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Entrevista a Georges Bataille, por Pierre Dumayet

Lecture pour Tous, TV francesa, 1958, Paris


Traducción de Eduardo Pizarro, Santiago, Chile: 08.

La Literatura y el Mal

PD: Sr. Georges Bataille,


Quisiera que examinásemos primero el título de este libro antes de entrar en el libro
mismo; su título permite ya de hacer un número de preguntas:
¿Cuál es el “mal” del que habla?
GB: Existen, creo dos formas de mal que se oponen principalmente:
una que tiene que ver con la necesidad de que las cosas humanamente pasen bien y
logren llegar al resultado deseado,
y la otra que consiste en transgredir positivamente ciertas prohibiciones fundamentales
como, por ejemplo, la prohibición del asesinato o la prohibición de ciertas posibilidades
sexuales.
PD: si, existe el mal hacer y el mal actuar.
GB: Sí.
PD: ¿Quiere decir este título que el “mal” y la “literatura” son inseparables,
fundamentalmente?
GB: En mi sentimiento, sí. Evidentemente esto no aparece claramente en un primer
momento, pero me parece que si la literatura se distancia del mal, se transforma rápido
en aburrida. Esto puede sorprender.
Sin embargo, creo que se debe uno dar cuenta bastante rápido que la literatura debe
cuestionar la angustia y que la angustia está siembre basada en algo que va mal, en algo
que terminará gravemente mal, sin duda, y que es poniendo al lector en la perspectiva, o
por lo menos, frente a la posibilidad de una historia que terminará mal, para aquello en
que se interesa. Creo, para simplificar la situación de la novela, que es poniendo al
lector frente a esta perspectiva desagradable que crea una tensión, que la literatura evita
de aburrir al lector.
PD: Por consiguiente, un escritor, o por lo menos, un buen escritor, es siempre culpable
de escribir.
GB: Eh. La mayoría de los escritores no son conscientes de ello pero, creo que esta
culpabilidad es profunda. Escribir es, a pesar de todo, hacer lo contrario de trabajar.
Esto no parece muy lógico, quizás, pero de cualquier modo, todos los libros
entretenidos son esfuerzos que son sustraídos al trabajo.
PD: ¿Podría Ud. citarnos uno a dos autores que habrían justamente experimentado la
culpabilidad de escribir, que se hayan sentido culpables de ser escritores?
GB: Bien, me parece que hay dos de ellos que he citado, además, en mi libro, que se
distinguen muy particularmente en este sentido. Son Beaudelaire y Kafka. Ambos
tuvieron conciencia de ponerse del lado del mal y que, por lo tanto, eran culpables.
En Beaudelaire esto es sensible por el hecho de haber escrito bajo el título de “Las
Flores del Mal”, su pensamiento más querido y, en cuanto a Kafka, esto se expresó con
aún más nitidez. Él consideró que al escribir desobedecía a los suyos y que por
consiguiente se ponía en una situación de culpabilidad. Es cierto que su familia le hacía
sentir que estaba “mal” dedicar su vida a la escritura; que el “bien” era seguir el
ejemplo, que había sido siempre seguido en la familia, de tener una actividad comercial
y, que sustrayéndose a ese deber, se actuaba “mal”.
PD: Si, pero aquí, ser escritor es ser culpable, para Kafka o para Beaudelaire porque ser
escritor es ser algo no muy serio. En fin, ¿Era ese el sentido de los padres de Kafka y
Beaudelaire?
BD: Se puede pensar así.
PD: Pero esta culpabilidad es sentida por ellos como una niñería. Se sintieron culpables
de niñería porque escribían. ¿Cree Ud. realmente que Kafka o Beaudelaire se sintieron
culpables de niñería porque escribían?
GB: Creo que muy explícitamente, y de una manera a veces expresada, se sintieron en
la situación del niño frente a los padres, del niño que desobedece y que por consiguiente
se pone en una situación de sentirse culpable en conciencia, porque recuerda a sus
padres que ha amado y que le han dicho constantemente que no debía hacer aquello, que
estaba “mal” y esto en el sentido más fuerte de la palabra.
PD: Pero, si la literatura es una niñería, o si se es culpable de escribir porque la
literatura es una niñería, ¿Debe Ud. creer en realidad que la literatura es algo muy
pueril, en realidad?
GB: creo que hay algo esencialmente pueril en la literatura. Esto puede parecer un poco
irreconciliable con la admiración que uno puede tener, por otra parte, por la literatura,
admiración que creo compartir. Pero, creo que esto es algo muy profundo, que es
fundamental, que no se puede comprender completamente lo que significa la literatura
si no se la sitúa del lado del niño, lo que no quiere de decir que se la sitúa así en una
posición inferior
PD: Sí. Ud. ha escrito un libro sobre el erotismo. ¿Cree que el erotismo en literatura es
una niñería?
GB: No sé si la literatura se distingue del erotismo en general, con respecto a esto, pero
me parece que es muy importante de percibir el carácter infantil del erotismo en su
totalidad. Es erótico quién se deja fascinar, como un niño, por un juego y por un juego
prohibido. Y, el hombre a quién el erotismo fascina está totalmente en la situación del
niño frente a sus padres. Tiene miedo de lo que podría sucederle y va siempre bastante
lejos para tener miedo. No se contenta de aquello de lo cual los adultos verdaderamente
sanos se contentan; debe sentir miedo. Le es necesario volver a encontrarse en la
situación en que estuvo cuando niño, cuando estaba constantemente amenazado de ser
amonestado y aún de ser castigado severamente, de una manera insoportable,
intolerable.
PD: Podría yo haber dejado parecer o Ud. mismo ha podido dejar comprender también,
que esta niñería, que esta puerilidad, Ud. los condenaba, pero, en realidad, creo que
sería conveniente volver al título de su libro y una vez más y a la literatura y el mal. No
es una condena de la literatura y del mal. Quisiera que nos indicara la dirección general
de este libro.
GB: Es cierto que constituye una advertencia, es decir, que se debe advertir contra un
peligro, pero es posible que cuando se ha advertido de un peligro, se dé al advertido
razones de enfrentarlo. Y creo que es esencial para nosotros enfrentar el peligro que
representa la literatura. Creo que es un muy grande y muy grave peligro, pero que no se
es realmente hombre que enfrentando este peligro. Y creo que es en la literatura que nos
damos cuenta de las perspectivas humanas restituidas bajo su aspecto más entero,
porque la literatura no nos hace, no nos deja vivir sin percibir las cosas humanas desde
su perspectiva más violenta. Basta pensar en la tragedia, en Shakespeare. Existen una
multitud de aspectos del mismo orden. Es a pesar de todo la literatura la que nos
permite ver lo peor y saber enfrentarlo, saber superarlo y, finalmente, ese hombre que
juega, encuentra en el juego la fuerza de superar lo que el juego trae de horror.

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