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Por ello en esta mañana acudimos a escuchar la voz de los profetas del Antiguo
Testamento; oiremos la palabra de Dios de boca de San Malaquías y el Santo profeta
Zacarías y su exhortación a los hombres que sirven en el altar de Dios bajo el nuevo
pacto, en Su sangre (amen).
El sacerdocio aarónico de la época tiene una serie de interrogantes con respecto a “su
futuro” e inconformidades con respecto a “su presente”. En el corto pero intenso
dialogo de Yahve con sus ministros sobre la base de una serie de inquietudes hemos de
resaltar ésta mañana lo que Dios les ha dado y lo que el pueblo espera de ellos.
Observamos que pese a lo duro y difícil, exigente y sacrificado que puede ser el
ministerio Su promesa ha sido de vida y paz. Solaz que el ministro del nuevo pacto
halla en Jesucristo; habiendo El prometido vida en abundancia y paz que sobrepasa
todo entendimiento. El no ha faltado hasta el día de hoy a ninguna de sus promesas;
los que hemos claudicado en el camino muchas veces hemos sido nosotros.
¿Pero quien es suficiente para dicha tarea? Mas vale el temor reverente a Dios que la
eucaristía hecha a prisa o por compromiso. Dios nos libre de temer más al ´que dirán´
de la gente al que dirá El SEÑOR…. Por ello, el sacerdocio que se hace en la ICAE no
solo honra el Altar de la eucaristía; sino que fiel a las Sagradas Escrituras y la tradición
anglicana también honra el lecho matrimonial.
….
Tan larga selección y preparación para poder presidir el Altar el día que celebramos la
eucaristía. Que dedicación y pulcritud para acercarnos; las palabras adecuadas y la
indumentaria correcta. ¿El lecho matrimonial que es altar de nuestro hogar donde se
consuma y ratifica dicha relación y que engendra vida así como se vivifica el creyente al
recibir la comunión, es menos santo que el del servir del altar?
La exhortación profética es a la fidelidad con la mujer del pacto matrimonial. Los votos
al sacerdocio son tan eternos y validos ante Dios como los votos matrimoniales hechos
un día. Si llegamos a la ICAE porque queríamos servir en el Altar y también queríamos
gozar del sacramento del matrimonio; hoy sabemos que el uno es tan sagrado como el
otro y que la santidad que emana del Altar termina y empieza en el lecho matrimonial.
El ministro de la ICAE sabe que muy bien que la mujer no es un accesorio ministerial
más; sino es un ministerio en si mismo. De ahí que disciplina eclesiástica para el
sacerdote casado es tan exigente, y tal vez aun más, que para el santo monje asceta o
archimandrita consagrado.
Y si hablamos de milicia divina; tanto “los Generales de Dios” como su más humilde
diacono-conscripto como yo, somos llamados a luchar contra nuestros tres mas
grandes archienemigos: “La Carne, El mundo y el Diablo”. Como siervos de Dios
estamos siempre expuestos a ello todo el tiempo; pero tanto más los Generales de
Dios… nuestros Obispos.
….
Quiero pues concluir con un grabado que describe con precisión el perfil del sacerdote
de ayer, de hoy y del mañana…
-“Un Sacerdote Debe Ser Muy Grande Y A La Vez Muy Pequeño; De Espíritu Noble,
Como Si Llevara Sangre Real Y Sencillo Como Un Labriego. -Héroe, Por Haber
Triunfado De Sí Mismo Y Hombre Que Sabe Sufrir. -Fuente Inagotable De Santidad Y
Pecador, A Quien Dios Perdonó. -Señor De Sus Propios Deseos Y Servidor De Los
Débiles Y Vacilantes. -Uno Que Jamás Se Doblegó Ante Los Poderosos Y Se Inclina,
No Obstante, Ante Los Más Pequeños. -Dócil Discípulo Del Maestro Y Siempre
Dispuesto A Servir. -Pordiosero De Manos Suplicantes Para Los Pobres Y Mensajero
Que Distribuye Los Dones Más Grandes A Manos Llenas. -Siempre Animoso Luchador
En El Campo De Batalla Y Madre Tierna A La Cabecera Del Enfermo O De Quien
Sufre Y Llora. -Anciano Por La Prudencia De Sus Consejos; Niño Por Su Confianza En
Los Demás. -Amante De Lo Humilde Y Aspirante A Lo Más Sublime. -El Sacerdote
Debe Ser Hecho Para La Alegría; Ajeno A La Envidia; Transparente En Sus
Pensamientos. -Amigo De La Paz, Sincero En Su Decir.