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Alumnos digitales, maestros ¿análogos?

Este título corresponde al artículo escrito por Fabián Meléndez


Valenzuela, alumno de UNID Gómez Palacio, que el periódico regional El Siglo
de Torreón publicó recientemente1; Fabián pertenece al grupo de jóvenes
escritores que el mencionado periódico conformó recientemente, dando
oportunidad a escritores noveles como él para que se inicien en el mundo del
periodismo.

Interesante conocer de primera mano el pensamiento de un alumno que


se encuentra en la fase terminal de su educación formal; tomando en cuenta
que próximamente pasará a integrar las filas de egresados profesionistas y
que, a diferencia de muchos de sus condiscípulos, se toma el tiempo de
analizar un factor determinante en su preparación profesional.

Si bien es cierto que la tendencia reciente es la formación en


competencias, es necesario entonces revisar la formación de quienes se
encargan de propiciar la adquisición de esas competencias en los alumnos
sujetos de la enseñanza.

Tradicionalmente se acepta que el responsable de los resultados


educativos es el alumno “que aprende lo que el maestro enseña”. Resulta esta
una visión reduccionista para un enfoque de educación por competencias;
hasta hace poco, al menos en nuestro país, el énfasis de la educación recaía
en el trabajo docente, dejando la responsabilidad de los resultados en el
alumno puesto que el docente había cumplido con impartir una clase magistral
que no admitía dudas en cuanto a la calidad de la misma.

A raíz de influencias internacionales de instituciones como UNESCO2, el

1
http://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/552171.html
2
http://www.unesco.org/es/education/dynamic-content-single-
view/news/international_conference_the_impact_of_ict_in_education_27_28_april_brazil/back/9195/cHa
sh/a81aeacfba/
Proyecto TUNNIG3; de organizaciones nacionales como Mexicanos Primero4,
El Acuerdo de Chapultepec5 y demás, surge la necesidad social de actualizar al
magisterio para que responda con eficiencia a los requerimientos que la
Sociedad del Conocimiento demanda.

Y es que, como en toda área del quehacer humano, corresponde a los


profesionistas de cada sector hacerse cargo de su labor: el médico de la salud;
el arquitecto de la construcción; el maestro de la enseñanza.

El médico aprende los contenidos educativos para que algún día se


desempeñe con acierto en su profesión; de la misma manera el maestro, y la
institución encargada socialmente para esa preparación es la Escuela Normal.

En México, al menos, tenemos un caso que es trascendente para los


resultados educativos: los currícula a que son sujetos los alumnos normalistas
contemplan someramente contenidos digitales, en el caso de la Licenciatura en
Matemáticas, contiene solo una propuesta de actividad pedagógica que
menciona lo siguiente:

Tecnología y Didáctica de la Matemática: Bloque I. Las tecnologías... ¡al


aula! BloqueII. El uso del video en el aula. Bloque III. El uso de la
calculadora en el aula.
Bloque IV. El uso del software en el aula. Bloque V. El uso de internet en
la educación matemática.6

Esta actividad didáctica se implementa para el octavo semestre de la


mencionada licenciatura; se le refiere como un tema, y además, no establece el
principio de transversalidad.

De manera que los maestros normalistas, encargados de impartir


enseñanza a los futuros ciudadanos, no tienen en su acervo las competencias
en cuanto a la aplicación de las Nuevas Tecnologías de la Información y
Comunicación (TIC’s) en su labor; desconocen, por lo que toca a su
preparación profesional, cómo integrar la tecnología en su quehacer docente.

3
http://tuning.unideusto.org/tuningal/images/stories/presentaciones/mexico_doc.pdf
4
http://www.mexicanosprimero.org/images/stories/mp_seccion_maestros/actualizate/com-rubricas-
docentes.pdf
5
http://www.pactodechapultepec.org.mx/acuerdo_nacional.pdf
6
http://normalista.ilce.edu.mx/normalista/r_n_plan_prog/secundaria/8semes/guia_matematicas.pdf
Un alumno regularmente transita por la enseñanza formal once años: la
educación básica, integrada por tres niveles obligatorios: preprimaria (dos años
hasta el ciclo 2010-2011); primaria con seis de permanencia; secundaria en
cualquiera de sus modalidades, tres años.

Hasta este punto de la educación básica y formal, el alumno ha sido


sujeto de la acción de profesionales en educación, sobre todo en la educación
impartida por el estado, y que es consagrada en el Artículo Tercero
Constitucional. Lo anterior indica que esos docentes deberían ser maestros
normalistas; conocedores de los rudimentos de la Pedagogía, especialistas en
la Didáctica, y el conocimiento y aplicación pertinente de las Teorías de la
Enseñanza y el Aprendizaje.

En lo que corresponde a la educación impartida por particulares, la


Secretaría de Educación Pública (SEP), para otorgar el Reconocimiento de
Validez Oficial de Estudios (RVOE) solicita el cumplimiento, entre otros, de lo
que el Artículo 21 de la Ley General de Educación menciona en su segundo
párrafo:

Para ejercer la docencia en instituciones establecidas por el Estado, por sus


organismos descentralizados y por los particulares con autorización o con reconocimiento
de validez oficial de estudios, los maestros deberán satisfacer los requisitos que, en su
caso, señalen las autoridades competentes. En el caso de los maestros de educación
indígena que no tengan licenciatura como nivel mínimo de formación, deberán participar en
los programas de capacitación que diseñe la autoridad educativa y certificar su bilingüismo
en la lengua indígena que corresponda y el español. 7

Como se puede apreciar, existe ambigüedad en la aplicación, dado que


la misma ley no aclara específicamente cuáles son los requisitos a cubrir en
cuanto a la preparación profesional docente, aún cuando esto resulte obvio:
deberían ser profesionistas en el área, normalistas.

Se habla constantemente de la brecha digital que requiere ser eliminada


para que todo país avance; la incorporación de las TIC’s en la educación
parecieran ser entonces la panacea que nos permita considerarnos un pueblo

7
http://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/pdf/137.pdf. cursivas del autor.
avanzado en diversos ámbitos; no obstante, habrá que considerar que las TIC’s
son un medio para lograr objetivos y no un fin en sí mismas.

A partir de la educación media superior los requerimientos en cuanto a


personal docente reportan un viraje sustancial, ya no es necesario ser maestro
normalista, se pide que sea profesionista en el área a impartir clase, deseable
que cuente con experiencia docente, y mejor aún, alguna nivelación
pedagógica.

La gran mayoría hemos sido testigos de la acción educativa del “profesor


experto en su campo, pero que no sabe explicar”.

Ahora, retomando lo escrito líneas antes, podemos contrastar que, un


profesor normalista no puede dar lo que no tiene, lo que no se le proporcionó
en su preparación. Los currícula normalistas en el país no contemplan a las
TIC’s, se limitan a cursos extracurriculares sin mayor peso, demeritando el
interés del alumno en su participación.

La brecha digital difícilmente podrá ser superada por quienes tienen la


encomienda social de generar cambios si no se les dota de las herramientas
necesarias para ello.

El tiempo que tarde en superarse dicha brecha lo determinarán las


políticas educativas en cuanto generen los cambios necesarios en los currícula
normalistas que posibiliten la integración formal de las TIC’s en los planes y
programas de estudio.

Qué paradoja, profesionales de la docencia sin expectativas de


actualización por la política de Estado que pide lo que no da; por otra parte,
profesionistas exitosos en sus respectivas áreas sin la preparación pedagógica
para saber transmitir el conocimiento que es la base de su diario acontecer.

Se dice que la ignorancia precede al miedo que a su vez paraliza, y es


que coincido con Fabián cuando menciona en su artículo, “Creo que la única
diferencia entre un alumno y un maestro para aprender una nueva herramienta,
es el miedo que les da explorar la misma”.

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