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La relación comercial entre Europa y América Latina marca profundamente los últimos 500 años de
historia compartida en ambas regiones. Desde la época colonial hasta nuestros días el Viejo Continente
es ícono de intercambio, más allá de crisis e incursiones de nuevos actores, como Estados Unidos o
más recientemente China.
La actualidad encuentra un nuevo convenio, esta vez en el marco de dos bloques. La Unión Europea y
el Mercosur iniciaron las negociaciones en el año 1995, y la iniciativa del acuerdo se estableció en el
año 2000. Desde entonces hasta la fecha Latinoamérica sufrió su peor crisis y se recuperó con un
crecimiento económico histórico, mientras que Europa transita por estas horas la salida de una
coyuntura ajustada que, muchos estiman, aún tiene coletazos que dar.
El objetivo de este informe es abarcar aquellas áreas del acuerdo en las que ambos bloques no llegaron
a un arreglo, y analizar los posibles resultados y alternativas.
Para realizar este informe contamos con la colaboración de la Dirección de Negociaciones Regionales y
Controversias del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca.
La relación entre el Mercosur y la Unión Europea
El Mercosur es uno de los mayores productores agropecuarios del mundo y un exportador neto de
commodities. La Unión Europea, en tanto, es el primer mercado para las exportaciones agrícolas
del bloque sudamericano, con una participación de casi el 25%.
Casi el 50% de las exportaciones en valor del Mercorsur a la UE son oleaginosas y tortas de
oleaginosas y un 16% de productos cárnicos. Para la UE suponen más de un 77% de las
importaciones de estos productos.
En 2009, el 82% de la carne vacuna y el 64% de la carne aviar importadas por la UE provenían de
Mercosur. Aunque los productores europeos de carne se beneficiarían por los precios inferiores del
trigo para alimentación animal (por las mayores importaciones), esto no compensaría la ventaja
competitiva de los ganaderos en la región del Sur (en particular por las a las menores exigencias
en materia de sanidad y bienestar animal, trazabilidad, medio ambiente y condiciones de trabajo).
Otro sector álgido es el de las frutas frescas, especialmente cítricos, manzanas y peras. La oferta
europea en el marco del acuerdo plantea proteger estos productos.
Respecto de los granos, la situación es variada. La UE produce trigo en grandes cantidades, con lo
que podría acaparar el mercado de Brasil y quitarle el market share a la Argentina. Algo similar
sucedería con la cebada. La soja, por su parte, ya se exporta libremente, con lo que mantendría su
actual estatus.
La estructura de costos es, en general, muy favorable a Mercosur en la producción primaria. Por
eso, se podría prever un aumento de la producción de cereales, otros cultivos, productos animales
y otros alimentos en todos los países del Mercosur.
En cuanto a los procesados agroalimentarios, la situación está más dividida. En algunos casos, la
producción europea tiene prestigio, calidad y una estructura de costos muy favorable. Tal es el
ejemplo del aceite de oliva, del que España es principal productor. Semejante potencia productiva
puede perjudicar a la Argentina, en donde el sector está en desarrollo y posiblemente no alcance a
cubrir las necesidades del mercado regional.
Otra situación similar se da en los enlatados, como el tomate o los duraznos. Los productores del
viejo mundo recibieron onerosos subsidios durante muchos años y tienen una estructura de costos
favorable y una operación amortizada. A esto se suma el prestigio que tienen esos productos,
contra el cual es difícil competir. Es por eso que estos sectores pretenden que se los exceptúe del
acuerdo.
Un producto que presenta varias alternativas es el vino. En precio y calidad, la Argentina es líder.
Esto beneficiaría la apertura. Sin embargo, Uruguay y Brasil tienen dos realidades diferentes. El
primero está reconvirtiendo su producción, que es Premium en un 20% y está creciendo. Esto no
le permitiría competir. Brasil, por su parte, produce una gran cantidad de vino de calidad baja y
prácticamente no tiene vinos finos. Sin embargo, la producción vitivinícola está muy arraigada a la
agricultura familiar y el gobierno brasileño teme que una apertura perjudique seriamente a las
pequeñas unidades productivas. Por eso quieren que sea un sector protegido.
Una tercera cuestión respecto del vino, pero que se extiende a otros productos, es el de las
Denominaciones de Origen Controlado (DOC). Para la UE que éstas se respeten es fundamental,
por lo que este punto será otro elemento de negociación.
En cuanto a panificados y pastas, la producción del Mercosur apunta a un público menos exquisito
y de mejores precios, mientras que la de UE es más cara pero de mejor calidad.
Por todo esto, se podría prever un aumento de la producción de cereales, otros cultivos, productos
animales y alimentos procesados en todos los países del Mercosur. Mientras tanto, en los sectores
de fabricación de metales, vehículos de motor, equipos de transporte y maquinaria se esperarían
contracciones en respuesta a un aumento de las exportaciones de la UE.
Al mismo tiempo, se espera que la competencia entre agricultores por las nuevas tierras de cultivo
aumente los precios del suelo y también los conflictos por la propiedad de la tierra. Los pequeños
agricultores serían los perdedores de este proceso.
Por otra parte, la reducción de las barreras al comercio permitirá a algunas empresas europeas
ampliar sus mercados. Si esto se suma a una mayor protección de las indicaciones geográficas, los
productores europeos de productos de alto valor agregado podrían esperar ganar más cuota de
mercado en el Mercosur.
Las negociaciones
El Mercosur y la Unión Europea negocian un acuerdo de libre comercio desde el 2000. Pero años
antes, con el Acuerdo Marco de Cooperación firmado en 1995, se comenzó a hacer hincapié en la
importancia de reforzar las relaciones políticas, económicas y comerciales entre las dos regiones.
Entonces, ambas partes afirmaron la voluntad política para establecer una asociación interregional
de carácter político y económico basada en una cooperación política reforzada, en una
liberalización progresiva y recíproca de todo el comercio, teniendo en cuenta la sensibilidad de
ciertos productos y conforme a las reglas de la Organización Mundial del Comercio, entre otros
puntos.
Consideraciones finales
El principal interés del Mercosur se centra en las oportunidades de acceso al mercado europeo,
especialmente a través de productos agropecuarios, que en la actualidad están protegidos por la
Política Agrícola Común de la UE. En este aspecto radican las principales concesiones que el bloque
europeo deberá realizar.
Las consecuencias (tanto positivas como negativas) a nivel económico, social y de medioambiente
serían más fuertes para Argentina, Brasil, Uruguay Paraguay. Es por esto que los plazos y el modo
en que se fije la apertura comercial, sobre todo de sectores sensibles, determinarán los beneficios
del acuerdo.
De todos modos, los tiempos del acuerdo están atados a las definiciones políticas del bloque
europeo en materia agropecuaria, a la marcha de la economía mundial, y a las presiones de los
sectores productivos de cada región.
Fuentes
Reuters
Bloomberg
Ansa