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ATAQUE POR “SORPRESA”

(Enero 9 de 2011)

INTRODUCCIÓN
Pablo le escribió a Timoteo recomendándole: “que prediques la palabra; que
instes a tiempo y fuera de tiempo…” (2 Tim. 4:2). En el inicio de un año nuevo, estando
la iglesia en calma, y antes de que se presenten situaciones que nos pudieran enfrentar a
unos contra otros; conviene como prevención, que les predique para ponerlos sobre
aviso de los ataques de Satanás, pues no ignoramos las maquinaciones del enemigo,
como dice Pablo en su segunda epístola a los corintios 2:11, para que cuando vengan
estos ataques, estemos preparados para defendernos.
¿Qué hubiera pasado si el ejército de EUA hubiera sabido unas 24 horas antes
del ataque de los japoneses a Pearl Harbor? R = La historia hubiera sido muy diferente.
Lógicamente las fuerzas armadas habrían estado preparadas y los aviones japoneses no
se hubieran siquiera podido acercar a la isla.
Como cristianos que sabemos estamos en guerra espiritual contra Satanás y sus
fuerzas demoníacas, deberíamos aplicar la misma lógica. Si ya sabemos que nos va a
atacar, y sabemos la forma en que nos va a atacar, ¿no deberíamos estar preparados par
resistir sus ataques? Por supuesto que sí. Este es el propósito de estos mensajes,
encaminados a descubrir una de las formas de ataque favoritas de Satanás, la cual es:
Provocar la división en las iglesias. Jesús enseñó sobre este peligro:
Mt. 12:25 “Sabiendo Jesús los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino
dividido contra sí mismo, es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no
permanecerá”
Hermanos, espero que con estos mensajes nos quede bien claro que, aunque
parezcan muy santas, las divisiones no son la voluntad de Dios, sino la voluntad de
Satanás, también llamado el diablo. Estos dos nombres son muy significativos de cómo
es su manera de actuar:
Satanás significa adversario, opositor
Diablo significa calumniador (que habla mal de otro)
Cuando surge una división, él o los que se levantan para oponerse en contra del
orden establecido en la iglesia, aunque crean que lo están haciendo en nombre de Dios o
con la aprobación de Dios, en realidad, lo hacen manipulados por el maestro de la
oposición Satanás, y por eso, les es imposible una reconciliación con sus hermanos.
Ellos frecuentemente, también usarán la calumnia o el afirmar cosas que no les consta,
para ganar más adeptos a su causa. Esta es precisamente la obra del diablo, el
calumniador. Por eso, la Biblia dice con toda claridad:
Pr. 6:16-19 “Seis cosas aborrece Jehová, y aun siete abomina su alma…”
¿Quieren saber cuáles son esas siete cosas que Dios abomina?
1) Los ojos altivos
2) La lengua mentirosa
3) Las manos derramadoras de sangre inocente
4) El corazón que maquina pensamientos inicuos
5) Los pies presurosos para correr al mal
6) El testigo falso que habla mentiras, y...
7) El que siembra discordia entre hermanos.

Entrando en el tema, veremos hoy conceptos generales para más adelante, en los
siguientes mensajes, ver el asunto con más detalles.
I.- RECOMENDACIÓN DE LOS APÓSTOLES
Les quiero hacer una pregunta: ¿Habría problemas en las iglesias en tiempo de
los apóstoles? ¿Habría malos líderes o malos miembros en las iglesias de aquellos
tiempos como los hay en nuestro tiempo? R = Por supuesto que sí. Bueno, pues es
importante notar que, en ninguna de las cartas apostólicas que tenemos en el Nuevo
Testamento, se da la indicación de que, a causa de esos problemas, una iglesia se divida.
No, no existe un mandamiento de Pablo, Pedro, Juan o Santiago que diga: “en vista de
las constantes contiendas que hay entre ustedes, lo más recomendable es que se separen
en dos o tres grupos y cada uno haga su propia iglesia”. NO existe esta recomendación,
y eso que sí hubo situaciones que, justificarían, según nuestro concepto carnal humano,
que las divisiones se dieran.
Por ejemplo, en la iglesia de Corinto se estaba gestando una división en cuatro
grupos opositores:
1Cor. 1:11,12 “Porque he sido informado acerca de vosotros, hermanos míos,
por los de Cloé, que hay entre vosotros contiendas. Quiero decir, que cada uno de
vosotros dice: Yo soy de Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas; y yo de Cristo”
¿Recomendó acaso Pablo que se separaran? No, les amonestó para que se
unieran:
1Cor. 1:10 “Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor, que
habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis
perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer”
1Cor. 1:13 “¿Acaso está dividido Cristo? ¿Fue crucificado Pablo por vosotros?
¿O fuisteis bautizados en el nombre de Pablo?

Otro caso muy interesante es el de un mal líder de una iglesia a la que asistía
Gayo, un discípulo del apóstol Juan:
3Jn. 9 “Yo he escrito a la iglesia; pero Diótrefes, al cual le gusta tener el primer
lugar entre ellos, no nos recibe”
En vista de esta situación, ¿le recomendó Juan a Gayo que se saliera de la iglesia
y formara otra? R = No. Le dijo que él se iba a encargar de arreglar a su tiempo las
cosas con este mal líder Diótrefes:
3Jn. 10 “Por esta causa, si yo fuere, recordaré las obras que hace parloteando
con palabras malignas contra nosotros; y no contento con estas cosas, no recibe a los
hermanos, y a los que quieren recibirlos se lo prohíbe, y los expulsa de la iglesia”
De modo que, aunque hubo motivos, hay una absoluta ausencia en las cartas
apostólicas, de un mandamiento o recomendación para que una congregación se divida
como manera de resolver una contienda.

II.- QUIEN AMA LA OBRA DE DIOS, SE SACRIFICA


Otro principio bíblico que quiero enseñar es este: Quien verdaderamente ama la
obra de Dios, sacrifica sus derechos a favor de mantener unida la iglesia.
Dicho de otra manera: En un conflicto de división, ¿cómo saber quién está del
lado correcto?
Hubo un hombre extraordinariamente sabio que se vio en una situación así de
complicada. La historia la encontramos en:
1R. 3:16-23 “En aquel tiempo vinieron al rey dos mujeres rameras, y se
presentaron delante de él. Y dijo una de ellas: ¡Ah, señor mío! Yo y esta mujer
morábamos en una misma casa, y yo di a luz estando con ella en casa. Aconteció al
tercer día después de dar yo a luz, que ésta dio a luz también, y morábamos nosotras
juntas; ninguno de fuera estaba en casa, sino nosotras dos en la casa. Y una noche el
hijo de esta mujer murió, porque ella se acostó sobre él. Y se levantó a media noche y
tomó a mi hijo de junto a mí, estando yo tu sierva durmiendo, y lo puso a su lado, y
puso a lado mío su hijo muerto. Y cuando yo me levanté de madrugada para dar el
pecho a mi hijo, he aquí que estaba muerto; pero lo observé por la mañana, y vi que no
era mi hijo, el que yo había dado a luz. Entonces la otra mujer dijo: No; mi hijo es el
que vive, y tu hijo es el muerto. Y la otra volvió a decir: No; tu hijo es el muerto, y mi
hijo es el que vive. Así hablaban delante del rey. El rey entonces dijo: Esta dice: Mi
hijo es el que vive, y tu hijo es el muerto; y la otra dice: No; mas el tuyo es el muerto, y
mi hijo es el que vive”
¿Alguna vez han estado ante dos personas así? Que una dice una cosa y la otra
dice exactamente lo contrario, ¿y las dos aseguran que están diciendo la verdad?
Era un caso muy difícil, porque hay personas que son expertas en mentir. ¿Cómo
saber a quién le debía quedar el hijo? ¿Cómo saber quién era la verdadera madre?
Salomón decidió que la verdadera madre sería la que mostrara más amor a su hijo que a
sí misma; más amor a su hijo que el ganar una contienda y salirse con la suya. Así que
hizo lo siguiente:
1R. 3:24-27 “Y dijo el rey: Traedme una espada. Y trajeron al rey una espada.
En seguida el rey dijo: Partid por medio al niño vivo, y dad la mitad a la una, y la otra
mitad a la otra. Entonces la mujer de quien era el hijo vivo, habló al rey (porque sus
entrañas se le conmovieron por su hijo), y dijo: ¡Ah, señor mío! Dad a ésta el niño vivo,
y no lo matéis. Mas la otra dijo: Ni a mí ni a ti; partidlo. Entonces el rey respondió y
dijo: Dad a aquélla el hijo vivo, y no lo matéis; ella es su madre”

¿Qué aprendemos de esta historia aplicada a un conflicto en la iglesia? La


verdadera madre estaba dispuesta a sacrificar su derecho como madre de poseer a su
hijo, con tal de salvar la integridad de su hijo. A la falsa madre no le importaba tanto el
hijo, sino salirse con la suya, y si no podía, pues que tampoco la otra lo consiguiera.
Igualmente, aquel que verdaderamente ama la iglesia del Señor, aunque tenga la
razón y tenga todo el derecho y autoridad, estará dispuesto a sacrificar su yo, con tal de
mantener la integridad de la iglesia.

CONCLUSIÓN

Nos debe quedar bien claro que propiciar la división en la iglesia es pecado. Un
pecado que:
Dios abomina (Pr. 6:19)
Va en contra del deseo del Señor Jesucristo (Jn. 17:22)
Resta credibilidad al mensaje del evangelio (Jn. 17:21)
No quedará impune porque golpea a la futura esposa del Cordero (Ap. 19:7)

Ti. 3:10,11 “Al hombre que cause divisiones, después de una y otra
amonestación deséchalo, sabiendo que el tal se ha pervertido, y peca y está condenado
por su propio juicio”

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