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REALIDADES:

7 VERDADES DE LA EXPERIENCIA CON DIOS

REALIDAD 1:
Dios siempre está trabajando alrededor de usted

Mat. 6:33; 16:18; Ef. 3:14-21; Juan 5:17,19; 12:26; 17:9; Heb. 11

Puntos principales
• Hoy Dios está trabajando tanto como lo ha hecho desde el principio de los tiempos.
• Dios se manifiesta a nosotros según nuestra fe y nuestras intenciones de obedecerle.
• Cristo nos faculta e intercede por nosotros a fin de prepararnos para servirle.
• Dios creó a su pueblo y a su iglesia con propósitos específicos.
• Debemos medir nuestro éxito según nuestra obediencia y no según nuestras propias
metas.

La historia nos muestra la actividad de Dios para lograr sus propósitos extraordinarios.
Cuando Dios decide manifestarse con poder, espero que usted valore la importancia de
ser hijo de Dios en medio de la historia. No podemos ocuparnos de nuestros asuntos
como siempre y seguir simultáneamente a Dios. Si usted no está dispuesto a esperar la
respuesta y obedecer cuando la oiga, nunca le pregunte a Dios dónde está trabajando.
Pero para un líder espiritual, una tragedia aún mayor sería... ¡no haber formulado jamás
esa pregunta!
Jesús dijo: “Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi
servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará” (Juan 12:26). Se trata de un
mandamiento; no es una opción ni una observación. Si somos sus siervos, nuestra
primera prioridad es buscarlo a Él y su voluntad para nosotros. En Mateo 6:33, Jesús
dice: “Mas buscad primeramente el reino de Dios [el gobierno de Dios, el cumplimiento
activo de los propósitos y los caminos de Dios] y su justicia”. El que camine con Dios en
santidad y justicia... verá a Dios. Una persona que no camina en santidad jamás podrá ver
el gobierno y el reino de Dios ni podrá responder a ello.
Los medios de difusión masiva le enseñan a nuestra generación a procurar información y
entretenimiento. No buscamos ayuda para tomar las decisiones importantes de la vida ni
tampoco para asumir compromisos o participar en lo trascendente. Así venimos a la
iglesia para que nos informen y nos entretengan, pero no para encontrarnos con Dios cara
a cara, ni para tomar decisiones drásticas que nos afecten la vida... ¡Por eso hemos
perdido la expectativa de un encuentro personal con Dios que nos transforme la vida!
Dios se manifiesta a nosotros según nuestra fe y nuestras intenciones de obedecerle.

Personas comunes para una obra extraordinaria


En Hebreos 11 se nombran personas que eran comunes y corrientes hasta que Dios las
llamó, las eligió, las llenó con su Espíritu y las usó para sus propósitos... Debido a un
encuentro con Dios, esas personas comunes llegaron a ser extraordinarias. En el versículo
33 dice: “...Que por fe [es decir, al esperar con certeza y responder a ello] conquistaron
reinos...” (v. 33). Si usted consagra su vida a Dios, ¿cree que Él podría conquistar reinos

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por medio de su vida? ¿Acaso usted espera eso con certeza, o ni siquiera le pasa por la
mente?
¿Qué le impide a Dios usarlo usted para influir en el rumbo de una ciudad o incluso de un
país? Esas personas comunes creyeron y “...conquistaron reinos, hicieron justicia,
alcanzaron promesas, taparon bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo
de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga
ejércitos extranjeros. Las mujeres recibieron sus muertos mediante resurrección” (vv. 33-
35). Otros “fueron atormentados, no aceptando el rescate, a fin de obtener mejor
resurrección. Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y
cárceles. Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada;
anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres,
angustiados, maltratados; de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos,
por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra. Y todos éstos, aunque
alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido; proveyendo Dios
alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de
nosotros. Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de
testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con
paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y
consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz,
menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel
que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se
canse hasta desmayar” (Heb. 11:35–12:3).
Y ahora nos toca a nosotros hacer cosas extraordinarias.

Intercesión y revelación
Justamente eso tiene en mente Cristo cuando intercede por nosotros (Juan 17). El Espíritu
de Dios hace que usted tome conciencia de la voluntad de Dios tal como la revela la
Palabra de Dios. Observe la oración de Cristo ante el Padre a favor de usted: “Yo ruego
por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son, y todo lo
mío es tuyo, y lo tuyo mío; y he sido glorificado en ellos. Y ya no estoy en el mundo; mas
éstos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en
tu nombre, para que sean uno, así como nosotros. No ruego que los quites del mundo,
sino que los guardes del mal” (Juan 17:9-11,15).
Si usted le pide al Padre que lo quite de la influencia del mundo, está orando contra la
voluntad de Jesús, quien le pide al Padre que a usted no lo quite del mundo. “No son del
mundo, como tampoco yo soy del mundo” (v. 16). “Santifícalos en tu verdad” es lo que
Cristo le pide al Padre. “...Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al
mundo. Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados
en la verdad. Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en
mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti,
que también ellos sean uno en nosotros” (vv. 17-21). ¿Por qué? “...Para que el mundo
crea que tú me enviaste” (v. 21).
Si usted no experimenta la misma clase de relación que el Hijo tiene con el Padre, y el
Padre con el Hijo, ¿qué sucede? Sucede que el mundo no cree que el Padre envió al Hijo.

Propósito y poder

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La manera en que usted responda a su Señor tendrá un efecto decisivo para que el mundo
crea que Dios envió a su Hijo. Jesús dijo: “La gloria que me diste, yo les he dado...” (v.
22). ¿Por qué? “...Para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú en
mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y
que los has amado a ellos como también a mí me has amado” (vv. 22-23).
Dios tiene un propósito extraordinario para su vida y la mía. Dios tenía un propósito
específico cuando nos salvó. No importa lo que usted piense que desea hacer para Dios.
Dios busca personas que deseen saber lo que Él planea para ellas, a fin de que sus vidas
se pongan en línea con lo que Él ha planeado. Dios no quiere que usted haga lo mejor
para Él. Dios quiere que le permita cumplir sus propósitos divinos en usted y por medio
de usted.
Cuando el Señor constituye una iglesia, tiene un propósito específico. Lea Mateo 16:18.
La iglesia no es sencillamente un lugar para que usted practique sus actividades
religiosas. Es un pueblo que le pertenece a Dios, para cumplir los propósitos divinos. No
se trata de preguntarnos cuánto crecimos en los 10 últimos años, ni cuántos bautismos
más tuvimos este año con respecto al anterior, ni cuán grande es nuestro presupuesto, ni
si estamos construyendo otro templo... sino de preguntarnos si las puertas del infierno
pueden con nosotros.
A cada congregación constituida se le concedió este privilegio. Cuando Dios se propuso
redimir al mundo, formó un pueblo y le permitió ingresar a su divina presencia. La
naturaleza que les confirió es tal que puede llenar a ese pueblo con toda la plenitud de
Dios. Mientras no sepamos cuál es el propósito de Dios, nos sentiremos bastante
satisfechos con nosotros mismos. Pero cuando tomamos conocimiento del propósito de
Dios, y vemos cómo se está cumpliendo en nosotros, esa realidad debería aplastarnos.
En Efesios 3:20 leemos: “Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho
más abundantemente de lo que pedimos o entendemos...” ¿Según qué? ¡Su poder! ¿Qué
actúa dónde? ¡En nosotros! El autor le habla a la iglesia. “...Según el poder que actúa en
nosotros,... a él sea gloria” (vv. 20-21). ¿Dónde? ¡En la iglesia! ¿Podría decir que Dios
recibe gloria en la iglesia a la que usted pertenece? Dentro de cada congregación, el
Señor está trabajando de modo tal que pueda darse a conocer por nosotros y ser
glorificado en gran medida a través de la iglesia (Ver Juan 17:10).
Ese es el propósito original de Dios para la iglesia. ¡No se trata de que intentemos hacer
algo para Dios por esfuerzo propio, sino de reconocer que, sin Él, no podemos hacer
nada! Cuando lo conozcamos, lo amemos, le respondamos y le permitamos llenarnos con
su Espíritu, Él se dará a conocer por nosotros y será glorificado en gran medida. Si su
iglesia creciera de mil a dos mil miembros en un año, eso no glorificaría a Dios,
particularmente porque el propósito del Señor es ¡tomar esa iglesia, esparcirla por todo el
mundo y ganar a 10 millones de personas para Cristo en un año!
El problema es que nos comparamos con nosotros mismos. No se trata de cuántas
personas se bautizaron en su iglesia... ¡Se trata de si su comunidad comprobó que su
iglesia fue llena de la plenitud de Dios y que las puertas del infierno no pueden con ella!
Debemos compararnos con esa medida. Tenemos que brillar como luces en medio de una
generación desmoralizada y perversa. Ese es nuestro propósito: que cada rincón en
tinieblas se ilumine con la luz de nuestra presencia, para que familias deshechas,
adolescentes desilusionados, mujeres u hombres desconsolados, que no tienen pareja y
están criando a sus hijos, drogadictos y delincuentes reconozcan que ahora ha llegado la

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luz de Dios. Nuestro propósito aquí es llevar el mensaje de salvación de Jesucristo y el
poder de la presencia de Dios.

Elegidos para el sacerdocio


Cuando Cristo llegó a nuestra vida desmoralizada, pecaminosa y condenada, nos libró de
la condenación y la culpa. Nos hizo hijos suyos. Nos concedió las promesas que estaban
fuera de nuestro alcance. Nos dio esperanza cuando la habíamos perdido. Y nos amó a
pesar de que no éramos nada. Cuando experimentamos un encuentro con Cristo, el
propósito de Dios es que le entreguemos la vida a Aquel que nos salvó. Dios dice: “A
vosotros, que en otro tiempo no erais pueblo, os he escogido para ser mi reino de
sacerdotes, mi real sacerdocio” (paráfrasis del autor sobre Éxodo 19:6 y 1 Pedro 2:9-10).
¿Acaso sabía usted que toda su iglesia es un sacerdocio real? A nosotros se nos ha dado
la libertad y la confianza de entrar en la presencia de Dios y acercarnos a Él. No hay
ninguna tarea para la cual Dios nos llame sin prepararnos debidamente primero. Dios
puso a su propio Hijo entre nosotros como cabeza de la congregación y le dio autoridad
sobre todo. “...Jesucristo... nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares
celestiales...” (Ef. 1:3). No hay nada que Él no quiera darnos.
Cuando el pueblo de Dios actúa según el propósito original de Él... donde sólo hay llanto,
se oirá cantar; donde sólo hay angustia, habrá alegría; donde sólo hay muerte, llegará la
vida, y donde sólo hay desesperación, nacerá la esperanza. Dios lo hará a través de un
grupo de personas comunes. Son personas que rescata del pecado y a quienes da
comunión con su Hijo en los lugares celestiales que Dios habita. Aquí, en este mundo, Él
trabaja por medio de nosotros, para salvar a tantos como se arrepientan y lo invoquen.

Ilustración
Dios alcanza al mundo a través de iglesias que creen en su Palabra y responden en
obediencia. El conde Zinzendorf tomó a un pequeño grupo de creyentes perseguidos, los
organizó en base a la Palabra de Dios y el señorío de Jesucristo, y les enseñó que tenían
libertad y confianza para ingresar a la presencia de Dios. Se propuso que esa
congregación orara cada hora, 24 horas al día, siete días a la semana. Y esa pequeña
congregación oró, sin cesar, por más de cien años.
Dios tomó esa iglesia y comenzó a llamar misioneros. Dios dispuso que daría a conocer
su multiforme sabiduría por medio de esa iglesia a principados y potestades. Durante ese
período de tiempo, Dios envió a un misionero tras otro ¡hasta que ese grupo llegó a
enviar a más misioneros que todos los demás grupos misioneros en conjunto! Se decía
que uno podía ir a cualquier parte del mundo y comprobar que los Hermanos de Moravia
se le habían adelantado. Todos ellos habían surgido de una sola congregación que le
creyó a Dios y experimentó el propósito divino. Si Dios pudo hacer eso a través de una
congregación, ¿qué podría hacer a través de mil iglesias?

Consagración
• Oh, Dios, perdóname por medir nuestra iglesia con cualquier otra medida excepto
la tuya.
• Oh, Dios, si eso fue tu propósito eterno, que entonces podamos experimentarlo y
no descansemos hasta lograrlo. Te pediremos que nos muestres qué hacer, cómo hacerlo
y cuándo hacerlo. Confiaremos en ti y lo haremos a toda costa, para que podamos ser la

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prueba visible de tu sabiduría. Que las personas del mundo puedan verte y reconocer que
tú las buscas y deseas atraerlas a tu comunión.
• Dios, perdóname. Ni siquiera he prestado atención a lo que es mío a través de
Jesucristo.
• Oh, Dios, perdóname. No has podido darte a conocer en ninguna parte a través de
mí... no lo has hecho en esa medida.
• Oh, Dios, a partir de hoy, si me ayudas, ya no quiero contentarme con vivir sin la
manifestación de tu presencia y tu poder.

Mensaje
Este estudio comenzó cuando pregunté: “Señor, ¿por qué no te ha complacido traer un
movimiento poderoso y arrollador de tu Espíritu a toda la tierra por casi 150 años?” En la
primera parte del siglo XX se produjo un movimiento profundo en Norteamérica, pero
parece que no hemos visto un movimiento masivo por parte de Dios desde 1857-58.
Si usted es un líder espiritual en tiempo de crisis, nunca le haga a Dios una pregunta si no
está dispuesto a esperar la respuesta. Hacerle una pregunta a Dios y no dejarlo responder
es una afrenta a Él y todo lo que usted hace. Y una tragedia aún mayor sería no haber
formulado jamás esa pregunta y seguir ocupándonos de nuestros asuntos como siempre.
Dios comenzó a responderme la pregunta; mediante su Palabra dijo: “Henry, déjame
decirte por qué no he traído a Norteamérica un movimiento poderoso y arrollador de mi
presencia”. Compartiremos la respuesta durante el tiempo que pasemos juntos.
Usted se encuentra en medio de la historia. La historia es la actividad de Dios, cuando
produce cambios y se mueve para lograr sus propósitos extraordinarios. Cuando Dios
decida moverse con poder, espero que usted valore la importancia de ser hijo de Él en
medio de la historia, que usted no se ocupe de sus asuntos como siempre sino que preste
atención para ver dónde está trabajando el Señor.
Donde está el amo, allí debe estar el siervo. Eso no es una opción. Si somos siervos de
Dios, nuestra primera prioridad será buscar el reino de Él, es decir, buscar el gobierno de
Dios, el cumplimiento activo de los propósitos y los caminos de Dios, como así también
buscar la justicia de Dios. Esos dos conceptos no están separados. Solamente quien
camine con Dios en santidad y justicia... verá a Dios. Si alguna vez hubo un tiempo en
que debíamos observar a Dios y su obra, es en nuestros días. En un tiempo de crisis
espiritual, los hijos de Dios deberían ver y reconocer, sin dudas y con claridad, la
presencia de su Señor, y encaminar sus vidas donde Él está. El de corazón puro verá a
Dios. Y si alguna vez hubo un tiempo en que los hijos de Dios necesitaron orar para
poder oír y conocer la voz de Dios y seguir los caminos de Él, es en nuestros días. La
Biblia dice que la oración eficaz del justo puede mucho (Sant. 5:16).
Jesús dijo “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia...” (Mat. 6:33), esos
dos conceptos van totalmente unidos. Una persona que no camina con Dios en santidad y
justicia, y en pureza con su Padre celestial, jamás podrá buscar, ver ni responder al
gobierno y el reino de Dios donde sea que esté esa persona.
Nuestra generación está profundamente afectada por los medios de difusión masiva.
Recurrimos a los medios de difusión para obtener información o entretenimiento. Pero no
recurrimos a los medios de difusión para tomar las decisiones importantes de la vida, ni
para asumir compromisos, participar en lo trascendente y consagrar áreas de nuestra vida.
Luego vamos a la iglesia y no nos damos cuenta de que esa actitud mental nos ha

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afectado profundamente. Vamos a escuchar, pero frecuentemente no vamos a
encontrarnos con Dios cara a cara, ni a tomar decisiones drásticas que nos cambien la
vida. Permítame invitarlo a dedicar su mente, su corazón, su voluntad y su vida, y a
esperar así un encuentro personal con Dios, con el propósito de que Dios le dé a conocer
sus caminos y su voluntad divina en mucho mayor medida de lo que usted conoció antes
de este día. Porque Dios nunca propicia un encuentro con sus hijos sin exigir cambios
mayores en nuestra vida, una vez que lo hayamos conocido y oído y nos haya dado a
conocer sus caminos.
¿Entonces, abrirá usted su corazón para oír a Dios? Usted está rodeado por las obras
extraordinarias de Dios para nuestro tiempo, así que tome la decisión premeditada de que,
sea lo que fuere que Dios le diga, y cuando sepa claramente que viene de Dios, usted lo
obedecerá con todo el costo que implica y sin importar los cambios que deba hacer en su
vida.

Personas comunes para una obra extraordinaria


Permítame poner esta situación en el contexto de Hebreos 11. Al final del capítulo hay un
pasaje relacionado que literalmente me hace temblar. Su efecto se sigue intensificando en
mi propio corazón. Es una descripción de personas comunes que, por un encuentro con
Dios y la decisión de Él, se transformaron en personas extraordinarias. Mayormente eran
personas comunes hasta que Dios las eligió, las llamó, las llenó con su Espíritu y las usó
para sus propósitos, tal como hará con muchos de ustedes.
Luego, en el versículo 33, leemos: “...Que por fe [es decir, al esperar con certeza y
responder a Dios] conquistaron reinos”. ¿Cree con franqueza que hoy, en nuestro tiempo,
si usted responde a Dios con confianza cuando Él se da a conocer, Dios podría usar su
vida para conquistar reinos? ¿Acaso espera usted eso con certeza, o ni siquiera le pasa por
la mente? Es probable que usted ni siquiera espere tener esa clase de encuentro con Dios.
Que Dios pueda elegir su vida en este instante y transformarla de modo que la use para
cambiar el rumbo de una ciudad tras otra, una región tras otra, e incluso un país tras
otro... La medida y la naturaleza de Dios se revelarán en la manera en que usted le
responda.
Preste atención a lo que Él hizo a través de esas personas comunes que creyeron.
Conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones,
apagaron fuegos impetuosos y evitaron el filo de espada. Sacaron fuerzas de debilidad, se
hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros. Las mujeres recibieron
nuevamente a sus muertos mediante resurrección.
Y esta es la lista número dos: Otros fueron atormentados y no aceptaron el rescate, a fin
de obtener mejor resurrección. Otros experimentaron vituperios y azotes, y otros
sufrieron prisiones y cárceles. Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a
filo de espada. Anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras,
pobres, angustiados y maltratados, de los cuales el mundo no era digno; erraron por
desiertos, montes, cuevas y cavernas de la tierra. Y aunque todos alcanzaron buen
testimonio mediante la fe, ninguno recibió lo prometido. Dios había planeado algo mejor
para que ellos fueran perfeccionados junto a nosotros. “Por tanto, nosotros también,
teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y
del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante,
puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto

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delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono
de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo,
para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar” (Heb. 12:1-3).
Este es un mensaje increíble para que lo escuchemos en el momento de la historia que
nos ha tocado, al estar rodeados por los testigos que nos precedieron. Y ahora nos toca el
turno.

Intercesión y revelación
No he conocido otro tiempo en que haya sentido tanto la seriedad de lo que Dios nos ha
encomendado, como en estos días. Hay otra voz que también deseo hacerle escuchar.
Proviene de Jesús y tiene que ver con nuestro cumplimiento del propósito original de
Dios para su pueblo. Se encuentra en Juan 17. Deseo leer dos aspectos de este pasaje
porque usted necesita saber cómo Jesús está orando por usted, cómo lo hizo antes y cómo
sigue intercediendo.
¿Le gustaría saber qué le está pidiendo Jesús al Padre para que haga en su vida? Somos
tan egoístas en nuestra manera de acercarnos a Dios, que suponemos que nada sucede en
el cielo, a menos que nosotros mismos tengamos la iniciativa. Sin embargo, hay Uno que
siempre intercede, que habla con el Padre. ¿Acaso no le resultaría útil a usted comprender
algo de lo que Jesús está haciendo con el Padre a favor suyo? ¿Acaso no sería importante
saber cómo habla Jesús con el Padre sobre nuestras vidas, a fin de poder ajustarlas al
trabajo del Padre? Al reconocer la importancia de esto en las Escrituras, veremos y
experimentaremos con claridad cómo el Espíritu Santo da a conocer la voluntad de Dios a
medida que se va revelando en la Palabra de Dios. Hay algo de eso aquí mismo, en la
oración de Jesús.

Propósito y poder
En Juan 17:9, Jesús dice: “Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que
me diste; porque tuyos son...” En Juan 17:2-3, Jesús dice: “...Como le has dado potestad
sobre toda carne, para que dé vida eterna a todos los que le diste”. ¿Tiene usted vida
eterna? Si así es, el Padre lo ha entregado a usted al Hijo. Él dice: “Yo ruego por los que
me diste; porque tuyos son. Todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y he sido glorificado en
ellos. Y ya no estoy en el mundo; mas éstos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo,
a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros”.
Observe los versículos 15 y 16: “No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes
del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo”. Cristo le pide al Padre
que lo santifique a usted a través de la verdad. Él le habla al Padre. Usted puede estar
seguro de la intercesión del Señor Jesús para que el Padre lo elija a usted, lo santifique y
lo consagre a los propósitos de Dios en estos días.
“Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo. Y por ellos yo me
santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad” (vv. 18-19).
Y por tercera vez dice: “Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han
de creer en mí por la palabra de ellos”. El efecto llega hasta este preciso momento y
abarca a todo el que ha creído en Cristo por el testimonio de aquellos. Jesús está orando
por usted y por mí. Él dice: “Que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti”.
En otras palabras, está orando para que tengamos la misma clase de relación que el Padre
tuvo con el Hijo y el Hijo con el Padre. ¿Por qué? Para que el mundo crea. La manera en

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que usted responda a su Señor tendrá un efecto decisivo para que el mundo crea que Dios
envió a su Hijo.
Luego Jesús dice: “La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como
nosotros somos uno”. ¿Por qué? Para que sean uno, así como el Hijo y el Padre son uno.
“Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca
que tú me enviaste” (vv. 22-23). Ese es el contexto. Dios tiene un propósito
extraordinario para su vida y la mía.
Dios tenía un propósito cuando nos salvó. Durante el tiempo que compartamos, haré
referencia a varios pasajes bíblicos, pero el punto central a destacar son los propósitos
extraordinarios de Dios para usted, para mí y nuestras iglesias.
Es de vital importancia que el pueblo de Dios vuelva al propósito original que Él tenía
para nosotros. No importa lo que usted piense que desea hacer para Dios. Dios busca a
personas que deseen saber lo que Él planea para ellas, a fin de que pongamos nuestras
vidas en línea con lo que Él había planeado. Si desea conocer el propósito original de
Dios para usted, recurra a las Escrituras. La Palabra de Dios es el patrón que Él tiene para
medir nuestras vidas. Él siempre nos hará recordar el pacto, la meta eterna original que
había propuesto.
Cuando leamos pasajes bíblicos donde Dios menciona su propósito, nos detendremos un
poco para que usted pueda evaluar su propia vida. Cuando leamos esos pasajes, mi
oración es que usted los tome como guía para determinar si se ha alejado del Señor o si
está encaminado hacia el propósito divino. ¿Son ustedes la clase de persona, familia e
iglesia que Dios se propuso eternamente que fueran?
No importa si usted piensa que está haciendo lo mejor para Dios. Dios no quiere que
usted haga lo mejor para Él. Dios quiere que le permita cumplir sus propósitos divinos en
usted y por medio de usted. Él tenía un propósito cuando lo salvó a usted. Cuando el
Señor constituye una iglesia, tiene un propósito específico. No se trata sencillamente de
un lugar para que usted practique sus actividades religiosas. Es un pueblo que le
pertenece a Dios; Él tenía un propósito específico cuando constituyó su iglesia. Y el
Señor nos dice: “Observa tu iglesia para comprobar si, en este instante, mis propósitos
pueden expresarse con plena libertad, tal como te los di a conocer en mi Palabra”.
Durante toda la vida, hemos oído a Jesús decir “...Sobre esta roca edificaré mi iglesia; y
las puertas del Hades [el infierno] no prevalecerán contra ella”. Unos momentos antes de
eso, Jesús pregunta: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?” Y Pedro responde: “Tú eres
el Cristo”. Eso no es todo lo que Jesús dijo. Agregó: “Bienaventurado eres, Simón, hijo
de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos”
(Mat. 16:15-18).
“Sobre esta roca...” ¿Qué roca? Cada vez me convenzo más de que la relación de Jesús
con el Padre era lo más importante para Él. Jesús vino a cumplir la voluntad del Padre.
Constantemente buscaba la voluntad del Padre. ¿Qué roca? Donde sea que el Padre
convenza a su pueblo de que Jesús es el Señor, Él edificará su iglesia. Si usted convence
a ciertas personas de que Jesús es el Señor, habrá formado un grupo interesante de
personas con quienes trabajar. Sin embargo, cuando el Padre lo convence a uno de que
Jesús es el Señor, es algo totalmente diferente. El Padre cumple una obra profunda,
íntegra y completa. Y cuando el Padre nos convence de que Jesús es el Señor, Jesús
comienza a constituir un cuerpo viviente, una iglesia.
Cuando Jesús constituye un grupo de personas llamadas y congregadas (es decir, una

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iglesia local), basado en personas a quienes el Padre ha convencido de que Jesús es el
Señor, ¡las puertas del infierno comienzan inmediatamente a perder su dominio! Ninguna
puerta del infierno jamás podrá conservar dominio alguno donde esa clase de personas
comience a obedecer los mandatos de Dios. La Palabra de Dios dice que, cuando Jesús
edifique la iglesia, las puertas del infierno perderán su dominio. ¿Acaso las puertas del
infierno están perdiendo su dominio donde Dios plantó la iglesia a la que usted
pertenece? Si así no fuera, ¿por qué?
Debemos medir nuestra iglesia con la plomada de la Palabra de Dios. En base a esa guía,
no se trata de preguntarnos: cuánto crecimos en los 10 últimos años, ni cuántas personas
más se bautizaron este año con respecto al anterior, ni cuán grande es nuestro
presupuesto, ni si estamos construyendo otro templo... Cuando Jesús echa la plomada,
nos pregunta: “¿Están perdiendo su dominio las puertas del infierno?” ¿Acaso en nuestro
país vemos que las puertas del infierno estén perdiendo su dominio en el constante
trabajo y el ministerio de las iglesias de Jesucristo?
A cada congregación constituida se le concedió este privilegio. Cuando Dios constituye
una iglesia, quiere llenar esa congregación con mucho más de lo que podríamos pedir o
pensar. Quiere llenarnos con su poder para que, mediante ese grupo de personas, Él
pueda revolucionar el mundo y reconciliarlo consigo. Cuando Dios se propuso redimir al
mundo, formó un pueblo y le permitió ingresar a la presencia divina. La naturaleza que
les confirió es tal que puede llenar a ese pueblo con toda la plenitud de Dios.
Dios no se detiene allí. En Efesios 3:20, Pablo dice: “Y a Aquel que es poderoso para
hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos,
según el poder que actúa en nosotros... a él sea la gloria”. El autor le habla a la iglesia.
¿Está Dios recibiendo gloria en la iglesia a la que usted pertenece?
En Juan 17, Jesús le dice al Padre: “...He sido glorificado en ellos” (v.10). El propósito de
Dios fue que, cuando su pueblo lo conociera, le creyera y le respondiera, Él los llenaría
con toda su plenitud. ¡El mismo Dios que lo había anunciado lo haría personalmente! Su
Espíritu trabajará en nosotros como iglesia de modo tal que Dios pueda darse a conocer
en nosotros y ser glorificado en gran medida a través de la iglesia.
Ese es el propósito original de Dios. Es lo que Dios había planeado. No se trata de que
tratemos de hacer algo para Dios con nuestros propios esfuerzos. ¡Se trata de reconocer
que, sin Él, nada podemos hacer! ¡Pero en Él podemos hacerlo todo! Cuando lo
conozcamos, lo amemos, le respondamos y le permitamos llenarnos con su Espíritu, Él se
manifestará en nosotros ante un mundo observador y será glorificado en gran medida. Y
lo logrará al morar en nosotros la poderosa presencia de Dios.
Si su iglesia se propusiera crecer de mil a dos mil miembros en un año, eso no
necesariamente glorificaría a Dios. Eso puede lograrse por esfuerzo humano. ¿Qué
pasaría si Dios quisiera tomar su iglesia, esparcirla por todo el mundo y ganar a 10
millones de personas para Cristo en un año? El problema es que nos comparamos con
nosotros mismos. Al finalizar el año, no se trata de cuántas personas se hayan sumado a
la iglesia; se trata de que toda la iglesia y la comunidad comprueben que ustedes hayan
sido llenos en la medida de Dios, que es su plenitud. ¡Esa es la medida, porque esa es la
clase de iglesia que Dios usaría para traer un avivamiento espiritual que revolucione todo
el mundo!
La historia está repleta de iglesias que llegaron a quebrantarse absolutamente. ¿Pero sabe
usted por qué se quebrantaron? ¡De repente se vieron a la luz de lo que Dios se había

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propuesto que llegaran a ser, y eso las deshizo! Eso es lo que nos pasa. Mientras no
sepamos cuál fue el propósito de Dios, nos sentimos bastante satisfechos con nosotros
mismos. Pero cuando tomamos conocimiento del propósito de Dios, y vemos cómo se
está cumpliendo en nosotros, esa realidad debería aplastarnos... reconocer que le costó la
vida de su Hijo, reconocer que Dios concibió esa iglesia con un propósito, y que ese
propósito se puso en marcha para toda la eternidad. No fue algo que a Él se le ocurrió
después. No fue algo pasajero. Incluso antes de crearnos, Dios implementó un plan para
que tuviéramos una relación con su Hijo. Y cuando su Hijo llegó a nuestra vida
desmoralizada, pecaminosa, perdida y condenada, nos libró de la condenación. ¡Nos libró
del pecado y la culpa! Quiso hacernos sus hijos aunque no tuviéramos derecho a ello.
Quiso hacernos promesas cuando no teníamos derecho a ninguna. Nos dio esperanza
cuando la habíamos perdido. Y quiso amarnos a pesar de que no éramos nada. El
propósito eterno de Dios es que cuando tengamos un encuentro con Él, ya no volvamos a
ser los mismos de antes. Le entregaremos toda nuestra vida a Él. Le rendiremos toda área
de nuestras vidas a Aquel que nos salvó. Dejaremos que nos lleve desde el pecado y las
transgresiones en que estábamos hasta sentarnos con su Hijo en los lugares celestiales. Y
como leemos en Efesios 1:3, nos bendecirá “con toda bendición espiritual en los lugares
celestiales”. No hay nada que Él no quiera darnos.
La parte más difícil de este mensaje es que casi todos lo veremos como una idea
teológica, y saldremos a ocuparnos de nuestros asuntos como siempre. Lo cual será
sumamente ofensivo para nuestro Dios. Él nos preguntaría: “¿Cuándo vas a entender que
quise ser glorificado? Quise que me creyeras, me respondieras y permitieras que mi vida
fuera la tuya, para que cada día se dieran a conocer los resultados que puedo producir en
una vida que me permite hacerlo. Quise dar a conocer mi multiforme sabiduría en esa
iglesia ante todos los principados y las potestades”.
Cuando usted trata de transmitir la verdad de la Palabra de Dios, las palabras no alcanzan.
Usted ora para que el Espíritu de Dios manifieste la realidad de la Palabra. Y,
repentinamente, comienza a fluir abundantemente en la mente, el corazón y el alma del
pueblo de Dios. ¡Este mensaje es para nosotros! ¡No es teología, es la realidad! ¡Esto es
la vida!
Lea lo que dice Pablo en el versículo 17: “[Yo oro] ...para que el Dios de nuestro Señor
Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el
conocimiento de él”. Eso significa entrar en la vida de Él por experiencia personal para
que podamos conocerlo mejor. “[Yo oro para que alumbre] ...los ojos de vuestro
entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las
riquezas de la gloria de su herencia en los santos” (v. 18). Esperanza significa “confianza
en lo que se espera”. Pablo dijo: Oro para que a ustedes les sean abiertos los ojos del
corazón a fin de que experimenten la confianza en lo que se espera, lo cual ciertamente se
cumplirá... ¡que conozcan la esperanza de la razón porque Dios los llamó!
Para quienes creemos, la extraordinaria grandeza de su poder es como la acción de su
fuerza poderosa, que operó en Cristo cuando lo resucitó de entre los muertos y lo sentó a
su derecha en los lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad, poder y señorío,
y sobre todo nombre que se nombra, no solo en este siglo, sino también en el venidero...
es decir, nuestro tiempo.
Dios sometió todas las cosas debajo de sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas.
¿Por qué? ¡Para la iglesia! A cada uno de nosotros se nos ha entregado el mismo poder

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que resucitó a Jesús de entre los muertos, el mismo poder que lo puso sobre todo
principado y autoridad, poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra. ¡Dios puso
todo eso debajo de los pies de Cristo y lo dio por cabeza sobre todas las cosas para la
iglesia!
¿Es eso lo que usted está experimentando? ¿Acaso su comunidad ve que eso se
manifiesta? ¿Acaso ven que todo eso se expresa a través de su congregación? Oh, si
pudiéramos tomar lo que Él dice, medir nuestras iglesias según lo que hemos recibido en
Cristo y no descansar hasta decir “Oh, Señor, esto se ha cumplido y se expresa a través de
nuestra iglesia”...
Esto no es una idea teológica. Es la provisión de Dios para llevar a cabo su plan para
redimir el mundo. Cuando Dios eligió un pueblo, lo trajo ante su presencia y lo llenó con
esa presencia para que, a través de su pueblo, Él pudiera cumplir sus propósitos
extraordinarios. No hay nada para lo cual Dios nos llame sin prepararnos debidamente
primero. Dios puso a su propio Hijo entre nosotros como cabeza de la congregación y le
dio autoridad sobre todo.
¿Acaso, al obedecer a Dios, enfrenta usted cosas demasiado difíciles para Él? ¿Cómo es
posible vivir en relación con Dios y desilusionarse con lo que lo rodea? ¿No es como
negar completamente todo lo que Dios afirma de sí mismo? Para desilusionarse con el
mundo en que vive, usted tendrá que negar primero los atributos de Dios.
El pecado actúa tal como se espera que actúe. El problema reside en que el pueblo de
Dios no actúa según su nueva naturaleza. La oscuridad actúa tal como se espera que
actúe. La oscuridad no es el problema, sino la luz. Tenemos que ser el pueblo de Dios en
medio de una generación desmoralizada, perversa y deshonesta, y brillar allí como luces.
Jesús dijo: “...A los asentados en región de sombra de muerte, luz les resplandeció”
(Mat.4:16). ¿Acaso no complacería a Dios que se dijera eso de su iglesia y la mía... que
no sólo somos posiblemente la luz del mundo, sino que por naturaleza somos la luz del
mundo? Y ahora que estamos en el mundo, cada rincón oscuro resplandecerá con la luz
de nuestra presencia en la comunidad. Que podamos decir a familias deshechas, a
adolescentes desilusionados, a mujeres u hombres desconsolados, que no tienen pareja y
están criando a sus hijos, a quienes se involucran en las drogas y la delincuencia: “Ahora
ha llegado la luz de Dios. Nuestro propósito aquí es traerles el mensaje de salvación de
Jesucristo y el poder de la presencia de Dios”. Y luego observemos cómo Dios comienza
a convencer a esa gente de que Él es real. Cuando seamos uno en Él, la gente del mundo
se convencerá de que Dios envió al Hijo, y se convencerá de que Él ama al mundo.

Elegidos para el sacerdocio


¿Cómo empezamos a demostrar que cumplimos los requisitos de semejante llamado?
Somos el cuerpo de Cristo, por lo tanto su plenitud mora en nosotros. ¿Cuál fue el
propósito de Dios al hacer algo tan extraordinario? En Éxodo 19:2, y los versículos
siguientes, y en 1 Pedro 2:9, y los versículos siguientes, Dios dice: “A vosotros, que en
otro tiempo no erais pueblo, os he escogido para ser mi reino de sacerdotes. Vosotros
seréis mi real sacerdocio” (paráfrasis del autor). Toda la iglesia a la que usted pertenece
es un real sacerdocio. A ustedes se les ha dado la libertad y la confianza de entrar en la
presencia de Dios y acercarse a Él. Ustedes son un real sacerdocio. Ustedes son una
nación santa, un pueblo adquirido por Dios, limpiado por la Palabra de Dios, lleno del
Espíritu de Dios, para conocer los caminos de Dios y la voluntad de Dios, un pueblo que,

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como dice Pedro, le pertenece a Dios.
¿Qué propósito tenía Dios cuando llamó a un pueblo y lo constituyó? Lo puso bajo el
señorío de su Hijo. Mediante la presencia de su Hijo en la vida de su pueblo, les permitió
llegar hasta su propio trono, donde nosotros, su pueblo, pudiéramos conocer los caminos,
la voluntad, la actividad y los propósitos de Dios. Entonces, en alegría, amor y
obediencia, nosotros, el pueblo de Dios, respondemos a Él y observamos cómo toma
nuestras vidas y nos pone donde Él quiere que estemos. Habrá comunidades y naciones
enteras que comenzarán a escuchar la Palabra de Dios. Donde sólo hay llanto, se oirá
cantar; donde sólo hay angustia, habrá alegría; donde sólo hay muerte, llegará la vida.
Donde sólo hay desesperación, nacerá la esperanza. Y Dios lo hará a través de un grupo
de personas comunes. Se trata simplemente de personas que Él salvó y rescató del
pecado, y a quienes dio comunión con su Hijo en los lugares celestiales que Dios habita.
Y entonces, Él trabaja a través de nosotros aquí mismo, para salvar nuestro mundo.
¿Qué hará usted con su vida? Comparemos nuestra vida con la plomada del propósito
original de Dios. La idea original de Dios era convencer a principados y potestades sobre
su multiforme sabiduría por medio de nosotros. Todo lo hizo y lo cumplió a través de su
Hijo. El propósito eterno de Dios fue que, mediante su Hijo, pudiéramos ingresar a su
presencia en libertad y sin temor. Pablo dijo: “[Yo oro] para que os dé, conforme a las
riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu;
para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y
cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál
sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que
excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios” (Ef. 3:16-
19).
“Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo
que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea gloria en la
iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos” (Ef. 3:20-21). Me
gustaría preguntarle por usted, su propia familia y su iglesia. Si usted tuviera que
comparar todo eso con su vida, ¿diría que se ha desviado? ¿Se ha apartado usted del
propósito? No me refiero a eso en un sentido intelectual. Me refiero a lo práctico. El
Señor no hizo todo esto para permanecer sin poder en el mundo. Lo hizo para transformar
el mundo, para atraerlo a una comunión con Él.
En la historia hay iglesias que respondieron; Dios las eligió y así influyó en el mundo.
Cuando el conde Zinzendorf se encontró con un puñado del pueblo de Dios en Moravia
(parte de la actual República Checa), tomó a ese grupito de hijos de Dios, quebrantados,
acosados y perseguidos, y los organizó en base a la Palabra de Dios y el señorío de
Jesucristo. Les enseñó que tenían libertad y confianza para ingresar a la presencia de
Dios, y por lo tanto debían hacerlo. Se propuso que esa congregación orara cada hora, 24
horas al día, siete días a la semana. Y esa pequeña congregación oró, sin cesar, por más
de cien años.
Y repentinamente Dios tomó a esa iglesia y comenzó a llamar misioneros. Dios dispuso
que daría a conocer su multiforme sabiduría por medio de esa iglesia a principados y
potestades. Y durante ese período de tiempo, Dios envió a un misionero tras otro. Hubo
un tiempo en que ese grupo llegó a enviar a más misioneros que todos los demás grupos
misioneros en conjunto. Uno podía ir a cualquier parte del mundo y comprobar que los
Hermanos de Moravia se le habían adelantado. Una congregación que le creyó a Dios,

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tuvo con Él la experiencia que Dios se había propuesto originalmente que su pueblo
viviera.
Si Dios pudo hacer eso a través de una congregación, ¿qué podría hacer a través de mil
iglesias? ¿Qué sucedería si su iglesia dijera: “Oh, Dios, perdóname por medir nuestra
iglesia con cualquier otra medida excepto la tuya? Si eso fue tu propósito eterno, que
entonces podamos experimentarlo y no descansemos hasta lograrlo. Te pedimos que nos
muestres qué hacer, cómo hacerlo y cuándo hacerlo. Confiaremos en ti y lo haremos a
toda costa, para que podamos ser la prueba visible de tu sabiduría”. Que las personas del
mundo puedan verte y reconocer que las buscas y deseas atraerlas a tu comunión.
Dediquemos un momento a orar. Estemos en silencio. En primer lugar esto tiene que ver
con su vida personal. No invente excusas porque su vida es como es, ni culpe por ello a
su pastor o los diáconos. A usted se le ha dado la libertad y la confianza de acercarse
personalmente al trono de Dios. Apocalipsis 3:20 dice: “He aquí, yo estoy a la puerta y
llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo”.
Toda la iglesia sentirá el efecto de la presencia de Dios, comenzando por usted mismo.
Tal vez usted necesite decir: “Oh, Dios, perdóname. Ni siquiera he prestado atención a lo
que es mío a través de Jesucristo. No has podido darte a conocer en ninguna parte a través
de mí. Pero, Señor, a partir de hoy, si me ayudas, ya no me contentaré con vivir sin la
manifestación de tu presencia y tu poder”.
Luego responda al Señor como familia. Y luego, responda como iglesia.
Ahora que comienza a orar, ¿qué está diciéndole Dios a usted? Comparta con el resto del
pueblo de Dios lo que Él le está diciendo, y eso pondrá en marcha el corazón de todos.

A menos que se indique otra cosa todas las citas bíblicas se han tomado de la Santa
Biblia, Versión Reina-Valera 1960. © Copyright 1960, Sociedades Bíblicas en América
Latina. Usadas con permiso.

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REALIDADES:
7 VERDADES DE LA EXPERIENCIA CON DIOS

REALIDAD 2:
Dios busca tener con usted una relación continua de amor que sea real y personal
Isaías 53:3-6; Mateo 10:40; Juan 13:20, 1 Juan 4:7-18

Puntos principales
• Dios nos creó a su propia imagen, con la capacidad de amar y ser amados.
• La característica esencial de todo creyente es su amor por Dios y por los demás.
• Dios demuestra cómo amar a los demás en la manera en que nos amó (Rom. 5:8).
• Nuestro amor por los demás demuestra nuestro amor por Dios.

Una prueba de amor


Dios enviará personas, ya sea la familia, un compañero de trabajo o toda una
organización, para probar nuestro amor por Él. Según la manera en que los amemos y
aceptemos, amaremos y aceptaremos a Cristo y así demostraremos nuestro amor por Dios
(Hech. 2:47). Manipular a las personas para provecho propio, tratarlas como esclavos o
manifestar desinterés en el bienestar personal y espiritual de ellas es despreciar a Cristo.

La evidencia en las acciones


Las acciones demuestran nuestra salvación (1 Juan 3:10,16; 1 Juan 4:7-11). Sólo Dios
cambia los corazones. La prueba de que un corazón ha cambiado es la manera en que uno
ama. Cuando Dios lo amó a usted, fue motivado a actuar al respecto. Dios dio a su Hijo
para que usted pudiera tener nueva vida. La presencia de Cristo en usted deberá
relacionarse con el Espíritu de Él en otros. Sean cuales fueren las circunstancias, si Dios
vive en su corazón, la respuesta espontánea de su corazón es amar. El amor de Dios no
puede expresarse en ira, odio, discrepancias, crítica, orgullo o celos. Eso no es parte de la
naturaleza de Dios; tales expresiones provienen de nuestra naturaleza pecaminosa. El
Espíritu de Dios entró en su vida para ayudarlo a expresar el amor de Cristo a los demás
(Gál. 5:22-23).

El fruto de la obediencia
La presencia de Dios en nosotros se evidencia en el fruto que producimos, lo cual
demuestra que somos sus discípulos. En Juan 15:7-8, la palabra permanecer significa
“habitar” o “morar”. No podemos llamar a Cristo “Señor” si tratamos sus mandamientos
como sugerencias o principios opcionales (Juan 14:21,23). Debemos amarnos
mutuamente del mismo modo en que Él nos ha amado; no se trata de algo opcional.
Nuestra obediencia determina cómo manifestará Dios su amor en nuestra vida (Juan
14:21). Cuando Dios realmente habita en su vida, todos descubrirán, a través de usted, el
amor, la paciencia, la gentileza y la bondad de Dios. ¿Acaso hay tal evidencia? Su
obediencia demuestra cuánto confía usted en Dios y cuánto lo ama, lo cual pone de
manifiesto el amor de Él al proveer para sus necesidades. No se trata simplemente de una
idea teológica; es la aplicación práctica de la Palabra de Dios. En tiempos de necesidad,
Dios sigue amando a su pueblo.

SP SermonWeek 1-7.doc 14
Dios nos amó de tal manera que en nuestra relación con Él no hay lugar para el temor (1
Juan 4:17-18). Nadie que trabaje o ande con nosotros jamás debería tener temor en su
corazón. El perfecto amor echa fuera todo el temor. Tampoco debería haber temor entre
los creyentes en la iglesia, sino conversación, comprensión y colaboración mutua pues así
se expresa el amor perfecto.

Ilustración
Me encanta dedicarle tiempo a mis nietos. Cuanto más tiempo les dedico, mejor llegan a
entender qué esperar de mí. No me temen porque tienen la certeza de cuánto los amo. No
huyen de mí, sino que acuden a mí corriendo. Y yo seguiré amándolos mientras viva.

Una relación de amor


Isaías 53 describe gráficamente cuánto nos ama Cristo. La cruz es la máxima expresión
de una relación de amor (Rom. 8:32). Cristo nos ama a pesar de nuestra rebelión y
nuestro pecado. Él entregó su vida por nosotros. Nos dio todo lo que tenía. Una vez que
hayamos experimentado el amor de Dios por nosotros, jamás podremos negarnos a amar
a otra persona. Cristo nos dio la única pauta para amar a los demás, y se trata de amar
como Él nos ha amado.

Consagración
Usted no podrá amar si no ama primero a Dios. ¿Realmente ha experimentado el nuevo
nacimiento? Sus acciones... ¿edifican o destruyen? ¿Traen vida consigo o la quitan? ¿Las
personas desean estar cerca de usted, o lo evitan? ¿Trata usted a los demás como si Cristo
se los hubiera enviado? ¿A qué persona le ha enviado Cristo para que usted ame y
aprenda de ella?

Mensaje
La medida de la unidad es reconocer a Cristo los unos en los otros. Con respecto a ello,
hay dos pasajes bíblicos que siempre me conmueven. El primero es Juan 13:20, que se
ocupa de cómo recibimos a quien Dios envía: “De cierto, de cierto os digo: El que recibe
al que yo enviare, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió”.

Una prueba de amor


La manera en que Dios acerca personas a nuestra vida es sumamente notable. En el lugar
de trabajo, Dios podría haberle acercado una secretaria. Si todo lo que usted ve allí es una
secretaria para asistirlo, se está perdiendo la verdadera razón por la que Dios envió a esa
persona, pues en la relación entre usted y el Cristo vivo, hay una dimensión que no podría
experimentar de ningún otro modo excepto mediante aquella persona. Si todo lo que
usted vio fue una secretaria, no ha podido percibir el reino de Dios. En el mundo laboral,
a usted le es posible funcionar de ese modo, pero no podrá hacerlo así en el reino de Dios.
Él nos acerca personas para que experimentemos una dimensión de nuestra relación con
Él que no podremos experimentar de ningún otro modo sino mediante esas personas. Él
dice: “De la manera en que respondáis a quien os he enviado, así respondéis a mi Padre y
a mí” (paráfrasis del autor).
Y Mateo 10:40 es un versículo maravilloso al respecto: “El que a vosotros recibe, a mí
me recibe; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió.” Un niño puede comprender

SP SermonWeek 1-7.doc 15
lo que Jesús dice. Pero nuestro problema es que oímos con la cabeza, pero no
escuchamos con el corazón. Si todo lo que hacemos es oír sin escuchar, somos los más
perjudicados. ¿Es tan difícil comprender? “El que a vosotros recibe, a mí me recibe”.
No se trata de un concepto de menor importancia. Lo encontrará en todas las enseñanzas
del Señor Jesucristo. ¿Cómo se aplica en la iglesia? ¿Cree usted en su mente y su corazón
que Dios agrega personas al cuerpo según le place? Entonces, del modo en que usted
reciba a quien Dios le envió, así recibe usted a Dios.
La última vez que una persona se unió a la membresía de su iglesia, al final del culto,
¿usted se “escabulló” para salir a almorzar con sus amigos, o caminó hasta el frente del
santuario para darle personalmente la bienvenida a esa persona? ¿Acaso saludó usted a
esa persona con calidez? ¿La miró a los ojos y dijo “Señor Jesús, gracias por enviar a este
hermano, porque sé que por medio de él aprenderé de ti algo que aún no he conocido”?
¿Fue así como recibió usted a la última persona que se unió a su iglesia? Esa es la manera
en que Dios desea que usted las reciba.
A veces decimos: “Oh, Señor, ven a nosotros”. Él responde: “Ya lo hice. Recién estuve
entre ustedes, pero no me reconocieron. Les dije en mi Palabra que, cuando les envío a
alguien, yo mismo vengo a ustedes, y también mi Padre”. La manera en que tratamos a
esa persona es absolutamente vital.

La evidencia en las acciones


Somos llamados a tener una relación de amor. Ya conocemos Juan 3:16 y ahora leamos 1
Juan 3:16; Ambos pasajes van juntos. “En esto hemos conocido el amor, en que él puso
su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos”.
¿Cómo llega a esa conclusión? Juan rara vez habla del amor de Dios por nosotros sin
mandarnos a que nos amemos unos a otros exactamente como Dios nos ha amado. Dios
no lo libra a la interpretación personal; Él nos dice lo que es el amor. Él puso su vida por
nosotros.
He observado a muchos líderes decir a sus seguidores: “Yo soy el líder. Ahora ustedes
tienen que dar la vida por mí”. Así es como el mundo lo haría. Pero en el reino de Dios
jamás se haría así. En el reino se dice: “Dios te ha puesto junto a mí”. Aquí estoy para
poner mi vida por ti. Si decimos que nos amamos los unos a los otros, entonces debemos
poner la vida el uno por el otro porque Él puso su vida por nosotros.
Dios ha definido una relación de amor para nosotros. Él nos manda a amarnos unos a
otros exactamente de la misma manera. Ya se ha definido en términos prácticos para
nosotros. Ahora busquemos 1 Juan 4:7. Usted verá la absoluta relación que hay entre el
amor de Dios por usted y su amor por Dios, como así también el amor de unos por otros.
“Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es
nacido de Dios, y conoce a Dios”.
Creemos que si amamos a Dios con nuestro pensamiento, automáticamente lo amamos
también con la vida y el corazón. Eso no es cierto. El pensamiento nos presenta la verdad.
El corazón se apropia de la verdad. Cuando Dios nos confronta consigo mismo como
relación de amor perfecta, entonces nuestro corazón se apropia de una persona. Le
respondemos en nuestra vida. Dios también dice que todo aquel que ama es nacido de
Dios. Amar está en la naturaleza del cristiano. En base a ello, ¿hay alguna evidencia clara
en su vida de que usted ha nacido de nuevo? En otra palabras, que usted afirme haber
nacido de nuevo no hace que realmente haya nacido de nuevo. Afirmar que usted ha

SP SermonWeek 1-7.doc 16
aceptado a Cristo, ha sido bautizado y se ha unido a la membresía de una iglesia no hace
que haya nacido de nuevo. ¿Sabe usted cómo saber si realmente ha nacido de nuevo? Es
la manera en que ama. Si le resulta difícil amar, no se trata de comprobar si usted ama,
sino de comprobar si ha nacido de nuevo.
Sería terrible seguir afirmando “He nacido de nuevo”, cuando no hay evidencia de ello en
su vida. Él dice que si usted es nacido de Dios, debe amar. No es una opción. ¿Es tan
difícil de comprender? Muchas personas dan por supuesto que conocen a Dios, pero si
uno les pidiera un testimonio al respecto, ¿habría evidencia de un amor genuino? La
mayoría de las personas que las conocen dirían que no. Este pasaje bíblico es poderoso.
“El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. En esto se mostró el amor
de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que
vivamos por él”. ¿Oh, significa que nuestro amor debe demostrarse? Eso es exactamente
lo que dice. Dios no nos dijo simplemente que nos amaba, sino que mostró su amor... o
sea, que lo hizo claro y evidente para nosotros. Dios envió a su único Hijo al mundo, para
que viviéramos por Él. Cuando Dios ama, la vida fluye por aquellos a quien ama. Dios lo
ama a usted; por eso Él dio a su Hijo, para que usted experimentara el amor de Dios a
través de su Hijo.
Se espera que ame exactamente del mismo modo en que Dios lo ha amado a usted. Es
decir, si usted sigue diciéndole “Te amo” a quienes lo rodean, pero la vida de ellos está
destruida, usted es mentiroso. El amor de Dios no habita en usted.
Como pastor siempre observé si mi relación con las personas les daba vida, si fluía vida
hacia ellas. ¿Acaso la vida de ellos se había enriquecido conmigo más que antes de
conocerme? Yo observaba atentamente para ver cómo crecían en Cristo esas personas. La
Biblia dice que, cuando Dios amó, aquellos que amó recibieron vida, y la vida que vino a
través de su Hijo.
Tenga presente la relación que usted tiene con su cónyuge, sus hijos, sus nietos, sus
compañeros de trabajo, sus compañeros de la Escuela Dominical o su iglesia. Se puede
saber si usted realmente ama a quienes Dios le ha puesto alrededor cuando ve que la vida
fluye hacia ellos. La vida de Cristo en usted producirá vida en otras personas.
Si desea ver una relación de amor, observe cómo Dios lo ama a usted. Dios se desprendió
de todo lo que le pertenecía para que usted recibiera vida. Luego, cuando habita en usted,
Él espera que usted se desprenda de todo lo que le pertenece para que otros lleguen a
conocer a Dios. Mi mayor deseo es que toda persona que se relaciona con mi vida, al
pasar los años, llegue a demostrar una mayor dimensión del amor de Cristo, un amor que
fluye hacia y desde la vida de esa persona.
¿Desea saber cómo es la relación de amor? Así es como Dios demostró claramente su
amor. Él le permitió experimentar el amor que tenía por usted. Dios envió a su único Hijo
al mundo, para que viviéramos por Él. Así es el amor de Dios. “En esto consiste el amor:
no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a
su Hijo en propiciación por nuestros pecados” (v. 10). Dios envió a su Hijo para que a
través del Hijo pudiera atraernos hacia una relación de amor que es limpia, pura y
perfecta. Hizo todo lo que pudo para afirmar esa relación de amor. Si hubo algún error en
nosotros, Él proveyó un medio para que nuestro pecado nunca llegara a ser un obstáculo
entre el amor de Dios y nosotros. Eso es lo que nos pide que hagamos, que nuestra vida
sea el instrumento a través del cual demostrar cómo eliminar todo lo que pueda ser un
obstáculo para esa relación perfecta con Él.

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Eso es lo que Dios hizo cuando amó; por lo tanto, es lo que usted debe hacer cuando ama.
Mantenga la relación entre el amor que Dios le manifestó a usted y cómo Él se lo
expresó, y el resultado que se vio en usted cuando Dios expresó su amor. Esa es la
manera exacta en que su vida debería afectar a quienes lo rodean. No se trata de que usted
lo ama a Dios, sino que Dios lo amó a usted y envió a su Hijo para compensar lo que
faltaba en su vida y permitirle así vivir en relación con Dios. “Amados, si Dios nos ha
amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros” (v. 11). Cuando usted se
encuentra, cara a cara, con otro creyente, debería ser una respuesta espontánea del
corazón que usted tome la iniciativa de hacer todo lo que puede por ese creyente. “Nadie
ha visto jamás a Dios. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su
amor se ha perfeccionado en nosotros” (v. 12).
¿Acaso habita Dios en usted? De acuerdo con las Escrituras, ¿habita el amor de Dios en
usted? Sabrá que el amor de Dios habita en usted por la respuesta espontánea de su
corazón a cualquiera de los hijos de Dios que Él pone a su alrededor, en el lugar de
trabajo, la iglesia, el hogar y el vecindario. Siempre he creído que se puede saber si Dios
habita en el corazón de una persona por lo que esa persona hace espontáneamente. Si
experimenta una situación difícil, lo que usted haga espontáneamente revela la verdadera
condición de su corazón. Si Dios habita en su corazón, no importan las circunstancias,
porque la respuesta espontánea de su corazón será amar. Si la respuesta espontánea de su
corazón es perder la paciencia o enojarse, eso revela la condición del corazón; usted no
puede tener el corazón lleno del Espíritu y manifestar el fruto de la carne. Ambos se
excluyen mutuamente.

El fruto de la obediencia
Si el Espíritu de Dios habita en usted y usted anda en el Espíritu, sin siquiera pensarlo,
sean cuales fueren las circunstancias, su respuesta será el fruto del Espíritu. Una vez un
diácono me dijo: “Henry, tienes que entender que siempre ha tenido un temperamento
explosivo”. Y le respondí al diácono: “Puedes haberlo tenido, pero en el momento en que
volviste a nacer, ya no hay excusa para tenerlo porque el amor de Cristo habita en tu
corazón”. La presencia de Dios está en su corazón, y Dios no puede expresarse en usted a
menos que sea mediante un amor perfecto. Si nos amamos unos a otros, Dios habita en
nosotros.
Si no nos amáramos unos a otros, ¿qué conclusión sacaría usted? Es una pregunta difícil
para muchas personas, pero el pueblo de Dios suele vivir como negando validez a todo
ese pasaje bíblico. Si alguna vez volvió a nacer, el amor de Cristo habita en usted, y la
respuesta espontánea de su corazón es un amor divino. Si usted no ama, entonces el amor
de Dios no habita en usted.
“En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros: en que nos ha dado de su
Espíritu. Y nosotros hemos visto y testificamos que el Padre ha enviado al Hijo, el
Salvador del mundo. Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios
permanece en él, y él en Dios. Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios
tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y
Dios en él” (vv. 13-16).
¿Qué significa “permanecer en amor”? Significa que allí es donde usted habita. Es el
lugar donde brota todo lo que es parte de su vida. ¿Qué significa permanecer en su
Palabra y en Él? Significa habitar allí. Si usted asocia esta frase con Juan 15, Jesús dijo:

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“Si permanecéis en mis palabras y permanecéis en mí, pedid todo lo que queréis, y os
será hecho, y llevaréis fruto” (paráfrasis del autor). ¿Cómo saber entonces si una persona
permanece en Cristo? Observe la evidencia. ¿Cómo podría usted saber si esa persona
permanece en amor? Observe la evidencia. La persona que permanece en el amor,
permanece en Dios y Dios en él.
Me he encontrado con muchas personas que intentan convencerme de que habitan en el
amor, pero todo lo que veo en la vida de ellas ni siquiera puede compararse con el amor
que Dios tiene. Sé que no permanecen en Dios porque, si lo hicieran, el amor de Dios
sería la expresión normal y natural en la vida de ellos.
He aquí el misterio que ha estado oculto por todos los tiempos: Cristo establece
permanentemente su residencia en la vida de usted. En Juan 14:21,23, Jesús dijo que si
usted oye lo que Él le dice y lo cumple, quiere decir que usted lo ama. Un mandamiento
de Jesús no es una sugerencia. Es un mandamiento. Nosotros lo llamamos Señor, pero
tomamos sus mandamientos como sugerencias. En ese pasaje, Él dice: “Un mandamiento
nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis
unos a otros”. Si ustedes reciben ese mandamiento y lo cumplen, será evidencia de que
me aman. Y cuando me amen, mi Padre los amará.
¿Conoce la capacidad del Padre para amarlo a usted? Si recopilara toda la Biblia y la
considerara en su conjunto, ni siquiera comenzaría a describir lo que se experimenta
cuando Dios decide amar a alguien. Pero también hay condiciones para amarnos de ese
modo, para que conozcamos y experimentemos su amor. El Señor dice que si nos manda
algo y lo cumplimos, es porque lo amamos. Entonces el Padre nos amaría y el Hijo
también.
¿Conoce la capacidad del Cristo viviente para amarlo? Increíble. Insondable. En toda área
de su vida. Observo que muchas personas se molestan demasiado por las finanzas. La
mejor manera de resolver sus problemas financieros es hacer lo último que Cristo les dijo
que hiciera. Cuando usted cumple eso, significa que lo ama, y Él pone en marcha de
inmediato el amor de Dios y el amor de Cristo. Si algo saben hacer es proporcionar para
las necesidades que usted tiene. Decir “Algún día” es algo teológico; no es práctico. La
parte más práctica es una relación de amor con Dios. Aquel que ve que usted lo ama
porque lo obedece se ha propuesto amarlo a usted mediante la provisión para su vida.
Nunca vi que Él fallara al respecto. Sólo hay una cosa sencilla que usted debe hacer:
Amarlo y obedecerlo.
¿Qué evidencia hay de que Dios habita permanentemente en su vida? ¿Lo que usted dice
o lo que usted vive? Es lo que usted vive. No se trata simplemente de decir “Él habita en
mí”. El Nuevo Testamento dice que si Dios habita en su vida, todos se encontrarán con Él
al encontrarse con usted. Se encontrarán con el amor de Dios, con la paciencia de Dios.
Se encontrarán con la gentileza y la bondad de Dios. Puede volver a leer 1 Corintios 13.
Es una descripción del amor “ágape” (en griego), el amor que caracteriza a Dios. Debería
ser que, si Él habita plenamente en su vida, sin impedimento alguno porque usted lo
obedece, toda persona que se encuentra con usted se encontrará con él, cara a cara. Y el
amor de Cristo que habita en usted dominará la vida de ellos así como domina la suya.
En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día
del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo. En el amor no hay
temor...” (vv. 17-18). Eso significa no sólo en su relación personal con Cristo; significa
que toda persona que está con usted, lo hace en perfecta paz. ¿Alguna vez conoció a

SP SermonWeek 1-7.doc 19
personas cerca de las cuales los demás temen estar? Eso nunca debería ocurrir con un
cristiano. En el amor no hay temor.
“...El perfecto amor echa fuera el temor” (v. 18). Mi esposa y yo tenemos nietos y los
amamos. Ellos no huyen de mí; vienen a mí corriendo. El perfecto amor echa fuera el
temor.
¿Sabe usted cómo han llegado a amarme y venir corriendo a mí? Es porque yo los he
amado. He seguido amándolos y así será mientras viva. Les diré que los amo.
Hemos llegado a amar a Dios sin temor, porque Él nos amó de modo tal que no hay lugar
para el temor en nuestra relación con Él. Si lo amamos del mismo modo, nadie que
trabaje o esté con nosotros deberá jamás temer en su corazón. El perfecto amor echa fuera
todo el temor. En la comunión cristiana de las iglesias, las personas deberían correr
juntas, conversar juntas, cuidarse mutuamente y compartir juntas porque el amor perfecto
se expresa a través de nosotros.

Una relación de amor


¿Qué es una relación de amor? He pedido en oración: “Señor, ayúdame a amar como tú
amas”. Y Dios me llevó a Isaías 53. He aquí lo que una relación de amor es realmente.
“Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en
quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo
estimamos. Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y
nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por
nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y
por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas,
cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros”
(vv. 3-6).
¿Desea saber cómo es una relación de amor? Ya lo ha oído. La cruz es la mejor expresión
de una relación de amor. Éramos enemigos, pero Él dijo; “Déjenme morir por Henry”. Él
es su enemigo. Sin embargo, el Padre dice: “Pero yo lo amo, y estoy dispuesto a entregar
a mi Hijo, si hubiera una posibilidad de que comprendiera que lo amo”.
Romanos 8:32 dice: “El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por
todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?”. La relación de amor
que se obtiene mediante la muerte del Señor Jesús y la vida de Él puesta a nuestro
alcance es al patrón de nuestra respuesta al Señor. ¿Cómo sería posible darle menos de lo
que hemos experimentado en Él? Él dice: “Sólo quiero darles un mandamiento”.
“Sí, Señor; tú me has redimido. ¿Cuál es tu mandamiento?” “Sólo quiero que se amen
unos a otros exactamente del modo en que yo los he amado”.
No merecíamos nada de eso, pero Él dijo: “Te amo, y haré todo esto porque te amo”. Y
luego da un paso atrás y aguarda para ver la clase de respuesta que le damos. Nos hemos
tomado su amor muy a la ligera. Debemos hablar de su amor en actitud de reverencia y
con espíritu humillado. ¿Cómo podrías, Señor, haberme amado a pesar de toda mi
rebelión y mis pecados? Él respondió: “Sólo quiero que conozcas lo que es realmente una
relación de amor. A pesar de todo, te amé, y lo hice de este modo: Entregué a mi Hijo por
ti. No tengo nada más para dar”.
Oh, Señor, ¿acaso aceptarías que este pobre pecador pusiera su vida en tus manos? Nada
tengo para ofrecer, excepto mi vida pecaminosa. Él responde: “Pruébame. Ámame con
todo tu corazón, tu mente, tu alma y tus fuerzas, y verás lo que hago”. Y en ese momento

SP SermonWeek 1-7.doc 20
tiene lugar tal transformación que sólo puede describirse como una nueva creación, y
cambia todo lo que me caracteriza... cambia a su semejanza. Una vez que Él me amó, yo
no podría evitar amar a otra persona. Nunca soñaría siquiera con fijar mis propias
condiciones para amar. Diría: “Señor, tú me diste las condiciones de una vez por todas.
Es hacerlo como tú me has amado”.

Padre, nos hemos encontrado cara a cara contigo en tu Palabra. Tu Palabra es como el
fuego y el martillo. Has quebrantado nuestro duro corazón. Nos has refinado el corazón
para que sea como tú deseas. Quebrántanos, refínanos, moldéanos hasta que, en tu
amor, nos veamos tal como tú. Te lo pedimos en tu nombre. Amén.

A menos que se indique otra cosa todas las citas bíblicas se han tomado de la Santa
Biblia, Versión Reina-Valera 1960
© Copyright 1960, Sociedades Bíblicas en América Latina. Usadas con permiso.

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REALIDADES:
7 VERDADES DE LA EXPERIENCIA CON DIOS

REALIDAD 3:
Dios lo invita a ser parte de su obra

Mateo 7:7-8; 1 Corintios 15:10; 2 Corintios 5:17; Juan 15:16; Efesios 2:5-7; Lucas 9:23

Puntos principales
• Toda la Escritura clama para que conozcamos a Dios.
• Debemos elevar nuestra experiencia con Dios a la verdad de las Escrituras.
• Toda verdad de Dios constituye una invitación de Dios para que usted lo experimente
como Él lo desea.

El poder de la Palabra
En toda la Escritura, Dios clama a su pueblo para que lo conozca. Usted puede dirigirse a
virtualmente todo pasaje de la Palabra de Dios para comprobar que Él le dice a sus hijos:
“Quiero que me conozcan, que conozcan mis propósitos y mis caminos. Mis caminos no
siempre son los caminos de ustedes, pero les dan vida a ustedes y a quienes los rodean”.
La invitación de Dios no implica que estemos ocupados con Él en nuestra actividad
ministerial o espiritual; es una invitación a ser transformados por el poder de su Palabra, a
medida que el Espíritu Santo la usa para moldearnos y forjarnos.
Leemos la Palabra de Dios pero nunca nos damos cuenta de que Dios nos está hablando
cada vez que abrimos la Biblia. Es algo que sabemos intelectualmente, pero que rara vez
nos llega al corazón. No podemos decidirnos mentalmente a seguir a Dios cuando
nuestras acciones no lo confirman. ¿Cuándo se tiene la certeza de que una verdad ha
pasado del conocimiento intelectual al corazón? Su vida cambiará para coincidir con la
verdad revelada. Lo que usted aprenda en las Escrituras se volverá palpable en la vida
diaria. Si no hay ningún cambio considerable en su conducta, entonces lo aprendido es un
mero conocimiento intelectual que no ha llegado al corazón.

Los caminos, los propósitos y los deseos de Dios para su pueblo


Jesús dijo: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo
aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá” (Mat. 7:4-8).
Con esto Él no expresaba un pensamiento para reflexionar, un proverbio sabio ni algo
que le sucede a una minoría espiritual selecta; expresaba la verdad para toda persona que
busca a Dios.
¿Ha habido alguna ocasión en su vida en que usted le pidió algo a Dios y no recibió lo
que pidió? Una tremenda tragedia en la vida de muchos creyentes es que bajan las
Escrituras al nivel de su experiencia personal, en lugar de subir su experiencia personal al
nivel de las Escrituras. Porque intentaron algo una vez y no funcionó, piensan que las
Escrituras son ineficaces, simbólicas, metafóricas o limitadas sólo para algunas personas
extraordinarias. Si la experiencia no coincide con las Escrituras, lo que falla no es las
Escrituras sino la vida y la comprensión del cristiano. Lo que usted experimenta no es la

SP SermonWeek 1-7.doc 22
medida de la verdad. Si Jesús lo dijo, es verdad. El mero hecho de que no
experimentemos algo en nuestra vida no cancela la validez de la verdad. Debemos
permitir que las Escrituras cumplan su propósito: transformarnos la vida de modo tal que
se comprueben como verdad en nuestra experiencia. Cuando Dios habla por medio de su
Palabra, es una invitación para que usted experimente la verdad en su vida.
Pablo dice que todo lo que llegó a ser se lo debía a la actividad personal del Dios viviente
en su vida. Pablo escribió: “Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha
sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la
gracia de Dios conmigo” (1 Cor. 15:10). El entregó su vida a Dios como la arcilla se
entrega al alfarero, y dejó que el Alfarero diseñara y diera forma a la arcilla. El Alfarero
siempre ha tenido un plan y un propósito específico. La arcilla no tiene capacidad para
adquirir forma ni cumplir un uso por sí misma. Debe permanecer en las manos del
alfarero para tomar forma. Usted debe permitir al Alfarero que lo coloque en la situación
o circunstancia para la cual usted fue diseñado.
El Dios del universo, quien lo conoció a usted antes de la creación del mundo, ya sabía lo
que el pecado haría en la vida suya y le aplicó todo lo que proveyó para su salvación a fin
de transformarlo en el vaso que Él quiere que sea. No necesitamos preguntar: “¿Señor,
qué quieres que yo haga?” Esa es la pregunta equivocada. La verdadera pregunta es:
“¿Señor, qué deseas hacer en mi vida?” No llegamos a ser una nueva criatura por
esfuerzo propio, sino por la obra de Dios en nosotros (2 Cor. 5:17). “No me elegisteis
vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis
fruto” (Juan 15:16). ¡Cuando Dios nos salvó, lo hizo “a propósito” y “con un propósito”!

La invitación de Dios
Dios... “aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo
(por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en
los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las
abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús” (Ef.
2:5-7). Nosotros nos reorientamos totalmente hacia Dios a través de Cristo, quien tiene
una relación plena con su Padre. Dios nos eleva y nos hace sentar con Cristo en los
lugares celestiales. Se puede apreciar el alcance de lo que Dios puede hacer con aquellos
que se entregan completamente a Él. ¡Fuimos salvos para que, en todo momento y lugar,
Él pudiera manifestar la increíble gracia y bondad de Dios para usted y a través de usted!
He visto a muchas personas que entregaron su vida en manos del Alfarero, el Maestro,
quien los transformó para dejar de vivir en la oscuridad y llegar a vivir en la luz
admirable del Señor. Hay personas cuyas vidas habían sido quebrantadas por el efecto del
pecado, el consumo de drogas, la ambición egoísta, sin esperanza de recuperación,
esclavizadas por su propia lujuria, adicciones y deseos, que fueron liberadas, completadas
y llegaron a sentarse junto a Aquel que murió por ellas y ahora vive en ellas. Han llegado
a ser una demostración visible de la multiforme gracia y sabiduría de Dios. Son brillantes
ejemplos de lo que Dios puede hacer en aquellos que ponen sus vidas en las manos
divinas.
¿Es su vida una demostración de la gracia de Dios? ¿Puede Dios tomarlo a usted y
ponerlo donde Él desea para que otros vean lo que Dios está haciendo en su vida?

Ilustración

SP SermonWeek 1-7.doc 23
Cuando Dios nos dio hijos, el anhelo de mi corazón fue que yo viviera una vida de modo
tal que ellos quisieran servir al Dios a quien su padre servía. Nada me entristecería más
que ver a mis hijos rechazar a Dios por la manera en que viví mi vida ante ellos. Si usted
tiene hijos, ¿están ellos sirviendo al mismo Dios que ven que usted sirve? ¿Es su vida un
ejemplo de la actividad de Dios en una persona totalmente entregada a Él? Si usted tiene
nietos, ¿están ellos observando su vida y viendo que Dios manifiesta su gracia admirable
en usted de tal modo que desean seguir al Dios a quien usted sirve?

El deseo de Dios
El deseo de Dios es demostrar su gracia a través de usted. Dios desea mostrar su
naturaleza a través de nosotros, y que practiquemos la verdad de Él en nuestra vida.
¿Acaso hay personas en el campo misionero como consecuencia de la vida suya? ¿Hay
personas agradecidas porque usted obedeció a Dios y eso las influyó a decidirse por el
ministerio?
El subtítulo del libro Mi experiencia con Dios es Cómo conocer y hacer la voluntad de
Dios. Una vez que usted conoce y experimenta a Dios y comprende la voluntad divina,
recibe el desafío de cumplirla y permitirle dirigir su vida en los caminos de Él. Una de las
principales aplicaciones del fuego es purificar. Cuando aumenta el calor, suben a la
superficie la escoria y las impurezas, las cuales “se barren” y se repite el proceso hasta
que el metal se ha purificado. ¡Pero con demasiada frecuencia le pedimos a Dios que nos
quite el fuego en lugar de la escoria! Cuando Dios aumenta el calor, debemos buscar sus
propósitos. El calor nos llevará a la presencia, a la Palabra de Dios y a la oración. La ira,
la amargura y las relaciones quebrantadas comienzan a subir a la superficie, y entonces
Dios nos dice: “Se vive solamente una vez; vive sabiamente”.
Cuando Dios aumenta el calor, ¿cambia su modo de vida? ¿Cambia su conducta? ¿O
resiste a lo que Dios está tratando de hacer en su vida? ¿Se rebela usted contra el Alfarero
y se rehúsa a que le dé forma?
Una de las verdades más poderosas y más claramente presentadas en la Biblia es que
Dios habla a su pueblo. A quienes respondieron positivamente a la voz de Dios se les dio
forma y fueron transformados para los propósitos divinos.
Usted no puede conformarse con lo habitual y conocido, y seguir a Dios
simultáneamente. No puede rehusarse a abandonar la escoria de su vida y transformarse
en un vaso útil para el reino de Dios. Dios no nos llama a hacer lo que podemos; nos
llama a permitirle hacer muchísimo más de lo que podemos lograr a través de nuestra
vida. Gran parte del proceso transformador de Dios comienza con negarnos y tomar
nuestra cruz (Lucas 9:23).

Ilustración
Cuando yo trabajaba en Canadá, enfrentamos desafíos difíciles en el ministerio. Hablé
con muchas personas en los Estados Unidos para que fueran a ayudarnos. Compartí con
ellos lo que sentía en el corazón sobre los grupos nativos que no tenían iglesias
evangélicas. Hablé sobre cientos de ciudades pequeñas que no tenían ninguna iglesia.
Hablé sobre la gran necesidad de avivamiento en nuestro país, ¿y sabe usted qué me
respondían? “Cuéntame sobre el clima, porque realmente no me gusta el frío”. Mi
corazón exclamaba: “¿Qué tiene que ver el frío con tu obediencia a Dios? Niégate a ti
mismo, muere a tu ego y sigue a tu Señor”.

SP SermonWeek 1-7.doc 24
Negarse a uno mismo es esencial para permitir que el Alfarero transforme la vida de uno
según la voluntad divina. A medida que la Palabra de Dios manifiesta sus propósitos en
nuestra vida, nos sometemos a su voluntad y colaboramos con el Espíritu Santo para
permitirle obrar en nosotros según la voluntad de Él. Comenzaremos a notar que la
naturaleza divina (el fruto del Espíritu) se manifiesta mediante nuestra vida. Notaremos
que las personas son atraídas al Cristo que habita en nosotros a medida que ven la los
efectos de la gracia de Dios en nosotros.

Consagración
• No se contente con leer acerca de Dios en la Escritura; busque a Dios en la Palabra.
• Pregúntele a Dios lo que desea hacer en su vida para manifestar la gracia divina a un
mundo observador.
• Vea la Palabra de Dios como una invitación a ser transformado y usado como
instrumento de Dios.
• Decida ahora responder “sí” a cada invitación de Dios.

Mensaje

He llegado a tener una tremenda convicción en mi corazón de que toda la Escritura clama
para que el pueblo de Dios lo conozca a Él. Uno puede buscar prácticamente en cualquier
lugar, y encontrar que Dios clama así a sus hijos: “Quiero que me conozcan. Quiero que
conozcan mis propósitos. Y realmente deseo que conozcan mis caminos. Mis caminos no
son los de ustedes”.

El poder de la Palabra
¿No es acaso sorprendente cómo oímos eso con nuestro intelecto, pero nunca parece
llegarnos al corazón? Y la vida surge de la experiencia de nuestro corazón, no del
intelecto. Es probable que usted conozca intelectualmente todas las verdades y las acepte.
Quizás piense que complace a Dios porque usted ha llegado a la conclusión de que cree
en lo que Dios dice que Él es.
Conocer la verdad intelectualmente no significa que le cambiará la vida, porque los
demonios conocen intelectualmente esas mismas verdades. Pero hacen algo más que
nosotros: tiemblan al conocer la verdad. Nosotros conocemos las verdades bíblicas y no
temblamos. Con frecuencia vivimos de un modo confuso por todo lo que conocemos
intelectualmente pero no lo experimentamos en la práctica. Y le insistimos al Señor: “Te
he dicho que creo en esto”. Pero Él responde: “Lo sé; estoy esperando que pase de tu
conocimiento intelectual al corazón. Aún no te ha llegado al corazón”.
¿Cuándo tendrá usted la certeza de que una verdad ha pasado del conocimiento
intelectual al corazón? Su vida cambiará para coincidir con la verdad, de modo tal que lo
que recién haya comprendido de las Escrituras se vuelva palpable en su vida diaria. Si
usted no ve que su vida está cambiando para coincidir con las Escrituras, entonces ha
conocido intelectualmente esas verdades, pero no le han llegado al corazón.

Los caminos, los propósitos y los deseos de Dios para su pueblo


Vamos a considerar algunos pasajes bíblicos importantes, que son capaces de transformar

SP SermonWeek 1-7.doc 25
su vida, si usted les permite llegar al corazón. Por ejemplo, Mateo 7:7-8. Las verdades de
la Palabra de Dios son tan sencillas que un niño podría comprenderlas. No son difíciles
de entender. Es difícil llevarlas al corazón y ponerlas en práctica a diario. Usted conoce
este pasaje bíblico. Jesús dijo: “Pidan, y yo les daré; Hallarán cuando busquen. Y llamen,
y les abrirán” (paráfrasis del autor).
Observen el versículo 8 “...Todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que
llama, se le abrirá”. ¿A quién se incluye? A todos. ¿Lo incluye eso a usted?
Muchos cristianos leen un pasaje como ese y lo bajan al nivel de su experiencia personal:
¡Llamé, y nadie me abrió! ¿Por qué no toma usted su experiencia y la eleva al nivel de las
Escrituras? ¿Por qué bajar las Escrituras al nivel de su experiencia? Lo que usted
experimenta no es la medida de la verdad.
Si Jesús lo dijo, es verdad. Lo oímos, pero no lo estamos experimentando; entonces
decimos “Eso no es verdad para mí”. Pero es necesario que llegue a ser una verdad en
usted. Todo aquel que pide, recibe. Todo aquel que busca, halla. Y a todo aquel que
llama, se le abre.
Lo que usted haga después de leer ese pasaje revelará lo que cree sobre Dios. En otras
palabras, ¿tiene usted la valentía de decirle a Dios que no debería haber dicho eso porque
no se ha cumplido en su vida? Dios simplemente responderá: “Lo que dije es una
invitación para que lo experimentes”. Sin embargo, cuando usted lo leyó y no se cumplió
en su vida, usted supuso que eso no estaba a su alcance. Y entonces lo desechó y puso su
atención en otra cosa. Y así permite que lo que usted experimenta determine lo que usted
cree. Es exactamente lo opuesto.

La invitación de Dios
Dios lo invita a unírsele en su obra. Busquemos en la Biblia 1 Corintios 15:10. El apóstol
Pablo hace una tremenda declaración. Dice: “...Por la gracia de Dios soy lo que soy”.
Permítame decirlo de modo más amplio. El apóstol Pablo podría haber dicho: “Todo lo
que he llegado a ser se debe a la obra personal del amor de Dios en mi vida”. Él le
entregó la vida a Dios, como la arcilla en manos del alfarero. Dejó que el Alfarero tuviera
un propósito cuando comenzó a darle forma a la vida de Pablo. Y así Pablo siguió
entregándole su vida a Dios hasta que Él lo transformó exactamente en el instrumento
que había planeado, de modo que pudiera trabajar a través del apóstol.
Mantengamos por un momento esa imagen del alfarero y la arcilla. ¿Sabe habitualmente
el alfarero qué clase de vaso va a confeccionar antes de empezar a apretar y moldear la
arcilla? ¿Sabe el alfarero cómo va a usar ese vaso? La arcilla no tiene capacidad para
adquirir forma ni cumplir un uso por sí misma. Tiene que permanecer siempre en manos
del alfarero para que este le dé forma. Una vez que Dios haya moldeado su vida como el
instrumento que escogió para sí, usted tendrá que permanecer en las manos del Alfarero y
dejar que lo traslade donde se ha propuesto usarlo.
Usted no tiene capacidad para decidir eso en lugar de Dios. Usted no debe decir: “Señor,
tengo todos estos talentos y estas habilidades; sencillamente saldré y te serviré”. Usted no
puede salir y servir a Dios con eficacia más de lo que un vaso puede salir y servir sin que
lo manipule y lo use una persona. Dios tiene que darle forma a usted, y luego usarlo.
Lo sorprendente es que el Señor lo invita a usted a entregarle su vida, para que el Dios
del universo pueda usarlo. Es Aquel que lo conoció a usted antes de la creación del
mundo, quien ya sabía lo que el pecado haría en su vida, se acercó a usted y aplicó todo

SP SermonWeek 1-7.doc 26
lo que había provisto para su salvación a fin de transformarlo en una arcilla a la que
pueda darle forma.
Ahora usted está listo para dejar que el Señor le dé forma. Usted dirá: “Señor, ¿qué
quieres que haga?” Y el responde: “Es la pregunta equivocada. No necesitas preguntar
‘¿qué quieres que yo haga?’ ¿Qué estás tú dispuesto a dejarme hacer contigo? Yo te hice
de nuevo”. ¿Acaso no es cierto lo que dice en 2 Corintios 5, que cuando usted se une a
Cristo, llega a ser una nueva creación?
¿Quién hace eso? Dios lo hace. ¿Acaso sabe Él lo que se ha propuesto? Recuerde Juan
15:16: “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto
para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca”. Cuando Dios toma su vida y
le da forma, ¡tiene un propósito!
Desde el día en que usted llegó a ser cristiano, ¿sintió alguna vez que Dios lo salvó con
un propósito y no sólo para ir al cielo cuando muera? ¿Cree usted que Él tenía alguna otra
finalidad?
En Efesios 2 hay algunas declaraciones increíbles. Tenga presente lo que señalé antes:
Toda verdad de Dios constituye una invitación de Dios para que usted lo experimente
como él lo desea. La verdad no se ha diseñado para el conocimiento intelectual, sino para
que usted pueda conocer a Dios, sus caminos y sus propósitos, a fin de que cuando Él
comience a trabajar en su vida, usted tenga cierta idea de lo que Él se propone.
Podríamos meditar en Efesios 2 durante varios meses sin llegar jamás a una conclusión
final. ¿Se da cuenta de que antes de que Dios tomara su vida, usted estaba totalmente
muerto en su pecado? Dios tenía que darle vida, y lo hizo al unirlo a usted con su Hijo.
La razón por la que usted tiene vida espiritual es que la vida de Cristo se manifestó
primero en usted. Todo cobra vida en usted, pero ahora usted se reorienta totalmente a
Dios porque se ha unido a Cristo Jesús, quien tiene una relación plena con el Padre. Y Él
tomará su vida y la trasladará al centro de la voluntad de Dios.
Pablo escribe dos cosas maravillosas sobre el propósito de Dios. Me gustaría repasarlas
con usted. Es totalmente maravilloso. Dios... “aun estando nosotros muertos en pecados,
nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos
resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús” (vv. 4-6).
A nosotros, que estábamos muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo por
gracia. ¡Usted ha sido salvo por la relación de amor que Dios ofrece gratuitamente! Y nos
elevó juntos y nos hizo sentar con Cristo en los lugares celestiales.
¿Y qué significa todo eso? A nosotros, que estábamos muertos en nuestros pecados,
cuando Dios nos unió a Cristo, no sólo nos dio vida, sino que también nos permitió
sentarnos con Cristo, en el reino absoluto en que Dios trabaja. Ahora usted se encuentra
exactamente en el centro de la actividad de Dios. Su vida experimentará el alcance de lo
que Dios puede hacer en una persona totalmente entregada a Él. Y Dios puso a Cristo en
su vida para ayudarlo a lograr eso.
Veamos el versículo 7: “Para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de
su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús”. El Señor preguntó: “¿Sabes
por qué te salvé?” Para que, donde Él lo desee, cuando Él lo desee y como Él lo desee,
pueda demostrar, dondequiera que sea, la increíble gracia de Dios y la bondad que Dios
le extendió a usted y a través de usted, de modo que, cuando alguien vea lo que Dios
puede hacer con una persona... ¡lo maraville y lo haga desear la misma clase de encuentro
con Dios!

SP SermonWeek 1-7.doc 27
¿Es su vida una demostración de la gracia de Dios? ¿Podría Dios tomarlo a usted y
ponerlo donde Él quiera? ¿Y podría hacer Él que otras personas vean cómo está obrando
en la vida suya? Cuando Dios nos dio hijos, el anhelo de mi corazón fue que yo viviera
una vida de modo tal que ellos quisieran servir al Dios a quien su padre servía.
Si usted tiene hijos, ¿han decidido ellos servir al Dios que ven en usted, porque usted ha
comprendido que Dios desea hacer de su vida una clara demostración de lo que sucede en
cualquiera que entrega su vida a Jesucristo, cuando Dios los eleva y los pone en el centro
de su actividad? A través del ejemplo que usted da, sus hijos comenzarán a ver lo que
Dios puede hacer en una persona totalmente entregada a Él.
Cuando lo vean, desearán tener lo que ven de la actividad de Dios en su vida. La gente
me pregunta: “¿Henry, esperabas que tus cinco hijos se dedicaran al ministerio?” ¡Por
supuesto que sí! Y también espero que mis nietos respondan así. Y, sean cuales fueren las
circunstancias, los eventos, las presiones, lo que ocurra a mi alrededor, el anhelo de mi
corazón es que mis nietos vean lo que Dios puede hacer en alguien que le entrega su vida.

El deseo de Dios
Una de las grandes realidades de las Escrituras es que el Dios del universo ha decidido
invitarlo a usted a unírsele en su obra. ¡Eso produce resultados increíbles!
Una vez me pidieron que preparara un comentario sobre la influencia que puede tener una
persona en las grandes cosas que Dios hace. Comencé a pensar en cuántas personas han
experimentado algún interés en servir a Dios porque de algún modo se relacionaron
conmigo, ya fuera por algo que escribí, por una conferencia en la que hablé, o por sólo un
apretón de manos. Hoy día hay personas en el campo misionero, en el mundo de los
negocios o en los seminarios que me miran y, a menudo con lágrimas, me han dicho:
“Henry, quiero agradecerte porque obedeciste al Señor, y tu obediencia fue lo que Dios
usó para transformar mi vida”.
El subtítulo del libro Mi experiencia con Dios es Cómo conocer y hacer la voluntad de
Dios. De eso se trata realmente. Formula la pregunta de cómo uno puede comprender la
actividad de Dios, la naturaleza de Dios, los caminos de Dios, e identificarse con la
actividad de Él en la vida cuando Dios comienza a trabajar en uno mismo. La meta es
conocer que algo viene de Dios sólo porque Dios puede hacer ciertas cosas. Cuando Dios
comienza a hacer lo que sólo Él puede hacer, ¡más vale que yo lo escuche! Si usted así lo
hiciera, el momento en que escuche y obedezca lo que Dios dice, usted le permitirá que lo
moldee. Él quitará algunas cosas y agregará algunas otras.
Para que comprendamos cómo Dios hace eso, usa muchas figuras del lenguaje. Una de
ella es “un fuego de refinador”. No hace mucho tiempo pregunté a todo un grupo si
creían que el mensaje que predicaba Juan el Bautista venía de Dios. ¡Naturalmente,
respondieron que sí! Y entonces pregunté: “¿Acaso el mensaje de Juan el Bautista que
preparaba a las personas para recibir a Jesús tuvo algo que ver con ustedes y conmigo?”
Algunos dudaron un poco antes de responder. Entonces les pregunté: ¿Saben lo que dijo
Juan? Dijo: “Yo... os bautizo en agua; pero... él os bautizará [os sumergirá] en Espíritu
Santo y fuego”.
Entonces me dirigí al grupo y dije: “¿Acaso ha hecho Él eso en la vida de ustedes?” Eso
es lo que Dios dijo que Jesús había venido a hacer. Vino a quienes lo conocieron para
sumergirlos en el Espíritu Santo y en fuego. Usted no puede serle útil a Dios a menos que
Él lo sumerja en el Espíritu Santo.

SP SermonWeek 1-7.doc 28
El segundo elemento es el fuego. ¿Cuál es una de las aplicaciones más importantes del
fuego? ¿Qué hace un refinador de mineral metálico cuando pone fuego bajo el oro y la
plata? ¿Para qué usa el fuego? ¡Para purificar! ¿Qué pasa cuando se aumenta el calor?
Suben a la superficie la escoria, las impurezas. ¿Luego qué se hace? ¿Se las revuelve bien
para volver a mezclarlas? ¡No! Cuando las impurezas suben a la superficie, uno “las
barre” para eliminarlas; y así aumenta el calor y más impurezas suben a la superficie. Y
eso se repite una y otra vez hasta que nada más sale a la superficie. A medida que su vida
se va purificando, refleja la imagen exacta de Aquel que la ha llenado y transformado, la
imagen de Jesucristo, el Hijo de Dios.
Cuando comenzamos a sentir el calor, ¡nos sometemos a un escrupuloso período de 40
días de ayuno y oración para que Dios nos quite el calor! Dios responde: “¡No me
escuchaste!” Soy el Único que puede hacer eso. Y necesitas comprender mi propósito
cuando aumento el calor”.
¿Qué sucede a menudo? Eso lo acerca a usted hacia Él. ¿No es así? ¡Eso lo acerca a usted
a su Palabra! Y lo acerca a usted a un tiempo de oración. Y cuando el calor sigue
aumentando, usted comienza a ver muchas cosas que salen a la superficie que ni siquiera
sabía que existían, como su ira, cierta amargura, ciertas relaciones quebrantadas, ciertas
conversaciones ociosas y el modo en que usa su tiempo... Y Dios le dice: “¡Se vive
solamente una vez, y después no hay otra oportunidad!” Vive sabiamente. Y cuando el
fin se esté acercando, ¿qué va a decirle usted a Dios en cuanto a lo que hizo con casi todo
su tiempo? ¿Y qué va a responderle Dios a usted? Que usted nunca entendió el mensaje.
“Cuando aumenté el calor, hice que me buscaras. Y cuando lo hiciste y te hablé, nunca
entendiste el mensaje, porque para nada cambiaste tu modo de vida. Cuando te saqué del
calor, todo volvió a la normalidad”.
No haga eso. Dios lo está invitando a unirse a Él. Y Dios sabe lo que se propone. Dios
trabaja en usted de un modo específico y exclusivo, para transformarlo en la persona que
busca y desea usar.

A menos que se indique otra cosa todas las citas bíblicas se han tomado de la Santa
Biblia, Versión Reina-Valera 1960. © Copyright 1960, Sociedades Bíblicas en América
Latina. Usadas con permiso.

SP SermonWeek 1-7.doc 29
REALIDADES:
7 VERDADES DE LA EXPERIENCIA CON DIOS

REALIDAD 4:
Dios habla a su pueblo para revelarse a sí mismo, revelar sus propósitos y sus
caminos

Salmos 22:1,24; Mateo 16; Juan 1:23; Juan 5:17,19-20, 5:39-40, 10, 11, 16:13-14;
Romanos 3:11-12,8:26; 1 Corintios 2:9,10,12,14; Hebreos 1:1-2

Puntos principales
• Dios habló a su pueblo desde el Génesis hasta el Apocalipsis, y nos sigue
hablando hoy día.
• En el Antiguo Testamento, habló Dios; en los Evangelios, habló Cristo; desde el
libro de los Hechos hasta hoy día, habla el Espíritu Santo.
• Lo importante no es cómo habla Dios, sino el hecho de que Él hable.
• El Espíritu Santo toma la Palabra de Dios para ayudarnos a conocer la voluntad de
Dios.
• La Palabra de Dios, la oración, el cuerpo de creyentes (la iglesia) y las
circunstancias pueden revelar conjuntamente la voluntad de Dios.

Dios habla por medio de su Palabra


Dios habla a su pueblo. En el huerto del Edén, Dios habla, y en el libro de Apocalipsis,
todavía sigue hablando. Y durante todo ese tiempo, de un punto al otro, Dios habla a su
pueblo en forma clara y definitiva. Es importante no complicar nuestra relación con Dios.
Uno lee la Palabra de Dios, y dice que Dios habló. Lo importante no es cómo habló sino
que Él habló, y que aquellos a quienes habló supieron que era Dios y entendieron lo que
Él dijo. Cada vez que Dios habló, aquellos a quienes habló supieron que era Dios y
entendieron claramente lo que Él dijo. Dios se comunica en forma clara y definitiva para
que sepamos que Él habla, sepamos lo que está diciendo y sepamos cómo ajustar nuestra
vida a los propósitos de Dios.
Hay tres etapas en las que Dios habló: el Antiguo Testamento, los Evangelios, y el libro
de los Hechos hasta el presente. “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas
maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha
hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el
universo” (Heb. 1:1-2).
Algunas veces habló con voz perceptible. Samuel oyó una voz que lo llamaba por su
nombre. Dios habló a Ezequiel mediante visiones. Habló a José mediante sueños. Habló a
Moisés a través de una zarza que ardía, y ante Josué se presentó como líder militar. Dios
tiene muchas maneras de hablar según Él lo decide. Lo importante no es cómo habló, sino
el hecho de que habló, y que a menudo la forma en que habló a cada persona fue
exclusiva. Él se valió una sola vez de una zarza ardiente, un asno, una luz enceguecedora
y un comandante militar.
Dios se relaciona con su pueblo para darle conducción, verdad, sabiduría, guía y valor a

SP SermonWeek 1-7.doc 30
fin de que sepa exactamente lo que habrá de hacer. Cuando Moisés regresó de aquella
experiencia ante la zarza ardiente, no dijo: “Espero que esto me conduzca a un encuentro
con Dios”. Eso mismo fue el encuentro con Dios. Lo que Moisés hizo después reveló lo
que Él creía sobre Dios. Su respuesta fue: “Señor, te he oído, te he comprendido, y ahora
voy a obedecerte”. Y cuando Cristo habló a una persona, eso fue el encuentro con Dios, y
fue tan importante que respondieran en obediencia a Jesús como lo fue para Moisés, Noé,
Abraham, Jeremías y cualquiera de los profetas que respondieron al Señor. Cuando Dios
habla, lo que usted haga luego indicará lo que cree sobre Dios.

Dios habla hoy


Hoy día, Dios nos habla a través de su Espíritu Santo. En el Antiguo Testamento, parece
que el Padre es el único que habla claramente; en los Evangelios, habla el Hijo; y luego
Jesús dijo que enviaría el Espíritu de verdad. “Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él
os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo
lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. Él me glorificará; porque
tomará de lo mío, y os lo hará saber” (Juan 16:13-14).
Una de las funciones principales del Espíritu Santo es que usted conozca la voluntad de
Dios y esté capacitado para cumplirla. El Espíritu también es quien lo motiva a usted a
cumplir la voluntad del Padre. No trabaja por casualidad. Trabaja porque se le
encomienda hacerlo. En Romanos 8:26, vemos que el Espíritu conoce la voluntad del
Padre, y lo guía a usted hacia la voluntad del Padre. Pero el momento en que el Espíritu le
permite a usted comprender la Palabra, constituye la invitación de Dios para tener así
inmediatamente una experiencia con Él. “...Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han
subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman” (1
Cor. 2:9). La voluntad de Dios no puede conocerse con los sentidos físicos.
Él dice: “Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo
escudriña, aun lo profundo de Dios. (...) Y nosotros no hemos recibido el espíritu del
mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha
concedido, (...) Pero el hombre natural [es decir, usted y yo, sin la ayuda del Espíritu] no
percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede
entender, porque se han de discernir espiritualmente” (vv. 10,12,14). Sólo la presencia
poderosa y la obra del Espíritu Santo puede tomar las cosas de Dios y darlas a conocer a
usted. Son cosas que vienen por revelación. El Espíritu tiene que revelarlas.
En Romanos 3:11-12, Pablo dice que, a causa del pecado y fuera de la obra del Espíritu
de Dios, nadie entiende nada ni quiere buscar a Dios. Cuando usted abre la Palabra de
Dios, hay una tremenda verdad que comienza a apropiarse de usted; no se trata de un
concepto que usted esté aprendiendo, no es un principio, sino un encuentro con Dios que
el Espíritu Santo hace posible. La Palabra de Dios es la espada que empuña el Espíritu
para que usted conozca la voluntad de Dios en forma clara y definitiva.
Jesús dijo a los fariseos: “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en
ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; y no queréis venir a
mí para que tengáis vida” (Juan 5:39-40). La herramienta que el Espíritu Santo usa es la
Escritura. Pero eso no es un fin en sí mismo. Es un medio para llegar a un fin. El Espíritu
toma la Palabra de Dios para llevarlo a usted a una relación con Dios. Fuera de la obra
poderosa del Espíritu Santo, no se puede comprender la Palabra de Dios. El momento en
que el Espíritu revela la verdad, usted tiene una experiencia con Dios.

SP SermonWeek 1-7.doc 31
Necesitamos pedir en oración: “Padre, hoy me entusiasma el hecho de que el Espíritu
tomará ahora algo del centro de tu actividad y me enfrentará, cara a cara, con la realidad
para que yo pueda ajustar enseguida lo que sea en mi vida a fin de que tomes el control
de inmediato”. Debido a que el Espíritu acaba de revelarle a usted lo que Dios está
haciendo en este momento, usted necesita preguntarse qué diferencia podrá marcar Él en
cada área de su vida si usted se lo permite.

Usted puede distinguir la voluntad de Dios


Hay cuatro cosas que ayudan a distinguir la voluntad de Dios para usted.
La Palabra de Dios: Siempre permita al Espíritu revelar la actividad de Dios cuando
usted lee su Palabra. La Biblia es la fuente principal de verdad y revelación sobre la
voluntad de Dios para su vida. Ninguna otra fuente contiene la revelación de Dios, ni
ningún otro libro transmite la vida y la intimidad con Dios como la Biblia.

Ilustración
En Juan 11, leemos que María y Marta enviaron un mensaje a Jesús para avisarle que su
hermano estaba muriendo y le pidieron que viniera a sanarlo. La Escritura dice que Jesús
guardó silencio. Las conocía, las amaba, pero permaneció allí hasta que murió Lázaro. En
todas las otras ocasiones en que habían enviado a buscarlo, habían obtenido una
respuesta. Pero esta vez hubo silencio. Cuando Jesús se enteró de la muerte de Lázaro,
decidió ir a visitarlos. Marta dijo: “Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría
muerto”.
Jesús respondió: “Tienes toda la razón. Si yo hubiese estado aquí, tu hermano no habría
muerto, pero ustedes no me habrían conocido mejor de lo que ya me conocían. Sabían
que yo podía sanar porque me habían visto hacerlo muchas veces. Y si yo hubiese estado
aquí, me lo habrían pedido, y yo lo habría sanado. Sin embargo, yo sabía que ustedes
estaban preparados para una revelación mayor de lo que jamás habían conocido sobre mí.
Y quise que ustedes supieran que yo soy la resurrección y la vida, y que mi silencio los
estaba preparando para un conocimiento sobre mí mayor de lo que jamás habían
experimentado” (paráfrasis del autor).
Cuando yo comprendí eso, me revolucionó totalmente por dentro. El Espíritu tomó la
Palabra de Dios para hacerme comprender a Dios. Llegué a comprender una de las cosas
más importantes de mi andar con Dios. Permítale a Dios mostrarle, a través de su
silencio, lo que Él está haciendo para darse a conocer a usted de una manera increíble.
Oración: Usted no sabe orar como conviene. Dios desea que usted se asocie a Él
mediante la oración, de modo que al arrodillarse a orar, el Espíritu Santo esté presente en
forma activa para dirigirlo a usted en la oración. He descubierto que, mientras oro, a
menudo me vienen pasajes bíblicos a la mente. Al principio yo me decía: “Henry, ya
terminaste el tiempo de meditación bíblica; ahora es tiempo de orar”. Luego llegué
repentinamente a la conclusión de que el Espíritu Santo recurría a la Palabra de Dios para
ayudarme a aprender a orar. Cuando ahora me sucede, abro la Biblia y digo: “Señor,
enséñame lo que dices en este pasaje y ayúdame a orar según el pasaje y por este asunto
en particular”.
¿Se ha escuchado usted al orar? Ha habido ocasiones en que usted comienza a orar en un
sentido pero termina haciéndolo en otro. El Espíritu Santo le está enseñando a orar como
conviene. Usted comienza a orar, y el Espíritu lo conducirá al centro de lo que el Padre

SP SermonWeek 1-7.doc 32
está haciendo.
Circunstancias: Veamos lo que Jesús dijo en Juan 5:17,19,20: “Mi Padre hasta ahora
trabaja, y yo trabajo. (...) No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer
al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente. Porque el
Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que él hace...” En otras palabras, el
Espíritu Santo lo ayudará a comprender la perspectiva de Dios en medio de las
circunstancias. Cuando usted trate de ver a Dios a través del filtro de sus circunstancias
personales, obtendrá una imagen distorsionada de Él. Sin embargo, si usted puede ver sus
circunstancias a través de los ojos de Dios, estas se verán totalmente diferentes. El
Espíritu Santo lo ayudará a comprender cómo las circunstancias le revelan a usted la
voluntad de Dios.
El cuerpo de creyentes: Dios usa a su pueblo para hablarle a usted, particularmente en el
cuerpo de la iglesia. Usted puede encontrarse cara a cara con Dios cada vez que se
relaciona con un creyente. Prepare sus oídos, sus ojos y su corazón para escuchar a Dios
hablar a través de ellos. Dios le hablará a su corazón cuando alguien testifique de Él.
Quizás no se den cuenta, pero Dios sabe cómo usar el cuerpo de creyentes para darle a
usted una orientación clara.

Dios habla en amor


El amor perfecto no puede expresarse de ningún otro modo que no sea amor perfecto.
Dios nunca podrá darse a conocer a usted a menos que ello sea lo absolutamente mejor
para usted. Dios lo sabe todo, y lo que sea que Él diga es absolutamente correcto, así que
no hace falta pedirle dos o tres opciones para elegir la mejor. Cada vez que Dios hable
habrá que hacer algún ajuste, y eso siempre conducirá a un acto de obediencia. Si usted
no obedece, se encontrará inmediatamente en una situación de rebelión contra Dios.

Consagración
Dios va a hablar, ¿pero está usted listo para escuchar? Dios va a hablar, ¿pero está usted
listo para obedecer? La condición de su corazón y la disposición de su espíritu con
frecuencia determinarán el mensaje de Dios para usted o si, en definitiva, Dios le hablará
o no. La Biblia dice que si volvemos nuestro corazón a Dios, Él se volverá a nosotros.
Cuando lo busquemos en su Palabra, el Espíritu lo dará a conocer a nosotros, y seremos
cambiados para siempre. Acepte que Dios quiere relacionarse hoy con usted, y prepare su
corazón y su vida para un encuentro decisivo... y dispóngase a obedecer, sea cual fuere el
costo.

Mensaje

Una de las maravillosas características de las Escrituras es que un niño puede


comprenderlas. No es difícil. De todas las verdades que contiene la Escritura, del Génesis
al Apocalipsis, para mí no hay otra expresada más claramente que el hecho de que Dios
hable a sus hijos.

Dios habla por medio de su Palabra


En el huerto del Edén, Dios le habla a Adán y Eva; y en el libro de Apocalipsis, en la Isla
de Patmos, le habla a Juan. ¡Y prácticamente en cada página que hay entre el Génesis y el

SP SermonWeek 1-7.doc 33
Apocalipsis, Dios le habla a su pueblo!
Cuando Dios hablaba, su pueblo siempre entendía lo que Él decía y siempre sabía lo que
el pueblo debía hacer al respecto. Aquellos que obedecían a Dios de inmediato eran las
personas a quienes Dios transformaba y las ubicaba en una situación donde pudiera
usarlas.
La semana que viene hablaremos de una crisis de fe... no una “crisis” sino una “crisis de
fe”. Nos referiremos a lo que Dios haya dado a conocer de sí mismo a usted, no a las
crisis que usted pueda estar pasando en su vida. No toda crisis da a conocer a Dios. Pero
cuando Dios le hable a usted, eso producirá una crisis, ¡porque Él es Dios y usted no lo
es! Si está dispuesto a ajustar su vida a Dios, hay muchísimos cambios que Él tiene que
producir en su vida para que usted siquiera se acerque un poco a lo que Dios desea para
usted. Solo entonces Él podrá valerse de usted. Pero, en verdad, Él habla. Y leemos en la
Biblia que, cuando Él lo hacía, las personas siempre sabían que Dios era quien hablaba.
Siempre entendían lo que Él decía. Y siempre sabían lo que debían hacer al respecto.
En base a mi propia experiencia y a la vida de otras personas, estoy cada vez más
convencido de que la mayor crisis no consiste en no conocer la voluntad de Dios. La
mayor crisis consiste en conocer la voluntad de Dios y no estar dispuesto a cumplirla.
Cuando las personas se me acercan para hablar sobre cómo conocer y cumplir la voluntad
de Dios, las dejo hablar un poquito. Les formulo algunas preguntas de orientación. Es
obvio que Dios ha hablado a esas personas. ¡Saben lo que Dios está diciendo! Quieren
seguir el plan “B”. No les gusta el plan “A”. Bueno, eso no es lo que Dios se propuso.
Él pregunta: “¿Comprendes cuán lejos de mí has estado? Voy a hacer un ajuste extremo a
tu vida”. Y uno le responde: “Pero, Señor, me he esforzado toda la vida para llegar a esto
que ahora me es habitual y conocido”. Él contesta: “Confirmar lo habitual y conocido
para ti no es lo que me interesa. Si te quedas con lo habitual y conocido para ti, ¡nunca
llegarás a conocerme mejor! Necesito sacarte de donde estás para llevarte donde quiero
que estés, para que me conozcas mejor de lo que me has conocido hasta hoy”.
Muchas personas dicen: “Estos son mis dones”. Más vale que le pida a Dios que le quite
esa actitud mental para que usted pueda llegar a conocer lo que Él puede hacer en la vida
que se entrega a Dios. ¿Quién quiere quedarse con sus dones? ¡Yo no! Deseo
experimentar mucho más allá de lo que hasta hoy he visto que Dios puede hacer. Si me
conformo con lo habitual y conocido para mí, e invito a todos los demás a conocer mis
dones y dejo que me afirmen en ellos, nunca conoceré lo que Dios se había propuesto.
Los buenos dones siempre van detrás de la tarea encomendada. Nunca la anteceden.
¿Acaso hay una diferencia entre talento y don? ¡Por supuesto! ¡Son totalmente diferentes!
Frecuentemente, si una persona respondiera a un cuestionario sobre dones espirituales un
año antes de recibir a Cristo como Señor y Salvador, y luego respondiera el mismo
cuestionario un año después de ese suceso, prácticamente no habría diferencia. ¿Por qué?
Porque hemos confundido los talentos y las destrezas con los dones espirituales. Los dos
son totalmente diferentes. Los dones espirituales siempre consisten en lo que Dios nos
confiere para hacer algo que no podríamos hacer sin Él. Dios siempre encomienda una
tarea en un ámbito en el que no tenemos capacidad natural, para que lleguemos a ver, y
también los demás puedan ver, lo que Dios puede hacer a través de una vida totalmente
entregada a Él.
Pero, en verdad, Dios habla, ¿no? Según las Escrituras, Dios habla a través de las
Escrituras. ¿Cuántos de ustedes han dicho “Oh, Señor, háblame”? Y luego nunca abrieron

SP SermonWeek 1-7.doc 34
este libro. ¡Las Escrituras son la espada que usa el Espíritu Santo para acercarlo a usted al
centro de la voluntad de Dios! Y si usted está tratando de comprender las Escrituras,
necesita usar las Escrituras para comprenderlas.
Puedo compartir un pasaje que recientemente me ha conmovido el corazón. Siempre me
he sentido incómodo con respecto a las diversas interpretaciones de lo que Jesús dijo en
la cruz. “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” He escuchado toda clase
de explicaciones humanas. Si cuando Jesús fue crucificado, el Padre lo abandonó, piense
entonces en lo que Dios haría con usted y conmigo. Si abandonó a su Hijo en la cruz,
entonces puede esperarse que nos abandone a nosotros cuando estemos cumpliendo una
tarea.
He escuchado las mismas explicaciones que escuchó usted. Dios no puede mirar el
pecado. Por muchos años luché con esa interpretación hasta que Dios me dijo: “¿Por qué
no consultas las Escrituras? Búscalo”.
Y entonces busqué el pasaje bíblico que Jesús citaba. Durante todo el ministerio de Jesús,
cuando se ve envuelto en una situación, con frecuencia Él cita las Escrituras, o bien
leemos “Hizo esto para que se cumpliesen las Escrituras...”. Las Escrituras fueron su
guía.
Leamos Salmos 22:1: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” Vayamos al
final de ese capítulo. ¿Acaso Jesús conocía el Salmo 22 por completo? Cuando comenzó
a decir eso, pienso que hablaba del increíble dolor que esta enfrentando. Sin embargo,
pienso que citaba ese salmo porque conocía cómo finalizaba el mismo.
¿Sabe usted lo que dice ese salmo al final? Dice: “Porque no menospreció ni abominó la
aflicción del afligido, ni de él escondió su rostro; sino que cuando clamó a él, le oyó” (v.
24). Entonces, ¿qué está diciendo Jesús aquí? “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has
desamparado? Pero voy experimentar todo lo que dice el salmo, y finalmente declararé:
“Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”.
Algunos dicen que, en el momento en que Jesús exclamó “¿Dios mío, por qué me has
desamparado?”, fue cuando Dios cargó el pecado del mundo en Él. Eso no es cierto.
¿Sabe usted cuándo Dios cargó el pecado del mundo en Jesús? ¡Cuando murió! ¡Y por
tres días, el alma del Hijo de Dios cargó con el espantoso pecado del mundo! Pero Jesús
no cargó con el pecado del mundo antes de morir. Se encontraba en el proceso de hacerlo.
¡Dios habla a través de las Escrituras! De modo que, cuando abra las Escrituras, usted se
encontrará cara a cara con el Autor. Y si usted medita en las Escrituras durante suficiente
tiempo y deja que Dios lo instruya, Él abrirá las Escrituras y le mostrará lo que está
haciendo. Eso fue lo que el Padre hizo durante toda la vida de Jesús.
Jesús trabajaba exclusivamente a partir de las Escrituras. Si Jesús usó las Escrituras para
comprender los caminos, los propósitos y la voz del Padre, ¿acaso no debemos hacer lo
mismo? Cuando abra la Palabra de Dios, usted se encontrará cara a cara con el Autor.
Usted ha pedido a Dios que lo guíe al centro de su voluntad. Entonces Él responderá:
“Gracias por abrir las Escrituras. Allí fue donde me comuniqué con mi Hijo; allí es donde
he hablado con cada persona en la historia, y allí es donde hablaré contigo”.
Si usted lucha con esa experiencia de abrir las Escrituras y no oír nada. Eso habla más
de usted que de Dios. Si usted puede decir con franqueza “Padre, cuando abro las
Escrituras, no sé dónde estás hablando”, entonces ya habrá recorrido al menos la mitad
del camino, siempre que se mantenga atento y diga “Padre, el deseo de mi corazón es
que, cuando abra las Escrituras, pueda saber cuándo me estarás hablando”. Es la razón

SP SermonWeek 1-7.doc 35
porque Richard y yo editamos el libro Hearing God’s Voice [Oigamos la voz de Dios],
porque vimos a tantas personas que recurrían a las Escrituras pero no sabían cuándo Dios
estaba hablándoles.

Dios habla hoy


Cuando las personas me dicen “Sencillamente nunca sé cuándo Dios está hablando”, les
pregunto “¿Cuánto tiempo hace que es cristiano?” “Veinte años”. Entonces digo “Hace
veinte años que es cristiano, y todavía no ha aprendido a reconocer cuando Dios le está
hablando?” ¿Pero qué es lo que le está fallando? ¿No desea saber cuándo habla el Dios
del universo? Dios habló a Adán y Eva en el Edén; habló a Juan en la Isla de Patmos;
habló con todos, entre el Génesis y el Apocalipsis. Y le sigue diciendo a usted “¡Quiero
hablar contigo! Quiero que conozcas mis voz”. ¿Acaso en Juan 10 no dijo “Mis ovejas
oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna”?
Si usted tiene dificultad para saber cuándo Dios está hablando, necesita detener todo lo
demás que esté haciendo y resolver ese asunto. No es tan difícil. Por ejemplo, hay ciertas
cosas que sólo el Espíritu Santo puede hacer. ¿Alguna vez sintió que el Espíritu Santo lo
convencía de pecado? ¿Quién estaba hablando? ¡Dios! ¡Es la única persona que puede
convencerlo del pecado! Si Dios no hubiera trabajado en usted para que llegara a
convencerse, jamás lo habría reconocido. Usted se habría destruido a sí mismo porque la
paga del pecado es muerte. Dios dice: “No quiero que te destruyas a ti mismo, pero a
menudo ni siquiera sabes lo que es el pecado. Por eso te di mi Espíritu Santo, y la primera
tarea que le encomendé es cerciorarse de que sepas cuándo has pecado”.
Cuando a usted el Espíritu Santo lo convence de pecado, ¿se postra de inmediato ante
Dios y exclama “¡Gracias, Señor!... ¡Voy a cambiar ya mismo!”? O usted sigue los
caminos del mundo y responde: “Señor, no creo que sea tan malo. No veo que haga tanto
daño”.
La Biblia dice: “Tengan cuidado con lo que buscan. Busquen lo que es puro y santo.”
Usted enciende la televisión y ve algo terrible. Su conciencia le dice Necesito apagar la
televisión, no sólo por los niños, sino también por mí mismo. Usted no puede permitir que
algo le entre en la mente sin ser afectado permanentemente por ello. Y lo que se ve en la
televisión y en las películas está desensibilizando al pueblo de Dios con respecto a la
realidad del pecado.
No somos tan sensibles al pecado como lo éramos hace diez años. A propósito, he oído a
líderes cristianos contarme sobre lo que han ido a ver al cine y decir “Bueno... hay un
poco de violencia y un poco de obscenidades y un poco de inmoralidad, pero la trama es
buena”. Lo que quieren decir es “No importa lo que me entra a la mente o al corazón; no
me va a afectar”. Vaya a ver una de esas películas, e inmediatamente después trate de
pasar un tiempo de meditación o devocional. No podrá lograrlo. Lo habrá afectado. En
realidad, eso es sólo un ejemplo de cómo el Espíritu Santo lo convence de pecado.
Tal vez haya perdido la paciencia. Algunas personas dicen: “Henry, tienes que
comprender. Esa es mi manera de ser”. Mi respuesta es “Puede haber sido tu manera de
ser antes de convertirte a Cristo, pero ahora que eres cristiano, no hay excusa en
absoluto”.
El fruto de la carne es ira, arrebato y amargura; pero el fruto del Espíritu es amor, gozo y
paz. ¿No comprende usted la diferencia entre el fruto de la carne y el fruto del Espíritu?
Si anda en el Espíritu, usted no satisfará los deseos de la carne. Si se sigue enfureciendo

SP SermonWeek 1-7.doc 36
como lo hacía antes, no le será posible andar en el espíritu y en la carne al mismo tiempo.
Es una imposibilidad espiritual. No se puede. Hay demasiada interferencia entre lo uno y
lo otro. En su vida hay demasiadas cosas que lo distraen.
¿El Espíritu Santo lo convence cuando usted no anda en el Espíritu? ¡Claro que sí! De
inmediato. Hay un sistema de alarma que se dispara.
¿Tiene usted en su casa una alarma de humo que haya desconectado porque no le gusta
cómo suena? ¿Sabe usted para qué está ahí la alarma de humo? Cuando desconecta una
alarma de humo, ¿sabe usted a cuán grave peligro se está exponiendo? ¿Podríamos decir
que hay como una alarma de humo en la vida del cristiano que, cuando peca, se dispara?
¿Es usted capaz de desconectarla para que, cuando el Espíritu de Dios comience a
convencerlo, no funcione el sistema de alarma? Se habrá puesto en un grave peligro, en
una situación en que Dios no podrá quitarle lo que hay que quitarle para que usted trabaje
con Él. Quizás aquí usted pierda la paciencia, pero cuando vaya al campo misionero, las
presiones se le multiplicarán por cien. Y entonces perderá la paciencia, y las infinitas
consecuencias en el reino de Dios serán el destino eterno de las personas que rodeen.
Si Dios sabe que usted ha desconectado ese sistema de alarma específico para la ira,
quizás le diga: “Hay tanto que quería que hicieras, pero no es posible porque donde
quiero usarte, necesitas ser increíblemente sensible a mi Espíritu Santo. Hay demasiado
en juego. Hay tanto que deseo hacer con resultados eternos, y tú necesitas que mi Espíritu
Santo te sensibilice al enemigo, a mi voz y a la obediencia. Pero te has desconectado del
Espíritu Santo, y así Él no puede cumplir su obra en ti. No puedo confiarte la obra que
había planeado para ti, porque hay demasiado en juego. El destino eterno de otros está en
juego. Sencillamente no puedo confiarte eso.” “Oh, Señor, ¿me mostrarás tu voluntad?”
“Lo intenté, pero no dejaste que mi Espíritu trabajara en ti para prepararte”.
Juan el Bautista exclamaba: “Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas”.
Porque cuando Él venga, tendrá un rumbo y un camino predeterminados. Si usted no está
preparado, Dios no podrá conducirlo por ese camino.

Usted puede distinguir la voluntad de Dios


Estoy convencido de que la mayoría de ustedes ansía conocer y cumplir la voluntad de
Dios. De lo contrario, no estarían aquí. Y desean guiar a otros para distinguir la voluntad
de Dios. En medio de esa tremenda declaración que hay en Mateo 16, Jesús dijo que si
alguno deseaba seguirlo, tenía que oír y hacer tres cosas. ¿Lo recuerdan? “Si alguno
quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame” (v. 24).
¿Sabe usted por qué lo dice? No es complicado. Permítanme hacer una conjetura. El
Señor Jesús es el Señor, ¿verdad? ¿Acaso no tiene derecho a que lo obedezcan en forma
inmediata y total? Si Él es el Señor, no tiene que haber ninguna interferencia. No debe
haber nada que desafíe su derecho a ser el Señor. Y para usted, Él es el amo. El siervo
debe desempeñarse en una relación de siervo y amo. ¿Qué sucede si no se niega a usted
mismo? El Señor dice: “Estoy por ir a tal o cual lugar, y deseo que vengas conmigo”. Su
yo responde: “Nunca me gustó hacerlo”.
Durante 12 años serví en Saskatoon y otros 6 años en Vancouver. Sentí el peso de
cuántos se perdían en Canadá y sigo sumamente comprometido con el pueblo nativo de
Canadá. Bajo esa increíble carga, yo me mantenía atento para ver a otras personas a
quienes Dios podría usar como compañeros en esa misión. Encontré algunos, pero
cuando compartía con ellos sobre esa necesidad, la primera pregunta que me hacían era

SP SermonWeek 1-7.doc 37
“Cuéntame sobre el clima. Porque nunca he podido tolerar el frío”. Y mi corazón
exclamaba: “¿Qué tiene que ver eso con la voluntad de Dios?”
Si usted no se niega a sí mismo cuando Dios le da a conocer su voluntad, su yo va a
competir con el derecho de Dios a ser el Señor. Si Dios lo llama a servir en el extremo
norte del continente, dentro del Círculo Ártico, para trabajar con pueblos nativos, ¿tiene
Dios el derecho como Señor a hacerlo?
¿Sabe usted cómo descubrirá si Él es su Señor? Si usted no puede ir a servir debido al
clima, su yo está en el trono, y no importará lo que Dios diga. Su yo va a competir. ¿Sabe
por qué Jesús dice que usted debe negarse a sí mismo? Porque cuando Dios da sus
instrucciones, ¡siempre tiene razón! Él siempre es perfecto. Él siempre tiene razón. Y él
siempre provee lo que sea que usted necesite para cumplir la voluntad de Dios. Durante
ese proceso, usted llegará a conocerlo mucho más que antes porque necesitará de Él
mucho más de lo que jamás experimentó.
¿Cómo lo ayudará Dios a conocerlo mejor? Lo pondrá a usted en situaciones que lo
exijan, pero si su ego está en el trono, le negará a Dios el derecho a decirle lo que sea la
voluntad de Él pero no la de usted.
¿Acaso Él puede cuidar de usted? Claro que puede. Y la vida de Jesús es el mayor
ejemplo de ello. ¿Cuál era la voluntad del Padre para Jesús? La cruz. Cuando Jesús eligió
la cruz, supo que el dolor atravesaría el corazón de su madre. Cuando Jesús eligió la
voluntad del Padre, supo que su madre estaría de pie junto a la cruz y sufriría el dolor
más agonizante para cualquier persona... contemplar a su Hijo mayor, en manos de gente
cruel, al ser crucificado como un delincuente común. Sin embargo, Jesús sabía que el
costo para otros podía ser uno de los mayores obstáculos para cumplir la voluntad de
Dios.
En estos momentos, algunos de ustedes tal vez dude en cumplir la voluntad de Dios
porque sienten que esa decisión le costaría a otros. Él es Dios y lo invita a usted a
acompañarlo en la misión. Él le habla y le da a conocer claramente su voluntad a través
de las Escrituras, la oración, las circunstancias y la vida de la familia de la iglesia, que
son las señales espirituales que ha plantado en su vida.

Dios habla en amor


¿Hay en su corazón algo nuevo que usted está comprendiendo sobre Dios? El amor
perfecto no le ofrecerá el segundo puesto. El amor perfecto siempre le ofrecerá lo mejor.
Pero los caminos de Dios no son los caminos de usted. E incluso los pensamientos de Él
no son sus pensamientos. Y en estos momentos usted lo está confrontando y se encuentra
en una crisis. Usted está a sólo una oración de distancia para resolverlo. Sólo necesita
ocho palabras: “No se haga mi voluntad, sino la tuya”. Puede decirlo con confianza, en la
certeza de que, sea lo que fuere que Dios responda, será lo mejor.
Oh, Padre, hay tanto que pasa por nuestra mente y nuestro corazón. Sabemos que nos
amas con un amor increíble, eterno, completo y absoluto. Y tu amor nos ha buscado. Y tu
amor conoce la eternidad. Y tu amor conoce cómo cada uno de nosotros debe rendirte
cuentas de lo que hicimos en todos aquellos momentos en que te acercaste y nos diste a
conocer tu voluntad.
Padre, gracias por ese amor tuyo que nos ha buscado. Y, Padre, si hay aquí alguna
persona en riesgo de apartarse de ti en tal medida que tal vez nunca te vuelva a oír
llamándola, te rogamos que la traigas de regreso a ti. Que le evites caer en ese

SP SermonWeek 1-7.doc 38
precipicio. Que hagas tal obra de amor en nosotros, para que con todo nuestro corazón,
con los ojos, los oídos y el corazón dispuesto, podamos decirte, cara a cara, “Oh, Padre,
nunca experimenté un amor mayor que el tuyo”. No se haga mi voluntad, sino la tuya. Te
lo pedimos en tu nombre. Amén.

A menos que se indique otra cosa todas las citas bíblicas se han tomado de la Santa
Biblia, Versión Reina-Valera 1960. © Copyright 1960, Sociedades Bíblicas en América
Latina. Usadas con permiso.

SP SermonWeek 1-7.doc 39
REALIDADES:
7 VERDADES DE LA EXPERIENCIA CON DIOS

REALIDAD 5:
La invitación de Dios conduce a una crisis de fe que requiere confianza y acción

1 Samuel 15:22-23; 1 Crónicas 21-24; Lucas 1:26,30-31,37-38, 18:24-25; Juan 14;


Gálatas 6:17; Hebreos 10:25

Puntos principales
• No toda crisis es una crisis de fe, ni toda crisis de fe se origina en una situación de
crisis.
• Porque Dios lo dijo, así será. Es posible que la crisis consista en que creamos o no
que sea verdad lo que Dios dijo.
• Usted nunca tendrá una experiencia con Dios sin obedecerlo.
• La obediencia parcial es sencillamente desobediencia.

Una crisis de fe
No toda crisis es una crisis de fe, ni toda crisis de fe se origina en una situación de crisis.
Esas dos experiencias no necesariamente se relacionan. Hay, por cierto, situaciones de
crisis en que Dios prueba nuestra fe y prueba si creeremos que Él nos cuidará. Sin
embargo, en otras ocasiones, podría ser sencillamente que un pasaje bíblico nos exhorta a
obedecer a Dios, a cambiar nuestro modo de vida o a reorientar nuestros pensamientos
hacia Él. Esos momentos decisivos a menudo exigen alguna clase de sacrificio. Pero la
mayor crisis no consiste en que no conozcamos la voluntad de Dios, sino en que la
conozcamos pero elijamos no obedecerla.
Cuando conocemos la voluntad de Dios y la pasamos por alto o la posponemos, estamos
quebrantando mandamientos. Demostramos que no amamos a Dios con todo el corazón,
la mente, el alma y las fuerzas. Demostramos que estamos escuchando otra voces y que
les damos prioridad sobre la voz de Dios. Demostramos que es posible que haya ídolos en
nuestra vida, a los cuales dedicamos nuestra devoción. Y tomamos en vano el nombre de
Dios al llamarlo Señor cuando, en realidad, Él no es nuestro Señor, porque si lo fuera, lo
obedeceríamos de inmediato.
La idolatría también consiste en hacernos una idea de Dios con las características que
deseamos que tenga, y luego invocar al dios que hemos creado. “No creo que Dios desee
que yo sufra”. “No creo que Dios permita que me sucede nada negativo porque es un
Dios de amor”. “Dios desea que yo tenga éxito; no me pediría que abandone esto para
seguirlo”. Eso es una forma de idolatría que prevalece actualmente entre la gente.
Cuando en los días de Jesús las personas atribuyeron la obra de Dios a Satanás, Jesús
llamó a eso una blasfemia contra el Espíritu de Santo. Si algo grave está ocurriendo en su
vida, podría ser la disciplina de Dios y no el ataque de Satanás. No poder distinguir la
diferencia entre el enemigo y el Señor es algo sumamente triste.
En la Biblia, cuando Dios llamó a ciertas personas, vivieron inmediatamente una crisis
sobre cómo responderían al Dios que les había hablado. En Lucas 1:30 leemos que el
ángel le dijo a María: “...No temas, porque has hallado gracia delante de Dios”.

SP SermonWeek 1-7.doc 40
Es probable que el ángel Gabriel no venga a anunciarle a usted los planes de Dios, pero
Dios puede causarle la misma conmoción en su vida cuando le habla. A pesar de que no
había dudas de que el anuncio describía algo increíble, era Dios quien lo pronunciaba, y
así sería, “porque nada hay imposible para Dios” (v. 37). ¿Cree usted eso acerca de Dios?
Nuestra falta de fe habría cancelado de inmediato los propósitos de Dios en nuestra vida.
No piense que Dios jamás le pedirá a usted que haga algo que no le cueste muchísimo ni
que le exija hacer ajustes mayores en su vida. Él es Dios y tiene derecho a hacer lo que
sea que decida, pero eso siempre será lo más conveniente para su reino y nuestra vida.
La respuesta inmediata de María fue: “He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo
conforme a tu palabra” (v. 38). Qué declaración tan increíble. Era una mujer pobre, sin
esposo. Su embarazo ajeno a José le habría costado la vida y, sin dudas, su prestigio.
Nuestro razonamiento y nuestros temores habrían desacreditado el anuncio del Señor. Sin
embargo, porque Dios lo dijo, así sería.

Creerle a Dios
Porque Dios lo dijo, así será. Es posible que la crisis consista en que creamos o no que
sea verdad lo que Dios dijo. Dios le dijo a José (el del Génesis): “José, serás un gran
gobernante sobre tus hermanos. ¿Qué sucedió luego? ¡Sus hermanos lo arrojaron dentro
de una cisterna, lo vendieron como esclavo, la mujer de su amo trató de seducirlo y lo
encarcelaron injustamente y allí lo dejaron durante años! Si eso le hubiera ocurrido a
usted, ¿habría llegado a la conclusión de que sin dudas había interpretado
incorrectamente la voluntad de Dios? Cuando las cosas marchan mal, ¿acaso no miramos
a nuestro alrededor y pensamos que de algún modo nos equivocamos sobre la voluntad de
Dios?
Oímos decir: “Esto no puede venir de Dios porque sé que yo no podría hacerlo”. ¿Le
pediría Dios que hiciera algo que usted no es capaz de hacer? ¡Por supuesto que sí, todo
el tiempo! Si alguna vez le dice algo que usted podría resolver por sus propios medios,
probablemente no venga de Dios. ¡Dios quiere que usted lo conozca! Y Dios no podrá
permitirle que lo conozca mejor hasta que lo haya llevado, fuera de lo habitual y
conocido, a una situación en que usted lo necesite absolutamente. Estamos tan
desorientados con respecto a Dios que no creemos que nos pediría hacer algo superior a
nuestra capacidad.

La obra de Dios, nuestra debilidad


A menudo, Dios le encomienda una tarea que está al nivel de su mayor debilidad de
modo que dependa absolutamente de Él. ¡No dé lo mejor de sí a este mundo
quebrantado... dele lo mejor de Dios a través de usted! Jesús dijo: “...Difícilmente entrará
un rico en el reino de los cielos”. O bien, es increíblemente difícil que las personas
talentosas participen en el reino de Dios, porque dependen demasiado de sí mismas. Y
siempre funcionan dentro de la categoría de sus aptitudes y talentos, en lugar del poder y
la presencia de Dios.
En su libro titulado En pos de lo supremo, Oswald Chambers dijo que necesitamos
prestar atención para saber bien cuándo Dios está hablando, porque luego las
circunstancias podrían ser diferentes a lo que Dios dijo, y así necesitaremos volver a
consultar la palabra original de Dios. Sé que José habrá reconsiderado muchas veces las
visiones y habrá confiado en que Dios cumpliría su voluntad en su tiempo y a su modo.

SP SermonWeek 1-7.doc 41
Seguramente María al contemplar de pie a su Hijo mayor, clavado en la cruz, tuvo que
reconsiderar el anuncio del ángel en su mente y confiar en que Dios sabía lo que estaba
haciendo con su Hijo.
Tal vez usted se encuentre en medio de circunstancias en que nadie parece responderle y
nada parece salir bien. Quizás se esté preguntando si en realidad fue Dios quien le habló
en primer lugar. Los misioneros luchan con algo así todo el tiempo. Llegan al campo con
grandes planes y mucha fe, pero luego hacen frente, cara a cara, a la oposición, la
persecución, la discriminación, las amenazas, las tasas de cambio que les reducen el
salario a la mitad o incluso la apatía por parte de los nativos... la depresión puede ganar
terreno, la frustración puede ser intolerable y la pregunta de si están en el lugar correcto o
incluso si siguen la vocación correcta puede caerles como una camionada de ladrillos. En
momentos como ese, es esencial tener la vida centrada en Dios. Mire sus circunstancias a
través de los ojos de Dios. Cuando surjan las situaciones, no pregunte qué se supone que
debamos hacer; pregunte a Dios sobre lo que Él planea hacer. Quizás no sea una situación
difícil sino algo extraordinario lo que lo motive a pensar que Dios esté planeando hacer
algo. La fe se basa en lo que Dios ha dicho, y no en las circunstancias que lo rodean.

Obediencia total
La clave es la obediencia. Usted nunca tendrá una experiencia con Dios sin obedecerlo.
La obediencia es precedida por: (1) una palabra de Dios, (2) una crisis de fe, y (3) ajustes
mayores en su vida. Si usted no está dispuesto a experimentar el proceso, quizás nunca
tenga la oportunidad de una experiencia con Dios como Él la desea. Para tener una
experiencia con Dios, hay que cumplir requisitos previos. Queremos que Dios nos
explique todo, particularmente cuando las cosas no van como planeábamos. Pero Dios
responde: “Yo soy Dios, y no tengo que explicarte nada. Si no confías en mí con respecto
a algo pequeño, nunca podrás hacer frente a lo que hay más allá del horizonte de tu vida”.
A nuestra duda o resistencia a Dios la llamamos “procesamiento reflexivo”. Dios la llama
rebelión y desobediencia. Si el Dios del universo le habla y usted no responde
afirmativamente y de inmediato, eso es rebelión contra Dios. El pasaje bíblico que lo
confirma está en 1 Samuel 15:22: “¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y
víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová?” Observen: “Ciertamente el
obedecer es mejor que los sacrificios...”. Para Dios es más importante la obediencia que
ser pastor o diácono, maestro de Escuela Dominical o misionero. La obediencia a Dios es
más importante que cualquier actividad religiosa en la que usted pueda participar.

La obediencia parcial... sencillamente, desobediencia


La obediencia parcial es sencillamente desobediencia. “Porque como pecado de
adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación. Por cuanto tú
desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey” (1
Sam. 15:23). Para Dios no hay cosa tal como la obediencia parcial; sencillamente es
rebelión, tanto como la hechicería y la idolatría. Cuando Dios confirmó a Saúl como rey,
el Espíritu de Dios vino sobre Saúl. En otras palabras, Saúl fue lleno del Espíritu de Dios
desde el momento en que fue escogido como rey. Cuando Saúl desobedeció las
instrucciones de Samuel, toda su desobediencia se expresó contra el Espíritu de Dios.
Para rebelarse contra Dios, hay que entristecer al Espíritu Santo, apagarlo y resistirlo.
Hay personas que han reconocido claramente lo que Dios les ha dicho, pero han

SP SermonWeek 1-7.doc 42
desacreditado la palabra con su razonamiento y se han demorado en obedecer al punto tal
que Dios ya no les da de su Espíritu; tales personas experimentan resultados espantosos.
Ese llamado en particular ha concluido y nunca habrá una segunda oportunidad.
La clave de tener una experiencia con Dios es sencilla. Una vez que usted conozca la
voluntad de Dios, es esencial que obedezca de inmediato. Si no lo hace, es posible que se
pierda oportunidades, que pierda la revelación de Dios, su gozo y su bendición, y mucho
más. Quizás lo que Dios le pida sea realmente algo pequeño, pero esa pequeñez podría
ser como un obstáculo espiritual, el cual, al resolverse correctamente, permitirá que lo
increíble del poder y la actividad de Dios fluya a través de usted.
Juan 14:26 dice que la tarea del Espíritu Santo es recordarnos todo lo que Cristo ha dicho.
¿Qué fue lo último que Dios le pidió a usted que hiciera? ¿Obedeció usted... o lo
desacreditó con su razonamiento? Si no vive en obediencia, arrepiéntase inmediatamente
y pídale a Dios que lo perdone; ruéguele que no sea demasiado tarde para obedecerlo.
Que podamos decir, como María, “...hágase conmigo conforme a tu palabra”.

Consagración
• Si hubiera cualquier duda en su relación con Dios, así como aquel hombre que
llegó a Jesús con un hijo enfermo, diga usted en oración “Señor... ‘Creo; ayuda mi
incredulidad’”.
• Pídale a Dios que le muestre cualquier área de su vida en la que usted esté
obedeciendo sólo parcialmente y esa desobediencia le esté resultando costosa.
• Propóngase comprobar el gozo que trae la obediencia y no el sacrificio que podría
costar.

Mensaje

No ofreceré nada que no me cueste. No ofreceré al Señor lo que nada me cueste.


¿Por qué será eso un asunto tan delicado? ¿Qué le ofreció Dios a usted? ¿Qué le costó? Si
Cristo vive su vida en usted, ¿ofrecerá Él al mundo, a través de usted, lo que no le cueste
nada? Cuando el apóstol Pablo llegaba al final de su vida y su ministerio, dijo: “...Traigo
en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús” (Gál. 6:17) ¿Podría usted decir lo mismo sobre
su propio peregrinaje personal, que lleva en su cuerpo las marcas del Señor Jesús, como
resultado de haber cumplido su voluntad para extender el reino de Dios como Él se lo
encomendó? ¿O acaso usted supone sistemáticamente que Dios nunca le pedirá nada que
le cueste muchísimo? ¡Él lo ama demasiado para exigir eso! Y el Dios que lo ama a usted
sencillamente no haría eso.

Reconozcamos a los ídolos y al enemigo


Durante un fin de semana del Día del Trabajo (en Estados Unidos, suele celebrarse el
primer lunes de septiembre), presenté una serie de cuatro mensajes titulada “Evangelical
Idolatry: Why Revival Tarries” [Idolatría de los evangélicos: Por qué se atrasa el
avivamiento]. Estamos dándole a Dios las características que deseamos que tenga, y no
las que realmente tiene. ¿Sabe usted qué es un ídolo? La idolatría consiste en darle a Dios
las características que deseamos que tenga, y luego invocar al dios que hemos creado.
Decimos “No creo que Dios jamás permita que yo sufra” o “No creo que Dios haga tal

SP SermonWeek 1-7.doc 43
cosa”. Eso debe venir del enemigo. Entonces, cuando cualquier cosa negativa llega a la
vida, siempre se la atribuimos al enemigo. Y, naturalmente, Dios no tendrá ninguna
oportunidad de disciplinarnos, porque jamás lo veremos de ese modo. Dios puede
disciplinarnos mucho más severamente de lo que el enemigo podría jamás hacernos. Y si
está ocurriendo algo grave, más vale que sea la disciplina de Dios y no la obra del
enemigo.
¿Puedo darle una advertencia? ¿Sabe lo que Jesús dijo cuando Dios hacía milagros y la
gente se lo atribuyó a Satanás? Jesús dijo que eso era blasfemar contra el Espíritu Santo.
Me temo que hay muchos creyentes que atribuyen la actividad de Dios al enemigo. Tenga
cuidado de no atribuir todo lo negativo al enemigo e intentar echar fuera al enemigo o
sujetarlo o participar en guerra espiritual. Podría ser que lo que está experimentando sea
la disciplina de Dios porque usted se rebeló contra Él. Yo me he tomado muy en serio
hasta la posibilidad de que interprete mal la severidad con que Dios podría tratarme.
¿Acaso usted no es severo con sus hijos para rescatarlos? ¿Y Dios no hace eso? Tenga
cuidado de no atribuirle eso al enemigo porque, en ese caso, le faltaría poco para
blasfemar contra el Espíritu Santo, para lo cual no hay arrepentimiento. Significa que su
corazón se ha endurecido tanto que usted ni siquiera puede distinguir la diferencia entre
el enemigo y el Salvador. De modo que preste atención.
No le ofrezca a Dios lo que a usted nada la cueste. David dijo: “...No... sacrificaré
holocausto que nada me cueste” (1 Crón. 21:24). Es necesario, delante del Señor, tomarse
muy en serio el nivel de lo que uno le ofrece.

Al preguntarse “¿Acaso, soy yo?”


Dios tiene que transformarnos. ¿Le parece que tal vez Dios le haya hecho experimentar
una crisis para usarlo en tiempos como estos? Su primera reacción podría ser: “Oh, no
puedo ser yo. No es posible que yo sea. ¡Soy el más insignificante de todos!”
Durante los seis últimos meses he oído a personas que vienen a decirme “Esto es lo que
siento que Dios está haciendo, pero el problema es que soy mujer”. Y respondí: “¿Y eso
qué tiene que ver?” Bueno, soy una mujer. “¡Eres hija del rey! Eres heredera de Dios y
coheredera con Cristo. Dios puede hacer a través de ti cualquier cosa que desee. No le
digas a Dios que eres mujer y, por eso, sólo cumplirás una función de poca o ninguna
importancia”.
¿Acaso la vida de Ester no tuvo importancia? ¡Salvó a todo el pueblo de Dios! Y nunca
había asistido al seminario. ¡Ella salvó a todo el pueblo de Dios... literalmente! ¿Fue Ana
importante? Ella trajo al pueblo de Dios al más excelente de los profetas, Samuel. ¿Cuán
importante era María? ¿Podría Dios confiar a una mujer a Aquel que redimiría a gran
parte del mundo? ¿Sería eso una función importante?
¡No deje que el mundo interprete su relación con Dios! Si Dios ha salvado a un costo
terrible, usted podría estar ante una inminente crisis de fe con respecto a lo que Dios
podría proponerse hacer a través de usted. Sin embargo, la cultura evangélica o la cultura
de Estados Unidos podría estar intentando asignarle a usted una función que Dios nunca
le asignó. Quizás las personas que lo rodeen, o incluso ciertos pastores, intenten decirle lo
que podría o no ser la función que Dios desea para su vida.
Nunca permití que nadie me dijera cuál debería ser mi función. Me he presentado ante el
Señor, y lo que Él dice es suficiente. ¿Acaso alguna vez tuve que tratar con mucha gente
que contradijo los propósitos de Dios para mi vida? ¡Incluso hoy día hay gente que lo está

SP SermonWeek 1-7.doc 44
haciendo!

Hay que dar el paso siguiente


¿Cuánta importancia tiene que Dios le hable a usted? Lo que usted haga a continuación
revelará lo que cree sobre Dios. Y no permita que la cultura lo meta a presión en un
molde. Usted podría decir: “Bueno, ninguna persona que me conoce piensa que llegaré a
lograr nada importante”. ¿Qué fue lo último que Dios le dijo? Escoja usted entre creerle a
Él o a quienes lo rodean, quienes no son Dios, pese a que podrían comportarse como si se
creyesen dioses. No se los permita. Cuando recurra a las Escrituras, encontrará muchas
personas que, cuando Dios habló, experimentaron inmediatamente una crisis de fe.
El Señor ha bendecido abundantemente mi vida y la de mi esposa, Marilynn, con el
privilegio de escribir en equipo con nuestros hijos. Hubo un tiempo en el que yo
consideraba escribir un libro con Carrie. Carrie, mi hija, es una líder con un tremendo
sentido de propósito divino para su vida. ¡Es increíble! Comencé a pensar: Si comenzara
a escribir algo con Carrie, ¿qué escribiría? Y nos pusimos de acuerdo en escribir un
libro sobre María, una joven sierva que fue favorecida por Dios. ¿Sabe usted lo que dijo
el ángel? “María,... has hallado gracia delante de Dios” (Lucas 1:30).
Mujeres, ¿alguna de ustedes oyó a Dios decirle eso? Piensen en el alcance de esa
declaración. Quizás Gabriel no se lo habrá anunciado, como a María, pero el mensaje
produjo incluso una crisis secundaria, ¿verdad? En toda la Biblia, ¿para cuántas personas
el ángel Gabriel, quien permanece junto a Dios, tomó un mensaje de Dios y lo entregó?
¿Cuántas personas experimentaron eso en toda la Biblia? No espere que Dios le envíe al
ángel Gabriel. Es posible que Él tenga otra forma de hacerlo. Pero esa palabra de Dios no
tendrá menos validez por ello.
¿Cuál fue la profunda respuesta de María cuando el ángel le dijo “Te diré lo que
sucederá. ...¡Darás a luz un hijo” (paráfrasis del autor). Y luego, agregó: “...Nada hay
imposible para Dios” (Lucas 1:27).

¿Cree usted que eso es válido en su vida personal?... ¿Lo cree de corazón y no
intelectualmente? ¿Cree usted que para Dios nada hay imposible? Lo que usted diga a
continuación revelará lo que cree de Dios. ¿Qué dijo María? “He aquí la sierva del Señor;
hágase conmigo conforme a tu palabra” (Lucas 1:38). Haz conmigo lo que sea que
desees, respondió ella. Es una de las mayores declaraciones de fe en toda la Biblia. ¿No
sería maravilloso si cada uno de nosotros dijera lo mismo cuando Dios nos hable?
¿Vivió ella una crisis? Claro que sí. No tenía esposo. ¿Sería eso un detalle considerable?
Ya saben que, para casi todos nosotros, ese detalle daría por concluida toda la
conversación. Porque nosotros, en nuestro razonamiento humano, lo cuestionaríamos
pues no tiene sentido. Eso no puede suceder. No tengo esposo. No hablemos más del
asunto.
Pero no fue así con María. Ella permaneció allí el tiempo suficiente hasta que el mensaje
de Dios le fue confirmado. Y eso produjo una crisis de fe... no sencillamente una crisis,
sino una crisis de fe. ¿Qué le dijo Dios sobre lo que planeaba hacer a través de usted?
¡El alcance de lo que las personas piensan que Dios les dice supera la imaginación! ¡No
pueden darle lugar al mensaje! Y desafortunadamente muchos comienzan a decir: “Esto
no puede venir de Dios, porque sé que yo no podría hacerlo”. ¿Le pediría Dios que

SP SermonWeek 1-7.doc 45
hiciera algo que usted no es capaz de hacer? ¡Todo el tiempo! Si alguna vez le dice algo
que usted podría resolver por sus propios medios, probablemente no venga de Dios,
¡porque él desea que usted lo conozca! Y Dios no podrá permitirle que lo conozca mejor
hasta que lo haya llevado a usted, fuera de lo habitual y conocido, a una situación en que
lo necesite absolutamente.
Si yo comprendo lo que Dios está diciendo, es algo que sólo podría suceder porque Dios
lo hace. Sin embargo, con demasiada frecuencia, estamos tan desorientados con respecto
a Dios que no creemos que él haría eso. Quiero decir que él no le exigiría más a mi fe,
¿verdad? Sí, lo haría. Usted nunca podrá conocerlo mejor hasta que Dios lo haya alejado
de lo habitual y conocido. Y ahí mismo tendrá su crisis. Nosotros suponemos
espontáneamente que Dios nos pedirá hacer lo que coincide con lo habitual y conocido
para nosotros, nuestras circunstancias, nuestra familia, nuestras aptitudes, nuestros
talentos y nuestros dones. Incluso respondemos a un cuestionario para identificar todo lo
que tenemos, y luego buscamos algo que coincida con eso.
¡Nunca conoceremos a Dios de ese modo! ¡Todo lo que conoceremos será a nosotros
mismos! No dé lo mejor de sí a este mundo quebrantado. ¡Permita que a través de usted
Dios dé lo mejor de sí a este mundo quebrantado! Cada vez que Dios comience a trabajar
en usted, Él estará procurando dar lo mejor de sí a través de usted. Pero, a menudo, Dios
tiene que pasar totalmente por alto lo mejor de usted. No siempre hará eso, pero a
menudo lo hace. Lo mejor de usted podría impedirle conocer mejor a Dios.

¿Trabajar con los dones suyos o los de Dios?


Jesús dijo: “¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas!
Porque es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el
reino de Dios” (Lucas 18:24-25). ¡Los ricos pueden llegar a confiar tanto en sus
posesiones, que no necesitan a Dios! Y no recibirán nada de aquello que experimentarían
en su vida mediante la absoluta dependencia de Dios. No necesitan a Dios.
Podemos parafrasear este versículo así: Es increíblemente difícil que las personas
talentosas participen en el reino de Dios, porque dependen demasiado de sí mismas. No
necesitan a Dios. Son talentosas, calificadas y siempre funcionan dentro de la categoría
de sus aptitudes y sus talentos. Cuantos más dones, aptitudes y talentos parecen tener,
más alejados permanecen de la oportunidad de experimentar la plenitud de Dios porque
siguen funcionando conforme a sus talentos. A decir verdad, se molestan si no salen
electos para un puesto de la iglesia que ponga de manifiesto sus dones.
¿Sus dones? La iglesia no necesita sus dones. La iglesia necesita los dones del Señor a
través de usted. ¿Por qué no le permite usted a Dios otorgarle los dones que Él desee?... y
no se sorprenda si le da dones asociados con su mayor debilidad, no con su fortaleza. A
menudo, los puntos fuertes se vuelven en una gran piedra de tropiezo para experimentar
lo que Dios podría hacer a través de nosotros.
Aquí tiene que enfrentar una crisis de fe. Usted reconoce los dones. ¿Recuerda usted lo
que Dios le dijo a José poco antes de que cumpliera 17 años (Gén.37:2-11)? “Muchacho,
vas a ser un hombre importante. Serás gobernante sobre tus hermanos. Serás un
gobernante”.
¿Qué sucedió luego? Sus hermanos lo arrojaron en una cisterna. Lo vendieron como
esclavo, y cuando llegó a Egipto, la mujer de Potifar, su amo, trató de seducirlo, lo culpó
por ello, y lo encarcelaron. Lo arrojaron en la celda más oscura y allí lo dejaron. Tendría

SP SermonWeek 1-7.doc 46
30 años antes de quedar al servicio del faraón (Gén.41:46).
Si eso le hubiera ocurrido a usted, ¿habría llegado a la conclusión de que sin dudas había
interpretado incorrectamente la voluntad de Dios?
Miramos a nuestro alrededor, y si todo marcha mal, no tardamos en suponer que nos
equivocamos con respecto a la voluntad de Dios. ¿Por qué? Se está produciendo una
crisis de fe. Desde el comienzo mismo de la experiencia, usted necesita tener la certeza
de lo que Dios dice.

Cómo concentrarnos en la obra de Dios y no en nuestra debilidad


Es posible que algunos conozcan la obra del escritor Oswald Chambers. En su libro
titulado En pos de lo supremo, entre otras cosas dice que necesitamos prestar atención
para saber bien cuándo Dios está hablando y así disipar toda duda. Habrá que
reconsiderar cien veces ese mensaje original porque las circunstancias podrían ser
diferentes a lo que Dios dijo.
Es probable que, en este preciso momento, usted esté en medio de una crisis de fe. Usted
sabe lo que Dios dijo, pero nada de lo que lo rodea parece coincidir con eso. Y nadie lo
está escuchando. Nadie se ha alegrado ni ha convocado a una reunión para encomendarle
a usted una tarea. Quizás le hayan encomendado una tarea, pero no están escuchando. Y,
con frecuencia, su respuesta espontánea es una crisis de fe. Usted duda de que Dios haya
hablado porque las cosas no parecen coincidir con lo que usted piensa que tendría que
haber pasado.
Carrie y Wendel (mi hija y su esposo) están en Alemania. Los alemanes no creen que
Dios esté en Alemania. Lo han dicho una y otra vez. Nuestra hija y su esposo han ido allá
para fundar iglesias, y aquellas personas no quieren fundar iglesias. No quieren tener
iglesias. Ni los cristianos piensan que sea necesario que alguien dé testimonio. Y, por
cierto, no creen que se necesite fundar ninguna iglesia. Aún así, Dios llamó a Carrie y a
Wendel a fundar iglesias.
Han experimentado varias crisis de fe. Llaman a papá y mamá y preguntan: “¿Qué
hacemos? Esto es lo que creemos que Dios nos ha llamado a hacer”. Disminuyó la
cotización del dólar estadounidense, y con eso perdieron el valor de la cuarta parte de su
salario. ¿Qué haría usted al respecto?

Oh... Yo creo que necesitamos evaluar nuevamente nuestro llamamiento. Pero ellos no
piensan así. Sencillamente dijeron: “Señor, dinos lo que deseas hacer en medio de esta
situación porque tú nos trajiste aquí. Y seguramente tú sabes lo que debemos hacer a
partir de ahora”. Conversamos regularmente con ellos porque cada semana enfrentan algo
que parece espantoso. Hay un grupo de creyentes de Georgia que irán a visitarlos, y nadie
en aquella iglesia pequeña a la que están tratando de ayudar desea tener contacto alguno
con los visitantes. Van a realizar una escuela bíblica de vacaciones y una clínica
deportiva. Nadie quiere participar.
¿Le parece a usted que eso podría plantear un par de preguntas para hacerle a Dios?
“Señor, nos dijiste que hiciéramos esto”. Pero no es lo que suponíamos... Una crisis de fe.
¿Entonces, qué hace a continuación? Usted hace sus ajustes conforme a Dios. Sea cual
fuere la crisis que sobrevenga, usted debe centrar su vida en Dios. Usted no debe
ajustarse a las personas; debe ajustarse a Dios, quien lo ajustará a usted a las personas.

SP SermonWeek 1-7.doc 47
Usted debe hacer sus ajustes conforme a Dios.
Ellos tuvieron que hacer el primer ajuste cuando dejaron su tierra y fueron a Alemania.
Ni nuestra hija ni Wendel habían estudiado jamás otro idioma. El alemán es un idioma
difícil para aprender. Tuvieron que hacer algunos ajustes importantes. Su bebé tenía
apenas uno o dos meses de edad. Ellos tenían que ir a la escuela. En cierto sentido, era
todo un desastre, y había tantos ajustes que hacer.
Muchas personas, si hubieran tenido que hacer esos mismos ajustes, no los habrían
hecho. Sencillamente no hacen ningún ajuste conforme a Dios. Si Dios quisiera enviarlo
a usted a otra parte, ¿dejaría usted su granja?
Un pastor en Seattle, Washington (EE.UU.), pidió hablar conmigo y pasé medio día con
él hablando sobre crisis de fe y ajustes. Dije, tienes que observar y ver dónde está
trabajando Dios y unirte a su obra. Me preguntó: “¿Cómo sabré dónde está trabajando
Dios?” Respondí: “Hay cosas que sólo Dios puede hacer. Capacita tu corazón para
reconocerlas”.
No mucho tiempo después me llamó y dijo: “Me sentía sobrecargado delante del Señor, y
estaba frente al altar de nuestra iglesia. Estaba orando. Cuando terminé de orar, me
levanté y vi que había un hombre de pie en la puerta. No lo reconocí. Me dijo: “Soy un
creyente bautista de Ucrania, y he venido para entregarle mi casa en Luganst”. ¿Qué
podría hacer yo o qué podría hacer mi iglesia con una casa en Luganst?
Y respondí: “Estás haciendo la pregunta equivocada. No necesitas preguntarte qué vas a
hacer con eso. La pregunta es qué va a hacer Dios con eso”. ¿Sería eso un cambio lógico
de pensamiento? Cuando suceden las cosas, no se pregunte lo que usted hará con eso.
Pregunte lo que Dios hará con eso.
No sólo recibieron esa casa, sino también otras casas más. El pastor viajó a ese lugar, y
hoy día hay allí todo un ministerio en marcha. Fundaron tres o cuatro iglesias. Tienen un
orfanato. Tienen una instalación completa para campamentos. Tienen un centro médico.
Ahora han recibo una gran parcela de terreno donde pueden establecer un todo un centro
de capacitación para quienes llegan a conocer al Señor y sienten su llamado al ministerio.
¡Están absolutamente fascinados!
Pero cuando el pastor contempla aquel momento en que el hombre le ofreció una casa,
sabe que experimentó una crisis de fe que exigía un ajuste mayor. Él ajustó su vida y
viajó a Ucrania. Ajustó su iglesia y lo apoyaron. Y ha continuado de ese modo.
No hace mucho tiempo un amigo de aquel pastor estuvo en Guinea, África Occidental. Y
regresó y le dijo: “Tienes que hablar con el ministro de agricultura de Guinea, África
Occidental”. Y mi amigo preguntó: “¿Dónde está Guinea? No lo conozco”. Y el amigo le
respondió: “Pero vas a conocerlo. Quiero que vengas conmigo”.
Cuando Dios lo llama, no se trata de lo que usted esté por hacer para Dios. Sino de lo que
Dios esté por hacer a través de usted.

Cómo hallar fe en un tiempo de ajustes


¿Qué hay después de una crisis de fe? Ajustes importantes. ¿Está usted por experimentar
algo que nunca antes hizo? Cuando Dios viene y le anuncia lo que Él está por hacer, eso
producirá una crisis de fe. Podría ser algo que usted nunca hizo antes, de lo cual no tiene
idea de cómo hacerlo y en lo cual no tiene ninguna experiencia previa.
Este pastor vino a mí y dijo: “Henry, esto trae un potencial tan enorme. ¿Crees que
debería renunciar a la iglesia y pedirle que me comisione para dirigir este proyecto

SP SermonWeek 1-7.doc 48
enorme?” Mi respuesta inmediata fue: “¡Por supuesto que no! El pueblo de Dios necesita
una muestra de lo que ocurre cuando una iglesia recibe una misión que sólo Dios puede
cumplir y lo obedece. Tu iglesia es pequeña y sólo Dios puede cumplir esta obra”.
¿Qué hizo Elías cuando Dios dijo que llovería? Envió a su siervo y le dijo que observara
si había algún indicio de lluvia. ¿Cuántas veces tuvo que enviar al siervo? Siete. Y
cuando, finalmente, el siervo vio la evidencia, ¿qué era? Apenas una nubecita como la
palma de la mano de un hombre. ¿Y sabe usted lo que respondió Elías? “¡Corran,
muchachos! ¡Porque la lluvia lo inundará todo!” (paráfrasis del autor)
Hermanos, ESO es FE. La fe se basa en lo que Dios ha dicho, sin importar cuán pequeña
sea la evidencia.

Nuestra experiencia con Dios mediante la obediencia


¿Qué le está diciendo Dios a usted? Quisiera que por un momento hagamos un inventario
espiritual, porque estamos llegando a la máxima dimensión, que es la obediencia. Usted
nunca tendrá una experiencia con Dios sin obedecerlo. La obediencia es precedida por
una palabra de Dios, una crisis de fe y ajustes mayores. Si usted no está dispuesto a
experimentar el proceso, quizás nunca tenga la oportunidad de una experiencia con Dios
como Él desea que usted la tenga.
Las personas leen sobre Pentecostés y desean experimentar el Espíritu de Dios como lo
hicieron aquellos. Pero antes de Pentecostés, hubo un huerto de Getsemaní y una cruz, y
luego la resurrección. Las personas prefieren evitar el huerto de Getsemaní, la cruz y la
resurrección. Desean ir directamente a Pentecostés. Quieren ir directamente a una
experiencia con Dios sin los requisitos previos.
No he visto en ninguna parte de la Biblia que eso sea posible. Cuando Dios tiene algo en
el corazón, desea que usted lo conozca lo suficientemente bien como para que, cuando
Dios hable, usted oiga y responda de inmediato. La obediencia tiene que ser inmediata.
Usted no puede decir: “Señor, para esto voy a tener que superar algunos inconvenientes”.
Dios responde: “Yo hablé y eso es suficiente”.
Creo que Él podría responder a algunos de nosotros: “¡Yo soy Dios, y no tengo que
explicarte nada!” ¡Yo soy Dios! Y lo que crees sobre mí determinará lo que harás. Si no
me conoces lo suficiente, no crees en mi amor, no crees en mi sabiduría, no crees en mi
soberanía ni en mi proceso... Si no crees en mí, no me obedecerás. Pero si me conoces,
me obedecerás de inmediato”.
¿Es eso lo que usted está haciendo? Es importante saber cómo Dios considera la
desobediencia. Nosotros no la llamamos desobediencia. La llamamos “procesamiento
reflexivo”. Le ponemos toda clase de etiquetas. Pero Dios sencillamente la llama
desobediencia. A decir verdad, la llama “rebelión”. Si el Dios del universo le habla y
usted no responde de inmediato y no responde afirmativamente, eso es rebelión contra
Dios.
El pasaje bíblico que ha afectado poderosamente mi propia vida es cómo Dios describe la
desobediencia o el corazón rebelde. Está en 1 Samuel 15:22-23: “¿Se complace Jehová
tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová?”
Observen: “Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que
la grosura de los carneros. Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como
ídolos e idolatría la obstinación. Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también
te ha desechado para que no seas rey”.

SP SermonWeek 1-7.doc 49
¿Se deleita Dios tanto en la actividad religiosa de usted como en su obediencia? ¿Qué
está buscando Dios? Una obediencia inmediata, absoluta y en amor a todo lo que Él diga.
Si no lo obedece, Él llama a eso rebelión. Que usted obedezca lo último que Él dijo es
para Dios mucho más importante que ser pastor, miembro de una comisión o maestro de
Escuela Dominical. La obediencia a Dios es más importante que cualquier actividad
religiosa. En la mente de Dios, cualquier actividad religiosa predeterminada tiene menos
importancia que la obediencia. Cuando Dios habla, Él espera una respuesta inmediata.
“¡Sí, Señor!”
“La rebelión es como el pecado de adivinación, y la obstinación es como ídolos e
idolatría. Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para
que no seas rey, dijo Dios a través del profeta Samuel”. Eso es increíble. En 1 Samuel
15:19-23, Dios habló al rey Saúl. Y Saúl insistió: “...He obedecido la voz de Jehová”. Y
Dios le respondió que la obediencia parcial es desobediencia. En la mente de Dios, no
hay lugar en absoluto para tal cosa como la obediencia parcial. La obediencia parcial es
desobediencia.
¿Con qué compara Dios la desobediencia? Con hechicería e idolatría. Es cuando uno
pone algo en lugar de Dios. Cuando Él habla, eso no le causa ningún efecto a usted. ¿Qué
le ha estado pidiendo Dios a usted? ¿Un tiempo de meditación o devocional para que Él
pueda hablarle? ¿Compromiso en oración con el pueblo de Dios? ¿Acaso alguno de
ustedes ha abandonado la vida de oración comunitaria de su iglesia? ¡En ese caso, está
desobedeciendo! La Biblia dice que no debemos dejar de congregarnos, como algunos
tienen por costumbre (Heb. 10:25). Cuando la iglesia decide reunirse para orar, usted
debería estar presente.
Cuando Dios confirmó a Saúl como rey, el Espíritu de Dios vino sobre Saúl. En otras
palabras, Saúl fue lleno del Espíritu de Dios desde el momento en que fue escogido como
rey. De modo que toda su desobediencia fue contra la actividad del Espíritu Santo.
¿Qué hará usted con su vida? Cuando usted llegó a ser hijo de Dios, el Espíritu del Dios
viviente lo hizo nacer de nuevo. La plena presencia del Espíritu de Dios vino a morar en
usted. Para rebelarse contra Dios y no obedecerlo, usted tiene que apagar al Espíritu
Santo. Tiene que entristecer al Espíritu Santo. Tiene que resistir al Espíritu Santo.
¿Es eso algo grave para usted? Lo es. Y si usted se sigue comportando así por cualquier
período de tiempo, descubrirá que la presencia de Dios se ha alejado de usted. He estado
con algunas personas que distinguieron claramente lo que Dios decía. Algunos meses
después, comenzaron a poner excusas. Y luego de algunos años, llegaron a decir: “Debo
de haber interpretado incorrectamente a Dios en aquel tiempo, porque ya no siento el
mismo llamamiento”. Están interpretando incorrectamente la actividad de Dios. Se
rebelaron por un día de más de la cuenta. Y Dios ya no volverá a llamarlos para lo
mismo. Se ha terminado. ¿Hace Dios eso? ¡Es lo que dijo!
Cuando Dios habla, ¿será la tarea a la medida de Él? Siempre. ¿Superará lo que usted
podría hacer? Siempre. ¿Será algo que producirá una crisis en usted? Siempre.
En Juan 14:26, Jesús menciona uno de los ministerios del Espíritu Santo. Una de sus
tareas no es sólo enseñarnos todas las cosas, sino recordarnos todo lo que Cristo ha dicho.
En este tiempo de meditación o devocional, el Espíritu Santo podría haberle recordado
claramente lo último que Dios le pidió hacer. Tal vez usted haya elegido otras cosas en
lugar de lo que Dios eligió. Quizás esté usted ahora participando en mucha actividad,
pero tal vez eso no sea lo que Dios dijo. En ese caso, sigue desobedeciendo. Lo que usted

SP SermonWeek 1-7.doc 50
haga a continuación indicará lo que cree sobre Dios. Ruego que usted reconozca que está
a sólo una oración de distancia para tener una plena experiencia con Dios. Esa oración es:
“¡Sí, Señor!” Sean cuales fueren los ajustes necesarios, la respuesta es: “¡Sí, Señor!”
¿Podría Dios comenzar una obra excelente a partir de este preciso lugar? Claro que
puede. ¡Él es Dios! Nunca menosprecie lo que Dios puede hacer cuando una persona lo
obedece. ¿Será usted esa persona?
Hay ciertas cosas que sólo el Espíritu Santo puede hacer. Una de esas cosas es recordarle
a usted lo que ya ha expresado el corazón de Dios sobre lo que desea hacer a través de
usted. El Espíritu lo convencerá de cómo ha respondido usted hasta hoy y lo animará a
eliminar su duda y responder “¡Sí, Señor!” ¿Ajustes importantes? Siempre. ¿Resolverá
usted ese asunto con Él? Incluso desobedecer en algo pequeño es como un obstáculo
espiritual; si usted lo resuelve correctamente, experimentará la avalancha de la actividad
de Dios.
Padre, temblamos cuando tú hablas. No podemos imaginar lo que te propones hacer a
través de la vida de cualquiera de nosotros, y menos aún a través de todas nuestras vidas
en conjunto. Une nuestros corazones alrededor de tu Hijo, el Señor Jesús. Y en los
momentos que sigan, mientras hablamos entre nosotros, deseamos que nos guíes a
expresar nuestra crisis y nuestra obediencia, para que otros de nuestra congregación
puedan orar con nosotros y por nosotros. Y así podremos comenzar a experimentar tu
propósito a través de nosotros. Te lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén.

A menos que se indique otra cosa todas las citas bíblicas se han tomado de la Santa
Biblia, Versión Reina-Valera 1960. © Copyright 1960, Sociedades Bíblicas en América
Latina. Usadas con permiso.

SP SermonWeek 1-7.doc 51
REALIDADES:
7 VERDADES DE LA EXPERIENCIA CON DIOS

REALIDAD 6:
Usted debe hacer ajustes en su vida para unirse a Dios en lo que Él ya está haciendo

1 Samuel 15:22; Isaías 55:8-9; Lucas 6:46; 9:10-17,23-26,51,57-62; 18:18-27; Juan


14:21; Gálatas 5:22-23; Efesios 3:20, 4:31; Hebreos 11

Puntos principales
• Usted no puede quedarse donde está, y simultáneamente seguir a Dios.
• Cuando pensamos demasiado en el costo, olvidamos los beneficios.
• El tipo de ajustes que Dios requiere podría variar según los planes de Él.
• Algunas personas se rehúsan a obedecer porque el costo es demasiado para quienes las
rodean.
• Cuando el costo de la obediencia es lo más importante para nosotros, nuestro corazón se
apega a lo equivocado.

Usted no puede quedarse donde está, y simultáneamente seguir a Dios


Deseamos que Dios adapte su Palabra, sus propósitos y su voluntad a nuestra vida, pero
no lo hace. Desde su comienzo mismo, la Biblia describe quién es Dios y cómo ha
trabajado con las personas a lo largo de la historia. Dios no cambia para adaptarse a
nosotros; Él nos pide que cambiemos nuestra vida para adaptarnos a lo que Él hace y a
dónde va. No se trata de distinguir cuándo Dios nos habla, sino de estar dispuestos a
hacer los ajustes necesarios en nuestra vida para obedecer la voz de Dios.
Lo desafío a encontrar algún personaje importante de la Biblia que no haya
debido hacer ajustes considerables en su vida para seguir a Dios. Noé,
Abraham, Moisés, David, María, los discípulos, el apóstol Pablo... cuando
obedecieron a Dios, la vida de ellos cambió para siempre. “Así, pues, cualquiera
de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo”
(Lucas 14:33; ver Lucas 9:23-26, 57-62).
Al repasar la lista de héroes de la fe, podrá ver en muchos casos que, si se
hubieran rehusado a cambiar, habrían sido causa de calamidades para ellos y
los demás. Se habría perdido la familia de Moisés; los israelitas habrían seguido
siendo esclavos; nunca se habría constituido el pueblo de Dios; y, sin dudas,
jamás habría nacido Cristo.
Al leer pasajes como los de Lucas 9 vemos lo que cuesta seguir a Cristo. Sin embargo, a
decir verdad, el costo de no seguir a Cristo es mucho mayor y afecta a muchas más
personas de las que jamás imaginaríamos.
En Lucas 18:18-27 se describe a un joven rico a quien se le pidió elegir entre sus ricas
posesiones y su salvación. La devoción a sus bienes fue mayor que su devoción a Dios.
Se alejó entristecido porque se dio cuenta de que no podía tener ambas cosas; tenía que
tomar una decisión. No había precio más alto que pagar de lo que le costó su decisión.

SP SermonWeek 1-7.doc 52
Cuando pensamos demasiado en el costo, olvidamos los beneficios
Con demasiada frecuencia nos concentramos en los aspectos equivocados de la
obediencia. En lugar de ver todos los beneficios (gozo, bendiciones, salvación de
personas, intimidad con Dios), pensamos demasiado en el costo (los ajustes de la vida,
los sueños a que debemos renunciar). Pero no nos damos cuenta de que los ajustes y los
costos no son la meta, sino la relación con Dios. Para nosotros, lo más importante no
debe ser cumplir una misión para Dios, sino tener una experiencia con Él y conocerlo
mejor.

Ilustración
Recuerdo haber conversado con una joven madre sobre cómo la fidelidad en pequeñas
cosas atrae mayores responsabilidades y oportunidades en el reino de Dios. Respondió:
“Entonces me conviene dejar de ser tan fiel; creo que ya me he hecho cargo de todo lo
que me es posible”. Lamentablemente, se concentraba en las tareas, los ministerios y los
trabajos, en lugar de conocer a Dios. En lugar de conocer a Dios, ella veía como meta el
sacrificio y los ajustes.

El tipo de ajustes que Dios requiere podría variar según los planes de Él
Quizás usted tenga que mudarse a otra ciudad, otra provincia, otro estado u otro país para
ser parte de la actividad de Dios. Quizás tenga que dejar de cultivar ciertas relaciones que
le están impidiendo obedecer. Quizás tenga que dejar de lado algunos de sus
compromisos, o todos, para darle prioridad al propósito de Dios en su vida. Tal vez usted
tenga ciertas creencias, actitudes o pautas que no son saludables y que perjudican su
testimonio y su capacidad para dar a conocer el amor de Dios a todas las personas. La
obediencia a Dios podría implicar acostarse más temprano por la noche para que pueda
levantarse más temprano y dedicar tiempo a la oración con Dios y por otros.
Muchos hombres que conozco sintieron que Dios los llamaba al ministerio a tiempo
completo, pero tenían empleos exigentes, debían pagar préstamos hipotecarios y
sencillamente les parecía imposible desprenderse de su rutina. Luego fueron despedidos.
Repentinamente tuvieron libertad para ocuparse del llamamiento de Dios en su vida, pero
el Señor tuvo que ayudarlos primero a adaptar sus vidas. Dios nos dará primeramente la
oportunidad de obedecerlo, pero a veces nos da un incentivo algo mayor para seguirlo
cuando nos falla la obediencia.

Algunas personas se rehúsan a obedecer porque el costo es demasiado para quienes


las rodean
Dios ha llamado a muchas personas a las misiones, personas que nunca fueron al
ministerio porque no estaban dispuestas a separar a sus hijos de los abuelos. A veces las
mismas familias de los llamados pagarán el precio por un salario que se reduce
drásticamente, por diversas comodidades que no existen en ciertos lugares, por amistades
que se perderán en una mudanza, o por dedicarle más tiempo a los necesitados que a sus
propios hijos.
Otros están atados por deudas financieras, así que no tienen la libertad de seguir a Dios a
causa de todos los empleos en que deben ocuparse para pagarlas. Algunos otros nunca
harán ajustes importantes por aferrarse a sus dudas sobre Dios y su llamamiento. Son
como las olas del mar, que el viento arrastra a cualquier parte, sin comprometerse por

SP SermonWeek 1-7.doc 53
completo con ningún propósito considerable en el reino de Dios.

Cuando el costo de la obediencia es lo más importante para nosotros, nuestro


corazón se apega a lo equivocado
El Padre dice “...Obedecer es mejor que los sacrificios...” (1 Sam. 15:22). Jesús dijo: “El
que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama...” (Juan 14:21). El
Espíritu de Dios que habita en nosotros trabaja en nuestro corazón. Cuando el Espíritu
obtiene verdaderamente el afecto de nuestro corazón, nuestra obediencia será el resultado
natural. Cuando realmente lo amamos con todo nuestro corazón, nuestra alma, nuestras
fuerzas y nuestra mente, no habrá problemas en hacer cualquier ajuste necesario a los
planes de Dios para nosotros. Cuando nuestro corazón le pertenece, cualesquiera sean los
sacrificios, los costos o los ajustes que debamos experimentar, serán insignificantes ante
el fascinante gozo de conocer y experimentar a Dios y su amor en nuestra vida.

Consagración
• Confíe en que Dios sabe lo que es mejor para su familia y su futuro.
• Pídale a Dios que le dé la valentía y la sabiduría para dejar de lado o cambiar
aquello que afecta su obediencia a Él.
• Propóngase comprobar el gozo que trae la obediencia y no el sacrificio que podría
costar.

Mensaje
Usted no puede quedarse donde está, y simultáneamente seguir a Dios
Nos gustaría que Dios adaptara su Palabra, sus propósitos y su voluntad a nuestra vida,
pero no lo hace. Desde el comienzo mismo, la Biblia describe quién es Dios y cómo ha
trabajado con las personas a través de la historia. Dios no cambia para adaptarse a
nosotros; Él nos pide que cambiemos nuestra vida para adaptarnos a lo que Él hace y
dónde va. En Isaías 55:8-9, el Señor dice que sus caminos no son nuestros caminos y que
sus pensamientos son mucho más altos de lo que podríamos siquiera imaginar. ¡Eso
significa que sea lo que fuere que planeemos para Dios siempre será muchísimo inferior a
lo que Él planea para nosotros! Nuestro mejor logro ni siquiera puede compararse con lo
que Él ha planeado lograr a través de quienes le creen y lo siguen. Este versículo
establece un paralelo con Efesios 3:20, el cual dice que Dios “...es poderoso para hacer
todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos...”. Tales
versículos insinúan que nosotros, como personas creadas, no tardaremos en llegar a
nuestro límite, en comparación con el Dios todopoderoso, infinito y omnisciente a quien
servimos. Por eso, cuando hay que hacer ajustes, no es Dios quien necesita hacerlos.
Su voluntad siempre es perfecta y siempre es lo mejor. Nos llama a dejar
nuestra autocomplacencia, nuestras ambiciones egoístas y nuestra vida
egocéntrica, y nos pide que tomemos nuestra cruz y lo sigamos. El mayor de los
ajustes puede tratarse de tomar nuestra cruz. Este proceso implica negarse a
uno mismo, revestirse de Cristo y dejar de lado todo lo que impida seguirlo.
Cuando todo se ha dicho y hecho, Él sigue siendo el amo y nosotros seguimos
siendo sus siervos. Él es el Alfarero y nosotros somos el barro. Él es el Señor y
nosotros somos los discípulos. Cuando Cristo dijo a sus discípulos: “Síganme”,

SP SermonWeek 1-7.doc 54
de inmediato tomaron una decisión, ¿verdad? Podrían haber permanecido en
sus botes pesqueros, junto a su mesa recaudadora de impuestos, o donde sea
que habían estado; o podrían haber dejado lo que estaban haciendo y decidir
seguirlo.
Eso no fue sólo un acto transitorio de obediencia; fue una decisión
transformadora. Significó abandonar ambiciones de toda la vida, planes para su
futuro, amigos y relaciones existentes, e incluso el derecho a elegir su propio
destino. “¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?”
(Lucas 6:46). Cuando tomaron la decisión de que Cristo fuera su Señor, a partir
de ese momento, toda otra decisión pasaría por Cristo como punto de
referencia. Realmente creo que el problema no es distinguir cuándo Dios nos
habla, sino estar dispuestos a hacer los ajustes necesarios en nuestra vida para
obedecer la voz de Dios.
Lo desafío a encontrar algún personaje importante de la Biblia que no haya debido hacer
ajustes considerables en su vida para seguir a Dios. Noé, Abraham, Moisés, David,
María, los discípulos, el apóstol Pablo... cuando obedecieron a Dios, la vida de todos
ellos cambió para siempre.
Jesús dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su
cruz, y sígame” (Lucas 9:23). Una vez que Dios obtenga su atención, le pedirá
todo lo demás. Hay un relato sobre un pandillero de Los Ángeles quien fue salvo
mediante el ministerio de Billy Graham y sus asociados. La gustaba la idea de lo
que Cristo tenía para ofrecer, pero no estaba dispuesto a abandonar su vida de
pandillero. Razonaba que si había abogados cristianos, médicos cristianos,
maestros cristianos y plomeros cristianos, también podría haber pandilleros
cristianos. Tan absurdo como pueda parecer ese razonamiento, hay muchas
personas que lo practican en su propia vida y en diversos grados. No están
dispuestos a abandonar aquellas cosas que son incompatibles con Cristo, que
se interponen ante la santidad misma, que desafían la justicia divina y que
compiten con la lealtad a nuestro Señor y Dios. Lo que olvidan las personas es
que esas son precisamente las cosas que nos impiden ser parte de la voluntad
de Dios y tener una experiencia con Él en nuestra vida.
Al repasar la lista de héroes de la fe (Heb. 11), podríamos ver en muchos casos que, si
ellos se hubieran rehusado a cambiar su vida, habrían sido causa de calamidades para
ellos y los demás. Se habría perdido la familia de Moisés; los israelitas habrían seguido
siendo esclavos; nunca se habría constituido el pueblo de Dios; y, sin dudas, jamás habría
nacido Cristo. Al leer versículos como el de Lucas 9:23 vemos lo que cuesta seguir a
Cristo. Sin embargo, luego vemos a través de la vida de aquellos héroes que la falta de
ajustes en nuestra vida implicaría un desastres para nosotros y nuestros seres queridos.
En Lucas 18:18-27 se describe a un joven rico a quien se le pidió elegir entre sus ricas
posesiones y su salvación. Pero al final, la devoción a sus bienes fue mayor que su
devoción a Dios. Se alejó entristecido porque se dio cuenta de que no podía tener ambas
cosas; tenía que tomar una decisión. No había precio más alto que pagar de lo que le
costó su decisión.

Cuando pensamos demasiado en el costo, olvidamos los beneficios


Con demasiada frecuencia nos concentramos en los aspectos equivocados de la

SP SermonWeek 1-7.doc 55
obediencia. En lugar de ver todos los beneficios (gozo, bendiciones, salvación de
personas, intimidad con Dios), pensamos demasiado en el costo (los ajustes de la vida,
los sueños a que debemos renunciar). No nos damos cuenta de que los ajustes y los costos
no son la meta, sino la relación con Dios. Para nosotros, lo más importante no debe ser
cumplir una misión para Dios, sino tener una experiencia con Él y conocerlo mejor.

Ilustración
Recuerdo haber conversado con una joven madre sobre cómo la fidelidad en pequeñas
cosas atrae mayores responsabilidades y oportunidades en el reino de Dios. Respondió:
“Entonces me conviene dejar de ser tan fiel; creo que ya me he hecho cargo de todo lo
que me es posible”. Lamentablemente, se concentraba en las tareas, los ministerios y los
trabajos, en lugar de conocer a Dios. En lugar de conocer a Dios, ella veía como meta el
sacrificio y los ajustes.

El tipo de ajustes que Dios requiere podría variar según los planes divinos para su
vida
Los ajustes que Dios le exigirá podrían ser tan sencillos como levantarse 60 minutos más
temprano por la mañana a fin de estudiar su Palabra y tener comunión con Él. Podría
pedirle que comience a poner en práctica el fruto del Espíritu en su vida (Gál. 5:22-23), o
quizás le revele que usted está envuelto en una relación perjudicial que lo está alejando
de Dios. Es probable que usted tenga que mudarse a otra ciudad, otra provincia, otro
estado u otro país para ser parte de la actividad de Dios. Quizás tenga que dejar de lado
algunos de sus compromisos, o todos, para darle prioridad al propósito de Dios en su
vida. Tal vez usted tenga ciertas creencias, actitudes o pautas que no son saludables y que
perjudican su testimonio y su capacidad para dar a conocer el amor de Dios a todas las
personas. De modo que la obediencia a Dios podría implicar acostarse más temprano por
la noche para que pueda levantarse más temprano y dedicar tiempo a la oración con Dios
y por otros.
No hay dudas de que Dios lo bendecirá cuando usted obedezca en todos los ajustes que
sean necesarios. Dios podría pedirle que deje de lado una relación perjudicial porque hay
una persona consagrada que Él desea que usted conozca en lugar de aquella otra. Usted
podría perder el empleo que consideraba ideal porque hay una enorme oportunidad para
ministrar que Dios ha diseñado para usted en otra compañía. Las percepciones y la
sabiduría que Dios puede concederle mediante su comunión con él pueden ahorrarle
tiempo y dificultades, todo a cambio de unos minutos restados al sueño. ¡Lo que se
obtiene a cambio nunca será malo, sino lo mejor!
Muchos hombres que conozco sintieron que Dios los llamaba al ministerio a tiempo
completo, pero tenían empleos exigentes, debían pagar préstamos hipotecarios y
sencillamente les parecía imposible desprenderse de su rutina. ¡Luego sus empleadores
los despidieron, redujeron el personal, asignaron tareas a terceros contratistas, o como sea
que se llame cuando una persona pierde su empleo! Repentinamente tuvieron libertad
para ocuparse del llamamiento de Dios en su vida, pero el Señor tuvo que ayudarlos
primero a hacer ajustes en su vida. Y eso ha ocurrido también en la vida de otras
personas. Creo que Dios nos dará primeramente la oportunidad de obedecerlo, pero a
veces nos da un incentivo algo mayor para seguirlo cuando nos falla la obediencia.

SP SermonWeek 1-7.doc 56
Algunas personas se rehúsan a obedecer porque el costo es demasiado para quienes
las rodean
Dios ha llamado a muchas personas a las misiones, personas que nunca fueron al
ministerio porque no estaban dispuestas a separar a sus hijos de los abuelos. A veces las
mismas familias de los llamados pagarán el precio por un salario que se reduce
drásticamente, por diversas comodidades que no existen en ciertos lugares, por amistades
que se perderán en una mudanza, o porque se dedica más tiempo a los necesitados que a
los propios hijos. Pero es ridículo decidir ser desobediente a Dios a causa del bienestar de
otros. En efecto, cuando usted desobedece, impide a otros que hagan un sacrificio para
Dios. Les arrebata la oportunidad de dar a Dios lo que les está pidiendo. Muchas
personas, si tuvieran la oportunidad, harían grandes sacrificios de buena gana para Dios,
y nuestra obediencia podría ser el medio para que aquello ocurra. Hay innumerables
personas que han provisto fondos y recursos para proyectos misioneros en todo el mundo
porque Dios les puso ese interés en su corazón. Sin embargo, alguien tuvo que obedecer
primero a Dios y pagar el precio de fundar la misión. Nuestra obediencia también puede
ser de inspiración para que otros obedezcan al contemplar cómo trabaja Dios a través de
nuestra vida.
Lamentablemente, hay quienes están tan esclavizados por deudas financieras, que no
tienen libertad para seguir a Dios. Tienen que trabajar en muchos empleos para apenas
pagar sus deudas. Aún así, otros nunca harán ningún ajuste importante por aferrarse a sus
dudas sobre Dios y su llamamiento. Son como las olas del mar, que el viento arrastra a
cualquier parte, y jamás se comprometen por completo con ningún propósito considerable
en el reino de Dios.

La obediencia exige depender totalmente de Dios


Una de las grandes cosas que implica seguir a Dios es que él nos pondrá en ciertas
situaciones y nos pedirá que hagamos ajustes considerables en nuestra vida, de un modo
tal que exigirá depender absolutamente de Él. Nos permitirá alcanzar nuestros límites de
tal manera que deberemos clamar a Él para obtener sabiduría, fortaleza, orientación,
intervención y muchas otras cosas. Verdaderamente creo que Dios se deleita cuando
alguien le pide que entre en escena y se haga cargo de todo. Significa que su pueblo
podrá ver no sólo cuánto puede Él hacer sino también cuánto ama a su pueblo y se
preocupa por sus necesidades. Leamos otra vez Efesios 3:20-21: “Y a Aquel que es
poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o
entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea gloria en la iglesia en Cristo
Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén”.

Ilustración
Una vez Dios pidió a una mujer que abandonara su ira. Ella siempre había pensado que
su ira estaba más que justificada, a causa del padre que la había maltratado, la dificultad
de su situación laboral y toda la presión con que luchaba regularmente. En Efesios 4:31
dice claramente que Dios no quiere que la ira sea parte de nuestra vida. “Quítense de
vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia”. Esa mujer,
cuando lo leyó y reconoció que Dios le estaba pidiendo ese ajuste en su vida, se
entristeció mucho. Con lágrimas en los ojos, le entregó a Dios su ira y su derecho a
airarse. A cambio de eso, Dios obró en el corazón de ella de modo tan increíble que ahora

SP SermonWeek 1-7.doc 57
es uno de los modelos de gracia y paz más asombrosos que jamás verá usted. Ella podría
haberse resistido a Dios o podría haber seguido justificando racionalmente su pecado,
pero escogió obedecer y Dios la libró de la esclavitud de la ira y la llenó con su paz y
gozo.
Volvamos a leer también Isaías 55:8-9: “Porque mis pensamientos no son vuestros
pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los
cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis
pensamientos más que vuestros pensamientos”. Cuando Dios nos pide que ajustemos
nuestra vida a su voluntad y pongamos los pensamientos, las actitudes y las acciones en
línea con su Palabra, frecuentemente no sabemos qué hacer a partir de ese momento. Esa
es exactamente la situación en que Dios nos quiere. Cuando contemplamos lo que Él nos
encomienda, no debemos balbucearle sobre los planes que tenemos para alcanzar la meta;
en lugar de ellos, necesitamos escuchar con claridad las instrucciones sobre cómo quiere
Dios que procuremos cumplir su voluntad. Los discípulos de Cristo tuvieron
frecuentemente este problema. En Lucas 9 leemos sobre tres incidentes en que los
discípulos intentaron concebir un plan para Dios.
En Lucas 9:10-17 vemos uno de los milagros más increíbles de Cristo. Los cuatro
escritores de los Evangelios lo relatan. Cuando los discípulos evaluaron la situación y
vieron la multitud que pasaría hambre y que no habría lugar donde hurgar algo de comer,
el mejor plan que se les ocurrió fue enviar a todos de regreso a su casa. Le presentaron a
Jesús un plan racional y razonable, juntamente con algunas hogazas de pan y un par de
peces. Jesús conocía muy bien la situación, pero tenía un plan mucho mejor. En efecto,
después de que ocurrió, se hablaría de ese plan por más de dos mil años. Los caminos de
Cristo superaron tanto las expectativas y la experiencia de sus discípulos que, ese día,
ellos conocieron un nuevo punto de referencia sobre lo que Dios podía hacer a través de
su Hijo.
Unos versículos más adelante (vv. 28-36), vemos que Jesús lleva a sus
discípulos a una montaña a orar. Cuando los discípulos despertaron (pues se
habían dormido), vieron la gloria de Jesús, y a Moisés y Elías de pie junto a Él.
De inmediato, a Pedro se le ocurrió un plan para Dios. Quiso crear un
campamento religioso donde las tres figuras pudieran ser perpetuamente
adoradas. Pero Dios tenía otro plan, uno que implicaba la muerte sacrificial de
su único Hijo. Era algo que, en ese momento, los discípulos no podrían ni
siquiera comprender.
Pasemos al versículo 51 para ver otro ejemplo de cuando los discípulos
ofrecieron a Cristo un plan que fue absolutamente rechazado. Se sintieron
rechazados y humillados por los pobladores de una aldea samaritana.
Estuvieron dispuestos a masacrar a toda la población para dejar una enseñanza.
Probablemente esperaban que las otras once aldeas que había a lo largo del
camino no se opondrían tanto si veían lo que le había sucedido a la primera.
Pero Jesús tenía otro plan, uno que implicaba bautizar con fuego en lugar de
matar con fuego (Hechos 8:4-8,14-17). En efecto, se envió a los mismos
discípulos a verificar la obra de Dios que les había informado Felipe el
evangelista.
Si queremos concebir nuestros propios planes para hacer los ajustes y alcanzar las metas,
no sólo interpretaremos sumamente mal los planes de Dios, sino que también causaremos

SP SermonWeek 1-7.doc 58
daños irreparables durante el proceso. Depender absolutamente de Dios es una necesidad
extrema para sus siervos, su pueblo, sus embajadores y sus ministros de reconciliación
ante un mundo perdido y agonizante.

Cuando el costo de la obediencia es lo más importante para nosotros, nuestro


corazón se apega a lo equivocado
El Padre dice “...Obedecer es mejor que los sacrificios...” (1 Sam. 15:22). A Dios en
realidad no le interesa nuestro sacrificio ni cuánto pensamos que nos costará seguirlo. A
Él le interesa nuestra obediencia. Dios pagó un precio mucho mayor del que jamás
podremos pagar, y nos pide demasiado poco a cambio. Cuando obedecemos a Dios de
corazón, nada que tengamos que abandonar parecerá tan importante en comparación a
conocer a Dios y tener una experiencia con Él en nuestra vida.
Jesús dijo: “El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama...” (Juan
14:21). El Espíritu de Dios que habita en nosotros trabaja en nuestro corazón. Cuando el
Espíritu obtiene verdaderamente el afecto de nuestro corazón, nuestra obediencia será el
resultado natural. Cuando realmente amamos al Señor con todo nuestro corazón, nuestra
alma, nuestras fuerzas y nuestra mente, no habrá problemas en hacer cualquier ajuste
necesario a los planes de Dios para nosotros. Cuando nuestro corazón le pertenece,
cualesquiera sean los sacrificios, los costos o los ajustes que debamos experimentar, serán
insignificantes ante el fascinante gozo de conocer y experimentar a Dios y su amor en
nuestra vida.

A menos que se indique otra cosa todas las citas bíblicas se han tomado de la Santa
Biblia, Versión Reina-Valera 1960. © Copyright 1960, Sociedades Bíblicas en América
Latina. Usadas con permiso.

SP SermonWeek 1-7.doc 59
REALIDADES:
7 VERDADES DE LA EXPERIENCIA CON DIOS

REALIDAD 7:
Usted llega a conocer a Dios por medio de la experiencia que tiene cuando lo
obedece y Él realiza su obra por medio de usted

1 Samuel 15:23; Isaías 55:8-9; Juan 8:29-32; 14:15,21,23; 15:9-11; Lucas 6:47-49;
Efesios 3:20-21; Santiago 1:5

Puntos principales
• No es suficiente conocer lo que Dios dice; debemos obedecerlo sin tener en cuenta el
costo.
• La obediencia es la máxima dimensión en la vida de un cristiano.
• La actividad de Dios se desplaza por los carriles de la obediencia.
• Mediante la fe no puede verse el resultado de la actividad de Dios, sino sólo mediante la
obediencia.

Obediencia y experiencia
Cuando obedecer la Palabra de Dios se constituye en lo más difícil, surge una
confrontación con ella: seguir los mandamientos de Dios, ponerlos en práctica en nuestra
vida y ajustarla a Él. Uno no obedece un concepto o un principio; obedece a una persona.
Lo que produce resultados en su vida es la persona, no el principio ni el concepto. Con
frecuencia, cuando las personas leen la Biblia, buscan la verdad, los principios y los
conceptos, cuando en realidad necesitan concentrarse en buscar a la persona que
primeramente lo escribió todo... Dios mismo. La finalidad de la Biblia es dar a conocer a
Dios, su naturaleza, sus propósitos y su voluntad para todos los que creen.
El problema de casi todos los cristianos no es conocer lo que Dios dice, sino no estar
dispuestos a hacer lo necesario para obedecer.
Según 1 Samuel 15:23, desobedecer a Dios es como la hechicería. Alguien estará
guiándolo a usted en sus decisiones; y si no es Dios, proviene del poder de las tinieblas.
Las decisiones tomadas sin Dios conducen a la muerte. Aniquilarán su matrimonio, sus
relaciones, sus esperanzas y sus sueños. Sólo Dios puede guiarnos con seguridad a
obtener lo mejor de Él. La obediencia es la máxima dimensión en la vida de un cristiano.

Obediencia y amor
Leamos en Juan 14:15,21,23: “Si me amáis, guardad mis mandamientos”. Cada vez que
aparece este versículo, viene seguido de alguna actividad de Dios. Si obedecen lo que yo
les mando, esto es lo que hará mi Padre, y esto es lo que yo haré. En otras palabras, la
actividad de Dios se desplaza por los carriles de la obediencia. Sin obediencia, no hay
actividad de Dios. Dios simplemente no responde a nuestros pedidos. Él es quien fija el
rumbo; y si caminamos con ese rumbo, tendremos una experiencia con Dios.
Juan 14:15 dice: “Si me amáis, guardad mis mandamientos”. Jesús dice luego que hará
dos cosas: En primer lugar, que enviará al Espíritu Santo, es decir, a alguien que siempre

SP SermonWeek 1-7.doc 60
nos acompañe y ayude. Hay una relación entre una persona que ama a Jesús y lo obedece,
y el hecho de que Jesús le envíe su Espíritu. En segundo lugar, el Espíritu nos enseñará
todo, y nos guiará hacia toda la verdad. Traerá a nuestra memoria todo lo que Jesús ha
dicho.
Cuando usted esté estudiando las Escrituras para comprender los caminos de Dios en su
vida, escriba lo que Él le dice. Dibuje un diagrama en papel para poder ver la relación
entre las acciones suyas y las de Dios. Jesús dice: “Si me amas y me obedeces, yo haré
algo a cambio de eso”. Ahora enumeremos lo que Él hará. Nos proporcionará otro
Ayudador, alguien que nos instruya y nos oriente. La persona que obedece de corazón es
la ideal para seguir la orientación. El Espíritu de Dios no nos dará una instrucción que no
sea la mejor para nosotros. El amor perfecto nunca le ofrecerá el segundo puesto. Y el
amor perfecto nunca puede equivocarse. Él conoce el futuro. Él conoce sobre cambios
políticos. Él sabe lo que sucederá con la economía. En la mente de Dios, no hay siquiera
un mínimo detalle del pasado, el presente o el futuro del cual no tenga pleno
conocimiento. Dios basa la orientación que le da a su vida en todo lo que Él sabe.

Obediencia y gozo
La obediencia no es simplemente otra actividad; es un modo de vida. La obediencia es
una condición del corazón de modo que cuando usted reciba una instrucción siempre
responderá conforme a ella. “El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que
me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a
él” (Juan 14:21). Jesús tiene una capacidad ilimitada para expresarle a usted un amor
perfecto y genuino. La obediencia es la condición para que ese amor pueda expresarse y
experimentarse en su vida. Cuando Dios le da una instrucción y usted lo obedece,
significa que usted confía en Él, que usted sabe que Él planea algo para su vida y está
listo para obedecerlo. No se trata simplemente de probar si usted lo conoce. El propósito
es conducirlo a usted hacia la vida. “...Y yo le amaré, y me manifestaré a él” (v. 21). Es
decir que usted se encontrará de inmediato en la actividad de Dios. Si usted anda en esa
clase de relación con Dios, literalmente Él lo inundará con el amor de su presencia. Dios
dice que si usted ha recibido y guarda los mandamientos divinos, entonces la obediencia
suya demuestra su amor por Él.
En Juan 14:23, Jesús respondió: “El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le
amará, y vendremos a él, y haremos morada con él”. Si usted lo obedece, ¡nunca tendrá
que invitarlo a venir a su vida! No tendrá que decir: “Señor, acompáñame en este día”.
Jesús dijo: “Mi padre vendrá y habitará permanentemente en tu vida, tu cuerpo físico. Yo
vendré y habitaré permanentemente en tu vida y mi Espíritu Santo vendrá y habitará
permanentemente en tu vida” (paráfrasis del autor).
En Juan 8:29, dice: “...El que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre,
porque yo hago siempre lo que le agrada”. Luego, en los versículos 31 y 32, Jesús dijo:
“...Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y
conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”. Aquí Cristo demuestra su relación de
amor con el Padre. Él dijo en Juan 15:9-11: “Como el Padre me ha amado, así también yo
os he amado; permaneced en mi amor. Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis
en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en
su amor. Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea
cumplido”. No necesitamos pedir la presencia de Dios. Él lo hace espontáneamente

SP SermonWeek 1-7.doc 61
cuando lo complacemos.
Obediencia y discipulado
Un cristiano es una persona que ha llegado a ser discípulo de Jesús. ¿No es verdad? Si
Jesús no le está dando instrucciones, usted no es discípulo de Él. Un discípulo es aquel
que cree en el Maestro y se dispone a escuchar todo lo que enseña y a obedecerlo porque
cree que lo que dice el Maestro es verdad.
En Lucas 6:47-49, Jesús dijo: “Todo aquel que viene a mí, y oye mis palabras y las hace,
os indicaré a quién es semejante. Semejante es al hombre que al edificar una casa, cavó y
ahondó y puso el fundamento sobre la roca; y cuando vino una inundación, el río dio con
ímpetu contra aquella casa, pero no la pudo mover, porque estaba fundada sobre la roca”.
Pero déjenme que les cuente ahora sobre otra persona. Es alguien que viene a Jesús, lo
escucha, pero nunca lo obedece. “semejante es al hombre que edificó su casa sobre tierra,
sin fundamento; contra la cual el río dio con ímpetu, y luego cayó, y fue grande la ruina
de aquella casa”.
¿Cuál es la diferencia entre los dos hombres? Ambos vienen a Jesús. Ambos escuchan las
palabras de Jesús, pero uno obedece y el otro no obedece.
A Dios le interesa que tomemos las decisiones correctas en la vida y el trabajo. La Biblia
dice: “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos
abundantemente y sin reproche, y le será dada” (Sant. 1:5). Si observamos la vida de
Jesús, veremos que es muy práctico en lo que hace. He observado a cristianos que
buscaron con seriedad la orientación de Dios, y Él les dio asombrosas percepciones que
no podrían haber recibido de ninguna otra fuente.
Para nosotros, es esencial comprender cuán prácticos son los caminos de Dios, aunque a
veces no conozcamos sus planes o propósitos. Es verdad que tal vez nunca los
comprendamos, pero eso no justifica desobedecer. En Isaías 55:8-9, leemos: “Porque mis
pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo
Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que
vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”. Lo sabemos
intelectualmente, pero cuando se trata de ponerlo en práctica, tenemos dificultades. En
Efesios 3:20-21, leemos: “Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho
más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en
nosotros, a él sea gloria en la iglesia...”. ¿Acaso no es importante que andemos en
estrecha comunión con el Señor para que Él pueda encomendarnos una vida que desea
que cambiemos? Si nos desviamos del camino y sólo nos interesan las ganancias, los
negocios y el éxito, Dios no podrá encomendarnos una vida con la cual trabajar. Cuando
Dios sabe que estamos encaminados en Él, entonces puede encomendar una vida a uno de
los suyos.

Obediencia y fe
Nuestra respuesta a Dios no depende de nuestro historial de éxitos, talentos ni aptitudes.
Él sencillamente desea nuestra obediencia inmediata e incondicional. Debemos tener fe
en Aquel que nos amó y dio su vida por nosotros. Mediante la fe no puede verse el
resultado, sino sólo mediante la obediencia. No se trata de tener fe en que Dios lo
solucione todo, sino de tener fe en Dios, quien lo solucionará todo. La fe no nos indica
cuál será el resultado. La fe nos indica que Dios aún se está ocupando de algo. Jesús dijo:
“El que me ama, mi palabra guardará. Y cuando me obedezca, entonces el Padre, el Hijo

SP SermonWeek 1-7.doc 62
y el Espíritu Santo haremos morada exactamente donde aquel esté” (Juan 14:23,
paráfrasis del autor).

Consagración
• Comprenda que usted nunca experimentará la actividad de Dios en su vida sin
obedecerlo.
• Pida a Dios que lo perdone por haberlo desobedecido en el pasado y
comprométase ahora a obedecer cuando Dios hable.
• Pídale que le abra los ojos a su Palabra y su actividad, de modo que usted pueda
unirse a la obra de Dios alrededor de usted.

Mensaje

Habitualmente, la obediencia implica confrontarse con la Palabra de Dios. La parte más


difícil de vivir conforme a las Escrituras es obedecer. Sencillamente es parte de aplicar la
verdad de la Palabra de Dios a nuestra vida. La Biblia usa el término “Guardar mis
mandamientos”, lo cual no significa almacenarlos en un lugar seguro. Significar
aplicarlos a la vida y practicarlos. Adaptar nuestra vida a los mandamientos.
He descubierto personalmente que mi experiencia con Dios alcanza su máxima
dimensión cuando obedezco. Algunos de ustedes han cumplido del proceso de Mi
experiencia con Dios: Cómo conocer y hacer la voluntad de Dios. Eso incluye siete
realidades, pero seis de ellas nos preparan para la última. Y la experiencia con Dios
alcanza su máxima dimensión cuando uno lo obedece. Ahora bien, uno no obedece
conceptos ni principios. Uno obedece a una persona. Y lo que entonces produce
resultados es la persona.
Cuando leemos la Biblia, frecuentemente buscamos la verdad o conceptos o principios.
No hagamos eso. La finalidad de la Biblia no es esa. La finalidad de la Biblia es dar a
conocer a Dios: quién es Él, cómo es y cómo se conduce. Él es Dios; creó el mundo y lo
puso en marcha. También creó algunas pautas para que anduviéramos con Él. Dios no
infringe esas pautas. Dios no hace excepciones. Nosotros queremos que Él se adapte a
nosotros. Dios nunca se adapta a nada. Él nos adapta a sí mismo. Y cuando nos
adaptamos a Él, es decir, lo obedecemos, armonizamos con lo que ha dicho.
Cuando hablemos de la obediencia consideraremos una de esas experiencias. La
dificultad no consiste en no comprender lo que Él dice, sino en que no sabemos cómo
aplicarlo. No sabemos cómo adaptar nuestra vida a Él. Preferiríamos adaptar nuestra vida
a un principio, un método o una actividad. Sin embargo, según la Biblia, siempre
debemos ajustar nuestra vida a Dios. Entonces Dios hace algo en nuestra vida, y nosotros
reconocemos que es Él quien lo hace.

Obediencia y experiencia
Hoy deseo hablar claramente sobre la obediencia. Podríamos examinar muchos pasajes
bíblicos. En 1 Samuel 15:23, leemos que desobedecer a Dios es como la hechicería. Eso
suena bastante trágico. Necesitamos saber que cuando Dios habla y no obedecemos, es
porque estamos siguiendo la orientación de otro, lo cual es idolatría. Significa entonces
que, si no es Dios quien nos está guiando será otro quien nos guía. Y, naturalmente, el

SP SermonWeek 1-7.doc 63
final de ese rumbo sin Dios es la muerte. Aniquilará su matrimonio. Aniquilará sus
relaciones. Aniquilará sus esperanzas y sus sueños. Sólo Dios puede guiarnos con
seguridad a obtener lo mejor de Él. Por eso deseo hablar sobre la obediencia como la
máxima dimensión en la vida de un cristiano en el lugar de trabajo y deseo insistir sobre
el lugar de trabajo.
A los pastores les insisto que no se evangeliza en el culto de la iglesia. Se evangeliza en
el lugar de trabajo, allá afuera, donde el pueblo de Dios se desempeña diariamente. Allí
es donde se evangeliza. Dediquemos entonces el domingo y el resto de la semana para
preparar al pueblo de Dios a fin de funcionar donde ocurre la verdadera actividad de Dios
para cambiar la vida de las personas. Es decir, en el lugar de trabajo.
Cristo se constituye en nuestro modelo. Quiero que hablemos nuevamente sobre lo que Él
dice de la obediencia. Pero primero quiero que hablemos de lo que Él dice de su propia
obediencia y vemos que la actividad de nuestro Señor se concretó profundamente en la
vida cotidiana de la gente.
¿Sabe cuántos milagros hizo Jesús en el templo? No es allí donde hizo sus milagros. Hizo
milagros en el mercado, junto al camino, en aldeas y pueblos vecinos, allá donde estaban
los endemoniados o los leprosos, allá donde estaban los ciegos. El gran milagro de
alimentar a la multitud, no lo hizo en el templo sino en el campo. Apaciguó la tormenta
en el lago. Si observamos la vida de Jesús, su obediencia al Padre no se concretó
mayormente en el templo o los lugares de actividad religiosa. Se concretó fuera del
templo. El templo era un lugar de adoración de modo que tuviera sentido toda la
actividad que ocurriera fuera de este.

Obediencia y amor
En Juan 14, vemos un par de cosas que el Señor señala sobre la obediencia. En el
versículo15 Jesús dice: “Si me amáis, guardad mis mandamientos”. Lo dice tres veces, en
los versículos 15, 21 y 23. Después de cada uno se menciona una actividad de Dios. “Si
obedecen lo que yo les mando, entonces esto es lo que hará mi Padre, y esto es lo que yo
haré”. En otras palabras, la actividad de Dios se desplaza por los carriles de la obediencia.
Sin obediencia, no hay actividad de Dios. Él simplemente no responde a nuestros
pedidos. Dios es quien fija el rumbo; y si caminamos con ese rumbo, tendremos una
experiencia con Él.
La primera mención, en el versículo15, dice: “Si me amáis, guardad mis mandamientos”.
Luego Jesús dice que hará dos cosas: “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador,
para que esté con vosotros para siempre”. Dijo que enviaría a otro que nos acompañe y
ayude, es decir, al Espíritu Santo. ¿Hay una relación entre una persona que ama a Jesús y
lo obedece, y el hecho de que Jesús le envíe otro Ayudador? Claro que sí, y debe
cumplirse en su vida. Luego dice que es “el Espíritu de verdad... porque mora con
vosotros, y estará en vosotros. No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros”.
Si usted está estudiando la Biblia, es importante comprender los caminos de Dios para
usted en su hogar, su vida personal y sus negocios. Es importante saber lo que él dice.
Escríbalo. Cuando yo estudio la Biblia, dibujo un diagrama. Por ejemplo, escribo Si me
amas, y en la línea siguiente escribo Me obedecerás. Luego trazo una flecha desde la
segunda frase hasta un espacio más abajo y digo: “Esto es lo que Él hace”. Así puedo
verlo claramente. Me amas, me obedeces, y Él hace algo. Por último, debajo de la flecha,
escribo una lista de lo que Él hace. Nos proporcionará otro Ayudador, alguien que nos

SP SermonWeek 1-7.doc 64
instruya y oriente. La persona que obedece de corazón es la ideal para seguir la
orientación.
Muchos oran diciendo “Oh Señor, guíame”. Y Él lo hace. Pero luego le responden “Eso
no es en realidad lo que yo deseaba. ¿Habrá alguna otra alternativa?” Y el Señor dice:
“No, me pediste que te guiara”. Y por dentro pienso: ¿Si Él es Dios, cuántas opciones
necesita para tener razón? Él tiene razón la primera vez. No le pidamos a Dios tres
opciones para poder decidir nosotros cuál es la correcta.
Yo para nada confiaría en mi capacidad de pensamiento porque la Biblia dice que hay un
camino que a mí me parece derecho o correcto. Parece correcto. Pero el fin de ese rumbo
es camino de muerte (Prov. 14:12, paráfrasis del autor). ¿Quién lo guiará siempre a usted
hacia la vida? Dios lo hará. La naturaleza de Él no lo dejará caer a usted. La naturaleza de
Dios no le dará una instrucción que no sea la mejor para usted. El amor perfecto nunca le
ofrecerá el segundo puesto. Y el amor perfecto nunca puede equivocarse. Él conoce el
futuro. Él conoce sobre cambios políticos. Él sabe lo que sucederá con la economía. En la
mente de Dios, no hay siquiera un mínimo detalle del pasado, el presente o el futuro del
cual no tenga pleno conocimiento, y Dios basa la orientación que le da a su vida en todo
lo que Él sabe. Yo prefiero seguir la instrucción de Dios todos los días.
Todo surge de nuestra obediencia a Él. Una vez que lo obedecemos, Él puede guiarnos. Y
dicho sea de paso, la obediencia no es un mero acto, o sea, no es una actividad. La
obediencia es un constante modo de vida. La obediencia es una condición del corazón, de
modo que cuando usted reciba una instrucción siempre responderá conforme a esta.
La primera promesa era “Si me amáis, guardad mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre,
y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre”. En el versículo 21,
Jesús hace la segunda promesa cuando dice “El que tiene mis mandamientos [o sea, los
recibe], y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y
yo le amaré, y me manifestaré a él”. Jesús tiene una increíble capacidad para expresarle a
usted un amor perfecto y genuino. Pero la obediencia es la condición para que ese amor
pueda expresarse y experimentarse en su vida. Cuando Dios le da una instrucción y usted
lo obedece, significa que usted confía en Él, y que usted sabe que Él planea algo para su
vida y está listo para obedecerlo. No se trata simplemente de probar si usted lo conoce. El
propósito es conducirlo a usted hacia la vida.
Luego Jesús dice: “...Y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me
manifestaré a él” (v. 21). Es decir que usted se encontrará de inmediato en la actividad de
Dios. Yo puedo dar testimonio de eso. Es algo fascinante. Si usted anda en esa clase de
relación con Dios, literalmente Él lo inundará con una presencia de revelación constante.
Usted percibirá sin duda alguna la presencia de Dios en su vida, su matrimonio y todas
las relaciones que tenga. ¡Es maravilloso y fascinante!
La capacidad del Señor para amarlo a usted es ilimitada. Usted nunca podrá medirla. Y la
única condición para experimentar ese amor en cada área de su vida (es decir, sus
finanzas, su salud, su capacidad de tomar las decisiones correctas, el manejo de sus
relaciones)... es la obediencia. He visto caer muchas empresas porque los dueños no
supieron cómo manejar las relaciones. Y podrían haberlo hecho. Podrían haber
comprendido cómo hacerlo si simplemente hubieran seguido las instrucciones que Dios
les dio.
En el versículo 23, Jesús dijo: “El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará,
y vendremos a él, y haremos morada con él”. Si usted anda con Dios y obedece lo que Él

SP SermonWeek 1-7.doc 65
dice, ¡nunca tendrá que invitarlo a venir a su vida! No tendrá que decir: “Señor,
acompáñame en este día”. Dios ya le ha dicho que si usted sencillamente lo ama y hace lo
que él dice, Dios hará una morada permanente con usted. Nunca tendrá que pedirle que
venga a su vida ni tener dudas en cuanto a dónde está Él o si está ocupado. Dios siempre
está presente; eso es lo que está diciendo. Pero la capacidad de percibir la presencia de
Dios depende de que usted obedezca lo que Él dice. Entonces siempre percibirá su
presencia porque eso será lo más importante para usted. En el momento en que usted oiga
lo que Dios dice y se disponga a obedecerlo, tendrá que ordenar sus prioridades.

Obediencia y gozo
Veamos lo que dice Juan 8:29-32: “Porque el que me envió, conmigo está; no me ha
dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada” (v. 29). Luego, en los
versículos 31 y 32, dice: “...Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis
verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”. Si
observan la vida del Señor Jesús, lo contemplarán en una relación de amor con su Padre.
En Juan 15:9-11, Jesús dijo: “...Permaneced en mi amor. Si guardareis mis
mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos
de mi Padre, y permanezco en su amor. Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté
en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido”.
Uno de los misterios más asombrosos que enfrento constantemente es comprender a las
personas que afirman ser cristianas y viven una vida triste. Eso contradice totalmente
todo lo que Jesús ha dicho. Un cristiano es una persona que ha llegado a ser discípulo de
Jesús. ¿No es verdad? ¿Sabe usted qué es un discípulo? Es aquel que ha tomado la
decisión de que el Señor Jesús sea quien lo guíe y dirija, le enseñe y lo instruya. Si Jesús
no le está dando instrucciones, usted no es discípulo de Él. ¿Puede imaginarse a una
persona que afirma ser discípulo de alguien, y que nunca presta ninguna atención a su
Maestro ni dedica tiempo para estar con Él? Un discípulo es aquel que cree en el Maestro
y se dispone a escuchar todo lo que enseña y a obedecerlo porque cree que lo que dice el
Maestro es verdad. Y luego el discípulo procura moldear su vida según el ejemplo de su
Maestro.
Un discípulo es alguien que viene a Jesús. En Lucas 6, Jesús cuenta un relato de una
persona que viene a Él, lo escucha y lo obedece. Esa persona “semejante es al hombre
que al edificar una casa, cavó y ahondó y puso el fundamento sobre la roca; y cuando
vino una inundación, el río dio con ímpetu contra aquella casa, pero no la pudo mover,
porque estaba fundada sobre la roca”. Déjenme que les cuente ahora sobre otra persona.
Es alguien que viene a Jesús, lo escucha, pero nunca lo obedece. Esa persona es
semejante al hombre que edificó su casa sobre tierra, sin fundamento; viene la misma
inundación, y el mismo río le da con ímpetu. Y luego cae, y es grande la ruina de aquella
casa. ¿Cuál es la diferencia entre los dos hombres? Ambos vienen a Jesús. Ambos
escucharon las palabras de Jesús, pero uno obedeció y el otro no.

Instrucciones prácticas
Cuando usted recurre a la Biblia, no viene en busca de un pensamiento para reflexionar.
Viene en busca de instrucciones. Viene en busca de orientación. Viene a conocer el
camino que lleva a la vida. Cuando Dios le brinda orientación, usted la obtiene de su
Palabra cuando el Espíritu Santo lo guía y le abre el entendimiento; usted recurre a una

SP SermonWeek 1-7.doc 66
persona. La Biblia dice que esa es la manera de andar con Jesús, y si usted así lo hace,
nunca perderá el rumbo.
¿Lo guiará Dios al tomar decisiones? ¿Lo guiará Dios al tomar decisiones de negocios?
Sí, lo guiará. Dios no se ocupa solamente de “lo espiritual”. Él es práctico. Cuando usted
debe tomar una decisión de negocios, a Dios le interesa que tome la decisión correcta y
que usted haga saber a los demás que procuró la voluntad de Dios con respecto a ese
asunto. Usted cree que Dios le dio a conocer lo que debía hacer, y así lo hizo. Luego las
personas le preguntarán “¿Cómo fue posible que realmente supieras cómo tomar esa
decisión?” Si a alguno le falta sabiduría, ¿qué se supone que debe hacer? Pídala a Dios, el
cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada (Sant. 1:5). ¿Pero cuántos
saben que Dios dijo “Te permitiré consultarme si necesitas sabiduría para esa decisión de
negocios” si hay que fusionar la empresa... si hay que vender... si hay que ampliarla?
¿Lo guiará Dios a usted en eso? A Él le interesan profundamente sus actividades
comerciales. Si Dios puede ayudar a un pescador a pescar muchísimos peces, ciertamente
puede ayudarlo a usted a tener éxito. Si observamos la vida de Jesús, veremos que es muy
práctico en lo que hace. La mayoría de las personas cree que Dios está presente y activo y
que las ama cuando lo ven hacer cosas conforme a las circunstancias que viven. Muchas
veces he observado a cristianos buscar seriamente la orientación de Dios cuando sólo
Dios podía darles la sabiduría necesaria. Nadie más sabía qué hacer. Nadie más sabía qué
sucedería. Pero Dios sí. Así que cuando ese cristiano buscó fervientemente a Dios, Él le
dio sabiduría.
¿Los médicos necesitan sabiduría divina? Escuchen: Prefiero que me atienda un médico
que ora antes que cualquier otro que pueda conocer. Tal vez el médico se encuentre con
algo y no sepa qué hacer al respecto. Me encantaría que me atienda un médico que ora.
Ante la duda, el médico puede procurar la sabiduría de Aquel que prometió darla. En
nuestra familia, hemos tenido una experiencia al respecto.
Es esencial que comprendamos cuán prácticos son los caminos de Dios. Los tiempos de
Dios y los caminos de Dios son diferentes a los nuestros. En Isaías 55:8-9 Dios dice:
“Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis
caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos
más altos que vuestros caminos...”.
A menudo conocemos la Biblia intelectualmente, pero cuando se trata de ponerla en
práctica, tenemos dificultades. Por ejemplo, consideremos Efesios 3:20. Dice: “Y a Aquel
que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que
pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea gloria en la
iglesia...”. Es importante que andemos en estrecha comunión con el Señor para que Él
pueda encomendarnos la vida de otra persona. Pero si nos desviamos del camino y sólo
nos interesan las ganancias, los negocios y el éxito, Dios no podrá encomendarnos una
vida como esa. Cuando Dios sabe que estamos encaminados en Él, entonces puede
encomendar una vida a uno de los suyos.
He conversado con varios de ustedes y mencionaron que Dios les había traído a ciertas
personas a su vida, y ustedes no actuaron del modo que Dios se había propuesto. Pero que
ustedes regresaron y enmendaron ciertas relaciones con sus empleados o sus clientes.
Todos nosotros, en el lugar de trabajo, influiremos en la vida de muchas personas.
¿Supone que Dios cruzará deliberadamente el camino suyo con el de otras personas en las
cuales Él está trabajando, y que desea ser glorificado a través de otra vida que le

SP SermonWeek 1-7.doc 67
encomiende a usted? Usted puede aprovechar o arruinar esa oportunidad.

Obediencia y fe
Mi oración es que usted observe atentamente la vida de personas que Dios le ponga en el
camino. Podría ser un cliente. Podría ser un empleado. Podría ser un cliente enfurecido.
Dios desea ver lo que usted hará, pero también podría hacer que esa persona, que actúa
conforme a su propia naturaleza, se encuentre con un hijo de Dios que no actúa como los
del mundo. Cuando usted no reaccione con ira, esa persona lo notará. Averiguará que
usted es cristiano, no un cristiano de nombre, sino alguien que lo practica, alguien que ha
recurrido a Dios, le ha pedido su sabiduría, y ha reemplazado el fruto de la carne, que es
la ira y la amargura, por el fruto del Espíritu.
Cuando esa persona se encuentre con usted y usted no actúe según los caminos del
mundo, sino que actúe como un cristiano, con amor, paciencia, benignidad y bondad, eso
influirá de tal modo en esa persona que repentinamente comenzará a hacer preguntas, y
podrá cambiarse un destino eterno. No sólo esa persona, sino que también sus familiares
podrán cambiar. Considere cómo ve Dios las cosas. Por ejemplo, podría haber una
persona al borde del divorcio, y los hijos están afectados por eso. ¿Pero qué sucedería si
Dios cruzara la vida suya con la de esa persona? ¿Qué sucedería si esa persona se
entregara luego a Cristo? Eso comenzaría a cambiar la relación total del matrimonio.
Cuando Dios hace algo, siempre lo hace al máximo. Si Dios fuera a hacer lo que le
pedimos que haga, nuestra experiencia sería mínima. Pero Dios siempre quiere hacer lo
máximo.
Nuestra respuesta a Dios no depende de nuestro historial de éxitos, talentos ni aptitudes.
Se basa en la obediencia. La fe cree en Aquel que nos amó y dio su vida por nosotros. Y
mediante la fe no puede verse el resultado, pero puede verse a Aquel que producirá el
resultado. No se trata de tener fe en que Dios lo solucione todo. Se trata de tener fe en
Dios, quien lo solucionará todo. Mediante la fe podemos seguir adelante, aún cuando
todo nos parezca adverso.
Podemos trabajar fielmente con Dios, especialmente en el lugar de trabajo, porque allí es
donde Dios desea darse a conocer. En un lugar de actividad religiosa, cualquiera sabrá
que Dios es real, pero lo que el mundo no cree es que Dios trabaja fielmente en el lugar
de trabajo. Entonces, al no conocer el resultado, pero al conocer a Aquel que puede
producir el resultado, caminamos por fe. La fe no nos indica cuál será el resultado. La fe
nos indica que Dios aún se está ocupando de algo. Cuando seguimos a Dios a pesar de
todo, no aplicamos el razonamiento humano, sino una relación con Dios. Usted sabe que
Él lo está guiando. La fe requiere que usted no sepa los detalles, de modo que siga
confiando. Una vez que conozca los detalles, no tendrá que confiar tanto, por eso Dios
oculta el resultado final, pero le brinda la confianza de que Él aún se está ocupando de
eso. Por eso exige la relación, exige permanecer con Él hasta que se vea el resultado.
Cuando un hijo de Dios es fiel en lo poco, Dios puede encomendarle más. Él no ha
terminado aún. Dios observa por cuánto usted lo seguirá. Luego podrá encomendarle algo
más importante. Dios será glorificado mientras aprendemos a andar con Él.
¿Acaso podría Dios encomendarle algo más importante? La clave es la obediencia. Si
usted lo ama, lo obedecerá. Y cuando lo obedezca, entonces el Padre, el Hijo y el Espíritu
Santo harán morada exactamente donde usted esté.
¿Sabe Dios de antemano lo que usted estará afrontando? Claro que sí. ¿Podría ser que

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Dios lo haya puesto donde usted está precisamente para este tiempo? La clave es la
obediencia.
Padre, este tiempo contigo ha sido tan singular. Verdaderamente eres fiel en todo. Nunca
hablas de algo que no vas a cumplir. Cuando nos haces una promesa, inmediatamente te
ocupas de cumplirla. Padre, abre nuestra mente para que te oigamos hablar. Te ruego
que, en los próximos días, cada uno de los que estamos aquí experimente tu guía en su
vida, y que sometamos nuestras ideas a tu mente y te permitamos trabajar a través de
nosotros. Trabajaremos con esfuerzo, pero no será nuestra obra, sino la obra de tu
gracia en nosotros. Y con ese propósito, en los próximos días, serás sumamente
glorificado en la vida de cada uno de nosotros. Te lo pedimos en el nombre de Jesús.
Amén.

A menos que se indique otra cosa todas las citas bíblicas se han tomado de la Santa
Biblia, Versión Reina-Valera 1960. © Copyright 1960, Sociedades Bíblicas en América
Latina. Usadas con permiso.

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