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Hoy voy a hablar de los niños y tengo que hacer dos salvedades: la
primera es que jamás me podré proclamar como periodista porque no
tengo esa formación, pero tampoco sería capaz de maquillar
sonriente la indignidad que va contra los principios más básicos. Este
es un tema muy doloroso.
Los niños son los que llevan la carga más dura, los niños están
atrapados en las dinámicas de los conflictos armados. ¿Cómo esa
guerra ocurre precisamente en medio de la Amazonía? Es muy
valiente por parte del parque [Explora] el atreverse a salir de esa
visión enamorada y romántica de la selva y contar esa otra historia, lo
que pasa y no se ve… y no se cuenta. Movido por esa convicción
fundamental el trabajo del que les voy a hablar esta tarde
[Prisioneros Combatientes: Del Uso de Niños, Niñas y Adolescentes
para los Propósitos del Conflicto Armado] hizo un diagnóstico sobre el
reclutamiento y el uso de niños, niñas y adolescentes en el conflicto
armado.
Existen múltiples formas de victimización de los niños: convertirlos en
victimarios, obligarlos a tomar parte y atentar contra la vida o la
integridad de otros, o desempeñar labores como siembra de coca o
instalación de minas antipersona contra su voluntad. La vinculación
en todos los casos es forzada. Son empleados para combatir en todos
los grupos armados, en las bandas criminales que operan en nuestros
barrios y comunidades, en la milicia y en todo lo que tiene que ver
con el narcotráfico.
Hay muchos más niños que niñas pero si vemos en funciones como el
auxilio, la milicia, la cooperación y la servidumbre sexual aumenta la
proporción de niñas.
Un comandante nos dijo que los niños tienen menos miedo, aprenden
más rápido, son la primera línea de combate, se le miden a lo que
sea, es fácil convencerlos y no cuestan nada, solo la comida.
“Cuando iba a visitar a mi mamá las señoras hacían fila para que
fuera a asustar a sus maridos cuando yo antes era un don nadie”.
Sobre los niños recae una presión mucho más fuerte que sobre el
resto de la sociedad y emanciparse de un grupo armado es muy difícil
porque es considerado traición y se suele pagar con la pena de
muerte. Solo hay que revisar el último video que grabó Jorge Briceño
(El Mono Jojoy). En una de sus últimas escenas grabadas dice: “si esto
está lleno de niños”. Si uno repasa toma a toma se da cuenta de que
esto es así.
A los entrevistados esto les parece natural. Muchos de ellos creen que
han salvado la vida de los niños, si los hubieran dejado en sus
comunidades hubieran muerto de hambre o por la guerra.
Conclusiones:
Quiero usar esta presentación como una denuncia y no como la
historia de algo que pasó porque esto sucede hoy en Medellín, en
Bogotá, en el Norte, en el Pacífico… Pasa hoy en nuestra casa y
depende de nosotros detener, denunciar y hacer todo lo que
podamos.
¿Qué es lo que está pasando con las comunidades? ¿Qué sucede con
la educación? ¿Dónde están los partidos? En mi caso nací libre y me
pienso morir así y mucho más siendo mujer. No me debo esconder yo,
son los ampones los que deberían hacerlo. ¿Cómo es posible? Tienen
las armas pero, ¿cómo es posible que nos hayamos dejado someter?
¿Cómo es posible que los maestros hayan olvidado que lo son en
medio de la violencia? ¿Cómo podemos ser comunidad sin tener en
cuenta que estamos en medio de la violencia?
Los partidos están fuera del país, la academia está fuera del país
generando formas de hacerse más sabio y presumir ante los demás.
¿Hicimos un doctorado para que nos llamaran doctores o estudiamos
para servir a los demás?
Natalia Springer:
Se trata de algo mucho más profundo que el legado de una persona u
otra. ¿Cómo en este país tan católico el hambre que persiste se
considera algo natural?