You are on page 1of 10

B-84.

446/8
Barreda, Ricardo Alberto
-inc. de arresto domiciliario-

La Plata, 26 de enero de 2011.


Y VISTOS:
Las actuaciones incoadas en virtud de lo informado a
fs. 137 y siguientes en el marco del incidente de habeas
corpus nº 84,446/8.
De conformidad con lo dispuesto por el art. 8 inc.
b) de la ley 12.060, la doctrina del Tribunal de Casación
Penal en causas 20.605 (sentencia del 13-7-06), registro
de la Sala I, nº 24.289 y 16.627 (sentencias del 12-6-07
y del 19-9-06, ambas registro de la Sala Segunda) y en
causa nº 10.383 (sentencia del 10-5-07 del Tribunal en
Pleno), y por la Sala que integro en la causa nº 354
caratulada "Tablado, Gerardo Fabián s/homicidio simple"
(reg. nº 137 del Libro de Registro de Sentencias y
Resoluciones de este Cuerpo en su carácter de Tribunal de
Casación "ad hoc" del año 2009), uno de los integrantes
de la Sala debe intervenir como Juez de Ejecución -
atento que se trata de una causa de juicio oral que
tramitó bajo las reglas de la ley 3.589- resultando los
restantes integrantes de ese Tribunal, Alzada del mismo.
En consecuencia, practicado oportunamente el sorteo
respectivo resultó que en la presente debía intervenir el
señor Juez, doctor Raul Dalto; y
CONSIDERANDO:
I) En oportunidad de votar en el incidente
caratulado “Barreda Ricardo s/ actuaciones recibidas del
Juzgado Nacional en lo Correccional nº 7” este Magistrado
constituyó la minoría de ese Acuerdo y dada la similitud
de la cuestión que ahora debo resolver con aquélla, no
encuentro obstáculo para traer –en lo pertinente- los
fundamentos allí dados (ver fs. 66/71 del incidente de
mención).
Es así que sostuve que en el marco del derecho de
ejecución de la pena, cuyos principios guardan estrecha
relación con el derecho penal y el procesal penal y, en
consecuencia, con los fines de la pena, es oportuno
destacar que la ley 24.660 incorporó al sistema normativo
algunos institutos tendientes a lograr que la persona
sometida a ese régimen adquiera capacidad de comprender y
adaptar su conducta a la norma. De esta forma parecería
que su espíritu se orienta a lograr que el sujeto alcance
una adecuada inserción social (Derecho de ejecución
penal, Zulita Fellini, ed. Hammurabi).
Este puede haber sido, quizá, alguno de los motivos
que llevó al órgano máximo en materia penal provincial a
ordenar esta alternativa a la privación de libertad. En
línea con ello esta Alzada sostuvo –en lo que interesa
destacar- en su resolución del día 23 de mayo de 2008
que: “Teniéndose con estas diligencias por abastecidos
los requisitos legales cuyo diligenciamiento el Tribunal
de Casación Penal delegó a esta sede, estimo que
corresponde disponer –atento el arresto domiciliario
concedido por el Tribunal de Casación Penal- que Barreda
continúe cumpliendo la pena de reclusión perpetua
impuesta por este Tribunal en el domicilio ubicado en el
departamento “I” del 1º piso del edificio sito en calle
Vidal Nº 2.333 del barrio de Belgrano de Capital Federal
–oportunamente propuesto-, debiendo residir en dicho
lugar sin salidas al exterior del departamento sin
expresa autorización de este Tribunal” (v. fs. 70, primer
cuerpo).
La ley 24.660, en su parte pertinente prescribe que
el Juez de ejecución o Juez competente revocará la
detención domiciliaria cuando el condenado quebrante
injustificadamente la obligación de permanecer en el
domicilio fijado o cuando los resultados de la suspensión
efectuada así lo aconsejaran (artículo 34 de la ley
citada).
Esta manera de ejecutar la condena –que si bien
implica restricción de derechos- permite que quien no
obstante haber sido encontrado culpable de delito prosiga
o construya necesidades afectivas, sociales, laborales,
económicas o de salud, que el ordenamiento jurídico no
puede dejar de contemplar. A lo largo de estos autos se
puede advertir la intervención que el Tribunal que
integro ha tenido para satisfacer las necesidades que
revisten carácter de fundamentos del arresto
domiciliario.
Es por ello que no se puede dejar de recordar que
Beccaria ha dicho que la eficacia de las penas no está
dada por la crueldad del castigo sino por su infalibidad.
II. Ahora bien, en primer lugar, debo determinar si
dicha restricción a la libertad ambulatoria ha sido
quebrantada por parte del señor Barreda. Y en segundo
término –de ser asertiva la anterior- decidir si fue
justificada o no.
Al primer interrogante, mi respuesta es afirmativa.
Esta Cámara había otorgado autorización para que
Ricardo Barreda concurriese el día 17 del corriente mes
al Hospital Pirovano a los efectos de realizar un control
médico debido a una operación a la que recientemente se
había sometido. Su concurrencia a ese control surge
asertivamente de la declaración del médico que llevó a
cabo ese control, Dr. Rodolfo Quiroga, testimonial que
luce a fs. 154.
Sin perjuicio de ello, la difusión de imágenes en un
noticiero de Canal 9 de la Capital Federal respecto de la
presencia del condenado Ricardo Barreda caminando por la
vía pública ese mismo día y también en horas de la
mañana, motivó que oficiara a la empresa Telearte S.A. a
los efectos que enviaran a sede de esta Sala de Feria la
grabación que contuviese dicha registración.
Sin perjuicio que el suscripto había observado
dichas imágenes a través del noticiero de esa emisora, se
llevó a cabo una compulsa con el material remitido,
concluyendo que el DVD que se encuentra incorporado a
estas actuaciones resultan del mismo tenor que las
emitidas el día 17 y subsiguientes de este mes.
No obstante esta diligencia, es el mismo Barreda
quien vía Fax informó sobre tal situación. Sostuvo que
tras intentar comunicarse -infructuosamente- con este
Tribunal procedió al envío del mentado Fax (obrante a fs.
138) para poner en conocimiento de esta Cámara que luego
de ser atendido en el Hospital Pirovano y en forma
posterior al retiro del Servicio Penitenciario que
efectuó su traslado desde dicho nosocomio a su domicilio,
al ingresar al pasillo de éste sufrió una fuerte
descompensación y mareos, por lo que se dirigió a la
farmacia Nueva Vidal, situada enfrente a su vivienda y
que luego de ser atendido y recuperado regresó a su casa.
De similar entidad fue la explicación que Barreda
sostuvo ante el suscripto.
Con lo expuesto se colige sin dificultad alguna, que
el condenado Barreda sólo estaba autorizado a salir de su
domicilio custodiado por integrantes del Servicio
Penitenciario para realizarse un control de rutina en el
Hospital Pirovano. La siguiente salida de Barreda de su
vivienda no estaba permitida por este Tribunal y, en
consecuencia -tal como lo anticipara- debo concluir que
el condenado Barreda, ha quebrantado –en principio- el
arresto domiciliario que venía sufriendo (art. 34 de la
ley 24.660).
Ahora bien, ingresando al segundo plano de esta
cuestión, Barreda afirmó en su comunicación vía Fax que
el egreso de su vivienda hacia la farmacia de enfrente de
ésta fue debido a una urgencia motivada en su estado de
salud.
¿Se compadece esta urgencia y que se expone como
médula para justificar esa salida sin autorización
judicial, con la prueba que sobre ella se pudo instruir
hasta aquí?
Varios son los argumentos que Barreda sostuvo para
justificar su salida. Alegó que los días 14, 15 y 16 se
sintió mal y que el día 17 se levantó tambaleante, con
pérdida de equilibrio. Ese día, luego de ser atendido por
el doctor Quiroga en el Hospital Pirovano, y al ser
dejado por la camioneta del servicio penitenciario en su
domicilio, en el pasillo de ese edificio, sintió náuseas,
se sintió descompensado. Que por ello se dirigió a la
farmacia de enfrente a su vivienda y que allí la esposa
del farmacéutico lo atendió, le dio una taza de café y le
dijo que se quedara allí hasta que se sintiera bien.
Luego adunó –a instancia del señor defensor- que fue a la
farmacia a tomarse la presión. También dijo que
posteriormente apareció Berta en la farmacia y que
salieron de ella, sintiéndose nuevamente mal. Finalmente,
manifestó que el día 22 no se sintió bien de salud y por
ello llamó al SAME.
Dos cuestiones introducidas por el señor defensor en
beneficio de su asistido, si bien de mensurable
valoración –ello de acuerdo a una estrecha relación con
el cuadro fáctico juzgable- serán, en esta oportunidad,
consideradas en su favor. Estas son las referidas a la
explicación que se dio respecto de la tardanza en la
comunicación a esta Cámara de la salida de Barreda de su
domicilio –alegaron falta de fax, infructuosos intentos
de llamados telefónicos y asedio de la prensa para que
Berta pueda salir de su domicilio a enviarlo- y a la
posibilidad de que –según el doctor Gutierrez- este
Tribunal en anterior ocasión le dijo a Barreda que ante
posibles casos de urgencias médicas de él o su mujer
pudiese salir de su domicilio con inmediato aviso. Como
dije, estos supuestos deben ser valorados –como lo hago
en este momento- no sólo con la estrictez de la tipicidad
legal sino con un análisis lógico y una comprensión
humanitaria de ciertas necesidades.
No obstante ello, los dichos de Barreda no se
compadecen con las otras pruebas llevadas a cabo en esta
sede.
Manifestó el doctor Quiroga ante el suscripto que
observó que Barreda se encontraba desanimado, deprimido –
aspectos que el propio condenado también afirmó en la
audiencia- y que si bien notó el andar tambaleante de
Barreda no le tomó la presión porque consideró que no era
necesario y que el paciente no le manifestó dolencias al
respecto.
La primer conclusión es que Barreda no presentaba
esa mañana sintomatología alguna que motivase una rápida
intervención médica.
Puede que se haya sentido mal recién cuando arribó a
su domicilio. Veamos.
Diego Emiliano Reyes –camarógrafo del canal 9 de la
Capital Federal- declaró que pasaron cinco minutos desde
que llegó a la puerta del domicilio de Barreda y lo vio
salir, sumado a que adujo que un vecino le dijo que aquél
ya había llegado; de mínima esta última afirmación debo
inferirla como de cinco minutos, los que sumado a los
anteriores, hacen de un tiempo mínimo de diez minutos.
A mi criterio ese tiempo excede lo que debe
entenderse como prudencial para solicitar un pronto
socorro. Es más, si tan mal se sentía debió avisar por el
portero eléctrico a su mujer para que lo acompañase hasta
la farmacia y no aventurarse –en el estado que él afirma
que se encontraba- a cruzar una calle con alto tránsito
vehicular.
Por otra parte, el testigo Reyes dijo que caminó
tranquilo, lento, como propio de su edad pero que de modo
alguno le dio la sensación que se encontraba bajo los
efectos de una urgencia médica.
Del relato espontáneo de Barreda surge otro indicio
que se compadece con lo que vengo sosteniendo. En primer
lugar, nada dijo respecto de lo costoso que le pudo haber
significado arribar a la farmacia en el estado que él y
su defensor alegan que se encontraba, ello sumado a su
edad. En segundo término Barreda afirmó que cuando llegó
a la farmacia, la señora Dora –esposa del farmacéutico-
le dio una gran taza de café con siete cucharadas de
azúcar, que se sentó y que aquélla le dijo que se quedara
hasta que se sintiera bien. Como dije, espontáneamente no
refirió que fuera a tomarse la presión, sí lo dijo luego
a instancias de su letrado defensor. Y, aún no siendo
conocedor de las ciencias médicas, una taza de café no me
parece el único paliativo a la sintomatología que refirió
Barreda.
Además, no obstante que se dijo que la esposa del
farmacéutico no pudo asistir a declarar ante el suscripto
por tener a su esposo con un ACV, se observa de las
imágenes agregadas en estas actuaciones que aquélla
transita la vía pública junto a Barreda y Berta, lo cual
me lleva a descreer una vez más de las excusas puestas
por el condenado en cuanto a que dicha señora si bien en
otras varias oportunidades se cruzó a tomarle la presión
a su casa, ahora no lo podía hacer por esa razón. No
encuentro razonable que si la tal señora Dora camina
junto a Barreda y Berta, no pudiese ante un llamado de
urgencia de una vecina acudir a tomar la presión, máxime
que ya había acudido en varias ocasiones, que había otras
dos personas para quedarse en el local y/o junto a su
marido y que existía una relación buena de vecindad entre
todos ellos.
Barreda también afirmó que cuando salió de la
farmacia se sintió mal. Las imágenes registradas para
nada avalan dicha postura. Es más se los observa mirando
vidrieras, cruzando la calle separadamente y luego, cómo
Berta camina delante de él hacia su casa.
En audiencia, el condenado Barreda afirmó que era
conciente que no podía ausentarse de su domicilio y creo
que por ello y sabiendo las posibles consecuencias de su
equívoco accionar ante una posterior descompensación
llamó al SAME para que lo asistiese.
Si bien no me resultan creíbles los argumentos con
los cuales las empleadas de la farmacia niegan haber
visto a Barreda en el negocio y sí que oyeron de su
presencia por lo manifestado por su jefa, con lo dicho
hasta aquí resulta suficiente –para mí- para contestar
negativamente el segundo interrogante de este incidente.
Y si bien es difícil alegar desconocimiento del condenado
–sumado a que era vecino y que su jefa concurría
asiduamente a su domicilio- la corta edad de ellas y su
alegada ajenidad al hecho por el cual Barreda fuese
condenado considero resultan manifestaciones atendibles
por las cuales no es necesario iniciar las actuaciones
pertinentes por falso testimonio.
En suma, con lo dicho hasta aquí encuentro que el
condenado Ricardo Barreda ha quebrantado
injustificadamente su arresto domiciliario (art. 34 de la
ley 24.660) por lo que considero que debe revocársele el
beneficio que gozaba, y reintegrarlo inmediatamente a la
Unidad nº 12 del Servicio Penitenciario Bonaerense.
Es mi sincera convicción (art. 210 del C.P.P.).
POR ELLO, de conformidad con los arts. 8 inc. b) de
la ley 12.060, 34 de la ley 24.660, 210 del Cód. Proc.
Pen.,
RESUELVO:
I. Revocar el arresto domiciliario que fuera
oportunamente dispuesto en favor del condenado Ricardo
Alberto Barreda en el incidente nº 84446/8.
II. Ordenar la inmediata detención de Ricardo
Alberto Barreda, argentino, L.E. Nº 5.156.539, nacido el
16 de junio de 1935, domiciliado en calle Vidal nº 2333
piso 1º departamento 1 de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires, exhortando al señor Juez Nacional de Rogatoria de
la Ciudad Autónoma de Buenos Aires a los efectos de
efectivizar lo aquí resuelto en el día de la fecha.
III. Librar oficio al Servicio Penitenciario
Provincial a fin de hacerle saber que deberán
instrumentarse los recursos y medidas de seguridad
necesarias para trasladar en el día de la fecha al
nombrado Barreda desde la División de Delitos
Interjurisdiccionales hasta la Unidad nº 12.
Regístrese, notifíquese, cúmplase.
Fdo.: Raúl Dalto. Juez. Ante mi: María Laura Bersi.
Auxiliar Letrado.

You might also like