Incorporación por la ley 24.660 de institutos tendentes a lograr que la persona privada de su libertad adquiera capacidad de adaptar la conducta a la norma. Finalidad preventivo especial. Necesidad de que el Juez de Ejecución revoque la detención domiciliaria si el condenado quebranta injustificadamente la obligación de permanecer en el domicilio. Finalidad de la detención domiciliaria para que el condenado restructure su vida afectiva, social y laboral. Quebrantamiento del beneficio: justificación del mismo. Quebrantamiento injustificado: encausado filmado por los noticieros en la vía pública (art. 34 ley 24.660). Justificaciones carentes de entidad y testigos de descargo contradictorios (ilogicidad del relato de descargo). Autorización para salir del domicilio sólo con compañía del Servicio Penitenciario. Salida no permitida. Necesidad de efectuar un análisis lógico y humanitario de las justificaciones por el juez. Sala de Feria de la Cámara Penal de La Plata, B-84.446/8, “Barreda, Ricardo Alberto -inc. de arresto domiciliario-“ rto. 26 de enero 2011.
Incorporación por la ley 24.660 de institutos tendentes a lograr que la persona privada de su libertad adquiera capacidad de adaptar la conducta a la norma. Finalidad preventivo especial. Necesidad de que el Juez de Ejecución revoque la detención domiciliaria si el condenado quebranta injustificadamente la obligación de permanecer en el domicilio. Finalidad de la detención domiciliaria para que el condenado restructure su vida afectiva, social y laboral. Quebrantamiento del beneficio: justificación del mismo. Quebrantamiento injustificado: encausado filmado por los noticieros en la vía pública (art. 34 ley 24.660). Justificaciones carentes de entidad y testigos de descargo contradictorios (ilogicidad del relato de descargo). Autorización para salir del domicilio sólo con compañía del Servicio Penitenciario. Salida no permitida. Necesidad de efectuar un análisis lógico y humanitario de las justificaciones por el juez. Sala de Feria de la Cámara Penal de La Plata, B-84.446/8, “Barreda, Ricardo Alberto -inc. de arresto domiciliario-“ rto. 26 de enero 2011.
Incorporación por la ley 24.660 de institutos tendentes a lograr que la persona privada de su libertad adquiera capacidad de adaptar la conducta a la norma. Finalidad preventivo especial. Necesidad de que el Juez de Ejecución revoque la detención domiciliaria si el condenado quebranta injustificadamente la obligación de permanecer en el domicilio. Finalidad de la detención domiciliaria para que el condenado restructure su vida afectiva, social y laboral. Quebrantamiento del beneficio: justificación del mismo. Quebrantamiento injustificado: encausado filmado por los noticieros en la vía pública (art. 34 ley 24.660). Justificaciones carentes de entidad y testigos de descargo contradictorios (ilogicidad del relato de descargo). Autorización para salir del domicilio sólo con compañía del Servicio Penitenciario. Salida no permitida. Necesidad de efectuar un análisis lógico y humanitario de las justificaciones por el juez. Sala de Feria de la Cámara Penal de La Plata, B-84.446/8, “Barreda, Ricardo Alberto -inc. de arresto domiciliario-“ rto. 26 de enero 2011.
446/8 Barreda, Ricardo Alberto -inc. de arresto domiciliario-
La Plata, 26 de enero de 2011.
Y VISTOS: Las actuaciones incoadas en virtud de lo informado a fs. 137 y siguientes en el marco del incidente de habeas corpus nº 84,446/8. De conformidad con lo dispuesto por el art. 8 inc. b) de la ley 12.060, la doctrina del Tribunal de Casación Penal en causas 20.605 (sentencia del 13-7-06), registro de la Sala I, nº 24.289 y 16.627 (sentencias del 12-6-07 y del 19-9-06, ambas registro de la Sala Segunda) y en causa nº 10.383 (sentencia del 10-5-07 del Tribunal en Pleno), y por la Sala que integro en la causa nº 354 caratulada "Tablado, Gerardo Fabián s/homicidio simple" (reg. nº 137 del Libro de Registro de Sentencias y Resoluciones de este Cuerpo en su carácter de Tribunal de Casación "ad hoc" del año 2009), uno de los integrantes de la Sala debe intervenir como Juez de Ejecución - atento que se trata de una causa de juicio oral que tramitó bajo las reglas de la ley 3.589- resultando los restantes integrantes de ese Tribunal, Alzada del mismo. En consecuencia, practicado oportunamente el sorteo respectivo resultó que en la presente debía intervenir el señor Juez, doctor Raul Dalto; y CONSIDERANDO: I) En oportunidad de votar en el incidente caratulado “Barreda Ricardo s/ actuaciones recibidas del Juzgado Nacional en lo Correccional nº 7” este Magistrado constituyó la minoría de ese Acuerdo y dada la similitud de la cuestión que ahora debo resolver con aquélla, no encuentro obstáculo para traer –en lo pertinente- los fundamentos allí dados (ver fs. 66/71 del incidente de mención). Es así que sostuve que en el marco del derecho de ejecución de la pena, cuyos principios guardan estrecha relación con el derecho penal y el procesal penal y, en consecuencia, con los fines de la pena, es oportuno destacar que la ley 24.660 incorporó al sistema normativo algunos institutos tendientes a lograr que la persona sometida a ese régimen adquiera capacidad de comprender y adaptar su conducta a la norma. De esta forma parecería que su espíritu se orienta a lograr que el sujeto alcance una adecuada inserción social (Derecho de ejecución penal, Zulita Fellini, ed. Hammurabi). Este puede haber sido, quizá, alguno de los motivos que llevó al órgano máximo en materia penal provincial a ordenar esta alternativa a la privación de libertad. En línea con ello esta Alzada sostuvo –en lo que interesa destacar- en su resolución del día 23 de mayo de 2008 que: “Teniéndose con estas diligencias por abastecidos los requisitos legales cuyo diligenciamiento el Tribunal de Casación Penal delegó a esta sede, estimo que corresponde disponer –atento el arresto domiciliario concedido por el Tribunal de Casación Penal- que Barreda continúe cumpliendo la pena de reclusión perpetua impuesta por este Tribunal en el domicilio ubicado en el departamento “I” del 1º piso del edificio sito en calle Vidal Nº 2.333 del barrio de Belgrano de Capital Federal –oportunamente propuesto-, debiendo residir en dicho lugar sin salidas al exterior del departamento sin expresa autorización de este Tribunal” (v. fs. 70, primer cuerpo). La ley 24.660, en su parte pertinente prescribe que el Juez de ejecución o Juez competente revocará la detención domiciliaria cuando el condenado quebrante injustificadamente la obligación de permanecer en el domicilio fijado o cuando los resultados de la suspensión efectuada así lo aconsejaran (artículo 34 de la ley citada). Esta manera de ejecutar la condena –que si bien implica restricción de derechos- permite que quien no obstante haber sido encontrado culpable de delito prosiga o construya necesidades afectivas, sociales, laborales, económicas o de salud, que el ordenamiento jurídico no puede dejar de contemplar. A lo largo de estos autos se puede advertir la intervención que el Tribunal que integro ha tenido para satisfacer las necesidades que revisten carácter de fundamentos del arresto domiciliario. Es por ello que no se puede dejar de recordar que Beccaria ha dicho que la eficacia de las penas no está dada por la crueldad del castigo sino por su infalibidad. II. Ahora bien, en primer lugar, debo determinar si dicha restricción a la libertad ambulatoria ha sido quebrantada por parte del señor Barreda. Y en segundo término –de ser asertiva la anterior- decidir si fue justificada o no. Al primer interrogante, mi respuesta es afirmativa. Esta Cámara había otorgado autorización para que Ricardo Barreda concurriese el día 17 del corriente mes al Hospital Pirovano a los efectos de realizar un control médico debido a una operación a la que recientemente se había sometido. Su concurrencia a ese control surge asertivamente de la declaración del médico que llevó a cabo ese control, Dr. Rodolfo Quiroga, testimonial que luce a fs. 154. Sin perjuicio de ello, la difusión de imágenes en un noticiero de Canal 9 de la Capital Federal respecto de la presencia del condenado Ricardo Barreda caminando por la vía pública ese mismo día y también en horas de la mañana, motivó que oficiara a la empresa Telearte S.A. a los efectos que enviaran a sede de esta Sala de Feria la grabación que contuviese dicha registración. Sin perjuicio que el suscripto había observado dichas imágenes a través del noticiero de esa emisora, se llevó a cabo una compulsa con el material remitido, concluyendo que el DVD que se encuentra incorporado a estas actuaciones resultan del mismo tenor que las emitidas el día 17 y subsiguientes de este mes. No obstante esta diligencia, es el mismo Barreda quien vía Fax informó sobre tal situación. Sostuvo que tras intentar comunicarse -infructuosamente- con este Tribunal procedió al envío del mentado Fax (obrante a fs. 138) para poner en conocimiento de esta Cámara que luego de ser atendido en el Hospital Pirovano y en forma posterior al retiro del Servicio Penitenciario que efectuó su traslado desde dicho nosocomio a su domicilio, al ingresar al pasillo de éste sufrió una fuerte descompensación y mareos, por lo que se dirigió a la farmacia Nueva Vidal, situada enfrente a su vivienda y que luego de ser atendido y recuperado regresó a su casa. De similar entidad fue la explicación que Barreda sostuvo ante el suscripto. Con lo expuesto se colige sin dificultad alguna, que el condenado Barreda sólo estaba autorizado a salir de su domicilio custodiado por integrantes del Servicio Penitenciario para realizarse un control de rutina en el Hospital Pirovano. La siguiente salida de Barreda de su vivienda no estaba permitida por este Tribunal y, en consecuencia -tal como lo anticipara- debo concluir que el condenado Barreda, ha quebrantado –en principio- el arresto domiciliario que venía sufriendo (art. 34 de la ley 24.660). Ahora bien, ingresando al segundo plano de esta cuestión, Barreda afirmó en su comunicación vía Fax que el egreso de su vivienda hacia la farmacia de enfrente de ésta fue debido a una urgencia motivada en su estado de salud. ¿Se compadece esta urgencia y que se expone como médula para justificar esa salida sin autorización judicial, con la prueba que sobre ella se pudo instruir hasta aquí? Varios son los argumentos que Barreda sostuvo para justificar su salida. Alegó que los días 14, 15 y 16 se sintió mal y que el día 17 se levantó tambaleante, con pérdida de equilibrio. Ese día, luego de ser atendido por el doctor Quiroga en el Hospital Pirovano, y al ser dejado por la camioneta del servicio penitenciario en su domicilio, en el pasillo de ese edificio, sintió náuseas, se sintió descompensado. Que por ello se dirigió a la farmacia de enfrente a su vivienda y que allí la esposa del farmacéutico lo atendió, le dio una taza de café y le dijo que se quedara allí hasta que se sintiera bien. Luego adunó –a instancia del señor defensor- que fue a la farmacia a tomarse la presión. También dijo que posteriormente apareció Berta en la farmacia y que salieron de ella, sintiéndose nuevamente mal. Finalmente, manifestó que el día 22 no se sintió bien de salud y por ello llamó al SAME. Dos cuestiones introducidas por el señor defensor en beneficio de su asistido, si bien de mensurable valoración –ello de acuerdo a una estrecha relación con el cuadro fáctico juzgable- serán, en esta oportunidad, consideradas en su favor. Estas son las referidas a la explicación que se dio respecto de la tardanza en la comunicación a esta Cámara de la salida de Barreda de su domicilio –alegaron falta de fax, infructuosos intentos de llamados telefónicos y asedio de la prensa para que Berta pueda salir de su domicilio a enviarlo- y a la posibilidad de que –según el doctor Gutierrez- este Tribunal en anterior ocasión le dijo a Barreda que ante posibles casos de urgencias médicas de él o su mujer pudiese salir de su domicilio con inmediato aviso. Como dije, estos supuestos deben ser valorados –como lo hago en este momento- no sólo con la estrictez de la tipicidad legal sino con un análisis lógico y una comprensión humanitaria de ciertas necesidades. No obstante ello, los dichos de Barreda no se compadecen con las otras pruebas llevadas a cabo en esta sede. Manifestó el doctor Quiroga ante el suscripto que observó que Barreda se encontraba desanimado, deprimido – aspectos que el propio condenado también afirmó en la audiencia- y que si bien notó el andar tambaleante de Barreda no le tomó la presión porque consideró que no era necesario y que el paciente no le manifestó dolencias al respecto. La primer conclusión es que Barreda no presentaba esa mañana sintomatología alguna que motivase una rápida intervención médica. Puede que se haya sentido mal recién cuando arribó a su domicilio. Veamos. Diego Emiliano Reyes –camarógrafo del canal 9 de la Capital Federal- declaró que pasaron cinco minutos desde que llegó a la puerta del domicilio de Barreda y lo vio salir, sumado a que adujo que un vecino le dijo que aquél ya había llegado; de mínima esta última afirmación debo inferirla como de cinco minutos, los que sumado a los anteriores, hacen de un tiempo mínimo de diez minutos. A mi criterio ese tiempo excede lo que debe entenderse como prudencial para solicitar un pronto socorro. Es más, si tan mal se sentía debió avisar por el portero eléctrico a su mujer para que lo acompañase hasta la farmacia y no aventurarse –en el estado que él afirma que se encontraba- a cruzar una calle con alto tránsito vehicular. Por otra parte, el testigo Reyes dijo que caminó tranquilo, lento, como propio de su edad pero que de modo alguno le dio la sensación que se encontraba bajo los efectos de una urgencia médica. Del relato espontáneo de Barreda surge otro indicio que se compadece con lo que vengo sosteniendo. En primer lugar, nada dijo respecto de lo costoso que le pudo haber significado arribar a la farmacia en el estado que él y su defensor alegan que se encontraba, ello sumado a su edad. En segundo término Barreda afirmó que cuando llegó a la farmacia, la señora Dora –esposa del farmacéutico- le dio una gran taza de café con siete cucharadas de azúcar, que se sentó y que aquélla le dijo que se quedara hasta que se sintiera bien. Como dije, espontáneamente no refirió que fuera a tomarse la presión, sí lo dijo luego a instancias de su letrado defensor. Y, aún no siendo conocedor de las ciencias médicas, una taza de café no me parece el único paliativo a la sintomatología que refirió Barreda. Además, no obstante que se dijo que la esposa del farmacéutico no pudo asistir a declarar ante el suscripto por tener a su esposo con un ACV, se observa de las imágenes agregadas en estas actuaciones que aquélla transita la vía pública junto a Barreda y Berta, lo cual me lleva a descreer una vez más de las excusas puestas por el condenado en cuanto a que dicha señora si bien en otras varias oportunidades se cruzó a tomarle la presión a su casa, ahora no lo podía hacer por esa razón. No encuentro razonable que si la tal señora Dora camina junto a Barreda y Berta, no pudiese ante un llamado de urgencia de una vecina acudir a tomar la presión, máxime que ya había acudido en varias ocasiones, que había otras dos personas para quedarse en el local y/o junto a su marido y que existía una relación buena de vecindad entre todos ellos. Barreda también afirmó que cuando salió de la farmacia se sintió mal. Las imágenes registradas para nada avalan dicha postura. Es más se los observa mirando vidrieras, cruzando la calle separadamente y luego, cómo Berta camina delante de él hacia su casa. En audiencia, el condenado Barreda afirmó que era conciente que no podía ausentarse de su domicilio y creo que por ello y sabiendo las posibles consecuencias de su equívoco accionar ante una posterior descompensación llamó al SAME para que lo asistiese. Si bien no me resultan creíbles los argumentos con los cuales las empleadas de la farmacia niegan haber visto a Barreda en el negocio y sí que oyeron de su presencia por lo manifestado por su jefa, con lo dicho hasta aquí resulta suficiente –para mí- para contestar negativamente el segundo interrogante de este incidente. Y si bien es difícil alegar desconocimiento del condenado –sumado a que era vecino y que su jefa concurría asiduamente a su domicilio- la corta edad de ellas y su alegada ajenidad al hecho por el cual Barreda fuese condenado considero resultan manifestaciones atendibles por las cuales no es necesario iniciar las actuaciones pertinentes por falso testimonio. En suma, con lo dicho hasta aquí encuentro que el condenado Ricardo Barreda ha quebrantado injustificadamente su arresto domiciliario (art. 34 de la ley 24.660) por lo que considero que debe revocársele el beneficio que gozaba, y reintegrarlo inmediatamente a la Unidad nº 12 del Servicio Penitenciario Bonaerense. Es mi sincera convicción (art. 210 del C.P.P.). POR ELLO, de conformidad con los arts. 8 inc. b) de la ley 12.060, 34 de la ley 24.660, 210 del Cód. Proc. Pen., RESUELVO: I. Revocar el arresto domiciliario que fuera oportunamente dispuesto en favor del condenado Ricardo Alberto Barreda en el incidente nº 84446/8. II. Ordenar la inmediata detención de Ricardo Alberto Barreda, argentino, L.E. Nº 5.156.539, nacido el 16 de junio de 1935, domiciliado en calle Vidal nº 2333 piso 1º departamento 1 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, exhortando al señor Juez Nacional de Rogatoria de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires a los efectos de efectivizar lo aquí resuelto en el día de la fecha. III. Librar oficio al Servicio Penitenciario Provincial a fin de hacerle saber que deberán instrumentarse los recursos y medidas de seguridad necesarias para trasladar en el día de la fecha al nombrado Barreda desde la División de Delitos Interjurisdiccionales hasta la Unidad nº 12. Regístrese, notifíquese, cúmplase. Fdo.: Raúl Dalto. Juez. Ante mi: María Laura Bersi. Auxiliar Letrado.