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LITERATURA Y EL ARTE.
Cora Dukelsky
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Hauser (1961:14)
2
Hauser (1961:17)
representación de la realidad tienen su origen en un cierto aspecto de la verdad
determinado por los propios intereses y desfigurado por la perspectiva, y mientras la
sociedad siga dividida en clases, sólo será posible esta visión unilateral y perspectivista
de la verdad...3
...Todo arte está condicionado socialmente pero no todo en el arte es definible
socialmente. No lo es, sobre todo, la calidad artística, porque ésta no posee ningún
equivalente sociológico. Las mismas condiciones sociales pueden producir obras
valiosas y obras completamente desprovistas de valor... Lo más que puede hacer la
sociología es referir a su origen real los elementos ideológicos contenidos en una obra
de arte; pero si se trata de la calidad de una realización artística, lo decisivo es la
conformación y la relación recíproca de estos elementos. Los motivos ideológicos pueden
ser los mismos en las más diversas calidades artísticas, de igual manera que los
caracteres cualitativos pueden ser los mismos bajo el supuesto de las más diversas
ideologías...4
La sociología no nos ofrece, pues, ninguna respuesta al problema de la relación entre
calidad artística y popularidad, mientras que respecto al problema del origen de la obra
de arte a partir de la realidad material nos ofrece respuestas que no son totalmente
satisfactorias... Es posible ocupar sociológicamente una posición clave dentro de un
movimiento artístico y ser, sin embargo, un artista de segunda o tercera categoría. La
historia social del arte no sustituye ni desvirtúa la historia del arte, de igual manera que
tampoco esta puede sustituir ni desvirtuar aquélla. Ambas disciplinas parten de
diferentes hechos y valores...5
La complejidad de la obra de arte se expresa, no sólo en la multiplicidad de su vivencia,
sino también en el hecho de que se encuentra en el punto de intersección de toda una
serie de diversas motivaciones. La obra de arte está condicionada de tres maneras :
desde el punto de vista de la sociología, de la psicología y de la historia de los estilos....
Ahora bien, la historia de los estilos no anula la causalidad psicológica ni la causalidad
sociológica. Desde el punto de vista meramente formal de la historia de los estilos, no
será nunca posible explicar por qué una evolución artística determinada se ha detenido
en un momento concreto y ha experimentado una transformación estilística, en lugar de
proseguir y de continuar ampliándose; por qué, en una palabra, tuvo lugar un cambio en
aquel momento histórico. No hay ningún “punto culminante” de un desarrollo,
determinable de acuerdo con criterios internos; el cambio surge cuando una forma
estilística no puede expresar ya el espíritu de una época estructurado según leyes
psicológicas y sociológicas...6
... mientras que el lenguaje de la psicología y de la historia del arte no sólo está mucho
más desarrollado, sino que es mucho más adecuado a la vivencia artística. Frente a la
riqueza y a la sutilidad de las creaciones del arte, los conceptos con los que la sociología
trabaja resultan insuficientes y pobres... Categorías tales como las de cortesano,
burgués, capitalista, urbano, conservador, liberal, etc., no sólo son demasiado angostas
y esquemáticas, sino también demasiado rígidas para expresar la peculiaridad de una
obra artística... La Sociología se mueve aquí, desde un principio, dentro de límites fijos.
3
Hauser (1961:18-19)
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Hauser (1961:21)
5
Hauser (1961:23)
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Hauser (1961:27-28)
Ahora bien, ¿qué es lo que significa la existencia de estos límites? El hecho de que la
sociología sea incapaz de poner al descubierto el último secreto del arte de Rembrandt,
¿debe significar que hay que renunciar a aquello que la sociología puede llevar a cabo?
¿Que hay que renunciar a la explicación de las presuposiciones sociales de este arte y
con ello a la explicación de la peculiaridad estilística que lo separa del arte de los
pintores flamencos, como por ejemplo, de Rubens? ¿Que hay que renunciar al único
medio de poner en claro un problema en sí casi inexplicable, como es el del nacimiento
de dos direcciones artísticas diferentes, el barroco flamenco y el naturalismo holandés,
de una manera casi simultánea, en inmediata contigüidad geográfica, sobre la base de
tradiciones culturales iguales y de un pasado político análogo, y sólo precisamente bajo
condiciones económicas y sociales diversas? Por este medio, confesémoslo, no se
explican ni la grandeza de Rubens ni el secreto de Rembrandt. Ahora bien, si
prescindimos del hecho sociológico de que Rubens creó sus obras en una sociedad
aristocrático-cortesana y Rembrandt las suyas en un mundo burgués tendente a la
interioridad, ¿es que hay alguna otra explicación genética de la diferencia estilística
entre ambas creaciones artísticas?... como consecuencia de la dominación española, en
Flandes existe una corte suntuosa, una aristocracia representativa y una Iglesia amante
del fasto, nada de lo cual existe en la Holanda proba y protestante que resiste con éxito a
los españoles. Aquí existe, en cambio, un capitalismo burgués suficientemente liberal y
libre de consideraciones de prestigio, para permitir que sus artistas trabajen de acuerdo
con sus propias ideas y se mueran también de hambre a su propia manera. Rembrandt y
Rubens son únicos e incomparables, pero no lo son, en cambio su estilo ni su destino. Ni
los giros de su desarrollo artístico ni su historia personal se encuentran tan aislados, que
la diferencia de su arte sólo pueda explicarse apelando a las facultades personales y al
genio individual.
La sociología no se encuentra en posesión de la piedra filosofal, y ni hace milagros ni
resuelve todos los problemas...Aquellos que ven en la sociología sólo un medio para un
fin, sólo el camino para un conocimiento más perfecto, no tienen motivo para negar ni la
importancia de sus evidentes límites ni la significación de sus posibilidades todavía sin
realizar.7 29-33
Los retratos de los reyes acabaron por ser imágenes representativas; las características
individuales de los primeros tiempos desaparecen de ellos sin dejar apenas huella.
Finalmente, ya no existe diferencia alguna entre las frases impersonales de sus
inscripciones elogiosas y el estereotipismo de sus rasgos. Los textos autobiográficos y
autoencomiásticos que los reyes y los grandes señores hacen inscribir en sus estatuas y
las descripciones de los acontecimientos de su vida son, desde el primer momento de una
infinita monotonía; a pesar de la abundancia de monumentos conservados, en vano
buscaremos en ellos características individuales ni la expresión de una vida personal.
Para demostrar su teoría Hauser debió mencionar ejemplos de los retratos de los
faraones del Reino Medio, así como aparecen las referencias al Escriba o el Alcalde del
Pueblo. Las intensas vivencias de la confusión y el derrumbe de los principios básicos de
su existencia durante el Primer Periodo Intermedio se reflejaron en la manera de
representar a los reyes del Reino Medio. Se retomaron los modelos creados en el Reino
Antiguo, si bien en algunos casos se exageraron los símbolos de poder y autoridad para
afianzar la debilidad estructural del gobierno: estatua del templo funerario en Deir el
Bahari, de Mentuhotep II, (Museo de El Cairo) de penetrante mirada y piernas
gruesísimas, como para demostrar la sólida base sobre la cual estaba asentada su
autoridad.
El mismo énfasis en la voluminosidad de las piernas se encuentra en la estatua de
pie de Sesostris III en granito rojo, de Karnak (Museo de El Cairo). Esta escultura
contradice el concepto de la desaparición de las características individuales: el rostro del
faraón se nos muestra severo, despiadado, arrogante, casi despectivo desde su
superioridad manifiesta; absolutamente individual.
La esfinge de Amenemhat III, de granito negro, procedente de Tanis (Museo de
El Cairo) retoma una idea tradicional que combina el león y con la figura humana (ideas
de fuerza, ferocidad, supremo guardián, además de relacionarse con las ideas de
resurrección siempre caras a los egipcios).
El hecho de que las estatuas del Imperio sean más ricas en rasgos individuales que los
escritos biográficos del mismo período se explica, entre otras cosas, por la circunstancia
de que todavía poseen una función mágica, que recuerda el arte paleolítico, función que
falta en las obras literarias. En el retrato, el ka, esto es, el espíritu protector del muerto,
debía encontrar de nuevo, en su verdadera figura fiel a la realidad, el cuerpo en el que
antaño habitó. El naturalismo de los retratos tiene su explicación sobre todo en este
propósito mágico-religioso. Pero en el Imperio Medio, en el que el propósito
representativo de la obra tiene preferencia sobre su significación religiosa, los retratos
pierden su carácter mágico y con él también su carácter naturalista. El retrato de un rey
es sobre todo el monumento de un rey, y sólo en segundo lugar el retrato de un individuo.
Pues así como las inscripciones autobiográficas reflejan, en primer lugar, las formas
tradicionales que emplea un rey cuando habla de sí mismo, así también los retratos de
Imperio Medio dan principalmente la expresión ideal de cómo tiene que mostrarse un rey
de acuerdo con las convenciones cortesanas. Por su parte, también los ministros y
cortesanos se esfuerzan por aparecer tan solemnes, sosegados y comedidos como el rey.
Y así como las autobiografías solamente mencionan, de la vida de un súbdito fiel, lo que
hace referencia al rey, la luz que de su gracia cae sobre él, así también en las
representaciones plásticas todo gira, como en un sistema solar, en torno a la persona del
rey.
El formalismo del Imperio Medio apenas puede explicarse como etapa natural de una
evolución que se despliega de modo continuo desde el punto de partida; el hecho de que
el arte retroceda (!) al arcaísmo de las formas primitivas procedente del Neolítico, se
debe a razones externas que se explican no por la historia del arte, sino por la
sociología. Teniendo en cuenta las conquistas naturalistas de los primeros tiempos y la
habitual capacidad de los egipcios para la observación exacta y la reproducción fiel de
la naturaleza, debemos entrever en su desviación de la realidad un propósito
completamente determinado. En ninguna otra época de la historia del arte se ve tan
claramente como aquí que la elección entre naturalismo y arte abstracto es una cuestión
de intención y no de aptitud; de intención en el sentido de que el propósito del artista se
rige no sólo por consideraciones estéticas, y de que en el arte los propósitos deben estar
de acuerdo con lo que en la práctica se quiere hacer...
... Los egipcios renuncian al ilusionismo, que intenta mantener en las representaciones
plásticas la unidad y momentaneidad de la impresión visual. En interés de la claridad
renuncian a la perspectiva, a los escorzos y a las intersecciones, y convierten esta
renuncia en un rígido tabú, que es más fuerte que su deseo de ser fieles a la Naturaleza.
.. los egipcios debieron de tener el sentimiento de que todo ilusionismo, toda tendencia a
embaucar al contemplador contiene un elemento brutal y vulgar, y de que los medios del
arte abstracto, estilizado y estrictamente formal, son “más refinados” que los efectos
ilusionistas del naturalismo.
De todos los principios formales racionalistas del arte egipcio oriental, y especialmente
del arte egipcio, el principio de frontalidad es el predominante y el más característico.
Entendemos por “principio de frontalidad” aquella ley de la reproducción de la figura
humana descubierta por Julius Lange y Adolf Erman, según la cual la figura, en
cualquier posición, vuelve al observador toda la superficie torácica, de manera que el
talle se puede dividir con una línea vertical en dos mitades iguales. La posición axial,
que ofrece la vista más amplia del cuerpo, pretende manifiestamente atenerse a la
impresión más clara y sencilla posible, para prevenir todo error de comprensión, toda
equivocación, todo disfraz de los elementos plásticos. La explicación de la frontalidad
por una incapacidad inicial puede aceptarse relativamente; pero el mantenimiento tenaz
de esta técnica, incluso en períodos en los que semejante limitación involuntaria del
propósito artístico no puede aceptarse, exige otra explicación.
En la representación frontal de la figura humana la inclinación del talle hacia adelante
expresa una relación directa y definida con el observador. El arte paleolítico, que no
tiene conocimiento de la existencia del público, no conoce tampoco la frontalidad; su
naturalismo es sólo otra forma de su ignorancia del observador. El arte oriental antiguo,
por el contrario, se vuelve directamente al sujeto receptor; es un arte representativo, que
exige y adopta una actitud respetuosa. Su “volverse al observador” es un acto de
respeto, de cortesía, de etiqueta. Todo arte cortesano, que es un arte que procura fama y
alabanzas, contiene algo del principio de frontalidad, de dar frente al observador, a la
persona que ha encargado la obra, al señor que se debe agradar y servir.
... La responsabilidad social fue una de las preocupaciones del Reino Medio: el rey era
un pastor que apacentaba a sus ovejas, el funcionario tenía un deber positivo hacia la
viuda y el huérfano, en resumen, todo hombre ejercía derechos que le imponían deberes
hacia los demás. Aún las esculturas de la época tratan de destacar este carácter. Si antes
se trataba de representar la majestad y la fuerza, ahora se quiere que la escultura
muestre esta preocupación. Son bien conocidos los retratos de los faraones del Reino
Medio que los representan agobiados por las obligaciones.10
... Las obras que deben relacionarse con este grupo se distinguen por el rudo realismo,
casi puede decirse por la brutalidad de la factura, y por el cuidado puesto en la
semejanza, cosa que, al parecer, nunca había sido tan tenida en cuenta, aún durante el
Imperio Antiguo. En lugar de suavizar los rasgos del rostro, como hacían los artistas
menfitas, los escultores tebanos los acentuaban y trataban con magnífico vigor... La
máscara de Sesostris III inspiró particularmente a los artistas, quienes supieron
reproducir con un realismo conmovedor los ojos profundamente hundidos del rey, sus
pómulos salientes, su boca fuertemente arqueada y proyectada hacia adelante y
especialmente su expresión e desengaño y desdén. 11
... Sin embargo se produjo un cambio importante en el poder político del faraón desde la
IV dinastía. Los reyes de la XII dinastía estaban al frente de un Estado feudal en el que
no eran más que los primeros entre pares... En esas circunstancias, los primeros reyes de
la dinastía se aseguraron la ayuda de propagandistas para reforzar sus derechos al
trono ante sus rivales feudales, en la literatura contemporánea están representados como
poderosos soberanos así como dioses benefactores. Parecería que la destreza de los
escultores también se habría utilizado para servir los mismos fines de propaganda, así,
en la capilla local, la estatua del faraón, mediador entre el hombre y la divinidad,
expresaba una energía latente y desprendía una impresión de poder destinada a
intimidar a cuantos la contemplaran... con la estatuaria de Sesostris III es con la que el
retrato del faraón alcanza una nobleza imponente, expresada en el realismo del rostro,
que revelan los ojos de párpados gruesos, una boca severa, el mentón firme, así como las
arrugas y los pliegues del entrecejo y en las comisuras de la boca y en la nariz.12
... Los grandes gobernantes del Reino Medio emergieron a los ojos de sus súbditos como
dioses, no hay duda de ello, pero también como personalidades distintivas, seres
humanos solitarios. Es significativo que la alabanza de los reyes individuales se cantara
10
Wilson (1954: 148-149)
11
Drioton (1964: 223)
12
Aldred (1975: 212)
en himnos que enfatizaban su responsabilidad hacia sus súbditos. Esto hubiera sido
impensable en el Reino Antiguo...
... Veremos ahora cómo este cambio se expresó en las estatuas reales... los artistas del
Reino Medio exploraron las implicaciones humanas de la realeza con una profundidad
nunca alcanzada antes o después en el arte egipcio... en la estatua votiva del rey
Sesostris III (encontrada en Karnak, dinastía XII, c. 1845 a.C., granito rojo) el cuerpo
austero es tieso y sin embargo tan orgánicamente coherente que su inmovilidad parece
un acto de voluntad, y ese poder de la voluntad, de autocontrol, y control sobre los
demás es expresado en la asombrosamente apremiante expresión del rostro. Es un rostro
fuertemente humano, no esconde nada, sin embargo no revela nada en términos de mera
experiencia personal. Su fuerza y nobleza son las de un hombre dedicado que ha
aceptado el peso de una inmensa tarea.
... Las estatuas del sucesor de Sesostris III, Amenehmat III empiezan gradualmente a
introducir otra dirección: el misterio, lo pavoroso del poder real predomina sobre sus
cualidades humanas... La visión del artista del rey como un ser humano solitario se
desvanece y desaparece para siempre. 13
... Sobre el rostro del rey (Sesostris III) no se nota más la expresión juvenil de seguridad
despreocupada, ahora aparecen rasgos severos, graves, casi melancólicos. Se dejan ver
las señas dejadas por la edad (arrugas, bolsas bajo los ojos) y un cierto aire de
resignación y cansancio. No son más las imágenes de un rey divinizado, que gobierna
gracias a sus cualidades de hijo de los dioses pudiendo contar con una obediencia
incondicional, son las imágenes de un soberano que ha tenido tristes experiencias, que
tiene el grave fardo del poder y las responsabilidades que implican, en un ambiente cada
vez menos religioso y siempre más mundano, intentando compensar, con el recurso de
las cualidades humanas, la pérdida de la autoridad divina inherente a su persona. En
efecto, las obras literarias del período tratan, con imágenes conmovedoras, sobre el
destino humano del rey, que lucha en heroica soledad: confirman la interpretación de las
obras figurativas.14
BIBLIOGRAFÍA
ALDRED, C. y otros. (1975) Los faraones. Los tiempos de las pirámides. Madrid.
DRIOTON. E, VANDIER, J. (1964) Historia de Egipto. Buenos Aires.
FRANKFORT, WILSON Y JACOBSEN. (1954) El pensamiento prefilosófico. Egipto y
Mesopotamia. México.
GROENEWEGEN-FRANKFORT, H.A., ASHMOLE, B. (1975) Art of the Ancient
World. N.York.
HAUSER, A. (1961) Introducción a la Historia del Arte. Madrid.
HAUSER, A. (1969) Historia Social de la Literatura y el Arte. Madrid.
WESTENDORF,W. (1969) L’arte egizia. Milano.
13
Groenewegen (1975: 51-57) traducción de la autora.
14
Westendorf (1969: 90) traducción de la autora.