... .... ... ........ ..... ... 170
Aprovechamiento de los recursos .. ... .. ... ..... .... .... ....... .... .... .. ...... 17 3
EI comercio ... .... ............................ .... .. .. .................... 175
EI comercio de cabotaje .. ...... .. ..... .......... .... ........ .... ... .......... 180
EI comercio interinsular .. ............ ... ... .... .. .. .............. 185
EI comercio atlántico ................. .. .. ... .... ............ ............... . 191
Europa y las islas ...... ... ...... . 194
EI comercio con e! rei no .. 196
EI serrorio de las islas ....... .. ........... .. ... ...................... .. ..... ... ..... . 207
Ílldice 9
APÊNDICES
BIBLIOGRAFÍA . ..... ....... ........ ..... ........ ...... ....... ...... .............. ....... ...... . 297
Í NDICE O NOMASTICO ........ ............ ... ............ .. .. ... .. ..... ....... . ... ... . ......... . 303
Ayer como hoy las islas fueron y continúan siendo protagonistas ac-
tivas de! proceso económico y político cn eI contexto emopeo y mun-
dial. En el caso de! espacio atlântico san todavia una referencia impor-
tante para los continentes que lo rodean. Para algunas la función de apo-
yo en las comunicaciones se transformó, de acuerdo con el progreso y
la nueva coyuntura política, eo puntos estratégicos para la defensa de
Occidente. Otras abrieron nuevos caminos, destacándose como impor-
tantes estancias de turismo. Por otro lado. eI devenir de! proceso polí-
tico, en este final dei siglo xx, vino a atribuirles una posición diferente
merced a su independencia (Cabo Verde y São Tomé) o autonomia (Ma-
deira, Azores y Canarias). Pero, ante todo, esto nos parece una justifi-
cada y breve referencia sobre los primeros momentos dei desarrollo de
estas nuevas sociedades con la expansión europea.
La comprensión de esto sólo es posible mediante el adecuado en-
cuadre en los espacias continentales vecinos, que en ciertos casos ejer-
een una acción dominante. Por lo tanto, era nuestro deseo, cuando nos
propusimos tratar el tema, abordar la presencia portuguesa en el Atlán-
tico, pero, teniendo eo cuenta que existen ('o esta colección otros to-
mos en los cuales se hace un tratamiento especializado dei Brasil, Ma-
greb y el África Negra, optamos por hacer incidir nuestro análisis sobre
las islas portuguesas de! Atlántico oriental.
EI mundo insular creado por los portugueses (n el vasto océano
presenta numerosas especificidades, pero también una filiación pro-
funda con los espacios continentales vecinos, por lo que no puede ser
desvinculado de este contexto. Tal como tendremos oportunidad de
constatar, los cuatro archipíélagos definidos por sus veinticuatro islas
16 Portugal y las islas dei Ailál1tico
I O Mediterrâneo r' () Mundo Medit errânico fliI épocu de FlIipe II. 2 vols., Lisboa,
J B. S. ]. hc rlin, «Did Carthaginnian mariner~ reach the islanJ tlf Corvo {Azo -
La reveloción dei océano 29
res)? Report on rhe results of joint field investigations undertaken on Corvo in June
1983» en RivtSla de S/udi Femci, XII, Roma, 1984, pp. s} ·46 .
• J. Agostinho, «Achados arqueológicos nos Aço rl' S» cn Açoreana, IV ) p. 97.
, «At lântico» en Du'ionário de HistórÍa de Portugal, I, Lisboa , 1975, pp. 247-249.
30 Portugal y las tSlas dei Atlántico
h R. Mauny, Les Navigations médievales sur !e.\" ,'ôtes sahariennes antérieurô à la dé-
" Introduçiio à História dos DescobrimentoJ Portugueses, Lisboa, 1986, pp. 165-169.
~ As Navega ções portugUt'sas no Atlântico e no Indico, Lisboa, 1989, pp. 43-44.
~ Monumenta Hem icina, I, Coimbra, 1960, 11 ." 97, pp. 230 -234 .
l U J. M. Silva Marqu es, Descobrimentos Porl ugueseI, L pp. 40-42.
34 Portugal y las islas dei Atlántico
II, Memórias para a História das Navegações e Descobrimentos dos Portuguesel) Lisbo\J.,
1819.
17 Memória sobre a Prioridade dos Descobrimentm Portugueses na cosIa Ocidental Afri-
,. P. E. Russell , O ln/ante D. Henrique e (JS ilhas CU/árids. Uma dimensão ma! com-
preendida da biografia hemiquina, Lisboa, 1979.
38 Portugal y las islar dei Atlántico
2'. Descobrimento da ilha de Madeira L' Dúwrm da I-'ida e Feitos dos capitães da dita
ilha, Coimbra , 1947 .
La revelacióll dei océon" 41
~i M onumt'flltl lI eflriúna,
vol. XJII , n. 193 , pp. 347·3 49.
2" A. Rodriguc" de Azevedo, ~( Nntas,) en Sdll JadcJ da TerTa, Funcha l, 1873, pr.
675-677 .
", Crónica dt' (;/lIúé, Opart o , 197.3, ";'ps. XXX1 , :XXX'\-', LI. LXVl U, LXXV.
LXXXV. UCXXVll .
La revelación dei océanll 43
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CRISTOBAL COLÓN. 1492.
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II
LA OCUPACIÓN DE LAS ISLAS
Madeira fue de todas las islas la primera ell merecer una ocupación
efectiva por parte de los colonos europeos. Por eso emerge en eI con-
texto dei espacio atlántico como un área piontra y después modelo de
los pracesos, técnicas y produclos que sirvieron de referencia para la
afi rmación portuguesa.
La colonización se inició a partir de 1420 y los primeros colo-
nos tuvieron a su dispos ición numerosas condiciones propicias para e1
éxito de la iniciativa. Era una isla que cstaha abandonada, abierta a
cualquier iniciativa de poblamiento, rica en maderas y agua y con
buenas ensenadas para su abordaje. No sucedia lo mismo en las Aza-
res o en las Canarias, Cabo Verde y São Tomé, donde surgieron nu-
merosas dificultades ai esta blecimienro peninsular. En el prime r caso,
fueron los seismos y vo \canes los que hicieran huir a los primeros
colonos. En cI segundo, la presencia de una pablación autóctona - los
guanches - difícil de dominar, mi entras en las últimas dos fueron las
condiciones inhóspitas de su clima las 4U C dificultaran la presencia eu-
ropea.
Por todo esto, Madeira merece una referencia especial , dado que
s.irvió de modelo para las demás actividades de ocupación lIevadas a
cabo por portugueses y castellanos en el espacio atlántico.
Tal como aqui ya hemos referido, a pesar de la existencia de prue-
bas irrefutables sobre el conoci miento de las isl.s acá dei Bojador desde
tiempos [emotos, sólo a principias dei siglo xv surgió la neccsidad de
reconocerlas y ocuparias. La coyuntura peninsular a la que se alia in-
evitahlemente la dispu ta por la posesión de las Canarias condicionó la
inmediata apuesta portuguesa por la colonización de Madeira.
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54 Portugal y las islas dei Atlántico
OCÉANO
PORTO NONIZ
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ARCO DE S.JORGE
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RIBEIRA BRAI/À • . • fIO à li l.iJZLA (GAutA ::..
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" Archipiélago de las Azares.
ordeno Las cartas de donación de las capitanías de las islas nos aclaran
que eI efectivo poblamiento tuvo lugar en la década de los sesenta o
setenta, siendo eI resultado de la presencia de !lamencos en Faial y de
madeirenses en São Miguel. Las islas más oecidentales - Corvo y Fio·
res- se encontraban en 1507, según Valentim Fernandes, sin poblar.
Tales dificultades resultaron, fundame ntalmente, de! hecho de es·
tar en las is las activos los fenómenos volcánicos y de estar suje tas a asi-
duas terremotos. En San Miguel se habla de (rupciones en los anos de
1444 y 1445 , a las que se sucedieron las de 1563 en Pico Sapateiro y
1630 en las Fumas. En cuanto a las demás islas , te nemos idênticas si·
tuaciones en São Roque do Pico (1562), en Siio Jorge (1580) y en Faial
(1672 ). En las dos últimas los efectos fueron desvastadores: en São Jor-
ge se perdieron cuatro mil cabezas de ganado y quinientas pipas de
vino, en tanto que en Faial el fen ómeno provocó un pri mer movimiento
emigra to rio hacia eI Brasil.
La infanta dona Beatriz, ai con firmar en 1474 la compra de la ca·
pitanía de la isla de São Miguel por Rui Gonçalves da Câmara refiere
que la «citada isla desde el comienzo de su poblamiento hasta la pre·
sente fue muy mal aprovechada y poblada». En verdad fu e este segun-
60 Portugal y las islas deI Atlántico
estas islas [Cabo Verde] eran primero tan sanas que las ge ntes que
allí iban sanaban. Pero ahora [en 1506 ] son tan enfermizas que la gen ·
te sana enferma. Creo que despu és de que los negros llegaron a eU as
corrompieron el aire como eo su tie rra, que es enfermiza 6,
Iodas las islas son mu y sanas y tienen muchos aíres frescos dei norte
y nordeste [ .. .] y para concluir toda la infamia de que elIas fueran dé-
biles y muy enfermas es falsa, porque los hombres, exentos de comer
y beber, teni endo castidad, viven mucho en eUas y, siendo lujuriosos,
mueren a causa de diarreas y de sangre i .
Pero los que vivían allí atestiguan las palabras de Valentim Fernan -
des, e, infinitas veces , dieron conocimiento aI rey dei hecho . Son prueba
.. ISANTO ANTÃo
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SÃO N ICOL.AU
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se servian para la cura de leprosos. Aquí encontró sólo seis o siete mo-
radores que tenían la función de matar las cabras, salar la carne y cue-
ros y enviarlos ai reino. De entre éstos, menciona a Rodrigo Afonso,
escribano de la hacienda real, que le proporcioná eI necesario abaste-
cimiento de carne y sal. Después eSlUvo en Santiago, con la intención
de recoger ganado vacuno para la Espanola; pero eI calor tórrido mo-
lestó a su tripulación , viéndose forzado a seguir viaje antes de lo pre-
visto.
Valentim Fernandes, nueve anos más tarde, alude ai estado de ocu-
pación de la isla de Santiago, ai enunciar que «está poblada con mucha
gente», y para Fogo díce só)o «con gente») y cn cuanto a las demás re-
sume ai afirmar que estaban «pobladas de cabras y no de gente». Aun
asi, eI número de vecinos de ambas debía de ser reducido, pues cn un
inventario de 1513 la principal villa (Ribeira Grande) es citada con ape-
nas 162 habitantes. Más tarde , en 1548, ésta y la de Praia presentaban
1.200 moradores. Ambas con los demás núcleos de población de San-
tiago y de Fogo aparercn en 1582 con 15.708 moradores " . En las dos
islas, si incluimos la creación de las parroquias. así como los censos de
crecimiento de los tributos de los vicarios, constataremos eI progreso
de la población en eI siglo XVI, en espec ial en d último cuarlO de siglo,
en que fueron creadas once parroquias, existiendo sólo dos cn Fogo,
con más de mil doscientas almas de confesión
Después tuvo lugar la colonizacián de la s islas de Brava (1545) y
de Santo An tão (1548 ). De las restantes sólo se sabe de algunos datos
sueltos de la población en fechas diversas: São Nicolau es resdiada en
1595 con sesenta almas de confesión, Boavista recibía en 1677 eI pri-
mer párroco, Maio se presentaba en 1699 con doscientos treinta habi-
tantes, mientras Sal dcbió ser ocupada en fecha incierta a finales de ese
siglo. Hasta la aparición de un párroco en las islas, lo que se concreta
en 1677 en Maio, Boavista y São Nicolau, cI servicio religioso na pres-
tado una vez ai ano por un padre visitador.
En Santiago, en Ribeira Grande, por cl hccho de desembocar alli
una ribera de abundante agua y una ensenada ljUC favorecía el contacto
permanente con eI mar, sirviendo de escala a las rutas de la India, se
" A. Carre ira. (~A capitan ia das ilh as Je Cabo Vcrd (~,) en Revista de 1 fixtôrÍa Hco-
nomico e Social. n: 19. 19H7, pp. 295 -J0.3.
66 Parlu!!.al )' las islas dei Atlánlico
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FERNAND O PÓOD
GOLFO OE GVINEA
SANTO TOMÉ
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Islas dei golfo de Guinea.
afianzo como la capital dei archipiélago v sede dei obispado eo 1534. Pero
la «insalubridad dei clima» llevó a la (Orona a determinar cn 1652 la trans-
ferencia de la capital a Praia, dond e ddx:rían residir eI ohispo y el gober-
nador. Algo semejanle sucedió en la otra capitania, donde la viUa de AI-
catrazes fu e sustituida en 1516 por Santa ,\Iaria da Praia, en tanto que la
de Lapa, eo São Nicolao, fue traspasada el ' 1693 a Ribeira Brava,
En São Tomé, la primera partida de colonos cs de 1486, cuando
João de Paiva se o frcció a ocuparia, lIsufructuando los privilegias e sta-
blecidos cn el fue ro de 16 de di cie mbrc ..k 1485 . D espu és fue la vez
de João Pereira en 1490, pero se piensa quc la verdad era colonización
empezó en 1496 con Alvaro Caminha , con el auxilio ue los referidos
judíos y afrkanos. En cuanto a la isb deI Príncjpe, este proceso se ini-
ció en 15 00 , des pués de la concesión uel fuero , por iniciativa de An-
tonio Carne iro . En las islas de Annohón y Fernando Póo, el proccso
fue más tardio, con la dificultau c n est,1 última de la presencia de afri-
canos, Es de extrafiar el hechu de qu e fuera ocupad a ta rdíamente, dadu
que era la mayo r dei grupo y estaba servida de una densa floresta, La
presencia de pohlación y la situ<1ción margmal respecto J<: las rutas más
frccuentada s cn la 7: ona contribuye rnn ,1 I:t pcrsiste nc ia de la situación.
La ocupación de las Islal' 67
EL RÉ G IM[~:N DE PROP1EDAD
I ' J. J. de Sousa , «() Convento de Santa Claru d" Funchal. Contra tos agrícolas
(séc. xv a XIX»> en AtldnticrJ, n.' 16, 1988. pp. 29'5- 303 :.J. de Freítas Hran w, Camponeses
da Madeira, Lisboa , 19X7 , pp. 154-186.
70 Portugal y las is!as dei Atlântico
dos eran motivo de queja, pues en 1499 ,,, por carta de Pera de Ca-
minha hay referencias a la vida ejemplar de João Mendes, «buen hom-
bre y que es cl mejor haccndado de la isla».
dades que necesita que les dê V.A. el dicho privilegio y todavía otros
solamente por habitar en dicha isla y no despoblarse .. .» " .
Idêntica fue la solución encontrada para las islas dei golfo de Gui-
nea, donde la corona estableció también las referidas exenciones fisca-
les en eI comercio con eI reino (1485 ) y eI privilegio de ~a mbiar en la
costa hasta el Congo (1493 y 1500).
ETNm;ENIA INSULAI<
Los t'xtranjeros
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MERCADOS
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- - - - - RUTA S Df EXPOIHACldN
d seflo r no da cosa alguna a aqu ellos negros 1... 1 ni siqui era hace gas-
to en da d cs vestidos, ni de come r, ni en mandarl es <.:onst.ruir cabanas,
po rqu e ellos por sí mj smo~ hu cen toda s las cosas jl) ,
ticular, abarcando los siglos XVI a XVIII, en que los impulsos individuales
se sobreponen a la iniciativa oficial. Este último fue e! momento de ex-
presión plena de la presencia lusitana y de su paulatino declinar ante
la Restauración de la monarquía portuguesa y de la guerra de fronteras
mantenida hasta 1665.
La cuestión o disputa por la posesión de las islas Canarias fue el
preludio de nuevos enfrentamientos con el objetivo de monopolizar las
navegaciones atlánticas. EI enfrentamicnto inicial fue entre Portugal y
Castilla, y tuvo como escenario las islas Carrarias. Esta disputa comenzó
a mediados dei siglo XIV, pera sólo cn la renturia siguiente, por inicia-
tiva del infante don Henrique, tuvo su mayor expresión.
La expedición de Jean de Betencourt en 1402 marca el inicio de
la conquista de las Canarias; en tanto, su subordinación a la soberanía
de la corona castellana y ai reconocimiento en 1421 por el papado de
esta nueva situación hizo renacer la polémica de! siglo XIV. AI infante
portugués restaban solamente dos posibilidades: la solución diplomáti-
ca, haciendo valer sus derechos junto ai papado, y el recurso de una
intervención bélica legitimada por el espíritu de cruzada que a ella se
pretendía asoeiar. De esta última situación resultaron las cxpediciones
de don Fernando de Castro (1424 y 1440) y de Antonio Gonçalves da
Câmara (1427). Pero en todos los frentes las conquistas fueron efíme-
ras y de poco valió, por ejemplo, la compra cn 1446 de la isla de Lan-
zarote a Maciot de Betencourt, por 20.000 reales blancos ai ano y re-
galías cn la isla de Madeira. De eso sólo resultó la ramificación de esta
importante familia a Madeira y, después, a las Azores. Ellitigio se cierra
en 1480 con la firma de un tratado en Toledo. Desde cntonces la co-
fana portuguesa abandona su reivindicación por la posesión de esas is-
las con garantías de que la burguesia andaluza no se enlrometerá en el
comercio de Guinea.
La coyuntura de estas islas y de la relación de las coronas penin-
sulares acompafió desde el inicio las conexiones canario-madeirenses.
En el siglo xv el vínculo de Madeira y Lanzarote se afilia en la célebre
disputa entre las coronas peninsulares por la posesión de Canarias. A
finales del siglo siguiente su reafirmación y expansión a todo el archi-
piélago canario fueron cl resultado de la ocupación de la isla en 1582
por don Agustín Herrera, acto que se materializó en Madeira en la
unión de las dos caronas peninsulares. Entre tanto, en las Azares tuvi-
mos desde 1582 la presencia de importantes contingentes militares es-
La ocupación de las isluI 95
ellos con una acción decisiva en la economía del archipiélago en los si-
glas XV y XVII.
Es fácil testimoniar la asiduidad de los contactos, pero difícil se
vuelve avalar la dimensión asumida por la presencia portuguesa en este
archipiélago, en cuanto a su origen geográfico. En los diversos actos no-
tariales, que consultamos, se ignora, muchas veces, el arigen geográfico
de los interventores portugueses. El hecho de que muchos se consignen
en diversos actos relacionados con otros de Madeira u otorgando po-
deres para el cobro de deudas y administración de herencias nos lIeva
a sospechar su orige n madeirense.
Cuando los contactos entre Madeira y las Canarias fueron más fre-
Clientes resultó natural la presencia de una importante comunidad ma-
deirense en ese archipiélago, con principal relieve en las islas de Lan-
zarote, Tenerife y G ran Cana ria. Allí fueron agentes destacados de
comercio y transporte entre los dos archipiélagos o artesanos, especial-
mente zapateros. Los azorianos, mayoritariamente de las islas Terceira
y São Miguel, surgen en menor número, preferentemente ligados a la
faena agrícola.
La elase mercantil de origen madeirense en las Canarias sigue un
rumbo peculiar; ai contrario que los flamencos e italianos, no se empa-
dronan de inmediato, manteniendo el estatuto de permanentes. La ne-
cesidad de establecimiento es casi siempre el corolario dei progreso de
sus operaciones comercíales y de las in versiones en tierras.
Los cambias operados en la coyuntura política a partir de los acon-
tecimientos dei ano 1640 condicionaron la presencia dei madeirense.
ÉI, que hasta entonces se beneficiaba de un estatuto preferencial en la
sociedad y economía lanzaroteiia, par ejemplo, desaparece paulatina-
mente dei escenario de acci6n. Y, hecho insólito, los pocos que conse-
guimos rastrear en la documentación proc:uran ignorar o apagar su ari-
gen, figurando s610 como vecinos sin otra referencia.
Esta situación coincide con eI fin de la relación comercial incidi en-
do sobre los cereales de las Canarias, pues a partir de 164 1 dejá de apa-
recer en Funchal, siendo sustituido por eI azoriano o por nuevos mer-
cados como la Berbería y América dei Norte. <Será ésta resultado de
la crisis de cultivo de cereales canarios o fruto del ambiente de mutua
represalia peninsular? Citaremos tam bién qu e a partir de entonces sur-
La ocupacI6n de las Islas 99
EL MUNDO ATLÁNTICO
~
CE A
~:. ;:::.~:::::
I
LA POLÍTICA ATLANTICA
, Arquivo Histórico da Madeira, vol. XVI, 1973, doe. n," 169, pp. 284-288 (21 de
junio).
I R. Carita, O Regimento de Fortificação de don Sebastião (1572) '"' Funchal, 1984.
116 Portugal y las idas dei Atlálltico
que está junto a eUa y cn ella bate rnuchas veces. cu ando allí hay ma-
rejada.
Luego, des pués de la Aduana, a un «tiro de bestia» está la Fortaleza
Vieja, que es la principal , situada sobre una roca, y tiene por la banda
dei mar seis grandes y hermosos l:anos de agua , que de eUa salen y
en ena na<.:en, en la mi sma roca sobn.· la qu e está fundada , y que de
ninguna maneta se puedc tomar ni coger, por la banda de tieera, por
ningún enemigo ; esta fortaleza tiene, por parte dei mar, dos cubelos,
como torres muy fueItes, q ue guardan el misrno mar y artillería, de
los qu e es tán bicn provistos, y, por la banda de ticrra, otros dos, que
guardan lOda la ciudad por encima, por estar más altos que ella, te -
niendo en dicha parte tambi én un m uro muy alto 'f fu erte. con una
fortÍsima puerta abatibl e; ... I .
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La política atlántica 119
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CE A
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122 Portugal y las tilas de! Iltldntico
1\ IbiJen!. )/9,/104 D 1 8.
124 Portugal y las lslas dei Atlántico
~
CE A
::.:......:=,:
126 Portugal y las irias dei Atlántico
I Véase nue stro eS ludio sobre Comércio Interinsu/ay nos .,écuJos XV .1' XVI, Funchal,
1987 , pp. 17~24.
Las escalas dei océano. Ias Islas 127
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Las escalas dei océano: las irias 129
Es gran esca la para las naos y navíos d e :-;u alteza , así co mo para los
nav íos de São Tomé e is la de: Príncipe y parõ:\ los navíos que v i (~nen
dei Brasil y de Mina y de Ioda s las partes de Guinea, qu e cuando
aquí llegan perdidos y sin mantcn imient o y gente aqu í sem re media-
dos de ux lo lo q ue Ic faz mencstc r
, HÚlória Geral de Crlho Verde Corpo [)OCf/!/I ,'lJtul vn l. I, 19k8. pp. 2 I 3-2 14.
" Gp. at., l ib. 1, p. un o
132 Portugal y las islas dei Atlántico
son fund ament alm ente condi ci on ~s fü.icas las que eS lãn en la base de!
arreglo de i pais aj e: las climát icas, 4Ul.' permitr:n comprcnJer las dife-
rencia s ent re ellas y las morfol ógi ~<ls, que dentro de la coyuntura cli-
mática de cad a uno, asumen el papd l:'sencial ' .
Revista Portuguesa de Geografia. voL IV. n." i , Lisbo;l. 1969, pp. 144- 145. Sobrt: los as-
pectos geodimá ticos vêa nsl.: los siguientcs cstudios: J. do Ama ral. )"mtiago de Cabo Ver-
de. A TemI e os lIomms, Li shoa, 1964; R. Soeim de I1rilo . A tlha de São ,\-ligud /!studo
g(.~ográf;co, Lisboa, 1955; J Medeiros Constanc ía, f:ll(l lu~ã(J da paÚcl1f,t:m humanizada da
ilha de São Migu f.'l. Coimbra, 1963-1964 ; An tonio Rru rn Ferreira, A Ilha da Gradosa. Lis-
boa, 1968; C. Medeirns, A ilha do Coroo, Lisboa, 1967 O Ribeiro , L'il~ lÜ' Modere
Étude géografiqut'. Lisboa, 1949; idem, A ilha do F()f.'.(! (' 1.1 .Iuas <'ruPl,iries. Lisboa, 1954;
F. Te nreiro. A ilha dt.' São Tomé. Estudo geoJ!.ráfl(·o. Lishl.a, 1961.
134 Portugal y las úloJ de! Atlântico
gráfica, que establ ecía un clima tropical seco o ecuatorial. De aquí re-
sultá la diversidad de formas de valorizac ián económica y social.
Para los primeros europeos que allí se establecieron Madeira y las
Azores afredan mejores requisitos, por las semejanzas de clima con Por-
tugal, que Cabo Verde o São Tomé. E n estas dos últimos archipiélagos
fueron numerosas las dificultades de adaptación dei hombre y de las cul-
turas europeo-mediterráneas. Allí el cu ropeo cedió lugar ai africano y
las culturas mediterráneas de subsistencia fueron sustituidas por las de
la vecina costa africana.
Por fin , es necesario tener en cuen ta las condiciones morfológicas
que establecen las especificidades de cada isla y vue!vcn posible la de-
limitación dei espacio y su forma de aprovechamiento económico. Aquí
e! recorte y relieve costero fueron importantes. La posibilidad de acceso
ai exterior a través de buenos fo ndeaderos era un factor importante. E s
a partir de aqui cuando se vuelve comprensible la situación de Madeira,
definida por la excesiva importancia de lá vertiente sur en detrimento
de la de! norte. Y en las islas dei golfo de Guinea el hecho de que Fer-
nando Póo fuera eliminada en favor de São Tomé. De un modo general
estábamos ante d pleno dominio dd litoral como área privilegiada de
establecimiento, aunque, algunas veces, no lo fuese en términos econó-
micos. En las islas en las que las condiciones orográfieas propiciaban
una fácil penetración en el interior, como sucediá en São Miguel, Ter-
ceira, Graciosa, Porto Santo, Santiago y São Tomé, la presencia huma-
na se extendiá hasta allí y gencró los espacios de barbecho. Para las de-
más la o mnipresencia de! lito rial es evidente y domina toda la vida de
los insulares, siendo allí eI mar la via privilegiada. Los ejemplos de Ma-
deira y São Jorge san paradigmáticos.
De ac uerdo con las condic iones geoclimáticas es pos ible definir la
mancha de ocupación humana y agrícola de las islas. Esta condujo a
una variedad de funciones económicas, a veces complementarias. D e
este modo, en los archipiélagos constit uidos por mayor número de islas
y articulaciones de los vectores de la subsistencia con los de la econo-
mía de mercado fue más armoniosa y no causó grandes dificultades. Las
Azores se presenlaban como la exprcsión más perfeeta de la realidad,
en tanto Madeira era eI reverso de la moneda.
El proccso de colonización de las islas, ya antes abordado, les de-
finiô una vocación de áreas económi cas sucedáneas dei mercado y es-
pacio mediterráneos . Asi, lo que suced i" en los siglas xv y XVI fue la
L.a economía insular 135
, A ilha de Madeira até meados do seC/f/o YX, Lisboa, 1985 (1. ' cdición en 1949),
pp. 37 -43 Y 56-59.
J F. Tenreiro, /1 ifha de São Tomé, Lisboa, 1'-)69, pp. 49·54.
La economÍa insular 137
lento, había un apretado contraI y reglameotos para las tareas, por me-
dia de estatutos y ordenanzas específicos.
Mayor y más evidente era la actuación a n ivel del sector comercial.
En este caso las autoridades intervenían con cl doble objetivo de ase-
gurar, por un lado, el comercio monopolista de la burguesía nacional
y, por otro, la normalización de los circuitos. AI mismo tiempo, deberáo
mencionarse las ordenanzas municipales que defienden, única y exclu-
sivamente, intereses de los concíudadanos; esto es, garantizar el abas·
tecimiento del mercado local de productos eseoeiales. Las ordenaozas,
de las que se conocen las de Funchal, Angra, Ponta Delgada, Ribeira
Grande, Velas, Vila Franca do Campo, san de ello testimonio, como ten-
dremos oportunidad de comprobar'.
Las eanarias, por la riqueza de los recursos humanos y naturales,
destacan en el siglo XV como el primer blaoco. Pero la conquista y
ocupación fueron retardadas por la disputa entre las dos coronas pe-
ninsulares y el enfrentamiento de los guanches. De este modo, Madeira
asumió una posición cumbre en eI proceso, una vez frustradas las ini-
ciativas en Porto Santo.
EI archipiélago azoriano y las demás islas en el área de Guinea tu-
vieron su desarrollo en una época tardía, impidiéndolo varias factores
de orden interno a los que no san ajenas las condiciones mesológicas.
EI clima y el suelo áridos, por un lado, seísmos y voleanes, por el otro,
erao un cartel poco alentador para los primeros pobladores. En ambos
casos el comienzo deI cultivo de la caiia de azúcar estuvo ligado a los
madeirenses. Ellos habían recibido las técnicas de los italianos pero
pronto se aprestaron a difundirias en todo cI espacio atlântico.
Madeira, que se encontraba a poco más de media siglo de existen-
cia como socíedad insular, estaba cn condiciones de ofrecer los contin-
gentes de colonos habilitados para la apertllra de nueVQS barbechos y
ellanzamiento de nuevos cultivos en las islas v tierras vecinas. Así su-
cedió con el trasplante de caiia de azúcar a Santa María, São Miguel,
Terceira, Gran Canaria, Tenerife, Santiago, São Tomé y Brasil.
La tendencia unificadora de la economía agrícola dei espacio insu-
lar chocó con varias obstáculos que, después, condujeron a un reajuste
de la política económica y la defioición de la complementariedad entre
jA. Vieira, «As posturas municipais da Nbdcira c .\\orcs nos Sl'Cldos \v a XVIl>~
en lU Colóquio Inü'rt/U(foHa! Os Acorc.\- (' () At!ântim, Angra do Heroismo. 19;;)9.
138 Portugal y las úlas dei Atlálltico
vifiedos, las huertas y los frutales dominados por la casa de paja y, más
tarde, por lujosas viviendas sefioriales.
A partir dei siglo XVI el Atlántico fue invadido por nuevos cultivos
de los espacios reciên conocidos, que pasaron a formar parte de la dieta
alimenticia de las poblaciones: primero el maíz, después eI fiame y la
patata. Pero su presencia en la agricultura insular varió de archipiélago
en archipiélago. EI maÍz !legó pronto a las Azores y São Tomé, en tanto
cn Madeira su aparición sólo tuvo lugar en e! siglo XL". La patata co-
menzó a tener aceptación en Madeira y Azotes en la segunda mitad dei
siglo XVII.
Los cerea!cs
tantes solicitudes de! sector terciario at raían cada vez más gentes a la
ciudad de Angra, quedando el campo en scmiabandono. De este modo
eI mantenimie nto de contactos regulares con las islas de São Jorge, Gra-
ciosa y São Miguel cran, cada vez más. imrrescindibles rara poder ase-
gurar e! servicio de abastecimiento de las embarcariones que llegaban
ai puerto .
A partir de fioales de! siglo XVI fue evidente la afirmación dei ar-
chipiélago azoriano como principal productor de trigo en e1 Atlântico.
La economía cerealifera azoriana cstaba organizada tn torno a dos puer-
tos importantes (Angra y Ponta Delgada) que tení.n a su alrededor un
vasto hil/terlond, abarcando las áreas agrícolas de las islas y de las ve-
cinas. Asi, la isla de Santa Maria cstaba colocada bajo d mando de São
Miguel y las restantes adyacentes o dominadas por eI puerto de Angra.
Adviértase que hasta el mismo comercio de cereal de Flores y Corvo
se hada a partir d e Angra, como suced ió en 1602.
En sintesis : los harbechos de cereal cn el archipiélago se distri -
buiao eo coosonanc ia con las posibilidades dei suelo y la existeocia de
ejes de filtraci ón 0 , más propiamente, de conJluencia d e ruras capaces
de filtrar los elementos excedentes d" las cosechas.
La isla de São Miguel, siendo 1. de ma yor exICnsión dd archipié-
lago y la qu e ofreda mejores condiciones a los barbechos, se afirma,
desde eI inici o, como la principal productora de cereal. Ésre creda, de
lado a lado, con el pastel. Todo el espacio "n torno a la ciudad, el área
agrícola más importante de la isla, estaba ocupado con los dos cultivos.
Frutuoso. a finales dei siglo XVI, lo confirma . Eo 1640, la isla producía
13.800 moyos de Irigo, siendo más de la mitad (7_70 5 moyos) de los
trigales situados entre Ribeira Gr.nde \' Ponta Delgada, siluándose en
segundo lugar el litoral desde Bretaíi.1 a las Feiteiras, eon 2.3 60 moyos.
El área domin an le dei cultivo se situ aba en las proximid ades dei puerto
de Ponta Delgada, en la fecha el principal puerto d e comercio de São
Miguel.
Terceira es citada en todas las {'ue ntes narrativas como una de las
principales islas de producció n de ceH:al dd archipiélago. En 1527 Fran-
cisco Alvares Ic atribu yó el epíteto d e madre de! trigo ' . En d mismo sen-
tido se renere Antonio Cordeiro cua ndo afi rma qu e l'n ti em pos remotos
dia «casi lo mismo que São Miguel»'; Las restantes islas se eneuen-
tran en una posición secundaria pero, aún así, con un excedente con-
fortable capaz de mantener activo el comercio local y externo. Asi
sucedia con la isla Graciosa, donde la cosecha de trigo y cebada «ex-
cede a la de las demás islas» II; a ello contribuían las condiciones fa-
j
Se siembra UI1 010)'0 de tierra (on tn:int,i y cinco y hasta (uarenta al-
queires de trigo, y no sufre tanta simielltc como las otras islas, porque
cs de mucha producción, y se encuentran pies de trigo de un grano
que da ciento diez, dento veinte espigas: y es común de 3LJUeIJos que
atlántico. De un lado, una isla extensa con vastas áreas propicias ai cul-
tivo dei cereal, dei otra un área con flojas posibilidades agrícolas, pera
disfrutando de una posición estratégica.
La economía azoriana se estructuró a partir de la primera mitad dei
siglo XVT, bajo el signo de este ambiente, dando origen a dos áreas de
actividad económica dominantes, en to rno a las cuales se colocan las
demás como regiones periféricas.
Es común definir este viraje en el cultivo cerealífero azoriano como
resultado de una actuación dei movimiento demográfico insular. No
obstan te, si tenemos en cuenta los datas demográficos para los anos de
1567 y 1568, pod emos concluir que no hubo cambio significativo en
el natural movimiento ascendente. Sólo hay que destacar un reajuste
de la geografia poblacional dei siglo XV I, con eI dominio de las áreas
cn franco desarraUo. Así sucedió cn São Miguel con cl espacio agrícola
en torno ai eje de Ponta Delgada/Ribeira Grande y en Terceira con la
ciudad de Angra.
La deficiencia cerealífera de alguna s áreas dei archipiélago azoriano
se debe fundamentalmente a un cambi o en la estructura económica, a
la que no fue ajena ,u posición en la dinâmica económica dei mundo
colonial atlántico. Las alteraciones más significativas ocurrieron en Ter -
ceira con eI sector de actividad domina nte : eI primaria dia lugar ai ter-
ciario. En São Miguel éste mantuvo la supremacia, relegando a un se-
gundo plano a los demás.
A partir de la milad dei siglo XV I, de acuerdo con eI rumbo defi-
nido por estas áreas, la coyuntura cerealífera será asimétrica, demostra-
tiva de este viraje. D esde entonces Terceira se mantuvo como una isla
carente que busca 5U provisión en Graciosa, en São Jorge y, tambié n,
en São Miguel , miemras que eI suelo micaelense se afirmará como eI
área agrícola por cxcelencia, donde se cultivaba la hierba pastel y el ce-
real. Esta última estaba preparada para ser el potencial granera deI At-
lántico europeo, cootando con un solo impedimento: el cultivo rentable
de la hierba pastel. De este modo, la situ ación cerealífera definida por
F réderic Mauro entre 1570 y 1669 no pone cn duda la teoría divulgada
de que las Azares iueron el granero de Portugal y de las plazas de Áfri-
ca, antes confirma y refuerza nuestra idea de que éste se situaba en São
Miguel.
Esta isla era la principal producrora dei cereal dei archipiélago e,
igualmente, la que ofreda mejores condiciones en cuanto a la extensi6n
La ecorJOmía insular 149
OCÉANO
GRA CIOSA
~.
sÃo JORGE
a TERCEIRA
F~9~ PICO
•
~ sÃo MIGUEL
A rL A' N r I c o
~
HASTA 700 1040)'05
• 1000 - 1500
SANTA MARIA
• 1501 - lOOO
e lOO I - 2~OO
OCÉANO
M o 't~ lro.
,..-- . --.,
~ Acholkl
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1.. ____ _
F.ttlro
a 2oo0 - l500
A r L A' N r I c o
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• 12850
1eeao
~" Biblioteca P úhl ica l' Arquivo rl e Po nt a Dvlgada , Câmara Mum crpal de Ponta De!-
?,ada, n ," .'5 3, (ols. 188 v."-189 v."
: 1 II. Lima . Os / l çoreJ na Econom ia AJldntli a (\"h.l"Ídios) .féculas xV, ,VI e .\VJl, An -
gra do fleroismo. t 97K pp_ 353-354.
L.a ecollomÍa insular 151
La falta del cereal en São Miguel, a partir de la mitad de! siglo XVII,
surge como consecuencia de los malas afias agrícolas y de la acción espe-
culativa de la aristocracia y dase mercantil micadense, interesadas cn eI co-
mercio del cereal y can fuerte influencia en las concejalías de las tres ma-
gistraturas, y nunca como resultado de una quiebra en las cosechas. Los
pocos datos disponibles comprueban esta tendmci • .
Diferente fue 10 que sucedió a los colonos portugueses cuando 11e-
garon a Santiago y São Tomé. Allí no medraban los cultivos que defi-
nían la dieta alimenticia eurapea y tu vieron un gran disgusto cuando
vierem las primeras espigas secas. De este modo sintieron la necesidad
de estructurar de forma diversa la colonizacion de las islas y la agricul-
tura a implantar.
Recurrir a los africa nos, como csclavos u no, fue la solucíón más
acertada para superar el prime r obstáculo. Tcnían uo a alimentación di-
ferente a la de los eurapeos, basada cn t i maíz zaburro, en el arroz y
tn el iiame, cultivos que a11í prosperaban con facilidad . Entretaoto, los
pocas europeos que allí se instalaron estuvicron siempre depcndiendo
dei bizcocho o harin a enviados desde las islas o desde el reino .
EI padre Baltazar Barreira esboza eo 1(,06. de forma clara, la si-
tuacióo en las islas de Cabo Verde.
La vid y el vino
~
CE A
::.:......:=,:
152 Portugal y las islas dei Atlál1tico
El ritual cristiano hizo que se valoraran ambos productos, que, por eso
mismo, acompafiaron el avance de la cristiandad. En ambos casos fue
fácil la adaptación a las islas más aliá dei Bojador, pera lo mismo no
sucedió con las de Guinea. Lá vid consiguió penetrar en este último es-
pacio si bien adquiriendo una importaneia diminuta .
Martín Behaim da cuenta a finales dei siglo xv de la plantación de
vides en São Tomé, en tanto un piloto anónimo testimonia en 1607 la
existencia de vinas en la isla de Fogo, y en otros documentos encon-
tramos la referencia a su cultivo también en São Nicolau y Maio. EI
vino producido en la isla de Fogo era considerado por algunos viajan-
tes, que por allí pasaron y tuvieron oport unidad de probarlo, semejante
ai de Madeira. De este modo, la viticultura guedó reservada a las islas
de! Mediterráneo Atlántico, donde el vino adquirió un lugar importante
en las exportacioncs.
En Madeira eI cultivo de la vid apa rece ya con gran relevancia ai
comienzo de la colonización, siendo una importante moneda de cambio
con e! exterior. Cada mosto, a mediados dei siglo xv, se admira de la
calidad y valores de producción de las cepas madeirenses. En verdad
el cultivo de la vid había adquirido inmediatamente una extensa parcela
de! terreno barbechado en el frente sur, extendiéndose dcspués a todo
el área agrícol a de la isla, a partir de finales dei siglo xv . Pera su de-
sarrollo fue obstaculizado por el dom inio de los caiiaverales y, por eso
mismo, la afirmación plena sólo tendrá lugar a partir dei momento en
que surjan las primeras dificultades en el comercio dei núcar.
La evolución de la cosecha vitivinícola madeirense de los siglas xv
Y XVI sólo podrá ser conocida a través de! testimonio de visitantes ex-
tranjeros, ya que es escasa la información cn las fuentes diplomáticas.
Hans Standen definía en 1547 la economía madeirense por el binomio
vino/azúcar; pasados 23 afios sólo se hablaba dei vino como principal
factor de! sistema de camhios con el ex terior. Los trigales y caiiaverales
dieron lugar. Ias parras )' matorralcs. La vid se volvió eI cultivo casi
exclusivo de! colo no madeirense_ De eSle modo, el vino adquirió e! pri-
mer lugar en la economía madeiren se , manteniéndose así cerca de trcs
siglos.
La rápid a y plena afirmación dei vino de Madeira en el mercado
atlântico derivo dei elevado contenid" aIcohólico, lo que le [.vorrció en
La economia insular 153
l' A. T Mota, Dois escritores quinhenlntl1s dó' (.lho Verde, Lisboa, 1971, p. 27.
21 Estabelecimentos {' Resgates portugueses ( J, Lishoa, 1881, p. 16.
La ecollomía insular 155
1', PE. Guerreiro, Rdaçâo anual daJ aJtsa,l' q ll r' ,/i::.eruffl os padre.\ da l:ompanhia de Je-
sus.. , 1. 1. , Iibro IV, Coimhra, 1930, p. 40 1.
156 Portugal y las úla.r dei Atláfftico
La cana de azúcar
eso mismo, en su perímetro las mejores tierras para el cultivo del azú-
caro Entretanto a la de Machico restaba sólo una ínfima parcela y todo
un vasto espacio arbolado necesario para la construcción y actividad de
los ingenios. En 1494, dei azúcar producido en la isla sólo el 20 % pro-
venía de Machico, siendo todo lo demás de Funchal: la relación entre
estas valores en el período de 1494 a 1537 oscilaba entre los 5:1 (1494)
y los 3:1 (1521-1524).
En la capitanía de Funchal existían áreas distintas para el cultivo
de canaveral. La estimación de 1494 distingue allí dos áreas de cana-
verales: Funchal y sus alrededores, y eI restante espacio a partir de!
Campanario, conocido como partes dei Fondo. EI último área era e! de
mayor cosecha, con el 74 % de las arrobas de las tasas de 1494. Pasados
veintiséis anos, la situación evolucionei de modo favorablc para Fun-
chal, que presentaba el 33 %.
EI período de plena afirmación de este cultivo se sitúa entre 1450
y 1521. Durante esos anos los canaverales dominaron el panorama agrí-
cola madeirense y el azúcar fue e! principal producto de cambio con e!
mercado externo. EI ritmo de crecimiento de este cultivo se rompió en
los anos de 1497-1499, por una crisis momentánea en la comercializa-
ción. A partir de 1516 los efectos de la competencia se hicieron sentir
en la isla y condujeron a un paulatino abandono de los canaverales.
La presencia de este cultivo en el suelo madeirense condujo a una
reestructuración deI régimen de organización agrícola de acuerdo con
sus especificidades. Para la plena afirmaci"n de los canaverales fueron
necesarias algunas condiciones, más aliá de las ofrecidas por e! sue!o:
e! agua para eI regadío y para accionar los ingenios; la madera para cons-
truirias y la lena para mantener e! funcionamiento de las calderas.
Gracias a la presencia de estas factores la cana se cxpandió en la
isla. Aun aSÍ, conviene aclarar que los caftaverales madeirenses nunca
alcanzaron la dimensión de los brasileõos y de los de São Tomé. Aquí,
aI contrario de lo que sucedió aI otro lado dei Atlántico, el cultivo sólo
podía ser hecho de modo intensivo en terra?as escalonadas de forma
ingeniosa por el madeirense.
De acuerdo con la valoración de J 494 se podrá decir que eI siste-
ma de organización de tierras en torno aI azucar se caracterizó por el
dominio de la pequena propiedad: los propietarios con más de 1.000
arrobas representaban sólo 22, mientras que cn eI periodo de 1509 a
1536 serán 44, habiendo 15 con valores superiores a 2.000 arrobas.
158 Portugal y las úlas del Atlánticu
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La economía insular 159
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• COMARCAS 20%
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O CAPITAN{AS 75%
A L A' N I O
"n
Um~ Producción de azúcar en Madeira en 1520: comarcas y capitanías.
ijij",
La economía imular 161
tificable la presencia de numerosa mano de obra, que sólo podia ser re-
dutada entre los esdavos . EI fenómeno fue descrito, hacia 1530, por
Giulio Landi de la siguiente forma :
Se fabrica el azúcar de esta manera: (ogen primero las cafias y las ex-
tienden por orden eo los surcos. Después. cubiertas de tierra, las va n
regando reiteradas veces, de modo que la tierra sobre los suecos no
se reseque, sino que se mantenga siempre húmeda. De ahí que, por
la fuerza del sol, cada nudo produce 5U (afia , que crece poco a poco
cerca de cuatro brazas, y sucedía así porque eI terreno aplicado ai cul-
tivo tenía más fuerza de producción {... ]. Así maduran ai cabo de dos
afios y, una vez maduras, las cortan en primavera, cerca deI pie. Los
pies, germinando de nuevo, producen atras cafias para el afio siguien-
te , estas no ereceo tan abas, sino cerca de menos de una braza, y ai
fin de un ano maduran. Cortadas estas segundas, se arrancan total-
mente las plantas, para después, a su debida tiempa, repaner atras
cafias como se dice. Una vez maduras, muchas veces san danadas por
las ratas. Por eso los esclavos san diligentes en coger y malar estas
ratas [ ... ]. Los lugares donde con enorme aetivid ad y habilidad se fa·
brica eI azúcar están en grandes haciendas, y el proceso es e1 siguien-
te : primero, después de llevar las canas cortadas hacia [os lugares arri-
ba mencionados, las ponen debajo de una muela movida por agua, la
cual, triturando y aplastando las cafias, Ics extra e todo el jugo. Aquí
hay cinco vasos puestos por orden, en cada una de los cuales el jugo
extraído de las canas pasa un cierto tiempo en ebullición, pasando des-
pués a los otros vasos, y a fuego lento le Jan con habilidad la cocción,
de modo que llegue a espesura tal que , puesto después en moldes de
barro, pueda endurecer. La espuma que se form a al cocer el azúcar
se echa en barriles, excepto la que sale de la primera cocción, porque
ésta se hecha fuera; pero la otea, que se conserva , cs muy semejante
a la miel " .
dei agua se hizo uso de la fuerza animal" humana. Los hombres eran
conocidos como trapiches o almanjarras *. Para São Tomé el piloto anó-
nimo hace referencia aI uso de «brazos de los negros y también caba-
1I0s». De este sistema se sabe sólo que fue usado en los inicias de la
exportación de la cafia de azúcar en Madeira, siendo poco probable su
continuidad después de la experiencia dei ingenio de agua de Diogo de
Teive, teniendo tn cuenta la disponibilidad de cursos de agua y el po-
sible aprovechamiento por media de las corrientes.
En Madeira, los factores geohidrográficos fueron propicios para la
generalización de los ingenios de agua, en lo que los madeirenses se
mostraron eximios creadores. También t n São Tomé se disponía de con-
diciones para la afirmación dei cultivo. Mientras que la primera disfru-
laba de numerosos cursos de agua y de una vasta área de floresta, dis-
poniendo de lena para los hornos y madera de palo-blanco para los ejes
dei ingenio, en São Tomé se contaba, además dei parque forestal, con
un fácil acceso a los mercados abastecedores de mano de obra esclava.
* Pir.:za dI.: madr.:ra donde se unce aI animal qUL' mUt:vr.: la noria lN. dei T.l
La economía insular 163
de septiembre de 1600.
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Vista panorâmica de la cumbre de João Esmeraldo, viéndos~ la casa y capilla (1508) dei flamenco dei mismo nombre que
adquirió estas tierras en 1473 a Rui Gonçalves da Câmara. Esta sería una de las primeras expresiones de la trilogia rural
(casa. ingenio y capilla) que dominó la economía y la sociedad brasilenas.
La economia i11sular 165
;; I. Castro H enriqll(:s, , {,O ciclo du açúcar cm S::l(, T()ml~ nos Sl'CU!OS xv t' :\VI»
Hacen un cohertizo alto de tablas L.. ], todo ce rrado por arriba y por
los lados, sin ventana alguna, soJamente con la abe rtura de la puerra;
leva ntan dent ro de él un estrado de un a altura de seis pies , con vigas
distantes una de atra cuatro pies, y sobre ellas van extendiendo ta-
blas, en las c u ales colocan lo s panes de azúcar; debajo de dicho es-
trado están algunos maderos secos , de: árboles gruesos, los cuales, lan-
zándoles fuego , no hacen llama ni humo, pero se van consumiendo
dei mi SffiO modo qu e el carbón . Y de es te modo seca n los azúcares,
como cn un a estufa, c.:o nservándolos después en lugares todos cerra-
dos con ta blas, de modo qu e eI ai re no entre.
'" Na vegação dt· Lúhoa à ilha de São Tome t'H";fa por um piloto anónimo, Lisboa,
1989 , rr. 25-29 .
La economia insular 169
AP!:"OBAS
140.000
120.000
+~
100.000
+~
80.000
ec.ooo
Modtira
40.000
20.000
0-r-------,--------~------_r--------r_
1515 1~20 1525 1~30
La hierba pasl"!
para satisfacer las carencias dei mercado de textiles. Hasta eI siglo XVII,
con la introducción dei aiiil en Europa, ésta rue la principal planta de
la tintorería e uropea, de donde se extraian los colores negro y azul. Ade-
más, la disponibilidad de otras plantas tintoreras, como la orchilla (de
donde se sacaba un tono castaiio rojizo ) y la sangre de drago, trajo con-
sigo la lIegada de italianos y flamencos, interesados en e l comercio, quie-
nes a su vez nos legaron la nueva planta tintorera: la hierba pastel.
La hierba pastel fue primero cultivada cn Madeira, y después en
las Azares y cn las Canarias. Pera sólo en el archipiélago azoriano, en
las islas de São Miguel, Terceira, São Jorge v Faial aleanzó mayor di·
mensión económica. La toponimia registra su presencia y define los es-
pacios de su cultivo.
En Madeira se hace referencia aI cu ltivo y aI comercio ya en eI si-
glo xv. Los italianos habían sido los principalcs inte resados en eI co-
mercio, lo que los lIevó a considerar a Madeira como la isla dei pastel.
En eI siglo XV I está oocumentada su salida hacia Flandes. Pero los da-
tos docume ntales son escasos así como las refe re ncias que evidencian
su presencia, lo que pucde dcberse a su posic ión seeunoaria en la eco-
nomía madeirense en favor de otros productlls, como el vi no y eI azú-
car, dominantes y de los que se obtcnían elevados réditos.
F ue en eI archipiélago azoriano donoe la hierba pastel alcanzó un
lugar de gran relieve. Su importancia es comparable a la que asumió eI
azúcar en Madeira, Canarias y São Tomé. Fue cI cultivo de la hierba
pastel el que activá los cambias con eI exterior y despertá el interes de
los mercad eres italianos, flamencos e ingleses . Su promoción en las islas
se debió a la presencia de los flamencos. pera fueron los ingleses en
los siglas XVI y XV II los que lo consumieron preferentemente. Ellos par-
ticiparon en la coloni zación de Terce ira y de Faial. Pero íue en la isla
de São Miguel en donde se produjo la ma yo r parle de la hierba pastel
exportada de las Azores, siendo ésta responsa ble de la aparición oe
varias fo rtunas, como las de Jorge Botelho y Francisco Arruda de
Costa.
Siguiendo eI ejemplo de lo sucedido COI) eI azúca r en Madeira, la
corona concedió varias incenti vos para la promución dei cultivo, que,
con la incesame búsqucda por parte oe los mercaderes nórdicos, hicie-
ron avanzar rápidame nte su cultivo. En 15 89 Linschoten referia que «el
negocio más frecuente de estas islas es eI. pasteb>, de cuyos componen-
tes hacían cl «principal empleo», sienJo t I comercio «el principal pro-
172 Portugal y las islas dei Atlàntico
Es la hierba pastel uo cuarto gém:ro, l{ue usan los tmtoreros para dar
coler azul , sobre la cua! se da mcjor el color negro; L.,] d cual, recogido
eo hojas, se muele eo las máquinas que dije, y está cn una bandeja la
masa de éste hasta eI día siguiente, escurriendo algún jugo, y entonces
son obügados los labradores a haccr bolas, haciendo unos bollas redon-
dos, cada uno cuanto pueden com prender ambas manos eo el medio, y,
después de hacer las bolas, se pone a secar en unos caruzos ai sol y ai
vicn to, y seco se guarda en casa hasta cI IDes de enero, feh rero y marzo,
cuando lo pesan y reciben los mcrcaderes y recogen en sus silos ladri -
Uados y encruados, donde quebrando aqueUos bollos cada diez quintales,
púCo más o menos, vierten una pipa de agua, donde lo guardan treinta
días ganando mucho calor y virando cada día. Pasados los treinta días ,
por algún cspacio de tiempo , lo vuelven cada dos días, y después lo vie-
ne a virar cI granador, que lo grana dos días a la semana hasta secar-se,
y dcspués lo ve nden los de la liCITa a los de fuera o a los de la misma
tic rra ... ;~ .
EL COMERCIO
~
CE A
::.:......:=,:
180 Portugal y las irlaI dei Atláfltico
EI comercio de cabotaje
.. Bibliotc(a P úblka c Arquivo dt: POllta Delgada, Climara Muniápa/ dt' l'on/a Del-
?,ada, n." 54, foI. 12.
" .I . H. Limchott , «História de NavC;!gaçam; l'O J30le/im do Instit utu Histórico de
lIhd Terceira, 1. p. J 54 .
184 Portugal y las islas dei Atlóntico
Et comercio ílllerímular
servicio dei infante don Henrique, en la disputa por la posesión dei ar-
chipiélago y de la atracción que éstas ejercieron sobre los madeirenses.
Todo esta contrastaba con las hostilidades azorianas hacia la ruta de
abastecimienro de cereales a Madeira. Anadir, también, que Funchal
fue por mucho tiempo un puerto de apoyo a los contactos entre las Ca-
narias y eI viejo continente.
Los conractos asiduos entre los archipiélagos, caracterizados por la
permanente corriente emigratoria, se definen como una constante dei
proceso histórico de los archipiélagos, hasta eI momento en que eI en-
frentamiento político o económico los separó. Esta última situaciôn
emerge en la segunda mitad dei siglo XVII como resultado de la com-
petencia ereada por el vino producido, simultâneamente, eo los tres ar-
chipiélagos.
EI trigo fue, sin duda, eI principal móvil de las conexiones interin-
sulares. Según los testimonios de Giulio Landi (1530) y Pompeo Arditi
(1567) los cereales fueron los principales activadores y soportes dei sis-
tema de cambias entre Madeira y los archipiélagos vecinos, que, por
eSQ mismo, fueron considerados d granero madeirense. La ruta de abas-
tecimiento de ccreales tuva su máxima expresión a principios del siglo
XVI. La referencia más antigua ai envío de trigo de Canarias hacia Ma-
deira data de 1504 cn La Palma y 1506 en Tenerife. en tanto la pre-
sencia dei azoriano sólo está documentada a partir de 1508, ano en que
la corona definió la obligatoriedad dei abastecimiento a Madeira.
El comercio dei cereal a partir de las Carrarias se consolidó a través
de la regularidad de los contactos con Madeira, siendo sólo perjudicado
por los embargos temporales, micntras que "I de las Azares fue impues-
to por la corona, ya que la burguesía y aristocracia azorianas, especial-
mente de São Miguel, no se mostrahan interesadas en mantener esta
vía. Todo eI empeno de los azorianos estaba canalizado hacia el comer-
cio especulativo con el reino o hacia los contratos (k abastccirniento de
las plazas africanas. Desde 1521 eI prceio y la forma de transporte dei
cereal azoriano en Madeira estaban bajo "I control dei municipio. De
este modo era dif[Cil la especulación pDf parte de los arrendatarios y
mercaderes micaelenses.
La garantía de abastecimiento interno de cereales, que había sido
una constante en el inicio de la colonización de Madeira, no resistió el
asalto de los cultivos europeos para la exporlacÍón, que cn poca tiempo
invadieron casi todo eI territorio arable. EI archipiélago, eompuesto sólo
La economia inSt/lar 187
por dos islas, siendo una de ellas de débiles recursos, tenía que asegu-
rarse necesariamente eI abastecimiento recurriendo a las islas vecinas.
En 1546 de 12.000 moyos consumidos sólo un tercio fue producido lo-
calmente, siendo eI resto importado de las islas próximas o de Europa.
En los siglas XVI y XVII la oferta dei cereal insular, de las Canarias
y de las Azares, representó cerca de la mitad de las entradas. En eI caso
de las Azares casi lOJa provenia de São Miguel y de Faial , en tanto en
las Canarias destacaron las islas de Lanzarote, Fuerteventura y Tenerife.
La permanencia de esta ruta de abastecimiento de cereales implicó
la extensión de los cambias comerciales entre los tres archipiélagos, ya
que ai comercio dei cereal se asociaron OIros productos , como contra-
partida favorable para los cambias. A las Azores los madeirenses tenían
para ofrecer vino, azúcar, conservas, maderas, ejes y duelas de pipa,
reexportación de instrumentos y otros productos de menor importancia.
Para las Canari as la oferta se extendía a la fruta verde, manojos de mim-
bre, zumaque y palias de estopa, sayal o manta.
Las islas azorianas fueron ai principio un consumidor preferente
dei vino madeirense y canario. Todo esta debido a la necesidad de en-
contrar una contrapartida rentable ai comercio de cereales y por ser eI
vino que producían de baja calidad. Pues eI afamado vino de Pico se
afirmó sólo a partir de la segunda mitad dei siglo XVII. En el afta 1574
el vino de Madeira desembarcado en el puerto de Ponta Delgada re-
presentaba eI 42 por ciento de las importaciones vinícolas, siendo el
más cotizado en eI mercado micaelense. Lo mismo sucedia en Angra en
la segunda mitad de siglo. En eI siglo XVII eI mayor incremento de la
viticultura de las islas dei grupo central y la creeiente mejoria de calidad
contribuyeron a la subordinación dei producto en eI sistema de cambias
con Madeira y las Canarias. A finale s de la centuria eI producto todavía
continuaba siendo destacado en las entradas de la aduan a de Ponta Del-
gada.
El comercio entre Madeira y las Canarias era muy anterior aI es-
tablecimiento de los primeros contactos con las Azores. La rdación se
iniciaría a mediados dei siglo xv, activada por la disponibilidad en eI
archipiélago de eselavos, carne, queso y sebo. Pero la insistencia de los
madeirenses en los contactos con las Canarias no sería dei agrado dei
infante don Fernando, seliar de la isla , interesado en promover los con-
tactos con las Azares. A pesar de eso, cllos continuaron y la ruta ad-
quirió un lugar relevante en las relaciones externas de la isl a, valiéndole
188 Portugal y las islas dei Atlántico
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AZaRES. i08.000
CANARtA$. 27.777
EUROPA. 54 .967
"" Arquivo Regional da Madeira, Misericórdia do Funchal, n." 684, fols. 785-790 V.
U
•
w lbtdem, n ," 76, pp. 209-211,24 de octubrc d..: 1512; n. " 77 , pp . 213 ·2 14 , 2'5 de
octubre de 1522.
l i lbidem, n. " 6, pp. 25- 28, 8 de fcbrcro de 1472.
l! C. J. Senna Bart:cllls , Tlistória de Caho Ferd" (' Cuiné. part e l, Lh,hoa, 1899,
p. 223.
194 Portugal y las l.l/as dei Atlàntico
sular, mientras que e! segundo tumba fue delineado por la política eco-
nómica traz ada en el espada insular. FI último destino fue impuesto
por la corona.
El mercado de! reino fue e! primer consumidor de trigo azoriano
pero no e! único ni el principal destino deI trigo islefio, pues en lugar
cumbre y reservado estaban las plazas portuguesas dei norte de África.
EI movimiento de trigo azoriano hacia éstas se hacía bajo el control real
por media de asentadores que en Lisboa rccibían e! contrato de abas-
tedmiento y de aUí enviaban los respectivos navíos a cargar e! trigo guar-
dado.
Este comercio se beneficiaba de los privilegias establecidos por las
ordenanzas reales, siendo considerado como prioritario en las transac-
danes cerealíferas azorianas: todo el comercio de trigo en el archipié-
lago, especialmente en São Miguel y Terceira, debería hacerse «sin
perjuicio de los lugares de África». De este modo, una vez iniciada la
cosecha se procedia a la recaudación dei refcrido trigo, estimado en
unos 2.000 Ó 3.000 moyos. Además de ello, eI contratante o procurador
tenía la prioridad en la compra de! cereal, por lo que la libre salida de
trigo sólo tenia lugar después dei resguardo dei «saco para África». Pero
esta ordenanza causaba perjuicio a los agricultores, en caso de que tar-
dase el envío de la remesa. La câmara de Ponta Delgada recomendaba
en 1644 a los contratistas de dicho trigo que hiciesen la compra aotes
de agosto, en caso contrario no se respoosabilizaba de! cumplimicnto
deI contrato. Estas medidas eran la consecucncia de una serie de situa-
ciones que imposibilitaban aI archipiélago para atender sus comprami-
sos y para asegurar el abastecimiento interno.
La violencia con que la carona impooia la ruta, impidieodo aI mer-
cader ejecutar los cambias comerciales corricotes o rctardándolos; el
tono descriptivo de los estatutos y recomendaciones, teoiendo la des-
fachatez de afrontar la requisición de los navios y carros necesarios para
e! transporte y carga dei referido trigo; y, por fin, la constante presencia
dei administrador para el abastecimiento de las plazas, crearon dificul-
tades en las relaciones de cambio en eI mercado cerealífero azoriano.
EI archipiélago estaba condenado a mantener e! cereal bajo rigu-
rosa contraI, que abarcaba la producción y eI comercio. EI senorio (rey,
capitán, donatario, terrateniente) y eI contratista desde Lisboa contro-
laban todos los circuitos de! mercado insular, dictando las normas que
regían las compras. Si tenemos en cuenta las necesidades deI consumo
196 Portugal y las isto... dei Atlálltico
local y e! «saco de trigo» para las plazas de África y Madeira, poco trigo
sobraba para eI comercio.
EI gran mercader de cereal hizo fortuna con cl aprovisionamiento
de las plazas norteafricanas, como contratista, como intermediaria de
los senoríos (como sucede con eI conde de Vila Franca) o con el re-
curso ai contrabando y especulación posibles. Los más importantes mer-
caderes locales aparecen como representantes de los asentadores; tén-
gase en cuenta el caso de Manuel Alvares Senra, que fue procurador
de Alvaro Fernandes de Elvas y contratista dei abastecimiento de Tán-
ger (163 6), mientras que Guilherme Chamberlin representó a Pedro Al-
ves Cabral y a Manuel da Costa Braga.
De un modo general, los asentadores eran originarias del reino y
allí recibían el estatuto real para confirmar el referido contrato, equi-
pando las c.rabelas necesarias para la carga dei cereal en Ponta Delga-
da o en Angra. En el siglo XVI no hay ninguna referencia de procura-
dores o administradores de dicha provisión. Éstos sólo aparecen a partir
de mediados dei siglo XVII. En algunos momentos el abastecimiento se
hizo de modo diverso, bien bajo la responsabilid.d dei administrador
real en las Azores o de! proveedor y contador de la hacienda, bien por
iniciativa de particulares fuera de este sistema.
IroIILLONES DE KILOGRAMOS
1406
1_206
1_005
'0'
60'
40
206
,-IL_~._"-
ESPANA ITALIA PORTUGAL FRANCIA FLANDES OTROS
'I V. Rau , op. clI., pp. 210-221 ; F. Castelo Branco. «O Comércio Externo de São
ARR OSAS
300.032
jOO'O'::':~~~~~~~~~~~=7
F LANOES FAANC tA INGLATERRA tTALtA POAT UGAL TlftQU(A OTROS
nía como destino exclusivo e! Brasil , pasó también a ser conducido ha-
cia los nuevos mercados, que asumieron un lugar dominante a partir de
finales de la centuria. A los puertos de Pernambuco, Rio de Janeiro y
Bahía vinieron a juntarse los de Nucva In glaterra, Nueva York, Pensil-
vania, Virginia, Maryland, Bermud a, Barbados, Jamaica, Antigua y Cu-
razao. En el período de 1686 a 1688 de las 688 pipas entradas en Bos-
to n tenemos 266 de Madeira y 421 de Pi co.
Esta situación refleja una realidad que marcará e! comercio en las
centurias siguientes: los azorianos abastecían, preferentemente, los pun-
tos de América de! Norte, llevados por cl rumbo de los balleneros, en
tanto los madeirenses hadan incidir sus contactos en las Antillas ingle-
sas y francesas.
Las islas de Santiago y São Tomé , merced a la proximidad de la
costa africana, se afirmaron como importantes almacenes de trata de ne-
gros africanos durante los siglas xv a XVII , teniendo como principal des-
tino, a partir dei siglo À'VI, e! nuevo continente americano. La primer.
f.ctoria dominab. la vasta área conocida como Rios de Guinea, en tan-
to la segunda se extendía desde São Jorge de la Mina hasta Angola, pa-
sando por Axem y Benim. Tal como mencionamos , la colonización só lo
fue posible gracias a las facilidad es concedi das a los habitantes para e!
comercio en esta costa.
La evolución del comercio no fue constante y estuvo durante mu-
cho tiempo sujeta a los cambias de la coyunt ura atlántica. Así, São
Tomé as umió un lugar relevante eo eI comercio con e! golfo de Guinea
hasta eI último cuarto de! siglo XVI: siendo la crisis , a partir de 1578,
resultado dei desvío de las rutas hacia eI litoral africano. En eI período
que transcurre hasta 1650 entraron t n São Tomé 94.900 esclavos, con
una mayor incidencia en los anos 150 1 a 1575. E ntretanto, en la época
de la unión de las dos coronas penin sulares, eI número de esclavos con-
ducidos desde São Tomé a las Indias de Castilla (Cartageoa, Veracruz
y Margarita) a!caozó los 4.828, esta cs ti 20 por ciento dei toraI. Los
problemas coo la economía azucarera habían colocado a la isla en si-
tuación de dependencia de! comercio de este producto, refiriéndose el
escribano de la factoda en 15 51 " que (:st,· era el principal rendimiento
j< E. Vila Vilar, lIispanoamérica y el comercio JI' I'lI'lav()s Los IJsietltos portugut'j'es,
Sevilla, 1977; T. B. Duncan, op. cit., pp. 195-25~.
)" A. Carreira, Cabo Verde, Lisboa, 1983, pp. 148-149.
~
CE A
~:. ;:::.~:::::
IV
LAS INSTITUCION ES INSULARES
neda como el se nor, en tanto los escudero" que habían iniciado la co-
lonización dei archip iélago, pasaro n a ser capitanes, subordinados a su
jurisdicción. Éstos fueron cooocidos como capitanes dei donatario, per·
maneciendo como tales hasta fin ales de! siglo xv. Las ca rtas de dona-
ción de las áreas , conocidas como capitanías, lo confirmaron jurídica-
mente, estableciéndose en ellas la ju risdicción y los privilegias.
A los capitanes se uoieron dcspu és los funcionari as de! propio do-
natario - el magistrado y el almojarife -- y una incipiente estructura de
poder local : cl municipio. Con el paso dcl tiempo d progreso social y
económico y la dispersión territ orial u HHJicionaron nuevos cam bios que
desembocaron , a finales dei siglo X\· y principios de la ce nturia siguien-
te, e n una nueva dinâmica institucio nal que durá muchos anos.
De esto se dedu ce que las in stituciones insulares no estaban ela-
boradas pero que se fueron definiendo de acuerdo con las circunstan-
cias. Por otra parte, los tradicion ales soportes de mand o vigentes en el
reino pocas veces se mostraron adecuados al gubierno de los nuevos es-
pacios. Por fin, resla subrayar que los portugueses no tenian una ide a
definida sobre la forma de Hevarlo a cabo, y que sólo a partir de prin-
cipios de! siglo XV I tuvo la corona una visión clara de la realidad insti -
tucional en eI espacio atlán tico. Aho ra bien, esta sucedió cn una época
cn que ya habían pasado casi cien anos desde el inicio de la coloniza-
ción de Madeira.
Los resultados provechosos de la experiencia madei rense sirvieron
de estím ulo para otros espacios de ocupación portuguesa . De este modo,
Madeira funeionó como modelo para las nuevas soc iedades y nunca
como campo de cnsayo.
Algo diferente sucedió en las Ca narias, donde la presencia de una
población autóctona condicion ó de Tllodo diferente la instalaeión de los
casteHanos. Por Oiro lado, el proces" de conquista de las islas fue ini-
ciado por particulares, y s610 mucho m,ís tarde la coro na casteHana in -
tervendría activamente en el proceso. Sin embargo, la cxpcríencia ma-
deirense, aungue seguida de cerca por los castellanos, no se ajustaba a
la realidad de! archipiélago vecino, q ue fue a buscar su origen en la es-
truetora establecida en la península en las tierras conquistadas a los ára·
bes. De ahi resultaria el hecho de que eI se/iorio canario disfrutó de
una jurisdicció n más amplia, en cicrtos domínios.
También las diversas forma s de imervcnción cn 01 proceso de con -
quista propiciaran la presencia de dos modos de gobierno, de acuerdo
Las instttuciones insulares 207
con los diferentes agentes: las islas reales y la islas de sefiorio. Merecieron
el primer nombre aquellas que fueron conquistadas por iniciativa de la
corona, en tanto las segundas lo fueron por iniciativa particular. Por otro
lado, esta estructura institucional parece haber sido lanzada con carácter
perdurable, habiendo permanecido hasta las cortes de Cádiz (18111. EI
senorío português, aI contrario, fue circunstancial y no resistió más de se-
senta y cuatro anos (1498). En las Canarias la eentralización de poderes
Ilevada a cabo por la corona no conduju a la extinción de la estructura
senorial, sino sólo a suprimir algunas prerrogativas.
Partiendo del principio de que los archipiélagos de Madeira y las
Canarias materializaron la primera experiencia de las coronas peninsu-
lares en el espacio atlântico, se adivina la importancia que asumieron
en posteriores ocasiones iniciativas de poblamiento y valorización eco-
nómica de continentes o islas. De aquí se conc1uye que Madeira
funcionó como el modelo institucional para el Atlántico portugués, en
tanto las Canarias ejercieron idéntica función para el mundo colonial
castellano: las capitanias madeirenses se expandieron cn las islas por-
tuguesas (Azares, Cabo Verde y São Tome) y Brasil, en tanto el sistema
de adelantado fue transferido a América \' Antillas espanolas.
r!m
n
J~,
'- ::1:
EI senario de las islas .
II>
Las instituciones insulares 209
fiCHA
IRCHI~É!AGO CAmAN~ ~rAN
OONAOÓN CONRIIMAOÓN
EL MUNICIPIQ
1433 -1460
Monarca Donalario
Carona SenQrio
•
(,_C_"_"_"~J"_~)
1460 - 1495
Monarca Donatario
Carona Sunorio
1495
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Monarca
•
------ ----
9
( Magistrado )
(
•
Consejo (
•I
Justicia )
i
( Aduana )
LOJ funcionarios
I F, Castelo Branco, Actas da Câmllrtl ,I,' S,mlo Antonio dll ilha de PrinClJ)['
1672-1677, Lisboa, 1970.
lAS instituciones inJuúm's 223
La Ju risdiccíón
J Citado cn el fucro manuelino de- 15 15, ,'vl ollflt1t, nta f-1enrinntl , .XV. 1974 . pp.
150·151.
\ Monu menla Mi.uÚmJria A/ricana, XIV, pp . .3 · 7 y h5-73, cartas de 16 de diciem-
brc y 19 dr.: mayn.
224 Portugal y las islas dei Atlântico
~ A. Vieira, «As post~lr as municipais da MaJ e-ira t.: Açores nos séculos xv a )''VlI»
e n [lI Colóquiu Jnlerndciundl .w b,e 05 Açores (' A tlântICO, Angra do Heroísmo , 1989.
226 Portugal y las idas dei Atldntico
~
~"~
228 Portugal y las iS/as deI Atlântico
1.. AmigulI med ida portuguesa de cap<l..: icb d eq uiva lentl.: ;1 I) lit ros.
Las instituciones insularn' 231
~
~"~
232 Portugal y las Mas dei Atlântico
D. P nc ~, O Proh/nna dos gov{~rt/(Jdo reJ l!.enú ,1 d.u 'lha da Madeira. 0POrlO , 1925.
~
CE A
::.:......:=,:
242 Portugal y las das del AtUl/tico
I" História Gera! rlt' (.'l1bo \Terde-corpo documentr.l/. 11." 109, pp . 30j · ;()()
246 Portugal y las irias de! Atlántico
JURISDICCIÓN RENDIMIENTOS %
Madeira .......... .............................. . 24.000$000 13
Azares ....... .... .. ........................ .. ....... .. . 40.000$000 22
Cabo Verde ........ .. ...................... ... ... .. 22.000$000 12
São Tomé .............. ........ ......... .. 9.500$000 5
Angola y Brasil ............. .. ....... ........ .... . 87.800$000 48
TOTAL ................................................ . 183.000$000
Estas dalos nos permiten afirmar lo mismo gue el escritor dei siglo
XVII, Luis Mend es de Vasconcelos :
I L «Diálogos do sítio de Li sboa» {: n Allt() I(J,~Zi1 dos Hcono mistCl.\ Portugut'se.l, selec. ,
1581
158f\
Je~u~
1642
San Francisco
San Francisco
San hancisco
Lates
Smta Croz
Nordeste
"'"
Flores
S.M~uC'l
.'vorü
Azorc~
Azorc~
1643 San Amon io Angra TercC'Ín Azores
1650 Snnto Tomás
N.' Sra_ de la Encarnocion
Vaa Nrn.'s
Funchal
Terceira
Madc:iu "'~
~ladcira
lb6J ~ . Gon zalo Muradas São JorSf Azotes
1668 ü rató rio do CafTTKl Santa Cruz G raciosa Azorn
le:.7() I\.!crcê"<; Funchal tJadeira Madeira
San Ftaflcisco Calheta Madeín Madein
1 67~ San Francisco Calheta Madeira Madeira
Pe. F. C;uerreiro, Relação anual das mis,is ({lil' fúeram os padl"<'s da companhia dê'
Jesus (. l. 3 vols., CoimhmfLisboa, 19}O-19··U
Las instltuciones insulare.\" 251
Los obispados
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Las instituciones insulares 253
" Traducido por Pt'" M. Juvenal Pj/a FerreinJ. A Sé do Funchal, Funchal, 1963,
p. 84.
254 Portugal y las MOJ dei Atldl1tico
La evan~elización
17 Ibidem, n." 159, pp. 459-461, 20 de febrero de 1.560; n." 39, pp. 94-95, 6 de
La Reforma y la COlllrarreformfl
De este modo, las islas de Cabo Verde y São Tomé fu eron las más aten-
didas.
En Madeira el primer obispo en pisar eI suelo de su diócesis fue
do o Ambrosio, en oombre dei arzobispo do o Martinho de Portugal , que
allí estuvo eo 1538 acompafiado por dos visitadores (Jordão Jo rge y Al-
varo Dias ). Fue a partir de entonces cuaod a se reargani zaroo las parro-
quias, estableciéndosc normas religiosas para Sll preservación eo las igle-
sias, a través de los libras de regist ro. Después de Sll muerte, en 1544,
cI obispado permaneció vacante hasta 155 1.
Eo este período estuvo eo Fuochal eI obispo don Sarcllo, de las
Canarias, que dia «6rdenes a muc has persooas y recorrió toda la isla
confirmando e ll com úo a todos los que de ello teoíao oecesidad». Y,
en 1552, fue oombrado fray Gaspar do Casal, que no residió eo la isla,
siendo el hecho más destacable el haber participado en el Concilio de
Trento. SLl sucesor, don Jorge de Lemos , nombrado en 1556, fue quien
en realidad dia forma a la aplicación de las órdcnes dei concilio, siendo
seguido después por doo Jerónimo Barreto ( 1574-15 85 ) Y don Luis de
Figueiredo de Le mos (1586-1608), conside rados los verdaderos artífi -
ces de esta reforma t n Madeira.
En las Azores, eo eI período que transeLlrrc hasta la ( reación dei
obispado en 1.5 34, eI poder eclesiástico era eJercicio desde fuera: pri-
mero por el vicario de Tomar (1442-1 5 14 ) y dcspués por eI obispo de
Fuochal. Durante este período eI gobierno eclesiástico era ejercido por
un obispo visitador, a qu ien era atribuida una misión específica y tem-
poral.
EI primero que lIegó a las islas azorianas fue don João Aran ha, obis-
po de Safim, que estuvo en São Miguel y Terceira. Más tarde, en 1505 ,
Vasco Afonso, vicario de Machico , fue nombrado visitador general y en
1506 Bartolome u Fernandes fue nombrado magistrado eclesiástico de!
archipiélago .
Con la creación dei obispado de Fu nchal eo 1514 las Azores pa-
saron a su jurisdicció n. En 1523 fue el vicariu de Angra el nombrado
para eI cargo de visitador y magistrado eclesiás tico de las Azores. Es eI
comienzo de la centrali zación d ei gobierno eclesiástico en esta ciudad.
A! mismo tiempo que fue creado el obispado de Angra también apa-
recieron los de São Tomé y Santiago. Peru en los dos últ imos la pre-
sencia de un obispo creó numerosos prob lemas . Los primeros prelados
262 Portugal y las ",Ias dei Atlântico
'" M. F. Enes, 11.\ vúitas pastoraú d" matriz dt, São Sebastido de Ponta Delgada
(1674-1739), Anp;ra do Heroísmo, 1983; E. dos Sant()s, «A sociedade madeirense na épo-
ca moderna. Alguns indicadores}} en Acta.I' do f Co!ú</uio Internacional de Hútoria da Ma-
deira, vol. II, Funchal, 1989, pp. 1.212-1.225.
cc, Arquivo dos Açor1'S, vaI. IV, pp. 184-192; A. Rodrigues de Azevedo, «Anotações>}
eo Saudades da Terra, Funchal, 1873, pp. 536-566.
,I Subsídios para a História da diocese do Funchal, Funchal, 1946, p. 98.
'" «Nota Cronológico-hibliographica das cunsliluições diocesanas portuguesas até
hoíe impressas>} cn O lnstituto, Coimbra, \'01. "iS, 1911. p. 494.
Las instituciones insularer 265
en estas islas, según algunas veces fui informado, se ven con tanto
exceso y poco temor de Dios cometiendo los pecados públicamente
que se podría cn ellas temer que vrnicsc sobre sus hahitantes el gran
para a Hútória das nove Ilhas dos Açores, Angra do llcroísmo, 1990, pp. 196-197.
Las instituciones insulares 271
La ensenanza
n J. Ovington, «A voyage to Surratt in the year 1689» en Madeira vúla por estran-
geiros 1455-1700. Funchal, 1981, pp. 203-206.
272 Portugal y las islas dei Atlántico
Asistencia
; ~ Arquivo Histórico da Madeira , voL XIV, Funchal , 1964 -1966, artícul os de José Pe-
reira da Costa , Maria Cla ra de Sá Cru z y Eduardo C. Nunes Pereira.
~
CE A
~:. ;:::.~:::::
CONCLUSIÓN
vestigador encuentra los más significativos que existen sobre los ar-
chipiélagos de Cabo Verde y São Tomé y a ellos aiiade textos narra-
tivos y documentación diplomática.
Carreira, Antonio, Cabo Verde Formação e extinção de uma sociedade es-
cravoerata (1460-1878), Lisboa, 1983 ·(2: ed.). Pertenece ai autor
eI mayor número de trabajos históricos sobre e! archipiélago de
Cabo Verde, dei que este estudio es un ejemplo.
Colóquio Internacional de História da Madeira (actas dei I y II), 3 vais.,
Funchal, 1989-1990. En los tres volúmenes están reunidas las actas
dei primero (1986) y segundo (1989) coloquios realizados en Fun-
chal por la Secretaría de Turismo, Cultura y Emigración de Go-
bierno Regional de Madeira.
Dias Urbano de Mendoça, A vida de nossos avós, 8 vais., Vila Franca
do Campo, 1944-1948. Intento de recreación de la vida de los an-
tepasados con eI recurso a documentos que el autor también pu-
blica. Esta obra y otras publicadas de! mismo autor san indispen-
sables para la comprensión y estudio de la historia micaelense.
Duncan, T. B., Atlantic úlands. Madeira, lhe Azares, and the Cape Verdes
in seventeenth-century. Commeree and navigation, Chicago, 1972. El
primer estudio, hecho de forma separada, sobre los archipiélagos
portugueses (Madeira, Azores y Cabo Verde) en el siglo XVII.
Drummond, Francisco Ferreira, Anais da ilha Terceira, 4 vais., Angra do
Heroísmo, 1850-1864 (reedición en 1981). En estas cuatro volú-
menes se presenta de forma cronológica la historia de la isla Ter-
ceira hasta 1832. Como complemento deberá indicarse la edición
reciente de sus Apontamientos Topográficos, Políticos, Civis e Ecle-
siásticos para a Hútoria das nove ilhas dos Açores servindo de suple-
mento aos Anaú de ilha Terceira, Angra do Heroísmo, 1990, edición
de J. G. Reis Leite.
Frutuoso, Gaspar, Saudades da Terra (libros 1 a 6) 7 vais., Ponta Del-
gada, 1977-1987. En esta obra escrita en la década de los noventa
dei siglo XVI el autor reunió todo lo que consiguió recoger sobre
los archipiélagos de Madeira, Azares, Canarias y Cabo Verde. Tex-
to indispensable, es cierto, pera confrontado con la documentación
disponible.
Gil, Maria Olimpia da Rocha, O arquipelago dos Açores no século XVII.
Aspectos sócioeconómicos (1575-1675), Castelos Branco, 1979. Uno
de los primeros intentos de sistema1Ízación de la sociedad y eco-
nomia azorianas en un periodo crucial de la historia de este archi-
302 Portugal y las islas dei Atlántico
Roma António,46
Luis de, 82 (;iovanni, 80
Pedro de, 82 Standen, Hans, 152
Russell, P. E., 37 Tavares, Fernão, 43
Sá Cruz, Maria Clara, 273 Távora
Saeco, Pero, 82 Fernando de, 254
Sacramento, ftay Timóteo do, 257 fray Lourengo de, 254, 258, 262, 270
Salvador, ]. A., 269 Teixeira
Salvago, Lucas, 80 Antonio, 163
Santa Maria, Eray José, 262 Marcos, 269
Santarem Tristão, 272
João de, 50 Tristão, Vaz, 54
vizcondc de, 29, 36 Teiw, Diogo de, 45, 99, 161, 162, 211,
Santiago, Eray Jorge de, 255, 262 2[4
Santo Oficio, 266, 26,1-\. 269, 270 reles
Santos, E. dos, 264 h!rnão, 27, 211, 214
São Dionísio, fray Antonio de, 254 fray António da Silva, 254, 262
São Jorge, fray Bento de, 257 Tenreiro, F, 13.3, 136
São Paulo, ftay Sebastiao, 257) rerra Nova,
São Simão, ftay Francisco, 262 Anrique, 45
Sarello, doo 261 (;uirarte, 46
Sataspes, 28 Tinoco, António Velho, 242
Sebastião, doo, 116, 119 T orneo, Francisco Cardoso, 269
Séneca, 31 Tristüo, Nuõo, 48
Sergio, António, 246 Ulhoa, Martinho de, 257
Senra, Manuel Alvares, 196 Urbano V, 247
Sernigi, Jerónimo, 80 Urbina, Juan, 119
SícuIo, Diodoro, 28 Usodimare, 108
Silva Valarte, 108
Fernando Augusto da, 264 Valdl~s, Pedro, 126
Filipe de, 212 Varela, C. 64
Silves, Diogo de, 39, 40 Vasconcelos
Sintra, Gonçalo de, 48 Antonio de, 264
Sixto N, 109, 248 Luis Mendes, 246
50eiro, R., 133 .l\.lartím Mendes, 55
Soligo, Cristóbal, J3 João de Menezes e, 212
Sousa Vaz,
Gonçalo de, 62, 212 João, 74
fray Pedro de, 255 Tristão, 41, 205, 207, 209, 212
].K, 69 Veiga, Tristão Vaz da, 110, 119, 210
Cristovão Doria de, 82 Velho, Gonçalo, 39,40,58,2[[,215
García Homem de, 5 '5 Verlinden, Charks, .37, 124
Sousa, João Correia de, 212 Vidal Pérez, 93
Soveral, Francisco, 257, 263 Vieir<l
Spínola Alheno, 137,225
Índice onomástico 309
MoItunadas, islas, 27, 28, 32, 38 Antillas, 34, 46, 88, 89, 100, 102, 124,
África, 85, 96, 148, 195, 196,253 126, 190, 201,202, 203,207
negra, e; Antonio. de Nali, isla de, 49
none de, 29, 194, 195,20 1,230 Arguim, archipiélago de, 22, 39, 48
Agua de Pau, 60, 219 Arguim, isla de, 48, 75, 130, 266
Aguer, cabo, 174 Atlántico. océano, 15, 19,21,22,25,26,
28,29,31,34, 37,42,46,78,83,92,
Alcáçovas, Tratado de, 33, 38, 93, 109
100,10 1,107, 109, 110,120, 121,124,
A1catrazes, 66, 215, 216, 220 125,130,131,132, 140, 142.147,156,
capitanía de, 211 157, 169,178,185,207, 251,269,275
Alcovaça, 144 Centre de Estudios de Historia del, 23
Algarve, 34, 73, 77. 78, 174 europeo, 148
América, 90, 103, 109, 192,207,259,269 islas del, 30,
dcl Norte, 45, 98, 202 islas portuguesas del, 23, 50, 58, 73,
dei Sur, 124 205
Ana Chaves, balúa de, 118 occidemal, 16, 26
AndaIucia, 174 oriental, 15, 26, 36,37, 43, 85
Angola, 86, 102, 112, 131,202,203,246, sur, 130
269 Aclántida, 25, 26, 27, 28
Angra, 48, 61, 83, 119, 122. 126, 127, Ascensión, isfa, 21 > 130
128, 129,132,137, 142, 145,147, 148, Axem, 202
154,181,182, 183, 184, 187, 196, 201, Axores, archipiélago de las, 13, 15, 21,22,
216, 222, 223, 225,226,227,228, 229, 31,33,35,36,37,39, 40, 42, 43, 46,
231,232,233,234,235,236,237,245, 47,48,53, 58, 59, 68,69,72,73,76,
250,251 , 253,256, 258,261,262,263, 77,78,79,80,82,83,85,89,90,91,
264,265,267, 273 92,93,94, 96, 99, 101, 108, 110, 113,
capitanía de, 211 116,120,12 1, 124, 125, 126, 130, 131,
ohispos de, 255 132,133, 134, 136, 138, 139, 140, 141,
143.146,148, 149, 153, 154, 155, 159,
Annobón, isla de, 31, 50, 66, 198,216 166,171,173, 174,178,180,181,184,
capitanía de, 212 185,186, 187, 188, 189, 190, 192, 194,
Antigua, 202 196,197,198, 200,201, 207,213,215,
Antilla o isla de las Siete Ciudades, 27, 34 216.220,221,222.223 ,229,232,235,
312 Portugal y las iSlas de! Atlántico
23 9,24 1, 242, 244,245, 246,250, 253, 207,2 13, 214, 215, 216, 220, 221,222,
258,261 ,262, 263 ,264,265, 266, 269, 239, 240,241 , 242,24 4, 245,246, 250,
270, 271 , 272, 273 , 276 257, 258, 25 9,260,261 , 263, 269,275
capitanía de, 2 11 capitania de, 2 12
CStructura administrativa de, 2 t8 estructuta administraüva de, 2 18
senano de, 208 islotes de, 21 2
Bama, 11 2, 202 ohispos de, 254
Barbados, 202 Cach{·u. 193
Barcarena, 144 Cádiz. cortes de , 207
Barcelona, 200 Calhe.. , 55, 57 , 61, 72, 140, 181 , 21 9,
obispo de, 24 7 221, 222,244,248, 273
Basilea, Concilio de, 38 Cámara de Lobos, 55 . 57, 243, 248
Beoim, 202 Cami nha, 194, 196
Berbería, 98 Canarias, archjpi élago de, 13, 15, 2 1, 22,
29, 31. 32,33,3 4, 35,36, H , 38, 39,
Bcrmunda , 202
4 1, 42, 46,48, .53 , 76, 79, 82, 83, 85,
Boavista, isla de, 47, 49 , 64 , 65, 13 1, 174,
86, 88, 89, 92, 93, 94, 95, 96, 97, 98,
2U , 215, 216 99, 107, 108, 124, 125, 126, 129, no,
capitanía de, 2 12 13 1, 1J2, 137, 140, 153, 171, 173, 174,
sefiorío de, 208 176, 178,1 79,1 85.1 86, 187, 188,1 90,
Bojadoe, cabo, 32, 38, 53, 90, 108, 109, 192, 200,201. 206, 207, 241 , 248, 26 1
152, 173, 188 orienrales, 86
& Slon, 202 Canago, 28
Braga, 77 C"tilla, 27,37 , 38, 73,94,95,258
Brasil , 15,21 , 59, 71,72, 84, 88, 89, 92, Ceu ta. 73. 74
96, 99, 100, 102, 103, 109, 124, 126, Cipango, 47
127, 129, 130, U I, 13 7, 153, 155, 16 3, Coirnhra. 260, 26.3
164, 166, 170, 196, 202, 203 ,207 , 246, Congo, 76, 131 , 258
253 , 265, 269
Co nslantino pla, 200
Compa nía General de C.omercio para
Corvo. isla, 28 , 2~ , 59 , 6 1, 99, 125, \ 42 ,
el, 120 14 3, 174, 182, 184,214 ,2 16
Compaiíia General deI Estado de, 2 01
capilanía de, 2 11
Bra\l a, isla de, 65. 12 1. 216
scnorío de, 208
capitanía de, 212 Curazao, 202
Bretaii a, 14 2 Chios , 200
Bristol, 46 l)ólulC, 97
Britânicas islas, 199 D emerara, isla de , 102
Buena Esperanza, cabo de, 130, 259 Deserta, isla, 32, 25 3
BUglo, islote de, 213 sd 10 río de , 208
Burgos, o hispo de, JS D esie rt as. islas, 174 , 207
Cabo Verde, archipiélago de, 13 , 15, 22,
capitanía de, 2 12
28, 29, 36, 39, 42, 46, 47, 48, 49, 5J,
EnglanJ, Royal Company of, 120
58, 62, 64, 67, 72,7 4,7 5,76, 77,78,
81, 82, 83, 84, 88, 89, 90, 100, 101, En tre -Dou ro-c -Minho, 77, 198
102,103, 109,110, II 1, 121 , 122, 125, Espana, 73
130, 132, 134, 135, 139, 151, 153, 154, EspanllJa isla, 65
155, 166,173, 174, 175, 178, 179, 184, Estados Unidos, 102
190, 192, 193.197, 198. 200,20 1. 20 3, G u\;{ra de la l ndepc ndc nt.:ia de , 12 1
Índice toponímico 313
E uropa, 34, >7, 90, 107, 11 2, 124, 145, capitania de, 211
156, 164, 171 , 187, 19 1, 192, 193, 194, senorío de, 208
200, 203 , 229, 259, 275 Granada, }4
dei none, 174, 198,269 GranadiUa , 97
Faial , isla, 59, 61, 62, 80, 81, 82, 116, Guinea, 28, 94, 109, 112 , 126, 129, 131,
143,146, 166, 171, 181 ,1 82,184,187 , 175,259, 265
216,250 archipiélago dei golfo de, 22, 50, 76,
capitanía de, 2 11 78,89,9 1, 103, 110, 119, 131, 134,
Feiteiras, 142 137, 152,177,179, 185, 190,219,242,
Fenais, 144 251, 258
Fernando Poo, isla de, 29, 50, 66, 134 costa de, 2 1, 39, 47, 83, 86, 100, 108,
Flandes, 171, 199, 200, 270 110,11 9,130, 138, 140, 173,174,177,
179, 185, 193,201,219,25 1,258
Flores, isla de las, 59, 61 , 62, 80, 99, 112,
golfo de, 29, 83 , 100, 129, UO , 174,
12.5, 126, 127,142, 145, 174, 182, 184,
200, 202
214,216
Rios de, 75, 86, 89, 167 , 190. 193,
capitania de, 2 1l
200,202,203,242, 244
Florida , 110
Hawai , isla de, 102
Fogo, isl. de, 49, 64, 65, 7 1, 78, 90, 152,
Hespéridcs, islas de las. 27
1.55, 216, 219, 220, 244
Hierro, isla de, 125
capitanía de. 212
Hispa njola, isla de la, 47, UI
senorio de, 208
Holanda , 120, 174, 199
Franda, III , l20, 174, 199
Hon. , U2, 263
Fuerteventura, isla de, 29, 95, 187, 188
batalla naval de], 121
Funchal, 13, 17, 43, 45, 54, 55, 57, 58, Ibéri ca, Península, 37, 194
60, 67, 68, 72, 85, 92, 93, 95, 96, 97,
Icodc, 97
98, III , 11 2, 114,115,116, 119, 121,
130,132, !.l7, 153, 154, 156, 157, 163, India, 46, 50, 65, 96, 126, 127, 129, 130,
164, 180, 18 1, 186, 188, 189,190,191, 131,246
197, 198,200,201 , 207,209,210,213, Indias, 182, 229, 265
216, 217 , 219, 221, 222, 224, 225, 226, Canagena dt!, 202
227 ,228,23 1, 232,233,234, 235,23 6, de C."iII., 22,126,127, UI, 202, 203
237,239,240, 243,244,245,247,248, de Portugal, 131
251, 25.J , 261 , 262, 263. 264, 265, 266, occi(kntalcs, 22, 76, 125
270, 272, 273 orienta.les, 22,125
capitanía de, 2 12 lndias Occidentales, Compai'i ía de las, 120
Fumas, 59 Índico, oceano, 21 , 26, 10 I, no, 25 J
Gambia, río, 259 lnglat<rrJ, ~5 , 120, 173, 174, 199, 270
Gaspar Fructuoso, 85 lsland ia, -16
Génova, 46, 200 llalia , 18 J
Gibraltar, estrecho de, 109 J amaica , 202
Goa, 253 João Esmerald a, cumbn: dt', 165
Gomera, isla dt:: la, 38, 47 , 108, 125, 174, Juby, cabo, 29
247 Lahrador. 46
Grao Canaria, isla de , 38, 47 , 83, 93, 97, Lagoa, 60, 15.1,173,219
98, 125, 137, 164 Lagos, 194
Gcaciosa, 6 1, 134, 142, 143 , 148,153,181, LanzarOlt:, isla de, 29, 39. 93, 94, 95, 96,
184,212,2 15,2 16,2n 97,98. 125, 187, 188
314 Portugal y las islas deZ Atlántico