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Los Sistemas de Partidos.


Agustín Bernal Cigarroa.
Los partidos políticos.
Todo sistema electoral requiere de la participación organizada de la sociedad, de tal forma que se
pueda expresar y manifestar de acuerdo con las reglas definidas dentro del derecho electoral vigente.
La forma más generalizada en la actualidad para promover y encauzar la actividad política de la
sociedad es el partido político entendido, en principio, como la organización que representa los
intereses y expectativas de una parte de la sociedad que aspira a alcanzar el poder político.
Esa forma de organización ha sido resultado de una evolución histórica del desarrollo de la
capacidad organizativa del hombre y de la propia sociedad. Especialistas en la materia han
explicado, desde perspectivas diferentes y hasta cierto punto complementarias, el origen de los
partidos políticos. Se incluyen a continuación algunas de ellas:
a) Origen parlamentario y externo.
Para Maurice Duverger existen dos formas de creación de un partido, una que podemos
denominar parlamentaria y otra identificada como exterior.
La primera, parte de la agrupación de diputados que se presentó al interior del parlamento en
función de ideas comunes, de vecindad geográfica, de voluntad de defensa profesional o de
intereses compartidos. Un ejemplo de este tipo de grupos son los Jacobinos y los Girondinos de
la Francia de finales del siglo XVIII.
Más tarde surgen los comités electorales, figura relacionada en forma directa con la extensión del
sufragio, que incorpora a un gran número de ciudadanos a la actividad electoral e inicia la
construcción de regímenes que basan su renovación de dirigentes y autoridades a través de las
elecciones. Esos comités aparecieron por la promoción directa del propio candidato, por la
decisión de un pequeño grupo de apoyo de una persona o a partir de una asociación ya
establecida.
La coordinación permanente que se llega a establecer entre los grupos parlamentarios y los
comités electorales, así como los lazos regulares que los unían, representan uno de los orígenes
de los partidos políticos en su concepción actual.
La segunda modalidad, la creación exterior, se fundamenta en que el conjunto de un partido se
establece básicamente por una institución ya existente que no tiene que ver con las elecciones ni
con el parlamento, como por ejemplo: sindicatos; cooperativas agrícolas; asociaciones de
estudiantes; grupos de intelectuales; iglesias; sectas religiosas; grupos de excombatientes; grupos
de industriales y comerciantes; e incluso, ligas y agrupaciones clandestinas1..
b) Partido-facción.

1
DUVERGER, Maurice. Los Partidos Políticos. Fondo de Cultura Económica, undécima reimpresión, México, 1988. 464 p.p., p.p. 15-29.

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El partido político se confundía frecuente e insistentemente con una facción, entendida esta
última, según Madison, como “grupo de ciudadanos, (...), que están unidos y activados por algún
impulso común de la pasión o del interés, que va en contra de los derechos de otros ciudadanos o
de los intereses permanentes y agregados de la comunidad” 2. A su vez, Hume señalaba que “las
facciones subvierten el gobierno, dejan impotentes a las leyes y engendran las más feroces
animosidades entre los hombres de la misma nación”3.
Esa identificación del partido con la facción generó un rechazo hacia su promoción. Bolingbroke,
por ejemplo, utiliza los dos términos como sinónimos. Su principal aspiración era lograr la
unidad y la armonía, contexto en el que encontraba en el partido la amenaza que socavaba y
ponía en peligro al gobierno constitucional. Por ello, se opuso al gobierno de los partidos, en
virtud de que provocaban la división. Sin embargo, llega a proponer la idea de un partido del
país, de un partido único, es decir, de un partido que sea a su vez el todo, que se base en los
principios del bien común y que sea, en la práctica, la representación de la nación como una
forma de poderse oponer al soberano, cuando fuera necesario.
Bolingbroke y Hume advierten sobre la amenaza anticonstitucional de la fórmula de dividir que
generaba el partido y que podía ser aprovechada por los hombres del rey al encontrar un
parlamento fraccionado.
Burke reconoce al partido, en oposición a los estudiosos anteriores, como “un cuerpo de hombres
unidos para promover, mediante su labor conjunta, el interés nacional sobre la base de algún
principio particular acerca del cual todos están de acuerdo”. Los partidos son para él los medios
adecuados para permitir a los hombres poner en ejecución sus planes comunes, con todo el poder
y toda la autoridad del estado.4
Surge así una idea diferente, del partido que divide al partido que une, que aparece en el siglo
XIX junto con el desarrollo de la sociedad, con el reconocimiento de que ésta no es homogénea y
de que dentro de ella existe la diversidad y el disenso como elementos naturales. Se acepta que la
sociedad es plural y que dentro de esa pluralidad los partidos políticos son el instrumento
adecuado para su organización.
c) Partido en relación al Estado.
De acuerdo con Karl Rosenkranz el “nacimiento del partido político hay que buscarlo a partir del
concepto de Estado. El Estado es la forma que mantiene la libertad ética de un pueblo como un
sistema, progresivo en sí, de leyes e instituciones.”5
Para él, la sociedad se organiza en familias y estamentos, en donde el partido político aparece
cuando “al interés personal de las familias y al interés objetivo de los estamentos se le añade el
principio mismo del estado, la legislación, mediante la cual en el primer caso la dinastía

2
SARTORI, Giovanni. Partidos y Sistemas de Partidos. Alianza Universidad, segunda edición ampliada, Madrid, 1992. 456 p.p., p. 31.

3
Ibid., p. 24.

4
Ibid., p.p. 26-28.

5
LENK, KURT y NEUMANN, Franz (eds). Teoría y Sociología Críticas de los Partidos Políticos. Editorial Anagrama, Elementos Críticos número
18, traducción de Ignacio de Otto, Barcelona, España, 1980. 350 p.p., p. 93.

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principesca, en el segundo el estamento de los sacerdotes y de los guerreros, suelen tomar la


iniciativa de la formación de un partido”6
Esa evolución se realiza dentro de un proceso del que forman parte los siguientes puntos: que el
Estado haya pasado de su forma patriarcal y estamental hacia una forma de gobierno que no
dependa ni de las familias ni de los estamentos; tener conciencia de la necesidad de la
subordinación de los intereses particulares al bien y a la libertad del todo, así como de tener
siempre presente el todo del Estado; que cada partido engendra indefectiblemente su contrario, lo
que consolida la idea de que el partido es sólo una parte de la sociedad no el todo; y que el Estado
es real en tanto toma conciencia de que la libertad toma forma a partir de sus leyes e
instituciones.
Otro aspecto importante que aborda a manera de condición, es que el gobierno debe asumir una
postura de neutralidad en su relación con los partidos políticos, en función de que debe de
considerar que los partidos son su medio más adecuado para conocer la verdadera necesidad del
pueblo. Por ello, no debe temer a la lucha de partidos, así como asegurarse de procurar que cada
uno reciba campo libre y ningún favor. En caso contrario, al asumir una postura parcial, el
gobierno se convierte en partido.
d) Partido en función del espíritu humano.
Para Friedrich Rohmer, la disputa es el elemento fundamental a partir del que explica el
nacimiento de los partidos políticos, pues su argumento señala que por cada objeto puede surgir
una disputa y en cada disputa habrá quien esté a favor y quien esté en contra. Sólo cuando la
dirección superior, lo que implica una organización, se le une a la disputa, se dan las condiciones
para que nazca un partido político, en donde la facción resurge cuando el principio del partido
desaparece. Por eso, el partido que identifica como material, lo define como el substrato del
partido espiritual.
Para Friedrich Rohmer, el origen de los partidos está en el desarrollo orgánico del hombre, es
decir en los estadios vitales del espíritu humano7, que tiene como manifestación suprema en la
temporalidad al Estado.
Establece una similitud entre el desarrollo humano que se divide en cuatro estadios -el niño, el
joven, el hombre y el anciano- y los cuatro tipos de partidos básicos en los que la humanidad se
divide mediante sus individuos y tendencias. Sobre esa base, define que a cada estadio
corresponde un principio, de tal forma que el principio creador es del joven; el conservador del
adulto; el estimulante, en el niño; y el concluyente, en el anciano. Funciones que determinan que
el joven es liberal; el adulto, conservador; el niño, radical; y el anciano, absoluto. A cada una de
esas etapas corresponde un tipo de partido, dependiendo de la madurez que tenga la organización.
e) Partido en función de la ambición de poder.
Según Heinrich Von Treitschke “la fuerza motriz de la creación de partidos no es hoy, ni en los
milenios anteriores, el credo político, sino la sed de poder”8. Todo partido es parcial, ya que sólo
6
Ibid., p. 95.

7
Ibid., p. 117.

8
Ibid., p. 163.

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representa a una parte de los ciudadanos y, por ello, sólo puede valorar una parte de las fuerzas
que mueven la vida de un pueblo. El partido es por su propia naturaleza limitado y mezquino
frente a la justicia imparcial del Estado, así como perecedero frente al orden duradero de la
comunidad. Por ello, resulta necesario que los partidos reconozcan una base jurídica común y
que muestren conciencia del Estado que modere sus particularismos.
La teoría política rara vez llega a ser factor para la creación de un partido si no corresponde a los
intereses de una fuerza social, de una parte de los ciudadanos, ya que los intereses de éstos como
clases sociales están implicados en la doctrina de los partidos.
Las cinco explicaciones anteriores sobre el origen de los partidos políticos, dejan claro que se
trata de una evolución organizativa que está ligada al desarrollo del hombre, de la sociedad y del
Estado, pues especialmente las tres primeras se refieren a aspectos políticos fundamentales en la
construcción del Estado: el origen parlamentario y externo de los partidos; la transformación de
la facción en partido; y el partido como resultado de la evolución de las familias y los estamentos,
en función del condicionamiento de sus intereses particulares al bien y la libertad del todo. Por
ello, analizar el concepto de partido político resulta indispensable dentro de este trabajo.
f) Sobre el concepto de partido político.
Existen diversas definiciones sobre el partido político, dependiendo del aspecto que se quiera
destacar de él, las funciones que cumple, los elementos que lo integran, el papel que juega dentro
de la sociedad o su relación con el Estado. Sin embargo, buena parte de ellas no se contraponen y
en su conjunto explican el fenómeno del partido político.
Desde el punto de vista semántico, la palabra partido deviene en dos ideas. La primera tiene que
ver con su derivación en el concepto de partir (dividir), lo que nos lleva, por un lado, a la
preocupación de Madison, Hume y Bolingbroke, en el sentido de entender al partido como el
elemento fraccionador del parlamento y, por ende, de la sociedad que se oponía al orden
constitucional, planteamiento superado en el siglo XIX y, por otro, a entender que el partido
constituye una parte de la sociedad, nunca el todo, que se organiza en función de coincidencias de
distinto orden y que compite con otra u otras partes de esa misma sociedad, por alcanzar el poder
político.
La segunda idea es que la palabra partido deviene en la acción de participar (formar parte de), lo
que implica una decisión de unirse a otros, de sumar; de tal forma que el partido político es la
organización que involucra al ciudadano con su comunidad, lo activa dentro de la sociedad y lo
hace compartir proyectos y, en algunas ocasiones, hasta trabajar en la consecución de ellos.
Participar, desde este punto de vista, implica sumar un esfuerzo para consolidar a la parte, al
partido, quien a través de su actividad y desarrollo consolida al todo, al Estado.
Cabe mencionar aquí, como un primer acercamiento, la definición que en 1869 dio J. Amigues
sobre partido político como “grupo de hombres más o menos numeroso, asociación más o menos
vasta de gentes reunidas por una estrecha comunidad de tradiciones, de puntos de vista o de
intereses en una empresa común”9.

9
CHARLOT, Jea. Los Partidos Políticos. Ediciones y Distribuciones Hispánicas, S.A. de C.V., traducción de Monserrat Baras y Jesús Rodes,
México, 1987. 248 p.p., p. 13.

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En cuanto al objetivo de esos hombres que se agrupan, Riggs lo identifica como la organización
que designa candidatos para la elección a una asamblea y Janda como la organización que
persigue el objetivo de colocar a sus representantes declarados en puestos de gobierno. Giovanni
Sartori, en su definición mínima, señala que partido es cualquier grupo político que se presenta a
elecciones y que puede colocar mediante elecciones a sus candidatos en cargos públicos10.
De esta forma, el calificativo de político con el que se liga al partido en su concepción actual, es

lo que determina su razón de ser, de aspirar a la toma del poder político a través de la colocación
de sus candidatos en puestos de elección popular, para integrarse al Poder Legislativo, ganar
espacios dentro de él y, también, en puestos político-administrativos que le den la posibilidad de
asumir el gobierno y, con ello, de poner en práctica el modelo de sociedad que pretenden
construir, desde el Poder Ejecutivo.
La toma del poder político, que puede ser un fin y un medio al mismo tiempo, la pretende
alcanzar a través de elecciones, de una competencia con las otras partes de la sociedad, con
quienes entrará en disputa por el voto de los electores. En esa contienda, cada partido presentará a
ese cuerpo elector sus principios, su doctrina y programas, en sí, su modelo de sociedad que
pretende lograr de llegar al poder o su proyecto a desarrollar en el caso de mantenerse en él. El
partido difunde sus planteamientos entre los electores para procurar que éstos encuentren puntos
de coincidencias con sus expectativas personales e incluso familiares, de tal forma que se sumen
como simpatizantes o, en el mejor de los casos, como miembros y hasta como militantes del
partido** , pero sobre todo, lo importante es que cada elector al momento de sufragar deposite su
voto a favor de sus siglas, independientemente de cual sea el rol que cada uno de ellos tenga, en
relación con el partido.
El voto se convierte en la unidad de medida dentro de los sistemas electorales, que permite
identificar quien gana y quien pierde en sistemas mayoritarios y cuántos escaños logra cada
partido en sistemas de representación proporcional.
Reconocer a las elecciones como el medio para llegar al poder implica dos condicionantes
básicas para los partidos políticos en la actualidad: primero, que son organizaciones pacíficas, es
decir, que renuncian a la utilización de medios violentos para conseguir sus fines * , el partido
legal según Max Weber; y, segundo, que aceptan las reglas del juego establecidas para participar

10
SARTORI, Giovanni. Partidos y Sistemas de Partidos. Alianza Universidad, segunda edición ampliada, Madrid, 1992. 456 p.p., p.p. 87, 88, 90 y
91.


Georg Jellinek define a los partidos políticos como grupos que mediante convicciones comunes relativas a ciertos fines del Estado tratan de
realizar estos fines concretos, que detentan el poder en un momento dado y grupos que aún no lo han detentado, por lo que una tendencia natural
de todo partido político es alcanzar el poder y mantenerse en él una vez obtenido.

* *
Sobre los grados de participación en relación con un partido político, Maurice Duverger es muy claro en su libro sobre los Partidos
Políticos, en su capítulo II que trata sobre los miembros de los partidos específicamente en las páginas 120 a 145 de la undécima reimpresión de
1988. El explica que existen tres grados de participación: los electores; los simpatizantes y los militantes.

*
Una opinión contraria la tiene Richard Schmidt, quien afirma que en la aspiración de un partido político por derribar a determinada
institución jurídico-política o implantar otra puede llegar a utilizar, incluso, la violencia de las armas en guerras civiles o en revoluciones (Teoría y
Sociología Críticas de los Partidos Políticos, op. cit., p. 172).

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en la contienda electoral** , me refiero a las normas legales que se establecen en función del tipo
de sistema electoral de que se trate.
Finalmente, el partido político implica una organización interna, una estructura y es a partir de
este rubro que Robert Michels señala que toda organización tiende a la oligarquía, al gobierno de
los menos, en función de que toda organización genera una minoría directora que al principio es
servidora de la masa, pero que al surgir posteriormente la especialización técnica, los dirigentes
ganan autonomía y se independizan de ésta e, incluso, asumen las facultades decisorias de la
masa. Aparece una organización de carácter burocrático-oligárquico, justificada por la necesidad
técnica y práctica.11
Max Weber también aborda este aspecto y señala que los partidos son las formas de socialización
que descansan en el reclutamiento (formalmente) libre, que tienen como fin proporcionar poder a
sus dirigentes dentro de una asociación y otorgar por ese medio a sus miembros activos
determinadas probabilidades ideales o materiales (la realización de fines objetivos o el logro de
ventajas personales o ambas cosas). En este caso, Weber coincide en el surgimiento de una
directiva y de una intención clara por obtener el poder para beneficiar a sus cuadros con puestos
administrativos (partido de patronazgo) o a los estamentos o clases que estén incorporadas a la
organización (partidos estamentales y clasistas) 12.
De acuerdo con los elementos anteriores, el concepto de partido político que se utilizará dentro de
este trabajo es el que se refiere al grupo de personas con una organización formal y de carácter
permanente, que comparten en buena medida una ideología (forma de pensar), un modelo de
sociedad que pretenden implantar (programas) y la manera en que estiman lograrlo (táctica y
estrategia), que reconocen las reglas establecidas dentro del derecho electoral para participar en
los procesos electorales, con la finalidad de que sus candidatos lleguen a cargos públicos, para a
través de ello asumir y, en su caso, mantener el poder político en sus diferentes instancias.
g) Función de los partidos dentro del sistema político.
En paralelo a la finalidad primordial de hacer posible el acceso de los ciudadanos al ejercicio del
poder público, de acuerdo con los programas, principios e ideas que postulan y mediante el
sufragio universal, libre, secreto y directo, los partidos políticos asumen una serie de funciones
que en su conjunto permiten valorar el papel que juegan dentro de la sociedad actual y en relación
con el sistema político:

• Función organizativa: los partidos políticos son los principales promotores de la


participación y de la organización de la sociedad, a partir de coincidencias, de intereses, de
ideas, de proyectos y programas comunes, de tal forma que son los constructores de la
comunidad política en la que rigen reglas de convivencia, de tolerancia, de búsqueda del
consenso dentro del disenso.
* *
En este aspecto Wilheim Grewe va más allá, pues establece una definición de los partidos políticos en función del derecho constitucional
como “grupos de poder recurrentes que obtienen adeptos apelando a un determinado plan para la realización del bien común”, es decir, no sólo
aceptar estar insertos dentro de un esquema legal, sino que su objetivo primordial es lograr el bien común (Teoría y Sociología Críticas de los
Partidos Políticos, op. cit. p. 366).

11
LENK, KURT y NEUMANN, Franz (eds). Teoría y Sociología Críticas de los Partidos Políticos. Editorial Anagrama, Elementos Críticos número
18, traducción de Ignacio de Otto, Barcelona, España, 1980. 350 p.p., p.p. 243-244.

12
WEBER, Max; Economía y Sociedad; Fondo de Cultura Económica; Sección de Obras de Sociología; dos tomos; tercera reimpresión; México;
1977; 1244 p.p.; p. 228.

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• Función de representación: los partidos políticos son partes que han encontrado su razón de
ser fundamental y su papel irreemplazable, en el desempeño del gobierno representativo.
Representan los intereses de sus miembros y, en un momento dado, de los electores que
votaron a favor de esa opción política. Especialmente en los espacios que obtienen dentro del
Poder Legislativo defienden y promueven las demandas y los planteamientos específicos de
interés para sus seguidores, aspectos que en términos generales coinciden con sus principios,
doctrina e ideología. Los partidos políticos contribuyen a la integración de la representación
nacional.

• Función expresiva: los partidos políticos transmiten exigencias respaldadas por una
presión social, a las que apoya con su propio peso por sentirse obligado a responder. De esta
forma, no sólo comunican a la sociedad con el gobierno y transmiten información, sino que la
procesan, la organizan, la priorizan y traducen preferencias de las masas en políticas públicas.
Forman opinión e, incluso, llegan a manipularla.

• Función de canalización: los partidos políticos no sólo expresan sino también canalizan las
demandas de la parte de la sociedad que representan hacia las instancias del gobierno que
correspondan, situación que se presenta cuando la sociedad en general pasa a estar politizada y
las normas de enlace entre la sociedad y el Estado se establecen a la manera de un sistema de
partidos. Los partidos se convierten en organismos de canalización y el sistema de partidos se
convierte en el sistema de canalización política de la sociedad13.

• Función de gobierno: que asume el partido o los partidos en coalición que llegan al poder.
Se trata de la capacidad de llevar a la práctica las políticas contenidas dentro del modelo de
sociedad que pretenden alcanzar, una vez que han obtenido el respaldo del electorado. Es
cuando la profesión de una ideología se lleva a la práctica en acciones de gobierno, cuando el
partido se pone a prueba tanto en la toma de decisiones, como en la capacidad de poder
gobernar al todo, a pesar de provenir de una parte de la sociedad.
Clasificación de los partidos políticos.
Realizar una tipología de los partidos políticos requiere de tomar un punto de referencia para
analizarlos. Si se les ubica en su relación con el poder hay partidos en el gobierno y partidos de
oposición, en donde los primeros procurarán mantenerse en el poder y los segundos se esforzarán
por obtenerlo en el siguiente proceso electoral, aunque mientras lo logran intentarán influir en él,
fundamentalmente desde los espacios que obtengan dentro del Poder Legislativo.
Otra posibilidad de clasificación es la creada por Maurice Duverger14, según la cual los partidos
se pueden ubicar en dos apartados:

• Los partidos de cuadros, a los que identifica como los primeros partidos que aparecieron.
Son organizaciones que tienden a reunir a notables, ya sea por su prestigio, por su influencia
moral, por su fortuna, aspectos todos ellos que representan aportes a la organización. Les
importa más la calidad que la cantidad. Se agrupan en comités locales. Su organización interna
es débil y dado que su número de miembros es escaso, no requiere de una estructura rígida.

13
SARTORI, Giovanni. Partidos y Sistemas de Partidos. Alianza Universidad, segunda edición ampliada, Madrid, 1992. 456 p.p., p.p. 55-57.

14
DUVERGER, Maurice. Instituciones Políticas y Derecho Constitucional. Editorial Ariel, Colección Ciencias Políticas, segunda reimpresión,
México, 1992. 664 p.p., p.p. 85-89.

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Estos a su vez se pueden subdividir en: tradicionales (flexibles) y de nuevo tipo o moderno,
que son los que se ajustan a las condiciones del sistema político y del sistema electoral de los
que forman parte.

• Los partidos de masas, que se caracterizan por ser abiertos en cuanto a sus esquemas de
incorporación. No buscan la afiliación de personas con determinadas características, como lo
es el caso de los notables en el partido de cuadros, por el contrario, pretenden el ingreso a la
organización del mayor número de miembros de la sociedad. Dentro de esta categoría ubica a
los partidos socialistas, comunistas y fascistas.
Otra posible clasificación que aporta Duverger15 es la que se establece en función de la
estructura de la organización, por lo que pueden ser:

• Partidos directos, en los que los ciudadanos integran la comunidad del


partido, sin añadidura de otros grupos sociales, esquema que se presenta en el
Estado unitario.

• Partidos indirectos, en los que los ciudadanos se unen al partido a través de


grupos sociales de base (profesionales, religiosos, etc.), no lo pueden hacer en
forma directa. Esta modalidad corresponde al Estado Federal.
Para Max Weber existen cinco tipos de partidos políticos, que son los siguientes:

• Partidos formales-legales: formas de socialización que descansan en el


reclutamiento (formalmente) libre, que tienen como fin proporcionar poder a sus
dirigentes dentro de una asociación y otorgar, por ese medio, a sus miembros
activos determinadas probabilidades ideales o materiales. Son fundamentalmente
organizaciones destinadas al reclutamiento de votos electorales, en donde las
votaciones están orientadas hacia una dirección determinada.

• Partidos carismáticos: disensiones sobre la cualidad carismática de los que


rigen: sobre el jefe carismático “verdadero”.

• Partidos tradicionalistas: disensiones respecto al modo de ejercicio del


poder tradicional en la esfera de la gracia y arbitrio libre del señor.

• Partidos doctrinales: por lo regular, aunque no inevitablemente, idénticos a


los carismáticos. Disensiones sobre contenidos de doctrina o de concepción del
mundo.

• Partidos de mera apropiación: disensiones con el que manda y su cuadro


administrativo, sobre la manera de apropiación de los cuadros administrativos; con
frecuencia idénticos (aunque naturalmente no de un modo necesario) a los
tradicionalistas16.

15
DUVERGER, Maurice. Los Partidos Políticos. Fondo de Cultura Económica, undécima reimpresión, México, 1988. 464 p.p., p.p. 35-36.

16
WEBER, Max. Economía y Sociedad. Fondo de Cultura Económica, Sección de Obras de Sociología, dos tomos, tercera reimpresión, México,
1977. 1244 p.p., p.p. 228-230.

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Esos tipos de partidos, según lo explica Weber, pueden presentarse en forma combinada en la
práctica.
Una clasificación más es la que se construye a partir de ordenar a los partidos políticos sobre
la base de un plano con dos extremos y tres puntos principales de ubicación: la derecha; la
izquierda; y el centro. Conceptos, los dos primeros, considerados en relación a ideologías y
como programas contrapuestos respecto a problemas cuya solución se ubica dentro de la
acción política, que contrastan no sólo en ideas, sino también en intereses y en las
valoraciones sobre la dirección que habría que dar a la sociedad, contrastes que existen en toda
la sociedad y que no parece que vayan a desaparecer17.
Ambos conceptos son complementarios, así como el predominio de uno no implica la
exclusión del otro. Son partes que existen simultáneamente. Las características de cada uno de
ellos son las siguientes:

• Derecha: tiene como valor fundamental la tradición y, por ende, asume la defensa
del pasado, de la herencia. Su lema es “nada fuera ni en contra de la tradición, todo
en y por la tradición”. El poder es considerado como principio de cohesión y
mantienen una obsesión por su ausencia, por la anarquía, ya que representa el fin
de toda convivencia civil. La derecha está más dispuesta a aceptar lo que es natural
y aquella segunda naturaleza que es la costumbre, la tradición, la fuerza del
pasado. Constituye una modalidad de lo humano. Las desigualdades son, para ella,
un dato ineliminable y que, incluso, ni siquiera desean su eliminación.
En términos generales, asume una actitud conservadora. Las distintas modalidades
que puedan existir de la derecha, corresponden a los distintos significados que se
asignen al concepto de tradición. Asume como propios los valores de la
confrontación y la competición. Lo privado y lo individual están por encima de lo
social y lo público.

• Izquierda: según Peter Glotz, es la “fuerza que persigue la limitación de la lógica


de mercado (...); la sensibilización por la cuestión social, o sea el apoyo al estado
social y a ciertas instituciones democráticas; la transposición del tiempo en nuevos
derechos de libertad; la igualdad de hecho de las mujeres; la tutela de la vida y de
la naturaleza (...)18. Así, la izquierda asume al igualitarismo como su proyecto,
entendido como tendencia a convertir en más iguales a los desiguales y encuentra
en la propiedad privada el principal obstáculo para lograr la igualdad de los
hombres. Demanda la liberación del hombre del poder injusto y opresivo, lucha
por la conquista de los derechos sociales (educación, trabajo, vivienda y salud, por
ejemplo) y pugna por políticas económicas redistributivas basadas más en el
trabajo que en el capital. El poder es, para ella, fuente de discriminación. Se
preocupa por el abuso del poder y teme a la oligarquía por ser el origen de toda
vejación. Mantiene como valores propios la cooperación y la colaboración. Lo
social y lo público están por encima de lo privado y lo individual. Se identifica con
lo nuevo, con el cambio y, por naturaleza, tiene los gérmenes del futuro.

17
BOBBIO, Norberto. Derecha e Izquierda. Santillana, S.A., Taurus Pensamiento, España, 1995. 189 p.p., p.p. 51-52.

18
Ibid., p.p. 163-164.

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10

Entre estas dos posiciones se ubica a un centro, que “unifica la inclinación al estacionamiento
con la audacia del progreso, la prudencia rozagaste con la prisa fantástica y que toma su fuerza
del conflicto de oposición interna mediante su oposición a los dos extremos (Karl
Rosenkranz)”19.
Para Norberto Bobbio el criterio fundamental para distinguir la derecha de la izquierda es la
diferente apreciación respecto a la idea de igualdad, así como que para distinguir una ala
moderada de una extremista es su distinta actitud con respecto a la libertad, en función de lo
que integra un espectro en donde ubica a las doctrinas y movimientos que se pueden presentar
que, evidentemente, corresponden a los tipos de partidos que pueden existir de acuerdo con
esta clasificación:

• Extrema izquierda: movimientos a la vez igualitarios y autoritarios, de los cuales


el ejemplo histórico más importante, tanto que se ha convertido en una categoría
abstracta susceptible de ser aplicada a periodos y situaciones históricas distintas, es
el jacobinismo;

• Centro izquierda: doctrinas y movimientos a la vez igualitarios y libertarios, a los


que hoy podríamos aplicar la expresión -socialismo liberal-, incluyendo en ella a
todos los partidos socialdemócratas, incluso en sus diferentes praxis políticas;

• Centro derecha: doctrinas y movimientos que a la vez incluyen los partidos


conservadores que se distinguen de las derechas reaccionarias por su fidelidad al
método democrático, pero que, con respecto al ideal de la igualdad, se afirman y se
detienen en la igualdad frente a la ley, que implica únicamente el deber por parte
del juez de aplicar las leyes de una manera imparcial y en igual libertad;

• Extrema derecha: doctrinas y movimientos antiliberales y antiigualitarios, cuyos


ejemplos históricos son el fascismo y el nazismo.

Los sistemas de partidos y su clasificación.


Por sistema de partidos se entiende a la composición estructural de la totalidad de los partidos
políticos en un Estado20. Como cada uno de los partidos representa a una parte de la sociedad,
constituye a la sociedad organizada políticamente, de la que surge el gobierno y a partir de la
que éste se renueva periódicamente.
Seis son los elementos de los que se integra, según Dieter Nohlen: el número de partidos; su
tamaño; la distancia ideológica entre ellos; sus pautas de interacción; su relación con la
sociedad o con grupos sociales; y su actitud frente al sistema político.

19
LENK, KURT y NEUMANN, Franz (eds). Teoría y Sociología Críticas de los Partidos Políticos. Editorial Anagrama, Elementos Críticos número
18; traducción de Ignacio de Otto, Barcelona, España, 1980. 350 p.p., p. 100.

20
NOHLEN, Dieter. Sistemas Electorales y Partidos Políticos. Fondo de Cultura Económica y Universidad Nacional Autónoma de México, México,
1994. 416 p.p., p. 38.

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11

Maurice Duverger clasifica a los sistemas de partidos en tres tipos: partido único, que tiene
por objeto forjar nuevas élites, crear una clase dirigente nueva, reunir y formar a los jefes
políticos aptos para organizar el país, en virtud de que las masas no se pueden gobernar por sí
mismas; bipartidismo, en el que pone como ejemplos clásicos y diferenciados a los Estados
Unidos y al Imperio Británico; y, multipartidismo, al que a menudo se le confunde con
ausencia de partidos, por la existencia de grupos numerosos, pero inestables, efímeros, fluidos,
que abarca desde tres partidos al infinito21.
Más tarde, otros estudiosos han señalado que la tipología anterior se encuentra limitada, en
función de que la estructura de los sistemas de partidos está determinada por más variables, tal
es el caso de Josep La Palombara, Myron Weiner y Giovanni Sartori. La clasificación de este
último es la que se toma para los efectos de este trabajo:
a) Sistema de partido único: varían en cuanto a la intensidad de la represión, del
control coercitivo. Son opresivos, omnipresentes, intolerantes y extractivos. El
partido único es un partido de élite con una composición limitada, un partido de
vanguardia que precede al todo, que exhibe las características de lo completo o de
la totalidad. No permite divisiones formales en su interior, aunque sí se presenta
una competencia entre sus dirigentes (personas dotadas de poder) dentro del
partido, quienes no tienen que pasar la prueba de la competencia, ni de la
legitimación electorales.
De igual manera, el partido único tiende a coincidir con el Estado, se constituye en
un organismo de canalización y se enmarca dentro de un sistema cerrado, tanto
porque el ingreso al partido es limitado, como por que no permite la creación
voluntaria de otras organizaciones políticas. El cargo público suele ser un producto
secundario del cargo del partido.
En función de la intensidad decreciente de la coacción (represión), se presentan
tres pautas del partido único.

• Unipartidista totalitaria: representa el grado más elevado de omnipresencia,


movilización y control monopólico del partido sobre la experiencia vital de los
ciudadanos. Por ende, es un partido muy ideológico, fuerte y poderoso. El
totalitarismo es la invasión última de la intimidad, pues no existe límite entre
las esferas de la vida controladas por el Estado y las íntimas.

• Unipartidista autoritaria: sistema de control que no tiene el poder ni la


ambición de permear toda la sociedad. Se caracteriza por el exclusionismo, por
la limitación de las actividades políticas de los que no están dentro de él. Gira
en torno al carisma del líder y por lo general se contenta con efectos de fachada.
Carece de una ideología fuerte y de una opacidad de movilización comparable y
su control no va más allá de los instrumentos normales del poder, entre los que
se incluye al Poder Judicial.

• Unipartidista pragmática: carece de la legitimación de una ideología y de


cohesividad ideológica. Tiene menos posibilidades coercitivas y no está
adecuado para aplicar políticas de exclusión, incluso se ve impulsado a intentar
21
DUVERGER, Maurice. Los Partidos Políticos. Fondo de Cultura Económica, undécima reimpresión, México, 1988. 464 p.p., p.p. 234- 306.

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políticas de absorción. En su relación con los grupos externos tiende a ser


agregadora más que destructora. Por su baja cohesividad ideológica interna, su
organización es muy flexible y un tanto pluralista22.
b) Sistema de partido hegemónico: no permite una competencia oficial por el
poder, ni una competencia de facto. Se permite que existan otros partidos, pero
como partidos de segunda, autorizados, aunque no se les permite competir en
términos antagónicos, ni de igualdad. De hecho, no se produce la alternancia y no
se contempla la posibilidad de rotación del poder. El partido hegemónico seguirá
en el poder. No existe ninguna auténtica sanción que comprometa al partido
hegemónico a actuar con responsabilidad. Cualquiera que sea su política, no se
puede poner en tela de juicio su dominación. Puede dar la apariencia de que la
política es competitiva a través de un pluralismo simulado.
En función de las diferentes capacidades extractivas y represivas, así como
considerando que la variedad más autoritaria es probablemente la variedad más
ideológica, de identifican dos subtipos de sistema de partido hegemónico: el
ideológico y el pragmático23.
c) Sistema de partido predominante: es una modalidad del pluralismo de partidos,
aunque no se produzca la alternancia de hecho durante mucho tiempo, ésta no está
excluida. El sistema político brinda amplias oportunidades para el disenso abierto
y efectivo, para oponerse al partido predominante. Permite la existencia de
partidos distintos al principal, que son legales y legítimos, aunque no forzosamente
eficaces competidores del partido predominante. Se encuentra todavía dentro de
los sistemas competitivos, pues en el punto de partida todos los partidos tienen las
mismas oportunidades, aunque no los mismos recursos, pues en el sistema de
partido predominante existe una disparidad de recursos entre el partido en el poder
y el resto de los partidos.
El predominio de un partido está dado en función de que obtiene constantemente
el apoyo de una mayoría ganadora de los votantes y, por ende, la mayoría absoluta
de los escaños. Se ubica dentro de una comunidad política en donde un partido
(principal) deja atrás a todos los demás. Sin embargo, un partido predominante
puede dejar de serlo en cualquier momento, situación ante la que: puede
restablecerse pronto el sistema predominante o, en su caso, puede cesar de manera
definitiva.
Según Giovanni Sartori, las condiciones para que se establezca un sistema de
partido predominante son las siguientes: tres mayorías absolutas consecutivas; que
el electorado parezca estar estabilizado; y que el umbral de la mayoría absoluta se
sobrepase con claridad y/o que el intervalo sea amplio. De igual manera, advierte
que cuando se presenta un partido hiperdominante se ponen en duda los resultados
electorales, como por ejemplo en: Irán, México, Filipinas, Bolivia y Paraguay24

22
SARTORI, Giovanni. Partidos y Sistemas de Partidos. Alianza Universidad, segunda edición ampliada, Madrid, 1992. 456 p.p., p.p. 60, 63-64,
68-74 y 263-270.

23
Ibid., p.p. 276-279.

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d) Sistema bipartidista: se basa en la expectativa de alternancia en el gobierno, de


tal forma que dos partidos tienen una fuerza casi igual, por lo que se presenta una
competencia de forma centrípeta, moderando las divisiones. Los votantes flotantes
son moderados y se encuentran ubicados entre los dos partidos, en algún punto en
torno al centro del espectro de opiniones. El bipartidismo funciona cuando las
diferencias de opinión son pequeñas.
Los partidos políticos deben ser organismos agregadores que mantienen su cuasi
igualdad competitiva al amalgamar tantos grupos, intereses y exigencias como sea
posible. Esa mecánica competitiva tiende al consenso, a minimizar los conflictos.
En términos generales, las normas básicas del sistema bipartidista son las
siguientes:

• Dos partidos se hayan en condiciones de competir por la mayoría absoluta de


escaños;

• Uno de los dos partidos logra conseguir una mayoría parlamentaria suficiente;

• Este partido está dispuesto a gobernar solo; y

• La alternancia o la rotación en el poder sigue siendo una expectativa creíble.

• La existencia de terceros partidos no impide que los partidos principales


gobiernen solos, de tal manera que las coaliciones resultan innecesarias.
Los ejemplos clásicos de este tipo de sistemas son Gran Bretaña y los Estados
Unidos. Se mencionan además a Nueva Zelanda, Australia y Canadá, aunque a
éstos dos últimos con ciertas reservas25.
e) Pluralismo limitado o moderado: su fórmula es el gobierno en coalición dentro
de la perspectiva de las coaliciones alternativas. En lugar de dos partidos se
presentan por lo general alineaciones bipolares de coaliciones alternativas. Su
mecánica tiende a parecerse y a imitar la mecánica del bipartidismo. Su estructura
es bipolar.
Carece de partidos antisistema importantes y/o grandes. Todos los partidos se
orientan al gobierno, en el sentido de que están disponibles para hacer coaliciones
con él. Todos los partidos no gobernantes pueden aparecer como oposiciones, de
tal forma que la oposición es unilateral, ya sea de izquierda o de derecha. No es un
sistema polarizado. Así, sus principales características son: una distancia
ideológica relativamente pequeña entre sus partidos importantes; una
configuración de coalición bipolar; y una competencia centrípeta. Abarca,
básicamente, de tres a cinco partidos importantes26.
f) Pluralismo extremo o polarizado: se caracteriza por los aspectos siguientes:
24
Ibid., p.p. 245-256.

25
Ibid., p.p. 233- 237 y 243-244.

26
Ibid., p.p. 224-225.

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• Presencia de partidos antisistema importantes;

• Existencia de oposiciones bilaterales. El sistema se enfrenta a dos oposiciones


antagónicas imposibles de sumarse;

• Ubicación central de un partido o grupo de partidos, que se localiza fuera de la


competencia;

• Es un sistema polarizado, en donde el consenso es muy escaso y son muchos


los que ponen en duda la legitimidad del sistema político, las diferencias
ideológicas son fuertes;

• Debilitamiento del centro por la pérdida persistente de votos en favor de uno


de los extremos o de ambos;

• Estructuración ideológica congénita, en donde la comunidad ideológica


contiene partidos que están en desacuerdo con las cuestiones políticas generales
y, también, con los principios y cuestiones fundamentales;

• Presencia de oposiciones irresponsables, en virtud de que el partido o el grupo


de partidos ubicados en el centro no está expuesto a la alternancia, ya que es el
pivote y la columna vertebral de toda mayoría gubernamental posible, su
destino es gobernar indefinidamente. Los partidos de los extremos están
excluidos de la alternancia en el poder, razón por la que asume una actitud
irresponsable al comprometerse a todo sin que tenga que responder o cumplir
en un momento dado; y

• Política de superoferta o de promesas excesivas, que se realiza dentro de una


competencia injusta, caracterizada por la escalación incesante. Los partidos
tratan de ganarse el voto mediante promesas mayores, de modo que crece la
competencia por la oferta disponible, pero no la satisfacción de la demanda.27.
g) Sistema de atomización: clase residual para indicar un punto en el que ya no se
requiere una cuenta precisa del número de partidos, 10, 20 o más, en virtud de que
son sistemas que carecen de una consolidación estructural28.

27
Ibid., p.p. 165-175.

28
Ibid., p.p. 158-159.

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