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GIOVANNA FERNÁNDEZ

vida estudiantil

POR DIEGO AVENDAÑO


Egresado de la especialidad de Periodismo

U
n estudiante de Yale trabaja junto a otro de La
Sorbona, uno de la PUCP desempolva un esquele-
to mientras otro de la Universidad Autónoma de
Barcelona dibuja un mapa a escala de la excavación
ayudado por un alumno de San Marcos. “Todos los
chicos aprenden a mapear, a registrar, a excavar y
tirar lampa”, explica Luis Jaime Castillo, director del proyecto.
Hace 14 años, él comenzó la recuperación del sitio arqueo-
lógico de San José de Moro, que había sido devastado por
los huaqueros.

TIERRA ADENTRO. Tras cuatro ciclos en la especialidad de


Arqueología de la PUCP, y con sólo 22 años de edad, David Rodríguez
decidió pasar sus recientes vacaciones en Chepén. “Es la primera vez
que trabajo en una excavación a gran escala”, cuenta David. Daniela
Zevallos, por su parte, empacó sus ropas de trabajo rumbo a San José
de Moro por segundo año consecutivo. “En este momento estoy
excavando sola”, afirma sonriente y bronceada. “No sólo siguen
órdenes, también aprenden a dirigir una investigación. A medida
que van madurando adquieren más responsabilidad y pueden llegar
a dirigir una investigación”, dice el profesor Castillo. Dentro del pro-
yecto dirigido por él, el estudiante español Karim Ruiz y los jóvenes
arqueólogos Carlos Rengifo y Gabriel Prieto encabezan tres zonas
de excavación en San José de Moro. Los tres llevan muchos años
acudiendo al lugar durante los meses de julio y agosto.

LEGIÓN EXTRANJERA.“Desde que empezó a estudiarse


San José de Moro fue un proyecto internacional”, cuenta Luis Jaime
Castillo recordando sus días de trabajo junto a Cristopher Donnan,

San José de Moro

tierra de
No hablan el mismo idioma pero aquello
arqueólogos
dista mucho de ser Babel. En la misión
arqueológica de San José de Moro
–ubicada en Chepén, departamento
de La Libertad– todos saben qué es lo
que buscan: reconstruir el pasado
a partir de un cementerio moche.

arqueólogo norteamericano que inició los estudios en esta zona.


Y es que este lugar resulta atractivo no sólo para los estudiantes
peruanos. “Mi profesor me presentó este proyecto junto con otros
Daniela Zevallos Adam Gamwell Meghan Dennis
y me pareció el más interesante”, indica Raúl Torres, estudiante de “EXISTE BASTANTE LIBERTAD”. “ESTOY APRENDIENDO MUCHO”. “DESDE QUE SUPE DEL PROYECTO QUISE VENIR”.
la Texas Christian University que trabaja en la amplia zona dirigida PUCP TEXAS CHRISTIAN UNIVERSITY TEXAS CHRISTIAN UNIVERSITY
por Carlos Rengifo. Su compañera Meghan Dennis trabaja en la
chichería, excavación comandada por Prieto. Meghan se enteró
del proyecto hace un par de años, pero recién pudo venir ahora.
“Me parece que todo está muy bien organizado, la gente sabe
exactamente qué es lo que está haciendo”.
Para ninguno de ellos es problema levantarse temprano
para llegar a las siete de la mañana, ni enfrentar el fuerte sol,
ni los vientos que arrastran tierra. Es normal que a las cinco
de la tarde, cuando detienen sus labores, tengan el pelo
David Rodríguez Carlos Rengifo Gabriel Prieto
duro, la ropa sucia y la piel tostada. Pero tienen la oportu- “ES UNA EXPERIENCIA DISTINTA”. “CADA AÑO VIENEN ESTUDIANTES DE TODO EL MUNDO”. “DIRIJO MI PROPIA INVESTIGACIÓN”.
nidad de investigar, algo difícil en nuestro medio. Hacen lo PUCP UNIVERSIDAD NACIONAL DE TRUJILLO UNIVERSIDAD NACIONAL DE TRUJILLO
que los apasiona, se nota la satisfacción en sus rostros.
Más trabajo
Esta excavación arqueológica también ha generado trabajo para la
gente de la zona. Algunos artesanos han aprendido a fabricar badile-
Tiempos pasados jos, una especie de espátula utilizada en las excavaciones. Antes, estos eran
San José de Moro fue un cementerio y centro ritual moche. Cientos importados por los arqueólogos a precios muy altos. La misma zona arqueo-
de años después la zona fue habitada por peruanos contemporáneos lógica cuenta con un pequeño museo donde se explica la historia del lugar.
que buscaban vivienda, mientras otros depredaron los restos de nuestro Es por ello que artistas locales han aprendido a elaborar reproducciones de
pasado que guardaba la tierra en sus entrañas. Las piezas huaqueadas los ceramios moche que venden a los visitantes. Asimismo, los pobladores
eran vendidas por 100 soles para luego comercializarse en el mercado de San Jose de Moro prestan su mano de obra en labores como el cuidado
negro hasta por 20 mil dólares. Sólo se salvó la canchita de fútbol de de la zona y el acarreo de tierra, así como en la elaboración de alimentos
los huaqueros, donde se escondía un cementerio moche que albergaba, para los investigadores.
incluso, a las famosas sacerdotisas.

8 / / Lima, del 29 de agosto al 4 de septiembre del 2005

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