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Pero donde si hay consenso es que se trata de ir a un modelo de desarrollo que conlleve
una visión estratégica de la comunidad regional y ello implica el tema de la
complementación económica e integración productiva y apuntar a un MERCOSUR más
productivo y social. Como señala A. Ferrer, “dentro de las prioridades y agenda futura
del MERCOSUR, se trata de concentrar las acciones en los puntos críticos del sistema.
Es decir, aquellos con mayor potencial de derrame sobre el desarrollo de los países y la
misma integración. Tal, por ejemplo, la infraestructura de transportes y comunicaciones
y, en particular, la energética. Más allá del gas, el petróleo y la hidroelectricidad, otras
fuentes de energía ofrecen inmensas posibilidades de integración, como es el caso de la
energía nuclear. “3
1
Artículo publicado en: Barro Silho, Omar (2008) (comp.) Potencia Brasil, gas natural, energía limpia
para un futuro sustentable. Editorial LASER PRESS Comunicacaçao, Porto Alegre.
2
Director del Area de Estado y Políticas Públicas FLACSO (Argentina). Agradezco la colaboración en el
debate de estas ideas de Martín Chojo, Coordinador del Programa Energía, Desarrollo e Integración del
Area.
3
Aldo Ferrer, “La agenda futura del Mercosur”, BAE, 26/ 07/07.
2
De allí la necesidad de configurar una política común sobre recursos naturales. Sobre
todo la de contar con un mayor entendimiento y cooperación en el uso de los recursos
naturales entre los países miembros, debido a que el mundo entero tiene puestos sus
ojos en los recursos de América Latina (agua, petróleo, gas, tierra, medio ambiente).
Este escenario configura un momento de oportunidad pero, a la vez, de riesgos si no se
establecen acuerdos energéticos y marcos regulatorios comunes para la IED, fijando los
estándares medioambientales, de reinversión, complementación y articulación con
cadenas de valor locales que se les va a exigir a las empresas inversoras. Además, dado
la existencia de un alto dinamismo de un sector de empresas transnacionales que
considera a la energía como una commoditie, y no como un bien público fundamental
para el desarrollo de los pueblos, esta negociación con los países de la región debería
darse cuanto antes, ya que los planes de negocios de las ET petroleras están en marcha.
4
El reciente descubrimiento de las cuencas off-shore en Brasil podría convertirlo en un país que juegue
un rol clave en el mercado energético regional e internacional.
5
Al respecto, se puede mencionar la política de desendeudamiento del gobierno argentino respecto del
FMI mediante la compra de bonos por parte de Venezuela. Asimismo, se produce una complementación
virtuosa entre Argentina y Venezuela en cuanto a intercambio comercial de productos y tecnología
3
Ahora bien, no obstante el reconocimiento realizado por todos los sectores respecto de
la importancia de la cuestión energética como clave para el mundo que se viene, existen
al menos dos posiciones diferentes sobre su significación, actores y estrategia de
inserción en el mundo a través de ella:
La energía como corazón del eje de integración puede constituirse para la Unión de
Naciones Suramericanas (UNASUR) en algo similar a lo que fuera la estrategia del
carbón y el acero en los inicios de la UE. Significa una apuesta a regionalizar la
problemática socio- productiva y energética del MERCOSUR, tanto para abastecer lo
productivo como para aprovechar sus recursos financieros, para superar varios cuellos
de botella tradicionales de la región (dependencia de créditos de largo plazo de bancos
multilaterales para realizar infraestructura estratégica, modificar el predominio del
sector primario en las exportaciones, revertir situaciones de inequidad social, etc.), en
definitiva salir de su situación periférica y subordinada. Así, para esta visión, países
como Venezuela, Bolivia y ahora Brasil son considerados estratégicos para la ecuación
energética latinoamericana7, y en ese sentido, la apuesta es promover redes troncales de
distribución de petróleo y gas que puedan conectar en un primer momento, Venezuela
con el norte de Brasil, y a Bolivia con el resto de sus países vecinos, para luego terminar
uniendo estos dos segmentos.8
Detrás de esta posición, se conjugan una serie de intereses que, más allá de los grandes
negocios, también buscan debilitar al MERCOSUR como opción estratégica y evitar
todo intento de convergencia regional frente a los intereses de las empresas
transnacionales (ET) y de los organismos multilaterales (OM). Para ello, se cuestiona el
aumento del gasto público en cuestiones energéticas, las políticas de financiamiento
público como los fideicomisos, la política de desendeudamiento con Venezuela y los
acuerdos binacionales energéticos con Venezuela y Bolivia, al tiempo que aislar
Venezuela del MERCOSUR. La perspectiva de los biocombustibles tiende a separase
de la planificación necesaria para toda la matriz energética nacional y regional, como si
fuera algo que puede tener un tratamiento diferenciado y que pueda negociar
bilateralmente con China, EUA o la UE desalineándose de la necesaria estrategia
regional. Al mismo tiempo, reproduce la visión antipolítica de sospecha sobre todo lo
público, de ampliación de la problemática de la seguridad y del campo de lo privado, de
la transparencia como forma de legitimación de traspaso al sector trasnacional.
5
Por todo lo anterior, al comparar estas dos estrategias se observa que la más asociada a
un desarrollo con mayor inclusión y justicia, a poner una fortaleza regional en activo, y
que conlleva un desarrollo productivo y un regionalismo integral, es la primera si bien
con algunos agregados y complementaciones. En principio porque favorece los
acuerdos políticos energéticos bi o tri-regionales que apuntan a disponer de una fuente
autónoma, barata y duradera de abastecimiento energía para procesos de
reindustrialización. En segundo lugar porque, el Tratado Energético Sudamericano -al
que se tiende a configurar hacia fines del año 2008- puede ayudar a conformar una
visión estratégica común, destacando:10
i)La importancia de las energías clásicas como eje central de las políticas públicas
energéticas regionales. La fortaleza y riqueza de la región está tanto en sus reservas
hidrocarburíferas, gasíferas e hidroeléctricas11 como renovables y alternativas, sobre las
cuales estructurar la estrategia de integración regional, para ello, la firma de un
Tratado Energético Sudamericano que actúe como plataforma de los avances en
materia de integración regional. En ese sentido, se destaca la significación que tienen
las empresas regionales, y su vinculación con fuentes de financiamiento para obras de
infraestructura (ej. Banco del Sur) como así también los acuerdos alcanzados: la
creación de la empresa Petrosudamérica, constituida por una corporación de empresas
públicas binacionales que tiendan a continuar con la cuantificación y certificación de
reservas en la Faja Petrolífera del Orinoco.
10
Ver acuerdos de la Cumbre de Isla Margarita, de abril de 2007.
11
La necesidad de garantizar el suministro energético ha generado la investigación y el desarrollo de
distintas energías alternativas. Sin embargo, hasta el momento éstas resultan mucho más caras y menos
versátiles que los hidrocarburos. Con el desarrollo actual, el reemplazo de los hidrocarburos por otras
formas de energía es un proceso incierto y que en el mejor de los casos puede llevar varias décadas.
6
iv) Lograr una posición conjunta para favorecer una equidad global: Nuestro mundo es
fuertemente inequitativo, y la región junto con grupos como el G20 buscan modificar
esta situación, al menos en el marco de la OMC respecto de lo comercial, y de otros
foros en lo financiero global. 13 Pero lo cierto es que la globalización es asimétrica
también en el uso energético y en su impacto ambiental. De allí la importancia de
sostener una negociación amplia con varios actores y una lucha por la equidad global,
ante la posición de los países desarrollados – y en especial EUA- de mantener el nivel
de consumo y de vida, sin reducir sus emisiones de carbono ni firmando los tratados
ambiéntales como el de Kyoto. Una modificación en el nivel de consumo para una
mayor equidad global demandaría medidas en esta sociedad, respecto del derroche de
energía de algunos de sus sectores, o tomar medidas con los productores industriales
para la reconversión de sus fábricas. Frente a esto, por el contrario, desde los países
desarrollados, se considera que los países en desarrollo deberían restringir sus
aspiraciones a alcanzar niveles de desarrollo mejores, de reindustrialización, de
bienestar o calidad de vida, en virtud de que el crecimiento de su consumo energético
actual no sería sustentable el mundo. De allí que esta lucha a favor de una globalización
no especulativa, no asimétrica sino solidaria, cooperativa para todos los pueblos y con
mayor cuidado del planeta tierra, debe tener al MERCOSUR productivo y social como
uno de sus protagonistas, sosteniendo el autoabastecimiento en la región de los recursos
en pugna del futuro (alimentos y energía), lo que permitirá una mayor autonomía
política y económica frente al mundo.
12
Cf. Ver art. De Marco Aurelio García. “La opción de Brasil sobre los biocombustibles”, (ver op. cit.)
13
En la última reunión de Foro de América Latina y Asia del Este, los países latinoamericanos buscaron
promover “una genuina reforma de la arquitectura financiera global, que administre los flujos financieros
y generadores de crisis y volatilidad hacia el servicio del crecimiento, el crédito, el desarrollo productivo
y la equidad distributiva mundial.” Ver declaraciones del Canciller Taiana: en BAE, pág. 6. 23-08-07.
7
A partir de las privatizaciones en la industria del gas natural en la Argentina durante los
noventa, se realizaron grandes inversiones en la infraestructura de transporte de gas
natural, sobre todo en los gasoductos de exportación especialmente a Chile. Sin
embargo, la privatización y el auge en la inversión para la producción y distribución en
el sector no estuvieron acompañados por una previsión de los efectos nocivos del
agotamiento de los recursos y faltó una política regulatoria que ampliara las inversiones
en la exploración de nuevas reservas.
Estos hechos colocaron a la sustentabilidad del sistema en una situación crítica, pese a
los altos precios internacionales del crudo y de los commodities energéticos. Por otro
lado, el aumento de la demanda interna se vio fortalecida por la sustitución de
combustibles alternativos: fuel oil en la industria y GNC en el transporte vehicular, lo
cual sumado al aumento de las exportaciones, particularmente a Chile, desataron una
situación de riesgo o “crisis energética” y de potenciales restricciones a todo tipo de
usuarios14.
14
Tanto por calor en el verano, más allá de 30 grados, como por extremo frío en el invierno, el sistema
energético argentino se coloca en su límite. De este modo los cambios climáticos, la existencia o no de
aguas en los embalses son variables de las que depende la normal provisión de energía para la producción
o consumo domiciliario. En el 2007 el intenso frío, la demanda domiciliaria de gas que creció mucho
llevo a que hubiera poro fluido para las centrales eléctricas. La solución de emergencia fue cortar gas y
electricidad a las industrias, generar con gasoil y fueloil en las centrales térmicas que pueden usarlos, y
turbinar todo el agua que fuera posible en el sistema de presas de la Patagonia norte. Cf. Jorge Oviedo, “la
energía que hace agua. Bajo el nivel de las represas del Comahue”, La Nación, Economía y Negocios, 10-
0208-pág.
8
Sin embargo, cabe mencionar que queda aún mucho camino por transitar como por
ejemplo la construcción de redes de gasoductos, de transporte de energía eléctrica,
refinerías y petroquímicas, compartir las riquezas gasíferas y petrolíferas de Venezuela
y Bolivia (y ahora quizás Brasil) y los recursos hídricos que abundan en gran parte de la
región, socializar el conocimiento en materia de tecnología nuclear por parte de
Argentina y Brasil (Garabi), garantizar y declarar el acceso a la energía como un
derecho humano y fijar los precios de combustibles y tarifas de gas y electricidad de
acuerdo a los precios relativos de las economías locales.
Por lo tanto, tanto Argentina como los países de la región deben acelerar las
negociaciones tendientes a diseñar e implementar mecanismos de coordinación regional
para regular una política energética y la IED frente a las empresas transnacionales y los
países desarrollados de las cuales proceden, como así también definir la política
energética interna que permita desarrollar una estrategia energética integral de largo
plazo.16
15
Como señalan, Daniel Chudnovsky y Andres López: “Como mínimo , es imprescindible que los países
involucrados coordinen sus acciones para evitar competencias de suma cero que pueden ocurrir cuando la
disponibilidad de determinados instrumentos o incentivos en un país hace que simplemente se reubiquen
actividades o inversiones destinadas al Mercosur, con lo cual algunos “ganan” a expensas de otros”, en
“Inversión extranjera directa y desarrollo: la experiencia del Mercosur”, en Revista de la CEPAL num.
92, agosto de 2007, pág. 22.
16
Estos mismos autores señalan que: “Es probable, a la vez que las políticas “activas frente a la IED
tengan mejores resultados si las empresas trasnacionales que operan en el Mercosur buscan la eficiencia
(pero sin convertirse en enclaves basados en mano de obra barata), más que la mera explotación de los
recursos naturales o los mercados internos, como hicieron predominantemente en los años 1990. Es
necesario, por lo tanto, pensar en crear condiciones para que la IED de más “calidad” –aquella que busca
eficiencia y activos estratégicos- tenga mayor peso en la pauta de inversiones en el Mercosur.” Ibidem,
pág. 21
9
Bibliografía
- Anguita, Eduardo y Minujin, Aleberto. El futuro. El mundo que nos espera a los argentinos.
Editorial Edhasa. Buenos Aires 2005.
- De Dicco, Ricardo. 2010, ¿Odisea energética? Petróleo y crisis. Claves para todos, Capital
Intelectual. 2006.
- Grosse, R., Thimmel, S., Taks, J., (comp.) “Las canillas abiertas de América Latina. La
resistencia a la apropiación privada del agua en América Latina y el mundo”, Casa Bertolt
Brencht, Montevideo, 2004
- Scannone, Juan Carlos y García Delgado, Daniel (comps.), Ética, Desarrollo y Región. Hacia un
regionalismo integral. Ciccus, Buenos Aires, 2006
- Secretaria de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos Perspectivas de los biocombustibles en
la Argentina y en el Brasil. Buenos Aires., IICA Argentina, 2006.