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PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL ECUADOR

SÉPTIMO DE RELACIONES INTERNACIONALES


SISTEMA ECONÓMICO INTERNACIONAL
SOFÍA BUSTAMANTE
23 SEPTIEMBRE 2010

La organización del dinero en el mundo


Benjamín Cohen

Para empezar, es necesario hacer referencia brevemente a cuatro conceptos económicos


claves que son de particular importancia para entender esta relación. Estos son: 1) el
dinero; 2) el mercado de divisas; 3) la balanza de pagos, y 4) el proceso de ajuste de
pagos.

Como lo ha expresado Charles Kindleberger: "Los argumentos del dinero internacional


son los mismos que en el caso general del dinero. Pero bien pudiera ser que los costos
de una moneda internacional sean tan grandes que el mundo no pueda permitirse el lujo
de tenerla".

La función principal del mercado de divisas es la de transferir poder adquisitivo entre


los países, es decir, dar curso a los intercambios entre una moneda local y monedas
extranjeras (divisas).
En consecuencia, al igual que en cualquier mercado competitivo la pregunta clave es la
del precio: el tipo al que el dinero local se compra y se vende a cambio de moneda
extranjera (el "tipo de cambio de divisas" o "tipo de cambio"). Si el precio de cada
moneda nacional se fijara inalterablemente con respecto a todas las demás monedas
nacionales, sería innecesario un mercado de divisas, ya que a pesar de la existencia
formal de diferentes monedas nacionales existiría en efecto una sola moneda mundial.
En términos generales, los tipos de cambio son (como en cualquier mercado) una
función de la oferta y la demanda. De la misma manera, como los negociadores
extranjeros generalmente deben vender sus propias monedas para adquirir moneda local
con el fin de efectuar pagos locales, la oferta de divisas representa la suma de las
demandas por parte de los extranjeros, de bienes, servicios y activos nacionales. La
oferta y demanda pueden concebirse en forma de gráficas, relacionando la oferta y
demanda efectivas de divisas al tipo de cambio corriente y a los tipos hipotéticos
alternos. Cuando las curvas de oferta y demanda se cruzan al precio corriente se dice
que el mercado de divisas está en equilibrio: no existe presión para que se modifique el
tipo de cambio. Las dificultades surgen sólo cuando las curvas de oferta y demanda se
cruzan al precio corriente; es decir, cuando el mercado de divisas está en desequilibrio.
Esta situación también se conoce como el problema de ajuste de la balanza de pagos.
Estas categorías son la cuenta corriente, que comprende todas las transacciones
relacionadas con el ingreso nacional y el gasto corriente del país; y la cuenta de capital,
que comprende todas las transacciones que afecta la posición de inversión internacional
del país. Éstas incluyen inversiones directas (transacciones que comprenden un interés
permanente en capital), cartera de inversiones a largo o corto plazo (transacciones en
activos y pasivos financieros, incluyendo saldos monetarios), y transacciones en
activos de reserva oficiales (tenencias de oro del gobierno, monedas extranjeras
convertibles, y derechos especiales de giro, así como posiciones netas de reserva en el
Fondo Monetario Internacional).
La balanza de pagos debe quedar equilibrada en un sentido contable. Las
transacciones autónomas surgen de las diferencias fundamentales entre los países, en
cuanto a precios, ingresos, tasas de interés, gustos, etc.
Las transacciones de adecuación son los flujos monetarios residuales (incluyendo
flujos de reservas oficiales) que se realizan para cubrir los faltantes que resultaron de
las transacciones autónomas.
Las transacciones de adecuación reflejan aumentos o disminuciones en la liquidez
exterior neta de un país. Son, en consecuencia, la mejor medida de un superávit o
déficit en la balanza de pagos.
Un déficit aparece en la balanza de pagos cuando las transacciones autónomas que
requieren pagos en moneda son superiores a las transacciones autónomas que
involucran ingresos en dinero. El déficit significa que el país está perdiendo liquidez
neta ante otros países: es decir, está agotando sus activos líquidos extranjeros
(incluyendo activos oficiales de reserva) y/o acumulando pasivos extranjeros. De
mucho mayor interés es el concepto alterno de la balanza de pagos: la balanza de
mercado.

La balanza de pagos de mercado se puede comprender mejor, como un modelo de una


situación determinada en el mercado de divisas, caracterizada por la oferta y demanda
efectiva de divisas al tipo de cambio corriente y a otros tipos de cambio hipotéticos.
En efecto, es la señal de equilibrio o desequilibrio de los pagos internacionales
corrientes.
De hecho la interacción entre la oferta y la demanda en el mercado de divisas es de lo
que trata la balanza de pagos. Cuando la demanda de divisas es precisamente igual a la
oferta a un determinado tipo de cambio, la inferencia es que las transacciones
autónomas que requieren pagos en divisas son iguales a las transacciones autónomas
que implican ingresos de divisas. La balanza de pagos está en equilibrio y no surge
ningún problema de ajuste. En ese momento surge un problema de ajuste. La esencia
del problema de ajuste consiste en reconciliar cualesquiera de dichas diferencias entre
oferta y la demanda autónoma de divisas a un determinado tipo de cambio.

El proceso de ajuste de pagos


En principio hay dos mecanismos "puros" de ajuste de un desequilibrio en la balanza de
pagos. Supongamos que existe un excedente de demanda sobre oferta en el mercado de
divisas (un excedente de pagos monetarios autónomos sobre los ingresos
monetarios autónomos).
Si el tipo de cambio varía libremente (los tipos son "flotantes" o “flexibles”), el precio
de las monedas extranjeras se disparará y disminuirá el valor del dinero nacional.
Alternativamente, si el tipo de cambio no tiene libertad para moverse (los tipos son
"fijos”), el déficit en la balanza de pagos hará que disminuya gradualmente la liquidez
exterior del país, extrayendo poder adquisitivo interno en la medida en que se vende el
dinero nacional por monedas extranjeras. Ambos mecanismos de ajuste son
automáticos. Los cambios en el ingreso y precios, generados ya sea directamente
(cuando los tipos son fijos) o indirectamente (por medio de modificaciones en los tipos
de cambio cuando éstos son flexibles), obligarán a llevar a cabo una reasignación de
recursos, que conducirá a cambios en el volumen y dirección de las transacciones de
cuenta corriente y de las inversiones internacionales autónomas. El ajuste de balanza de
pagos; puede definirse como la redistribución marginal de recursos productivos (y por
tanto, de intercambios de bienes, servicios e inversiones reales) bajo la influencia de
cambios en los ingresos, precios, y/o tipos de cambio, relativos. La forma precisa que
tomará el proceso de ajuste, en cualquier situación, dependerá de las políticas que
formulen y lleven a cabo los gobiernos nacionales.
Cuando confrontan un desequilibrio de balanza de pagos, los gobiernos tienen
fundamentalmente dos opciones de política. Se espera que los ingresos y los precios, las
curvas actuales de oferta y demanda de divisas, y el "tipo de cambio existente,
permanezcan como antes. Los gobiernos tienen a su disposición una amplia gama de
políticas de ajuste de la balanza de pagos. Las políticas de ajuste pueden clasificarse
bajo dos encabezados, políticas de gasto variable y políticas de cambio en la
composición del gasto, dependiendo de si se basan fundamentalmente en los cambios
del ingreso o cambios en los precios.
Las políticas de gasto variable se basan principalmente en los cambios del ingreso, y.
tienen por objeto ajustarse a un déficit (superávit) mediante políticas monetaria y fiscal
deflacionarias (expansionarías).
El objetivo de las políticas de gasto variable es reforzar en forma activa o pasiva, la
reacción automática del mercado a los desequilibrios de pago cuando los tipos de
cambio son fijos.
En contraste, las políticas de cambio en la composición del gasto; se basan
fundamentalmente en los cambios de precios, y buscan ajustarse a un desequilibrio,
alterando no el nivel de la demanda global, sino la distribución del gasto total entre
bienes, servicios y activos susceptibles y no susceptibles de comercio exterior.
Una manera de hacerlo es facilitando activa o pasivamente, una variación formal del
tipo de cambio con el objeto de reforzar la reacción automática del mercado cuando los
tipos de cambio son flexibles. O subsidios sobre las transacciones de cuenta corriente o
cuenta de capital, con el fin de promover una alternativa preferida a la reacción
automática del mercado.
En el corto plazo, el control de cambios no afecta al ingreso, los precios y el tipo de
cambio. Las políticas que emplean restricciones, subsidios y controles de cambio,
todas ellas inducen ajustes de pagos a través de cambios selectivos de precios: son
parecidas a una variación informal y parcial del tipo de cambio.
Una política de modificar formalmente el tipo de cambio sólo difiere en principio de los
otros mecanismos para cambiar la composición del gasto, en que el cambio consecuente
de los precios relativos es general para todos los bienes, servicios y activos.
El problema de ajuste se refiere esencialmente a la selección que hacen los gobiernos
entre políticas alternativas de gasto variable y de cambio en la composición del gasto.
El papel del orden monetario internacional, como constitución del sistema monetario,
consiste en desarrollar reglas y convenios para reglamentar estas opciones de política.
El problema de ajuste
El problema de ajuste se refiere a la capacidad de los países de mantener o restablecer el
equilibrio en sus pagos internacionales. La esencia del problema es que toda política de
ajuste genera costos económicos; además, algunas políticas de ajuste (o combinaciones
de políticas) pueden resultar más costosas que otras, para la economía mundial. Se
pueden destacar dos tipos diferentes de costos económicos de ajuste: un costo
"continuo" y un costo "transitorio". El costo continuo de ajuste es un fenómeno cuyo
final no está determinado. El costo transitorio de ajuste es un fenómeno que ocurre por
una sola vez: el costo del propio cambio la carga real temporal asociada con la
realización de la transición a un nuevo equilibrio de pagos internacionales.

El costo continúo de ajuste refleja la pérdida del beneficio del desequilibrio. Está
gastando más en bienes, servicios y activos en el exterior de lo que puede ganar
actualmente a los niveles de precios y tipos de cambio que prevalecen en términos
técnicos, su absorción real nacional es superior a si producción nacional real (ingreso
nacional). En contraste, el costo de transición de ajuste es un costo económico absoluto.
Los costos fricciónales son costos ilegítimos porque por definición, éstos desvían los
recursos disponibles de los canales de producción para uso final. Al analizar la
eficiencia global del proceso de ajuste internacional, nuestro interés principal es el costo
transitorio de ajuste. Todas las opciones de política de que disponen los gobiernos para
ajustarse al desequilibrio de pagos pueden generar costos transitorios. El problema del
orden monetario es que el costo de estas políticas alternas no es ni preciso ni fácilmente
predecible: Los costos pueden ser grandes o pequeños, dependiendo de las
circunstancias. Las políticas de gasto variable generan principalmente costos a nivel
macroeconómico, toda vez que dependen fundamente de cambios en el ingreso. Estos
costos podrán ser bastante elevados si un déficit de pagos (superávit) coincide con una
situación, desempleo nacional (inflación); en esos casos las políticas monetarias y
fiscales deflacionistas (expansionistas) simplemente agravarán el problema
macroeconómico interno. Las restricciones, los subsidios y controles de cambio
principalmente generan costos a nivel microeconómico, toda vez que dependen de
cambios selectivos de precios que pueden distorsionar el patrón de asignación de
recursos.

Finalmente, consideremos una política de modificar formalmente el tipo de cambio.


Bajo ciertas circunstancias, un ajuste general de precios a través del mercado de divisas
resultará mucho menos costoso que las políticas de gasto variable o los mecanismos
selectivos para cambiar la composición del gasto. Los tipos de cambio inalteráblemente
fijos sí disminuyen los costos de transacciones al mínimo. Empero, en circunstancias
como éstas, ese beneficio en particular puede ser superado por el costo económico de
políticas de ajuste inoportunas.

Empero, un orden monetario eficiente tampoco podría confiar exclusivamente en la


flexibilidad del tipo de cambio. La eficiencia exige combinaciones variables de políticas
para abordar los diferentes tipos de dilemas en situaciones de ajuste.
Al igual que el dinero en la economía nacional, las reservas en la economía
internacional funcionan como lubricantes para disminuir los costos económicos. De
hecho no todos los desequilibrios de pagos requieren de un ajuste real. Históricamente,
son pocos los activos de reserva que alguna vez hayan monopolizado estas tres
funciones de liquidez internacional durante algún tiempo significativo. En términos más
generales, cada función tiende a ser compartida en un grado menor o mayor, por una
variedad de activos de reserva. En ambos aspectos la liquidez influye sobre la eficiencia
del proceso de ajuste. Ciertamente en un sentido real el problema de liquidez puede
sencillamente considerarse como la otra cara de la moneda denominada problema de
ajuste. Por lo que respecta al objetivo de eficiencia, éste sencillamente no es más que
otra forma de describir el reto al orden monetario para minimizar los costos totales de
ajuste en el caso de desequilibrios de pagos.
Los desequilibrios de pagos pueden clasificarse como estocásticos o no estocásticos.
Los desequilibrios no estocásticos son aquellos que surgen de perturbaciones de
naturaleza más duradera, como una inflación monetaria persistente o deflación en
países individuales (perturbaciones monetarias), o cambios permanentes en la oferta y
demanda de bienes particulares, servicios y activos en la economía mundial
(perturbaciones estructurales). En los casos de desequilibrios no estocásticos, se
requiere claramente del ajuste real. En cualquier forma, los costos de ajuste serán
mayores al mínimo que constituye el objetivo de eficiencia.
Una reacción acelerada para un desequilibrio de pagos no siempre resulta ser la reacción
más eficiente. Con todo, resulta imposible para los gobiernos optar por una política más
lenta si sus reservas son inadecuadas. Los gobiernos pueden seleccionar entre toda la
gama de políticas de ajuste real solamente en la medida en que haya disponible para
ellos suficiente liquidez internacional.
El tercer reto principal al orden monetario se relaciona composición de las reservas
oficiales. El problema de la confianza es además un serio reto al orden monetario.
Podemos observar que los costos totales de las transacciones en la economía
internacional se minimizarían si se estandarizara una sola moneda mundial. Un mundo
de una sola moneda (o su equivalente) no maximizaría necesariamente la eficiencia del
proceso de ajuste de pagos. Un solo activo oficial de reserva no aseguraría
necesariamente la combinación más eficiente de financiamiento y ajuste.

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