You are on page 1of 2

íEL CONSUMISMO: MALA RECETA PARA EL VACÍO

Bittor Nuñez – LURRA Iruñea Taldea - ( Movimiento de defensa se la tierra)

Estamos llenos de cosas y nada parece poder llenarnos. Las cosas no son remedio para nuestro vacío. No hay un
solo bien material que pueda satisfacer nuestras más legítimas aspiraciones humanas, nuestra verdadera
necesidad. Cuando decimos necesitar apremiantemente un cigarro, una cerveza, una nueva prenda de marca,
realmente tratamos de llenarnos mediante impulsos meramente compulsivos. Estando atrapados como estamos
en esa incertidumbre que es la angustia, nada nos confunde y desorienta más que nuestro vacío existencial,
nuestras carencias más elementales, la desazón que produce la falta de perspectivas para poder desarrollar
nuestros anhelos más ondos y ciertamente inteligentes. Pocas personas parecen tener tiempo y mucho menos aún
estan entrenadas para saber escuchar, escuchar de verdad, con un talante adecuado a la necesidad real de poder
interpretar lo que se esconde detrás de las palabras, los gestos, el dramatismo o la preocupación de nuestro
interlocutor. Y es justamente ahí, donde nace el vacío, en medio de la peor de las soledades, la que anula la
existencia de las personas que se agolpan por doquier en el mundo, pero que se ignoran y desprecian. Así es
como nos sobreviene el ahogo, la asfixia, la sordera emocional para ser capaces de escuchar el verdadero clamor
popular. Asi se siente la humanidad, perdida en medio del maltrato sistemático en el que nos hallamos inmersos
en esta selva de cemento desarrollista y frio plastico cibernético. La bestia capitalista entrará a operar en nuestra
psique como un gran patrón de confusión general. Nos hará creer que para ser felices, para llenar nuestra
inconsistencia diaria, bastará con darnos algunos cuantos caprichos, “ Hay que mimarse”, que solemos escuchar.
Y en esa idea nace una gran trampa, ni las cosas o bienes materiales son mimos, ni jamás podrán sustituir a ese
hombro complice que se brinda, a ese beso sincero y calido que se acerca, a esa mano suave y comprensiva que
te acoge. Se trata de ese mismo vacío que otros han sabido descubrir como negocio, sobreexplotando aún más si
cabe las atonías y desequilibrios que el sistema produce, abocandonos al individualismo, a las relacciones
efimeras y complacientes, a la falta de un esfuerzo colectivo por desactivar ese nihilismo de tercera división que
sirve como escusa para escurrir el bulto a la hora de ser sensibles y conscientes. En otras palabras, no estamos
hablando aquí de planteamientos moñas, como se denomina a veces en la jerga callejera a la sensibilidad y a los
valores más escasos de hoy. Su propio policia interior les censura la capacidad de reconocer sus propias
carencias, y rechazando ese tipo de necesidades que todos tenemos, creen que así no caen en el sentimentalismo,
en el romanticismo. Mientras tanto, lo guay, lo politicamente correcto es mantener una pantalla de imagen
concreta para seguir desarrollando los roles de opresión y suplantación materialista que nos imponen los
psicólogos, antropólogos y sociólogos del capital.

El problema nace de una sociedad materialista en donde bienestar es sinonimo de capacidad acumulativa. Y todo
ser humano aspira a estar bien, a ser feliz. La idea general es que para ser feliz el dinero es fundamental. Cuanto
más dinero, más felicidad, más libertad, más capacidad de movimiento y de elección. En resumen, a más
capacidad adquisitiva y acumulativa, mayores grados de felicidad, libertad, igualdad. Sin embargo, la
insatisfacción que produce la dinamica acumulativa es considerable. Todos los consumistas potenciales sienten
un profundo desaliento, un vacío animico y existencial terrible. Si realizan una introspección sincera sobre que
les reporta ese estilo de vida, les asalta la duda, y a muchos, una sensación de frustracción desasosegante. El
motivo es sencillo. Estan confundid@s, alienad@s, anulad@s por la voragine material en donde cosas han
venido a sustituir valores. La publicidad a desempeñado un papel de adoctrinamiento consumista fundamental. Y
lo ha hecho dotando a las cosas de valores y cualidades humanas. El coche te da la libertad, el perfume tu
capacidad de seducción, la libertad comprar tu telefono movil a X, tu potencial humano lo multiplica conectarse
a internet. Ese adoctrinamiento diseñado en los buffetes de publicistas por psicologos, sociologos, antropologos,
etc, tiende a substituir las demandas humanas más elementales por la creación de pseudo-necesidades materiales.
A través de esos bienes de consumo la masa tratará de subsanar su vacío, sus necesidades elementales, mediante
el consumo compulsivo. El nivel de influencia subliminal que sobre las personas pueda arrojar la publicidad es
muy considerable como así lo han demostrado infinidad de estudios, también en el lenguaje y la construcción de
un discurso existe una carga importante de mensajes solapados que acaban instalandose en el subconsciente
colectivo. Cuando aparece una demanda concreta de carácter emocional o psicologico, cuando pidamos la
información con la que contamos en ese disco duro que también es el subconsciente, nuestro descodificador hará
una traducción concreta y clara. “ Lo que necesitas es un coche nuevo, un nuevo traje en el corte inglés o la
tienda alternativa y guay de turno, para verte más guap@, lo que te va a sustituir tu deseo de cariño es una buena
copa de champan en estas fechas de amor y paz, lo que tienes que hacer es comprar, comprar, y comprar, te
sentiras mejor, eso es felicidad”. Nos han adoctrinado con ese mensaje desde niñ@s, y el nivel de influencia que
tiene esa mecanica publicitaria lo demuestra el movimiento de capital, la ingente cantidad de dinero que se
invierte en seguir manteniendo el consumo. El paso que debemos dar es liberarnos de ese peso, de esa esclavitud
alienante en la que nos vemos inmersos. Debemos renunciar al consumismo salvaje y a la estética de las
apariencias y el prestigio social adquirido a través del poseer, y reiniciar el camino hacia el ser, vivir y sentir
frente al tener, vegetar y la indiferencia. Debemos reeducar nuestras propias conciencias y nuestro desajuste de
coherencia de las ideas con nuestras practicas, combatiendo la capacidad de impregnación y asimilación del
sistema de mercado en nuestros habitos diarios. Tomar un compromiso firme conmigo mismo, con la
humanidad, y para con el medio. No sera fácil pero tampoco imposible reconducir nuestros hábitos sociales,
hacia hábitos más humanos de encuentro en torno al espíritu y los valores humanos, en vez de basar nuestra
existencia en contactos efímeros y superficiales, en donde las relacciones se entrelazan a través de hábitos
consumistas y practicas competitivas en vez de relacciones de mutua escucha y participación, doonde la
autenticidad y la transparencia personal sean constantes. Pudieran ayudarnos estas ideas, para desapegarnos de
tanta máquina fría, tanta cosa inanimada, tantas pseudonecesidades dañinas para nuestra inteligencia.
Inteligencia que sí sabe realmente lo que necesitamos verdaderamente, si nos esforzamos un poco en darle la
voz a ella, en vez de al enemigo que tenemos en casa, recordandonos continuamente nuestro deber como
ciudadanos, consumir, consumir, consumir. Apaguemos la televisión alienante y dediquemos más tiempo a
escucharnos, a conocernos, a romper el aislamiento tecnócrata que nos anula en nuestras propias casas. Que nos
produce mayor desasosiego y soledad aún si cabe, en ese mismo recinto de seguridad e intimidad personal que
debiera ser el hogar, en donde el capital no respeta nada y nos vomita a diario su lema machacón. Compra,
compra, compra. Desidioticémonos juntos, autodeterminémonos en el camino de negarle la voz y el voto al
sistema en nuestras casas. Desintonicemos con esas voces, esos lemas, esas ideas que controlan nuestras vidas y
nos imponen necesidades falsas. Vamos a desaprender a como desenseñar a como se deshacen las cosas.
Unamonos para hacer frente a ese mercado global en el que han convertido el planeta, la vida y ha querido
sustituir nuestros impulsos más humanos por pseudonecesidades. Hagamos frente a esa macrópolis que pretende
inundar el territorio de Euskal Herria, a ese hipermegamercado que se extenderá por todo el país. Seamos
conscientes para una vez alcanzada la conciencia ser consecuentes. Pero descubramos que el consumismo no es
la receta adecuada para tapar nuestro vacío. Alimentemos nuestras necesidades con buenos carros de cariño,
horas enteras de escucha desenchufados de sus trituradoras mentales, solidaridad y compenetración cómplice en
esa humana necesidad que es unirnos y cooperar, crear alianzas y aliados para ser verdaderamente felices y
potenciar el verdadero desarrollo que no es otro que el humano.

You might also like