You are on page 1of 11

Bailando en las Nubes.

_Toma mi mano- Dijo, con una sonrisa cegadora en el rostro- ahora


respira y acércate lentamente, mantén tus ojos en los míos y deja que
la música nos lleve… ¿Me concedes esta pieza?, Luego me tomó de
la mano… Luego, todo comenzó.

Era una noche Rosada, aquel salón inmenso era un mar de rosas y
papel crepé, sillas blancas, manteles ordenados, etiqueta, aroma a
lilas, todo perfectamente planeado para que juguetearan hadas entre
champañas y unicornios descansaran en la pista de baile, mas sin
embargo, en mi pequeño mundo color púrpura, una pieza faltaba, mi
rompecabezas estaba incompleto. Ya era mi turno, era justo para mi,
solo era una pieza lo que le pedía al universo bailar, pero al parecer
no seria este mi momento, ¿o si?, esperaría una vez mas sentada
entre abrigos a que alguien me sacara a bailar, o seria que por
despiste natural en mi no habrían colocado ese ingrediente que te
hace interesante?, hay tantas preguntas en mi cabeza, tanto por
saber y no se como empezar, bueno, primero necesitaba encontrar
una mesa donde sentarme, lo demás, de seguro seria igual que
siempre… ¿o no?

Al entrar, aquel océano rosado quedo pasmado, voltee a ver el reloj


que colgaba
de la pared, esperaba no estar retrasada. Un cuarto para las diez,
¡excelente!, había llegado tarde, de todos los días había elegido el
mejor para olvidar echarle un vistazo a la realidad, ahora además de
tener que soportar los más de sesenta ojos clavadas en mi, tenia que
disculparme, esto pintaba mal, muy mal, pero continué, baje las
escaleras tratando de que mis pies no se enredaran a causa del
nervio y como si eso no fuese suficiente también tenia que pintar en
mi rojo rostro apenado una amplia sonrisa. Pero lo conseguí, baje las
escaleras con algo de gracia y después que los invitados que antes se
admiraron con mi entrada continuaran bailando me dirigí a la última
mesa de aquel salón deseando que me tragara la tierra y
preguntándome que parte de la cara me hacia falta, o si tal vez use
mucho maquillaje, por que el hecho de que me miraran tantos ojos a
la vez era indicio de que algo estaba mal. ¿Por que se pasmaron?,
¿así de chistosa me veo?... ya lo presentía, el rosado pastel nunca me
ha gustado y si además este viene en un vestido de gala mucho
menos.

¡Ella estaba radiante!, antes de que entrara en aquel salón


asquerosamente rosado, me había resignado a otra aburrida
pantomima en la que bailaría con otra rubia hueca que luego me
obligaría a asistir a un almuerzo, luego a otro mas y luego si no
actuaba rápidamente, todo acabaría en un comprometedor Beso. Esa
era mi vida, un aburrido baile con muñecas de plástico, estar en un
océano amplio y permisivo pero con menos de un centímetro de
profundidad y esa noche todo pintaba en aquellos metódicos colores,
hasta que apareció, tarde, pero apareció, luego de haber echo un leve
sondeo de todas las asistentes femeninas, me había resignado a
bailar con otra porcelana bien peinada y con zapatos importados,
pero ella irrumpió en el momento preciso y le cambio el rumbo a lo
que me queda de vida.

Hizo su entra da faltando un cuarto para las diez, entro con tanta
gracia y, pues, luego de abrir la puerta tan estruendosamente no fue
muy difícil percatarme de su presencia en el universo, luego, mis ojos
contemplaron a la criatura mas extraña del mundo, su rostro
angelicalmente divertido estaba rojo como un tomate, pero guardaba
la gracia de una diosa, con aquella sonrisa y esa mirada pudo en un
pestañear atraer la mirada de todos los que hasta en entonces habían
creído estar bailando en las nubes, tenia un vestido asquerosamente
rosado, pero en su fina silueta se veía armoniosamente en contraste
con las finas olas color caramelo de su cabello que le caían hasta los
hombros, era tan única, pues no era de el tipo de niñas que
acostumbras llevar de la mano como un trofeo, su mirada por el
contrario se hace un pedestal en el corazón. Caminaba con tanta
gracia, como flotando, indiferente de su belleza, ignorando todo el
alboroto que causaba su sonrisa, tan fuera de este mundo que por un
momento creí que por un agradable descuido en el cielo se había
abierto un agujero.

En la mesa no estaba sola, habían dos gemelas muy pintadas y Lucy,


mi mejor amiga que impaciente esperaba que llegara mi hermano,
claro ella si tiene con quien bailar, la verdad a veces la envidio, para
ella es tan fácil encontrar gente que la adule todo el tiempo, yo no
entiendo en que consiste eso, tengo una hipótesis, que se basa en un
error de fabricación, como si a mi me faltara el ingrediente que hace
que todas tengan ese no se que vuelve loco a los hombres, y no es
que yo esté buscando ese tipo de relaciones, es que a veces uno se
cuestiona de la vida, ve que hace falta algo, algo que te mime y te
abrase, algo que te quiera de una manera diferente a la que ya por
parte de amigos y padres tenemos, algo, algo que yo no tengo y que
por ahora no llegará… o por lo menos eso creía.

_Violeta-Dijo Lucy señalando hacia la puerta, luego de un eterno


silencio- llegó tu hermano, ¿lo ves?, me hace señas, quiere que
salga… ¿como me veo?

_Hermosa Lu, te propondrá matrimonio- dije reflectivamente-

_ ¡Enserio!-dijo Lucy con los ojos brillantes como estrellas y con una
sonrisa fuera de orbita.
_No, solo quería ver la cara que ponías!!- dije entre risas- mentiras,
solo se que es algo importante… ¡anda!, no digas que te dije. Y Como
un rayo atravesó el océano color rositas desapareciendo por la puerta
que daba al jardín de aquel salón seguida de lo que parecía ser mi
hermano bien vestido.

Ahora solo me encontraba con las gemelas, con las cuales nunca me
he llevado muy bien, nos conocemos de toda la vida, nuestras
madres tienen un club de costura y muchas tarde de mi infancia me
la pase enredado sus largas trenzas color azabache, como ya se
imaginaran no me tienen en muy buen concepto, así que si no quería
que me echaran en cara todas las travesuras que les hice cuando
tenia siete años tendría que comportarme bien, como una dama, tal
como me pedía mamá.

_Bonito corte purpurita-dijo una de las gemelas, Clara, que solo se


distinguía de Katia por que tenia una peca del lado izquierdo de su
boca- ¿Desde cuando nos solemos arreglar como niña?

_Desde que ustedes usan trenzas- respondí iracunda y trate de


calmarme si no quería que comenzara una de nuestras típicas riñas.

_Clary, no vale la pena discutir con niños- Dijo Katia, al ver la reacción
en los gestos de su hermana- Mas bien arréglate que ahí vienen a
sacarnos a bailar. Y una mirada furtiva de autosuficiencia se clavó en
mis expresivos ojos a modo de daga envenenada.

Desde el centro de la pista un hombre buen vestido se acerco y


después de decirle algo al oído a Katia la llevo consigo a la pista de
baile. Así que, de cuatro hermosas doncellas solo dos quedaban en la
mesa, con los dedos cruzados esperaba que el cielo fuese bueno con
migo esta vez, deseando que ningún modelito viniera por Clara. Pero
otra vez el destino hizo su trabajo. Un moreno alto y bien parecido
emergió de las entrañas de la pista de baile y se acerco a nuestra
mesa, ¡Excelente!, ahora me quedaría sola, ¡lo que me faltaba!

Se acerco mas, mas y mas, luego me miró, paró en seco, miro a


Clara, luego otra vez clavo sus penetrantes ojos negros en los míos y
después directos a los de la melliza, fue extraño, pero divertido, pues
con el rabillo del ojo me di cuenta que aquella repentina duda había
logrado fastidiar a la odiosa gemela que trataba de coquetear con el
extraño joven… Pero la felicidad no duró mucho, ya que al cabo de
tres pestañeadas Clara estaba en la pista de baile y yo, en una mesa
solitaria suspirando.

Se quedo sola, el momento preciso, al parecer esta seria mi noche, ya


no tendría que fingir interés en las pláticas huecas de una fría rubia
con despampanantes proporciones, no es que me adelante a los
hechos pues hasta el mismo oro puede parecer una simple piedra si
no se observa detenidamente, pero ella parece diferente, lo sé, lo
siento en mi estomago, una punzada extraña seguida de un aleteo
extraviado recorre el centro de mi cuerpo cuando la veo, si, cuando la
veo, pues desde que apareció en lo alto de las escaleras que en
forma de espiral descienden hasta el salón de eventos de mi tío el
duque , justo en el momento en que bailaba con una hermosa
pelirroja cuyo nombre no recuerdo ahora, desde que sus sonrisa
apenada apareció en mi mundo no puedo hacer nada mas que pensar
en ella.

Ahora, mi plan era sencillo, dejaría a la pelirroja con la escusa de que


mi tío me necesitaba con sus nuevos socios, luego me acercaría con
cautela a su mesa y la invitaré a bailar, nada podía salir mal, a menos
que el intento de princesa que tengo entre las manos se este
haciendo ilusiones.

_Mira nada mas la mesa de mi tío - dije con esperanzas que


entendiera- se están sentando los nuevos inversionistas, sabias
preciosa, –era linda la rojita, pero no preciosa, esto de los nombres
jamás se me ha dado bien y el echo de ignorar el de la persona con
quien bailas puede salir caro- estoy sirviendo de traductor en
negociaciones, mi tío no habla danés y los duques de Fredfighy no
hablan español, así que tengo prácticamente que encargarme de este
acuerdo.

_ ¿Enserio?-dijo muy intrigada- ¿donde están que no los veo?, en la


mesa solo están mis papá, tu tío y ese extraño señor de sombrero
rojo.

Un balde de agua fría me cayó del cielo con ese comentario, ¿ahora
como aria para sacármela de encima, no quedar como mentiroso y
después poder sacar a bailar a la extraña chica de vestido rosado?
con un destello de suspicacia pude en menos de un pestañear
encontrar la manera mas idónea de arreglar todo el desastre que mi
mentira había formado, pues ni ayudo a mi tío en sus negocios, ni
mucho menos hablo danés.

_Por ahí- dije esperando que el tumulto de bailadores le impidieran la


visual- ¿no los ves? Se dirigen hacia el balcón… Te molestaría si…?

Ella solo me miro con sus ojos verdes como esmeraldas, que en otro
momento me habrían parecido hermosos, pero comparados con
aquellos que descendieron del mismo cielo solo eran dos frías joyas,
cerca a su boca aparecieron un par de arruga debido al movimiento
de sus labios. ¿Seria este gesto auspicio de algo peor?

Todos bailaban, desde Clara hasta Lucy, pasando por todas las
jovencitas de la sociedad a la que mi familia pertenece, ese mundo
lleno de intrigas, de coronas usurpadas y bailes de salón. Un poco
paradójico para el avance de el siglo XXV, tanta guerra terminó por
devolvernos a las antiguas tradiciones medievales, tanto poder
convertido en miseria, tantas alternativas de solución y solo se les
ocurrió devolver el tiempo y hacer una sola forma de vida, tal vez la
cenicienta o la bella durmiente se sientan mejor en este clase de
cuento de hadas ( si es que alguna vez existieron) pero yo, Violeta
Shuank Viacolom no, me siento presa de las situaciones, cuanto
quisiera no tener que asistir a estos estúpidos bailes solo para
encontrar quien me acompañe a dirigir las tierras de mis padres,
como si sola no pudiera, ¿donde esta la liberación femenina?, ¿Donde
quedaron esos ideales?, sé que en otros lugares las mujeres son mas
libres, se dice que en las costas hasta se divorcian o son madres
solteras(aunque solo son mitos) y no es que aquí no lo seamos, solo
que aquí nada mas puedes pretender seguir manteniendo el buen
nombre de la familia. Soy hija del Barón de Shuank y la hija del duque
de Viacolom, nobleza Gitana y sangre muy próxima al azul real, de
ahí que soy como un hibrido social, ni del todo real ni del todo
Gitana, pero al fin de cuentas eso no importa a la hora de bailar, solo
se cuenta cuanta gracias tengas al caminar, un poco de suerte y ese
ingrediente que mi receta no tiene. Así que una vez mas me limitare
a ver como los hermosos vestidos de seda resplandecen bajo las
luces de la pista de baile, me limitare a imaginar con que un apuesto
caballero se fija de mi existencia en el mundo, a que me vea el duque
y no piense que la familia Shuank es descortés, si, tal vez lo salude y
pueda ir al balcón a saludar a la luna, fiel compañera de soledad.

Muy decidida me levanto de la desolada mesa en la esquina del salón


e intento caminar hacia el otro extremo de este, atravesar aquel mar
de parejas danzarinas se puede convertir en toda una odisea si no
sabes muy bien como mantener el equilibrio con tus nuevos tacones
con punta de aguja, pero en ese momento la suerte estuvo de mi
lado, por fin un poco de gracia parecía destilar mi cuerpo, pues sin
siquiera caerme o tambalearme zigzaguee entre las parejas que
felices se movían de un lado a otro con tanta gracia que parecían
sincronizados. Al llegar al extremo en donde se suponía debía
encontrar al duque Jacobo me tope con la no muy agradable
presencia de su hermana, la condesa de Lakronix, toda una
murmuradora de sociedad, de ese tipo de señoras con abrigos de piel
y nariz respingada, con ojo y lengua prestos a criticar cada error que
cometas, cuando niña mis más grandes traumas eran propiciados por
sus comentarios, “Violeta – decía arrogantemente al verme corretear
descalza y llena de lodo sapos en mi jardín cerca al lago- las niñas
educadas jamás se quitan sus zapatillas, anda a bañarte, pareces un
niño.. ¿Quieres acaso que te llamemos violeto?” o cuando ya estuve
en edad ir a bailes o tener novios repetía casi con alegría: “Violeta
querida procura comportarte como una dama o jamás encontraras
marido, mira querida mi hija tiene ya dos pretendientes y tu ni
siquiera te peinas….”, hacia tanto alboroto por los pretendientes de
su hija, hace dos años tiene miles y todavía no se casa. Mi cabeza
reproducía mecánicamente cada uno de los comentarios
inadecuados e hirientes de la condesa al verla y mis pies huían de
ella, se alejaban lentamente, tan lento que no pude evitar lo
inevitable.

_Violeta querida – dijo asombrada mientras me besaba en la mejilla-


¡como estas de cambiada! – y me examino de arriba abajo un par de
veces con cara de asombro y estupefacción- saludes a tu madre de
mi parte por favor… y dile de mi parte también que ha hecho un
muy buen trabajo contigo.

_Muchas gracias- dije entre la pena y el asombro, ¿acaso la condesa


de Lakronix me estaba felicitando? Aprobaba realmente algo
proveniente de mi, que giros tan divertidos estaba tomando esta
velada- ahora con su permiso me retirare y tras una sonrisa dejo a
mis espaldas a la condesa de Lakronix tan impactada que sé que no
volverá a criticarme de nuevo.

Después de dejar a la pelirroja, que al parecer me creyó la mentira de


los inversionistas daneses sentada en una mesa de aquel salón
asquerosamente rosado busqué como loco la mirada matadora de
aquella dama rosada, busque con mis pupilas dilatadas por la
ansiedad en la desolada mesa del fondo, pero no estaba ahí, busque
en la pista de baile, con la absurda certeza de que su novio la hubiese
sacado a bailar, cosa que seria de lo mas lógico, tanta belleza de
seguro no andaba sola por el mundo, pero no estaba allí tampoco, ni
sentada en la mesa del centro donde cuatro señoritas conversaban a
gusto con los gemelos Cartman, al parecer se había esfumado, o el
cielo se percato de su falta y tubo que regresar, o tal vez solo habría
ido al tocador de damas, seria razonable pues en un evento social es
normal que las mujeres se retoque, mas aún si son tan bellas, solo
tendría que esperar un par de minutos a que su silueta helénica
apareciese de nuevo, destilando toda la gracia de la luna y la
hermosura de una lila en primavera.

Paso un minuto eterno y en el salón principal no se veía rastro alguno


de su presencia, me pareció ver entre los bailarines del salón los
destellos de su vestido rosa bajo las luces de la pista de baile, pero al
mirar mejor solo era el reflejo de la tiara de una de las jovencitas que
danzaba sonriente entre los brazos de un enamorado joven que no
tenia ojos para mas nadie que no fuera aquel remedo de princesa, tal
escena romántica me hizo sentir el vacio de su presencia, por primera
vez estaba sentado en una mesa mientras todos bailaban, ver las
caras felices de tantos mientas tu suspiras en un rincón del salón
puede tornarse un poco deprimente, es como ver vivir la fotografía
donde todos ríen y en una esquina hay alguien mal humorado, triste y
apartado, en esta fotografía yo soy el triste y apartado, pero no por
mucho tiempo, de eso estoy seguro, así que decido ir a tomar un
poco de aire libre, ese pesado aroma de regocijo en el aire del salón
empezaba a sentarme mal, al salir ,el astro de la noche brillaba con
esplendor en lo alto del firmamento, la luna estaba realmente
hermosa.

La luna estaba hipnótica, llena en todo su esplendor, regalando a los


mortales un poco de su magnificencia, en lo alto del cielo, irradiando
su blanca luz a su oscuro alrededor, solo acompañada por unas
cuantas amigas estrellas, a veces entiendo tanto por que llora, la luna
se noche se queja de su soledad, añora tener a alguien a quien amar
y entonces para consolarse mira la tierra y observa a todas las
parejas que se juran amor eterno ante su redonda providencia, la
entiendo ,por que frente al espejo yo reflejo su reflejo, solo me limito
a mirar, soñando con que en un futuro sea mi turno, la luna esta muy
hermosa y no puedo evitar al contemplarla comenzar a tararear una
nana inventada, cerrando los ojos dejo que sus rayos invisibles den
calor imperceptible a mi piel y que en mi mente un vals de ilusiones
comience a rondar. Estando yo en aquel estado de éxtasis una mano
se posó sin permiso sobre la mía, que descansa apoyada en la
baranda de yeso donde acaba el balcón y comienza el infinito encima
de aquel jardín de rosas rojas.

La luna estaba hermosa, era inevitable quedarse absorto frente a su


fina belleza, que se regalaba a todos sin pedir nada a cambio, en el
salón sonaba una tranquila canción, de esas que te permiten
apretarla mas contra tu cuerpo y sentir el contorno se su cintura,
quise alejarme de aquel armonioso bullicio y acercarme mas a la que
desde el cielo brillaba con singular esplendor. El balcón era de estilo
medieval, con baranda de yeso fuerte y desteñido a causa del tiempo,
el agua y el viento, tan amplio como el salón mismo y tenia acceso
desde ambos extremos de este, yo desde el extremo oriental quise
huir de aquel son dulzón que tantos recuerdos me acarreaba con el
sonido de cada nota, Así que con mirada ausente di unos cuantos
pasos con la vista pegada al firmamento, estando ya en el centro de
aquel enorme balcón otro sonido irrumpió mi nocturna meditación,
entonces, la encontré.

Baje la vista del cielo, dispuesta a no golpear a mi hermano por tal


imprudencia, sabe de sobra como detesto que me molesten cuando
observo la luna, el los sabe de sobra y sin embargo no desaprovecha
la mínima oportunidad para fastidiarme, pero aquella noche de giros
inesperados, no fue la sonrisa maliciosa de mi hermano lo que
encontré al dejar de ver la luna, algo nuevo sorprendió cada uno de
mis pensamientos.

No podía evitar el magnetismo que su presencia ejercía sobre mi,


debía como todo un caballero esperar que saliera de aquel estado
que solo cuando se observa la luna se puede experimentar, pero no
pude, mis pies atraídos hacia los suyos comenzaron a andar, dirigidos
tal vez por el órgano que desde mi pecho parecía estallar, eran
tambores los que sonaban bajo mi garganta y sentía un sudor
nervioso y frio descender por mi espalda, estaba echo un desastre,
que sentimiento tan extraño. Presiento que no seré capaz siquiera de
dirigirle la palabra, una parte de mí, tal vez la vergüenza que hasta
ahora creía erradicada quería correr devuelta al salón, pero aquel
órgano bullicioso hizo nuevamente su jugada. Ahora estaba justo a
su lado, pero ella todavía con los ojos en el cielo, entre cerrados y
abiertos no se percataba de mi presencia, de nuevo me divido en dos
hemisferios, uno quería marcharse ahora que podía, pero otro solo
buscaba la manera de acercarse más, de tocarla, de hablarle. Menudo
lio interno el que tenia, “Ser o no Ser” diría Shakespeare. “Hablarle o
No hablarle… ese era mi dilema”.

Encontré un par de ojos, encontré una sonrisa, la más dulce que he


visto, increíble encontrar un hombre con tan perfecta risa, no era
picara ni alegre, era intensa, profunda, como si no fueran los labios
los que sonriesen si no el mismo corazón, creí estar en éxtasis cuando
la luna besaba mi piel, pero sumergida en sus ojos expectantes y a
pocos metros de su sonrisa infinita alcance la iluminación.

¿Como salir de aquel épico dilema?, solo hasta cuando recordé las
palabras que mi padre mencionaba al besar a mamá tuve una
respuesta. Me atreví, no pude esperar a que descendieran del cielo
sus ojos vivaces y puse mi mano sobre la suya, mi mano, que sobre la
de ella, tan fina y delicada como esculpida con sumo cuidado por un
artista no era mas que una caricatura grotesca de algún aprendiz de
carpintero. Cuando sintió es áspero roce de mi mano sudorosa por los
nervios y poso su mirada de sol en la mía, cuando respondió a mi
sonrisa, cuando escuche su risa baja, cuando la luz lunar me permitió
contemplar sus delicados gestos y aquel rubor inocente cubrió sus
mejillas, justo en ese instante, en medio de ese balcón, aquella noche
de luna llena, supe que existía Dios, ¿pues quien mas crea criatura
con semejante belleza, con tanta finura y delicadeza?, esa noche
estaba de suerte, pude contemplar un ángel y sentir la grandeza del
infinito frente a mis ojos.

Al cabo de un prolongado silencio donde como tonta me perdí en su


mirada escuche su voz, dulce y fuerte, tierna y fiera. No suelo ser
muy coqueta, pero de alguna parte de mi tenia que brotar gracia y si
tenia suerte tal vez me invitase a bailar, aunque quizá solo se había
equivocado de damisela y ahora buscase las palabras adecuadas para
disculparse por tal acto de torpeza.
_No pensé que a los ángeles les gustara pasear de noche- dijo con
dulzura-.

Ahora sin duda me debía confundir con alguna otra dama, ¿yo un
ángel?, quede atónita por un instante, no encontraba las palabras
adecuadas, no sabia como decirle que no era yo lo que el quería,
seme hizo un nudo en la garganta al ver la expresión en su rostro, de
seguro ya se percato que no era yo lo que el buscaba, una risa
nerviosa y baja se escapo de mi boca y fue el único sonido que puede
emitir. Sin duda en este momento debe estar buscando la mejor
manera de disculparse.

_Pero que descortés he sido – prosiguió luego de que se percatara de


mi risa nerviosa- no me he presentado, soy Nicolás.

_Violeta – dije apenada tras sentir el calor en mis mejillas producido


por la emoción, el saber que no se equivocaba, que tal vez era yo su
damisela-.

Si pensé que su risa era hermosa, de seguro no hay palabra que


describa lo que sentí cuando escuche su voz, cuando supe su nombre.
Violeta, cual Venus mitológica, tanta dulzura encerrada en siete
letras. Mi corazón tiene nombre, tiene dueña, tiene vida… Tiene a
violeta.

Ahora solo necesitaba fuerza para invitarla a bailar, si ya me le había


acercado y hasta hablado, bailar no será muy difícil, aunque tal vez
sus ojos impidan que coordine bien mis pies y tal vez la pise o me
caiga, pero ya le hable, así que lo demás no debe ser muy difícil. Mi
corazón ya no retumbaba con tanta intensidad, podía escuchar todo
con mas claridad, el tenerla cerca calmaba todas mis angustias, es
como sentirse poderoso, capas de hacer cualquier cosa si la tengo
junto a mi, son tantas emociones juntas que no se que are con ellas…
en este momento buscar la mejor manera de invitarla a bailar.

_Toma mi mano- Dijo, con una sonrisa cegadora en el rostro- ahora


respira y acércate lentamente, mantén tus ojos en los míos y deja que
la música nos lleve… ¿Me concedes esta pieza?, Luego me tomó de
la mano… Luego, todo comenzó.
Como en un trance hice todo lo que el me dijo, paso por paso y con la
delicadeza mas grande que jamás se halla intentado tener, soy
realmente torpe, este momento parecía estar rociado por polvo de
hadas y no quería que el mas microscópico atisbo de torpeza
arruinara tan mágica escena.

Mi pequeña mano toco la suya justo cuando en el salón el piano hacia


un solo, seria una canción instrumental, de esas en que los
enamorados parecen cisnes, pues se mueven con tal gracia y
concordancia, con sus sonrisas y el destello del amor en sus ojos. Mis
pequeños dedos se deslizaron suavemente entre los de Nicolás,
encajando milimétricamente, como si desde que naci mis dedos
hubieran sido creados para encajar en la suavidad de su mano.

Luego de que como en un ritual nuestras manos se entrelazaran, de


la forma mas dulce que jamás he visto, sus ojos, cafés como el otoño
entraron como lo hicieron sus manos en mi mundo, pude ver la
pureza de su interior, si supiera que cada suspiro que doy tiene su
nombre y el color de sus ojos, el sabor de su sonrisa, la alegría de su
cabello en perfecta combinación con el tono de su piel perfecta, pero
mas que nada, mis suspiros tiene su mirar, ventana sagrada de amor
verdadero, de esencia pura, ojos como cristales inocentes donde
quiero que repose mi alma, que vea yo a través de sus ojos, pues los
míos están cansados de ver lo que veo, si quiero ver algo es a través
de sus ojos limpios, sus ojos turbios, ojos que le quitaron a la luna el
esplendor de aquella noche oscura.

La apreté contra mi, sintiendo todo su ser pegado al mío, como uno
solo, mi corazón que antes se pasmo con su belleza ahora era un
tambor de nuevo a causa de su cercanía, la sentía tan cerca,
respiraba su olor, olor a lilas, a primavera, su olor dulce y ácido, su
olor a pasado, su olor a presente, su olor a futuro. Comenzamos a
movernos al compás de la lenta nana, en la completa armonía que
nuestros cuerpos formaban, como dos piezas de rompecabezas, que
parecen diferentes, pero al unirse forman una hermosa figura y ella
era la pieza que faltaba. Ahora me sentía completo y aunque no sabía
mucho de ella, con mirarla a los ojos me bastaba para saber que eso
no importaría, que solo serviría para que la amase con más devoción.

Me perdí en su mirada, como cuando lo vi por primera vez, al parecer


ahora bailábamos, aunque para mi era como flotar, era como caminar
en copos de algodón, o sobre el celeste mas intenso en una nube en
verano, no se como se sentirá hacerlo, pero de seguro es muy
parecido a lo que ahora experimento, me perdí en su mirada y luego
cuando sentí el poder de muchas otras a mis espaldas rompí el trance
en el que desde que vi en sus ojos un mar de plata me encontraba.
Estábamos en el centro de la pista de baile y con las luces a bajas, el
piano aún tocando la misma canción que parecía sacada de la tonada
de alguna de mis fantasías, todos los que antes bailaban nos miraban,
no creían el grado de ensoñación en el que nos encontrábamos, tan
absortos en nuestras miradas, de seguro daba envidia vernos bailar.
No paramos a pesar de que todos dejaron de hacerlo, se tomaron un
respiro solo para vernos.

Ahora sin duda existía el cielo y yo con un ángel fugitivo bailaba sobre
sus nubes, como bailando sobre espuma marina, no me importaba
que me observaran tantos ojos a la vez, solo con los de violeta
mirándome el mundo estaba bien, no importaba lo mal que se
tornaran las cosas, su mirada podía llevarme al estado mas tranquilo.

Aquella noche, en la que las nubes fueron mi pista de baile jamás


será olvidada, comenzó con un retraso y termino con un futuro, con
un ahora, con un baile, termino con la certeza de algo, con ese
sentimiento alocado de fuegos artificiales en el estomago, con el
recuerdo de la mejor sonrisa, de los mejores ojos, ojos como mar de
oro, extensos, profundos, invaluables. Aquella noche termine sin duda
alguna bailando sobre las nubes.

Daniela Mendoza Castillos


Nanu*

You might also like