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ISSN
En un cajón hay un puñal.
Fue forjado en Toledo, a fines del siglo pasado; Luis Melián
Lafinur se lo dio a mi padre, que lo trajo del Uruguay; Evaristo
Carriego lo tuvo alguna vez en la mano.
Quienes lo ven tienen que jugar un rato con él; se advierte que
2

hace mucho que lo buscaban; la mano se apresura a apretar la


empuñadura que la espera; la hoja obediente y poderosa juega con
precisión en la vaina.
Otra cosa quiere el puñal.
Es más que una estructura hecha de metales; los hombres lo pen-
saron y lo formaron para un fin muy preciso; es, de algún modo
eterno, el puñal que anoche mató un hombre en Tacuarembó y
los puñales que mataron a César. Quiere matar, quiere derramar
brusca sangre.
En un cajón del escritorio, entre borradores y cartas, intermi-
nablemente sueña el puñal con su sencillo sueño de tigre, y la
mano se anima cuando lo rige porque el metal se anima, el metal
que presiente en cada contacto al homicida para quien lo crearon
los hombres. Riesgo País
Encuentro de Poesía
A veces me da lástima. Tanta dureza, tanta fe, tan apacible o
inocente soberbia, y los años pasan, inútiles.
Cuentos
Poesía
El Puñal, Jorge Luis Borges Revistas
Libros
Editorial El Puñal2


2 El
tiempo no espera; sin embargo, hay lugares
en que su paso se dilata. En Valdivia fue una
estación de tren casi abandonada, a orillas
Número 2, Abril 2009 del Calle-Calle. La ocasión, el encuentro nacional de
poesía joven, Riesgo País 2008.
Editorial: página 1.

Po esía
U n tren sin máquina espera en
el primer andén. De los seis va-
gones, dos están habilitados para
llegada del ferrocarril vino a trastocar
profundamente la vida. Para bien o
para mal, fue parte de la revolución
Teresa Muñoz: página 2.
actividades culturales. El coche de la modernidad.
Patricia Franco: página 3.
Daniel Rojas: página 4.
Pablo Delgado: página 5.
comedor centra el itinerario del
día: lecturas de poemas y un menú
de machas cocidas y tallarines. Los
L a temperatura dentro del coche
se eleva gracias al sol, la cocina
y los cuerpos. Desde la ventanilla
Elizabeth Cárdenas: páginas 6, 7.
jóvenes se reparten entre la cocina y lo único que se mueve con direc-
Amanda Espejo: páginas 8, 9.
las mesas de mantel tricolor donde ción es el río, el inexorable paso del
nunca falta una cerveza. Desde el agua bajo los puentes. Un grupo de
E sp ecial R iesgo País
escenario improvisado, se turnan al poetas se junta sobre el muelle. Se
Intro: páginas 9, 10.
micrófono. La vía sobre la que des- tiran al agua, no importa si no lle-
Álvaro Pereira: página 12.
cansa el tren se pierde en la maleza van puesto traje de baño. Se bañan
Ivonne Coñuecar: página 13.
reseca. Nos rodean los vestigios de como solían hacerlo los niños.
Pedro Guillermo Jara: página 14.
Yenny Paredes: página 15.
Felipe Becerra: página 16.
la era del vapor. Máquinas a car-
bón conservadas como piezas de N osotros varados, como el tren,
en una cápsula de nostalgia.
Revistas: página 17.
Roxana Miranda: página 18.
museo. Otras, en cambio, yacen a
merced de la herrumbre. C uesta pensar que este viaje no
fue un sueño. Una interrupción
Ivana Božinović: página 19.
P ara hacer posible el sistema
ferroviario durante el siglo XIX
fue necesario universalizar la me-
improbable en el ajetreo cotidiano,
de horarios laborales, clases y
familia. Pero las palabras que-
Narrativa
dida del tiempo para coordinar la dan como evidencia. Algunos
Sonia Leal: páginas 20-22.
llegada y salida de la mercancía y los de los poetas que conocimos
Rodrigo Suárez: páginas 23, 24.
pasajeros. Significó que desde en- compartieron con nosotros sus
Maori Pérez: páginas 25, 26.
tonces en adelante el reloj pasaba creaciones y hemos querido ex-
Cristian Berríos: páginas 27-30.
a dominar la medición del tiempo. tender esta invitación a nuestros
María Elena Monsalve: páginas 31, 32.
En los campos, donde la salida lectores.
Revista El Puñal es una revista de creación literaria. y la puesta del sol marcaban los Rodrigo Suárez Pemjean
Independiente, libre, en constante desarrollo. Nos interesa días, donde las distancias entre los Director El Puñal
crear lazos de amistad y aprendizaje basados en el amor por
las letras, la poesía y la narrativa. Los invitamos a escribirnos e pueblos facilitaban el aislamiento, la
intercambiar enlaces y textos.
El Puñal2 Teresa Muñoz Patricia Franco El Puñal2

Sin título I
L a mujer de neg ro
La insolencia de los letreros
los epígrafes de moda Está en todas partes
esa multiplicación del desorden me infecta y en un solo lugar
Para evitar el contagio La vertí en el lavaplatos
que se expande en anillos cada vez más íntimos retornó en carta certificada
ha entrado en vigencia una estética la dejé olvidada al fondo del bolso
Ciega para los valores y el bolso en un banco de la plaza
Materiales blandos
ocultos de cemento y fierro ha vuelto sola
producen este desarraigo luminoso Este es un asalto, dice
Ni una calle ni un minuto que perder peleo, casi pierdo la partida
han sido puntos en desventaja
Tú leerás entre líneas una tregua mínima
los otros no me interesan
como un parpadeo de hormigas

Sin título II intento olvidar que me espera


pero retorna como si nada
La pobreza nos mandó a comer fruto cada instante del año
los libros a digerirlo duermo pensando en ella
está en todas partes
pero el hambre tiene paciencia
y lo que muere por fin es la rosa vuela al viento con el vilano
y baila en la punta
quisiera ocuparme de ti de un alfiler.
observar la caída de tu pelo
no hablar más

devuélveme mi corazón de piedra


para aprender de la muerte
lo que la vida no enseña

Te r e s a Muñoz
Poeta. Licenciada en Lengua Francesa (U de Chile), ha participado en talleres Pa t r i c i a Fra n co
literarios La Torre Lúdica y El Puñal. Sus poemas han sido publicados en sitios web Poeta. Es parte del Círculo Literario de Maipú. En el año 2008 obtuvo mención
Letras.s5, La Mancha, Lakúma Puzáki, y en revistas La Mancha y El Ermitaño. Es honrosa en el concurso de poesía Ciudad y Memoria de El Puñal, con su poema
parte del comité editorial de nuestra revista. “Hormiguero”.
2 Poesía Poesía 3
El Puñal2 Daniel Rojas Pablo Delgado El Puñal2

Po s t - M o r te r n M o dern Cards I L a Muñec a

Estoi (ko) desa-L/R-mado, en el vértice del cuestionamiento, sin saber para La crónica roja, apenas cruda
qué lado ir o de dónde vengo. Really, todo es confuso bajo mis pies y la que las hormigas patean en la noche detrás de los adobes,
sien se haya unida a mi ano pues todo lo que pienso lo cago y todo lo que enfilan su trayecto a junco verde para dejar el vestigio.
cague hoy, ayer y quién sabe quizá mañana también, fue pensado, no por
mí, sino por algo supremo, por un Diosito o Societas, por miedito o la mari- Mera circunstancia esa hora de rumiar como bestia
cona forma de aminorar todo. Sobre todo mi cabeza, que ya no sé si piensa en la vastedad de su muslo.
o alguna vez, en otra dimensión remota lo hizo por vez primera... Mi pasado
Penas, señas y no grito lo que se escuchó de ella.
es una sombra que me persigue, mi presente millones de dudas mezqui-
nas y quién sabe si el futuro no es más que una pregunta que pende de mi
locura entre ese millón de cuestiones, siendo la número 999.999. Numera- La página no da detalles, mas como fotografía insinúa
da y bajo el código de miles de códigos milenarios. Danzo en el retrete, la resaca y su encrucijada.
enorgullecido de mi meta, mis sueños, mi objetivo y las meta-búsquedas En la memoria, sólo un reloj en su muñeca nos indicaba la hora.
que tenía. Eran mi plan a cinco años, pero ya los cague o bajo mis patas
hediondas se desa-L/R-man por que he caminado mucho y tengo pie de
atleta y el culo escaldado, al fin descubro el malestar de los malatesta, al fin
no estoi (ko) al fin no hay poder supremo por encima de mi cerebro, sólo yo,
desamparado sin compás ni brújula. Sólo con un cuerpo y duda, me pregun-
to y se cuánto no tiene respuesta, incluida mi existencia, mi antigua vida y mi
presente sin futuro... Solo, yo desa-L/R-mado tratando de armarme sin alma...

Sin título

Esa que duerme, esa que no sabe en cada palpitación, en cada memorial Amores que est á n m at a n d o
de ruinas cuando tus caderas retuercen el género desprendido de la ilusión
y frustrado… aquel que pensé, era… o podía llegar a ser. Ya no La crónica roja, siempre escudriña en lo más bajo.
siente la semilla, gota y magma esclavizado por el tiempo. Conde- Vapulea, no da detalles de los acontecimientos ni los hechos.
nado yerra, duda, la soledad engullida por la máquina / con muda fuga Escupe en las sábanas y sabotea las colchas, patea sobre el muro
en marcha: Y la vida, y como la construye el espectador, el lector sin ór-
y rompe puertas y ventanas que encuentra en la vereda.
bita… desde la tortura ansiada y la bestialidad [estéril hambruna de
mil cabezas germinando en los mil demonios que tengo por mañana] Sólo, escuetamente en una línea.
Repiquetea de noche los terrores repetidos que surten el juego. De cinco estocadas trozó su corazón sobre la mesa.

D a n i e l Rojas Pachas Pa b l o D e l ga d o
Escritor. Es Profesor de Literatura egresado U de Tarapacá y dirige el colectivo y Miembro del comité editorial de revista La Mancha. Originario de Viña
taller literario Clepsidra. Es miembro fundador del grupo literario MAL. Edita la re- del Mar, su interés en las publicaciones lo ha llevado a crear “Ediciones del
vista virtual Cinosargo. Ha publicado los poemarios Música Histórica y Delusión Taller”, editorial independiente que busca publicar y dar impulso a escritores
(Ed Blue). En el 2008 fue beneficiado con el Fondo Nacional de Fomento del Libro noveles, tal como lo hacía a principios de los 80 en su ciudad de origen. Su última
por su proyecto de investigación “5 Novelas Latinoramericanas Generacionales”. publicación en el 2008 fue el poemario “Gusano de Tierra”.
4 Poesía Poesía 5
El Puñal2 Elizabeth Cárdenas Elizabeth Cárdenas El Puñal2

L a No c he (continuación...) (continuación...)

La noche en dónde sólo imaginé lámparas por lo que miro hacia atrás sin encontrarme
cae sobre mí como un bloque oscuro blancas sin ver el punto de partida
despertando fuerzas encendidas en el campo el punto en que te fuiste y te quedaste
que se miran con ojos cerrados y puertas con enredaderas en tus pensamientos
Curvas y líneas que después iba encontrando en que dejaste de hablarme para morir
que afloran de la pieza, en tu cuerpo de miedo
los muebles el miedo que paraliza
y la ciudad entera. Me busco sin objeto y vuelve las horas negras
y me enredo en esa madeja las lágrimas que derramo como pétalos
Desde la altura del cielo de tu pelo los pies incendiados
la multitud de la calle hierve el pelo que imagino mis orgasmos como líneas de fuerza
atraen sus cuerpos con señas mudas para que el paso del tiempo y estallidos
el furor del quehacer ciego no te lleve la piel sin vergüenza de sí misma
y el robo de miradas te voy encontrando tu transformación en algo tangible
en la piel del muerto que cae como un bloque sobre mí.
Extraño el calor que nos une en la palidez de un rostro de
revienta el ruido ojos brillantes
nadie puede oírnos ahora que me miran de reojo
que me pierdo en tu canto en una habitación
en el recuerdo de tu canto sin luz
el canto ausente La luz que se ha ocultado
que se ha sumergido en otras habitaciones detrás de las moles
y bemoles
La noche cae sin aviso en las flores que llevo en la mano
mientras los planetas aparecen suaves que están para meterlas en un libro
Alguien toca en vez de un vaso de agua caliente
pero no es mi cuerpo el que responde
que improvisa unos pasos hacia la puerta Invierno de cero grado
arrastrando mis manos y pies fríos
Es otra la que grita y reclama la noche duda y se vuelve día
desde las profundidades No hay duda de que pronto se
aplacar el vacío, la soledad volverá noche
la tristeza de una noche ni de la presencia del mundo
demasiado larga en el sabor del sueño E l i z a b e t h Cá r d e na s
y el olor de las caricias Poeta y escritora. Estudió ingeniería informática (U de Santiago de Chile) y es
Pensar que casi morí Viene la luna y sangro instructora de yoga. Participó en talleres literarios de la Zona de Contacto y La
estuve mil veces al borde del tablón nos volvemos salvajes Torre Lúdica. Sus trabajos han sido publicados en sitios web La Mancha y Letras.
y la soga aunque ya no crees en eso s5, y en revistas El Ermitaño, El Ancla y La Mancha. En el 2007 obtuvo una mención
donde las manos frías de la muerte y nos domesticamos honrosa en “Santiago en 100 palabras”. Ha participado en lecturas públicas de
se negaban a llevarme con la herida abierta de la duda poesía y en el 2008 creó una micropublicación llamada “Chusca de siete suelas”.
dejándome a tu locura la duda de los años y del día a día. Es editora del blog de revista El Puñal, parte de su comité editorial y miembro ac-
tivo del taller literario.
6 Poesía Poesía 7
El Puñal2 Amanda Espejo Amanda Espejo El Puñal2

Ca r t a a u n a u s e nte (continuación...)

Es tan fácil tenerte, aún a la distancia P. D.


sin que nada medie entre los dos Suéltame luna, ¡despiértame!
excepto tu ausencia, rasgando la noche
y las impúdicas sábanas impregnadas de mi celo. Mira que ya no puedo tapar el sol con un dedo.
Deja en mi espalda un beso frío
Sudarios blancos ondean al alba, que arrase con los ardores
mortajas silentes del deseo. de esta orfandad de amor.

Es tan fácil pensarte, olerte y encontrarte


en mi propio olor de hembra, dispuesta, jugosa
reinventando la noche y tu cuerpo mismo:
moldearlo, paso a paso, entre relieves y texturas
sudores de lecho caliente.

Es tan fácil así sentirte, frotarme y hacerte


realidad viva bajo mi vientre hambreado
sediento de tu encaje perfecto
este, que revienta y escurre en mí.

Es tan fácil cogerte así, de esta manera,


sin más guía ni otro esmero
que el llegar a despertar los espasmos de mi cuerpo.
Con los ojos cerrados (las luces, van por dentro).
Y es tan fácil calmarme galopando sobre ti
al filo del despertar...
que se ensortijan mis piernas y se alborotan mis pechos
y mi sexo se contrae al compás de tu recuerdo.

Al fin, desmayada en ti,


esparcidos mis fragmentos entre cielo e infierno, A m a n d a E s p ej o
Seudónimo de María Haydee Sandoval, poeta y escritora, líder del grupo
aprendo a respirar de nuevo La Mancha que publica la revista del mismo nombre en Santiago. Ha ga-
aire... liviano... fresco. nado diversos concursos de poesía y cuento en Quilicura y tambièn a nivel
regional. Ha sido publicada en sitios web y revistas El Puñal, El Ancla, Cinosargo,
Azul@rte, entre otras. En marzo presentó un cortó llamado “Bajo el ciruelo” para
el cual escribió el guión y fue producido por el grupo La Mancha.
8 Poesía Poesía 9
El Puñal2 El Puñal2

Riesgo País
A pesar de la escasa asistencia de
Riesgo País es un encuentro nacio-
nal de poesía realizado por primera público, el encuentro estuvo inte-
vez en Valdivia (ciudad de la XIV Re- resante, ya que incluyó poetas lice-
gion de los Ríos) en el 2007. Su ob- anas, universitarias, además de los
jetivo es realizar lecturas públicas, poetas emergentes que están dando
presentación de libros y perfor- que hablar. Conocimos grupos que es-
mances artísticas, dar a conocer los tán en desarrollo de proyectos editoria-
nuevos rostros de la poesía joven les y artísticos, como Descentralización
emergente en Chile. Poética, que recorre Chile realizando
El Puñal fue invitado a su versión lecturas públicas en la periferia de las
2008 por la poeta y periodista grandes ciudades.
Ivonne Coñuecar, que junto al poeta A pesar de los normales problemas
Álvaro Pereira, fueron responsables de organización y la escasa difusión
de la organización del encuen- de los medios locales, se vislumbra
tro 2008. Entre las actividades, se como un encuentro que abre un es-
realizó en la facultad de pacio para el desarrollo de escritores
periodismo de la Universidad Aus- y poetas. Una vitrina anual en la cual
tral, la charla sobre Literatura y mostrar lo concreto de la poesía que
Medios, en dónde presentamos la son las publicaciones, los análisis de
evolución de un proyecto como El obras, las performances artísticas.
Puñal y la utilización de herramien- Demuestra un interés de los grupos
tas libres y la difusión vía Internet, y las personas, a nivel regional, por
la incorporación a nuestro blog de generar actividades públicas e instan-
herramientas de administración de cias para intercambio de experiencias,
visitas, creative commons (dere- de ideas, de estilos. Hay un floreci-
cho de autor digital), además de miento un movimiento de las aguas en
nuestra experiencia en publicación la región.
on-line, talleres on-line, facebook y Quisiéramos que los recursos nos per-
otros medios. mitieran plasmar en estas páginas a
Durante el encuentro hubo lanza- todos los que participaron de Riesgo
mientos de libros realizados por País 2008, sin embargo, un extracto de
editoriales independientes como ellos es lo que hemos seleccionado para
Fuga, Pobre Cabro, Andesground; este número 2 de la Revista, que incluye
de revistas, por poetas de la zona a Ivana Božinović, Ivonne Coñuecar, Ál-
como Pedro Guillermo Jara y varo Pereira, Roxana Miranda, Yenny
Yenny Paredes. Valdivia y sus Paredes, Pedro Guillermo Jara y Felipe
museos, el río Calle-Calle, el Jardín Becerra.
Botánico, fueron los escenarios. Elizabeth Cárdenas
10 Riesgo País Riesgo País 11
El Puñal2 Álvaro Pereira Ivonne Coñuecar El Puñal2

Te m b l or de mediano che
Vuelvo al fin sin humillarme / sin pedir perdón ni olvido
Aunque nadie lo pidió, a veces todo sucede en la hora triste, (Vuelvo, Inti Illimani)
en plena mitad del alba:
posiblemente por la impresión de las bocas que miden
todos en busca de la Trapananda
el estado nocturno de las hojas,
posiblemente en el río mineral de tu madre al acecho lucrativo/ carnívoro / afilado
que suelta una risa mineral: en la tierra, de nuevas políticas de gobierno / el rescate energético
como temblor de medianoche, de un país que no sabe / que no quiere grados bajo cero
como banquero puntual bajo la lluvia, yo tuve mi patio / mi álamo / dos pinos en el inventario
con una sonrisa permanente con cierta carne bajo las uñas.
tuve un cerco de rosas / mucha alergia en primavera
En la medida de lo posible hay un quejido de pasos, una plazoleta llena de cenizas volcánicas
una polución material tuve un padre y una madre / una historia que contar
en la voz que retruena, hay un rehuir de pájaros: tuve un hacha y corté mis dedos / le di de comer a las gallinas
resbalé en la escarcha / mis labios se abrieron de sangre al reír
siempre, y aunque nadie llamó maldito el aire, hubo un apagón
tuve un siemprenevado en mi ventana
de velas cuando desapareció el espacio,
hubo un apagón de luces cuando desaparece el espacio tuve una lancha / fui la jovencita capitán de bahía
necesario entre la tierra y el cielo, no amé a nadie en ningún puerto
se ablandaron las escopetas cuando hubo un golpe en la mesa amé a todos en las calles y las fiestas carmesí / carne sí
que dar, se descolgaron los emblemas del escudo: me olvidé de hablar cuando a mis heridas le crecieron bocas
y es un descalabro de palabras el que hay que arreglar.
yo tuve quince gatos / perros / tiña y jugaba
Puedo ver belleza en cualquier ciudad, yo tuve una bolsa plástica de volantín / piedras que patear
pero a ti la medida material te queda exacta, y dormí en ásperos algodones / yo tuve querida
un hombre y una mujer que me amaron
falta tanto por ocupar y ya estas preparado y no se llamaban padres / no se llamaban hermanos
para derramar un vaso de leche:
yo tuve miedo / dolor / cansancio
con la lengua depilada,
con un campo de tulipanes en la mano yo tuve / es la forma más clara
con las palabras precisas que vender. de manosearme las heridas

Ahí estas tú mi amor: yo tuve que irme querida


Añejo
entero
apóstol
repleto
desierto reflejo

Augusto!
I vo n n e Co ñu e r ca r
Á l va r o Pereira Poeta y periodista coyhaiquina, radicada en Valdivia. Becaria de la Fundación
Sicòlogo y licenciado en Sicología. Ha publicado sus textos en revistas de Valdivia Neruda, ha ganado innumerables concursos regionales de cuento y poesía. Orga-
y La Unión, en lecturas en Santiago y Valdivia. Organizador de Riesgo País 2008. nizadora Riesgo País 2008.
12 Riesgo País Riesgo País 13
El Puñal2 Pedro Guillermo Jara Yenny Paredes El Puñal2

E l E sp ejo
E l i n c re í b l e á rb ol de los
c a l zo n e s Quitarse la cáscara del día
las luces de colores
E n el árbol cuelgan cientos de cal-
zones: rojos, amarillos, celestes,
rosados, negros, con encajes, borda-
tan aburrido y monótono?”, pensaba
ella tendida sobre la cama mientras
el hombre forcejeaba hasta quitarle
las ropas que a veces duelen
despojarse de la risa
dos, cortos, largos. Nadie sabe cómo la prenda de la discordia. Abrir la carne y encontrar
han ido a parar allí pero cada cierto
tiempo aparecen colgados en el ár-
bol mecidos suavemente por la brisa
A ntes de llegar a su casa, la mujer
se arrimaba al árbol, se sacaba
su calzón, lo lanzaba al ramaje y
el cuesco de la tristeza
cuya constatación nos vuelve reales.
Entrar en el cuadrante del espejo
de la mañana. El árbol se encuentra luego se colocaba uno limpio. hundirse en ese otro cielo
en el centro de la población.

L as discusiones del matrimo- A ntes de dormir, satisfecha, ella


suspira; él roncaba.
desarraigado de preguntas
levantar la mirada y encontrar
nio traspasaban las paredes. “Es
que él era un hombre muy celoso”,
recuerda una vecina, “siempre se
C on el tiempo el árbol de los cal-
zones se transformó en un lugar
de veneración para las mujeres del
el ojo vertical que nos observa
atravesando la frente.
escuchaban sus discusiones, gritos barrio. Cuando tenían problemas, se Y atravesar la frente.
y llantos por toda la población”, re- quitaban el calzón, se colocaban de Separarnos en gajos
memora. espalda al árbol, hacían la consulta abrir los ángulos gastados de la memoria

L a mujer salía un par de días a la


semana y esa situación moles-
taba al marido. Ella exigía sus dere-
y con los ojos cerrados lo lanzaban
hacia él. Según donde quedase se
podía interpretar su significado.
trazar la cruda desnudez la necesaria
cobijar el pez verde que nos navega.
Desarmarnos Desglosarnos
chos: “Me canso de las labores de la Luego, antes de dormir, soñaban. volver a lo que fuimos antes de
casa: lavar, planchar, hacer la comi- tener un nombre
da, el aseo. Tengo derecho a salir”,
y de tanto desbordarnos
decía mientras se quitaba el exceso
de rouge con un trocito de papel. en el agua crucial del espejo

P ara el hombre la situación era reconstruirnos sin aditamentos


insoportable de tal suerte que con la honestidad de una gota de lluvia
cuando su mujer regresaba al hogar en la ventana del silencio.
con gran escándalo la desvestía y
le sacaba los calzones y luego, me-
ticulosamente, los olía en busca de
pruebas de la infidelidad, del olor
ajeno. “¿Por qué tiene que ser todo
Ye n ny Pa r e d e s
Poeta, dibujante, graffitera y activista cultural. Licenciada en Castellano y Magíster
Pe d r o Guillermo Ja ra en Comunicación (UACH). Integrante de la Asociación de Culturas del Sur del Mun-
Escritor y comunicador cultural. Estudió Pedagogía en Castellano (UACH). Director do. Directora y editora de la revista Ciudad Circular.
de la revista de bolsillo Caballo de Proa.
14 Riesgo País Riesgo País 15
El Puñal2 Felipe Becerra Felipe Becerra El Puñal2

F
Bagual ue grato leer este libro, por la temáti- justificaciones.

F
Editorial Zignos ca nueva y por aludir a tópicos an- elipe Becerra optó por el ‘largo
Primera edición: Septiembre 2008 tiguos de una forma joven, también y sinuoso camino’ y quisiéramos
Felipe Becerra Calderón es el au- porque uno adivina una búsqueda del acompañarlo de algún modo, pues al
tor de Bagual. Lo conocimos hace escritor, un trabajo serio. A quienes nos decir de Rodrigo Morales nos conmina
algún tiempo en una acción de gusta mucho la literatura quisiéramos a pensar la literatura y sus condiciones
arte callejera convocada por el au- tener tiempo y disposición para leer de posibilidad. Un saludo a la Editorial
todenominado Movimiento Nadis- todo lo nuevo, pero muchas veces esta Zignos de Perú que acoge a varios de
ta y lo reencontramos entre los que opción se convierte en una decepción nuestros jóvenes escritores chilenos.
asistieron al último encuentro Ries- al encontrarnos con textos que no es-
go País en Valdivia a fines del año tán suficientemente mejorados y en Teresa Muñoz
pasado. El ganó el Concurso Na- los que a falta de argumentos sobran
cional de Literatura Joven Roberto
Bolaño el año 2006 con su novela
titulada Viaje Al Centro de la Madre Revistas
Ele recordaban
n esa época una periodista del diario
La Nación comentó que esos textos
el cine de David Cronen-
me permitieron entrar bien al texto y
fácilmente ponerme en contacto con
el espacio onírico y con el entorno as-
R ecorrimos las calles buscando alguna señal, la presencia de alguna re-
vista impresa que sobreviva a Internet, dónde según algunos incautos
libreros es dónde están las revistas. Nos sorprendimos por algunos proyec-
berg por sus escenas espeluznantes. fixiante y soleado del espacio físico. tos que se mantienen a través del tiempo gracias a la tenacidad de sus
L
Con este dato, constatamos que este a intervención de voces infantiles directores: Caballo de Proa y Ciudad Circular.
autor joven viene trabajando esta sin nombre se repite en forma in-
novela hace un buen tiempo. Había- Caballo de Proa, Revista de Bolsillo
mos leído buenos comentarios –como termitente como el coro de las trage-
dias griegas pero sin su solemnidad Dirigida por Pedro Guillermo Jara
la presentación que le hizo Roxana Mi-

E
randa en ese mismo encuentro-. No “Nuestros ojitos empañados nunca se sta joyita de revista fue concebida
sabemos las razones detrás del cambio cierran. Por eso canturreamos esta aven- en 1981. Su primera época duró
de título, pero los baguales o perros tura, para cerrar los ojos y poder dormir un hasta 1984. Diez años después aparece
salvajes nos sitúan inmediatamente en rato largo.” (Cap. I) / “Aunque la verdad es la segunda época en el formato 7x10
el desierto, lugar donde acontece la ac- que así es nuestra madre: a veces, la más cms. A fines del 2008 contaba con 69
ción de esta novela -no concuerdo con hermosa del mundo, y otras, el concho números. barco cartaginés en cuya proa se es-

C
la opinión de Víctor Quezada quien co- del horror.” (Cap. X). aballo de Proa debe su nombre culpe como mascarón la cabeza de un
menta que no hay acción en esta obra,
los hechos suceden en el territorio del M e parece una novela con aires de
poesía, como otras que ya circu-
lan. La tradición ya no corre o por lo
a un pasaje de “Salambó” de Gus-
tav Flaubert dónde se describe a un
caballo. Para contacto, el mail de la re-
vista es caballodeproa@gmail.com.
inconciente-, sin embargo el lector per-
manece lúcido y puede perfectamente menos hay un intento por quebrarla, Ciudad Circular, Revista de Creación Horizontal
adentrarse en los misterios de sus per- un ejemplo es como nos encamina- Dirigida por Yenny Paredes
mos al desenlace: “Quisiéramos saber
C
sonajes. iudad Circular es una revista de
L a primera impresión que tuve al adónde nos lleva este sendero. Qué cosa
habrá detrás del remolino. Y le gritamos creación “horizontal”. Es temática y
comenzar mi lectura es que el au- ha sido publicada con aportes de fon-
tor podría haber sido influenciado por a la mamá qué es lo que hay al fondo de
este sueño. Pero nuestra madre nada más dos culturales. En Riesgo País pudimos
algunos escritores de la post guerra, obtener el número 6 de esta hermosa
por el tono de fatalidad y muerte tan se ríe para adentro. No escucha nuestras
voces que se pierden entre las bullas de la revista dedicado al tema de la buena
opuesto a la influencia del entorno muerte. Publican poesía, cuentos, foto-
natural y el esplendor del mundo. Los música y los relámpagos y el ladrido de
los perros.” (Cap. XX). grafías, artículos, comentarios, entre
recursos narrativos, sin ser novedosos, otros. En la web www.ciudadcircular.cl.
16 Riesgo País Riesgo País 17
El Puñal2 Roxana Miranda Ivana Božinović El Puñal2

Ca s t i g o y c a í d a (continuación...)
I Lamo ojos tuyos en que verme
El ojo entra en el ojo sostenida Pa l a b ra s (co n t i nua c i ó n . . . )
que penetra en mariposa que se tensa.
siendo adentrado también Siento desprenderse los colores Un lenguaje poco común Que las que dejas pintadas
y confundido en lo líquido en ríos que se salen con sus Amenaza con adormecer En el marco de la tierra.
de las visiones. gritos. Mis sentidos Tierra suave, caminada,
Subo sobre el fuego para piel De una forma débil
II acabar viento en el respiro. Pisada, tierra tranquila.
Muéstrame tus hijos. Y tentada.
Los he escuchado gritar contra mi V Un nuevo anzuelo, tal vez,
vientre. La diosa montada en tu sol Y hoy, más frío que nunca Pueda ayudarme a levantar
Sobre el agua corren con el sol metido desarma la trenza Siento que merezco Y a seguir respirando,
en la palabra. en tu vientre La mentira, Aun en el agua.
Arderlos quiero, y se deja cortar el ombligo La suave y piadosa mentira.
sentirlos. por espada de agua.
Los ojos le emergen No caben en el mundo
Viajar aire en la espalda. hasta asfixiar el aire que sobra Huellas más húmedas
Saltar tus hijos en lo verde. en espacio de cuerpos.
III VI
Quiero mariposa rodando a mis aguas. Entre los ríos
Tuyas las flotantes. tú asomas la cabeza. Fi r m a : o s o s p o l a re s y p i n g ü i n o s
Húndelas Gritas en mi grito de inundarnos.
hasta salirme brazos. Empujo hasta la plenitud Duerma tranquilo.
Ruédame la boca del verte.
y atórate de sal. No hay problema, no pasa nada.
Muérdete las vidas. Parado ahí Sólo unos detalles.
y ensangrentado. El mundo está siendo destruido por su inconciencia nada más.
Sácame los gritos con sus ojos. No es nada grave.
Súbeme al relámpago y estállame. Dispuesto a correr fuera de mí Solo sigua apoyando la destrucción de miles de sueños.
y en dirección contraria. Duerma apretado, mientras pum, cada dos minutos muere otra mujer a manos de
IV alguien que decía amarla.
Beso carne tuya Sueñe con peces de colores, son sólo unas miles de especies de animales
mezclando lo que de sabores en extinción: muriendo a sangre fría, torturados por capricho.
tenemos De todos modos se le agradece la contribución a la falta de agua potable.
a deseo. Gracias por estar agotando el 1% de agua dulce que hay en el mundo con sus
Huelo la tibieza de tus piernas
y la proximidad del vuelo. duchas de media hora.
Contengo la lengua y la palabra Los osos polares y pingüinos se lo agradecen.
que giras mientras entras.

Roxa n a Mira nda


Poeta osornina. Profesora de Lengua Castellana y Comunicación (U de Los Lagos),
estudia Magister de Literatura Hispanoamericana Contemporánea (UACH). Ha I va n a B ož i n ov i ć
participado en diversos encuentros literarios en Chile, Australia, EEUU, Alemania Estudiante de 4to. Medio. Asiste a talleres literarios en Valdivia y en el 2008 llegó al
y México. top 10 en un concurso de musicalización de MTV.
18 Riesgo País Riesgo País 19
El Puñal2 Sonia Leal Sonia Leal El Puñal2

L a Pi l dorita

V olví a estornudar. Colgué el telé-


fono. Limpié mi nariz con una ser-
villeta e intenté respirar profundo. Mi
abandonaba la puerta.

V aya día que escogen para pre-


sionarme. Ok, respira profundo
E n fin, para el caso daba lo mismo,
tenía más trabajo que hacer. Había
sufrido toda la mañana, el cuerpo me
y ésta ya no me dolía. No tendría que
haber tomado la pildorita aquella para
mejorarme, tendría que haber bebido
jefe no había dejado de preguntarme y concéntrate de una buena vez. dolía y no había comido nada aún. Me un vaso de champagne y todo habría
si ya estaba listo el informe del bendito
proyecto que debíamos entregar hoy.
Me sentía pésimo por haber pasado
P ese a las constantes molestias
corporales, di rienda suelta a mi
creatividad y seguí trabajando toda
bebí un par de tazas de café para enga-
ñar el estómago y continué de cabeza
en lo mío.
desaparecido. ¡Hey! me acordé del
antibiótico, mi estómago vacío, mi
malestar corporal y luego de haber be-
toda la noche en vela trabajando y más
encima con este resfrío a cuestas del
que no he podido mejorar. No había
la mañana en el informe. Tan pronto
lo finalicé, se lo envié por correo elec-
trónico. Después de mi hora de alm-
L legada la hora de salida, me dirigí al
piso de la Gerencia General. Ahí es-
taba todo el personal, con una copa de
bido licor, nada bueno podría suceder.
—¿Para dónde vas, Bermúdez?—
reconocí la voz de mi jefe mientras in-
querido medicarme, pero sabía que uerzo, en la que no pude comer nada, champagne ya en la mano, listos para el tentaba escabullirme sigilosamente.
tendría que hacerlo pronto. me encontré con un correo de mi jefe brindis. ¡Qué rápido hace causa común —Tengo que irme ur...gente.

D el primer cajón de mi escritorio


saqué las pastillas. Con gran reti-
cencia tomé una, la coloqué en mi len-
cuyo asunto decía: “Por fin”.

A l verlo sonreí, ya me esperaba algo


así de él. Pero lo mejor de todo era
la gente cuando se trata de celebrar! y
eso que el esfuerzo fue mío, pero ya no
me importaba. Tomé mi copa. Ay, que
—No seas aguafiestas, lo estamos
pasando tan bien.
—Es que...
gua y bebí un sorbo de agua. Luego de que había terminado y que ya podía pase todo rapidito no más. Ya quiero —No me contradigas, Bermúdez. Tó-
tragar, y casi como acto reflejo, volví a pensar en irme a casa a descansar. irme a dormir. mate otra copa.
estornudar con fuerza. De nuevo me
limpié la nariz, la que ya apenas podía
tocar de tanto dolor. Ojalá ahora me
C uando me disponía a escribir el
email de aviso, sonó el teléfono.
Era mi jefe que me informaba que el
P rimer sorbo luego del eterno dis-
curso del agradecimiento a todo el
personal por parte del Gerente General.
—Señor, yo...— la insistencia de mi jefe
estaba comenzando a irritarme más de
lo habitual.
sintiese mejor, luego de porfiar por se- Gerente General estaba tan contento ¡Vaya! estoy seguro de haber puesto —Bermúdez, me voy a molestar en se-
manas, la gripe había continuado evo- con el resultado del informe para la solo mi nombre al informe y no haber rio contigo.
lucionando. campaña publicitaria que nos invitaba firmado como todo el personal de la —Pero...

V olví mi atención al computador y


continué escribiendo el resto del
informe. Mi jefe lo esperaba con ansias
a celebrar en el salón del Directorio.
—Señor —dije entre estornudos—, no
me he sentido bien y quisiera irme a
agencia.

S egundo sorbo, los aplausos para


todos. Se dieron las manos como si
—Sin peros. Nos merecemos este relajo
después de habernos sacado la mugre
con el informe.
para hacer las últimas revisiones antes casa a descansar. hubiesen pasado toda la noche en vela, —¿Disculpe? ¿dijo habernos sacado la
de presentarlo al cliente. —Pero Bermúdez, nada de eso. Habla- igual que yo. mugre? ¿de qué me habla? —Esa voz
—Bermúdez —escuché de pronto—,
¿ya está listo?
mos del Gerente General y no vamos a
defraudarlo, ¿verdad? T ercer sorbo, un calor comenzó a
recorrer mi cuerpo, pasó por mi
que salía de mi boca no parecía muy
coordinada, las letras fuertes sonaban

G iré mi cabeza hacia la puerta y vi la


figura imponente de mi jefe. Hacía
unos quince minutos atrás me había
—Pero...
—Nada de peros... ahora, quisiera que
te encargaras del informe del cliente
garganta, fue a mi estómago y de ahí
se propagó a mis extremidades. Ya no
sentía ese apaleo en el cuerpo.
demasiado suaves y me esforzaba
por modular bien— Yo me saqué la
mugre, yo me amanecí trabajando,
hecho la misma pregunta por teléfono.
—Falta poco, señor Larraín. Ya lo termi-
naré.
“Pasta Amiga”. Ellos esperan que se lo
entreguemos la próxima semana y
considerando lo que te demoraste en
C uarto sorbo, los ruidos se volvieron
lejanos, traté de entablar conver-
sación con uno de los otros ejecutivos
dejé mis dedos en el teclado...—me
interrumpió un estornudo— y aún
en las condiciones en que ando con
—No tengo que recordarte que debo éste, ya deberías haber comenzado. presentes, no estaba seguro de quién gripe y todo... para sacar esto a tiempo
revisarlo primero, ¿verdad? El cliente
espera.
—No, señor, lo tengo muy claro. Ter-
¡T ípico!, nunca está contento y siem-
pre quiere más.
—Bueno, comenzaré de inmediato —y
era, pero me cargaba lo mucho que
hablaba para decir tan poco. Definitiva-
mente ese hombre no debería trabajar
—otro estornudo—. Lo menos que
merezco es irme a mi casa a descan-
sar— uno más —, porque de mi au-
mino en unos minutos más. un estornudo que raspó mis pulmones en publicidad. mento de sueldo ni hablar, ¿verdad?
—Así lo espero —dijo mientras gi-
raba en sus talones cual militar y
me obligó a cortar y no alcancé a es-
cuchar la última palabra. Q uinto sorbo más largo que el an-
terior, el calor subió a mi cabeza
Y luego miré al Gerente General.
—¿No cree que me merezco un
20 Cuento Cuento 21
El Puñal2 Sonia Leal Rodrigo Suárez El Puñal2

aumento de sueldo señor? Harto hago alguien más a quien no había podido Un año más
soportando a este... —estornudo—¿no reconocer.

L
le parece? —dije apuntando el rostro —Naturalmente —y señalándome a Jackie me pasaría a buscar a las barras de bebidas al costo, entradas
descompuesto de mi jefe. dijo—. Al paciente de acá hay que lle- nueve, todavía no llega. Parado de diez lucas. Yo pensaba en una ve-
E l Gerente General estaba observan-
do la situación divertido. Nadie le
había hablado así a Larraín, no que él
varlo a su casa, debe hacer reposo con
urgencia. Esa gripe hay que controlarla.
—Claro, claro —dijo el Gerente
en la esquina, me fumo la última
cajetilla de este año. Y de mi vida, si
lada familiar, con harto trago, bailo-
teo suave, poca gente.
pudiese recordar.
—¡Bermúdez! —gritó Larraín— ¡Está
despedido!
General—, de eso nos encargamos
ahora mismo. El muchacho fue un
héroe enfrentando tantas presiones
Dios quiere. El bocinazo de la Chrys-
ler en la otra vereda. Hace quince
minutos que me espera. ¿Qué
H ace rato que no bailo, para qué
decir el tiempo que no veo la
noche en año nuevo. Me acostum-
—Bueno, por fin me puedo ir para mi y en esas condiciones; merece eso y
casa... ¿dónde está la puerta? —ahora mucho más... tal vez un aumento de chucha estabas haciendo en la es- bré a pasar las doce solo, escuchan-
me sentía mareado. sueldo, ¿no creen? quina, pelado? Le contesto con otra do jazz en la tina con la radio a todo
—¡Ah! —dije volviendo hacia
Larraín— Una cosa más... Y o continuaba inmóvil. Esto de
hacerse el dormido era la gloria.
chuchada, se ríe. Acelera el auto, to-
mamos Isidora, luego la Costanera.
volumen. O la otra, emborracha-
rse con un par de amigos que
M e quedé inmóvil por unos segun-
dos. Mi estómago bailaba de un
lado a otro al igual que mi cabeza.
Bendita pildorita, gracias por favor con-
cedido.
Me había invitado a comer con su
family. Su marido anda en Punta Are-
nunca consiguen minas ni hierba
de la buena, lo cual es mucho más
—No me siento bien... — alcancé a nas trabajando en terreno. Recuerdo despreciable. Siento temor de es-
decir antes de liberar directamente que es ingeniero de mucha plata. tar entre la multitud, dejar mi re-
desde mi estómago la champagne in- Nunca habla, al menos conmigo. Se ducto. Abandono a mi perra a la
gerida sobre Larraín. conocieron en la universidad en un suerte. No soporta a otras personas
C uando recobré el sentido, estaba
recostado en un sillón de la oficina
del Gerente General. El médico daba
curso de adiestramiento físico. Lo
demás no interesa. Yo la conocí en
por lo que no tengo más opcio-
nes. Sólo espero que no moleste
su diagnóstico a los presentes, cuyas un curso de reiki hace más de tres a los vecinos con sus ladridos. El
voces escuchaba algo lejanas. años. Tuvimos algo, pero no pasó teléfono suena, es ella que me
—Reacción alérgica al medicamento, nada. Recién se había puesto las recuerda por décima vez nuestra cita.
eso más el licor ingerido hizo que su
comportamiento fuese inusual —dijo ilusiones. En el auto me hablaba de Quiere asegurarse de que no me
el médico. sus proyectos, de lo maravilloso de corra, tiene razón. Voy por hacer algo
—Um... dígale eso a Larraín —dijo el su maestra, había pasado al tercer diferente, si me curo hasta quedar
Gerente General entre risotadas con- nivel de la sanación. La comida es- botado quiero pasarla bien. Tam-
tenidas a la que hicieron eco los otros taba deliciosa, me explicó el menú bién porque la Jackie se mantiene,
presentes.
—¿Podría ir a verlo también a él, doc- completo. Había combinaciones a pesar de los años y de su marido.
tor?, está en el baño algo choquea- que nunca en mi sano juicio me Es la primera vez que salimos sin él.
do... Ud. comprende— había dicho atrevería a probar, pero estaba dis- A la hora del abrazo sentí sus labios
puesto a todo. Luego me soltó la en mi cuello, un beso como-quien-
S o n i a Le a l bomba: después de las doce nos no-quiere-la-cosa, casi un roce ac-
Secretaria Ejecutiva Bilingüe y Traductora Intérprete en inglés. Miembro de iríamos a una de esas megafiestas cidental (te pisé, un lapsus de cul-
El Puñal desde el 2008, ha participado en taller literario en su versión on- cerca del barrio: diez ambientes, pabilidad inconsciente), sonreímos
line.
22 Cuento Cuento 23
El Puñal2 Rodrigo Suárez Maori Pérez El Puñal2

S a l to s d e a ra ñ a
(continuación...) freno tan común en mí. De repente
mientras tu hermana y su hija mira-
ban los fuegos artificiales. Por la ra-
se acerca una mina gótica y grita es
difícil amar, cuesta tanto olvidar, tira E l eco de los gritos, arrebatos, caricias
y arañazos de la noche anterior se
imperturbable hasta después de que
Luis atraviesa el umbral de la puerta.
dio pasan villancicos cumbianche- una patada y muestra sus pechos.
ha desvanecido. Todo está tibio y afuera
caen hojas. A bajo, una señora de mediana edad
cierra la reja del edificio de departa-

L
ros. Canta Willy Sabor. Nos subimos Miro su cara blanca, se le corre el os dedos se desentumecen de mentos. Luis trata de quitarse la tensión
a la van y partimos. maquillaje. Vamos al baño, pide cin- cama. Luis, con las manos en las ro- del entrecejo pensando poco a poco en

Y o que nací muerto ahora es-


toy con jóvenes que danzan y
ríen alrededor de vasos plásticos.
co lucas que no tengo. Ahora grita
viejo culiao, se marcha pero antes la
agarro del pelo y la beso.
dillas, pega el empujoncito y se levanta.
Unos pasos hacia el frente y unos pa-
sos hacia la izquierda. Hincha todo el
el mar, en la orilla de la playa y las últi-
mas horas de trabajo del último día de
trabajo. Roza su mejilla con una mano,
pulmón frente al espejo. La bocanada descubriendo un hilillo de sangre
Prendo un cigarro, tú bailas con tu profunda se desvanece rápidamente cuando de su boca sale suavemente,
hermana, el pololo se está comien- en la imagen, contrayéndose el cuerpo casi como en un quejido, la palabra:
do a tu sobrina en un rincón. Me (Historia basada en un microcuento entero. Las gotas caen sobre el lavabo —Lorena.
haces caras, estiras los brazos para
que entre al ruedo. Te abrazo con
del poeta Domingo Díaz) como alas.

L orena abre los ojos y desata de sába-


nas las piernas. Las tazas resuenan al
L uis toma otra taza y antes de
llenarla de agua caliente, deposita
una cucharada de café y otra de azú-
la mirada, la soledad empieza en el sacar sólo una. Dos cucharadas de café car. Cierra los ojos. Con un cigarro en la
gentío. No sé por qué lo hice. En el para la caña y un poco de leche por el boca busca en la bata un encendedor.
borde de la pista realizo todo tipo momento. Labios como de seda que se Tiene siempre muy desordenado el de-
de gestos obscenos, pones cara de posan sobre la calidez del agua, que se partamento, con las ventanas abiertas,
deshacen en su calidez. El cuerpo de las cacerolas en el fregadero, ceniceros
asco, me lanzo a bailar, pero tú de- Lorena, de mañana, descubre paz. sobre la mesa, los sillones, el velador
sapareces. Te sigo entre la masa de —Tontera, pobrecito— susurra, y saca junto a la cama y en el baño. Cuando
cuerpos, empujo y recibo codazos. del bolsillo un cigarro. El pensamiento abre la puerta principal, Lorena está
Ya no estás. Siempre fuiste una ni- que la atravesó al momento de hablar susurrando una canción de Depeche
ñita bien. Comienzo a bailar enton- la lleva a introducir lentamente el ru- Mode (Home) y sigue susurrándola al
bio y a soltar el humo con los ojos en dejar Luis las llaves en un pote. Sus pies
ces ritmos que odio, con ese desen- cualquier parte. rodean a la mascota y siguen su camino

A sume que Luis estará vistiéndose en


otro cuarto. Lleva sus pies hasta sus
muslos, cruzando las piernas, y fuma.
hasta la cocina. Lorena abre una página
del diario y sorbe el café con leche. In-
terrumpe la canción para susurrarse
En el vidrio del cenicero la sombra de una pregunta y luego hinca sus labios
Ro d r i g o S uá r e z su cara es circular y gris sobre el mantel en el filtro y el humo que suelta hace
Poeta y escritor. Estudió Castellano (U Católica) y es Magister en Literatura blanco. formas de círculos y de flechas.
Latinoamericana (U de Chile). Participó hasta el 2005 de revista El Ermita-
ño (Mago Editores) y en el taller La Torre Lúdica. Sus investigaciones sobre C ierra los ojos e imagina que anda en
bicicleta por Valparaíso un día de in-
vierno y que detrás de un molino se ve
L uis se limpia la boca con un
pedazo de confort y abre las venta-
nas de la cocina. El humo escapa como
escritores latinoamericanos han sido publicadas en la web de la Universi-
dad de Chile, en revista El Ermitaño y en páginas web. Es Director del grupo a sí misma envejecida; está buscando a una bestia asustada y el sol golpea sus
El Puñal y dirige el taller de nuestra revista desde el 2005. Ha dictado tall- un niño blanco y temeroso. No alcanza orejas mientras sacude los restos de pa-
eres y seminarios de poesía, y dirigido clìnicas literarias en ferias del libro. a imaginarse las pantorrillas gastadas, pas fritas de los individuales y los echa al
Ha participado además en encuentros nacionales donde ha presentado el los cabellos canos, la sonrisa fregadero. Deshace la mano empuñada
proyecto de El Puñal.
24 Cuento Cuento 25
El Puñal2 Maori Pérez Cristian Berríos El Puñal2

(continuación...) sando que la habitación se asemeje a Al e g o r í a d e l e s c a r n i o


suavemente sobre la mesa y repite: las ruinas de una civilización perdida
—Lorena, Lorena, Lorena.

S e saca a golpes consecutivos los


pantalones y la camisa a rayas y con-
(la nuestra). Por debajo de la silla frente
al computador, motas de polvo y telas
de araña se congregan, estableciendo
U n enérgico toque de timbre bastó
para despertar al anciano que dor-
mía tras el mesón. Penélope no estaba
anciano al instante–. Todos caminamos,
aunque nos tome una mañana o una
tarde cruzar el pueblo. Usted lleva mu-
funde, sobresaltado, un levantamiento parámetros geométricos azarosos e para sutilezas: A duras penas había cha prisa. Aunque no llevara consigo
de papel en la pared con una araña. indescifrables. Algunos libros guardan arrastrado sus maletas hasta aquella esas maletas de todos modos se nota a

L e da varias vueltas a la idea y al living.


El gato la sigue y busca sus piernas.
El sol toca todo su cuerpo. Toma otro
billetes, fotos viejas, calendarios de
años olvidados. El cuerpo de Orestes
se acomoda sobre unos cojines suel-
hostería. Cuando se dio cuenta de que
estaba frente a una jovencita de cabello
castaño y ojos obscuros, el anciano se
simple vista que es forastera.
—Debo llegar mañana por la mañana
al funeral de mi padre —explicó ella
cigarillo. tos, la vibración del ronroneo junto a desperezó rápidamente y en seguida le clavando la vista en su reloj.

O restes se ha ubicado en el lomo de


Lorena y poco a poco se ha rela-
jado lo suficiente como para empezar
la madera de la repisa. Descansa hasta
que alguien abre la puerta. Lorena está
cerrándola de vuelta, pero Orestes se
dijo con la mejor de sus sonrisas:
—Muy buenas tardes, señorita. Mi
nombre es Fedor Arreola y estoy a su
—¡Por la tumba de mi abuela! —ex-
clamó el anciano—. Debió decir que
se trataba de una emergencia. ¡Yo
a quedarse dormido. Es blanco con una escapa y hace camino hasta el dormi- servicio. ¿Desea alojarse por un mes mismo la llevaré en mi camioneta hasta
mancha gris en el lomo y tiene unos torio. completo o solo por algunos días? Pichilemu!
ojos muy grandes y muy claros que le
lagrimean en la comodidad. A fuerza
de ser desagradable con el gato, Lore-
E l ruido de la cerámica en el lavapla-
tos. Las manos de Luis se bañan y
afuera teléfonos móviles reciben men-
–Buenas tardes —saludó Penélope casi
sin aliento—. La verdad es que planeo
quedarme solo un par de horas. Mi auto
—Creí oírle hace un momento. Olvíde-
lo. Se lo agradecería infinitamente.
—¡El funeral de su padre! ¡La felicito de
na se levanta, agolpa las cenizas contra sajes, zapatillas negras cruzan semáfo- tuvo un desperfecto a unos tres kiló- todo corazón!
el borde del basurero en la cocina, se ros, aves picotean migas sobre el ce- metros de aquí. ¿Podría decirme donde —¡¿Perdón?!
limpia el bigote de leche con la lengua mento. Y Luis, que sale a pasos torpes se encuentra el garaje más cercano? —La felicito —repitió el viejo—, ¿Su
y le pega una mirada a Luis, que tiene de la modorra, se rompe un pedacito —Ocho kilómetros al este, en padre ha muerto, no?
las manos en el agua del fregadero. de piel de un dedo, equivocando el Pichilemu. —Si, pero...
Burbujas de detergente ascienden movimiento del plato y la llave. El plato —¿Sería tan amable de prestarme su —Imagino las ansias que tiene de que
por su mano y luego caen por el agua, de hecho cae sobre los demás en un teléfono y un directorio? comience la fiesta.
deshaciéndose en chorros y agolpa- oleaje de detergente y sangre y hace —Lo lamento —dijo el viejo sin perder —¿De qué fiesta me habla?—exclamó
mientos de corriente de agua que fi- un ruido como de pelícano. Coge un su sonrisa—, pero usted no encontrará Penélope entre confundida y molesta.
nalmente se van por el drenaje en un
remolino.
poco de toalla nova y se la lleva al dedo,
sujetando una mano con la otra.
un teléfono en este pueblo.
—¿Y cómo se comunican?... ¿Por telé- L uego de observarla incrédulo du-
rante unas centésimas, el anciano

S obre un sillón, Lorena estira las pier-


nas y extiende a todo su ancho el
diario. Susurra palabras.
E n el dormitorio, el scotch está oculto
en el clóset, bajo una colcha y unas
zapatillas viejas. Pero Luis no se dirige
grafo?
—No señorita —contestó el anciano
soltando una contagiosa risilla—. A
movió la cabeza de un lado a otro, y
dijo con los ojos embriagados de risa:
—¡Yo pensaba que las historias so-

O restes toma su lugar en un cajón


en el estudio del departamento.
al dormitorio. Luis se detiene en medio
de la cocina, y sin hacer ningún otro
través del correo. En esta tierra vivimos
sin ningún apuro.
bre los forasteros eran puras patrañas!
Apuesto a que ni siquiera sabe donde
Las hojas de los libros en las repisas se
enmohecen más a cada día que pasa.
Las bisagras en la ventana le impiden
movimiento que el de su respiración,
se queda. L uego de que suspirara con desáni-
mo, Penélope pidió un vaso de agua,
cuando el viejo se lo trajo, la joven pre-
se encuentra ahora.
—La verdad es que aún no lo sé.
—¡Aja! En ese caso, y en representación
cualquier entrada a la luz del sol, cau- guntó: de mis vecinos, le doy la bienvenida a
—¿Sabe donde puedo arrendar un ve- Cementerio.
M a o r i Pérez hículo? —¿Cómo dijo?—preguntó Penélope
Escritor. Estudiante de Licenciatura en Inglés. Ha publicado “Cerdo en una jaula —No he oído de nadie que arriende con una forzada sonrisa.
con antibióticos” (relatos) y “Mutación y registro” (Ciertopez, relatos). Ha partici- su vehículo y la mayoría de los que —Cementerio—reiteró el viejo dis-
pado en los talleres del escritor Pablo Azócar y Patricia Espinosa. hay por aquí son una reliquia —dijo el frutando del desconcierto de la joven.
26 Cuento Cuento 27
El Puñal2 Cristian Berríos Cristian Berríos El Puñal2

(continuación...) sonroje! ¿Pretende hacerme creer que (continuación...) registros del pueblo, el dueño de una
—¿No le parece un nombre raro por jamás lo ha notado? Le aseguro que la despedirlo en el velatorio, y les refresca licorería murió cuatro veces y se casó
decir lo menos? última vez que hice maravillas fue en la memoria con alguna experiencia que cinco. A tanto ha llegado el caos, que el
—Todo depende del cristal con que se otra vida, cuando servía a la esposa de vivieron junto al fallecido. Esas anéc- año pasado un comité del pueblo su-
adornen las urnas... ¿Qué fue lo primero un faraón, pero eso no me ha vuelto es- dotas son fruto de arduas investiga- primió los homenajes póstumos...¡Los
que usted conoció del pueblo?... Pues túpido. Ahora que está de buen humor, ciones. Yo me preparé durante vein- premiados se escondían entre la
bien señorita—dijo el viejo con un vivo le recomiendo que vea el deceso de su tiocho años para representar a mi audiencia, y aparecían en el momen-
resplandor en el rostro—, le informo padre como un hecho extraordinario. Si padre, y aproveché de preguntarle to justo para recibir su galardón! Un
que todo el pueblo fue construido fue bueno con usted, despídalo con la varias cosas antes de que él muriera. crítico del diario local recomendó que
sobre un campo santo, y que hacia el frente en alto, y una sonrisa en los la- —¡¡Que... horrible!! antes de premiar a un artista había
norte, este, oeste y sur usted encon- bios. En nuestro pueblo las ceremonias —Tal vez usted tenga razón y sea que matarlo: de este modo inflaban
trará únicamente tumbas y nichos. fúnebres dan tema para largos años. algo abominable—reconoció el an- su talento y extinguían el ego que

A l percatarse de que Penélope no


podía salir de su asombro, el an-
ciano se apresuró en explicar:
Hay que estar pendiente de no hacer
algo lamentable como caer sobre el
féretro o desear un feliz cumpleaños a
ciano–. Esta costumbre ha causado
desagradables incidentes, pero aquello
no ha hecho otra cosa que contribuir
tanto caracteriza a los más cretinos.
—Lo habrá dicho en tono de broma.
—Así lo creímos todos, pero es un
—Nosotros le damos a la muerte la uno de los deudos, en lugar de darle las a su arraigo. ¡Nadie espera que un hecho que muchos criminales y
importancia que merece. En esta tierra condolencias. Un error, por minúsculo funeral sea aburrido!... A veces el im- delincuentes peligrosos se esconden
los difuntos son privilegiados, aunque que fuera para un extraño, convierte a postor debe agarrarse a golpes con un en Cementerio. De alguna forma se
poco y nada disfrutan de las mag- un miembro amado de la comunidad enemigo del difunto que sonríe triun- enteraron de que podían vagar libres
níficas celebraciones que hacemos en un paria. Dígame una cosa... ¿Su fa- fal en su sepelio, o bien cobrar deudas por las calles, bajo un nombre falso.
en honor a ellos. Gozan de un lugar milia ya eligió quien representará a su echadas al olvido; y esto pasa solo si la —Eso es muy alarmante...—opinó
preponderante en calles, plazas públi- padre? reunión carece de brillo. Ante el ataúd, Penélope mirando hacia atrás.
cas y en cada uno de nuestros hogares. —¿En los negocios dice usted? y en presencia de los deudos, han sa- —¿Comprende al fin porqué es dulce
Aquí es tan común hablar de alguien —No—contestó el anciano—, me re- lido a la luz infidelidades, parentescos la muerte? Con ella se acaba la incer-
ya fallecido como de una persona muy fiero a quien lo representará en el fu- ignorados, robos, lujurias varias, calum- tidumbre que acarrea la vida. ¿Qué
saludable. neral. nias, rencillas, envidias, entre un sin fin ocurriría si ahora mismo entra un loco
—¿No le parece enfermizo? —Realmente no comprendo. de asuntos. y nos vacía un arma en la cabeza?... No
—Por supuesto que no. Sería anormal —¡Lo olvidaba!... Usted no sabe nada —Por lo visto los impostores se toman se inquiete, por favor. Era un ejemplo...
llevar una vida de inmortales, porque de estas cosas. Debe disculparme, en serio su papel—comentó Penélope. Además, ya hay personas encargadas
bajo la piel los huesos se vuelven roño- son años viendo los mismos rostros y —Me temo que demasiado. Hay de buscar a esos criminales y denunciar
sos, y el alma sueña con volar de su hablando exactamente lo mismo. En quienes asumen definitivamente la a los impostores.
presidio. De todos modos (Y no lo con- nuestro pueblo corresponde al primo- identidad del difunto, y años después —¿Quiénes?
sidere una reprimenda, ya que usted génito de la familia (O bien a uno de se hace difícil saber quien es quien, —Detectives especializados —con-
es toda una mujer; créame, toda una sus hermanos) disfrazarse con las ropas pues los impostores reconstruyen epi- testó el anciano—. Hombres y mujeres
mujer), no debería referirse en forma del difunto, e imitar a la perfección su sodios de un pasado impropio con lujo que estudian el comportamiento y
tan despectiva sobre las costumbres voz y sus gestos. de detalles. los antecedentes de alguien elegi-
ajenas. —¿Para que alguien en su sano juicio —Supongo que las autoridades ya han do al azar, por décadas si es preciso.
—Discúlpeme, no quise ofenderlo, haría algo así?—preguntó Penélope tomado cartas en el asunto. —¡Dónde queda la libertad de los seres
pero lo de mi padre es tan reciente y lo olvidándose de su apuro. —¡Bastante tarde, como en todos la- humanos!—exclamó ella.
que me contó suena tan raro. —Para que nadie pueda notar la dife- dos!—exclamó el viejo, perdiendo la —Aplastada bajo la montaña de los
—No se preocupe por ofenderme o rencia entre vivo y muerto, claro está. compostura—. Hoy en día abundan los intereses comunes. Pero no sólo es
no—dijo el viejo con ojos pícaros—, cu- Una vez que la semejanza es satis- embrollos morales y éticos. Nadie sabe una situación desagradable para quien
ando joven soportaba cosas peores de factoria, el impostor o la impostora cuando es conveniente casarse con una es investigado, si no también para los
señoritas agraciadas como usted. ¡No se recibe a las personas que llegan a viuda o repartir una herencia. Según los propios detectives. Ellos sacrifican sus
28 Cuento Cuento 29
El Puñal2 Cristian Berríos María Elena Monsalve El Puñal2

A . T. / D. T. ( a nte s y d e s p u é s
(continuación...)
familias, sus amistades, y apenas tienen E l alboroto que provino de la calle
llamó la atención de Penélope. En
d e l Tra n s a nt i a g o)
chofer se bajó a abrir el capó y hacer
unos minutos para comer y defecar.
La soledad acaba por destruirlos, y la
fortuna que ganan no recompensa
cuestión de segundos, una caravana
de colores cruzaba frente a sus ojos.
Desde el umbral de la puerta vislumbró
¿S erá este el paradero que me
corresponde? Estoy sentada
esperando, dándome ánimo para le-
lo de costumbre (lo que sigue siendo
un misterio para mí). Luego volvió a
subir y sacó un bidón vacío. Según al-
tanta desdicha. Al cabo de unos años, como subían por los aires un centenar vantarme y estirar la mano con el cancé a escuchar, partió a buscar agua.
muchos sufren una mórbida fasci-
nación por aquellos que investigan;
y luego hay tres, cuatro, y hasta cinco
de globos azules y rojos. Junto al féretro
un hombre iba de pie, sonreía y llevaba
una corona.
paralizador de micros. No sé qué me
da más flojera: hacer el esfuerzo de
subirme, pagar, buscar un asiento o
H an pasado cinco minutos desde
que desapareció el conductor. Los
pasajeros comienzan a impacientarse,
imitadores representando el papel de —¡Vaya!—exclamó la voz del viejo so- luego pararme, abrirme paso entre los murmuran todo tipo de cosas: que si
un extinto o extinta. bre sus hombros—, ¡Un funeral como pasajeros, estirar el dígito tocador de no fuese mejor que devolviera la plata
—Ahí está la consecuencia del culto Dios manda y se olvidaron de invitarme! timbre y bajar en mi lugar de destino. de los pasajes, que mira ahí pasó la otra
que rinden a la muerte.
—¿Y que otra cosa quiere que celebre-
mos?—exclamó el viejo con otra de sus
Quizás pensaron que estaba muerto.
C uando espero tanto rato pienso
si no habrá cambiado el recorrido
o quizás el chofer olvidó el trayecto;
y nosotros todavía aquí, que vamos a
llegar atrasados a la pega por culpa de
este gil. Yo permanecí tranquila hasta
risillas–¿Los matrimonios? ya me ha pasado otras veces. De la que pasaron cinco minutos más y co-
—Por supuesto, un matrimonio es dig- primera no me quiero ni acordar, en mencé a dar golpecitos con los tacos.
no de ser celebrado. cambio la última no podía aguantar la Al principio me dio vergüenza porque
—¿Bromea?—dijo el viejo pasmado—. risa… se daban vuelta a mirarme, pero la ra-
Nadie puede garantizar a dos personas —No se puede seguir, por aquí va el bia pudo más.
que se casan que serán felices. Habría desfile. —le dijo el verde con toda su —¡Claro, suben los pasajes y más en-
que detener muchas bodas, y lanzar al cara de 18 de Septiembre, la panza cima nos dejan botados! —dije con
rostro de los hipócritas extensos dis- abundante de empanadas y con las cara de crisis asiática. Hasta ahí no
cursos sobre la factibilidad del engaño. ganas vivas de que terminara pronto la más llegó el encerado aromático de
Por último, si logran superar tal obstá- famosa manifestación de sus colegas petróleo nugget (auspiciado por el
culo, puede que un día simplemente se castrenses. Instituto de Seguridad del Trabajador).
acabe el amor ¡Y vivir sin amor es otra
forma de sufrir la miseria! No conozco
a nadie que felicite a otro por arruinar
—Entonces tome por Domingo Santa
María y doble en el puente Loreto ha-
cia Diagonal Paraguay —le gritó una
T odos se pusieron a patear y hacer
escándalo en contra del chofer que
aún no regresaba. Una protesta un
su vida. ¡Me alegra que existan otras viejecita de esas que no faltan. tanto inútil, pero, en fin, nos sirvió de
posturas! Logran aferrarme aún más a —No, señora —le respondió el catarsis. Había muchos que después
mis convicciones. ¡En fin! No le quitaré chofer—. Soy nuevo en el recorrido.— de esto llegarían como seda al trabajo,
más tiempo, iré por las llaves de la ca- Tuve que taparme la cara. aunque no falte el que llegue pateando
mioneta.
T engo sueño. Si pudiera me dormiría
aquí mismo. El esfuerzo de subirme
a la micro no fue ni tanto. La lucha real
la perra por el retraso y la impajaritable
consecuencia. El caos iba en aumento
hasta que un pasajero se paró delante
fue la decisión de hacerlo. De ahí para de todos y anunció desde el podio:
C r i s t i a n B erríos adelante fue como tirarme por un to- —¡Yo sé manejar camiones, así que no
Escritor. Ha publicado cinco tomos de cuentos y novelas breves en su blog Pu- bogán. Voy a aprovechar de dormir de esperemos más al pelotudo! Yo hago el
ente de Saturno: Chocolate post mortem, Cuentos de Sueñobscuro, La Cofradía, todas maneras.
Breve sinfonía de un crimen sin remordimientos y Santo Grial de un underground, recorrido.
además de las obras Poetas clones del futuro en Revista La Palanca literatura arte
(México) y una versión digital del cuento que presentamos, en Letralia (Venezu-
D esperté cuando el motor se detu-
vo inesperadamente. “Quedamos
en pana” fue mi primera impresión. El H ubo un corto silencio en el que
todos nos miramos las caras de
ela).
30 Cuento Cuento 31
El Puñal2 María Elena Monsalve
E l Pu ñ a l
yo-no-fui, hasta que uno gritó: —Ya, quedábamos el improvisado con- Rev i s ta d e C r e a c i ó n L i te ra r i a
comparito, dele nomáh. Si el tonto ductor y quien les habla, se detuvo
no va a llegar nunca, dele nomáh. de repente. El as del volante y cuasi D i re cc i ó n

¡Q ué le dijeran! Agarró el vo-


lante y partió. Al avanzar, me
di cuenta que el chofer desertor
héroe me miró a los ojos y me dijo:
—¡Ey, despierta! ¿Tú sabes si este
paradero es para las micros que van
Rodrigo Suárez Pemjean//

Co m i té Ed i to r i a l
estaba en el restaurante del frente. hacia La Florida? Teresa Muñoz, Elizabeth Cárdenas//
Empinaba una botella de cerveza y —Eeeh…no, ese parece que está…
entre trago y trago daba una chu- una cuadra más abajo. Co l a b o ra d o re s
pada a su cigarrillo. Yo diría que la
mujer parada detrás de él incluso
le masajeaba los hombros suave-
D efinitivamente hoy no tomo
micro.
María Elena Monsalve, Sonia Leal, Amanda
Espejo, Pablo Delgado, Patricia Franco,
Maori Pérez, Cristian Berríos, Daniel Rojas//
mente.

A l principio todo era normal con


el nuevo chofer. Paraba donde
era debido, atendía a los pasajeros
D i a g ra m a c i ó n , I m á g e n e s, Po r t a d a
Elizabeth Cárdenas//

con los boletos y el timbre de la As e s o r d e D i s e ñ o


puerta. Todo iba bien hasta que se David Rojas//
le apareció una micro del mismo
recorrido y lo adelantó. Entonces Pro d u c to r d e Ed i c i ó n
apretó el acelerador a fondo. Todos Pablo Delgado//
nos agarramos de los fierros como
si fueran de oro. El que se quería Pu b l i c a e n n u e s t ra rev i s t a / Co nt á c t a n o s
baja tenía que hacerlo por delan- Blog elpunal.blogspot.com
te. Lo hacían corriendo, mientras Email revista.elpunal@gmail.com//
el suplantador hacía sonar el mo-
tor para luego acelerar apenas se Links
cerraban las puertas. Ni qué decir de lamanchadesdequilicura.blogspot.com
pararle a los que esperaban ilusa- chuscadesietesuelas.blogspot.com
mente en sus paraderos diferidos. ociosoguerrero.blogspot.com
Poco a poco la micro se fue deso- cinosargo.bligoo.com
cupando. Cuando solamente puentedesaturno.blogspot.com//

M a r í a Elena Monsal ve (1970) Toda reproducción total o parcial de las obras es


Escritora. Estudió Electricidad y Auxiliar de Farmacia. Participó en el taller permitida sí y sólo sí se hace referencia a sus autores.
literario La Torre Lúdica y fue parte del equipo editorial de revista El Ermitaño obras protegidas por creative commons y derechos de
(Mago Editores). Es miembro del grupo El Puñal desde el 2005. autor.//

32 Cuento

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