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“LA CRISIS PLANETARIA Y LAS ALTERNATIVAS:


REGRESANDO A NUESTRA MADRE TIERRA”

Aldo Segura y Enrique Vargas Madrazo

“He llegado a creer que el mundo entero es un enigma, un enigma inofensivo que se hace
terrible por nuestro enloquecido intento de interpretarlo como si contuviese una verdad
subyacente”

Umberto Eco

¿Qué podría suceder si forjáramos intencionalmente nuestras soluciones sociales bajo el


fuego de un caos creativo?
John Briggs y F. David Peat
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A LA TIERRA

HIMNO ÓRFICO

¡Oh, madre Tierra, origen de dioses y hombres!


Dotada de fértil, inagotable poderío, amparas
todo cuanto vive, concretadora, cuyos poderes
reproductores dan con abundancia hermosos
frutos y flores, y numerosas doncellas, fuerte
cimiento de tu mundo inmortal, eterno, bendito,
coronado por todas las gracias, y de cuya vasta
matriz brotan, a semejanza de una raíz perenne,
multiformes, sazonados, los graciosos retoños.
De tu profundo seno surgidos, regálanos con
verdes prados el grato olor, y con fecundantes
lluvias.
¡Oh, multifloreciente Daimon, centro del mundo!
En torno a tu órbita, las hermosas estrellas salen
impelidas con divino, sempiterno, veloz movimiento
y cuyos cuerpos brillantes, con arte y sabiduría
distanciados.
Aproxímate, Diosa venerada, y escucha mi plegaria.
Que tu constante protección incremente los frutos,
que sigamos de cerca el fecundo cortejo de tus
estaciones y escucha, con disposición benevolente,
a los que te invocan.
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1. La creación, la vida y nuestra crisis

¿Cómo surgió la vida sobre la Tierra?


¿Es la vida un mero accidente producto del azar, o por el contrario, constituye un
fenómeno frecuente en el Cosmos fruto de la necesidad?
¿Es entonces la creación la ruptura de un gran huevo cósmico, surgido después de la
explosión de masas vagabundas?
¿O es la iniciática labor de los microorganismos?
¿Es esta vida la voz del núcleo atizando los volcanes, o bien la necesidad inmediata del mar
por convertirse en agua dulce?
¿Cuál es esa pauta que conecta a toda esta surgencia vital?

Si un astrónomo extraterrestre con un modesto telescopio observara desde una


estrella, desde alguna esquina de la galaxia, la Tierra sería una mancha, un débil punto azul
detrás de nuestro llameante Sol.
¿Podría haber allí alguna especie de insinuación de vida?
Mientras que nuestros vecinos Venus y Marte reflejan bastante luz, nuestro planeta
lo hace de manera tenue. La Tierra brilla y se oscurece paulatinamente, debido a que los
océanos, desiertos, bosques y nubes reflejan la luz de maneras diferentes. Las variaciones,
son tan fuertes y distintivas, que permiten observar desde el espacio las diferentes
tonalidades (azul, marrón, etcétera) de nuestro planeta. La misma composición del aire de la
Tierra proclama la innegable existencia de vida. La atmósfera terrestre contiene una gran
cantidad de oxigeno libre, que es un elemento químico muy activo. El hecho de que se
encuentre libre en esas cantidades en la atmósfera, significa que tiene que haber algo que lo
esté reponiendo constantemente. Si esto no fuera así, hace mucho tiempo que el oxígeno
atmosférico habría reaccionado con otros elementos, como puede ser el hierro de la
superficie terrestre, y habría desaparecido. Por lo tanto, el astrónomo extraterrestre, habría
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comprendido de inmediato que ese “algo” que repone el oxígeno, que mantiene el contraste
de colores, sólo podía ser una cosa: Gaia1. Nombre utilizado por James Lovelock (1979)
para nombrar su hipótesis, según la cual; toda la vida en la tierra puede ser considerada
como un único organismo a escala planetaria en el que todas sus partes interaccionan y
tienen la capacidad de mantener su entorno de manera que sea posible la continuidad de su
propia existencia.
Estimulado por su hipótesis y por su experiencia obtenida, al participar como
miembro del equipo de la NASA encargado de investigar la existencia de vida en Marte;
Lovelock (1988) empezó a buscar evidencias que le dieran sustento a su hipótesis. Como
resultado de su investigación, encontró en una gran variedad de ecosistemas procesos que
ejemplificaban y respaldaban su teoría. Entre los ejemplos más representativos están: el sutil
equilibrio gaseoso que se establece en la atmósfera terrestre, en donde gases tan inestables y
reactivos (en forma aislada) como son el metano, nitrógeno, hidrogeno y oxigeno conviven
de manera estable, a pesar de estar interactuando permanentemente. Del mismo modo,
observó (a pesar del calentamiento del planeta), que la temperatura global de Gaia se ha
mantenido dentro un margen relativamente constante durante mil millones de años o más.
Otro ejemplo que le resultó ser más interesante, fue el equilibrio salino que se presenta en el
mar. Considerando, bajo la perspectiva científico-reduccionista, el aporte salino que reciben
las mareas y océanos (aporte proveniente de las erupciones submarinas, la evaporación, el
arrastre de la lluvia y los ríos), estos deberían de ser cada vez más salados de lo que son,
convirtiéndose en mare puertos. Por el contrario, la concentración salina en estos ha
permanecido constante durante más de 80 millones de años, evitándose así cualquier
comportamiento extremoso, lo que resultaría desastroso para las plantas y animales marinos
que viven en ellos. Por lo tanto, algo debe actuar para eliminar el exceso de sal en el mar. El
proceso mediante el cual los océanos se liberan del exceso de sal y mantienen su
concentración salina, está relacionado con la formación de minas de sal. Estas se producen
cuando el sol evapora el agua contenida en brazos poco profundos y aislados del mar, dando
como resultado la formación de lechos salinos que son recubiertos por polvo y arcilla. Esta
mezcla favorece la generación de una especie de roca impenetrable de sal en estado fósil, la
cual permanece encapsulada y por lo tanto no se redisuelve. Posteriormente, cuando los

1
Evocando a la diosa griega Gaia, madre de la tierra para los antiguos Griegos
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seres vivos la extraen para satisfacer sus necesidades, el mar vuelve para recuperar el
terreno que le pertenece (Lovelock, 1988).
Como podemos percatarnos, Gaia a través de estos procesos no sólo se adapta a los
cambios, sino que incluso hace los propios alterando su medio ambiente siempre que sea
necesario para conservar su integridad. Teniendo en cuenta esto; es factible considerar a
Gaia como un sistema autopoiético2. Es decir, un sistema que genera dinámicas enfocadas a
crearse y conservarse a sí mismo momento a momento (Maturana y Varela, 1973). De la
misma manera, no resultaría difícil considerar una nación o una tribu como un organismo o
sistema formado por sus personas y el territorio que ocupan. ¿Pero qué podemos decir
acerca de las grandes entidades como los ecosistemas y Gaia? Fue necesario para la
sociedad moderna ver la Tierra desde el espacio, directamente a través de los ojos de los
astronautas o indirectamente mediante los medios de comunicación, para experimentar la
sensación de un planeta realmente vivo en el que los seres vivos, el aire, el océano y las
rocas se combinan en una sola entidad como GAIA.
Consecuentemente, consideramos que un paso importante en nuestro conocimiento
consiste en darse cuenta de la importancia de la unicidad presente en los seres vivos.
Estamos compuestos de una serie de órganos y tejidos. Los mismos órganos están
constituidos por miles de millones de células vivas, cada una de las cuales también puede
vivir de forma independiente, estando a su vez formadas por miles de millones de
moléculas.
¿Pero en dónde y en qué radica la diferencia en los distintos niveles de organización
de los seres vivos?
Veamos. A nivel de núcleos atómicos, todos los constituyentes de este planeta
seriamos rigurosamente idénticos. En el siguiente escalón, a nivel atómico, podríamos ya
percibir algunas diferencias, pero estas son todavía reducidas. Pasemos al siguiente nivel, el
de las moléculas, ahora las diferencias son mucho más marcadas. Pero en el siguiente nivel
de organización, el de las macromoléculas, existe un abismo tanto estructural como
funcional y que es el que marca la diferencia entre lo inerte y lo viviente.
Este ejemplo nos permite entender cuál es esa pauta que conecta materia, energía e
información, esa fuerza organizadora que sutilmente nos interconecta con el universo y que

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Del griego αυτο-, auto, “sí mismo”, y ποιησις, poiesis, “creación” o “producción”.
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hace la diferencia entre lo inerte y lo viviente. Nos referimos a la complejidad; necesitamos


solamente de ver cuidadosamente a una criatura con vida para tener una idea de su
complejidad tan enorme. Si usted tiene un animal doméstico, considere las complejidades
que deben estar involucradas para permitirle a ese “paquete de materia” moverse, jugar,
recordar, mostrar afección, comer y reproducirse. Si eso no es suficiente para pasmar su
mente, imagínese si alguien le da la tarea de construir un animal doméstico con carbón,
calcio, hidrogeno, oxígeno, etcétera, es decir, los “elementos básicos” que constituyen al
animal. Si usted alguna vez ha tenido un animal doméstico en sus manos, completamente
flojo y sin vida, usted puede tener cierta comprensión de la impotencia que aun el más
inteligente y sofisticado científico enfrenta con el problema abrumador de tratar de crear
vida. Aún con todo el conocimiento acumulado por el ser humano moderno, los
instrumentos avanzados y la experiencia, estamos abrumados por la complejidad de la vida
y la organización. Todos los seres vivos son extremadamente complejos. Incluso el
organismo más simple puede sostener vida independiente, obviamente dentro de un
contexto vital. Así podemos percibir como una bacteria es una obra maestra de complejidad,
tan pequeña que hace parecer a una nave espacial como algo de “baja tecnología”.
Tanto en la física y la biología se ha intentado rastrear nuestro origen cada vez más
lejos en el tiempo y el espacio. Nuestra historia ancestral pre-humana se unifica en el
principio con todo lo que existe registrado por nuestra ciencia, y así, nos hemos re-conocido
como extensiones del primer momento de creación del universo. Nos sorprendemos al
vernos formados por los mismos elementos de toda la creación, viajando en la extraña
dirección en la que todo se separa y dispersa a partir de una explosión inimaginable: el “Big
Bang”. Sabemos muy bien que somos animales de la clase de los mamíferos, del orden de
los primates, de la familia de los homínidos, del género Homo, de la especie sapiens. Que
nuestro cuerpo está constituido por treinta mil millones de células, el cual se formó en el
transcurso de una evolución natural a lo largo de 2 a 3 millones de años; que el cerebro con
el cual pensamos, la boca con la cual hablamos, la mano con la cual escribimos, son órganos
biológicos.
Ahora bien, en muchos sentidos prácticos y sobre todo en relación a la complejidad
de los procesos planetarios y ecológicos, este saber es tan inoperante como el que nos
informa que nuestro organismo está constituido por combinaciones de carbono, de
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hidrógeno, de oxigeno y de nitrógeno. Desde Darwin admitimos que somos hijos de


primates, pero no que nosotros mismos seamos primates. Estamos convencidos de que, una
vez descendidos de los árboles donde vivían nuestros antepasados, nos hemos alejado para
siempre de ellos, y de que hemos construido, al margen de la naturaleza, el reino
independiente de la cultura. Pareciera que nuestro destino es distinto en relación al de los
demás animales, primates incluidos, a quienes hemos domesticado, reducido, rechazado,
puesto entre rejas o en reserva. Nosotros hemos edificado ciudades de piedra y acero,
inventado máquinas, creado poemas y sinfonías, navegado por el espacio. A la luz de todo
esto ¿cómo no creer que, aunque salidos de la naturaleza, no seamos, a pesar de ello,
extranaturales y sobrenaturales? Superiores… Desde Descartes pensamos contra natura,
seguros de que nuestra misión consiste en dominarla, someterla y conquistarla (Capra,
2000).
De un evento improbable, surgió una cascada de elementos en interacción que
constituyen nuestro más remoto rastro. Somos descendientes de las partículas y energías, de
los átomos y moléculas, de las células y los parpadeos vitales más antiguos. Según Edgar
Morin (1981), estamos aquí en trance de desarrollo desde la aparición del primer ser
unicelular capaz de auto-conocerse y distinguirse del entorno. Allí donde empezaron estos
intercambios de una unidad auto-referida (la primera unidad vital) con su medio, apareció
por primera vez el anuncio de la autonomía de los seres vivientes, de la identidad subjetiva y
de la auto-organización reproductiva. Nuestras características “superiores” no nacieron con
nosotros, sino con nuestros tatarabuelos menos humanos. A partir de los animales más
simples, una cadena de organización se desplegó desde entonces, diciéndole si o no a los
elementos circundantes. Una especie de saber inmunológico y auto-protector defiende,
delimita y presenta a cada ser vivo ante y con el mundo, confirmándolo en su ser singular y
fundando las condiciones de la autonomía que devendrá finalmente en la forma más acabada
de un sujeto. Cerrando y abriendo la unidad vital básica o ampliada, incorporando y
expulsando partes del medio, reaccionando a las provocaciones y ajustándose a los cambios
de la circunstancia, modificándose para ponerse en proporción de dar respuesta a las
cambios exteriores, reponiendo sus partes gastadas y rehaciendo sus volúmenes y funciones.
Así la vida se ha defendido y crecido, se ha multiplicado y diversificado. La evolución
plural y múltiple dejó un espacio para nuestra aparición y sobrevivencia, acompañándonos
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de un medio propicio a nuestro necesitar. Somos hijos de la tierra y ella es nuestro permiso y
condición para vivir. Estamos hechos del todo universal y ese todo nos tiene, a nuestro
entender de seres humanos, como sus únicos testigos. Podemos entonces habitar al mundo y
al universo tal como lo concebimos, de tal forma que cada vez que descubrimos algo o
damos cuenta de un rincón de sus extensiones, configuramos nuestra unidad y seguimos co-
construyendo a nuestro Mundo. Si reflexionamos y abrimos nuestro entendimiento podemos
entonces percibir nuestra alianza original, nuestra dimensión antropo-bio-fisica, nuestra
filiación mutua (Morin, 1994).
Las ciencias particulares, con su compartimentación, nos han impedido ver la
comunidad unitaria de lo diverso: el árbol genealógico que nos funda y antecede, nos rodea
y sostiene (Morin, 1994). De tal manera que el ser humano se desprendió inexorablemente
de los simios superiores, fue descubriendo y dominando paulatinamente las fuerzas
elementales de la naturaleza, dando como resultado una especie que no sólo era capaz de
reproducir y “mejorar” su medio ambiente, sino también capaz ejercer un dominio
biosférico como ninguna otra especie sobre el planeta, capaz de degradarlo y de
autodestruirse. Bajo estas creencias comenzamos a percibir que nuestra necesidad de luchar
por la supervivencia había terminado.
Como sabemos, lo demás es historia. En adelante los seres humanos nos hemos
convertido en los principales predadores desconectados del planeta y generadores de los
procesos de degradación de nuestra civilización. En tal sentido, la civilización occidental
que nos prometía el bienestar, seguridad, etcétera, es la causante de una serie de malestares
yen términos generales de lo que podemos percibir como la crisis Planetaria. Estos asuntos
hasta ahora han sido considerados como subsidiarios o efectos menores del desarrollo de
Occidente. Pero durante los pasados treinta años han comenzado a ser vistos desde una
óptica local-planetaria como los grandes problemas de nuestro tiempo.
La creciente degradación planetaria, cuyos signos aparecen con mayor fuerza día
con día, a dado lugar al surgimiento de diversas vertientes y propuesta alternativas, alter-
mundistas, las cuales comienzan a dar respuesta a esta cuestión. La postura apocalíptica-
catastrófica culpa del problema al capitalismo, la postura antagónica argumenta que no está
claro que en antaño no existieran estos problemas y ahora surgen porque se ha puesto interés
en ello; quizás lo mas interesante actualmente es que la discusión sobre la crisis planetaria le
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interesa y preocupa ya a una proporción considerable de los seres humanos, desde la persona
de la calle, hasta los especialistas y aún a algunos grandes empresarios.
Una forma de comprobar o percibir dicha crisis tal vez sea, simplemente observando
en nuestro entorno los cambios profundos en el medio que nos rodea; pudiéndonos percatar
entre otras cosas, del gran desequilibrio ecológico, del evidente cambio del clima. Nos
estamos transformando de sociedades industrializadas que surgieron de la primera
revolución industrial, hacia una sociedad interconectada en que la información es la base del
sistema social, cultural y económico. Todo este proceso nos está llevando a pasos acelerados
hacia la globalización de la crisis.
El camino en esta etapa evolutiva no es suave y está lleno de sorpresas. Millones de
personas no tienen trabajo; cientos de millones son explotados violentamente y recibiendo
por bajos salarios; millones son empujados al desamparo y la pobreza. La brecha entre
naciones ricas y pobres, y entre personas pudientes y miserables dentro de las naciones es
grande y creciente. El debate convencional lamenta el destino de los pobres y la incapacidad
de asignar recursos suficientes para atacar los síntomas de la privación, mientras que persiste
la abundancia de estas mismas sociedades. En contraste, nos enfocamos en la acumulación
de riqueza sin precedentes, de una riqueza que ha polarizado a la sociedad y propagado la
pobreza. La reorganización del control y de la utilización del espacio y los recursos,
engendrada por la intensificación de la producción rural, está violando los principios básicos
de la naturaleza y amenazando la viabilidad de las comunidades rurales. Los pobres no
saquean la tierra debido a su insensible desperdicio de recursos, sino por la falta de
oportunidades para conservar sus sabidurías y formas de vida sostenibles. La disparidad en
los sistemas sociales y productivos prevalecientes en toda Latinoamérica está conduciendo
al desastre. Con el creciente desempleo y la discriminación contra los productores rurales de
pequeña escala, la degradación ambiental está procediendo aceleradamente. Visto desde esta
perspectiva, el sistema mundial está incrementando la polarización entre pobreza y riqueza
entre naciones, regiones, comunidades e individuos (George, 2002).
Ahora, un grupo pequeño de naciones domina la estructura global de poder, guía la
producción y determina quién puede “progresar”. Siendo que a su vez dicho “progreso” es
tan sólo una salida hacia otra crisis aún peor que es la del agotamiento de la riqueza de Gaia,
de las propias condiciones materiales y energéticas de la auto-autoorganización de nuestra
1

Madre-Tierra. Las economías y los países “compiten” entre ellas para seducir a los poderes
corporativos y financieros para que inviertan dentro de sus fronteras. De manera similar,
muchas comunidades se pelean entre sí, sacrificando el bienestar de su población y la
calidad de su propia infraestructura, ofreciendo diversos subsidios para atraer las inversiones
privadas a sus regiones. Como cada vez se hace más evidente, esta dinámica no conduce a la
promoción una sociedad sostenible.
Las regiones incapaces de atraer la inversión sufren el innoble destino de los
perdedores en la permanente olimpíada económica, condenándose al olvido en el escenario
mundial. En su lucha por sobrevivir dentro del mercado global, muchas de las poblaciones
rurales del mundo están condenadas a la marginalidad y a la pobreza permanente. En
palabras de Ivan Illich (1974), “existe una contradicción inherente al hecho de querer
alcanzar, al mismo tiempo, un estado social basado en la noción de EQUIDAD y un nivel
cada vez más elevado de crecimiento industrial”. “¿Dime a qué velocidad te mueves y te
diré quién eres? “Si no puedes contar más que con tus propios pies para desplazarte, eres un
marginado, porqué desde años atrás, el vehículo se ha convertido en signo de selección
social y en condición para la participación en la vida nacional. Por demás que la propia
existencia del vehículo motorizado margina y exilia de las “vías de comunicación” a
cualquier otro medio de transporte, sea este animal, de transeúnte o de transportes
tradicional, tal como carretas o bicicletas. “Donde quiera que la industria del transporte ha
hecho franquear a sus pasajeros una barrera crítica de velocidad, inevitablemente establece
nuevos privilegios para la minoría y agobia a la mayoría...” (Illich 1974).
La pérdida irreversible de una parte creciente de la diversidad biológica de la tierra,
la alteración del clima debido al calentamiento de la atmósfera, la escasez creciente de agua
potable, la contaminación del agua, la tierra y el aire; la destrucción de la capa protectora de
ozono.
El problema del desarrollo, de la ecología, de la población y los muchos problemas
de energía y materias primas no serán superados meramente firmando tratados políticamente
suavizados sobre comercio mundial, calentamiento global, diversidad biológica y desarrollo
sustentable.
A continuación trataremos de describir la compleja red de interrelaciones que
surgen de estos y con otros problemas.
1

2. Crisis Ambiental

“A medida que nuestro mundo se desliza más velozmente hacia el abismo, nos mostramos
cada vez menos dispuestos a identificar el origen del problema. Lo que hacemos en
cambio, es envolvernos más estrechamente en nuestro atuendo tecnológico y defenderlo
contra toda crítica, incapaces de reconocer lo que está haciéndole al medio ambiente en
que vivimos y más incapaces todavía de reconocer lo que nos está haciendo a nosotros
mismos. Seguimos aferrándonos a la ilusión de que estamos bien abrigados y protegidos,
aún cuando nos hallamos más desnudos y amenazados por los fragmentos desordenados
de un mundo de nuestra propia creación”.

Jeremy Rifkin - Entropía.


Hacia un mundo invernadero

2.1 La Deforestación

La deforestación de los bosques no es un fenómeno particular de América Latina.


Según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la
Alimentación (FAO, 1993), la superficie de bosques tropicales talados todos los años en la
región durante el decenio de 1980 fue de alrededor de 7,4 millones de hectáreas, casi igual a
la superficie deforestada todos los años en Asia y África combinadas. Dentro de la región
América Latina, la mayor parte de la deforestación (más del 85%) tiene lugar en la cuenca
amazónica. Sin embargo, las tasas más altas de deforestación se registran en México y en
Centroamérica, donde quedan relativamente pocos bosques primarios.

Tasas de deforestación en América Latina (FAO, 1993)


Región Número de Superficie de Cubierta Cubierta Deforestación anual Deforestación
países tierra forestal en forestal en entre 1981 y 1990 anual (%)
1

(millones de 1980 1990 (millones de Has)


Has) (millones de (millones de
Has) Has)
Centroamérica y México 7 239,6 79,2 68,1 1,1 1,5
Caribe 19 69,0 48,3 47,1 0,1 0,3
Sudamérica Tropical 7 1.341,6 864,6 802,9 6,2 0,7
TOTAL 33 4.778,3 1.910,4 1.756,3 15,4 0,8

Es interesante señalar que en América Latina la tala de bosques para leña, una de las
principales causas de deforestación en otras zonas tropicales del mundo, sólo contribuye en
forma secundaria. Sea cual que sea la explicación definitiva, no cabe duda de que la
deforestación haya sido causada por la expansión de las tierras de cultivo y de las pasturas
permanentes, que desde 1980 se efectúa en mayor parte a expensas de los bosques
tropicales (Jaramillo y col. 1997). Un porcentaje de las recientes actividades de desmonte se
está realizando en áreas en que el suelo puede sostener las actividades agrícolas. Según la
FAO (1993), todavía hay áreas que ofrecen posibilidades agrícolas en el Cerrado brasileño,
los llanos de Colombia y Venezuela, y las regiones subtropicales del Chaco boliviano y
paraguayo. Sin embargo, la deforestación es un fenómeno que se observa cada vez más en
áreas con suelos especialmente pobres, que son inadecuados para actividades agrícolas
sostenidas o, en el caso de laderas escarpadas que provocan erosión y sedimentación río
abajo. En esas áreas es probable que la deforestación sea improductiva desde el punto de
vista social, si bien puede parecer atractiva a los agricultores privados, con costos de
oportunidad reducidos y altas tasas de descuento.

El escenario de deforestación típico es el siguiente: apertura de una pista,


colonización agrícola con deforestación, seguida de cultivo durante algunos años y,
finalmente utilización para pastoreo extensivo. Esta evolución es consecuencia de varios
fenómenos (FAO, 1993):

• Aumento de la población (en ocasiones, más del 3 % anual) ;


• Inexistencia de un valor económico acordado de las masas forestales ;
• Más graves todavía son las estructuras de la economía agrícola (algunos
grandes propietarios que congelan las tierras agrícolas y se oponen a las
reformas agrarias) y las políticas gubernamentales de algunos países que
conceden primas a la explotación agrícola a expensas de los bosques.
1

En la mayoría de los casos la explotación de madera está orientada a conseguir


beneficios a corto plazo, en total descuido de los métodos utilizados para ello en el bosque.

2.2 Crisis Mundial del Agua

“De todas las crisis sociales y naturales que debemos afrontar los seres humanos, la
de los recursos hídricos es la que más afecta a nuestra propia supervivencia y a la del
planeta”, aseguró Koichiro Matsuura, director general de la Unesco, al comentar el informe
más exhaustivo que se haya conocido sobre el estado actual del agua. Según el Informe
Mundial sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos (ONU/WWAP, 2003), en el marco del
tercer Foro Mundial del Agua3, “se prevé que en los próximos veinte años el promedio
mundial de abastecimiento de agua por habitante disminuirá en un tercio”, a causa del
crecimiento de la población, de la contaminación y del cambio climático global. Ninguna de
las hipótesis que baraja el informe -en cuya elaboración participaron todas las
organizaciones y comisiones de las Naciones Unidas- son auspiciosas. En el mejor de los
casos, a mediados de este siglo habrá 2,000 millones de personas en 48 países que sufrirán
de escasez de agua; el peor de los escenarios muestra a 7,000 millones de personas en 60
países con ese problema. “Ninguna región del mundo podrá evitar las repercusiones de esta
crisis que afecta todos los aspectos de la vida, desde la salud de los niños hasta la capacidad
de las naciones para alimentar a sus ciudadanos”, agregó Matsuura. Justamente, la
desigualdad en cuanto al acceso al agua es uno de los aspectos en los que hace hincapié el
informe. Los niños nacidos en países “desarrollados” consumen entre 30 y 40 veces más
agua que los nacidos en países “en desarrollo”. Los más afectados siguen siendo los pobres,
ya que el 50% de la población de los países “en desarrollo” está expuesta al peligro que
representan las fuentes de agua contaminada. Existen ciertos indicadores que permiten
comprender la gravedad de esta crisis mundial de los recursos hídricos. Cada día, las
enfermedades diarreicas (estrechamente vinculadas con la calidad del agua y su
accesibilidad) provocan la muerte de 6,000 personas, la mayoría de las cuales no ha

3
Celebrado del 16 al 23 de marzo de 2003, en Kyoto, Shiga y Osaka.
1

cumplido cinco años de vida. De los muchos objetivos planteados durante los últimos 25
años en conferencias internacionales que abordaron la crisis del agua, afirma el informe, “no
se ha alcanzado prácticamente ninguno... Los problemas de actitudes y conductas son un
componente esencial de la crisis, y la inercia de los dirigentes, así como la falta de plena
conciencia sobre la magnitud del problema por parte de la población mundial, explican que
no se hayan adoptado a tiempo las oportunas medidas correctivas que se necesitan”.
El agua, como insumo básico para la agricultura, la industria y el consumo humano
directo, ha sido incorporada de hecho al proceso de mercantilización de los recursos. Sin
embargo, el capital requiere reglas claras e institucionalmente establecidas, lo cual se logra
mediante los procesos de negociación o, más bien, de imposición comercial. En 1998 la
Comisión sobre Desarrollo Sostenible del Consejo Económico y Social de la ONU,
recomendó a los gobiernos acceder a las grandes multinacionales, dado su enorme capital y
capacidad tecnológica, y crear un mercado abierto del agua. La administración Bush
también ha intensificado sus esfuerzos con miras a lograr asegurar la primacía de sus
intereses a nivel continental a través de la liberalización del comercio regional y, en
consecuencia, de la mercantilización de los recursos y servicios naturales. Es con este fin
que se avanza hacia el Área de Libre Comercio de las Américas, siendo sus caballos de
batalla el Plan Puebla Panamá, el Tratado de Libre Comercio con Centroamérica, el Plan
Colombia y la Iniciativa Andina. Conforme a esta visión, no se reconoce el agua como
elemento base de los procesos de vida, ni tampoco como un derecho humano fundamental.
En el mejor de los casos se le ve como una necesidad humana que se ha de satisfacer a
través del mercado, amenazándose así la gestión sostenible del agua y, especialmente, la
equidad y proporcionalidad en el acceso a ésta (Segerfeldt, 2005).

2.3 El Cambio Climático Global


1

Actualmente, existe un fuerte consenso científico que dice que el clima global está
siendo alterado significativamente, para esto es importante entender que el clima terrestre
depende del balance energético entre la radiación solar y la radiación emitida por la Tierra.
En esta re-irradiación, sumada a la emisión de energía geotectónica, los gases tales como el
dióxido de carbono, metano, óxidos nitrosos y clorofluorocarbonos (Houghton et al., 1990,
1992), juegan un rol crucial. Estos gases están atrapando una porción creciente de radiación
infrarroja terrestre y se espera que hagan aumentar la temperatura planetaria entre 1,5 y 4,5
°C. De acuerdo a la GCCIP (Global Climate Change Information Programme) (1997), una
duplicación de estos gases incrementaría la temperatura terrestre entre 1 y 3.5°C. Aunque no
parezca mucho, es equivalente a volver a la última glaciación pero en la dirección inversa.
Por otro lado, el aumento de temperatura sería el más rápido en los últimos 100,000 años,
haciendo muy difícil que los ecosistemas del mundo se adapten. El principal cambio a la
fecha ha sido en la atmósfera, hemos cambiado y continuamos cambiando, el balance de
gases que forman la atmósfera. Esto es especialmente notorio en gases claves como el CO2,
Metano (CH4) y óxido nitroso (NO2). Estos gases naturales son menos de una décima de un
1% del total de gases de la atmósfera, pero son vitales pues actúan como una “frazada”
alrededor de la Tierra. Sin esta capa la temperatura mundial sería 30°C más baja.
El problema es que estamos haciendo que esta “frazada” sea más gruesa. Esto a
través de la quema de carbón, petróleo y gas natural que liberan grandes cantidades de CO2 a
la atmósfera. Cuando talamos bosques y quemamos madera, reducimos la absorción de CO 2
realizado por los árboles y conjuntamente liberamos el dióxido de carbono contenido en la
madera (WMO, 1986). El criar bovinos y plantar arroz genera metano, óxidos nitrosos y
otros gases invernadero. Si el crecimiento de la emisión de gases invernadero se mantiene en
el ritmo actual los niveles en la atmósfera llegarán a duplicarse, comparados con la época
preindustrial. Si no se toman medidas es posible hasta triplicar la cantidad antes del año
2010 (GCCIP, 1997). La cantidad de dióxido de carbono ha aumentado desde 295 ppm
(partes por millón) anterior a la época industrial, a una cifra actual de 359 ppm. Este
aumento corresponde a un 50% de lo esperado, basado en la tasa de quema de combustibles
fósiles. Varios procesos naturales parecen actuar como moderadores, por ejemplo el océano
actúa como reserva, donde el dióxido de carbono se disuelve como tal y como carbonatos y
bicarbonatos. Un aumento del dióxido de carbono en el aire, actúa como estimulante del
1

crecimiento vegetal, de esta manera se fija más de este gas. El calentamiento de la Tierra,
además de descongelar las capas polares, puede causar un cambio en el sistema de
circulación del aire, cambiando patrones de lluvia. De esta manera, por ejemplo, el Medio-
Oeste norteamericano (fuente agrícola de Estados Unidos), podría transformarse en desierto,
y las zonas de cultivo moverse hacia áreas de Canadá. Asociados a estos potenciales
cambios, habrá grandes alteraciones en los ecosistemas globales. Trabajos científicos
sugieren que los rangos de especies arbóreas, podrán variar significativamente como
resultado del cambio climático global. Por ejemplo, estudios realizados en Canadá proyectan
pérdidas de aproximadamente 170 millones de hectáreas de bosques en el sur Canadiense y
ganancias de 70 millones de hectáreas en el norte de Canadá, por ello un cambio climático
global como el que se sugiere, implicaría una pérdida neta de 100 millones de hectáreas de
bosques (Sargent, 1988).
Aún así, hay una considerable incertidumbre con respecto a las implicaciones del
cambio climático global y las respuestas de los ecosistemas, que a su vez, pueden traducirse
en desequilibrios económicos (EEI, 1997). Este tema será de vital importancia en países que
dependen fuertemente de recursos naturales.
Con respecto al impacto directo sobre seres humanos, se puede incluir la expansión
del área de enfermedades infecciosas tropicales (Becker, 1997), inundaciones de terrenos
costeros y ciudades, tormentas más intensas, las extinción de incontables especies de plantas
y animales, fracasos en cultivos en áreas vulnerables, aumento de sequías, etc. (Lashof,
1997).
Estas conclusiones han llevado a una reacción gubernamental mundial, se ha
expresado en numerosos estudios y conferencias, incluyendo tratados enfocados a enfrentar
y en lo posible solucionar la crisis.

2.4 Las consecuencias


1

Podemos percibir y conocer algunas de las extremas consecuencias que este estado de cosas
está ocasionando sobre GAIA:

*El número de huracanes categorías 4 y 5 se ha duplicado en los últimos 30 años.


*La malaria se a difundida tierras altitas en lugares como los andes colombianos, a mas de
2,500 metros sobre el nivel del mar.
*El movimiento de flujo de los glaciares de Gloenlandia ha duplicado su velocidad durante
la pasada década.
*Al menos 279 especies de plantas y animales estás ya respondiendo al calentamiento
global, moviéndose hacia zonas más cercanas a los polos.
*Como consecuencia del derretimiento de los polos el nivel del mar se elevará varios
metros, devastando las cosas en todo el planeta.
*Las ondas de calor son cada vez más intensas y frecuentes, ocasionando la muerte de miles
de personas en todo el mundo. Esto aumentará radicalmente en los próximos años.

3. La Huella Ecológica

La expresión Huella Ecológica hace referencia a la cantidad de hectáreas que ocupa cada
persona para mantener su nivel de consumo, y su nivel paralelo de desechos. La Huella
Ecológica ha superado la capacidad de generación de recursos de la Tierra desde la década
de 1980. La demanda de recursos por los seres humanos (huella ecológica) en 1961 era
alrededor del 70% de la capacidad de regeneración de la Tierra. En la década de 1980 esa
demanda alcanzó el total disponible, y en 1999 excedió la disponibilidad planetaria. La
humanidad está consumiendo el 120 por ciento de lo que la Tierra produce. Con este
desgaste, la biosfera necesita un año y un trimestre para reponer el equivalente a lo que los
seres humanos consumen cada año (Chamber’s y col. 2000).

¿Que significa el desequilibrio ecológico en un contexto global?


1

Sin los bosques, tendríamos mucho menos oxígeno disponible, por ejemplo: Los árboles (y
todas las plantas verdes) usan la fotosíntesis, durante la cual toman dióxido de carbono y,
como un sub-producto, liberan oxígeno. Las plantas “respiran” dióxido de carbono, como
nosotros respiramos oxígeno. Ha habido un equilibrio entre especies que eliminan dióxido
de carbono y toman oxígeno, y especies que toman dióxido de carbono y exhalan oxígeno.
Este equilibrio ha sido trastornado desde el siglo XIX. Las pluviselvas ecuatoriales (cuenca
del río Amazonas, África central y sudeste asiático) soportan una tasa de deforestación anual
entre 100.000 km² y 120.000 km². A la actual velocidad de destrucción, se calcula que todos
los bosques tropicales habrán desaparecido en la segunda mitad del siglo XXI.
De tal manera que respirar en el futuro resultará una peligrosa aventura, tal vez
necesitemos esperar los días de “superdescuentos del supermercado”, para poder adquirir
“oxigeno enlatado” o su equivalente. La deforestación proseguirá quizás a mayor ritmo que
el actual y las tierras agotadas podrán desertificarse. La desertificación a su vez contribuye
al cambio climático global, modificando el equilibrio energético en la superficie y la
temperatura del aire contiguo, añadiendo dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera, este gas,
en grandes cantidades, actúa como un aislante y mantiene el calor cerca de la superficie de
la Tierra; esto es lo que se llama el “efecto invernadero”. Tal como ya hemos mencionado
este proceso está directamente relacionado con el cambio climático global. El cambio
climático podría ser el factor que empuje sobre el borde a los ya estresados y frágiles
ecosistemas costeros y marinos, los cuales son responsables de producir hasta el 80% del
oxígeno (Anderson y col. 1987). El calentamiento global lleva al aumento del nivel del
océano: liberando vastas cantidades de agua de los glaciares que se deshielan en todo el
mundo. Las cifras acerca del nivel del mar, registradas en todo el mundo muestran que el
mar se ha elevado entre 10 y 25 centímetros en el siglo pasado, según el GCCIP (1997), “es
probable que gran parte del aumento del nivel de los mares se haya relacionado con el
aumento simultáneo de la temperatura global”. Se calcula un incremento de 10 a 30 cm para
el 2030 y hasta un metro para el 2050. Una elevación semejante significaría la
contaminación de acuíferos, la recesión de costas y tierras húmedas amenazaría la seguridad
de más de dos mil millones de personas que viven en zonas costeras. Se afectaría los puertos
y otras estructuras localizadas en la costa, incluyendo centrales nucleares en las costas del
Japón, Corea, Taiwan y otros países.
1

Si la temperatura global asciende y el ciclo hidrológico se altera, se generaran


sequías en unos sitios y lluvias torrenciales en otros. La sequía puede afectar seriamente a
los bosques, favoreciendo los incendios que destruyen a los árboles y liberan rápidamente a
la atmósfera grandes cantidades de CO2, por lo cual no sobreviven fácilmente y se
transforman en pastizal o sabana.

4. Degradación ambiental y enfermedad


En esta época de globalización y diálogo de saberes, resulta una gran oportunidad el tener
los elementos para darnos cuenta de que la visión aislada y desarticulada del mundo que se
consolidó en los siglos XVII y XVIII en Europa, es incapaz de contender con la enorme
complejidad de lo que la sostenibilidad en este gran “Oikos” que es nuestra Madre Tierra
implica. Así en otros niveles de articulación como los de degradación ambiental y
enfermedad nos podemos percatar de la sutil y poderosa trama de interrelación de las que
depende la estabilidad y sostenibilidad plantaria.
En este nivel vemos, por ejemplo, que la tala de bosques destruye el hábitat para
muchos patógenos y organismo vectores, como es el caso del vector de la malaria, es decir
los mosquitos anopheles darlingi. Estos no se reproducen en aguas forestales bajo sombra,
pero sí se multiplican en agua estancada que se establece debido a actividades humanas. Los
estudios sobre malaria en África Occidental han mostrado una estrecha correlación entre la
intervención humana en bosques y el aumento de casos. Se predice que la frecuencia de la
malaria se incrementará en el Amazonas debido a la expansión constante de las actividades
de construcción y tala de bosques. La malaria es sin duda la enfermedad humana más grave
y difundida, ya que infecta a unos 300 millones de personas en todo el mundo, lo cual
produce 120 millones de casos clínicos y hasta un millón de muertes cada año. La causa es
un parásito protozoario (plasmodium spp). Los mosquitos anopheles son el vector que
transporta el parásito de la malaria, y el insecticida DDT se utilizó profusamente para matar
mosquitos en los años 50. Esto acorde con los principios mecanicistas y reduccionistas de la
ciencia-tecnología moderna, la cual no considera la complejidad-integridad de la
complejidad ecológica planetaria. La resistencia al DDT entre los anopheles spp comenzó a
2

presentarse durante los años 60, aunque por ese tiempo se había disminuido el empleo de
DDT debido a sus graves efectos secundarios en la salud humana y en el medio ambiente.
Sin embargo actualmente en los países subdesarrollados se sigue empleando el DDT para
controlar a los mosquitos, no obstante la respuesta evolutiva más probable es la resistencia
al DDT.
Las moscas tsetse es el vector de la tripanosomasis (conocida también como
enfermedad del sueño), enfermedad parasitaria que mata a unos 3 millones de cabezas de
ganado y afecta a 300,000 personas en el África cada año. La enfermedad la causa cinco
parásitos diferentes que son transportados por 24 especies diferentes de mosca tsetse, cada
una con preferencias ecológicas diferentes. Esto implica una compleja red de interacciones
ecológicas, y no sólo una relación lineal: “una enfermedad, un parásito y un vector”. Debido
a esto el uso de pesticidas altera el “equilibrio dinámico” y la ruptura de la complejidad del
ecosistema, y por lo tanto de las relaciones entre predadores y presas, parásitos y sus
huéspedes. Esto ha dado como resultado que especies que se encontraban resguardadas y en
equilibrio con sus respectivos nichos salgan de los mismos y establezcan una interacción
directa con los seres humanos (zoo-puentes) permitiendo la evolución y generación de
nuevos patógenos.
Existe un ejemplo revelador de la complejidad ambiental y los orígenes de la crisis
planetaria: La enfermedad de las vacas locas o Encefalitis Espongiforme Bovina. Esta
enfermedad pertenece al grupo de Encefalopatías Espongiformes transmisibles, en el cual se
incluyen enfermedades que afectan al hombre como la Enfermedad de Creutzfeldt-Jakob
(ECJ), el Síndrome de Gerstmann-Sträussler-Scheinker (SGS) y el kuru. En los animales
existen otras enfermedades similares como el scrapie, que afecta a ovejas y cabras y que
aparentemente (no está en absoluto comprobado) fue el origen de la transmisión a los
bovinos, por medio de piensos4 fabricados con restos de animales enfermos no esterilizados
de la enfermedad espongiforme. Esta enfermedad se caracteriza por la destrucción paulatina
de la médula espinal y el cerebro –en donde se presentan alteraciones en forma de esponja al
ser examinado al microscopio-, ha convulsionado los hábitos alimenticios de millones de
personas que por primera vez empiezan a cuestionar los mensajes de políticos y ganaderos
oficiales y ortodoxos (WHO/EMC, 1996).

4
Alimento elaborado a base de harinas de carne y huesos.
2

Pero ¿quién origina esta enfermedad? Aunque existen varias teorías, la mayor parte
de los científicos coincide en considerar a ésta enfermedad producida por un Prión. Los
Priones son agentes infecciosos que consisten exclusivamente en una partícula proteica, es
decir este agente no posee ácidos nucleicos y por lo tanto es un virus, sino partículas sub-
víricas (más simples que los virus), es “simplemente” una proteína (Prusiner et al., 1983).
Bajo las premisas de la virología, bacteriología y la epidemiología convencional una simple
proteína no puede generar complejos patrones de una epidemia infecciosa, atributos propios
de los “seres vivos” o al menos de los organismos “semi-vivos”, tales como los virus que
poseen al menos genes y proteínas para articularse a los ciclos básicos de las células y así
difundirse entre la población afectada.
Analicemos ¿es posible que una proteína sea la causante de una enfermedad de tal
magnitud destructiva? Si es así ¿que factores contribuyeron a que ocurriera tal “mutación”
en las proteínas? ¿Acaso hemos llegado ha trastocar niveles tan profundos y sutiles de la
evolución y de los sistemas vivos? Tal vez la respuesta tenga que ver con un desequilibrio
de la complejidad ecológica del sistema, este desequilibrio aparece en un contexto de gran
cantidad de actividades y agentes desequilibrantes como resultado de la tecnologías
modernas. En este contexto el “gatillamiento” final es causado por el uso de substancias
peligrosas, legales e ilegales en las explotaciones ganaderas, entre las que se encuentran:
antibióticos, hormonas y alimento deliberadamente preparado con harinas de carne y de
huesos, destinados a formar parte de la alimentación de animales herbívoros. Pero más aún,
es desatado por una compleja red de “hábitos” empresariales y de la globalización agro-
industrial que ha convertido a los animales “económicos” en mercancía sin valor ético.
Consecuentemente estos seres vivos son sometidos a condiciones de vida atrozmente
discordantes con su biología, así como con los más elementales cuidados y ambiente que la
propia vida y evolución nos revela cuando estamos en disposición de una observación
sensible y compasiva de la naturaleza.
Estas acciones han generado graves y trágicas consecuencias para todos los animales,
seres humanos y el medio ambiente. Sin embargo muchas de las sustancias peligrosas y
productos antes mencionados son utilizados sobre nuestros cuerpos también. ¿Qué
repercusiones tendrá esto en mi organismo aunado al creciente desequilibrio ecológico
2

(contaminación por pesticidas, CO2, cambio climático, etcétera)? A nuestro parecer el


siguiente ejemplo ilustra muy bien esta situación:

El fenómeno del SIDA.


Existe otro enfoque alternativo al oficial sobre la teoría del SIDA. Peter Duesber, biólogo
molecular de la Universidad de California en Berkeley y una organización de miles de
investigadores, entre ellos varios premios Nobel (www.virusmyth.org), afirman que el
HIV no causa SIDA. Por lo que se refiere a África, en 1991, el biólogo de Hardvard, Charles
Thomas, formó el bien reconocido Grupo para el Re-enfoque Científico de la Hipótesis del
HIV-SIDA (http://www.rethinkaids.com/). Unos 600 notables signatarios sumaron sus
nombres incluyendo tres ganadores del Premio Nóbel y más de 200 doctores en ciencias.
Duesberg y sus colegas sugieren que no hay ni un solo agente infeccioso causante,
que la enfermedad es el resultado de los hábitos y “estilos de vida” particulares.
Consecuentemente definen el SIDA como una colección de deficiencias no infecciosas
predominantemente asociadas con el uso de drogas, la contaminación, la mala nutrición y
parásitos entre otos factores: el estrés. Para este grupo, no existe información publicada que
conteste claramente que el HIV es la causa del SIDA. Argumentan que aún no ha habido
nadie quien haya demostrado que hemofílicos con HIV padezcan de SIDA (Duesberg y col.
2003). El grupo disidente ha propuesto que el SIDA es un síndrome toxicológico, causado
por una amplia variedad de agentes estresantes, principalmente el uso de drogas recreativas
y farmacéuticas, incluyendo las mismas drogas que se usan para tratar el SIDA (Duesberg y
col. 1993). Actualmente existen decenas de clínicas en todo el mundo donde, con métodos
alternativos científicamente complementados se han curado miles de personas
supuestamente infectadas con HIV. El gobierno de Sudáfrica ha iniciado desde hace varios
años la investigación el problema del SIDA en institutos bajo perspectivas alternativas a la
ortodoxia, comenzando a obtener resultados positivos al respecto. Obviamente que estos
resultados no convienen a los intereses comerciales de las transnacionales farmacéuticas.
De tal manera que surge una pregunta: ¿Si realmente es así, qué sentido puede tener
semejante mentira? ¿Qué esconde o cuáles son sus objetivos? Creemos que esto es una
mezcla de oscurantismo reduccionista, intereses económicos, desprecio por otras formas
2

tradicionales y locales de conocimiento, así como un enorme aislamiento y ultraje hacia la


propia sabiduría de nuestra Madre Tierra.

“Estudio el SIDA desde hace 16 años como científico y me he dado cuenta que el SIDA
no tiene mucho que ver con la ciencia, y ni siquiera es un problema específicamente
médico. El SIDA es un fenómeno sociológico que se mantiene con ayuda del miedo. Este
miedo crea una especie de Macartismo médico que ha transgredido y hecho estallar todas
las reglas de la ciencia, y que sigue cebando al público vulnerable con una mezcla de
superstición y pseudociencia”.

Dr. David Rasnick.


“Cegado por la ciencia” en Spin Magazine, junio 1997.

Todo esto nos sugiere que cambios en la biodiversidad genética de especies y eco-
sistémica pueden trastornar el equilibrio de los ecosistemas, generando efectos en cascada y
alteraciones globales de intrincadas redes ecológicas. Es decir, las profundas perturbaciones
provocadas por nuestra huella ecológica, trastocan niveles básicos de la estructura compleja
de los ecosistemas y de la evolución. De tal forma que lo que hemos creado se está
volviendo hacia nosotros, ya que está destruyendo el sustrato que nos permite vivir.
Concluimos que la búsqueda de la productividad, y por lo tanto la idea economicista
de poseer cada vez más, se ha logrado en condiciones realmente anti-ecológicas y de
alteraciones de los ritmos biológicos, de la integridad y viabilidad de Gaia. Es claro que los
problemas críticos de nuestro tiempo, no pueden ser entendidos aisladamente. Los
problemas son problemas sistémicos, lo que significa que todos ellos están interconectados y
son interdependientes. Es decir; tal como hemos visto lo ambiental, por ejemplo, es un
problema de carácter social, económico, e incluso jurídico y político: ecológico en un
sentido amplio y sutil.
2

5. Darnos cuenta desde nuestro lugar, desde nuestro saber local


Con base en lo anterior, podemos percatarnos desde nuestra casa, desde nuestro vehículo, o
dentro de nosotros mismos que las cosas no van bien. Los problemas antes mencionados
existen de una u otra forma para cada uno, y dada la complejidad que subyace de los
mismos, sus efectos son de dimensiones desconocidas. Todo esto sugiere que la humanidad
y el planeta no están atravesando por una simple crisis más, temporal y pasajera, ni incluso,
por una crisis de tal o cual sociedad. Estamos en presencia de una “Gran Bifurcación”, de
una mutación Epocal5, en donde bifurcación se refiere a la evolución de sistemas en
condiciones alejadas del equilibrio. Las bifurcaciones se desencadenan cuando un sistema
complejo ha sobrepasado su umbral de estabilidad. De tal manera que nos encontramos en
un periodo evolutivo, de un cambio de época histórica, de magnitud sólo semejante a la
iniciada en occidente en el siglo XVII durante la revolución científica-industrial y la
formación del capitalismo en Europa (Lazslo, 1993).
Los procesos y transformaciones originados en occidente han sido de enorme
trascendencia, nos han permitido vislumbrar la posibilidad de construir una utopía posible y
dieron inicio a un cambio radical y profundo, que ha transformado a la sociedad y que
posiblemente alteró las estructuras de la vida a nivel planetario, incluido nuestro
inconciente colectivo o nuestra psiquis humana planetaria. Innumerables logros se han
obtenido mediante el tratamiento mecanicista y parcelar de la vida; desde esta perspectiva
jerárquica-especializada y de estos intereses del a propiedad privada han surgido bienes y
satisfactores innumerables. El mundo y sus adelantos están llenos de objetos, procesos y
formas que benefician y acoplan la vida de los humanos a mayor número condiciones y
comodidades.
Sin embargo al mismo tiempo este proceso de gran velocidad ha dado como
resultado una enajenación de la percepción de las necesidades reales, es decir se ha des-
proporcionalizado la relación entre el ser humano y sus necesidades. Así hemos
transformado la vida humana, y más aún la sociedad de las máquinas y procesos industriales

5
Nos referimos a un punto de quiebre o a un cambio de época. En este sentido esta bifurcación implica que
gran parte de nuestros supuestos, de las formas convencionales como los procesos y la cosas eran vividos y
percibidos ya no lo son así. Llamamos a esto la “crisis como oportunidad”, una condición que permite ver las
cosas de forma distinta e innovadora para así poder abordar una necesidad de cambio radical y profundo.
2

en un sistema de enorme demanda explícita de productos manufacturados en masa, demanda


que supuestamente logra proporcionarnos “seguridad”, “bienestar” y “confort”. En conjunto
estas “necesidades” generan un “inmovilismo social” a través de mecanismos de des-
empoderamiento6 cotidiano, de tal manera que actúan como controladores de nuestra
libertad creativa; probablemente esta postura sea la base del problema y pudiera responder a
un modo de entender la vida acorde con nuestras estructuras psico-socio-culturales
modernas, que es lo que está provocando que seamos victimas y espectadores de nuestra
auto-destrucción.
Nos encontramos en un mundo en el cual la belleza es bella si se puede vender, y la
justicia es justa si se puede comprar. Esta era de progresos desconectados y que se
consumen unos a otros está llegando al fondo de su viabilidad, ya que está a punto de
trastocarse en una masa de desperdicios y nocividades evidentes por todas partes. Este
estado de cosas ha llegado a tal punto, tal como hemos visto aquí, que afectan la viabilidad,
estabilidad y la salud de las sociedades y del mundo. Si quisiéramos simplificarlo, diríamos
que una buena parte de esta red de problemas se debe a la “falta de coordinación en las
acciones”, misma que resulta de una “falta de coordinación y coherencia en los
conocimientos y sus tecnologías asociadas”; es decir, tales procesos y transformaciones han
carecido de una praxis y reflexión social, ecológica y espiritualmente comprometida. La
indiferencia y la dominación de ciertos conocimientos (aquellos científicos-racionalistas)
respecto de los otros (los saberes ancestrales, locales, humanistas y espirituales), hace
tiempo que dejó de ser inocente e inofensiva, y cada vez se torna más descontrolada. Todo
esto señala que el paradigma de fragmentación e híper-especialización, aquel de la tradición
occidental racionalista surgido en el siglo XVII, ha generado un proceso civilizatorio y de
desarrollo que se ha entrampado a si mismo en la in-sostenibilidad, de la cual no sabe como
salir. En este proceso descontrolado hacia más y más desarrollo está arrastrando al desastre a
nuestra Madre Tierra.
La ciencia reduccionista parece no estar capacitada para descubrir su propia
trayectoria, ni la magnitud de sus efectos, ni menos hacia donde ellos se orientan. Los

6
El término empoderamiento se refiere al proceso donde cada individuo, donde la comunidad recupera el
poder, la voluntad y la práctica de relacionarse proporcional y sosteniblemente acorde con su conciencia activa
y compasiva. El poder sagrado de la solidaridad, de la sensibilidad proviene de la sanación en constante
proceso asumiendo la propia responsabilidad por los actos y no cediendo el poder a los políticos, a los
empresarios, a los médicos, a los militares, a los científicos o a los ingenieros.
2

observamos claramente en la lluvia constante de nuevas “declaraciones y logros” de la


ciencia que al cabo de unos años se convierten en catástrofes ecológicas y sociales. No hay
más que encender la televisión y ver “Discovery Channel” para percatarse de la enorme
irresponsabilidad y egocentrismo de esta “carrera hacia el súper-desarrollo”, el cual intenta
“crear” seres humanos de 200 años, jets privados para “todos”, injertos de chips en el
cerebro, etcétera. Todo esto parece una broma de mal gusto ante el hambre, la sed, la
enfermedad, las guerras, el deprecio a los viejos y lo “antiguo”, la depresión, las drogas y el
narcotráfico, la violencia juvenil, la devastación de la biodiversidad, el calentamiento global,
la mafia internacional, de destrucción de la familia, la prepotencia y el neo-conservadurismo
de los políticos, etcétera, etcétera.
Existe la noción de que el conocimiento científico nos permite construir y diseñar un
nuevo tipo de sociedad, cultura o civilización apropiadas. Sin embargo la jerarquización del
conocimiento ha llegado a conformar una estructura rígida e inamovible sobre cómo debe
ser y cómo se han de aplicar los modelos y tecnologías generandos. Pero la realidad evidente
es que difícilmente podemos prever cuales serán las consecuencias de los gigantescos
procesos en curso y que hoy están emergiendo a escala planetaria. De tal forma que se ha
generado la tríada ciencia-técnica-industria, la que supuestamente se ha hecho cargo de la
aventura humana. Sin embargo es evidente a todas luces, que el curso de esta civilización
moderna globalizada está fuera de control. El crecimiento es incontrolable y su avance nos
esta llevando a un abismo (Lazslo, 1993).
A la visión de Bacon, Descartes y Marx, donde el ser humano, amo de la técnica, se
convertía en amo de la naturaleza, sigue la visión de Heisenberg y Gehlen (Morin, 1974),
donde la humanidad se convierte en el instrumento de un desarrollo metabiológico animado
por la técnica. Pero a la luz de todo lo que hemos estado reflexionando consideramos que los
seres humanos en este momento debemos cuestionarnos radicalmente respecto a las dos
principales creencias de Occidente moderno: la conquista de la naturaleza-objeto por
el ser humano-sujeto, y el falso infinito al que apuntan el crecimiento industrial, el
desarrollo y el progreso.
Es indispensable transformar las racionalidades parciales y cerradas, las
racionalizaciones abstractas y delirantes que consideran irracional toda crítica sensible que
las cuestione (Morin y col. 1985, 1994). La tragedia del desarrollo y el subdesarrollo del
2

desarrollo, la carrera desenfrenada de la tecnociencia y la ceguera que produce el


pensamiento parcelario y reduccionista nos han lanzado a una aventura sin control. Hemos
cruzado el umbral crítico en la aceleración-ampliación de este escape explosivo; de tal
manera que ya no podemos correr más –en esta dirección- que hacia nuestra
autodestrucción.

“... Es una ceguera metafórica, las personas no son realmente ciegas en el sentido
de que no están dotadas de la vista, la ceguera actúa como metáfora de la pérdida de la
razón [proporción sensitiva]... Claro que todo lo que hacemos lo hacemos con la razón, es
decir con eso a lo que llamamos razón, pero estamos usando la razón más para destruir
que para construir, más para atentar contra la vida que para defenderla. En este sentido,
la pérdida de la visión es de alguna forma la pérdida de la razón que construye. Si toda
una sociedad se vuelve ciega en ese sentido, si olvida la solidaridad, el deber, el respeto, se
convierte en una especie de nido de serpientes. De ocurrir esto, la ceguera metafórica
impera. Yo creo que la gente se está volviendo ciega porque no se da cuenta de que
nuestra forma de vivir es totalmente errónea y nos lleva al desastre. Lo que intenta
expresar 'Ensayo sobre la ceguera' es eso, el desastre que se podría producir si
continuamos por el camino en que nos encontramos. Yo no creo ser catastrofista, pero no
doy nada por el mundo dentro de cincuenta años.”
José Saramago
Ensayo sobre la ceguera

No obstante, la creencia en la posibilidad de un “desarrollo” económico-material


indefinido es firme y ha logrado abrirse paso hasta nuestros días en cada rincón de la Tierra,
consolidándose aún más bajo la ideología del capitalismo globalizado. Pero ¿es exagerado y
tendencioso asociar la crisis al capitalismo globalizado? Si observamos la historia de los
últimos 60 años desde el fin de la segunda guerra mundial, podemos observar los patrones
acelerados de destrucción de la biosfera, de la violencia, del imperio de las corporaciones
sobre la organización local, la destrucción y arrasamiento de la diversidad cultural y los
saberes tradicionales, etcétera. Así nos daremos cuenta que todo esto está íntimamente
ligado a los procesos de comercio mundial de mercancías y capital, al establecimiento de
2

este sistema mundial de mercados y al imperio de los intereses del gran capital transnacional
(Wall-Mart, Nestlé, Pfizer, Coca-Cola, VW, SONY, Nextel, Colgate, Microsoft, etcétera), es
decir del Capitalismo Globalizado.
A la luz de la dimensión y profundidad de la crisis planetaria que aquí hemos
esbozado, parece un absurdo infinito esta obsesión por la posesión material y la supuesta
“abundancia”. Podríamos pensar que al margen de todo esto hay más “bienestar”, y que la
única forma de mantenerlo es seguir en la ruta del “desarrollo”. Parece una lucha de “sálvese
quien pueda”, donde la única salida aparente, cual actitud de “avestruz”, es a luchar y
luchar por tener nuestro capital e ingreso suficiente para “vivir bien” y salvarnos de caer en
las redes de la “desagracia” de la pobreza. ¡Es lo único que alcanzamos a entender y hacer!
Sin embargo consideramos que es fundamental detenerse y reflexionar
profundamente acerca de la clase de vida y sociedad que estamos construyendo. No
intentamos hacer una apología del primitivismo, ni de la vuelta atrás (como si esto fuera
posible), no se trata de volver a las comunidades primitivas, se trata de mirar cómo preservar
aquello que se ha desarrollado durante millones de años, convivir con los principios de lo
vivo, de lo divino y con lo que la especie humana puede desarrollar y potenciar actualmente.
Y evidentemente con esta forma de la modernidad globalizada basada en el capitalismo no
es posible lograrlo, más aún, tal como hemos reflexionado aquí nos está llevando hacia una
Crisis Planetaria Terminal de consecuencias insospechadas.
Tal vez todo esto parezca fatigoso, tal vez innecesario. Pero si no le prestamos
atención, si no le hacemos caso, el futuro no sólo va a ser más destructivo, más intolerable,
sino que carecerá de mayor significación. Este no es un punto de vista deprimente y
desalentador; es realmente así para millones de personas, para quienes lean esto y les haga
resonancia con sus propias percepciones. Lo que somos ahora, es lo que seremos en los días
que vendrán. No podemos evitarlo. Es algo tan preciso como la salida y la puesta del Sol.
Esto lo compartirán todos los seres humanos, toda la humanidad, a menos que cambiemos
todos nosotros, cada uno de nosotros.
2

6. ¿Qué caminos tomar?


Hemos llegado al punto crucial, donde surge lo que, a nuestro parecer es la cuestión más
importante:
¿Que podemos hacer frente a todo esto?
Tal vez podríamos escaparnos e ignorar todo esto, esta propuesta suena muy
tentadora, porque de todas formas puede mirarse el mundo de otra manera, más “positiva”,
al fin que siempre Nuestro Mundo se las ha arreglado antes. “Por consiguiente lo seguirá
haciendo”, como si aquello que no se ve en primer término, aunque se estén padeciendo sus
consecuencias, no fuera posible. Sin embargo hemos contaminado, alienado, congestionado
el tráfico, etcétera, a tal punto donde no hay lugar alguno a donde ir. Quizás podamos
quedarnos en este lugar de reflexión y conciencia y pasar a la acción positiva y creativa.
Se podría considerar que el estado azaroso y conflictivo de la era planetaria es su
estado “normal” y que esta fragmentación y desmembramiento son producto de su
complejidad. Podemos entonces evitar utilizar el término “crisis”, hoy en día tan trivializado
y convertido en algo común. Pero, entonces, valdría reflexionar y preguntarnos qué significa
“crisis” en el contexto de la comunidad, de la sociedad, desde nuestra sanidad humana-
planetaria, desde lo sagrado, etcétera.
Crisis deriva del griego Krisis que significa “decisión en medio de una oportunidad”,
una apertura a cosas nuevas. Vemos así esta situación como una “crisis como oportunidad”.
En medicina la palabra crisis conserva su significado, es el momento decisivo donde se
abren diversas opciones, rutas posibles y francas. Pero actualmente se usa la palabra crisis
en una gran variedad de ámbitos y sólo hace referencia a la indecisión, a la destrucción e
inadecuación, en el contexto social esta palabra adquiere el significado de que las cosas no
van bien. Pero si analizamos la palabra crisis en el contexto de la complejidad en su noción
trascendente7, crisis hace referencia al aumento y la generalización de las incertidumbres; es
decir, es un momento de indecisión que tiene la potencialidad reconvertirse en clave, abre
las posibilidades de decisión, de cambio y transformación. No necesariamente es evolutiva,

7
Dentro de una visión holística, articulada o sistémica del mundo, se incluyen las interacciones y co-
dependencias sutiles y fuertes entre la totalidad de lo que existe, un ecología del mundo. En este ámbito la
complejidad, es decir el complexus o entramado (el origen griego de la palabra compleux es entramdo,
enrejado, lo que se entreteje y es una totalidad que surge de la relación articulada de las partes), que habla de
los sistémico o entrelazado nos permite entender a la crisis como un momento de apertura a relaciones nuevas,
como un estado de des-estructuración que abre nuevas oportunidades.
3

ya que puede reabsorberse y regenerar de nuevo un statu quo. Sin embargo es


potencialmente evolutiva, ya que en su seno se encuentran en estado naciente los elementos
de la evolución, la cual es necesariamente producto de un caos creativo (Morin, 1984, 2000).
En la crisis, dada la profunda des-estructuración, estamos dispuestos a explorar rutas que en
estado de “bienestar” no estaríamos preparados a siquiera considerar como posible o
deseables. La crisis convierte entonces este estado de indefección y angustia por la
inestabilidad, en un enorme oportunidad para confrontar lo que nos está socavando y
destruyendo, pero que a la vez encierra claves para un futuro posible. De tal manera que
están dadas las condiciones para algo más que acción fragmentaria y resolución de
problemas aislados.
Necesitamos percibir los problemas en su compleja totalidad, y captarlos no sólo con
nuestra razón e intelecto, sino con todas las facultades de nuestra intuición y empatía, con la
solidaridad humana y en un diálogo de saberes. Ya que esta crisis nos brinda una hermosa
oportunidad de transformación, con la creatividad de nuestra mente y cuerpo, nuestra
cultura, espíritu y conciencia, pudiendo tomar y co-construir el cambio desde cada uno y en
nuestra comunidad, transformar la sociedad desde adentro. De esta manera podremos lidiar
de forma creativa con esta crucial coyuntura histórica-planetaria.
Más allá de las auto-asumidas exclusivas capacidades de la mente racional, viven las
excepcionales cualidades de nuestro espíritu humano, del conocimiento y formas de
organización que habitan en cada persona, en cada comunidad campesina, indígena o
urbana, en cada familia y comarca.
En estos tiempos excepcionales se están gestando diálogos entre formas de saberes y
conocimientos que antes parecían y eran imposibles: se entrelazan la espiritualidad, la
tradición, la ciencia, el arte, el humanismo, los saberes campesinos, los saberes femeninos,
los saberes infantiles, etcétera. En este contexto, el conocimiento racionalista que se practica
a espaldas de las emociones, de la empatía y los valores espirituales, a espaldas y
despreciando a las otros formas de saberes ya no puede continuar al mando de lo que
sucede, de lo que “debe ser”, es indispensable abrazar el poder del amor, la compasión y la
solidaridad, de darle voz a la Madre Tierra, a los pueblos aborígenes, a los ríos, a los pobres,
al viento, a los animales y plantas, a nuestro cuerpo y a nuestro espíritu...
3

Es decir, podemos abrir las preguntas profundas hacia una transformación


desde un hacer conectado y sensitivo, desde una ecología profunda y sagrada8, en
donde, sólo será posible percibir nuestras deficiencias y posibilidades a partir de una
sanación y re-aprendizaje, es decir desde una reconexión hacia nuestro humilde lugar
en el mundo al lado de los demás seres vivos y en el seno de nuestra Madre Tierra.
Dicho proceso está ocurriendo en la profundidad de mi ser, ser humano que adquiere
sentido y viabilidad real en el seno de un espacio comunitario re-creado y solidario.
Estamos en el Titanic, acercándonos rápidamente hacia el gigantesco iceberg, y
nuestra tecnociencia, junto con los proponentes del “desarrollo sostenible”, así como los
ambientalistas antropocentristas9, están empeñados en mejorar las condiciones en el barco.
Por supuesto que esto no tiene nada de malo, pero la proximidad abrumadora no parece
evidenciarnos la inminencia del choque (y sus causas profundas). Sin embargo otras
perspectivas, tal como la que hemos expuesto aquí y que es compartida por los pueblos
indígenas y aborígenes, nos plantea nuevas e íntimas preguntas. Desde occidente estas
preguntas se han planteado a partir de lo que identificamos como la ecología profunda, la
ecofeminidad y la ecología social, y que implica preguntarnos si: ¿estaremos dispuestos a
escuchar con cuidado y detenernos justo antes del gran choque?
La Ecología Profunda, dice John Seed, (1988) “en vez de ver al mundo como una
pirámide con los seres humanos en la cima, concibe al mundo como una telaraña en donde
la vida está en el centro. Los humanos somos sólo un hilo en esa telaraña. Sólo somos una
hoja en el árbol de la vida, una de las 10 millones de especies que habitan esta tierra. En
verdad, nada especial”. Todas las instituciones de nuestra sociedad conspiran para
atraparnos en esta forma de la modernidad obsesiva y que ahora se evidencia como una
forma mortal de percibir y actuar hacia el mundo. Prosigue John Seed: “Nuestro lenguaje,

8
Arne Naes se refirió en los años 70´s por primera vez al término ecología profunda para hacer notar que en
este universo conectado e interdependiente (ecología en su acepción sistémica y ampliada) existen preguntas
profundas, preguntas que podemos hacernos más allá de las respuestas reduccionistas y trilladas que han dado
soporte, hasta ahora, a la ruta del desarrollo y la globalización (Sessions 1995). Por otra parte Gregory Bateson
propuso que la noción sagrada de los pueblos tradicionales, es decir aquel estado de conexión y respeto por lo
sutil y delicado del mundo, tiene un correspondiente directo con lo que él llamó “epistemología de lo sagrado”.
Aquí lo sagrado acorde a Bateson implica la condición de hiper-complejidad ecológica del universo y la
imposibilidad de explicación completa de este mundo por parte de la racionalidad. Acorde con esto una ética,
una hacer y un saber que operan aceptando esta epistemología de lo sagrado nos lleva a percibir lo que ahora
llamamos una ecología sagrada (Bateson y Bateson 2000).
9
Teoría y práctica social que supone que el ser humano (antropos) es el centro de todas las cosas, por encima
de los demás seres vivos y de natura, siendo el fin absoluto de la naturaleza.
3

por ejemplo, cuando pensamos en el ambiente pensamos en algo exterior, no nos damos
cuenta que cuando contaminamos las aguas, estamos también envenenando nuestra
sangre”, “la humanidad es responsable de la extinción de 10 mil a 50 mil especies al año.
Si tenemos la experiencia de ser parte del cuerpo mayor de la Tierra, entonces la defensa
de la naturaleza, ya no es altruismo. Se convierte en autodefensa” (Seed, 1988). La ecología
profunda reconoce el valor intrínseco de todos los seres vivos y ve a los humanos como una
mera hebra de la trama de la vida (Capra, 2000).

6.1 ¿Donde nos perdimos?


Muchas son las cuestiones que surgen en torno a dónde, cómo y cuándo nos perdimos, cómo
y cuándo se nos olvidó la diversidad cultural, las costumbres, los mitos, leyendas, los
valores y en general todas la tecnologías tradicionales que posibilitan y promueven la
sanidad humana y planetaria de la psiquis y de la vida de las personas. Al mismo tiempo
todo este repertorio de riqueza cultural y sagrada son las condiciones, es decir “Campo de
Crianza” en y desde las sociedades y posibilita la sostenibilidad de la comunidad, todo este
tesoro ha sido extraviado, despreciado y ridiculizado, y en muchos sentidos exterminado.
Tal vez el ser humano occidental-moderno se haya perdido precisamente cuando
comenzamos a renegar de lo que se han ocupado las grandes historias, las leyendas y mitos,
las tradiciones, lo religioso, la filosofía perenne, lo sutil. También reside en el vaciamiento
de la magia y el sentido trascendente de lo simple y cotidiano, al dar por sentado que la vida
habitual, la acciones cotidianas de mantenimiento de la vida son una “condena” y un tedio
que hay que evitar y olvidar a través de las compras, el “entretenimiento” y la atención a los
miles de productos que adquirimos y poseemos. ¡Quizás podríamos preguntarnos si no son
ellos y las corporaciones que fabrican ahora el mundo que compramos las que nos poseen!
Se perdió cuando comenzamos a renegar de las “tecnologías de lo sagrado” o “tecnologías
tradicionales”, conocimiento, costumbres, sabiduría de los pueblos tradicionales, aquello
que ha sido generado a través de milenios y que tiene como objetivo mantener la “sanidad
de lo humano”, la evolución de la conciencia planetaria de la humanidad, el contacto con la
3

intuición como forma fundamental de conocimiento, y que en conjunto ha tenido como


objetivo reconocer y afirmar nuestra conexión con la Madre Tierra (Macy y col. 1988). Esto
se ha gestado en algo fundamental y evidente; hemos perdido nuestra vida y arraigo
comunitario, nuestra vida ha sido vaciada de sentido sagrado y de tradición. Estos
ámbitos los percibimos como un estorbo, pues hemos perdido la capacidad de integrar y
articular estos espacios en una vida que sea libre, productiva y satisfactoria acorde con
nuestro tiempo y lugar.
No tenemos la más mínima idea de cómo articular tradición, comunidad, libertad,
sostenibilidad, respeto y convivencia por natura, y hacer y vivir esto desde la tranquilidad y
la paz, la ecuanimidad y la compasión.

En pocas palabras, el gran desafío de nuestro tiempo consiste en crear oportunidades


sostenibles, es decir, entornos sociales y culturales en los que podamos satisfacer nuestras
necesidades y aspiraciones sin comprometer el futuro de las generaciones que han de
seguirnos: “Nuestro compromiso de sostenibilidad con la séptima generación que viene
detrás de cada uno”. Esto a través de la colaboración, la cooperación de las especies,
incluida la especie humana. En palabras de Maturana y Varela: “el amor, o si no queremos
usar una palabra tan fuerte, la aceptación del otro junto a uno en la convivencia, es el
fundamento biológico del fenómeno social; sin amor, sin aceptación del otro junto a uno no
hay socialización y sin socialización no hay humanidad. Cualquier cosa que destruya o
limite la aceptación del otro junto a uno, desde la competencia hasta la posesión de la
verdad, pasando por la certidumbre ideológica, destruye o limita el que se dé el fenómeno
social, y por tanto lo humano, porque destruye el proceso biológico que lo genera”
(Maturana y Varela 1984)10.

Es decir hemos extraviado y perdido nuestro proceso que crea y re-crea nuestra
matriz de la biología del amor. Podemos decir que esta matriz proviene
fundamentalmente de la vida comunitaria en tradición y desde lo sagrado: el cuidado
esencial (Boff 1999). Así es posible percibir y llevar la idea de colaboración y cooperación
al terreno de las sociedades humanas.

10
Maturana y Varela llaman la “Matriz Biológica del Conocer y el Amar” a todo este sentido sagrado,
mesurado, comunicativo, de respeto desde mi esencia por el otro. Es el espacio de crianza de la sostenibilidad
humana y de cada especie.
3

Nos cuesta asumir nuestra responsabilidad, pues debido a nuestro aislamiento y


enfrentamiento con el “medio ambiente”, tanto social como natural sólo alcanzamos a ver
nuestro universo de necesidades acuciantes: dinero, posesiones, confort y seguridad
inmediata. Así, no sabemos si quiera cómo aportar a la transformación y en qué dimensión
radica nuestra esencial contribución a esta insostenibilidad catastrófica de la civilización
humana moderna. Tenemos que tomar conciencia ecológica ampliada y sensible de este
proceso en el que vivimos bajo una inercia casi suicida. No significa solamente que
reciclemos las latas, que no tiremos papeles y que no matemos pájaros por la calle. Eso es
conciencia ecológica racional, pero la conciencia ecológica profunda, esencial y en la que
desgraciadamente no pensamos y menos sentimos y vivimos, es la de poder sentirnos parte
del todo, lo que significa poder sentir lo que está ocurriendo a nuestro alrededor. Esta
pregunta nos parece tan lejana e irreal (¡es de tal magnitud nuestra desconexión!) que la
vemos casi como absurda, quimérica y ridícula…

Esto implica poder ir re-componiendo y transformando nuestro ser, nuestras


creencias, nuestro accionar, nuestro consumir, nuestras necesidades, nuestra forma de
participar y comunicarnos hacia una presencia y conciencia desde lo comunitario, desde lo
local y desde el compromiso con la séptima generación en cada acción que acometamos.

6.2 Las alternativas


Ante este estado de cosas, se abre la posibilidad de permanecer ajenos y escoltando ese
proceso de degradación y aniquilamiento de los propios seres humanos y de nuestras
especies hermanas y en general de la Madre Tierra. De lo aquí dicho, pero sobre todo desde
nuestra percepción cotidiana, nos damos cuenta que existen fuerzas muy poderosas que
aparentemente no nos permiten apartarnos de esta ruta del egocentrismo, el individualismo,
el consumismo, el endiosamiento y culto a la tecnología moderna, el dominio de nuestras
vidas por parte del dinero. Estas fuerzas vienen básicamente desde la cultura económica de
la sociedad moderna en la que estamos insertados, por otra parte proviene de nuestro
interior, de nuestro estado de abatimiento, depresión, miedo, angustia, inseguridad, vacío,
etcétera, lo que podemos llamar nuestro malestar interior emocional-espiritual.
3

Aquí la clave radica en lo que Iván Illich llama la proporcionalidad, es decir la


mesura, el tamaño y escala adecuado y siempre a la medida de nuestra humana condición de
seres metabólicos y pequeños (Illich 1977). Esto significa que nuestra vida, desde la más
pequeña actividad cotidiana, como dormir, lavarnos, orinar, tomar agua, respirar,
trasladarnos, hacer el amor, comer, abrigarnos, sentarnos, divertirnos, etcétera, se viva y se
realice en una escala y proporción humana. Nuestra escala humana implica, por ejemplo a
nivel bioenergético cierta cantidad de energía diaria (3,000 kilocalorías). Una vida llena de
deseos, de necesidades desproporcionadas genera un campo de vida y de consumo de
magnitudes insostenibles, en el sentido básico de que implica cantidades desproporcionadas
de energía, decenas de veces por encima de nuestra energía metabólica basal. Para satisfacer
este campo tenemos que “invertir” monumentales cantidades de dinero, material,
emociones, atención, energía, control, etcétera. La principal consecuencia psíquica y
personal de todo esto es nuestro desgaste y agotamiento emocional, nos encontramos
exhaustos y vacíos en nuestra emocionalidad, desconectados y ansiosos. Basta un pequeño
experimento para darnos cuenta: dejemos de “hacer” cosas durante digamos quince horas,
tal como ver la tele, leer, ir al trabajo, ir de compras, cuidar nuestra casa y sus miles de
adornos, hablar por celular y teléfono fijo, navegar por internet, escuchar nuestra música
favorita, etcétera. Nos veremos, tal como se ha observado en experiencias de eco-psicología,
con una enorme ansiedad y angustia, algo así como “perro enjaulado”. Esto es reflejo del
vació existencial y espiritual, de la desconexión con nuestra corporalidad esencial, con
nuestra alma y su cuidado esencial (Moore 1998, Boff 2002).
Los seres humanos nos hemos convertido en energúmenos, tal como niños
malcriados y berrinchudos, los cuales ya no podemos contender con nuestro ser en una vida
simple, o lo que en ecología profunda llamamos simplicidad voluntaria. Así mismo y
correspondientemente hemos perdido la capacidad de convivencia comunitaria. Esto
también es fácil de percibir: hagamos una reunión en nuestra casa, digamos que invitamos a
unos seis amigos con su hijos durante un fin de semana. Percibamos qué sucede, veremos
que a final del domingo estaremos deseosos de “estar solos”, de recuperar nuestra intimidad
y nuestro espacio de casa. En este momento podremos observar también el grado de nuestra
neurosis: cuánto necesitamos el “orden” de nuestros zapatos, de nuestros libros, de casi cada
cosa en nuestra casa. Al mismo tiempo la actividad de los huéspedes quizas será bastante
3

“des-proporcional y solidaria”, pues los “invitados” ya no sabemos respetar, ya no sabemos


cómo ir por la vida cotidiana sin estar dejando rastros azarosos de nuestro andar egocéntrico.
¡Por eso hemos inventado las paredes, las ventanas, pero sobre todo las puertas con
cerradura, que decir de los baños cerrados (WC o “water closet” en ingles), herramientas del
ego-centrismo moderno que nos aíslan de los demás para así satisfacer en el seno del
“confort” nuestras “necesidades”. ¡Somos el único animal que tiene vergüenza de su cuerpo!
De forma que por un lado, es en el seno de la comunidad donde ya los humanos
modernos no nos hallamos en paz, y es precisamente esta comunidad el espacio donde los
humanos han usado construir una vida sostenible, llena de sentido de pertenencia, de
compasión, de compartir, de comunicación, de diálogo, de tecnologías apropiadas y locales,
de espacio para la crianza, para la diversión, para el cultivo y la comida, para el trabajo
comunitario (tequio) que permitía satisfacer las necesidades básicas como la casa, la
cosecha, la energía, la protección, la política, el vestido, etcétera. Sin embargo este espacio
comunitario no existe más, vivimos cada uno en su casa, muchas veces a miles de
kilómetros de nuestros hermanos, padres, hijos, tíos, sobrinos, amigos, abuelos y primos.
Sólo nos reunimos con la familia unas cuantas veces al año, en el mejor de los casos. Al
mismo tiempo la única instancia familiar que mantenemos durante algún tiempo es la
familia nuclear. Y esto es un decir, pues el porcentaje de matrimonios que duran más de 10
años es bajísimo actualmente. Los hijos nos “aguantan” y nosotros a ellos a lo más durante
veinte años. Finalmente los amigos, tal como pusimos el ejemplo anteriormente, son nuestra
más preciada compañía, pero en encuentros de sólo unas horas seguidas, a lo más…
Es evidente entonces que hemos perdido nuestra capacidad y sabiduría para la vida
comunitaria. Consecuentemente las condiciones de los que nosotros llamamos <Campo de
Crianza>, es decir el espacio que da forma a la vida sostenible se han resquebrajado y está
desapareciendo. Quizás si observamos las diferencias de vida entre países “desarrollados” y
“subdesarrollados” o entre las grandes ciudades y los campesinos e indígenas en nuestro
México, podemos afirmar que radica en que en los últimos aún pervive ese vivir
comunitariamente, ese ser comunal por encima del ser egocéntrico, esa capacidad de
compasión y tolerancia al desorden, a la intromisión, a la convivencia donde el estar
permanentemente en presencia del otro y no en dominio de “mis intereses y derechos”.
3

Y llegamos aquí al punto fundamental, al romperse y degradarse el espacio de vida


comunitaria, la vida en la tradición creativa, es decir el sentido conectado, sagrado y ritual,
el sentido mágico, de celebración, de simplicidad de la vida, se va resquebrajando, dejando
lugar a tan sólo una vida secular e individualista, es decir ausente de lo sagrado. Es en este
espacio de la intemperie y el desasosiego (Pessoa, Fernando 1999 - Libro del desasosiego.
Seix Barral Editorial) donde la intelectualización, el consumismo, el entretenimiento
comercial, la enfermedad fisiológica y mental, el odio y la xenofobia, la angustia y las
adicciones, la depresión y la ira, es decir todas esas manifestaciones de la Crisis Planetaria
Humana, se manifiestan cada día más con mayor intensidad.
El espacio comunitario es el espacio donde se crea y re-crea la fuerza, la coherencia,
los saberes, la organización, la protección, etcétera, para poder recuperar la capacidad de
construir nuestro mundo en términos de los intereses de la Madre Tierra, de nuestros
descendientes en la séptima generación, de las plantas y animales, de nuestros viejos y
niños, de nuestros hermanos de bio-región, de nosotros mimos.
Sabemos que para cambiar las cosas no se requeriría de una revolución, ni siquiera
de tomar el poder político-militar, sencillamente bastaría decir ¡no! a todo lo que
consideramos que no corresponde a nuestro estar sagrado y sostenible en nuestro lugar:
¡No voy a trabajar para un patrón,
no quiero ver ni tener televisión,
no quiero comprar alimentos producidos fuera de mi comunidad,
no quiero tener automóvil,
no quiero entregar la educación a una institución ajena a mi comunidad,
no quiero supermercados,
no queremos políticos de carrera que nos usen y manden,
no quiero tener que divertirme con arte comercializado y que no sea en vivo,
no quiero espacios habitacionales y objetos en tal cantidad que me conviertan en su
esclavo de trabajo para mantenerlos!,
etcétera,
etcétera…
3

Por supuesto que para llegar a este lugar requerimos básicamente de dos procesos de
gran complejidad:
i) Reconstruir las prácticas y saberes de la tradición, es decir de la vida en lo
sagrado donde esta forma de ser y vivir resultan los “grandes pendientes”
que la humanidad creó durante al menos los 5,000 años anteriores
(machismo, feminismo, violencia, dominación, desatención, etcétera).
ii) Emprender el proceso de re-comunalización, lo cual implica en primera
instancia la sanación holística (ver más abajo) de las personas y de las
comunidades en formación.
Sin embargo estos procesos requieren de profundos y sensitivos conocimientos que
es necesario despertar en el seno de cada persona y cada comunidad en formación. No
pueden venir desde “especialistas”, instituciones de asistencia, del gobierno, de un dios
externo o de chamanes, sacerdotes o líderes intelectuales. Requieren por lo tanto, del
despertar de la inteligencia intuitiva personal-comunitaria que surge como parte de un
proceso de sanación personal y comunitario (Vargas Madrazo 2007). El tránsito hacia estos
saberes y prácticas auto-gestivas de sanación comunitaria, marca una diferencia y una
ampliación respecto a lo que la modernidad ha creado como los procesos de terapia personal
en un esquema profesional-comercial, es decir la aplicación por parte de un profesional de
terapias diseñadas por intelectuales para la cura de patologías en el seno de un
individualismo y fragmentación humana. Estas condiciones de aislamiento del individuo, de
la ruptura del espacio, de los saberes y las condiciones de la comunidad sagrada, son por lo
tanto los escenarios para la neurosis y la patología del individualismo moderno. Y estos
contextos y procesos no son tocados ni re-construidos en el proceso terapéutico
convencional, por lo que llevarán más tarde a la aparición de otras patologías de la
modernidad.
Así este círculo de la enfermedad-terapia individual exige más y más recursos
económicos, materiales y emocionales, y por lo tanto una nueva y más profunda re-inserción
de la persona y la sociedad en la trama del capitalismo y la modernidad, re-inserción que
generará un nuevo y más profundo ciclo de patología.
Evidentemente que en este proceso de cura no se está trabajando en “la crisis como
oportunidad” para crear nuevos mundos. Por otra parte y desafortunadamente, la gran
3

mayoría de este auge explosivo de terapias “new age”, chamánicas y alternativas abrevan sin
percibirlo de la misma lógica del consumo de aspirinas y por lo tanto de la sociedad
industrial e insostenible que la modernidad globalizadota del capitalismo está creando.
Esta práctica de lo que llamamos Re-Comunalización desde la Sanación es una
praxis que se ha estado gestando dentro de la experiencia alternativa y revolucionara de
personas y comunidades. Estos seres humanos abrevan en sus raíces de comunidades que
rechazaron la entrada de la modernidad a sus espacios en países como Italia, Francia y
Alemania, de los Luddites en Inglaterra, de los anarquistas en Europa y Estados Unidos en
los siglos XVIII y XIX, así como de todos los movimientos contraculturales y alter-
mundistas que en los siglos XX y XXI se han estado gestando. Así mismo, esta profunda
reflexión y praxis acerca de cómo co-crear las condiciones revolucionarias para la sanación
de las personas, de la comunidad y por lo tanto para la creación de formas de vida
sostenibles, se ha gestado en las personas “simples” que han sufrido la catástrofe de la
urbanización, de los pueblos aborígenes “modernizados” y vueltos proletariado inmigrante
de las maquiladoras, en los terapeutas, artistas, científicos e intelectuales alternativos que
han rechazado el control hegemónico, en los luchadores sociales comprometidos con la
comunidad, en los religiosos que lidian por una espiritualidad desde cada persona y lejos del
control de la mafias eclesiásticas, en los líderes populares que siguen fieles a sus
movimientos y comunidades, en las mujeres madres solteras que crían a sus hijos y
mantienen los saberes y tradiciones femeninos y humanos, en los chicos de “la banda”,
jóvenes que forman comunidades alternativas y que se niegan a ser licenciados, contadores o
cajeros en un banco transnacional, en los inmigrantes que cultivan la tradición de su lengua,
de sus danzas, de su comida y que crean una nueva cultura híbrida llena de sentido humano
y sagrado, en los curanderos, en los campesinos, en los chamanes que conservan y rescatan
los saberes ancestrales y tradicionales, etcétera, etcétera.
Todo este hacer no implica volver a un pasado ideal, sino la re-construcción de un
presente y futuro en retro-progresión, es decir mirar y experienciar el pasado, la tradición
(retro) para desplegarse y progresar hacia un futuro posible y sagrado (Paniker 2000). El
mensaje fundamental de toda esta creatividad se vive desde una necesidad de articular y
considerar las cuatro dimensiones del ser humano (físico, emocional, mental y espiritual) en
un proceso que llamamos Activismo Social-Espiritual, el que nos permite crear los espacios
4

comunitarios y las acciones donde aterrizar lo que las personas y las comunidades decidan
como sus prioridades, es decir los espacios para las formas de vida alternativas. Estamos
ante la disyuntiva de decir: “me repienso y me des-pienso, abro una pausa como una
oportunidad para dar el paso hacia un bien-estar sostenible y sagrado”. Es un mensaje en el
sentido de que es una oportunidad histórica, un espacio donde la humanidad de forma clara
y poderosa puede retomar el misticismo, la acción y la razón, la sensibilidad, la conciencia y
convertir esto en una opción que transforma la vida en nuestro planeta. Este activismo
social-espiritual es la esencia de la ecología profunda y sagrada.
Nuestra propuesta se encamina precisamente en este sentido: coadyuvar a la creación
de espacios de transformación y de apoderamiento personal, de re-comunalización o com-
marcación (espacios de convivencia y acción comunitaria), a través de poner en práctica
procesos de creatividad sagrada y de ritualización, los cuales se articulan con procesos de
creatividad comunitaria para la transformación social desde una ecología profunda. Esta
praxis transformadora nos posibilita construir de forma sostenible alternativas al desarrollo
capitalista. Esta opción se construye retomando y recreando particularmente la cosmogonía
de nuestros antiguos pueblos aborígenes de esta parte de la Tierra y estableciendo un
diálogo entre las diversas sabidurías de los pueblos milenarios, los saberes locales
tradicionales y la ciencia ecologizada y sacralizada.
Atestiguamos desde nuestra propia experiencia de comarcación y co-construcción de
alternativas al desarrollo, que estos espacios y praxis eco-poéticas-rituales permiten abordar
de forma creativa y exitosa, problemas centrales de la convivencia social, tales como el
poder, la feminidad-masculinidad, la generación de saberes locales, los conflictos, los
procesos de cambio, la creatividad, la violencia y la depresión, la salud-enfermedad,
etcétera.
El reencuentro con la experiencia de lo sagrado -lo cual se vive en los rituales no
secularizados-, en convertir cada acto de nuestra vida cotidiana en un acto ritual conectado
con la organización global y planetaria, es central en la generación de los procesos de
transformación y de re-comunalización. El contacto con lo sagrado nos permite trascender el
sentido de separatidad (aislamiento) y acceder a lo “numinoso”, es decir a la profundidad de
la experiencia vital, de la relación con la naturaleza, con nosotros mismos y con nuestro
entorno.
4

Es lo que nos permite reintegrar la dimensión espiritual del ser humano, al mismo
tiempo que nos lleva a reajustarnos a los patrones de la naturaleza y restituir el ritmo hacia
nosotros mismos, hacia el entorno y hacia el cosmos, y de esta manera re-crear un pulso y
un ritmo comunitario, hacia un mundo posible: la utopía holística y sagrada de una
Transformación Social Espiritual.
Es quizás aquí un momento para agrupar algunos de los elementos que hemos
planteado en este texto. El punto de partida es la crisis como oportunidad que se está
presentando en este momento histórico a la humanidad y a cada persona a través de la Crisis
Planetaria Terminal. Esta crisis es percibida por cada uno de nosotros y no requiere de ser
sancionada y avalada por “expertos y políticos”. Pero para recibirla y entenderla requerimos
de detenernos y de hacernos preguntas y realizar una mirada profunda, experienciar nuevas
formas de vivir y percibir. Esto requiere de un tránsito de des-estructuración de creencias,
ideas y hábitos que realizamos mecánica e inconscientemente. Requiere de prácticas donde
nuestra vida comience a “ecologizarse”, es decir conectarse con la complejidad y sutileza
del mundo, de sus relaciones y patrones profundos y sagrados. Llamamos a esto “proceso
de auto-sanación salud-enfermedad”. Pero tal como hemos visto esto no significa tan sólo
entrar en las dinámicas individualistas de la terapia convencional o alternativa. Necesitamos
“ecologizar”, es decir conectar nuestra problemática y patología con el entorno y con lo que
estamos haciendo a la ecología interior y exterior. Podemos darnos cuenta que esto no tiene
sentido en un contexto aislado y egocéntrico, sino que requiere de campos de crianza
comunitarios. Desde este espacio de apoderamiento personal y comunitario, la conciencia y
la voluntad sagrada pueden iniciar el delicado y complejo proceso de regreso a nuestro lugar
proporcional como hijos de la Madre Tierra. El crecimiento y consolidación personal y
comunitaria, así como la dirección de esta transformación que cada persona y colectivo
llevaremos, será una decisión co-construida, local y proporcionalmente por cada comunidad.
4

6.3 La eco-feminidad y el antropocentrismo

La esencia de esta actitud y este vivir des-proporcionalizado proviene de un ser humano


segmentado de su cuerpo, de una sociedad dominada por patriarcas que violentan a sus
propios cuerpos, a las mujeres, a los niños, a los viejos y en general a natura.
A finales de los años setenta, pero sobre todo en los años ochenta, surge el eco-
feminismo, que viene a sinergizar y a potenciar de una manera fabulosa la ecología
profunda, porque le da lo que le falta, pues el problema profundo es el de un
antropocentrismo, sin embargo las ecofeministas dicen, sí y no. Es un problema no de
antropocentrismo es también y sobre todo de androcentrismo. Ha sido la construcción de
una sociedad patriarcal que surgió hace cinco mil años. Se han realizado investigaciones y
hay diversas evidencias que muestran que de cinco mil años para atrás no hay guerra,
violencia sistemática, secularización y separaciones de los saberes, ni tampoco la existencia
de sacerdotes como los conocemos (Eisler 2000). Por esas fechas es cuando se “eliminan”
las diosas madres de la fecundidad, las diosas sagradas del placer, una visión lúdica y
hedonista en lo sagrado, un monismo con la naturaleza. Desde esta experiencia se hace una
ruptura hacia los grandes dioses guerreros, dominadores, y es ahí donde surge el problema
central del ser humano: el androcentrismo, el imperio de la razón, el olvido del cuerpo, de la
intuición, de la ternura y de la conexión con la totalidad.
Para el movimiento de la eco-feminidad el discurso de las ciencias sociales ha sido
desde hace 250 años el de pensar la sociedad desde la perspectiva occidental y patriarcal.
Aún la corriente crítica, el marxismo y el posmodernismo, sólo atinan a generar
planteamientos acerca de cambiar el sistema de poder político-económico y los procesos
socio-culturales en el marco de un ser humano concebido bajo la esfera del materialismo y
el racionalismo, bajo una lógica de instituciones concebidas y vividas bajo las nociones de
vida moderna y secularizada. Estos cambios se proponen sin mirar la dimensión físico-
mental/emocional-espiritual del ser humano, su esencia articulativa y la múltiple co-
determinación compleja de todos sus niveles de organización.
Consecuentemente, la economía ecológica y la ecología política nos plantean
reformar la sociedad moderna mediante una nueva racionalidad ecológica para generar
procesos de industrialización y desarrollo que sean supuestamente sostenibles. Esperan así
que sin reconocer y transformar el divorcio brutal que existe entre ser humano y natura, sin
4

abordar el androcentrismo que coloniza a las mujeres, a nuestro propio cuerpo y a la


naturaleza, el ser humano y sus instituciones, cambiará la humanidad hacia un desarrollo
sostenible. Y es que como propone Humberto Maturana, las ideas y lo racional en general
no son ámbitos que existen por sí mismos, sino que son espacios de acuerdos cognitivos en
donde el conocimiento racional es incapaz de contender y convivir con la complejidad. Son
intentos por generar certezas, modelos y explicaciones causales atrapados en
representaciones acartonadas que sólo consiguen crear más confusión y ansiedad
epistémica11.
Tanto las cosmogonías tradicionales como las ciencias cognitivas nos muestran que
el conocimiento y en general el vivir carecen de sentido alguno fuera del cuerpo y su co-
determinación por el entorno (Dycthwald, 1986, Damasio, 1999). Es decir, ningún saber,
ninguna percepción es un “reflejo” neutro y ajeno al cuerpo. Más aún, la conciencia y la
acción de nuestro ser humano ES y vive en y por el “SerCuerpo”, lo que percibimos es en
su mayor parte la construcción de nuestro SerCuerpo, el cual además en su acto de conocer
se auto-organiza/construye permanentemente y al mismo tiempo co-construye
constantemente el mundo que percibe.
Todas estas nociones están en contradicción con las concepciones ortodoxas de las
ciencias sociales, las cuales asumen a priori la existencia de un “mundo objetivo allá
afuera” y consecuentemente de una percepción igualmente en relación a este universo
“común y determinado”. El ser humano y social que surge de esta cosmovisión materialista
y determinista es inexorablemente incapaz de incluir y articular algunos de los aspectos
centrales de la naturaleza física-mental/emocional-espiritual del ser humano.
Es por esto que si en verdad queremos superar la crisis social y ecológico-planetaria,
debemos trascender las visiones y nuestra corporalidad y accionar cotidiano patriarcal y
reduccionista. Ahora sabemos que ante la gravedad de la crisis humana y planetaria es
fundamental replantearnos nuestras preguntas, nuestra forma de actuar, investigar y en
general el conocimiento racional. Las raíces de la crisis del racionalismo y del mecanicismo
no son superficiales, implican profundas deformaciones de nuestra relación dualista con el
mundo, lo cual genera dominación y expoliación hacia las otras personas y hacia la
naturaleza.
11
Aquí la noción epistémico se refiere a la forma como conocemos, como construimos nuestras ideas, nuestras
nociones y concepciones sobre el mundo, cómo funciona este y cómo abordar nuestro lugar en la vida.
4

6.4 El inicio hacia un camino alternativo accesible, real y amoroso


Si a partir de la reflexión sutil y profunda cada uno de nosotros tomamos el camino
de la búsqueda de alternativas de vida, entonces la visión y las preguntas se irán abriendo y
la opciones comenzarán a hacerse palpables y reales a nuestra experiencia cotidiana. Pero
¿cómo?
Hemos hablado de la dimensión ecológica holística de lo humano, de los seres
humanos. En su implicación más trascendente esto nos ha llevado a revalorizar a la persona-
en-comunidad como el espacio de crianza y de la posibilidad de una transformación y un
enriquecimiento real de nuestras vidas hacia lo sagrado y la sosteniblidad real: transformar
nuestras vidas de forma que el compromiso con la séptima generación pueda ejercerse en
acciones operativas y concretas.
Así mismo, hemos reflexionado acerca de cómo este regreso a nuestro hogar, a la
comunidad, a la comarca, requiere de un profundo proceso de sanación personal y
comunitario, un proceso de sanación no fraccionado y ego-centrista, sino una
transformación desde la auto-responsabilidad hacia “mi crisis”. Esta acción implica una
ecologización de mi “crisis-patología”, llevando esta crisis-patología a sus causas complejas
conectadas con el desmembramiento de mi ser-en-comunidad y en la Crisis Planetaria
Terminal.
Estos procesos de sanación holística y ecologizada se están comenzando a dar en casi
cada rincón de nuestro planeta a través de terapias, comunidades y proceso sociales
alternativos. Son evidentes cuando abrimos los oídos, los ojos, la piel, el entendimiento, las
ideas, la intuición y sobre todo nuestro SerCuerpo, es decir la integralidad de nuestro ser
humano en su dimensión articulada y holística física-emocional-mental-espiritual. De forma
más articulada se están abriendo estos procesos de transformación a través de talleres de
ecología profunda, del movimiento bio-regional, de comunidades de vida intencional, del
movimiento de economía solidaria y local, etcétera, etcétera. También se gestan a través de
talleres de eco-pedagogía, de encuentros y actividades cotidianas de los grupos de tradición
4

y saberes ancestrales social y ecológicamente comprometidos, de círculos de comunidades


de aprendizaje, de círculos de sanción personal y planetaria, de procesos de chamanismo
ecológico, etcétera, etcétera.
No nos cansaremos de vivirlo y compartirlo, el cambio proviene de detenerse, de
cambiar la mirada y hacerse nuevas y sentidas preguntas, de abrir la percepción y
nuestro cuerpo hacia lo que está sucediendo más allá de las instituciones oficiales y
ortodoxas tales como la escuela, el hospital, la comunicación comercial, el comercio
globalizado, el entretenimiento enajenante, el trabajo asalariado, etcétera.
El comenzar a unirse en “Círculos de Diálogo y Conversaciones”
(www.comunidadesdeaprendizaje.net/) es, desde nuestro punto de vista la vía más natural,
concreta, amable, amorosa, incluyente, pausada y creativa que se está dando dentro de este
gran movimiento de Cambio Social Espiritual. Esto implica de hecho el inicio con estas
experiencias de lo que llamamos Comunidades de Aprendizaje. A partir de estos círculos
se comienza a desde la práctica el prejuicio de que no poseemos conocimiento propio y
pertinente, de que las opciones son las que nos brindan las instituciones, de que “no se puede
hacer nada” pues la globalización y el sistema de la modernidad es una fuerza y una inercia
que nos se puede enfrentar.
A continuación presentamos ejemplos de algunas de las miles y millones de
experiencias que se están gestando y realizando en todo el mundo. En los subsiguientes
números de esta serie sobre ecología profunda y sagrada, publicaremos revisiones sobre las
experiencias alternativas en las distintas áreas del vivir humano. El abrirse a conocer y
aprender de estas experiencias alternativas no significa que mañana abandonaremos todo
para transformar todo de una sola vez. Significa comenzar a tomar conciencia desde el
SerCuerpo de las distintas esferas de la Crisis Planetaria Terminal, de cómo muchas
personas han estado tomando pasos firmes para sanarse, retomar su poder personal y
comunitario desde los sagrado y sostenible. Esto significa una reconexión de nuestros
procesos de cambio hacia una ecologización, desde nuestra problemática personal y
vinculándonos hacia espacios comunitarios de reflexión y aprendizaje, es decir de re-
comunalización. De esta forma es que podemos comenzar a percibir los pequeños cambios
que en nuestra conciencia, en nuestros pequeños actos cotidianos, y por lo tanto en nuestro
hacer podemos comenzar a dar.
4

A partir de dar inicio a este camino, las opciones, las oportunidades, los saberes, el
soporte y la fuerza comunitaria, todo esto comienza a construir opciones cada vez más reales
para una transformación profunda y sagrada hacia un mundo posible, hacia el reencuentro
con nuestra Madre Tierra: Tonantzin Tlalli.

6.5 Las ecoaldeas


Hay en este momento ya muchas personas y colectivos que están trabajando para conseguir
esos cambios culturales-espirituales, ese nuevo desarrollo de los ecosistemas humanos. Por
ejemplo hay colectivos llamados ecoaldeas, ecovillas o comunidades intencionales, las
cuales están conformadas por personas que, frente al deterioro de la calidad de vida propio
de las grandes ciudades y la destrucción del medio ambiente que éste desgraciadamente ha
implicado, deciden habitar un espacio que se caracteriza por ser ecológico-comunitario, de
rasgos holísticos y tradicionales, donde las actividades humanas están integradas al mundo
natural de manera no dañina, de tal forma que apoyan un desarrollo humano saludable, y
que pueda continuar indefinidamente en el futuro. Son espacios donde las comunidades
proponen un nuevo tipo de relaciones cooperativas, en que se contemplan las funciones de
una vida normal, tales como vivienda, alimento, materiales, relaciones emocionales, el
poder, descanso y vida social en una escala que intenta deliberadamente respetar un alto
compromiso de sostenibilidad. En lugar del acostumbrado fin de dominar la naturaleza, se
busca un encuentro con ella, una praxis social y comunitaria comprometida, que permita un
desarrollo saludable y sagrado del ser humano y de la tierra donde vive, lo que implica un
crecimiento integral y equilibrado en los planos físico, mental, emocional y espiritual.
A pesar de que para muchos esto puede parecer un sueño, se trata de una realidad
que con trabajo y mucha paciencia se está llevando a cabo a escala planetaria, a través de
una red mundial integrada por medio centenares y miles de aldeas ecológicas en el mundo
(http://es.geocities.com/rie_ecoaldeas/, http://www.gen.org/).
Todos podemos participar de forma madura, solidaria y activa en este proceso de
cambio. Comenzando por crear redes de grupos en nuestro barrio, en el pueblo, en el trabajo
4

o la escuela, colectivos que trabajen por el cambio de los sistemas humanos y empezar a
realizar cambios reales que están a nuestro alcance. Como ya dijimos esto requiere de
proceso de re-aprendizaje a través de comunidades de aprendizaje. Esto nos permite
reaprender a dirigirnos hacia otros porvenires menos agresivos y fatales. Estas comunidades
de transformación pueden articularse a aquellas comunidades de vida o eco-aldeas donde
existen personas con una basta experiencia de activismo social y de formas de vida
sostenibles. Estos colectivos normalmente forman parte de una extraordinaria red de
relaciones y recursos para la vida sostenible (http://es.geocities.com/rie_ecoaldeas/,
http://www.gen.org/).
La supervivencia exige revolucionar el devenir; para esto es necesario recobrar el
control de la velocidad de nuestros procesos, reducir la velocidad para evitar una explosión
por sobrecarga. La práctica real y cotidiana de este tipo de cambio se vive en la cotidianidad
en estas comunidades intencionales.
De esta manera tal vez podamos ver algún día al ser humano con una identidad,
alegría, seguridad, autonomía, responsabilidad, compromiso social y con una percepción
ecológica-cósmica. Quizás esto nos permita progresivamente recuperar nuestra
funcionalidad como especie en una armonía con el resto de seres vivos de nuestro planeta
azul Gaia, para que junto a los ríos, los mares y los bosques, la vida siga creciendo y
funcionando.

6.6 La Ecología Sagrada


En la perspectiva de la filosofía perenne es una especie de redundancia decir Ecosagrado
pero dada la partición que existe de lo humano, en su desmembramiento se va perdiendo
poco a poco el sentido profundo de lo sagrado, el sentido de lo ecológico.
La gente no sabe qué pensar cuando le dices sagrado, pero sin duda es una palabra
que toca algo de cada quien.
Pero para una persona que sí está insertada en lo sagrado, Ecosagrado sería una
redundancia. Eco es una concesión al ámbito de lo racional, al ámbito más creativo de lo
4

racional. Lo Eco es una representación sistémica y holística del universo, que no se


restringe, por eso no le llamamos ecología. Con esta palabra hay un mal entendido. Se
piensa que es una rama de la biología que se encarga de estudiar las relaciones entre los
seres vivos, los procesos biológicos de organización, pero tiene éste término una
connotación más universal, porque eco significa cada, relación y sistema. Además entender
a los procesos vivos a través únicamente de lo biológico es una cuestión de reducción, como
si el hecho de ser un ser biológico se significara solamente ante un nicho ecológico en tu
zona biogeográfica o en tu planeta. Es un ser también en el sistema solar, en la Vía Láctea,
en el cúmulo de galaxias, en el universo y más allá… como si eso no tuviera una
importancia.
Realmente lo que sucede es que con lo que hemos deconstruido también destruimos
estas interrelaciones. Por ejemplo, al destruir la astrología hemos destruido la posibilidad de
que se manifiesten estas relaciones.
Al haber roto lo sagrado hemos evitado que se expresen estas relaciones
cosmogónicas. Y hasta nuestros días lo que se considera son las relaciones puramente
materiales.

6.7 La Filosofía Perenne


Cuando hablamos de filosofía perenne nos referimos a esa sabiduría, a ese corpus que no
tiene una organización y una jerarquía como ocurre en el conocimiento racional. No se
limita, como en el caso de la filosofía occidental, a un corpus racional, el cual tiene que ver
con una construcción mental, sino la filosofía perenne es lo que va más allá y se expande por
todos los ámbitos. Por ejemplo, un campesino tiene tanta filosofía perenne como cualquier
otra persona. Incluso los sistemas filosóficos que se generan como producto de la
investigación campesina producen espacios de explicación, de interrelación con la
naturaleza que desde mi punto de vista son tan profundos como los que pudo haber
elaborado Spinoza o Kant o cualquiera de los filósofos occidentales. Así, esta perspectiva
cerradla diálogo de saberes no asumen que hay una filosofía de los seres humanos de,
digamos, hace 10 mil años, incluso de hace 20 o 30 mil años. Por el contrario la filosofía
4

perenne trabaja y se re-genera desde una apertura hacia la valides y pertinencia de cualquier
sistema de conocimiento basado en una profunda experiencia, es ahistórica. Esa es la
connotación que se le da a la filosofía perenne.
Sin embargo, actualmente el rico misticismo de la filosofía perenne está tendiendo
puentes, se está abriendo al diálogo con lo que nosotros llamamos la nueva ciencia de la
complejidad. Y este diálogo se está dando porque existe una necesidad, porque existe una
“conspiración” porque existe una crisis planetaria. Estamos ante un parteaguas, ante una
situación cósmica y planetaria que no aguanta más, en la cual el ser humano, y eso lo dicen
muchos místicos, está llegando a cerrar un ciclo que se inició con la salida del paraíso,
cuando el ser humano fue arrojado a la conciencia de su propia vida. En este momento el ser
humano arrastrando a toda la comunidad viva, está llegando a un punto crítico de necesidad
de recambio, en el cual su existencia está cuestionada de manera brutal, pues es muy
probable que sean 20 a 30 años los que queden de vida a miles de especies y ecosistemas, al
a vida de Gaia así como la conocemos.
Se vive una imperiosa necesidad de unir las tres dimensiones del ser humano en una
cosa que le llamamos activismo social-espiritual, que plantea lo que vamos a hacer con este
don de auto-observarse. Estamos ante la disyuntiva de decir: me re-pienso y me des-pienso,
inclusive, en esta unión o confluencia entre lo místico con lo científico que es una
oportunidad para dar el paso. Es decir, no queremos quedarnos nada más en la alegoría.
Decir: qué bonito que se están uniendo ciencia y magia, sino para nosotros esto es un
mensaje que nos esta diciendo que por primera vez en la historia de la humanidad podemos
tomar el misticismo, la acción y la razón, y convertir esto en una opción que transforma la
vida en nuestro planeta, esto es lo que llamamos activismo social-espiritual y que es la
esencia de la ecología profunda y sagrada.
Es nuestra convicción que el principal objetivo de la ecología profunda-sagrada no es
más que, como dice Arne Naess12 (1995), hacerse las preguntas profundas y actuar desde la
humildad. Así de simple. Y no caer en la trampa que desde nuestro punto vista es en la caen
varios autores de la ecología profunda, y que es el querer definirla, ponerle límites, y sacar
de su interior a quienes no congenian. Hacerse las preguntas profundas sobre cuál es la
esencia de esta crisis planetaria que vivimos. Esa es la diferencia de la ecología profunda
12
Filósofo noruego principal representante de esta filosofía y que utiliza en 1972 por primera vez el termino
ecología profunda
5

(Deep Ecology) respecto a lo que Arne Naess critica, cuando propone a la ecología profunda
en contraposición a lo que él le llama ecología suave (Soft Ecology), que es lo que se estaba
gestando en los años setentas con el informe del Círculo de Roma “Los límites al
Desarrollo”, que es una investigación que hicieron durante muchos años un grupo de
economistas que se les denominaba, precisamente, el Círculo de Roma, y que da el primer
toque de alarma de que esta visión que nos habían vendido, del mundo ad infinitum
expandiéndose, la revolución industrial inacabable, la colonización de los planetas, el
establecimiento de un capitalismo infinito, tipo guerra de las galaxias. Se plantea entonces
que eso es absurdo y que ya en ese entonces empezaban a agotarse esos preceptos, el
capitalismo y la sociedad moderna estaban llegando al límite. Pero ¿cual es la respuesta que
se empieza a esbozar?, bueno, pues vamos a cuidar los arbolitos, vamos a tratar que las
ciudades no crezcan tanto, vamos a ser un poco más racionales, y Arne Naess, dice que lo
que pasa es que esto que están planteando los economistas, los antropólogos, los sociólogos,
los políticos, pues es una respuesta soft a un gran problema. Y dice, lo que tiene que haber
es una deep ecology. El problema del ser humano, a diferencia de lo que planteaba Marx que
todo se debía a una forma de organización política de la modernidad, él dice que el
problema del ser humano es de cómo se percibe a sí mismo y cómo construye su relación
con la naturaleza y ese problema tiene cuando menos 2 mil o 2 mil 500 años y comenzó con
los griegos. No es un problema de volver racional a la sociedad moderna, es un problema de
reconstruir a esta sociedad y sus factores interiores (Naess, 1995).

6.8 El ecofeminismo
A finales de los años setenta, sobre todo en los años ochenta, surge el ecofeminismo, que
viene a sinergizar y a potenciar de una manera fabulosa la ecología profunda porque le da lo
que nosotros consideramos le falta, pues el problema profundo es el de un antropocentrismo
y las ecofeministas dicen, sí y no. El problema no es de antropocentrismo, es de
androcentrismo13, es la construcción de una sociedad patriarcal que surgió hace 5 mil años.
Se empiezan hacer investigaciones y existen algunas evidencias que muestran que de cinco

13
Enfoque unilateral que toma al varón / hombre como medida de todas las cosas.
5

mil años para atrás no hay guerra, violencia sistemática, secularización y separaciones de los
saberes, existencia de sacerdotes como los conocemos. Por esas fechas es cuando se cambia
de las diosas madres, de la fecundidad, las diosas sagradas del placer, una visión lúdica y
hedonista, un monismo con la naturaleza, a los grandes dioses (andromórficos) guerreros,
dominadores y es ahí donde surge el problema central del ser humano (Adams, 1996).
El otro gran componente de la ecología profunda es lo que se llama la ecojusticia que
es el componente más fuertemente social, pues como lo dice Leonardo Boff, el grito de la
tierra es también el grito de los pobres, es el grito de la dominación.
Se trata entonces de ponderar a las personas desde la comunidad, que es la esencia de la
ecología profunda, cuyo elemento fundamental es la recomunalización. Pienso en Ivan
Illich, que para nosotros es uno de los más grandes ecologistas profundos, porque lo que
dice es que si no construimos una sociedad convivencial, si no recuperamos el arte de la
proporcionalidad la pasaremos mal.
Otro de los hombres que influyó mucho en todo esto es Schumager que era uno de
los consultores más importantes del imperio británico para cuestiones de economía en Asia.
Estuvo en la India y estudio el budismo y luego regresó a Inglaterra en los sesentas y
escribió un libro famosísimo que se llama “Small is beatiful”(1973), “Lo pequeño es
hermoso”, en donde define una economía de dimensión humana, muy en el sentido de la
ecología profunda pero con el interés de qué hacer en la economía, en la tecnología, en la
salud…e Ivan Illich empieza a participar en los años noventa en esos foros, y ahí tiene una
acogida que nunca había tenido en ningún otro lugar. Porque Ivan Illich no quedaba en el
comunismo, pues él era un crítico feroz de las instituciones, la herramienta es un concepto
fundamental de su crítica, donde entra tanto el poder capitalista como el socialista. Tampoco
está dentro de la espiritualidad porque es un tipo muy comprometido con el qué hacer y a la
espiritualidad en ese momento no le interesa por lo menos al exterior. La intelectualidad o la
academia, peor, lo aborrecían, él tiene un libro que se llama “La sociedad descolarizada”,
habla lo que desde mi punto de vista yo defino como la investigación comunitaria, o sea…
no tenía quien lo entendiera.
5

6.9 La ciencia reconsiderada al servicio de la humanidad


Hay un autor suizo alemán que se llamó Rudolph Steiner, padre de la antropososofía y del
método Waldorf de educación, fue un gran estudioso y seguidor de las teorías de Goethe, el
gran recreador de lo que nosotros llamamos la ciencia sagrada, pues además de ser poeta y
literato era científico e investigó cuestiones del color, asuntos de anatomía, de botánica, etc.
Steiner tiene un libro que se llama “Goethe and sience”, “ciencia goethiana”, que nosotros
le llamamos ciencia en un sentido amplio y que la interpretación desde occidente son los
métodos de investigación de la filosofía perenne, de la sabiduría tradicional.
Es tan rica la complejidad, en términos de Edgar Morin, y que la filosofía perenne
diría, es tan rico lo sistémico, esa esencia sagrada que permea todos los sucesos que ocurren
en la naturaleza es tan vasta y persistente que aún en el marco de la observación empirista es
capaz de revelar ciertos atisbos de su carácter en la totalidad. Pero esa forma de abordar la
realidad es una forma que en términos de Grinberg es una forma que deconstruye la sinergia,
esta relación entre la lattice14 y la conciencia, colapsando la poliofonía de niveles de
expresión de la realidad hacia lo que reifica un aparato. El aparato, el dispositivo, como diría
Illich, la herramienta, que cosifica al objeto.
No vas a poder nunca capturar la totalidad con un aparato solamente; como diría
Krishnamurti, un recto actuar y un recto pensar son capaces de contender o más bien un
modo de sumergirse y reencantarse con la totalidad.
Por eso un gran deseo nuestro, un gran placer y sentimos que una gran necesidad, es
la de reconstruir la ciencia que es además es como siempre los chinos hicieron su ciencia, tal
como la hicieron los mayas.
La ecología profunda plantea el ámbito de la salud, de la ecopsicología, que va más
allá de la psicología transpersonal, existen muchas evidencias que han estado surgiendo de
investigaciones donde se ha mostrado una dimensión ecoplanetaria de la psique, del ser
emocional y psicológico.

14
El concepto de la lattice considera que la estructura fundamental del espacio es una red o matriz energética
hipercompleja de absoluta coherencia y total simetría. A esta red se le denomina lattice y se considera que en
su estado fundamental contribuye al espacio mismo omniabarcante y penetrado de todo lo conocido.
La lattice permanece totalmente invisible hasta que alguna de sus porciones (por cualquier causa)
altera su estado de coherencia. Una partícula elemental es precisamente una desorganización elemental de la
lattice en cualquiera de sus localizaciones. Cualquier átomo o compuesto químico es una particular
conformación estructural de la lattice con respecto a su estado fundamental de máxima coherencia.
5

Estamos convencidos de que es necesario reconstruir la dimensión trinitaria del ser


humano, una reconstrucción de lo que diría Illich el arte de la proporcionalidad.
Reproporcionarnos si, pero no sólo en lo referente a lo espiritual, sino también en lo
planetario, lo físico, lo mental. En el ámbito planetario emprendemos una ruta espiritual o
comunitaria o de crecimiento emocional y no nos damos cuenta que al agarrar el coche
estamos entrando en la misma dinámica, al ir al super o tomar el avión o sujetar la bolsita de
plástico y tirarla, lo que hacemos es reproducir la misma lógica planetaria, tenemos que
empezar a tomar conciencia y dar pasos.
Pero si queremos dar un paso de conciencia planetaria y seguimos tratando de
dominar emocionalmente a las personas, seguimos vacío, sin reconocer a nuestro niño
interior, seguimos separando las ideas de las emociones, seguimos dominando a la mujer, a
los hijos, odiando a el padre, a la madre, somos incapaces de llorar, de conectarnos con los
sentimientos de abandono, de soledad, sin trabajar interiormente, no podremos alcanzar lo
que enuncian esas palabras.
Si tampoco somos capaces de trabajar, de meter las manos en la tierra, de producir,
de recuperar nuestra capacidad artesanal, de reproducirnos materialmente, si no somos
capaces de darnos cuenta que estamos conectados en una matriz sagrada, que tenemos que
recuperar lo ritual, que cada acto que acometemos es un acto sagrado, proporcional y por lo
tanto estos términos no pasarán de ser palabras.
Los hombres modernos hacemos unas 20 0 30 mil acciones diarias, tenemos cientos
de objetos dentro de nuestra casa, es absolutamente desproporcional la vida cotidiana. Si
recuperamos el acto de tomarnos un te y la tasa elaborada por nosotros mismos y es una tasa
que tiene una forma inspirada en colores y en relación a otras formas, como la casa,
automáticamente reproporcionalizamos la acción, y eso nos vuelve ecológicos, porque
dejamos de ser, como dice Ivan Ilich, alguien de 20 mil watts, según sus cálculos, para ser
un ser de una tribu o una aldea, de 200 watts. No hay tierra que aguante seres de 20 mil
watts, lo que tenemos son a nuestros esclavos energéticos. Anteriormente eran los animales,
después los propios humanos, las máquinas y ahora la tierra completa es nuestro esclavo
energético.
5

Si no reconstruimos esa proporcionalidad que desde nuestro punto de vista es a


través de reconstruir lo sagrado, que cada acto se convierta en un acto sagrado y reúna
nuestro carácter trinitario, no podremos avanzar en lo que nos proponemos.

“¡La Naturaleza! Estamos rodeados y abrazados por ella: incapaces de separarnos de


ella, e incapaces de penetrar más allá de ella. Sin preguntas ni advertencia, nos arrebata
en su danza circular, y nos da vueltas hasta que estamos cansados y nos dejamos caer de
sus brazos”
Thomas Henry Huxley

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