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LA INTEGRACIÓN: FASE SUPERIOR DEL IMPERIALISMO.

Crítica al súper-Estado y una propuesta diferente.

CARLOS ADRIÁN GARAVENTA*

SUMARIO: I. Introducción; II. Contractualismo e integración; III.


Contrataciones públicas en el Mercosur; IV. La muerte del príncipe: bases
para una integración diferente; V. [In]conclusión.

“Lo que hoy existe no es comunidad: es, simplemente, rebaño. Los hombres se
unen porque tienen miedo unos de otros, y cada uno se refugia entre los suyos”.

Hermann Hesse, Demian, (1927).

I. Introducción.

En 1969, Hannah Arendt, sorprendida por la expansión de la humanidad hacia el


espacio exterior y los avances en la ciencia capaces de crear vida en un
laboratorio1, publicó una de sus más sobresalientes obras destinada a rememorar
La condición humana y tratar de comprenderla a futuro. Pero esta pensadora
alemana jamás hubiera imaginado a lo que llegaría la humanidad hacia la oclusión
del siglo XX y los albores del XXI. Si bien este opúsculo no está destinado al

* Estudiante de Derecho (UBA); ayudante alumno de Contratos civiles y comerciales, cátedra del Dr. Luis F. P. Leiva
Fernández; redactor de la revista jurídica Lecciones y Ensayos del departamento de publicaciones de la Facultad de
Derecho de la Universidad de Buenos Aires; corresponsal argentino del Global sales law, investigación sobre
compraventa internacional a cargo de la Prof. Dra. Ingeborg Schwenzer, LL. M. de la Universidad de Basilea (Suiza);
procurador del estudio jurídico Kors Noviks, especializado en propiedad industrial/intelectual. Agradezco las correcciones
de la Trad. Pub. Dra. María Soledad Manín. Quiero dedicar este trabajo a la memoria del ex presidente de la República
Argentina Dr. Néstor Carlos Kirchner, un incansable luchador por la unión latinoamericana. Cualquier duda, crítica o
comentario es siempre bienvenido: <cgaraventa@live.com.ar>.
1 ARENDT, HANNAH, La condición humana, Buenos Aires, Paidós, 2009, pp. 13/15.

1
análisis de la obra de la discípula de Heidegger y Husserl no es casual que la cite,
toda vez que dicha autora ha sido la mayor estudiosa del fenómeno del
totalitarismo, y aquí nos podemos plantear la pregunta: ¿es la integración un
totalitarismo o la desarticulación de éste? Pregunta ciertamente difícil de contestar
(al menos hoy en día donde la experiencia fáctica de la integración es escasa) sin
embargo intentaré dar algunas advertencias sobre este fenómeno potencialmente
peligroso pero a la vez necesario; justamente por eso es que propondré al finalizar
este trabajo una forma de integración más segura que evite correr el riesgo de que
surja un nuevo fascismo.

Para realizar esto comenzaré por demostrar que a diferencia de lo que sostienen
los integracionistas clásicos, la teoría contractualista es aplicable a esta disciplina,
al tener la integración una naturaleza contractual. Posteriormente analizaré cómo
funciona el Derecho de la integración con relación al Derecho interno de los
Estados tomando como rata de laboratorio a los contratos administrativos de los
dos países más influyentes del Mercosur, Brasil y Argentina 2 y comparándolos bajo
la lupa de la normativa del Protocolo de contrataciones públicas del Mercosur,
aprobado en nuestro país por la Ley 26.443, que establece un sistema unificado
para las contrataciones administrativas al que los Estados parte deberían ajustar
su ordenamiento interno. Finalmente, a la luz de las dificultades que, tal como
pretendo mostrar, tiene la integración, daré algunos apuntes para una forma
distinta de llevarla a cabo en Latinoamérica, que difiera del modelo europeo que
los integracionistas clásicos imitan.

En primer lugar, articularemos una definición de Derecho de la integración.


Calogero Pizzolo, en su tesis doctoral, lo define como “el conjunto de normas y
actos jurídicos que regulan las conductas de los Estados entre sí y de éstos con
organismos internacionales donde se procura potenciar la cooperación entre las
partes para facilitar la obtención de los fines propuestos -generalmente

2 Conf. CZAR DE ZALDUENDO, SUSANA, “Panorama actual del Mercosur: ¿meseta o pendiente abajo?”, en: NEGRO,
SANDRA y otros, La Unión Europea y el Mercosur: a 50 años de la firma de los Tratados de Roma, Buenos Aires, La Ley -
Facultad de Derecho (UBA), 2008, p. 21. Según el Informe Mercosur Nro. 11 del INTAL citado por la autora: Brasil y
Argentina son las claras potencias económicas del Mercosur, siendo prácticamente ínfima la participación de Uruguay y
Paraguay.

2
económicos-, mejorar sus relaciones recíprocas y fortalecer su posición conjunta
frente a los Estados ajenos al grupo formado”3. Sin embargo, considero esta
definición es, en parte, errada, toda vez que Pizzolo hace referencia a un proceso
de cooperación y la integración se trata de asociación; como afirma Raúl Granillo
Ocampo: “[la integración] consiste en transformar unidades previamente
separadas en partes componentes de un sistema coherente que tiene como
característica esencial la interdependencia, de manera que lo que ocurra en
cualquiera de sus componentes o unidades produzca un cambio predecible en la
otra u otras”4. Vemos entonces como la integración propone la unión de Estados
con una finalidad común mientras la cooperación se basa sólo en el trabajo
conjunto para que cada Estado logre sus fines particulares 5. Finalmente, es
menester que haga una advertencia al lector -tal como lo hace el autor
previamente citado-: los términos Derecho de la integración y Derecho
comunitario, en el presente trabajo, serán utilizados como sinónimos; mas debo
aclarar que, en realidad, en el ámbito estrictamente académico, estos se
encuentran en una relación de género (integración) a especie (comunitario)6.

II. Contractualismo e integración.

Los iuspositivistas nos han malacostumbrado a la idea de que el Derecho surge,


más o menos, de un frasco de mayonesa al definirlo como “conjunto de normas
jurídicas”, una definición que no es del todo errada pero sí insuficiente. El
Derecho, como todo, tiene una raíz histórica. Ésta es la misma crítica que Marx
hace a los positivistas cuando naturalizan las relaciones económico-sociales
olvidando su génesis7. No debemos cometer el mismo error que los economistas a
los que Marx hace referencia o los juristas iuspositivistas a los que aludí al
comenzar este apartado. No debemos pensar que la integración “nace de un
frasco de mayonesa”; sin embargo evitaré hacer aquí un estudio intensivo de
todos y cada uno de los hechos históricos que dieron origen a este fenómeno.

3 PIZZOLO, CALOGERO, Globalización e integración, Buenos Aires, Ediar, 2002, p. 86.


4 GRANILLO OCAMPO, RAÚL, Derecho público de la integración, Buenos Aires, Ábaco, 2007, p. 49
5 GRANILLO OCAMPO, RAÚL, op.cit., p. 50.
6 GRANILLO OCAMPO, RAÚL, op.cit., p. 94.
7 MARX, KARL, Miseria de la filosofía, Buenos Aires, Gradifco, 2009, pp. 96/97.

3
Primero, para no aburrirlo demasiado, lector, y segundo, porque, como podemos
observar en la novena tesis sobre el concepto de la historia de Walter Benjamin8, a
veces es mejor no mirar demasiado atrás en la historia porque lo que allí
encontremos puede traumarnos al punto de no poder volver a ver hacia adelante.
No obstante, sí haré referencia a algunas cuestiones históricas aisladas y
particulares que nos ayudarán a comprender la génesis y raíz filosófica de la
integración.

Francesco Carnelutti, en una de sus más conocidas obras, se dedica justamente


a responder a la pregunta Cómo nace el Derecho, este texto nos será de gran
ayuda para demostrar como la integración no surge de “un frasco de mayonesa”.
El jurista italiano parte de la situación prejurídica de lo que llama el reinado del yo
o del egoísmo de la economía al que el Derecho convierte en el reinado del tú
apaciguando la guerra entre los hombres9. Esta guerra surge, según Carnelutti,
porque las necesidades humanas son ilimitadas y los recursos limitados10, lo que
lleva al hombre a una situación constante de lucha en busca de satisfacer sus
necesidades y hace que éste se comporte como “un animal de presa” frente a los
demás11; recurre aquí al homo homini lupus de la antropología de Thomas
Hobbes. En efecto, podemos encontrar diversos pasajes en la obra fundamental
del padre del contractualismo en donde se hace referencia a lo que Carnelutti
señala: así, por ejemplo, Hobbes hace referencia a que el hombre está impulsado
por pasiones y deseos, definiendo a la naturaleza humana como “un deseo
perpetuo e insaciable de poder tras poder, que sólo cesa con la muerte”12. Pero la
coincidencia fundamental la encontramos cuando Hobbes señala que el hombre
se encuentra en estado de naturaleza (esto es, estado de guerra) cuando “no

8 BENJAMIN, WALTER, Tesis sobre la historia y otros fragmentos, México D. F., Editorial Contrahistorias, 2005, p. 592.
En su novena tesis sobre el concepto de la historia, este autor recuerda un cuadro llamado Angelus Novus que muestra la
imagen de un ángel del que resaltan sus ojos extremadamente abiertos como impresionado por ver algo que lo ha
horrorizado. El filósofo frankfurtiano otorga a esta obra el título de ángel de la historia, una figura celestial que avanza
constantemente hacía el progreso pero que en un momento se detiene, y al mirar lo que ha dejado por detrás no puede
evitar sentirse horrorizado.
9 CARNELUTTI, FRANCESCO, Cómo nace el Derecho, Bogotá, Editorial Temis, 2004, p. 17.
10 CARNELUTTI, FRANCESCO, op. cit., p. 9.
11 CARNELUTTI, FRANCESCO, op. cit., p. 10/11.
12 HOBBES, THOMAS, Leviatán, Buenos Aires, Losada, 2004, p. 109.

4
existe un poder común que obligue a todos al respeto”13; éste es el reinado del tú
que establece el Derecho según Carnelutti, al que (en Hobbes) se llega con la
firma del contrato social. Vemos entonces que este autor “niega la idea de
asociación natural de los hombres (y, como veremos luego, de los Estados) y
sostiene que ésta se produce por la búsqueda de beneficios, no por el amor al
prójimo sino por el amor a nosotros mismos y, por sobretodo, por el miedo mutuo
existente en el estado de naturaleza”14.

Es de trascendental importancia para nuestro estudio lo que Carnelutti señala


llegando al final de su obra, así como el Derecho conforma un Estado (el Leviatán
hobbesiano) que elimina la guerra fronteras adentro y la convierte en delito, el
Derecho internacional surge de la guerra entre Estados e intenta poner fin a ésta 15.
Podríamos decir que así como en una etapa pre-estatal los hombres se
encuentran en estado de naturaleza, en el reinado del Leviatán son los Estados
los que se encuentran en esta situación y necesitan de un supra-Estado para
lograr superarla. El problema que señala Carnelutti es que como éstos no ceden
su soberanía, el Derecho internacional no es estrictamente Derecho, pero hace la
salvedad de “los Estados Unidos de Europa” (que en la época en la que el jurista
italiano escribió esta obra recién comenzaban a forjarse) como un primer paso
hacia esta comunidad internacional16.

Para explicar la raíz histórica de la integración podríamos remontarnos hasta la


expansión del Imperio Romano, ya que este fue el primero en hacer una
clasificación de los extranjeros entre los aliados comerciales (peregrinos) y los
enemigos (bárbaros); los primeros eran integrados al Imperio de forma pacífica a
través del comercio y los segundos con las armas. Sin embargo comenzaré
mucho después en el tiempo, en la década de 1880 a la que podemos reconocer
como el momento en que se produce la internacionalización del capitalismo17. En

13 HOBBES, THOMAS, op. cit. p. 129.


14 BENENTE, MAURO, “Cartografías del pensamiento político de Thomas Hobbes”, en: Revista electrónica del Instituto
de investigaciones Ambrosio L. Gioja. Año III, núm. 4, Buenos Aires, Facultad de Derecho (UBA), 2009, p. 15.
15 CARNELUTTI, FRANCESCO, op. cit., p. 75.
16 CARNELUTTI, FRANCESCO, op. cit., p 76.
17 ORTIZ, TULIO y LESCANO GALARDI, VERÓNICA, “¿Hacia un Estado posmoderno Argentino? Transformación e
identidad”, en: ORTIZ, TULIO y otros, Estado posmoderno y globalización, Buenos Aires, Facultad de Derecho (UBA),

5
esta década se ocurre la primera gran crisis del capitalismo en Europa y las
válvulas de escape de ésta son la expansión colonial/imperial en África, Asia y
Oceanía y la emigración hacia América18. En este último continente no se optó por
el colonialismo y esto se debió, fundamentalmente, a la influencia estadounidense
(país que ya se perfilaba como gran potencia mundial al igual que ocurre hoy en
día con China) y la doctrina “América para los americanos” que debe ser leída
como “América para los norteamericanos”, que permitió a estos países continuar
con el comercio libre tanto con los Estados Unidos como con Europa. En igual
sentido el ex Ministro de Asuntos Exteriores de Inglaterra, George Canning, en
época de la Revolución de Mayo, apoyó los movimientos independentistas luego
de los dos fracasos de invasión por parte de su país en el Virreinato del Río de La
Plata, afirmando que se debía colonizar con el mercado y no con las armas (algo
similar a lo que hicieron los romanos con los peregrinos).

En cuanto a la expansión imperialista europea en África, Asia y Oceanía, ésta


generaría lo que fue la Primera Guerra Mundial producto del descomunal
desarrollo de la industria pesada que dio origen a la conocida “paz armada”,
principalmente la armamentista y la llegada tardía de Alemania al proceso, a raíz
de una unificación nacional también tardía, a la que no le habían quedado tierras
por colonizar y se vio en la necesidad de tener que luchar con los otros imperios
para poder expandirse. Al margen de las causales políticas que dieron origen a la
Primer Guerra Mundial, quiero hacer hincapié en la cuestión de la industria
pesada-armamentística ya que luego de la Segunda Guerra serán los tratados
destinados a controlar esta industria -Tratado de la Comunidad Europea del
Carbón y del Acero (CECA) y el Tratado de la Comunidad Europea de la Energía
Atómica (EURATOM)- las primeras fuentes jurídicas de la integración europea. La
exacerbada producción de armas es un detonante interesante de la Primera
Guerra; como bien saben los economistas, los consumidores actúan en el
mercado según la “ley de la utilidad marginal decreciente, según la cual la
cantidad de utilidad adicional o marginal disminuye a medida que una persona

2006, p. 8.
18 ORTIZ, TULIO y LESCANO GALARDI, VERÓNICA, op.cit. p. 14.

6
consume una mayor cantidad de un bien”19; entonces, cuando se produce por
encima de la utilidad que el producto brinda al consumidor, se deja de demandar
generando una superproducción de éstos, con la consecuente depresión de los
precios por el exceso de oferta y escasez de demanda. Este comportamiento del
mercado fue lo que originó la crisis económica de la década de 1880 (y en cierta
forma, también de la de 1930, con algunos agravantes originados en el mercado
financiero), toda vez que, para que esta superproducción de armamento no
generara un nuevo estancamiento mundial de la economía, se hizo necesario que
ese producto abundante fuera consumido y ahí jugó un papel fundamental la
guerra.

Luego de la Primera Guerra se creo la Sociedad de las Naciones, primer


proyecto de una comunidad internacional; sin embargo, ésta fracasaría
rotundamente por la razón obvia de que no pudo evitar la Segunda Guerra, que se
produjo por el mismo motivo que la primera en términos económicos, pero con
agravantes sociológicos tales como el origen del totalitarismo y la aplicación del
darwinismo social por parte del nazismo. El fascismo alemán, como señala
Habermas, fue fundamental para el desarrollo de la integración; así en Identidades
nacionales y postnacionales sostiene que fueron las catastróficas consecuencias
de la Alemania nazi las que terminaron por romper la idea de la supremacía racial
del propio pueblo y facilitar así la desarticulación de las identidades nacionales
para dar paso a una identidad supranacional20. Con posterioridad a la Segunda
Guerra Mundial, se produce el segundo intento de crear una comunidad
internacional; así se crea la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para las
cuestiones sociales y políticas, y la actual Unión Europea en lo económico que
reconoce como antecedentes los tratados CECA y EURATOM destinados a
controlar la actividad de la industria pesada que como vimos originó las guerras, y
los recientes avances en materia de energía nuclear; consolidándose la
Comunidad con el Tratado de Roma de 1957 -Tratado de la Comunidad
Económica Europea (TCEE)-. Con la diferencia de que en la ONU los Estados no
19 SAMUELSON, PAUL, NORDHAUS, WILLIAM y PÉREZ ENRRI, DANIEL, Economía, Buenos Aires, McGraw-Hill
Interamericana, 2004, p. 86.
20 HABERMAS, JÜRGEN, Identidades nacionales y postnacionales, Madrid, Tecnos, 1989, p. 92/93.

7
ceden soberanía, y en la Comunidad Económica Europea sí; lo cual ayudó a que
se atenúen los nacionalismos -exceptuando lo ocurrido en la Comunidad durante
la presidencia de De Gaulle en la V República Francesa- y evitar una nueva gran
guerra.

Vemos entonces el origen de la integración en la Unión Europea; ésta surge de


la firma de diversos tratados y, fundamentalmente, de su contrato social, el
Tratado de Roma, de la misma forma en que el Mercosur también tiene un
“fundamento convencional en el Tratado de Asunción”21. Si bien Pizzolo, haciendo
referencia al Tratado de Asunción, afirma que éstos no son “tratados-contratos”
sino que se trata de “acuerdos-marco”, a los que define como “aquellos acuerdos
en los cuales se establecen orientaciones, principios, enunciados programáticos, u
objetivos precisos, los cuales las partes se comprometen a lograr mediante
acuerdos posteriores utilizando la estructura o siguiendo los mecanismos allí
establecidos”22, pero también afirma que estos acuerdos son tratados
constitucionales fundacionales de la integración23, del mismo modo que podemos
afirmar que los acuerdos constitucionales fundacionales de los Estados son
contratos sociales.

Considero que esta confusión se produce por la exagerada necesidad de los


integracionistas clásicos de establecer una diferencia entre su objeto de estudio y
el Derecho internacional general. Siguiendo la línea de pensamiento de Hobbes, el
contrato social es que se produce por el miedo a la guerra y con el objetivo de
eliminarla, por eso los integracionistas dan una naturaleza contractual al Derecho
internacional general pero no al Derecho de la integración, al que estudian como
un medio asociativo para llegar al fin del bienestar general24 siguiendo la doctrina
utilitarista. Tal vez de aquí provenga el error. Si leemos a Jeremy Bentham, gran
expositor del utilitarismo y teórico fundamental de la codificación, podemos
encontrar una dura crítica a los contractualistas: “Según nuestro autor, los únicos

21 MASTAGLIA, GABRIELA, “Derechos humanos y Mercosur”, en: NEGRO, SANDRA y otros, op. cit., p. 70.
22 PIZZOLO, CALOGERO, Globalización e integración, op. cit., p. 90.
23 PIZZOLO, CALOGERO, op. cit., p. 87.
24 GRANILLO OCAMPO, RAÚL, op. cit., p. 50.

8
fundamentos verdaderos y naturales de la sociedad son las necesidades y el
temor de los individuos. No podemos creer, según afirman algunos teóricos, que
hubiera un tiempo en que no existiese nada semejante a una sociedad, y que, por
impulso de la razón y a través de la conciencia de sus necesidades y flaquezas,
los individuos, reunidos en una vasta llanura, otorgaban un contrato originario y
eligiesen al más fuerte de ellos como su jefe. Esta noción del estado de naturaleza
inconexo y existente en la realidad es demasiado fantástica para ser seriamente
admitida”25. Sin embargo, se contradice cuando, con posterioridad en su obra,
afirma que existe un “estado perfecto de naturaleza” entre los Estados, citando por
ejemplo a los reyes de Francia y España26.

Para ir concluyendo este apartado, voy a hacer especial mención al hecho de


que los utilitaristas niegan la idea del estado de naturaleza y del contrato social
porque no pudieron verlo con sus propios ojos; por eso el pensador inglés dice
que “el contrato originario es algo que jamás existió”27, pero, asimismo, debemos
resaltar que en los contractualistas también se trataba de una ficción. En cambio,
los integracionistas clásicos no pueden desconocer la existencia de los contratos
originarios de un Estado de Estados, como afirma Granillo Ocampo que es la
Unión Europea28 puesto que hemos visto como éstos se negociaron y firmaron,
“con nuestros propios ojos” de la misma forma en que también vimos el estado de
naturaleza y guerra entre los distintos Estados. Pueden afirmar que el encargado
de eliminar la guerra es el Derecho internacional general, y que la función de la
integración es meramente económica a los fines de facilitar el comercio y
proporcionar bienestar general a la sociedad a través de la suma del bienestar
individual de cada componente de la comunidad, como sostiene el utilitarismo para
los Estados pero, a la luz de las experiencias fácticas, negar la naturaleza
contractualista de los procesos de integración es lisa y llanamente negar la
realidad.

25 BENTHAM, JEREMY, Fragmento sobre el gobierno, Madrid, Sarpe, 1985, pp. 77/78.
26BENTHAM, JEREMY, op. cit. p. 90.
27 BENTHAM, JEREMY, op. cit. p. 82.
28 GRANILLO OCAMPO, RAÚL, op. cit., p. 164.

9
III. Contrataciones públicas en el Mercosur.

Habiendo probado la naturaleza contractual de la Integración es momento de ver


como actúa su Derecho con respecto al orden jurídico interno de los Estados que
la componen. No pretendo hacer un examen exhaustivo de la evolución
jurisprudencial de la Corte Suprema de Justicia de la Nación (CSJN) con respecto
a este tema que, si bien para algunos29 comienza con la distinción entre monismo
y dualismo en el fallo “Merck Química Argentina S. A. c/Gobierno Nacional”30 del 9
de junio de 1948, por mi parte sostengo que comienza mucho antes con el obiter
dictum del fallo “Quinteros, Leónidas Secundino c/Compañía de Tranvías Anglo
Argentina”31 del 22 de octubre de 1937, en el que la CSJN, siguiendo la línea
argumentativa que había planteado Locke en 169032 y anticipando el fundamento
filosófico-jurídico que se dará años después en el juicio de Nüremberg, dejó ver
que existe un Derecho previo al Derecho positivo de los Estados que éstos no
pueden desconocer, este Derecho anterior y superior son los derechos humanos,
primera expresión del Derecho internacional superior al orden jurídico interno del
Estado. La doctrina del Máximo Tribunal alcanza su máximo esplendor en
“Ekmekdjian c/Sofovich”33 cuando la Corte utiliza el artículo 27 de la Convención
de Viena sobre el Derecho de los Tratados para decir que el orden jurídico interno
no pude utilizarse para incumplir una norma de Derecho internacional, dejando ver
que éste último es superior al primero. Esta doctrina luego será limitada por el fallo
“Fibraca c/Comisión Mixta de Salto Grande”34 y la reforma constitucional de 1994.
Me limitaré simplemente a exponer este último capítulo de la historia: el artículo
75, inciso 24 de nuestra Constitución Nacional dispone que corresponde al
Congreso aprobar los “tratados de integración que deleguen competencias y
jurisdicción a organizaciones supraestatales en condiciones de reciprocidad e
igualdad, y que respeten el orden democrático y los derechos humanos. [y] Las
normas dictadas en su consecuencia tienen jerarquía superior a las leyes”. Por

29 GRANILLO OCAMPO, RAÚL, op. cit., p. 97.


30 CSJN, t. 211, p. 162.
31 La Ley, t. 8, p. 404.
32 LOCKE, JOHN, Ensayo sobre el gobierno civil, Buenos Aires, Gradifco, 2007, p. 116.
33 La Ley, 1992, t. C, p. 543.
34 Jurisprudencia Argentina, 1993, t. III, p. 471.

10
esto es que adopto la jerarquización de normas de normas que hace Badeni,
poniéndolos por debajo de la Constitución Nacional y los tratados de derechos
humanos, y por encima del resto de los tratados internacionales y las Leyes
nacionales35.

Vemos que, según nuestro sistema jerárquico de normas actual, es imposible


hablar de Derecho comunitario en nuestro país ya que éste se caracteriza por la
supremacía del Derecho internacional por sobre el interno. Nuestro atraso
normativo se hace evidente cuando comparamos nuestra Constitución con la de
algunos países de Europa, como por ejemplo la de Italia, que en su artículo 10
dispone: “el ordenamiento jurídico italiano se ajustará a las normas del derecho
internacional generalmente reconocidas”; o las de España o Francia que disponen
que para adoptar una norma de Derecho comunitario se deberá revisar
previamente la constitución para que no haya contradicción entre éstas; para citar
algunos casos entre muchos otros que existen en la comunidad europea.

Las normas del Derecho de la integración tiene como función facilitar el


comercio internacional unificando las disparidades de ordenamientos jurídicos
internos, como señala Pablo Wegbrait en un artículo referido a las complicaciones
que surgen de las diferencias normativas en materia de responsabilidad de los
proveedores de servicio de Internet por contenidos violatorios de los derechos de
autor36, resaltando que la Unión Europea ha dado un paso importante para
solucionar esto con la Directiva 2000/31/CE del Parlamento Europeo y del
Consejo del 8 de junio de 2000. Pero no seguiré avanzando con este tema puesto
que, como anuncié en el primer apartado de este opúsculo, mi “rata de laboratorio”
serán las contrataciones públicas en el ámbito del Mercosur. Para ello, expondré
como se llevan a cabo en sus dos principales integrantes (Argentina y Brasil) y
como debería hacerlo siguiendo la normativa del Protocolo de contrataciones
públicas del Mercosur.

35 BADENI, GREGORIO, Tratado de Derecho Constitucional, Buenos Aires, La Ley, 2006, t. I, p. 286.
36 WEGBRAIT, PABLO, “La responsabilidad de los proveedores de servicios de Internet por violación al derecho de
autor”, en: Revista jurídica La Ley. Tomo F, Buenos Aires, La Ley, 2000, p. 1143.

11
Según Balbín, el contrato administrativo es “todo acuerdo celebrado por el
Estado con terceros sobre una declaración de voluntad común destinada a reglar
sus derechos”37, tomando la definición del artículo 1137 del Código Civil que dice:
“Hay contrato cuando varias personas se ponen de acuerdo sobre una declaración
de voluntad común, destinada a reglar sus derechos”, y fundamentando la
distinción entre contratos públicos y privados por el elemento subjetivo. Es decir,
que los contratos en que sea parte el Estado serán contratos administrativos38. La
doctrina brasileña es coincidente con esta concepción sobre los contratos
administrativos, toda vez que afirma que la diferencia entre contratos privados y
públicos se debe más a una cuestión procedimental (para elegir el co-contratante)
que de fondo39, consecuencia de que en estos últimos es parte la Administración
Pública40. Pero, antes de continuar con nuestro análisis, es importante señalar la
crítica que la doctrina civilista hace al artículo 1137 del Código tomado literalmente
de Friedrich Karl von Savigny41, ya que los contratos no están dedicados a reglar
todo tipo de derechos sino sólo los patrimoniales porque, de lo contrario, como
señala el maestro Guillermo Borda, confundiríamos los contratos con la
convención jurídica, que incluye las convenciones extrapatrimoniales tales como
las relacionadas al Derecho de familia, distinguiéndolas incluso de la convención
simple o no jurídica, que es aquella que no posee efectos jurídicos por no tener un
carácter coactivo en cuanto a su cumplimiento42. Esclarecido esto es conveniente
que corrija la definición de Carlos Balbín diciendo que es contrato administrativo
todo acuerdo celebrado por el Estado con terceros sobre una declaración de
voluntad común destinada a reglar sus derechos patrimoniales.

El régimen jurídico de los contratos administrativos no es diferente del los


contratos civiles o comerciales salvo en que éstos contienen las llamadas
cláusulas exorbitantes (debemos agregar: del Derecho privado). Como afirma

37 BALBÍN, CARLOS, Curso de Derecho Administrativo, Buenos Aires, La Ley, 2008, t. II, p. 179.
38 BALBÍN, CARLOS, op.cit., p. 171.
39 ENTERÍA, EDUARDO y FERNÁNDEZ, TOMÁS, Curso de direito administrativo, San Pablo, Revista dos Tribunais, 1991,
pp. 598/599.
40 ESTORNINHO, MARIA JOÃO, Réquiem pelo contrato administrativo, Coimbra, Almedina, 1990, p. 36.
41 SAVIGNY, FRIEDRICH, Sistema del Derecho Romano actual, Madrid, Góngora, 1879, p. 314.
42 BORDA, GUILLERMO, Manual de Contratos, Buenos Aires, Abeledo-Perrot, 2004, p. 7.

12
Balbín, “en los contratos estatales el principio no es la igualdad entre las partes
contratantes porque el Estado está ubicado en un escalón por encima de la otra
parte. ¿En qué consiste ese plano de desigualdad, más allá de su validez o
invalidez constitucional? Su contenido es el poder exorbitante que ejerce el Estado
en el proceso de formación, ejecución y extinción contractual y que está
reconocido concretamente por medio de las cláusulas llamadas por traslación
cláusulas exorbitantes”43. Estas cláusulas reconocen poderes al Estado que los
particulares no tienen en sus contrataciones privadas, así es que “el Estado
puede: a) Interpretar y modificar unilateralmente el contrato, b) prorrogar el
contrato y c) revocar el contrato por su propio interés”44.

Otra diferencia normativa que se presenta en los contratos públicos con respecto
a los privados se da en la elección de del co-contratante. Mientras en el ámbito
privado los particulares elijen libremente con quién contratar, el Estado debe
realizar un proceso de selección del co-contratante diferente que en nuestro país
puede ser: a) la licitación o concurso público que son mecanismos de ofrecimiento
múltiple a la generalidad de los particulares para que aquellos que aspiran a
encargarse de ejecutar las obras, proveer los bienes o prestar los servicios,
compitan entre sí, a fin de que el Estado elija la propuesta más ventajosa 45; b)
licitación o concurso abreviado (o privado) que es similar a la licitación o concurso
público pero, en este caso, el llamado está dirigido a particulares determinados
inscriptos en la base de datos de la Oficina de Contrataciones Públicas y siempre
que el monto de la contratación no supere el que fije la reglamentación 46; c)
subasta pública que es un método público de venta o compra de bienes y se hace
al mejor postor, la subasta pública procede para la compraventa de bienes
inmuebles, muebles o semovientes por parte del Estado47; y d) contratación
directa que es un método por el cual el Estado elije directamente al co-contratante
sin atravesar ninguno de los procesos de contratación anteriormente
mencionados, ésta procede en casos determinados que no voy a analizar
43 BALBÍN, CARLOS, op.cit., t. II, p. 184.
44 BALBÍN, CARLOS, op.cit, p. 185.
45 BALBÍN, CARLOS, op.cit, p. 226.
46 BALBÍN, CARLOS, op.cit, pp. 229/230.
47BALBÍN, CARLOS, op.cit, p. 231.

13
exhaustivamente aquí por una cuestión de extensión del presente, sino que
simplemente me remito a la fuente bibliográfica origen de esta enunciación de
formas de contratación pública48. Antes de pasar a comentar el sistema de
contrataciones públicas en Brasil considero pertinente realizar una última mención
respecto del nuestro: por aplicación del artículo primero de la Constitución
Nacional, nuestro país es un Estado federal, por lo que podemos afirmar que el
Derecho administrativo es Derecho local49 y tenemos diferentes Derechos
administrativos a nivel del Estado federal, los Estados provinciales y los municipios
que, como señala Alberto Biglieri, son la unidad administrativa más simple y podría
considerárselos como la célula del Estado50. En consecuencia no tenemos en
nuestro país una única directriz en materia de contrataciones públicas sino que
cada unidad administrativa podrá reglamentar el procedimiento por el cual regular
su forma de contratar. A contrario sensu de lo que ocurre en nuestro país, la
República Federativa del Brasil tiene su sistema de contrataciones públicas
unificado51.

Brasil también recepta constitucionalmente el Derecho de la integración, así es


que el artículo cuarto de la Constitución de la República Federativa del Brasil dice
que esta nación “buscará la integración económica, política, social y cultural de los
pueblos de América Latina, en vista a la formación de una comunidad
latinoamericana de naciones”. Vemos que incluso su Constitución va más allá de
la nuestra, ya que habla hasta de la conformación de una comunidad
latinoamericana de naciones, y, por su parte, nuestra Constitución Nacional no
hace referencia nunca a lo que sería el Derecho comunitario. Esta superioridad
normativa con respecto a la nuestra se hace evidente toda vez que Brasil ha sido
el principal interesado e impulsor del Mercosur. Como señala Wilson Fernández,
los cuatro países integrantes de este bloque regional han sufrido golpes de Estado
y dictaduras militares en las décadas de 1970 y 1980 52; de todos ellos, Brasil se
destaca porque, a diferencia de los anteriores tres, en éste los dictadores no se
48 BALBÍN, CARLOS, op.cit pp. 231/234.
49 BALBÍN, CARLOS, op.cit, t. I, p. 177.
50 BIGLIERI, ALBERTO, Estudios de Derecho de la integración, Buenos Aires, Ediciones Jurídicas, 2010, p. 28.
51 BIGLIERI, ALBERTO, op.cit. pp. 153/154.
52 Este dato histórico será de gran importancia para lo que expondré en el próximo apartado.

14
dedicaron a destruir el modelo económico de industrialización sino que prepararon
a la nación para que fuera una potencia económica; esto es lo que llevó al Brasil a
expandirse en el mercado internacional e impulsar un modelo de integración
económica para Latinoamérica con el objetivo ,entre otros, de ganar
competitividad ante la Unión Europea53.

Continuando con el sistema de contrataciones públicas de quien es la mayor


potencia económica del Mercosur, ésta se encuentra reglada de forma única para
toda la república federativa en el artículo 37, inciso XXI de su Constitución; que
establece el sistema de licitación pública, que “asegure igualdad de condiciones a
todos los concurrentes, con cláusulas que establezcan obligaciones de pago,
mantenimiento de las condiciones efectivas de la propuesta, en los términos de la
ley, la cual solamente permitirá las exigencias de calificación técnica y económica
indispensables en garantía del cumplimiento de la obligaciones”. A su vez, este
artículo está reglamentado por la Ley 8666 que instituye normas para las
licitaciones y contratos de la administración pública brasileña54 y se aplica, según
su artículo primero, tanto para la Unión (lo que sería nuestro Estado Federal) y los
Estados del Distrito Federal (equivalente a nuestras provincias) como para los
Municipios (que, como ya señalé siguiendo a Biglieri, son la célula del Derecho
administrativo); y el artículo segundo, al igual que la Constitución, establece que el
mecanismo por el cual se contratarán las obras, servicios, enajenaciones y
locaciones de la Administración Pública, cuando sean contratadas por terceros,
será el de la licitación pública. Concordantemente, la Ley 8987 establece que la
terciarización de servicios públicos también se llevará a cabo por esta forma de
contratación. Sobre esto último vale la pena señalar la postura de Roberto Dromi,
para quien la concesión de servicios públicos debe llevarse a cabo por medio de
un contrato administrativo utilizando la licitación pública como método de selección
del concesionario55; si bien este autor corresponde a la doctrina Argentina, es
importante su opinión toda vez que, por su actividad profesional, Dromi se dedica

53 FERNÁNDEZ, WILSON, “La inserción internacional del Mercosur. Apuntes sobre el comercio exterior (1988-2006)”,
en: NEGRO, SANDRA y otros, op. cit., p. 190.
54 BIGLIERI, ALBERTO, op.cit., p. 74.
55 DROMI, ROBERTO, Licitación pública, Buenos Aires, Ciudad Argentina, 1995, pp. 847/848.

15
a vender en Brasil sistemas de contrataciones administrativas para los distintos
Estados.

Hasta aquí hemos visto, a grandes rasgos, cómo funcionan las contrataciones
públicas en las dos grandes potencias del Mercosur. Ahora es momento de
mostrar a qué deberían adaptarse para ser consecuentes con el Protocolo de
contrataciones públicas del Mercosur, ya que éste, en su artículo 10, establece
que la legislación interna de los Estados deberá estar en conformidad con las
disposiciones del Protocolo; con las excepciones del artículo 12 (seguridad y
defensa nacional; la moral, el orden y la seguridad pública; la vida o la salud
humana, animal o vegetal, siempre que no sean utilizadas de forma abusiva como
un medio de discriminación arbitraria o injustificable). El Protocolo de
contrataciones públicas del Mercosur establece su ámbito de aplicación en su
artículo segundo para las contrataciones públicas de bienes y servicios por parte
de las “entidades de todos los niveles de gobierno federales y subfederales” 56 de
los Estados firmantes; y está destinado a unificar el procedimiento de preselección
de los contratantes con el Estado57. A tal fin establece en su artículo quinto, inciso
segundo, que “ningún Estado parte podrá: a) discriminar a un proveedor o
prestador establecido en cualquiera de los Estados partes por motivo de una
afiliación o propiedad extranjera o, b) discriminar a un proveedor o prestador
establecido en su territorio en razón de que los bienes o servicios u obras públicas
ofrecidos por ese proveedor o prestador, para una contratación en particular, sean
de otro Estado parte”. En sentido coincidente, el Protocolo de Colonia para la
promoción de inversiones en el Mercosur establece un trato no discriminatorio
para los distintos inversores en los Estados parte, y establece, en su artículo
cuarto, una fuerte limitación a las políticas públicas de los Estados en cuanto a
que prohíbe las “medidas de nacionalización o expropiación” de las inversiones
excepto por razones de utilidad pública58; retomaré está disposición en el próximo
apartado, cuyo objeto será advertir sobre el advenimiento de un posible fascismo
56 Esto último se incluyó especialmente para nuestro país que, como vimos, tiene un sistema de Derecho administrativo
eminentemente local.
57 BIGLIERI, ALBERTO, op.cit., p. 158.
58 Esto es aplicable a la concesión de servicios públicos que, como ya vimos, se llevan a cabo por medio de un contrato
administrativo.

16
comunitario y proponer las bases para una integración diferente. Pero
concluyamos ahora con el procedimiento de selección del co-contratante en las
contrataciones públicas en el Mercosur: el protocolo referido a esta materia
dispone, en su artículo 16, que el método a emplear es el de la licitación pública o
la contratación directa. La licitación pública es la regla y la contratación directa es
la excepción, estando regulados los casos en que ésta procede en el artículo 18,
inciso segundo del Protocolo: “a) en ausencia de ofertas en respuesta a una
convocatoria de licitación pública o cuando las ofertas presentadas hayan
resultado inadmisibles y/o no se ajusten a los requisitos esenciales del pliego de
licitación, cuando justificadamente la licitación no pueda ser repetida sin perjuicio
para la entidad contratante y siempre que en el contrato adjudicado no se
modifiquen las condiciones preestablecidas; b) cuando, por tratarse de obras de
arte, o por razones relacionadas con la protección de derechos exclusivos, o
cuando por razones técnicas no haya competencia, los bienes, servicios u obras
sólo puedan suministrarse por un proveedor de bienes o un prestador de servicios
u obras determinado sin que existan otras alternativas o sustitutos razonables; c)
hasta donde sea estrictamente necesario, cuando, por razones de extrema
urgencia o emergencia debidas a acontecimientos que la entidad no pueda prever
o evitar, no fuera posible obtener los bienes o servicios u obras a tiempo mediante
licitaciones públicas o su realización perjudicaría seriamente las actividades de la
entidad contratante y solamente para los bienes necesarios a atender la situación
urgente y fracciones de obras y servicios que puedan ser concluidos en el plazo
máximo de 180 (ciento ochenta) días seguidos e ininterrumpidos, contados a partir
del acto administrativo a través del cual se declare la necesidad de realizar una
contratación directa, siendo vedada la prórroga de los respectivos contratos; d)
para al adquisición de componentes o piezas de origen nacional o extranjero,
necesarios para el mantenimiento de equipos durante el período de garantía
técnica, al proveedor original de esos equipos cuando tal condición de
exclusividad fuese indispensable para la vigencia de la garantía; e) cuando se
trate de contrataciones adicionales del proveedor inicial de bienes o del prestador
inicial de servicios ya sea como partes de repuesto o servicios continuos para

17
materiales, servicios o instalaciones existentes, o como ampliación de materiales,
servicios o instalaciones existentes, cuando un cambio de proveedor de bienes o
prestador de servicios obligaría a la entidad a adquirir equipo o servicios que no se
ajustaran al requisito de ser intercambiables con el equipo o los servicios ya
existentes; f) cuando en el curso y para la ejecución de un determinado contrato
de investigación, experimentación, estudio o fabricación original, surja la
necesidad de adquirir un prototipo o un primer bien o servicio. Una vez que se
hayan cumplido los contratos de esa clase, la compra de bienes o servicios que se
efectúen como consecuencia como consecuencia de ellos se ajustarán a los
procedimientos de licitación; g) en contratos con profesionales o entidades
considerados, en su campo de actuación, de notoria especialización, derivada del
desempeño previo, estudios, experiencia, publicaciones, organización, equipos,
personal técnico o de otros requisitos relacionados con sus actividades, que
permitan inferir que su trabajo es esencial e indiscutiblemente el más adecuado
para la plena satisfacción del contrato; h) cuando una entidad requiera servicios de
consultoría relacionados con aspectos de naturaleza confidencial del sector
público, cause perturbaciones económicas serias o, de forma similar, sea contraria
al interés público; y i) en los casos en que la legislación del Estado parte prevea la
contratación directa de entidades integrantes o controladoras por la
Administración, de instituciones sin fines lucrativos dedicadas a la asistencia
social, a la enseñanza, a la investigación y al desarrollo institucional, y para la
contratación con recursos de dichas instituciones siempre que sean utilizados
exclusivamente para la investigación científica y tecnológica”. Antes de pasar al
próximo apartado, quiero señalar lo que define a este protocolo como un tratado
de integración: en el artículo 30, inciso tercero, se establece que “el Consejo del
Mercado Común podrá aprobar […] disposiciones complementarias relativas a la
aplicación del presente Protocolo”. En efecto, no caben dudas de que este artículo
está estableciendo una delegación de competencia por parte de los Estados parte
a un organismo del bloque integrado que, en este caso, es el Consejo del
Mercado Común.

IV. La muerte del príncipe: bases para una integración diferente.

18
Al comenzar este ensayo quise instalar en el lector la duda de si puede un
proceso de integración degenerar en fascismo. Desarrollar esta corriente política
con la profundidad que merece excede ampliamente los objetivos de este trabajo,
por lo tanto me limitaré a definirlo a grandes rasgos: entiendo por fascismo una
forma de sometimiento del hombre por el hombre (generalmente llamada
gobierno) que emana de la exacerbación de las ideas antidemocráticas que
surgen con posterioridad a la Revolución francesa producto del movimiento
conservador que reacciona ante el avance de la izquierda. Dicho esto, podemos
afirmar que el fascismo es un rasgo característico de las ideologías políticas de
derecha, y por ello, antes de continuar, es menester aclarar qué entendemos por
Derecha e izquierda, título de la obra de Norberto Bobbio de la que extraigo tales
conceptos. Este autor distingue ambas corrientes políticas en función al respeto de
uno de los tres pilares de la Revolución, la igualdad. Mientras la izquierda afirma la
igualdad entre los hombres la derecha sostiene lo contrario59; ello se fundamenta
filosóficamente en que para que una persona vea reafirmada su condición de
humano necesita de otras personas “inferiores” como sostuvo el profesor José
Luis Gargarella en la charla-debate Pasado, presente y futuro del pensamiento de
derecha organizada por la revista Lecciones y Ensayos el primero de julio de 2009
en la Facultad de derecho de la Universidad de Buenos Aires. Quiero hacer un
pequeño excursus en este punto, Gargarella toma la definición de Derecha e
izquierda de Bobbio y a partir de ahí presume que el comunismo no es fascista,
sino que el fascismo de mediados del siglo XX nace como una reacción al
comunismo, idea que es compartida por diversos autores debo señalar, como por
ejemplo François Furet y Ernst Nolte60. No coincido con que el comunismo sea
encuadrado dentro de la izquierda ni con la idea de que regímenes como el de la
Unión Soviética no fueron fascistas. Sin embargo, este tema no será desarrollado
aquí ya que, como dije, éste es un pequeño excurso en el trabajo61.

Volviendo a la preocupación planteada por un posible brote fascista producto de

59 Conf. BOBBIO, NORBERTO, Derecha e izquierda, Madrid, Taurus, 1995.


60 Ver: FURET, FRANÇOIS y NOLTE, ERNST, Fascismo y comunismo, Buenos Aires, Fondo de cultura económica, 1999.
61 Este punto será retomado en un futuro en un ensayo que me he comprometido a escribir para un dossier de la revista
Lecciones y Ensayos bajo la temática “Derecho e igualdad”, ensayo que será redactado al concluir con el presente.

19
la integración, es un valioso aporte al tema el que hace el prestigioso
integracionista Raúl Granillo Ocampo. Mostrando su preocupación por el déficit
democrático de la Unión Europea, el autor afirma que ésta “no ha podido todavía
superar un proceso de permanente distanciamiento físico entre las instituciones a
las que se han asignado las responsabilidades máximas de gobierno y el pueblo al
que se destinan las decisiones tomadas por estas instituciones. Ello produce la
sensación de que una burocracia, lejana y distante de los sentimientos y
aspiraciones populares, gobierna las áreas más sensibles de políticas públicas
aplicadas dentro del esquema de integración”62; incluso, posteriormente, señala
que esto ni siquiera se ha podido superar con la elección de los parlamentarios
europeos en forma directa por el pueblo63. Ello puede ser observado, por ejemplo,
en la desproporción representativa que tienen los distintos Estados, así es que,
para citar algunos, Alemania tiene noventa y nueve parlamentarios, Grecia
veintidós y Lituania doce64; lo que evidencia una clara desigualdad representativa
en el parlamento que, se traduce en la imposibilidad de tener peso político para
aquellos países que tienen poca representación y trae, como consecuencia, un
fuerte déficit democrático. Es cierto que un déficit democrático no es lo mismo que
un gobierno antidemocrático, pero considero que éste es un “buen inicio” y que si
no ha degenerado en fascismo aún es porque no se ha dado en el plano de lo real
esa etapa de la integración llamada integración total en donde el bloque regional
tendría a su disposición algo que es fundamental para el establecimiento de un
régimen totalitario: las fuerzas armadas -militares, debo aclarar, ya que no
podemos dejar de lado a la EUROPOL-. Sin embargo, en la faz económica puede
vislumbrarse el totalitarismo europeo a partir de la crisis económica que golpeó
fuertemente a Grecia y que, por efecto de la propia integración ya que ésta
presupone que un cambio en uno de sus componentes provoca un efecto en el
resto, afectó a España. La primera orden que se impartió al Estado español desde
la Unión (también, por supuesto, desde órganos ajenos a ella, como el Fondo
Monetario Internacional y el Banco Mundial) fue que se redujera el gasto público.
62 GRANILLO OCAMPO, RAÚL, op. cit , pp. 161/162.
63 GRANILLO OCAMPO, RAÚL, op. cit, p. 163.
64http://www.europarl.europa.eu/members/expert/groupAndCountry.do;jsessionid=27F00A259D33EA1A4F317C044BF
FFBD6.node2?language=ES

20
Sin adentrarme demasiado en cuestiones de macroeconomía, diré simplemente
que esto implica que el Estado no debe interferir activamente en el mercado para
estimularlo, como planteó John Maynard Keynes como medio de salida de la crisis
mundial de la década de 1930. Esta fuerte limitación a la autonomía del gobierno
español, al no permitirle fijar su política económica, implica un acto de gobierno
totalitario contra este Estado; de la misma forma que la prohibición de las
nacionalizaciones y expropiaciones que señalé con respecto al Protocolo de
Colonia para la promoción de inversiones en el Mercosur en el apartado anterior.
Ya sea que hablemos de un déficit democrático o de un gobierno antidemocrático,
lo cierto es que siempre el Estado lleva implícito el fascismo, tal como lo señala el
profesor Aníbal D‘Auria “por más democráticas que sean las instituciones de un
país, mientras exista el Estado siempre es una minoría la que gobierna. […] la
existencia de un gobierno genera siempre desigualdad y opresión porque el hábito
de mandar distorsiona la perspectiva del gobernante, lo torna vanidoso y
autoritario y le hace creer que es imprescindible”65. Bajo esta hipótesis se
circunscribe la crítica a la integración, o mejor dicho, al modelo de integración que
el Mercosur sigue actualmente, ya que, como señala Granillo Ocampo: si bien la
Unión Europea (modelo de integración que el Mercosur sigue) no es stricto sensu
un Estado, en los hechos, actúa como uno66.

Esta idea de la integración como un súper-Estado se ve reforzada toda vez que


en el Derecho de la integración, a diferencia del Derecho internacional general, las
normas son obligatorias: no como en el plano del iusnaturalismo (moralmente
obligatorias) sino en el sentido de lo que plantea la teoría iuspositivista. Es decir,
que son obligatorias porque son coactivas y los porque órganos creados por la
integración pueden aplicar sanciones por su incumplimiento; éstas pueden ser
patrimoniales o de exclusión, tales como bloqueos económicos. En este último tipo
vemos reforzada la hipótesis de la naturaleza contractual de la integración, ya que
su sistema de sanción obedece al creado por el contractualismo, conforme al cual
aquel que ha roto el pacto social se ha puesto a sí mismo fuera de la legalidad, y
65 D‘AURIA, ANÍBAL, “Anarquismo y Derecho: una aproximación a Bakunin”, en: D‘AURIA, ANÍBAL y otros, El
anarquismo frente al Derecho, Buenos Aires, Utopía Libertaria - Anarres, 2007, p. 53.
66 GRANILLO OCAMPO, RAÚL, op. cit., p. 164.

21
por lo tanto, debe ser excluido de la sociedad67. Ésta es, hoy por hoy, la peor de
las sanciones para un Estado porque implica dejarlo fuera del mercado; basta con
ver el ejemplo cubano para comprender las devastadoras consecuencias de la
política de la exclusión mundial. Esto se produce porque la integración no es otra
cosa que una válvula de escape al proceso de colonización que comenzó en la
década de 1880 -como vimos en el apartado II de este ensayo-; esta expansión
imperial que devino en dos guerras mundiales fue reemplazada por una expansión
comercial, generando un proceso de neo-colonialismo al que podemos llamar
“Auto-colonización” en palabras de Zizek, que es producto de la
multinacionalización de los capitales en el capitalismo global68. A partir de aquí es
que podemos decir, parafraseando a Lenin, que la integración es la fase superior
del imperialismo. Hasta aquí llega el grueso de la crítica al súper-Estado y es
preciso comenzar con la propuesta alternativa para lograr una mejor69 integración.

Como la crítica a la integración que planteo es crítica anarquista70 al Estado, me


valdré de ésta corriente de pensamiento para articular una propuesta de
67 FOUCAULT, MICHEL, La verdad y las formas jurídicas, Barcelona, Gedisa, 1980, p. 98.
68 ZIZEK, SALVOJ, En defensa de la intolerancia, Madrid, Sequitur, 2008, p. 55
69 Quiero dejar a salvo que el término “mejor” está utilizado en sentido subjetivo. Vale la aclaración porque considero
arriesgado afirmar que lo que aquí propongo sea “mejor” objetivamente, sino que pueden plantearse propuestas mejores
en tal sentido; como dijo Wittgenstein en el aforismo 6.54 de su Tratado logico-philosophicus, nunca está dicha la última
palabra sobre un tema y siempre se puede decir al (objetivamente) mejor: “Meine Sätze erläutern dadurch, daß sie der,
welcher mich versteht, am Ende als unsinning erkennt, wenn er durch sie -auf ihnen- über sie hinausgestiegen ist. (Er
muß sozusagen die Leiter wegwerfen, nachdem er auf ihr hinaufgestiegen ist.) Er muß diese Sätze überwinden, dann sieht
er die welt richtig”. [“Mis proposiciones esclarecen porque quien me entiende las reconoce al final como absurdas,
cuando a través de ellas -sobre ellas- ha salido fuera de ellas. (Tiene, por así decirlo, que arrojar la escalera después de
haber subido por ella.) Tiene que superar estas proposiciones; entonces ve correctamente el mundo”].
70 Sobre el anarquismo se han dicho diversas mentiras, algunas con la intención de desarticularlo (por ejemplo, la forma
en que las estructuras de poder como los medios de comunicación o la escuela cargan de sentido negativo a al palabra
“anarquía”) y otras por simple ignorancia de lo que esta forma de vida significa. Definir al anarquismo es una tarea
extremadamente compleja que me llevaría muchísimas páginas más; atendiendo a la brevedad que debe conservar un
opúsculo me limitaré a citar al definición que da Kropotkin en la Enciclopedia Británica: “ANARQUISMO: (del griego
an y arke, contrario a al autoridad), es el nombre que se da a un principio o teoría de la vida y la conducta que concibe a
una sociedad sin gobierno, en que se obtiene armonía, no por sometimiento a la ley, no obediencia a la autoridad, sino por
acuerdos libres establecidos entre los diversos grupos, territoriales y profesionales, libremente constituidos para la
producción y el consumo, y para la satisfacción de la infinita variedad de necesidades y aspiraciones de un ser civilizado.
En una sociedad desarrollada sobre estas directrices, las asociaciones voluntarias que han empezado ya a abarcar todos los
campos de la actividad humana adquirirán una extensión aún mayor hasta el punto de sustituir al Estado en todas sus
funciones. Representarían una red entretejida, compuesta de una infinita variedad de grupos y de federaciones de todos los
tamaños y grados, locales, regionales, nacionales e internacionales, temporales o más o menos permanentes, para todos los
objetivos posibles: producción, consumo e intercambio, comunicaciones, servicios sanitarios, educación, protección
mutua, defensa del territorio, etcétera; y por otra parte, para la satisfacción de un número creciente de necesidades
científicas, artísticas, literarias y de relación social. Además, tal sociedad no se pretendería inmutable. Por el contrario,
como sucede en todo el conjunto de la vida orgánica, derivaríase la armonía de un ajuste y reajuste perpetuo y variable del
equilibrio de la multitud de fuerzas e influencias, y este ajuste se obtendría, dicho brevemente, si ninguna fuerza gozase de
la protección especial del Estado”. (KROPOTKIN, PIOTR, Folletos revolucionarios, Barcelona, Tusquets, 1977, pp.
123/124).

22
integración diferente. Me circunscribo a esta doctrina porque es la que afirma que
toda estructura jerárquica de gobierno contiene el germen del totalitarismo y
genera, como señala D‘Auria, una suerte de dialéctica del Estado y el totalitarismo,
en donde las formas autoritarias de gobierno (tesis) tienden a democratizarse
(antítesis) para luego autocratizarse (síntesis)71. Veámoslo fácticamente: con la
evolución del estado Alemán: tenemos primero el principado prusiano (tesis), el
Estado moderno alemán que alcanza el grado máximo de democratización
durante al República de Weimar (antítesis), para luego degenerar en el Tercer
Reich (síntesis). Esta dialéctica ya había sido anticipada por Platón cuando dice
que el origen de toda tiranía es la democracia, porque a partir del desorden propio
de la desbocada libertad en la democracia se presenta en los hombres la
necesidad de la tiranía que reestablezca el orden perdido72, como ocurrió en
Francia con de la época del terror y el asenso al poder de Napoleón Bonaparte. En
efecto, el caso francés es otro ejemplo fáctico de esta dialéctica: tenemos primero
el gobierno autoritario monárquico (tesis), con la Revolución Francesa, el
avenimiento de la democracia que genera la época del terror (antítesis) y la
llegada al poder de la tiranía de Napoleón (síntesis). Puede reprochárseme que
siempre se ha podido salir de estos regímenes, pero replicaré que ello ha sido
posible con un derramamiento inmensurable de sangre, y el objetivo político de
este trabajo73 es, justamente, impedir que esto vuelva a suceder. La integración
surgió con un alto déficit democrático, tan alto que la podríamos calificar de
autoritaria (tesis), para luego democratizarse en forma lenta y paulatina con la
elección de los Eurodiputados directamente por el pueblo (antítesis); la síntesis tal
vez esté por venir. Podemos ver una raíz de esto último con el desprecio a los
latinoamericanos inmigrantes en Europa, en donde se rechaza a los recién
llegados y deporta a los que allí se encuentran; incluso, en las últimas campañas
electorales, han aumentado increíblemente las propuestas políticas anti-
inmigración-latinoamericana74. Posteriormente, volveremos sobre este punto, pero
71 D‘AURIA, ANÍBAL, “Introducción al ideario anarquista”, en: D‘AURIA, ANÍBAL y otros, op. cit., p. 28.
72 PLATÓN, La República, Buenos Aires, Centro editor de cultura, 2007, pp. 118/119.
73 Si bien este ensayo parece, por momentos, un panfleto político, esto se debe sólo a mi forma particular de escribir. El
presente no deja en ningún momento de ser un trabajo académico, excepto en este punto que sí es una propuesta
puramente política.
74 Un claro ejemplo de esto son los afiches utilizados por la Liga del Norte en Italia, dirigida por Umberto Bossi, que

23
por ahora dejémoslo aquí y pasemos a articular una propuesta alternativa para
una integración resistente al fascismo.

Efectuada esta aclaración previa, procedamos, en primer término, a desarticular


la ficción del contrato social. Como ya señalé en las Primeras Jornadas para
Jóvenes Investigadores en Derecho y Ciencias Sociales: Sociedad, Derecho y
Estado en cuestión, organizadas por el Instituto de Investigaciones Jurídicas y
Sociales Ambrosio L. Gioja, la concepción del hombre como antropológicamente
malo es un error. El hombre, en realidad, no es ni bueno ni malo por naturaleza,
sino que es naturalmente inocente, es un mero reflejo de aquello que lo rodea 75. Y
así podemos afirmar (como ya lo hice en un trabajo previo a éste) que quien
introduce la maldad en la tierra es el Estado; si seguimos el razonamiento de
Hobbes en cuanto a que el hombre es un deseo perpetuo e insaciable de poder
tras poder, como vimos en el apartado II de este trabajo, si quitamos el factor
poder de la sociedad entonces ese deseo desaparecería76.

En cuanto a la naturaleza contractual de la integración podemos decir que


“también el pensamiento anarquista ha tenido en cuenta el papel que juega el
contrato en la vida política, social y Económica de los hombres. Pero la idea de
contrato va a dejar de ser pensada como una ficción, para ser considerada no sólo
como un pacto real y efectivo, sino también como una negación del Estado, como
su más antinómica alternativa, la que implica su desaparición”77. El anarquismo
utiliza la idea del contrato social, pero no ese contrato ficticio de Hobbes o de
Locke, sino un contrato real y efectivo que tiene por finalidad transformar la
realidad, como ocurre en Rousseau. De hecho, puede hacerse una interpretación
libertaria de las ideas de este último autor y afirmar que el contrato social en su
teoría tiene el objetivo de restablecer a la sociedad a la libertad, fraternidad e

muestra el dibujo de un cacique indio con la leyenda “loro hanno súbito l´immigrazione, ora vivono melle riserve!” (Ellos
padecieron la inmigración, ¡ahora viven en una reserva!).
75 Puede consultarse un artículo periodístico sobre mi exposición en las Jornadas publicado en United Press International
(UPI), disponible en: http://espanol.upi.com/Noticias-destacadas/2009/11/05/Universidad-de-Buenos-Aires-El-hombre-
no-es-bueno-ni-malo/UPI-60111257423267/
76 GARAVENTA, CARLOS, “Anarquismo, ¿contra el Derecho?”, en revista Diálogos de Derecho y Política. Año 1,
número 3, Medellín, Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Antioquia, 2010, p. 8.
77 IBARRA, ELINA, “El anarko contractualismo”, en: D‘AURIA, ANÍBAL y otros, op. cit., p. 69.

24
igualdad perdida con el Estado Civil78, es decir, conducir a la sociedad a la
anarquía. El contrato social libertario se caracteriza por ser: a) sinalagmático, las
partes se obligan unas a otras recíprocamente; b) conmutativos, las obligaciones
contraídas son equivalentes en valor de manera que no se afecta la igualdad; c)
rescindibles, no hay obligación permanente, los convenios son libres y duran
mientras las partes lo consientan, por lo tanto, no hay sanciones punitivas por
incumplimiento, más que la restitución a la situación anterior o su equivalente; d)
parciales, no puede haber obligaciones generales no específicas, cada contratante
conserva siempre más de lo que cede79. Podemos concluir, entonces, que el
contrato social anarquista no es un contrato en sentido jurídico estricto, sino que
se asemeja al contrato-promesa del que habla Arendt, un contrato que sirve a los
fines de dar certeza y previsibilidad a las conductas humanas en un mundo de
hombres libres e iguales que los hace imprevisibles, pero salvando la diferencia de
que para Arendt este contrato-promesa no se da en un ambiente de fraternidad
sino de desconfianza mutua entre las personas80.

Vimos ya la crítica a la concepción antropológica negativa y al contrato social


clásico que hace el anarquismo, y las propuestas alternativas que da; veamos
ahora cómo propone, esta corriente de pensamiento, la estructuración social tras
la destrucción de la organización Estatal. Para esto, debemos dividir la
organización social dentro de la pequeña comunidad y entre las distintas
pequeñas comunidades. No voy a hacer un análisis exhaustivo sobre la división de
trabajo y la rotación en las tareas que propone el anarquismo en el plano
económico, me limitaré a describir el funcionamiento político de la pequeña
comunidad que es lo que más interesa a los fines de este ensayo. Dentro de la
comuna existe igualdad absoluta, lo que genera un plano político horizontal; por
eso es que el anarquismo (en general) se opone a la toma de decisiones por
mayoría, ya que, de esta forma, siempre se está sometiendo a algún integrante a
una decisión que no quiso tomar, y propone que la toma de decisiones se realice

78 D‘AURIA, ANÍBAL, Rousseau: su crítica social y su propuesta política (una lectura actual y libertaria), Buenos Aires,
La Ley - Facultad de Derecho (UBA), 2007, pp. 25/26.
79 IBARRA, ELINA, op. cit., pp. 72/73.
80 ARENDT, HANNAH, op. cit., p. 263.

25
de forma unánime a través de la negociación y la argumentación inteligente, en
lugar del capricho o la corrupción mayoritaria. Cómo el anarquismo se basa en un
contractualismo rescindible, aquel que no logre compartir las políticas de la
comuna es libre de retirarse a otra. Esto logra algo fundamental para la
integración, que es la desarticulación de las identidades. En el apartado II cité a
Jürgen Habermas diciendo que la desarticulación de la identidad nacional se
produjo después de que el mundo vio las catastróficas consecuencias de un
nacionalismo exagerado; Habermas pone en lugar de la identidad nacional a la
posnacional, y hace un análisis partiendo de la identidad individual (tradicional)
que se transforma en identidad nacional y luego en posnacional81. Visto desde la
teoría clásica del contractualismo (fundamento de la integración clásica) el
individuo tiene su propia identidad, el yo, que choca contra la del otro individuo y
entran en estado de guerra. A partir de esta situación, surge el contrato social
clásico y el nuevo yo es el Estado, religión, raza, etnia, grupo social, etcétera;
éstos entran nuevamente en guerra con otros y ante ese nuevo estado de
naturaleza surge el súper-Estado que es el nuevo yo con una identidad
posnacional. Tarde o temprano, los súper-Estados encontrarán su otro, de hecho,
como ya señalé, en Europa se está gestando muy de a poco un profundo odio a
los latinoamericanos; y no hace falta mucho pensar para encontrar posibles
campos de batalla. Hoy en día, existe un continente repleto de recursos
económicos no explotados (sin contar la mayor reserva de agua del mundo) en
donde ninguna nación tiene soberanía: la Antártida será seguramente cuna de
conflictos bélicos, por más que el Tratado Antártico establezca desde su primer
artículo que este continente será utilizado con fines pacíficos y prohíbe la irrupción
militar en él; y estos conflictos se darán probablemente, entre los integrantes del
Mercosur y los de la Unión Europea. Ya que existen disputas por la soberanía
tanto de naciones sudamericanas como europeas, no deberán parecernos
extrañas estas alianzas militares, más todavía si esos bloques regionales llegan al
estado de integración total y establecen una fuerza militar común. El anarquismo,
al establecer la libre circulación y asociación de personas elimina el problema de

81 HABERMAS, JÜRGEN, op. cit., pp. 100/101.

26
la identidad, ya no hay un yo y otro sino un “nos-otros”82.

En cuanto a la gran comunidad, el anarquismo propone un sistema federal. Los


integracionistas clásicos se dividen entre aquellos que opinan que la integración
es un sistema federal y los que sostienen la tesis contraria; me enrolaré en esta
última doctrina basándome en la idea bakuniana de que no puede haber
federalismo en un sistema autoritario jerarquizado83. A partir de esto es que se
plantea la distinción entre federalismo real y ficticio: el último es el caso que
acabamos de citar, el federalismo pensado como lo hicieron los Estados Unidos,
nuestro país o la Unión Europea, por ejemplo. Un federalismo que se construye de
arriba a abajo desde un centro que se encuentra en la cúspide de la pirámide
jerárquica y va descentralizándose de a poco a medida que descendemos los
escalones de autoridad; el federalismo real que propone Bakunin es el que se
construye desde abajo, desde las personas que se agrupan para formar la
comuna, que se asocia con otras para formar la federación y luego la
confederación84. Los anarquistas siempre interpretaron esto como el método para
desarticular al Estado y organizar una nueva sociedad85, y si bien esta
interpretación no es equivocada, en el marco de este ensayo, resulta incompleta.
Bakunin plantea esto con el objetivo mediato de desarticular al Estado, pero el fin
inmediato era crear los Estados Unidos de Europa, es decir que este modelo de
organización federal es propuesto, en realidad, para la integración. Así es que en
el Primer Congreso de la Liga por la Paz y la Libertad, celebrado en Ginebra en
1867, declaraba -ochenta y tres años antes que Schumann- que: “1) Sólo hay un
camino para asegurar el triunfo de la libertad, la justicia y la paz en las relaciones
internacionales de Europa, y hacer imposible toda guerra civil entre los pueblos
comprometidos en la familia europea, y es construir unos Estados Unidos de
Europa. 2) Los Estados Unidos de Europa nunca podrán constituirse a partir de los
actuales Estados europeos, teniendo en cuenta las monstruosas diferencias

82 CONNO, DIEGO, “Política, comunidad y vida. El pensamiento biopolítico de Roberto Esposito”, en revista Derecho y
Barbarie. Año 1, número 2, Buenos Aires, 2009, p. 38.
83 BAKUNIN, MIJAIL, Escritos de filosofía política (compilación de G. P. Maximoff), Madrid, Alianza, 1978, t. II, p. 20.
84 BAKUNIN, MIJAIL op. cit., pp. 22/23.
85 Vg. CHOMSKY, NOAM, Escritos libertarios. Esperanza en el porvenir, Buenos Aires, Capital Intelectual, 2009, pp.
9/10.

27
existentes entre sus respectivas fuerzas. 3) El ejemplo de la extinguida
Confederación Germánica prueba de una manera perentoria que una
confederación de monarquías es una burla, que es impotente para garantizar la
paz y la libertad a sus poblaciones. 4) Un Estado centralizado, burocrático y militar,
aunque, se denomine a sí mismo republicano, no puede seria ni sinceramente
entrar en una confederación internacional. Por su constitución, que será siempre
una negación de la libertad en el interior del Estado, de forma abierta o
enmascarada, será necesariamente una permanente declaración de guerra, una
latente amenaza a la existencia de los vecinos. Basado esencialmente sobre un
acto previo de fuerza, sobre la conquista o sobre lo que en la vida privada se llama
robo con alevosía -un acto bendecido por la iglesia, consagrado por le tiempo, y
por tanto transformado en un derecho histórico, que se basa en esta consagración
divina de la violencia triunfante como derecho exclusivo y supremo-, todo Estado
centralizado se constituye como una negación absoluta de los derechos de todos
los demás Estados, a los que reconoce en los tratados que firma sólo en vista de
algún interés político o debido a su propia impotencia”86.

En resumen: la propuesta anarquista para lograr una mejor integración que no


contenga el germen del fascismo se basa en: a) la libre asociación entre las
personas, logrando un pluri-contractualismo-social; b) la desarticulación de las
identidades individuales, nacionales y postnacionales afianzando una única-
identidad-mundial-comunitaria; c) un sistema federal construido desde abajo hacia
arriba que, en miras a lograr la integración de toda la humanidad, destruya al
Estado por ser una figura jerárquica que torna ficticio al federalismo. Hasta aquí
llega esta obra, pero antes de ‘concluirla’ quiero retomar lo que dejé en el camino
en el apartado III sobre la importancia de los golpes de Estado y dictaduras en
Latinoamérica a los fines de la integración. Como se vio a lo largo de este ensayo,
las guerras mundiales y, principalmente, el holocausto constituyeron un poderoso
dinamizador de la integración en Europa, al mostrar las falencias de la identidad
nacional y dar paso a la postnacional. No debemos olvidar que América Latina
también padeció su propio holocausto con estas dictaduras; en algunas hasta se
86 BAKUNIN, MIJAIL, op. cit.,t. II, pp. 23/24.

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cometieron crímenes fueron tan inhumanos que ni siquiera los nazis fueron
capaces de cometer, tales como el robo de bebés que ocurrió en nuestro país.
Creo que los latinoamericanos debemos tomar esta horrible experiencia histórica
como un dinamizador para fortalecer nuestra integración, sin imitar a la europea, y
lograr, al fin, la desarticulación del Estado para que no tengamos que lamentar
hechos como los ocurridos recientemente en la nación hermana de Ecuador.

V. [In]conclusión.

A fines del Siglo XV, los europeos descubrieron el nuevo mundo, por más que en
aquel momento exacto creían haber llegado a la India. Desde ese momento, las
carabelas no dejaron de llegar con la intención de convertir a este nuevo mundo
en la vieja Europa como nos muestra la película de Walt Disney, Pocahontas87,
frivolizando la conquista y la sangre derramada a causa del viejo imperialismo; o
como también evidencia el artículo 67, inciso 15 de la Constitución Nacional de
1853 que versa: “Proveer a la seguridad de las fronteras; conservar el trato
pacífico con los indios y promover la conversión de ellos al catolicismo”, poniendo
de manifiesto la idea de la ‘civilización’ europea de moldear al nativo del ‘nuevo
mundo’ a su imagen y semejanza (de la misma forma, vale la pena mencionar, que
el catolicismo dice que Dios hizo al hombre)88 imponiendo su homicida cultura y
apócrifa religión por medio de una ficción jurídica89.
87 Si bien algunos pueden considerar la cita de una película (y más aún de una película infantil) como poco académico,
adhiero a las palabras de quien fue uno de mis profesores de Derecho Constitucional (Lucas Arrimada) en la cátedra del
maestro (en el mejor sentido de la palabra) Roberto Gargarella: “El cine nos aleja de la ficción diaria y nos eyecta sin
paracaídas a la realidad. Nos despierta de la alienación, es terremoto del habitual estado de somnolencia. Es raro que una
clase de cualquier facultad de derecho nos produzca esa sensación.. Entramos y salimos igual de dormidos, igual de
apáticos, igual de insensibles. Nunca uno se retira con la sensación de indignación, conmoción, de necesidad de cambiar
las cosas, con ganas de construir algo diferente y sobre todo con herramientas para hacerlo, con el músculo cerebral
estimulado, listos para el desafío de la praxis vivificante. Y eso sucede, extrañamente, en los cursos, en las materias, en los
que hay más necesidad de trabajo, de construcción, de concreción o de protección de derechos de llevarlos a la práctica.
Los profesores repiten ficciones que ni siquiera ellos se toman en serio, que ni ellos completamente entienden, ni
pretenden entender. En el peor de los casos, castigan a quienes los critican, temen de forma patética el pensamiento
diferente, silencian el debate, monologan en el sinsentido, censuran los diálogos y reaccionan premiando la obediencia, el
respeto a una tradición de estudio memorístico, repetitivo. Esto consolida una tendencia, impuesta por la inercia histórica,
de pasividad, silencio y complicidad con el status quo y refuerza los incentivos que generan esas prácticas. A veces, en el
‘mejor’ de los casos, se generan ‘diálogos’, falsos diálogos, que no se comunican sino con sus dobles, como espejos
atrapados en sus reflejos, formulando preguntas que incluyen respuestas, como jugando con datos marcados, donde
sabemos qué número saldrán”. (ARRIMADA, LUCAS, “Sus ojos en tus ojos. Notas introductorias sobre cine y derecho”, en
revista Derecho y Barbarie. Año 1, número 2, Buenos Aires, 2009, pp. 60/61).
88 Santa Biblia, Libro primero de Moisés: Génesis, 1, 26/27.
89 Toda investigación en Derecho debe comenzar por la pregunta “¿qué es el Derecho?”, no he articulado aquí una
respuesta, lo que no significa que no la tenga, es sólo que excede ampliamente el objetivo de una breve monografía (como
pretende ser este trabajo). A fin de simplificar esta cuestión diré que considero al Derecho, a grandes rasgos, como una

29
Si vemos a qué aspira el Mercosur, rápidamente afirmaremos que los europeos
hicieron su trabajo de forma impecable: han convertido esta tierra en su eterna
colonia, siempre mirando al otro lado del Atlántico, queriendo ser la ‘pequeña’
Europa. Así como el mediocre argentino que admira a Ricardo Fort por su riqueza
y su extravagante estilo de vida, que no proviene de otro lado más que de la
explotación, y expropiación de la riqueza de los trabajadores; como el Estado que
llena sus arcas hurtando el trabajo del pueblo mediante los tributos; o la ‘madre’
Europa que formó su riqueza a partir del saqueo de estas tierras, y del robo y
genocidio de sus legítimos ocupantes.

Esta obra no tiene por objetivo zaherir a los integracionistas clásicos, no es un


ataque infundamentado y destructivo, sino un propuesta diferente al modelo actual
de integración. Nosotros tenemos ventaja sobre nuestros ‘padres’ europeos: no
tenemos la enorme barrera lingüística que a ellos los separa, a excepción del
español y el portugués, que incluso es fácilmente convertible en portuñol, tal como
el que utilicé para las traducciones de los textos brasileños que usé para la
confección de este trabajo (con la infaltable ayuda de una amiga de ascendencia
brasileña). Tampoco sentimos ese odio tan profundo que tienen alemanes y
franceses, exceptuando alguna rivalidad futbolística entre argentinos y brasileños,
pero que incluso es menor que la que tenemos fronteras adentro los hinchas de
River con los bosteros. El camino está libre de obstáculos para lograr una
integración mejor que la de ellos, no debemos crecer a su sombra sino demostrar
que este “nuevo mundo” es verdaderamente la superación del anterior.

Pero para lograr esto debemos dejar de creer en la ficción del Estado, en el
apartado III, por ejemplo, no nos preguntamos ¿por qué los contratos
administrativos se rigen por un régimen exorbitante del Derecho privado?; ¿es
legítimo que el Estado tenga un trato preferencial al de los particulares? Autores
como Jorge Luis Salomoni se plantean este tipo de interrogantes al hablar de la
crisis del Derecho administrativo, y la respuesta que a priori me surge es que los
administrativistas han mentido tanto que se han creído sus propias mentiras, han
herramienta de producción y reproducción de un determinado sistema social -cualquier sistema social-; el Derecho
positivo, en este orden de ideas, es una ficción creada por el hombre a fin de cumplir con los objetivos antedichos.

30
creado una ficción (Derecho administrativo) para reglamentar otra ficción (Estado),
fundándose en argumentos falaces como el “bienestar general” del utilitarismo, un
argumento que no posee ningún sustento fáctico toda vez que no ha habido un
sólo Estado en la historia que haya asegurado el bienestar general de todos sus
ciudadanos. Al mismo tiempo que los administrativistas regulan la actividad del
príncipe, éste legitima su ‘ciencia’; por eso el Derecho administrativo es una
mentira, porque lo que lo legitima es una ficción, matar al príncipe implica ver morir
a este Derecho.

No en vano las dos críticas jurídicas más lógicas al contrato social clásico son
producto del Derecho civil, una es al de Pierre Joseph Proudhon que declara la
nulidad del contrato social fundándola en que en este contrato lo que se cede es la
libertad, y como la libertad es irrenunciable se trata de un contrato nulo per se
porque su objeto es prohibido90. La otra es una creación puramente propia y me
limitaré aquí a enunciarla, dejando esta [in]conclusión como punto de partida para
algún trabajo posterior -sea mío o de algún otro que decida tomar la posta-. La
teoría de la frustración del fin del contrato, que se originó en el Derecho inglés con
el fallo “Krell vs. Henry”91 de la Court of Appeal [de Inglaterra] del 11 de agosto de
1903, establece que si el contrato pierde el motivo determinante para el que las
partes lo celebraron desaparece su razón de ser y, por lo tanto, debe ser resuelto.
El contrato social clásico tiene por finalidad eliminar la guerra y asegurar la
seguridad a los contratantes; ésta es la función del Estado, mas nuestra propia
CSJN ha dicho que es imposible que el Estado cumpla con tal cometido en el fallo
“Mosca, Hugo Arnaldo c/Buenos Aires, provincia de (Policía bonaerense) y otros
s/Daños y perjuicios”92 del 6 de marzo de 2007. En donde desligó de
responsabilidad al Estado por las daños sufridos por el actor, chofer de los
camarógrafos del diario Clarín, en ocasión de un accidente sufrido en las
inmediaciones de la sede del Club Atlético Lanús, producto del impacto de un
proyectil eyectado desde una de las tribunas del estadio, mientras este equipo
disputaba un partido de fútbol con Independiente. La Corte argumentó que el
90 PROUDHON, PIERRE, ¿Qué es la propiedad?, Buenos Aires, Utopía Libertaria - Anarres, 2007, p. 84.
91 [1903] 2 K. B. 740.
92 http://www.csjn.gov.ar/cfal/fallos/cfal3/ver_fallos.jsp

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Estado había cumplido con sus obligaciones al disponer la presencia de oficiales
de policía para brindar seguridad en las inmediaciones de la sede del club, pero
que garantizar efectivamente la seguridad de las personas y asegurarles que no
sufrirán ningún daño resulta imposible. Es decir que la Corte encuadra a la
obligación de seguridad del Leviatán como obligación de medios, no de resultado,
por lo que el Estado no está obligado a brindar seguridad sino a asegurar los
medios necesarios para esto, algo que es totalmente contrario a lo que, conforme
al contrato social clásico se debería garantizar. De los dichos de la propia CSJN es
que podemos concluir que la finalidad del contrato social clásico está frustrada, y
que corresponde su resolución con efectos ex tunc volviendo las cosas a la
situación de libertad, igualdad y fraternidad de origen, previa a la irrupción del
Estado y la corrupción de la sociedad.

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