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Saulxerotte
es una ciudad de
casi cinco mil ha-
bitantes, de buen
tamaño pero vieja,
construida en un
estilo antiguo y
contra el frío, casi más propia de norteños, aunque
contrastan los nuevos usos, hay un pequeño teatro,
Philippe Garnier, Capitán de la guardia de
pocas posadas por no ser ruta de paso habitual, y Saulxerotte
extensas zonas de cultivo. Sus gentes estan más
apartadas de los cotilleos de la corte, no tantos por-
tan estoque o florete y muchos menos se divierten
batiendose en duelo. La gente vive a caballo entre
las ciudades del sur y esta pequeña provincia fria
y poco apetecible. La minería tambien es una fu-
ente de ingresos para la ciudad, así como la leña de
los cercanos y oscuros bosques, pero en las últimas
semanas todo se ha apagado, los más ricos pasan
el tiempo en sus residencias al sur de la cordillera
mientras que el resto se encierra por las noches en
sus casas, ignorando el hecho de que deberían reirse
de todo lo que susurran sus vecinos sobre aquello
que sucede.
La Bestia de Saulxerotte
mujer observaban satisfechos como comían mien- los magullados y malheridos. La bestia era agil y
tras les ponían al dia sobre las variadas muertes y veloz, y realmente no dio oportunidad alguna a sus
detalles peculiares que lograban recordar, como el perseguidores, pero sin duda se trataba de ella... la
hecho de que ninguna de las victimas parecía ser de- Bestia de Saulxerotte era real, solo esa monstruosi-
vorada, solo mutilada. No veían conexión aparente dad animal podía ser la responsable de las muertes.
entre ellas, y siempre sucedían fuera de la ciudad.
Mientras Ueda hablaba con un cazador y
Mientras los cazadores se unían a su primera herrero del pueblo, uno de los pocos que no habi-
batida con el grupo local, Sahid y Bruce exploraban taba en cabañas apartadas, un joven de etnia ryu-
en busca de posada, encontrando una por la indi- an cuya familia procedía de Pahion, con la curiosa
cación del tabernero, una viuda y su hija regenta- mezcla cultural tenía por nombre André Xiao. No
ban un pequeño hostal, ahora tambien vacío, y por pudo esclarecer mucho más de lo ya sabido pero el
muy poco dinero les dieron cama. Mientras hacían joven era agradable y cordial, a pesar del ambiente,
averiguaciones particulares Henrik y Constantin y él pudo personalizar un poco más a algunas de
hacían descubrimientos más peligrosos. las victimas, ya que su memoria era mejor que la
del tabernero. Pero de lo único que sirvió fue para
En el bosque el grupo halló por puro azar descubrir que realmente no parecía haber conexión,
unas huellas grandiosas, desproporcionadas, y eso eso sí, ubicó con más precisión las localizaciones de
animo a los cazadores, no quedaban muchas fieras, algunas muertes. Ueda tenía intención de explorar
y una de tales dimensiones debía ser sin duda la que esos lugares.
habían buscado sin exito durante meses. Debía es-
tar volviendose más audaz y se dejaba ver cerca de A su regreso con los heridos los cazadores sem-
braron expectación con su descubrimiento, para el
día siguiente el grupo al completo de cazadores
partiría en busca de la bestia ahora que la zona
parecía acertada, sin duda el pequeño rastreador
Constantin les había traido suerte, reían sonora-
mente los cazadores norteños mientras palmeaban
los menudos hombros del gitano.
Vizconde Edgard
Beaumont
Apéndice
Lo que nadie supo es que Sahid es un miem-
bro del clan Barakah, enviado aqui para asesinar
al vizconde, aunque su incursión nocturna no salió
como debía. En la habitación no encontró a Edgard
-al que ya consideraba de antemano culpable de ser
el mismo la Bestia de Saulxerotte según sus propias
palabras-, este leía en la biblioteca abajo por no
poder conciliar el sueño y al encontrar en la cama a
una mujer joven su mente decidió, de algún modo,
que esa mujer debía ser el vizconde, que le había
suplantado de alguna forma o adoptado su imagen.
La degolló dando así por cumplido su trabajo pero
en su salida encontró a un hombre desconocido,
dormia en la habitación cercana a la del vizconde y
lo asesinó igualmente... el motivo para esta muerte
es desconocido, puede que el olor a sangre de la jo-
ven le enloqueciera o sencillamente su sadismo es el
motivo para su profesión. Por esta razón en cuanto
sospechó de la voz de alarma huyó al río a limpiar
sus ensangrentadas ropas.