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LA GENERACIÓN DEL 98:

Este grupo de autores se caracterizan por una honda preocupación hacia los problemas del
país, por el tema de España. Se sienten enraizados en las tierras y la historia de España y
comprometidos con la renovación social, el afán de derribar los falsos valores tradicionales y de
encontrar otros que sirvan para modernizar el país.

1.-CONCEPTO DE GENERACIÓN:

Si nos atenemos a las características que pueden definir una generación, debe darse una
serie de condiciones para que un conjunto de personas pueda ser considerado generación:
1) No debe haber más de 15 años de diferencia entre el mayor y el más joven.
2) Formación intelectual semejante.
3) Debe haber un jefe o guía, que sea el líder de la generación.
4) Debe existir entre ellos relaciones o contactos personales (convivencias, tertulias,
actos comunes...).
5) Algún acontecimiento generacional que los aúne.
6) Debe existir rasgos comunes de estilo, que suelen ser opuestos a los de la
generación anterior.
* Veamos estas circunstancias en los hombres del 98:

- Nacen entre 1864 (Unamuno) y 1875 (Machado).


- Poseen una formación autodidacta. Casi todos llegan a la Universidad, aunque disienten de la
formación que allí se les ofrece.
- No es clara la existencia de un guía. Se suele considerar como tal a Unamuno. Hay gran
influencia de las ideas filosóficas de Nietzsche y Schopenhauer.
- Participan en algunos actos comunes: viaje a Toledo, visita a la tumba de Larra, homenaje a
Baroja por la publicación de Camino de perfección ...
- El acontecimiento que les une sería el desastre del 98. La guerra sirve como detonante de una
situación que, posiblemente se hubiese dado a conocer de todas formas. La guerra no creó la
generación, no hizo literatura. Sí consiguió que estos autores se decantaran, dentro del
movimiento estético general (el Modernismo), por su vertiente más sobria. El país no estaba
para retoricismos ni excesos.
- Son comunes el escepticismo y el pesimismo vital. Les preocupan los temas religiosos y
existenciales y, sobre todo, el tema de España: descubrir la esencia de lo español, la clave de sus
problemas. Y todo ello desde un punto de vista subjetivo. Su paisaje preferido será Castilla,
reflejo de las angustias y esperanzas individuales.
- Son rasgos comunes de estilo la admiración por Larra, Quevedo y Cervantes; la sobriedad y la
concisión, en oposición al retoricismo decimonónico. El estilo es el del Modernismo en su veta
más sobria, más concisa, dándose más importancia a la idea que a la expresión. También es
rasgo común en ellos la innovación en los géneros literarios: la nivola de Unamuno o los
intentos de renovación del teatro.

2.- NÓMINA:

Dentro del grupo del 98 debemos distinguir, en primer lugar al denominado Grupo de los
tres ( Azorín, Maeztu y Baroja), que, en 1901 publica un manifiesto conjunto, reaccionando
contra la realidad del país.
Unamuno, que gozaba ya de un gran prestigio como agitador de conciencias, recibió con
agrado aquel manifiesto y les prometió apoyo. De ahí que fuera considerado el “maestro de la
Generación”. Antonio Machado, algo más joven que estos escritores, se incorpora
posteriormente al grupo, a partir de sus Campos de Castilla.

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Ángel Ganivet no pudo entrar en contacto con ellos por su temprana muerte. Se suicidó
precisamente en 1898. Pero su Idearium español, en 1897, refleja exactamente las inquietudes
del 98; por ello, es considerado como el precursor de la generación.

Azorín había incluido en el grupo a Jacinto Benavente. En sus comienzos podemos


encontrar rasgos comunes con el 98, pero en su evolución posterior se aleja completamente de
ellos. Valle- Inclán se suele incluir con reservas.

Todos ellos adoptaban una actitud crítica ante la sociedad, defendían la necesidad
de cambios y adoptaban un compromiso social y político mediante distintas posturas estéticas e
ideológicas y distinta evolución personal, aunque en principio compartieron actitudes radicales
de inspiración socialista o anarquista. En todo caso, mantuvieron entre ellos una actitud
amistosa y cordial. Con el tiempo, derivaron en su mayoría hacia posiciones conservadoras,
excepto Antonio Machado y Valle-Inclán.

Ante la tumba de Larra

Venimos hoy a honrar, en su aniversario, la memoria de quien queremos como a un amigo


y veneramos como a un maestro.
Maestro de la presente juventud es Mariano José de Larra. Sincero, impetuoso y apasionado,
Larra trae antes que nadie al arte la impresión íntima de la vida, y con Larra antes que con nadie
Llega a la literatura el personalismo conmovedor y artístico (…)
Larra es el más libre, espontáneo y destructor espíritu contemporáneo (…) Y porque lo amamos,
y porque lo consideramos como a uno de nuestros progenitores literarios, venimos hoy, después de
sesenta y cuatro años de olvido, a celebrar su memoria. Celebrémosla, honrémosla, exaltémosla en
nuestros corazones. Mariano José de Larra fue un hombre y un artista: saludemos, amigos, desde
este misterio de la vida a quien partió sereno al misterio de la muerte.

AZORÍN, Discurso ante la tumba de Larra (1901)

3.- CARACTERÍSTICAS DEL 98

1)- El tema de España: Es uno de los temas más tratados por la Generación,
especialmente por Unamuno. Había una gran conciencia del problema de España, cuya
decadencia , miseria y pobreza espiritual les indignaba. Reaccionan ante él con un patriotismo
crítico. Reivindican cambios sociales y políticos, aunque de una forma pasiva: critican el
sistema de la Restauración, etc. Su preocupación por España los llevó a continuos viajes por sus
tierras y a una constante meditación sobre su historia y su presente. En estos viajes se mezcla el
dolor con el amor, la visión de la pobreza y el atraso del país, y, por otra parte, la exaltación
lírica de las costumbres y el paisaje. Defienden un nuevo mito: el de la antimercantil, austera y
espiritual Castilla, en la que ven la esencia de España y donde buscan antiguos valores que están
desapareciendo con el desarrollo de la sociedad burguesa y urbana. Ellos se sentían atraídos por
la austeridad castellana y por su capacidad para sugerir algo más de lo que captan los sentidos.

2)- Gusto por refugiarse en un pasado decadente: Se advierte esto en el motivo de la


ciudad muerta (en Europa, se representan ciudades como Brujas o Venecia). Las viejas ciudades
castellanas: Ávila, Segovia y Toledo son representativas de la Generación del 98 (Toledo es
escenario de dos novelas representativas: Camino de perfección de Pío Baroja y La voluntad de
Azorín. Estas ciudades, ancladas en el pasado y por las que el tiempo parecía no transcurrir,
manifiestan tanto la conciencia de decadencia como la fascinación de la idea de la muerte. (En
esto coinciden con los Modernistas).

3)- Conflictos religiosos y existenciales: rastreables en la filosofía vitalista y


existencialista europea contemporánea: Nietzche, Schopenhauer, Kierkegaard...

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La angustia existencial lleva a estos escritores a buscar lo trascendente más allá de lo aparente.
Esta búsqueda se manifiesta en un espiritualismo torturado, como Unamuno, o la identificación
de Dios con la Naturaleza o panteísmo, como muchos poemas de Juan Ramón Jiménez.
La crisis social, económica y científica que se produjo a finales del siglo XIX ha dado
lugar a estas filosofías nuevas que reniegan de la razón. Esta angustia vital que les caracteriza
los lleva a plantearse problemas religiosos. Baroja se declarará siempre ateo. Azorín y Maeztu,
desde un escepticismo y agnosticismo juvenil, pasarán a profesar en su madurez la fe católica.
En Unamuno asistimos a una lucha agónica, a una tragedia íntima: la lucha entre la razón y la
necesidad de la fe, entre la Nada y Dios.

4)- Ideario político muy avanzado:

En el grupo del 98 se pueden advertir dos posturas bien diferenciadas que se desarrollan
a lo largo de toda su existencia: Una primera etapa de juventud, luchadora y revolucionaria y
una segunda etapa, de madurez idealista. En su juventud, Unamuno fue afiliado del PSOE;
Maeztu y Azorín, anarquistas; Baroja tenía posturas ideológicas similares, pese a no militar
activamente. Valle-Inclán, carlista.
Unamuno será el primero en declarar su abandono de las preocupaciones económicas y
sociales para propugnar la necesidad de “modificar la mentalidad de nuestro pueblo”. Baroja,
Azorín y Maeztu irán llegando poco a poco a posturas conservadoras.
Con el paso de los años, la inutilidad práctica de sus esfuerzos y su integración social
atenúan ese radicalismo de juventud. Antonio Machado y Valle-Inclán seguirán evoluciones
inversas a los anteriores.

5)- Anhelo de europeización:

Este anhelo es compatible y casi consecuencia del amor a España. Es el deseo de asimilar
las nuevas formas de civilización y de progreso, que servirán para cambiar las costumbres y la
existencia de los españoles. Para ello, Joaquín Costa afirma que hay que cerrar con siete llaves
el sepulcro del Cid, mientras Azorín elogia los ferrocarriles y las formas de convivencia de los
europeos.
Pero estos afanes europeístas muy pronto se moderan y se combinan con una exaltación
de la tradición española. Unamuno resume esta postura eclécticamente en la frase: tenemos que
europeizarnos y chapuzarnos de pueblo. Y poco a poco se instaura en ellos una visión
espiritualista que valora más el mundo de las creencias que el progreso material, porque éste
deshumaniza a la España de siempre. Caricatura de esta vuelta al punto de vista conservador es
otra conocida expresión de Unamuno: Que inventen ellos… nosotros a lo nuestro.

4.- LOS REPRESENTANTES DE LA GENERACIÓN DEL 98:

4.1.- RAMIRO DE MAEZTU (1874-1936)

Nacido en Vitoria en 1874, hijo de padre vasco y madre inglesa, fue un hombre clave en
la formación y consolidación de la Generación del 98. Maeztu, Azorín y Baroja forman el
inicial “grupo de los tres”, al que pronto se uniría Unamuno.
Hombre de sólida cultura, su principal actividad literaria fue el periodismo. Un
periodismo de opinión, influyente y práctico, que inicia hacia 1897. Entre 1905 y 1919 fue
corresponsal en Londres, donde vivió varios años. Su estancia en Inglaterra le permitirá acceder
a unos ámbitos culturales que estuvieron vedados para otros miembros de su generación.
También estuvo como embajador en Argentina; antes, se había ido a Alemania, con 37
años de edad, a estudiar filosofía. El conocimiento de Kant y de Nietzsche influyó
decisivamente en su formación y en su pensamiento.

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Maeztu es autor de varios libros ensayísticos en los que mezcla consideraciones políticas,
sociológicas y literarias, como Hacia otra España (1899), obra de juventud, época en la que
defendía posiciones políticas próximas al socialismo y a la Generación del 98 y Don Quijote,
Don Juan y La Celestina (1926). Aquí Maeztu bucea en los personajes de nuestra literatura
para explicar la idiosincrasia española. Su estilo es sobrio, porque él otorgaba más importancia a
las ideas que a la forma de exponerlas, convencido de que una “literatura reducida a estilística
sería insoportable”.
Maeztu fue evolucionando hacia una ideología más conservadora que lo llevó a defender
la dictadura de Primo de Rivera, a exaltar la España imperial en Defensa de la Hispanidad
(1934) y a combatir la política de la Segunda República desde revistas y publicaciones
tradicionalistas. Fue fusilado por los republicanos en Madrid en 1936, al comienzo de la Guerra
Civil.
Sus escritos, si bien nos son útiles para situar una época, hoy han quedado anticuados y
han perdido interés, sobre todo por su estilo y por la perspectiva patriótica desde la que están
concebidos.

4.2.- MIGUEL DE UNAMUNO (1864-1936)

Personaje interesante por la profundidad filosófica de su obra, por su hondura religiosa y


por su originalidad literaria. Nació en Bilbao en 1864. Estudió Filosofía y Letras en Madrid, y
en 1884 regresó a Bilbao. En 1891 obtuvo la cátedra de Griego en la Universidad de Salamanca,
ciudad a la que quedó vinculado para siempre. Fue miembro del Partido Socialista Obrero
Español entre 1894 y 1897, año en el que sufrió una gran crisis religiosa que lo alejó del
socialismo y lo sumió en un continuo conflicto interior. Fue rector de la Universidad de
Salamanca y figura intelectual y social de primer orden en la España de la época.. Durante la
Primera Guerra Mundial tomó partido por los aliados. Su campaña a favor de éstos y su duras
críticas hacia la Monarquía le acarrearon su destitución como rector. Tras el golpe de estado de
Primo de Rivera, se opuso a la dictadura y fue desterrado en 1924 a Fuerteventura, desde donde
logró salir hacia Francia. Allí permaneció en el exilio hasta la caída del dictador. Regresó a
España en 1930 convertido en un héroe para los republicanos. No tardó en mostrarse crítico con
la República, y al estallar la Guerra Civil, se puso del lado de los militares sublevados en un
principio, aunque pronto le pareció un error y se enfrentó con el General Millán Astray en el
Paraninfo de la Universidad de Salamanca. Denunció el militarismo fascista (es famosa su frase:
“Venceréis, pero no convenceréis”). Todo esto hizo que sufriera un arresto domiciliario hasta su
muerte, el último día de 1936.
Su producción abarca los distintos géneros literarios: poesía, novela, ensayo, cuento,
artículo periodístico, teatro... En todos estos géneros se deja ver su preocupación filosófica. Se
inicia en el socialismo, pero lo abandona tras una crisis religiosa en 1897, adoptando una actitud
individualista ante la vida.
Hombre de personalidad compleja, lo que se transparentará en toda su obra.

4.2.1.- IDEOLOGÍA

Unamuno gustó siempre de la polémica. Defendió ardientemente sus ideas y combatió


vehementemente todo aquello que le parecía mal.
Toda su obra es una expresión de su personal lucha con la muerte. Repite los mismos
temas con diferentes enfoques: trágico, burlesco, angustiado... Algunos rasgos de su ideología
son:
-Antiprogresismo: valoración negativa del progreso y miedo a éste. Para él, la ciencia va
descubriendo nuevas realidades, y las acabará descubriendo todas, menos una, que es la que de
verdad interesa. Él llega a la conclusión de que “cuanto mejor sea la vida, más penoso nos será
el tener que dejarla” y de que “no vale la pena poner ahínco y esperanza en cosa perecedera”.
-Antitecnicismo: la técnica conduce a la despersonalización.
-Antirracionalismo: desaparece el optimismo inspirado por el racionalismo científico del
siglo XIX. Se comprueba la inutilidad de la razón para explicar los más importantes dilemas del

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ser humano: el sentido de su vida, el significado de su muerte... Para él, la duda es más fecunda
que la desesperación absoluta, ya que deja abierto un camino para la voluntad de creer. Es esa
DUDA lo que da tanta profundidad, fuerza y vigor a la obra de Unamuno.
-El sentimiento de la vida y el más allá: él mismo se definió como “hombre de
contradicción y pelea”, con luchas en su interior y luchas por sacudir las conciencias.
Su principal batalla se establece entre la fe-incredulidad y el problema de la personalidad. El
hombre desea SERLO TODO. A esas ansias de plenitud se opone la amenaza de la NADA, una
nada que se esconde tras la muerte.
¿Realmente hay algo tras la muerte? Esta pregunta queda siempre sin respuesta. Se desea
que haya algo, y aparece Dios: un Dios deseado, pero incierto, anhelado pero indemostrable. La
razón nos niega la esperanza, pero el corazón nos la impone desesperadamente. Unamuno
quiere creer, necesita creer: “Nadie ha logrado convencerme nunca de la existencia de Dios,
pero tampoco de su no existencia”.

OBRA

**LOS ENSAYOS DE UNAMUNO

El pensamiento de Unamuno tiene su cauce expresivo natural en el género del ensayo,


del que Unamuno fue uno de los principales cultivadores en la España de su tiempo, tanto en
múltiples artículos periodísticos como en los numerosos libros de ensayo que escribió. Tratan
todo tipo de problemas: el existencial, de índole metafísica, de carácter social, político,
filosófico o religioso. Su primer libro importante es un ensayo: En torno al casticismo
(1895)--- En él se analiza la decadencia española, considera necesario alejarse del casticismo y
tipismo españoles, que viene a ser un tradicionalismo paralizante. Pone de manifiesto la
importancia de la mística y del humanismo, que abrieron España a otras corrientes, aunque la
Contrarreforma ocasionara un importante atraso cultural y reclama acercarse a Europa. Él habla
aquí de intrahistoria, término entendido como la vida cotidiana de los hombres, más
importante que la historia de los hombres que tratan los libros y los periódicos, que sólo son una
parte de la verdadera historia.
Vida de don Quijote y Sancho (1905)--- En este ensayo se da un comentario muy personal
de la obra cervantina, donde se advierte el ansia de inmortalidad y el deseo de verdad. Es la
manifestación de una intensa espiritualidad en el ser humano que lo lleva a luchar contra los
intereses materiales. Es una muestra de la admiración que despertó esta obra entre los hombres
del 98.
Del sentimiento trágico de la vida (1913) y La agonía del cristianismo (1925)--- En
estos dos ensayos desarrolla ideas como que la razón niega la existencia de Dios y esto produce
en el hombre un agónico estado de desesperación. Este estado es el resultado de que el ser
humano se desenvuelve continuamente entre el escepticismo racional y el anhelo sentimental.
La religión no es, por tanto, una doctrina, sino una lucha para escapar al destino trágico de la
muerte. En estas ideas es visible la huella de Kierkegaard.
La primera de estas obras se centra en que el único problema vital de la humanidad es el
de su destino individual y personal, el de la inmortalidad del alma: la fe y el sentimiento la
garantiza, pero la razón la niega.
En La agonía del cristianismo, la palabra agonía viene empleada en su sentido
etimológico de lucha. Se expone el conflicto que vive un auténtico cristiano para instalar su vida
en las exigencias de la religión. También lamenta que la religión se haga racionalista y mate a la
mística, que es “sobre-racionalismo”.
Junto al Unamuno agónico, de actividad incansable, polémico, hay un Unamuno
contemplativo, que añora la paz absoluta, la contemplación de lo eterno. Próximo al idealismo
panteísta juanramoniano, identifica a veces su alma con la de la Naturaleza. Hay en él una
atracción por lo ahistórico, por lo que permanece siempre bajo la superficie de los hechos
históricos. Todo esto lo refleja en artículos sobre impresiones de sus viajes, donde la prosa tan
agitada a veces de Unamuno se vuelve mansa, con ritmos lentos, con palabras como “pureza”,

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“calma”, “sosiego”, “reposo”, “resignación”, “sabroso”, etc. Entre estos artículos destacan: Por
tierras de Portugal y España (1911) y Andanzas y visiones españolas (1922).

4.2.2.- LA NOVELA DE UNAMUNO

El interés de Unamuno por la novela es constante a lo largo de toda su vida. La novela fue
para él un medio para expresar su filosofía. No hay descripciones, escenografía, ni datos
circunstanciales de ningún tipo. Sólo interesa el NUDO del relato, se nos muestran las pasiones
humanas en toda su crudeza. El tiempo y el espacio externo suelen ser imprecisos, porque lo
que interesa es el tiempo vivido en la conciencia de los personajes. No obstante, sus relatos se
localizan en un tiempo y espacio externo concreto: la España provinciana de principios de siglo.
Como lo importante es la interioridad de los personajes, adquieren en la narración gran
relevancia el monólogo y el diálogo, para plasmar las inquietudes de los protagonistas. Ello da
un cierto aire dramático a las novelas de Unamuno.
Las novelas de Unamuno suponen una expresa ruptura con la novela realista. Unamuno
juega con las técnicas narrativas, con la estructura de los relatos y con la concepción de los
personajes, que pasan de ser entes de ficción a rebelarse contra su creador. Además, fue
costumbre de Unamuno exigir la participación del lector con prólogos, epílogos, etc., en los que
se proponen interpretaciones contradictorias o se polemiza sobre ciertos aspectos de las novelas,
con múltiples interrogantes que hace que sea para el lector un juego intelectual.
Sus novelas se parecen muy poco a las que se escribían en su época. Por eso, ciertos
críticos pusieron objeciones a su inclusión dentro del género novelesco. Unamuno las llamó
“nivolas”, nombre irónico con el que proclamaba su desprecio por la crítica miope y su
resistencia a cualquier tipo de encasillamiento.
Su lenguaje es vivo y apasionado, enfático, lleno de exclamaciones, interrogaciones
retóricas. El léxico es culto y sencillo, con utilización de la paradoja, de palabras en desuso pero
de gran valor expresivo. En su estilo hay también gran lirismo.
Paz en la guerra ( 1897): Su técnica todavía está próxima a la técnica realista. Está
centrada en la Guerra Carlista que tuvo lugar en la ciudad de Bilbao en 1874, que fue defendida
por los liberales. Esto lo vivió Unamuno siendo niño. Aquí Unamuno hace ver que detrás de la
historia se desliza siempre la “intrahistoria”, que no aparece nunca en los libros; es la historia
cotidiana que, aun teniendo como fondo la guerra, se desenvolvía en una paz que no era alterada
por el conflicto.
Amor y pedagogía (1902): Esta novela rompe con las formas de narración tradicionales y
se aproxima al ensayo. Trata de un matemático (Avito Carrascal) convencido de que con una
inteligente planificación biológica se puede mejorar la especie humana. Se propone así tener un
hijo que sea un genio. Pero las cosas no le salen como él había pensado y el hijo sale mediocre,
tímido y retraído. En esta novela su crítica va dirigida a satirizar al positivismo que trataba de
aplicar al hombre las leyes generales de la naturaleza y defiende que el ser humano escapa a
toda planificación.
-- Este año de 1902 supone una fecha significativa, porque en él se produce la
renovación de la novela española. Aparecen también en este año La voluntad de Azorín
y Camino de perfección de Baroja. Igualmente aparece la Sonata de otoño de Valle-
Inclán.
Niebla (1913): En ella el propio autor se convierte en personaje de ficción con quien se
encara el protagonista de la novela exigiéndole ser dueño de su futuro. El personaje escapa a su
destino de ente ficticio y se coloca al nivel de su autor real, desdibujándose de esta manera la
frontera entre realidad y ficción.
El protagonista, Augusto Pérez, se enamora de Eugenia, que posee una casa heredada de
sus padres sobre la que pesa una hipoteca. Eugenia rechaza a Augusto porque está enamorada
de otro, Mauricio, un hombre falso y desaprensivo.
Augusto, a pesar de todo, paga la hipoteca de la casa de Eugenia y le pide que se case con él.
Eugenia se lo promete, pero rompe su promesa y se escapa con Mauricio.

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Augusto, desesperado, piensa en el suicidio; pero antes decide ir a Salamanca a consultar con
don Miguel de Unamuno. Cuando habla con él se entera de que no es un ser real, sino un ente
de ficción que sólo tiene vida en la mente de su autor, y su autor decidirá que dejará de vivir esa
misma noche.
- La obra plantea cuestiones como el conflicto entre realidad y ficción; la posibilidad de
que los hombres seamos sueños de Dios; la fuerza de la pasión, que anula la razón y la
incomunicación entre las personas.
San Manuel Bueno, mártir (1930): Cuenta la historia de un cura de pueblo que ha
perdido la fe, pero que, aparentando tenerla, desarrolla una actividad vivísima para que sus
feligreses mantengan intactas sus creencias religiosas. Ante la disyuntiva entre una verdad
trágica y una mentira ilusoria, don Manuel, opta por el consuelo del buen obrar y de la ilusión
colectiva, en un clima de resignación.
Es una obra de madurez donde se expone el “sentimiento trágico de la vida cotidiana”.
Utiliza la técnica del “manuscrito encontrado”, con lo cual, da sensación de objetividad. Se
plantea de nuevo Unamuno el tema de la fe y de la inmortalidad del alma, así como la
meditación sobre el ser y el sentido de la vida.

Otras obras narrativas:

Abel Sánchez (1917): Trata el tema de la envidia y el cainismo o fratricidio.


La tía Tula (1921): Es un canto al sacrificio de la protagonista, Gertrudis (Tula), que
renuncia a una vida propia para cuidar a sus sobrinos.
Otros relatos de Unamuno fueron: Tres novelas ejemplares, Cómo se hace una novela
(mezcla de confesión íntima y ensayo), El espejo de la muerte (colección de veintiséis cuentos),
y otros relatos cortos como La novela de Don Sandalio, jugador de ajedrez, Un pobre rico o el
sentimiento trágico de la vida.
--- Como conclusión podemos decir que en sus novelas, Unamuno, además de su influencia
sobre la Generación del 98, adelantó temas y puntos de vista que luego alcanzarían su pleno
desarrollo a mediados de siglo con los pensadores europeos existencialistas: Hesse, Camus,
Sartre.

4.2.3.- LA POESÍA DE UNAMUNO

Después de Antonio Machado, Miguel de Unamuno es el poeta más importante de la


Generación del 98. De sus distintas facetas como escritor, la que Unamuno más apreció fue la
de poeta, pese a ser la menos conocida. Probablemente el lugar secundario de su poesía
obedezca a la muy tardía publicación de su primer libro de versos, a los cuarenta y dos años, si
bien desde su juventud la creación poética fue una actividad constante en su vida.
Para él la poesía es la más alta expresión del espíritu. Prefiere los poetas hondos y de
trascendencia filosófica. Por eso, su poesía es conceptual, densa de significado, volcada en lo
existencial, la metafísica y el misticismo. Su poesía es novedosa en algunos aspectos. Su ideal
poético es “pensar alto y sentir hondo”, donde los conceptos son más importantes que las
imágenes, contrariamente a la poesía simbolista y vanguardista.
Sus poetas preferidos españoles fueron clásicos y románticos: Fray Luis de León, San
Juan de la Cruz, Francisco de Quevedo, Bécquer. Ingleses como Shakespeare, Milton,
Coleridge. Italianos como Dante o Leopardi y estadounidenses como Whitman.
Unamuno en sus poemas huye de la sonoridad fácil, ya que cree que el sentimiento
poético ha de ser pensado. En ellos hay una sobriedad expresiva, un antirretoricismo. Utiliza el
verso libre junto con metros y estrofas tradicionales (sonetos, silvas, romances)
Los temas de su poesía son los mismos que los de su prosa: la angustia existencial, el
sentimiento religioso, la familia, la contemplación del paisaje, los problemas filosóficos, la
política, la añoranza de España ( en los poemas compuestos en el exilio). En el tema nacional y
de la política se refleja la inquietud de Unamuno ante la crisis que vivía España a raíz del
desastre del 98.

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4.2.4.- EL TEATRO DE UNAMUNO

Unamuno escribió también una decena de dramas, en los que son visibles sus habituales
preocupaciones: Dios, la vida y la muerte, la identidad personal, la religión, las reflexiones
filosóficas, etc. Su teatro es intelectual, próximo al ensayo, que no alcanza el éxito comercial ni
tampoco lo busca. Al principio está influido por la estética simbolista, pero después se aproxima
a la tragedia griega. Tiende a la simplificación dramática, reduciendo al mínimo la intriga, los
personajes y la ornamentación escénica. Lleva al espectador o lector la vida interior de los
personajes. Sus obras teatrales exigen al lector que participe en los problemas que se le
plantean. Este teatro intelectual y filosófico se aparta mucho del teatro poético modernista de la
época.
Algunos dramas de Unamuno son los siguientes: Fedra (1910), Raquel encadenada
(1922), El otro (1926) y El hermano Juan o el mundo es teatro (1929)

4.3.- JOSÉ MARTÍNEZ RUIZ, AZORÍN (1873-1967)

Cursó estudios de Derecho, pero se dedicó toda su vida al periodismo. Su


pseudónimo, “Azorín”, lo toma del protagonista de sus primeras novelas y lo utiliza a
partir de 1904. Trabajó como periodista en el diario “El Pueblo”, dirigido entonces por
Blasco Ibáñez.
Sus ideas políticas evolucionan desde un radicalismo de tendencia anarquista en
su juventud, que compartió con Maeztu y Baroja, al conservadurismo de su madurez.
Ya en 1907 fue diputado del Partido Conservador.
Sus planteamientos religiosos en un principio son de un sereno escepticismo.
Evolucionan hacia un deísmo, donde las dudas e incertidumbres sobre el sentido de la
vida están presentes, para proclamar en su vejez un catolicismo firme.
Su filosofía se centra en la obsesión por el tiempo, por la fugacidad de la vida.
No hay el patetismo de Unamuno ni la angustia de Machado, sino una íntima tristeza y
melancolía. En resumen, Azorín es un espíritu nostálgico que vive para recordar.

ESTILO

En los textos de Azorín parece como si el tiempo se hubiese quedado suspendido


y no hubiera habido evolución histórica alguna. Hay en ellos una visión estática de seres
y cosas, que transparenta la idea de que el mundo siempre fue así y seguirá siéndolo. El
detallismo característico de estos textos busca encontrar en lo pequeño y en el momento
la esencia de lo intemporal.
Estilísticamente, la prosa de Azorín es muy significativa por lo que tiene de
ruptura con la estética realista. En sus novelas hay ausencia de hilo narrativo,
disgregación estructural, tendencia al intelectualismo. Se trata de un deseo azoriniano de
anular el tiempo y la acción.
Hay un absoluto predominio de lo descriptivo. En sus novelas pierde importancia
el argumento, que parece más bien un pretexto para presentar ambientes o crear
personajes. Todo ello aleja las novelas de Azorín de las grandes construcciones
novelescas completas y acabadas de los escritores del Realismo. En sus textos,
redactados con una prosa sencilla, en la que predominan los períodos sintácticos breves,
quedan desdibujadas las fronteras entre narración y ensayo. Para él, el estilo de un autor
está unido a su espíritu. Las cualidades principales deben ser precisión y claridad: la
palabra justa y la frase breve.
Azorín es, sobre todo, un magnífico ensayista, aunque su obra tenga forma de
novela o de teatro. Es un hombre reflexivo, que analiza minuciosamente los detalles de

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la vida cotidiana. Azorín nos presenta en sus ensayos un riquísimo mundo de
sugerencias, que Ortega designó como “primores de lo vulgar”.

CARACTERÍSTICAS GENERALES

1ª: Desinterés por la acción: Ya se ha señalado que sus escritos son fundamentalmente
descriptivos. En sus descripciones hace uso de una gran riqueza de vocabulario, con una gran
profusión de detalles.
2ª: Sobresalen tres temas fundamentales:
* La meditación sobre el paso del tiempo.
* La evocación del pasado.
* La recreación subjetiva del paisaje.
3ª: Importancia por la contemplación y descripción del paisaje: El paisaje, utilizado
tradicionalmente como elemento secundario, se convierte con Azorín (también con Antonio
Machado) en el protagonista de la obra, en un personaje vivo que guarda dentro de sí el
recuerdo de todos los que lo han transitado , que da cuenta de su historia a través de la
sensibilidad del escritor. Azorín no describe el paisaje tal como es en realidad, sino con una
mirada totalmente subjetiva. Podríamos decir que lo reinventa desde una actitud lírica. En ese
sentido podemos decir que utiliza una técnica impresionista, es decir, que atiende a la
impresión que produce en él esa realidad.

4.3.1.- OBRA NARRATIVA:

Destacan las novelas: La voluntad (1902), Antonio Azorín (1903) y Las confesiones de
un pequeño filósofo (1904). Las tres son de carácter autobiográfico. Forman una trilogía
protagonizada por Antonio Azorín, el personaje del que tomó el autor su seudónimo. Refleja en
ellas la actitud de apatía espiritual de la época.
La voluntad se desarrolla entre Yecla y Madrid, con muchos datos autobiográficos del Azorín
periodista en Madrid, libro ante todo de ambientes y de ideas (sobre todo de Nietzsche y
Schopenhauer). El protagonista es un joven taciturno y meditativo, al que la idea de inutilidad y
vanidad de todo esfuerzo humano paraliza cualquier impulso de su voluntad.
Estas tres novelas son próximas al ensayo. En ellas se encuentran las más diversas
reflexiones junto a evocaciones del paisaje; todo ello unido por un tenue hilo argumental.
Ideológicamente, se caracterizan por el individualismo escéptico, un acusado
intelectualismo y una visión literaturizada de la vida, en un ambiente de resignación
melancólica, angustia ante el paso del tiempo y profundo hastío vital.
- Otras dos novelas suyas son Don Juan y Doña Inés. En ambas se tratan los personajes
de Don Juan Tenorio, pero los protagonistas de la novela de Azorín son enteramente opuestos a
los de Zorrilla. En Don Juan, el protagonista es un hombre corriente, de escasa personalidad y
menor capacidad de seducción, que termina haciéndose sacerdote. En Doña Inés, la historia de
amor imposible de la protagonista, enamorada de un poeta, se convierte en el símbolo de una
experiencia que se repite eternamente, de generación en generación. En las dos novelas apenas
hay acción, y es la descripción la generadora del relato.

4.4.- PÍO BAROJA (1872-1956)

Nació en San Sebastián en 1872. Estudió Medicina en Madrid. Ejerció poco tiempo
como médico en Cestona. Vuelve a Madrid para regentar la panadería de una tía suya, pero sus
contactos con escritores lo llevan a entregarse de lleno a su vocación literaria. Colabora en
revistas y diarios y publica sus primeros libros en 1900. Son años de intensa labor. Hasta 1911,
fecha de publicación de El árbol de la ciencia, publica diecisiete novelas.
Lleva una vida sedentaria. En 1935 ingresa en la Real Academia. La Guerra Civil le sorprenderá
en el País Vasco, desde donde pasa a Francia. En 1940 se instala de nuevo en Madrid y recupera
su vida sosegada. Murió en 1956.

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Fue un hombre de talante solitario y amargado, y un profundo pesimista. Su timidez y
espíritu independiente le hacen rechazar el matrimonio. Siente ternura por los seres marginados
y desvalidos. Siente una gran añoranza de acción. A la vida aburguesada y gris opuso la
improvisación y la energía. En muchos de sus personajes Baroja proyectaría un ideal de hombre
de acción que a él le hubiera gustado ser y que tanto contrasta con lo que fue su vida. Todo esto,
junto a su absoluta sinceridad, son los rasgos principales de su temperamento, de ahí la fama de
“intratable” que tuvo.

TEORÍA DE LA NOVELA Y ESTILO DE BAROJA

Baroja, como escritor de su tiempo, toma enseguida postura ante la estética modernista.
Él define el arte moderno como impresionista . Por este camino el arte se distancia de las
pretensiones científicas del Realismo y habla sólo la subconsciencia. Sin embargo, en su
búsqueda de la claridad y sencillez para la novela, reprueba como una moda más el brillante
estilo modernista y defiende la espontaneidad del escritor, que el escritor escriba libremente y
sin prejuicios gramaticales ni de ninguna clase. Ese deseo de naturalidad en el estilo explica el
tono conversacional de las novelas de Baroja, así como la idea de que la novela carezca de un
plan previo, pues ha de ser semejante a la vida. Frente a la novela cerrada del Realismo, Baroja
propone una novela abierta y cambiante; un género donde no haya límites definidos, una novela
donde todo puede caber.
Otras características de la novela de Baroja que se relaciona con el deseo de entretener al
lector es su amenidad, la acción ininterrumpida, los rápidos cambios de escenario, la profusión
de personajes, la concentración de escenas dialogadas.
Las novelas de Baroja no son fruto de un plan riguroso y, muchas veces, el personaje
central es el único constructor del relato. Habitualmente son novelas contadas en presente y con
escasas vueltas atrás en el tiempo. El narrador no es imparcial e impersonal, como en la novela
realista, sino que comenta los sucesos dando opiniones sobre ellos, adjetiva machaconamente a
sus personajes, que quedan definidos por él antes que el lector pueda formar una opinión propia
sobre ellos.
Estilísticamente, la prosa de Baroja es decididamente antirretórica, con párrafos cortos,
frases breves, léxico común, reducido uso de nexos sintácticos, prosa rápida, con un tono agrio
que se corresponde con su temperamento amargado. Se puede decir que es coherente con su
espontaneidad narrativa. Esto ha hecho que se diga que Baroja “escribe mal”. Son ciertas sus
incorrecciones gramaticales, pero el resultado de este estilo tan personal origina una prosa
nerviosa, muy viva. Entre sus cualidades sobresalen sus breves y precisas descripciones, el
dinamismo de la acción, la vivacidad y autenticidad conversacional de sus diálogos, la
amenidad en el relato,donde los personajes son muy bien caracterizados con la utilización de
gran variedad de registros. Hay un especial relieve en sus descripciones con pinturas rápidas,
hechas de pinceladas escuetas que producen una intensa impresión de realidad (técnica
impresionista).

4.5.1.- OBRA NARRATIVA

Baroja escribió más de sesenta novelas. La mayor parte las agrupó en trilogías. Cada
trilogía lleva un nombre referido al tema que trata. Las principales trilogías son:
La casa de Aizgorri (1900)
El mayorazgo de Labraz (1903)
Tierra vasca Zalacaín el aventurero (1909)
Aventuras, inventos y mixtificaciones de Silvestre Paradox (1901)
Camino de perfección (1902)
La vida fantástica Paradox, rey (1906)
La busca (1904)
Mala hierba (1904)
La lucha por la vida Aurora roja (1905)
La feria de los discretos (1905)
Los últimos románticos (1906)
El pasado Las tragedias grotescas (1907)

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La dama errante (1908)
La ciudad de la niebla (1909)
La raza El árbol de la ciencia (1911)

César o nada (1910)


El mundo es ansí (1912)
Las ciudades La sensualidad pervertida (1920)
Las inquietudes de Santhi Andía (1911)
El laberinto de las sirenas (1923)
El mar La estrella del capitán Chimista (1930)

La familia de Errotacho (1931)


El cabo de las tormentas (1932)
La selva oscura Los visionarios (1923)

Baroja fue el novelista por antonomasia de su época. Hizo también incursiones en otros
géneros literarios: un libro de versos, libros de ensayo, cuentos, artículos, libros de memorias,
algunas obras teatrales poco significativas... pero la faceta literaria en la que el autor vasco
brilló con luz propia es la de la narrativa.
Su primera etapa es la más importante literariamente. Aparecen en ella obras muy
significativas: Camino de perfección, El mayorazgo de Labraz, La trilogía La lucha por la vida,
con las tres novelas que la componen, César o nada, El árbol de la ciencia. Sus protagonistas se
caracterizan por su inadaptación y su enfrentamiento con el mundo.
En esta época escribe también algunas novelas de acción y aventuras: Zalacaín el
aventurero y Las inquietudes de Shanti Andía.
Entre éstas comentaremos algunas de las más significativas (El árbol de la ciencia va en un
estudio aparte):
Camino de perfección: Trata de la vida espiritual de Fernando Ossorio, personaje
indeciso y solitario, maltratado por la vida, pero su apatía le impide rebelarse. En su infancia no
se siente querido por sus padres; en su adolescencia se inclina al misticismo, pero no encuentra
apoyo familiar; tampoco le satisfacen sus estudios de medicina. Finalmente, casándose con
Dolores, cree encontrar la felicidad en la rutina de la vida conyugal.
Zalacaín el aventurero: Es una novela alegre y esperanzada. Nos da una visión de la
Guerra Carlista a través de un joven humilde, aventurero, valiente y animoso, que no teme ante
el peligro. La novela está llena de romanticismo y ternura, y es un canto a la libertad. No falta
en ella el amor del protagonista, Zalacaín, por Catalina, amor entrañable surgido desde que eran
niños.
La busca: Es una novela de aprendizaje, en la que el protagonista va descubriendo la vida
a través de distintas experiencias. Se desarrolla en el Madrid de finales del siglo XIX. El
protagonista es Manuel Alcázar, quien, todavía adolescente, llega a Madrid, donde conoce
gentes y situaciones que constituirán su escuela de vida. Su carácter es poco enérgico y va
dando tumbos tratando de dar un sentido a su vida hasta que, al final, parece encontrar el rumbo
que buscaba.
En esta novela el narrador va describiendo desde una clase media, hipócrita y vulgar
hasta el mundo de los obreros y de los pobres, mendigos, ladronzuelos y prostitutas. La ciudad
queda retratada con su analfabetismo, picaresca, miseria, degradación moral y explotación de
los humildes.

4.5.-RAMÓN MARÍA DEL VALLE-INCLÁN (1866-1936)

Su nombre era Ramón Valle Peña. Nació en 1866 en Villanueva de Arosa.. Comenzó
estudios de Derecho en la Universidad de Santiago. Sin terminar la carrera, emigró a México en
1892 impulsado por su afán aventurero. Cuando regresó a Madrid se hizo pronto célebre entre la
bohemia con el sonoro nombre de Ramón María del Valle-Inclán. Su fama va creciendo tanto

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por su arte como por su vida excéntrica, llena de multitud de anécdotas. En una disputa, recibirá
un bastonazo que le hará perder su brazo izquierdo.
En 1907 se casó con la actriz Josefina Blanco con cuya compañía viajó a América como
director artístico en 1910. Durante la Primera Guerra Mundial se declaró partidario del bando
aliado e incluso es corresponsal de guerra en el frente francés.
Visitó México en 1921 y allí mostró su admiración por la revolución mexicana. Se opuso
después a la dictadura de Primo de Rivera, a la que satirizó en 1927 en La hija del capitán.
Durante la Segunda República fue miembro del Consejo Nacional de Cultura y presidente del
Ateneo de Madrid. En 1933 se trasladó a Roma como director de la Academia Española de
Bellas Artes. En 1935 volvió de allí muy enfermo a Galicia, y murió en Santiago de Compostela
el 5 de enero de 1936.
Excéntrico, de apariencia estrafalaria, Valle-Inclán no pasaba inadvertido. Si Unamuno
conservaba una apariencia física de intelectual protestante, Valle-Inclán se disfrazaba
abiertamente de bohemio. Se decía de él que era “la mejor máscara a pie que cruzaba la calle de
Alcalá” (Gómez de la Serna). Su figura era inconfundible: manco, con melenas, largas barbas de
chivo, capa y peculiar indumentaria, conducta provocadora.
Estos rasgos superficiales encubrían una manera de ser : Era un hombre que literaturizaba
su existencia .Era mordaz, generoso, exquisito y paradójico. Debajo de su excentricidad
bohemia se ocultaba su inconformismo y su entrega rigurosa al trabajo de escritor, revisando
continuamente sus escritos y siempre en busca de formas nuevas.
Su imagen pública se correspondía con su trayectoria ideológica, desde un principio
antiburguesa, desemboca a finales de la primera década del siglo en una simpatía hacia el
carlismo. Pero su experiencia directa durante la Primera Guerra Mundial y la crisis de la
sociedad española y europea del período de entreguerras lo llevan a una radicalización política
cada vez más a la izquierda. A partir de 1920 Valle-Inclán siguió escribiendo una literatura
estéticamente revolucionaria y con fuerte acento social.

SU OBRA

Valle-Inclán es autor de una extensa y variada obra. Se observa una evolución que corre
paralele a sus cambios ideológicos: de un Modernismo elegante y nostálgico a una literatura
crítica basada en distorsionar ferozmente la realidad. Aunque destaca como excelente narrador y
gran dramaturgo, escribe también poesía, numerosos artículos de periódico y algún libro
ensayístico, como La lámpara maravillosa (1916), donde expone su estética simbolista..
Aunque los límites no son evidentes, en su producción literaria pueden distinguirse cuatro
períodos: una primera etapa decadentista, una segunda etapa del primitivismo (una de las
orientaciones modernistas). Una tercera etapa de las farsas y de otras obras artificiosas, y una
cuarta etapa a partir del momento en que su estética gira hacia el esperpento.

1.- LA ETAPA DECADENTISTA: HASTA 1906

OBRA NARRATIVA:

Hasta esta fecha, toda la producción literaria de Valle-Inclán puede considerarse dentro
del Modernismo. Comienza escribiendo numerosos cuentos y relatos breves de tipo amoroso:
Femeninas (1895), historias amorosas protagonizadas por mujeres. Epitalamio (1897) y de
terror y misterio: Jardín umbrío (1903), subtitulado Historias de santos, de almas en pena, de
duendes y ladrones. Con estas novelas alcanza Valle la cima de la prosa modernista,
equiparable a la que logró Rubén Darío en la lírica. El lenguaje es un ejemplo de preciosismo
lírico, conseguido por el ritmo y la musicalidad de su prosa, la sugerente adjetivación, la
plasticidad y la fuerza de sus imágenes. En cuanto a temas, destacan la aventura, el amor
galante, la nostalgia del pasado. Se reflejaa en ellaas los ambientes aristocráticos y exóticos,
donde la violencia y la muerte se hermanan con el erotismo y la lujuria. Se superponen la
religiosidad y el misticismo con la superstición y la transgresión moral. Los relatos se tejen en
un clima enormemente sentimental y romántico.

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Flor de Santidad (1904): En esta obra aparece la Galicia milenaria, una sociedad rural
que conserva un modo de vida arcaico y remotas tradiciones, muy alejada del mundo moderno
que Valle vive entre la bohemia madrileña. Evoca un ambiente entre el mito, la religión y la
leyenda que se le presenta como un refugio seguro.

Pero son las cuatro SONATAS, subtituladas Memorias del Marqués de Bradomín, las
más importantes de esta primera época de Valle-Inclán. Estas sonatas son:

Sonata de otoño (1902)—Transcurre en Galicia y desarrolla las peripecias de un otoñal


Marqués de Bradomín, que añora su pasada vida de don Juan, pero que aún es capaz de seducir
a las mujeres.
Sonata de estío (1903)—Muestra en las calientes tierras de México la ardiente pasión del
protagonista por una joven criolla.
Sonata de primavera (1904)—Relata las juveniles aventuras sentimentales del arrogante
marqués en Italia.
Sonata de invierno (1905)—Ambientada en la Navarra carlista, es ya el retrato del viejo
y derrotado Bradomín.
- Esta obra está estructurada como una composición musical en cuatro tiempos. En esta
serie, las Sonatas ligan simbólicamente la estación del año con la edad del protagonista y sus
pasiones vitales.
Se ven claramente en ella los rasgos modernistas en la unión de música y simbolismo y
en la caracterización del personaje Bradomín como un dandy aristocrático típico de fin de siglo,
elegante, exquisito, amoral, aventurero, provocador, cínico e incluso violento a veces. En un
ambiente de misterio y leyenda, entre preciosos jardines y lujosos interiores, se exalta
nostálgicamente un mundo decadente y refinado, aunque a veces aparezca una nota irónica, que
destruye ese mundo. El lenguaje esmerado y el cuidado estilo dan por resultado la prosa más
brillante del Modernismo español.

POESÍA:

Aromas de leyenda (1907): También aquí se presenta el ambiente mítico gallego.


Presenta influencias de Rubén Darío.

TEATRO:

Aunque durante esta primera etapa la dedicación literaria primordial de don Ramón es la
narrativa, da también sus primeros pasos como dramaturgo. La orientación de su teatro primero
es, lógicamente, la del Modernismo decadente. Pertenecen al teatro de esta época de Valle-
Inclán las siguientes obras: El yermo de las almas (1908). Dentro de la corriente del teatro de
ensueño, hay dos obras: Tragedia de ensueño (1903) y Comedia de ensueño (1905). Por
último, hay una versión teatral de las Sonatas: El Marqués de Bradomín (1906).

2.- LA ETAPA DEL PRIMITIVISMO: DE 1907 A 1909

OBRA NARRATIVA:

Su principal producción la constituyen las Comedias Bárbaras, trilogía de novelas


dialogadas de carácter mítico y otra trilogía sobre La guerra carlista. En todas estas novelas
Valle-Inclán ensaya un nuevo camino propio de una de las orientaciones del Modernismo: el
primitivismo. La violencia, la crueldad, la barbarie (de ahí el título de las Comedias), la
destrucción, la brutalidad, las pasiones desbordadas, el mundo rural con sus leyendas y mitos,
ritos mágicos y supersticiones.
En esta etapa hay a la vez una ruptura y una continuidad con la etapa anterior, porque ya
en las Sonatas había actitudes violentas, demoníacas, sacrílegas. Sin embargo, el esteticismo
refinado deja paso a un estilo bronco y desgarrado.

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* Comedias Bárbaras es una trilogía compuesta por Águila de Blasón (1907), Romance
de lobos (1908) y Cara de plata (1922). Toda la trilogía se ambienta en una Galicia mítica y
primitiva, dominada por las supersticiones.
Águila de Blasón y Romance de lobos tienen como protagonista a don Juan Manuel
Montenegro, familiar al lector por las Sonatas. Señor feudal bárbaro y lujurioso que reina sobre
un medio social rural en el que abundan los seres marginales y extraños, y que hace frente
finalmente a sus seis hijos, que encarnan la brutalidad y la degeneración en mayor medida que
su padre. Son seres descarriados y siniestros (los lobos), uno de los cuales acaba con la vida del
padre en Romance de lobos.
Los antecedentes de esta historia los dramatiza años después el autor en Cara de plata,
que aunque es la última, argumentalmente sería la primera.
Hay en las dos primeras Comedias Bárbaras una cierta visión utópica y patriarcal de las
relaciones entre el viejo hidalgo y el pueblo campesino. Los hijos representan la degeneración
de un linaje. Teatralmente, estas Comedias, en las que se ha visto huella de Shakespeare,
suponen un avance considerable sobre sus primeras tentativas dramáticas. Las acotaciones
tienen aquí tanta importancia que se ha hablado de un híbrido entre novela y drama.
* La guerra carlista: Las tres novelas de esta trilogía narran episodios de la última guerra
de ese nombre acaecida en España en el siglo anterior. Los cruzados de la causa (1908), El
resplandor de la hoguera y Gerifaltes de antaño (1909). Las tres son de temática social y nos
ofrecen una panorámica de la historia de su época, con un estilo que se va alejando
progresivamente del modernista. Algunos personajes habían aparecido ya en las Sonatas o en
las Comedias bárbaras.
La primera tiene como escenario Galicia y las otras dos se localizan en tierras vasco-
navarras. Se mezclan en ellas personajes ficticios con figuras históricas. Sin embargo, en esta
trilogía, pese a lo reciente de los hechos históricos, el lector tiene en ocasiones la impresión de
que suceden en un tiempo inmemorial, en un lejano antaño. Valle-Inclán encuentra en el
carlismo un sentimiento popular antiburgués, el romántico encanto de las causas perdidas, el
sabor de la leyenda, de las antiguas gestas heroicas.
Técnicamente, estas novelas se alejan del molde de la novela realista, por su tendencia al
fragmentarismo, su estructura episódica, sus capítulos breves, a veces dislocados, su narración
no siempre lineal, y porque en ellas se atiende por encima de todo al estilo.

3. - LA ETAPA DE LAS FARSAS ( DE 1910 A 1920)

TEATRO:

Son obras artificiosas. La mayor parte de sus obras son teatrales, en su mayor parte en verso. No
se trata del teatro modernista de la época, sino de experimentos dramáticos donde el autor crea
un mundo artificioso muy literario. En la mayoría de estas obras Valle-Inclán busca inspiración
en la tradición teatral clásica, aunque los protagonistas parecen muchas veces estereotipos o
clichés literarios en manos de un escritor cuya propensión a la caricatura y lo grotesco se va
acentuando progresivamente. Pertenecen a esta etapa, entre otras, las siguientes farsas: Farsa
infantil de la cabeza del dragón (1910), La Marquesa Rosalinda (1912), subtitulada Farsa
sentimental y grotesca, Farsa italiana de la enamorada del rey (1920) y Farsa y licencia de la
Reina castiza (1920).

4. - LA ETAPA DE LOS ESPERPENTOS ( A PARTIR DE 1920)

Se llama esperpento a la deformación de la realidad, presentándola como una cosa


extravagante o ridícula. Este es el género elegido por Valle-Inclán para expresar su visión
dramática del mundo, y especialmente, la degradación política y cultural de España a principios
del siglo XX. Cuando ya no quedan héroes ni ideales, los personajes se convierten en fantoches,
con un comportamiento de antihéroes. Es como si los héroes clásicos física y moralmente
hermosos, se reflejaran en un espejo cóncavo y salieran reflejados como esperpentos,

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deformados. Así, el sentido trágico de la vida española sólo puede darse con una estética
deformada.

POESÍA:

Ya en el libro de poemas La pipa de Kif (1919) muestra ya en tono desenfadado la


orientación estética de Valle-Inclán hacia la deformación y lo grotesco. En este sentido, el año
de 1920 supone un importantísimo cambio en su literatura. En esta fecha publica las dos farsas
Farsa italiana... y Farsa y licencia... En estas farsas, la mayoría de los personajes son
marionetas grotescas, con lo que el aire juguetón, literario y modernista del ciclo de las farsas
artificiosas queda superado.

OBRA DRAMÁTICA:

- Divinas palabras (1920): Retoma el mundo misterioso y primitivo de la Galicia


ancestral. Sólo queda ahora un mundo sórdido y miserable, dominado por la avaricia y la
lujuria, en el que un pueblo harapiento, ignorante y supersticioso es sometido y subyugado por
efecto de unas palabras (las divinas palabras) dichas en un evangélico latín que no entienden. En
esta tragicomedia de aldea, donde abundan personajes tarados y deformes física y
espiritualmente, puede hablarse de una acentuación de los rasgos humanos más feos y
desagradables. La obra se mueve entre la religiosidad y la superstición. El diálogo violento y
obsceno contrasta con las estilizadas descripciones de las acotaciones. Hay en esta obra una
mezcla admirable de lo obsceno y violento con lo lírico.
Juana la Reina mendiga por romerías y caminos arrastrando el carretón de su hijo, un
enano hidrocéfalo, que sirve a la madra para vivir de la caridad. Cuando ésta muere, el niño se
convierte en presa codiciada por sus tías, Marica del Reino y Mari-Gaila, hermana y cuñada
respectivamente de la madre. Las dos se disputan el carretón para obtener unas monedas,
mostrándolo por ferias y caminos, y terminan repartiéndoselo igual número de días. Sórdidas y
descarnadas escenas se suceden. El niño muere tras ser emborrachado, y Mari-Gaila es
descubierta en adulterio. A punto de ser lapidada, su marido, Pedro Gailo, pronuncia las
“divinas palabras” de Jesús, primero en castellano: “¡Quien esté libre de culpa, que tire la
primera piedra!”, y después en latín, lo que tiene el milagroso efecto de apaciguar a las gentes.
La escena final se desenvuelve en una atmósfera de misterio y espiritualidad, se cierra con una
acotación de enorme fuerza poética.
Técnicamente, Valle-Inclán escribe un teatro cada vez más personal y alejado de lo
convencional de su tiempo: múltiples y variados escenarios, rápidos cambios de escena, gran
cantidad de personajes, muchas y elaboradas acotaciones.
- Luces de bohemia (1920): Es una de las obras teatrales más importante del siglo XX y,
sin duda, la más representativa del teatro de Valle-Inclán. En ella aparece por primera vez el
término “esperpento”.
Con el nombre “esperpento designa Valle un tipo de teatro basado en la deformación
sistemática de la realidad. La deformación alcanza a los personajes, convertidos en seres
grotescos y tratados como fantoches o marionetas, al lenguaje y a los escenarios. Todo ello con
la intención de reflejar lo absurdo de la realidad y la vida española de la época. Luces de
bohemia es una sátira deformada y caricaturesca de la vida española de comienzos del siglo XX.
El protagonista es un poeta ciego, Max Estrella, y la acción –estructurada en quince escenas-
recoge las últimas horas de su vida, desde un atardecer hasta la mañana siguiente. En esa última
noche, y acompañado de su amigo, don Latino, recorre diversos ambientes del Madrid de la
época –la taberna de Pica Lagartos, la librería de Zaratustra, el Ministerio de la Gobernación, la
redacción de “El popular”, el café Colón, etc.-, encontrándose por todas partes con una sociedad
y unos personajes mediocres y degradados. Precisamente entre los personajes que no se libran
de la deformación esperpéntica figuran Rubén Darío y un grupo de poetas modernistas.
(Sobre esta obra, haremos un estudio aparte).

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Además de Luces de bohemia, son esperpénticas las tres breves piezas reunidas en
Martes de carnaval: Los cuernos de don Friolera (1921), Las galas del difunto (1926) y La
hija del capitán (1927).
Los cuernos de don Friolera (1921): Tiene como marco el diálogo entre dos intelectuales
que describen el adulterio de la mujer de don Friolera y la vergüenza de éste. Valle se burla del
sentimiento del honor calderoniano.
Las galas del difunto (1926): Gira en torno a la figura de Juanito Ventolera, soldado que
al volver de Cuba roba el traje de un muerto, dueño de la casa que lo había alojado. Este muerto
resulta ser el padre de la muchacha con la que había entrado en relación.
La hija del capitán (1927): Narra cómo, a consecuencia de la muerte que sucede en un
burdel, un grupo de militares implantan una dictadura para salvar el honor de la patria. Detrás
de uno de los personajes se encuentra la figura del general Primo de Rivera.

- Otros cuatro experimentos dramáticos que compuso Valle por estos años son los
“melodramas para marionetas”, inicialmente subtitulados como “novelas macabras”( La
rosa de papel, La cabeza del Bautista, ambas de 1924). También compuso “autos para
siluetas”: Ligazón (1926) y Sacrilegio (19279). Los cuatro, junto con El embrujado, los reunió
en 1927 en Retablo de la avaricia, la lujuria y la muerte.
Estas obritas, en la tradición del guiñol, parodian los motivos religiosos, culturales o de
prestigio y se dan los temas valle-inclanescos de la avaricia, la lujuria y la muerte.

LA NOVELA EN LA ETAPA DEL ESPERPENTO:

El talento literario de Valle-Inclán en esta última etapa no se manifiesta sólo en el género


teatral, sino también en la novela. De hecho, las fronteras entre narración y drama no están
siempre claras en las obras de estos años. Las grandes novelas de estos años son Tirano
Banderas y El ruedo ibérico. Las dos están próximas a los esperpentos teatrales no sólo en
estilo, lenguaje y configuración de personajes, sino también en la relevancia que adquiere el
diálogo y en la subordinación a él de la narración y la descripción.
Tirano Banderas (1926) es una novela muy peculiar estéticamente, al ser la primera
narración que incluye ingredientes esperpénticos, y también por su tema y por su ambiente
americano. En ella, Valle-Inclán aprovecha su conocimiento directo de América para realizar
una fortísima sátira de una dictadura hispanoamericana.
El tirano protagonista, de significativo nombre: Santos Banderas, acaba sus días
acribillado a balazos, expuesto tres días a la vergüenza pública para al final ser despedazado y
repartidos sus restos por diversas ciudades.
La novela está cuidadosamente documentada y construida, y su lenguaje, una especie de
castellano de América logrado por el autor a partir de fundir en él rasgos de diversos dialectos
hispanoamericanos. Como en todas las obras esperpénticas, es notable la relación entre la
nueva forma expresiva y la orientación estética de las vanguardias.

El ruedo ibérico (1927-1932) era el título genérico de nueve novelas históricas que se
desarrollarían desde los últimos tiempos del reinado isabelino hasta la España de la
Restauración. Sólo las primeras novelas de este proyecto vieron la luz: La corte de los milagros
(1927), Viva mi dueño (1928) y la inconclusa Baza de espadas (1932).
Técnicamente, es característica de estas novelas la narración fragmentaria y dislocada de
los sucesos y la indiscriminada suma de las más diversas anécdotas, lo que produce la impresión
de un complejo rompecabezas de innumerables piezas, algo de lo que era consciente su autor.
La suma y la ordenación de las innumerables anécdotas proporcionan un grandioso y muy
crítico fresco general de esa España en la que probablemente Valle-Inclán creía que se había
forjado la de su tiempo.

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