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Universidad Autónoma

de Aguascalientes

Centro de Ciencias el Diseño


y la Construcción

Diseño Gráfico 5to Semestre


Taller de Evaluación
del Diseño

Ensayo
Final

Estrada Escobedo, Pedro Enrique

Aguascalientes, Ags.
17 de diciembre de 2mil10
Evaluación en el diseño gráfico

Una evaluación en el diseño gráfico es posible siempre y cuando el gusto y el juicio personal
no sea un parámetro en él; además de por su naturaleza de producto a futuro, es difícil
evaluarlo de manera inmediata y sólo con el producto en sí: es necesario evaluar la reacción
del usuario ante él y sus posteriores efectos.

Además es importante hacer una diferenciación: por un lado hay un cliente, que es un
particular o una empresa la cual es quien nos encarga el producto y es quien generalmente
nos paga; y un usuario, quien es comúnmente el cliente de nuestros clientes, y es a quien le
debe llegar el diseño.

El diseñador entonces es sólo un mediador entre estos dos entes que por medio de recursos
gráficos logra o intenta establecer una comunicación entre cliente y usuario para así quedar
resulta su problemática o necesidad. El medio es por tanto gráfico, y el cliente es quien emite
el mensaje para acercar al usuario a sus servicios. Esto significa que ni el propio cliente en
ocasiones decide el mensaje, pues este está definido por las necesidades del usuario y su
entorno. La parte difícil de esto es hacerlo ver al propio cliente.

Como vimos en la clase, los talleres de diseño y en el mundo laboral; la forma en que se
evalúa diseño normalmente en la actualidad, es una forma de aprobar o no un trabajo,
prácticamente levantando o bajando un pulgar, se basa exclusivamente en el trabajo
presentado y en la impresión que tiene el cliente al verlo, por lo que es presumible que su
evaluación ante el diseño sea puramente sus gustos o necesidades al momento y no
precisamente lo que el proyecto había idealizado.

Es aquí cuando se hace evidente la necesidad de un documento o evidencia que avale que
se llevó un proceso para tal producto, y que este está acorde a las necesidades planteadas
originalmente. Sólo así se puede comprobar si el producto cumple con lo esperado y se
puede llevar a cabo una evaluación exitosa que se llevo un proceso de manera correcta a
una metodología. Comúnmente esto se hace mediante un brief.

Muchos trabajos que hemos presentado en la carrera, los iniciamos pensando cómo quedará
al final, visualizando el imparto que tendrá ya presentado, cual será el gusto del profesor y en
base a eso hacer el producto. Ya finalizado se piensa en una justificación o argumentación
para tal, viendo que necesidad podría cumplir, cuando creo que más bien debería ser al
revés. Así habría una manera ya definida de elaborar la imagen desde antes de hacerla, y no
una adivinanza al gusto del profesor-cliente con cientos de bocetos y pruebas de color,
composición, impresión, papel, etc.

Claro que para que este producto no solo sea acorde a los parámetros antes planteados por
el cliente en documentos como el brief, sino también a las verdaderas necesidades y
requerimientos del usuario es indispensable que nuestra guía para el proceso del diseño sea
una investigación profunda del mercado objetivo para así conocer realmente cuales son los
valores que espera de nuestro proceso de diseño. Esto tanto en cuestión de gustos de los
usuarios cómo de sus necesidades y su entorno.

Esto debido a que se olvida muy comúnmente que el usuario final es a quién se enfoca el
diseño, y por lo tanto es quien debe ser el primer evaluador en cuanto a la utilidad del diseño;
y no el cliente o en este caso, profesor que solicita el proyecto de diseño.

Viéndolo así habría dos tipos de evaluación en el diseño gráfico: uno, el primero que es
técnica-reproductiva y de objetivos, que se revisa con el cliente o profesor para ver si nuestro
producto tiene los niveles de calidad necesarios, acabados y demás aspectos esperados de
nuestra formación técnica y si está acorde a la intención comunicativa de la empresa o
cliente; el segundo es el más complejo y que se suele omitir es la retroalimentación que
habría del usuario al cliente, para así lograr una verdadera comunicación o proceso
comunicativo.

Esto es debido a que la intención planeada del diseño gráfico es solucionar o ayudar a
solucionar problemas de comunicación; en esta caso gráfica. Y para que sea una
comunicación real y exitosa se debe completar con la retroalimentación del usuario. Así se
completa el ciclo entre emisor y receptor.

Por lo mismo, dependiendo de cada producto, la retroalimentación puede ser inmediata o a


largo plazo; y es aquí donde creo que se hace tediosa la evaluación del diseño para la
mayoría de los profesores.

No es lo mismo presentar un medio audiovisual a final de semestre frente a un público y en


base a sus reacciones ver si los lineamientos del proceso fueron correctos respecto a lo que
se esperaba; a presentar un sistema señalético donde es imperante colocar este en una
situación real, quizá controlada, pero donde el producto sea usado por el usuario y así poder
evaluarlo. Quizá así se llevaría una evaluación de lo más objetiva, pero su duración es aún
mayor a lo que se tardó en hacer el proceso de diseño y por lo mismo se desecha.

Claro que evaluar aspectos como la calidad de impresión, la de armado o el impacto visual
que tiene (al menos para el profesor) es importante ya que se da un sentido de
profesionalización de la carrera y más coherencia con el cliente, pero al final lo que
determina si un producto del proceso de diseño funciona o no, es meramente observado
cuando se usa por el cliente.

Otro punto muy importante a tomar en cuenta en la evaluación es que el propio diseñador
muchas veces se detiene en reconocer y analizar aspectos en el diseño que el usuario nunca
se toma en cuenta. Cosas como medir si un color está saturado al cian o al verde, son
ponderables si se trata de una investigación sobre el color, pero en la "vida real" el usuario
muy pocas veces se detiene a analizar si este cartel está poco saturado o no tanto, sino que
si se identifica con él, lo leerá; sino lo pasará de largo. Inclusive cosas básicas como la
retícula o el contraste sirven para leer por partes o detenidamente, pero para que el usuario
se detenga a analizar esto primero, le debió de haber llamado atención el todo, el conjunto
de todos estos elementos y no de manera independiente.

Esto nos sirve sólo a los diseñadores como investigación para conocer la metodología, o
como proceso didáctico, la cual ayuda a que se profesionalice la materia y llegar a ser una
supuesta ciencia, con un método y una forma de trabajo quizá no definida, pero si cercana a
ella. Igual es útil para conocer hasta que punto los aspectos técnicos y de reproducción
afectan la percepción del usuario sobre el producto.

El problema es que si se evalúa sabiendo si una superficie al 80% de negro significará que
es un producto lúgubre, igual sólo se evalúan los procesos técnicos y si se llego al objetivo
planteado en un documento proyectado por el cliente.

Inclusive el mismo cliente puede estar erróneo en las cualidades o aspectos que desea que
tenga el diseño que realizará el diseñador. En un supuesto “mundo ideal” es necesaria la
participación de un mercadólogo y/o comunicador que sea el que se encargue de identificar
realmente cuales son las necesidades de un cliente por medio de un estudio de mercado, así
como las tendencias en el mercado, la sociedad y los gustos, costumbres, tradiciones, y
necesidades del cliente.

Para saber si al usuario es útil el producto, no basta con aplicarle una encuesta que sólo nos
dirá su lectura del producto, sino más bien volver a realizar los mismos estudios que se
hicieron para conocer sus necesidades, y si estos significan que después de su encuentro
con el producto del diseño, se cambió lo que se había planteado, se podría saber si el diseño
se puede evaluar como buen o mal diseño.

Claro que esto se enfrenta al principal problema no sólo en la evaluación sino también en la
práctica del diseño: el tiempo. Tratar de convencer a un cliente que la evaluación de un
diseño, para averiguar si está bien hecho o no; es más tardada que la manufactura de la
imagen o que la propia investigación y planteamiento anterior a la ejecución es prácticamente
imposible, lo es aún convencerlo que la propia manufactura de las imágenes es tardada,
tratar de verlo casi como un experimento es, sino, imposible.

Creo que esto se debe a que se espera que tenga la inmediatez de un médico: si me duele
algo, deme un medicamento y se quita la molestia; si tengo una necesidad, hágame un
cartelito y asunto arreglado. Y esto no es posible debido a que la medicina es una ciencia
aceptada con larga historia y herencia, y por otro lado el diseño es una disciplina aún
naciente que no tiene procesos definidos pero está en proceso de ellos. Es fácil imaginar
cuantos pacientes murieron para lograr la perfección de la cirugía.

Cuando se evalúa a largo plazo, lo que se logra saber es si el trabajo del diseñador más allá
de realizar la imagen, imprimirla, armarla y presentarla; es un proceso donde el punto culmen
es a ver si se supo traducir las necesidades del usuario en un producto que las satisfaga en
función de un objeto producto de un proceso de diseño. Creo que así que se llega a una
profesión donde se va más allá de lo técnico-reproductivo, y cuyos adjetivos más allá de bello
o útil, se cambien por eficiente y efectivo.

Igual, no menos importante es ver que en procesos formativos, tales como la escuela, más
allá de buscar los puntos equívocos del trabajo, es de importancia como una critica
constructiva el resaltar los aciertos y el buen manejo del método. Esta sería otra manera de
hacer una evaluación inmediata basada en el método y el producto. Pero sigue siendo
evidente que se necesita una evaluación más elaborada para ver si se cumplió con el
supuesto de que el diseño es comunicación gráfica. En la manera de que en la escuela se
forma para evaluar en unos pocos días, así mismo se lleva a la practica profesional,
olvidando que la verdadera evaluación es con el usuario, no con el cliente.

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