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El boom pedagógico: sobre ficciones y tareas no

tan glamurosas en la educación.

Hace pocos días que ha salido el último número de la revista


E-flux (num 14 del 2010) editado por Irit Rogoff bajo el
simbólico lema “Bolonia. Round, ready, right!”.

http://www.e-flux.com/journal/issue/14

Este nuevo número de E-flux recoge y pone en relación una


serie de proyectos que han tenido lugar a partir de 2006 hasta
la actualidad investigando alrededor del campo educativo como
espacio de producción de conocimiento, sobre distintos modelos
alternativos que cuestionan, proponen nuevos vocabularios,
analizan las condiciones actuales de la educación y las
negociaciones alrededor de la cultura institucional y auto-
organizada en lo educativo. La revista intenta hacerse eco de
las críticas y trabajos educativos que en estos días están
explotando en diversas partes del planeta como voces críticas
contra las políticas de reforma de la enseñaza superior cuyo
caso más conocido quizás sea el llamado proceso Bolonia. Los
diferentes textos trazan perspectivas y formas de abordar el
tema de la educación incidiendo claro está en las resistencias
a Bolonia. No obstante, nos parece bastante interesante
rescatar el texto de Nora Sternfeld, titulado “Tareas no
glamorosas: ¿Qué puede aprender la educación de sus
tradiciones políticas?”. Esta autora es miembro del colectivo
vienés de pedagogías radicales trafo.K, que se definen como
“una oficina para educación y la producción crítica del
conocimiento”. Su aportación al número de E-flux ofrece una
perspectiva muy interesante a partir de las prácticas de
educación y sus problemáticas. Nos gustaría al menos subrayar
dos puntos que nos gustaría discutir. En un primer momento, el
texto recoge la imposibilidad o el “quizás” constante de la
educación, al entender lo tedioso, dificultoso, imprevisto,
imprevisible e invisible como dimensiones que conllevan tareas
no tan “gloriosas” de lo educativo. Sin embargo estas
dimensiones, sí que nos revelan mucho de las pedagogías en
sus fricciones y relaciones entre agentes, esto es en sus
políticas. La autora evoca a Brecht, Derrida y las
concepciones del postestructuralismo (Spivak también está
presente). Su aportación complejiza el cambio a lo educativo
que muchos comisarios postulan en los últimos años, y que
entiende que dicho giro “instrumentaliza la educación como una
serie de protocolos, pasando por alto sus luchas internas y
complejidades con nociones de posibilidad y transformación”.
Así este giro educativo desdeña la problemáticas y líneas de
tensión propias del trabajo educativo, como son entre otros:
el estatus del educador y del educador/mediador de arte en la
institución, o el tipo de relatos y trabajos que se
constituyen como educativos, o las tradiciones de las
pedagogías críticas como prácticas políticas. Asuntos con los
que nos sentimos muy relacionados.

El texto de Nora nos sirve para repensar este giro hacia lo


educativo en la producción del arte en nuestros días: lo
educativo parece ser comprendido como la labor de mediación
que haría el comisariado, postura que dejaría de lado
problemáticas o contradicciones internas de la institución.
Este aspecto es algo que ya Ellsworth (1989) trabajaba en su
artículo “Why Doesn’t This Feel Empowering? Working through
the Repressive Myths of Critical Pedagogy” (“¿Por qué no les
hace sentirse empoderados? Trabajar con los mitos represivos
de la pedagogía crítica”). Esta pedagoga postestructuralista
nos avisaba de las contradicciones de las pedagogías críticas
cuando hablada de la imposibilidad de la educación como uno de
los límites de la misma pedagogía crítica como mito represivo:
la pedagogía crítica nos habla de empowerment, de alzar la
voz, de recuperar las voces silenciadas, pero nunca nos dice
cómo y menos aún hace hincapié en la constantes negociaciones
que estas acciones suponen. También autoras como Gore en 1996
en su libro sobre las “Controversias entre pedagogías” ya nos
hablaba de las pedagogías críticas como regimenes de verdad en
disputa que con sus fricciones y controversias, relatan las
políticas reales de la educación. En un segundo momento, y
casi donde más nos hemos interesado en este texto, la autora
nos habla de su trabajo de educación con el colectivo trafo.K
en la reciente exposición del Centro de Arte de Génova
titulada “Utopía y cotidianeidad. Entre arte y pedagogía” bajo
el concepto de lo “insonoro”. En este proyecto educativo
colaboraron con un grupo de alumnos de 13 años y con el
colectivo de comisarios y mediadores microsillons, quienes
diseñaron la exposición. En vez de elaborar un discurso de
traducción legitimadora de la misma exposición, el trabajo
consintió en un proceso de “traducción salvaje” (o a lo bruto)
de lo que los estudiantes habían discutido y se habían
planteado acerca de siete piezas de la exposición, y los
diversos modos de interpretarla o comunicarla. Con este
trabajo más que traducir a un público inexperto el contenido
comisarial, el trabajo explotaba desde dentro la
desconstrucción del mismo aparato comisarial. Así se
planteaban más preguntas, más complejidades respecto a aquello
que no se puede sentir o hablar en las exposiciones, lo que se
lee entre líneas de los discursos comisariales y emerge a modo
de preguntas: qué es la exposición, quién representa, a quién
habla, cuál es su resultado, etc. Con los ejemplos que
describe la autora, el texto se escapa de aquellas posiciones
glamourosas de las pedagogías estetizadas, que piensa que
trabajar con jóvenes o con fenómenos de auto-organización
siempre es algo brillante, heroico, y positivo para todo el
mundo implicado. Esta posición crítica con estos procesos
además admite las posibilidades del fallo, de la frustración,
de lo irrepresentable o indeciso, de lo aburrido y tedioso,
como elementos intrínsecos a los procesos pedagógicos que
normalmente pasan o bien desapercibidos, o bien directamente
no se tienen en cuenta. El texto termina con un alegato por un
cambio de visión y de validación de la educación en el sistema
de arte, que atañe tanto a los comisaros, como mediadores y
educadores, por igual. Recogiendo estas reflexiones nos
preguntamos hasta qué punto proyectos como TRANSDUCTORES
también han problematizado en estos aspectos y han sabido
recuperar lo “tedioso” e “insonoro” en todas sus dimensiones.
Puede que al evitar hablar de pedagogías “empoderadoras” o de
situarnos como comisarios expertos en el tema podamos
responder estas cuestiones. En este sentido este texto nos da
mucho que pensar sobre los retos y el futuro de este tipo de
prácticas pedagógicas.

Nora, Sternfeld (2010) Unglamorous Tasks: What Can Education


Learn from its Political Traditions?,” e-flux journal, no. (3)
( 2010)http://www.e-flux.com/journal/view/125

Traffo.K:http://www.trafo-k.at/Microsillos:
http://www.microsillons.org/

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