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II. Introducción.
2
CAVALLI YEE, Carlos A., “El Derecho Administrativo Panameño y su Contribución al
Fortalecimiento de la Democracia”, Revista Novum Ius No. 15, Publicada por la Asociación
Nueva Generación Jurídica de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de
Panamá, Imprenta Sanjur, 2010,p. 83.
3
DEMICHEL, Andre, Citado Por BREWER-CARÌAS, Allan R. “El Derecho Administrativo y El
Derecho a la Democracia: Una Nueva Perspectiva para El Necesario Equilibrio entre Los
Poderes de La Administración y los Derechos del Administrado”, New York, USA, febrero,
2008. Pág. 1, cf. CAVALLI YEE, Carlos A., Ibidem, p. 83.
4
BREWER-CARÌAS, Allan R. “El Concepto del Derecho Administrativo en Venezuela”, Revista
de Administración Pública, Nº 100-102, Enero-Diciembre, 1983.
El Derecho Administrativo, siendo ese eslabón normativo que regla al
Estado, se muestra como un derecho dinámico y en permanente evolución
como resultado inmediato de esos cambios imperativos que se presentan en el
ámbito social y político de cada sociedad. En otras palabras, “el derecho
administrativo se asienta sobre bases que están en constante evolución y que
reflejan los condicionamientos políticos y sociales vigentes en un momento
dado”5. Del pensamiento anterior deviene que el derecho administrativo,
además de ser un derecho del Estado, que regla tanto de sus fines y objetivos,
como también racionaliza sus poderes y prerrogativas, del mismo modo regula
el ejercicio de los derechos y garantías de los administrados en búsqueda,
claro, de ese necesario equilibrio que debe existir entre los intereses públicos,
colectivos o generales, y los intereses individuales y privados que también
debe garantizar. 6
5
BASSOLS, Martín, “Sobre los principios originarios del derecho administrativo y su evolución”,
en Libro homenaje al profesor Juan Galván Escutia, Valencia, España, 1980, p. 57.
6
CAVALLI YEE, Carlos A., op. Cit.,p. 83.
7
ENTRENA CUESTA, Rafael., Curso de Derecho Administrativo, Editorial Tecnos, Quinta
Edición Madrid, 1974, p. 530.
disponen los particulares para hacer valer sus derechos frente a la
administración”8.
8
SERRA ROJAS, Andrés, “Derecho Administrativo”, segundo curso, 19a. ed., México, Porrúa,
1999, p. 753.
9
SANJUR G., Olmedo F., “Algunas Consideraciones Sobre la Justicia Administrativa”, Anuario
de Derecho Nº12, Facultad de Derecho y Ciencias Políticas, Centro de Investigación Jurídica
de la Universidad de Panamá, 1983.
10
Las Cuasi-Jurisdicciones Administrativas, expresión utilizada por el administrativista
RODRIGUEZ RODRIGUEZ, Libardo, en su obra intitulada: La Justicia Administrativa en el
Derecho Comparado en Colombia, II Congreso Iberoamericano de Derecho Administrativo, del
28 al 30 de abril, México, 2005.
11
BERTHÈLEMY, H., Traitè Èlèmentaire de Droit Administratif, Francia, 10 a, ed., 1923, p.946.
consiguiente, puede resolver en forma imparcial y supra partes12 una
controversia o litigio de carácter administrativo (jurisdicción delegada).
18
WILSON CHEN, Martín, op.cit. p. 213.
19
Citado por la Revista de jurisprudencias VETERES. “Fallos de los meses de enero, febrero,
marzo de 1999 del Pleno y Sala Civil, Penal, contencioso-administrativo y de Negocios
Generales de la Corte Suprema de justicia. Volumen 1. Editorial Mizrachi & Pujol, S.A. Primera
Edición. Noviembre 2000. cf. WILSON CHEN, Martín, op.cit. pp. 222-223.
A juicio de la Corte, resulta evidente que la advertencia no ha sido
presentada dentro de un proceso en el cual un funcionario público esté
administrando justicia como lo exige la Constitución y la ley para su
procedencia. Si bien la función de administrar justicia no es exclusiva de los
funcionarios del Órgano Judicial, ya que en circunstancias especiales también
la ejercen el Órgano Legislativo y funcionarios adscritos al Órgano Ejecutivo, es
importante determinar que la actuación que realiza el respectivo funcionario
sea efectivamente de carácter jurisdiccional, es decir, que imparta justicia
dentro de un proceso pendiente de decisión. En tal sentido el artículo 203 de la
Constitución preceptúa que el funcionario debe continuar el curso del negocio
“hasta colocarlo en estado de decidir”
20
Revista de la Dirección de Responsabilidad Patrimonial de la Contraloría General de la
República. 5ª Edición, 2006. cf. WILSON CHEN, Martín, op.cit. pp. 223-224.
En lo que se refiere al uso del vocablo “magistrado”, la incongruencia
salta a la vista por la calificación de Dirección Administrativa con que se
denomina a la nueva entidad de Responsabilidad Patrimonial. Esto no sería así
si se hubiera utilizado un sinónimo de tribunal, que era la denominación dada
por la Ley 32 de 1984 al Tribunal de Cuentas que, como ya se mencionó,
conocía en segunda instancia de las decisiones adoptadas por el Juzgado de
Cuentas. Dentro de la organización pública, fuera del órgano judicial y por
mandato constitucional, se ha creado un organismo que recibe el nombre de
Tribunal Electoral, con jurisdicción en toda la República, a cuyos miembros se
les conoce con el nombre de magistrados y se les exigen los mismos requisitos
que para ser magistrados de la Corte Suprema de Justicia (art. 136 de la
Constitución Nacional). Con esta comprobación pierde fuerza la opinión según
la cual la denominación de “magistrado” está reservada, a nivel constitucional,
para designar a los más altos personeros del Órgano Judicial.
Además como nos comenta nuestro buen amigo el Presidente del Foro
Iberoamericano de Derecho Administrativo, el Dr. Jaime Rodríguez-Arana
Muñoz, la “legitimación de la Administración Pública […]ha de basarse en los
resultados, en la capacidad de la acción pública para satisfacer las nuevas
demandas sociales, lo cual implica inevitablemente dar prioridad a la
producción y entrega de bienes y servicios a los ciudadanos considerados
como destinatarios, siempre desde el contexto del Principio de legalidad y
sabiendo que la función de la administración se justifica en la medida en que
sirve con objetividad los intereses generales. Perder de vista esta dimensión de
servicio a la ciudadanía supone un clara quiebra del sentido y significación de
la administración publica.” 21
21
RODRIGUEZ-ARANA MUÑOZ, Jaime, “El Marco Constitucional de los Entes Territoriales en
España”, Editorial Jurídica Venezolana, Venezuela, 2006, p. 122.
En suma, no se trata de invadir funciones que le corresponden al poder
judicial, sino de tratar de custodiar de la mejor manera los derechos y garantías
de los administrados dándole una oportunidad real de oponibilidad frente a la
administración. Esto se ha logrado, a nuestro pensar, con la creación de
tribunales administrativos en sede administrativa, especializados, verbigracia:
Contrataciones Publicas, Recaudación de Impuestos.22 Dichos tribunales tratan
solamente cuestiones técnicas, complejas, en una determinada materia, y dan
una decisión, como un tercero imparcial. De este modo se deja atrás esa
concepción que la administración es juez y parte. Estos tribunales tratan de
dar una solución técnicamente aceptable mediante la verificación material de
los hechos cuya razonabilidad sea aprehensible en virtud de su motivación. En
definitiva, lo técnico -en el sentido expresado- forma parte del orden jurídico y,
por lo tanto, el control de juridicidad es posible. Lo contrario podría cercenar la
tutela judicial efectiva.23 Se infiere de lo último, que estas decisiones
administrativas, no cohíben de ninguna manera el derecho que tiene el
administrado a impugnar en sede judicial.
VII. Colofón.
24
Parece obvio hablar en las diversas facetas del Derecho acerca de lo razonable que éste
debe ser, ya que como instrumento de control formal de las conductas en sociedad es el
vehículo conforme al cual los intereses, individuales o generales, habrán de tener un necesario
punto de referencia para el tratamiento de la solución o respuesta, por intermedio de la justicia
tradicional, prestada por los tribunales ordinarios o especiales. Pero resulta que lo razonable
no siempre se presenta en el desenvolvimiento de la vida privada, que no es el tema central de
estas líneas, sino la razonabilidad desde el punto de vista de su “uso” por la autoridad, al
dictar la Ley, interpretarla o aplicarla a casos reales. Quiroga Lavié expresa que “La
razonabilidad es la adecuación de sentido en que se deben encontrar todos los elementos de la
ley (razonabilidad interna de la ley) y con la Constitución (razonabilidad externa de la ley). La
razonabilidad interna de la ley tiene carácter técnico, porque los medios elegidos por el
legislador deben ser adecuados y proporcionados a los fines que él manifiesta conseguir. La
razonabilidad externa de la ley debe satisfacer que ella sea coherente no sólo consigo misma,
sino con el plexo de valores que tiene el ordenamiento jurídico: orden, paz, poder, solidaridad,
eliminar las posibilidades de avance en nuestra materia, como lo es el Derecho
Administrativo. En este caso específico hago referencia a los detractores de los
Tribunales Administrativos en sede administrativa que plantean que éstos son
inconstitucionales. Por eso es que tenemos la firme convicción que una
Constitución da a la sociedad reglas cardinales de convivencia, pero siempre el
Derecho tiene que adaptarse a los cambios que se dan en los diferentes
momentos. Por eso es que concordamos con el autor Sachica 25, Cuando
expresa que: “una constitución no agota, ni podría agotar, comprender, la
totalidad de su vida institucional. Toda constitución es fragmentaria, parcial.
Contiene la normatividad fundamental, las reglas básicas que dan forma a su
organización política, pero la realidad es más rica que el sistema normativo”
(El subrayado es nuestro).
cooperación”.
http://documentosconstitucional.blogspot.com/2006/09/el-derecho-de-propiedad-en-
argentina.html. Cf. SHEFFER TUÑON, Javier E., “La razonabilidad como principio de
interpretación y aplicación del Derecho” Revista Novum Ius No. 15, Publicada por la
Asociación Nueva Generación Jurídica de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la
Universidad de Panamá, Imprenta Sanjur, 2010, Págs. 185 y 186.
25
SACHICA, Luís Carlos; La Corte Constitucional y su Jurisdicción, Editorial Temis, Colombia,
1993. p. 46.
Es por esto que, en nuestro país, no solamente se hizo el planteamiento
de la creación de los Tribunales Administrativos en sede administrativa sino
que se establecieron y han resultado de gran ayuda y alivio para nuestra Sala
Tercera de la Corte Suprema de Justicia que es la que, por mandato de la
Constitución, tiene centralizada el control de la legalidad de las acciones u
omisiones de los servidores públicos, exteriorizadas en actos administrativos
escritos o verbales. Su competencia para conocer del tema de los contratos
administrativos esta claramente determinada en la ley de conformidad con el
artículo 97.5 del Código Judicial que le otorga la atribución de conocer de “las
cuestiones suscitadas con motivo de la celebración, cumplimiento o extinción
de los Contratos Administrativos”. Claro está, que de estas ideas se infiere que
es nuestra Sala Tercera de la Corte Suprema de Justicia la que debería llevar
los casos o impugnaciones generadas de las resoluciones o actos
administrativos que adjudiquen26 o declaren desierto27 un acto de selección de
contratistas o por una resolución u otro acto28 administrativo en el que se
rechacen las propuestas en las cuales se consideren que se han cometido
acciones u omisiones ilegales o arbitrarias.29 Pero, como ya expresamos,
somos del criterio que algunas veces debe privar más la lógica y la razón, en
26
La Resolución que Adjudica un acto de selección de contratistas es un (Acto Administrativo
Principal o de Decisión).
27
El termino (declaración de desierto) la introdujo la ley 41 de 10 Julio, 2008, para atribuirle
competencia al Tribunal Administrativo de Contrataciones Publicas de Panamá.
28
Como también fueron modificados para que tuviera claridad semántica, la frase (acto o
resolución) esbozada en la (Ley 69 del 6 de Noviembre, 2009) y cambiada por la frase (o por
una resolución u otro acto administrativo en el que se rechazan las propuestas) dada esta
modificación recientemente por (La Ley 80 de 31 de Diciembre, 2009)
29
Es el Recurso de Impugnación: que pueden interponer todas las personas naturales o
jurídicas que se consideren agraviadas por una resolución o acto administrativo, que adjudique
o declare desierto un acto de selección de contratistas o por una resolución u otro acto
administrativo en el que se rechazan las propuestas; Verbigracia (La Contratación Menor, La
Licitación Pública, La Licitación por Mejor Valor, Licitación para Convenio Marco, La Licitación
de Subasta en Reversa, Licitación Abreviada, la Subasta de Bienes Públicos y La Licitación por
Mejor Valor con Evaluación Separada, en el cual consideren que se han cometido acciones u
omisiones ilegales o arbitrarias, podrán presentar recurso de impugnación ante el Tribunal
Administrativo de Contrataciones Publicas de Panamá acompañando las pruebas o
anunciándolas al momento de formalizar la impugnación, si las hubiera. (El subrayado es
nuestro). El concepto de (Licitación Abreviada); fue adicionado, por reforma a la Ley de
Contrataciones Publicas. (Ley 69 del 6 de Noviembre, 2009). Como también, fue adicionada
recientemente, el concepto de (Licitación por Mejor Valor con Evaluación Separada); fue
adicionado, por reforma a la Ley de Contrataciones Publicas. (Ley 12 del 19 de Marzo, 2010).
.cf. CAVALLI YEE, Carlos A. “ Algunas Consideraciones Sobre el Recurso de Impugnación ante
el Tribunal Administrativo de Contrataciones Publicas y su Eficacia en la Justicia Administrativa
Panameña”, Articulo Ganador del II lugar en el Concurso de Ensayos Jurídicos en Honor al
Profesor “ Simeón González”, Auspiciado por LA Asociación Nueva Generación Jurídica,
realizado en el Auditorio Ricardo J. Alfaro de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la
Universidad de Panamá, el Día 29 de Junio de 2009.
cuanto que pensamos que nuestra constitución fue, al igual que muchas,
creada para resguardar el bien común y los intereses sociales, en fin el interés
general y de los administrados, para contribuir en una cultura de paz y
equilibrio social. En ese mismo orden de ideas, la creación de los Tribunales
Administrativos, verbigracia, el de contrataciones publicas, ayudó en gran
manera a regular y transparentar los procesos en la vía administrativa, y de las
contrataciones públicas en particular. Por consiguiente, este tribunal vela por el
mejor uso de los dineros del erario público ya que, durante la vigencia de la ley
56 de 1995 que era la que regulaba esta materia anteriormente, se suscitaron
variados escándalos sobre arbitrariedades en las adjudicaciones de los
contratos administrativos. Por esto es que, en la búsqueda de ese necesario
equilibrio que debe existir entre los intereses públicos y los intereses
individuales es que se reanudan los tribunales administrativos en nuestro país,
para lograr proporcionar esas garantías y eficiencia que desean los
administrados en la gestión administrativa. De lo anterior se deriva el quid de
este articulo, el cual no es otro que poder contribuir, dando mi humilde opinión,
sobre si consideramos constitucionales o no los tribunales administrativos en
sede administrativa. A nuestra pensar, estos no pugnan contra nuestra
Constitución dada la limitación constitucional para la creación de tribunales
administrativos en la vía judicial. Una correcta interpretación nos conduce a la
conclusión de que existe la posibilidad de crear órganos cuasi-jurisdiccionales o
órganos administrativos que resuelvan los casos que se le presentan a la
administración. Desde su creación, éstos han logrado que el administrado se
sienta más en confianza en presentar un reclamo o una impugnación ante un
tercero imparcial pero que forma parte de la administración pública. En nuestro
Derecho Administrativo Panameño, se ha logrado mejorar, tener ese balance
esos pesos y contrapesos, que le garanticen a toda la sociedad la seguridad
jurídica propia de un estado de derecho y sobre todo democrático. Con esta
reflexión termino el presente articulo, “nuestra Justicia Administrativa
Panameña en la actualidad, no es la misma, de hace cinco o tres décadas
atrás, por la simple y llana razón, que el Derecho Administrativo Panameño ha
buscado realmente ser un derecho dinámico y en constante evolución; y
siempre en la búsqueda de ese interés general, que se debe dar en mundo
contemporáneo cambiante en donde se busca es eliminar esas enfermedades
que se han desarrollado en las administraciones publicas de nuestros países
hermanos, como lo son la tramitocracia o burocracia”.