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El organismo Romano que reúne a todas las Congregaciones misioneras de la Iglesia publicó en enero de 1974
un artículo del padre Timoteo Mc Carthey, y la Congregación de los Padres del Espíritu Santo lo retomó en su
propio boletín.
Con el sugestivo título de "Antes, durante y después del Concilio", el padre Mc Carthey analizó los
cambios sufridos por la doctrina en relación a la mediación de Cristo y a la salvación.
En cuanto a Cristo Mediador, el autor nos dice que antes del Concilio, el misionero enseñaba que Jesús
fundó una única y verdadera Iglesia, la Católica, en la cual Él está presente como Mediador ante el Padre, y
que, por lo tanto, existía una separación radical entre el campo cristiano y las religiones no cristianas.
El padre Mc Carthey nos dice que esta doctrina sufrió un primer cambio puesto que, durante el Concilio,
Jesús apareció como llevando a la perfección las otras religiones cristianas e incluso las no cristianas, que
contienen auténticos gérmenes del Evangelio.
La Iglesia no carece de vínculos con esas religiones, sino que está en ellas como levadura.
Por lo tanto, la misión no es una competencia, un esfuerzo de substitución, sino una obra de sublimación:
toma aquello que hay de verdadero y sano en esas religiones y muestra cómo encontrar su perfección en
Cristo.
El articulista nos presenta un segundo cambio doctrinal; en efecto, después del Concilio, la mediación
universal de Cristo se mantiene, pero respetando el pluralismo religioso.
Lo que Dios ha revelado en Jesús, una vez y para siempre, es que la decisión crucial referente a lo divino es
tomada por el hombre en su relación con la comunidad humana.
Jesús ha proclamado la interconexión entre el amor a Dios y el amor al prójimo, que son indisociables. Es en
su relación con la comunidad humana que el hombre se abre a lo divino y comunica con Dios.
Cuando el misionero enseña a los no cristianos a amar a todos los hombres, es entonces que él evangeliza.
Ya podemos vislumbrar las sorprendentes afirmaciones del padre Mc Carthey respecto de la doctrina de la
salvación.
El nos dice que, conforme a la doctrina anterior al Concilio, los miembros de la Iglesia tienen todo lo
necesario para salvarse; y que la pertenencia a la Iglesia es la única vía normal de salvación.
Por lo tanto, el deber de la Iglesia era predicar a los hombres para que se convirtiesen.
Los no cristianos pueden salvarse si ellos lo son de buena fe; pero su salvación requiere una intervención
extraordinaria de Dios en sus vidas.
El Concilio ha declarado que Dios obra a través de ellas y no las desdeña. Ellas son, por lo tanto, legítimas y
tienen su lugar en el plan de Dios.
Los no cristianos, aceptando su humanidad, sus vidas y los misterios que los rodean, han aceptado a Cristo, al
menos implícitamente.
Los cristianos, habiendo recibido la gracia de conocer explícitamente a Cristo, deben ser signo de que todos los
hombres están salvados en Cristo.
Evidentemente que las cosas no podía quedar aquí y han seguido su rumbo. Después del Concilio se
enseña que cada religión tiene su identidad y su autonomía como consecuencia de la absoluta certeza que la
fe inspira al creyente.
Cuando un no cristiano hace un acto de fe se encuentra en una relación con Dios que no es menos inmediata
que la del cristiano.
Esta concepción de la salvación está esencialmente centrada en Dios. La Iglesia, en efecto, se ordena al Reino
de Dios, y Jesús se ordena a la obra del Padre; por lo tanto, no es necesario para los no cristianos adherir a la
Iglesia para salvarse, si adhieren a Dios.
El objetivo del mensaje cristiano es liberar a los no cristianos en vista de un contacto salvífico con aquello que
hay de mejor en cada una de sus tradiciones religiosas.
El misionero debe ayudar a los no cristianos a resolver sus problemas. Lo hará de manera humilde, sincera,
respetando sus tradiciones y estando disponible a aprender de ellos respecto de Dios.
Los no cristianos tienen necesidad de ver cómo la vida cristiana se distingue de las otras religiones creando
una transfiguración de la consciencia y una nueva visión del hombre, del mundo, de la historia y de Dios.
El padre Mc Carthey no lo dice, pero, por lógica consecuencia, ya hemos llegado a que la salvación está
centrada en el hombre.
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PONTIFICADO DE PIO VI
Carta HAS AD TE LITTERAS, del 23 mayo de 1840, al Obispo de Chelm, sobre la tendencia
cismática de los rutenos unidos, que sostienen que los puntos de divergencia son de poca
importancia. Relaciones con los cismáticos. Vigilancia en los seminarios.
PONTIFICADO DE PIO IX
Carta IN SUPREMA PETRI, del 6 enero de 1848, a los orientales separados, sobre el
fundamento de la unidad.
Encíclica NEMINEM VESTRUM, del 2 febrero de 1854, a los armenios católicos. Sobre las
discordias en la iglesia armenia y las medidas para hacerlas cesar. El problema del retorno de
los disidentes. Caridad para con ellos, pero no atenuar las diferencias en los ritos.
Carta SINGULARI QUIDEM, del 17 marzo de 1856, al Episcopado austríaco. Única es la
verdadera Iglesia, Santa, Católica, Apostólica y Romana. Única la Cátedra fundada sobre Pedro.
Fuera de ella no se encuentra ni la verdadera fe, ni la salvación eterna.
Encíclica AMANTISSIMUS, del 8 abril de 1862, a los Obispos orientales. La Iglesia fundada
por Jesucristo. Pedro y sus sucesores.
Carta APOSTOLICAE SEDI, del Santo Oficio a los Obispos de Inglaterra, del 16 de septiembre
de 1864; firmada por el Cardenal Patrizi, prefecto de dicha Sagrada Congregación. Prohíbe
expresamente el ingreso de católicos en la Sociedad para la unión de los cristianos de Londres,
fundada y dirigida por acatólicos para promover la así llamada "unión" de todos los cristianos.
Fundamenta tal prohibición en los manifiestos errores profesados acerca de la constitución de la
Iglesia de Cristo, y en el peligro de indiferentismo que implica.
SYLLABUS o colección de los principales errores modernos, tomados de las Actas del Sumo
Pontífice, del 8 de diciembre de 1864. Publicado conjuntamente con la encíclica QUANTA
CURA. Condena proposiciones que afirman la libertad religiosa (proposición 15) y que fomentan
el indiferentismo (proposiciones 16, 17, 18).
15. "Todo hombre es libre en abrazar y profesar la religión que, guiado por la luz de la razón,
tuviere por verdadera".
16. "Los hombres pueden encontrar en el culto de cualquier religión el camino de la salvación
eterna y alcanzar la eterna salvación".
17. "Por lo menos deben tenerse fundadas esperanzas acerca de la eterna salvación de todos
aquellos que no se hallan de modo alguno en la verdadera Iglesia de Cristo".
18. "El protestantismo no es otra cosa que una forma diversa de la misma verdadera religión
cristiana y en él, lo mismo que en la Iglesia Católica, se puede agradar a Dios".
77. "En nuestra época no conviene ya que la religión católica sea tenida como la única del
Estado, con exclusión de cualesquiera otros cultos".
Carta QUOD VOS, del Santo Oficio al clero y pueblo ingleses, del 8 de noviembre de 1865,
firmada por el cardenal Patrizi. Tiene por objeto prevenir y condenar los errores de la "branch
theory" sostenida por Pusey, según la cual la verdadera Iglesia estaría formada por tres
"comuniones" lamentablemente separadas entre sí (romana, anglicana, ortodoxa). Reafirma la
doctrina católica: la verdadera unidad, prometida por Cristo a su Iglesia, existe indefectible en
la Iglesia Católica.
1868, septiembre 8 y 13: Dos cartas dirigidas por PIO IX, en vísperas de la reunión del
Concilie Vaticano:
- A los Patriarcas y obispos de las iglesias ortodoxas, invitándolos a poner fin a su separación y
regresar al seno de su Madre común, la Iglesia Católica (8 septiembre 1868)
IAM VOS OMNES, del 13 septiembre de 1868, a los protestantes y demás no católicos,
exhortándolos a regresar a la unidad católica, exponiéndoles detalladamente que sus "iglesias",
por sí solas o conjuntamente, no constituían ni podían constituir la verdadera Iglesia de Cristo.
Carta QUO IMPENSIONE, del 20 mayo de 1870, a los armenios católicos, sobre el cisma, la
violación de las censuras y las falsas alegaciones de fidelidad.
Encíclica QUARTUS SUPRA, del 6 enero de 1873, a los armenios, sobre los orígenes y
desarrollo del cisma, y la falsa declaración de fe del 6 de febrero de 1870.
Encíclica ETSI MULTA, del 21 noviembre de 1873, sobre la Comunión Romana, los Viejos
Católicos en Alemania y su falso obispo.
Encíclica CHRISTI NOMEN, del 24 de diciembre de 1894. Expone los medios que favorecerán
el regreso de los orientales separados de Roma.
Encíclica ADIUTRICEM POPULI, del 5 octubre de 1895. Oración por la unidad y retorno de
los disidentes.
"Motu proprio" AUSPICIA RERUM, del 19 de marzo de 1896, sobre el método a seguir, los
medios a emplear y la concordia a observar para asegurar el avance del catolicismo en Oriente.
Encíclica SATIS COGNITUM, del 29 de junio de 1896, acerca de los rasgos principales y la
unidad de la Iglesia Católica. Expone claramente la verdadera doctrina sobre esta unidad: solo
la Iglesia de Cristo es una y única, y solo la Iglesia Romana es la Iglesia querida y fundada por
Cristo; fuera de ella, fuera de la comunión en su fe, en su culto y en su autoridad, no existe
ninguna otra iglesia.
I: Objeto:
3. Al considerarla así, los disidentes verán que las condiciones que para su regreso impone la
Iglesia, no son creación humana, sino que lo han sido por orden y voluntad de Dios.
A) Constitución de la Iglesia:
1. La doctrina católica:
a) Plan de Cristo: envío de los Apóstoles a enseñar todo lo que El les enseñara, para
que, profesando su doctrina y obedeciendo sus leyes, los hombres pudieran adquirir la santidad
en la tierra y la felicidad eterna en el Cielo.
b) Si consideramos su fin último y las causas por las que produce la santidad en las
almas: la Iglesia es espiritual, invisible.
c) Si consideramos sus miembros y los medios por los que los dones espirituales llegan
a nosotros: la Iglesia es externa, visible.
e) La Iglesia es perenne.
2. Errores:
a) Invisibilidad.
b) Institución de creación humana.
B) La unidad de la Iglesia:
a) Existe acuerdo en que la Iglesia es una. Los errores surgen al tratar de establecer la
naturaleza de esta unidad.
b) No debe tratar de averiguarse de qué modo la Iglesia podría ser una, sino de qué
unidad ha querido dotarla Nuestro Señor Jesucristo.
a) Razones:
1) Cristo instituyó una Iglesia, no varias comunidades, semejantes pero
distintas entre sí.
2) Debe ser una, en todo el mundo, en todo tiempo, para extender a todos los
hombres la salvación y los beneficios de Cristo.
3) San Pablo: doctrina del Cuerpo Místico: los miembros separados y dispersos
no pueden constituir un solo Cuerpo, unidos a la misma Cabeza. Debería imaginarse
otra Cabeza, otro Cristo, si se quiere imaginar otra Iglesia fuera de la que es Su
Cuerpo. Quien se separa de Ella, se aparta de la voluntad y orden de Cristo, deja el
camino de salvación y corre a su perdición.
a) La unidad de fe: es el primero de los vínculos que unen al hombre con Dios.
1) No por la fe sola,
- Sacrificio,
- Sacramentos.
- San Pedro.
- Pastor Universal.
- Columna de la Fe.
III: Exhortación:
2. A los que están fuera de la Iglesia: necesidad de tomar a Cristo todo entero, Cabeza y
Cuerpo.
4. Conclusión: Palabras de San Agustín: Dios por Padre y la Iglesia por Madre.
Carta CUM DIVINI PASTORIS, del 25 de mayo de 1898: determina la erección de una
archicofradía de oraciones y obras piadosas para el retorno de los disidentes a la unidad
católica.
TESTEM BENEVOLENTIAE, del 22 enero 1899.
Carta al CARDENAL VICARIO DE ROMA, Pietro Respighi, del 19 de agosto de 1900, acerca
del proselitismo protestante en la Urbe: caridad fraterna y brazos abiertos a los disidentes, pero
sin la más mínima tregua para su error.
PONTIFICADO DE PIO X
Carta EX QUO NONO LABENTE, del 26 de diciembre de 1910, a los Delegados Apostólicos de
Oriente, en la cual señala algunos errores manifestados acerca de la posible unión de las
iglesias orientales, para concluir que todo esfuerzo por la unidad será vano si no se mantiene
en su integridad la fe católica.
Carta Apostólica QUOTIES ANIMUM, del 2 febrero 1911. Aprobación de los estatutos de una
asociación para el retorno a la unidad de los pueblos de lengua inglesa.
PONTIFICADO DE BENEDICTO XV
Motu proprio DEI PROVIDENTIS ARCANO, del 1º de mayo de 1917 por el cual se funda la
Sagrada Congregación para la Iglesia Oriental, a la vez que expresa que la Iglesia Católica
constituye el único Cuerpo Místico de Cristo.
"Motu proprio" ORIENTIS CATHOLICI, del 15 de octubre de 1917, sobre la creación del
Pontificio Instituto Oriental.
Carta del Santo Oficio, del 4 de julio de 1919, recordando la vigencia de las disposiciones
establecidas por las cartas Apostolicae Sedi y Quod vos.
PONTIFICADO DE PIO XI
Encíclica ECCLESIAM DEI, del 12 de noviembre de 1923, en el III centenario del martirio de
San Josafat, recordando que la Iglesia Católica es el único Cuerpo de Cristo. Recuerda asimismo
los vínculos que con la Iglesia Católica mantienen las iglesias ortodoxas y las exhorta a
regresar rápidamente a la unidad.
I: Introducción
3. La Iglesia creció como un solo cuerpo, animado por un solo espíritu. De este Cuerpo, Cristo
es la Cabeza. La Cabeza visible es el Pontífice.
5. Ocasión de la Encíclica: el tercer centenario del martirio de San Josafat, que derramó su
sangre por la unidad de la Santa Iglesia.
b) Eucaristía.
c) Amor a la Virgen.
3. Llamado a reintegrarse a la unidad indefectible, en Pedro y sus sucesores.
El Santo Oficio, el 8 de julio de1927, emite la respuesta a una cuestión presentada a dicha
Congregación, acerca de la participación de católicos en congresos ecuménicos, tales como el
de Lausana. La respuesta es obviamente negativa, dada la vigencia de las disposiciones
anteriores.
Encíclica MORTALIUM ANIMOS, del 6 de enero de 1928, acerca del ecumenismo católico.
Suscitada en parte por los excesos del Monasterio de la Unión, de Amay, expone con claridad y
firmeza los principios rectores del verdadero ecumenismo, señalando los errores y peligros que
implican una concepción desviada. Uno solo es el camino a la unidad: el regreso de los
disidentes a la Iglesia Católica. Constituye esta encíclica la verdadera "carta fundamental del
ecumenismo católico".
a) Fundamento de esta unidad: acuerdo fraternal en algunas doctrinas que sean base
de la vida espiritual.
2. Todos convienen en que Cristo fundó una Iglesia para gloria de Dios y salvación nuestra.
c) Indefectible, infalible.
b) División de la Iglesia:
c) Oposición al Primado del Romano Pontífice deseo de actuar en igualdad de nivel con
la Iglesia Católica.
2. El Cuerpo Místico de Cristo es uno, tal como su Cuerpo físico: la Iglesia no está formada por
miembros separados.
V: Conclusión
1. Llamado a las sectas disidentes a someterse al Magisterio y al gobierno de la Santa Iglesia.
2. Plegaria a Nuestro Señor Jesucristo y a María Santísima para que se dignen llamar a la
unidad de la Iglesia a los que se han separado de Ella.
Encíclica LUX VERITATIS, del 25 diciembre de 1931, sobre la doctrina del Concilio de Éfeso.
Condenación de Nestorio, los errores de las iglesias cismáticas y la adhesión a la Iglesia.
Encíclica MYSTICI CORPORIS, del 29 junio de 1943. La Iglesia, Cuerpo de Cristo, uno,
indivisible, visible, constituido orgánica y jerárquicamente.
Encíclica ORIENTALIS ECCLESIAE, del 9 de abril de 1944, en ocasión del aniversario de la
muerte de San Cirilo de Alejandría. Expone en qué consiste la unidad: en la profesión de la
misma fe, en la sumisión a la misma autoridad, en la mutua caridad.
I: Introducción
1. Ocasión de la encíclica:
b) Recuerda los elogios de los Santos Padres y la veneración que por su autoridad han
tenido los Concilios de Calcedonia, Constantinopla y Letrán I.
3. El momento presente:
a) Enorme tristeza por la separación: no todos convienen en la unidad que San Cirilo
amó y promovió.
c) Único modo de hacer frente a estos embates: que todos, a ejemplo de San Cirilo,
convengan en la unidad que Cristo dio a Su Iglesia, y que es triple:
1) única fe católica,
II: La unidad de Fe
1. Ejemplo de San Cirilo: esfuerzos en controversia con los nestorianos.
2. En qué consiste:
b) Se rechaza el error de los obispos de Antioquía, en tiempos de San Cirilo, que creían
que bastaba afirmarse sobre el Credo de Nicea, pues:
1) No basta aceptar sólo los antiguos documentos; hay que creer también las
definiciones infaliblemente propuestas luego por la Iglesia.
2) No es lícito, en aras de la unidad, ocultar o silenciar un solo dogma.
2. Ejemplo de San Cirilo: sus consejos al respecto, su benevolencia hacia los extraviados, su
alegría por la paz obtenida con los Obispos de Antioquía.
2. Ejemplo de San Cirilo: presidencia del Concilio de Efeso en nombre del Papa, concordia con
la Sede Romana. Testimonios de los Pontífices al respecto: San Celestino, Sixto III.
V: Exhortación final
1. Bajo el patrocinio de San Cirilo debe promoverse el regreso de los disidentes a la única
Iglesia de Cristo, en la unidad cimentada sobre el triple vinculo:
a) única fe de todos,
Monitum CUM COMPERTUM, del Santo Oficio, del 5 de junio de 1948, prohibiendo la
participación de los católicos en congresos ecuménicos tales como el de Amsterdam.
Instrucción ECCLESIA CATHOLICA, del Santo Oficio, del 20 de diciembre de 1949, acerca del
movimiento ecuménico. Firmada por el Cardenal Marchetti-Selvaggiani, Prefecto, y Monseñor
Ottaviani, asesor. Expone las causas por las cuales la Iglesia Católica no participa en el
movimiento ecuménico, previene contra los peligros que de él surgen, y dicta las estrictas
normas a seguir en el trato con los disidentes.
2. Ansia general de unidad de los cristianos, ocasión de alegría para la verdadera Iglesia,
aunque las tentativas no siempre se fundamenten sobre principios justos o estén expuestas a
ciertos peligros.
c) Errores a evitar:
1) Pretexto de que hay que considerar más lo que nos une que lo que nos
separa ( indiferentismo).
- justificación,
- constitución de la Iglesia,
6) Permitirles creer que con su regreso aportan a la Iglesia algo que a esta le
faltaba.
a) Principios:
1) Se requiere especial vigilancia de los obispos.
b) Normas generales:
c) Normas particulares:
- Iguales condiciones.
III: Conclusión
1. Se recomienda a los obispos difundir estos esfuerzos y las prescripciones de la Iglesia al
respecto, para que la reunión de todos los cristianos en la única fe verdadera y en la única
Iglesia verdadera sea implorada fervorosamente por los fieles.
Encíclica HUMANI GENERIS, del 12 de agosto de 1950; en la cual afirma la identidad entre la
Iglesia de Cristo y la Iglesia Católica Romana: "Algunos no se creen obligados por la doctrina
hace pocos años expuesta en Nuestra Carta encíclica y apoyada en las fuentes de la revelación,
según la cual el Cuerpo Místico de Cristo y la Iglesia Católica Romana son una sola y misma
cosa". Cita: Dz. 2319. Suprimida en Ds. del 12 de agosto de 1950; en la cual afirma la identidad
entre la Iglesia de Cristo y la Iglesia Católica Romana: "Algunos no se creen obligados por la
doctrina hace pocos años expuesta en Nuestra Carta encíclica y apoyada en las fuentes de la
revelación, según la cual el Cuerpo Místico de Cristo y la Iglesia Católica Romana son una sola y
misma cosa". Cita: Dz. 2319. Suprimida en Ds.
SOBRE EL ECUMENISMO
I: LA UNIDAD DE LA IGLESIA
4. Dicha unidad es triple: de fe, de culto y de gobierno; y si uno de tales vínculos falta,
no hay verdadera unidad, sino falsa unidad.
2. Pues la unidad solo puede surgir de una sola fe cristiana, de una sola ley de creer, de
un solo magisterio.
4. Para lograr la unidad, no basta afirmar lo que hay de común entre católicos y
disidentes. No se puede fundamentar la unidad sólo en aquellas partes de doctrina en las que
haya acuerdo.
6. Fuera de la Iglesia Católica existen valores de salvación, pero sólo por lo que
conservan de la verdadera Iglesia.
b) Considerar que la unidad de la Iglesia es sólo un ideal lejano. Es decir, que la Iglesia
nunca ha sido y aún no es una.
4. Permitir que los disidentes crean que, regresando a la verdadera Iglesia, le aportan a
ésta algo que le faltaba.
5. Exageración desmesurada de los defectos humanos del catolicismo (especialmente en
la historia de la Reforma), distrayendo la atención de lo esencial: que los disidentes han
defeccionado de la fe católica.
I: LA UNIDAD DE LA IGLESIA
II. EL ECUMENISMO
B) Medios:
4. Agradecer a los disidentes por permitirnos tomar conciencia de tales defectos y culpas.
El precepto natural y divino que prohíbe la communicatio in sacris con los no-católicos
obliga solo a los fieles católicos, ya que no tiene por objeto castigar a los herejes y cismáticos,
sino preservar la fe de los hijos de la Iglesia.
(a) ex praecepto fidei: pues los que participan con los no-católicos en sus ritos, o bien
admiten interiormente sus errores (al menos de una manera general) y son entonces ellos
mismos herejes y cismáticos; o bien, repudiando interiormente el cisma y la herejía, participan
"in sacris" por temor o algún otro motivo, simulando exteriormente una falsa doctrina, lo cual
está expresamente prohibido; o se exponen voluntariamente al peligro de perversión.
(b) ex praecepto charitatis: obliga a evitar lo que pueda escandalizar a los católicos, y la
obligación es tanto más grande cuanto que se trata de algo delicadísimo, tal como es la
integridad de la fe, que cada católico debe estimar más que cualquier otra cosa.
Sólo la Iglesia de Cristo honra a Dios con el culto público querido por Él mismo. El culto
rendido por otras comunidades, (aunque en ellas sobrevivan algunos elementos de los que
constituyen la verdadera Iglesia) no es bueno, ni es el querido por Dios, dado que esas
comunidades se han separado de la Iglesia fundada por Cristo.
Sólo las iglesias locales que se hallan en comunión con el Sucesor de Pedro, a quien
Cristo hizo cabeza de su Iglesia, pueden ser consideradas partes auténticas de la Iglesia
universal.
Juan XXII, en una carta del 11 de octubre de 1322, al Patriarca latino de Constantinopla,
condenó la práctica de los católicos de Acaya (Grecia): asistir a la Misa de los cismáticos, recibir
de ellos los sacramentos, y a la vez, admitir a los no-católicos a los oficios religiosos en las
iglesias católicas. Tal práctica fue estrictamente prohibida pues implicaba peligro para las
almas, una ofensa a la Divina Majestad y un considerable daño para la religión cristiana.
“Desde hace tiempo y con frecuencia, los misioneros y los Obispos de Oriente han
solicitado la regla a seguir para las participaciones "in sacris" de los católicos con los herejes y
cismáticos, en caso de utilidad, necesidad, peligros, vejaciones, incluso persecuciones a sufrir
por los fieles.
También espera que los misioneros comprendan fácilmente que, si bien se pueden
imaginar especulativamente algunos casos en que se podría tolerar esta "communicatio in
divinis", es totalmente distinto en la práctica; cuando se consideran atentamente todas las
circunstancias (...) la "communicatio in divinis" con los cismáticos y herejes debe ser
regularmente considerada como ILÍCITA EN LA PRÁCTICA, ya sea por el peligro de perversión
de la fe católica, o por el peligro de participación en un rito herético o cismático, o igualmente
por el peligro y ocasión de escándalo. Ahora bien, como estos peligros se encuentran
regularmente en la práctica en la "communicatio in divinis" con los cismáticos y herejes, y esta
prohibido exponerse de un modo universal por el derecho natural y el derecho divino, de los
cuales ningún poder puede dispensar, y que no hay además ninguna razón que pueda excusar,
no se puede, de ahora en adelante, plantear ninguna nueva duda (…)”
Algunos teólogos han ensenado que los católicos podrían participar "in sacris" con los no-
católicos, e incluso recibir los sacramentos de sus manos, sin cometer falta, si se presentasen
TODAS las circunstancias siguientes:
(c) que esta "communicatio" no sea considerada como la profesión de un culto falso;
Como todas estas condiciones a la vez son imposibles de reunir, Benedicto XIV ha
expresado claramente que EN LA PRÁCTICA, LOS CATOLICOS DEBEN CONSIDERAR
SIEMPRE PROHÍBIDA LA "COMMUNICATIO IN SACRIS" CON LOS NO-CATOLICOS.
Muchos católicos están turbados en su fe por afirmaciones tales como "Cristianos, judíos y
musulmanes tenemos el mismo Dios" o "Cristianos, judíos y musulmanes creemos en el mismo
Dios".
Esta frase, lanzada a comienzos del siglo por el famoso sacerdote apóstata Jacinto Loyson, es
tema común hoy en día en alocuciones, discursos y diálogos en los encuentros ecuménicos.
Para confirmarla dicho, demos ante todo algunas citas de discurso de Juan Pablo II:
13/4/86 = Visita a la sinagoga de Roma: "La religión judía no nos es extrínseca, sino que, en
cierto modo, es intrínseca a nuestra religión. Sois nuestros hermanos predilectos y, en cierto
modo, se podría decir, nuestros hermanos mayores"
9/5/85 = Coloquio islámico-cristiano: "Como lo he dicho muchas veces en otros encuentros con
musulmanes, tenemos un solo y mismo Dios y somos hermanos y hermanas en la fe de Abraham"
11/8/85 = Homilía en el aeropuerto de Camerún: "Queridos amigos, nosotros compartimos con
vosotros la fe en el Dios único, vivo, misericordioso y omnipotente, Creador del cielo y de la tierra.
Vosotros sentís veneración hacia Jesús y honráis a la Virgen María, su Madre. Podemos progresar
en un diálogo sincero para comprender mejor nuestro patrimonio religioso mutuo y vivir en la
amistad, cuyo camino nos señala Dios"
30/12/87 = Encíclica Sollicitudo Rei Socialis: "A quienes comparten con nosotros la herencia de
Abraham, nuestro padre en la fe, y la tradición del Antiguo Testamento, es decir, los judíos; y a
quienes, como nosotros, creen en Dios justo y misericordioso, es decir, los musulmanes, dirijo
igualmente este llamada, que hago extensivo, también, a todos los seguidores de la grandes
religiones del mundo"
Objeción: Ahora quiero presentar una objeción, que se plantea de la siguiente manera:
Los judíos y los musulmanes creen en el Dios único, infinito, creador y señor del cielo y de la
tierra.
Podemos considerar que los judíos actuales creen en el Dios en el cual creían los judíos del
Antiguo Testamento, incluso si ellos han renegado del Mesías prometido.
Si decimos que ese dios es distinto que el Dios de los cristianos, debemos decir también que los
judíos del Antiguo Testamento, antes de la venida de Jesucristo, no tenían el mismo Dios que los
cristianos.
Además, se puede conocer la existencia de Dios incluso fuera de la Revelación, a la simple luz de
la razón natural.
Respuesta:
A) "Tener el mismo Dios" no quiere decir tener algunas nociones en común sobre Dios, sino que
significa creer en el mismo Dios, creer las mismas cosas sobre Dios. Esto significa que hay que
aceptar el testimonio que Dios ha dado de sí mismo.
Si bien es cierto que objetivamente existe un solo verdadero Dios y, en ese sentido, tenemos el
mismo Dios que los judíos, los musulmanes, las plantas y los animales, también es totalmente
cierto que existe una sola Revelación de este único y verdadero Dios, de la cual el hombre no
puede hacer abstracción sin caer en el error.
En consecuencia, no puede haber más que una única fe en Dios, así como único es el verdadero
Dios y única es su Revelación.
Por lo tanto, se tiene el mismo Dios cuando se creen las mismas cosas sobre Dios; y se puede
creer en las mismas cosas sobre Dios solamente cuando se cree en su única Revelación.
Esto basta para demostrar que no tenemos el mismo Dios que los judíos, los musulmanes y los
filósofos paganos:
2º) Porque ellos no creen las mismas cosas que nosotros creemos.
Existe una diferencia abismal entre la realidad divina, alcanzada en sí misma en su verdadera
esencia, tal como la luz de la fe nos la revela, y las representaciones humanas de Dios que
proponen las falsas religiones. Si negamos esta diferencia, si solamente atenuamos esta
diferencia, entonces reducimos a una trivialidad la necesidad de una revelación divina.
No podemos decir que el Dios de la Revelación es el mismo dios que el de los judíos y
musulmanes por el solo hecho que tienen en común la unidad de naturaleza, puesto que judíos y
musulmanes no se limitan a afirmar la unidad de naturaleza, sino que afirman igualmente la unida
de la persona en Dios.
Si decimos que la Unidad de naturaleza ofrece una noción común inicial sobre la cual los adeptos
de las tres religiones podrían unirse, mientras que la Trinidad de Personas se presenta como una
fase ulterior, la Revelación hecha por el Verbo de Dios se agregaría como un piso a esa planta
baja indispensable: la Trinidad no influiría verdaderamente en la Unidad.
El dios natural, supuesto común a las tres religiones monoteístas, es un ente de razón, una
concepción puramente humana sin fundamento en la realidad, un dios que no existe más que en
el espíritu de ciertos hombres.
La Santísima Trinidad es un concepto ontológicamente primordial y no una noción que se agrega
a la substancia divina. No es un agregado secundario o facultativo. La Trinidad de Personas es la
esencia divina; lejos de ser una noción accidental, la Trinidad es la manera única, inimitable que
tiene Dios de ser Uno.
Es indispensable rechazar una teología a dos niveles: una planta baja universal y evidente, y un
primer piso facultativo y agregado, que sería el verdadero obstáculo para la unidad.
Monseñor de Castro Mayer dice con claridad y firmeza: "Sólo es monoteísta quien adora a la
Santísima Trinidad, porque la Unidad de Dios es inseparable de la Trinidad de Personas.
Es falso decir que los musulmanes son monoteístas. No lo son porque no adoran al Unico Dios
verdadero, que es Trino. Ellos son monólatras, o sea, que adoran un solo ídolo supremo. Dígase
lo mismo de los judíos, que rechazaron la Revelación de la Santísima Trinidad. Ellos también
dejaron la adoración del verdadero Dios Trino, para inclinarse ante un ser inexistente, un ídolo.
Sólo hay una religión monoteísta: es la Católica, que adora a la Santísima Trinidad".
B) Los cristianos tenemos la misma fe que los Patriarcas y los Profetas del Antiguo Testamento,
pero no tenemos la misma fe que los judíos de hoy en día.
1º) porque ellos creyeron como nosotros en Dios, en el único Dios verdadero, que comenzó a
revelarse en el Antiguo Testamento y acabó su Revelación en el Nuevo;
Por otra parte, Patriarcas y Profetas sabían bien que la Revelación divina no estaba terminada (Dt.
18: 14-20) y vivieron en la espera de Aquél al cual aspiraba como a su fin todo el Antiguo
Testamento y al cual estaba reservado, como Hijo de Dios, hacer la Revelación trinitaria.
Los cristianos no tenemos el mismo Dios que los judíos incrédulos porque el desarrollo de la fe
depende del desarrollo de la Revelación divina.
Ignorar aquello que todavía Dios no ha revelado es una cosa, y otra muy distinta es rechazar
como una injuria y una herejía aquello que Dios revela, sosteniendo, contra la Revelación divina,
que Dios es una sola persona como es uno en naturaleza.
Por eso Jesús dijo de sus adversarios: "Si Yo no hubiese venido, y no les hubiese hablado, no
tendrían pecado; pero ahora su pecado no tiene excusa" (Jn. 15:22).
Rechazando la fe en Aquél que es el "autor y el consumador de la fe", los judíos han rechazado el
evangelio de Dios, que El les había prometido por sus profetas".
Rechazando la realización, los judíos conservan en vano las promesas y las figuras contenidas en
la Revelación preparatoria al Mesías. Es una ingenuidad pensar que los judíos leen y comprenden
el Antiguo Testamento como nosotros lo leemos y comprendemos. San Pablo dice claramente que
un velo permanece delante de sus ojos cuando ellos leen las Escrituras; velo que será levantado
cuando sus corazones se vuelvan hacia el Señor (II Co. 3:16).
Por eso Jesús les dijo: "Si creyeseis en Moisés, también me creerías a Mí, pues de Mí escribió él",
demostrándoles el verdadero motivo de su resistencia: la ausencia de esa fe en Dios.
C) Es cierto que la Iglesia afirma la posibilidad de conocer la existencia de Dios por medio de las
cosas creadas; pero también sostiene:
2º) que lo que se puede conocer de Dios por la razón natural es absolutamente insuficiente para
salvarse;
3º) que en el estado actual del género humano las verdades religiosas naturales pueden ser
conocidas por todos fácilmente, con firme certeza y sin ninguna mezcla de error únicamente por
medio de la Revelación divina.
Además, las verdades religiosas naturales, si son aceptadas por el testimonio de la razón, no son
objeto de fe, sino de simple conocimiento racional. Por lo tanto, la diferencia entre aquél que
acepta la Revelación y aquél que sólo acepta lo que su razón le demuestra no solamente una
diferencia de perfección en el conocimiento de Dios (conozco más o conozco menos sobre Dios),
sino una diferencia de fe: para uno son objeto de simple creencia humana, para otro es objeto de
fe sobrenatural.