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LA GEOGRAFÍA POR VENIR

Cuestiones, Opiniones, Debates


LA GEOGRAFÍA POR VENIR
Cuestiones, opiniones, debates

Vicente Di Cione
(Compilador)

Milton Santos
Eric Waddell
Rodolfo De Koninck
Michel Bruneau
Roger Brunet
Paul Claval
Dietrich Fliedner
François Hulbert
Daniel Lagarec
Jacques Lévy
Terence-G. McGee
Jean-Bernard Racine
Vicente Di Cione

COOPERATIVA EDITORA UNIVERSITARIA


Textos de Geografía
ISBN 987-96386-2-X

Dedico este libro a mis alumnos de Buenos Aires,


Tandil y Trelew, a mi nieto Nicolás y a mis hijas Lu -
ciana, Lisa y Andrea, a todos por su paciencia y sus
enseñanzas para renovar siempre mi mirada sobre la
vida y la Geografía.

Textos de Geografía
Coordinación y supervisión técnica:
Vicente Di Cione

Traducción:
Leonardo Antoniadis
Claudia Gírola
Carlos Moyano

Diseño y composición:
Andrea Di Cione

© 1997 Derechos reservados Cooperativa Editora Universitaria

ISBN en trámite

Avdor. Teodoro Fels 847 (1684) El Palomar, Buenos Aires


Tel./Fax: 758-0260/9396
PRESENTACIÓN

El libro inaugura la Serie Textos de Geografía de la Cooperativa Editora


Universitaria, destinados a difundir el pensamiento y actividades de renova-
ción de las disciplinas geográficas.
Fiel a tal objetivo, el conjunto de ensayos reunidos tienen la finalidad de
mostrar algunas “cuestiones, opiniones y debates” sobre algunos ejes pro-
blemáticos y líneas de desarrollo conceptual y metodológico de la Geogra-
fía por venir y del Oficio de Geógrafo en las proximidades del inicio del ter-
cer milenio. Todos toman como punto de partida y bajo diferentes ópticas,
la identificación y caracterización de los imaginarios e impulsos innovado-
res del presente y, fundamentalmente, de las diferentes visiones sobre la
multiplicidad de sentidos del espacio geográfico global impuestos por los in-
tensos procesos de reconfiguración cultural, económica y política de las úl-
timas décadas.
Ante la intensidad de los cambios, ninguna disciplina, social o “dura”,
puede soslayar la tarea de redefinir los vínculos dentro del sistema científi-
co y tecnológico y en relación a las nuevas demandas que plantean los nue-
vos tiempos. Asumida con sensibilidad y compromiso, la tarea implica mi-
rar con atención el presente desde un lugar virtual o u-tópico constituido
por las aspiraciones de libertad, solidaridad y justicia social. A tal efecto,
Milton Santos considera que la tarea de la Geografía por venir consiste en
que “los geógrafos, junto a otros científicos sociales, se deben preparar pa-
ra sentar las bases de un espacio verdaderamente humano (...) un espacio
instrumento de la reproducción de la vida, y no una mercancía trabajada
por otra mercancía” (Milton Santos, 1990).
El proyecto de la compilación surgió con motivo de la preparación de
materiales para los cursos de complementación curricular para profesores
de geografía egresados de los institutos terciarios no universitarios y la ac-
tualización normal de mis cursos regulares de Teoría y Metodología Con-
temporáneas de la Geografía en los Departamentos de Geografía de la Uni-
versidad de Buenos Aires y de la Universidad Nacional del Centro de la Pro-
vincia de Buenos Aires.
En plena tarea de compilación, tuve la oportunidad de encontrar los re-
sultados de la encuesta sobre La geografía del futuro que a partir de la ini-

Presentación / 7
ciativa de Rodolfo De Koninck llevara adelante los Cahiers de Géographie A MODO DE INTRODUCCIÓN
du Québec durante 1995 y publicados en el N° 108 de diciembre de ese
año. Ante la variedad de ideas sugestivas que observé en los nueve artícu-
los del dossier “Cuestiones, Opiniones y Debates. La geografía: ¿cuál futu-
ro?”, no dudé en incorporarlos en este primer volumen de Textos de Geo-
grafía. Dado que no he introducido modificaciones, a los efectos de las pre-
sentaciones de los artículos considero pertinente remitir a los comentarios
de Eric Waddell —redactor de los Cahiers— en “Un debate de fondo” y de
Rodolfo De Koninck en “El futuro de la geografía”.
El libro se completa con “Los nuevos mundos de la Geografía”, discurso
pronunciado por Milton Santos con motivo de su aceptación del título de
Doctor Honoris Causa de la Universidad Complutense de Madrid (Octubre
de 1994) y “Futuro-presente-pasado” de mi autoría. “En el principio fue el Topos. Y el Topos indicaba el mundo, pues era lu-
El discurso de Milton Santos constituye una aguda presentación de una gar; no estaba en Dios, no era Dios, porque Dios no tiene un lugar y jamás
diversidad de cuestiones concernientes a tres tópicos de la “Geografía de la tiene lugar. Y el Topos era el Logos, pero el Logos no era Dios, pues era lo
Postmodernidad” que merecen la atención de los geógrafos: las posibilida- que tiene lugar. El Topos, en verdad, era pocas cosas: la marca, la re-marca.
des de revelar o, como dice Santos sugestivamente, “descortinar” la intimi- Para marcar hubo rastros, los de los animales y sus recorridos, y después sig-
dad del mundo traspasando sus visiones inmediatas y los obstáculos que en-
nos: un guijarro, un árbol, una rama rota, un «cairn». Las primeras inscrip-
cubren su esencialidad; la reconsideración dialéctica o transposiciones re-
ciones, los primeros escritos. Por poco que fuera, el Topos era ya «el hom-
cíprocas entre espacio y tiempo a partir de sus visiones o metáforas, y “los
enfoques posibles” para evitar la arbitrariedad y proceder a la “reconstitu- bre». Con el mismo título que el sílex aferrado por una mano, que el palo
ción de su corpus explicativo”. levantado con buena o mala intención. O la primera palabra: el Topos era
En “Futuro-presente-pasado” pretendo hablar de la geografía por venir, el Verbo, y algo más: la acción, «Am Anfang war die Tat».Y algo menos: el
partiendo de algunas experiencias personales en las que se articulan los di- lugar, dicho y marcado, fijado. Y así el Verbo no se hizo carne, sino lugar y
ferentes momentos del tiempo con la geografía y las restantes ciencias so- no-lugar.
ciales. La argumentación procura ratificar la unidad —sin perder las especi- “¿Por qué no partir del lugar, mental y social —lugar de la identidad y de
ficidades de sus propias perspectivas— de la geografía, la historia y las res- la diferencia—, lugar marcado (y por lo tanto, aislado) y nombrado (lugar di-
tantes disciplinas sociales como proyecto estratégico de reconceptualiza- cho), por lo tanto ligado y realizado? La dirección y la orientación, el tra-
ción programática de la geografía. yecto y el recorrido van de un lugar hacia el otro. Hay, desde entonces, el
A modo de prólogo y en reconocimiento por sus insoslayables aportes
otro lugar (marcado, separado, distinto pero el mismo: la isotopía) y el lu -
sobre la dialéctica social del espacio y la espacialización de la dialéctica so-
gar-otro (marcado, enlazado, alcanzado: la heteropía). Y hay, por último y
cial, incorporé algunos textos de Henri Lefebvre que considero programáti-
camente sugestivos para unificar el conjunto de artículos. además, el en otra parte y el en ninguna parte, lo vecino y lo lejano (el or-
Quiero, por último, manifestar mi agradecimiento a Milton Santos por fa- den próximo y el orden lejos), es decir, el otro y lo ajeno. El espacio, con-
cilitarme su discurso y autorizar su publicación, a Guy Mercier otro tanto junto de lugares, primero es marcado, o sea, jalonado y orientado. La forma
por autorizarme en nombre de los Cahiers a editarlos en español y a Clau- del cuadriculado y la forma concéntrica van juntas, antes de estar separa-
dia Girola, Leonardo Antoniadis y Carlos Moyano por sus trabajos de tra- das. La cuadrícula del espacio, compleja desde el comienzo, antes de ser re-
ducción. ducida, entraña en primer lugar los cuatro puntos de la rosa de los vientos,
Vicente Di Cione de los cielos (norte, sur, este, oeste) y su encuentro terrestre. Y, por lo tanto,
Palomar, marzo de 1997 lo alto y lo bajo (el cielo y la tierra). Y encuadrados en ello, múltiples posi-
bilidades, trayectos y recorridos. Y el aquí y el allá (el centro y el horizonte,
el cielo y el infierno). Y, por lo tanto, la u-topía (el anti-lugar en relación con
el lugar común). No resulta, además, inútil recordar con fuerza que el espa-

8 / Presentación A modo de introducción / 9


cio social no es sólo espacio mental, sino espacio de comportamientos. Y LOS NUEVOS MUNDOS DE LA GEOGRAFÍA *
que el tiempo mental se realiza socialmente en el comportamiento (prácti-
co), y no en la representación.
“La cuadrícula del espacio ha sido siempre un enrejado, hasta las sim-
Milton Santos
plificaciones analíticas y racionalistas (industriales y urbanas). Universidad de San Pablo

(...)

“... el deseo urde su trama y su drama. No dispone de una cuadrícula de-


terminada, colocada sobre «el mundo». Tiene que pasar sierviéndose de las
diferentes cuadrículas para expresarse y realizarse. ¿Sería éste el aspecto di -
námico de una realidad, cuyo lado estático serían las «topías»? Concepción La Universidad se distingue de las demás instituciones de la sociedad
simplificadora y reductora. Lo que trama el deseo se interfiere y se entrela- por la posibilidad de elaborar sus propios sistemas de reconocimiento al
za con las cuadrículas de los lugares y de las palabras: el deseo de uno con trabajo, con indiferencia al paso del tiempo y a los avatares del poder.
el deseo de otro, el deseo de ser deseado o de desearse, y el deseo del de- Eso no significa, sin embargo, que ella no pueda ser también, y en cier-
seo —las tramas del deseo con los lugares y los no-lugares, con lo dicho y tos casos, generosa. Parece que a este último sentimiento debo atribuir
lo no-dicho y lo imposible de decir. El espacio se siembra de signos de lo
el otorgamiento, del que mucho me enorgullezco, de este título de
permitido y de lo prohibido. El deseo se ve asignado y consignado. Cae en
“Doctor Honoris Causa” de la Universidad Complutense de Madrid.
la necesidad. Se convierte en u-tópico. Y así se desploma y sub-tiende, en-
vuelve las topías, las destruye al supevalorarlas. Se convierte en esencial al Esta Casa de Estudios, a lo largo de siglos de existencia proficua, pu-
hacerse accidental y en eterno al revelarse como efímero.” do granjearse reputación merecida y creciente, gracias a la calidad de
su enseñanza y al rigor de su investigación innovadora, que le aseguran
(Henri Lefebvre, Lógica Formal, Lógica Dialéctica , 1969) un lugar de realce en el conjunto de las grandes universidades del
mundo. En particular, la Geografía que se practica es un modelo, por la
actualidad de los temas, por el espíritu de sistema con que ellos son tra-
tados, y por la elegancia con que los descubrimientos aquí realizados
son transmitidos en publicaciones prestigiosas.
He aquí por qué puedo envanecerme con esta investidura. Buscando,
no obstante, las razones de este premio, encuentro sólo dos merecedoras
de mención. La primera es mi propio trabajo, una labor continua y perti-
naz que disculpa la modestia, y cuyo mérito está muy por debajo del ge-
neroso retrato trazado por D. Joaquín Bosque Maurel. Es esa tarea que me
ha acercado a la geografía española. La segunda razón, tal vez la más re-
levante, viene de la similitud de trayectoria entre la geografía española y
la geografía brasileña, dos geografías dinámicas que, en los últimos lus-
tros, venimos esforzándonos para aproximarlas con éxito innegable.

* Discurso de aceptación en la investidura de Doctor Honoris Causa de la Universidad


Complutense de Madrid, Octubre de 1994.

10 / A modo de introducción Milton Santos / 11


Ambas geografías son antiguas por la práctica de geógrafos y no geó- 1. Los nuevos horizontes descortinados
grafos, y son jóvenes por su institucionalización reciente. En sus tiempos
históricos, se desarrollaron bajo una misma influencia, la de la geografía
francesa que, de cierta forma, marca aún hoy la práctica de la disciplina En una pieza célebre, escribiendo respecto de la creación de los nue-
en los dos países. Mas, la geografía española y la geografía brasileña es- vos mundos, Paul Claudel presenta un Colón que exclama: “fui enviado
tán influenciadas en especial por las realidades locales profundas, en para reunir la tierra”. Era víctima de la creencia, venida del fin del siglo
aquello que pesa más fuertemente sobre la existencia de la sociedad. Es XV, según la cual el descubrimiento de nuevos continentes completaba
de esta forma que las dos geografías comienzan a crear y a imponer su el conocimiento del mundo. Esa creencia fue renovada con cierta fre-
propio método, inspirado por la fuerza de los fenómenos de casa, con los cuencia, ya que otros descubridores, pero también autores, a lo largo de
cuales las teorías y prácticas importadas no siempre armonizan. los años imaginaron que el mundo había sido completamente descu-
La geografía brasileña y la geografía española se tornaron geografías bierto.
abiertas, lectoras de todo lo que, cerca o lejos, pudiese interesar a su en- Es el caso, por ejemplo, de lo sucedido en 1758, cuando se imagina
riquecimiento, buscando en diversas escuelas nacionales ejemplo y es- haber encontrado la medida de la Tierra a partir de la posibilidad, por
tímulo, al mismo tiempo en que también se afirmaban como escuela. El primera vez establecida, de conferir las distancias entre los astros, y de
bello libro de Joaquín Bosque sobre Geografía y Geógrafos en la España establecer las cartas de los mares de una forma más precisa, con la pro-
Contemporánea, así como otros estudios dedicados a la historia de la ducción de una imagen del planeta más próxima a la realidad.
disciplina en España (J. Bosque, 1983; J. Bosque et alt., 1993; Vilá Va- Ya en nuestro siglo, Siegfried, en su libro seminal Aspects du XXème
lenti, 1989) dan cuenta de ese proceso de crecimiento, autonomización Siècle, dice: “nuestra generación acaba de descubrir el mundo” y agre-
y madurez. Es, tal vez ese, el secreto de su percepción de las realidades ga: “sin duda, Vasco da Gama, Colón y Magallanes, hace cuatro siglos
del mundo que, en esta fase de globalización, acaba por instalarse co- alcanzaron las regiones más distantes del planeta. Mas su obra perma-
mo verdadero paradigma en las dos geografías. Por eso, son privilegia- necía incompleta, porque en nuestros mapas aún existían lugares, man-
dos, en ambas, temas abarcativos así como la preocupación por el en- chas, en los cuales aún se podía leer el término tierra desconocida”. De-
cuentro de una metadisciplina geográfica. Esta facilitaría el trabajo inter- cía, todavía, Siegfried: “en el cielo, los nuevos horizontes también se en-
disciplinar y la construcción de una teoría social renovada, donde el es- sancharon en proporciones que desafían la imaginación, porque el siglo
pacio comparezca activamente. XX realiza la existencia de las galaxias, la inmensidad del universo y su
Fue a partir de esas realidades comunes que decidí elaborar este dis- continua expansión”. Esto fue escrito hace 40 años. Ese gran pensador
curso de investidura, consagrado a lo que llamo “los nuevos mundos de tendría, ahora, que reescribir este texto, ya que hoy, finalmente, el mun-
la Geografía”. Más que una obra acabada, se trata de un programa de do es realmente pasible de conocimiento...
trabajo, orientado a la problemática emergente del espacio y de la geo- Al mismo tiempo, se tornó posible divisar de otra forma los sistemas
grafía en el período histórico actual. solares e imaginar al hombre transportándose a otros universos. Pero
El título de este ensayo también podría ser “La Geografía de la Glo- también eso refuerza la certeza de que la tierra del hombre es este pla-
balización”, “La Geografía del período técnico-científico” o, cediendo a neta, no el universo. Es posible que el hombre llegue a otros astros por
una moda persistente, “La Geografía de la Postmodernidad”. intermedio de naves espaciales pero, también sabemos que la comuni-
¿Cómo tratar este tema? Proponemos hacerlo a partir de tres tópicos: cación sólo es posible cuando la percepción y el entendimiento del
1) los nuevos horizontes descortinados, en este fin de siglo; 2) los nue- tiempo son los mismos para los interlocutores (V. Ferkiss, 1974); y todo
vos desafíos a la constitución del saber geográfico: realidades y metáfo- indica que ese entendimiento no existe, aunque pudiese haber vida en
ras; 3) los enfoques posibles. otros cuerpos celestes.

12 / Los nuevos mundos... Milton Santos / 13


A lo largo del tiempo la humanidad fue ciertamente ampliando el co- Los progresos de la técnica y la evolución de los procesos producti-
nocimiento del planeta. Durante siglos, la idea que los hombres tenían del vos, desde mediados de este siglo, llevaron a aceptar que la ideología
ecúmeno era muy limitada en relación a lo que realmente existía. El fin también se había tornado real, con el perfeccionamiento del proceso por
del siglo XV ya marca un enorme cambio con la conquista del camino de el cual se presenta lo falso como si fuese verdadero. Este es el segundo
las Indias, que permitió al hombre ir al Oriente por la vía de Occidente y momento de la mencionada oposición.
encontrar nuevas tierras, incluyendo las Américas. A partir de ese momen- El tercer momento es el actual, en el cual el resultado de la historia
to se amplía el horizonte geográfico de la humanidad y ese proceso se va convive con la fábula, donde además es a partir de la fábula que se
desarrollando hasta que, en esta segunda mitad del siglo, gracias al desa- construye la historia. Y qué decir de los espacios de lo virtual y de la ma-
rrollo superlativo de la ciencia y de la técnica, el conocimiento del Uni- nipulación extrema de la imagen. Esa confusión máxima a que nuestros
verso se torna más completo. espíritus están hoy subordinados nos introduce en la cuestión de la post-
Si en los descubrimientos anteriores la parte del acaso era muy fuer- modernidad.
te —aunque se discuta si escuelas como la de Sagres eran precientíficas Esta es una época de paradojas, una época de visibilidad difícil, cuya
o científicas—, la reciente ampliación del horizonte geográfico tiene co- definición es intrincada, y que desafía nuestra capacidad de entendi-
mo base la ciencia. La geografía se renueva a través de las relaciones ín- miento y de conceptualización. Durante todos estos siglos, viajamos de
timas y biunívocas entre las técnicas y la ciencia. Esto nos conduce, hoy, lo desconocido a lo conocido; y ahora, en el fin del siglo, hacemos el
a la cognoscibilidad del planeta. Es la primera vez en la historia de la viaje de regreso, de lo conocido a lo desconocido: con las enormes po-
humanidad que el planeta se torna enteramente susceptible de conoci- sibilidades abiertas en el mundo por la ciencia y por la técnica, nada nos
miento, conocimiento global y conocimiento local, permitiendo una vi- escapa y todo nos escapa. En el inicio de esa historia, la oposición era
sión no solo estática, sino igualmente dinámica de la totalidad del ecú- entre lo conocido y lo desconocido; hoy, la gran oposición es entre el
meno. Cada día, el hombre de la calle puede leer en la prensa cómo los Mundo y sus visiones que pueden ser elaboradas e impuestas como si
científicos determinan las distancias, descubren la forma de otros plane- fuesen el Mundo.
tas y renuevan el conocimiento de los sistemas de astros. Por otro lado,
fue posible establecer coordenadas nuevas mucho más precisas para el
tiempo y para el espacio. Ambos, tiempo y espacio, comienzan a ser
medidos con exactitud más que milimétrica. 2. Nuevos desafíos a la constitución del saber geográfico:
Todos estos descubrimientos y posibilidades abiertos por los progre- realidades y metáforas.
sos científicos y técnicos van a dar una estructura diferente a lo que exis-
te, comenzando por las nuevas formas que gana la antigua oposición
entre esencia y apariencia. Si nos limitamos a un pasado no tan remoto, Las mismas condiciones que contribuyen para ampliar el horizonte
identificamos tres momentos de esa oposición. geográfico actúan, también, para limitar el entendimiento de las cosas.
El primer momento fue aquel en que se imaginaba una separación ra- ¿Qué es finalmente, en este mundo artificializado, metáfora y realidad
dical entre lo ideológico y lo real, distinguiendo, en el mismo movi- genuina?
miento de una sociedad, el dominio de la denominada realidad y el do- ¿Cómo enfrentar cuestiones como la de las nuevas relaciones espa-
minio de la llamada ideología. Esa discusión fue abordada por diversas cio-tiempo con la decantada preeminencia del tiempo sobre el espacio,
filosofías, entre ellas la filosofía del marxismo, la cual insistió durante la idea de desterritorialización, la redefinición de la región y del lugar,
mucho tiempo en esa separación entre lo real y lo ideológico, conside- el papel de la producción de la hiperrealidad, con lo virtual y la mani-
rada por algunos como absoluta. pulación de la imagen? Son problemas reales que interesan y desafían a

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los geógrafos, por encontrarse en el propio centro de su temática esen- Otro dato que lleva a insistir en lo que sería la preeminencia del tiem-
cial que es el espacio. po sobre el espacio es la posibilidad de teleacción, que crea las condi-
Como los períodos históricos son marcados por la llegada de nuevas ciones de la denominada telepresencia. La acción puede darse a partir
condiciones técnicas, las denominadas relaciones espacio-tiempo cam- de puntos muy lejanos gracias a la posibilidad del transporte a distancia
bian en cada uno de ellos. Por lo tanto, decir que estamos viviendo nue- de los mensajes, de las ideas, de las órdenes. Con la convergencia de los
vas relaciones espacio-tiempo es solamente una llamada para definir momentos y la conquista de la simultaneidad, la llamada fricción del es-
mejor lo que de ellas resulta. Esa apelación representa un problema, pacio desaparece o se reduce drásticamente. La simultaneidad, la unici-
porque puede ser llevada al debate sin que tengamos antes que definir dad de los momentos pueden dar la impresión que el espacio no existe.
tiempo y espacio. Sin definición previa, esa expresión aparece como No obstante, en realidad, el tiempo no suprime el espacio, sino al
metáfora, en la medida que no permite la proposición de ningún con- contrario, se realiza por el espacio. El tiempo empírico sólo se da en los
cepto y, por lo tanto, no resulta operacional desde el punto de vista del lugares y lo hace con la posibilidad de transformar un tiempo general
trabajo intelectual. Sabemos, de otro modo, que la metáfora no preten- —el tiempo del mundo— en un tiempo particular, que es el tiempo pro-
de ser operacional, sino sólo llamar la atención hacia aspectos de un fe- pio a cada uno de nosotros, a cada empresa, a cada institución, reali-
nómeno. zando en función de condiciones técnicas y organizacionales típicas de
Ganaremos más en precisión si partimos de aquello que posibilita cada lugar. De este modo, es el lugar que determina el tiempo y no el
esas nuevas relaciones espacio-tiempo, esto es, los avances científico- tiempo que determina el lugar.
técnico-informacionales actuales. A partir del estado actual de la cien- Desterritorialozación es una palabra más del vocabulario postmoder-
cia, de la técnica y de la información, y de cómo se definen en el perío- no y puede ser vista según diversas acepciones. Una de ellas es la muer-
do actual, adquirimos la posibilidad de redefinir tiempo y espacio. Sin te del Estado territorial, hoy atravesado por los influjos transnacionales
embargo, la geografía parece no tener un gran apetito por la introduc- que no respetan fronteras. Sin embargo, otro entendimiento del término
ción de la técnica en su teorización, en su método y en sus estudios em- se refiere a la gran movilidad de los hombres y de todos los factores, pro-
píricos sistemáticos. Ese abandono es, a nuestro juicio, una de las cau- veniente de una cierta confusión entre la idea de localización y la idea
sas de la vaguedad de expresiones como “relaciones espacio-tiempo”. de inmovilidad. Si los factores migran, es exactamente para localizarse
Pensando en la técnica, podríamos definir el tiempo y el espacio a par- en otro lugar. En los días actuales, hay mas movilidad, pero no existe
tir de los mismos elementos, adoptando idénticos parámetros. Por con- desterritorialización, pues cambio en el espacio no significa no estar en
siguiente, suprimiríamos ese guión entre espacio y tiempo y considera- el espacio.
ríamos los dos como una realidad unitaria, un espaciotiempo, para así En este contexto, la idea de no-lugar puede ser considerada, por lo
crear la oportunidad de construir una teoría geográfica válida. Volvere- menos, en dos sentidos. Una primera acepción alude a la inmaterialidad
mos a esto en el lugar adecuado. de la economía actual, concretada en virtud de la información que cons-
Una de las consecuencias es la aceptación, a veces tranquila, de la tituye por sí misma un vehículo. Pero, a pesar de la economía inmate-
idea de la preeminencia del tiempo sobre el espacio. Cada vez que ga- rial, la circulación de la información exige bases materiales localizadas.
na un nuevo impulso, la velocidad desorienta y permite imaginar que el Por otro lado, la idea de no-lugar indicaría también que, en el mun-
proceso de evolución ya alcanzó su ápice. La velocidad aumentada da do actual, existe un gran número de formas espaciales parecidas unas a
la impresión de que el espacio es suprimido y que es el tiempo lo que otras como los edificios inteligentes en las grandes ciudades. Si todo es
cuenta. De allí esa idea del tiempo deshaciendo al espacio. En parte, igual, ¿qué caracterizaría el lugar? No obstante, la realidad del lugar no
además, esto procede del equívoco de asimilar la idea de espacio a la está dada por la existencia de esos edificios, sino por el orden espacial
idea de distancia. y temporal del conjunto de objetos. El orden espacial revela cómo esos

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edificios se ordenan y combinan con edificios de otros tipos y edades en mos mucho más cerca de construir el futuro que antes, ya que el mun-
un determinado lugar, mientras que el orden temporal significa la se- do de los contemporáneos prima sobre el mundo de los antepasados y
cuencia de su instalación. De ese modo, aunque desde el punto de vis- el pasado distante tiene hoy un menor valor. Por eso, no es más el pasa-
ta morfológico y, especialmente, desde el punto de vista funcional, exis- do largo nuestro guía, sino el futuro. La memoria puede aún ser un ce-
tan semejanzas entre los objetos presentes, cada punto de la superficie mento de la sociedad, pero el ancla de la sociedad es el futuro.
de la tierra tiene una definición diferente y echa por tierra la idea de no- Además de los espacios de lo real, nuestra época también produce
lugar. otros, antes totalmente imposibles, como los espacios de la hiperreali-
Es en ese orden de ideas que pretenden algunos decretar la muerte de dad, en forma de la imagen o de lo virtual. Para Leibniz, sería posible la
la región. Una región es una situación y una construcción, es decir, un existencia de una máquina “cuya estructura haga pensar, sentir y tener
producto social. En el mundo de hoy tenemos una menor duración del percepción”, pero agrega que, “visitándola por dentro lo que encontra-
edificio regional. Las regiones se hacen y deshacen con mayor rapidez, mos son sólo piezas que se impelen unas a las otras, mas que jamás ex-
en tanto que, por otro lado, aumenta la espesura del acontecer. El nú- plicarán una percepción”. Se trata de una premonición de Leibniz, pero
mero de eventos en el mundo actual es mucho mayor que en el mundo eso no basta para alcanzar una interpretación de la diferencia entro lo
del pasado y, también, es mucho mayor el tropel de los eventos, ya que que sería lo real y lo hiperreal.
en el mismo lugar acontecen más eventos por unidad de tiempo y más Georges Balandier (1987), en su artículo “Images, Images, Images”,
eventos por unidad de espacio. afirma que la imagen actual es responsable por la producción del nue-
Sin embargo, la esencia de la región no está constituida por la longe- vo real. La imagen seduce, desconcierta, inquieta, pero tiene que ser
vidad del edificio sino por su coherencia funcional. El hecho de tener vi- considerada porque es el centro del modo contemporáneo de produc-
da corta no cambia la definición del recorte territorial. Las regiones mu- ción de visiones del mundo. Todo eso se relaciona con la geografía por-
dan de límites porque la escala de la coherencia funcional cambia con que ésta ha buscado una visión del mundo llamada científica, que se
el pasaje del tiempo. opone a otras visiones del mundo. Cuando el mundo pasa a producir ese
El período histórico actual, caracterizado por la impermanencia y por nuevo real, el trabajo del geógrafo resulta extremadamente complicado.
la fugacidad, embiste con toda nuestra herencia cultural y con nuestra A través de los outdoors y de todos los signos que forman parte del pai-
memoria de un tiempo en el cual las cosas se modificaban lentamente. saje, lo ideológico se instala hoy en lo real. Esto también interesa al geó-
Hoy el pasado largo, y que se tornó denso por haber sido largo, es sus- grafo y le exige una interpretación conjunta con los otros elementos. No
tituido por un presente denso. El presente extendido —no el presente se puede, a priori, desconsiderar tal o cual aspecto o parte del espacio.
instantáneo— es relativamente corto, pero es rico por el número de in- Cabe al contrario, tomar el conjunto y encontrar la forma de su explica-
teracciones y por la calidad de esas interacciones. En la región actual, la ción abarcativa.
novedad es que la acumulación es sustituida por la intensidad.
Para Schutz (1967), en una situación dada, tenemos paralelamente un
mundo de los antepasados y un mundo de los contemporáneos, siendo
que nuestros padres hacen el trazo de unión entre esos dos mundos. El 3. Los enfoques posibles
presente, hasta recientemente, era mucho mas influenciado por el mun-
do de los antepasados y hoy lo es mucho más por el mundo de los con-
temporáneos. El desafío que espera a la Geografía en esta época de grandes cam-
Según Luhmann (1982), poco podemos hacer con el pasado distante bios es la reconstitución de su corpus explicativo. Su tarea es partir de
y poco podemos comandar del futuro distante. De este modo, estaría- las realidades y metáforas para llegar a conceptos que sean, al mismo

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tiempo, constitutivos y operacionales, es decir, que representen nuestra historia del hombre, de una universalidad concreta, empírica (Santos,
época y permitan analizarla debidamente. 1985). Con la unidad del mundo producida por la globalización, los
En cada momento histórico, el Mundo, como totalidad, puede ser de- eventos se unifican, la dependencia de las partes en relación al todo se
finido como un conjunto de posibilidades concretamente existentes, his- torna concretamente verificable y los lugares se universalizan.
tóricamente presentes como potencialidad o como acto. Cada época ha- Entonces esa universalidad concreta y esa totalidad empírica, permi-
ce surgir variables nuevas, producto de la inteligencia humana y motor tida por la técnica actual, deben posibilitar a la Geografía un gran salto
del progreso. La historia de las técnicas vuelve a trazar esa historia en teórico uniendo el lugar y el mundo en un mismo movimiento visible y
períodos, épocas caracterizadas por modos de hacer, esto es, autoriza- asegurando la superación de tantas otras dicotomías y ambigüedades
ciones para hacer y posibilidades de hacer. que venían marcando el método geográfico hace más de un siglo.
Esas posibilidades definen el Mundo en un momento dado, pero no Es así también que, a través de la Técnica, el Tiempo y el Espacio se
se realizan universalmente. La totalidad-mundo está formada por varia- funden y pueden ser apreciados en esa fusión.
bles que en ningún momento se dan de forma completa y que jamás se Sin embargo, así como el Mundo sólo existe como latencia, no exis-
encuentran en todas partes. Este es el principio de diferenciación de las te tampoco un tiempo global. En realidad, existe un reloj mundial, al ser-
partes dentro del Todo y de la diferenciación de los lugares, en el con- vicio de las grandes organizaciones, tiempo despótico que, directa o in-
junto del espacio. directamente, comanda la totalidad de las acciones, aunque no consiga
El Mundo es sólo el Ser, en tanto que el Lugar sería el Existir, porque sustituir los otros tiempos (Santos, 1994).
el Mundo únicamente lo es como latencia. Todo lo que existe en el lu- El tiempo general —el tiempo del mundo— está dado por el conjun-
gar también existe en el Mundo, pero lo recíproco no es verdadero. to de condiciones de la vida social en un cierto momento, una separa-
El gran real total es la Historia, que se va haciendo concretamente en ción en el transcurso, un corte que revela el conjunto de las posibilida-
los lugares, a través de las formas sociales que van siendo cambiadas y des de acción, pero que sólo existe como generalidad.
de las formas geográficas que se adaptan a la evolución histórica. Al en- La individuación y empirización del tiempo del mundo se da como
garzarse en una forma, y en conjunto con ella, la función constituye la temporalización práctica (Sartre, 1960). La temporalización es una espe-
aparición concreta de ese real total. Así, el lugar, como forma-conteni- cie de interpretación del tiempo, a partir de lo cual los diversos indivi-
do, es una funcionalización del Mundo, el medio por el cual la totalidad duos, grupos, clases, empresas, instituciones, Estados, según sus propias
se empiriza, el instrumento del pasaje del Ser a la Existencia. distinciones de poder, sabiduría, conocimiento, lugar, producen accio-
El gran privilegio de los que vivimos este fin de siglo es que la noción nes. En otras palabras, la praxis individual-social produce tiempos em-
de totalidad se enriquece y se afirma mediante los progresos científicos píricos concretos a partir de posibilidades históricas teóricamente abier-
y técnicos. Hasta ahora la totalidad era construida como un concepto in- tas a todos. Como esas posibilidades son, por variadas razones, desigual-
telectual. Hoy, a partir de las posibilidades abiertas con la cognoscibili- mente utilizadas, se producen temporalidades diversas.
dad del Planeta, se tornó posible trabajar con una totalidad empírica- El tiempo nos ofrece posibilidades que son virtuales en cuanto perma-
mente construida. En este fin de siglo, tanto es empirizable la esencia del necen en la esfera de lo posible, hasta que las tomemos y ejerzamos ac-
universo como lo son sus funcionalizaciones. Hasta nuestra generación, ción, las posibilidades virtuales se tornan realidades prácticas. La tem-
la totalidad se producía en la mente de los filósofos, era una construc- poralización transporta, por la vía del trabajo, las posibilidades del Mun-
ción intelectual, pero hoy tiene existencia concreta, empírica, gracias al do a un Lugar. Es el proceso de espacialización.
hecho de que todo el planeta está cubierto por un sistema técnico uni- La espacialización de que habla E. Soja (1989) no es el espacio, sino
tario, utilizado por un sistema de producción global, que universaliza solamente la forma con que la temporalización práctica se da sobre un
los hombres, los objetos y sus relaciones. Se trata, por primera vez en la espacio ya constituido, para convertirlo en otro espacio. A través de esa

20 / Los nuevos mundos... Milton Santos / 21


asociación entre la temporalización práctica y la espacialización prácti- es, una geografía abarcativa del Ser y del Existir, que no se contente con
ca, los conceptos de tiempo y espacio se confunden en el concepto de un enfoque individualista y fragmentario, en el cual el movimiento del
tiempoespacio, y la percepción de esa fusión debe conducir a un avan- mundo como un todo y de la sociedad como un todo es excluido. Se tra-
ce epistemológico dentro de la disciplina geográfica. ta de comprender la producción de la particularidad como realización
La forma y el tiempo son los polos del entendimiento. También pue- de la existencia. La sociedad global sería solamente la esencia, mientras
den ser la base de producción de una teoría geográfica válida que valo- que la existencia estaría dada por los lugares, en su condición particular
rice, al mismo tiempo, el fenómeno, la existencia y la esencia, represen- y cuya cristalización provisoria, incluyendo materia y espíritu, depende
tada por la Historia. ¿Se tratará de una geografía fenomenológica y exis- de las condiciones actuales de tiempo, a ser resueltas inmediatamente
tencialista o de una filosofía de las técnicas? en el tiempo siguiente por otra definición. La exigencia fundamental pa-
La fenomenología se propone trabajar partiendo de las cosas-ellas- ra ese entendimiento parece provenir del hecho de que el espacio repre-
mismas, pero desterrando el empirismo porque su método trasciende lo senta la sociedad, pero en la condición de uno de sus aspectos, una ins-
corpóreo, la mera sensación de la cosa, buscando incluirlas en un con- tancia que , a su vez, debe ser objeto de preocupación analítica, de mo-
texto más amplio, el contexto de la historia. Es así que se pasa de la exis- do de precisar bien y definir su constitución, sus componentes, sus pro-
tencia a la esencia. Como el espacio geográfico no es sino una funcio- cesos. Así, se abre la oportunidad de elaborar un sistema de conceptos
nalización del mundo —la esencia transformada en existencia—, el mé- abarcativos que, de forma sistémica, exprese ese aspecto de la realidad,
todo debe aplicársele cuidando de utilizar la técnica como mediación lo espacial de lo social, lo socioespacial.
necesaria, ya que ésta es hoy el gran vehículo del proceso histórico. En La técnica, ya recordaba Ortega y Gasset (1939), es un momento del
este sentido, una geografía fenomenológica y existencialista será tam- mundo. Actualmente, es la base del proceso de globalización que se im-
bién una filosofía de las técnicas, una filosofía basada en la producción pone como un gran paradigma histórico para el trabajo de todas las
concreta del mundo y de los lugares, “filosofía científica” (Husserl, ciencias sociales y humanas.
1964) que es fundada, al mismo tiempo, en las posibilidades abiertas Insistimos en la idea de reconocer nuestro tiempo como un período
por el mundo y en su realización empírica en los lugares. histórico, el período técnico-científico. Nuestra definición de espacio
Un objetivo a alcanzar es superar las dicotomías que siempre amena- como conjunto indisociable de sistemas de objetos y de sistemas de ac-
zaron nuestra disciplina, comenzando por esa idea persistentemente ciones (Santos, 1994) sólo es inteligible si consideramos el medio geo-
ambigua, la idea de paisaje. Superar las dicotomías entre lo universal y gráfico como un medio técnico-informacional.
lo particular, entre la objetividad y la subjetividad, entre la estructura y Destinada a trabajar un mundo, que ahora es amplia y profundamen-
la historia, entre aquello que denominamos apariencia (y que llamába- te perceptible, la geografía gana posibilidades nuevas, gracias a esa cog-
mos hasta recientemente ideología) y la realidad (aquello que llamába- noscibilidad del planeta. Y esa intercomunicabilidad entre los hombres,
mos realidad, hasta descubrir que la ideología también es realidad). debida a las facilidades de comunicación, nos obliga a considerar la
La fenomenología aparece como instrumento fundamental dentro de producción de redes de flujos de información. Estas se superponen a los
la geografía. A través de las cosas, de los objetos, es decir, de la confi- flujos de materia, y constituyen la nueva matriz de la organización terri-
guración geográfica, la fenomenología permite pasar de lo universal a lo torial, comandada por telas de araña invisibles pero determinantes de lo
particular, sin caer en el riesgo de una interpretación empirista, yendo que hay de más importante en la vida económica, social, política y cul-
más allá de la cosa, del objeto, de la materialidad del espacio. La dico- tural. Todo lo que contribuye para la producción de la totalidad empíri-
tomía entre objetividad y subjetividad también puede ser balizada tanto ca, puede ser la base de una teorización geográfica fecunda, ayudando
por la noción de estructura, como por el uso de un método fenomeno- a entender lo que existe. Y, a partir de las posibilidades del mundo toda-
lógico que incluya lo que osamos llamar Geografía Existencialista. Esto vía no utilizadas, o utilizadas incompleta o incorrectamente, podremos

22 / Los nuevos mundos... Milton Santos / 23


proponer las combinaciones que atribuyan a los lugares y a los hombres Cuestiones, opiniones, debates.
las bases de una existencia más armoniosa y más digna. Así, las condi-
ciones están dadas para que se reconstruya, a partir de las nuevas reali- La geografía: ¿Cuál futuro?
dades, una Geografía capaz de tener fuerza explicativa y de participar,
al mismo tiempo, de la necesaria reconstrucción de la teoría social y de
la urgente reconstrucción del Mundo.

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24 / Los nuevos mundos...


UN DEBATE DE FONDO

Eric Waddell*
Universidad de Laval

No cabe la menor duda que en numerosos países del mundo, el fu-


turo de la geografía está en juego. Es la configuración de la disciplina,
incluso su autonomía las que están en juego. En este sentido, los riesgos
y los desafíos actuales, aunque de una manera diferente, son más gran-
des que aquellos planteados por la revolución cuantitativa de los años
1960. Esa revolución buscaba simplemente mejorar los útiles de la geo-
grafía y afinar su temario y metodología, a fin de elevarla al rango de
“ciencia”. No es muy sorprendente entonces, que numerosos departa-
mentos de geografía se hayan transformado en departamentos de cien-
cia de la geografía y hayan encontrado acogida en el seno de las facul-
tades de ciencias. Estas transformaciones han dado a la disciplina mu-
chos más medios y más rigurosidad, a lo cual, hay que admitirlo, algu-
nas veces se agrega una buena dosis de ingenuidad. También han sido
tejidas nuevas alianzas y la disciplina ha salido engrandecida y sobre to-
do, ha salido intacta... al menos durante un cierto tiempo.
La presente revolución tiene sus raíces en los turbulentos años 60.
Una geografía rigurosamente científica es forzosamente una geografía
pertinente, una geografía que tiene servicios para ofrecer: a la sociedad,
a las empresas y al Estado. Una geografía aliada a otras ciencias y parti-
cularmente bien ubicada para tratar cuestiones de medio ambiente. Una
geografía provista de nuevos útiles (S.I.G. y teledetección) ofrece los me-
dios para un mejor dominio del mundo. Todo esto ocurre en un contex-
to donde hay demasiadas disciplinas y donde las instituciones de ense-
ñanza y de investigación que las albergan se volvieron material y finan-
cieramente muy difíciles de administrar.

* Redactor de los Cahiers de Geographie du Québec, 1995

Eric Waddell / 27
¿Qué hay más normal, en estas circunstancias, que una geografía ca- EL FUTURO DE LA GEOGRAFÍA
da vez mas sujeta a sus instrumentos de trabajo, que alienta partenaria-
dos con disciplinas tales como la geología, la forestación y la química, Rodolfo De Koninck
en el seno de nuevas facultades de estudios ambientales o de “Adminis- Universidad de Laval
tración de Recursos Naturales”, e incluso que trata de fundirse en el se-
no de mega-departamentos de ciencias del ambiente o de la tierra?
Por más seductor que pueda parecer este viraje: ¿qué lugar le otorga-
remos en el seno de esos nuevos campos, a la reflexión, a los valores, a
la comprehensión de la gente... y a la presencia activa de la geografía
humana en toda su riqueza y su diversidad? La cuestión se plantea coti-
dianamente aquí en Quebec, e igualmente en otras partes, en América Considero que la vocación de la cultura es en su
sentido lato el de dominar la sociedad y de otor -
y en Europa. Es por eso que los Cahiers, gracias a la feliz y acertada ini-
garle sus fines.
ciativa de Rodolfo De Koninck, ha decidido destinar un espacio impor- Maurice Crubellier
tante de este número a la discusión sobre el Futuro de la Geografía. Es Le Monde, 16 de diciembre de 1986
por esto mismo que varios actores importantes de la geografía contem-
poránea han querido responder a nuestro llamado con un entusiasmo
mezclado de un sentimiento de real urgencia. Los Cahiers les están muy Con el transcurso de los años, los Cahiers de Géographie du Quebec,
agradecidos. Ahora es a los lectores a quienes les toca reaccionar. siempre interesados en los interrogantes y cuestionamientos relativos a la
naturaleza y al destino de la disciplina, se han impuesto como deber rea-
grupar esas cuestiones, solicitar opiniones y alimentar los debates. Ya
que, tal como lo evocáramos para la ocasión del lanzamiento de la rúbri-
ca “Cuestiones, opiniones, debates”, en el número de septiembre de
1982, la confrontación de ideas es fuente de vitalidad. Aquellos que se
interesan por el futuro de la geografía, encontrarán mucho material de re-
flexión a partir de la lectura de los nueve ensayos agrupados aquí. Más
allá de las diferentes posiciones, ideas y sugestiones que estos ensayos
contienen, se pueden descubrir varias líneas de convergencia, en particu-
lar hacia cuatro proposiciones mayores: 1) el placer del saber geográfico;
2) la necesaria función crítica de este saber; 3) el crecimiento permanen-
te del campo de acción de la geografía; 4) el deber de rigurosidad.

1. Así, cuando Lévy hace el elogio del viaje y de la lectura, que «desen-
clavan” como él dice, ésto se aproxima a la idea del gozo del conoci-
miento enunciado por Brunet. ¿Quién se perdería el placer “de explorar
el globo terráqueo o el mapamundi”? La necesidad y el gusto por el des-
cubrimiento, la invención y la creación son también sugeridos por Flied-
ner, quien afirma que estos elementos suelen ser escasos en las geogra-

28 / Un debate de fondo Rodolfo De Koninck / 29


fías que él frecuenta. Finalmente, retrasando algunos momentos de sus En realidad es difícil asumir la participación en uno de los saberes
respectivos itinerarios de geógrafos, muchos de ellos hablan de solidari- centrales, que ocupa un rango equivalente a aquellos de la física o de la
dad, de apertura al mundo y de responsabilidad crítica. biología, de la filosofía o de la historia. Hay que tener audacia para rei-
vindicarse como formando parte de una disciplina cuyo objeto, la tierra
2. Así como Brunet considera esta responsabilidad crítica como parte habitada, tiene el descaro pero también la inteligencia de renovarse in-
constitutiva de la ciudadanía fundamental, Hulbert la considera como la cesantemente. En efecto, la geografía se encuentra constantemente ubi-
razón de ser del oficio de geógrafo, llegando a pregonar la implicación cada frente a nuevas responsabilidades (Claval), ya que «todos los días
política. Los múltiples inventarios de la utilización del suelo, realizados la humanidad produce territorios” (Brunet) y la geografía tiene entonces
durante los años 1960 y 1970 por geógrafos de Quebec que se habían el deber de «producir, hacer, realizar, la crónica de los cambios” (Raci-
abstenido de toda visión crítica, representan según él, un buen ejemplo ne); lo que implica por supuesto, aprender la lección. Pareciera real-
de lo que una geografía comprometida no debería hacer. Y, podríamos mente que esta disciplina fuera la única en poder hacerlo. Su capacidad
agregar, que constituye un ejemplo en el cual, sin embargo, se inspiran de abordar y de articular varios niveles de análisis la vuelven irrempla-
actualmente muchas geografías de la observación y otras especialidades zable (Bruneau).
geográficas [géomatiques]. Esta crítica se asemeja a aquella formulada Esta universalidad del objeto, la necesidad de continuar estudiando
por Bruneau, referente al rol de la geografía colonial en el desarrollo los lugares, teniendo siempre en cuenta la importancia de las redes, son
mismo de la disciplina. Ella se enriquece también con la proposición enunciadas con mucha fineza por McGee, quien se inspira de ejemplos
formulada por Lagarec, que recuerda la responsabilidad que le compe- notables, sacados de su propia experiencia de geógrafo fogueado por el
te a la geografía de implicarse en el establecimiento de modelos de pre- trabajo de campo. Implicarse localmente, como lo propone Hubert, aso-
dicción de las catástrofes naturales. Esta crítica se asocia a su vez a ciar el estudio de las redes a aquella de los lugares, como lo precisan
aquella que Brunet hace a la tendencia por la singularidad frente a la co- McGee y Brunet, saber decodificar la articulación de las escalas como
munidad, así como a la toma de posición de Levy, frente a la adhesión lo subrayan tanto Racine como Bruneau, Brunet y Lagarec, este último
a un cierto tipo de lógica comunitaria. Pues, algunas veces, por mirar viendo en ello un deber de predicción, no dejarse abrumar por la am-
demasiado en detalle uno se olvida de contribuir al análisis y a la com- plitud de los problemas a estudiar (Fliedner), responder a las demandas
prehensión de la universalidad de los procesos, camino fundamental- provenientes de otras disciplinas y renovadas constantemente (Claval),
mente indispensable para la función crítica de toda disciplina. descubrir lugares nuevos, siempre descubrir (Lévy), probablemente todo
ésto puede provocanos miedo.
3. Esta universalidad es lo que constituye en si mismo el atractivo del Frente a este formidable mandato de memoria y de inteligencia de la
campo de la geografía y representa su desafío permanente. Su irreducti- tierra habitada, es tentador capitular y ponerse exclusivamente a traba-
bilidad a tal o cual sector del territorio (ciudades o campos, ríos o ma- jar sobre tal objeto o con tal instrumento. Por otro lado, tales saberes
res, árboles o bosques, selvas), a tal o cual proceso (urbanización, abrir parciales (por ejemplo el de la ciudad), tales saberes instrumentales (por
comercio, erosión), a tal o cual medida (calibraje, ecuación, fotografía, ejemplo el de los mapas, los planos...) se cuentan entre aquellos que son
cartografía) es algo bien conocido. Pero esta irreductibilidad es difícil de codiciados por algunas disciplinas, tanto aquellas que son efímeras co-
asumir. No es fácil observar lo que se pone en juego en una ciudad, mi- mo aquellas algunas veces fundamentales, que buscan algunos favores
diendo e interpretando todas las articulaciones que ella misma y que ca- de un viejo saber como lo es la tierra. Es obvio, sin embargo que un ins-
da uno de sus miembros tienen con el mundo. De la misma manera que trumento, un brazo, separados de su cuerpo, estan condenados a un
no es fácil observar de cerca los árboles al mismo tiempo que tener una destino incierto, similar a todas las prótesis, cayendo así a merced de to-
visión global del bosque entero. das las modas y de todos los poderes. Se puede manipular un mapa pe-

30 / El futuro de la Geografía Rodolfo De Koninck / 31


ro no la geografía. Esta última constituye un saber emancipador y es, por LA GEOGRAFÍA VUELVE A OCUPAR
supuesto, lo que la hace tan codiciada. EL PRIMER PLANO

4. Algunas veces hay que tener valor, para afirmar su pertenencia a una Michel Bruneau
disciplina tan inmediata y concreta [“terre à terre”], osando ser fiel a sus CNRS-TIDE / Bordeaux
bases, y al mismo tiempo declararse por el humanismo. Sobre todo es
necesario tener determinación, persistencia y rigurosidad. Pues la geo-
grafía solamente garantizará su futuro a condición de ejercer ese deber
tan preciado para Brunet como para Racine, este último no vacilando en
elogiar una disciplina cuyos términos deben ser «marcados a fuego por
su fiabilidad metodológica”. Ahora bien, como lo explican estos dos au- La geografía y los conocimientos geográficos nacieron bajo su forma
tores, y contrariamente a lo que algunos pretenden, la geografía no de- moderna e incluso se han desarrollado enormemente, a fines del siglo
ja de consolidarse en ese plano. Desde luego, siempre habrá entre sus XIX y principios del XX, en una época en que los exploradores acaba-
practicantes algunos aficionados por la aproximación y el desánimo: ban de recorrer territorios aún desconocidos para la ciencia occidental.
amplitud del objeto obliga. Pero a la geografía, urgencia constantemen- En la época en que las grandes potencias edificaban sus imperios colo-
te renovada del mismo objeto obliga, no le queda más que constituirse niales, éstas necesitaban de un número creciente de conocimientos so-
en una filosofía de la tierra viviente, sin dejar de servir como central ins- bre esos territorios recientemente adquiridos y así poder valorizarlos. Las
trumental para todos los saberes que tienen el buen gusto de consultar- sociedades de geografía ocuparon así la escena. La geografía colonial ju-
la, teniendo en claro que es ella sola, en la medida de lo posible, la que gó un papel pionero en la reflexión y en la acción en materia de organi-
debe mantener el control sobre las condiciones de esta consulta; y te- zación de los territorios. La geografía, de la misma manera que la etno-
niendo también en cuenta que esta popularidad no deberá servir de pre- grafía, era un saber útil para los administradores coloniales, porque les
texto para la dispersión, la división o incluso el despedazamiento de la era indispensable para dominar a las poblaciones y los espacios recien-
disciplina. Por último, ¿es necesario agregar que la lógica más elemen- temente conquistados como para emprender su valorización. La geogra-
tal reclama que el ejercicio de ese inmenso mandato, propio a la geo- fía, disciplina empírica y fáctica, respondía a necesidades prácticas in-
grafía, deba ser confiado a los geógrafos? mediatas.
El desarrollo científico posterior se orientó hacia una profundización
de las diferentes ciencias de la tierra, de la vida y de la sociedad, mar-
ginalizando a la geografía con respecto a las otras disciplinas hasta re-
ducirla a un discurso escolar o informativo sin nivel científico, u obli-
gándola a dejarse absorber por esas ciencias como subdisciplina, bene-
ficiando en contrapartida de la cientificidad de aquellas. La insuficien-
cia relativa de estos saberes y técnicas, sin embargo muy especializados
para resolver los complejos problemas del desarrollo en sus relaciones
con el entorno, necesita la contribución de abordajes más globales y
multidimensionales de los cuales la geografía participa.
En efecto, hoy la situación es radicalmente diferente. El mundo prác-
ticamente no tiene espacios inexplorados, al contrario él está más limi-

32 / El futuro de la Geografía Michel Bruneau / 33


tado, dividido por redes de observación de todo tipo. El espacio se vuel- clopédie de la géographie (R.Ferras, D.Pumain), entre otras, son testigo
ve cada vez más un recurso escaso tanto para su preservación como pa- de esa renovación y profundización conceptual, en relación a cuestio-
ra su explotación. Los saberes científicos han progresado mucho princi- nes de modelización.
palmente en su profundización y su mayor especialización. Las ciencias La geografía al definir cada vez más su objeto como el estudio de las
de la tierra, de la vida y las ciencias sociales proveen una sobreabundan- interrelaciones entre las sociedades y el medio ambiente y los territorios
cia de datos y de análisis finos sobre el medio ambiente, el espacio, los que ella se apropia, ocupa una posición estratégica en el campo cientí-
territorios y las sociedades. El problema principal es el dominio del con- fico contemporáneo. La utilización privilegiada del útil cartográfico y de
junto de esos conocimientos y de sus interrelaciones en modelos com- la imágenes aéreas y satelitarias le permite más que a otra disciplina,
plejos que dan cuenta de esta realidad y permiten actuar sobre ella. abordar los fenómenos de la superficie de la tierra a través de diferentes
Nuevos útiles que recurren a la informática ponen a nuestra disposi- escalas de espacio y de tiempo a la vez. Es en este abordaje multiesca-
ción datos que se aproximan cada vez mejor a la complejidad de lo real la que reside en parte la originalidad del abordaje geográfico en relación
gracias a la abundancia y a la fineza de los cálculos ya tratados o sus- a las disciplinas vecinas.
ceptibles de ser tratados en tiempo real, o en un lapso de tiempo relati- Cada disciplina está enfrentada a fenómenos de distribución en el es-
vamente breve. Son todos datos proporcionados por los satélites de ob- pacio y tiene por esa razón, tendencia a crear su propia subdisciplina
servación de la Tierra, particularmente las imágenes, y todos aquellos geográfica: la biogeografía, la demogeografía, la geografía electoral, la
que pueden ser tratados por los sistemas de información geográfica. Por geolinguística, la geografía histórica, la paleogeografía, la geografía mé-
primera vez se puede pretender llegar, a corto o mediano plazo, a una dica... Cada una de ellas tiene su propia lógica de desarrollo, en gran
cobertura de la superficie terrestre que tienda a la exhaustividad. De la parte ligada esta última a aquella de la disciplina mas próxima. La geo-
misma manera y por primera vez, se puede abordar gracias a la reitera- grafía ha corrido el riesgo de fragmentarse y de desaparecer en tanto que
ción de estos cálculos y registros, el estudio de las dinámicas de todo ti- disciplina independiente. En efecto, la esencia misma de la geografía es
po de fenómenos, no hace mucho tiempo cosa absolutamente dificil de la de interesarse en los fenómenos socio espaciales y territoriales, de es-
realizar a falta de datos o de series cronológicas completas y detalladas. tudiarlos en su globalidad como estructuras y sistemas complejos, sin
En este contexto, se necesitan conocimientos y disciplinas que nos privilegiar el abordaje de tal o cual disciplina, pero teniendo en cuenta
permitan dominar la riqueza de esos múltiples aportes que las técnicas aquellas que son pertinentes a las diversas escalas consideradas.
de análisis multivariadas no pueden abarcar en toda su complejidad. El La geografía puede aportar algo nuevo y original a condición de que
abordaje sistémico, la ecología, las investigaciones sobre el paisaje han ella conserve una autonomía disciplinaria en relación con las disciplinas
hecho una contribución importante. La geografía vuelve a ocupar el pri- vecinas, y no de manera subordinada a cada una de ellas. Sólo a ese pre-
mer plano ya que se sitúa en el cruce de todos los saberes que proveen cio la geografía puede ser junto con la ecología, la historia, la sociolo-
conocimiento de la superficie terrestre modificada por la acción huma- gía, uno de esos abordajes que pueden contribuir al estudio de los fenó-
na. En gran parte ella ha colmado el déficit teórico y conceptual que la menos complejos que interesan al futuro de las sociedades humanas y
caracterizaba hace unos cuarenta años y utiliza toda la batería de técni- del mundo en su globalidad. Es la única ciencia social que tiene en
cas de tratamiento y de análisis de datos perfeccionados desde la Segun- cuenta los hechos naturales y para la cual los fenómenos espaciales y te-
da Guerra Mundial. Los conceptos de la geografía han sido precisados, rritoriales constituyen el centro de sus preocupaciones. Por ello su apor-
enriquecidos y aumentados. En el transcurso de estos últimos 25 años, te es esencial e irremplazable para la solución de los problemas contem-
revistas tales como l’Espace Geographique y los Cahiers de Geographie poráneos.
du Quebec han trabajado en esta dirección dentro del mundo francófo-
no. Obras tales como Mondes nouveaux (R.Brunet, O.Dollfus) y Ency -

34 / Le geografía vuelve a ocupar... Michel Bruneau / 35


LA GEOGRAFÍA, CIENCIA DE TERRITORIOS
Y DE REDES

Roger Brunet
Casa de la Geografía
Montpellier

Conocer el territorio

La geografía responde a una de las más elementales curiosidades: si-


tuar y situarse. Ella nos habla primero del escenario de nuestras accio-
nes y de las acciones de los otros. Ella tiene y debe conservar un hábito
de nomenclatura y de mapa; los historiadores disponen de sus fechas,
los naturalistas de sus minerales o de sus clasificaciones. Nombrar y si-
tuar los lugares forma parte de los gozos del conocimiento e igualmen-
te provoca la fantasía; jamás termina uno de explorar el globo o el ma-
pamundi. Los que “aman la geografóa” lo comprenden bien. Pero hay
aun más todavía: descubrir dónde se está. Es decir dónde, con quién, en
medio de qué, con qué fin, y de quién.
Ocurre en efecto que, existiendo y trabajando, las sociedades huma-
nas producen espacios, territorios, redes. Todo grupo humano, por más
primitivo que sea, vive en algún lugar y organiza su hábitat. Se apropia
de un territorio que pone en valor en el sentido figurado y propio del tér-
mino. Utilizando tanto los grandes y mínimos recursos, como las diferen-
cias de ese territorio. Lo recorre, traza caminos, que forman redes. Lo
equipa, si le es posible. Lo divide entre sus miembros, familias o clanes.
Intercambia con los vecinos. Determina lugares para ciertos usos, a tal
punto que en un cierto nivel de desarrollo que implique el intercambio,
se puede hablar de “división espacial del trabajo”: la mundialización de
la economía, el hecho a escala mundial, y tantas divisiones que conoce-
mos desde el neolítico... Todas esas actividades crean enseñanzas y cul-
turas. Es así que esas actividades tienen un aspecto espontáneo aunque
no por ello están desordenadas: muy rápido los grupos humanos perci-
bieron ciertas posibilidades, vieron que ciertos caminos eran más cómo-

Roger Brunet / 37
dos, y algunos lugares nefastos; y a partir de allí concibieron mitos, ta- mente su fuerte, limitándola a las duras caparazones de las montañas y
búes y pudieron también cometer errores. Pero aquello que tiene éxito de las ciudades. Es reducirla a lo natural, sino a lo primitivo, bajo el pre-
termina, en más o menos tiempo, por constituirse en ley. Y la naturaleza, texto que Michelet exigió que ella exprese “el materialismo de la histo-
las relaciones con los otros, la distancia imponen otras leyes. ria”, con el fin de ayudar a medir de esa manera el alcance de la eman-
El territorio está hecho de lugares diferenciados, ligados por redes. Es cipación de los hombres: bello objetivo, cruel asignación que, con la
un producto de la vida social, como la religión, el derecho, el arte, las complicidad ciega de Vidal de la Blanche, desvió la geografía durante
costumbres, las herramientas, las ideas. Es tan honorable como necesa- más de un siglo y cavó los atolladeros de los cuales no siempre pudo sa-
rio para la reproducción social. Tiene sus formas, sus reglas, sus prácti- lir, acantonándola al “suelo”, entendido como geología. Una vez más es
cas, sus representaciones, sus fracasos y sus éxitos; tiene también los ideologizar el territorio, considerar el apego animal por el territorio como
dramas de su apropiación, de sus impedimentos, de su conquista, de su una virtud, las “raices” por una parte del cuerpo humano: se busca en
intolerancia —o sus enriquecimientos por el intercambio y la convivia - Heidegger las “razones” del suelo, cuya única salida se encuentra en las
lité. ¿Cómo podría uno privarse de estudiarlo? Sin duda numerosas cien- geopolíticas de la desigualdad, incluso en las purificaciones étnicas.
cias o prácticas se interesan por algunos de sus aspectos particulares: las Ahora bien, pareciera que la mundialización desplazara la idea de te-
rentas, la gestión política, la tecnología de transportes o la ingeniería ci- rritorio, pero lejos de anularla, ella la acentúa y la vuelve más peligrosa.
vil. Pero ¿a quién se supone que le correspondería estudiarlo en el con - Las empresas juegan con las “deslocalizaciones” que en el mejor de los
junto de sus dimensiones sino precisamente al geógrafo? casos no son más que maneras refinadas de servirse de las diferencias
El fundamento de la geografía es identificar y comprender los luga- geográficas, y otras veces no son más que la traducción espacial de algu-
res, las redes que los unen, los territorios que los forman. Es aprehender nos mitos del beneficio. Existen aquellos que con el pretexto de que hay
el “medio” donde vivo, donde los otros viven: un saber fundamental pa- sólo una “aldea planetaria” donde todo se intercomunicaría, anuncian
ra todo actor-habitante, para toda empresa, para toda comunidad que “el fin de los territorios”: eso es un error o una burla. Nunca el sentido
debe administrar su territorio. Satisfacer esas curiosidades elementales del territorio y de las diferencias geográficas “a destacar”, en el sentido
es reencontrar las mismas de los griegos: ¿quiénes son esos otros y qué más cínico del término, han estado tan aguzados, y por otro lado no hay
vamos a hacer de ellos o con ellos? ¿Defenderse, intercambiar, robar? que alegrarse. Porque en este mundo mediatizado las diferencias se pro-
Los mitos de la conquista o de la rapiña con la Iliada, de la exploración fundizan, los comportamientos de exclusión se endurecen, los usos per-
con la Odisea, son mitos fundamentales del “sentimiento geográfico”. niciosos del territorio se propagan. La territorialidad se vuelve animal. Por
Los límites, los desvíos y las tentaciones de ese caudal de legitimidad haber perdido la brújula se buscan nuevos mojones aunque se termina fi-
son bastante conocidos: la geografía los ha experimentado a todos, y jun- nalmente en guaridas. El geógrafo no lo ignora, y tiene delante de él un
to con ella todos aquellos que no tienen de ella más que una idea rápi- trabajo cuyo campo se ha acrecentado considerablemente.
da, un entristecido recuerdo escolar. Se trata de conformarse con el mar- El territorio, que es el pan de cada día de la geografía, aunque por
co, con el contexto, sin ocuparse de los actores ni de sus actos. Es des- cierto no de su exclusiva propiedad, merece algunas consideraciones, y
cribir por describir, y satisfacerse de las evidencias. Es extasiarse frente a cierta reflexión. Debemos comprender su modo de producción, sus
la singularidad, sin querer ver la comunidad, o mismo la universalidad de usos, su funcionamiento, sus fragilidades. Todos los días la humanidad
ciertos procesos. Es creer en el determinismo de las configuraciones, en produce un territorio de la misma manera que produce arte, cultura, de-
la fatalidad de los lugares: la geografía es así intimada a justificar nues- recho, historia. Lo hace por costumbre, por inadvertencia, inconciente-
tras acciones o nuestros errores; “es culpa de la geografía”, “la geografía mente, simplemente trabajando y reproduciéndose. No obstante puede
manda”, “hacemos la política de su geografía” como tantas veces lo di- que ésto también suceda con un proyecto, con una voluntad de planea-
jeron Napoleón y algunos otros, para los cuales la geografía no era real- miento. Ella actúa sobre el territorio a partir de las herencias que recibe,

38 / La geografía, ciencia de territorios... Roger Brunet / 39


que fuerzan u orientan sus acciones; aceptándolas, modificándolas o aquí de dominios que tienen la ventaja de ofrecer por un lado la cam-
desconociéndolas. La acción sobre el territorio pone en juego actores biante riqueza de lo real singular y por el otro perspectivas de acerca-
cuyas estrategias y tácticas, medios y límites es necesario apreciar. En miento razonados. Estos autorizan y llaman a la mesura, al estudio com-
cambio, el territorio se convierte en medio de acción, que condiciona o parativo, a la modelización, a alguna teoría, hipótesis de trabajo y de
que provoca por sus formas y sus contenidos. Herencias y actores, me- comprobación. La geografía comenzó a salir de los pantanos de lo no-
dios y territorios: la dimensión geográfica agrega la choré a las dialécti- refutable; me gusta pensar que está en vías de “popperización”*.
cas de la techné y de la physis. De este modo para los geógrafos se volvió posible, aunque todavía
no de una manera habitual, cambiar los hábitos de trabajo dando vuel-
ta la problemática, y así poder pasar al razonamiento hipotético-deduc-
tivo. Dado un cierto número de elementos de situación y de condicio-
El comercio de los lugares nantes, en un sistema de actores definido, ¿qué debería resultar? Dado
que uno se encuentra a la vez en tales o cuales campos espaciales, ¿qué
La geografía dice cómo y con qué las sociedades hacen su territorio es lo que uno debiera esperar? La prueba del terreno permite verificar,
y lo que ellas hacen en él con el fin de de perdurar e incluso de prospe- confrontar, refutar. Es por ese camino, por esa forma particular de cuasi-
rar. Estudia la organización del espacio como producto social y como experimentación, que el geógrafo puede aproximarse a interpretaciones
elemento de reproducción social-simple o extensa, y no sin fracasos ni aceptables de las configuraciones espaciales. E igualmente lanzarse a la
menosprecios. Pone en evidencia en la medida de lo posible las lógicas evaluación prospectiva de los territorios, en los cuales las colectividades
sociales que se ocultan detrás de las formas de producción y de la utili- públicas y las empresas ponen muchas expectativas, tal vez demasiadas.
zación del espacio: no existe un modelo espacial sea tanto de gravita- La ciencia, de todas maneras, no está obligada a pasar a la acción, ni el
ción, de lugares centrales, de difusión, de cuadrícula o de tejido, que no geógrafo al planeamiento y equipamiento del territorio. Pero pareciera
exprese una lógica social, que de ese modo lo legitime. que, cuanto más exigente es éste último en investigación fundamental,
La geografía da cuenta de las reglas de esos trabajos y de esos juegos más posibilidades tiene de ser útil en la práctica, lo que ninguna otra
del territorio. Como en todo juego, los jugadores tienen hábitos, estrate- ciencia ignora.
gias, esquemas, regularidades y recurrencias. Tienen sus propias racio-
nalidades que se enmarañan y se contradicen. Con esfuerzo los geógra-
fos lograron poner de manifiesto las prácticas fundadoras de la diferen-
ciación y de la organización del espacio e igualmente de las leyes. Co- Los medios de la rigurosidad
nocen el gran peso de un istmo, de un estrecho, saben lo que significa
una frontera o un finistère hoy, en la historia, o en la prospectiva de los Los geógrafos se interesan desde hace mucho tiempo en el planea-
territorios. Comprueban que la producción del espacio, más allá de la miento del territorio. En un principio lo hicieron con un cierto empiris-
extrema complejidad y de la apariencia aleatoria de sus formas, sigue re- mo y también con cierta inclinación a colocarse como especialistas del
glas simples para responder a necesidades elementales, habitar, explo- “gran buen sentido” [“gros bon sens”]: ésto fue algunas veces apreciado,
tar, intercambiar, protegerse, etc. Las implicaciones de las distancias, de pero el buen sentido está mejor compartido de lo que algunos imaginan,
la gravitación y de los relevos, los fenómenos de agregación y de segre- no alcanza a la inteligencia de las cosas y se equivoca a menudo. Los
gación, los efectos de interfase, los lugares de sinápsis, de convergencia
y de bifurcación han sido mejor analizados desde que los geógrafos se
han familiarizado con el comercio de los lugares. Ahora bien, se trata * Referencia al falsacionismo de K. Popper [N. T.]

40 / La geografía, ciencia de territorios... Roger Brunet / 41


progresos de la teoría y de los métodos, el cambio radical de los hábi- sus aduladores, sobre la naturaleza del rendimiento y el estatus social de
tos, un poco más de ambición intelectual y de modestia práctica han aquellos que estan llamados a aprovecharlo, sobre los sistemas que los
cambiado la mano: la asistencia a la “acción” en el territorio se ha vuel- modelan, sobre las configuraciones y las redes que los estructuran.
to más estricta, más precisa, ella adquirió, explotó y desarrolló modelos
matemáticos y también supo cambiar de escala, no confinándose más
solamente en lo local y en lo inmediato.
Esas transformaciones se apoyan sobre la extraordinaria potencia de El valor de los signos
las nuevas herramientas, como lo son la teledetección y la informática y,
lo que es primordial, sobre nuevos métodos de trabajo. El análisis espa- En estos dominios, la geografía demostró que podía trabajar y prestar
cial se ha codificado y profundizado. No sería nada si no hubiese pro- servicios. Esta disciplina tiene dos grandes vias para conseguirlo. La pri-
gresado a la par el arte de saber usarlo y de formular problemas. Particu- mera es a través del conocimiento de un espacio particular, tanto tenga
larmente instrumentos y problemáticas han permitido valorizar mejor lo forma de red, como de territorio o de simple circunscripción, la región
que forma parte de la experiencia cotidiana de las escalas y de las situa- del lago Saint-Jean, Quebec como ciudad o Quebec como totalidad pro-
ciones. Al trabajar sobre el territorio, el geógrafo es sensible habitual- vincial. Analizarlo y comprenderlo implica que uno identifica allí a los
mente a las variaciones que introducen los cambios de escala y de me- actores y en consecuencia sus estrategias y representaciones e incluso
dio ambiente de los fenómenos. El geógrafo ha progresado desde que pu- sus mitos —los patrones de empresas modernas o los concejales no con-
do superar las escalas intermedias que le resultaban familiares para es- sumen menos mitos que las tribus aborígenes, aún cuando sean mitos
crutar lo continental o lo planetario por un lado , lo microespacial por el diferentes, asociados a graves errores de juicio sobre los lugares, las re-
otro; aprendió a trabajar sobre la segregación urbana, como sobre la or- des, sus “aptitudes” o sus “potencialidades”, sus “ventajas” y sus “han-
ganización de un continente entero, sin confundirlos y con medios y dicaps”.
principios diferentes. Aprendió con sus primos historiadores a diferenciar Debemos aún construir el sistema territorial que ellos animan, debe-
también las escalas del tiempo, de las acciones y de las “memorias” de mos evaluar herencias que pesan sobre ese sistema y aquellos sobre los
los territorios. Sabe también que no siempre el más “duro” resulta el más cuales se ejercen, debemos estimar a la vez los condicionantes locales
durable: los focos [“foyers”] de poblamiento y los sistemas de propiedad, y el efecto de los vecindarios y de decisiones a veces muy lejanas. Es la
por ejemplo, pueden mostrarse más resistentes que ciertas configuracio- “geografía regional” reencontrada: desde la antigüedad, la curiosidad es
nes naturales, o ciertos edificios que estaban llamados a perdurar. la misma, pero los métodos han cambiado un poco... Se modelizan or-
Las curiosidades y los aprendizajes por lo tanto se han extendido. El ganizaciones espaciales singulares sin jactarse de ser paradojal, y sa-
conocimiento de los territorios y del globo merecen un poco más de su- biendo que de esa manera uno proporciona los medios de estudios com-
tileza, de sentido de los matices y de la complejidad de las acciones. De parativos más rigurosos. Uno aprecia tanto mejor lo concreto singular y
ninguna manera esto obliga a caer en la vaguedad de lo “complejo” y de la diferencia cuando se tiene por un lado una idea de lo universal y por
lo “indeciso”, esos refugios eventuales de la pereza, sino a precisar me- el otro del proceso elemental. Uno “evalúa” el territorio, uno imagina lo
jor el lugar de cada cosa, es decir de los procesos confrontados, conver- que podría pasar allí “si tal cosas...”. Y uno define, de paso, un medio
gentes o contradictorios y así poder identificar mejor tanto los incentivos, de la acción por venir.
como los lugares y los límites de su efecto. Ninguna aproximación “inte- La segunda vía es el esclarecimiento de fenómenos de la sociedad a
grada” del “desarrollo sustentable” puede hacer caso omiso de esos es- través de la observación de las distribuciones espaciales, de la localiza-
fuerzos. Ninguna reflexión sobre la “performance” o la “competitividad” ción o de la difusión de los objetos, de tasas, de comportamientos. En
de los territorios puede evitar, que uno se interrogue sobre el interés de otros términos, uno mira el “mapa” del fenómeno, el cual a menudo es

42 / La geografía, ciencia de territorios... Roger Brunet / 43


invisible. Se “parte” del espacio, por supuesto. Cuando se está sin cono- ciencia de la complejidad bien entendida; pero a menos que lo comple-
cimientos previos, sin antecedentes, sin comprehensión del territorio y jo no sea una nueva flogística, cuál de ellas no lo es? Sus afirmaciones
del tema, uno se encuentra en la situación del que interpreta los dibujos y sus imágenes, como en todas partes, pueden ser mal interpretadas y
de la borra del café o de las líneas de la mano. Con una cultura del es- deformadas. Como las otras ciencias, tiene sus exigencias y es necesario
pacio y de los modelos de organización del territorio y de las redes, es un aprendizaje. Como las otras ciencias tiene sus aficcionados y sus afo-
posible sugerir pistas, proponer correlaciones para interpretar, detectar rismos de mostrador, de la misma manera que sus congéneres en lo irra-
rarezas para luego aclarar. Muchas ciencias tienen sus modelos espacia- cional tienen a sus astrólogos y sus medicastros.
les, que les sirven para descifrar fenómenos y distribuciones: Levi- Esta disciplina tiene su terreno privilegiado. Trabaja sobre formas es-
Strauss ha producido uno de ellos, la arqueología y la historia del arte paciales que son tan ricas como toda la literatura del mundo, la cual sin
los utilizan abundantemente, la psicología también; el ADN y los crista- embargo no emplea en eso más que algunas letras, algunas reglas de
les constituyen minas en ese sentido. La geomorfología está asentada so- gramática y que igualmente no maneja más que un número limitado de
bre una serie de modelos, a pesar de que muchos de sus practicantes no ideas y de sentimientos. A su vez conservó el sentido del lugar, y adqui-
imaginan que las obras humanas puedan tener las suyas propias. Pero la rió y profundizó aquél de las interacciones.Ella es más diversa en sus
geografía tiene ahora en la materia sus referencias, sus avanzadas y dis- aproximaciones (abordajes) de lo que yo pude expresar aquí, cosa que
pone de algunos métodos refinados de tratamiento matemático de datos es normal y necesario. Tiene aún mucho que estudiar, aprender y des-
en el espacio. cubrir. Al menos puede expresar, explicar, encontrar, probar algo de la
Esa es la gran diferencia con la geomancia que predice el porvenir organización del espacio terrestre, de sus lugares, de sus redes y de sus
vaticinando a partir de “signos”: Umberto Eco ya dijo todo sobre el te- territorios. De tal manera que el ciudadano, el político y el empresario
ma (Le Signe, La Guerre du Faux y el Pendulo de Foucault). En el globo los reorganicen según sus gustos que en general son contradictorios. El
y sus territorios no faltan los chamanes; es verdad que prefieren decla- geógrafo no les dirá lo que hay que hacer, pero pondrá todo su esfuerzo
rarse geopolíticos más que geógrafos. Uno reconoce al chaman por su en sugerir por qué es así, cómo funciona y qué podría pasar si tal cosa.
pretensión en que su “saber” es reservado, esotérico, inaccesible, ya que Por último queda decir que el geógrafo, en tanto que ciudadano como
es temido, demasiado cargado de poder o de magia. Prefiramos a aquel cualquier otra persona, puede tener también ganas de expresarse como
que no descuida el aprendizaje, que ofrece sus pruebas a la discusión y tal.
sus diseños a la contra-prueba , a aquel que admite en resumidas cuen-
tas la “popperización” de la geografía.

¿Como los otros, y sobre su terreno?

Hoy, no más que ayer, la geografía no se basta por si misma: no es lo


que se le pide a una ciencia. Ella puede estar correcta o mediocremen-
te practicada y puede ser invocada a tontas y a locas. Sólo quería decir
que la geografía recentrada sobre el conocimiento del territorio, dotada
ahora de instrumentos, de métodos y de teorías eficaces, aunque desi-
gualmente provisorias, es simplemente una ciencia como las otras. Una

44 / La geografía, ciencia de territorios... Roger Brunet / 45


EL FIN DE LA HISTORIA Y LA RESURRECCIÓN
DE LA GEOGRAFÍA

Paul Claval
Departamento de Geografía
Universidad de París - Sorbona (París IV)

Todo el mundo se acuerda de los debates desatados en 1992 por la


publicación de la obra de Francis Fukuyama El Fin de la Historia. Era el
fin de la historia lo que anunciaba? No, aunque si lo era el de las filoso-
fías de la historia que dominan el pensamiento occidental desde hace
dos siglos. La humanidad no espera más la redención de un porvenir
glorioso. Sabe que el futuro será tejido como el presente, de gozos y de
penas, de esperanza y desesperanza y que el progreso técnico corre el
riesgo, si no es controlado, de volverse contra los hombres.
Las ciencias sociales, en sus abordajes, privilegiaban al tiempo des-
de la época en que habían comenzado a diferenciarse, en el siglo XIX.
Habían nacido bajo el signo del evolucionismo y buscaban por diferen-
tes caminos, un sentido de la historia. Uno recuerda la querella entre Vi-
dalianos y Durkheimianos en los primeros años de nuestro siglo. Los
Durkheimianos no discutían el rol del espacio en la vida de las socieda-
des. ¿No había ya mostrado Durkheim en su tesis sobre La division del
trabajo social que ésta dependía de la densidad, pero aclarando que se
trataba de la densidad moral? Y era de allí que provenía el malentendi-
do: los Durkheimianos temían darle demasiada importancia al medio;
para ellos, la explicación de los fenómenos sociales no podía ser otra
que social, no podía tener un componente naturalista. Integraba sin re-
mordimientos la dimensión temporal del proceso, pero exigía que se
diera prueba de espíritu crítico fino cuando se trataba del espacio.
La duración pierde su rol dominante en las explicaciones sociales
desde el instante en que uno se da cuenta que los caminos de la evolu-
ción social son múltiples y no convergen necesariamente hacia un mo-
delo único. En los últimos 20 años se ha operado una transformación
completa en la manera de concebir los hechos sociales. En los años se-

Paul Claval / 47
tenta, eran numerosos los investigadores que declaraban su adhesión a cupaciones de la geopolítica podían parecer concluídas (caducas). ¿No
los esquemas marxistas puros. Sus actitudes cambiaron alrededor de los bastaba con tener una visión clara de la geoestrategia del emplazamien-
años 80. Algunos geógrafos, como David Harvey, se preguntaban de una to de los misiles intercontinentales para comprender los equilibrios de
manera grave, a mediados de los años 70, si realmente había un lugar disuasión (Claval, 1994)? En el mundo de después de la caída de los mu-
para la geografía, desde el momento que se había descubierto el marxis- ros, las tensiones cobran otras formas. Se enraizan en los nacionalismos
mo. Y he aquí que a comienzos de los años 80 este autor publica The y fundamentalismos de los cuales conviene analizar su génesis (su ori-
Limits to Capital donde completa las lecciones de Marx reintroduciendo gen) y comprender las ambiciones si se quiere evitar la multiplicación
el espacio en los esquemas elaborados por éste último y demostrando de los conflictos.
que la obsolescencia del capital bajo el efecto del progreso técnico im- En el transcurso de los últimos quince años el lugar que los estudios
plica necesariamente la migración de la iniciativa económica, fijada por sociales dedican a los hechos espaciales se ha ampliado considerable-
las realizaciones de otra edad, en todas partes donde la revolución in- mente. En consecuencia el estatus que ellas dan a la geografía ha mejo-
dustrial haya pasado; ella tiene necesidad de tierras nuevas para expan- rado. Aún no está tan alto como debiera: las críticas que se dirigen a la
dirse. disciplina no se justifican por su insignificancia sino por su incapacidad
En sociología, Anthony Giddens descubre, en Time Geography de de tener a veces que renunciar a los hábitos del espíritu que exhibían
Torstein Hägerstrand como las estructuras condicionan las opciones in- aquellos que la practicaban cuando se consideraban naturalistas.
dividuales. Introduciendo la noción de local, da lugar a toda una serie
de hechos, demasiado descuidados, según él, por las ciencias sociales,
y que se deben a los efectos de proximidad y a la permeabilidad que
ellos crean en el seno de los tejidos sociales (Giddens, 1984).
La agitación intelectual que se genera a mediados de los años 80, en
BIBLIOGRAFÍA
relación a la tésis que defenderá Frederic Jameson (1991) a propósito de
la postmodernidad, testimonia la misma mutación. Para él, como para FUKUYAMA, Francis, 1992, The End of History and the Last Man, The Free
Henri Lefebvre, a quien utiliza y prolonga, los conflictos que atraviesan Press, New York.
las sociedades contemporáneas, fundamentalmente no están más en re- HARVEY, David, 1983, The Limits to Capital, Blackwell, Oxford.
lación con la repartición de los frutos del trabajo. Ellos nacen del desi- GIDDENS, Anthony, 1984, The Constitution of Society , Blackwell, Oxford.
gual acceso de la gente a los recursos espaciales. No son más los gran- JAMESON, Fredric, 1991, Postmodernism, or the Cultural Logic of Late Capita -
des principios ligados a las interpretaciones históricas de la evolución en lism, Verso, New York.
general, y del capitalismo en particular, las que cuentan, sino las condi- CLAVAL, Paul, 1995, Géographie Culturelle, Nathan, Paris.
ciones de la vida de todos los días, el significado de estar instalado aquí CLAVAL, Paul, 1994, Géopolitique et Géostratégie, Nathan, Paris.
y no allá.
Las ciencias sociales dan una importancia al espacio como jamás ha-
bía ocurrido en dos siglos. Esto ubica a la geografía al frente de nuevas
responsabilidades: ya no está más en posición marginal en el seno de
una familia que privilegia la duración; es hacia ella que uno se dirige
cuando se busca comprender el sentido que los hombres dan a la vida
(Claval, 1995).
En la época de la confrontación de los dos super-grandes, las preo-

48 / El fin de la historia... Paul Claval / 49


LA CRISIS DE LA GEOGRAFIA HUMANA EN ALEMANIA.
ALEGATO POR UNA DISCIPLINA *

Dietrich Fliedner
Universidad de Saarbruecken
Alemania

1. La geografía universitaria atraviesa una crisis. Esto es verdad para Ale-


mania como para tantos otros países. Por restricciones presupuestarias
impuestas por todos los Laender alemanes, responsables de las universi-
dades, los presupuestos de los institutos de geografía y, consiguientemen-
te, los puestos de trabajo, son reducidos o abolidos enteramente. La geo-
grafía no es la única disciplina involucrada, pero aparece de manera ca-
da vez más evidente que no es más considerada como una disciplina im-
portante, al punto de dejar de figurar a veces en las grillas de las univer-
sidades, sin siquiera hablarse de ella. Actualmente, en tanto que discipli-
na, no presenta un perfil y no ofrece una problemática global.
Sin embargo el deseo de los jóvenes de estudiar la geografía no ha
disminuido para nada. Al contrario: buena cantidad de Universidades
estan forzadas a practicar un Numerus clausus de manera extraordina-
ria. Por un lado, el oficio de profesor de secundario se ha vuelto atracti-
vo —luego del bloqueo de puestos durante varios años— desde que se
los necesita nuevamente. Pero lo que atrae sobre todo, es la carrera de
Diplomgeograph que desemboca en la geografía aplicada y permite,
mejor que otras disciplinas, encontrar un empleo. Un estudio hecho en
el Instituto de Geografía de la Universidad de Hamburgo (Ratter, 1995)
demuestra en efecto que un número considerable de jóvenes geógrafos
ocupan puestos en la planificación urbana y regional, en los organismos
de investigación o en las compañías especializadas en los problemas del
medio ambiente; se los encuentra también, aunque en menor medida,

* Traducción de la versión francesa traducida del alemán por Wolfgang Bruecker (Uni-
versidad de Saarbruecken).

Dietrich Fliechner / 51
en los medios de comunicación, las empresas de tratamiento de la infor- zo de modos de vida rurales por formas más urbanas. La localización del
mación, por ejemplo para la puesta a punto de S.I.G., y en las oficinas comercio minorista en los suburbios debilita tanto los centros de las ciu-
de relaciones públicas. Quedan evidentemente muchos que encuentran dades como las zonas rurales.
una actividad fuera de la geografía. Aparentemente, es la formación glo- —En el plano comunal, los problemas específicos son múltiples y
bal ofrecida por la disciplina y su capacidad de adaptación las que conciernen a los hombres directamente. Es sobre todo la comuna la que
abren un abanico muy extenso de ocupaciones potenciales. resulta responsable de la infraestructura (por ejemplo, el mejoramiento
A menudo los jóvenes llegan a la universidad llenos de ideales, quie- de las vias de circulación intra-urbanas) o de la protección contra el rui-
ren contribuir a resolver los problemas que asedian a los hombres de do. Hay un interés creciente por la historia local así como por la bús-
hoy. Y efectivamente, esos problemas conciernen directa o indirecta- queda y la protección del paisaje cultural tradicional.
mente a los geógrafos : —Por debajo del nivel comunal, las familias y los establecimientos
—En el plano mundial, donde se confrontan a nivel económico y forman comunidades vitales. Debido a las necesidades económicas, las
geopolítico los grandes conjuntos territoriales, los países industrializa- estructuras de los establecimientos sufren cambios permanentes. Esto pi-
dos y el tercer mundo con los problemas ligados a la evolución demo- de una adaptación en la esfera personal. Alli, los problemas causados
gráfica y a la explotación de recursos sin consideración por el medio por el desempleo afectan la vida en común. La estructura de la familia
ambiente. conoce cambios profundos, la baja del número de casamientos, el au-
—En el plano internacional, donde las reestructuraciones territoriales mento de hogares para cada persona, influyen en el mercado de la vi-
ligadas a las reivindicaciones nacionales y étnicas con los desplaza- vienda y de la mano de obra, creando nuevas estructuras sociales que
mientos de población y las migraciones más o menos forzadas en el in- son también el origen de nuevos problemas.
terior de los continentes o de un continente al otro, constituyen fenóme-
nos importantes. En civilizaciones diferentes, las formas de vida cam- Hasta aquí, solamente algunos tipos de problemas en los cuales los
bian de manera dramática, poblaciones autóctonas son rechazadas o geógrafos se interesan y deben interesarse. La fuerza de la geografía en
mismo asimiladas. relación a las otras disciplinas consiste sobre todo en su competencia pa-
—En el plano nacional, egoismos étnicos y nacionalismos provocan ra analizar los fenómenos en el espacio, en integrar los múltiples elemen-
guerras devastadoras. Lo mismo durante épocas pacificas se producen tos que allí se encuentran, para establecer las relaciones entre ellos y
desequilibrios entre los países. La agricultura pierde su importancia en construir síntesis. Pero para eso la geografía debe continuar fiel a su na-
la competencia internacional; industria y servicios toman la delantera. turaleza y evitar las trampas de la super especialización. Debe examinar
Se sucede una concentración espacial de las fuerzas económicas y, por lo que pasa en la superficie de la tierra, medio natural que el hombre
otro lado, un debilitamiento de las periferias. El abismo entre ricos y po- transforma para practicar sus actividades en el cuadro de diferenciacio-
bres se profundiza; el desempleo se vuelve un problema permanente. nes regionales variadas donde las relaciones políticas, culturales, econó-
—En el plano regional, la polarización de la población está acompa- micas y sociales deben ser tomadas en cuenta en toda su complejidad.
ñada por toda clase de problemas: falta de alojamiento, circulación caó-
tica, polución, formación de ghetos, aislamiento de los individuos, pro- 2. Así definida, la geografía empírica ocupa un lugar sólido en la comuni-
gresión de la criminalidad. En las regiones que se vacían, por lo contra- dad de las disciplinas científicas. Pero por otro lado es justamente esta di-
rio, no se puede proporcionar más ni la infraestructura ni los servicios versidad de temas tratados, la que crea problemas. Es difícil explicar a los
necesarios a la población restante. La migración cotidiana crea enormes observadores externos por qué, por ejemplo, investigaciones sobre la po-
problemas de circulación y obliga a financiar nuevas rutas y medios de lución, sobre la geografía histórica del hábitat, o sobre el conocimiento del
transporte en común. Pero esto contribuye al mismo tiempo al reempla- tercer mundo conciernen todas a una misma disciplina, la geografía.

52 / La crisis de la geografía humana... Dietrich Fliechner / 53


La geografía humana teórica debería permitir responder a ese proble- Otros cambios sobrevienen, sobre todo en los años 1950 y 1960, con
ma, sin embargo, es justamente en ese dominio que se manifiesta una la desaparición del estudio del paisaje que reune en un mismo nivel la
cierta dificultad. Si anteriormente el Congreso de Geógrafos Alemanes geografía física y la geografía humana. La geografía regional (Laender -
(Deutscher Geographentag) era un foco de discusión que indicaba la di- kunde) se transforma en una búsqueda de los problemas de interés geo-
rección de la investigación futura, ya no lo es más. Hoy día las especia- gráfico en las regiones, es decir en una “geografía de los problemas re-
lidades de la geografía que, por una división continua, se vuelven cada gionales” (Problemorentierte Laenderkunde). Se comienza a poner el
vez más estrechas, llevan una vida relativamente independiente, y por acento en la búsqueda de interacciones y de probabilidades, del com-
ésto, los geógrafos intercambian sus experiencias dentro de numerosos portamiento de los hombres y de los procesos de difusión, y es a partir
círculos restringidos o de grupos especializados. Contrariamente, no de eso que se define en lo sucesivo el espacio. Además se reconoce que
conservan más que pequeños lazos fuera de su terreno de interés, con- la naturaleza y la civilización deben ser observadas separadamente da-
tactan además, sobre todo a colegas trabajando en disciplinas vecinas, do que obedecen a leyes diferentes (Bartels, 1968: 160; Hard, 1973).
pero no geógrafos, así sean planificadores, historiadores, economistas o Desde entonces, las geografías física y humana siguen caminos diferen-
sociológos. tes. La geografía cuantitativa, nacida en los Estados Unidos (entre otros:
Con todo, en el seno de la geografía humana Teórica, los contactos Garrison, 1956-1960), hace su entrada también en Alemania e introdu-
se han vuelto insuficientes. Recorriendo la literatura específica publica- ce allí nuevos métodos de investigación (entre otros: Bahrenberg et al.,
da estos últimos años en Alemania, debe constatarse que los debates se 1985-1992). Al mismo tiempo, el modelo de difusión así como la Geo -
enrarecen. Es verdad que se presentan numerosas aproximaciones teóri- grafía del Tiempo (Time Geography)* (entre otros: Haegerstrand, 1975)
cas nuevas pero sólo se interesan en ellas círculos restringidos. De esta encuentran un terreno muy fértil en la geografía alemana.
manera, no debe sorprender que exista toda una serie de concepciones Como gran teoría interdisciplinaria se presenta sobre todo la teoría
nuevas que son sin embargo apenas comparables. A pesar de que este (tradicional) de los sistemas (Systems Theory).1 A través de ella, se trata
hecho pueda ser embellecido por el eufemismo de “pluralismo moder- de aprehender lo más precisamente posible los diferentes datos observa-
no”, eso no cambia nada el aspecto nebuloso de la geografía teórica. He bles (por ejemplo población, estructura social, cantidad de tráfico, etc.)
aquí el problema principal: la geografía carece de una base teórica que en su grado de dependencia, para así llegar a distinguir las tendencias
sirva como referencia para todos. de una evolución. Esta teoría ha investido la geografía a través del estu-
Anteriormente, la orientación de las investigaciones hacia la geogra- dio de las ciudades y de la investigación de los ecosistemas (por ejem-
fía regional (laenderkunde) era la que impedía sobre todo una división plo, Ellemberg, 1973). Parece sin embargo extraño que los trabajos en
de la geografía en secciones. A principios de siglo estaba sobreentendi- geografía humana, que se refieren a la teoría de los sistemas, no hayan
do que el objeto central de la investigación en geografía era el espacio,
entendido como “un fragmento de la superficie terrestre” que puede ser
elegido siguiendo puntos de vista diferentes (Hettner, 1934: 144) : el es - * [Nota del compilador: en rigor debería ser traducida como Geografía-tiempo o Geo -
grafía temporalizada. La expresión Geografía Histórica, tal como es traducida Time Geo -
pacio como recipiente de tres dimensiones. graphy en la versión española de La constitución de la sociedad. Bases para la teoría de la
En los años 1920 y 1930, la perspectiva cambia con la introducción estructuración de A. Giddens (Amorrortu Editores, Bs. As., 1995) tampoco nos parece co-
del estudio del paisaje (Landschaftskunde) y el método funcional (Wai- rrecta. No se desprende de la obra de Hägerstrand que su preocupación haya sido incor-
porar la dimensión, en rigor, histórica a la geografía. La incorporación de la temporalidad
bel, 1927/1969, 1933; Christaller, 1933). Entonces, la yuxtaposición or- en Geografía no implica necesariamente conectar la Geografía con la Historia. Hay cier-
denada de las actividades y de los fenómenos en el espacio, que se de- tamente una historia del tiempo. Esto no implica que toda consideración temporal sea his-
fine por sus distancias, se vuelve el centro de interés de los geógrafos: el tórica].
1. Wiener, 1948; von Bertalanffy et al., 1952-1977; Forrester, 1969; Vester von Hes-
espacio como orden. ler, 1980.

54 / La crisis de la geografía humana... Dietrich Fliechner / 55


utilizado las posibilidades matemáticas que ofrece esta teoría, por ejem- ciones; se encuentran en el centro de la teoría de la regulación. La es-
plo la simulación de procesos, y que solamente hayan adoptado verbal- tructura del crecimiento y los mecanismos de coordinación se influyen
mente de ella, los modelos de base. De esa manera, el enunciado que- mutuamente (Cossembruegge, 1992: 122; Bathelt,1994: 65). En ese con-
da vago, también en lo que respecta a la problemática del espacio. texto el espacio toma importancia, y de esa manera se establecen lazos
Los geógrafos de la época actual, después de los años 1980, no sa- con la geografía.
ben claramente cómo definir el espacio. Dicho ésto, hay que preguntar- Sin embargo, la evaluación de esas reflexiones genera problemas.
se si esta noción, después de todo, tiene siempre como función ligar las Hasta allí, los geógrafos no se sirvieron aún de la teoría (tradicional) de
diferentes especialidades en el seno de la geografia, y si ella puede to- los Sistemas, aunque la proximidad estructural de esta teoría sea eviden-
davía ser considerada como esencial para la identidad de nuestra disci- te. De esta manera no se toma verdaderamente partido, todo queda un
plina (Hard, 1988: 268; Werlen,1993; Pohl, 1993). En tanto que objetos poco nebuloso y, en parte también superficial.
de investigación de los geógrafos, los países y las regiones han perdido La geografía humana se interesa igualmente en las concepciones de
importancia; hoy, una suerte de geografía regional es producida por los los sociólogos Luhmann y Giddens, cada uno habiendo desarrollado
periodistas, las empresas de turismo o por los hombres políticos para sus una teoría social general: Luhmann (1984) trata de desarrollar su propia
fines específicos. En esta perspectiva, los teóricos en geografía humana teoría de sistemas de la sociedad que se distingue de la teoría tradicio-
deben asumir una responsabilidad muy particular. No se trata aquí de nal. “Cada contacto social está entendido como sistema hasta que la so-
teorías de diferentes especialidades, sino de teorías de la geografía hu- ciedad como una totalidad toma en consideración todos los contactos
mana global. Nosotros presentamos entre ellas las más importantes. potenciales” (p.33). Los sistemas se constituyen como unidades por sus
La geografía radical o marxista tiene sus raíces en la teoría crítica sentidos; otros sistemas sociales se diferencian en sí mismos estructural-
(Kritische Theorie), concebida en la Escuela de Frankfurt por filósofos y mente y, además, se reproducen (autopoiesis)*. Se refieren “a sí mismos
sociólogos. Harvey (1973) en el lugar de la ciudad capitalista, trata de en la constitución de sus elementos y de sus operaciones elementales”.
demostrar que la estructura de la sociedad, la distribución de la pobla- (p.25).
ción en el espacio social y a través de ello y en consecuencia, la distri- En cuanto a Giddens (1984/1988), éste ubica la acción humana más
bución de ricos y de pobres depende del movimiento de bienes. Con la al centro, considerando el análisis de los procesos sociales concretos co-
industrializacion, los movimientos de bienes son dirigidos de manera mo la tarea principal de la teoría social (p.31). Las acciones son confi-
que los contrastes entre las ganancias persistan o sean incluso aumenta- guraciones sujetas a condiciones que por su lado resultan informaciones
dos. En Alemania, Beck (1982) se aproximó a esta perspectiva. Entre tan- espacio-temporales (sistema económico, sistema jurídico, etc.). Giddens
to, probablemente bajo la impronta del derrumbamiento del socialismo emplea también la noción de “sistema”; segun él, los sistemas sociales
dictatorial en Europa del Este, el atractivo de la geografía radical ha des- “no son colectivos de individuos, sino redes de relaciones —realizadas
cendido visiblemente.
La teoría de la regulación, que desde hace poco es discutida también
* [N. del compilador: Término aportado por H. Maturana R. y que N. Luhmann carac-
dentro de la geografia humana, ha salido de las ciencias sociales y eco- teriza como “material explosivo”. J. Torres Nafarrete lo considera “un principio teórico”
nómicas (entre otros: Lipietz, 1985; Hirsch, 1985). Según la misma, las que obliga a mirar de otra manera una serie de certezas con las que operamos ordinaria-
partes importantes de la sociedad se organizan ellas mismas. La evolu- mente. Procura ser un principio teórico transversal a las ciencias de la naturaleza y socia-
les y entre diferentes ámbitos objetuales. En la terminología piagetiana podría decirse que
ción económica y social a largo plazo está “considerada como una su- es un término “transobjetal”.”La característica más peculiar de un sistema autopoiético es
cesión indeterminada de fases de evolución estables (formaciones) y de que se levanta por sus propios cordones y se constituye como distinto del medio circun-
crisis de evolución (crisis de formación o crisis de acumulación)” (Bat- dante a través de su propia dinámica, de tal manera que ambas cosas son inseparables”
(Maturana Romesín, Humberto y Francisco Varela, 1984, El árbol del conocimiento, ed.
helt, 1994: 64). Fordismo y Posfordismo son los ejemplos de tales forma- Universitaria, Chile, p. 28).

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en sus acciones— entre personas” (Jaeger et Steiner, 1988: 138). Las es- poco quién es su actor, lo que quiere, cómo llega a realizar su voluntad.
tructuras sociales están puestas por encima de los sistemas; ellas contie- Queda sobre todo en la oscuridad cómo las acciones del micro-nivel es-
nen las reglas que dirigen las acciones. Las estructuras sociales crean ti- tán ligadas entre ellas, cómo están combinadas en procesos de macro-
pos de acciones que, por su lado, retroactuan sobre esas estructuras. En nivel.
esta concepción, llamada Teoría de la Estructuración, el espacio —con- Es verdad que la importancia del espacio está subrayada, aunque no
trariamente a la teoría de los sistemas de Luhmann— juega un cierto rol. por los creadores de teorías, sino por geógrafos (entre otros: Ossem-
Los individuos no pueden actuar entre ellos de otra manera que estando bruegge, 1992 y Bathelt 1994, teoría de la regulación; Klueter, 1986,
“co-presentes” (p.54). Giddens se refiere, entre otros, a la geografía del teoría de sistemas según Luhmann; Jaeger, Steiner, 1988 y Reichert,
tiempo de Haegerstrand (1975). 1988, teoría de la estructuración segun Giddens); sin embargo, el lector
Con más insistencia aún, el geógrafo Werlen (1988) ubica la acción no aprende en qué lugares, por ejemplo, nacen las innovaciones, como
en el centro de su concepción. Se basa en las concepciones de la teoría se diferencian las estructuras sociales en el espacio, cómo cambian con
de la acción, desarrolladas en la psicología y la sociología. Según él, las la distancia, cómo se forman las fronteras. En resumen, para el geógra-
acciones, realizadas por los individuos, son las unidades más pequeñas fo, la creatividad del hombre, su don de cooperación y la dinámica que
de investigación. Es a través de ellas que se constituye la sociedad tam- de ambos resulta en el espacio no son tomadas en cuenta en estas teo-
bién en el espacio. Desde ese punto de vista, las acciones tienen interés rías.
para el geógrafo. Se comprueba aquí que éstas, nacidas sin excepción fuera de la geo-
Antes que nada, todas esas teorías no se dejan controlar de manera grafía, no tienen en cuenta que existen dos tipos de espacio :
empírica; sus enunciados son imprecisos. Aquí, tenemos que vernosla 1) los “espacios homogéneos”: Otremba (1959/1969: 429) los ha lla-
con manifestaciones de opinión aunque inteligentes y de alto nivel. Ade- mado, entidades de espacios estructurales; Bartels (1968: 74) hablaba de
más, se vuelve evidente hasta qué punto las geografías humana, teórica regiones —por ejemplo, la formación económica (Wirtschaftsformation)
y empírica, se han alejado una de otra. Para la imagen de marca de la de Waibel (1927/1969: 248), del tipo de culturas hortícolas.
geografía, no deja de tener importancia que estemos tan rápidamente 2) los “espacios centro-periferia”: Otremba (1959/1969: 431) los ha
dispuestos a adoptar teorías desarrolladas fuera de la geografía —esto da llamado entidades de espacio funcionales, Bartells (1968: 108) hablaba
la impresión que los geógrafos tienen necesidad de otras disciplinas co- de campos (Felder) —por ejemplo, el sistema de los círculos de von Thü-
mo proveedoras de ideas. Sin ninguna duda, las teorías tratadas aquí nen.
ocupan un lugar importante en esas disciplinas, y como nos inspiran,
hay que conocerlas. Solamente, en lo que concierne a nuestra cuestión Sin embargo, los dos tipos de espacio están entremezclados: la “for-
central, incluso lo que es y quiere ser la geografía, es rigurosamente ne- mación económica de las culturas hortícolas” se integra en el sistema de
cesario que los geógrafos se vuelvan ellos mismos creativos. ¿Por qué no von Thünen. Está compuesta de zonas más pequeñas con una estructu-
podrían también ellos inspirar a los colegas de otras disciplinas? ración central periférica, es decir comunas rurales, granjas que practican
Pero dejemos esto de lado: todas esas teorías evocadas precedente- la cultura hortícola utilizando igualmente sus relaciones exteriores con
mente ponen en relieve e interrelación ciertos caracteres de la sociedad, intermediarios y compradores. Esto depende entonces de la manera de
marcan sus influencias recíprocas y su importancia. Aunque crecimien- observar la situación: como parte de un espacio “homogéneo” o de un
to y evolución estén allí integrados, los enunciados dan la impresión de espacio “centro-periferia”.
no tener referencia en la historia. Se habla de procesos, pero no se sabe Si queremos comprender la dinámica de la sociedad, debemos diri-
quién los ha iniciado, cómo se desarrollan, de qué manera están estruc- gir nuestra mirada hacia los espacios “centro-periferia”. Allí, los deseos
turados, cómo influencian la estructura de la sociedad. No se sabe tam- y las posibilidades de los hombres así como las acciones están ligadas,

58 / La crisis de la geografía humana... Dietrich Fliechner / 59


ordenadas y organizadas en procesos. Si se quiere entender esto, la in- aqui un grupo de hombres que, practicando la división del trabajo, coo-
vestigación debe extenderse también sobre el contenido, la historia, y peran en una tarea común y precisa. Un ejemplo de ello es el estableci-
los mecanismos de gestión de los grupos de hombres implicados, sobre miento industrial: los hombres cooperan, y la división del trabajo sirve
el alcance de los eventos y de los fenómenos. Estos espacios deben ubi- para fabricar productos bien definidos. Este establecimiento bien organi-
carse en el centro de una teoría geográfica. zado mantiene —en tanto que centro— contactos múltiples con su en-
torno, por lo tanto con la periferia; refleja de esa manera el espacio
3. El regreso al interés por este tipo de estructuración del espacio se ma- “centro-periferia”. Si se quiere, el individuo, en tanto que miembro del
nifiesta a partir de la geografía humanista, nacida en los años 1970 y establecimiento y por su trabajo, se integra en la sociedad; la acción in-
1980; observa la manera de los individuos de actuar en su medio vital dividual (micro nivel de la sociedad) es, participando en el proceso del
específico, es decir que el individuo se encuentra en el centro del espa- establecimiento (macro-nivel), efectiva en las estructuras de la sociedad
cio, el medio vital en tanto que medio ambiente formando la periferia. (cf. capitulo 2). Así, un gran número de acciones convergen en un pro-
El interés se concentra sobre la comprehensión del universo del hombre ceso superior, es decir la fabricación de un producto en el marco del es-
“para estudiar las relaciones con la naturaleza de la gente, su comporta- tablecimiento.
miento geográfico tan bien como sus sentimientos e ideas en relación al El establecimiento no es más que el ejemplo de una poblacion. Toda
espacio y al lugar” (Tuan, 1976: 269). Las relaciones entre el hombre y la sociedad está compuesta de poblaciones. Cada cual sabe reconocer-
su medio ambiente natural, así como la de los hombres entre ellos, son las; no se trata entonces de fenómenos construidos. Apenas se compren-
estudiadas en su contexto espacial; se trata de análisis subjetivos. No se de que, hasta ahora, no hayan jugado un rol notable en la discusión teó-
trata aquí de medir o de probar. Lo que cuenta, es que hay que integrar rica, dado que los geógrafos las emplean permanentemente. A partir de
lo que concierne al contenido, como lo muestra un ejemplo (según Hettner (1923/1929), nos interesamos en las altas civilizaciones, a partir
Tuan, 1984:176): cada mañana, un hombre va de su casa a su lugar de de Ratzel (1897), estudiamos los estados y los pueblos, a partir de Bo-
trabajo y regresa cada tarde. Luego, publica la teoría de la relatividad. bek (1928), Christaller (1933) y Schöller (1957/1972), las ciudades, a
Entonces ¿el geógrafo debe registrar solamente ese ir y venir cotidiano e partir de Schlueter (1903) el habitat y las comunas, y desde hace mucho
integrarlo en el contexto social? O, ¿no es más importante acaso hacer tiempo, los geógrafos económicos examinan establecimientos de agri-
investigaciones sobre lo que ese hombre observado hace verdaderamen- cultura, de la industria o del sector terciario. Por otra parte, es evidente
te, lo que él hace para la sociedad y dentro de qué interrelaciones? La que sobre los planos global, internacional, nacional, regional y local,
respuesta parece clara: es de esa manera que se define el espacio que existen problemas que necesitan ser estudiados, como lo hemos demos-
nuestro hombre utiliza. trado a través de los ejemplos del primer capitulo.
Una gran parte de los geógrafos que hacen investigaciones empíricas La noción de población debe ocupar también una posición central
no tienen problema en identificarse con la geografía humanista. Pero es- en la geografia teórica. Se encuentran poblaciones por todos lados sobre
ta concepción, ¿provee verdaderamente una orientación, un cuadro a la tierra; cada individuo juega un rol en una familia y/o en un estableci-
esas investigaciones empíricas? El problema de la geografía humanista miento, en una comuna, en una étnia y/o en un pueblo, en un Estado,
es —como en las teorías de las cuales acabamos de hablar— que le fal- en una civilización, y encuentra allí su identidad, deseando al mismo
te precisión en el enunciado, que permita la interpretación, que los re- tiempo su desarrollo positivo. Cada población asume ciertas funciones
sultados no sean comparables. dentro de la humanidad entera, por ejemplo, el Estado se encarga de la
Se debe entonces reflexionar sobre la definición de la interrelación protección y el orden, la comuna de la infraestructura, el establecimien-
entre el centro y la periferia de una manera más precisa. En esta situa- to de la producción de bienes materiales e inmateriales. Las poblaciones
ción, la noción de población puede ayudar: por población, se entiende son los centros dinámicos, los instrumentos a través de los cuales los

60 / La crisis de la geografía humana... Dietrich Fliechner / 61


hombres forman la sociedad. Por lo tanto es por medio de las poblacio- Agradecimientos:
nes que el hombre hace funcionar la sociedad. Quiero agradecer a los señores Wolfgang Bruecher y a Peter Doerrenbaecher
(Universidad de Saarbruecken) por las importantes contribuciones hechas en es -
La estructura y el funcionamiento de las poblaciones están sometidas
te texto. Agradezco especialmente a los señores Wolfgang Bruecher y François
a reglas que pueden ser formuladas en un modelo matemático (Fliedner, Hulbert de haber tomado el compromiso de la traducción.
1992). Se trata de sistemas que contrariamente a los sistemas de la teo-
ría de sistemas tradicional de la cual acabamos de hablar —se organi-
zan a sí mismos y por ello consumen energía en un sentido físico. Esto
se manifiesta por el trabajo (o por transferencias financieras) que los BIBLIOGRAFÍA
hombres efectúan a través de su profesión o por su rol en el marco de
BAHRENBERG, G., GIESE, E. y NIPPER, J.,1985-1992, Statische Methoden in der
esas poblaciones para conservarlos. Sobre la base de la división del tra- Geographie, volumen 2, 2da. Edición, Stuttgart.
bajo, las poblaciones colaboran en la organización y en la producción BARTELS, D., 1968, Zur wissenschaftlichen Grundlegung einer Geographie des
en tal medida que un hombre solo no sería capaz. Esto pasa a través de Menschen, Erdkundl, Wissen, Wiesbaden, 19.
procesos; es por eso que nosotros llamamos a esta concepción la teoría BATHELT, H., 1994, Die Bedeutung del Regulationstheorie in der wirtschaftsgeo -
de los procesos. graphischen, Forschung. Geogr. Zeitschr., 82 : 63-90.
BECK, G., 1992, Der verhaltens-und entscheidungstheoretische Ansatz, In, P.
Todo esto puede ser estudiado de una manera empírica. Hay que pre- Sedlacek (éd.) Kultur-/Sozialgeographie, Paderborn, pp. 55-89.
guntarse entonces cómo los procesos son formados en ellos mismos, BERTALANFFY, L. von, BEIER, W. y LAUER, R., 1952-1977, Biophysik des fliess -
cuál es la importancia de las diferentes fases (por ejemplo planificacion, gleichgewichts, Braunschweig, 2da. Edición.
realizacion), cuáles de ellos son los fines para el desarrollo entero del BOBEK, H., 1928, Innsbruk. Eine Gebirgsstadt, ihr Lebensraum und ihre Erschei -
proceso y para la población y cómo eso se manifiesta en la realidad (por nung, Forsch. Zur deutsschen Landeskunde, 25.
CRISTALLER, W.. 1933, Die zentralen Orte in Sueddeutschland, Jena.
ejemplo a través de las innovaciones). A continuación hay que examinar
ELLENBERG, H., éd. 1973, Oekosystemforschung, Berlin.
las estructuras jerárquicas, cómo se desarrolla el espacio, etc. Se abre FLIEDNER, D., 1981, Society in Space and Time, Saarbruecken, Arb. Aus dem
allí un campo de investigación muy vasto; ya lo hablé más en detalle Geogr. Institut der Univ. des Saarlandes, volumen 31.
(Fliedner, 1981 y 1993). FLIEDNER, D., 1992, Mankind as Society, an Example of a Nonequilibrium Sys -
tem, Systems Research, 9(3) 29-45.
FLIEDNER,D., 1993, Sozialgeographic, Berlin/New York.
4. Me interesa particularmente dar un nuevo impulso a la discución teó-
FORRESTER, J. W., 1969, Grundzuege einer Systemtheorie, Wiesbaden.
rica, y agradezco poder contribuir para ello en una publicación francó- GARRISON, W. L., 1959-1960, Spatial structure of hhe Economy. Ann. Of the
fona. Todos sabemos que la estima pública de la geografía ha descendi- Assoc. of Amer. Geogr., 49 :232-239, 471-482 ; 50 : 357-373.
do mucho; ella debe reconquistar su imagen de marca. Como ya lo de- GUIDDENS, A., 1984/1988, Die Konstitution der Gesellschaft. Grundzuege ei -
mostré más arriba con ayuda de un pequeño número de ejemplos, los ner Theorie der Strukturierung, Frankfurt/New York.
campos de trabajo de los geógrafos se extienden, sus obligaciones fren- HAEGERSTRAND, T., 1975, Space, Time, and Human Conditions,In A. Karl-
quist, l. Lundquist et f. Snickars (éds) Dynamic Allocation of Urban Space,
te a la sociedad se vuelven cada vez más urgentes. Necesitamos cienti- Westmead (Engl.)/Lexington (Mass.), pp. 3-14.
fícos y técnicos que, por su formación amplia, estén capacitados para HARD, G., 1973, Die geographie. Eine wissenschaftstheoretische einfuehrung,
comprender mejor este mundo complejo y transmitir sus conocimientos. Berlin/ New york.
HARD, G., 1988, Selbstmord und Wetter-Selbstmord und Gesellschaft, Erdkund-
liches Wissen, Stuttgart, 92.
HARVEY, D., 1973, Social Justice and the City, London.
HETTNER, A., 1923/1929, Der Gang der Kultur ueber die Erde, Leipzig/Berlin,
2da. Edición.

62 / La crisis de la geografía humana... Dietrich Fliechner / 63


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64 / La crisis de la geografía humana... François Hulbert / 65


“Allí donde hay mapas hay geógrafos” 2 . Sin duda, pero de la mis- Saber y hacer saber
ma manera que el geógrafo tiene necesidad de mapas, éstos pueden
también ser fácilmente elaborados sin él. Por lo tanto el geógrafo debe Si la geografía no es aquella que da la impresión de ser, ¿qué espe-
velar porque el mapa no sea reducido a una simple cuestión técnica. En ran entonces los geógrafos para hacerlo saber, modificando su práctica
efecto, el mapa no es sólo una simple localización de datos. Por lo que para que eso sea visible? Indudablemente los que son concientes de es-
privilegia, por lo que valoriza y lo que él deja en las sombras, el mapa ta realidad y de la necesidad de una geografía como medio de acción
no es neutro. No considerar el hecho geográfico como un hecho aisla- son demasiado pocos. Sin embargo ellos existen, en algunos casos des-
do, permite que el mapa se constituya en una herramienta de demostra- de hace mucho tiempo, pero su llamado no es lo suficientemente escu-
ción, un medio de acción y de intervención. Pero para la mayoría de las chado. La revista Autrement, en su número de enero de 1995, participa
personas, la geografía se limita a una adquisición más o menos enciclo- de este llamado con “Pensar la tierra. Estrategias y ciudadanos: el des-
pédica de conocimientos sobre los lugares y los paisajes, sobre el esta- pertar de los geógrafos”. 4
do del mundo, de los países, de las regiones y de la cartografía y a la Una docena de geógrafos y algunos representantes de otras discipli-
buena localización de los datos más o menos desiguales que allí se en- nas, como la sociología, pero también periodistas e incluso un general,
cuentran. ¿Por qué debería ser distinto si al fin y al cabo es la manera en muestran que recurrir al razonamiento geográfico, con todo lo que se
que las cosas son presentadas en la enseñanza? pone en juego, es una cualidad esencial que da a la geografía su plena
La geografía de los profesores tiene cualidades obvias, orientadas ha- capacidad de observación, de análisis y de acción. Ellos subrayan el rol
cia la adquisición de conocimientos y de un cierto sentido del espacio. y el lugar que podría y debería ocupar este saber estratégico con sus
En Francia, el sistema de concursos para el reclutamiento de docentes aplicaciones múltiples y su utilidad social indiscutible. Este rol no exis-
perpetúa esta tradición de formación académica que ignora lo esencial te sólo en el nivel político y electoral5, sino también en las estrategias de
que está en juego de la disciplina. Sin duda, este tipo de formación no implantación de empresas y en la acción de multinacionales.6 Hay que
tiene que ser desechada, pero ocupa todos los espacios e impide el de- considerar igualmente el análisis espacial de los problemas de salud,
sarrollo verdadero de una geografía aplicada, orientada en la búsqueda que permiten estrategias de intervención7 y también algunas luchas ur-
de un estatus o de un reconocimiento, como nos lo recuerda regular- banas u otras que marcan el ritmo de la acción del hombre sobre un te-
mente un geógrafo como Michel Philipponneau.3 rritorio. Es necesario por lo tanto una toma de conciencia, un despertar
Por otro lado, lo que parece impedir frecuentemente a la geografía de los geógrafos para ampliar ese “pequeño número de los convencidos
de tener su plena capacidad de acción es un cierto rechazo de lo políti- de las grandes potencialidades de la geografía”(Y. Lacoste, Avant-pro -
co, un débil espíritu crítico y un temor al debate. Sin embargo, trabajos pos, p.12).
de investigación y encuestas no faltan, aunque muy frecuentemente se La historia del mundo muestra que la geografía como medio de ac-
detienen allí donde la aplicación y la acción podrían comenzar. Al de- ción, como instrumento del poder para controlar los territorios y los
jar a los que deciden la cuasi-exclusividad del uso de este saber, los geó-
grafos contribuyen a reforzar su poder sin proveer conocimientos a quie-
nes podrían desarrollar una alternativa a sus opciones. 4. Morlin, Elizabeth (dir),.1995, Penser la terre. Stratégies et citoyens: le réveil des géo -
graphes. Paris, Autrement (série “Mutations ”, n°152), p. 248.
5. B.Giblin-Delvallet, La géographie pour gagner les élections, pp.66-79.
2. Giroux, Raymond, “La geographie ne sert pas qu’à faire la guerre”, Le Soleil, 6. L.Carroué, L’internationalisation de l’économie et son prix, pp.28-38; G.Faure, Les
Quebec, 8 de mayo, 1995 Sogo-Shosha: du commerce au renseignement, pp.39-55; M.-B.Beaudet, L’armée au sec -
3. Philipponneau, Michel, 1960, Géographie et action. Introduction à la géographie ours des multinationales, pp.56-65.
appliquée, A.Colin, Paris, 227 pages. 7. J.-M. Amat-Roze et M.Gentilini, La santé en cartes, pp.119-137

66 / ¿El despertar de los geógrafos? François Hulbert / 67


hombres, siempre ha existido. Ella estaba reservada a la elite dirigente, por su conocimiento profundo del territorio que el geógrafo puede im-
lo que daba a la disciplina un rol eminentemente político. Frente a esta ponerse frente a los múltiples interventores presentes en un territorio da-
confiscación del saber por los geógrafos, uno de ellos, Eliseo Reclus do y frente a las otras disciplinas con las cuales él comparte más o me-
(1830-1905), hace ya bastante tiempo, estimaba que “los ciudadanos nos los mismos objetos de estudio.
debían también saber pensar el espacio para poderse organizar y defen- Podemos entonces asombrarnos de la poca reacción de los geógrafos
der” (p.15). frente a las transformaciones, algunas veces brutales, que se producen
La geografía puede medir las fuerzas presentes y colaborar en la mo- ante sus ojos. Mi experiencia después de 25 años de trabajos geográficos
dificación de la relación de fuerzas entre el poder, detentor tradicional sobre la región de Quebec es lo que me ha permitido mostrar la capaci-
de la información, y los ciudadanos interesados. La participación de es- dad de la disciplina como instrumento de intervención en la mayor par-
tos últimos en la definición de su propio modo de vida cobra todo su te de los proyectos que trataban la planificación y equipamiento del te-
sentido si ella permite superar “el punto débil de una democracia sola- rritorio, el desarrollo y el funcionamiento de la capital y su región. De es-
mente representativa”, mientras que “todos los que tienen el poder de ta manera pude, en el transcurso de los años, cuestionar la implantación
decisión se han puesto de acuerdo públicamente sobre la necesidad de del parque industrial de la comunidad urbana, la extensión del puerto de
la concertación y discretamente en el interés de no practicarla de ningu- Quebec a partir de su lugar de origen, la utilización de las costas del San
na manera, por el temor de ver sus proyectos puestos en cuestión”. Si la Lorenzo, la política del polo de crecimiento, la elección del parque au-
concertación existe, “ella permanece al nivel de los hombres ‘notables’ tomovilístico... y proponer alternativas a los esquemas de organización
del campo político y economico”, quienes práctican “ese efecto enga- territorial y de desarrollo en vigor, al plan de circulación, a las estructu-
ñoso que constituye el proceso de declaración de utilidad pública” y ras territoriales y políticas de la aglomeración y de la región...y mostrar
otros procesos de audiencias públicas ya conocidos (R. Guglielmo, pp. que es posible concebir las cosas de una manera diferente.8 Esta geogra-
92-93). Una verdadera participación cambiaría las relaciones de fuerza fía crítica vinculada a la acción, que muestra su eficacia práctica, cobra
entre los actores en el territorio: pocos geógrafos parecen estar prepara- un interés completamente diferente a la geografía generalmente utilizada
dos en asumir esta “revolución”. Los geógrafos han rechazado conside- en la enseñanza y no tiene mucho que ver con ella, ni con la geografía
rar el espacio de los poderes en juego, los territorios de enfrentamientos, espectáculo presentada al gran público a través de la televisión o de las
los intereses divergentes, y muchos siguen sin considerarlos en la prác- revistas de prestigio como Géo o National Géographic. Esta geografía con
tica de su disciplina. la cual los ciudadanos se sienten implicados, ya que ella trata los proble-
mas vividos, no puede evitar lo político, pues ella pone en cuestión la ac-
ción de los dirigentes.
Cómo podrían los geógrafos ignorar esta realidad sin ser más o me-
El silencio de los geógrafos nos cómplices del poder en sus diversas manifestaciones y sin quedar
sometidos a los intereses dominantes. La objetividad consiste entonces
Sin embargo, el territorio nos conduce hacia allí casi indefectible- en hablar y no en cerrar los ojos y callar “con el pretexto de objetividad
mente. Este permite captar los problemas, las necesidades del medio y científica” (Y. Lacoste, p.23). Los que saben pueden equivocarse, pero
los problemas en juego. La virtud cardinal de la geografía consiste en su no deben por ello quedar en silencio. “Debemos hacer conocer lo que
aptitud para adherirse al terreno, comprender todos sus usos, captar to-
das las formas de apropiación. Por eso mismo, ¿cómo puede la geogra-
8. Este recorrido y sus resultados se encuentran en la obra del autor titulada Essai de
fía ignorar lo político, espacio donde frecuentemente los actores se de-
géopolitique urbaine et régionale, la comédie urbaine de Quebec, Montreal, Meridien, 2e
finen a sí mismos como gente de territorios? En principio es justamente édition, 1994, 654 págs.

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creemos saber” (O.Dollfus,p.218) y, agrego, sin complejo con respecto implantación del complejo industrial de Fos-sur-mer o el proyecto de ex-
a las otras disciplinas. Basta para convencerse con pensar, por ejemplo, tensión del campo militar de Larzac en los años 1970, y otros “fracasos
en los errores de los economistas, y de esa manera no dejarse subyugar de la planificación territorial”, como los conjuntos habitacionales o las
por su “competencia” y por los mitos que se vinculan a ésta. Si bien mu- metrópolis de equilibrio. Habría también que evocar el proyecto de la
chas veces las exposiciones de los economistas son brillantes, a menu- central nuclear en Plogoff en el Finistère en Bretaña frente al océano, que
do son contradictorias y sobre todo la mayor parte del tiempo desmen- ha movilizado a los ciudadanos durante muchos años, así como la lucha
tidas por los hechos. La realidad geográfica no tiene por que avergon- llevada a cabo en Portneuf y Lotbinière contra el proyecto de línea eléc-
zarse al afirmarse frente a la teoría económica. trica de la Hydro-Quebec10. Los geógrafos deberían estar presentes en el
Son pocos los geógrafos que, como Michel Philipponneau, tienen frente de estas luchas que permiten informar y hacer emerger alternativas.
“mala conciencia de guardar silencio”9. Los geógrafos deben asumir el El geógrafo, al quedarse inmovilizado en relación a sus posibilida-
sabor por el riesgo, afrontando las realidades del terreno, sometiendose a des, al practicar en cierto modo una especie de retención de informa-
las críticas de aquellos que viven los problemas, aceptando los desmen- ción y de saber, no cumple con su rol, negando de esta manera la natu-
tidos y las objeciones y de esa manera poder enriquecer sus análisis y sus raleza misma de su disciplina y la función democrática que ella contie-
propuestas. Se trata a menudo de poner en evidencia el contenido políti- ne. A diferencia de lo que ocurre en numerosos países y lo que ha pre-
co y las opciones que hay detrás de la tecnocracia y desenmascarar de valecido en la ex-URSS11, donde el geógrafo no tenía libertad de divul-
esta manera los verdaderos problemas que están en juego. gar su saber, en estos países existía la posibilidad de divulgación y, sin
Muchos trabajos geográficos, aunque no faltos de interés y de seriedad, embargo, el geógrafo generalmente no la ha utilizado o no la ha utiliza-
no hacen más que desviar la atención de los problemas más fundamenta- do suficientemente. Sin embargo “los universitarios tienen toda la liber-
les. A título de ejemplo, evoquemos los imponentes trabajos sobre el po- tad e incluso el deber de publicar, de denunciar, de decir un cierto nú-
tencial de utilización de la tierra y de los espacios rurales y urbanos en el mero de cosas... Pero es necesario que los geógrafos se muevan, es ne-
Canadá en los años 1960 y 1970, que movilizaron un ejército de univer- cesario que se den cuenta que los problemas políticos, las rivalidades te-
sitarios y de estudiantes, en particular de geógrafos. Estos últimos también rritoriales de poder forman parte de su disciplina” (Y.Lacoste, p.214).
han trabajado sobre el sitio del aeropuerto de Mirabel cerca de Montreal, No quedarse callado, es comprometerse de una manera u otra, par-
multiplicando los inventarios y los relevamientos de utilización del suelo, ticipar en el debate, fomentándolo cuando él está ausente y no dejando
sin poner jamás en cuestión la elección del sitio que era evidentemente el a los ciudadanos desamparados frente a la evolución de su medio am-
verdadero problema, como se ha podido comprobar en los años siguien- biente. Dicho de otra manera, como lo hace notar Gilles Ritchot: “es ne-
tes y como lo muestra todavía el funcionamiento de este aeropuerto. Aun- cesario que la geografía exista y que los geógrafos hagan geografía para
que imponentes y remuneradores para los interesados, estos trabajos geo- que ciertas cosas cambien para mejor en nuestra sociedad”12 Y como
gráficos apenas hacen avanzar a la disciplina en el sentido de una mayor eco de estos propósitos, citemos Autrement : “¿Y si pensar el espacio pa-
credibilidad para los que deciden y para los ciudadanos.
R.Guglielmo (pp.80-94) muestra la importancia de la elección de los
10. “Hydro-Quebec mise en echec-les leçons d’un combat exemplaire pour un nou-
sitios y el interés del análisis geográfico para evitar los errores como la veau type de développement”, F.Hulbert, Cahiers de géographie du Quebec, diciembre
1994, 38 (105): 455-460.
11. R.Mnatsakanian, “Géographie et pouvoir en ex-URSS”, pp.108-112.
9. Este denuncia la decisión tomada por la ciudad de Rennes en materia de transporte 12. “La comédie urbaine de Quebec à guichets fermés”, Cahiers de géographie du
público, el VAL(vehículo automático liviano), demostrando a través de un análisis geográ- Quebec, diciembre 1994, 38 (105): 461-462. Como lo hace notar también Gilles Ritchot
fico que existen otras soluciones mejor adaptadas al carácter y a las necesidades de la a propósito de la expansión urbana: “la geografía, al menos si ella reivindica un estatus
aglomeración. Le Val à Rennes, p.8, Nature et Bretagne, 1994, 174 págs científico, para comenzar debe tratar de comprender el fenómeno en cuestión. Su primer

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ra actuar, a escala planetaria o local implicara simplemente hacer geo- de esta manera amenazadora, y hasta peligrosa para algunos.13
grafía, recurrir concientemente o no a razonamientos geográficos, con He aquí la geografía que quiere mostrar toda su fuerza, y al mismo
todos los problemas que estan en juego?”. tiempo los geógrafos que se encuentran sin salida. Es demasiado para al-
No hemos llegado aún a esa situación, ¿porqué? gunos que prefieren mirar hacia otros horizontes, cambiando algunas
veces de nombre y divertirse de múltiples maneras. Recibamos con in-
terés este número de la revista Autrement que plantea una vez más el
El llamado de las sirenas y el camino de la diversión problema de la geografía.
Así, algunos geógrafos terminan por perderse en el campo de las dis-
Los geógrafos apelan periódicamente que su disciplina juegue su rol, ciplinas vecinas, en busca de mayor credibilidad y de un reconocimien-
que ella se apropie del lugar que debe ocupar, que muestre sus capaci- to que sin embargo no les será otorgado y que jamás podrán conquistar.
dades. Algunas veces, por su trabajo y su compromiso político, ponen La especialización prematura que ellos quieren establecer desde los es-
en práctica la geografía que anhelan. Pero esta defensa y esta ilustración tudios de primer ciclo, en busca de una formación más sólida, da cuen-
de la disciplina no parecen ser suficientes para modificar realmente las ta del mismo camino. Otros conciben la geografía como un arsenal téc-
prácticas y las formaciones. nico cada vez más sofisticado donde los instrumentos son numerosos,
Esta geografía-medio-de-acción es frecuentemente rechazada por “una maravilla para dominar, para lo mejor y para lo peor”, ya que és-
aquellos que ven en ella una disciplina que se “ensucia las manos” y tos son “a la vez fascinantes y peligrosos”.14 El peligro es que el instru-
que en consecuencia toma un rumbo equivocado; de esta manera tie- mento se transforme en la finalidad misma de la disciplina. Pero enton-
nen entonces tendencia a mirarla desde arriba desvalorizándola. Sin em- ces ¿dónde está la frontera con la geomática por ejemplo, que reune es-
bargo, esta geografía da resultados, ella se arriesga sin contar con mu- tas técnicas y vuela con sus propias alas desde hace ya algunos años?
chas subvenciones, no se oculta detrás de una imagen de seriedad apa- Para la geografía, la sobrevalorización de las técnicas tiende a desvalo-
rente que ofrecen muy fácilmente ciertas terminologías y ciertos com- rizar la disciplina. Sin embargo, cuando la geografía se presenta al gran
portamientos inaccesibles para el profano. En el terreno, compartiendo público en operaciones de tipo puertas abiertas, en la universidad o en
el saber con los ciudadanos, el geógrafo tiene la obligación de tratar de otros lugares, son los aspectos técnicos los más exhibidos. Quizás es útil
obtener resultados, so pena de ser rápidamente descalificado y rechaza- recordar que “no todas las personas que se interesan en los problemas
do. Sin duda ésto se impone mucho más que en los laboratorios donde espaciales son geógrafos ”.15
la geografía puede quedar sensiblemente recluida. Algunas veces, la formación propuesta de manera fragmentada, don-
El mensaje lanzado por Herodote hace ya 20 años no ha sido muy de la geografía física, la geografía humana, los métodos y técnicas con
escuchado por su carácter exigente: se trata de encarar el terreno y sus los Sistemas de Información Geografica (SIG) constituyen ramas especia-
obstáculos, método mucho más riesgoso que aquel que se satisface del lizadas que tienen más lazos con las disciplinas vecinas que entre ellas
círculo protector de los pares y de los expertos. La geografía se vuelve mismas, conduce a la implosión de la geografía.

deber es el de proveer a la sociedad una descripción objetiva de la expansión urbana y,


mejor aún, elaborar una teoría capaz de explicarla... es de esperar que el aporte discipli- 13. “Attention geographie”, Hérodote, editorial, n°1, 1976, pp.3-7.
nario colaborará en la toma de decisiones democráticas...Podría resultar que la acción de 14. P.Clergeot, M.Pousse, F.Tachon, R. Mnatsakanian, “Les outils, les instruments”,
planificación y equipamiento del territorio esté menos condicionada, por ignorancia, a la Autrement, parte 2, pp.139-191.
impotencia” (“L’etalement urbain comme phénomene géographique: l’exemple de 15. Giblin, Béatrice, “Herodote, une géographie géopolitique”, Cahiers de Géographie
Quebec”, Cahiers de géographie du Quebec, diciembre 1994, 38 (105): 261-300). du Québec, septiembre 1985, 29 (77): 283-294 (p.289).

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Geografía física, Geografía humana: ¡un mismo combate! De esta manera la geografía física y la geografía humana no pueden igno-
rarse mutuamente. Este autor invita a “los geógrafos llamados humanos” a
Los caminos de la autodestrucción son numerosos y no faltan los geó- consultar las obras de geografía física para estar mejor preparados en el
grafos que prefieren romper el instrumento que tienen en sus manos antes momento que tengan que tratar particularmente problemas de medio am-
que tener que utilizarlo. Es el caso, por ejemplo, de la geografía física, biente. Pero sobre todo, llama a “una toma de conciencia ya que lo que
cuando ésta prefiere cortar amarras con la geografía humana más que tra- constituye la originalidad de nuestra disciplina está siendo absorbida por
tar de establecer nuevos lazos con ella. Sin embargo, hay lugar para una otros grupos, cuya comprehensión del medio natural está lejos de igualar
geografía física que no aborde los fenómenos naturales independiente- a la de un geógrafo bien formado”.18
mente del hombre, de la sociedad, de sus valores y de sus acciones, una Si la geografía física es realmente una geografía y no cierra los ojos
geografía que no se satisfaga de una observación pasiva de las transforma- frente a las realidades que analiza, entonces ella también tiene un rol
ciones del medio físico que nos rodea, una geografía física que no ignore político como la geografía humana. “Se trata de restituir a la geografía
la dimensión humana de sus prácticas. Sin esta perspectiva, ¿cómo expli- física y humana el estatus que durante siglos ha tenido, es decir el de un
car la transformación de los litorales, la evolución de las vertientes, de los saber político”.19 Allí hay un fermento de unidad de la disciplina que
paisajes y de los sitios? ¿Cómo trabajar sobre los riesgos, los recursos, el aquellos que quieren establecer fronteras entre sus componentes no
desarrollo sustentable? ¿Cómo cuestionar algunos equipamientos del terri- quieren tener en cuenta.
torio, cómo tomar conciencia de las acciones que deben ser llevadas a ca- Dietrich Soyez, geógrafo, profesor de la Universidad de Colonia,
bo para la protección, la conservación o la valorización de ciertos espa- quien trabaja desde hace muchos años sobre Quebec y la Bahía de Ja-
cios?16 Patrick Pigeon, por ejemplo, nos muestra como el fenómeno de los mes, muestra correctamente en sus trabajos la articulación entre la geo-
deslizamientos de terreno son problemáticas que corresponden tanto a la grafía física y la geografía humana, la perspectiva política y la perspec-
geografía física como a la geografía humana17. Vemos así algunos geomor- tiva científica y el papel crítico que debe tener la geografía. Es asi que
fólogos implicarse en los asuntos municipales, como Daniel Lagarec en la este autor genera el debate sobre los proyectos hidroeléctricos del Gran
región de Otawa-Hull o Jacques Laugerie en Angers, quién fue consejero Norte de Quebec, cosa que no han sabido o querido hacer los geógra-
municipal desde 1977 a 1995 y es hoy aún miembro elegido del consejo fos físicos del Centro de Estudios Nórdicos (CEN) de la Universidad de
regional. Jean-Claude Dionne señala por su lado, la importancia en la na- Laval, evacuando, desde hace ya algunos años, toda perspectiva huma-
turaleza misma de la disciplina de un abordaje global de los problemas. na, regional y crítica digna de este nombre. D. Soyez considera que los
conflictos de desarrollo que el trata, originados de la explotación de los
recursos de regiones periféricas, “tienen un interés fundamental para la
16. Raymond Guglielmo muestra correctamente los errores y los fracasos de geografía... sobre todo en la perspectiva científica del potencial de co-
numerosas políticas “cuando todos los parámetros de una reflexion espacial no son con-
siderados” (Autrement, p.80). Bernard Kalaora llama la atención sobre el hecho que “la
noción de litoral ha cambiado mucho”, que ella se ha transformado prácticamente en un
concepto y que “el litoral no es más un medio puramente físico” (“Rivages: un équilibre 18. Cahiers de Géographie du Québec, avril 1995, 39 (106): 135. Ver en este número
difficile”, Autrement, pp.113-118). las dos recensiones de geografía física redactadas por Jean-Claude Dionne: Paskoff, Roland
17. “Intérêt de l’approche géographique dans l’étude des risques liés aux glissements (1994) Les littoraux. Impact des aménagements sur leur évolution. Paris, Másson, 2° edi-
de terrain: le cas de la vallée des Dranses (Haute-Savoie, France)” Cahiers de Géographie ción, 256 p.; Pech, Pierre y Regnauld, Hervé (1992) Géographie physique. Paris, Presse
du Québec, abril 1993, 37 (100): 67-77. Daniel Delpeuch muestra también que “la gestión Universitaire de France (Col. “Premier cycle ”), 432 p.
de las crisis a raíz de las catástrofes naturales o tecnológicas dependían de mecanismos 19. “Hérodote, une géographie géopolitique”, B.Giblin, Cahiers de Géographie du
complejos articulados alrededor de las cuestiones del saber...saber para poder tomar deci- Québec, septiembre 1985, 29 (77): 283-294 (p.294). Ver todo el número especial dirigido
siones que provoquen su adhesión” (Autrement, pp.96-97, “L’espace urbain et ses por Rodolfo De Koninck sobre el tema: “Idées, idéologies et débats en géographies”. Ver
risques ”, pp. 95-107). también Hérodote, 33-34, 1984, “Les géographes, l’action et le politique”, pp.3-32.

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nocimiento y de generalización que aportan estos debates”. Este autor muchos geógrafos se han hecho conocer al aplicar el razonamiento geo-
se asombra también en comprobar en que pequeña medida nuestra dis- político, haciendo de su disciplina un instrumento de análisis y de ac-
ciplina trató de colmar “las lagunas comprobadas en el conocimiento de ción, comprometiéndose de diversas maneras en el terreno de lo políti-
estos problemas”. El mismo autor considera que “toda tentativa que tra- co y de las luchas concretas. En general absorbidos por la tarea, no han
te de limitar, en el contenido y en el espacio, el debate científico y po- aprendido la lección a partir de su propia experiencia y han traducido a
lítico, es tan poco sensata como aceptable o realizable”. Al mostrar la través de obras generales o a través de sus enseñanzas las prácticas que
capacidad de producción de saber geográfico, él aboga también por su han garantizado durante muchos años. Citemos por ejemplo a Raymond
difusión: “La sola estrategia apropiada no es el aislacionismo sino la Dugrand en Montepelier, Michell Philipponneau en Rennes, François
apertura, no es la retención de la información, sino su libre intercambio Reitel en Metz y también a Jean Billet en Grenoble que trabaja en la pla-
y todo esto no solamente en una perspectiva política, sino sobre todo en nificación y equipamiento del territorio, el medio ambiente y el turismo
una perspectiva científica”.20 A su modo, es un llamado para despertar en el seno del Consejo Económico y Social de la Región del Rodano-Al-
a los geógrafos para que ellos asuman globalmente los problemas que pes, Claude Saunier quien preside el distrito urbano de Saint-Brieuc; sin
competen a su disciplina. olvidar los nuevos alcaldes elegidos en 1995, como Marylise Lebranchu
en Morlaix y Raymond Courdec en Beziers. Ahora bien, a pesar de que
la experiencia de estos autores merecería ser analizada, ninguno de ellos
aparece en este número de Autrement.22.
Alegato en favor de una disciplina Finalmente pocos geógrafos se encuentran citados, lo que de un cier-
to modo confirma nuestra comprobación. A los ya mencionados, hay
La defensa que hacemos aquí por la concepción de la geografía des- que agregar a Paul Claval quien participa con Olivier Dollfus e Yves La-
cripta anteriormente es la practicada por el autor desde hace ya una coste en una “mesa redonda imaginaria”, relatando su itinerario de geó-
veintena de años, vehiculada por Hérodote desde hace casi la misma grafo y presentando la evolución de la geografía (pp.194-231). Paul Cla-
cantidad de tiempo y que recuerda Autrement a través de diversas con- val es quien presenta una conclusion, bajo el título de “crisis y renova-
tribuciones, al ilustrar lo que es y sobre todo lo que podría ser la geogra- ción de la geografía” (pp.232-241), aunque de hecho, este autor rehace
fía si “el despertar de los geógrafos”se volviera una realidad. Se trata in- la historia de la geografía recordando algunos grandes nombres que han
dudablemente de un llamado más en pro de una geografía diferente, de dado renombre a la disciplina desde fines del siglo XIX y hace un esta-
una disciplina viva que cumpla completamente su rol “cuando ella afir- do de la situación, de las adquisiciones y de las evoluciones, particular-
me claramente su función crítica en el sentido etimológico de la pala- mente de estos últimos 30 años. A pesar de que Paul Claval parece re-
bra” (L.Carroué, p.28). Beatriz Giblin, podría insistir, tanto hoy como conocer que “la geografía esta hecha para abrir los ojos de los ciudada-
ayer, sobre “el razonamiento geopolítico ya que fue excluído durante nos” (p.241), casi no toma posición con respecto a las prácticas geográ-
tanto tiempo de las preocupaciones de los geógrafos, lo que nos obliga
a seguir subrayando su interés”.21 Es necesario decir, sin embargo, que 22. Durante los años ‘70, Alain Reynaud subraya el hecho que los geógrafos toman
posición con respecto a la organización del territorio, “poniendo así sus conocimientos al
servicio de la colectividad”y que en Francia “las elecciones municipales de 1977
20. Soyez, Dietrich, “La Baie de James: faut-il rapatrier ou mondialiser le débat?” (“La mostraron bastantes geógrafos entrar en los consejos municipales (“Geographies et
Bahia de James: ¿hay que repatriar o mundializar el debate?”), Cahiers de géographie du Théories politiques”, Travaux de l’Institut de géographie de Reims, n° 29-30, 1977, pp.5-
Québec, avril 1995, 39 (106): 63-77 (p.75). 10). Este fenómeno no es completamente nuevo ya que André Meynier señala que, desde
21. Giblin, Béatrice, op. cit., pp.293-294; acordamos con ella cuando evoca la necesi- finales del siglo XIX, “algunos no dudaron en sacar conclusiones y en bajar a la arena
dad de “sacar a la geografía de su torpeza monográfica e instalarla en el campo del saber política para tratar de hacer admitir sus conclusiones” (Histoire de la pensée geographique,
político” (p.293). p.181, Presses universitaires de France, Paris, 1969, 224 p.)

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ficas evocadas anteriormente; no abre nuevas perspectivas y no trata los que un geógrafo sabe eso, es raro que no se lo busque para decirle: ¿qué
obstáculos que sin embargo debe conocer bien. Su “nueva geografía” es lo que usted piensa de eso, qué es lo que podríamos hacer?” (p.214).
consiste esencialmente en tomar mejor en cuenta los hechos de relación Sin duda es necesaria una revolución, si creemos en el juicio proba-
y de circulación, “el movimiento de los hombres, de las informaciones blemente demasiado severo, que Yves Lacoste emite sobre la geografía
y de los bienes” (p.235) que caracterizan el mundo actual, con los con- francesa de la misma manera cuando considera que las geografías ale-
dicionantes naturales, culturales y del medio-ambiente, sin olvidar “la mana y americana “no son brillantes”, que los geógrafos ingleses “pasan
parte correspondiente a las representaciones colectivas” y “el acento so- su tiempo en establecer las correlaciones entre tal o cual parametro ma-
bre la dimensión vivida de la experiencia geográfica” (p.237). Esta con- temático y tal otro” y que aún hoy “los geógrafos canadienses descubren
cepción de las cosas apenas refleja los problemas y las prácticas que he- el marxismo” (p.228).
mos señalado en las páginas precedentes. Paul Claval concluye con Hay que reconocer sin embargo, que existe un cierto dinamismo de
consideraciones generales sobre los problemas del mundo contempora- la geografía en Francia: esto lo prueban la Casa de la Geografía en Mont-
neo y con la idea simple que “la geografía está en el centro de los pro- pellier, el Festival Internacional de Geografía (FIG) de Saint-Dié-des-Vos-
blemas del mundo actual” y que evidentemente “tiene un papel esencial ges ya en su sexta edición, el Dictionnaire Géopolitique y la aparición
en nuestro mundo” (p.240). de grandes obras de prestigio, como los diferentes tomos de la Geograp -
¡Desde luego! pero ¿qué esperan entonces los geógrafos para definir hie Universelle. Estos emprendimientos no están faltos de envergadura
mejor este rol, para reaccionar frente a las realidades de los territorios ni de interés. Si algunos, como el FIG, pueden hacer conocer diferentes
que estudian y frente a las funciones que ellos pueden ejercer y que re- prácticas y debates utiles, otros contribuyen al reforzamiento de una
chazan frecuentemente en asumir? cierta idea de la geografía que tiene obviamente su lugar, pero que hay
Como lo demuestra Raymond Guglielmo, si “los geógrafos no han si- que cuestionar a la luz de lo que ha sido expuesto en este texto.
do prácticamente consultados” (p. 92), no deben por ello esperar que se
los venga a buscar o seguir trabajando nada más que para proyectos en
conformidad con las normas y deseos de los financiadores, proveedores
de subsidios oficiales. Deben adelantarse a la consulta, deben imponer-
se. A la pregunta: ¿hasta dónde la disciplina debe comprometerse? La
respuesta para mi es clara: hasta hacer lo que es necesario, en la medi-
da de lo posible, para ser oído, escuchado y comprendido. Desde hace
ya unos años, mis trabajos en la región de Quebec estan muy poco
orientados en el sentido de las políticas aplicadas por las diferentes au-
toridades locales y regionales. Esos trabajos no se hubieran realizado si
yo hubiera esperado subvenciones y auspicios oficiales para emprender-
los; peor aún, seguramente me hubieran conducido a resultados diferen-
tes, incluso opuestos, por las razones que todos conocemos. En fin, mis
trabajos hubieran tenido poco impacto (un impacto menor) si yo no me
hubiera ocupado de hacerlos conocer de diferentes maneras, revelando
al mismo tiempo la eficacia de la disciplina. Es lo que señala Yves La-
coste: “La geografía es un instrumento de poder formidable, y los geó-
grafos universitarios no se dan cuenta de ello. A partir del momento en

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POR UNA GEOGRAFIA FISICA REVISITADA

Daniel Lagarec
Departamento de Geografía
Universidad de Otawa

En un número reciente del Mundo Diplomático, D.Sallenave (1995)


mencionaba que, si creemos en los noticieros televisados, “tres grandes
males afectan a los hombres: las guerras, las catástrofes naturales y la ex-
clusión”. Esta autora agregaba que “en una época masivamente domina-
da por la consideración ecológica, las catástrofes naturales han reencon-
trado toda su inminente dignidad”, un lugar que Sartre no concedía, al
afirmar que no hay catástrofes naturales. Sin embargo el Centro para la
Investigación en Epidemiología de los Desastres de la Universidad de
Lovaina* estima que las catástrofes naturales han producido, entre 1966
y 1990, más de un millón de muertos y 100 millones de damnificados.
Los perjuicios inmediatos se cifran en centenas de millares de dólares.
Además, hemos notado, en el curso del período 1982-1993, que las in-
demnizaciones pagadas por los aseguradores a raíz de las catástrofes na-
turales ascienden aproximadamente a 22 mil millones de francos (alre-
dedor de 6 mil millones de dólares) (Ledoux,1995). Esta preocupación
por las catástrofes naturales y por los riesgos asociados a ellas, ¿es com-
partida por los geografos? Es lo que se propone hacer, en el caso de Fran-
cia, un grupo de geógrafos en: CHAM’S, Enseñar los riesgos naturales.
Por una geografía física revisitada.** Paris, 1994, Anthropos/GIP, Reclus,
227 p.

Tal subtítulo no puede más que atraer la curiosidad de un geógrafo


físico. La obra del grupo CHAM’S es una recopilación de comunicacio-
nes presentadas en la quinta Universidad de Verano realizada en Cha-

* [N.T.: En el original en Inglés: Centre for Research on the Epidemiology of Disasters]


**[N.T.: En el original en francés: Enseigner les risques naturels. Pour une géographie
revisitée.]

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monix en septiembre de 1992, de allí el acrónimo para Chamonix-Sérig- En total, 12 textos de interés y de extensión muy desigual nos son
nam. Como se subraya en la introducción de la obra, esta universidad propuestos y que podemos agrupar bajo tres grandes temas: los cuatro
de verano ha sido puesta en funcionamiento por docentes de colegios, primeros presentan esencialmente elementos de presentación y de refle-
liceos y universidades que tienen en común el creer en el poder del con- xión del problema; los cuatro siguientes son estudios de caso, el de los
cepto de representación, en la práctica de los geógrafos. La preocupa- riesgos en la montaña, el ejemplo del volcán Cotopaxi en Ecuador, las
ción principal, como se refleja en el título, es entonces aquella de los inundaciones del río Loria y la erupción del monte Sta. Helena en 1980.
enseñantes (docentes). Un rápido examen de algunos manuales de se- Los cuatro últimos se relacionan más particularmente a la enseñanza de
gundo ciclo del secundario francés publicados desde 1983, permite los riesgos naturales. En el análisis que sigue, nos detendremos más es-
comprender mejor las preocupaciones del grupo. La noción de riesgo pecificamente en la introducción y en los dos primeros capítulos donde
natural no está muy presente. En segundo lugar, podemos descubrir có- estan desarrollados los conceptos claves subyacentes al conjunto de la
mo “el hombre domina el medio”, incluso si en la misma ocasión “él es- obra, tanto aquellos que se refieren a las representaciones, al imaginario
tá confrontado al vulcanismo y a los sismos”(en dos páginas). Los ciclo- de la catástrofe y al espacio de negociación como a la conclusión que
nes apenas son mencionados, ni que hablar de las inundaciones o de los plantea la necesidad de una “revisita”a la geografía física.
deslizamientos de tierra, de los cuales no se hace mención. La introducción de J.-P. Guerin consagrada a “El Medio Ambiente,
Ciertas obras entre las primeras, dedican una o dos páginas a los ries- una cuestión de representaciones” marca la tónica: tratará sobre todo de
gos naturales en Francia, casi esencialmente a las inundaciones sobre to- las representaciones, es decir, de “creaciones sociales de esquemas per-
do desde la catástrofe de Vaison-la-Romaine (1992)* que ha sido amplia- tinentes de lo real”. El autor olvida sin embargo definir este medio am-
mente mediatizada y ha impactado la imaginación del público. En el úl- biente del cual tenemos representaciones. Y esto es lamentable sobre to-
timo año del Liceo (Terminal) se aprende que, “el Japón, entrecortado, do si consideramos que la última parte está dedicada a la problemática
lleno de fracturas y bordeando las fosas profundas del Pacífico, es de una de las relaciones geografía-medio ambiente, aunque desgraciadamente
peligrosa inestabilidad, tierra de sismos, de fuentes de calor y de volca- de manera muy vaga. En un mundo donde los ciudadanos ordinarios
nes” o que “los temblores de tierra y el volcanismo recuerdan con regu- quieren hacer escuchar su voz y participar cada vez más en las tomas
laridad la fuerza y los condicionantes de la naturaleza...California vive al de decisiones que les concierne, el concepto de representación adquie-
ritmo de los sismos”. Digamos que aproximadamente eso es todo. Esto re una significación fundamental. ¿De cuáles representaciones habla-
refleja bien la concepción de la enseñanza de la geografía en el secun- mos, de las de los ciudadanos, de los científicos? Con respecto a estos
dario en Francia. Con respecto a este tema, D.Moreau-Renier (1995) últimos, ¿se trata de aquellas de los ecologistas, de los ingenieros, de los
menciona que si “la geografía se erige en la traducción espacial de las so- economistas, de los geógrafos? ¿Debiéramos concluir, como lo hace A.
ciedades...es en un hombre demiurgo el que ella se place en hacernos Bailly (1992) que “lo real objetivo no existe afuera de las representacio-
enseñar a los estudiantes”. Sin embargo, una encuesta realizada por nes”? Si esta concepción es mal comprendida, ella puede ser peligrosa
G.Hugonie (1986) en el nivel del primer ciclo del secundario muestra la (Scheibling,1994). Hay que evitar la posible y peligrosa reducción del
atracción ejercida por ese tema sobre los alumnos quienes lo juzgan in- mundo a una construcción puramente discursiva, a puros juegos del len-
teresante en una proporción de 80% en sexto y 73% en tercero, contra guaje. Al contrario, es necesario una articulación entre, por un lado, la
un promedio, respectivamente de 73% y 53% para los otros temas de descripción de las percepciones y representaciones de los actores y, por
geografía. Hay, por lo tanto, para los autores un gran desafío a enfrentar. otro lado, la identificación de las determinaciones y de las interdepen-
dencias desconocidas que tejen los lazos sociales.
La cuestión es crucial, como lo han ilustrado las inundaciones de
*[Pequena ciudad del sur de Francia, en la region del Vauclus] enero de 1995 en los Países Bajos, donde autoridades locales, naciona-

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les, movimientos ecológicos y vecinos se acusaban unos a otros, deslin- tura en 100 mil millones de dólares. Otras cifras llegan hasta los 200 mil
dando responsabilidades. Las percepciones, y las reivindaciones resulta- millones. Se teme que estas necesidades afecten las inversiones japone-
do de esas interacciones, pueden en muchos casos ser antinómicas y sas en el extranjero, especialmente al Canadá, con las consecuencias
conducir a decisiones discutibles. Después de la catástrofe de 1953 en que uno puede imaginar. Kobé es el segundo puerto del Japón, pero el
que una violenta tempestad provocó la ruptura de los diques litorales de primero para los contenedores que envían los bienes de valor agregado
Zelandia abriendo la vía a un maremoto que mató 2.044 personas y que hacen a la economía nipona. Sus exportaciones han descendido un
obligó a la evacuación de otras 72.500, causando deterioros evaluados 47% y sus importaciones un 40% en el mes de enero. Todo esto resultó
en 3 mil millones de dólares, el plan Delta dio la prioridad a la protec- en una baja de 52,3% del excedente comercial.
ción contra el mar del Norte, descuidando, hasta un cierto punto, el del- Por otra parte, estas representaciones pueden ser frágiles y un abor-
ta mismo, donde se produjeron las inundaciones de 1995. A pesar de los daje “behaviorista” puede ser miope, como lo menciona Simmons
errores y de los fracasos, la consideración de las representaciones múl- (1993): “La gente puede sobreestimar el riesgo de las adversidades raras
tiples y contradictorias es la base del proceso de la toma de decisiones y subestimar las adversidades comunes, por ejemplo, y la idea de lo que
en una sociedad democrática (Peters, 1995). Nos queda aún por poner- constituye un riesgo aceptable puede no coincidir con los datos objeti-
nos de acuerdo sobre la pertinencia de los esquemas propuestos. Volve- vos presentados por los estadísticos”. No hay que perder de vista la po-
remos a este tema más adelante. sibilidad de la existencia de desfasajes entre la evolución de las condi-
El imaginario social de la catástrofe es abordado por J.-P. Bozonnet. ciones del medio ambiente en el sentido lato del término, es decir inclu-
Este autor hace de la catástrofe un fenómeno esencialmente antrópico. yendo particularmente las obras de urbanización, y las percepciones por
Olvidemos la parte consagrada a la definición matemática y física que parte de las personas. A este nivel, el problema de la escala es siempre
es lamentable por su simplismo, simplificación a ultranza de la ciencia importante. Si tomamos el ejemplo de los deslizamientos de tierra del
e ignorancia de la historia del medio ambiente. El tema central desarro- Este de Ontario que se producen a un intervalo del mismo orden de
llado por el autor es que “la catástrofe no existe en sí misma, sino que magnitud que la vida humana, la sensibilización de las poblaciones (así
ella es interpretación que se puede captar en un discurso”. Ella no exis- como de las autoridades ) al riesgo que ellos representan es muy proble-
te sino en la medida en que hay toma de conciencia, en la medida en mática, a menos que el último deslizamiento sea muy reciente (Laga-
que ella está socialmente definida como tal. ¿Pero quién la define? Las rec,1994). Se comprueba que frecuentemente la percepción de un ries-
dimensiones son múltiples: imaginaria, afectiva, política y social, que go natural está ligado a su aceptación, pero que el grado de ésta última
por su naturaleza misma implican una jerarquización. Encontramos aquí varía, por supuesto, de acuerdo a la vulnerabilidad de los actores. Para
uno de los problemas claves de las representaciones: el de la escala. Lo Ledoux (1995), “la pobreza aumenta la vulnerabilidad frente a los ries-
que puede ser percibido como una catástrofe por un individuo o una co- gos y las catástrofes aumentan la pobreza: la catástrofe actúa entonces
munidad puede no ser más que un incidente corriente, ciertamente la- como un revelador de las desigualdades sociales”.
mentable, pero incidente corriente al fin, a escala del valle o de la re- Frente a tal confusión y por la necesidad de hacer participar a todos
gión. Las consecuencias no están siempre al mismo nivel y las medidas los actores, el rol de los geógrafos consiste por lo tanto en proporcionar
de mitigación no presentan necesariamente el mismo caracter de urgen- las representaciones más completas posibles, en el estado en que se en-
cia. Ellas pueden en ciertos casos incluso tener una dimensión nacional cuentran los conocimientos, de la manera que lo sugiere Lacoste (1990).
o internacional. El abordaje propuesto por Bozonnet ignora la influencia del medio so-
Un ejemplo remarcable ha sido proporcionado por el sismo que ha bre lo social y no pareciera percibir más que relaciones circunstanciales
azotado la región de Osaka-Kobé en enero de 1995. Después de la ca- entre estos dos componentes. Sin querer ser determinante, uno puede
tástrofe, los gastos de reconstrucción han sido estimados por la prefec- preguntarse, como lo hace Moscovici (1977), hasta qué punto “los pro-

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cesos sociales, en vez de ser la matriz o la pantalla que filtra procesos geografía humana, se produjo la introducción de un paradigma existen-
naturales, no son la prolongación y la mediacion de éstos”. cial que puede ser percibido como una reacción al positivismo. Por otra
En el 2do capítulo, C.Gilbert emprende la definición del “espacio de parte ésto aparece en la obra del CHAM’S. Para alcanzar el objetivo de
negociación” que es aquel donde se va organizar, donde va negociarse Bailly, considero que hay que salir de la trampa en la cual algunos geó-
la representación espacial de los riesgos, pero sobre todo los factores de grafos han caído, en particular aquellas del referente epistemológico y
la negociación. Para ilustrar las dificultades en reconciliar los puntos de de la supuesta incapacidad en definir un objeto para la geografía.
vista de los diferentes actores, el autor utiliza el ejemplo de la cartogra- Para Raffestin y Turco (1995), la geografía física y la geografía huma-
fía de los riesgos naturales y tecnológicos que es hoy en día ampliamen- na no tienen el mismo objeto: “al objeto de la geografía física le compe-
te utilizada para generar debates. Se pone de manifiesto que la represen- te la realidad natural que es la realidad material mientras que al objeto
tación espacial tiende a exacerbar los antagonismos delimitando territo- de la geografía humana le corresponde la realidad histórica que consti-
rios, ya que, como él lo señala, “esta delimitación remite más a la im- tuye el conocimiento de la realidad material”. Esta dicotomía kantiana
plementación de un marco de referencia que se vuelve común a los ac- naturaleza/cultura es hija del siglo XVIII. ¿Pero aún sigue justificándose
tores que deben comprometerse en un proceso de negociación que a los en los albores del siglo XXI? Nuestra sociedad, confrontada a un proce-
riesgos claramente delimitados”. De hecho, este espacio de negociación so de globalización, se percata de los efectos perversos de las especiali-
es, ante todo, un espacio de riesgo definido por un sistema de valores, zaciones que no podrían estar ancladas en sistemas más globales. Si la
lamentablemente a menudo con ausencia de referentes comunes, como ciencia es, hasta un cierto punto, un reflejo de la sociedad en la cual ella
es el caso para la mayor parte de los problemas del medio ambiente. El se desarrolla, se pueden esperar probablemente profundas conmociones
establecimiento de un vínculo entre riesgo y espacio contribuye a la in- conceptuales.
troducción de consideraciones jurídicas fundadoras de las políticas de Tricart (1978) dice que “la naturaleza ignora totalmente nuestro re-
prevención y de socorro, así como legales. De esta manera Metaillé corte en ramas del saber, el cual es sólo resultado de una ‘comodidad’
(1993) subraya que el conocimiento de los riesgos tiene consecuencias que se han inventado los investigadores”. Las divisiones de la ciencia y
graves, ya que “el riesgo detectado con anterioridad no puede ser con- del saber en el cual hemos evolucionado hasta ahora tal vez no son más
siderado como un caso de fuerza mayor: se supone que nadie lo ignora pertinentes. Esta sociedad, al descubrir y apreciar la complejidad de los
y compete al Estado tomar medidas adecuadas”. problemas a los cuales debe hacer frente, necesita de una visión más ho-
El tema de los riesgos naturales es percibido, con razón, como un lística, más integradora como lo ilustra el caso de los riesgos naturales.
medio de acercar la geografía física a la geografía humana. En el capítu- En el caso de la geografía, Y. Lacoste (1990) cree que ella, “tiene su
lo 9 de la obra, A. Bailly afirma que, para recuperar su pertinencia, la razón de ser, a pesar de las reglas de la epistemología, a condición que
geografía debe rechazar la oposición ciencia dura/ciencia blanda que ha ella sirva de algo, es decir que sirva para actuar más eficazmente, des-
envenenado durante mucho tiempo el ambiente académico. En tanto pués de haber comprendido mejor una situación concreta en la cual se
que geógrafo, no queda más que suscribir a tal proposición, lamentan- entremezclan datos del relieve, del clima y del poblamiento y fuerzas
do que en el caso de la presente obra la geografía física ocupe un lugar económicas, sociales y políticas”. La geografía es por lo tanto un saber
tan restringido. Desgraciadamente, esta oposición contribuyó con el científico cuya razón de ser es la de combinar, en función de una prác-
tiempo a acentuar las fuerzas centrífugas existentes al interior de la geo- tica, elementos y útiles de conocimiento producidos o elaborados por
grafía, llevando particularmente a los geógrafos humanos a anclarse en diversas ciencias u otros saberes. Es, por otro lado, hasta un cierto pun-
las ciencias sociales. Ahora bien, como lo señala Searle (1995), estas úl- to el camino seguido por la escuela White-Burton-Kates.
timas, por oposición a las ciencias naturales, se ocupan de cosas que só- En conclusión, A.Bailly expresa el deseo que la geografía física sea
lo existen porque nosotros pensamos que ellas existen. En el caso de la “revisitada”, con el fin de darle una dimensión más humana. Sería fácil

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decir que la geografía física, como toda ciencia, es humana porque son ser influenciada por ideologías y modas. Bailly tiene razón al decir que
los hombres los que la hacen y que, como tal, ella reposa sobre los mis- lo real objetivo no existe. La ciencia es una construcción social, como
mos esquemas de pensamiento que las otras ciencias. Considero que es- nos lo demuestran innumerables ejemplos de su historia. Cohen y Ste-
tá faltando la justificación de una tal “revisita”. Su afirmación que el me- wart (1994) comparten este mismo sentido al decir que “la realidad qui-
dio ambiente compromete los principios de la geografía física clásica es zá puede ser una producción fantástica de nuestra imaginación, tal co-
discutible. Qué entiende este autor por clásica? Desde los años 50 y so- mo argumenta alguna filosofía”; pero estos autores precisan inmediata-
bre todo 60, existe por ejemplo una geomorfología aplicada que tiene mente que “nuestra imaginación es definitivamente una creación fantás-
por misión el restituir el hombre en el paisaje, mismo si algunas veces tica de la realidad”. No obstante, en la ausencia de lo absoluto, de ver-
puede cuestionarse el lugar respectivo de uno y de otro. Por ejemplo en dad, se pone de manifiesto que ciertas representaciones son más realis-
el caso de Francia, basta con mirar los trabajos de Tricart (1978, 1979). tas que otras, más compatibles con los conocimientos del momento y
Es verdad que, paralelamente, se observó una tendencia a la desintegra- que uno de los roles de la ciencia es proporcionar un proceso de selec-
ción y a la especialización como por otra parte, en todas las ramas del ción de las ideas tan rigurosa como pudo ser su evolución. Es en este ni-
saber (Starkel,1994). ¿Qué sería entonces esta nueva geografia física que vel que algunos pueden ver una ruptura entre los dos grandes compo-
los geógrafos humanos parecieran desear tanto? Para Dauphiné (1995), nentes de la geografía.
ella debería ser pensada en términos de límites, de condicionamientos y El grupo CHAM’S nos propone elementos de reflexión muy intere-
de paroximos. Este abordaje no es nuevo para los geógrafos físicos (ver santes que merecen una lectura atenta, mismo si en el conjunto estos
particularmente Brunet, 1970); sin embargo refleja una tendencia que elementos quedan aún muy “de este lado”, como en un estadio anterior
caracteriza nuestra época, que es según Lipovetsky (1987) la erección con respecto a lo que se hace afuera, particularmente en los Estados
del presente como eje mayor de la duración social y que, más próximo Unidos en el dominio de los riesgos naturales. Ducret no deja de seña-
a nosotros, encuentra su expresión científica en el éxito de teorías como larlo en el capítulo 4, al sugerir que la responsabilidad de un tal estado
aquellas de las catástrofes y del caos. Este abordaje acentúa la corta du- de la cuestión en Francia debe ser atribuída a la separación geografía fí-
ración y las discontinuidades, mientras que P. George (1992) recuerda sica/ geografía humana. Si tal es el caso, hay que remediar rápidamente
que la originalidad de la geografía con respecto a las otras ciencias so- la situación para que los geógrafos no pierdan la nave como lo han he-
ciales y económicas es justamente la de integrar en su dominio de inves- cho en el momento de la crisis del medio ambiente. Una “revisita” de la
tigación tanto los datos de la larga duración como aquellos de la corta geografía física me parece inútil, si ella no se inscribe en una “revisita”
duración. Las catástrofes y el caos sólo tienen sentido en la medida en de toda la geografía. Starkel (1994) menciona que, más bien que conten-
que se inscriben en sistemas más vastos pero también más simples, los tarse con los estudios hechos a posteriori, la geografía debería participar
cuales son relativamente estables. Por su misma naturaleza, los concep- del establecimiento de modelos de predicción. Los estudios especializa-
tos de límite y de paroxismo pertenecen al objeto estudiado, son por lo dos son necesarios para el avance de la disciplina, pero no deben hacer-
tanto inseparables. Se los puede considerar como particularidades del nos olvidar que el mundo que nos rodea cambia rápidamente. Desde mi
medio, no como determinantes del mismo. punto de vista, los geógrafos deberían implicarse más en su medio y rei-
Por otro lado, la noción de condicionamiento físico es una supervi- vindicar un lugar en el proceso de toma de decisiones, aprovechando la
vencia de la dicotomía naturaleza/cultura de la cual hemos hablado más ausencia de peritajes únicos en materia de medio ambiente. Pero el
arriba. Como nos lo recuerda muy acertadamente Marchand (1980), tiempo apremia y los lugares son muy codiciados. El campo de los ries-
ellas son después de todo sólo lo que las sociedades hacen de ellas. El gos naturales justamente podría permitirles mostrar el aporte que puede
medio físico, permanece como un dato “objetivo”, en el contexto cien- constituir su ciencia en la comprehensión de problemas complejos.
tífico actual, a pesar del hecho de que la ciencia que lo estudia puede

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BIBLIOGRAFÍA ¿POR QUÉ LA GÉOGRAFIA?

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earth system. Geographia Polonica, 63 : 13-19. Ledru-Rollin / F-75012, Paris, France).
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TRICART, J. et KILIAN, J., 1979, L’ éco-géographie, Maspéro, 326 p., Paris. 1995.

90 / Por una geografía física revisitada Jacques Lévy / 91


Un recorrido intuitivo opuestas, lo que hoy no tendría mayor importancia , pero que en esa
época jugaba un rol importante para mi. Tuvo un gran valor para mi el
Me inscribí en las clases preparatorias en el concurso de la Escuela descubrir que un degaullista y un comunista (desde aquella época a hoy
Normal Superior con el deseo de ser profesor secundario. Jean Pierre cada uno de nosotros dos nos fuimos alejando considerablemente de
Azéma, a quien encontraba por casualidad después de haberlo seguido esas convicciones de juventud y nos encontramos actualmente muy pró-
del “Lakanal” al “Henri IV”2 (por casualidad también me lo crucé en ximos incluso en política) pudieran tener el mismo juicio sobre una
Sciences-Po3) aconsejaba a aquellos que optaban por la historia y la ciencia social cuyo rol político era indudable. Fue para mi una primera
geografía a decidirse, al menos en su fuero interno, si se sentían histo- verificación de la fuerza de la autonomía teórica. Me hice la promesa
riadores o geógrafos, ya que como él decía, las disciplinas no respon- entonces que esta preciosa experiencia me acompañaría desde ese mo-
dían al mismo estado de ánimo. Elegí la geografía, ya que a la historia mento, especialmente en el seno del equipo, pluralista en varios senti-
le tenía una cierta desconfianza, no parecía tener cabida, como yo ha- dos, de la revista EspacesTemps.
bía imaginado, en los desgastados modelos jacobinos-bolcheviques de Lo que sentimos de manera convergente, es que había algo frágil, al-
los cuales yo era partidario en esa época. De todas maneras había vaci- go que cojeaba, incluso en el edificio intelectual de la geografía y más
lado un largo tiempo. La geografía, sin duda alguna tenía la enorme ven- aún en la fachada que ella intentaba presentar a los que se iniciaban, no-
taja de ocuparse del presente y de garantizar una comunicación eviden- vatos, como nosotros. Distinguíamos algunas voces innovadoras que
te entre conocimiento científico y cuestiones que ponen en juego la po- más que portadoras de un proyecto claro y articulado aparecían como
lítica, cosa que me importaba sobremanera. Pero, antes de llegar a este discordantes frente a la “unanimidad” del entorno. Una sensación cre-
paraíso, había que atravesar el purgatorio de la explicación del mapa y ciente de malestar nos invadía sin por ello ser capaces de formular crí-
el infierno del perfil geológico. ticas claras, menos aún de proponer alternativas.
La duda se mantuvo durante los años de estudios superiores, pero, a Al finalizar la licenciatura, en 1973, quería aún no sin cierta molestia
falta de interés por ciertos rituales de la geografía universitaria, otra du- seguir creyendo, en la tesis oficial de la “geografía unitaria”, “ciencia-cru-
da se agregaba a partir de ese momento que minaba poco a poco la cer- ce de caminos” y “ciencia de síntesis”. Seis meses más tarde, sin embar-
teza de que la geografia era la buena elección. Con mi amigo Christian go el paso estaba dado. Después de febriles discusiones en el seno de un
Grataloup, a quien encontré durante las pruebas orales del concurso de pequeño grupo constituído por Cristian Grataloup y Marie-Françoise Du-
ingreso a la Escuela normal superior de Cachan, pasamos el año de la li- rand, a quienes yo había contactado durante la preparación de la agrega-
cenciatura y el de la agregación4 preguntándonos si no estabamos equi- ción, decidí escribir un artículo. Fue escrito en septiembre de 1974 y pu-
vocados. Ninguno de los dos estabamos especialmente formados en blicado en el primer numero de EspacesTemps, cuya existencia fue en
epistemología o en las otras ciencias sociales y no teníamos, en ese mo- parte el producto de ese mismo y sorpresivo compromiso.
mento, ni siquiera el conocimiento de la existencia de las corrientes crí- Decir que soy un geógrafo intuitivo no me parece incorrecto o falso.
ticas de la geografía. Por otro lado, nuestras elecciones politicas eran Pude verificarlo en todas las elecciones profesionales importantes que
he efectuado entre 1970 y 1975. No seguí ni un plan de carrera, ni un
proyecto intelectual preestablecido. Decisiones con consecuencias du-
2. El liceo Lakanal se encuentra en Sceaux, en el suburbio sur de París, el liceo Hen- raderas han sido tomadas bajo el impacto de impresiones parcialmente
ri IV en el Barrio Latino.
3. «Science Po»: nombre popular del Instituto de Estudios Políticos de París que fue en analizadas, a partir de actitudes frecuentemente reactivas, sin buscar
otra época la Escuela Libre de Ciencias Politicas. evaluar, de una manera aproximada, los efectos esperados o las conse-
4. Concurso de reclutamiento de profesores de la enseñanza secundaria. En geografia, cuencias temidas. No era la balanza costo-beneficio, la que me guiaba,
en historia, en filosofía y en letras, este concurso es considerado por algunos como un pa-
saje obligado para acceder a la ensezanza superior y a la investigación.
sino el deseo de decir algo, la convicción, que me parece hoy bastante

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presuntuosa de mi parte que lo que yo tenía para decir era demasiado geógrafos ocupaban un lugar de carácter relativo y decreciente, en el
importante para que lo conservara sólo para mi mismo. transcurso del tiempo, en un conjunto globalmente en expansión. De la
Es a posteriori que he debido producir —que nosotros debimos, ya lista de los “hombres notables” que yo he cruzado, se pone de manifies-
que esta aventura era en ese momento casi exclusivamente colectiva— to que no tuve un “buen maestro”, como se solía decir en cierto momen-
delante de nosotros mismos un discurso capaz de justificar actos ya rea- to. Lo mismo cuando los geógrafos representaban lo esencial de mis fre-
lizados. Había que hacerlo. Un oscuro boletín (el número 1 de Espaces - cuentaciones profesionales, se trataba más bien de colegas en comuni-
Temps ) reseñado constantemente desde su aparición en el diario Le cación horizontal que de “profesores”, de quienes yo hubiera sido el dis-
Monde por un geógrafo conocido; la presencia a partir del año siguien- cípulo. De allí la dificultad de encontrar una filiación clara. Si salimos
te en Ginebra, en el primer coloquio Géopoint, donde se nos pedía de ahora del marco aparente de la vida profesional, los objetos más fáciles
decir quiénes éramos y de posicionarnos en relación a los miles de pen- de producir son los recuerdos —recuerdos de experiencias, de percep-
samientos desconocidos que nos rodeaban; rumores de procesos, ame- ciones, de tomas de posición. Se puede esperar que provean alguna pie-
nazas de censura por un artículo un poco ácido que yo habia escrito so- dra angular y algunas líneas de fuerza que puedan esclarecer las gran-
bre el Diccionario de Geografía dirigido por Pierre George, y la necesi- des inflexiones señaladas más arriba. En realidad, ellos ofrecen, lo vere-
dad ineluctable de defenderse, de justificarse: asumir, era forzosamente mos, solamente información “estilística”. Ellos no dicen el porqué de lo
actuar, es decir hablar. que hago sino el cómo, con qué desagrado y con cuáles apetitos.
Incluso en el caso que yo no hubiera sabido el contenido de mi dis-
curso, al menos conocía el método para pronunciarlo, oralmente o por
escrito. En la confrontación algunas veces indiscreta, frecuentemente
violenta entre grupos políticos proximos al Mayo del 68, tuve la ocasión Los libros como viaje, los lugares como lectura.
de defender, aún bajo los chiflidos y los gritos reprobadores , los puntos
de vista minoritarios. Aún delante de una asistencia indiferente e inclu- En el recorrido que intento reconstruir, la relación cognitiva con el
so hostil supe qué hacer para desarrollar propósitos nebulosos o decisi- mundo ha privilegiado, además de encuentros directos, una manera de
vos. Pero aún mayor fue mi sorpresa cuando me di cuenta que también leer y una manera de mirar.
sabía qué decir. No soy lo que llaman un “gran lector”, especialmente no soy un gran
lector de ficción. Un pequeño número de escritores (Carroll, Kafka, Va-
léry, Borges, Perec, Calvino, Eco, Char, Shakespeare, Gide, Brecht, Bec-
kett, Vailland, una parte de los clásicos franceses de los siglos XVII, XVIII
Recuerdo y XIX y ... Hergé) pueblan mi universo literario.
Incluso uno puede preguntarse si no es algunas veces por pereza de
Si buscamos comprender de dónde venimos, cómo han nacido las leer que prefiero la postura de inventor (o pretendidamente inventor) a
ideas, las actitudes, las maneras de pensar y de trabajar que hacen a un aquella de erudito. De todas maneras me transformé en un lector-inves-
geógrafo (o cualquier otro “especialista”) una primera investigación pue- tigador, quien, la mayor parte del tiempo, concibe el descubrimiento de
de consistir en prospectar las influencias tratando de detectar los en- un texto escrito como un trabajo más bien que como un placer y quien
cuentros. Intentando hacerlo sobre mi mismo5, he descubierto que los busca apropiarse del máximo de ideas y de información en el mínimo
tiempo. Pero tuve un período de mi vida, entre julio de 1974 (los resul-
tados de la agregación) y septiembre de 1976 (el comienzo de mis prác-
5. Ver Egogéographies, op.cit.,pp. 79-93
ticas en el liceo como profesor concursado ) en que he leído libros teó-

94 / ¿Por qué la geografía? Jacques Lévy / 95


ricos, esencialmente de filosofía, sin otro objetivo que el de cultivarme. escolar, repleta de ideología nacional y de nomenclatura. Eran ellos
Presentía, con otros, que el mal estado de la geografía, que era en ese quienes habían comprometido a la geografía al impasse del cual noso-
momento mi preocupación intelectual dominante, provenía en buena tros descubrimos el fondo amurallado. Con Paul Vidal de la Blanche,
parte de su incapacidad a pensarse ella misma con la ayuda de mode- Emmanuel de Martonne, Jules Sion y sus continuadores más fieles, yo
los, de criterios y de instrumentos de cálculo forzosamente venidos del me sentía a menudo un extranjero, a veces adversario, pocas veces cóm-
exterior. Y estaba sorprendido, yo que había seguido cursos de filosofía plice. Más allá de las críticas teóricas y epistemológicas, había en mi ac-
solo durante tres años (Terminal, Hypokhâgne et Khâgne6) y sin que es- titud de rechazo, una dimensión estética: encontraba en sus obras un es-
tuviera particularmente apasionado por esta materia, de la grave igno- tilo “certificado de estudios” casi insostenible, ni verdaderamente litera-
rancia, sumada a un extraño complejo de superioridad, del medio geo- rio —al menos no el género de literatura que me interesaba—, ni verda-
gráfico frente a los textos y a los debates filosóficos. La costumbre que deramente riguroso. Se podía sentir una actitud de espíritu aplicado,
yo había adquirido en tanto que militante comunista de leer los “clási- mezquino y cerrado: provinciano. Con numerosos geógrafos contempo-
cos del marxismo”, que eran libros escritos en una lengua de otro siglo ráneos, yo tenía el sentimiento de una continuidad con esos “maestros”,
y de una gran abstracción, me ayudó no sólo a explorar la epistemolo- en la escritura y, más globalmente, en una suficiencia que ocultaba mal
gía de cultura marxista (Althusser, Sève, Raymond, Politzer, Fichant/Pê- una mala inserción en las redes activas del conocimiento. Inversamen-
cheux), sino también a abordar autores que utilizaban otros paradigmas te, cuando yo leía los textos fundadores de las otras ciencias sociales en
que yo descubría o redescubría (Descartes, Bachelard, Canguilhem, economía, sociología, ciencias políticas o los trabajos de no-geógrafos
Koyré, Granger, Freund, más tarde Prigogine/Stengers, Thom, Morin, Le- sobre el espacio tales como aquellos de Henri Lefebvre, de Fernand
vinas, más tarde aún —lectura y relectura—Kant, Hegel, Rousseau). Pu- Braudel u otros menos conocidos, me daba cuenta, sea lo que sea que
de así, durante dos años completos, efectuar una primera acumulación se haya pensado de sus ideas, que ellos concebían su inserción en algo
de capital, no tanto de conocimientos como de familiaridad con un tipo más amplio que sus campos disciplinarios. La realidad de las ciencias
de discurso, con una forma de rigor. sociales, como corpus abierto e imbricado, se la sentía en cada uno de
Posteriormente fue mucho más fácil acceder a los autores de ciencias los artículos de esos autores. Allí se fabricaban las ideas, allí pasaba el
sociales, economistas, sociólogos, historiadores, politicólogos, antropó- soplo inspirador de los grandes debates.
logos, linguistas. Entre ellos, los trabajos que se interesaban en el espa- La otra especificidad trata sobre los viajes. La costumbre de viajar al
cio encontraron en mi alguien particularmente atento y benévolo. Con- extranjero durante las vacaciones se remonta en mi caso al año 1960.
fieso que a menudo los he juzgado más innovadores que muchos libros Desde los ocho años he recorrido Europa en automóvil con mis padres
de geografía y es lo que ha siempre suscitado mis reticencias cuando se hasta el momento, en 1969, en que comencé a partir sin ellos. Esta ex-
me ordenaba afirmar mi pertenencia a la comunidad transhistórica de periencia es, para las personas de mi generación, relativamente rara tan-
los geógrafos. Dejando de lado los cronistas griegos o árabes a quienes to por los países visitados (no sólo Italia y España, sino también Yugos-
se le renovaba sus credenciales profesionales con entusiasmo aunque lavia, Suecia y Noruega), como sobre todo por el estilo de esos viajes.
sin consecuencia, estaban los fundadores efectivos de la disciplina uni- No era cuestión de frecuentar lugares donde encontraríamos franceses.
versitaria, cuyos espíritus frecuentaban todavía las salas de clase y eran Con medios financieros modestos, lo que implicaba el camping u hos-
bien ellos, a la inversa y enfrentados con sus contemporáneos sociólo- pedajes familiares, mis padres, convencidos, practicaban una cierta “ob-
gos, quienes se habían propuesto de hacer de la geografía una materia servación participante” que resumíamos a través de la fórmula “vivir co-
mo la gente del lugar”: comer como ellos, tener los mismos horarios que
ellos, pasearse con ellos e incluso, si fuera posible, hablar como ellos
6. Hypokhâgne et Khâgne: términos populares para referirse a las clases preparatorias
«literarias» para los concursos de ingreso a las Escuelas normales superiores.
para hablar con ellos. En España, ésto era obvio ya que mi madre, pro-

96 / ¿Por qué la geografía? Jacques Lévy / 97


fesora de español, se consideraba allí como en un curso de formación mis propias ideas, fue más difícil. Es frecuente no ver en un lugar más
contínua. En los otros países, el esfuerzo linguístico mínimo (que permi- que lo que uno ha decidido encontrar. En un primer momento no pude
tia al menos hacer las compras en la lengua local) estaba presentado por escapar a esta regla y volví entusiasmado de mi primer estadía en URSS.
mis padres como una suerte de contrapartida lógica por la hospitalidad Sin embargo lo que ayuda a la apertura de espíritu es la confrontación
que los habitantes del país nos manifestaban al recibirnos. Esta costum- entre estereotipos contradictorios. No se puede ser portador de todas las
bre afortunadamente está un poco más extendida hoy en Francia que en ideas falsas a la vez. En Brasil, no hay situación más pedagógica que el
aquella época, cuando se consideraba frecuentemente (pero es que ha contacto simultáneo con otro viajero, el cual desarrolla su discurso de
desaparecido verdaderamente?) ridículo hablar una lengua extranjera. Si agencia de viajes y la realidad, a menudo sórdida, de un país, tropical,
hoy logro balbucear, incluso algunas veces expresar, frases en varias len- sin duda caluroso , pero también frágil, violento, dislocado por las desi-
guas, es gracias a esas primeras experiencias de vacaciones. gualdades. Eso lo vuelve a uno más modesto, más vigilante frente a las
Pero yo estaba ante todo fascinado por el descubrimiento de nuevos trampas de la visión. El empirismo típico de la geografía tradicional con-
lugares. El tren expresaba —y sigue expresando— para mi el medio de sistía en creer que por el sólo poder de la mirada, uno era capaz de pe-
transporte “espacial” por excelencia, ya que más rapido que en automó- netrar los rasgos esenciales de una sociedad. Es en los viajes que la crí-
vil y con más continuidad que en avión, podía seguir la progresión del tica de ese mito, al principio libresca, se fue validando y reconfortando.
recorrido y realizar una apropiación visual del territorio lineal del inti- El otro efecto está relacionado con la idea de una solidaridad obliga -
nerario. Lo que superaba todo —y alli el pasaje por la ruta cobraba to- toria con el resto del mundo. El mundo existe, es diverso, somos colec-
do su interés—, era el cruce de una frontera: esta ruptura topológica ca- tivamente responsables de ello, debemos por lo tanto conocerlo. Siem-
si siempre brutalmente visible en los carteles de circulación, el aspecto pre me sorprendió constatar que investigadores que producían de un
de las rutas, el estilo de los campos y el ambiente urbano, constituyen- modo u otro generalidades sobre el mundo alimentaban el sueño de re-
do un concentrado extraordinario ejercía sobre mi una magia sin com- tirarse a su parcela de viña o a su cabaña. Esto era bastante nítido entre
paración. Recuerdo muy bien mi llegada a Eslovenia, viniendo de Aus- los geógrafos, teniendo en cuenta su origen frecuentemente rural. Entre
tria en 1964. Dejando los campos cuidados y prolijos, me encontré de ellos, por supuesto, algunos tenían la oportunidad de viajar en el marco
repente proyectado en un paisaje recientemente descubierto en Objeti - de sus trabajos, para participar en coloquios o ir de trabajo de campo.
vo Luna o en el Asunto Girasol : la Sildavia, La Borduria*. Pero frente a los primeros siempre me sorprendí que no sintieran esa cla-
En un principio continué viajando en Europa y en la URSS, a partir se de obligación ética, por otro lado sumamente honrosa, consistente en
de 1971 en América Latina, en 1978 en Asia y en 1980 en América del apropiarse a través del conocimiento, de un mundo del cual eramos to-
Norte. De esta serie, guardo dos fuertes impresiones. dos ciudadanos.
Como los libros de 1974-1976, los viajes me han ayudado a desen -
clavarme. El provincialismo francés que intentaba siempre ubicar a
Francia en el centro, me permitió rapidamente comprender el compor- Cosmópolis
tamiento de mis compatriotas en el extranjero, constatando (continuan-
do en ese sentido una comprobación fundamental), que esa condescen- Más allá de los viajes y de las lecturas, el mundo —es decir el mun-
dencia provenía de una ignorancia del mundo exterior. Con respecto a do exterior, pero considerado en su totalidad— ha estado presente en mi
vida desde el comienzo y de diversas maneras. Primero está el cosmo-
politismo de mis orígenes, confirmados (Estambul, Plovdiv y más exoti-
* El autor hace referencia a dos comics o historietas cuyo personaje principal es Tin- co aún, Clermont-Ferrand) o reconstruídos (la España de antes de 1492).
tin del autor Hergé, quien hace referencia a la época de la guerra fría y el clima reinante
en los Balcanes. [N.T.]
Nieto de inmigrantes, sin embargo me parece que no tuve problemas de

98 / ¿Por qué la geografía? Jacques Lévy / 99


identidad como suele suceder en casos semejantes. Es que ya prepara- narios. Los antecedentes eran entonces favorables, pero la ruptura rea-
dos por la inserción económica y linguística de sus propios padres, mi lizada por mis padres siendo más marcada que para muchas otras per-
madre y mi padre habían realizado antes de mi nacimiento, un intenso sonas de su generación me agregó algo esencial. Desde ese punto de
trabajo de producción identitaria consistente en desplazar la pertenen- vista no he hecho más que prolongar el camino trazado por mis padres
cia comunitaria hacia entidades de vocación universalista: la nación rechazando todo tipo de enrolamiento en alguna “judaidad” [“judéi-
francesa como proceso inacabado de cumplimiento del ideal de 1789- té”], que ciertos elementos de mi entorno intentaban imponerme a la
1793 y el Partido Comunista como instrumento de una liberación gene- fuerza, encubriéndose bajo definiciones contradictorias. He respondido
ral del hombre. negativamente y sin vacilar, ya que esa era mi elección de ateo, de fran-
Las comunidades heredadas, de cierta manera impuestas, especial- cés y de ciudadano del mundo, mucho más atraído, si tenía que elegir,
mente aquella étnico-religiosa que mis abuelos proponían a mis padres por el mito de Pentecostes que por el del “pueblo elegido”. Pude así
como referente fundador, o también el ideal patrimonial que podía de- aplicar luego el método a otras comunidades, afirmando, algunas veces
sembocar sobre una hipóstasis metafísica de la familia o de la posición con rudeza, la superioridad del grupo elegido sobre el grupo impuesto,
económica, estos últimos la habían firmemente rechazado desde su ado- en la familia, las colonias de vacaciones, los “colectivos de trabajo” o
lescencia. Por otro lado, la guerra había legitimado en caliente estas los partidos políticos.
elecciones: mi padre ha sido verdaderamente resistente. Al principio yo Tuve así la suerte de estar preparado a un cosmopolitismo que uno
no había percibido que este compromiso no era algo habitual, ya que él podría calificar de tercer tipo: ni aquel de los colonizados o de los des-
mismo, por modestia pero también siguiendo el espíritu de la época, terrados, que sufren por un país perdido, ni aquel de los apátridas que
proponía una imagen que hoy sabemos un tanto enriquecida con actitu- sufren por un país deseado. Un cosmopolitismo post-nacionalista, que
des de la sociedad francesa de la época. No quita que eso haya dado a ve la nación como una referencia relativa.
mi educación una gran serenidad humanista en relación con los otros Ese mundo no era amenazador, sino lleno de conocimientos y de be-
“pueblos”: no al nacionalismo, no a dejarse llevar por una xenofobia an- llezas, de humanidad. Podía tener acceso al hogar, a través de sus habi-
tialemana. Sin duda esta seguridad también tenía sus defectos: generaba tantes que uno recibía o encontraba, pero también a través de sus pro-
una tranquilidad moral y una seguridad intelectual que nos ha conduci- blemas. Ese cosmos era una ciudad : se hacía política o, si no se hacía,
do, a ellos y a mi, hacia una grave complacencia frente a ciertas causas hubiéramos debido hacerla. La radio o los diarios vertían su flujo coti-
peligrosas. diano de sorpresas, inmediatamente reinterpretadas según un marco de
Pero esa seguridad al menos me ha ofrecido la ventaja, incluso po- análisis consistente: el mundo no giraba siempre en el sentido deseado,
dría decir el privilegio, de alejarme de toda lógica comunitaria. Es ver- pero hubiéramos tenido que decir en cada situación lo que ella hubiera
dad que los judíos sefaradies (originarios de la península Ibérica), a pe- podido ser. Ciertas noticias eran buenas y gratificaban el día con una pe-
sar de haber permanecido hispanófonos, han desarrollado un hábitus queña dosis de euforia, otras era malas y suscitaban indignación. Todo
comunitario débil, que se ha atenuado o borrado con el contacto de so- era interesante, todo apelaba a la acción, y tomar conciencia era de al-
ciedades que valorizaban la integración. Es el caso de Francia, donde guna manera actuar. De niño a la mañana todavía en pijamas, tomando
se ve de una manera bastante nítida la diferencia con los ashkenases mi chocolate antes de partir a la escuela, me he sentido completamente
(originarios de la Europa central y oriental) que disponían de un apara- un ciudadano de un mundo inteligible. Me acuerdo bastante bien de los
to comunitario más estructurado, y sobre todo con los judios “orienta- acontecimientos de Suez en 1956 (tenía sólo cuatro años): era inquie-
les” (originarios del mundo arabe-musulman) algunas veces llamados tante (el petróleo escaseaba), era angustiante (se respiraba la guerra) pe-
erróneamente “sefaradies”, y que son todavía hoy portadores de actitu- ro era también y en principio un acontecimiento, una novedad formida-
des comunitarias características de las sociedades de donde son origi- ble de la cual yo era partidario como muchos otros.

100 / ¿Por qué la geografía? Jacques Lévy / 101


El mundo como morada, la política como género de vida... Más tar- Xenakis o Krzysztof Penderecki a quien yo descubría un poco por casua-
de, me he asombrado de ver a mis colegas geógrafos con un cierto ma- lidad; Natalia Sarraute o Alain Robbe-Grillet cuyo Les gommes eran un
lestar frente a la política. Miembro o no de un partido, agitado o con- clásico familiar, relevaban a Jean-Paul Sartre, Albert Camus y Roger Vai-
templativo, algunas veces satisfecho y otras descontento de la evolución lland, considerados clásicos, aunque todavía en ese momento eran con-
del mundo, me sentí siempre cómodo con la idea, que sin embargo es temporáneos. Comencé a ir al teatro tempranamente y pude ver a Jean
también un mito, que yo era activo, que yo era, de una manera u otra, Vilar actuar Brecht en el TNP7; es allí quizás, en el Teatro Chaillot o en
un ciudadano. Concretamente, además del placer constantemente reno- salas del suburbio, donde sentí especialmente la innovación en acción.
vado de leer los diarios, eso se tradujo en un escepticismo por las con- Esa sensación se reforzó con la frecuentación al IRCAM8, a espectácu-
cepciones conspiratorias o paranoicas de la marcha del mundo, por los de danza contemporánea, a puestas en escena iconoclastas de ópe-
aquellas que reducían la política a instituciones omnipotentes, a perso- ra y a museos de arte moderno.
najes manipuladores , a una puesta en escena ya escrita. Eso ha signifi- ¿Todo eso no podría ser más común, más trivial? Muchos de nuestros
cado también para mi y de una manera profunda que no había que mez- contemporáneos adoptan una práctica patrimonial del consumo estéti-
clar los géneros aunque en un primer tiempo no he sabido resistir al con- co: sólo es legítimo lo que es “clásico”, a excepción de variedades de
tagio del estilo militante. Cuando polemizaba con otros geógrafos en toda clase. Yo tenía la suerte, gracias a la elección de mis padres, de
nombre del marxismo, me ocupaba al menos de distinguir las posicio- abordar el consumo cultural sin esa desventaja —¡afortunadamente no
nes políticas de los investigadores y de las investigaciones, y me sor- soy el único!. Se sumaba a ello, viniendo de lo político, la generaliza-
prendí al comprobar que cuando el problema sobrepasaba los límites ción de la idea de “vanguardia”, primero en el dominio de lo estético
nacionales, se recurriera a la geografía, como recurriendo a una medici - luego en toda creación. He vivido, vivo en un universo mental donde el
na social: yo sabía que el campo de la política, era por definición, la Tie- grado de innovación constituye un principio fundamental de separación
rra entera. Estaba irritado por el hecho de que se haya podido atribuir a y, digámoslo, de distinción de las prácticas sociales. Considero que si la
la geografía una misión política directa: pensaba que la política y la geo- repetición se impone sobre la invención, es una catástrofe artística, pe-
grafia eran dos astros, que brillaban, pero cada uno en su propia órbita, ro también científica y quizás incluso estética. Crear, constituye un go-
cada uno ocupado en sus propias revoluciones. zo personal y una suerte sociológica; es también una clase de obliga-
ción, de contrato implícito firmado con los otros miembros de la socie-
dad. Esta última sufre de quedar atascada en sus imágenes antiguas que
la retienen y de esa manera su movimiento es frenado. Aquel que pue-
... y el bello presente de debe proponer nuevas imágenes. Por supuesto no se trata de exaltar
lo “nuevo a todo precio”, es decir las falsas novedades como un efecto
Desde mis primeros años, el presente era, ya lo he dicho, una estéti- de barniz sobre lo antiguo, modas cíclicas, homenaje del vicio de la fan-
ca, del cual cada nueva pincelada contenía la idea de un “arte cinético” tasía a la virtud de lo clásico. Pero están las verdaderas innovaciones,
improvisado. Pero hubo también la estética como presente. Eso comen- aquellas que no nos halagan sino que nos molestan y cambian nuestra
zó a partir de los años 1960 con las películas de Jean-Luc Godard vistas mirada, nos obligan a ver realidades inéditas e inauditas de nosotros
en familia y a continuación ásperamente discutidas. Luego, la paulatina
apropiación, seguida del laborioso recorrido de los programas de liceo,
de la historia de la música y de la literatura y continuando con el impul- 7. El Teatro nacional popular fue creado por Jean Vilar, estaba en ese entonces insta-
so ya adquirido tanto hacia aquellos de los cuales la escuela nos habla- lado en París, en el Palacio de Chaillot.
8. El Instituto de Investigación y de creación acústica y musical está dirigido desde su
ba poco o casi nada, como hasta aquellos que inventaban, ahora: Iannis creación por Pierre Boulez.

102 / ¿Por qué la geografía? Jacques Lévy / 103


mismos y del mundo. ¿Cómo aceptar en esas condiciones que algunos GEOGRAFIA Y DESARROLLO. CRISIS DEL
se crean autorizados por su edad, su función y otros intereses, a desli- COMETIDO Y RENOVACIÓN *
garse de la obligación de inventar?
McGee, Terence G.
Departamento de Geografía
Universidad de Columbia Británica (Canadá)

Introducción

Luchando contra el humor de este ensayo me fui al cine. Mucho de


lo que es la geografía se encuentra en las películas. Paisajes creados,
manipulados y reales están inmersos en las imágenes. La película “El
Cartero” está escenificada en una isla aislada de la costa de Italia Meri-
dional al principio de los años 50. Una comunidad pesquera junto a la
orilla de la isla dominada por acantilados lucientes, el mar y la monta-
ña. Parece una fotografía clásica del subdesarrollo, como retratada en el
clásico de Carlo Levi “Cristo se detuvo en Eboli”. Pero este mundo esta-
ba comenzando a cambiar. La electricidad ha llegado al pueblo. Hay ya
periódicos y espectáculos cinematográficos. Los políticos y sus maneras
corruptas están ofreciendo progresos dudosos en obras públicas en agra-
decimiento a sus votos. El lugar se conmueve con la llegada de Pablo
Neruda, el poeta chileno ganador del Premio Nóbel, después de ser des-
terrado de Chile por sus actividades comunistas y el reticente ofreci-
miento de exilio del gobierno italiano. El más bien inexpresivo hijo de
un pescador es el cartero que le lleva la correspondencia a Neruda, de-
sarrollándose una relación amistosa, en la cual las palabras especial-
mente la poesía de Neruda es utilizada exitosamente por el cartero pa-
ra ganar el corazón de su cortejada del pueblo. En la boda Neruda lee
sus poemas y recibe la noticia que puede regresar a Chile. Pero deja
atrás una imagen de descontento en el pueblo; una realidad que la con-
dición de subdesarrollo no tiene que perdurar. El cartero se vuelve co-
munista activo y es muerto por la policía en un acto político poco des-

* Cahiers de Geographie du Quebec, Vol. 30 No. 108, Diciembre 1995, pp. 527-536.

104 / ¿Por qué la geografía? Terence G. McGee / 105


pués de su casamiento. Incluso el foráneo “bueno” puede destruir el “in- des de datos fuesen trasladados largas distancias a bajo precio”, cam-
terior” de la localidad. biando en consecuencia en forma radical la organización mundial de las
La película toma el motivo central de mi ensayo, esta es la relación finanzas, la competencia, el abastecimiento y la demanda. Otros desa-
efímera entre “exterior”(outside) e “interior”(inside), lo cual en sentido rrollos tecnológicos, como aviones y barcos de carga de amplia capaci-
espacial se ha vuelto un modo de explicar la dialéctica local-global. El dad de tonelaje, son también importantes porque han facilitado la rápi-
hecho que nuestra disciplina (al menos la parte humana de ella) parece da circulación de grandes cantidades de personas y de cargas (Linge and
estar en un considerable estado de confusión me preocupa profunda- Walmsley, 1995).
mente en un mundo en el que lo global parece ser mucho más impor- Estos desarrollos crearon conceptos tales como ciudades globales,
tante que lo local. Las ideas, el trabajo de campo, las metodologías que consumo global y la aldea global, los cuales sugieren que la transforma-
antes parecían una parte confortable de nuestra disciplina se han vuelto ción global no es más que un proceso en una sola dirección. De este
escurridizas y etéreas. Existen ahora múltiples visiones de nuestra disci- modo se vuelven menos importantes las principales fuerzas formadoras
plina. Hay una sensación de crisis. del desarrollo a nivel estatal o local. Esta idea está muy bien resumida
Si esta situación caracteriza generalmente a la geografía humana, lo en la obra de Castells (The Informational City, 1989):
es doblemente en la geografía del desarrollo. Quizás esto no sorprende
puesto que la disciplina arrastra una cantidad inusual de bagaje ideoló- La nueva economía internacional crea una variable geométri-
gico y teórico. Cuatro elementos contribuyen a esta intranquilidad. Pri- ca de la producción y del consumo, la administración del traba-
jo y del capital –una geometría que niega el significado específi-
mero, la erosión del poder socialista, a pesar que esto no implica auto- co del lugar fuera de su posición en una red cuya forma cambia
máticamente el reemplazo por el capitalismo. Segundo, hay una consi- inexorablemente en respuesta a los mensajes de señales invisibles
derable desilusión con el proyecto moderno sobre la condición de “de- y códigos desconocidos (Castells, 1989, p. 348).
sarrollo” asumido por las teorías del desarrollo económico clásicas y
marxistas. Tercero, el escepticismo creciente de que el mundo pueda ser El producto final de esta línea de pensamiento es la clase de artículo
económicamente sustentable si la condición de desarrollo global fuera que de alguna manera tiene como título el “fin de la geografía”. De esta
mantener los actuales niveles de consumo de los combustibles fósiles en forma si, ante la “geografía de las redes”, el lugar no tiene más importan-
el Grupo de los 7 países. Finalmente, la importancia creciente de los cia, puede cuestionarse por lo menos en parte el rol tradicional de la geo-
procesos globales, como el flujo de información y la transferencia de grafía del desarrollo. Por otro lado puede argumentarse que los geógrafos
tecnología, que parece estar haciendo a lo local menos importante. tienen una tradición bien definida para estudiar las redes y flujos a través
Por supuesto, se entiende bien que la “globalización”, como una in- del espacio, pudiendo contribuir ciertamente a la geografía del desarrollo.
tegración de las economías nacionales al sistema global de producción, Esta perspectiva del globalismo que ve a esto como una “aplanado-
consumo y comercio no es un fenómeno reciente como los teóricos del ra internacional” (Linge and Walmsley, 1995 p. 3) está aún más reforza-
sistema mundial han argumentado convincentemente (véase Wallers- da por las expresiones de convergencia política ideológica de Fukuya-
tein, 1974). Pero muchos investigadores argumentan que la fase actual ma en El fin de la historia, la globalización de las prácticas de consumo
de la globalización (después de 1945) es cualitativamente diferente por (Armstrong and McGee, 1985) y las ideas de compresión del tiempo-es-
dos razones. Primero, la actividad económica esta siendo integrada fun- pacio (Harvey, 1989). Algunos autores ven estos procesos globales co-
cionalmente a nivel global (Dicken, 1992). He escrito acerca de este mo destructores de las culturas locales y, a la vez, como recontructores,
proceso con respecto a la industria de semiconductores en Malasia (Mc- entendidos en términos globales. El flujo permisivo de imágenes mediá-
Gee, 1987). Segundo porque los desarrollos de las nuevas computado- ticas internacionales refuerza la perspectiva de la “masificación” (“ma-
ras, basadas en la micro-electrónica, posibilitaron que grandes cantida- cization”) del mundo. En muchas formas ésta parece ser la continuación

106 / Geografía y desarrollo. Crisis... Terence G. McGee / 107


del proyecto de modernización, en el cual el globo emergería como una estado de flujo constante. Tenemos que reafirmar lo local colocándolo
versión desarrollada de los Estados Unidos. Algunos escritores han ido en el “lugar”, como la realidad de agrupamientos locales negociando el
tan lejos que ven “paisajes-red” [“network landscapes”] en esta forma- control de lo local con lo global con distinto grado de éxito. La idea de
ción cultural. Así Appadurai escribe de etnopaisajes [ethnoscapes] (flu- la negociación permite dar un mayor enfoque sobre el rol de los movi-
jo de personas, inmigrantes, refugiados, turistas, etc.); tecnopaisajes mientos locales comprometidos en la resistencia contra elementos de lo
[technoscapes] (maquinarias, tecnología e información); paisajes finan- global. Escobar (1992a y b), Slater (1992a y b), Pred y Watts (1992),
cieros [finanscapes] (capital); paisajes mediáticos [mediascapes] (flujo Sacks (1992), y Schuman (1993) han realizado contribuciones importan-
de imágenes en la televisión, películas, revistas, etc.); e ideopaisajes tes para la comprensión de esta interacción. En este concepto, los ele-
[ideoscapes] (ideologías y perspectivas del mundo) (Appadurai, 1990). mentos del núcleo que constituyen las raíces del lugar —medio ambien-
Otros han visto la emergencia de “culturas ciberg” [cyborg cultures], te, cultura local, economías locales, fases históricas de la experiencia
en las cuales se quiebran los límites entre las personas y las máquinas compartida—, las experiencias vividas del lugar son cruciales para ex-
(Haraway, 1992). Otros, especialmente Thrift (1994) han tratado de ver plicar las relaciones global-local.
la emergencia de la cultura global en términos de una sensación cons- Este enfoque evita los peligros de retratar lo local y global como en-
tante de movilidad a través de redes que retratan a los individuos por tidades separadas y limitadas y también permite flexibilidad en la esca-
medio de un mundo extendiéndose sin fronteras. la de lo local, ya sea de una aldea, nación o región, o en algunos casos
Así, en las esferas de la actividad económica, técnica y cultural, el de un grupo étnico disperso geográficamente dentro de una unidad na-
efecto de la globalización disminuye la importancia del “lugar”. Cuan- cional. Permite también la investigación del rol de las unidades colabo-
do Thrift pregunta “¿Qué es el lugar en este nuevo mundo “in-bet- radoras locales (por ejemplo la adopción del estado mejicano de las po-
ween”? Un respuesta breve y de compromiso diría que el lugar es per- líticas de ajuste estructural y su efecto en las regiones locales tales como
manentemente un estado de enunciación entre direcciones, siempre di- Chiapas), las que Corbridge (1989) y Peet (1993) nos han urgido de no
feridas. Los lugares son ‘etapas de intensidad’(‘stages of intensity’), ras- ignorar, especialmente cuando reflejan ligazones de clase entre los dife-
tros de movimientos, velocidad y circulación (Thrift, 1994, p.222). Mi rentes niveles del capitalismo local e internacional.
evaluación es que esta afirmación del globalismo está molestando pro- Las contorsiones del párrafo precedente muestran las dificultades en
fundamente a los practicantes de la geografía convencional, la cual se la aplicaciòn de este concepto en la dialéctica local-global. Es particu-
apoya en la aplicación de nuestras habilidades geográficas para la com- larmente difícil analizar las relaciones entre los diferentes niveles de lo
prensión de la geografía de lugares (véase Brown, 1988). Con una per- local sobre los “dominios” (domains), como yo los he llamado (McGee,
cepción tardía, ahora más afligida, nos damos cuenta (al menos aque- 1986-1987; Brown, 1988). Al final, el enfoque más fructífero es definir
llos que somos del corazón “Eurocéntrico” de la geografía) que nos un “sitio geográfico”, en el cual la dialéctica local-global esté siendo
creíamos con demasiada superioridad, conocimiento y poder cuando elaborada. Se piensa a menudo que tales sitios son terrenos en disputa
estudiamos lugares de otros países y culturas (véase McGee, 1991). en los que lo global y local se disputan el control, pero en verdad, co-
Prestamos poca atención a la gente que sí sabe: los habitantes locales mo Lefebvre (1991) ha marcado, lo local y lo global están constante-
y los postmodernistas, que no van a otros lugares, pero que si leen lo mente interactuando en la formación y producción de los espacios.
que escribieron otros postmodernistas sobre ello y luego nos flagelan El segundo camino para escapar de esta perspectiva de la “aplanado-
con nuestros errores. ra global” es atacarla sobre bases empíricas. No hay duda, los países del
¿Hay una salida de esta crisis de la geografía del desarrollo? Primero, globo están impactados desigualmente por estos procesos globales. Qui-
tenemos que escapar de la idea de una aplanadora global y de ver la re- zás el 80% de los habitantes del mundo, especialmente muchos de los
lación entre lo global y local como una dialéctica que se encuentra en pobres en Asia, África y América Latina, viven todavía en localidades

108 / Geografía y desarrollo. Crisis... Terence G. McGee / 109


donde las redes todavía son interpersonales y locales; verdaderamente dad veías ocasionalmente un panorama de mezquitas o un templo de un
tales redes locales pueden ser un elemento crucial en su batalla para la clan chino. Hoy es una ciudad con calles limpias y mercados regulados.
supervivencia. La persistencia del sector informal en África, Asia y Amé- Como una ciudad secundaria, su ambiente edificado no se lo ha puesto
rica Latina es una gran evidencia de esta afirmación (véase McGee, aparte y aún quedan sus estratos históricos de arquitectura colonial. 3)
1976, 1978). Parte de este énfasis sobre la desigualdad del impacto glo- Kampong Baharu era un asentamiento malayo en el centro de Kuala Lam-
bal yace en el concepto eurocéntrico, que se permite la suposición de pur rodeado de tiendas chinas. Fue justo allí en la transición entre estas
que estas fuerzas globales emergentes en los países más ricos son tan po- dos comunidades étnicas donde sucedió la violencia más fuerte con los
derosas que las locales tendrían un colapso. Estas fuerzas globales no tumultos étnicos de 1969. Pero al principio de los 60 era un suburbio pa-
impactan siempre directamente; pero se filtran a veces en lo local por cífico en el centro de una ciudad dominada por los llamados del almue-
medio de la colaboración del estado nacional. La estrategia de las alian- cin, del verdor de los bananos y la predominantemente pobre comunidad
zas regionales para promover las áreas de libre comercio es un ejemplo malaya. Hoy tiene la clase media distinguida con grandes casas, autos
interesante de las diversas formas de como las ideologías globales pue- nuevos en las calles y cercas elevadas. 4) En los años 60 la calle Bugis era
den ser introducidas (véase McGee, 1991, y Dirlik, 1992). un vestigio colonial en el centro de Singapur. Un nightclub al aire libre,
De esta manera, al reafirmar la necesidad de estudiar el diálogo en- una calle llena de puestos de comida, trasvestis, prostitutas y rudos bebe-
tre el localismo y el globalismo, es que estamos retornando al verdade- dores. La visita nocturna a la ciudad era una rutina, que tuvo que ser des-
ro “corazón” de la geografía. truída y reemplazada por una estación de subterráneo cuando se moder-
nizó Singapur. En mi visita más reciente encontré para mi sorpresa una
versión reconstruída y saneada de sus descuidos anteriores, con cervece-
rías en jardín y nightclubs, pero sin trasvestis.
Misión en lo local [Commitment to the local] Finalmente, 5) la isla paradisíaca de Bali. La primera vez que fui a
Malasia en 1958 la visité en cada oportunidad que tuve. El turismo ape-
Es mi firme creencia que el regreso al “corazón de la geografía” cons- nas había comenzado y la cultura y el aspecto rico del paisaje isleño con
tituye un compromiso hacia lo local. Cuando estudié el desarrollo en el terrazas de campos de arroz, templos y casas encerradas te fascinaban
Sudeste Asiático, realicé un trabajo esclarecedor en cinco sitios locales completamente. Bali, por supuesto estaba implantado en la conciencia
dentro de la órbita espacial de los centros urbanos. Desde el fin de los global pero ya estaba casi por ser mercantilizado como lugar de “esca-
años 50 he vuelto a visitar estos sitios siempre que me fue posible. Hablan- pe tropical”. Desde los años 60 en adelante el gobierno de Indonesia
do con la gente y llegué a saber sobre aquello que buscaba: los edificios promovió el crecimiento del turismo, al comienzo de los 90 llegaban ca-
que se destacaban, los lugares para comer cuyos olores y comidas me ten- da año más de un millón de turistas. Bali se transformo en la “Florida”
taban. De esta forma encontré cinco sitios en los cuales he tratado de me- de Australia y los bares de la playa de Kuta publicitan ahora la transmi-
dir lo local en su relación con el cambio global. 1) Ban Chan, unos 15 ki- sión por TV del futbol australiano y por supuesto la cerveza australiana.
lómetros en las afueras de Bangkok, a principios de los años 60 era una Se han desarrollado también otras zonas de la isla. Ubud como centro
aldea arrocera en crecimiento, flotando en un lago los arrozales se trans- cultural, Sanu y Nusa Duta como las nuevas playas de esparcimiento del
formaron en áreas suburbanas, industriales, y campos de golf. Pero el wat mercado alto. Junto a servicios relacionados, el turismo genera ahora un
(templo) es aún importante y la forma de vida todavía concentrada en el 60% del PBN de la isla. La agricultura está declinando. Denpasar, la ca-
klong (canal) es aún vibrante. 2) Georgetown era en los años 60 una “chi- pital, reúne un 30% de la población de 2,7 millones. Su trama urbana
natown” densamente aglomerada. Las calles estaban con vendedores y es frágil y la polución está aumentando. Sin embargo la distintiva Bali
alimentos ofrecidos por todos lados. Cuando caminabas a través de la ciu- como rico enclave cultural hindú permanece como el estado predomi-

110 / Geografía y desarrollo. Crisis... Terence G. McGee / 111


nantemente musulmán de Indonesia y lo ritual y la religión aún predo- se convirtió en un sitio de turismo global, lo que se alcanzó mediante la
minan en lo local. Para captar esta aparente contradicción, dos imáge- colaboración entre las elites locales y nacionales, compañías internacio-
nes me vienen a la mente. La primera es una foto de dos mujeres bali- nales de turismo y agencias de marketing; formando parte de la concien-
nesas tomada en los años 30. Sus pechos están descubiertos como era cia global, que Appadurai rotularía como etnopaisaje y, quizás, ideopaisa-
tradicional. La foto fue hecha para captar la imagen global de aislamien- je.
to hacia la naturaleza –un paraíso “rousseaniano”—. La segunda es una Al mismo tiempo los balineses han negociado alrededor de algunas
foto tomada de un aviso en la edición 1993 de Vogue. Es de una mujer facetas de su cultura, especialmente las pertenecientes a la religión y al
blanca vestida solo con un pareo. Se muestra con un fondo lujurioso de ritual, que sometidas a considerable presión se mantienen persistentes y
palmeras tropicales. Constituye una propaganda para un pareo de Bali. fuertes. A pesar del hecho que más de un millón de turistas visitan la is-
En alguna forma misteriosa lo local ha sido reconstruido en lo global. la cada año, la invasión no ha destruido a la localidad. Precisamente la
Por supuesto alguno puede argumentar que he sido afortunado de te- “especificidad local” es absolutamente crucial para el turismo. Si la mis-
ner la oportunidad de comprometerme en estos encuentros longitudina- ma no existiese tendría que ser fabricada, como Singapur lo descubrió
les concurrentes con la dialéctica local-global. Una oportunidad que no en el caso de la calle Bugis.
se le presenta a todos los geógrafos. Pero eso no inhibe a los geógrafos Segundo, puede argumentarse que las exploraciones de las raíces
de alcanzar sitios más accesibles de la interacción global-local y utili- longitudinales en la formación de la especificidad local en estas escenas
zarlos para plantear cuestiones atinentes al proceso de desarrollo. En fin, es crucial para la comprensión de la dialéctica local-global. Esto puede
mi nostalgia por estos lugares como los había visto antes, me entristece ser una anatema para muchos que apoyan la idea del postmodernismo.
cuando veo el impacto del desarrollo. Me condiciona y forma mi me- Como un autor lo ha comentado «La mayoría de los postmodernistas
moria del subdesarrollo, pero pienso también que sensibiliza los proce- consideran que nada existía hasta que fué descubierto el último Miérco-
sos de desarrollo. Tengo que aceptar que las condiciones materiales de les». Me parece que este enfoque histórico muestra toda la sensibilidad
la gente en estos sitios son mejores. No aceptaría que la calidad de vida a múltiples interpretaciones, la deconstrucción e inquietantes relaciones
es mejor aunque puede ser diferente. Sólo a través de un diálogo conti- de poder que los postmodernistas consideran como parte de sus obras.
nuo entre la experiencia de estos lugares y los macroprocesos de desa- Afirmaría verdaderamente que la tradición regional de la geografía, re-
rrollo puedo explorar la complejidad del desarrollo. De este modo la ac- presentada por trabajos tales como los de Vidal de la Blache, Bowen y
tividad en lo local es una parte fundamental de la geografía. muchos otros, muestran todas estas características. De la misma forma,
el trabajo de historiadores tales como Braudel sobre el Mediterráneo, y
de Reid sobre el Sudeste Asiático son cruciales para la comprensión del
desarrollo contemporáneo de cada una de estas regiones.
Cerrando el círculo. La reubicación de la geografía en la geografía Otra faceta de este enfoque de la dialéctica local-global para estudiar
del desarrollo el desarrollo es aquello que comprende lo que yo llamo enfoque artesa-
nal de la geografía. Algunos afirman que el geógrafo es un artista y la geo-
Podría decir que las cortas y comprimidas descripciones de los sitios grafía un arte. Para algunos geógrafos esto puede ser verdad; pero para la
en la interacción global-local nos da varias claves de cómo reinsertar la mayoría constituye la idea de un artista como alguien que modela objetos
geografía en la geografía del desarrollo. particulares después de adquirir las habilidades respectivas y un conoci-
Primero, el caso de Bali apoya la perspectiva que el concepto de dia- miento profundo de las propiedades de los materiales que son aplicados
léctica local-global es útil para tratar de comprender como Bali está inser- como los más apropiados. Esto es realmente verdad en los mejores estu-
to en el sistema de relaciones globales. No hay duda por cierto que Bali dios regionales de los geógrafos y de un fuerte componente de la geogra-

112 / Geografía y desarrollo. Crisis... Terence G. McGee / 113


fía regional. La mayoría de la críticas de los postmodernistas de este traba- fía del desarrollo colocada firmemente en el cometido del lugar local.
jo: Eurocentrismo; megateoría, y falta de interés por la “agenda oculta” ha NOTA
sido una gran parte de la buena investigación geográfica sobre lo local.
En el espíritu de este número de los Cahiers dedicado a “El Futuro de la Geogra-
La mayoría de los geógrafos interesados por el desarrollo quieren fía”, he tratado de escribirlo como un texto de opinión. Las ideas son en mucho
plantearlo desde adentro del proyecto modernista, el cual pone gran ém- el resultado de la interacción con un fuerte grupo de estudiantes y graduados
fasis sobre la tradición positivista y la creencia liberal de que la buena que empujaban a un profesor renuente a direcciones que no siempre le eran
investigación puede proporcionar soluciones practicables. No encuen- confortables. Scott Macleod, George Lin, Mark Wang, Tamiko Kurihara, Rex Ca-
tro evidencias que esta tradición esté mostrando signos de erosión. En sinader, Shahal Hasbullah, Rajesh Chandra, Andrew Marton, Gisèle Yasmeen,
Nick Georgopoulos, Charles Greenberg, Philip Kelly, Deirdre Mckay, Lisa Drum-
especial en tres áreas están los geógrafos haciendo las mayores contri-
mond, Kerry de Musz, and Catherine Griffiths tienen mucho que decir al respec-
buciones. Primero, el enfoque ya establecido hace mucho tiempo sobre to. Ellos estarían, por supuesto en principio opuestos a cualquiera de la ideas de
la interacción de la sociedad y el medio ambiente, es central para el in- este ensayo. Un segundo aspecto acerca de esto, es que fue escrito ampliamen-
terés actual de “sustentabilidad”, “deterioro ambiental”, “agotamiento te desde la perspectiva de un componente anglo-americano de la geografía glo-
de recursos” y también los argumentos sobre administración y conserva- bal, la que creemos alguno de nosotros que constituye sólo una parte de la geo-
ción. Segundo, el énfasis del interés de los geógrafos por las “raíces del grafía global. Por ejemplo, si se toma en cuenta las investigaciones publicadas
por los geógrafos de China e India, que se concentra en temas relativos a la geo-
lugar” es crucial para la supervivencia de las regiones locales y la resis- grafía del desarrollo, ello excedería en mucho el volumen de trabajo producido
tencia de la gente local contra las fuerzas del globalismo. Tercero, los en América del Norte en el campo de la geografía del desarrollo en los últimos
geógrafos pueden hacer una contribución considerable al estudio de re- diez años. Muchos de estos trabajos son inaccesibles a los geógrafos occidenta-
des y flujos, que son parte del globalismo. Finalmente, muchos geógra- les debido al acceso y a las dificultades linguísticas. Puede argumentarse que
fos del desarrollo aún se interesarán por sí mismos por los temas “cen- cierto número de geógrafos del Tercer Mundo han hecho las contribuciones
principales en esta área —el trabajo de Milton Santos (1979) sobre la urbaniza-
trales” del desarrollo: desigualdad de los sexos, distribución desigual del
ción del Tercer Mundo, los estudios de desarrollo urbano de Alun Mabogunje y
ingreso, hambre del bienestar y enfermedades. las discusiones de cerramiento regional (regional closure) de Kamal Salili (1988)
Esta visión de la geografía del desarrollo regresa a las raíces de la son todas contribuciones importantes. Pero, esencialmente, el debate acerca de
geografía como disciplina humanista, en la cual el geógrafo se transfor- la teoría del desarrollo en geografía ha sido un diálogo conducido dentro de los
ma en el artesano de la interacción local-global. Yo comencé con la vi- países desarrollados. Finalmente, como este ensayo está apareciendo en una pu-
sión del Mediterráneo de un cineasta. Permítanme concluir con otro blicación de lengua francesa, se puede cuestionar la exclusión de un considera-
ble número de contribuciones de geógrafos de lengua francesa. Este es un asun-
ejemplo de la misma región. to que espero sea retomado en otra parte.
En su retrato de Córcega, Isla de Granito, Dorothy Carrington
recorre la isla buscando las raíces de su carácter. Son explorados
todos los diferentes estratos de la gente y la cultura... Es este el
sentido del lugar: una comprensión del carácter que puede ser só-
REFERENCIAS
lo construída uniendo lugares entre sí. Un sentido progresivo del
lugar reconocería que, sin ser amenazado por el mismo. Lo que
APPADURAI, A., 1990, “Disjuncture and Difference in the Global Cultural
necesitamos —me parece a mí— es un sentido global de lo local,
Economy”, in Public Culture, 2(2).1-24.
un sentido global de lugar. (Doreen Massey, 2993, p. 156).
ARMSTRONG, W. And McGEE, T., 1985, Theatres of Accumulation: Studies
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El futuro de la geografía estará más seguro si enfatizamos nuestro rol BROWN, L., 1988, Reflections in Tird World Development : Ground Level
de explorar el carácter de lugares, más que introducirnos en debates teó- Reality, Exogenous Forces and Conventional Paradigms”, in Economic Geo -
ricos acerca del “mundo in-between”. La única respuesta es una geogra- graphy, 64 : 255-278.

114 / Geografía y desarrollo. Crisis... Terence G. McGee / 115


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116 / Geografía y desarrollo. Crisis... Terence G. McGee / 117


POR UNA GEOGRAFÍA TESTIMONIAL

Jean-Bernard Racine
Facultad de Letras
Universidad de Lausana

¿La esencia del hombre no sería la de ser un


ser que puede testimoniar?
Ser y Tener, Gabriel Marcel

Planteemos la pregunta en estos términos: ¿a qué, de qué, se ocupan


los geógrafos? ¿De qué se ocuparán en el futuro? Más de una vez se nos
ha hecho esa pregunta y por otra parte somos los primeros en plantear-
nosla, en el transcurso de las crisis, de introspección o de legitimidad,
que caracterizan de manera recurrente y espiralada la disciplina ances-
tral. Sin duda no somos los únicos y quizás nosotros podamos volunta-
riamente dar respuestas que podrían estar firmadas por otros especialis-
tas de las ciencias humanas.
Eché un vistazo sobre las tres columnas consagradas por Le Grand Ro -
bert * al verbo “testimoniar”: un concepto de una asombrosa riqueza se-
mántica. Todo está allí: certificar, atestiguar, asegurar, demostrar, expresar,
indicar, revelar, hacer conocer, dar testimonio, confirmar el valor de algu-
na cosa, incluso, ausente del Littré, la idea, más ambiciosa, de ser uno
mismo la marca, el índice, la prueba y el signo de aquello de lo cual se
testimonia siendo al mismo tiempo eventualmente la persona que asiste a
un acontecimiento, que está presente cuando se cumple un hecho, que lo
percibe y puede conservarlo en la memoria. Hasta esos testigos que sirven
de referencia, de punto de comparación, en una experiencia, un ensayo,
como esos pilares de mi primera formación “aixoise”** , como esta Suiza,

* [N.T. : Diccionario de la lengua francesa].


** [N.T. : de la ciudad de Aix-en-Provence en el sur de Francia].

Jean-Bernard Racine / 119


“democracia-testigo” donde aterricé después de mi experiencia en Cana- grafizar cualquier problema, enunciado cuya banalidad puede parecer
dá. Es curioso reencontrar estas connotaciones geográficas en otro Nizar- pavorosa, está bien “interiorizado”, bajo una forma u otra, por la gran
do lemánico* , Michel Butor (1985) quien, en Emploi du temps, recono- mayoría de los estudiantes y ello, a pesar de todos los oropeles con los
cía que “así, incluso en mi ... el aluvión de las horas ha reservado ciertos cuales cada uno de nosotros busca adornar su definición de la discipli-
espacios-testigos...”. na. En efecto, este tipo de cuestionamiento es fundamental. Hoy, sin em-
En efecto, si ahora me interrogo sobre la esencia de lo que he hecho bargo, se inscribe en representaciones mucho más ricas y más comple-
de mi vida de geógrafo en 30 años de carrera, dentro y fuera de la Uni- jas de lo que es el espacio geográfico. La geografía ha evolucionado al
versidad, dentro y fuera de la enseñanza, el testimonio parece dar cuen- mismo tiempo que las representaciones que ella se ha dado de su obje-
ta de lo esencial, mismo cuando se trataba sencillamente de mostrar en to central, representaciones que han fundado nuevos abordajes y nue-
francés, a partir de descubrimientos en Quebec y Canadá, y por lo tanto, vas teorías, tanto como a través de la evolución de sus métodos, defi-
norteamericanos, la posibilidad de pasar a otras prácticas disciplinarias. niendo nuevos paradigmas, expresando de manera coherente las nuevas
maneras de concebir los problemas a plantear y la manera de tratarlos,
propio a una generación particular de la historia y de una disciplina.
No solamente la generación de los años 60, la mía, vio reemplazar
Las preguntas de la geografía el término geografía por el de espacio y espacial por geográfico (Ph. et
G. Pinchemel,1988) sino que las acepciones del término espacio se mul-
Testimoniar respondiendo a preguntas concernientes al espacio y a tiplicaron: espacio dado, preexistente, extendido, soporte y teatro de la
las relaciones (materiales, pero también abstractas) que allí se inscriben, acción humana, espacio producido, social, creado por las sociedades y
un espacio que esas relaciones diferencian, organizan y hacen evolucio- reflejando su organización social, generalmente considerado como ex-
nar de manera más o menos satisfactoria para diferentes utilizadores. Es- centrado y objetivo, pero al mismo tiempo, signo y firma de una socie-
pacio terrestre en tanto que lugar y medio de la acción humana, el lugar dad, vivido, percibido y por lo tanto egocentrado, parcial, relativo, ses-
y los medios donde las sociedades se encarnan, modificándolas y trans- gado por la personalidad de cada ser, por percepciones que determinan
formándolas, siendo al mismo tiempo eventualmente, transformadas por prácticas, actitudes, comportamientos, valorizaciones, tantas maneras
ellos, a través de su diferenciación y su organización. Tal era el cuadro de ver dando lugar a focalizaciones, valorizaciones o claves de análisis
en el que aprendimos a trabajar. Admitámoslo sin fingir. Más allá de las diferentes en la práctica de geografías parciales y en partes, no vacilan-
preguntas del qué, del dónde, del cómo, la ambición del cuestionamien- do en bautizarse de pronto, y por un tiempo, geografía behaviorista, de
to geográfico queda modesto, incluso cuando el “porqué” es moviliza- la percepción, luego de las representaciones o de definirse explicita-
do: “por qué esto (estos) está aquí más que allá, al lado de esto (estos) mente como humanista o crítica. Lo esencial estaba preservado en la
más que al lado de aquello (aquellos)”, la cuestión se desarrollará pro- medida en que las relaciones estudiadas permanecieran localizadas, es
gresivamente cuando se agregue “evolucionando como esto más que decir, consideradas en su extensión y en sus lugares y el espacio, en su
como aquello”, y, más recientemente, “con tal resultado más que tal totalidad, apropiado, explotado, recorrido, habitado, administrado, con-
otro, para esto (estos) más que por aquello (aquellos)”. siderado a la vez como producto y dimensión de las sociedades huma-
He comprobado muchas veces que este tipo de enunciado, y las nas, cada uno de esos actos siendo, a su manera, productor de espacio,
prácticas analíticas que derivan de él en el ejercicio consistente en geo- al imponer al espacio formas propias, sacando beneficio al mismo tiem-
po que remodelandolo (Brunet, 1990).
Como obra humana, el espacio no está producido solamente a partir
* [N.T.: Nizardo: de la ciudad de Niza; lemánico: del lago Lemans en Ginebra,
Suiza]
de realidades materiales, la base infraestructural de la sociedad, sino

120 / Por una geografía testimonial Jean-Bernard Racine / 121


también a través de la intervención de las ideas, de las imágenes, de los Un testimonio mutidimensional
códigos de comportamiento, de los sistemas de valor, de todo lo que,
aunque no siendo material tiene igualmente realidad: las representacio- ¿Testimonio? El primero que me importó verdaderamente —yo estaba
nes mentales, lo que podríamos llamar, en cierto modo, la ideología. En todavía preparando mi bachillerato— fue el de un agrónomo, René Du-
esas condiciones, se comprende que el espacio del geógrafo no es un mont, que publicó en ese momento Terres vivantes, en la edición Plon. Un
simple envoltorio de las sociedades. Si el espacio es, recuerda R.Brunet, descubrimiento, al azar en los buenos artículos de l’Express, el comienzo
el producto de estas últimas, él está en ellas como sus culturas y sus his- de una correspondencia y de un encuentro, que iba a renovarse, otro azar,
torias están en ellas. El espacio organizado no es un simple producto: es a través de la Universidad de Sherbrooke y de Otawa, y que de manera
una dimensión intrinseca de las sociedades. más inesperada todavía reencontré el 12 de septiembre último (1995). Es-
Habiendo así definido su cuadro de análisis, la geografía tiene aún, te autor testimoniaba en aquel entonces, con el Grupo de Investigación
un nivel de pertinencia suficiente para resistir, como tal, al estallido al Aplicada en Macro-ecología (GRAME), delante de la Comisión encargada
cual la conducen las inevitables especializaciones temáticas o técnicas de escuchar las diversas opiniones en el marco del debate público sobre
ligadas al tratamiento de la información y de la comunicación, en sus la energía y recomendaba categóricamente la continuación del desarrollo
autopistas como en caminos vecinales y, por otra parte, tiene medida de hidroeléctrico (especialmente el proyecto Gran Ballena) como elemento
sus progresos y de su importancia, de su integración parcial, sector por esencial de una estrategia dirigida a eliminar en Quebec los combustibles
sector, en actividades de investigación, incluso en enseñanzas discipli- fósiles que causan el efecto de invernadero y las lluvias ácidas. Testimo-
narias que la movilizan parcialmente sin reducirse, mismo en reformu- nio de agrónomo, por qué no de geógrafo y de una geografía teniendo qui-
laciones que pasan por un esfuerzo de formalización tal que se vuelve zás la ventaja de ofrecer —“refracción de un universo a través de una in-
fuera del alcance de la inmensa mayoría de sus practicantes, como es el teligencia” escribía Max Sorre— una imagen dinámica, crítica y reflexio-
caso con la “nueva” geografía económica de los económetras? La cues- nada del mundo estructurado por un método bastante calibrado, al menos
tión es vital. relativamente, para autorizar una indispensable reflexión comparativa so-
Ella compromete todas las representaciones que nosotros podemos bre la cual, se funda siempre la elaboración teórica.
darnos de lo que será la geografía en los próximos 20 años. Reconozca- El mundo tiene todavía necesidad y cada vez más, a la hora de la glo-
mos que estos cambios (estas evoluciones), ya entablados y de las cua- balización, de estos “ensamblajes” como decía Jean Labasse, cuya cul-
les participamos un gran número de nosotros sin grandes problemas, son tura está por encima de los otros, y los cuales son capaces de poner en
inevitables, mismo si no se conocen todavía, lejos de ello, los límites y perspectiva recíproca los diferentes niveles de realidad vivida, identifi-
los eventuales efectos perversos. No cabe duda que si algunos de noso- cando las principales articulaciones, las mediaciones y, eventualmente,
tros y de nuestros jóvenes diplomados logran éxito en estas vías que se los mediadores. A mi entender, la Ciudad tiene siempre necesidad y ten-
vuelven paralelas o que se separan francamente del núcleo inicial de su drá siempre más necesidad de esa mirada crítica que quiere ver, sabe ver
formación, es sin duda porque han sido formados y son portadores de y puede ver, como Claude Raffestin (1981) ha escrito alguna vez, en es-
un núcleo rígido expresándose doblemente, sobre el plano teórico y el tos Cahiers. Incluso agregaría, por experiencia helvética, y contraria-
práctico, tornándolos capaces de entrar en materia en la búsqueda de mente a lo que yo he pensado durante mucho tiempo —en este caso que
los conocimientos y del testimonio. la geografía aplicada suponía gente formada en el más alto nivel—, que
ella tiene necesidad de esa mirada en el nivel dado por la maestría de
especialización.
Pero hay más. Si las representaciones del espacio se han enriqueci-
do, como las representaciones del hombre y del grupo social, enrique-

122 / Por una geografía testimonial Jean-Bernard Racine / 123


ciendo al mismo tiempo las representaciones de los campos de estudio blemas ecológicos, no es sin embargo la desaparición de las diferencias
de los cuales la geografía podía aferrarse, los centros de interés se han lo que va a plantear un problema a la geografía y se imponga como pro-
igualmente enriquecido y desplazado. La vieja pregunta del qué y del blemática dominante de la década corriente. La tarea de la geografía
dónde, del cómo y del porqué, de la diferenciación y de la organización consiste más bien en teorizar la constitución de identidades (Jones y
del espacio terrestre ha suscitado sus respuestas. Sucesivamente, o más Moss, 1995) y en comprender los pormenores, en todas las escalas, des-
exactamente de manera espiralada, retomando cada vez todo o parte de de los barrios urbanos a los continentes, pasando por las reivindicacio-
lo que habia precedido o movilizando problemáticas diferentes juzga- nes nacionalistas y étnicas, de una sociedad plural y pluralista, jugándo-
das como complementarias según las escalas, éstas se estructuraron se- se sobre la sangre y la pertenencia, sobre la integración o la exclusión.
gún el modelo vertical de las relaciones hombre-medio ambiente, rela- En el momento en que se plantea en todos los casos el problema de la
ciones entre los hechos en el seno de los lugares, luego sobre el análisis búsqueda de una nueva ciudadanía (Touraine,1991) en una democracia
horizontal, espacial, relaciones entre los lugares, a través de los concep- siempre amenazada o a reinventar, inscripta en el respeto de los grandes
tos de movimiento y de difusión, de puntos, de líneas, de gradientes, de equilibrios ecológicos. ¿Quién verdaderamente va a tratar de despejar
jerarquías, de superficies. Todo eso antes que uno formalise un poco más los pormenores, ponerlos del comienzo hasta el fin de tal manera que
el doble sistema de relaciones propio a las representaciones sistémicas testimonien sobre las cuestiones en juego a los ojos de los ciudadanos,
y/o estructuralistas de los años 70, al mismo tiempo que otros se abren de los medios y mediatizadores, de los que deciden y, en fin, de los res-
al paradigma crítico o humanista. ponsables políticos? Quien, hoy, está globalmente formado en esta “vi-
Los geógrafos intentaron entonces pasar de las cuestiones de forma sión geopolítica del mundo” —dejemos de lado el calificativo de “sa-
a las cuestiones de sentido y de intención. Al hacer esto, ellos descu- no”— que evocaba recientemente Paul Claval (1995) en el colectivo
brieron toda la importancia de las representaciones sociales y de esta Penser la terre. Stratèges et citoyens: le réveil des géographes. Al menos
doble hermenéutica de las ciencias sociales tan cara a A.Giddens discutible y discutida, con una suficiencia franco-francesa increíble (cf .
(1987) a propósito de las relaciones entre ciencias sociales y poder, re- “La table ronde imaginaire”, p.228, por ejemplo), esta recopilación de
laciones que exigen tener en cuenta ese saber común, aquel de los “ac- textos es bastante significativa de una nueva ambición y, en suma, legí-
tores competentes”, que vehiculiza fines y saberes científicos. El inves- tima y legitimada, sino es por el lugar que nuestras universidades se pre-
tigador en ciencias sociales tomó conciencia igualmente de su rol de paran a dar a la geografía al menos por el conjunto de aquellos con los
“comunicador”, teniendo que integrar los marcos de significación utili- cuales hemos aprendido a testimoniar* (ver también la opinion de F.Hul-
zados por los actores para entremezclar ilustraciones ficticias y descrip- bert en relación a ese colectivo). Pero que nos ha formado para este fin,
ciones extraídas de las investigaciones. En síntesis, realizar la integra- para ser testigos y quizás ser esos resistentes de las “regiones felices”,
ción de la acción humana y de las estructuras sociales. Conocemos me- portadores de sentido en una comunidad, en colectividades tan fácil-
jor como siguió la historia, los investigadores más avanzados viven des- mente desorientadas. “Explicar cómo el mundo cambia en sus diferen-
de los años 80 esforzándose en superar, los estructuralismos rígidos y tes partes”: como dice Olivier Dollfus (1995), no paro de pensar que
economicistas que habían disciplinado, por un lado, lo esencial de la “eso es, realmente, una creación contínua”.
investigación marxista y, del otro, los postulados voluntaristas de indivi-
duos autónomos disimulados en el corazón de la geografía humanista y
behaviorista. * En el original : “Pour le moins discutable et discuté, incroyable de suffisance franco-
A la hora en que se imponen, en los hechos como en los espíritus, la francaise, ce recueil de textes est bien significatif d’une ambitión nouvelle et, somme tou-
te, légitime et légitimée, sinon par la place que s’apprêtent à donner à la géographie nos
desaparición de las distancias y la uniformización de los modos de con-
universités et nos collègues d’autres disciplines, du moins par l’ensemble de ceux auprès
sumo, la mundialización de la economía y la globalización de los pro- desquels nous avons appris à térmoigner.” [N.T.]

124 / Por una geografía testimonial Jean-Bernard Racine / 125


No hay ninguna razón plausible para que, en nuestro mundo tan rá- en lo posible de no golpearse”: toda una vida social para descubrir re-
pidamente cambiante, esto se detenga, y que por lo mismo se detengan conociendo la imposibilidad de reducir la ciudad a sus tramas morfoló-
nuestras exploraciones, aquellas de las “islas y continentes de la huma- gicas, socio —o estructural— funcionales, las de la acumulación y de la
nidad” tan caras a Bill Bunge, por más que demos a los futuros geógra- competencia de los hombres y de las actividades, olvidando el peso de
fos los medios, teóricos y técnicos, de una ambición que debe también las dimensiones socio-afectivas y oníricas (Remy y Voyé, 1992).
renovarse, tanto se trate de conocer como de testimoniar, aunque sea Estas últimas son frecuentemente irreductibles a las categorías y a las
para recordar hoy, en el momento en que “desaparece en beneficio de exigencias materiales a las que responde la ciudad y de las cuales se ha
los inmuebles de cemento, de las autopistas, de las vías férreas de gran alimentado durante mucho tiempo, legítimamente por otro lado, la in-
velocidad, pero también de los paisajes virtuales de la televisión”, la de- vestigación. Partes enteras de nuestras ciudades son utilizadas para nue-
coración del Temps des collines (George, 1995) y el lazo de intimidad vas funciones, nuevas actividades y nuevos grupos sociales. El espacio
fuerte y ancestral entre un paisaje permanente y sus habitantes. A la ho- urbano está de repente dotado, al mismo tiempo de una gran maleabili-
ra en que el semillero de los suburbios franceses se convierte para algu- dad y de indeterminación, como lo notaba B. Secchi en 1990 : “lo que
nos en sinónimo de terrorismo y de islam, ¿no le corresponde al geógra- considerábamos desde hace mucho tiempo como una residencia pare-
fo volver a poner las cosas en su justo lugar, develar los pormenores de ce cumplir la función de oficina, lo que era una fábrica, es decir el lu-
los cambios originados por las transformaciones socio-económicas más gar de trabajo, se transforma en residencia; los barrios pobres de la ciu-
generales que hayan involucrado las zonas urbanas? A la hora en que, dad se convierten en barrios esnobs y de lujo, la arquitectura pobre se
paralelamente, la ideología post-moderna del recurso a las fuentes se transforma en un monumento. Escalas de preferencia, juicios y valores
transforma en un simple arte de citación y en collage reproduciendo por (valores monetarios y valores de posición) han sido conmovidos e inver-
todas partes las mismas formas (de Vancouver al Cabo pasando por Bal- tidos”. La multiplicación de los intereses geográficos va a la par. Si el
timore, los mismos waterfront) obedeciendo a las mismas intenciones de mundo continúa cambiando, la manera de dar cuenta geográficamente
beneficio, ¿no nos corresponde decir y mostrar cómo ha sido completa- también tendrá que cambiar, al igual que en el interior de un mismo pa-
mente desviado el barco filosófico y crítico inicialmente propuesto? Dos radigma. La extensión de las funciones y de los problemas de la ciudad
ejemplos entre tantos otros. continúa trasformando y reorientando el discurso de la geografía urbana
solicitando el interés por nuevas perspectivas. Entre movimientos centrí-
fugos y centrípetos, el espacio urbano continúa ofreciendo un laborato-
rio de opciones para el estudio y para las medidas comparadas: concen-
Lazos y lugares para develar tración, desconcentración, suburbanización, exurbanización, rururbani-
zación, dispersión, contra-urbanización, desindustrialización difusa, ter-
Los lazos y los lugares que nos corresponde develar hoy sin duda son ciarización selectiva, todas éstas estuvieron sucesivamente en el núcleo
diferentes. Sabemos que la interpretación de los paisajes y la manera de de las preocupaciones, como lo están hoy en día los fenómenos de me-
expresarlos suponen al mismo tiempo la relación con la historia y la in- tropolización y el desafío al modelo monocéntrico (Berry y Kim, 1993).
teligencia de otras mediaciones (Berque, 1995). Máquina de producir y ¿Quién va a realizar la crónica de esos cambios, sino los geógrafos?
de consumir, de habitar y de circular, decían de la ciudad los urbanistas ¿Quién va a asumir, en la observación del mundo y del espacio, aparte
de la Carta de Atenas. Pero también hecha, y cuánta, de carne y de san- de la función de conocimiento y la función relacional del investigador,
gre, de hombres y mujeres que la habitan y la animan con su pasión de esa indispensable función crítica ligada a una vigilancia permanente y a
existir y con su sentido concreto, cotidiano, que toma su existencia, pa- la necesidad de la resistencia de un individuo inscripto en el universo
sando, como lo escribía George Perec, “de un espacio a otro, tratando social y sus comunidades de pertenencia, resistencia que se expresa jus-

126 / Por una geografía testimonial Jean-Bernard Racine / 127


tamente en el testimonio, y en la enunciación de las verdades que el Todos colaboran para un nuevo conocimiento general, produciendo una
descubre? nueva imagen del país urbano, mientras que, paralelamente, una geo-
grafía del bienestar social y de la calidad de vida, también una geogra-
fía de las preocupaciones de lo público, continúan interpelando el mun-
do y la extraordinaria renovación de la geografía cultural abre sus puer-
La multiplicación de los centros de interés geográficos tas a nuevas vías y nuevas voces, que comenzamos a escuchar afuera
del círculo estrecho de los geógrafos.
En ese dominio como en otros, los geógrafos aportan cotidianamen- ¿Por malas razones? Algunos lo dicen, a la hora del renacimiento y
te la prueba de su presencia atenta al mundo, como lo hacen, a otro ni- de la generalización de los problemas identitarios en todas las escalas,
vel, en materia de mundialización de los intercambios, de territorializa- desde la más personal, aquella donde el yo se dilata, hasta la escala de
ción y de desterritorialización; de deslocalización de los fenómenos, de los tribalismos o de los nacionalismos. ¿En qué otra disciplina, la forma-
flujos de todo tipo sabiendo, como lo dice hábilmente Yves Lacoste ción puede pasar a través del reconocimiento explícito de las tensiones
(1995), que si hay deslocalización, “eso no quiere decir que no haya entre lo universal y lo particular, qué disciplina puede definirse legítima-
más localización”. ¿Quién otro sino el geógrafo, en su captación de la mente, hoy más que nunca como conocimiento de los conocimientos y
ciudad, sabrá ser, solo o a través de otros colegas, y en los términos de de las prácticas que las sociedades tienen del espacio, como reflexión
la geografía económica, sensible a una geografía de los espacios de ofi- explícita de la territorialidad humana, conjunto de las relaciones que los
cinas, de la alta tecnología, en aquellos de la geografía social, a una geo- hombres, partiendo del grupo social, mantienen con la alteridad y la ex-
grafía de los “géneros” o de relaciones específicas que establecen con el terioridad del medio ambiente y social? Más que nunca el mundo nece-
espacio los hombres y las mujeres (Villeneuve y Rose, 1988; Villeneuve, sita que se expliciten esas relaciones, al mismo tiempo que tiene nece-
1991) y un análisis de las mutaciones sociales del centro urbano ligados sidad de descubrir y quizás de inventar los lugares más propicios para la
al fenómeno de “gentrificación”* (Bourne, 1994; Ley, 1994)? ¿No es que interculturalidad.
el rol del control institucional y político recibe desde finales de los años ¿Las ciudades serían aquellos agujeros negros donde las especificida-
70, una atención creciente, aclarando el carácter “turbulento” de los sis- des están perdidas? Una pregunta posible entre otras. Quizás, finalmen-
temas urbanos y las incertidumbres que vendrán parcialmente a tomar te, el futuro y el lugar de la geografía dependerán de las preguntas que
en cuenta (a considerar) la aparición, desde los años 80, en la investiga- ella sepa plantear y a las cuales sepa legítimamente responder en térmi-
ción geográfica, modelos dinámicos inscriptos en la teoría de la auto-or- nos al mismo tiempo comprensibles para todos y marcados a fuego por
ganización o de la sinergética, formalizada tanto por la Escuela de Bru- la fiabilidad metodológica. Preguntas basadas sobre el descubrimiento
selas, con I. Prigogine en torno de P.-M. Allen, como por los investiga- de las principales cuestiones en juego de la investigación y de la acción,
dores de Stuttgart en torno de H. Haken, y que han sido introducidas en permitiendo simultáneamente el testimonio y la resistencia eventual. Al-
Francia por D. Pumain, L. Sanders y T. Saint- Julien (1989)? gunas son simples, su interés y su pertinencia social se renuevan prácti-
Es así como se anuncian, siempre apoyándose sobre la base de mé- camente cada día: ¿quién construye la ciudad actualmente, quién vive
todos aún clásicos, aunque lo cualitativo se acerca ahora con ganas a lo en la ciudad, quién decide en la ciudad? El problema de las desigualda-
cuantitativo, una geografía de las instituciones, una geografía de los es- des también, aún si estas no hace falta demostrarlas más. Lo que condu-
pacios de actividad, una geografía de los actores, en todos los niveles. ce a eso merece sin duda ser revisado periódicamente. Pero se trata tam-
bién de saber si estamos en una sociedad que va a espacializar cada vez
más esas desigualdades, en todas las escalas, una vez más, y que va a
* [ N. T. : De “gentry” (elegancia). El término alude a las modas de recuperación es-
nobs de los viejos centros urbanos.]
volverlas en un cierto modo, irreversibles o, al contrario, en una socie-

128 / Por una geografía testimonial Jean-Bernard Racine / 129


dad que va a poder tratarlas, basándose en los valores de la dignidad y des”? Si hoy ésta nos crea problemas y cada vez más, ¿no debería la re-
del arraigamiento. Corresponde al geógrafo, entre otros por cierto, pero flexión prospectiva de lo urbano, tenerlo en cuenta, lo mismo si nadie
de una manera enriquecida por su método evidentemente comparativo, más olvidara las determinaciones externas de la vida interna?
preguntarse si nuestras sociedades contienen en si mismas la capacidad
de reducir las disparidades y sobre todo si éstas no brotan por sus pro-
pias divisiones del trabajo, por sus propios estatus modificados del tra-
bajo, por sus propios sistemas de valores . Lugares a inventar?
Aún cuando haga falta desconfiar y armarse de prudencia. Recupe-
remos ese consejo de A. Tarrius (1992, p.48), a propósito del análisis so- Y por qué, más precisamente, no le corresponde al geógrafo pregun-
bre los Docklands en Londres: “micro-eventos y micro-lugares son por tarse cuáles son, donde están, a la hora de las ciudades multi-étnicas, los
un lado fuente de complejización de los problemas y por otro lado exi- lugares del encuentro social y más precisamente aún, esos lugares de la
gen de nosotros el ingreso en otros universos que requieren nuestra aten- interculturalidad. Es necesario recordar aquí que una de las conclusio-
ción. Si el estatus del hombre en sociedad está marcado por su situación nes mayores a las cuales llegan los trabajos recientes sobre los factores
híbrida de sujeto y objeto, cuanto más aquel del investigador quien, su- que contribuyen al logro —o al fracaso— de la integración es la impor-
jeto él mismo, observa los trazos de esas subjetividades. La prueba de la tancia de las formas de participación de los individuos a una multitud de
inmersión es una necesidad que nos permite superar, la rigidez de los redes que definen la intensidad del lazo social. La existencia de redes
conceptos que funcionan en primer lugar como a prioris, guías de nues- propias de ciertos grupos procedentes de la migración puede ser vista
tros primeros pasos, al mismo tiempo que se los utiliza. La objetivación por lo tanto como una falta de diferenciación, incluso de segregación,
que implican prácticas de investigación exclusivamente enumerativas, de la misma manera que el lugar de residencia. El espacio juega un rol
con sus tan lógicas cuantificaciones, es fuente de invención de una po- clave en esta problemática, en la medida en que la intensidad de las re-
bre ‘realidad’ amputada de las condiciones de lo sucedido en lugares des genera allí fenómenos de movimiento y de circulación, reveladores
siempre singulares en el transcurso de una historia local siempre especí- de nuevas estructuras en nuestras aglomeraciones. Esta demarcación es-
fica, de las interacciones sociales siempre originales que se dejan ver en pacial, en tanto que manifestación del lazo social, ¿no representa acaso
el modo sensible del encuentro. ¿Cuál es la locura que señala esa obsti- una encrucijada central en materia de cohabitación de las poblaciones
nación de muchos métodos en ciencias sociales por intentar descubrir a escala urbana? Al geógrafo le corresponde explicitar la dimensión es-
en todas partes procesos generalizables, cuando la comprehensión de pacial de la integración, materializada por la emergencia de lugares y de
las modalidades de particularización de las relaciones sociales, y su territorialidades especificas. ¿Quién otro más que el geógrafo —y algu-
comparación constante de un lugar y de otro, informa aún más sobre la nos sociólogos urbanos— se propondra estudiar la distribución espacial
situación de una sociedad global?” de esos lugares providenciales, así como el contexto histórico y político
Que existan especificidades irreductibles, nadie jamás lo puso en du- de su emergencia, esforzándose por captar la manera en que son prac-
da en el ambiente de los geógrafos. ¿Es necesario por ello poner en cues- ticados por los actores sociales? ¿Quién, en el plano práctico, se esfor-
tión la idea de ciudad y la manera de pensarla y de juzgarla, aunque no zará por describir los instrumentos que permitirán el mejoramiento de la
fuera más que en su evolución formal? ¿Es necesario estudiar esas otras comunicación intercultural en el contexto urbano, lugares donde, según
realidades de la ciudad, que están más allá de o correlativamente en el un lindo término de A. Medam (1988) habrá movimiento, donde el in-
ocaso de la base económica, el deterioro del medio ambiente, el creci- migrante por fin podría “salir de su salida”?
miento de la segregación residencial, la incertidumbre y la inquietud so-
cial, el agotamiento fiscal, tantos componentes de la “vida en las ciuda-

130 / Por una geografía testimonial Jean-Bernard Racine / 131


Investigadores de interfase fragmentación de mercados favorable a la acentuación de la competen-
cia, que conduce a las empresas a reconstituir su poder de mercado a
J. Remy, L. Voyé, A. Medam, A. Tarrius y porque no, M. Castells, A. través de la diferenciación de sus productos.
Touraine! Tantos sociólogos en su momento movilizados en esta rápida “Tantos fenómenos de complejización de la economía que la condi-
reflexión. Es verdad, el geógrafo sabría enfrentársele solo. Y algún profe- ciona, para su buen funcionamiento, a una simplificación de su geogra-
sor de urbanismo, tal como François Ascher (1995), puede darnos la fe- fía” escribirá acertadamente J. Thisse (1994). En síntesis, buenas razones
liz sorpresa de una reflexión completamente magistral y accesible del fe- a las que los nuevos economistas geógrafos asocian la idea de que la for-
nómeno urbano. Resistiendo como nosotros (Racine, 1994; Cunha y Ra- mación de grandes metrópolis es no solamente estable, pero a menudo
cine, 1994) a las sirenas que anuncian la muerte de la concentración ur- socialmente optima —sino siempre, ya que existe la herencia de la his-
bana bajo el pretexto de una dialéctica de funcionamiento entre la ciu- toria y la posibilidad de accidentes— para el consumidor en el arbitraje
dad y las nuevas tecnologías de la comunicación, Ascher estima como espacial que él práctica entre sus costos y sus oportunidades, cuando se
nosotros que las metrópolis continúan y continuarán creciendo, con- decide por el hábitat en la metrópolis más que en cualquier otra parte.
centrando una parte creciente de hombres y de riquezas, extendiéndose De la misma manera que en la economía política cuando se estudia
sobre territorios cada vez más vastos, integrándose en sus sistemas coti- la lucha de los hombres contra la escasez y se olvidan los componentes
dianos zonas urbanas y rurales cada vez más alejadas. Pero basta con espaciales y territoriales, su ausencia en las reflexiones críticas y activas
tener en cuenta el lugar que ocupan los trabajos geográficos, tanto en su sería empobrecedor. Incluso si el determinismo de nuestros ancestros se
argumentación como en los hechos que ellos movilizan, para perder to- ha desvanecido, los lugares, los paisajes y los territorios de la geografía,
do complejo con respecto a eso. Están por todos lados. las cosas del medio ambiente y la representación de esas cosas conti-
Seamos más precisos. Se puede comprobar entre los mejores econo- nuarán teniéndose en cuenta en los decenios siguientes. En otras pala-
mistas del espacio que, contrariamente al análisis económico sumario bras, “Geography matters” (Massey y Allen, 1984).
que hubiera podido hacer pensar que la baja de los costos de transpor-
te iba a permitir a los agentes económicos de beneficiarse de más liber-
tad en la elección de su implantación, favoreciendo de esta manera una BIBLIOGRAFÍA
homogeneización más grande del espacio, las empresas y de rebote los
hogares no son indiferentes a su localización cuando los gastos de trans- ALLEN, J. et HAMMETT, Ch., 1995, A Shrinking World? Global Unevenness and
porte bajan de manera importante (Puig y Thisse, 1994; Thisse, 1993, Inequality. Open University and Oxford University Press.
1994). Al contrario, los efectos de arrastre creados por la baja de los cos- BERQUE, A., 1995, Les raisons du paysage, de la Chine antique aux environne -
ments de synthèse. Hazan, Paris.
tos de transporte han favorecido la formación de un número relativa-
BERRY, B. J. L. Et KIM, H. M., 1993, Challenges to the Monocentric Model. Geo-
mente restringido de polos de desarrollo. A pesar de las localizaciones, graphical Analysis, 25(1): 1-4.
la polarización es y permanece, en buena medida, como la faceta terri- BOURNE, L., 1995, “The Role of Gentrification in the Changin Ecology of Inco-
torial del proceso general de crecimiento económico y esto, por una se- me. Evidence from Canadian Cities and Implications for Further Research”.
rie de razones que van del hecho que la competencia espacial es de na- In G. Braun (éd.) Managing and Marketing of Urban Development and Ur -
turaleza oligopólica, o, por lo menos, monopólica, a la idea que las con- ban Life. Actes de l’ IGU - Commission on Urban Development and Urban
Life, Berlin, 15-20 aoùt, Èditions Dietrich Reimer, pp. 561-574, Berlin.
figuraciones de equilibrio más probables implican una fuerte polariza- CASTELLS, M., 1984, Towards the Informational City? High-Technology, Econo -
ción del espacio. Por otro lado, pasando por las explicaciones más tra- mic Change and the Spatial Structure: Some Explanatory Hypothesis. WP-
dicionales en términos de interacción entre mercados de bienes y mer- 430, Institute of Urban and Regional Development University of California,
cados de trabajo, en términos de externalidades de proximidad o de no Berkeley.

132 / Por una geografía testimonial Jean-Bernard Racine / 133


CLAVAL, P., 1995, “Crise et renoyveau de la géographie”. In Penser la géograp - FUTURO-PRESENTE-PASADO 1
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fis d’un changement non programmé. Geographica Helvetica, 2(49) : 47-52. (David Harvey, 1982: 448)
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M. Huriot (éds) Dictionaire des concepts de l’ analyse spatiale. Economica,
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En el artículo pretendo decir algo sobre la geografía por venir —que
TOURAINE, A., 1991, “Face à l’exclusion”. In J. Baudrillard, G. Lipovetsky et al.
Citoyenneté et urbanité. Espirit, pp. 165-173, Paris. aspiro compartir— partiendo de algunas reflexiones sobre mi experien-
VILLENEUVE, P., 1991, “Les rapports femmes-hommes en milieu urbain: patriar- cia de geógrafo. La geografía por venir será tanto proyección como pro -
cat ou partenariat?”, Cahiers de géographie du Québec, 35(95) : 385-401. yecto. En todo proyecto se ponen en juego insatisfacciones, deseos, as-
piraciones y posiciones personales y colectivas. Es desde este “lugar vir-
tual” o también “u-tópico”, es decir desde aquello aún “sin lugar”, que

1. El texto está orientado centralmente a jóvenes alumnos y colegas extranjeros que


quieran interiorizarse sobre el por venir de la geografía en Argentina.

134 / Por una geografía testimonial Vicente Di Cione / 135


se vuelve la mirada sobre los lugares del presente y el pasado, transfor- 1. Locuras, utopías y naufragios en la “Vieja Perlita del Once”
mando los tres momentos en uno solo: futuro-presente-pasado. El orden
de sucesión que alude el título —inverso al habitual— expresa el reco- Me parece que la historia debería arrancar con la pregunta funda-
nocimiento de la voluntad y el esfuerzo implicados en el trabajo de “ir mental: ¿cuándo, cómo, dónde y porqué me decidí estudiar la carrera de
hacia adelante”. geografía?
La geografía por venir será aquella que existe hoy en el deseo e imagi - Recuerdo vivamente que fue una noche —más bién una madrugada —
nación geográfica y en la capacidad de trabajo de los geógrafos. Tendrá del mes de Mayo de 1968, a dos años del golpe militar de Onganía y de
mucho que ver con su capacidad de “desburocratización” mental y prác- la tristemente célebre Noche de los Bastones Largos, cuando en una me-
tica y su pérdida de miedo a “patear el tablero” de las malas inercias es- sa de la “Vieja Perlita del Once”2 —un lugar memorable compartido en
tablecidas. Cesare Pavese escribía con encanto poético “lavorare stanca”. aquél entonces por estudiantes, muchos de ellos oriundos de buena parte
Es cierto. Sin embargo también tengo presente que el cansancio, la fatiga, de la geografía de América Latina, rockeros, jugadores de billar, noctám-
no es incompatible con la alegría y el placer, sobre todo cuando el traba- bulos, transnochadores y madrugadores— descubrí en diálogo con dos
jo se transforma de simple rutina en actividad libre y creadora. compañeros, estudiantes de Geografía, la existencia de la carrera en la Fa-
Hay ciertamente muchas formas posibles de imaginarnos y proyectar cultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. En ese en-
la geografía por venir. Ninguna de ellas puede librarnos del balance de tonces yo cursaba estudios de Sociología y Filosofía en la misma facultad.
las experiencias personales y colectivas. También podemos adoptar di- Conversábamos sobre los últimos acontecimientos del Mayo francés,
ferentes formas discursivas, con mayor o menor exposición de nuestras matizados con referencias a los aspectos de los escenarios de “las luchas
propias experiencias y aspiraciones, con mayor o menor pretensión de o combates”, aspectos que yo prefería llamar socio-ambientales y que
objetividad y solemnidad. Ninguna de ellas nos libra, en última instan- mis compañeros, estudiantes de geografía, insistían en llamar geográfi -
cia, de “contrabandear” nuestras propias utopías y experiencias. Por eso, cos. En el fondo, la conversación procuraba poner un poco de claridad
me parece un buen camino el propuesto por J. Lévy en “¿Por qué la Geo- en torno al porqué de la demora en llegar a la Argentina de la onda con-
grafía?”. Me brinda la posibilidad de hacer un balance mirando la suce- testataria que agitaba otros lugares del mundo. Curiosamente, no había-
sión de algunas experiencias personales y colectivas en relación a la mos advertido que la onda ya había llegado montada en las noticias, ca -
Geografía, a partir de las utopías e imaginarios que precedieron a dichas si al instante de los medios de comunicación y en los debates que se de-
experiencias. sarrollaban alrededor de las mesas en muchos otros bares de Buenos Ai-
Me detendré en tres momentos fundamentales de mi formación co- res y de otras ciudades del país. Sin percibirlo estábamos viviendo una
mo geógrafo: el de mi definición vocacional que confieso aún inconclu- experiencia que preanunciaba los nuevos vientos globalizadores.
sa, la etapa de estudiante, aunque considero que sigo siéndolo de mu- Por aquel entonces el mitológico “Tanguito” había compuesto la
chas maneras y el período de maduración, aún en proceso. Estas ambi- célebre canción La Balsa 3, en los hospitalarios baños de “La Perlita”. La
guedades e inconclusiones son las que también me inclinaron a adoptar
el título futuro-presente-pasado. En todas los períodos intentaré “jugar” 2. Ubicada en la intersección de las avenidas Rivadavia y Jujuy en la esquina de Pla-
za Once. La actual Confitería La Perla es uno de los tantos testigos de las profundas trans-
con la irresolución de los momentos del tiempo, fuera de la cronología formaciones de la cultura urbana de Buenos Aires, impuestas por la lógica de la globali-
de sus objetivaciones histórico-geográficas, juego que anticipo, se orien- zación mercantil y, en lo pertinente a hábitos nocturnos, las políticas de ajuste y, sobre to-
ta a proponer y fundamentar el entrecruzamiento o transposición dialéc- do, las “racias” de las fuerzas de seguridad a partir del golpe militar de 1976. El nombre
“Perlita” le fué impuesto para diferenciarla de la entonces “Confitería La Perla” situada a
tica entre Geografía e Historia como proyecto estratégico para la Geo -
media cuadra sobre la Avda. Rivadavia y frente a Plaza Once.
grafía por venir. 3. La historia oral cuenta que la pieza la vendió Tanguito a Lito Nebbia a cambio de
un vaso de leche y que fué éste el que la popularizó a partir de 1969, en el año del Cor-

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Balsa se convirtió pronto en un himno-manifiesto-signo del malestar de dentro del cual me hallaba, estaba abocado a la tarea de imponer —más
la cultura urbana de Buenos Aires y, sobre todo, de una parte de la que repensar— las estrategias de para algunos,“construcción del futuro”,
juventud globalizada, que no participaba de los sueños y proyectos de y para otros “ toma del poder” —a la luz de los nuevos acontecimientos
la “patria socialista”, ni de la “patria peronista”, ni de cualquier otro que desencadenados por los hechos de Nantêrre recorrían el mundo ba-
proyecto de la “gente progresista”4. Aunque su concreción formal duró jo formas muy diversas, resultantes todas del modo como se “fundían”
algunos meses, esa misma noche tomé la decisión de reorientar mi estu- en cada lugar los grandes procesos mundiales con sus especificidades
dios hacia la licenciatura de geografía. La pregunta, entonces, es similar culturales, personales y... geográficas. La referencia a La Balsa es perti-
a la de J. Levy: ¿por qué estudiar geografía? nente para destacar la otra cara de la cotidianidad porteña: aquella cu-
El contexto social y ambiental de la anécdota no es ajeno al descu- yo proceso de transculturación e internacionalización política —hoy di-
brimiento de mi tardía vocación geográfica y, por transposición analógi- ríamos proceso de globalización— avanzaba sintonizando otras ondas y
ca, posibilita el establecimiento de algunas pistas para reflexionar sobre melodías de los mismos medios de comunicación, con diferentes prota-
la situación actual y la multiplicidad de direcciones reales y virtuales de gonistas y en otras direcciones.
la geografía. Con el contrapunto entre el clima de La Balsa y mi incor- En esa noche de Mayo de 1968, mientras “lejos” de La Perlita —Fran-
poración a la “comunidad de geógrafos”, pretendo destacar metafórica- cia, Italia, EEUU, Inglaterra, Alemania— se desarrollaban aquellos nota-
mente la multiplicidad cultural y política de situaciones y sentidos, in- bles combates cuerpo a cuerpo que protagonizaban mayoritariamente
terdependientes y contradictorios a la vez, presentes en todos los luga- los estudiantes contra la policía, me encontraba envuelto en una multi-
res de desenvolvimiento de la vida cotidiana, de las historias personales, plicidad de crisis. En el fondo no eran más que una multiplicidad de ros-
de las historias locales y —como diría Hegel— de “realización de la his- tros de una única crisis que venía aprestándose desde bastante tiempo.
toria universal”. Esa noche había muchas otras mesas en La Perlita del Por su vinculación con la respuesta al por qué la Geografía, creo que tie-
Once y solo una, la nuestra, volvía la mirada coincidente sobre los he- ne alguna utilidad reflexiva analizar mi crisis política y vocacional.
chos que seguíamos “de lejos” (?). En el otro extremo, en el lugar reser- En el plano político cinco fenómenos relativamente bien “georefe-
vado para los no estudiantes, también había una sola mesa que reunía a renciados” me impulsaban a desconfiar de mi imaginario y certezas y a
la cultura (¿náufragos?) de La Balsa.5 intentar reorientar el sentido hacia el futuro. En primer lugar, la consta-
En aquellos días el progresismo local, fundamentalmente estudiantil tación de que las estrategias y procesos de cambio necesariamente de-
bían combinar situaciones y aspiraciones locales y globales 6 y dar lugar
a algo así como la localización de lo global y la globalización de lo lo -
dobazo y Vivorazo, con su grupo de rock Los Gatos. Mi trato personal con él no fue más
allá de algunos cruces de madrugada en La Perlita. cal . En segundo lugar, la constatación de la derrota, diría “estructural”,
4. Utilizo este término para demarcar el difuso campo de todas las fuerzas políticas de los “movimientos de liberación vanguardistas” y, consiguientemente,
perteneciente a las diferentes variantes de la autodenominada izquierda, a diferentes ex- la necesidad de acompañar las transformaciones de los grandes actores
presiones del humanismo libertario y emancipador, a los movimientos populares antimpe-
rialistas, tercermundista y de “liberación nacional” y a los grupos y partidos políticos que históricos acorde con el grado de desarrollo logrado en los diferentes es -
frente la dictadura militar bregaban por el retorno de la democracia. cenarios territoriales. En tercer lugar, la constatación de la importancia
5. En ese entonces no se había desarrollado en Argentina un movimiento contestatario de los medios de comunicación para instalar el imaginario liberal, indi-
como el hippismo que unificaba el rock con el movimiento pacifista. En su origen, duran-
te la década del 60 la cultura roquera nacional estaba desperdigada en minúsculos frag-
vidualista y consumista de manera desigual en todos los intersticios y lu -
mentos “tribales” que mayoritariamente tocaban y cantaban en inglés. Recién hacia finales
de la década comienzan a desarrollar una identidad propia del Río de la Plata, con letras
en español. Tanguito, al igual que Sandro, Lito Nebbia, los grupos Manal y Almendra, por
6. Utilizo el término “global” en atención al lenguaje de nuestro tiempo. En aquel en-
citar los que recuerdo, formaban parte de ese movimiento de renovación que en la siguien-
tonces se utilizaban los términos “internacional” y “mundial”.
te década logró hegemonizar las preferencias de gran parte de la “nueva juventud”.

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gares de la “microfísica del poder” y el consiguiente destierro de toda nían los radioteatros —en especial los del mediodía—, y el amontona-
cosmovisión social basada en los principios de solidaridad e igualdad. miento de parroquianos en los bares del conurbano bonaerense con te-
En cuarto lugar, las crisis de profundización de la construcción del so- levisión durante el segundo gobierno de Perón. En ese entonces la Re-
cialismo dentro y fuera de los países del “socialismo real” y su notoria gión Metropolitana de Buenos Aires albergaba cerca de 6 millones de
fragmentación. Y en el quinto, aunque no en último lugar, la certeza del habitantes (el 33 % aproximadamente de la población del país).
enorme poderío del aparato militar del bloque occidental con EEUU a Sobre la fragmentación del bloque socialista fue suficientemente elo-
la cabeza, a pesar de la relativa imposibilidad de definir a su favor en cuente el memorable y aún hoy perdurable conflicto chino-soviético, la
ese entonces la Guerra de Vietnam. 7 represión del alzamiento de Hungría y el “fraccionismo” del movimien-
La primera tiraba por la borda las posibilidades de construcción de to socialista occidental. Además de estas razones “visibles” desde la me-
un nuevo orden social a nivel nacional “desconectado” de la interde - sa de La Perlita, había otras señales de la fragmentación que operaban
pendencia global que se imponía bajo la dominación y —no pasar por desde dentro de la misma ex-URSS, y que a pesar de su invisibilidad fue-
alto— la hegemonía del capitalismo.8 Prueba contundente: el bloqueo a ron con el tiempo mucho más importantes. En la actualidad tenemos
Cuba y la imposibilidad de la ex URSS de desconectarse tecnológica y claro la explosiva combinación de los casi permanentes fracasos de la
económicamente de occidente. planificación centralizada y de la dictadura impuesta por el burocratis-
En relación a lo que denomino polémicamente derrota estructural mo stalinista. Y, más inmediatamente vinculados con una visión política
del vanguardismo, teníamos muy cercana en la memoria el fracaso de de la geografía, las inercias de las culturas regionales y la cuestión del
las experiencias del grupo de Massetti en Salta y la derrota y asesinato reparto regional del esfuerzo social y del excedente social. La combina-
del Che Guevara en Bolivia, acontecida en octubre del año anterior y, ción de estos aspectos con el paulatino avance de la ideología liberal,
como contramodelo, la persistente resistencia u ofensiva de los grandes podemos constatarlos en la actualidad en la recomposición del poder
“movimientos nacionales de liberación”, notoriamente configurados por mundial que dieron lugar a la caída del muro de Berlín, el derrumbe del
sus propias tradiciones locales de luchas y relativamente impermeables proyecto socialista y la fragmentación de los estados en sus unidades re-
a ciertos estilos de internacionalización de la política. En la Argentina gionales originarias
ese contramodelo estaba encarnado en la multiplicidad dialéctica del En relación al relativo predominio del bloque occidental sobre el po-
Movimiento Peronista. der militar mundial, las “tibias” señales de aquel entonces, emitidas por
En cuanto a la importancia de los medios de comunicación de ma- ciertos éxitos del bloque occidental en la “guerra fría de la coexistencia
sas, no es ocioso recordar que Argentina fue pionera —aunque no in- pacífica” y ocultas por el fragor de la Guerra de Vietnam,9 fueron ratifi-
ventora— en la articulación de proyectos políticos, medios de comuni- cadas con posterioridad por la elocuencia de los recientes hechos de la
cación y marketing. Viene a mi memoria la enorme audiencia que te- Guerra del Golfo y la Guerra de las Malvinas. En la actualidad, aunque
no sirva para cambiar el curso del pasado, las “tibias” señales podían ser
7. Ayudamemoria: el 27/1/1973, con el Acuerdo de París termina formalmente la in- amplificadas en su momento si el progresismo político hubiera puesto
tervención directa de EEUU en el conflicto, y el 30/4/1975 el general Duong Van Minh se mayor empeño en analizar las condiciones de posibilidad y los alcances
rindió incondicionalmente al Vietcong. En Argentina: en 1973 gana las elecciones el pe- geopolíticos de los golpes de estado en los países periféricos de occiden-
ronismo (Cámpora) y meses después se hace entrega del gobierno a Perón; en 1974 mue-
re Perón y se aceleran los cruentos acontecimientos que dieron lugar al Proceso de Reor- te. Una actitud semejante hubiese implicado para buena parte del pro-
ganización Nacional y la oficialización de la “guerra sucia” a partir del 24/3/1976.
8. Gramsci consideraba a la hegemonía como “consenso acorazado de coacción”. La
esencia de la hegemonía consiste en que domina a través del consenso. Desafortunada- 9. Algunas señales: la denominada “crisis de los misiles” de 1962 que obligó a la ex-
mente gran parte del ideologismo progresista era ciego a los procesos de seducción hege- URSS a retirar los misiles de Cuba y la intervención de EEUU a la República Dominicana
mónica del capitalismo. en 1965 para aplastar la revolución popular en favor de Bosch.

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gresismo, una mirada menos ideológica y dogmática y —sin abandonar fía y Letras de la UBA. En ese entonces, aún no se había impuesto la mo-
el optimismo del corazón—más atenta y racional y responsable. da de las Ciencias Políticas, y menos aún la explosión de alternativas
Mi crisis vocacional entonces, estaba íntimamente ligada a la crisis académicas iniciada a mediados de la década del 80 a nivel de grado y
política. La comprensión de todos estos fenómenos y procesos estructu- posgrado.
rales globales y locales, mediatizados por aspectos territoriales y am- En relación a lo que genéricamente llamo “la cuestión social”, mi es-
bientales, es decir geográficos, me habían impulsado en su momento a casa orientación vocacional estuvo marcada por mi experiencia de es-
seguir estudios de filosofía y sociología. La Noche de los Bastones Lar- tudiante secundario en el Nacional Manuel Dorrego de Morón, 12 a tra-
gos de 1966 y los acontecimientos políticos posteriores inhibieron pro- vés del aporte de algunas asignaturas como Historia, Psicología, Educa-
fundamente la posibilidad de avanzar en la universidad con suficiente ció Cívica o Filosofía, marcada esta última por la excepcionalidad del
democracia, pluralismo y creatividad científica en la comprensión de “la profesor, el querido y recientemente fallecido Conrado Eggers Lan, en
realidad”.10 De pronto el incipiente y precario desarrollo crítico de las menor grado por Geografía. Sociología no existía en la currícula del Na-
Ciencias Sociales y la renovación filosófica iniciados con el restableci- cional, como tampoco Antropología y Economía Política, aunque algu-
miento de la Autonomía Universitaria en 1958 fueron aniquilados, dan- nos pálidos reflejos de estas disciplinas se encontraban desperdigados
do lugar al desarrollo de posturas que caracterizábamos — a menudo “a en Historia y Geografía.
ojos de buen cubero” — como “irracionales” y “oscurantistas”. Este nue- Fuera del marco del sistema educativo oficial, mi acercamiento a la
vo clima intelectual prevaleciente en las universidades argentinas ratifi- cuestión social y a la sociología se dió con mayor intensidad en los es-
caba con particular salvajismo la interdependencia contradictoria entre pacios de militancia del movimiento estudiantil, al que me había incor-
la “racionalidad/irracionalidad” de la historia política, social y económi- porado curiosamente, entre los meses de Abril y Mayo de 1958, justo
ca y la “racionalidad/irracionalidad” de la historia de las ciencias y, en diez años antes de los acontecimientos de Mayo del 68. Ese año estuvo
general del sistema científico y tecnológico.11 Este cuadro de situación marcado por las multitudinarias movilizaciones en defensa de la “Ense-
afectó con particular intensidad mis pretensiones de graduarme en esas ñanza Laica”, en oposición al proyecto frondizista de “Enseñanza Libre”
disciplinas. mediante el cual se subsidiaba a los colegios privados. En esos espacios
No obstante había otras razones de fondo que fueron tomando cuer- de militancia, con toda la ansiedad típica de la edad, hice por primera
po desde el inicio mismo de mis estudios en la Facultad de Filosofía y vez la sinápsis entre ciencia social, política, materialismo histórico, ma-
Letras (1963/64) y tenían que ver con la forma y contenidos de los res- terialismo dialéctico y una singular mezcla de humanismo cristiano y
pectivos objetos de la Sociología y la Filosofía y con las relaciones prác- existencialismo sartreano.
ticas que mantenían ambos campos disciplinarios con el campo de la En esos mismos espacios fuí interiorizando la importancia de los “lu-
política. En el momento de iniciar mis estudios universitarios estaba con- gares” y las “distancias” sobre las prácticas políticas, a través del modo
vencido de que la reflexión y sistematización “teórica” de la sociedad en que la coacción y violencia del Estado (Gobierno de Guido, Plan Co-
en general y de la política en particular pasaban por esas disciplinas. nintes, etc.) eran ejercidas mediante el control de los espacios donde és-
Ambas carreras en aquel entonces se cursaban en la Facultad de Filoso- tas se realizaban cotidianamente. No percibía entonces, como sostengo
ahora, que ese conjunto de experiencias sobre el espacio pudieran dar
10. Con la intervención militar la inmensa mayoría de los docentes e investigadores
lugar a reflexiones sistemáticas encuadrables dentro de una Geografía
renunciaron masivamente en las universidades, produciendo un vacío de inteligencia y un
deterioro del sistema universitario nacional tan intenso que recién comenzó a recuperar-
se a partir de 1983. 12. El ciclo de cinco años previos al ingreso a las universidades y diferente de los ci-
11. Sobre el tema me extiendo en varios artículos personales que cito en la bibliogra- clos preuniversitarios técnicos (Colegios Industriales, Colegios Comerciales) y del Magis-
fía (Di Cione, 1986, 1988, 1989) terio (Escuelas o Colegios Normales).

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Política Crítica. Mucho menos tenía idea de que, por aquel entonces, la reproducción social”, que como “teoría del devenir histórico”, susten-
tanto M. Foucault como H. Lefebvre, incursionaban, por diferentes ca- tada en la razonable necesidad ideológica de reforzar el lado “práctico”
minos, sobre tales temas. Aunque con posterioridad los acontecimientos (la acción) de la “esencial práxis histórico-social”. En aquellos años, hu-
siguieron un curso diferente, al finalizar el Nacional sentía que mi des- biera resultado difícil para mí, aunque no trivial, hacer la conexión en-
tino ya estaba escrito. tre reproducción social y reproducción histórica. De haberlo hecho, si
bien hubiera significado un logro intelectual de alcances impredecibles
en lo personal, no hubiera significado un cambio del modelo kantiano
de la Historia vigente y que yo tenía interiorizado.
2. Otredades históricas y geográficas oficiales y de otros tipos En la actualidad mi visión de la “historia oficial” no ha cambiado sig-
nificativamente respecto a la que tenía en aquella época. Mi visión de
¿Por qué a pesar de que hoy sostengo la necesidad de un vigoroso la Historia sin embargo, hoy es muy diferente: por mi cabeza pasa, no
entrecruzamiento entre Historia y Geografía, no opté en ese entonces sólo la posibilidad sino la imperiosa necesidad de una “Historia del Pre-
por alguna de las dos? Mis experiencias de las versiones oficiales duran- sente y del Futuro” que alumbre las condiciones, posibilidades, sentidos
te mis estudios en el nacional no pusieron en evidencia que la Historia y significados de las pequeñas y grandes acciones humanas y de la mul-
y, menos aún, la Geografía, pudieran alumbrar algo sobre las cuestiones tiplicidad de circunstancias y geografías personales y colectivas. Hoy
que me preocupaban. Entendía, apoyado en suficientes evidencias que creo que ese proyecto de Historia pasa por un saludable y crítico en-
aportaban mis profesores, que el pasado que me mostraban las diferen- cuentro del Materialismo Histórico y Dialéctico, despojado de las sim-
tes “historias oficiales” era un pasado muerto, que tenía poca eficacia plificaciones dogmáticas de ciertos partidos políticos de izquierda y del
explicativa sobre la historia social activa que configuraba la vida coti- “revisionismo stalinista”, con la rica experiencia de la Escuela de los
diana del presente y, menos aún, del inquietante y siempre huidizo fu- Anales y los aportes de las restantes corrientes críticas del campo de las
turo. Salvo esa historia oficial, en mi horizonte no visualizaba aún la ciencias sociales. Esta forma de revalorización y resignificacción de la
existencia de otra Historia y tampoco pasaba por mi cabeza la idea o po- historia la debo en gran medida al esfuerzo por reconceptualizar la geo-
sibilidad de una “Historia del Presente y del Futuro” que al poco tiem- grafía y a la mirada desde la geografía sobre la historia a partir de infle-
po descubría bajo la forma de Historia Social. Por otro lado en ese en- xionar y reflexionar sobre “la dimensión geográfica” de la la cultura co-
tonces, aún no había percibido que esa Historia se encontraba desarro- tidiana, la política y, con motivo de mis esporádicas actividades de con-
llada bajo la forma de “materialismo histórico” y “materialismo dialécti- sultor luego de mi graduación, en cuestiones vinculadas con el ordena-
co”. Entendía que el materialismo histórico y la Historia eran dos sabe- miento territorial y ambiental.
res diferentes correspondientes a su vez a dos espacios sociales también En relación a la Geografía, mi experiencia en el Nacional forjó una
diferentes: el primero como cosmovisión y sociología de una parte del visión semejante a la Historia en algunos aspectos y muy diferentes en
campo político del progresismo y la segunda como memoria y narración otros. En ambos casos, como habría de aprehenderlo más tarde al leer
del conservadurismo. el “Manifiesto shaeferiano” (Schaefer, F.K., 1953), el modelo epistemo-
La dificultad en percibir que el materialismo histórico y el materialis- lógico que había interiorizado se ajustaba bien a las prescripciones nor-
mo dialéctico eran en rigor una forma de Historia Social, derivaba del mativas que Kant había estipulado con tanta “evidencia” y sentido co-
perfil notoriamente sociológico, económico y filosófico con que se los mún en su sistemática y apacible cotidianeidad de Königsberg hace dos
presentaba en los pequeños manuales de vulgarización. Sin entrar a siglos y medio: la historia se ocuparía de inventariar y disponer los he-
considerarlos en detalle, por lo general tales manuales presentaban al chos en el tiempo y la geografía de inventariarlos y disponerlos en el es-
materialismo histórico y dialéctico histórico más bien como “teoría de pacio.

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En aquel entonces tampoco tenía conocimiento de la existencia de 3. Tribulaciones de la filosofía y sociología
otra Geografía y, por las evidencias manifestadas en el Nacional, tampo-
co pasaba por mi cabeza la posibilidad de una Geografía Social que, al ¿Cuáles fueron las experiencias en los años que precedieron al “Ma-
mismo tiempo que recuperara la historicidad de la sociedad, pudiera yo del 68” con la “sociología oficial” y la “filosofía oficial” que me lle-
“geografizar” dicha historicidad mediante la puesta en evidencia de sus varon a dudar de su eficacia comprensiva y explicativa?
mediaciones y determinaciones geográficas (territoriales, naturales, am- Con el correr de los primeros años de mis estudios sociológicos y fi-
bientales, etc.). En aquel entonces intuía, a partir de algunas experien- losóficos fuí descubriendo que sus sistematizaciones no lograban avan-
cias que mencioné, que la geografía tenía mucho que ver con las prác- zar con coherencia y eficacia en la clarificación de la multiplicidad de
ticas sociales y los procesos históricos. Curiosamente, cosa que recupe- problemas que había creído que podía responder al elegir ambas carre-
ro como un aspecto positivo de la historia oficial, algunas pistas de su ras. El funcionalismo en boga en sociología no superaba, en última ins-
importancia aparecían cuando ésta trataba los escenarios de las grandes tancia, los límites de cierta mirada inmediata e ingenua (no inocente) so-
corrientes migratorias, de los emprendimientos “geo-militares” de los bre lo social, bastante semejante, a pesar de sus sofisticadas y pretensio-
imperios y estados, y al analizar las bases territoriales y ambientales so- sas sistematizaciones teóricas, a las miradas de otras disciplinas oficia-
bre las que se edificaban las diferentes civilizaciones, los grandes impe- les. En aquel entonces la sociología oficial local, siguiendo el mandato
rios y los modernos estados. Tal intuición, sin embargo, no la asociaba positivista, se encontraba demasiado encapsulada en la construcción
con la posibilidad de desarrollarla en el marco de la geografía oficial. La teórica “universal” de su “objeto propio” y relativamente desfocalizada
geografía oficial era y siguió siendo en general y en sentido riguroso, para captar y reflexionar mediante perspectivas totalizadoras la riqueza
profundamente a-histórica, pese a la incorporación de cronologías y a de los hechos y procesos sociales. Contrariamente al empirismo idiográ -
algunos esfuerzos recientes intentados en el marco de la reforma educa- fico14 histórico y geográfico, la sociología oficial de aquel entonces per-
tiva.13 sistía con tenacidad en la búsqueda y sistematización de modelos y teo -
Sin embargo, a pesar de sus defectos epistemológicos y de cierto rías explicativas nomotéticas universales15. Al hacerlo, el formalismo y
aburrimiento didáctico, por otro lado común a casi todas las materias, la rigidez de sus métodos y técnicas producían un pavoroso amontona-
por su relativa demora en incorporar los recursos tecnológicos disponi- miento de correlaciones estadístico-funcionales notoriamente contradic-
bles y en acercarse a los intereses adolescentes, consideraba a la geogra- torias. Sobre la impotencia y contradictoriedad del método y dada su
fía oficial como un saber relativamente útil e interesante para compren- importancia en articular sociología y condiciones territoriales-ambienta-
der algunas cuestiones del presente. De hecho contribuyó a formarme la les, tengo presente las agudas reflexiones de J. Bastide sobre La sociolo -
idea de un mundo complejo y paisajísticamente diversificado, de facili- gía de las enfermedades mentales y el interesante trabajo de Suzanne
tarme algunos instrumentos e información para elaborar, con la ayuda Keller sobre El vecindario urbano. Una perspectiva sociológica (1968).
de otros marcos conceptuales, algunas hipótesis sobre las diferentes ac- No había en los espacios oficales universitarios una sociología de la
tuaciones políticas y, sobre todo, me posibilitó emprender viajes por lu- vida cotidiana y tampoco una filosofía crítica de la vida cotidiana.16 La
gares imaginarios a modo de anticipos de los que haría algunos años
después.
14. Las perspectivas idiográficas sostienen que los hechos y fenómenos históricos y
geográficos son únicos y no generalizables.
15. Las perspectivas nomotéticas reproducen metodológica y conceptualmente la no-
13. Destaco los recientes textos de Geografía Humana y General y las guías de actua- ción de ley y regularidad típicas de las ciencias naturales. Los hechos y fenómenos son ge-
lización curricular realizadas por un conjunto de geógrafos formados a partir de 1983. Re- neralizables y reproducibles.
cuerdo ahora los recientes textos de Victoria Fernández Caso, Raquel Gurevitch, Pablo Ci- 16. Se ignoraban, por ejemplo, los trabajos de H.Lefebvre y A.Heller. En Filosofía, la
colella y Rodolfo Bertoncello. única excepción fue la cátedra de Antropología Filosófica de C. Eggers Lan.

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reflexión sobre el mundo real pasaba por ámbitos no “catedralicios”. La entra mal o no entra en las teorías hechas a priori”. En tales circunstan-
universidad ofrecía un espacio de encuentros... y de desencuentros. Sal- cias sentía que, al fin y al cabo, ante la crisis de mi vocación sociológi-
vo contadas excepciones, la verdadera reflexión acontecía en otros in- ca, la elección de la carrera de Geografía era sensatamente una activi-
tersticios de la geografía social general y universitaria: en los pasillos, en dad reparadora y prometedora.
los bares cercanos, en los grupos de estudio, en el trabajo, en los luga-
res y tiempos de la actividad política y mediante la lectura y comentario
de autores y textos “no oficiales”, a menudo estigmatizados como no
científicos. En la actualidad creo tener una mejor visión de aquel enton- 4. ¿Por qué Geografía, a pesar de todo ?
ces, debido posiblemente al convencimiento de que ese pasado sobre-
vive aún de muchas maneras en los tiempos que corren en nuestras uni- Pero, ¿por qué decidí estudiar geografía en la misma Facultad, a pesar
versidades y en la microfísica de la vida cotidiana en general. del clima general de persecución y desaliento? En la decisión influyeron
En tal sentido, estoy convencido que de no haber tenido una cierta varios factores. En ese momento visualicé a la geografía como una disci-
petulancia intelectual cargada de los prejuicios típicos de ciertas mane- plina que —a diferencia de la sociología y filosofía post-Noche de los Bas-
ras irreflexivas de la cultura contestataria progresista, hubiera prestado tones Largos, donde percibía cierta carga pedántemente especulativa, es-
más atención crítica a la sociología y filosofía oficiales, tratando por ese capista y encubridora— me permitiría encauzar con cierto realismo —no
medio, de anticiparme a algunos reconocimientos que se dieron bastan- me animo decir con objetividad— el análisis y la reflexión sobre las “con-
te tardía y dolorosamente. Entre ellos, el reconocimiento de que una no- diciones materiales” de posibilidad (también de imposibilidad) de la prác-
table cantidad de textos y autores “no oficiales”, si bien no tenían por- tica política cotidiana y de los grandes proyectos políticos. La mirada fina
qué ser estigmatizados, no se hallaban excentos de una notable carga de sobre tales condiciones no se tocaba debidamente, ni siquiera en los cam-
“progresista irracionalidad”. En mi descargo solamente puedo argumen- pos del progresismo en que me hallaba. A tal efecto me bastaba con que
tar que no siempre es posible postergar los mandatos de los sentimien- me posibilitara avanzar “descriptivamente” sobre la materialidad de mis
tos, empatías y urgencias colectivas a la espera del juicio de la razón problemas, suministrándome la “masa de datos” que yo necesitaba para
epistemológica. Sobre el tema tenía presente que la “filosofìa, como el caracterizar las condiciones de posibibilidad de los diferenes escenarios
buho de Minerva, levanta el vuelo silenciosamente a la noche y regre- de la política. En tal sentido mis preocupaciones se alimentaban de la ne-
saba al alba sin anunciar el nuevo dìa”. cesidad de entender tanto los fracasos políticos del progresismo en las di-
El mito que tenía construido sobre la capacidad descriptiva, explica- ferentes escalas geográficas —mundiales, continentales, nacionales, loca-
tiva y comprensiva de la sociología oficial caía a medida que avanzaba, les—, como las posibilidades de llevar a término los grandes y pequeños
con sobresaltos, en la carrera. Después de la Noche de los Bastones Lar- proyectos de una “sociedad mejor”. Tenía bien presente desde mi niñez
gos, las pocas posibilidades recuperables en los intersticios de la vida en los Apeninos de la Campañia italiana y en los malezales del conurba-
universitaria también se desvanecían. Al cerrarse las posibilidades de in- no bonaerense, que la mejor forma de ganar al “poliladron”, cualquiera
tercambio dialógico democrático, todos los actores se replegaron en sus fuera el rol que me correspondiera en el juego, consistía en tener un buen
respectivos dogmas. Tal como lo expresé anterioremente, los discursos conocimiento de la psicología de mis presas o de mis cazadores y tam-
sociológicos pasaron a sobreideologizarse en extremo. Consecuente- bién, de los escenarios geográficos donde jugábamos.
mente, la realidad no era objeto de estudio, sino más bien un producto Mi decisión fue estimulada también por un conjunto de vivencias e
intelectual que, en el fragor de las luchas, cada una de las partes preten- intuiciones sobre dos cuestiones, ligadas a las anteriores y entre sí, que
día imponer. Unos satanizando al marxismo y otros satanizando al capi- aún hoy marcan gran parte de mi actividad: los procesos de urbaniza-
tal. La “realidad”, mientras tanto, se escabullía.“La realidad es testaruda, ción y las problemáticas ambientales. Los procesos de urbanización no

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eran objeto de tematización significativa en la carrera de sociología y, El segundo espacio derivó de las vivencias del impresionante proce-
menos aún en la carrera de filosofía. Las problemáticas ambientales no so de urbanización de la Región Metropolitana19 a partir de una inser-
figuraban en ese entonces ni siquiera en el horizonte virtual e imagina- ción “privilegiada” para la observación participante: recién llegado de
rio de ambas carreras. 17 mi país de origen a Buenos Aires, cuando tenía 8 años de edad, mi fa-
Mi interés por los procesos de urbanización fue el corolario de —en- milia se afincó en un área periférica de intenso crecimiento urbano.
tre otros— dos espacios de confluencia de experiencias personales. El Desde ese lugar, pude ver cómo en menos de 10 años se “producía” la
primero tenía que ver con la constatación de que gran parte de la diná- transformación de un ambiente cuasi rural a un ambiente urbano conso-
mica cultural y política se desarrollaba sobre, dentro o en relación a es- lidado, proceso que si bien aparecía espontáneo, salvaje o irracional a
pecíficos ambientes urbanos: centros de servicios, zonas fabriles, barria- la mirada exterior, respondía a una complejidad de “racionalidades” in-
das populares, etc.. Los acontecimientos de Mayo del 68 eran suficien- terdependientes. Con el tiempo y bastante más tarde esta experiencia me
temente elocuentes, como así también la especificidad de la actividad ayudó a comprender sin dificultades ese conjunto de cuestiones concer-
política en Argentina. nientes al trabajo doméstico, la autoconstrucción, la pequeña produc-
En aquel entonces, el 80 % de la población de Argentina residía en ción mercantil, el cuentapropismo urbano, el mercado de tierras, la ren-
aglomeraciones urbanas de más de 2.000 habitantes, el 43 % en las cua- ta urbana, la especulación urbana en negocios inmobiliarios, infraes-
tro mayores aglomeraciones constituídas por la Región Metropolitana, tructura y equipamiento, el doble circuito de la reproducción urbana, el
Gran Córdoba, Gran Rosario y Gran Mendoza, el 13 % en centros inter- contrapunto racionalidad/irracionalidad y, sobre todo, la geopolítica de
medios comprendidos entre 100.000 y 500.000 mil habitantes y el res- la microfísica de la vida cotidiana dentro y entre los nichos barriales y
to en 596 centros comprendidos entre 2.000 y 100.000 habitantes.18 En las escalas regionales, provinciales, nacionales e internacionales.20
esa época, la mayor resistencia política a la dictadura militar se concen- A partir de ambos espacios de experiencia, resultaba evidente para
tró en los grandes distritos fabriles de Gran Córdoba y Gran Rosario, es- mí la imposibilidad de pensar la política y los procesos de transforma-
cenarios de las históricas luchas obrero-estudiantiles del 69, del Gran ción culturales, obviando el análisis de las implicancias de la urbaniza-
Tucumán, en pleno proceso de reestructuración del complejo cañero- ción sobre la política y la cultura e inversamente, de la política y cultu-
azucarero y en las luchas de la FOTIA y, curiosamente, en menor grado, ra sobre la urbanización. En aquel momento la relación que establecía
de la Región Metropolitana con la Capital Federal a la cabeza. era más bien intuitiva. Bastante tiempo después, a mediados de los 70,
encontré en los textos de H. Lefebvre, C. Topalov, M. Castells, J. Lojki-
ne, D. Harvey y M. Santos las pistas y respuestas para su sistematización
17. La emergencia mediática de la problemática ecológica y, en rigor, medio ambien-
tal, aconteció a partir de los “manifiestos” y preocupaciones del Club de Roma en 1972. teórica y asimilación práctica.
En nuestro medio debemos atribuirle a Perón su difusión durante el período 1973/75 co- El origen de mis preocupaciones por las problemáticas físico-am-
mo consecuencia de su sensibilización hacia la problemática producida por su exilio en bientales tuvieron bastante que ver con algunas cuestiones estético-ur-
España. En aquél entonces estaba ya finalizando mis estudios de geografía. Fué durante
1973 que la problemática se institucionaliza con el rango de Secretaría de Recursos Na- banísticas y, sobre todo, sanitarias que operaban en mi barrio de residen-
turales y Medio Ambiente dependiente directamente de Presidencia de la Nación. Al fren- cia familiar en el Partido de La Matanza entre 1952 y 1965 aproximada-
te fué nombrada la Doctora en Química Yolanda Ortiz. El equipo técnico se integró con
recién egresados de diferentes disciplinas, entre los cuales recuerdo a algunos antropólo-
gos y a un geógrafo. La tematización de la cuestión urbana recién comenzaba a tratarse
con cierto rigor metodológico gracias a los trabajos de la escuela de sociología urbana de 19. Entre 1947 y 1970 la población de la R. Metropolitana pasa, en cifras aproximadas,
la Sorbona y otros núcleos universitarios franceses, cuya difusión se produjo en nuestro de 4,7 a 8,4 millones, concentrando en 1970 el 35,8 % del total de población del país.
medio recién en los comienzos de la década de los 70. No obstante, ambas problemáti- 20. Parte de esa experiencia la recojo en “Autoconstrucción, vida cotidiana y urbani-
cas fueron eclipsadas por los debates sobre las “grandes” estrategias políticas. zación en Argentina” (UBA, FFyL., Instituto de Geografía, 1985 y CUADERNOS de UNCP-
18. Datos estimados a partir del Censo de Población y Vivienda de 1970 (INDEC). BA, FCH, 1992).

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mente. Por aquel entonces pude ver cómo en pocos años, un pequeño das y más tarde en los reducidos nichos que nos dejaban “nuestros” pa-
arroyo con mojarritas, renacuajos, ranas y sapos se convertía en una in- dres dentro de “nuestras” casas. Coincidentemente con el gran impulso
mensa y pestilente cloaca a cielo abierto donde vertían efluentes domi- que tomaba la televisión, a partir de esa implosión hogareña, iniciaba-
ciliarios y fabriles (laboratorios, curtiembres, textiles, etc.). También pu- mos también el camino hacia el mundo de las descoloridas geografías
de vivir la rápida y similar transformación del Río Matanza, donde a me- virtuales en blanco y negro. Entre la naturaleza y yo, entre la naturaleza
diados de la década del cincuenta, en los cruces con el Camino de Cin- y “nosotros”, se había interpuesto finalmente el progreso modernizador
tura y con la Autopista Ricchieri los chicos podíamos disfrutar, con algu- de la contradictoria urbanización capitalista... y también —en intensi-
nas precauciones, de reparadoras zambullidas para hacer frente a los ca- dad nada despreciable— doméstica y cuentapropista.
lores del verano. También por aquel entonces pude vivir la insólita ex- Entonces, la necesidad de comprender los escenarios de la política y
periencia que anticipaba tímidamente a los “nuevos movimientos socia- la cultura, las mediaciones y determinaciones de la geografía sobre la
les”: las luchas de los habitantes de mi barrio y otros barrios vecinos pa- política y la cultura y mis vivencias sobre las problemáticas urbanas y
ra evitar la emisión y deposición de humos con azufre, ácidos y arséni- ambientales fueron decisivos para inscribirme en la carrera de geografía.
cos de la vieja fundición INSUD. Al decir esto no puedo dejar de reconocer en este momento que segu-
Las cuestiones ambientales las vivenciaba como íntimamente ligadas a ramente también operaba sobre la decisión desde el inconciente cierto
las formas del proceso de urbanización. Para mi mirada y sensibilidad de deseo de conocer el mundo. Aunque no lo veía con claridad en ese mo-
niño y adolescente acostumbrado al típico ambiente peri-urbano o cuasi- mento, el estudio de la geografía me posibilitaba recorrer imaginaria-
rural, el fenómeno de la urbanización se presentaba contradictoriamente. mente, reconstruyéndolos con imágenes, datos y fantasías, los lugares y
Por el lado “bueno” la urbanización traía vecinos y amigos con quien ju- rutas de los mapas que no podía conocer por otros medios.
gar, nuevos y diversificados negocios, algunos programas sociales patroci-
nados por el municipio, circos y parques de diversiones, las clásicas ker-
messes y otras fiestas organizadas por las cooperadoras escolares, los clu-
bes y sociedades de fomento, mejoras en los transportes, alumbrado pú- 5. Tras las huellas de la geografía oficial universitaria a partir del 68
blico, pavimentos que avanzaban prolijamente sobre ese típico paisaje
encharcado de aguas jabonosas y grasientas de las urbanizaciones perifé- ¿Cuál fué el panorama que encontré de la Geografía Oficial Univer-
ricas, gas de redes, agua corriente, teléfono y, dadas las características cli- sitaria y qué coincidencias pude observar en relación a mis expectativas
máticas y edáficas de la urbanización pampeana, cierto ordenamiento de inmediatas e imaginarias? Mis estudios avanzaron con grandes tropiezos
las veredas, haciéndolas transitables aún los días de lluvia. por las circunstancias sociales y políticas entre Mayo del 68 y la fecha
Por el lado “malo”, la densificación irrumpía sobre nuestros territo- de finalización formal de mis estudios, hacia mediados de 1974. Resul-
rios quitándonos paulatinamente los “potreros” (baldíos) de juego y cer- tado: no fui, lo que se dice, un estudiante aplicado. En ese período hu-
cenando, con los alhambrados y medianeras, nuestra libre circulación bo grandes acontecimientos, algunos de los cuales resulta pertinente re-
por los malezales y viejos montes de eucaliptos, paraísos, frutales e in- cordar: en 1969, con la llegada del hombre a la Luna, llegó a estas lati-
cluso ombúes, donde con nuestra fantasía nos sentíamos “tigres de la tudes el coletazo del Mayo francés, de mano del Cordobazo y el Vibo-
malasia”, “tarzanes”, temerarios exploradores y también osados cazado- razo; por primera vez las denominadas “corrientes nacionales” del mo-
res y depredadores “gomeriles” de la abundante fauna avícola. Perdidos vimiento estudiantil, ya peronizadas, logran paulatinamente hegemoni-
los potreros, sin plazas y parques públicos cercanos, la acelerada moto- zar los centros de estudiantes en las universidades; se intensifica la lu-
rización urbana que acompañó al modelo desarrollista a partir de fines cha armada urbana y en la selva tucumana; el Movimiento Peronista, en
de los comienzos de los 60 nos fué arrinconando, primero en las vere- vigoroso crecimiento, logra ocupar hegemónicamente casi todos los es-

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pacios de la política y de la vida cotidiana. En 1970 comienza a prepa- tudiantil y la atención notoriamente personalizada de los docentes. La
rarse el regreso de Perón desde su exilio en Madrid; el FREJULI (Frente carrera era un ámbito que oscilaba entre las relaciones cuasi-familiares
Justicialista de Liberación) gana las elecciones en 1973 y Lanusse entre- y comunitarias, contrastando notoriamente con el convulsionado y anó-
ga el gobierno al “Tío” Cámpora. Algunos meses después la fórmula Pe- nimo “campo intelectual” de las carreras mayores. El malo: la tendencia
rón-Perón gana las elecciones con más del 60 % de votos y reemplaza a reforzar el aislamiento de los grandes debates sociales, la relativa im-
al “Tío”; a partir de allí se endurecen las relaciones entre el “montone- posibilidad de generar ámbitos de trabajo compartidos y sobre todo, las
rismo” y Perón, proceso que culmina con la disputa de poder y ruptura restricciones para dar lugar al desarrollo de otredades epistemológicas
a comienzos de 1974. Casi coincidentemente con la finalización de mis socialmente significativas, con el consiguiente y necesario intercambio
estudios, en Julio de 1974 muere Perón y al mes siguiente se produce la dialógico. Mis expectativas se hubieran colmado con plenitud si este
intervención y cierre de la Universidad de Buenos Aires, acompañada aspecto negativo, con excepción del sub-período 1972-74, no hubiera
del despido en masa de docentes, por el que fui afectado, ya que me ha- dominado el escenario.
llaba entre ellos desde Mayo de 1973. También lo pertinente al perfil y contenidos sustantivos del proyecto
En medio de tantos acontecimientos, mis estudios universitarios pa- institucional de la carrera, había un costado bueno y otro malo. En cuan-
saron a ocupar un lugar secundario, relegados casi siempre a los inters- to a la profundización y sistematización de las problemáticas sociales,
ticios de los fines de semana, feriados, vacaciones y algunas noches pre- mis expectativas se quebraron ante la hegemonía de una geografía que
exámenes en La Perlita del Once. Implicancias: mis lecturas se acotaban no difería epistemológicamente de la geografía oficial del Nacional, a
a la bibliografía y materiales estrictamente necesarios para aprobar los pesar de algunos intentos de renovación desperdigados en algunas ma-
exámenes, mayoritariamente en carácter de alumno libre o libre-regular. terias. Las escasas diferencias tenían que ver más con algunas cuestio-
Esta circunstancia limita la objetividad de mi juicio. Con esta reserva pa- nes de cantidad que de calidad. Incluso en los aspectos didácticos las si-
so a enumerar algunas impresiones sobre el grado de satisfacción de mis militudes eran espectaculares: en muchas materias se exigía la clásica
expectativas. carpeta del Nacional donde semana tras semana íbamos agregando los
Dos hechos que llamaraon mi atención fue la reducida cantidad de domiciliarios “deberes” (trabajos prácticos). 21
alumnos de la Carrera de Geografía —no más de 200 entre aproximada- La mayor complementación a mis expectativas provino de la propia
mente 12.000 estudiantes, que en su mayoría pertenecían a las carreras metabolización que pude realizar a partir de los aportes de las materias
de de Psicología y Sociología— , y el relativo aislamiento del lugar don- del área física e instrumental, en especial Geomorfología, Climatología,
de se dictaban las clases —el viejo edificio que la Facultad de Filosofía Biogeografía —en aquel entonces con escaso o casi nulo desarrollo de
y Letras tenía a escasos metros de Plaza de Mayo. Ambos aspectos fue-
ron suficientes para explicarme porqué pasaron casi 5 años desde mi in-
21. Posiblemente por mi condición de estudiante “maduro” en relación al resto de mis
greso a la Facultad para enterarme de la existencia de la carrera. Ante compañeros, muchos trabajos prácticos eran ridículos y, algunos, hasta humillantes. Re-
semejante situación la pregunta obligada: ¿por qué había tan pocos cuerdo uno en especial en pleno calor de los acontecimientos del “Cordobazo”: en un tra-
alumnos? Para salir al paso creí encontrar la respuesta en la repulsiva bajo práctico de Geología la profesora a cargo, sin ninguna explicación previa que pudie-
ra ponernos al tanto de la importancia del asunto, depositó sobre la mesa de la sala que
imagen que tenía la mayoría de los alumnos del secundario de la mate -
oficiaba de “laboratorio” mineralógico una caja con “piedras”de variados colores, formas
ria, en la escasa publicidad de la carrera y en su institucionalización re- y texturas, con la consigna de “experimentar” y describir las características “sensibles” (or-
lativamente reciente, acaecida entre 1958 y 1960 sobre la base de la ganolépticas) de cada una de ellas sin más instrumentos que nuestros sentidos, dibujando-
sección de Geografía de la carrera de Historia. las en la carpeta con sus correspondientes formas y colores (sic). Ese práctico, como la go-
ta que rebasa el vaso, fué el desencadenante de una nueva crisis vocacional que solo pu-
La escasa cantidad de alumnos y el aislamiento tenían sus aspectos de vencer porqué había asumido que ya no me quedaba tiempo para morir en otros inten-
bueno y malo. El bueno: cierta tranquilidad ante el “hiperactivismo” es- tos vocacionales.

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la perspectiva ecológica y ambiental que más me interesaba—, Aerofo- y veo aún— la posibilidad de articular el materialismo histórico y dia-
tointerpretación, Cartografía (incluyendo la lectura y manejo de cartas léctico con la geografía o, más abarcativamente (?), la Historia Social
topográficas y temáticas que se estudiaban en muchas materias) y, en con la Geografía. Consideré tales conceptos como una especie de hilo
menor grado, Topografía y Geografía Física de Argentina. No me siento de Ariadna para salir del laberinto espacialista, empirista y objetivista y
autorizado a emitir un juicio epistemológico profundo sobre la especifi- recuperar el momento subjetivo de los procesos geográficos, resituándo-
cidad de cada una de ellas. En ese entonces, proviniendo de la filosofía los de ese modo dentro del horizonte histórico. Desde su descubrimien-
y la sociología, la novedad que tenían para mi aquellos conocimientos to, hasta el presente y, me atrevo a afirmarlo, por mucho tiempo en el
me produjeron una cierta sensación —algo ingenua— de oxigenación futuro, tales conceptos fueron y continuarán siendo de gran fertilidad pa-
intelectual y de retorno a la tierra. Me sentía como una especie de Uli- ra la dialéctica del desarrollo social y mental de la Geografía.
ses de regreso al topos y oikos primordiales. Entre los autores que contribuyeron a redibujar una imagen intere-
La interpretación y manejos de cartas y fotografías aéreas, con la sante y progresista de Geografía Social se situaban los de la Escuela de
complementación de las restantes materias, tanto físicas como “huma- Geografía Activa, con P. George a la cabeza. Su libro fundacional —
nas”, tuvieron un fuerte impacto en mi sistematización espacial de la po- Geografía Activa— se había publicado en castellano en 1966, el año de
lítica. Hasta ese entonces, producto de una formación sociológica de- La Noche de los Bastones Largos y tuve oportunidad de leerlo en parte
masiado centrada en los conceptos abstractos de estructura y relación durante el cursado de “Introducción a la Geografía” y de “Geografía Hu-
social, los escenarios de los hechos sociológicos aparecían inscriptos en mana I”, ambas a cargo del Profesor Horacio Difrieri.22 Dicho texto de-
un espacio casi enteramente isotópico. La cartografía, a pesar de su re- sapareció pronto de los programas de estudio de los años posteriores. Su
lativa abstracción, al sumarse a otros datos y procesos sociales, produ- exclusión, nunca suficientemente explicitada, fue impulsada por el mac-
cía un triple efecto: en primer lugar se tornaba ella misma más concre- cartismo político reinante en la microfísica del poder de la universidad
ta; en segundo lugar contribuía a concretar los fenómenos sociales al de ese entonces, ante el reconocimiento de que la Escuela de Geografía
agregar a la multiplicidad de determinaciones las específicamente espa- Activa era una “célula” del Partido Comunista Francés. A pesar del con-
ciales, y en tercer lugar, como resultado de ambos, me posibilitaba re- texto restrictivo en materia de pensamiento, en el fondo se trataba de un
cuperar la heterotopía o diversidad de escenarios de la articulación His- fenómeno más de autocensura, entre muchos otros bastantes frecuentes
toria/Geografía. en la cultura política e intelectual de Argentina durante aquellos años de
En relación a las materias del área de Geografía Humana mis expec- convulsión política.
tativas se cubrieron muy escasamente con algunos aportes puntuales
desperdigados en “Introducción a la Geografía”, “Geografia Humana I”
(general) y “Geografía Económica”. Entre los temas que pude metaboli- 22. H. Difrieri fué continuador de la obra de Romualdo Ardissone, Francisco de Apa-
zar nutritivamente y que considero aún hoy programáticamente intere- ricio y Federico Daus, todos ellos pioneros en instalar la enseñanza de la Geografía bajo
la cobertura del Departamento de Historia. Figura sumamente controvertida, a partir de
santes, consigno la cuestión de los géneros de vida, el concepto de Geo- 1958 fué uno de los principales artífices en la creación de los Departamento de Geogra-
sistema, el manejo espacial y cartográfico de los Censos Nacionales, al- fía y la implementación de las carreras de licenciatura y profesorado superior en geogra-
gunos aspectos de las dinámicas demográficas y poblacionales, algunas fía. En dos oportunidades fué Decano de la Facultad de Filosofía y Letras. La primera fue
durante 1968-69. Durante su gestión y gracias en parte a su “visión profesional” de la geo-
tipologías de asentamientos agrarios, las teorías de von Thünen y W. Ch- grafía, la carrera logró importantes mejoras en infraestructura y equipamiento, entre los
ristaller, algunas cuestiones ligeras sobre la geografía del transporte y los cuales se contaba un complejo Restituidor Aerofotográfico que por distintos motivos nun-
espacios de producción industriales, la perspectiva antropo-geográfica, ca pudo ponerse en funcionamiento. El mayor impacto de su gestión estuvo ligado al sur-
gimiento de las célebres “cátedras nacionales” en la carrera de sociología, entre los que se
ecológica e “historicista” de Ratzel y sus conceptos escasamente apro-
encontraba el Profesor Justino O’Farrell, quién fué el primer decano durante la “normali-
vechados de espacio vital y sentido del espacio. En estos últimos veía — zación” que prosiguió al triunfo del peronismo en 1973.

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6. La Geografía por venir rrocamiento de la dictadura militar. En esa oportunidad se había previs-
to la participación de Pierre George y Milton Santos. Sólo pudimos con-
Frente a las carencias de todo tipo que ofrecía la carrera en relación tar con la valiosa presencia de Milton Santos, quien para aquel entonces
a mis expectativas, a medida que fuí avanzando se acrecentaba mi con- ya había producido importantísimas contribuciones, tanto en lo que de-
vencimiento de que mi reorientación vocacional había sido una buena nominó “Crítica de la Geografía” como en la construcción de la “Geo-
decisión para reconceptualizar la política y la “reproducción social” grafía Crítica”.
dentro de un horizonte de mayor concreción. Ante tal certidumbre, las En aquella oportunidad, Santos nos sorprendió trayendo consigo un
carencias más que desanimarme, me colocaron en una perspectiva en ejemplar del recientemente editado Social Justice and the City (en cas-
la que sentía que mi experiencia política, sociológica y filosófica podían tellano Urbanismo y Desigualdades Sociales) de D. Harvey (1973), a
seguir tomando contribuciones insospechadas de la geografía al mismo quién conocíamos por sus rigurosas reflexiones epistemológicas de Ex -
tiempo que podía aportar algo para reconceptualizar y revalorizarla crí- planatión en Geography 1969 (en castellano: Teorías, Leyes y Modelos
ticamente. Paulatinamente fuí avanzando, con algunos compañeros, en en Geografía) que considero, han sido equivocadamente encuadradas
la maduración de un proyecto de Nueva Geografía. A tal efecto nos dá- dentro del positivismo cuantitativista
bamos cuenta que teníamos que recorrer dos caminos paralelos y hacer En Social Justice and the City, muchos de nosotros vimos el primer
que en algún momento se encontraran. Por un lado el camino de la re- intento de reconceptualizar teóricamente a la Geografía a partir de la
conceptualización interna de la disciplina a partir de perspectivas plura- teoría marxista. Dentro de la misma perspectiva en Italia, un año des-
listas y —sin renunciar a su especificidad— a contramano de las tenden- pués, se publicó al memorable Marxismo e Geografía de Massimo Quai-
cias positivistas a la fragmentación de los saberes. Por otro lado el cami- ni. Ambos textos fueron considerados paradigmáticos de la Nueva Geo-
no de la libertad, de la liberación social, de la convivencia democrática grafía Radical y Humanista. Pero, en gran medida cegados por el clima
y de la justicia social. El primero significaba afinar los instrumentos teó- ideológico de aquel momento, lo que no pudimos advertir del texto de
ricos y técnicos, y admitir que la Geografía, al fin y al cabo, era un ni- Harvey fue lo más importante: la necesidad y el deseo subyacente más
cho disciplinario más, entre otros, del campo de las ciencias en general universal de reconceptualizar y reorientar la geografía como un instru-
y de las ciencias sociales en particular. El segundo implicaba asumir en mento de liberación, de solidaridad y de justicia.
lo inmediato la lucha contra la dictadura militar junto a la totalidad del Luego de tantos años transcurridos, y ante la implacable lógica del
progresismo de aquel entonces, para generar el marco de indispensable sacrificio humano impuesto por el neoconservadurismo liberal y las
racionalidad social, acorde con la postulación de una nueva racionali- consiguientes políticas de achicamiento de la justicia social, el manda-
dad científica y geográfica. to primordial “subyacente” del texto de Harvey tiene mayor vigencia
En el mundo anglosajón, los dos caminos se encontraron a partir del que en aquellos años, y debería ser tomado como referencia teórica y
sacudimiento producido en las universidades por los acontecimientos práctica insoslayable de la Geografía por venir de aquí hasta el “fin de
de 1968 y en confluencia con el movimiento pacifista. En Europa, con la prehistoria” y hasta el comienzo de la verdadera “historia humana”.
la Geografía Activa, la institucionalización posterior del estuctural-mar- Creemos, como sostiene Milton Santos que la tarea consiste en que
xismo y el surgimiento de la fértil Escuela de Sociología Urbana, ambos, “los geógrafos, junto a otros científicos sociales, se deben preparar para
también en coincidencia con los acontecimientos previos e inmediata- sentar las bases de un espacio verdaderamente humano, un espacio que
mente posteriores a Mayo del 68. una a los hombres por y para su trabajo, pero no para seguidamente se-
En Argentina y América Latina, los caminos se cruzaron en el “II En- pararlos en clases, entre explotadores y explotados; un espacio materia
cuentro Latinoamericano de la Nueva Geografía”, celebrado en la Ciu- inerte trabajado por el hombre, pero no para que se vuelva contra él; un
dad de Neuquén entre el 18 y el 23 de febrero de 1974, al año del de- espacio, la Naturaleza social abierta a la contemplación directa de los

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seres humanos, y no un artificio; un espacio instrumento de la reproduc- REFERENCIAS DE ALGUNOS HITOS BIBLIOGRÁFICOS
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¿Por qué la géografia?


JACQUES LÉVY . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 91
Geografía y desarrollo. Crisis del cometido y renovación
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Por una geografía testimonial
JEAN-BERNARD RACINE . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 119

Futuro-presente-pasado
VICENTE DI CIONE . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 135

164 / Futuro-presente-pasado
Esta obra se terminó de imprimir en marzo de 1997
en los talleres de DeskTop - Servicios Gráficos por Computación
Vera 776, Capital Federal, República Argentina

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