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PRESENTACIÓN
A modo de antecedentes 1
Pertinencia de la temática del Programa
En torno al contexto 3
ENSAYO Y OPINO
Preguntas para la reexión 6
PRIMERA INVESTIGACIÓN 13
“SENTIDO DEL TRABAJO COMUNITARIO EN ORGANIZACIONES SOCIALES DE
LA COMUNA DE LO ESPEJO. LAS REPRESENTACIONES SOCIALES DE SUS DIRI-
GENTES”
Víctor Covarrubias Suárez-Licenciado en Sociología
3. Ciudadanía 18
RESULTADOS DE LA INVESTIGACIÓN 23
V. TRABAJO COMUNITARIO 48
CONCLUSIONES 53
BIBLIOGRAFÍA 64
2
PROGRAMA CALETA SUR Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario
SEGUNDA INVESTIGACIÓN 66
EL COLECTIVO LA DIVERSIDAD: EL TRABAJO COMUNITARIO COMO FUENTE DE
SENTIDO Y EJERCICIO DE LA CIUDADANÍA
Nicolás Berasain. Licenciatura en losofía
Karen Badilla. Licenciada en historia
1. Presentación 111
APÉNDICE 173
BIBLIOGRAFÍA 177
TERCERA INVESTIGACIÓN 66
“SISTEMATIZACIÓN REDUCCIÓN DE DAÑOS: FUNDAMENTOS Y ESTRATEGIAS”
Autores: Sistematizador: Nicolás Berasain (Licenciado en Filosofía); Mónica Bonnefoy
(Asistente Social) y Equipo “Caleta Sur”
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Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario PROGRAMA CALETA SUR
PRESENTACIÓN
“EL SENTIDO DEL TRABAJO COMUNITARIO”
Carlos Badilla Contreras
Licenciado en Sociología
Coordinador Programa de estudio Caleta Sur
A modo de antecedentes
Hemos tomado la tarea de trabajar con la perspectiva de que esta posibilidad pudiese
signicar un verdadero aporte, no sólo en lo que comprende el conocimiento en torno a
los fenómenos sociales con los que nos relacionamos, sino también que, con los resulta-
dos obtenidos, se pudiera enriquecer la intervención social, en especial, con la perspec-
tiva de contribuir al fortalecimiento de las organizaciones de base. De esta manera la
primera interrogante a que respondimos fue la elección del ámbito temático del Pro-
grama de estudio, ya que este debía contar con la mayor pertinencia práctica, en función
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PROGRAMA CALETA SUR Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario
de nuestros nes. En la elección se consideró por una parte, que el tema pudiese identi-
car a variadas experiencias de intervención, y por otro lado, que los hallazgos encontra-
dos signicaran un real aporte para la inserción poblacional. De este modo, resolvimos
abordar como temática central para el programa de estudio EL SENTIDO DEL TRABAJO
COMUNITARIO. En plena conciencia de que este tema es de difícil entrada y que nos
requeriría más tiempo para desarrollarlo que el dispuesto en cada investigación, con-
sideramos la posibilidad de un conjunto de estudios, en un plazo de dos años de
investigación y desde distintos sujetos/actores era el mejor camino que nos permitía
viabilizarlo en un carácter exploratorio. Tomando esta decisión comenzamos a trabajar.
En el año 2001 Caleta Sur, a propósito del tema desarrolló tres actividades que agrup-
aron a trabajadores comunitarios y organizaciones de base. La primera, con un impacto
más territorial fue la “Primera escuela de formación” organizada por el Programa Caleta
Sur y la Red de Prevención y tratamiento en droga de la comuna de Lo Espejo, iniciativa
que tuvo como uno de sus ejes temáticos el trabajo comunitario. Las otras iniciativas se
reeren al primer Concurso de Ensayos y el Seminario sobre trabajo comunitario.
(1) Primera Escuela de Formación de Monitores en Prevención de Drogas. Ediciones “Caleta Sur” 2001.
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Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario PROGRAMA CALETA SUR
trabajo comunitario, develando con ello ámbitos conceptuales que al quedar suspendi-
dos en la sola actividad no pueden darse pasos más profundos, perdiendo con ello las
“pistas” vertidas en la discusión.
Cabe señalar que además consideramos para estos antecedentes, si bien no de manera
prioritaria, otras iniciativas desarrolladas por Caleta Sur en el marco de la reexión de
lo comunitario. Es así que se tomó como referencia la publicación del libro “Trabajo
comunitario en sectores populares. Sistematización de la experiencia de Caleta Sur en la
comuna de La Pintana (1981 - 1998)”, como también los tres estudios de investigación
realizados en el año 2001.
Teniendo delimitado, en gran medida el ámbito de trabajo - el sentido del trabajo comu-
nitario -, las grandes dimensiones de análisis, - culturales, políticas y de intervención -y
los antecedentes obtenidos en las actividades desarrolladas en el año 2001, proceder-
emos a exponer los aspectos que constituyen el Programa de estudio 2003.
La primera proposición adoptada, fue abordar la temática de manera indirecta como una
manera de acercarnos a justicar la pertinencia y por tanto, la relevancia del Programa
de estudio. Esto signica no referirnos puntualmente a la importancia del tema para las
ONG’s o las organizaciones de base, justicación auto referente y de poco alcance, sino
más bien exponer los componentes del contexto en el cual se desarrolla dicho quehacer,
para comprender desde allí, la importancia de la tarea. Para ello hay que referirse a
los aspectos políticos y sociales pero también a las formas de comprensión que tiene
cada uno de los trabajadores comunitarios al respecto, dando con ello la posibilidad de
sondear potencialidades o dicultades en el plano conceptual, o en su defecto, como
esta se signica en su relación práctica. A partir de estos aspectos pretendemos dar
cuenta de la justicación de nuestro objeto de estudio.
Esta carencia se ve magnicada por el hecho que estamos enfrentando fenómenos que
encontramos en la cotidianidad y los abordamos con marcos analíticos que exponen
desde lo teórico las manifestaciones más evidentes de las relaciones sociales. El desafío
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PROGRAMA CALETA SUR Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario
es mantener una continuidad que no excluya ni separe dimensiones propias y caracter-
ísticas del ser humano, en su relación con los otros, o con su propio medio buscando la
pretendida integralidad.
Ahora bien, si pudiésemos mirar más detenidamente, estos elementos no sólo corre-
sponden a una relación causal de los efectos del modelo, más bien, estas cuestiones son
mucho más de fondo y nos posicionan cotidianamente desde el sentido, nos ponen de
frente a aspectos más constitutivos de la existencia, a aquello que nos constituye como
seres humanos.
De este modo, los hechos del último 11 de septiembre dan una señal de alerta a los
temas que están más allá del desarrollo económico. No obstante estas señales, se vuel-
ven a escuchar las voces que maniestan que en este decurso existen, en lo político,
en lo social, las certezas que todo está dicho, que está todo probado y que el mundo
no tiene otra alternativa que seguir un mismo camino; el capitalismo y la democracia
norteamericana, negando con ello la capacidad de asombro y de cambio, denitoria del
ser, impulsora de la búsqueda que la losofía ha instaurado desde los Griegos hasta
ahora, como las preguntas y las respuestas por cuestiones más allá de lo observable.
¿Acaso no hay más respuestas en lo político que las que ya se han probado? Sin
embargo, a estas voces que hablan de un mismo camino hacia la acrítica integración
del capitalismo, a la lucha entre avaros competidores, mágicamente enmascarada en la
libertad económica, les queda por contar todavía, los frutos de su soberbia.
Desde el Neoliberalismo, la mano invisible que regula esta lógica, no hace más que
acariciar la diferencia social golpeando a su vez a los que están a la base de la
estraticación. Esto signica, volviendo a nuestro programa de estudio, que en térmi-
nos socioeconómicos, no cabe duda que la situación de pobreza y exclusión social se
presentan como la situación más preocupante en lo referente al ámbito del trabajador
comunitario, dado que es en estos sectores sociales donde se desarrolla el quehacer
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de los trabajadores comunitarios, son en ellos donde se maniestan las expresiones
de vulnerabilidad permanente y con escasas posibilidades de contar con las solidarias
redes sociales, formales e informales, que permitan dar contención a este contexto, o
en su defecto, cuando estas son de tipo tradicional, carecen de la continuidad temporal
y actúan por medio de la atomización dada su lógica de intervención temática y focal-
izada. Estos son EN términos generales, las condiciones en el que se desarrolla el trabajo
comunitario.
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ENSAYO Y OPINO
Preguntas para la reexión
No cabe duda que el tema del sentido del trabajo comunitario nos permite aventurarnos
en una dimensión que es largamente signicada, citada y omnipresente en el trabajo
con las personas en los territorios de intervención. Sin embargo, por muy variada que
sean las interpretaciones respecto a la importancia o el signicado para cada uno del
trabajo a nivel comunitario, no existe una idea única de sentido, y en ocasiones, no
existe en sí una idea de sentido, a pesar que se practique en el discurso a diario. De
hecho, al parecer no todos los trabajadores comunitarios tienen resuelta esta cuestión,
y sin embargo, no dejan de hacer y estar con las personas. Es decir, esto signica que
desde esta aproximación podemos aventurarnos a suponer que esto sólo se trata de una
estrategia y que no se necesitaría tener o contar con “un sentido” en el trabajo para
desarrollarlo de manera efectiva. Contraria a esta suposición, pareciera más bien, que
dichas prácticas respondieran a cuestiones más fundamentales que estarían carentes de
signicado explícito, siendo la intervención comunitaria una más de las posibilidades.
Ahora bien, hablar de sentido es hablar de constituir una noción, un camino, aunque
sea particular de cada trabajador comunitario, en los cuales su sola preocupación da
cuenta de manera subyacente - desde la teoría política - de la noción de Bien común,
o sea de una idea vaga pero sentida de mejorar las condiciones de vida. Desde esta
última armación visualizamos la base del trabajo comunitario, ya que no es posible
comprenderlo sin que se haga alusión a las formas de vida, al modo y dirección que
hemos establecido en nuestras relaciones sociales.
Para comenzar, no cabe duda que la pobreza es uno de los ámbitos de competencia
principales para el trabajador comunitario, por las condiciones en las cuales estos sec-
tores en general, y las familias en particular, viven. Sin embargo, de ello nos interesa
comprender las relaciones sociales que en los sectores están en la base de la conviven-
cia, abordando expresiones más allá de lo económico, explorando dimensiones valórico
ético que valen la pena pensarlas.
Pero el problema de las formas de vida está trenzado con la rapidez de la globalización
cultural y la cada vez mayor hegemonía política económica y nacional que se desar-
rollan bajo el Neoliberalismo, dándole dirección al discurso, monologizando las versio-
nes, y anunciar el n de la historia y del hombre. De esta manera, como argumento
de comprensión el explorar el modelo de desarrollo, trae consigo una carga ideológica
que trasciende nuestro objeto de estudio, así que delimitaremos algunos aspectos para
simplicar lo complejo de los efectos del modelo.
La pobreza, no cabe duda, es lo primero que se nos viene a la mente cuando hablamos
de Neoliberalismo por el costo social de su implementación. Tan ambiguo como el “daño
colateral” en las guerras modernas, nos pone ante la irresolución de las necesidades
más básicas de un número importante de personas en pos de indicadores de desarrollo.
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Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario PROGRAMA CALETA SUR
Ahora bien, en sus efectos culturales la imagen del individualismo es la que despierta
mayores críticas de sus detractores, no sólo por las implicancias que tiene en las rela-
ciones sociales, sino porque se sustenta como base de desarrollo, la impetuosidad de la
competencia, que nos posiciona habitualmente en una confrontación diaria por obtener
el éxito, único y legítimo parámetro de logro. Desde miradas más profundas, el individu-
alismo y la competencia, arrojan al ser humano a la posibilidad cierta que permanezca
en el desamparo viviendo períodos de inseguridad y de desconanza como herencia
inmediata de la competitividad y la consecuente soledad.
En este contexto, surge inmediatamente una pregunta, ¿cómo se trabaja en lograr que
las personas se motiven, confíen y participen con sus vecinos, si parecieran adversas las
condiciones actuales para conseguirlo? El cómo se instala la creencia en las capacidades
de las personas para idear distintas condiciones de vida en colectivo, pareciera escapar a
las competencias de lo comunitario, sin embargo, estamos haciendo alusión al ámbito de
acción y al desafío cotidiano del comunitarismo. Es éste el que va planteándose poten-
ciar los aspectos cotidianos2, y hace presente porque comprende las decisiones funda-
mentales de las vidas de las personas, desarrollando sus potencialidades, redeniendo
sus aquezas, y acompañándolos para avanzar en su camino.
De todos ellos ¿cuántos son los que creen en las potencialidades del trabajo comuni-
tario como transformador de la vida cotidiana?, y en este contexto, de qué manera
el trabajo comunitario puede constituirse como otro emisor legítimo en los territorios;
preguntas que podrían perfectamente denir el “espíritu” de este Programa de estudio,
sin embargo, muy difícil de responder. Certezas, casi ninguna, no obstante de lo único
que estamos seguros es que no es por medio de la focalización sino, por medio de una
mirada más transversal e integradora en sus contenidos los que van rompiendo las bar-
reras de la circunstancialidad particular.
Pero ¿qué es el trabajo comunitario?, ¿qué es lo que lo hace particular, qué es lo que
lo dene? Preguntas iniciales que permiten reubicar los términos por los cuales cruza la
pertinencia de lo comunitario. Sin certezas, contamos con algunas claridades. Se piensa
en sujetos internos y externos; en pobladores e “interventores”; en los de aquí y en los
que vienen para acá, de todos ellos encontramos aspectos en común que los identican
en una relación comunitaria, por una parte el deseo de la participación social y por otro
un sentido de pertenencia abstracta o territorial, en todos ellos cada cual tiene su lugar.
(2) Cerda, Hugo. La investigación total; la unidad metodológica en la investigación cientíca. Cooperativa editorial
Magisterio. Santa fé de Bogota. Colombia. 1994. este es “... el modo común, corriente y espontáneo de conocer, que
se adquiere en el trato directo con las personas. Es sustancialmente supercial, no sistemático y acrítico, pero posee
(3)“... un proceso que permite la transición desde un estado pasivo a uno activo y de control sobre la vida propia (...)
empiezan a controlar y participar activamente en sus propias vidas”. Pondeau, G. “El empoderamiento y la práctica
social o el tema del poder en el trabajo social”, Carpio, J. “de igual a igual”, Fondo de cultura Económica, México,
Otro ámbito, dice relación con los procesos de autonomía. Una manera de comprenderlo
es a través del fomento de la capacidad de autogestión de las iniciativas, las cuales de
manera indirecta requiere de la acción mancomunada, pero también, independiente de
todos los actores sociales.
Este aspecto tan comúnmente utilizado para desarrollar cualquier experiencia comu-
nitaria no se condice con la noción conceptual que de esto tenemos. En el trabajo
comunitario no se relaciona generalmente con lo deseado y con lo que realizamos al
respecto. De esta manera, si consideramos que dentro del tema del empoderamiento,
hacemos necesaria referencia a dimensiones directamente relacionadas con el mundo
de lo político, por ello resulta absolutamente pertinente preguntarse ¿cuánto de lo que
hacemos forma parte indudable de lo que signica el empoderamiento de los sectores
sociales con los cuales trabajamos? O ¿cuánto control ciudadano logramos ejercer desde
la política pública, a partir de nuestro proceso de participación? Todas estas son pregun-
tas que no nos hemos dado el tiempo de debatir como trabajadores comunitarios.
Por último, el tema de la autonomía hace siempre referencia a los límites con los cuales
nos movemos para establecer relaciones con los sujetos sociales. El partir considerando
la premisa que la autonomía hace necesaria referencia a la creación de nuevos vínculos
entre las experiencias institucionalizadas de trabajo comunitario, y aquéllas acciones,
más o menos estructuradas, surgen como respuesta primera y básica de la población, y
sus organizaciones de base.
Teorizar sobre la autonomía, es teorizar sobre una forma de hacer política entre comu-
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PROGRAMA CALETA SUR Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario
nidad e institución, entre persona y sociedad, en donde se condensan aspectos del
reconocimiento de ambas partes, de la identidad cultural y la forma de comprensión del
poder. En donde una se hace absolutamente innecesaria, si la otra adquiere total inde-
pendencia y se fortalece en sus aspectos centrales. De esta manera ¿de que servirían
los programas sociales si se logra que la comunidad autónomamente se desarrolla y sea
capaz de enfrentar las problemáticas que lo aquejan?, o en su defecto, ¿cuál sería el
verdadero signicado de la autonomía, si pretendemos que las organizaciones se desar-
rollen de manera autónoma e independiente?, ¿Serán los vínculos la manera de plantear
la autonomía y la interdependencia horizontal y participativa? ¿Qué función tendría el
sector social si la institución no necesitaría a este último? Pareciera ser que esta relación
al plantearse desde la necesaria autonomía implica una especie de suicidio político de
la institución, al constituirse como ente prescindible dentro del ámbito social. Claro, si
esto fuese tal cual como se plantea, puede ser una de las tensiones más signicativas
en el mundo comunitario, si hacemos esfuerzos verdaderamente autónomos, más allá
de una manera teórica y deseada, sino más bien desde la práctica. Quizás se resuelve
con la paradoja de plantearse la deseada autonomía, pero dentro del marco de una
“dependencia” mínima, planteada como cooperación. En relación a estos últimos aspec-
tos, dada una condición inherente a los espacios grupales, y más aún, si se considera
como base de la constitución del hombre colectivo e inherente al hombre político, encon-
tramos las expresiones que se maniestan como conicto,
Una de las situaciones más recurrentes mencionadas en los textos que sirvieron de
fuente de información para este programa, se relacionan con la comprensión del cambio
social. Con respecto a ello, siempre la mirada está vinculada con expresiones abstractas
como el Estado, la sociedad y el modelo, asociando estas a sus diferentes formas de
cambio. Sin embargo, dicha constatación no pierde de vista su expresión más cotidiana,
su expresión en aquellos espacios más próximos en donde podemos interactuar y plan-
tear una política viable a los alcances del trabajador comunitario.
Pero el cambio social, siempre ha constituido una de las preocupaciones latentes del
trabajo comunitario. Pareciera ser que se encuentra diseminada la idea del cambio, sin
tener una clara noción colectiva de lo que signica. Se tiene la voluntad de cambio que la
gente en general lo plantea como una cuestión necesaria, y que graca el malestar de la
situación actual. Si bien siempre están presentes los aspectos abstractos en el discurso
del cambio, estos también conviven con las expresiones más concretas y relacionadas
con el trabajo comunitario. Se asocia con la posibilidad de incidir en los aspectos que
inuyen de manera más directa en las condiciones sociales de vida. De esta forma están
entendiendo el tema del cambio no sólo desde una perspectiva macro de transformación
social y política, sino más bien desde una mirada más concreta y práctica. Es posible
en esta última instancia abordar el tema de la transformación como una reexión que
se relaciona con condiciones más abstractas, como es la temática del sentido. Es que
en ella se articulan los aspectos que dan cuenta de un proceso gradual y sistemático de
transformación o, en su defecto, violento y rápido dependiendo indudablemente de las
posiciones que se tengan con respecto a la noción de cambio. En síntesis, la dinámica del
cambio siempre supone la noción de un conicto personal o social, que en un escenario
colectivo dialoga con las distintas formas con la cual disputan espacios, para constituirse
posteriormente en una de las fuerzas hegemónicas.
Este es otro de los aspectos que conguran los procesos de empoderamiento y, por
tanto, forman parte del campo temático del trabajador comunitario, respecto del cual
hemos planteado algunas cuestiones generales, para incentivar las preguntas y la
reexión en torno al momento actual y tentando voluntades para salidas.
Para concluir sería importante destacar que las dimensiones de análisis, que están com-
prendidas en el Programa de estudio (cultura, política, intervención comunitaria) pueden
quedar inicialmente problematizadas en este ensayo, texto que no tiene pretensiones
de erigirse como marco teórico, sino más bien busca aportar desde una mirada que
compromete los esfuerzos del año anterior y posiciona una opinión en torno al cómo nos
planteamos para encarar estas cuestiones. Ahora bien, damos paso a los resultados que
los diferentes estudios tuvieron en el ejercicio investigativo.
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PROGRAMA CALETA SUR Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario
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Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario PROGRAMA CALETA SUR
El trabajo comunitario es una categoría con la cual muchos nos relacionamos constan-
temente, pero sobre la cual no hemos construido sentido, es decir, articulado una trama
de signicados que permitan la interacción social-comunicativa.
La pregunta por el sentido alude siempre a la hipotética existencia de una trama inter-
subjetiva que traduzca una acción humana factual en una práctica consciente. Nos
remite por tanto a los valores, creencias, normas y motivaciones que articulan un espa-
cio de signicación para quien ejecuta un acto ; elementos que son producto de la
interacción y relación de cada individuo en un sistema particular de intercambio.
Dejaremos hasta aquí la justicación teórica de nuestro “sentido del trabajo comu-
nitario” como representación social, para proceder a la exposición de las referencias
teóricas que articulan el estudio, las cuales se organizan en torno a los siguientes ejes :
lo comunitario y la participación comunitaria ; las modalidades de participación social ;
la ciudadanía y -nalmente- el capital social comunitario.
grupos articulados al sistema educacional”. Tesis de Doctorado en Psicología, Facultad de Ciencias Sociales, Universi-
(5) Moscovici (1988) : “Notes towards a description of social representations”. En : González , Sergio ; op. cit. p5.
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PROGRAMA CALETA SUR Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario
Pues bien, hablar de lo comunitario implica enfatizar lo local, hallándose claramente
ligada a la idea de desarrollo de una comunidad o población en particular. En principio
podríamos sostener que se trata de un concepto fuertemente implicado con lo territo-
rial.
(6) Aylwin, N. (1992) : “La participación social y liderazgo en las organizaciones intermedias”.
En : Giménez y Marchant ; “Signicación de la participación entre jóvenes populares. Una aproximación cualitativa”.
Memoria para optar al título de psicóloga, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Chile, 1995, p24.
La participación social puede ser vista desde varias perspectivas. Por ejemplo, en térmi-
nos psicosociales, es una experiencia positiva que fortalece la identidad, a través de la
satisfacción de necesidades básicas como las de afecto, pertenencia y seguridad. Desde
la perspectiva de quienes formulan las políticas sociales, se trataría no sólo de un valor
democrático, sino también de una metodología de trabajo que permitiría incorporar a
la sociedad civil en la formulación y reformulación de la acción institucional. Desde el
nivel comunitario, es una condición esencial para el desarrollo de la comunidad, es decir,
para el fortalecimiento de sus organizaciones, tanto en la identicación de sus problemas
como en la gestión comunitaria de los mismos10.
(9) Figueroa, J. : “Participación social en contextos de pobreza dura”. Tesis para optar al grado de Magíster en Soci-
(11) Cunill, N. : “Participación ciudadana. Dilemas y Perspectivas para la Democratización de los Estados Latinoameri-
canos”. Centro Latinoamericano de Administración para el Desarrollo (CLAD), Caracas-Venezuela, 1991, p44.
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PROGRAMA CALETA SUR Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario
Para N. Aylwin12,
la participación social implica tres aspectos : una acción colectiva, el
ámbito de lo público y un grado de organización social, mientras que Flissch13 agrega
que lo decisivo sería la posibilidad del participante de inuir en esa acción, es decir,
que sea una decisión colectiva. Según Giménez y Marchant, desde un enfoque princi-
palmente sociopolítico “se entiende la participación social como el ser parte y
tomar parte en acciones colectivas, con cierta organización y en las cuales los
individuos tienen cierto grado de injerencia en las acciones y decisiones de los
sistemas sociales a los cuales pertenecen”14.
Desde nuestra perspectiva, sostenemos que habría participación social cuando un grupo
de personas desarrolla una acción colectiva en el ámbito público, por medio de una
organización en la cual los participantes tienen un poder efectivo de decisión.
Hasta aquí nos hemos remitido a una formulación neutra de la participación social,
obviando el tema de la relación -siempre existente- entre Sociedad y Estado, cuestión
que dejamos pendiente al formular nuestro concepto de participación comunitaria en el
acápite anterior. Esto se relaciona -al mismo tiempo- con las corrientes epistemológicas
asociadas a la participación, esto es: integración social versus transformación social.
(12) Aylwin, N. (1992) : “La Participación social y liderazgo en las organizaciones intermedias”.
(15) Riveros, Edgardo. En : Palma, D. ; “La participación y la Construcción de Ciudadanía”. Documento de Trabajo
Otros autores la entienden “como una ‘práctica’ cuyos propósitos se ubican, fundamen-
talmente en la línea del desarrollo de las personas que participan. La práctica es una
acción responsable, que busca modelar la realidad según intención, ‘deja huella’ en la
realidad (...) pero se caracteriza porque al mismo tiempo y en el único acto, constituye
en sujeto a quien impulsa esa acción ; el sujeto se constituye en el mismo acto en el que
constituye su ‘mundo de vida’ “18.
Para este autor, esta es otra forma de participación, pero no podría considerarse la
“verdadera” o “única” participación (como la mayoría de los autores inspirados en la
transformación social pretendían). Además, a partir de la experiencia histórica reciente
de nuestro país, distingue dos modalidades de participación sustantiva.
(17) Alvarez y Garay (1993) : “Participación Juvenil Urbano Popular : La Legua” En : Giménez y Marchant ; op. cit., p18.
Por otro lado, están aquellas posturas que -a pesar de reconocer la tensión entre los
objetivos del Estado y la Sociedad Civil, además de los peligros de subordinación- acep-
tan una cooperación que no desperla su carácter “sustantivo”. Estas posturas se carac-
terizan por considerar que el antagonismo no se da entre Sociedad y Estado, sino entre
sectores que se ubican en el Estado y en la Sociedad, respecto de otros grupos que
ocupan posiciones diferentes y representan proyectos distintos, tanto dentro del Estado
como en la Sociedad.
3. CIUDADANÍA
En el caso chileno, se describe una situación diversa. Durante la primera mitad del siglo
XX alcanzaron mayor desarrollo los derechos sociales que los políticos, cuya plenitud
se alcanzó recién con las reformas electorales de 1962 y 1970, olvidándose casi por
completo los derechos civiles. Durante la Dictadura cobró intensidad la lucha por los
derechos civiles, cuestión que permanece como una tarea pendiente en muchos aspec-
tos relacionados con las violaciones a los derechos humanos, pero que también se
maniesta en las luchas por terminar con la censura, por la libertad de expresión y el
pluralismo informativo, por la abolición de toda forma de discriminación, etc23.
(23) Arrau y Avendaño : “Notas acerca del desarrollo de la ciudadanía en Chile”. Documento N° 1 Programa de
Estudios Desarrollo y Sociedad, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Chile, 2001, pp 36-38.
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Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario PROGRAMA CALETA SUR
Para efectos analíticos, sostendremos que la ciudadanía se despliega en dos niveles, el
primero de los cuales se reere a los derechos y obligaciones que emanan del Estado,
en cuanto estatuto jurídico genérico que nos vincula y somete socialmente. Un segundo
nivel guarda relación con las formas legítimas de acción pública que desarrollan las per-
sonas y con los instrumentos organizacionales que éstas crean (Sociedad Civil).
Si los ciudadanos son aquellos sujetos con derechos y obligaciones en el espacio social
y la vida pública, la articulación de la democracia exige la reproducción y resignicación
tanto de las normas restrictivas del individuo como de la ampliación de los espacios de
libertad. La sustantivación de la democracia pasa, necesariamente, por el protagonismo
de la sociedad civil, que constituye la faz dinámica de la ciudadanía25 .
Lo importante de esta manera de entender la ciudadanía es que enfatiza, por una parte,
que no existe la plenitud de la ciudadanía sino que se trata de un permanente proceso
de redenición, legitimación social y validación político-cultural, mientras que por otra
dene a la sociedad civil como el ámbito desde el cual se originan las fuerzas actuali-
zantes de la ciudadanía.
Para los efectos de esta investigación, por tanto, consideraremos que el ámbito comuni-
tario es pertinente para efectos de indagar la formación/transformación/actualización de
la ciudadanía, a n de dar cuenta del estado de protagonismo alcanzado por esta parte
de la sociedad civil, no sólo en la mediación entre Estado y Sociedad, sino también en la
aportación de elementos sustantivos al ideal democrático.
(25) Para enfocar este tema, veanse : Habermas, J. : “Historia y Crítica de la Opinión Pública”. Ediciones G. Gili,
México, 1986 ; Habermas, J. : “La Inclusión del otro. Estudios de Teoría Política”. Editorial Paidós, Barcelona, 1999
; Cunill, N. : “Repensando lo Público desde la Sociedad : Nuevas formas de gestión pública y representación social”.
Centro Latinoamericano de Administración para el Desarrollo, Caracas-Venezuela, 1997 ; y Cohen y Arato : “Sociedad
A pesar de lo anterior, Durston sostiene que “se puede hablar hoy no sólo de una teoría
del capital social sino de un complejo coherente de teorías o “paradigma” -, pero de
un paradigma aún emergente, debido a las numerosas controversias que permanecen
vigentes”27 .
Para los precursores del capital social, se trataría de un recurso que reside en las rela-
ciones sociales. Así, por ejemplo, Bourdieu lo denía como un agregado de recursos
reales o potenciales ligados a la posesión de una red durable de relaciones más o menos
institucionalizadas de reconocimiento mutuo28 .
Una aproximación similar tuvo Putnam para quien el capital social remite a los aspectos
de las organizaciones sociales, tales como las redes, las normas y la conanza, que
facilitan la acción y la cooperación para benecio mutuo, y que se encuentra conformado
-fundamentalmente- por el grado de conanza existente entre los actores sociales de
una sociedad, las normas de comportamiento cívico practicadas y el nivel de asociativi-
dad29 .
Uno de los elementos que destaca de las conceptualizaciones más tempranas del capi-
tal social, sobretodo las de Putnam, es la suposición de que el proceso de desarrollo
económico social está fuertemente determinado por la presencia de capital social, el cual
condiciona las oportunidades de desarrollo, como si fuera la variable determinante. De
hecho, se critica a Putnam por no resolver la contradicción entre la idea de que algunos
pueblos carecen históricamente de capital social y la propuesta de que se pueda con-
struir intencionalmente.
Esto, que en la práctica implica identicar el capital social con sus efectos positivos
esperados, fue considerado un planteamiento determinista, además de tautológico, que
no consideraba que el desarrollo de los sistemas socioculturales estuviera formado
(26) Durston, J. : “¿Qué es el Capital Social Comunitario?”. Serie políticas sociales, División de desarrollo Social CEPAL
(29) Veanse : Durston J. ; op cit, p9 y Kliksberg, B. : “Capital Social y Cultura, Claves Esenciales del Desarrollo”.
Lo tautológico del planteamiento original sobre el capital social, es que trata de expli-
carlo como causa y como efecto, pretendiendo que su existencia sea inferida a partir
de efectos positivos previamente postulados. Por tanto, en un intento por superar este
problema lógico, consideraremos que el capital social es el conjunto de relaciones de
conanza y cooperación, pero no necesariamente produce altos niveles de participación
ni sociedades civiles altamente democráticas, ni necesariamente resulta en aumentos de
productividad y producto económico de empresas y economías.
El desafío de una conceptualización operativa que hile más no debiera avanzar no sólo
en identicar la presencia o ausencia de capital social, sino también en detectar la forma
en que contribuye al fortalecimiento de la sociedad civil democrática o al aumento de la
productividad.
Hay que separar analíticamente -para efectos de operacionalización- sus fuentes, de sus
características fundamentales, y a éstas de sus efectos. Lo anterior sin perjuicio de que
los efectos esperados, forman parte indispensable de una teoría del capital social como
categoría sociocultural.
Las fuentes de capital social, según las deniciones vistas, estarían tanto en las normas
(cultura) como en las redes (sociales) de intercambio recíproco y solidario que se aso-
cian con la familiaridad (familia, vecindario, amistad), así como con identidades signi-
cativas compartidas (social, étnica, sexual, ocupacional, generacional).
Estos mismos recursos básicos del capital social pueden ser capturados para reforzar
relaciones de dominación y explotación, es decir, por organizaciones que intentan parec-
erse al capital social pero constituyen su antítesis, puesto que sólo lo usan para beneci-
arse de las normas y relaciones de control social que éste posibilita (maas, clientelismo
político) .
Otras deniciones más recientes aluden a estos dos niveles del concepto, al considerarlo
como las expresiones culturales y comportamientos sociales que hacen que la sociedad
sea más cohesiva y represente más que una suma de individuos30 , o bien como el vasto
conjunto de ideas, instituciones y arreglos sociales a través de los cuales las personas
encuentran su voz y movilizan sus energías particulares por causas públicas31 .
(30) S. Baas (1997) : “Participatory institucional developement”. En: Kliksberg, B; op cit, p. 88.
(31)J. Joseph (1998) : “Democracy’s social capital : civil society in a new era”. En : Kliksberg, B. ; op cit, p88.
26
PROGRAMA CALETA SUR Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario
Esta articulación de niveles de abstracción diferentes en un mismo concepto ha sido
criticada por algunos autores que acusan a las teorías del capital social por su vague-
dad y confusión conceptual. En efecto, en el concepto de capital social convergen las
referencias a principios culturales abstractos (normas, valores) con aquellas relativas a
prácticas sociales concretas (interacciones y relaciones), distinción importante para el
desarrollo de cualquier análisis social.
En relación a los efectos esperados del capital social, debemos racalcar que la ocur-
rencia de éstos no es prueba de la existencia de capital social, porque éste puede ser
insuciente para producir un efecto esperado, además que el efecto esperado puede ser
resultado de otros factores.
Entre los efectos esperados del capital social se encuentra el reducir los costos de
transacción, producir bienes públicos, así como facilitar la constitución de organizaciones
de gestión de base efectivas, de actores sociales y de sociedades civiles saludables.
En el terreno económico, este conjunto de normas y la existencia de redes e institucio-
nes informales permiten reducir los costos de transacción originados en los riesgos del
desconocimiento entre agentes económicos. Además, el uso repetido de los stocks de
reciprocidad y redes de actividad cívica lleva no sólo a la producción de bienes públicos,
sino también a una densicación del tejido social, condición necesaria para que haya una
sociedad civil fuerte.
Por otra parte, el concepto de capital social comunitario32 , concibe que el capital social
es una atributo no sólo de individuos sino también de grupos y comunidades, dando
lugar a una clasicación entre capital social individual y capital social comunitario. La
riqueza y utilidad de esta distinción yace en que permite el entendimiento de las interac-
ciones entre las estrategias individuales (capital social individual) y las instituciones de
la comunidad (capital social comunitario), diferenciando esos planos para luego integrar-
los. La imagen integrativa es que el proceso general del capital social refuerza recíproca-
mente los aspectos individuales con los comunitarios, siendo necesario para distinguirlos
identicar si el control de recursos es individual o de la colectividad, si las decisiones
sobre su uso son tomados en forma independiente o mediadas por el grupo, y sobretodo
si los beneciados lo son en forma individual o colectiva.
Según Durston, ya los precursores del concepto habrían delineado este atributo grupal
del capital social. Por ejemplo, Coleman consideraba que el capital social no era propie-
dad privada, divisible o alienable, sino que era un atributo de la estructura en la cual
la persona se encuentra inmersa, es decir, benecia a todos y no principalmente a las
personas33 .
(33) J. Coleman (1990) : “Foundations of social theory”. En : Kliksberg , B. ; op cit, p87. También puede verse
Para los efectos de esta investigación consideraremos a las instituciones como aquellos
conjuntos relativamente estables de roles y relaciones, caracterizadas por la familiarie-
dad y establecimiento, con normas que refuerzan y sancionan el desempeño de estos
roles por diferentes personas a través del tiempo34 . La pertinencia de incluir el con-
cepto de institución respecto al concepto de capital social comunitario es que aquella
articula los niveles social y cultural, al considerarlas como sistemas complejos sociocul-
turales, donde se articulan las normas/creencias/valores con las prácticas/relaciones/
estructura.
Pese a que el estudio abarca una gran variedad de organizaciones, hay una percepción
consistente respecto al hecho que gatilla la conformación de las respectivas organiza-
ciones36 , a saber, dar respuesta a necesidades personales y sociales.
(35) Para efectos de presentar los resultados de la presente investigación, hemos creado las siguientes categorías :
CM Centro de madres
AC Agrupación cultural
(36) No olvidemos que 12 de los 15 entrevistados son co-fundadores o refundadores de las respectivas organizaciones.
(37) La expresión se ocupa en el ámbito musical para referirse a quien canta sin música ; por analogía, en esta cita
ella implica que estaban solamente los departamentos, sin infraestructura complementaria.
29
Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario PROGRAMA CALETA SUR
- “uno quiere hacer lo mejor para tirar para arriba a nuestra población, ayudar
a los pobladores que tienen menos” (JJVV4)
- “comprometerse con el dolor de la gente, con sus necesidades” (JJVV1)
Tras este trasfondo social, de enfrentar ciertas problemáticas, los entrevistados mani-
estan los siguientes énfasis en la creación de las organizaciones: necesidades per-
sonales de desarrollo, la necesidad material y la necesidad política. Si bien, toda
organización podría crearse por los tres motivos (interés personal, generar productos
materiales, y por la inexistencia de otra organización que interprete a los fundadores),
aquí nos remitimos a los énfasis puestos por los propios entrevistados, con el n de
poner de relieve el aspecto predominante.
- “lo que viene a cubrir más bien son los intereses personales de cada una
de las personas que conformamos la organización, que era un poco de comu-
nicarnos y desarrollarnos a través del área audiovisual... era nuestra forma
de comunicación ( ... ) a partir de ahí nos formamos como organización para
poder postular a la formulación de proyectos” (AC)
- “principalmente porque siempre nos ha gustado trabajar con los niños, con
la población, me ha gustado tomar los espacios públicos.. que los niños no
sólo tengan una educación con lo que hacemos con el refuerzo escolar, una
educación formal, sino valórica” (OVR1)
- “entonces encontramos que era una buena idea ayudarlas y apoyarlas un
poco” (OVR2).
(38) Se han utilizado diversos conceptos para describir a los receptores de políticas y acciones comunitarias : asisti-
(39) Como actores pueden considerarse tanto las organizaciones, así como los ejecutores de Políticas estatales y las
- “por una necesidad, yo creo que es la necesidad de tener algunas cosas, hace
que la gente organice a sus pobladores por un objetivo , se forma un club
deportivo .. no tenimos una cancha, se forma para sacar de algún lado una
canchita dentro de la población, (...) las necesidades de la población, exacta-
mente.. para eso nacen y se forman los centros de madres y los clubes deporti-
vos” (JJVV2)
- “la necesidad, porque los espacios acá .. una es que hay poca infraestruc-
tura acá, los que tienen canchas son egoístas y no las prestan (...) y que haga-
mos un deporte digno, que podamos irnos a un camarín con su agüita caliente,
con su cerámica, no vestirnos en la calle... entonces son hartas cosas, es que
nosotros estamos en la prehistoria aquí” (CD2)
- “nos reunimos para juntar dinero para hacerles regalos a los niños y una once
a n de año” (OI1).
i) “generar una respuesta política desde lo social a la situación actual que viven
los pobladores (...) tiene que ver un poco con el empoderamiento (...) creo
que básicamente tiene que ver con el poder, con generar poder, con generar
empoderamiento” (OI2)
ii) “poder.. eso es lo que querimos crear, poder... querimos crear poder” (OI3)
iii) “yo creo que esto se creó para unir la gente (...) porque esto estaban com-
poniéndolo recién” (CM)
iv) “se creó por la necesidad de que habíamos un grupo de jóvenes que tenía-
mos otra manera de pensar... (que) al acercarse a los clubes grandes existía
mucho el vicio, la maldad más que nada, porque hay clubes que van a puro
pelar, no van a divertirse” (CD1)
v) “con la señora X (de la municipalidad)... ella fue la promotora, la que nos inició,
la oportunidad de reunirnos, de juntarnos y formar el club” (CAM)
Por su parte, las referencias iii) y iv) dan cuenta de una necesidad política en el sentido
amplio, “unir a la gente”, o bien porque no existía otro club deportivo que los interpre-
tara. Finalmente, la referencia v) expresa el carácter subordinado de la creación de la
organización, por cuanto es promovido por la municipalidad.
En efecto, esta visión considera como una función esencial de la organización la relación
con las políticas municipales. Es la visión de todos y cada uno de los dirigentes de juntas
de vecinos entrevistados, así como de la dirigente del centro de madres, algunos de los
cuales no tienen problemas en reconocerse como “asistentes sociales informales” :
- “yo soy como una embajadora de la gente hacia el municipio (...) me acomoda
ese puesto (asistente social informal) en cierto modo” (JJVV3)
- “lo mío es buscarle una solución, solucionarle los problemas a la persona (...)
uno va gestionando (con la municipalidad) soluciones a problemas del sector
(...) siempre se nos ha catalogado así” (como asistente social informal) (JJVV1)
- “atendiendo, orientando a la gente… para obtener benecios” (JJVV4)
- “preguntar que benecio hay para la gente (...) yo tengo los contactos...
entonces la primera receta la pido en la municipalidad, ciento y tantos mil
pesos que vale... la segunda me voy a la intendencia, la tercera me voy al min-
isterio del Interior... y así hasta que termino el tratamiento de la persona”
(CM)
- “exactamente, yo creo que sí, yo creo que todos los dirigentes somos eso”
(asistentes sociales informales) (JJVV2)
- “en lo horizontal, hacia nuestros vecinos, pobladores... el énfasis está en la base” (OI2)
32
PROGRAMA CALETA SUR Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario
- “las instituciones deportivas acunan a muchas personas, sobretodo a los
niños (...) yo quiero que aparte de eso (del deporte) me salga gente buena”
(CD2)
- salen con risas, no sale... ninguno sale picado40 “ (CD1).
En primer lugar, cabe precisar que entre los recursos con que cuenta la organización,
incluimos no sólo aquellos que capta o genera sino también las formas de cooperación
con otras organizaciones.
Respecto a esto último, llama la atención el escaso nivel cooperativo entre las organiza-
ciones. En efecto, tan sólo una organización planteó una política de cooperación, que
tiene como características no ser nanciera y tener un requisito político-institucional de
carácter negativo : “económicamente no, pero siempre nos estamos apoyando
en actos culturales, con centros de madres, los mismos punkys y viceversa (...)
con los obreros, los mapuches (...) tiene que ser una organización popular no
más, no gubernamental” (OI3).
Por otro lado, tenemos formas de cooperación muy básicas y puntuales, cuando no dere-
chamente ausencia de cooperación :
- “sí, si ellos quieren vienen acá cuando necesitan algo y uno puede ayudarlo,
los ayuda” (JJVV3)
- “nuestro principal apoyo es la capilla, porque nos prestan la infraestructura
en invierno” (OVR1)
- “no, porque son egoístas (...) porque nosotros tenemos una jurisdicción nada
más (...) bueno, cada cual quiere aquí marcar su territorio, eso es muy notorio”
(JJVV1)
(40) Enojado
Por otra parte, tenemos las organizaciones que se nancian vía proyectos, además de
sus propias gestiones nancieras :
- “netamente del grupo (...) le decíamos comité creativo, nos juntábamos y nos
poníamos a tirar ideas a la mesa, pero era de todos, la que tenía más votos esa
se hacía” (AC)
- “yo todo lo tomo con ellas” (CCPP)
- “todos se ponen de acuerdo (...) todos, entre todos... son todas comunitarias
las decisiones” (CAM)
Respecto a las organizaciones en que las decisiones son adoptadas por la directiva,
exclusivamente :
En otros casos, a pesar de tomarse en forma colectiva los acuerdos, dan cuenta
del mismo personalismo excesivo que se observa en las juntas de vecinos, que podría
dar origen a una identicación entre dirigente y organización.
- “todas acataban lo que uno proponía... yo les decía vamos a hacer una rifa
pero den la idea si están de acuerdo o no, y decían : ‘sí, estamos de acuerdo’...
y todos seguían la idea que daba yo, así que nunca me dieron una idea nueva”
(OI1)
- “yo llevo todo el peso (...) yo ya sé con qué club no se puede jugar, aunque
los demás digan ‘juguemos’, (yo digo) ‘no’, porque yo estoy viendo la seguridad
de mi gente” (CD1).
36
PROGRAMA CALETA SUR Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario
Aunque ambas instancias se consideran “coordinaciones” y funcionan mediante asam-
bleas de representantes, en el primer caso se trata de asamblea abierta con voto indi-
vidual, mientras que el segundo se asemeja a una “mesa política”.
- “en el caso nuestro una forma de expresarse, una forma donde podías crear
una fórmula para ser escuchado, cachai, para las personas que conformaban la
organización que era como bien particular , que no era igual a todas” (AC)
. “por distraerse un poco, por formar... salir del ambiente (...) por salir de la
rutina, el día sábado no sabíamos dónde ir (...) por salir entonces vamos al
club” (CAM).
37
Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario PROGRAMA CALETA SUR
En el caso de las organizaciones que generan efectos externos, además de los inter-
nos, la distinción entre participante y beneciario cobra plena relevancia, puesto que las
motivaciones y productos no son independientes sino que van constituyendo un estilo
de relación, un estilo de participación.
A nivel de productos, podríamos establecer que los entrevistados mencionan tanto efec-
tos materiales como socioculturales de su actividad organizativa, distinguiendo énfasis
en los efectos sobre los participantes (citas a. y c.) de aquellos enfocados hacia los
beneciarios (citas b. y d.) :
a. “con el deporte hemos juntado hartas cosas y nos hemos dado cuenta de
hartas cosas” (CD2)
d. “nosotros con las niñas que trabajamos nunca le ofrecimos cosas materiales
sino que el apoyo, ayudando a crecer y acompañándolas (...), pero si uno ve
que le falta la leche, por ejemplo, entre todas nos juntamos y algo hacemos”
(OVR2).
- “yo creo que la gran mayoría lo único que espera es conciencia, generar con-
ciencia y poder generar espacios de crecimiento, pero no en lo material sino
en lo personal... tiene que ver también con el tema de la formación, a través
de construir... poder generar un espacio de debate donde poder construir algo
(...) y con eso poder hacer formación en nuestros participantes, nuestros diri-
gentes, poder transmitir esta nueva forma de participación, esta nueva mirada
que se quiere construir desde aquí” (OI2)
- “el lema de nosotros (es) del mensaje a la acción, no es rapear43 por rapear,
ni bailar por bailar sino que todo tiene que tener su sentido y .... tratar de llevarlo
a la acción... haciendo las cosas que decimos rapeando,.. organizando, tratando
de hacer organización popular, haciendo talleres.. concientizando, entregándole
amor, haciendo amistad, hermandad, eso es lo que tratamos de hacer” (OI3).
(43) Se reere a hacer “rap”, estilo musical “hip-hop”.
38
PROGRAMA CALETA SUR Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario
Por otro lado, aquellas organizaciones cuyo énfasis está puesto en los productos mate-
riales, es posible distinguir claramente los efectos sobre el participante, de los efectos
sobre el dirigente, pues en estos casos la palabra “participante” signica “beneciario”:
- “participan casi todos los pobladores que están viniendo a buscar papeles de
residencia, cartas sociales, vienen a buscar currículos” (JJVV4)
- “si tienen problemas en su hogar, de enfermedad, que no saben dónde ir....
todo se soluciona” (por el dirigente) (JJVV1)
- “es para que nosotros le hagamos las cosas que ellos no pueden hacer, ellos
se respaldan en nosotros” (JJVV3).
Esta situación, que se maniesta fuertemente en las juntas de vecinos44 pero que en
modo alguno es exclusiva de ellos, implica el establecimiento de modalidades “consum-
istas” e “individualistas” de participación. En efecto, la mayor parte de las organizacio-
nes tienen “beneciarios materiales”, los cuales participan (pasivamente) en la medida
que haya algo que ofrecerles:
- “o sea cuando hay algo dado aquí se juntan, se llena pero cuando no hay nada
dado no pasa ná... (...) si usted les da algo la gente participa pero si no da usted
no conseguimos nada (...) si da, aparecen, si no les da no aparece nadie.. es
bastante complicado” (JJVV2)
- “yo creo que aquí como en todas partes pasa lo mismo, que como nosotros
ahora no tenemos nada que dar, ellos no reciben nada entonces no quieren
participar (...) son muy materialistas las personas aquí (...) cuando hay alguna
actividad en donde uno puede dar (...) entonces la gente no va por escuchar no
más, va por recibir algo (...) piden pero no dan” (JJVV3)
- “lo que se observa, sobretodo en los sectores populares es que la gente par-
ticipa porque puede conseguir algo (...) su participación empieza cuando se les
ofrece algo (...) que la gente se comprometa voluntariamente es difícil, sin que
sepa que va a recibir algo” (OVR1).
(44) Recordemos que éstas son vistas por sus propios dirigentes como gestionadoras de problemas sociales territo-
riales.
39
Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario PROGRAMA CALETA SUR
A pesar de que es mayoritaria esta percepción, una de las entrevistas arroja la ruptura
práctica -desde la posición del dirigente- de este estilo de relación : “no hay que rega-
lar, hay que esforzarse (...) que no vengan acá al colegio porque le voy a rega-
lar la mochila o porque te voy a conseguir en la muni(cipalidad) mercadería”
(CCPP).
Este estilo de participación, que hemos denominado consumista, connota una ausencia
de reciprocidad en la relación, lo cual implica la destrucción progresiva de capital social
y repercute negativamente en la reproducción de las organizaciones y sus dirigencias
(luego volveremos sobre este último punto).
2) Nivel de participación
Cuando nos referimos a estilo de participación estamos haciendo referencia a las car-
acterísticas cualitativas que ésta adopta, mientras que por nivel de participación debe-
mos entender el aspecto cuantitativo, pero no desde el dato numérico sino desde la
calicación del entrevistado.
(45) No debe extrañar el uso de la expresión “ya no se puede controlar” puesto que toda organización es una forma
de control social, pues cuenta con normas y una estructura de funcionamiento, decisión y sanción.
40
PROGRAMA CALETA SUR Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario
Las organizaciones que representan -nominalmente- mayor cantidad de personas son
los clubes deportivos, las juntas de vecinos y los centros de padres y apoderados. Sin
embargo, en términos reales, las juntas de vecinos cuentan con escaso aporte para la
gestión de sus actividades y se podría decir que son las más decadentes en cuanto al
nivel de participación (si comparamos la cantidad real con la nominal) :
- “más lenta (que en los años 80’s)... como que ya no tienen aliciente para salir,
para activar.. hay actividades en la junta de vecinos y no vienen” (JJVV1)
- “en la última reunión que se hizo.. nosotros la hicimos y asistieron como
dieciseis delegados y de ahí no hemos hecho más porque no conviene, la gente
no está ni ahí, no viene” (JJVV4)
- “aquí votaron como 72 personas la última vez” (JJVV2).
Los clubes deportivos, por el contrario, movilizan a grandes contingentes en los encuen-
tros deportivos, los cuales podrían ser considerados “beneciarios materiales”. Sin
embargo, en cuanto a la participación, como gestión de los asuntos de la organización,
contrastan las versiones de ambos dirigentes pese a que ambos clubes se encuentran
pasando por la misma etapa : la habilitación autogestionada de un espacio que cumple
funciones deportiva, recreacional y ornamental. En efecto, mientras uno señala que
“hay unos pocos... pero llegan... pero pocos no más” (CD1), el otro sostiene
que es “excelente... por uno o dos no puedo dejar de decir la palabra ‘todos’ “
(CD2)46 .
Este caso del club deportivo, junto al del centro de padres y apoderados son
los únicos en donde los entrevistados se sienten satisfechos del nivel de participación
activa (gestionadora) alcanzado. En ellos se podría sostener que estamos en presencia
de un proceso ascendente de participación, pues han ido transformando a los partícipes
nominales en reales, es decir, a los beneciarios en participantes.
En primer lugar nos encontramos con aquellos que sostienen que el escaso
aporte en recursos (reclamo especialmente dirigido hacia la municipalidad) contribuye
especialmente a explicar el bajo nivel de participación, y -a contrario sensu- el recurso
es visualizado como la posibilidad de expandir la participación:
(46) Otra de las diferencias entre la situación de uno y otro club es el hecho de que uno de estos espacios haya
sido cercado (justamente donde hay menos participación) y el otro permanezca abierto, pese a que éste último fue
“tomado” por los pobladores lo cual ha implicado un conicto con la autoridad comunal. El que permanece cercado
- “mientras tanto que se vea que están invirtiendo ellos, que están preocupa-
dos por nosotros... va a llegar gente” (CD1)
- “porque dicen que la junta de vecinos da muy poco, da muy poco o no da nada
(...) yo le veo toda la razón, porque nosotros mismos, las autoridades no nos
dan nada a nosotros, a nosotros no nos dan nada (...) y aquí no hay ayuda”
(JJVV4)
- “pero no hay apoyo, en quien apoyarse siquiera... queda cojo de la ayuda (...)
tendría que ser la municipalidad (...) y eso es lo que a nosotros nos falta, no
tenemos donde apoyarnos (...) ven que no hay apoyo y por eso es que se reti-
ran” (CAM).
De estos testimonios se deduce que los dirigentes esperan que la participación tenga
efectos en el mejoramiento de las condiciones de vida de sus representados, lo cual
supone una retroalimentación entre participación y nanciamiento de ese mejoramiento
por parte de la autoridad. El apoyo en recursos sería un elemento coadyuvante para
lograr elevar o mantener la participación.
De esta forma, la situación ideal contrasta con la realidad, la cual está teniendo efectos
políticos de importancia, según lo testimonian los siguientes entrevistados:
“ “yo creo que los alejan con esto (se reere al escaso apoyo a las organiza-
ciones)... por eso los niños no quieren votar (...) no quieren meterse en partidos
políticos, porque ven, ven las imágenes, que dicen puras mentiras, y llega la
hora de los quihubo48 y no pasa nada” (CD1)
Finalmente, nos encontramos con una hipótesis que apunta a las modalidades de
participación propuestas como la causa del bajo nivel participativo. Nuestro entrevistado
se reere especícamente a las que bajan como políticas de Estado, es decir, como
participación subordinada, concebida y nanciada desde fuera de los participantes, a
través de proyectos concursables49 : “yo creo que las modalidades de participación
van condicionando a la gente a no participar o a participar de algo que tam-
poco te da más allá de lo que tú puedes... o sea, (alguien) te da los espacios de
participación, pero (te dice) ‘tú participas en lo que yo quiero que participes’...
por ejemplo, la gente ha aprendido que la forma de participación tiene que ver
con los proyectos, pero los proyectos tienen un principio y un nal, se acabó la
plata, se acabó el proyecto y se acabó la participación (...) yo he participado en
proyectos del FOSIS, del CONACE que te entregan aquí en la población, pero no
me puedo salir de los márgenes que ellos me impongan, entonces eso para mí
no es participación” (OI2).
(49) El entrevistado lo planteó a propósito de las políticas estatales, pero no vemos inconveniente en hacerlo exten-
sivo a las Redes, aunque en éstas la funcionalidad política puede diferir de la que plantea nuestro entrevistado.
43
Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario PROGRAMA CALETA SUR
Las hipótesis desarrolladas apuntan -en cierta medida- a las calidades de la participación
como explicación del nivel cuantitativo alcanzado por ésta, y nos señala la necesidad de
relacionar ambos niveles para dar cuenta del fenómeno estudiado.
Con esta dimensión de análisis queremos poner de maniesto los tópicos a partir de los
cuales las organizaciones se sitúan frente a la política en sentido estricto, es decir, la
del régimen político y los partidos. Además, intenta poner de maniesto las formas de
relación de las organizaciones con la política a nivel local (especialmente con el muni-
cipio), así como explorar si las organizaciones se proyectan políticamente.
En cuanto a la política y los partidos políticos a nivel local, hay una imagen bastante neg-
ativa, excepto en aquellos dirigentes comprometidos partidariamente. Entre las expre-
siones que dan cuenta de esta percepción se señala el oportunismo con que actúan,
pues sólo aparecen para las elecciones, o bien que favorecen a los dirigentes o sectores
que son proclives a sus candidatos :
(51) Sabías
44
PROGRAMA CALETA SUR Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario
- “es oportunista, quieren poder no más (...) ¿cuándo fue las últimas elecciones ?.. hace
como dos años y estaban todos metidos aquí ¿ y ahora ?.. ¿ seguro los veís ?” (OI3)
- “la política (de los partidos) no es nada (...) llegan a los clubes deportivos
porque ellos no están como para juntar masa... porque ya nadie les cree”
(CD2)
- “cuando tenían elecciones ahí sí que aparecían tupido y parejo52 , antes de
que saliera el alcalde andaban todos.. sólo andaban a la siga de los votos (...)
en el momento en que uno ve un candidato decir algo aquí es porque no lo va a
cumplir nunca... eso ya lo sabemos de memoria” (CAM).
Para concluir este acápite, señalemos que en cuanto a la percepción sobre el carácter
político de la organización, las opiniones se agrupan dicotómicamente. Algunos testimo-
nios reaccionan con un rotundo ‘no’ frente a la hipótesis de que su organización sea
“política”, con lo cual denotan que su imagen de la “política” se circunscribe al sistema
de partidos :
- “no, para nada, porque se malea... yo le voy a decir algo : yo tengo mi color
político, pero en mi centro, no hay política” (CM)
- “no, aquí nunca hemos metido la política” (JJVV3)
- “no... no se ha hablado nunca de eso” (CAM)
- “no, porque la parte política aquí no entra en la escuela” (CCPP)
- “no, no nos quemamos con ninguno (candidato)... todos libres, cuando hay
votación a nadie se le dice vota por este” (JJVV4).
Por otro lado, existen las organizaciones que se perciben como políticas, pero desde el
sentido amplio de la palabra, es decir, no circunscritas a lo partidario .
- “la política de nosotros en general no tiene que ver con un partido político,
no tiene que ver, tiene que ver con la reivindicación de derechos, tiene que ver
con... tal vez tiene una posición política clara, pero no tiene que ver con un
partido político” (OI2)
- “yo creo que toda organización entra a ser política del momento que estamos
aquí, todo es política, porque estamos haciendo reuniones por la comunidad
y todo (...) pero somos una política diferente, estamos trabajando en comuni-
dad” (CD1)
- “yo creo que sí, el cuento comunicacional, el cuento cultural, te arrastra un
cuento político... no hay una cuestión cultural que diga que esto no es político...
porque estai transmitiendo ideas, ideologías... no se es neutral, es imposible
ser neutral” (AC)
- “el dirigente es político, de ahí nace la política aunque la persona no sea
política (...) todo ronda a la parte de la política , todo es política, aunque usted
no lo crea todo es política” (JJVV2)
(52) Regularmente.
45
Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario PROGRAMA CALETA SUR
- “mirando la política de todos los sentidos, la política es todo... el trabajar con
los pobres es político... si lo miramos desde ese punto de vista, sí... no entrando
al tema político de algún sector, izquierda/derecha, no...nosotros trabajamos
con la gente, trabajamos con sus derechos, si se le quiere llamar que trabaja-
mos políticamente, sí” (OVR1)
Con todo, igual podríamos distinguir dos énfasis respecto al carácter político de las orga-
nizaciones. Por un lado los que aceptan que su organización es política, y por otro, los
que se perciben haciendo política.
Por el momento nos centraremos en la relación establecida entre el municipio y las orga-
nizaciones. Para ello incluimos una opinión (bastante informada) acerca de la relación
que -en general- establecen las organizaciones con el municipio : “las organizaciones
tienen muchos problemas con el municipio (...) yo también hice práctica en el
municipio y las organizaciones no querían participar con el municipio, había un
poco de recelo ahí (...) hay muchas organizaciones, he visto que hay muchas
organizaciones que no están ligadas al municipio” (OVR1)54 .
(53) Esta modalidad clientelar fue avizorada en algunos testimonios del acápite anterior.
(54) A partir de esta opinión es que tomamos la decisión metodológica de incluir organizaciones que no estuvieran en
- “ahora mismo tú ves... agua, estuve un año que estoy pidiendo agua potable,
‘es que no se puede’ (me dijeron... pero) al lado de ahí está la plaza y hay agua
potable (...) nos han ayudado pero no como deberían” (CD1)
- “tantas cartas que he mandado y el alcalde nunca ha escuchado mucho lo que
le he dicho (...) pura burocracia, eso es bastante enfermante” (JJVV2)
- “hubo un problema y como que tomaron un rechazo hacia nosotros, como que
somos una organización problema (...) nosotros después con el tiempo pedi-
mos una micro y nos fue negada (pero igual) el contacto, la red del municipio es
fundamental en una organización... sobre todo una organización que no tiene
recursos de ningún lado” (OVR1)
- “no nos pescan (...) no hay comunicación (...) no es que no estemos ni ahí con
ellos porque en algún momento igual tenemos que llegar” (CD2).
Sólo una organización planteó no tener interés en establecer una relación con
la municipalidad: “ninguna (...) porque como dije denante no queremos nada del
gobierno” (OI3). Sin embargo, el abismo político entre organización y gobierno comu-
nal no resultó ser tan grande al consultarle acerca de la posibilidad de que las orga-
nizaciones inuyeran en las políticas del municipio, respecto a lo cual demostró estar
impregnado de intereses políticos, en el sentido fuerte de la expresión, pues plantea que
el poder y la inuencia son elementos inherentes a cualquier organización, aunque está
claro que la organización política que pudiera representarlo aún no existe : “creo que
cualquier organización en el fondo eso va a querer, inuir en la comuna, va a
querer inuir en el municipio porque eso se lleva en la misma organización,
en el mismo poder (...) y hasta uno mismo haciendo esa misma organización
uno mismo sacar sus propios representantes, hasta uno mismo puede sacar
su propio alcalde, una comuna bien organizada puede sacar su propio alcalde”
(OI3).
- “debieran ser buenas (las relaciones con el municipio), ser más sociables ,
más participación de nosotros con la municipalidad y de la municipalidad con
nosotros (...) a ver si hay una posibilidad de que la municipalidad nos ayude
(...) pero no veo por donde (...) la municipalidad no abre los espacios” (CAM)
En cuanto a las opiniones “materialistas”, es decir, las que solamente se enfocan a una
mejor distribución de los recursos, podemos citar los siguientes testimonios:
- “nos gustaría tener una buena relación con el municipio (...) sería rico que el
municipio nos apoyara” (OVR2)
- “si se gastara como debiera ser... alcanzaría, poquito, pero alcanzaría pa’
todos” (JJVV2)
- “la idea de la relación... yo encuentro que está bien que sea ayúdame un poco
a mi y yo te ayudo a ti, dentro de ciertos márgenes” (AC)
Entre las opiniones exclusivamente “políticas”, esto es, las que se enfocan sólo a la aper-
tura de espacios de diálogo entre organizaciones y municipio, tenemos las siguientes:
- “escuchar lo que uno tiene que decir... no porque sea pequeño mirarlo en
menos. (...) que no se haga lo que ellos plantean no más... porque de repente
es lo que ellos dicen y solamente en eso apoyan.... lo que a ellos les gusta que
uno haga” (OI1)
- “debería ser más tranquila, tratar de lograr cosas (...) pero el municipio no
abre las puertas” (JJVV4).
De lo expuesto hasta el momento, podríamos concluir que la relación ideal entre el gobi-
erno comunal y las organizaciones debe ser de cooperación recíproca. Esta reciprocidad
debe basarse tanto en los aspectos materiales como en lo político, es decir, tanto en los
recursos como en la denición conjunta de las políticas.
Este último elemento es el más difícil de lograr, puesto que la institucionalidad munici-
pal (Ley Orgánica de Municipalidades) limita la participación de la comunidad en los
48
PROGRAMA CALETA SUR Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario
Consejos Económico Sociales Comunales (CESCO) al plano meramente deliberativo y no
resolutivo. Dicho cuerpo normativo denota la desconanza profunda de sus redactores
respecto a la participación efectiva del hombre común en los asuntos de la colectividad,
negándole el acceso directo a ellos55 .
- “el CESCO también fue creado desde el municipio, entonces, si bien tiene el
título de que es el espacio de participación de la comunidad, pero sigue siendo
un espacio creado y conformado por el municipio y por el gobierno local (...) lo
que existe hoy, la participación que existe hoy es concedida y condicionada, en
todos los ámbitos que tú quieras (...) no sé si se podrá incidir en las políticas
de Estado” (OI2).
El tema del clientelismo político ha sido, en parte, anunciado al tratar otros temas,
tales como el municipio y la política a nivel local, y guarda estrecha relación con el
hecho de que en sectores pobres -como Lo Espejo- la capacidad de generar recursos
propios es más que limitada, así que dependen -especialmente para obtener resultados
importantes- de recursos externos. El acceso a estos recursos nancieros o de infrae-
structura se encuentra -muchas veces- inuido por el clientelismo político, que no es
sino el condicionamiento del acceso actual y potencial a dichos recursos.
(55) Lo cual nos remite a un argumento conservador, que fue el que inspiró a los redactores de la Constitución y de
la reforma institucional de la dictadura, esto es: que el exceso de participación genera ingobernabilidad, razón por
la cual el ejercicio de la política (en el Estado) debe institucionalizarse con un criterio predominantemente técnico,
- “(en la municipalidad) les dan recursos a los que les dan algo a cambio” (OI1)
- “a nosotros en cierto tiempo la municipalidad nos dijo : ‘bueno, yo te estoy
dando esto ... ¿y tú ?, ¿qué me das ?’ “ (CD2)
- “yo veo que también está involucrada la política porque le asignan más recur-
sos a las organizaciones que tienen más votos” (CD1)
- “el que quiere agarra y el que no quiere , no (...) por ejemplo, la junta de
vecinos por ahí (...) si bien hace un buen trabajo comunitario, pero el trasfondo
siempre tiene un cuento político (...) votos para el alcalde” (AC)
- “hay mucha gente que no está ni ahí con los partidos políticos, pero sí está
cuando hay recursos a repartir... y se venden los votos... los clubes deportivos,
aquí mismo, por ejemplo (...) y a través de esto el club deportivo ofreció sus
votos al que hoy es alcalde y ahí tiene la sede” (OI2)
- “para lograr cosas nosotros también pensamos ... tratemos de conversar con
este candidato, nos va a apoyar en esto’... ‘a lo mejor este candidato nos puede
apoyarnos’, y la gente trabaja y comparten la política con ellos... muchas cosas
se han logrado en base a eso” (JJVV2)
Esta opinión contrasta con otro testimonio que da cuenta que no toda obtención
de recursos externos conduce a la dependencia, es decir, no hay contradicción nec-
esaria entre pedir recursos y ser autónomo : “si nos pueden aportar y ayudar en
lo que sea, bien, pero que no se metan dentro de la organización, dentro del
proyecto (...) el pedir los recursos es mucho mejor para los niños, nos facilita
el trabajo a nosotros, o sea no es ningún problema de autonomía... yo hablo de
la autonomía dentro de la organización, del proyecto, del enfoque que tenemos
nosotros, de la forma que organizamos las cosas... en eso no, no se metan, eso
lo cuidamos muy bien” (OVR1).
- “nuestra plaza que tenemos acá la hemos construido nosotras (...) hay que
demostrarles que con o sin ellos podemos tirar para arriba... si nosotras igual
vamos a aprender, vamos a seguir como institución adelante (...) yo no quiero
ir (a la municipalidad) porque nunca me han ayudado” (OI1)
- “nos gusta ser autónomos porque si nosotros nos caímos nos duele a nosotros
(...) no nos vendimos por nada, ni por plata porque la plata nosotros podemos
hacerla” (CD2)
- “la autogestión tiene que ver con un tema más de consumismo, de conseguir
el recurso (...) de manera independiente, la autogestión... y la autonomía
tiene que ver con un cuento más político, poder tomar tus propias decisiones,
además de poder contar con el recurso de la autogestión... y la autonomía es
no depender (...) de ninguna ONG, de ninguna institución estatal, de ningún
partido” (OI2).
La visión más extendida de la ciudadanía entre los entrevistados tiene relación con el
derecho a sufragar, la cual se articula con otras formas de conceptualización, asociadas a
categorías como “derechos” y “participación”, las cuales no son en ningún modo excluy-
entes, pues se funden en ideas como el derecho a la participación en algún ámbito de
decisión municipal.
Antes de entrar en este ámbito, queremos detenernos en dos testimonios que dan
cuenta de una visión negativa de la ciudadanía actual, negativa en el sentido valórico y
político. En ambas se piensa en la ciudadanía como el aspecto funcional al sistema de
dominación:
- “partamos por el concepto que tiene que ver con cargas políticas... y creo
que la ciudadanía está condicionada, tú puedes hacer ciudadanía, pero la que
te vende, clientelismo,... todo esto que existe, que baja desde las políticas de
Estado (...) (en la ciudadanía actual) tienes el poder que te entregan... ese poder
que te entregan nunca va a pasar este techo que tienes impuesto.... tiene un
límite” (OI2).
A pesar de lo anterior, la segunda cita se complementa con la siguiente : “yo creo que
debiera haber una (ciudadanía) que fuera diferente, que tuviera posibilidades...
uno es diferente a esta sociedad.. y estás ejerciendo una ciudadanía que no es
la que tú quieres (...) por eso te hablo de empoderamiento, de poder : si tú
ejerces ciudadanía diferente a la ciudadanía que te venden, estás caminando
en contra de eso, estás generando una respuesta frente a lo que está estab-
lecido” (OI2). En ésta, el planteamiento acerca de la ciudadanía deja de ser estático,
es decir, una ciudadanía circunscrita meramente al ámbito del poder político (clientelar,
dominador) para convertirse en una posibilidad para las organizaciones, una posibilidad
que debe construirse a través de nuevas formas de participación.
- “la interacción de repente en un bien común... la ayuda entre todos los veci-
nos para conseguir un bien común” (AC)
Desde el punto de vista del contenido de los derechos reivindicados por las organizacio-
nes, la ciudadanía se maniesta mayoritariamante orientada los derechos del niño, así
como también a los derechos de carácter social : educación, trabajo, salud (incluyendo
salud mental) y recreación. Residualmente, algunas organizaciones plantean la impor-
tancia de algunos derechos civiles, como la libertad de expresión y asociación.
Entre éstos últimos, podríamos decir que la razón tiene que ver con la distancia política
de estas organizaciones frente al Estado y el municipio, ya que son los mismos que
asignaban un valor casi absoluto a la autogestión. Su lema podría ser : “mientras más
lejos del Estado, mejor” :
53
Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario PROGRAMA CALETA SUR
- “cuando queremos hacer algo no le pedimos nada a ellos (a las autoridades)...
hablamos con los vecinos, o sea si queríamos hacer una actividad en una plaza
hablamos con los vecinos que viven alrededor de la plaza, no le pedimos nada
a los pacos (...) si los vecinos son los dueños de la plaza” (OI3)
- “yo creo que pasa más por ahí (por autogestionarlos) que que por reclamarlos
al Estado (...) yo creo que no es reclamar al Estado, desde mi punto de vista...
yo no creo tampoco en el Estado Benefactor” (OI2)
- “tengo derechos y también los aprovecho... y siento que de cada pan que mis
hijos se comen yo pago un porcentaje, que ese va al Estado y las municipali-
dades pertenecen al Estado y ellos están para prestarme servicios” (CCPP)
- “el municipio debe entregarle, porque son recursos que están para la comu-
nidad, yo no estoy pidiendo nada que tengan que generar un gasto extra, no se
trata de favores entonces” (JJVV1)
- “organizarse bien y pedir a las autoridades algo así... como que nos ayuden
con remedios” (JJVV2)
- (al pedir los derechos) “preferible arrastrarse, no vivir con la prepotencia” (CM).
Además, debemos señalar que sólo una de las organizaciones planteó que su actividad
no contribuía al bien común56 . Finalmente, en cuanto a la conuencia de Estado y
Sociedad en el bien común, presentamos dos testimonios que describen muy bien este
hecho :
- “es mi deber como ciudadana pedir los servicios que están dispuestos para
mí... sobre todo si yo estoy haciendo algo sin nes de lucro y ayudando a
la misma comunidad; y ellos están para prestar servicios, si no es para que
nosotros le vamos a pedir favores, ellos están para eso (...) entonces él está
para prestarme un servicio” (CCPP)
- “el Estado se supone que debe ser el principal y el que vele por el bien
común..., pero cualquier aporte que venga de afuera (de las organizaciones),
bienvenido sea (...) o sea, nosotros tenemos el Estado, que haga o no haga
el bien común... la gracia es que lo haga, es el n del Estado, pero nosotros
por lo mismo hacemos el cambio en los niños, independiente de que nosotros
tengamos o no tengamos recursos, o seamos un oasis y no recibamos nada de
ningún lado” (OVR1).
(56) Se trata de la organización de adultos mayores, cuyos productos son eminentemente endogrupales.
54
PROGRAMA CALETA SUR Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario
2) Contribución de la organización al fortalecimiento de la democracia
- “sí, yo creo que sí, de todas maneras... porque uno se puede juntar libre-
mente, opinar, recibir opiniones” (OI1)
V. TRABAJO COMUNITARIO
1) Concepto
Todos los entrevistados asumen que sus organizaciones desarrollan en mayor o menor
medida “trabajo comunitario”. A partir de su experiencia particular, plantean diversos
conceptos sobre éste, los cuales se pueden agrupar fundamentalmente en dos, una
acepción que pone énfasis en su carácter colectivo y otra que lo hace sobre los objeti-
vos.
- “en comunidad. (...) yo les explico a todos donde pueden sacar benecios,
pero benecios que sean no personales” (CM)
- “nosotros tomamos a la gente, con delegados, que vinieran aquí a hacer tra-
bajo comunitario, por ejemplo, que teníamos que limpiar aquí” (JJVV4)
55
Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario PROGRAMA CALETA SUR
- “somos una familia, yo en la reunión que hago aquí somos una familia” (CAM)
- “más que jugar a la pelota... como te decía, nosotros (somos) como una
familia” (CD1)
- “la idea es esa : formar comunidades con estas niñas, por eso trabajar así en
comunidad” (OVR2).
Como vemos, algunos de estos testimonios destacan -como otro elemento del
concepto- que también el resultado de dichas acciones sea colectivo, no personal, es
decir, producción de bienes públicos. Otros ocupan el concepto “comunidad” o “familia”
para referirse, fundamentalmente, a lo que son o debieran ser las organizaciones.
La otra postura enunciada más arriba, se enfoca a los objetivos para denir
lo que es “trabajo comunitario”, lo hace desde la perspectiva del mejoramiento mate-
rial de vida de los pobladores. Así, las organizaciones y sus dirigencias son vistas como
instancias de “servicio a la comunidad”, es decir, como fórmulas de alcanzar una mejor
calidad de vida.
- “es ayudar un poco a las áreas que tienen décit (....) suplir necesidad” (AC)
- “trabajar cara a cara con la problemática que tú tienes en este sector, para
eso estamos” (JJVV1)
- “trabajo comunitario lo que dice la palabra, hacer cosas pa’ la gente” (OI3).
Además de estas posturas fundamentales, es importante señalar que hay dos entrevis-
tados que asumen una postura autocrítica, desde lo normativo, el deber ser del trabajo
comunitario, respecto a su propia labor organizacional, lo cual plantea un horizonte ideal
sobre el trabajo comunitario :
- “la idea es esa: formar comunidades (...) esa es la idea, pero no lo hemos
hecho, sinceramente no lo hemos hecho. Estamos así no más caso por caso
(OVR2)
56
PROGRAMA CALETA SUR Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario
- “nosotros intentamos trabajar en forma comunitaria (...) pero no hay mayor
contacto entre las organizaciones... o sea, no observo un trabajo comunitario
(...) un trabajo comunitario entre las organizaciones” (OVR1)
Respecto de este último, que implica avanzar en el desarrollo de capital social comuni-
tario, le corresponde un papel fundamental al Municipio y a las propias organizaciones :
“el municipio que debería ser el que trabaje fuertemente esto, porque muchas
organizaciones sociales se apoyan al municipio, deberían aprovechar esto para
fortalecer y para unir estas organizaciones... pero no ha sido trabajada (...tam-
bién...) deberían ser los dirigentes, la misma gente, las mismas personas que
integran la organización, pero no se ve” (OVR1). Como factores que pudieran tener
algún grado de incidencia explicativa en esta situación, podemos mencionar los siguien-
tes : la competencia por recursos municipales y el clientelismo, factores que no con-
tribuyen a generar conanza entre los actores.
En el siguiente acápite hemos organizado el discurso en torno a los valores que orientan
la existencia, tanto de las organizaciones como de la participación dirigencial de cada
uno de los entrevistados.
(57) Y con la misma prevención : que no son excluyentes ni en el discurso ni en la práctica, sino dos caras de una
misma moneda.
57
Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario PROGRAMA CALETA SUR
- “tiene sentido... porque yo creo que se hace con amor , esto no tiene ningún
interés personal para mí (...) recuperar la amistad, ser hermano con la gente,
en ayudar al que está peor, el dar desinteresadamente, darle al que tiene
menos, quizá al que tiene menos capacidad o que no ha tenido la misma opor-
tunidad que hai58 tenido tú pa’ surgir” (OI3)
- “uno tiene que entregar, uno se siente bien que otras personas hagan lo
mismo que uno hace con cariño (...) ojalá sigan el ejemplo de uno, porque hace
cosas para todos (...) por ejemplo, para la actividad (de navidad) no se pidió
cooperación por niño, se pidió por mamá... entonces las que tenían un hijo
costearon los gastos de una que tenía cinco” (OI1)
- “ (decirles) ‘este es su espacio... aquí son cien árboles y ustedes tienen que
cuidar estos árboles (...) entonces hay que estar dándoles responsabilidades,
que ellos sepan que cuesta, que nos ha costado esto” (CD2)
- “es lo más rico, lo más... no sé como explicarlo, el poder servir a los demás,
sin esperar retribución, es lo más lindo, yo lo hago, no me importa, yo no estoy
esperando que me retribuyan (...) si yo necesito un remedio, una pastilla, en
la noche, para otra persona, llamo por teléfono, ‘oiga, tiene tal cosa’, sí, ya le
llevo, se da algo bien especial. No preguntan para quien, ni nada” (CM)
(58) Has
58
PROGRAMA CALETA SUR Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario
- “nada material, pero el reconocimiento (...) uno está satisfecha de lo que uno
está haciendo por la comunidad, uno no lo hace por benecios propios ni tam-
poco que estén dándole para poder hacer un favor (...) yo doy pero a cambio
de que no me den nada (...) y me encuentro una persona valiosa en ayudar a
los demás” (JJVV3).
- “yo no quiero que mi hijo ande a cabezazos aquí, chocando como chocamos
todos ahora, que no tengamos ni una alternativa, que no tengamos ni una
cancha (...) yo tengo varios niños que dicen ‘esta es mi cancha’.. y esta es su
cancha” (CD2)
- “ayudar a un ser humano que está con todo el dolor (...) que la calidad de vida
también sea mejor” (JJVV1)
- “yo vi mucha miseria, entonces por ese motivo trato de superar la pobreza
que tenimos nosotros (...) mi deseo es ver a esa gente pobre es tratar de
ayudarla lo que más pueda (JJVV2)
- “el sentido que tiene uno, de hacer un trabajo que sirva de algo, pero hacer
un trabajo que se vea... algo provechoso, para que la gente sepa que se hizo
algo” (CAM)
59
Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario PROGRAMA CALETA SUR
CONCLUSIONES
CONCLUSIONES TEMÁTICAS
En esta tentativa de clasicación, por el contrario, hemos procedido a partir de los tes-
timonios de los entrevistados, dicotomizando criterios de clasicación que ellos mismos
han relevado, y que se reeren a aspectos sustantivos de la participación en las orga-
nizaciones. Esta dicotomía tiene por objeto resaltar los énfasis que cada organización
proyecta, en cuanto elementos esenciales, aunque en la realidad se muestran bastante
matizados.
El primer criterio que advertimos fue el de la función esencial que los entrevistados le
asignan a las organizaciones. Podemos distinguir entre organizaciones que hacen de
mediadoras entre los participantes y las políticas del Estado, de aquellas que se enfocan
al desarrollo personal y grupal de los participantes (reales o nominales). Entre las prim-
eras tenemos fundamentalmente a las organizaciones llamadas “tradicionales” : juntas
de vecinos y centro de madres.
El segundo criterio de distinción, que aparece al relacionar los testimonios de los ent-
revistados, se reere a los productos que genera la organización. Según esto, las orga-
nizaciones se dividen en aquellas que producen resultados materiales de aquellas que
entregan productos socioculturales. Entre estas últimas tenemos las organizaciones de
vínculo religioso y dos de las tres organizaciones informales, en especíco aquellas que
plantean un énfasis político.
Existen tres formas de participar en una organización social: como dirigente, como ges-
tionador de iniciativas (participante propiamente tal) y como beneciario (participación
pasiva). A los dirigentes nos referiremos en el punto 3. de estas conclusiones.
Del análisis de los testimonios se concluye que la “participación” (en sentido amplio) es
-por lo general- baja y además cíclica. En efecto, los dirigentes maniestan su incapa-
cidad de mantener a las personas participando activamente, ya sea en asambleas o en
la gestión de actividades de la organización.
Con este panorama, no extraña que las causas que los propios entrevistados aducen
para explicar el bajo nivel de participación sea la falta de recursos nancieros o de
infraestructura, pues éstos son vistos como un factor coadyuvante para elevar o man-
tener el nivel de “participación consumista” : “a veces no hay participación por
un tema de recursos”, “mientras tanto se vea que están invirtiendo ellos, que
están preocupados por nosotros... va a llegar gente”, “dicen que la junta de
vecinos da muy poco o no da nada (...) yo le veo toda la razón, porque a
nosotros mismos ... las autoridades no nos dan nada”.
De los testimonios de los entrevistados se concluye que las organizaciones pasan por
una crisis de dirigentes o líderes, sin excepción. En efecto, se constata que las modali-
dades de participación predominantes (consumista, subordinada) han desincentivado a
dirigentes “históricos” así como han impedido la emergencia de nuevos dirigentes. Los
entrevistados de aquellas experiencias exitosas de participación también plantean una
falencia en cuanto a la reproducción del liderazgo.
En denitiva, las decisiones se adoptan y las gestiones se realizan entre un grupo muy
reducido de personas (los que apoyan al dirigente), cuando no se trata directamente
de un personalismo que amenaza con fusionar a la organización con la voluntad del
dirigente.
Este es un hecho no poco común, que en la mayoría de los casos ni siquiera es visu-
alizado como un problema, y que a la larga conduce a una “apropiación” de las orga-
nizaciones por los dirigentes, lo cual limita en vez de ampliar la participación, pues las
organizaciones son vistas como espacios “cerrados”.
El Municipio, organismo político local, es visto como una fuente importante de recur-
sos para las organizaciones. Como decíamos en el punto 2. de estas conclusiones, la
mayor parte de las organizaciones sostienen que la entrega de recursos constituye un
factor coadyuvante para elevar el nivel cuantitativo de participación. Este reclamo está
particularmente dirigido al Municipio.
Sin embargo, este “elemento material” amenaza con reproducir el “estilo consumista”
que mencionábamos a propósito de la organización y sus beneciarios, pero a nivel
del municipio y las organizaciones seleccionadas para recibir la inversión municipal. A
partir de ello, constatamos la existencia de un injusto favoritismo del municipio a la hora
de invertir los recursos, cuestión que tiene como peligroso pero sugerente correlato la
clientelización política de las organizaciones sociales.
Se podría concluir que la relación ideal entre el gobierno comunal y las organizaciones
debe ser de cooperación recíproca. Esta reciprocidad debe basarse tanto en los aspectos
materiales como en lo político, es decir, tanto en los recursos como en la denición con-
junta de las políticas.
Este último elemento es el más difícil de lograr, puesto que la institucionalidad munici-
pal (Ley Orgánica de Municipalidades) limita la participación de la comunidad en los
Consejos Económico Sociales Comunales (CESCO) al plano meramente deliberativo.
Dicho cuerpo normativo denota la desconanza profunda de sus redactores respecto a
la participación efectiva del hombre común en los asuntos de la colectividad, negándole
el acceso a ellos por medio de las organizaciones.
Por otro lado, existen las organizaciones que se perciben como políticas, pero desde el
sentido amplio de la palabra, es decir, no circunscritas a lo partidario : “yo creo que
toda organización entra a ser política del momento que estamos aquí, todo es
política porque estamos haciendo reuniones por la comunidad”, “mirando la
política de todos los sentidos, la política es todo... el trabajar con los pobres es
político (...) si se le quiere llamar que trabajamos políticamente, sí” , “nosotros
ocupamos el hip-hop porque el hip-hop es una herramienta válida para luchar
(...) no (hacemos) política partidista, sí política del pueblo”.
Con todo, igual podríamos distinguir dos énfasis respecto al carácter político de las orga-
nizaciones. Por un lado, los que aceptan que su organización es política y , por
otro, los que se perciben haciendo política. Con este último énfasis tenemos a dos
“organizaciones informales” (políticas).
Los sectores populares -como Lo Espejo- cuentan con una capacidad limitadísima para
generar recursos propios, así que dependen -especialmente para obtener resultados
importantes- de recursos externos (sobretodo nancieros y de infraestructura).
Para algunos de los entrevistados, el simple hecho de recibir recursos externos genera
necesariamente una pérdida de autonomía para la organización, la hace caer en la
dependencia: “al no manejar recursos te hacís siempre dependiente, aunque tú
no lo quieras, aunque tratís de gestionar de una u otra forma, te hacís depen-
diente”.
Para otros, no existiría una correlación necesaria entre recibir recursos externos y perder
autonomía, pues ésta se reere a la gestión organizativa : “el pedir los recursos
es mucho mejor para los niños, nos facilita el trabajo a nosotros, o sea no
es ningún problema de autonomía... yo hablo de la autonomía dentro de la
organización, del proyecto, del enfoque que tenemos nosotros, de la forma que
organizamos las cosas”.
Como conclusión, podríamos decir que la autogestión, como valor político, es contradic-
toria a la obtención de recursos externos de carácter institucional. Que respecto a la
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Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario PROGRAMA CALETA SUR
obtención de recursos externos no hay una sola visión respecto a los efectos sobre la
autonomía de la organización (entendida ésta como independencia). Finalmente, que el
clientelismo, como forma extrema de obtener recursos institucionales externos, contra-
dice de manera absoluta la autonomía de la organización, pues subordina su acción a
intereses ajenos.
La visión más extendida de la ciudadanía entre los entrevistados tiene relación con
el derecho a sufragar, noción que se articula con otras tales como “derechos” y
“participación social”, dando cuenta de una conceptualización bastante completa de la
ciudadanía, pues se incluyen el nivel estatal (derechos) y el nivel social (participación).
Desde el punto de vista del contenido de los derechos reivindicados por las organizacio-
nes, la ciudadanía se maniesta mayoritariamante orientada a los derechos del niño, así
como también a los derechos de carácter social : educación, trabajo, salud (incluyendo
salud mental) y recreación.
Entre éstos últimos, podríamos decir que la razón tiene que ver con la distancia política
de estas organizaciones frente al Estado y el municipio, ya que se trata de algunos de
los que asignaban un valor casi absoluto a la autogestión (organizaciones informales
políticas). Su lema podría ser : “mientras más lejos del Estado, mejor”.
En cuanto a los que plantean su reclamación al Estado, debemos señalar que se sitúan
desde la perspectiva del principio de “servicialidad” del Estado : “las municipalidades
pertenecen al Estado y ellos están para prestarme servicios”, “el municipio
debe entregarle, porque son recursos que están para la comunidad, yo no estoy
pidiendo nada que tengan que generar un gasto extra, no se trata de favores
entonces”.
Por otro lado, en cuanto al bien común , los entrevistados plantean que también la socie-
dad y sus organizaciones contribuyen a su denición y realización, y por tanto, no cor-
responde exclusivamente al Estado : “el Estado se supone que debe ser el principal
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PROGRAMA CALETA SUR Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario
y el que vele por el bien común... pero cualquier aporte que venga de afuera (de
las organizaciones), bienvenido sea (...) o sea, nosotros tenemos el Estado, que
haga o no haga el bien común... la gracia es que lo haga, es el n del Estado,
pero nosotros por lo mismo hacemos el cambio en los niños, independiente de
que nosotros tengamos o no tengamos recursos, o seamos un oasis y no recib-
amos nada de ningún lado”.
Finalmente, debemos señalar que todas las organizaciones consideran que contribuyen
al fortalecimiento de la democracia, en el sentido de que con sus actividades están ejer-
ciéndola, fomentándola y ampliándola, es decir, contribuyen sustancialmente al régimen
democrático : “estamos contribuyendo y estamos creando a niños que sepan
qué es la democracia (...) estoy ampliándola” , “sí, es que las organizaciones
ayudan mucho a la democracia porque (...) nosotros hacemos participar a la
gente” , “yo creo que a eso apunta el colectivo, a poder fortalecer la democ-
racia, no la que estamos viviendo.. sino a una democracia más idearia... con-
struyendo esta nueva política y esta nueva forma de participación”.
La cooperación entre las organizaciones constituye uno de los resultados esperados del
capital social comunitario, y constituye -según uno de los testimonios- un elemento que
podría permitirnos distinguir dos tipos de trabajo comunitario: el de cada organización y
el que se genera entre organizaciones. Sin embargo, en los hechos el nivel cooperativo
es bajísimo entre organizaciones: “nosotros intentamos trabajar en forma comu-
nitaria (...) pero no hay mayor contacto entre las organizaciones... o sea, no
observo un trabajo comunitario (...) un trabajo comunitario entre las organiza-
ciones”.
En efecto, casi todas las organizaciones plantean formas de cooperación muy básicas y
puntuales, como prestar un espacio para hacer reuniones a otra organización o señalarle
los conductos institucionales para obtener algo. En otros casos, se reere derechamente
una incapacidad de cooperación.
67
Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario PROGRAMA CALETA SUR
Esto último resulta particularmente paradójico ya que correspondería al municipio
fomentar esta cooperación entre organizaciones, sin embargo, las modalidades de
relación política y nanciera no contribuyen a generar conanza entre ellas : “el muni-
cipio que debería ser el que trabaje fuertemente esto, porque muchas orga-
nizaciones sociales se apoyan al municipio, deberían aprovechar esto para
fortalecer y para unir estas organizaciones... pero no ha sido trabajada”.
Otro adjetivo que acompaña al trabajo comunitario en el discurso de uno de los ent-
revistados es el de considerarlo como la conformación de una comunidad política, que
no es territorial, ni temática: “para nosotros el trabajo comunitario tiene que ver
con una mirada política, nuestro trabajo desde el enfoque político... (...) un
fundamento político, como el común unitario (...) sin la necesidad que sea lo
más bajo o que el trabajo comunitario deba hacerse en las poblaciones más
pobres”.
Desde el punto de vista de los dirigentes, en tanto actores del trabajo comunitario,
los entrevistados se maniestan bastante comprometidos política y/o religiosamente,
siendo mayoritario el compromiso político en general (no partidario). Esto implica que
en la acción concreta de los dirigentes hay consideraciones de ésta índole, las cuales
van acompañadas de referencias a valores que justican su participación en esa calidad.
Entre estos valores destacan la solidaridad (gratuidad), la conanza, la reciprocidad, y
la responsabilidad social (compromiso). Además, el mejoramiento material de las condi-
ciones de vida de los participantes o beneciarios se ha transformado en uno más de los
valores que movilizan a los dirigentes.
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PROGRAMA CALETA SUR Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario
II. CONCLUSIÓN GENERAL
Parece imposible unicar en un sólo criterio lo que los entrevistados entienden por tra-
bajo comunitario, dada la diversidad de las organizaciones así como de su naturaleza,
objetivos y formas de funcionamiento. Sin embargo, el concepto aparece asociado
a tres ámbitos - en ningún modo excluyentes - que conforman diversas formas de
entender “la comunidad”, estas son: “lo social”, “lo poblacional” y “lo político”.
La connotación “social” se relaciona con el “para que” del trabajo comunitario, esto es, el
mejoramiento de las condiciones materiales y socioculturales en los sectores populares.
En denitiva, se trataría de promover el cambio a través de acciones que permitan for-
talecer la respuesta de las personas y sus organizaciones respecto a sus problemáticas.
Sin embargo, se reconoce que la capacidad de desarrollar recursos y potencialidades
en estos sectores es baja, por tanto la respuesta comunitaria también lo es. Esto se
relaciona con los estilos de participación predominantes, lo cual convierte al trabajo
comunitario de los dirigentes sociales en una especie de asistencia social a nivel de base,
como una intermediación con las políticas locales.
También las políticas de Estado han caído en esta modalidad, pues a través de fondos
concursables ha encontrado no sólo apoyos puntuales a sus políticas (conanciamiento,
externalización de la gestión) sino también ha impedido la cooperación entre las orga-
nizaciones. En efecto, la competencia por recursos ha redundado en que la cooperación
entre organizaciones sea restringida o inexistente, lo cual implica un freno importante
para el desarrollo de un capital social comunitario, el cual creemos debiera ser estimu-
lado y no desalentado por las políticas estatales.
Por todo lo dicho en relación a los partidos políticos y el Estado, no extraña que algu-
nas organizaciones, con el afán de conservar su autonomía, planteen el valor de la
autogestión como una condición de ésta.
Para terminar, consignemos que las motivaciones que permiten a los dirigentes desen-
volverse como trabajadores comunitarios, tienen que ver con una serie de valores uni-
versales (tan religiosos como políticos) que les permiten sentirse “humanos”. Estos
valores, tales como la solidaridad, la conanza y la responsabilidad, se orientan hacia
un objetivo práctico, que es un imperativo para los sectores populares (muchos de ellos
marginales) : mejorar sus condiciones de vida.
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PROGRAMA CALETA SUR Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario
BIBLIOGRAFÍA
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PROGRAMA CALETA SUR Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario
EL COLECTIVO LA DIVERSIDAD:
EL TRABAJO COMUNITARIO COMO FUENTE DE SENTIDO
Y EJERCICIO DE LA CIUDADANÍA
Nicolás Berasain.
Licenciado en losofía
Karen Badilla.
Licenciada en Historia
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Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario PROGRAMA CALETA SUR
1. Presentación
La raíz de sus variados propósitos es una cuestión que de algún modo ha quedado
secundada por la más fuerte propensión por alcanzar ciertos objetivos especícamente
concretos. Tal practicidad, gracias a la cual se desarrolla esencialmente el trabajo comu-
nitario, ha aunado los diversos intereses que cada actor social compromete en su que-
hacer y, de tal forma, es como esta actividad
-rica en cuanto a la emergencia de conocimientos empíricos respecto de las relaciones
que se entraman en un grupo humano- ha privilegiado el abordaje efectivo de los prob-
lemas con los que se encuentra el sujeto constituido e inmerso en una sociedad, donde
la consolidada instalación del modelo económico neoliberal, ha hecho circular un con-
junto de valores y discursos que claramente han segmentado y estraticado de manera
violenta a la comunidad. Se reconoce con desazón cómo el nuevo escenario cultural
que heredamos desde el período de dictadura militar, ha impactado con vehemencia en
la mentalidad chilena, distorsionando o extinguiendo ciertos signicados identitarios,
cuyo principal estrago, queda a veces tristemente maniesto en la emulación de las
sociedades industrializadas en sus más garrafales imágenes de fractura en las relacio-
nes humanas. Esto, por cierto, con todas las repercusiones materiales y morales que
trae consigo, entre ellas el empobrecimiento del sentido comunitario, es decir, la noción
intrínseca de una existencia en sociedad donde ha de primar una suerte de conciencia
política, hoy día derechamente decadente por quienes al contrario debieran enaltecerla
en su calidad de autoridades gubernamentales.
Esta conciencia política, que en su sentido más legítimo, funda su praxis en la ciudada-
nía y, por ende, en la integración de los ciudadanos, encuentra una analogía positiva, a
menor escala, en el afán de organización comunitaria y su consecuente acción social en
los trabajadores comunitarios. Decimos que es analógica y positiva porque expone, por
una parte, una inquietud tendiente hacia la participación ciudadana, vale decir, política,
y, por otra, porque se constituye a sí misma no tanto como una reacción negativa ante
muchas de las incompetencias o inoperancias de los estamentos políticos públicos sino,
más bien, desde la propia percepción y compromiso que ha tomado conciencia de la
urgencia de intervención en la comunidad en que se vive.
Sin embargo, ya se tenga una intención educativa, cultural, sanitaria, política (en el
sentido de ideológica) o se proponga una tendencia antidiscriminatoria por parte de
grupos minoritarios, entre otras, un fundamento unívoco o sintético para el trabajo
comunitario no se conoce. Por ello se entiende que no existe, por lo menos, un cono-
cimiento sistematizado y formal que pudiera albergar la posibilidad externa de estan-
darizar las mismas metodologías de intervención que han operado hasta ahora y alzar
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una conceptualización que establezca un marco referencial común, a partir del cual,
elaborar un trabajo mejor sincronizado y por lo tanto más ecaz. En n, se deja ver que
son variadas las carencias y muchas las conveniencias que tal proyecto puede tener. Por
ello, Caleta Sur emprende la presente investigación conciente de las valiosas signica-
ciones cualitativas que pueden recogerse en la línea exploratoria del sentido del trabajo
comunitario en la Comuna de Lo Espejo.
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2. Discursos de la verdad sexual: posición transgénera y ciudadanía
La integración del grupo transgénero al trabajo social surge como una instancia de
trabajo comunitario de nuevo tipo, en tanto que son sujetos que se presentan ya desde
una perspectiva heterogénea ante el medio habitual. Así, esto mismo nos invita a dirigir
una exploración profunda, por ejemplo, hacia la generación de políticas antidiscrimina-
torias y otras de orden benefactor y solidario para con las minorías sexuales, según las
primeras impresiones extraídas de un inaugural encuentro con el grupo. Sin embargo,
ante todo, parece indispensable establecer una plataforma semántica y teórica sobre
la cual la práctica investigativa va a desarrollarse. Ésta comprenderá las deniciones
y conceptos que se instrumentalizarán en el estudio y, por otra parte, consignará las
fuentes teoréticas desde las cuales se dará forma al programa de investigación.
Pues bien, parece presentarse como una primera problemática la cuestión social con-
temporánea de la supremacía de la mayoría en cuanto ésta basaría su identidad en un
empoderamiento negativo respecto de los grupos minoritarios. A saber, justamente la
categoría que aquí abordamos y su consabida sustracción del ideario social de normali-
dad. En este sentido, parece especialmente oportuno apelar a la epistemología social del
lósofo francés Michel Foucault (1926-1984) en cuanto ha signicado ésta un tan rico
y extenso estudio sobre las grandes exclusiones de la historia; además, por cierto, de
aquella misma incumbencia vivencial que tanto fomentó el trabajo de Foucault en tér-
minos de las distintas experiencias de discriminación y estraticación de las sociedades
occidentales en los últimos tres siglos. No obstante, lo crucial y más ventajoso de la
concurrencia a esta epistemología dice relación con la teoría política del poder que com-
prende. Se asume en ésta una cierta dinámica en las relaciones que se establecen en
una sociedad cuyo sentido estaría en permanente disputa entre los puntos perspectivos
que se engranarían polémicamente.
Ahora bien, tal abstracción es el esquema lógico de los complejos procesos culturales
que es capaz de desarrollar una sociedad. De hecho, para Foucault, la materialidad de
estos “puntos perspectivos” estaría en la gura del discurso que un cierto saber hace
circular validándolo a fuerza de consensuarlo mediante estrategias y mecanismos de
apoderación de la subjetividad, del espacio público y del espacio privado.
(60) Reiteramos el sentido que a este término daremos aquí, a saber, un sentido que apela a su signicado original
como aquello relativo a la ciudad (del griego pólis ciudad, y politikon su apelativo). Es decir, un signicado que enfatice
el derecho a la participación y la integración de cada uno de los “ciudadanos” al interior de la comunidad. Derecho
que por lo demás garantiza la legitimidad de la ingerencia de cualquiera que pueda establecer una relación razonable
(61) En el segundo congreso de la Asociación Americana de Psiquiatría se dictaminó, así sin más, que desde entonces
en adelante los homosexuales hombres y mujeres “no eran más un caso de trastorno psiquiátrico”. De sopetón, los
que habían sido estigmatizados por décadas, como perversos presos de una enfermedad mental sin cura, quedaron
(62) Es muy oportuno señalar aquí el sentido más preciso de la palabra “homosexual” en vista de cierta tergiversación
semántica y etimológica de su rigor. Compuesta del prejo homo-, del griego õmo “mismo, igual” o “lo mismo” y no
del prejo homo-, de igual escritura en latín homo, y que signica “hombre” (en sentido genérico a distinción de vir
“hombre, varón”). Esta palabra, homosexual, se reere a la tendencia sexual hacia el mismo sexo y en ningún caso
la tendencia sexual hacia el Hombre. De donde, por lo tanto, la palabra homofobia deviene por corrupción no en el
sentido de “odio al hombre” sino en sentido de aversión a lo igual, vale decir, elidiendo el sujo tácito sexual, como
una “fobia” a los homosexuales. (La palabra debió haber sido homosexofobia).
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Pero por la imbricación de poderes estratégicos una posición más que otra se ve cargada
de mayor ecacia y mayor capacidad discriminatoria. Por ejemplo, nuevamente el caso
de la psiquiatría: considera más o menos estáticamente un espectro antropológico que
va, en lo que se reere a la sexualidad, de lo normal a lo anormal pasando por distin-
tos matices que se deciden “lícitamente” porque allí yace la técnica ocial reconocida
para tales distinciones. Es un discurso que ha subvertido dramáticamente el estatuto
ontológico de la democracia porque se aanza en la idea de una mayoría que debe leg-
islar pero que con ello, acarrea la legitimación de subordinar la minoría a una concien-
cia cuantitativamente superior. La epistemología social del análisis de estos discursos
invierte el esquema para levantar los tópicos de la voluntad y la libertad individuales
como derechos intrínsecos desde los cuales se puede y debe erigir una conguración
de la ciudadanía y no al revés como una ciudadanía que parte de la premisa de lo
mayoritario. De esta manera atinge contemplar, con el n de contrastar de algún modo
esta teoría política, los conceptos que en efecto transitan como discurso respecto de la
fracción del universo poblacional que queda segmentada como esto “otro” menos visible,
solapado y entredicho en la sociedad que, sin embargo, se estructura necesariamente
con ella.
(63) Guillermo Vidal & Renato Alarcón (Dirs.), Psiquiatría. Ed. Médica Panamericana, Buenos Aires, 1992, P. 401.
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Por otra parte, se establece explícitamente de la normalidad sexual el “sexo reproduc-
tivo [...], el sexo relacional (para comunicación social e interindividual) y el sexo rec-
reativo (para búsqueda consciente del placer erótico) [Gerard Zwang65 ]”66 . Y así,
paradójicamente se ha licitado al placer como la función sexual más relativa en tanto
que capaz de justicar, siguiendo esta denición, cualquier actividad sexual. Con esto, la
sexualidad se constriñe más en el ámbito jurídico que psicológico pues el sexo genético,
cerebral, fenotípico, psíquico se supeditarían a la relación que se ejerciera entre un indi-
viduo y su objeto sexual. Recabando de nuevo, en los susodichos tópicos políticos de la
voluntad y la libertad como encrucijada teórico-práctica de las relaciones políticas entre
los sujetos que pertenecen a una sociedad.
En cuanto a la estricta denición de aquel grupo minoritario sexual cabe exponer las
distinciones empleadas ya que, no obstante, sirven de plataforma para el manejo con-
vencional que este marco teórico pretende hacia la investigación propiamente tal. Así,
lo ineludible es acotar la delimitación técnica frente al uso de la palabra travesti. La
psiquiatría la contiene dentro del grupo de las paralias, “estados psicosexuales en los
cuales el individuo requiere para su excitación y graticación erótica, de fantasías, obje-
tos o acciones desusados o bizarros que, por su carácter compulsivo y permanente, se
constituyen en problemáticos para él o para los demás”67 . Se concibe el travestismo
como “el uso de vestidos del sexo opuesto para obtener excitación sexual”, pero es de
suma importancia la advertencia de que el travesti “se distingue del transexual, porque
en el primero no hay incongruencia entre su sexo psicológico y fenotípico [carácter
hereditario, anatómico]; y del homosexual afeminado, porque el objeto sexual de éste
es masculino. En buen número de casos, sin embargo, existen asociaciones de traves-
tismo-transexualismo y travestismo-homosexualismo”68 .
De este modo, el transexual “es una persona cuyo sexo psicológico es por completo
opuesto al somático [y así] busca vestirse con ropas del sexo opuesto y comportarse
en concordancia con éste. No obstante que su objeto sexual es el mismo que su sexo
corporal, el transexual no es un homosexual, pues su sexo psicológico tiene orientación
heterosexual. Tampoco puede ser tildado ligeramente de psicótico, porque su convicción
no es delirante”69 . La identicación con el otro sexo les exhorta, por consiguiente, a la
“transformación” estética primero, siológica después. La aspiración de esta adaptación
se intensica paulatinamente en el proceso en que el sujeto va travistiéndose conjunta-
mente con un tratamiento hormonal.
La meta decisoria de esta mutación, en donde se deposita toda la esperanza del tran-
sexual, es la operación quirúrgica.
(65) Cfr. Gerard Zwang, Enciclopedia de la función sexual Vol. I y II. Ed. ATE, España, 1980.
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La aprobación médica de aquella está estipulada en el DSM-IV cuando se conrman: “1.
Malestar y descontento permanentes ante el propio sexo anatómico 2. Deseo persistente
de eliminar los propios genitales y de vivir como un individuo del otro sexo 3. El trastorno
debe ser duradero, de 2 años como mínimo, sin limitarse a períodos de estrés 4.
Ausencia de intersexualidad corporal [es decir, un desarrollo sexual morfológico como el
hermafroditismo] o de un defecto genético (esto no excluye, a nuestro juicio, una tran-
sexualidad) 5. El trastorno no debe ser síntoma de una enfermedad mental, como la
esquizofrenia. [/...] Se precisa un diagnóstico diferencial para distinguir: 1) la homosexu-
alidad, 2) el travestismo, 3) los conictos de adolescencia, 4) la esquizofrenia, 5) la delin-
cuencia “70 . La denominación de “trastorno” apunta nuevamente con una intencionalidad
valórica, pues el hecho indiscutible es que la mayoría poblacional posee esa suerte de
sincronía entre “cuerpo y alma” versus la “contradicción” propia de la transexualidad.
Pero lo que se enmascara con el supuesto ontológico que esto implica, se pone en la línea
genealógica donde se puede indagar el apriorismo que niega el goce en todas sus formas
y sin mediar cierto modelo estandard psicosiológico predeterminado71 .
Sin embargo, conviene connotar que el DSM-IV no utiliza en ningún momento la palabra
transexual sino la calicación de Trastorno de la identidad sexual72 , apartando así la
idea de un desplazamiento o mudanza al otro sexo (del prejo latino trans-) que allí
nunca ocurriría; o no por lo menos, más que en la declaración del sujeto que queda
reducido a una declaración invasiva. Así bien, el individuo con este trastorno debe seguir
con lo señalado más arriba junto con exponer “pruebas de malestar clínicamente signi-
cativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes”.
Mas, asumiendo el conocimiento estadístico que hay, vale decir como signo diagnóstico
diferencial, que “la actividad sexual de estos individuos con personas del mismo sexo se
encuentra generalmente restringida, porque no desean que sus parejas vean o toquen
sus genitales [acomodándose en último caso a] la fantasía de ser amantes lesbianas
o de que la pareja es varón y él, una mujer”73 lo cual, por una parte, contrarresta el
criterio anterior74 sobre el carácter no delirante del “transexual” y por otra, enfatiza a
éste como un tipo de ningún modo homosexual.
Pues bien, desde la terminología del DSM-IV se cierra esta nosografía con uno de los
manuales más utilizados en medicina, el Merck75 , donde lo que nos ocupa se ha inscrito
en la sección “Mala adaptación y desviación sexual”76 que dene al transexual como
aquel que “cree que es víctima de un accidente biológico y se halla cruelmente aprisio-
nado dentro de un cuerpo que es incompatible con su identidad sexual real.
(70) R. Battegay, J. Glatzel, W. Pöldinger, U. Raucheisch, Diccionario de psiquiatría. Ed. Herder, Barcelona, 1989, p. 311.
(71) El “estereotipo cultural” que pregona el DSM-IV, Manual diagnóstico y estadístico de enfermedades mentales de
(75) R. Berkow & Talbott (et col.), El Manual Merck. Ed. Merck Sharp & Dohme Research Laboratories, E.U.A., 1981. (6ª edición).
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[De ello resulta que] ven con repugnancia sus genitales y sus rasgos masculinos.
Su objetivo al buscar ayuda psiquiátrica, no es precisamente obtener tratamiento
psicológico, sino conseguir una cirugía que les acerque lo más posible a una conguración
corporal femenina”77 .
(80) Hormona de usual ingesta en transexuales que “garantiza [...] ver sus senos crecer, sus pezones engordar y
extenderse su aréola [... con ella, además... ] sus cabellos se alargan, su piel se vuelve suave y lampiña, no vuelve
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De la etiología, creemos no compete aquí más que una referencia general a la teorización
psicoanalítica que plantea una simbiosis muy temprana, del niño con la madre, no
superada, tanto más si ha habido ausencia paterna. Este proceso de individuación malo-
grado perdura en el sujeto como una identicación personal e inconsciente con la madre.
También se connota la más corriente causalidad traumática que ja un afecto extrema-
damente intenso en la infancia primera o segunda -una violación, abusos sexuales- y
que, como mecanismo de defensa, niega su sexo anatómico y asume el otro como propio
para naturalizar la huella inconsciente que perdura como repetición. De igual forma, es
posible que se haya producido en el quinto mes de gestación un trastorno hormonal
intrauterino en la forma de un décit de andrógenos y, nalmente, cabe la opción de una
alteración patológica, a nivel neurológico, maniesta en ciertas irregularidades electro-
encefalográmicas de los transexuales, causalidad ante la que existen grandes reservas.
Por una parte, queremos recurrir a un concepto que se ha insertado en forma preliminar para hacer
converger cierta noción del intangible “material” mismo del trabajo comunitario: el capital social82 .
Para Kliksberg este concepto, necesariamente urgente, apenas empieza a denirse. Así,
frente a la necesidad de “superar los reduccionismos de corte economicista e incluir en
la reexión sobre el desarrollo las dimensiones políticas, institucionales y culturales”
surge la importancia de integrar y promover perspectivas analíticas en que prime aquello
donde el individuo puede darle sentido a su existencia: la cultura.
(82) Bernardo Kliksberg, “Capital social y cultura, claves esenciales del desarrollo” en Revista de la CEPAL 69, diciem-
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Kliksberg expresa la denición de Putnam acerca del capital social como “el grado de
conanza existente entre los actores sociales de una sociedad, las normas de compor-
tamiento cívico practicadas y el nivel de asociatividad”83 , es decir, la estructuración
político-participativa de las personas basada en cierto sentido de seguridad y reciproci-
dad colectiva. Otro autor, Coleman (1990), aborda el plano individual del capital social
en que se maniesta la capacidad de integración y relación, de la conabilidad y de
los contactos sociales que son y se hacen posibles en la dimensión privada. Así, como
una conveniencia para el presente marco teórico, Newton (1997) y Joseph (1998),
enfatizarán el aspecto subjetivo del capital social como aquel conjunto de “valores y
actitudes que inuyen en la forma en que se relacionan las personas”84 , sus “ideas,
ideales, instituciones y arreglos sociales, a través de los cuales [...] encuentran su voz
y movilizan sus energías particulares para causas públicas”85 . Por consiguiente, de un
modo tentativo, por capital social puede entenderse la red social que establece relacio-
nes actitudinales, valóricas y recíprocas entre los sujetos que la componen. La conanza
mutua, la cooperación cívica, el aatamiento de grupo, la circulación de información, la
gestión comunitaria, son principales factores del capital social el cual se actualiza como
desarrollo socio-económico y vivica la cultura de una comunidad.
De esta manera, podemos decir que existe un importante grado de capital social en
el trabajo comunitario desarrollado por el grupo transgénero de Caleta Sur que, junto
con exponernos índices interpretativos del sentido de aquél, nos otorga la posibilidad de
iniciar alguna suerte de medición cualitativa del capital social en torno a su ingerencia
ciudadana en la comuna en que se desarrolla el grupo “La Diversidad”, y el nivel de
receptividad que allí encuentra. Porque, además de estas variables positivas expuestas
en el artículo reseñado, existe naturalmente el contrapunto de recoger, según este con-
cepto, una idea de capital social negativo en la forma de discriminación y la segregación
de las minorías sexuales y culturales.
Finalmente, desde el punto de vista del análisis del discurso de las formas de exclusión y
discriminación, el obstáculo más recalcitrante sigue siendo la connivencia entre el saber
y el poder, armados de una mutualidad estratégica que oprime la soberanía y el derecho
a la ciudadanía proactiva, efectiva y legítima de quienes no lucen tal recurso. Precisa-
mente, el caso especíco de las minorías sexuales representa el aspecto más negativo
de esta trasgresión en tanto que, de uno o de otro modo, como hemos aproximado, su
carácter diferencial ha implicado una minusvalía ciudadana. Por eso, la incesante y pro-
gresiva protesta que vienen clamando las organizaciones sociales de minorías sexuales
está en que “no se considera sucientemente el hecho de que la demanda de diversidad
es demanda al reconocimiento público de la diversidad”86 con la cual, lo que se implica,
es la inserción en la escena pública, de los intereses particulares de sectores minoritarios
que por ejemplo, dada su posición de género, les resulta imposible ejercer un derecho
tan fundamental como es el del trabajo, o tanto más como es el derecho a ser el que
se es; de donde surgen “demandas también por reconocimientos de “derechos”, como
los denominados “derechos humanos” o “derechos a la diversidad”, estos últimos plant-
eados como extensión de la protección jurídica para la realización de opciones de vida
diversas a las predominantes (minorías culturales, étnicas, homosexuales, etc.)”87 . Así,
lo que aquí se esgrime tiene su fondo en cuestiones fundamentales de la razón política y,
de este modo, “la participación social [...] no se considera participación ciudadana sino
en tanto y en cuanto se relaciona con el poder público. La participación ciudadana cor-
responde a intereses privados (aunque sean colectivos) de la sociedad civil y reconoce
intereses públicos, políticos, ante los que apela. Lo que está pidiendo es precisamente
el reconocimiento del carácter público que tiene su interés privado, pero ese interés
privado no se transforma en público, sino que se puede hacer pública la consideración
de ese interés”88 .
(86) Rodrigo Baño, “Participación ciudadana: elementos conceptuales” en Nociones de una Ciudadanía que crece,
Con esto, para bien sentarlo en sus disposiciones contra la discriminación cultural y de
todo género, la Declaración proclama en el primero de sus doce artículos que “la cultura
toma diversas formas a través del tiempo y el espacio. Esta diversidad está incorporada
en la unicidad [uniqueness] y pluralidad de las identidades de los grupos y las socie-
dades que conforman la humanidad. Tanto como fuente de intercambio, innovación y
creatividad, la diversidad cultural es tan necesaria para la humanidad como la biodiver-
sidad es para la naturaleza. En este sentido, es el patrimonio común de la humanidad
y debería ser reconocido y armado para el benecio de las presentes y futuras genera-
ciones”92 , lo cual había sido antelado por Matsuura y que, enfatizado así, acarrea una
difícil problematización.
(89) Acerca de Derechos Humanos y discriminación y la perspectiva de la ONU, la OEA y la OMS, Cfr. Varios autores,
Derechos Humanos y Sida. Reexiones y desafíos. Ed. Andros, Santiago de Chile, 1997.
(90) UNESCO, “Declaration on Cultural Diversity” en The Month at UNESCO, suplemento nº 43. General Conference
of UNESCO 31st Session. Ed. UNESCO, Paris, diciembre de 2001. (La traducción es nuestra).
(91) Ibid., p. 41. (Hay cita al pie en el texto original acerca de esta denición que sería conclusiva de la Conferencia
Mundial sobre Políticas culturales (MONDIACULT, México, 1982), de la Comisión Mundial de Cultura y Desarrollo (Our
Creative Diversity, 1995) y de la Conferencia intergubernamental sobre Políticas culturales para el desarrollo (Esto-
Otro artículo de interés, en la línea del sentido que pueda tener el trabajo comunitario, al
respecto de la diversidad cultural, es el tercero, intitulado “La diversidad cultural como un
factor de desarrollo”, donde se entiende que “la diversidad cultural ensancha el rango de
opciones abiertas a todos; es una de las raíces del desarrollo, entendido no simplemente
en términos de crecimiento económico, sino también como un medio para lograr una exis-
tencia intelectual, emocional, moral y espiritual más satisfactoria”93 , puesto que la diver-
sidad pluraliza el medio social y suscita una heterogeneidad de ideas y sentimientos que
catapultan la creatividad y las distintas formas de asociación comunitaria cuyo resultado
más óptimo es el fortalecimiento de la comunidad misma, su capital social94 .
(94) Ibid., p. 41. Cfr. Artículos 7, 9 y 10 de la Declaración (Loc. Cit.) sobre la creatividad que se gesta en la diversidad.
También los veinte puntos del “Plan de Acción para la Implementación de la Declaración Universal sobre la Diversidad
Cultural” y las distintas proposiciones de políticas públicas y privadas en pro de los preceptos de la Declaración.
(95) En conclusión, cuatro perspectivas se han incardinado para el enfoque teórico de la investigación acerca del sentido del trabajo
comunitario en nuestro grupo “La Diversidad”. Las dos primeras se relacionan entre sí no sólo a nivel temático sino también respecto de su
aplicación práctica en la comprensión de los hechos sociales: la epistemología social de Foucault y la conceptualización de la psiquiatría.
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Así, el largo proceso de democratización en Occidente, desde la difícil transición de las
monarquías de antaño hasta la pretensión utópica de una democracia participativa que
se prolonga hasta nuestros días, en n toda una historia, no es más que una de las
malversaciones del concepto de democracia, que lo envuelve en una bruma que hace
imposible la realización contemporánea de su idealidad. En aquel proceso de tres siglos,
buscará Foucault el origen material, efectivo, de los regímenes de saber que se han
empoderado, excluido o aplastado otros. Cómo esto sigue ocurriendo y según qué lógica.
Habría mecanismos de subjetivación “sujetos” a un poder coactivo, siempre interino pero
dispuesto a librar la guerra ante los intentos de derroque o subversión. Son las relaciones
de poder que se embisten, se concatenan y se funden entre sí esencialmente -u original-
mente- mediante discursos; el acervo cultural, intelectual, espiritual, etc. que todos ten-
emos y con el que hacemos sentido tanto en la vida individual como colectiva.
A partir de ello, este valor, absolutizado, constituirá una licencia radical para la
planicación estadística en economía política y movilidad demográca. De esta manera,
el valor absoluto de la lantropía, revestido de una ideología, un credo o una tradición
histórica, por medio de la probísima gura del médico, se extiende como una “función
confusa [de la que] han salido personajes, instituciones, saberes... [toda] una higiene
pública, inspectores, asistentes sociales, psicólogos. [...Así entonces,] se asiste a una
[gran] proliferación de categorías de trabajadores sociales [y,] naturalmente, la medic-
ina ha jugado el rol fundamental de denominador común”96 . Politizada así la lantropía,
esto es, al nivel discursivo de una gubernamentalidad97 que la erige como matriz ética,
congurando un rango de validez para el trabajador social, este valor -en ningún caso
despreciable en sí mismo- opera estratégicamente y en su favor se ejercen fuerzas que
cristalizan en desigualdades sociales y en insolvencias ontológicas como que la lan-
tropía acaba oponiéndose a la libertad que cada subjetividad inviste.
(96) Michel Foucault, “Pouvoir et corps” en Dits et écrits II. Ed. Gallimard, París, 1994. (La traducción es nuestra)
(97) Michel Foucault, La “gouvernementalité”. Rev. Aut-Aut, nº167-168, septiembre-diciembre de 1978, pp. 12-29.
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Nuevamente, es la lógica democrática de una mayoría la que pone toda losofía política
en aprietos, entre el designio de los derechos de cada ciudadano y el resultado de la
asimilación colectiva que los conglomera, por un “bien” mayoritario, como es aquel que
la posición epistémica -saber y forma política- de la medicina ha propulsado con la
naturalización que afecta la conciencia cívica del individuo, en su relación con el otro,
con la vida y el cuerpo del otro, y que, concernientemente a nuestro asunto, desenfoca
la contingencia de la lantropía como valor para las formas de trabajo comunitario o
trabajo social, para el asistencialismo y la sublimación de un cambio social.
Desde esta problemática, la interrogante por el sentido del trabajo comunitario, como
toda pregunta por el sentido, acarrea un acervo conceptual que denota la incumbencia
ineluctable del pensamiento losóco que hemos referido. Así, más aun, cerramos esta
cuestión epistemológica ponderando la posibilidad de que los sentidos conjugados, en la
ética del trabajador comunitario, sean de tal heterogeneidad que no sea posible hablar
de un sentido. Empero, como hemos esbozado, si hay una multiplicidad de sentidos, y,
de algún modo, si se los pudiera condensar en el gran sentido de la lantropía como
discurso ocial, la misma suspicacia losóco-política que hemos inyectado en esta
teorización, invertirá la valoración del esquema de las relaciones humanas, en el trabajo
con, para y en la comunidad, resignicándolo como el de un gran hedonismo intrínseco
en el enunciado de la lantropía. A tal efecto, conviene la referencia a la explicitación
de principios actitudinales propuestos en un ejemplo, que si bien no quiere vericar la
suerte de hipótesis del hedonismo, se presenta aquí, sin embargo, por su claridad y
legitimidad. Se trata de Mary Lane, profesora del Departamento de Trabajo social en
la Universidad de Sydney quien se ha desarrollado en trabajo comunitario el suciente
tiempo como para pregonar que su postura losóca ante esta actividad, que reconoce
que los recursos son distribuidos en la sociedad de manera inequitativa, es que se
“podría intentar hacer algo, aunque sea pequeño, acerca de esta injusticia”. También
se expresa diciendo que “me sentí confortable trabajando con este grupo etario* y fui
feliz de usar muchas de mis energías con ellos”98 . Ahora bien, urge declarar que estas
entonaciones y señalizaciones no tienen nada de despectivo para con estas satisfaccio-
nes subjetivas en las actividades sociales. Antes bien, expresiones como éstas reponen
la visión en los fundamentos menos conscientes que incentivan la lantropía, los cuales,
por ejemplo, pueden movilizarse desde una necesidad de autosatisfacción en la caridad,
solidaridad o cualesquiera sean los epítetos que puedan proferirse al nivel de las inten-
cionalidades asistenciales y/o comunitarias que se inscriben en el espacio político de la
ciudadanía efectiva.
* Se reere al grupo de niños de los suburbios de Sydney con quienes realizó trabajo comunitario.
(98) Rosamund Torpe & Judy Petruchenia, Community Work or Social Change?. Routledge & Kegan Paul, Londres,
Por último, la cuestión de la posición sexual de los mal llamados “travestis”, en reali-
dad transexuales, la identidad psicosexual y su caracterización cientíca “autorizada”,
se enfrenta a la epistemología foucaultiana como un saber que se ha enlazado al poder
que ostenta la ciencia hoy en día, fuertemente y desde hace más de un siglo y medio,
en la forma de la psiquiatría. Rama de la medicina que comporta un juicio de valor que
ubica la transexualidad en un punto especíco en el espectro que va de la normalidad a
la anormalidad99 que aquella misma ha denido, manteniéndose así todas las visiones
desde un centro hegemónico.
Precisamente aquello que se ha problematizado en el análisis del discurso. Sin embargo,
hemos cotejado los conceptos uniformados de la psiquiatría y del DSM-IV de la APA100
para una utilización estandarizada de las diferentes deniciones que en la investigación
son pertinentes. Recalcando, eso sí, que esto no signica una adhesión a ciertos rasgos
semánticos de aquellas deniciones como el uso de la palabra “trastorno”, “paralia”,
“perversión”, etc.
(99) Cfr. R. Capponi, Sintomatología y semiologia psiquiátrica. Ed. Universitaria, Santiago de Chile, 1990. Pp.
17-39.
Todos estos aspectos en su conjunto traen acá una característica común respecto del
grupo transgénero que realiza trabajo comunitario en Caleta Sur. Se trata de la con-
tinuidad que estos sujetos han mantenido entre no sólo el espacio privado y público,
trasvistiéndose por ejemplo, sino más a fondo, conservando una coherencia identitaria
entre su subjetividad no sólo sexual, también política y cultural, y el mundo, en su sen-
tido ontológico tanto como sociológico, la sociedad. Exponiendo su autointerpretación y
ejerciendo el derecho de ser, así a secas, levantan todos sus derechos ciudadanos ya sea
ante la discriminación de género, laboral, social, familiar, etc., así como ante la medicina
psiquiátrica o las leyes, que les imponen una sexualidad desde fuera, desde la norma-
tividad social y desde un cuerpo que aguarda la transformación anatómica antepuesto a
un registro civil que los eterniza en un género determinado por la carne. Todos signos
particulares que queremos elucidar en la vía del sentido del trabajo comunitario que
realizan.
El marco referencial expuesto ha querido apuntar ciertas perspectivas útiles sobre todo
en las modalidades diagnósticas y analíticas que la exploración investigativa tendrá. No
es menester considerarlas absolutas en ésta pues son instrumentos teóricos y prácticos
que apoyan la confección de lo que se pretende sea la producción heurística de nuevas
ideas e hipótesis explicatorias de los fenómenos sociales que se atienden. Vale decir,
que para la investigación primarán los signicados reales y muestrales que vayan encon-
trándose en ella, por cierto, sin desmedro de aquellos que permitieron un lineamiento
metodológico y teórico.
(101) Cfr. Bernardo Kliksberg, “Capital social y cultura, claves esenciales del desarrollo” en Revista de la CEPAL 69.
El acceso investigativo a un grupo humano de sólo siete integrantes requiere, por esta
circunstancia, de una aproximación que sea capaz de profundizar en aspectos subjetivos
de la persona para así desarrollar una compresión más cabal del fenómeno o problema
que se aborda.
Así bien, es importante mostrar las singularidades que conjuntan y vivican La Diversi-
dad pues, es allí donde puede elucidarse, desde una perspectiva cualitativa y una met-
odología exploratoria, cuáles sean el o los sentidos para un trabajo comunitario peculiar
en tanto sus motivaciones y sus objetivos.
(103) A lo cual irrestrictamente hay que añadir que utilizamos este término (homosexualidad) en un sentido muy
genérico y aprovechando su consensualidad cultural tanto como la del Colectivo mismo a la hora de aunar en una
expresión las contorsiones de una subjetividad que no permite simplismos en su denición. Así, para las distintas
integrantes de La Diversidad resulta inatribuible el carácter de “condición” para su sexualidad porque más bien éste
sería un carácter de cierta movilidad dentro de las experiencias que un individuo puede ejercer sobre sí mismo, su
(104) Si bien, a primera vista se reconoce una discordancia de género gramatical entre el artículo ‘las’ y el sustantivo
‘sujetos’, ello se justica aquí en razón de su funcionalidad en la presente investigación, dado su maleable carácter de
género. Esto por eludir la carga semiótica de la más correcta expresión “los sujetos”.
91
Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario PROGRAMA CALETA SUR
Entrando en esta línea de consideraciones, todas las componentes de La Diversidad
concuerdan en pronunciarse a favor de una causalidad psíquica y social que no cor-
respondería a un evento traumático en algún período de la infancia o de la adolescencia.
Más bien, conciliando todas en una primigenia etapa de homosexualidad, desde la que
derivarían como ramicaciones de ésta -a veces harto intrincadas-, la auténtica y esen-
cial causa de su diferencia sexual, la que estaría explicada no más que como una tau-
tología acerca de la señera y sui generis existencia de los homosexuales en todo tiempo,
toda sociedad, todo grupo humano. No se trataría, de este modo, de una decisión per-
sonal ante las opciones que la vida sexual ofrece sino, denitivamente, de una tendencia
irrevocable y, de alguna manera, hasta propiciada por la naturaleza o una entidad supe-
rior. La idea de una diferencia que primeramente es ocultada y autodiscriminada para
luego ser afrontada y asumida incluso con orgullo, es condición unívoca de los testimo-
nios que cada cual entregó en cuanto a este peculiar modo de plantearse a sí mismo
frente a la experiencia personal y la experiencia social y colectiva.
Pues bien, al punto en que estos individuos reconocen una primera conciencia de “algo”
que les desigualaba del común, la memoria se remontó a la primera infancia cuando,
por ejemplo, la sujeto 1 nos dice que “desde que yo nací me siento que soy homosexual
[...] como de los tres años para adelante”, es decir, tan temprano como nos indican las
sujetos 3 y 4 respectivamente: “desde que tengo uso de razón”, “yo de niño sé que
soy homosexual [...] de que tenía uso de razón”. Aun más grácamente, la sujeto 5
declara que “de chico me imaginaba que era mujer” en el sentido de que, como dice
la sujeto 6, esto “siempre fue una tendencia [a] mi mismo sexo”. Queda clara, así, la
uniformidad del tiempo en que cierta conciencia de la diferencia sexual toma forma para
que, ulteriormente, tome cuerpo y una decisión capital en la vida de las personas que
trastocan, ante todos, la apariencia y la supuesta identidad revelando una suerte de
oposición interna entre el rol preconcebido, quiérase natural o biológicamente, quiérase
convencionalmente, y aquél que acaba congurando un perl psico-social feminoide105
en este caso. Tal acontecimiento queda retratado con agudeza en el decir de nuestras entrevistadas:
(105) La descomposición etimológica del término feminoide expone un muy estricto sentido. Los étimos aquí son: el
latino “femina” (mujer) y el griego “oide” (forma), es decir, “con forma de mujer”.
92
PROGRAMA CALETA SUR Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario
“[Ella] nació conmigo, el carné decía otra cosa pero [ella] nació
conmigo, en sus sensaciones, en sus emociones, en sus sentimientos
...ella ya está viviendo dentro de mí...
[Sujeto 7:] [Ella] o una mezcolanza entre [ella] y él, él, el hombre
amanerado que todos están acostumbrados a ver pero, la que
habla es como una mezcla entre este hombre que está agónico
y [ella]”
(106) En el extracto de entrevista siguiente, así como en otros en adelante, se recambia el nombre propio de las
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Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario PROGRAMA CALETA SUR
Así bien, tenemos que todas las jóvenes que integran La Diversidad concuerdan en la
dicultad que signica enfrentarse a la familia, a la sociedad y, por qué no, a sí mismas,
en un momento dado, declarando que se es homosexual, que se quiere vivir como gay.
Hay toda una brecha de diversas discriminaciones que van apareciendo y, precisa y
comúnmente, a una edad en que puede aparecer una conciencia clara de la orientación
sexual pero que, al mismo tiempo, es una edad de “adolescencias”, es decir, una etapa
de la vida en la que el individuo empieza la formación práctica y deliberada -no la
inconsciente- de su posicionamiento en el mundo, de sus perspectivas morales ante la
cultura en que se desarrolla y del empoderamiento individual ante las relaciones políticas
que la sociedad establece.
Por ello, justamente allí es acuciante la reexión sobre el despliegue que sigue
una individualidad que tiende sexualmente a su propio sexo y, esto, inserto en una cul-
tura en que se “sobresexualiza” el cuerpo y se “pansexualizan” las interrelaciones huma-
nas. Hay para estas personas obstáculos que aprenden a sortear con una dignidad que,
en nuestro país, hasta sólo hace poco más de una década, especícamente después de
la dictadura militar de Pinochet, es posible enaltecer. Sin embargo, fuertemente quedan
patrones de conducta sectarios al interior de las minorías sexuales, segregaciones intes-
tinas donde la autodiscriminación hace de esta realidad una todavía nocturna, sitiada y
exclusivista.
Quienes forman La Diversidad nos transmiten lo dicultoso que puede ser inte-
grar distintas “formas de homosexualidad” tan sólo dentro de la comuna. A esto hay
que agregar que el grupo entero que constituye el Colectivo se compone en su mayoría
de amigas antiguas, y cuyos “procesos de personicación”, ya sea como travestis, gays,
“ambiguos”, transgéneras, etc., han devenido y convivido heterogéneamente el uno al
lado del otro.
Desde este punto de vista, entonces, resulta interesante despejar las individu-
alidades a partir de la genealogía que elucida este movimiento que va de una cierta
homogeneidad inicial hasta una heterogeneidad actual. Al respecto, hemos señalado
el factor común que hay en la precocidad de la predisposición al mismo sexo. Otro
rasgo signicativo, para el intento de acercarnos a una interpretación, que se introduzca
en el sentido que La Diversidad otorga al trabajo que hace, se encuentra en el valor
asignado a la gura materna, la cual, sin pretender concebirla estrictamente como en
el psicoanálisis, sí viene a bien contemplarla como esta disciplina hace al nivel de las
estructuraciones simbólicas de la cultura, esto es, como una gura que se triangula fun-
damentalmente junto al hijo y el padre, disponiendo así, una especie de conguración
para la conciencia individual, cuya más preclara función se da en la capacidad de
adaptación que el sujeto ejerce ante la realidad. Este principio vuélvese útil aquí cuando
concurrimos a una omnipresencia de la madre, en los testimonios autobiográcos de
nuestras sujetos, como actor principal y determinante en los hechos y decisiones par-
ticulares, que cada quien en la organización que tratamos, ha llevado a cabo en su vida
familiar y afectiva.
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PROGRAMA CALETA SUR Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario
He aquí, por consiguiente, algunos extractos que evidencian la tenaz modulación que la madre ha ejercido
en las sujetos. No obstante, no se quiere generalizar el postulado psiquiátrico de la etiología traumática o el
psicoanalítico de la jación en el complejo de Edipo, con su consecuente incapacidad para superar la simbiosis
con la madre cuya imagen dominaría un yo débil, quizá desposeído de imago paterna. Antes bien, como se
esgrimió en Discursos de la verdad sexual: posición transgénera y ciudadanía107 , la franca intención de hacer
estos alcances es brevemente situar la perspectiva cientíco-médica, como discurso pero también como her-
ramienta de comprensión. Pues, el primer sentido se puede atribuir al propio carácter que las miembros de La
Diversidad adjudican a su posición sexual, afectiva y conceptual. Reiterando, con ello, que un aspecto -si se
quiere existencial- cubre transversalmente este tramo, particularmente en la vida de los “hombres que tienen
sexo con hombres” (HSH)108 y es decisivamente la relación con la madre:
“Mi mamá siempre me dijo que me amaba igual pero, con la diferencia
que siempre esperó que cambiase... [aunque tal vez] siempre supo que
su hijo iba a ser homosexual” (sujeto 6)
(108) Acogemos la precisión de la expresión “hombres que tienen sexo con hombres”, cuya sigla es HSH, porque alcanza su objeto al
tratar de signicar todo el orden de sujetos masculinos que mantienen o han mantenido relaciones sexuales con otros hombres, con
total independencia de la denición que éstos se arroguen a sí mismos o de la que la psicología o la psiquiatría planteen. Este propósito
pretende indicar la atención más en las relaciones intersubjetivas que en los sujetos mismos con el n de describir, analizar y dar
respuesta a los problemas que existen en la temática de las minorías sexuales. Esta terminología, como se puede observar, no distingue
entre la práctica de la homosexualidad furtiva u ocasional; la llamada bisexualidad; la homosexualidad pasiva y/o activa, etc.
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Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario PROGRAMA CALETA SUR
“Mi mamá me retaba porque incluso de chico me imaginaba
que era mujer, ...me gustaba el pelo largo, me gustaba que mi mamá
se pintara los labios, cosas así. [Después,] lo que más me daba miedo
era que a mi mamá le fueran a contar: “¿sabes? Lo confundieron con
mujer” ...lo más difícil para un gay, es
decírselo a su mamá” (sujeto 5)
Estos dichos representan, obviamente, sólo una parte de muchos en los que las referen-
cias a la familia nuclear, y en varios, la madre en particular, constituyeron la primera bar-
rera social que tuvieron que franquear camino a un autorreconocimiento. Este desarrollo
es costoso y atiborrado de episodios de discriminación, de temor al medio y confusión.
Unánimemente, todas se expresaron respecto de la fuerte impresión de cómo la socie-
dad parece sencillamente no haberles querido ni querer darles un espacio, como si éste
no les estuviera garantizado por derecho y que, por eso, debían ganárselo a fuerza de
vivir la burla, el desdén y la ciega incomprensión. Claro es, por lo tanto, cómo estas
circunstancias suscitan un blindaje grupal que merma la real posibilidad de participar
en la ciudadanía y de intervenir, sin sesgo apriorístico, en el escenario comunitario. Dis-
puestas así las cosas, la familia, la madre eminentemente, son el apoyo sustantivo que
estas personas llevan consigo, eso sí, quizás tanto como el que obtienen del fuerte sen-
timiento de amistad y camaradería que todas cultivan. Así, insertos en una reunión de La
Diversidad, es fácil percibir la fraternidad con la que interactúan aunque, ciertamente,
bajo un sello muy especial, de acuerdo a ciertos códigos y palabras “que hay que ser
como nosotras para entenderlos,...es un lenguaje propio” (sujeto 5).
Ahora bien, todos estos mecanismos se constituyen sobre la base de que existe una
diferencia, la cual, acrecentando su poder, mediante la legitimación de un discurso que
proclama el derecho a ser diferente, con igual dignidad, es posible reconocer tanto
más cuanto que los lindes distintivos -que tan en su contra han jugado- pierdan esa
ambigüedad y sea efectivamente reconocible no una tipología HSH, sino una expeditud
para ser el que se quiere ser. Tal disposición implica una cierta “desexualización cultural
y del cuerpo” que anteponga la conciencia ética antes que la práctica sexual, antes que
la normatividad de género. Ni la biología ni el derecho debieran empecinarse en “pro-
ducir” un concepto esencial de ser humano pues, la experiencia de serlo, es de algún
modo experimentable a nivel ético, individual y es el caso que esto puede ocurrir razon-
ablemente en sociedad.
De lo anterior, conviene pasar a las locuciones mismas que las siete integrantes
de La Diversidad ofrecieron en las entrevistas acerca de la transformación física, de su
relevancia e implicancias sociales. No esto sin antes presentar un cuadro sistematizador
de algunos de estos aspectos:
cuadro 1
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Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario PROGRAMA CALETA SUR
“[Sobre la operación quirúrgica de cambio de sexo:] ...si lo hiciese, si
se me diese la oportunidad más adelante, a sabiendas y arriesgándome
a que mi mamá no me hable nunca más ...o sea, empezar todo
de nuevo, sí, o sea, estaría dispuesto a hacerlo, y me siento capaz
de hacerlo pero, primero tendría que tener la posibilidad del
dinero” (sujeto 5)
De este modo, es preciso cotejar las “deniciones tipológicas” que las sujetos han
entregado de sí mismas para contrastarlas con algunas características observadas y así
sintetizar en una comprensión del Colectivo que despunte en una interpretación más
99
Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario PROGRAMA CALETA SUR
lúcida de la diversidad y complejidad que lo constituye. A saber, la sujeto 1 se dice
“gay” “pero, un gay que le gusta usar ropa de mujer” y que, siendo homosexual, querría
cambiar de sexo. También la sujeto 2 se considera gay y desearía que al ir por la calle
un niño dijera: “”mamá ¿era hombre o mujer?”” sin que esto implique un anhelo de ser
mujer. La sujeto 4 se reduce a decir que es homosexual, “”cola” o gay”, pero gura como
travesti pues gusta de vestir siempre ropa habitualmente femenina. Como se mostró en
su testimonio, la operación representa para ella un sueño personal que no dejaría de
tener inconvenientes familiares. La sujeto 5 se presenta y actúa como gay, sin embargo,
admite de muy buen gusto que se la conozca por el nombre femenino con el que se
hace llamar pese a que se opone a travestirse. Esto, sin embargo, argumenta no conl-
levar una desventaja con los hombres: “hemos estado todas juntas y un hombre se va
conmigo en vez de irse con una pintada.. pero, mi mente es una mente de mujer en
sí, encerrada en este cuerpo de hombre... gay sería la palabra más exacta pero, yo me
llamaría transexual”. Finalmente, las sujetos 6 y 7 se declaran transgéneras, esto es, en
el sentido de que, indistintamente, que la primera objete cambiar de sexo y la segunda
lo anhele ávidamente, ambas deciden “personicar” la feminidad en sí mismas, vivir
según el mandato íntimo de su subjetividad; trasponer su género masculino en femenino
mediante la adopción de un modus vivendi que se asume como intermedio, sui generis
para una, transitorio para la otra.
Aun más, otra notable característica que demuestra cierta inestabilidad en las respec-
tivas posiciones de cada cual, es la uctuación que hay en el uso de los adjetivos, los
artículos, los sustantivos y los pronombres que, con bastante asiduidad, se utilizan en
femenino y masculino indistintamente para las referencias a sí mismas. Esta irregulari-
dad da cuenta de un esfuerzo sostenido por exponer una feminidad cuyos resabios pare-
cen irrumpir en el discurso. También ha sido frecuente este comportamiento en cuanto
a las indicaciones hechas hacia el pasado infantil, en el cual, las sujetos mismas, se
señalan a sí mismas en masculino en la amplia mayoría de las veces. Pues bien, si tal
patrón de conducta luce una aparente obviedad en términos de ser el error verbal que
toda conversión identitaria debe acarrear consigo, también es cierto que da muestras
de un acto fallido que psicológicamente maniesta un conicto subjetivo complejo. Ello,
para sumarse a la necesidad de disponer una sensibilización ante las condiciones indi-
viduales, en que la evolución de una subjetividad que “cambia de género”, corren parejas con
todo un “trastorno” en los hábitos más cotidianos, las maneras más acostumbradas, etc.
La nota de esto la vericamos en esos cambios cotidianos que ocurren, como señalamos,
en el lenguaje109 , en la materialidad del discurso y también en la explicitud con que
fueron advertidos por las sujetos. A continuación, seleccionamos algunos pasajes en que
el fenómeno que delimitamos se reconoce abiertamente:
(109) Al respecto, es sumamente expedito comunicar esta línea temática con la cuestión psicoanalítica del “sujeto en
el lenguaje” ya que nos encontramos, en el estudio presente, con que hay un complejísimo proceso de transformación
que, en una importante fracción de los casos de transexualidad auténtica, no afecta sino que se produce precisamente
al interior de una subjetividad que puede concebirse lingüísticamente, por lo que, el trasunto de estos “actos fallidos”
consignados podría albergar toda una exquisita vía de acceso al sujeto sexual.
100
PROGRAMA CALETA SUR Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario
“Como a los 8 años me sentía diferente a los
demás, nunca fui de esa onda de jugar fútbol. Yo no poh,
hacer dibujos, ser el mejor en el curso” (sujeto 6)
Hace patente así, la sujeto 6, aquella distinción de género acerca de un pasado vivido en
masculino respecto del presente femenino. Del mismo modo, la sujeto 1 expresa que:
Se reitera, y con cuánta elocuencia, que hay cierto carácter lúdico en algunas que usan
el femenino al tiempo que algo “osmótico” en la costumbre grupal. La sujeto 1 reconoce
explícitamente la personicación casi histriónica que hace de un rol femenino. También
nos aporta un signo claro de la regresión en el tiempo donde habla de “los chiquillos”,
masculinos en un tiempo pasado. Este rasgo, insistimos, es de mucha importancia pues
expresa la instalación del sujeto en una línea de tiempo condicionada por las circunstan-
cias de género, de discriminación social, de desarrollo psicosexual y de expectativas
hacia un futuro que podría deparar una mejor calidad de vida en relación con la homo-
sexualidad en el caso de la sujeto 1. Para otras esta expectativa será eminentemente
la operación de cambio de sexo como soporte material de una transexualidad que les
otorgará el estatuto de heterosexuales.
Menos deliberada es la oscilación genérica de otras sujetos, quienes oscilan más de una
vez en sus posiciones:
101
Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario PROGRAMA CALETA SUR
“Cuando yo era chico vivía con mi abuelita”
( sujeto 5 )
Esto último, aanza especialmente la idea de una personicación que actúa a partir de
una subjetividad que de hecho ha sido aprisionada por condiciones ambientales. Las
sujetos exhiben estas oscilaciones de género, en sentido autonominativo, porque no
hay una real garantía de asunción propia y pública, no existe el modo mediante el cual
ellas pudieran incorporar estos elementos sexualizados culturalmente a una subjetividad
que, en el fondo, no debe declarar principios “sexuales-genitales” sino sólo de género
en sus relaciones con la ciudadanía que a raíz de ella se pueda ejercer. Vale decir, al
encontrarnos con la conciencia clara que hay una utilización condicionada de los géneros
en el lenguaje, por distintas circunstancias, también hallamos los efectos palpables de
la imposibilidad de ejercer la propia subjetividad en relación con las otras subjetividades
legitimadas.
Interesa, además, acercarse a un último aspecto en este recorrido por los rasgos
personales, que pudimos reconocer en las participantes del Colectivo La Diversidad.
Se trata de algunas últimas cataduras para sincretizar un enfoque de las individuali-
dades de La Diversidad. Por ejemplo, los alcances especulativos acerca del desarrollo de
la diferenciación sexual; algunas reveladoras pistas conductuales sobre la vida social,
amorosa y sexual que, de algún modo, esculpen una imagen psicológica y sociológica de
las sujetos; hay también, importantes tópicos como la situación laboral, las esperanzas,
los mitos acuñados, los obstáculos y temores previstos.
De modo que, de acuerdo a la inquietud de explicarse los móviles casuísticos que con-
ducen o condujeron a la homosexualidad o la necesidad de transexualidad, es sugestivo
rescatar las siguientes aseveraciones:
Las etiologías son variadas, pueden ir del carácter de esta última, con ribetes metafísicos
que, por cierto, en el extenso del texto logran una interesante consistencia, y otras,
que parecen reexionar desde las divulgaciones del psicologismo que arremeten contra
el ambiente familiar y afectivo para explicar el origen de la homosexualidad y de toda
paralia en general.
Por otra parte, compele sondear el material registrado en cuanto a las posibilidades
laborales que cada una de La Diversidad enuncia. Esto porque también expresa amplia-
mente las vicisitudes con las que han de vérselas las personas que pertenecen a las
minorías sexuales. En esta dirección, la realidad extraída de esta “pequeña muestra”
de lo que podría ser, por lo menos, el escenario de la gente gay y, principalmente trans-
génera, en la comuna de Lo Espejo, la situación es harto descorazonadora. Y, si bien el
núcleo nominal de esto, la discriminación, es uno de los temas planteados en la tercera
parte de este estudio, reservamos para la presente los vívidos testimonios de las expe-
riencias que en cierta medida, impulsan el trabajo y propósito de La Diversidad:
104
PROGRAMA CALETA SUR Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario
“Igual me prostituí pero, no fue por una
necesidad, sino por intrusa, por saber qué se sentía irse
con uno, por plata. Lo hice en un lapso de seis meses
en los cuales analicé las conductas de los clientes y
me di cuenta de que eran hueones más pervertidos que
cualquier pervertido” ( sujeto 7 )
105
Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario PROGRAMA CALETA SUR
4. El Colectivo La Diversidad
De tal modo, La Diversidad comienza a conformarse a nales del año 2001 por medio
de una espontánea convocatoria en cadena por la cual cada quien que se integró al
colectivo invitó a otra persona sucesivamente: “yo me integré porque [ella (sujeto 4)]
me invitó, porque se dio como un cuento de cadena, ponte tú la [monitora] fue la
primera, creo que ella organizó todo con la Patty, sola, porque ella fue como la pionera
en hacer un colectivo de travestis o transgéneras, entonces se dio como una cadena, la
[monitora] creo que convocó a [una], y [ésta] convocó a [otra], la [cual] me invitó a
mí, y así poh” (sujeto 7). Ello no fue en lo absoluto una tarea difícil o un obstáculo al
aatamiento del grupo, muy por el contrario, puesto que todas quienes se integraron al
Colectivo se conocían entre sí desde hacía varios años atrás: “en ese tiempo, igual con-
ocía a los chiquillos, pero los conocía en el colegio porque íbamos en diferentes cursos,
pero igual éramos como compañeros” (sujeto 1).
El asunto es complejo y muchas veces desalentador, sobre todo al observar que quienes
son víctimas a diario de la discriminación, al mismo tiempo la ejercen sobre otros. Las
minorías sexuales en Chile se encuentran sumamente fraccionadas y en constante rivali-
106
PROGRAMA CALETA SUR Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario
dad entre ellas. Se interdiscriminan llegando incluso a la violencia:
Frente a tal contexto, resulta evidente la innovación que implica La Diversidad, como
grupo de minoría sexual, al no hacer distinción genérica en su conformación, como ya
antes se señaló. Sin embargo, no podemos negar que ello se ha visto posibilitado e
impulsado por los vínculos personales que existían previamente al nacimiento del Col-
ectivo:
De tal suerte, que la recepción que les brindó Caleta Sur sin dudas tuvo y tiene una
relevancia de primer orden para el Colectivo pues, al tiempo que vigorizó y fortaleció los
lazos personales, se alzó como una puerta abierta a un espacio que también sería de
ellas: “como todas nos conocíamos de la calle, fue como si el grupo que se juntaba en
la esquina ahora se junta aquí” (sujeto 7), conservándose por ello cierto ambiente de
informalidad y relajo, de mucha comodidad: “la pasamos bien acá, es bueno, nos dan
un espacio, si quieres una radio te la prestan, puedes conversar, ene cosas” (sujeto 5).
Diríamos entonces que, en este sentido, se logra uno de los primitivos objetivos per-
seguidos al crear el Colectivo, cual es el de brindar un espacio integrador para minorías
sexuales:
No obstante, tal ambiente acogedor ha tenido su costo, uno que no pocas veces ha tomado la
forma de descompromiso o irresponsabilidad a la hora de emprender proyectos que den una
direccionalidad al Colectivo, lo cual ciertamente resta vitalidad a La Diversidad y lo estanca
hasta hoy en una etapa formativa, aspecto en el que nos detendremos más adelante.
Claro está también que, como en todo grupo humano, ciertas sujetos del Colectivo
sobresalen del resto, ya sea por su natural aptitud de liderazgo o por su energía tem-
peramental, mientras otras han mostrado una actitud mucho más pasiva en este ámbito.
En efecto, se marca una gran diferencia en el nivel participativo de unas y otras, lo
que conlleva a que las relaciones políticas internas se mantengan bastante estables, sin
grandes variaciones.
En efecto, no pocas veces las sujetos han manifestado una carencia y una necesidad
de ser orientadas en aspectos de carácter más conceptual que sean funcionales al
desempeño del Colectivo y que permitan vehiculizar e implementar muchas de las ideas
que surgen. Concientes de la importancia de aquello, varias de las sujetos han comen-
zado un proceso de capacitación en el área del trabajo comunitario y la prevención de
drogas, ETS y VIH/Sida, ya sea de forma autodidacta o por asistencia a talleres de
monitoría o seminarios. De hecho, cuando se les consultó si estarían dispuestas a hacer
estudios en el área del trabajo comunitario, la totalidad de las encuestadas110 respondió
de forma armativa. Diríamos entonces que la voluntad y el entusiasmo están pero, que
adolecen de una falta de disciplina y sistematización que optimice lo aprendido.
(110) Esta ronda de entrevistas sólo pudo ser realizada a seis de las siete integrantes permanentes de La Diversidad
debido a que una de ellas -la sujeto 3- partió de viaje en el mes de noviembre sin poder ser ubicada hasta el nal
Si por una parte el tema de la prevención es una preocupación constante para el Colectivo, no lo
es menos el de luchar contra la discriminación. La empresa sin dudas es enorme pero, a la vez
imprescindible para todo ser humano que, por una u otra razón, experimenta la discriminación.
Es por ello que La Diversidad ha comenzado su lucha de una manera frontal e intimista, es decir,
yendo a la gente y dándose a conocer, para que en esa interrelación se valore a la persona por
sobre su opción sexual. En este sentido, los pubs111 han sido las instancias ideales, en tanto
que eventos sociales que atraen público heterogéneo, de lo cual resulta posible propiciar una
suerte de propagación de una propuesta cultural antidiscriminatoria:
Como ya se mencionó, tres han sido los pubs realizados por La Diversidad, siendo las
actividades de mayor envergadura y que a la vez más han satisfecho al grupo, pero
también podemos contar unas pocas más que, de todas formas, han requerido menor
dedicación en tanto que han sido el producto de iniciativas más inmediatistas:
Y es que el Colectivo La Diversidad, si bien tiene como primer punto de miras las cues-
tiones que atañen a las minorías sexuales, no por ello el grupo se ha vuelto clánico
o exclusivista. Por el contrario, el nombre “La Diversidad” no sólo señala la diversidad
dentro del ámbito de la minoría sexual, sino que también dentro de la sociedad toda. En
efecto, las sujetos han manifestado opiniones como: “me encantaría hacer un trabajo
comunitario con la minoría étnica quizás” (sujeto 7), o “me gustaría que hubiera más
gente, que hubiera gente hétero en el grupo, como tener opiniones diferentes y hacer
algo más rme” (sujeto 2). Aunque ello no ha podido ser llevado a la práctica hasta hoy,
el deseo existe y se observa como una expresión más de la lucha contra la discriminación
en todo sentido.
En todo caso, lo que sí está muy presente y, en cierta medida consensuado, es el radio
de acción del Colectivo, el cual se enmarca dentro de la comuna de Lo Espejo, e incluso
a veces, más restringidamente, a la población:
Se deja ver así, una suerte de territorialidad en el ideario y ejercicio del trabajo comu-
nitario del Colectivo, lo cual implica tomarse los espacios que desde la infancia han ocu-
pado para hacerlos más suyos. Ello va de la mano con una campaña de divulgación de
la propia identidad dentro de la comunidad, acción con la cual las sujetos creen poder
romper con las cadenas de los prejuicios y la discriminación: “Yo pienso que la gente,
adonde te ve así, que tú demostrai’ que “yo soy así”, como que la gente ve como una
valentía, como que dicen “ah, éste es valiente, anda demostrando qué es”. Como que
uno revelándose, como que la gente te agarra respeto” (sujeto 1).
Como ya ha sido posible observar en varias de las citas anteriormente expuestas, lo que
se busca , en el ámbito antidiscriminatorio, es el reconocimiento, por parte de la comu-
nidad, de la diferencia y a partir de ello una aceptación de la diversidad sexual en tanto
que realidad patente. Una vez logrados tales objetivos lo que sigue es una supeditación
de la posición sexual a la supremacía de la subjetividad:
Para ello entonces, se contempla como estrategia conveniente para alcanzar tales obje-
tivos, el intentar concentrar los esfuerzos en manifestar las virtudes que, ciertamente,
también poseen las personas de la minoría sexual para que así se demuestre cierta
probidad social que reivindicaría sus subjetividades:
Desde esta perspectiva el asunto parece bastante claro en torno a los beneciarios de la
existencia del grupo La Diversidad, siendo sus mismas integrantes las primeras favore-
cidas. Recordemos que con el nacimiento del Colectivo las sujetos fortalecieron sus lazos
amistosos, consiguieron un espacio de encuentro cómodo y seguro, al tiempo que se
dieron una organización formal que les permite alzar la voz y hacerse cargo de variados
conictos que directamente les preocupan como son el tema de la discriminación, las
ETS o el VIH/Sida. Además el Colectivo les proporciona la oportunidad de darse a con-
ocer, demostrarse, como personas dignas de respeto.
Así como existe esta idea de autoayuda a corto plazo, las integrantes del
Colectivo también manifestaron ciertos deseos o iniciativas a desarrollar en el ámbito
del trabajo comunitario. Entre ellas cuentan las colonias urbanas de niños, u obtener
un espacio en la radio comunal para emitir un programa que difunda los temas de
la reducción de daños y la antidiscriminación. Además, se ha expresado también un
ahincado interés por abordar el tema de la cultura, porque “aquí cualquier gallo o galla
se hace una huevá’ en el pelo, se pasa el rollo de rasta ponte tú, y hace cultura ¿cachai’?,
114
PROGRAMA CALETA SUR Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario
o toca guitarra en una plaza, con un vino al lado, se ve bonito, se ve pintoresco pero, no
es la esencia de la huevá’ que te deje” (sujeto 7).
a) Ciudadanía y discursividades
Sin embargo, no puede ser menos que fútil insistir históricamente, tan sólo en
nuestro país, respecto de la dramática trasgresión y anulación del derecho a ejercer la
ciudadanía en diferentes grupos, con certeza muchos de ellos, mayoritarios. Mas, tam-
bién hoy en día, aun más signicativamente, esta superposición violenta se produce a
partir de la nefasta corrupción del principio democrático en que arbitra un sector cuan-
titativamente superior a otro. Teniéndose, entonces, que pueden ocurrir ambos extre-
mos de la dinámica política. Por un lado, ciertos grupos potentados y muy minoritarios
ejercen un dominio material, y con ello una manipulación social, sin que sea posible
contrarrestar esa desigualdad y, por otro lado, hay ciertas colectividades masivas que
se arrogan una fuerza reicadora y constructora de sentido que puede ser difícil subver-
tirse.
El objetivo aquí será, por tanto, presentar la mecánica de cómo ciertos discursos han
doblegado sistemáticamente la posición de las minorías sexuales en nuestro país y, por
supuesto, primordialmente con respecto a La Diversidad, en tanto que grupo humano, y
qué consideraciones y ambiciones pueda tener en ese sentido. También parece propicio
reconocer el grado de capital social113 que en esta organización se ejerce y cuánto
podría infundirse en la concepción política de la participación ciudadana. En n, cómo
se relacionan los niveles que se ponen en juego cuando existe un grupo de personas
transgéneras, homosexuales y travestis que desarrollan trabajo comunitario y exigen la
incorporación legítima y equitativa en el espacio comunal.
(114) A este respecto, conviene adherir a la distinción denitoria de E. Correa y M. Noé entre ciudadanía pasiva y ciudadanía
activa: “La pasiva conere al ciudadano el carácter de sujeto de derechos y de obligaciones consagrados en la institucional-
izada vigente. La ciudadanía activa agrega la calidad de agente en la determinación continua del contenido de fondo de las
políticas, el concepto de ciudadanía activa hace referencia a una práctica vinculada al poder que reeja las luchas acerca de
quiénes pueden decidir qué problemas se abordan en las políticas públicas, cuáles son los que se priorizan tanto entre los
problemas comunes como en los problemas particulares” en Nociones de una Ciudadanía que crece, Op. cit., p. 6.
116
PROGRAMA CALETA SUR Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario
Ahora bien, si atendemos a que es una ignorancia lo que ciegamente hace discriminar y dar
trato de inferioridad a alguien, interrogamos qué es lo que se ignora:
117
Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario PROGRAMA CALETA SUR
“En el trabajo discriminan a las mujeres,
a la hora de un travesti no la piensan”
( sujeto 7 )
Espléndida alegoría, esta última, para escenicar la tragedia cotidiana que vive el dis-
criminado: la ofensa, la burla, el desdén y la segregación. Esta última sujeto acaba su
gura poética mostrándonos cómo titubea esta digna subjetividad que ha enfrentado
su diferencia ¿acaso no será mejor la clandestinidad? En ella han vivido por generacio-
nes y permanecen muchos aún. Asimismo, si puede caracterizarse esta discriminación
“homofóbica”115 como ignorancia, lo ignorado es la oportunidad válida y urgente de
reconocer la diferencia del otro como parte constitutiva de la realidad, como un ingredi-
ente que la hace ser lo que es. La diferencia que el discriminador se resiste a tolerar
es justamente aquello que lo salvaguarda en su identidad y, la protección de las más
minúsculas identidades, es la garantía de que todos y cada uno son y serán respetados
en sus derechos a ser como son. Ahora bien, tal como lo exponen las citas anteriores, en
esta discriminación hay mucho de condicionantes psíquicos, socio-culturales, históricos,
etc., pero esgrimiremos empecinadamente en que hay un nivel muy dúctil en que se
operan las grandes argumentaciones, las sosticadas fundamentaciones, las declaracio-
nes de principio, las interpretaciones cientícas, las moralizaciones y la distribución de
los dispositivos estratégicos para que un discurso, por sobre otros, prolifere, se asiente
en las conciencias, parezca ser intrínseco, sensato.
La discriminación alberga siempre un terror al poder del otro que ha sido silenciado,
apartado y desposeído de sus derechos. Este terror reconoce, de algún modo, la posibili-
dad de que la diferencia repudiada le destrone. Por esto, cierta losofía política entiende
que toda forma de abuso del poder -y la discriminación es eso- se opone diametralmente
al sentido político y comunitario del ejercicio de la ciudadanía.
(116) Siguiendo a Habermas en esto, los discursos se moldean a las situaciones para encapsular la comunicabilidad y
controlar entrópicamente el sistema de los enunciados; así, los discursos pueden ser subliminales, de comunicación
estratégica, de amenaza fáctica, conciliatorios, ultratécnicos (tecnocráticos), del tipo iusnaturalista, vericatorios,
(117) Aunque cargado de un tono estructuralista, es interesante la visualidad con la que Koïchiro Matsuura expone la
noción de “diversidad” en la Declaración Universal sobre Diversidad Cultural. Vide supra p. 88.
119
Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario PROGRAMA CALETA SUR
El Colectivo La Diversidad -y aquí sí se puede hablar de unanimidad- ha hecho de su
motivación fundamental el revertir el posicionamiento del criterio discriminatorio. Detrás
de esta motivación late la fuerza experiencial de toda una vida y la convicción de que
es posible la reivindicación. La Diversidad profesa, en consecuencia, un sentido político
al procurar acceder a la comunidad y manifestar allí su participación e injerencia cul-
tural. Este asomo y descubrimiento en el empleo de la información y la divulgación de
signos de probidad, no sólo expone la mutualidad beneciosa cuando se da en el espacio
público, también demuestra la fertilidad -y así lo ha demostrado para las jóvenes de
La Diversidad- de ejercer la ciudadanía activa y, característicamente, la de personas
transgéneras quienes enfrentan por dos ancos las oposiciones sociales. Por un lado, la
consabida dicultad de transitar de la ciudadanía pasiva a la activa (carencia de espacios
y recursos, burocracia, desinformación, etc.) y, por otro, el tópico que venimos desar-
rollando: la exclusión y denigración de las minorías.
Estas son algunas atestaciones que bien viene el comentarlas de acuerdo a las
consideraciones hechas en torno a los puntales del trabajo comunitario de La Diversidad
y las nociones de ciudadanía y discriminación:
Tenemos acá varias aseveraciones luminosas sobre la reversión del criterio dis-
criminatorio. La sujeto 5 asiente que el primer llamado hacia el trabajo comunitario es
interno, de cierta manera individualista, parece únicamente querer apropiarse de un
terreno donde exigir sus derechos y respeto. Mas, inmediatamente, se comide y recon-
sidera la propia experiencia proyectándola a otros en situaciones análogas; el efecto
es una apertura inteligente hacia la integración de las diferencias cuya permanencia y
consolidación signicaría el éxito del fundamento de La Diversidad.
120
PROGRAMA CALETA SUR Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario
Por ello es tan deseable la transición reexiva que va de la persecución del bien particu-
lar hacia la del bien colectivo para que este bien, cíclicamente, alcance su consumación
en el bien particular que, por el gesto político, agencia una síntesis comunitaria en la
satisfacción común:
De nuevo aquí, el trasfondo que se quisiera dinamizar, hacia una razón más
política, no en desmedro de la espiritualidad que allí se ostenta, sino a favor de una
acción social que invierta su capital social en participación comunitaria, como lugar de
encuentro de los intereses particulares en vista a la satisfacción de los intereses colec-
tivos. Por esto, cuando prima la autosatisfacción -en la solidaridad, por ejemplo-, como
en la cita anterior, cunde el riesgo de opacar la ciudadanía a cambio de un hedonismo
lantrópico como cuando la misma sujeto 7 dice que realiza “trabajo comunitario no por
agarrar gritos o aplausos, ni siquiera servir por las gracias, sino servir porque a mí me
gusta, porque espiritualmente quede bien”, es decir, sin apelar al sentido comunitario,
antes bien, propiciando una especie de cosicación del beneciario.
La otra ramicación aprecia no las carencias sino las fortalezas. Aquellos ímpe-
tus que hinchen la esperanza doblegada una y otra vez, las fuerzas para persistir en
la propaganda de un concepto que internalizado termina saciando en su obviedad: las
diferencias son constitutivas de las estructuras en que existe identidad, lo cual, aplicado
a la problemática que concierne fundamentalmente a La Diversidad, es decir que las
minorías sexuales, como las mayorías sexuales, posibilitan en conjunto la rica gama
de matices que hacen cultura; una cultura donde se concibe, políticamente ante todo,
la convivencia integradora de las subjetividades y se garantiza su participación comuni-
taria.
123
Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario PROGRAMA CALETA SUR
Por esto es que el empeño de una investigación cuyo norte sea el sentido, ha de inscri-
birse en la asunción de movilizarse paralelamente junto al curso que siguen las experi-
encias en que se busca la interiorización.
De este modo, ha menester adentrarse, para nuestros afanes, en los puntos de vista
espontáneos a los que recurren las partidarias de La Diversidad en cuanto al n ambicio-
nado en el trabajo comunitario. Vale consignar que éstos se entrecruzan según diferen-
tes lógicas y contextos que deberemos precisar de acuerdo a los sentidos adjudicados,
sin embargo, por lo mismo, su importancia se emite en la naturalidad con que responden
a las inquietudes que, si bien no exigieron una declaración de principio, sí, en cambio,
apelaron a la íntima signicación atribuida a sus propias acciones en el marco de La
Diversidad:
Por eso es que se ha podido desarrollar aquí el concepto de una cierta circularidad
entre el trabajo comunitario que realiza La Diversidad, su autosatisfacción esencial,
y la enriquecedora imagen política desplegada en su quehacer. Ambas posiciones, la
una, ética, movida por gran número de resquemores sentimentales de las sujetos; y
125
Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario PROGRAMA CALETA SUR
la otra, político-ciudadana, efectuada a partir del libre acceso que expedita el trabajo
comunitario. Allí radica el sentido, en esa auspiciosa experiencia que La Diversidad hace
y ha hecho suya en el ejercicio mismo de organizarse e instituirse “para erradicar la
discriminación de todo tipo lo cual nos da un sentido concreto para cada día”.
Reexión nal
El cuadro general del trabajo comunitario en Chile se ha presentado como una experi-
encia fundamentalmente basada en las relaciones humanas, donde la historia propia y
social han movido a sus partícipes hacia una organización capaz de hacer frente a las
múltiples necesidades que surgen en el seno de la colectividad. Es ése, precisamente, el
caso del Colectivo La Diversidad.
Pues bien, la integración del grupo transgénero al trabajo social se ha mostrado como
una iniciativa de trabajo comunitario de nuevo tipo, en tanto que son sujetos que se pre-
sentan ya desde una perspectiva heterogénea ante el medio habitual. Así, esto mismo
nos invitó a una exploración profunda dirigida, por ejemplo, hacia la generación de políti-
cas antidiscriminatorias y otras de orden benefactor y solidario para con las minorías
sexuales, según las impresiones que esta investigación obtuvo en su desarrollo.
Este enfoque debió, imperiosamente, ser articulado con la esfera social de esta subje-
tividad, para lograr comprender de manera cabal, la cuestión del sentido del trabajo
comunitario desempeñado por el Colectivo. A tal efecto, resultó conveniente recabar en
un incipiente concepto político-sociológico cual es el de capital social. Este concepto se
denió como la red social que establece relaciones actitudinales, valóricas y recíprocas
entre los sujetos que la componen. La conanza mutua, la cooperación cívica, el aata-
miento de grupo, la circulación de información, la gestión comunitaria, son principales
126
PROGRAMA CALETA SUR Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario
factores del capital social el cual se actualiza como desarrollo socio-económico, vivica
la cultura de una comunidad y fortica las potencialidades del sujeto en particular.
Finalmente, desde el punto de vista del análisis del discurso de las formas de exclusión y
discriminación, el obstáculo más recalcitrante sigue siendo la connivencia entre el saber
y el poder, armados de una mutualidad estratégica que oprime la soberanía y el derecho
a la ciudadanía proactiva, efectiva y legítima de quienes no lucen un tal recurso. Precisa-
mente, el caso especíco de las minorías sexuales representa el aspecto más negativo
de esta trasgresión en tanto que, de uno o de otro modo, como hemos aproximado, su
carácter diferencial ha implicado una minusvalía ciudadana. Por eso, la incesante y pro-
gresiva protesta que vienen clamando las organizaciones sociales de minorías sexuales,
está en que “no se considera sucientemente el hecho de que la demanda de diversidad
es demanda al reconocimiento público de la diversidad”118 con la cual, lo que se implica,
es la inserción, en la escena pública, de los intereses particulares de sectores minori-
tarios que, por ejemplo, dada su posición de género, les resulta imposible ejercer un
derecho tan fundamental como es el del trabajo, o tanto más como es el derecho a ser
el que se es; de donde surgen “demandas también por reconocimientos de “derechos”,
como los denominados “derechos humanos” o “derechos a la diversidad”, estos últimos
planteados como extensión de la protección jurídica para la realización de
(118) Rodrigo Baño, “Participación ciudadana: elementos conceptuales” en Nociones de una Ciudadanía que crece,
De este modo, dentro de la crítica de una discriminación que sojuzga a las minorías
sexuales, el análisis genealógico del discurso expone la subterránea red de tergiver-
saciones, supuestos erróneos y, principalmente, enfadosos prejuicios moralizados que
acaban ciega e irreexivamente promoviendo esta discriminación. Nuestra voluntad en
esta Investigación, en cambio, ha sido la de internar una concepción de la sexualidad
humana no apriorística, y, sobre todo, una concepción del sujeto humano no sexual-
izada, es decir, que no pretenda liberar la verdad y el sentido de la existencia humana y
las relaciones humanas en base a la práctica sexual. Tal perspectiva viene a complemen-
tar así la lucha contra la discriminación exponiendo el carácter fundamental de persona,
de ciudadano, antes que la condición sexual, lo cual engrana cabalmente con una de
las motivaciones del grupo La Diversidad en cuanto intenta demostrar una cierta probi-
dad cívico-ciudadana. Esta mirada, fue rescatada de la epistemología social del lósofo
francés Michel Foucault y fue la que se balanceó con aquella de la psiquiatría.
Por otra lado, en la fase de interiorización individual, en cada una de las siete entrev-
istas quedó maniesto el fuerte vínculo que existe entre sus “homosexualidades”, sus
“travestismos”, sus “estados transgéneros” y las justicaciones para organizarse. Hay
una fuerte relación entre los objetivos buscados en el trabajo comunitario y la posición
sexual minoritaria donde el discurso es, por una parte, bastante unánime y, por otra,
intimista, como privilegiando la radicalidad subjetiva que hay detrás del afán de la acción
social. Esto se hace aun más patente cuando posteriormente se puede constatar que la
diferencia sexual que moviliza una conciencia social, en la forma del trabajo comunitario,
hace un movimiento circular que retorna a sí, es decir, que esta diferencia pregona una
acción cuyo benecio, luego de incidir en los otros -la comunidad- regresa superlativa-
mente a una posición que es minoritaria pero que, mediante una especie de relación de
poder, incrementa el propio al lograr legitimar su participación en la red de todas las
relaciones. O, especícamente, en la red comunitaria, ya sea a nivel vecindario, comu-
nal, nacional, etc.
Así, ocurre que esta circularidad antedicha, en la relación entre sexualidad diferenciada
y trabajo comunitario, presenta la relevancia de una temporalidad que en estas sujetos
implica una permanente una transformación. Es decir, que la línea de tiempo biográca
En efecto, se vislumbra como estrategia ecaz para alcanzar tales objetivos, el concen-
trar los esfuerzos en desplegar las aptitudes y cualidades que, ciertamente, también
poseen las personas de la minoría sexual, para que así se demuestre cierta probidad
social que reivindicaría sus subjetividades.
En este sentido, el asunto parece bastante claro en torno a los beneciarios de la exis-
tencia del grupo La Diversidad, siendo sus mismas integrantes las primeras favorecidas.
Y es que, con el nacimiento del Colectivo las sujetos fortalecieron sus lazos amistosos,
consiguieron un espacio de encuentro cómodo y seguro, al tiempo que se dieron una
organización formal que les permite alzar la voz y hacerse cargo de variados conictos
que directamente les preocupan como son el tema de la discriminación, las ETS o el
VIH/Sida. Además, el Colectivo les proporciona la oportunidad de darse a conocer, dem-
ostrarse, como personas dignas de respeto.
El acceso a la temática política del trabajo comunitario, que realiza La Diversidad, tiene
una gran importancia en cuanto es capaz de exhibir los propósitos y pretensiones que
este colectivo se ha planteado a sí mismo. Esto en tanto que se ha predenido el espacio
político como el ámbito en que incurren las relaciones intersubjetivas compareciendo
según una lógica que las conglomera en pro de ciertos nes singulares y grupales. Tal
es así que, en este nivel conceptual, se concebiría la acción política como el mero acto
129
Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario PROGRAMA CALETA SUR
de participar de la ciudadanía bajo la asunción razonable y voluntaria de ciertos dere-
chos y deberes. La ciudadanía, por consiguiente, se alza como un valor real en cuanto
es el espacio en que toda clase de valores más segmentados son posibles, dirimibles,
aceptables o no. Es ella una instancia de tal radicalidad para la convivencia gregaria, que
parece inexorable la necesidad de garantizarla así sea para derogarla.
El empeño ha sido, por tanto, presentar la mecánica de cómo ciertos discursos han
subyugado constantemente la posición de las minorías sexuales en nuestro país y, por
supuesto, prima con respecto a La Diversidad, en tanto que grupo humano, y qué con-
sideraciones y ambiciones tiene en ese sentido. También fue oportuno escrutar el grado
de capital social que en esta organización se ejerce y cuánto podría plasmarse en la
concepción política de la participación ciudadana. En n, cómo se relacionan los niveles
que se ponen en juego cuando existe un grupo de personas transgéneras, homosexu-
ales y travestis que desarrollan trabajo comunitario y exigen la incorporación legítima y
equitativa en el espacio comunal.
Todo nos lleva al ideal de la integración en contra de la discriminación. Aun más, se tiene
clara conciencia de no estar batallando por una quimera sino por un proyecto cívico que
ellas mismas ejercitan. Y, si bien es cierto, en gran medida este esfuerzo se inspira en el
anhelo de obtener el respeto para su propio sector, también vemos la solidaridad que se
pregona con las futuras generaciones de homosexuales, transgéneras, travestis, etc. Es
más, todas concuerdan en que el ideal se cumple a nivel cotidiano, cuando la posición
sexual no se antepone de ningún modo y cuando se concibe que ésta es una realidad a
la que debemos contemplar como inherente y funcional a la “biodiversidad” que permite,
en la intercambio cultural, la fecundación del desarrollo hacia nuevos modos de pensar,
de sentir y de relacionarnos con la vida.
Así bien, el que se quisiera activar, hacia una razón más política y a favor de una
acción social que invierta su capital social en participación comunitaria, como lugar de
encuentro de los intereses particulares en vista a la satisfacción de los intereses colec-
tivos. Por esto, cuando es fundamental la autosatisfacción -en la solidaridad, por ejem-
plo-, surge el peligro de desplazar la ciudadanía por un hedonismo lantrópico sin que
prevalesca el sentido comunitario, antes bien, propiciando una especie de cosicación
del beneciario.
131
Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario PROGRAMA CALETA SUR
Basta, por consiguiente, la vericación de que esta temporalidad asedia desde
el pasado y el futuro, la subjetividad del trabajador comunitario transgénero u homo-
sexual proporcionándole, sin embargo, una fuente de sentido existencial en la gura
ya sea de la participación ciudadana, ya sea de la acción social que una organización
levantada contra la discriminación puede atribuirse.
132
PROGRAMA CALETA SUR Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario
Apéndice
Resultado sintético del análisis de entrevistas
Sujeto: 1 2 3 4 5 6 7
sexual
13 años
Recono-
familiar y
14 años
cimiento
público
15 años
16 años
17 años
Soy transgénera
Soy transexual
Referencia autonominativa
Soy travesti
Me siento mujer
Cola
Me siento anormal
Me siento normal
Tomo hormonas
No quiero operarme
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Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario PROGRAMA CALETA SUR
Apéndice
Resultado sintético del analisis de entrevista
Sujeto: 1 2 3 4 5 6 7
condición
Padre ausente
Desde chico
Iniciación
sexual
13 años
15 años
Me he enamorado
Sí lo he practicado
Comercio
sexual
No me gusta, es traumante
En show de discotheque
134
PROGRAMA CALETA SUR Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario
Apéndice
Resultado sintético del analisis de entrevista
Sujeto: 1 2 3 4 5 6 7
Autodiscriminación X
Discriminación
Discriminación en la calle
El travestismo da desconanza
social
bidad
Educar para evitar la discriminación futura a personas de la misma condición sexual que advendrán
Hemos hecho: PUBs, entrevistas en universidades, talleres, participado en actividades externas (Seminario, teatro, etc.)
Con el trabajo comunitario me di cuenta de que todos sufren, que no estoy sola
Gracias al trabajo comunitario no nos verán como maricones feos y tontos sino que hacemos algo por la comunidad, somos como todos
Hacer trabajo comunitario no sólo con minorías sexuales sino con toda la población
135
Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario PROGRAMA CALETA SUR
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PROGRAMA CALETA SUR Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario
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Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario PROGRAMA CALETA SUR
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PROGRAMA CALETA SUR Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario
Nicolás Berasain.
Licenciado en losofía
Mónica Bonnefoy L.
Magíster en Políticas Públicas
y Equipo “Caleta Sur”
139
Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario PROGRAMA CALETA SUR
PRESENTACIÓN
La publicación del presente trabajo representa para el Programa Caleta Sur una opor-
tunidad para contribuir en la visibilización y difusión de una propuesta de intervención en
la problemática del uso de drogas que posee como característica central, la innovación -
no sólo metodológica - sino también, vale señalarlo, en los fundamentos epistemológicos
que sostienen una práctica social.
Las estrategias de Reducción de Daños constituyen acciones que abren nuevas perspec-
tivas de comprensión de la problemática del consumo de drogas y que tienden un puente
signicativo para reexionar otros estilos de relación con las personas afectadas por
el problema. El ejercicio que es posible desarrollar en el marco de este enfoque, va
permitiendo - desde el inicio - un proceso en que los supuestos más básicos de las interven-
ciones en la temática drogas, comienzan a ser interpelados desde el accionar reexivo.
Contenidos ligados al campo de los saberes, al tipo de vínculo que dene la acción, al
ejercicio del poder y la noción de sujeto, entre otros aspectos, comienzan a emerger
como reexiones y problematizaciones necesarias para brindar respuestas adecuadas y
respetuosas de las dinámicas personales, sociales y culturales de las personas usuarias
de drogas.
Reducción de daños es una política social que da prioridad al objetivo de disminuir los
efectos negativos del uso de drogas. Esta estrategia se está convirtiendo en la principal
alternativa a los enfoques basados en la abstinencia, cuyo propósito principal es dis-
minuir la frecuencia o incidencia del consumo de sustancias tóxicas. Los antecedentes de
la reducción de daños se sitúan en el modelo sanitario cientíco, con raíces profundas en
conceptos humanistas y libertarios. Por tanto, contrasta con la teoría de la abstinencia
que se arraiga más en el modelo punitivo de aplicación de la ley y en un paternalismo
médico y religioso.
Constituye un enfoque que busca disminuir los efectos negativos producidos por el con-
sumo de drogas, es decir, la prevención de los daños potenciales relacionados con el
uso de sustancias más que evitar su consumo. Lo anterior, debido a la constatación que
algunas medidas que apuntaban a la prevención del uso de drogas han generado tenido
efectos no deseados, tales como el aumento de los daños asociados a estos. El más claro
ejemplo, es la rápida expansión de la epidemia del VIH/SIDA. por uso de la vía inyect-
able de consumo, con las consecuencias socio sanitarias que supone este problema.
Los objetivos de la reducción de daños son jerárquicos; esto es, tienden a disminuir los
efectos negativos de una forma variada. La secuencia más conocida resulta ser: no
compartir equipo de inyección, pasar de la vía intravenosa de consumo a la vía oral,
reducción cuantitativa del consumo y, nalmente, abstinencia. Se pueden añadir otras
submetas en varios puntos de la jerarquía; por ejemplo, limpiar el equipo de inyección
antes de compartirlo, reducir el número de personas con quien se comparte el material,
o cambiar de drogas inyectables ilegales a prescritas121 .
(121) Un amplio desarrollo acerca de este enfoque y sus diferentes ámbitos de aplicación, se encuentra en “la
reducción de los daños relacionados con las drogas”; P.A. O’Hare, R. Newcombe, A Matthews, E.C. Buning, E. Drucker.
Volviendo a la experiencia que ocupa este relato, los objetivos que busca alcanzar ésta es:
a) Abordar por medio del trabajo de calle a población usuaria de drogas y que se
encuentra en situación de marginalidad, con el n de ofrecer alternativas de reducción
de daños y motivar iniciativas comunitarias.
b) Activar participación para promover la responsabilidad social de la
comunidad frente a sus problemáticas.
c) Sensibilizar a instancias gubernamentales y no gubernamentales, que tienen
incidencia en la problemática, a n de promover la generación de respuestas y/o políti-
cas públicas que integren la perspectiva de Reducción de Daños.
d) Avanzar en la construcción de una mirada que permita comprender la prob-
lemática como un fenómeno desde el marco de los derechos humanos y la ciudadanía.
(122) Ibidem
En efecto, el mundo entero reconoció la vorágine que se vivía ante los diversos
intervensionismos económicos y políticos; el imperialismo extorsionante de las poten-
cias, etc. El liberalismo extremo, asentado, ha traído consigo un exuberante despliegue
tecnológico; uno que es capaz de volverse masivo y responder inmediatamente a los
requerimientos de las sociedades de consumo. Se entrona así, una globalización que
internacionaliza los procesos económicos aptos para ello, es decir, aquellos más poder-
osos e invasivos (corporaciones transnacionales, industrias multinacionales, etc.) rel-
egando a los países más pobres a una condición coercida por las macroeconomías. Y, por
supuesto, en fatal desmedro de la calidad de vida.
Todo este conjunto de factores basta por sí solo para explicar y justicar el
movimiento social de base, que se organiza y proyecta como único espacio no guberna-
mental e institucional, para hacer frente a las dicultades de todo tipo que advienen,
con la disposición de un modelo político-cultural y socio-económico que fomenta el indi-
vidualismo y propicia una desintegración de los vínculos comunitarios. Precisamente en
Chile este tipo de organizaciones en el marco de la emergencia de carencias sociales
impostergables que no solamente no eran sindicadas por las políticas públicas ociales
144
PROGRAMA CALETA SUR Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario
sino que, más signicativamente aun, sólo serían receptivas de instancias organizativas
nacidas en el seno de la comunidad, las cuales, por esta naturaleza, garantizaban el
auténtico carácter solidario y autogestivo de la promoción, ya fuera en materia sanitaria,
cultural, política, educacional, etc.
Toda esta situación hubo de deprimir las prácticas comunitarias, al mismo tiempo que
provocó una depauperación nefasta en los ya más empobrecidos sectores de la socie-
dad. Sería esta inequitatividad la que consolidaría un clima que -sólo aludiendo a aspec-
tos socioeconómicos- consumó la desesperanza, el autoabandono y la cesantía de los
grupos más vulnerables.
Por otro lado, es este fenómeno el que posibilita una reacción organizada por
parte de los pobladores quienes son testigos y afectados directos, como congéneres y
familiares, del consumo de solventes. Esto, al paso que representa una motivación a
reintegrar fuerzas comunitarias en colectivos y organizaciones que persiguen afrontar
mancomunadamente estas problemáticas.
Así, respecto de los años ‘90, precisa tener en cuenta que las políticas e instrumentos
legales aplicados en Chile en la temática de uso de drogas, basaron sus medidas coacti-
vas no únicamente en la descalicación discursiva que ellas mismas habían hecho cir-
cular, sino que por encima de esto, se hubo denido las sanciones legales como uno
de los principales dispositivos - de carácter legal - a partir del cual derivar los concep-
tos de prevención primaria -apriorística al consumo-, tratamiento obligatorio y abstinen-
cia como condicionantes sólo para usuarios y usuarias que demandan atención o para
quienes son forzados institucionalmente a seguir una rehabilitación. Así las cosas, en
Chile el uso de drogas estuvo sancionado como falta según la ley 19.366 en que se
defendía la concepción de Seguridad Ciudadana no sólo a nivel político institucional sino
como perspectiva radical y reguladora de las relaciones sociales. Todo esto, claro está,
en el contexto en que el organismo ocial responsable de las políticas en la temática
drogas, CONACE, depende del Ministerio del Interior razón por la cual la política pública
tiene directa relación con asuntos de seguridad interior del Estado.
146
PROGRAMA CALETA SUR Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario
1.3) Antecedentes históricos: Caleta Sur y drogas
Tal situación es asumida como una realidad propia frente a la cual los pobla-
dores despliegan múltiples respuestas. Conjuntamente, esta actitud es reforzada por
las propuestas de Educación Popular y los grupos organizados dentro del ámbito de la
Iglesia Católica. Hay intentos de reactivación organizativa y comunitaria que buscarán
dar respuesta a estas dicultades que los valores solidarios comunes acusan. Contra
esto, se experimenta una franca lejanía de las instituciones ociales que, además, car-
acterizan el fenómeno según perspectivas de control y represión de los consumidores y
consumidoras.
En este contexto, del año ‘77 al ‘79 el abordaje está dirigido a la vivencia en
la calle de niños, niñas y jóvenes marginalizados. A partir de esto, la Vicaría de Pastoral
Juvenil torna la mirada hacia las prácticas de consumo que resultan ser agravantes de
su menoscabada calidad de vida. A raíz de estas iniciativas, en 1982 se crea el Hogar
Francisco de Asís que, junto con las instancias de trabajo con jóvenes inhaladores de la
Población José María Caro, en conjunto originarán en 1986 el Programa La Caleta.
147
Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario PROGRAMA CALETA SUR
con inhaladores a través de talleres, recreación, deporte, alfabetización, apoyo jurídico
y en salud. Existió, además, una casa de internado y un centro abierto de atención de
necesidades alimentarias para niños y niñas de la población José María Caro. La met-
odología utilizada consistía en el trabajo poblacional (más tarde, denominado Trabajo
Comunitario) en que se contactaba a grupos de jóvenes consumidores en sus lugares
de encuentro. Por otra parte, se desarrolló el trabajo con las familias de los jóvenes
consumidores con las que se planteaban encuentros conversacionales y la inquietud por
organizar mecanismos de subsistencia familiar. En último término, se desplegó el trabajo
de Monitores, que son personas pobladoras del sector que conocían bien las condicio-
nes de marginalidad de los jóvenes, niños y niñas usuarios de drogas, y el trabajo de
prevención orientado a grupos que presentaran algún grado de marginalidad, encami-
nado a generar un espacio educativo y afectivo que mostrara alternativas de vida.
Por último, cabe señalar que a principios de la década del ‘80 se reconoció
la problemática epidemiológica del VIH/SIDA. Años más tarde - en los noventa - unida
a ésta se reconoció la relación con la transmisión del virus entre usuarios y usuarias
de drogas por vía parenteral. Por entonces, las políticas que abordaban el consumo de
drogas (en general) habían sido frontales y coercitivas, basadas en principios de control
y en un enfoque centrado en la supresión de las sustancias, enfoque que poco adyuva
y más bien obstaculiza, el diseño de acciones de prevención de esta problemática entre
sujetos usuarios de drogas inyectables. En Chile esta coyuntura avanzó sin gran inci-
dencia durante la década. Posteriormente, la prevalencia se incrementaría pero aún sin
alcanzar niveles alarmantes como los presentes en otros países de la región (Brasil,
Argentina). Asimismo, tampoco existió una presencia signicativa de uso de drogas
inyectables. Ambas circunstancias, desde luego felices por un lado, sin embargo, han
prorrogado una embestida decisiva por parte de organismos estatales, a las problemáti-
cas que implican la relación VIH/SIDA-Drogas. Aspectos como atención en el sistema
de salud público para personas viviendo con VIH no están, en ningún caso, salvados
completamente. Tampoco cuestiones atingentes a planes y campañas de prevención
-rechazados o censurados verticalmente- ni menos las relacionadas con discriminación,
seguridad social o derechos de las personas que viven con el virus. En n, la temática
toda carece de una apropiación pertinente en cuanto, por lo menos, a los sectores socia-
les en condición de marginalidad y exclusión, quienes tienen un limitado acceso al cir-
cuito de atención por estas mismas condiciones, aún cuando a partir del nuevo siglo
(año 2000) se evidenció una preocupación por parte del Estado respecto de estos temas,
preocupación que hoy se traduce en la generación de un Area de trabajo al interior de
CONACE referido a la temática marginalidad, proceso en el que organizaciones de la
sociedad civil (como Caleta Sur) motivaron y posicionaron en la agenda gubernamental
la importancia de esta temática. En este último aspecto, las dicultades no tienen que
ver únicamente con problemas de décit en coberturas de atención, sino también, con la
presencia (muchas veces arraigada en culturas institucionales y prácticas profesionales)
de lógicas de intervención que no toman en cuenta la condición social de estos sujetos.
Ejemplos de lo anterior, son que regularmente se subordina la prestación a la demanda
148
PROGRAMA CALETA SUR Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario
por servicios, por lo cual una extensa franja de población queda excluida de estos espa-
cios; la inexibilidad o rigidez metodológica, la estandarización de los programas que
no recogen las particularidades de las personas; la burocratización y el privilegio de
criterios de eciencia en desmedro de criterios de ecacia, constituyen situaciones que
no permiten que la política social logre efectivamente responder a las necesidades de las
personas y, sobretodo, incorporar como eje central la noción de derechos que suponen
garantizar a todas las personas, independiente de sus condiciones particulares, el acceso
a mecanismos de satisfacción de necesidades que permita un nivel básico de calidad de
vida. Es claro que la política social - como lo dene José Luis Coraggio123 - en el ámbito
del neoliberalismo, constituye un mecanismo sectorialmente denido con base a criterios
de gobernabilidad, con metas sociales jas que deben lograrse al menor costo posible.
En el marco de este escenario, la ONG Caleta Sur y la Comisión Nacional del SIDA
se encuentran desarrollando desde el año 1998 una experiencia en el ámbito de la
prevención del VIH/SIDA en población usuaria de drogas, en sectores pobres y afectados
por fenómenos de exclusión social. Esta experiencia, una de las primeras que desarrol-
lan estrategias de reducción de daños en el ámbito de las drogas, ha permitido iniciar un
camino para abordar un fenómeno que, si bien en Chile aún no adquiere la connotación
que ha alcanzado en Europa o en países de América Latina, como Brasil, Argentina o
Uruguay, comienza a emerger silenciosamente. Los antecedentes epidemiológicos indi-
can que el 78% de los casos de transmisión sanguínea (que alcanza a un 4,7%, porcen-
taje que es el más bajo en los países del Cono Sur), corresponde a uso inyectable de
drogas. Por su parte, los resultados que pesquisa la Encuesta Nacional sobre Consumo
de Drogas124 señalan que para el año 2000 un total de 29.046 personas (equivalente a
un 0,37% ) reconocen uso de sustancias por vía intravenosa, siendo la droga más impor-
tante, la cocaína. El perl sociodemográco de esta población, sugiere mayor predominio
en hombres (81%), concentración en jóvenes adultos (19-25 años) de estratos medios,
focalizándose el 57% en la Región Metropolitana (que corresponde a la ciudad capital).
Los resultados que arrojó el Estudio con metodología R.A.R.125 realizado en la comuna
de Lo Espejo en Santiago126 en el año 2000, indican la fuerte presencia del comercio
sexual en población femenina, especialmente, entre adolescentes y jóvenes (14-25
años), práctica relacionada frecuentemente con el uso de Pasta Base de Cocaína.
(123) Coraggio José Luis. ¿Es posible pensar alternativas a la política social neoliberal? A ser publicado en Nueva
(124) Aplicada en el país desde el año 1994, cada dos años, y que constituye el segundo estudio más grande del
En el caso de los países con bajo nivel de drogas inyectables, como es el caso de Chile,
un objetivo prioritario de las estrategias de reducción de daños es prevenir la aparición
de la vía inyectable, realizar campañas de información y prevención sobre conductas de
riesgo asociadas al consumo de drogas y que pueden exponer a las personas al virus del
VIH, todo lo cual se orienta a aportar en el mejoramiento de las condiciones de vida y de
vulneración de derechos de estas personas, problemáticas que se relacionan estrecha-
mente con fenómenos socio culturales ligados a la discriminación e intolerancia social,
actitudes muy presentes en una sociedad aún conservadora, como es la sociedad chil-
ena127 . Este constituye el principal desafío para avanzar en la prevención del VIH/SIDA
en todos los ámbitos de acción.
(127) Un estudio realizado en el año 1997 en torno a estos fenómenos, concluye un 26% de intolerancia y
discriminación hacia el SIDA (con un índice de gravedad “alarmante”), un 51% hacia el consumo de drogas (con un
150
PROGRAMA CALETA SUR Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario
Desde sus orígenes, el Programa aborda, desde una perspectiva temática, el fenómeno
del consumo de drogas en sectores urbano populares. A partir de la invitación cursada
por CONASIDA y ONUSIDA en el año 1997, el Programa tomó la decisión de participar
en la experiencia de Reducción de Daños (careciendo aún de un dominio profuso de
las implicancias del enfoque) como una forma de aceptar el desafío de incursionar en
ámbitos de acción -hasta ahora desconocidos- que pudieran eventualmente aportar al
fortalecimiento del trabajo desarrollado. La apuesta fue aceptar la invitación, con la
intención de evaluar en el proceso la pertinencia de este enfoque en el Programa. Podría
armarse que más que una decisión racionalmente adoptada (sopesando en ello, costos
y benecios), constituyó una decisión intuitiva de aceptar la posibilidad de emprender
nuevos caminos.
En este sentido Caleta Sur ha tendido, en su dinámica interna, a mantener una relación
de exibilidad con las propuestas metodológicas, en el entendido que éstas responden
más bien a la necesidad de organizar modos de operar y formas de generar orientacio-
nes estratégicas que recojan la especicidad temporal que adquiere el fenómeno social.
Más bien, podría llegar a armarse que el Trabajo Comunitario constituye una racio-
nalidad fuertemente arraigada en la experiencia y reconocida como el eje identitario
de Caleta Sur128 . Existe una preocupación y una actitud vigilante en torno a evitar
la transformación de determinadas prácticas, en ejercicios dogmáticos y carentes de
justicación.
(128) Además del Sujeto con el cual la experiencia se ha comprometido históricamente, esto es, los niños, niñas y
jóvenes de sectores urbano populares.
151
Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario PROGRAMA CALETA SUR
La irrupción del consumo de P.B.C., por su parte, instaló una dinámica y un patrón de
consumo que cuestionó las bases metodológicas de la propuesta: se trataba de un
consumo individual; el grupo desaparecía como espacio social asociado a la droga, con
un proceso adictivo rápido y de compleja manifestación; se asocian otras problemáticas
vinculadas a prácticas delictivas como el robo; se manipulan e instrumentalizan las rela-
ciones con los pares; irrumpe el fenómeno del microtráco. Ya no era factible operar
con lógicas grupales y, además, muchas de las actividades desarrolladas (sobretodo
aquellas de tipo manual) suponían un débil e inadecuado manejo del cuadro adictivo del
joven. Se activó, entonces, la demanda por tratamientos de tipo residencial y la gura
de la “angustia”130 se posicionó rápidamente en las poblaciones. Esta situación desaó
al Programa a buscar estrategias alternativas y en un proceso que se extendió por casi
tres años, se reestructuró el trabajo: se abandona la conformación de Áreas de tipo ter-
ritorial (Área La Pintana, Área Lo Espejo, Área San Joaquín) y se da nacimiento a Áreas
de tipo temático o metodológico: Prevención, Tratamiento, Unidad Técnica. El principal
cambio radicó en que el usuario de drogas constituía un sujeto que era atendido en la
modalidad de trabajo poblacional, constituyendo uno de los cinco niveles de acción que
operaban en la práctica: prevención (trabajo con niños, niñas), consumidores, familias,
monitores, organizaciones sociales; y pasa a conformar un sujeto de preocupación espe-
cíca de un equipo de trabajo, en el marco de una propuesta de Comunidad Terapéutica,
modalidad que fuera escogida como respuesta para el problema. Estas modicaciones
generarán nuevos retos:
- Adecuar el modelo de Comunidad Terapéutica a los fundamentos del trabajo comunitario del Programa.
- Realizar un proceso vinculado a su propio medio natural, pues existía la convicción que
de acuerdo al perl de jóvenes con los que se estaba trabajando, era más favorable el
proceso de vinculación al medio que su alejamiento o aislamiento.
De este modo, no resultaba ajeno a la historia del Programa desarrollar una experiencia
que pudiera eventualmente devenir en un nuevo proceso de innovación metodológica,
claro está que, esta vez, sin el imperativo que signicó en los años noventa actuar en
torno a la problemática de la pasta base.
Así la experiencia que fue generándose en este ámbito, permitió al Programa no sólo ampliar los marcos de
interpretación del fenómeno y por lo tanto revisar criterios metodológicos, especialmente, en el ámbito de
Tratamiento que a consecuencia de este proceso, flexibiliza significativamente su carácter abstencionista131 ,
(131) Esto es, proponer como una meta asociada a un proceso de tratamiento, el abandono del consumo.
152
PROGRAMA CALETA SUR Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario
sino recuperar una práctica que había constituido el atributo central de la estrategia
metodológica con usuarios de solventes volátiles: el trabajo de calle con usuarios de
drogas abriendo así, nuevas perspectivas y formas de abordaje.
Una de las mayores implicancias, además de las anteriores, fue también, comenzar a
concebir al usuario de drogas como Sujeto de Derechos, noción que hasta ese momento,
no se encontraba posicionada al interior del Programa. La experiencia comienza a
enriquecerse de nuevas perspectivas analíticas, lo que acarrea como consecuencia la
incorporación de nuevos campos de acción que sean coherentes con esa perspectiva.
Expresión de lo anterior, es que ya no se plantea como única meta de los procesos
de rehabilitación, el abandono del consumo, sino aspirar a que el usuario(a) de drogas
mejore su calidad de vida, derecho que le asiste independiente de su condición social
y de su grado de consumo. En esta nueva forma de ver a los usuarios(as) de drogas,
vuelve a tomar protagonismo una estrategia de trabajo que se había abandonado, que
era el trabajo de calle. La intención ya no es dirigir acciones sólo hacia usuarios(as) de
drogas que demandan atención (ámbito al cual se dirige el Area de Tratamiento) sino
llegar a otro sector de la población que -más allá de sus condiciones sociales y opciones
individuales- no pierden el derecho a la información y a los dispositivos de salud que les
permita prevenir la transmisión del VIH/SIDA.
154
PROGRAMA CALETA SUR Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario
concepciones y sentidos de la modernidad, período que fuera “iluminado” por conceptos
ilustrados y burgueses de sociedad. Desde allí, se percibe que el despliegue histórico ha
expuesto, a grandes rasgos, la decadencia de las grandes utopías, el desvanecimiento
de antiguas metafísicas y la desmembración de demasiadas religiones. Tal circunstancia
no puede sino tener directa incidencia en la emotividad y la organización de la vida. Es
insensato, entonces, desconocer el correlato existencial que representan las dependen-
cias a sustancias y, antes, la desacralización a que las ha enfrentado Occidente. Mas
esto, debe comprenderse estructuralmente dentro de la secularización ubicua que com-
porta la globalización posmoderna y la consecuente angustia vital que trae consigo la
imposición del modelo liberal y su desequilibrado crecimiento. Ese desarrollo extrema-
damente estraticado que acaba aplastando a mayorías y minorías excluidas.
De este modo, ha sido menester construir una perspectiva analítica que interprete el
fenómeno de las drogas como un elemento contextual instalado socioculturalmente y
que, por lo tanto, responda a necesidades intrínsecamente existenciales de la población.
Es por ello, extremadamente necesario desmoralizar los focos de atención de la
temática, por cuanto éstos pertenecen a una superestructura donde las causas son
diversas y no siempre transparentes.
Caleta Sur, como institución, tiene una rica trayectoria en temas culturales y, ha sido
su sello, la permanente valoración del contexto en que los fenómenos sociales ocur-
ren. Por esto, se ha determinado una visión de la Cultura y la Historia como el ámbito
fundamental en que acaecen el despliegue de la existencia humana secundando, de esta
manera, las miradas cosicadoras del ser humano y su consecuente constricción en los
márgenes de su conducta.
Por otra parte, el hecho de que esta perspectiva legitime la posición del sujeto
antes que la probidad o improbidad de su comportamiento, no es otra cosa que iluminar
la subjetividad de un individuo que ha decidido, en algún punto de su trayecto, optar por
ciertos mecanismos de graticación y ciertas concepciones de su propia existencia. Sin
embargo, desde luego que esta óptica de la Reducción de Daños lo que hace es afron-
tar, con todo el realismo posible, la subjetividad al mismo tiempo que la objetividad.
Ésta, en el sentido apuntado que da cuenta del contexto sociocultural, de las condiciones
medioambientales y de la multiplicidad de factores que inciden en la construcción de
una subjetividad. De modo que, al cabo, Reducción de Daños no privilegia un esquema
determinista por sobre uno voluntarista sino que hace el esfuerzo epistemológico por
comprender la situación del sujeto en su pluralidad explicativa. Esta actitud fundamenta,
en denitiva, una ampliación de la mirada de Derechos Humanos que trasciende el
ámbito del contagio del VIH en usuarios de drogas, para plantearse como propuesta
política y cultural; como un imperativo para la construcción de una ciudadanía proactiva
y una democracia auténtica.
Por esta vía, el Programa Caleta Sur ha aanzado sus derroteros institucionales pues,
en su visión de Reducción de Daños, el horizonte de los Derechos Humanos se vuelve
de relevancia cultural y, por consiguiente, la interpretación del fenómeno del consumo
y dependencia a drogas, inyectables o no, y la relación que esta conducta contrae en
cuanto a la transmisión del virus, son inscritos en el espacio de interpretaciones y expli-
caciones cuya dimensión supera el mero comportamiento. Más aún, la orientación de
Reducción de Daños justamente reivindicará la subjetividad fundamental de la persona
antes que el orden de su modus vivendi, sea éste reprobable o no, según cualesquier
moralidad o normatividad.
Ahora bien, una tal perspectiva y enfoque de la intervención social no puede sino conl-
levar obstáculos metodológicos y técnicos. Naturalmente, una posición no asistencialista
y no abstencionista como Reducción de Daños, contrapuesta al concepto de “Guerra
contra las Drogas”, demanda una tecnología empírica que sea capaz de abordar estas
problemáticas de una manera tal que los sujetos puedan, efectiva y autónomamente,
reconocer los principios no frontales ni convencionales que presenta esta propuesta. Se
trata de sujetos que viven en extrema pobreza, envueltos en una red social donde se
discrimina a nivel de los discriminados; una realidad en que el impacto de las formas
constitutivas de la sociedad y la cultura es más feroz y descorazonador. Allí el sujeto ha
reducido su horizonte subjetivo y colectivo a su más mínima expresión. No hay cabida
para la asociatividad ni la avidez en la calidad de vida. Es éste un contexto en que la
mirada paternalista sólo contribuiría a socavar más aún la vulneración de derechos, la
autorresponsabilidad y la participación.
La Estrategia se plantea como una experiencia con el acento en las relaciones entre
reductor(a) de daño y usuario(a) de drogas. Uno de sus pilares será la generación de
vínculos y la búsqueda de un conocimiento mutuo que suscite la conanza. Posterior-
mente, advendrá la metódica de los compromisos y acuerdos sobre mejoramiento de
calidad vida. Éstos serán progresivos; propuestos pero deliberados en la total autonomía
del sujeto. Así, metafóricamente, un peldaño tras otro, se desarrollará un paulatino
esfuerzo, sostenidamente, sin forzar ni condicionar la supresión de la sustancia. Todo
lo contrario, los reductores de daños pueden ser testigos afectivos no condenatorios de
aquellos momentos dedicados al consumo porque, ya sea por el imperio de la margin-
alidad que desesperanza, ya sea por el yugo de la taquilaxia, la trayectoria hacia los
pequeños o grandes alivios es ardua y asediada por una polimorfa acción de factores;
de entre ellos, la fugaz satisfacción de los impulsos de la adicción, muchas veces puede
parecer a la persona usuaria de drogas, un paliativo.
En este punto, la clave está en uno de los conceptos más fundamentales de la met-
odología de Reducción de Daños: el acuerdo y logro de Objetivos Intermedios. Consis-
tente esto en el compromiso autónomo por parte del sujeto, en vías a obtener un avance
en la mejoría de su calidad de vida, estos objetivos son intermedios pues no preten-
den efectuar transformaciones violentas ni concluyentes. Estos objetivos son parciales.
Cumplen la función de escalonar el proceso hacia la propuesta de nuevos acuerdos. Los
acuerdos van desde encuentros con día y hora determinados en mutuo compromiso,
hasta el esfuerzo positivo por la disminución en las dosis o frecuencia de uso de drogas,
o bien, adoptar medidas que permitan prevenir problemáticas de salud (no compartir
jeringa en caso de uso parenteral de sustancias; utilizar medidas de desinfección; uso
correcto de preservativo, entre otras). Para esto, los Reductores de Daños - profesio-
nales o personas de la comunidad que desarrollan estas acciones - planican un segui-
miento y revisiones permanentes de los acuerdos y su posterior evaluación junto con el
sujeto. En conjunto, la meta será la movilización personal hacia lo que podría denomi-
narse un gran Acuerdo Consigo Mismo en que la persona asuma la necesidad de cambiar
de vida, cambio que no está connotado por el abandono de la conducta del consumo
como exigencia moral, sino un cambio que reera más a asumir con mayor protago-
nismo el derrotero de su propia existencia, el delineamiento de aquello que conforma su
núcleo de sentido (en la vida cotidiana o en su existencia personal, considerado como
un todo).
Toda esta metodología, que en otros países se funda en un explícito pragmatismo, con
el unívoco y primordial norte de “salvar vidas a toda costa”, ha ensamblado en Caleta
Sur con su estrategia de larga data: el trabajo comunitario. Para el Programa, la idea de
la intervención está dada en la posibilidad que los espacios terapéuticos se produzcan
en instancias cotidianas y, también, in situ. Se confía institucionalmente en la capacidad
159
Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario PROGRAMA CALETA SUR
de generar una red de vínculos mediante la promoción de la participación comunitaria.
Así, un propósito decisivo es que la Reducción de Daños se sitúe en la vida de las per-
sonas. Que a partir de la adopción de cierta actitud ante los problemas, el individuo
sea capaz de identicarlos y distinguirlos en su justa proporción para que, hecho un
cierto “autodiagnóstico”, proyecte un plan de trabajo para reducir esos malestares cuyo
centro, habitualmente, no es ni será la droga. Ahí el apoyo es indispensable. Cada alivio,
obtenido a raíz de un trabajo en conjunto, con base a acuerdos de acción respecto del
problema, actuará como aliciente para ulteriores logros.
En adelante, la mirada proactiva del Trabajo de Calle con personas usuarias de drogas,
habrá diferenciado las vertientes de acción que van, la una, dirigida a la identicación
del problema y la movilización consecuente a cubrir esas necesidades y, la otra, encam-
inada a proveer al sujeto de herramientas, por ejemplo, para la prevención de la
transmisión de enfermedades de transmisión sexual, o, en el caso de las mujeres usu-
arias que comercian sexo y drogas, en función de crear tácticas para la negociación del
uso del condón con sus clientes. El n sigue siendo, entonces, la incorporación de una
actitud en pro de la disminución de los riesgos; la creación de una base concreta desde
la cual maximizar la concepción de Reducción de Daños la cual, según proere Caleta
Sur, es factible de instituirse como una tecnología y modelo de intervención que va más
allá de la copla SIDA-Drogas. Así pues, la práctica de Trabajo de Calle que ha desar-
rollado Caleta Sur tiene por designio reconocer, redescubrir y revalorar modalidades
de trabajo social que contribuyan a establecer estrategias de participación social y de
fortalecimiento de vínculos para potenciar las identidades locales y el ejercicio de una
ciudadanía activa. Esto, en el contexto que amplios sectores de la sociedad chilena per-
manecen en condiciones de exclusión social sin que las políticas sociales incidan efecti-
vamente en la población más desprovista.
La práctica de Trabajo de Calle que ha desarrollado “Caleta Sur” desde los años ochenta,
surge de la necesidad de reconocer, redescubrir y revalorar modalidades de trabajo
social que contribuyan a establecer estrategias de participación social y de fortaleci-
miento de vínculos para potenciar las identidades locales y el ejercicio de una ciudada-
nía activa y ecaz. Esto, en el contexto que amplios sectores de la sociedad chilena
permanecen en condiciones de exclusión social sin que las políticas sociales lleguen
efectivamente a las personas que más lo requieren. En este marco, estas estrategias se
inscriben en contextos sociales de alta desintegración.
Trabajo de Calle constituye una apuesta metodológica y social que conforma una prác-
tica originaria del Programa. La experiencia surge como respuesta a la situación de
marginalidad que afecta a niños y niñas consumidores de solventes volátiles y que
deambulan por el centro de la ciudad. Las posibilidades de acceso y acercamiento hacia
estos grupos, van materializándose conforme se despliegan acciones en la calle y repor-
tan la conguración de un núcleo básico que, con el tiempo, es identicado como una
condición fundamental para viabilizar el proceso de intervención con estos grupos: el
vínculo afectivo. Las habilidades y destrezas que exige este trabajo, distan -en muchas
ocasiones- de formar parte del acervo de profesionales y técnicos de las ciencias socia-
les.
(132) Se exige, por lo regular, acompañamiento de un integrante del grupo familiar (denominado “apoderado”) y,
en otros casos, entregar un aporte económico como retribución por tratamiento. En algunos casos se obliga a los
usuarios efectuar actividades de comercio ambulante o callejero para aportar ingresos al Centro de Atención.
161
Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario PROGRAMA CALETA SUR
La discusión en torno al perl requerido para conformar un equipo de trabajo abocado
a esta tarea, ha conformado un eje de discusión que ha cruzado las diversas etapas
de desarrollo metodológico de la experiencia. En sus expresiones más radicalizadas,
los años ochenta constituyeron la etapa en que se privilegiaron características asocia-
das con la extracción social. La categoría “clase” constituyó una variable de inclusión /
exclusión en los procesos de selección del recurso humano empleado en el Programa.
El Trabajador Comunitario debía poseer rasgos sociales semejantes a los sujetos con
los cuales la experiencia desarrollaba su acción, estableciendo niveles de remuneración
que no debían exceder los salarios de la condición obrera. La subvaloración del trabajo
intelectual constituyó otra forma en que esta visión se manifestó en aquel contexto.
El lugar que puede ocupar un saber especíco y la forma en que es posible acumular
y legitimar conocimiento, constituye uno de los principales aprendizajes que es posible
reconocer en la práctica de las experiencias de Trabajo de Calle y Trabajo Comunitario.
(133) Nombre que recibe el o la persona del equipo de Atención y Tratamiento con usuarios de drogas, bajo la
(134) Según el cual el uso abusivo o problemático de drogas es expresión de una crisis de la matriz cultural de
occidente que desacraliza la relación sujeto / sustancias, transformándola en una práctica vacía de sentido y como
una conducta que maniesta una búsqueda de formas compensatorias de graticación o de experimentar un “aquí y
ahora” a voluntad. El escenario cultural sugiere la presencia de una crisis de sentido en el individuo y la convivencia
social que sitúa a los sujetos en un contexto de incertidumbre que genera un estado de vacío existencial.
El trabajo de calle, tiene como sentido primario tender un puente entre sujetos, inclui-
dos los unos, excluidos los otros a n de establecer vínculos entre dos mundos y por
ende dos subjetividades.
Las razones que motivan el acercamiento son diversas como diversos son los objetivos
de las instituciones que lo realizan y diversas son las mujeres y los hombres que
desarrollan el trabajo de calle. Porque normalmente en el contacto entre un trabajador
de calle y un sujeto que hace su vida en la calle se juegan motivaciones racionales,
objetivas, tributarias de la planicación social y se juegan, también, sentimientos,
emotividades, sin razones, motivaciones que a su vez son tributarias de la más pura
subjetividad.
El otro sujeto invitado al vínculo tiene, también, sus motivos para aceptar o no la propu-
esta, no dispone o ha rechazado las posibilidades de programar un futuro en la relación.
Sus proyectos son de corto alcance porque la vida le ha negado una visión de futuro
esperanzadora. Vive el momento, el hoy y en él construye sus relaciones y afectos.
En este escenario, asumir el trabajo de construcción de vínculos supone acceder a los
espacios naturales en los cuales se ubica el sujeto o los grupos. Llegar a estos lugares,
exige la permanencia durante un tiempo prolongado y permanente, a n de construir
los lazos necesarios que permitan ser un agente motivador del cambio.
Esta forma de trabajo requiere tener presente algunas premisas: la primera es que el
trabajo de calle y de construcción de vínculos rompe con la postura del no involucra-
miento afectivo y la mantención de la distancia que objetive la mirada del educador.
Esa concepción en el caso de estas experiencias, no contribuye, no permite generar
los lazos básicos que posibiliten establecer una relación.
En el trabajo con este tipo de niños, niñas y jóvenes se debe interpelar constantemente
a los esquemas generados desde las ciencias. No negar lo que de ellas pueda ser útil
pero decididamente no intentar en ningún momento explicaciones ni caminos a priori.
Este es un libro distinto, sus páginas deben ser escritas cada día con lo que la realidad
y las experiencias vividas entregan como señales y aprendizajes y desde eso utilizar
toda la batería que se pueda disponer para la generación de cambios que se desarrollan
con todo en contra. En este escenario, las estrategias metodológicas no deben estar
sujetas a estructuras esquemáticas.
¿Qué es posible realizar? Todo cuanto una convivencia constructiva puede contener.
Integrar como elemento de ayuda desde una simple pero necesaria conversación, desde
el abrazo y el gesto afectuoso, hasta la capacitación laboral, la atención médica, judi-
cial, laboral, recreativa, formativa, escolar no tradicional, entre otros aspectos. Se
requiere creatividad, no grandes recursos y sobre todo establecer lazos sólidos con una
red de apoyo para resolver algunas de estas necesidades.
El trabajo es eminentemente en los espacios donde los niños y jóvenes se encuentran, para
lo cual es necesario formar duplas de trabajo para abordar y permanecer con grupos dis-
tintos, ocupando espacios comunitarios cercanos para desarrollar actividades. Necesidades
que requieran otro tipo de capacidades instaladas deben ser cubiertas a través de la red de
apoyo (capacitación laboral, atención especializada en salud, educación, etc.)
164
PROGRAMA CALETA SUR Reflexiones sobre el Sentido del Trabajo Comunitario
La instalación de un ambiente, en primer lugar, afectivo pero además propositivo, de
creación de nuevos espacios y desarrollo de capacidades insospechadas por los sujetos y
la permanencia en la relación por un tiempo más o menos prolongado (dos años aproxi-
madamente o a veces más) constituye en sí mismo un espacio terapéutico creado entre
los participantes, alternativo a los ambientes y técnicas terapéuticas tradicionales.
Para el desarrollo para este trabajo, es necesario tener presente ciertas condiciones que
permitan una relación de este tipo.
Si fuera posible esquematizar una vivencia que en cada caso es distinta, porque está
sostenida desde la individualidad de cada persona, se podrían determinar pasos gene-
rales en el establecimiento del vínculo:
1er. Paso: tiene gran importancia el primer acercamiento por cuanto si a cada persona
(cualquiera) le produce signicativa sorpresa que otro se aproxime en la calle con la
intención de establecer una conversación, no es distinto para quienes se encuentran
en la situación a que se hace referencia. El primer acercamiento debe realizarse, sobre
todo, con naturalidad y respeto. Una pregunta, un comentario sobre una situación dada,
pueden ser formas que ayuden en el abordaje. El educador debe mantener la iniciativa
para generar un espacio que se convierta en interesante para el otro. Este primer
encuentro debe permitir quedarse en la memoria para producir un segundo encuentro
y además, recabar una información mínima para volver a encontrarse con esa persona
(¿siempre estás por acá?, ¿dónde te encuentro si te necesito?, etc.).
2do Paso: Un segundo encuentro debe partir por recordar el encuentro pasado y,
habiéndose quedado con una primera impresión, el educador debe acercarse con una
idea más estructurada respecto a obtener un objetivo de más largo alcance, esto es,
profundizar en la conversación, ampliar información acerca de quién es el educador, qué
interesa en el contacto, preguntar acerca de los intereses del otro, proponer nuevos
encuentros en función de intereses comunes que aparezcan. No es recomendable en
estos primeros encuentros situar la conversación en función de los problemas o caren-
cias, sino en potencialidades, intereses, posibilidades de hacer juntos. No debemos olvi-
dar que estas personas deben sobrevivir con cada una de las oportunidades que se les
presentan en la calle y los educadores de calle, al producirse el acercamiento, repre-
sentan una posibilidad más. Si el punto de partida son las acciones asistenciales, difícil-
mente se puede lograr una relación distinta.
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3er. Paso: Cuando ya se ha establecido una relación básica, es importante jar acu-
erdos mínimos en la relación: momentos de encuentro, lugares, horas, nalidad, etc.
Importante es mantener permanentemente espacios de conversación. Se podrá obser-
var que a medida que se avanza en la conanza, aparecerán las problemáticas, los
dolores, los secretos, las angustias, los sueños. La actitud de escucha, el resguardo
del secreto y la intimidad son muy importantes. La posibilidad de acordar acciones que
permitan un cambio debe contar con la actitud activa de la persona y para que ésto se
produzca es necesario sanar ciertas cosas, volver atrás para mirar hacia delante. Son
espacios terapéuticos necesarios para recoger la fuerza necesaria que permita volver a
creer en las capacidades propias y en las posibilidades de ser necesarios para otros de
verdad.
Frente a estos desafíos el trabajador de calle o comunitario debe considerar una actitud
ética fundamental en todo momento. Es condición permanente para la construcción
del vínculo una actitud permanente de autoresponsabilización que permita cautelar el
respeto por los factores más fundamentales que denen esta relación humana: la
consideración del otro como una legítima persona y, sobretodo, con el resguardo de
no profundizar el violentamiento social del cual ha sido permanentemente objeto en
su relación con la sociedad. Lo anterior exige una actitud autovelante que tenga pre-
sente el cumplir con rigor cada uno de los compromisos y acuerdos - por pequeños que
éstos parezcan -, pues un aspecto básico del proceso es no reforzar las experiencias
de frustración que la persona ha acuñado en su trayectoria vital. Del mismo modo, es
necesario evitar la responsabilización de compromisos o tareas que el educador no esté
en condiciones de cumplir; esto supone ser y no sólo parecer, auténticos y honestos
en la relación. Bastará muchas veces un error, una falta de respuesta al compromiso
adquirido, para que el vínculo no sólo pierda credibilidad, sino que se vulnere y se
rompa. El respeto sacro por la intimidad de la persona, por cumplir el principio de
la condencialidad, expresa no sólo un rasgo ético profesional fundamental, sino el
reconocimiento verdadero de la persona como un ser humano importante. En deni-
tiva, la dimensión ética de la relación constituye el basamento central que sostiene el
vínculo con los sujetos. Su vulneración no sólo debilita una estrategia de intervención
sino, lo que es verdaderamente grave, vulnera la integridad de la persona, su dignidad
humana y su derecho a ocupar un legítimo lugar en la sociedad.
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Fases o Momentos del Trabajo de Calle:
a) Inserción territorial
b) Contacto
c) Diagnóstico
d) Proceso
Líneas de Acción:
a) Seguimiento
b) Diagnóstico
c) Acuerdos
d) Apoyo Social
e) Actividades promocionales
f) Evaluación
De este modo, es como Caleta Sur asume este tránsito, de “la teoría a la prác-
tica”, como una espléndida oportunidad de adecuar con sumo realismo, el enfoque de
Reducción de Daños, a las efectivas posibilidades que ofrece nuestro propio panorama
social. Por ello, acaso sean los hallazgos concretos de la práctica los que mejor pueden
dar cuenta del nivel de impacto que ha proliferado en terreno y, por otra parte, un
interesante espacio de recopilación de testimonios directos de quienes llevan a cabo ya
sea los procesos de tratamiento, sea el trabajo de calle o las campañas de información
y sensibilización.
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Hay, por otro lado, aspectos hallados que representan la necesidad de realizar
lo que ya se ha hecho, readaptaciones, reconducciones y reexiones en torno a la prác-
tica de la estrategia. Esta pues, como se advirtió antes, está concebida como un para-
digma en construcción. En este sentido, de cierto una de las debilidades esperables ha
sido las carencias materiales que se presentan, sobretodo, en cuanto a la capacidad de
atención tanto del equipo de Tratamiento como del Trabajo de Calle. Las diferentes áreas
han debido “ingeniárselas” para hacer todo lo más frente a tanta demanda.
Otro mérito denitivo de Reducción de Daños dice relación con que se ha logrado que la
visión se amplique mucho más allá de la meta de cambio de una droga por otra (más
blanda o menos tóxica) o de reducción del consumo. La práctica ha enseñado que es
muy posible extender este horizonte, ciertamente drogocentrista, por uno que conciba
la realidad cultural y las relaciones intersubjetivas, como objetivos en sí mismos y no
como medios para alcanzar un n. Nuevamente, por supuesto, a partir de la premisa de
un sujeto social con la intrínseca “misión” de participar en la comunidad en función de
las necesidades subjetivas y colectivas.
(136) Apoderado es una persona (por lo general, familia) que se compromete a acompañar el proceso de tratamiento
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Esto se valora sentidamente en quienes hubieron perdido toda credibilidad. Asimismo,
en este sentido, un acierto hallado es la concepción que todo logro, por pequeño que
sea, es un paso positivo. Esta idea implica que el éxito es el conjunto eslabonado de
muchos éxitos sucesivos con sus naturales errores, limitaciones y retrocesos. La meta
no es imprescindiblemente la graduación137 sino la ponderación de los propios recursos,
la asunción de la responsabilidad que le compete al sujeto en cuanto a su vida y la
ecacia en la capacidad de situarse en su realidad.
Otro hallazgo importante se reere al tema de la seguridad. Al inicio existe fuerte reti-
cencia a extrovertirse, existe un temor a decir y hablar del dolor, las pérdidas, etc. No
creen en la condencialidad, sin embargo, con el tiempo, este enfoque ayuda mucho a
ganar en la calidad de la información pues la conanza crece cualitativamente en tanto
que no hay increpaciones ni juicios de valor que condenen sus conductas pasadas, pre-
sentes o, incluso, aquellas por venir. Todo esto se funda en los vínculos afectivos que
constituyen el tronco de la metodología. Se ha encontrado que ésta es la idea-fuerza
que plasmada, otorga grandes expectativas al enfoque.
Las relaciones de poder, también, son diferentes en este enfoque porque al mismo
tiempo son éstas muy horizontales, para la escucha, “la conversa”, la generación de
vínculos y, al mismo tiempo son también verticales, pues existen ciertas normas que se
deben cumplir. Principalmente, los compromisos en vías a logros intermedios; pilar del
proceso. Por eso mismo, al principio las recaídas son siempre escondidas, con temor y
vergüenza, “esperan que nadie sepa que recayeron, nadie debe saber”. Cuando asumen
y se apropian del proceso y su visión, se concientizan de la naturalidad de lo ocurrido
y logran extraer un aprendizaje de ello sin negaciones ni disfraces. Se autorresponsabi-
lizan, se empoderan.
No deja iluminar el contexto el hecho que cuesta mucho, declaran los terapeu-
tas, que aprehendan la idea de los derechos. No saben de su derecho a opinar, por
ejemplo, y lo hacen al principio con una carga de agresividad que el mismo grupo se
encarga de reeducar. El grupo es un actor fundamental en el proceso en tanto que la
dinámica interna asume progresivamente el valor del espacio con que cuentan y exigen
del Otro esta misma valoración.
Encontramos, además, que este enfoque choca muchas veces con el academicismo,
con la “psicopatología” y sus estigmatizaciones, sus generalizaciones. Aquí el enfoque
teórico es más simple (menos erudito), pero más complejo a nivel humano, “porque se
vive y asume el sufrimiento de las personas como parte de la vida”. Lo cual, desde luego,
permite mentar la feliz cercanía con proposiciones epistemológicas como la del Análisis
Existencial y la Logoterapia.
(137) Esto es, egresar exitosamente del proceso de rehabilitación, con logros en el ámbito de la abstención total y
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Desde el punto de vista técnico metodológico, es posible efectuar una síntesis de los
principales hallazgos en lo que va de la experiencia en el Programa:
- Mujeres jóvenes que ejercen comercio sexual, mayor vulnerabilidad y exposición al VIH/SIDA y ETS.
- Dicultades para gestionar uso preservativo con “clientes” (se prioriza acceso a droga).
- Algunas dicultades: grave deterioro psicosocial; carácter “nómade”; tendencia
al individualismo; situaciones de conicto que desestabilizan la relación; prácticas
institucionales que no se ajustan a las necesidades de esta población.
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Ese daño y no otro, el núcleo en que nos podemos pensar como “animales políticos”, es
donde reconocemos la proyección del modelo de Reducción de Daños como propuesta
político-comunitaria.
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