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TEORIA DEL CONOCIMIENTO

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ción y los objetos del pensamiento nos son dados de
la misma manera: directamente en su corporeidad. En
el primer caso se pasa por alto la percepción misma,
mediante la cual, únicamente, nos son dados determina-
dos objetos; en el segundo, la función del pensamiento.
Y lo mismo sucede respecto al conocimiento de los
valores. También los valores existen, pura y simple-
mente, para el dogmático. El hecho de que todos los
valores suponen una conciencia valorante, permanece
tan desconocido para él como el de que todos los objetos
del conocimiento implican una conciencia cognoscente.
El dogmático pasa por alto, lo mismo en un caso que
I en otro, el sujeto y su función.
L A POSIBILIDAD D E L CONOCIMIENTO Con arreglo a lo que acabamos de decir, puede ha-
blarse de dogmatismo teórico, ético y religioso. La pri-
mera forma del dogmatismo se refiere al conocimiento
1. EL DOGMATISMO teórico; las dos últimas, al conocimiento de los valo-
res. En el dogmatismo ético se trata del conocimiento
moral; en el religioso, del conocimiento religioso.
Entendemos por dogmatismo (de SÓYJJUX *= doctrina
ada) aquella posición epistemológica para la cual no Como actitud de hombre ingenuo, el dogmatismo es
iste todavía el problema del conocimiento. E l dogma- la posición primera y más antigua, tanto psicológica
smo da por supuestas la posibilidad y la realidad del como históricamente. En el período originario de la
ntacto entre el sujeto y el objeto. Es para él com- filosofía griega domina de un modo casi general. Las
ensible de suyo que el sujeto, la conciencia cognos- reflexiones epistemológicas no aparecen, en general,
ite, aprehende su objeto. Esta posición se sustenta entre los presocráticos (los filósofos jonios de la natu-
raleza, los eleáticos, Heráclito, los pitagóricos). Estos
una confianza en la razón humana, todavía no debi- pensadores se hallan animados todavía por una con-
ida por ninguna duda.
fianza ingenua en la capacidad de la razón humana.
Este hecho de que el conocimiento no sea todavía Vueltos por entero hacia el ser, hacia la naturaleza, no
problema para el dogmatismo descansa en una no- sienten que el conocimiento mismo es un problema.
n deficiente de la esencia del conocimiento. E l con- Este problema se plantea con los sofistas. Éstos son
tó entre el sujeto y el objeto no puede parecer pro- los que proponen por primera vez el problema del co-
mático a quien no ve que el conocimiento representa nocimiento y hacen que el dogmatismo, en sentido es-
i relación. Y esto es lo que le sucede al dogmático, tricto, resulte imposible para siempre dentro de la filo-
ve que el conocimiento es por esencia una relación sofía. Desde entonces encontramos en todos los filóso-
re el sujeto y un objeto. Cree, por el contrario, fos reflexiones epistemológicas bajo una u otra forma.
; los objetos del conocimiento nos son dados absolu- Cierto que Kant creyó deber aplicar la denominación
íente y no meramente por obra de la función inter- de "dogmatismo" a los sistemas metafísicos del si-
iiaria del conocimiento. E l dogmático no ve esta glo xvii (Descartes, Leibniz, WolffJ. Pero esta palabra
ción. Y esto pasa, no sólo en el terreno de la per- tiene en él una significación más estrecha, como se ve
dón, sino también en el del pensamiento. Según la por su definición del dogmatismo en la Crítica de la
cepción del dogmatismo, los objetos de la percep- razón pura ("El dogmatismo es el proceder dogmático
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de la razón pura, sin la crítica de su propio poder"). Igual que el dogmatismo, también el escepticismo
El dogmatismo es para Kant la posición que cultiva la puede referirse tanto a la posibilidad del conocimiento
metafísica sin haber examinado antes la capacidad de en general como a la de un conocimiento determinado.
la razón humana para tal cultivo. En este sentido, los En el primer caso, estamos ante un escepticismo lógico,
sistemas prekantianos de la filosofía moderna son, en Se le llama también escepticismo absoluto o radical.
efecto, dogmáticos. Pero esto no quiere decir que en Cuando el escepticismo se refiere sólo al conocimiento
ellos falte aún toda reflexión epistemológica y todavía metafísico, hablamos de un escepticismo metafísico. En
no se sienta el problema del conocimiento. Las discu- el terreno de los valores, distinguimos un escepticismo
siones epistemológicas en Descartes y Leibniz prueban ético y un escepticismo religioso. Según el primero,
que no ocurre así. No puede hablarse, por tanto, de
un dogmatismo general y fundamental, sino de un dog- es imposible el conocimiento moral; según el último,
matismo especial. No se trata de un dogmatismo lógico, el religioso. Finalmente, hay que destiguir entre el
sino de un dogmatismo metafísico. escepticismo metódico y el escepticismo sistemático.
Aquél designa un método; éste, una posición de prin-
cipio. Las clases de escepticismo que acabamos de enu-
merar son sólo distintas formas de esta posición. El
2. E L ESCEPTICISMO
escepticismo metódico consiste en empezar poniendo en
duda todo lo que se presenta a la conciencia natural
Extrema se tangunt. Los extremos se tocan. Esta
afirmación es también válida en el terreno epistemo- como verdadero y cierto, para eliminar de este modo
lógico. El dogmatismo se convierte, muchas veces, en todo lo falso y llegar a un saber absolutamente seguro.
su contrario, en el escepticismo (de erxercreqOái = cavi- El escepticismo se encuentra ante todo en la Anti-
lar, examinar). Mientras aquél considera la posibili- güedad. Su fundador es Pirrón de Elis (360-270). Se-
dad de un contacto entre el sujeto y el objeto como gún él, no se llega a un contacto del sujeto y el objeto.
algo comprensible de suyo, éste la niega. Según el A la conciencia cognoscente le es imposible aprehender
escepticismo, el sujeto no puede aprehender el objeto. su objeto. No hay conocimiento. De dos juicios contra-
El conocimiento, en el sentido de una aprehensión real dictorios, el uno es, por ende, tan exactamente ver-
del objeto, es imposible, según él. Por eso no debemos dadero como el otro. Esto significa una negación de
pronunciar ningún juicio, sino abstenernos totalmente las leyes lógicas del pensamiento, en especial del prin-
de juzgar. cipio de contradicción. Como no hay conocimiento ni
Mientras el dogmatismo desconoce en cierto modo juicio verdadero, Pirrón recomienda la abstención de
el sujeto, el escepticismo no ve el objeto. Su vista se todo juicio, la hr.oyj)-
fija tan exclusivamente en el sujeto, en la función del El escepticismo medio o académico, cuyos principa-
conocimiento, que ignora por completo la significación les representantes son Arcesilao (t 241) y Carneades
del objeto. Su atención se dirige íntegramente a los (t 129), no es tan radical como este escepticismo anti-
factores subjetivos del conocimiento humano. Observa guo o pirrónico. Según el escepticismo académico, es
cómo todo conocimiento está influido por la índole del
sujeto y de sus órganos de conocimiento, así como por imposible un saber riguroso. No tenemos nunca la cer-
circunstancias exteriores (medios, círculo cultural). De teza de que nuestros juicios concuerden con la reali-
este modo escapa a su vista el objeto, que es, sin em- dad. Nunca podemos decir, pues, que esta o aquella
bargo, tan necesario para que tenga lugar el conoci- proposición sea verdadera; pero sí podemos afirmar
miento, puesto que éste representa una relación entre que parece ser verdadera, que es probable. No hay,
un sujeto y un objeto. por tanto, certeza rigurosa, sino sólo probabilidad. Este
escepticismo medio se distingue del antiguo justamen-
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te porque sostiene la posibilidad de llegar a una opi- ración al conocimiento de la verdad carece de sentido
nión probable. y valor desde el punto de vista de un riguroso escep-
El escepticismo posterior, cuyos principales repre- ticismo. Pero nuestra conciencia de los valores morales
sentantes son Enestdevw (siglo I a. de J . C.) y Sexto protesta contra esta concepción. E l escepticismo, que
Empírico (siglo II d. de J. C ) , marcha de nuevo por no es refutable lógicamente, mientras se abstenga de
las vías del escepticismo pirrónico. todo juicio y acto de pensamiento —cosa que es, sin
También en la filosofía moderna encontramos el es- duda, prácticamente imposible— experimenta su ver-
cepticismo. Pero el escepticismo que hallamos aquí no dadera derrota en el terreno de la ética. Repugnamos,
es, las más de las veces, radical y absoluto, sino un en último término, el escepticismo, no porque podamos
escepticismo especial. En el filósofo francés Montaigne refutarle lógicamente, sino porque lo rechaza nuestra
(1533-1592) se nos presenta, ante todo, un escepticis- conciencia de los valores morales, que considera como
mo ético; en David Hume, un escepticismo metafísico. un valor la aspiración a la verdad.
Tampoco en Bayle podemos hablar apenas de escep- Hemos trabado también conocimiento con una for-
ticismo, en el sentido de Pirrón, sino, a lo sumo, en ma mitigada del escepticismo. Según ella, no hay ver-
el sentido del escepticismo medio. En Descartes, que dad ni certeza, pero sí probabilidad. No podemos tener
proclama el derecho a la duda metódica, no existe un nunca la pretensión de que nuestros juicios sean ver-
escepticismo de principio, sino justamente un escep- daderos, sino tan sólo la de que sean probables. Pero
ticismo metódico. esta forma del escepticismo añade a la contradicción,
Es palmario que el escepticismo radical o absoluto inherente en principio a la posición escéptica, una con-
se anula a sí mismo. Afirma que el conocimiento es tradicción más. El concepto de la probabilidad supone
imposible. Pero con esto expresa un conocimiento. En el de la verdad. Probable es lo que se acerca á lo ver-
consecuencia, considera el conocimiento como posible dadero. Quien renuncia al concepto de la verdad tiene,
de hecho y, sin embargo, afirma simultáneamente que pues, que abandonar también el de la probabilidad.
es imposible. El escepticismo incurre, pues, en una El escepticismo general o absoluto es, según esto, una
contradicción consigo mismo. posición íntimamente imposible. No se puede afirmar
El escéptico podría, sin duda, recurrir a una esca- lo mismo del escepticismo especial. E l escepticismo me-
patoria. Podría formular el juicio: "el conocimiento es tafísico, que niega la posibilidad del conocimiento de
imposible" como dudoso, es decir, por ejemplo: "no lo suprasensible, puede ser falso, pero no encierra nin-
hay conocimiento y también esto es dudoso". Pero tam- guna íntima contradicción. Lo mismo pasa con el es-
bién entonces expresaría un conocimiento: el de que cepticismo ótico y religioso. Pero quizá no sea lícito
es dudoso que haya conocimiento. La posibilidad del incluir esta posición en el concepto del escepticismo.
conocimiento es, por ende, afirmada y puesta en duda Por escepticismo entendemos, en primer término, efec-
a la vez por el escéptico. Nos encontramos, pues, en tivamente, el escepticismo general y de principio. Te-
el fondo, ante la misma contradicción anterior. nemos, además, otras denominaciones para las posi-
Como ya habían visto I03 escépticos antiguos, el de- ciones citadas. El escepticismo metafísico es llamado
fensor del escepticismo sólo absteniéndose de juicio pue- habitualmente positivismo. Según esta posición, que
de escapar a la contradicción consigo mismo que aca- remonta a Augusto Comte (1798-1857), debemos ate-
bamos de descubrir. Pero tampoco esto basta, tomadas nernos a lo positivamente dado, a los hechos inmedia-
rigurosamente las cosas. El escéptico no puede llevar tos de la experiencia, y guardarnos de toda especula-
a cabo ningún acto de pensamiento. Tan pronto como ción metafísica. Sólo hay un conocimiento y un sa-
lo hace, supone la posibilidad del conocimiento y se ber, el propio de las ciencias especiales, pero no un
enreda en esa contradicción consigo mismo. La aspi- conocimiento y un saber filosófico-metafísicos. Para el
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40 J HESSEN

escepticismo religioso usamos las más veces la deno- camente para el sujeto individual que lo formula. Si
minación de agnosticismo. Esta posición, fundada por uno de nosotros juzga, por ejemplo, que 2 X 2 = 4,
Heriberto Spencer (1820-1903), afirma la incognoscibi- este juicio sólo es verdadero para él desde el punto de
lidad de lo absoluto. Lo que mejor podría conservarse vista del subjetivismo; para los demás puede ser falso.
sería la denominación de "escepticismo ético". Mas, Para el subjetivismo general hay verdades supraindi-
por lo regular, nos encontr. nos aquí ante la teoría que viduales, pero no verdades umversalmente válidas. N i n -
vamos a conocer en seguiua bajo el nombre de rela- gún juicio es válido más que para el género huma-
tivismo. no. E l juicio 2 X 2 = 4 es válido para todos los
individuos humanos; pero es por lo menos dudoso que
Por errado que el escepticlsmt no se le puede valga para seres organizados de distinto modo. Exis-
negar cierta importa cia para el desarrollo espiritual te, en todo caso, la posibilidad de que el mismo juicio,
del individuo y de la u manidad. Es, en cierto modo, que es verdadero para los hombres, sea falso para seres
un fuego purificador de nuestro espíritu, que limpia de distinta especie. El subjetivismo general es, según
éste de prejuicios y errores y le empuja a la continua esto, idéntico al psicologismo o antropologismo.
comprobación de sus juicios. Quien haya vivido ínti-
mamente el principio fáustico: "yo sé que no podemos El relativismo está emparentado con el subjetivis-
saber nada", procederá con la mayor circunspección y mo. Según él, no hay tampoco ninguna verdad absolu-
cautela en sus indagaciones. En la historia de la filo- ta, ninguna verdad umversalmente válida; toda verdad
sofía el escepticismo se presenta como el antípoda del es relativa, tiene sólo una validez limitada. Pero miem-
logmatismo. Mientras éste llena a los pensadores e in- tras el subjetivismo hace depender el conocimiento hu-
vestigadores de una confianza tan bienaventurada como mano de factores que residen en el sujeto cognoscente,
excesiva en la capacidad de la razón humana, aquél el relativismo subraya la dependencia de factores exter-
mantiene despierto el sentido de los problemas. E i es- nos. Como tales considera, ante todo, la influencia del
cepticismo hunde el taladrante aguijón de la duda en medio, del espíritu del tiempo, la pertenencia a un de-
el pecho del filósofo, de suerte que éste no se aquieta terminado círculo cultural y los factores determinantes
en las soluciones dadas a los problemas, sino que se contenidos en él.
afana y lucha continuamente por nuevas y más hondas Al igual que el escepticismo, el subjetivismo y el
soluciones. relativismo, se encuentran ya en la Antigüedad. Los
representantes clásicos del subjetivismo son en ella los
sofistas. Su tesis fundamental tiene su expresión en el
8. E L SUBJETIVISMO Y EL RELATIVISMO
conocido principio de Protágoras (siglo V a. de J . C . ) :
riávrcov XP^P^TCOV {Jtifpov áv&poTtoc: el hombre es la me-
dida de todas las cosas. Este principio del homo men-
El escepticismo enseña que no hay ninguna verdad. sura, como se le llama abreviadamente, está formu-
El subjetivismo y el relativismo no van tan lejos. Se- lado en el sentido de un subjetivismo individual con
gún éstos, hay una verdad; pero esta verdad tiene una suma probabilidad. El subjetivismo general, que es
validez limitada. No hay ninguna verdad umversal- idéntico al psicologismo, como se ha dicho, ha encon-
mente válida. El subjetivismo, como ya lo indica su trado defensores hasta en la actualidad. Lo mismo pue-
nombre, limita la validez de la verdad al sujeto que de decirse del relativismo. Oswaldo Spengler lo ha de-
conoce y juzga. Éste puede ser tanto el sujeto indi- finido en su Decadencia de Occidente. "Sólo hay verda-
vidual o el individuo humano como el sujeto general des —dice en esta obra— en relación a una humanidad
o el género humano. En el primer caso tenemos un determinada." El círculo de validez de las verdades
subjetivismo individual; en el segundo, un subjetivis- coincide con el círculo cultural y temporal de que pro-
mo general. Según el primero, un juicio es válido úni-
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TEORÍA DEL CONOCIMIENTO 43
ceden sus defensores. Las verdades filosóficas, matemá-
este modo supone prácticamente la validez universal
ticas y de las ciencias naturales sólo son válidas dentro de la verdad que niega teóricamente.
del círculo cultural a que pertenecen. No hay una filo- Lo mismo pasa con el relativismo. Cuando el relati-
sofía, ni una matemática, ni una física umversalmente vista sienta la tesis de que toda verdad es relativa, está
válidas, sino una filosofía fáustica y una filosofía apo- convencido de que esta tesis reproduce una situación
línea, una matemática fáustica y una matemática apo- objetiva y es, por ende, válida para todos los sujetos
línea, etc. pensantes. Cuando Spengler, por ejemplo, formula la
El subjetivismo y el relativismo incurren en una con- proposición anteriormente citada: "sólo hay verdades
tradicción análoga a la del escepticismo. Éste juaga en relación a una humanidad determinada", pretende
que no hay ninguna verdad, y se contradice a sí mismo. dar expresión a una situación objetiva, que debe reco-
El subjetivismo y el relativismo juzgan que no hay nocer todo hombre racional. Supongamos que alguien
ninguna verdad universalmente válida; pero también le repusiese: "con arreglo a tus propios principios, este
en esto hay una contradicción. Una verdad que no sea juicio sólo es válido para el círculo de la cultura occi-
universalmente válida representa un sinsentido. La va- dental. Pero yo procedo de un círculo cultural completa-
lidez universal de la verdad está fundada en la esen- mente distinto. Siguiendo el invencible impulso de mi
cia de la misma. La verdad significa la concordancia pensamiento, tengo que oponer a tu juicio este otro:
del juicio con la realidad objetiva. Si existe esa con- toda verdad es absoluta. Con arreglo a tus propios
cordancia, no tiene sentido limitarla a un número de- principios, este juicio se halla tan plenamente justifi-
terminado de individuos. Si existe, existe para todos. cado como el tuyo. Por ende, me dispenso en lo futuro
El dilema es: o el juicio es falso, y entonces no es vá- de tus juicios, que sólo son válidos para los hombres
lido para nadie, o es verdadero, y entonces es válido del círculo de la cultura occidental".
para todos, es universalmente válido. Quien mantenga Si alguien hablase así, Spengler protestaría con to-
el concepto de la verdad y afirme, sin embargo, que no das su3 fuerzas. Pero la consecuencia lógica no estaría
hay ninguna verdad universalmente válida, se contra- de su parte, sino de la de su contrario.
dice, pues, a sí mismo.
El subjetivismo y el relativismo son, en el fondo
4. EL PRAGMATISMO
escepticismo. Pues también ellos niegan la verdad, si
no directamente, como el escepticismo, indirectamente,
El escepticismo es una posición esencialmente nega-
atacando su validez universal. tiva. Significa la negación de la posibilidad del cono-
El subjetivismo se contradice también a sí mismo, cimiento. El escepticismo toma un sesgo positivo en
pretendiendo de hecho una validez más que subjetiva el moderno pragmatismo (de Tcpayyux = acción). Como
para su juicio: "toda verdad es subjetiva". Cuando el escepticismo, también el pragmatismo abandona el
formula este juicio, no piensa ciertamente: "sólo es concepto de la verdad en el sentido de la concordancia
válido para mí, para los demás no tiene validez". Si entre el pensamiento y el ser. Pero el pragmatismo no
otro le repusiese: "Con el mismo derecho con que tú se detiene en esta negación, sino que reemplaza el con-
dices que toda verdad es subjetiva, digo yo que toda cepto abandonado por un nuevo concepto de la verdad.
verdad es universalmente válida", seguramente no es- Según él, verdadero significa útil, valioso, fomentador
taría de acuerdo con esto. Ello prueba que atribuye de la vida.
efectivamente a su juicio una validez universal. Y lo El pragmatismo modifica en esta forma el concepto
hace así porque está convencido de que su juicio acier- de la verdad, porque parte de una determinada con-
ta en la cosa, reproduce una situación objetiva. De cepción del ser humano. Según él, el hombre no es en
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primer término un ser teórico o pensante, sino un ser se muestran útiles y vitales. La verdad es, pues, "el
práctico, un ser de voluntad y de acción. Su intelecto error más adecuado". Finalmente, también Jorge Sim-
está íntegramente al servicio de su voluntad y de su mel defiende el pragmatismo en su Filosofía del di-
acción. El intelecto es dado al hombre, no para inves- nero. Según él, son "verdaderas aquellas representacio-
tigar y conocer la verdad, sino para poder orientarse nes que han resultado ser motivos de acción adecuada
en la realidad. El conocimiento humano recibe su sen- y vital".
tido y su valor de este su destino práctico. Su verdad Ahora bien: es palmarlo que no es lícito identificar
consiste en la congruencia de los pensamientos con los los conceptos de "verdadero" y de "útil". Basta exa-
fines prácticos del hombre, en que aquéllos resulten minar un poco de cerca el contenido de estos conceptos
útiles y provechosos para la conducta práctica de éste. para ver que ambos tienen un sentido completamente
Según ello, el juicio "la voluntad humana es libre", distinto. La experiencia revela también a cada paso
es verdadero porque —y en cuanto— resulta útil y que una verdad puede obrar nocivamente. La guerra
provechoso para la vida humana y en particular para mundial ha sido singularmente instructiva en este sen-
la vida social. tido. De una y otra parte se creía un deber ocultar
Como el verdadero fundador del pragmatismo se con- la verdad porque se temían de ella efectos nocivos.
sidera al filósofo americano Wüliam James (1842-1910), Estas objeciones no alcanzan, sin embargo, a las po-
del cual procede también el nombre de "pragmatismo". siciones de Nietzsche y de Vaihinger, que mantienen,
Otro principal representante de esta dirección es el como se ha visto, la distinción entre lo "verdadero"
filósofo inglés Schüler, que ha propuesto para ella el y lo "útil". Conservan el concepto de la verdad en el
nombre de "humanismo". El pragmatismo ha encon- sentido de la concordancia entre el pensamiento y el ser.
trado adeptos también en Alemania. Entre ellos se Pero en su opinión no alcanzamos nunca esta concor-
cuenta, ante todo, Federico Nietzsche (1844-1900). Par- dancia. No hay ningún juicio verdadero, sino que nues-
tiendo de su concepto naturalista y voluntarista del ser tra conciencia cognoscente trabaja con representaciones
humano, enseña: "la verdad no es un valor teórico, sino conscientemente falsas. Esta posición es evidentemente
tan sólo una expresión para designar la utilidad, para idéntica al escepticismo y se anula, por ende, a sí mis-
designar aquella función del juicio que conserva la ma. Vaihinger pretende, en efecto, que la tesis de que
vida y sirve a la voluntad de poderío". De un modo todo contenido del conocimiento es una ficción, es ver-
más tajante y paradójico todavía expresa esta idea dadera. Los conocimientos que él expone en su Filo-
cuando dice: "La falsedad de un juicio no es una ob- sofía del como sí pretenden ser algo más que ficciones.
jeción contra este juicio. La cuestión es hasta qué En la intención del autor pretenden ser la única teoría
punto estimula la vida, conserva la vida, conserva la exacta del conocimiento humano, no un "supuesto cons-
especie, incluso quizá educa la especie." También la cientemente falso".
Filosofía del como sí, de Hans Vaihinger, pisa terreno El error fundamental del pragmatismo consiste en
pragmatista. Vaihinger se apropia de la concepción de no ver la esfera lógica, en desconocer el valor propio,
Nietzsche. También, según él, es el hombre, en primer la autonomía del pensamiento humano. El pensamien-
término, un ser activo. El intelecto no le ha sido dado to y el conocimiento están ciertamente en la más es-
para conocer la verdad, sino para obrar. Pero muchas trecha conexión con la vida, porque están insertos en
veces sirve a la acción y a sus fines justamente por- la totalidad de la vida psíquica humana; el acierto
que emplea representaciones falsas. Nuestro intelecto y el valor del pragmatismo radican justamente en la
trabaja de preferencia, según Vaihinger, con supuestos continua referencia a esta conexión. Pero esta estrecha
conscientemente falsos, con ficciones. Éstas se presen- relación entre el conocimiento y la vida no debe in-
tan como ficciones preciosas, desde el momento en que ducirnos a pasar por alto la autonomía del primero
J
48 ' HESSEN

to, esto es, si quisiera probar la posibilidad misma del


conocimiento. Sería una contradicción, en efecto, que
alguien quisiera asegurar la posibilidad del conoci-
miento por el camino del conocimiento. A l dar el primer
paso en el conocimiento, daría por supuesta tal posibi-
lidad. Pero la teoría del conocimiento no pretende ca-
recer de supuestos en este sentido. Parte, por el con-
trario, del supuesto de que el conocimiento es posible.
Partiendo de esta posición entra en un examen crítico
de las bases del conocimiento humano, de sus supues-
tos y condiciones más generales. En esto no hay nin-
guna contradicción y la teoría del conocimiento no su-
cumbe a la objeción de HegeL II
E L ORIGEN DEL CONOCIMIENTO

Si formulamos el juicio: "el sol calienta la piedra",


lo hacemos fundándonos en determinadas percepciones.
Vemos cómo el sol ilumina la piedra y comprobamos
tocándola que se calienta paulatinamente. Para formu-
lar este juicio nos apoyamos, pues, en los datos de
nuestros sentidos —la vista y el tacto— o, dicho breve-
mente, en la experiencia.
Pero a nuestro juicio presenta un elemento que no
está contenido en la experiencia. Nuestro juicio no dice
meramente que el sol ilumina la piedra y que ésta se
calienta, sino que afirma que entre estos dos procesos
existe una conexión íntima, una conexión causal. La
experiencia nos revela que un proceso sigue al otro.
Nosotros agregamos la idea de que un proceso resulta
del otro, es causado por el otro. E l juicio: "el sol ca-
lienta la piedra" presenta, según este, dos elementos,
de los cuales el uno procede de la experiencia, el otro
del pensamiento. Ahora bien; cabe preguntar: ¿cuál de
estos dos factores es el decisivo? La conciencia cognos-
cente, ¿se apoya preferentemente, o incluso exclusiva-
mente, en la experiencia o en el pensamiento?
¿ De cuál de las dos fuentes de conocimiento saca sus
contenidos? ¿Dónde reside el origen del conocimiento?
La cuestión del origen del conocimiento humano pue-
de tener tanto un sentido psicológico como un sentido
lógico. En el primer caso dice: ¿cómo tiene lugar psi-
NúM 107 - 3
J. HESSEN itumA DEL CONOCIMIENTO
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cológicamente el conocimiento en el sujeto pensante? nifica una contradición interna representarse un cuer-
En el segundo caso: ¿en qué se funda la validez del po que no posea peso, pues la nota del peso no está
conocimiento? ¿Cuáles son sus bases lógicas? Ambas contenida en el concepto de cuerpo. Estos juicios no
cuestiones no han sido separadas las más de las veces tienen, pues, necesidad lógica. Y, asimismo, les falta la
en la historia de la filosofía. Existe, en efecto, una rigurosa validez universal. Podemos juzgar únicamente
íntima conexión entre ellas. La solución de la cuestión que el agua hierve a los 100 grados y que los cuerpos
de la validez supone una concepción psicológica deter- son pesados, hasta donde hemos podido comprobarlo.
minada. Quien, por ejemplo, vea en el pensamiento Estos juicios sólo son válidos, pues, dentro de límites
humano, en la razón, la única base del conocimiento, determinados. La razón de ello es que, en estos j u i -
estará convencido de la especificidad y autonomía psi- cios, nos hallamos atenidos a la experiencia. Esto no
cológicas de los procesos del pensamiento. A la inversa, ocurre en los juicios primeramente citados. Formula-
aquel que funde todo conocimiento en la experiencia, mos el juicio "todos los cuerpos son extensos", repre-
negará la autonomía del pensamiento, incluso en sen- sentándonos el concepto de cuerpo y descubriendo en
tido psicológico.
él la nota de la extensión. Este juicio no se funda,
pues, en ninguna experiencia, sino en el pensamiento.
1. E L RACIONALISMO Resulta, por tanto, que los juicios fundados en el pen-
samiento, los juicios procedentes de la razón, poseen
La posición epistemológica que ve en el pensamiento, necesidad, lógica y validez universal; los demás, por el
en la razón, la fuente principal del conocimiento hu- contrario, no. Todo verdadero conocimiento se funda,
mano, se llama racionalismo (de ratio — razón). Se-
rón él, un conocimiento sólo merece, en realidad, este según esto —así concluye el racionalismo—, en el pen-
nombre cuando es lógicamente necesario y universal- samiento. Éste es, por ende, la verdadera fuente y base
mente válido. Cuando nuestra razón juzga que una del conocimiento humano.
cosa tiene que ser así, y que no puede ser de otro modo; Una forma determinada del conocimiento ha servido
que tiene que ser así, por tanto, siempre y en todas evidentemente de modelo a la interpretación raciona-
partes, entonces, y sólo entonces, nos encontramos ante lista del conocimiento. No es difícil decir cuál es: es el
un verdadero conocimiento, en opinión del racionalis- conocimiento matemático. Éste es, en efecto, un cono-
mo. Un conocimiento semejante se nos presenta, por cimiento predominante conceptual y deductivo. En la
ejemplo, cuando formulamos el juicio "el todo es ma- geometría, por ejemplo, todos los conocimientos se de-
yor que la parte", o el juicio "todos los cuerpos son rivan de algunos conceptos y axiomas supremos. El
extensos". En ambos casos vemos con evidencia que pensamiento impera con absoluta independencia de
tiene que ser así y que la razón se contradiría a sí mis- toda experiencia, siguiendo sólo sus propias leyes. To-
ma si quisiese sostener lo contrario. Y porque tiene dos los juicios que formula se distinguen, además, por
que ser así, es también siempre y en todas partes así. las notas de la necesidad lógica y la validez universal.
Estos juicios poseen, pues, una necesidad lógica y una Pues bien: cuando se interpreta y concibe todo el cono-
validez universal rigurosa. cimiento humano con arreglo a esta forma del conoci-
Cosa muy distinta sucede, en cambio, con el juicio miento, se llega al racionalismo. Es ésta, en efecto,
"todos los cuerpos son pesados", o el juicio "el agua una importante razón explicativa del origen del racio-
hierve a 100 grados". En este caso sólo podemos juz- nalismo, según veremos tan pronto como consideremos
gar que es así, pero no que tiene que ser así. En y de cerca la historia del mismo. Esta historia revela
por sí es perfectamente concebible que el agua hierva que casi todos los representantes del racionalismo pro-
a una temperatura inferior o superior; y tampoco sig- ceden de la matemática.
TEOR1A DEL CONOCIMIENTO
52 J. HESSEN 53
La forma más antigua del racionalismo se encuentra ritu es una emanación de este Espíritu cósmico. Entre
en Platón. Éste se halla convencido de que todo ver- ambos existe, por ende, la más íntima conexión me-
dadero saber se distingue por las notas de la necesidad tafísica. Como consecuencia, la hipótesis de una con-
lógica y la validez universal. Ahora bien: el mundo de templación preterrena de las Ideas es ahora superflua.
la experiencia se encuentra en un continuo cambio y El conocimiento tiene lugar simplemente recibiendo el
mudanza. Consiguientemente, no puede procurarnos un espíritu humano de las Ideas del Ñus, origen me-
verdadero saber. Con los eleáticos, Platón está profun- tafísico de aquél. Esta recepción es caracterizada por
damente penetrado de la idea de que los sentidos no Plotino como una iluminación. "La parte racional de
pueden conducirnos nunca a un verdadero saber. Lo nuestra alma es alimentada e iluminada continuamente
que les debemos no es una bxíarr^-q, sino una Só£«; desde arriba." Esta idea es recogida y modificada en
no es un saber, sino una mera opinión. Por ende, si sentido cristiano por San Agustín. El Dios personal
no debemos desesperar de la posibilidad del conoci- del cristianismo ocupa el lugar del Nu3. Las Ideas se
miento, tiene que haber, además del mundo sensible convierten en las ideas creatrices de Dios. El conoci-
otro suprasensible, del cual saque nuestra conciencia miento tiene lugar siendo el espíritu humano ilumi-
cognoscente sus contenidos. Platón llama a este mundo nado por Dios. Las verdades y los conceptos supremos
suprasensible el mundo de las Ideas. Este mundo no es son irradiados por Dios a nuestro espíritu. Pero es de
meramente un orden lógico, sino a la vez un orden observar que San Agustín, sobre todo en sus últimas
metafísico, un reino de esencias ideales, metafísicas. obras, reconoce junto a este saber fundado en la ilumi-
Este reino se halla, en primer término, en relación con nación divina otra provincia del saber, cuya fuente es
la realidad empírica. Las Ideas son los modelos de las la experiencia. Sin embargo, ésta resulta una provin-
cosas empíricas, las cuales deben su manera de ser, su cia inferior del saber, y San Agustín es, después lo
peculiar esencia, a su "participación" en las Ideas. mismo que antes, de opinión de que todo saber, en
Pero el mundo de las Ideas se halla, en segundo lugar, sentido propio y riguroso, procede de la razón humana
en relacípn con la conciencia cognoscente. No sólo las o de la iluminación divina. La medula de este racio-
cosas, también los conceptos por medio de los cuales nalismo es, según esto, la teoría de la iluminación di-
conocemos las cosas, son copia de las Ideas, proceden vina. Podemos caracterizar con razón esta forma plo-
del mundo de las Ideas. Pero ¿cómo es esto posible? tiniano-agustiniana del racionalismo como racionalismo
Platón responde con su teoría de la anamnesis. Esta teo- teológico.
ría dice que todo conocimiento es una reminiscencia. Este racionalismo experimenta una intensificación en
El alma ha contemplado las Ideas en una existencia la Edad Moderna. Se verifica en el filósofo francés
preterrena y se acuerda de ellas en ocasión de la per- del siglo XVII Malcbranche. Su tesis fundamental dice:
cepción sensible. Ésta no tiene, pues, la significación de Nous voyons toutes choses en Dieu. Por choses en-
un fundamento del conocimiento espiritual, sino tan tiende Malcbranche las cosas del mundo exterior. El
sólo la significación de un estímulo. La medula de este
racionalismo es la teoría de la co; fomplación de las filósofo italiano Gioberti ha renovado esta idea en el
Ideas. Podemos llamar a esta forma de racionalismo, siglo X i x . Según él, conocemos las cosas contemplando
racionalismo trascendente. inmediatamente lo absoluto en su actividad creadora.
Gioberti llama a su sistema ontologismo, porque parte
Una forma algo distinta se encuentra en Plotino v del Ser real absoluto. Desde entonces se apiiea tam-
San Agustín. El primero coloca el mundo de las Ideas bién esta denominación a Malebranche y demás teorías
en el Ñus cósmico, o sea Espíritu del universo. Las afines, de suerte que ahora se entiende por ontologis-
Ideas ya no son un reino de esencias existentes por mo, en general, la teoría de la intuición racional de lo
sí, sino el vivo autodespliegue del Ñus. Nuestro espí- absoluto como fuente única, o al menos principal, del
TEORIA DEL CONOCIMIENTO 55
54 J. HESSEN
que el racionalismo antiguo deriva los contenidos del
conocimiento humano. Esta concepción representa igual- conocimiento. Es algo puramente lógico, una abstrac-
mente un racionalismo teórico. Para distinguirlo de ción, y no significa otra cosa que el conjunto de los
la forma del racionalismo anteriormente expuesta y ca- supuestos o principios supremos del conocimiento. El
racterizarlo como una intensificación de la misma, po- pensamiento sigue siendo, pues, la única fuente del co-
demos llamarlo teognosticismo. nocimiento. El contenido total del conocimiento humano
Mucha mayor importancia alcanzó otra forma del se deduce de esos principios supremos por modo rigu-
racionalismo en la Edad Moderna. La encontramos en rosamente lógico. Los contenidos de la experiencia no
el fundador de la filosofía moderna, Descartes, y-en su dan ningún punto de apoyo al sujeto pensante para su
continuador, Lcibniz. Es la teoría de las ideas inna- actividad conceptual. Semejan más bien a la x de las
tas (idea innatae), cuyas primeras huellas descubrimos ecuaciones matemáticas; son las magnitudes que se
ya en la última época del Pórtico (Cicerón) y que ha- trata de determinar. Se puede caracterizar esta forma
bía de representar un papel tan importante en la Edad del racionalismo como un racionalismo lógico en sen-
Moderna. Según ella, nos son innatos cierto número tido estricto.
de conceptos, justamente los más importantes, los con-
ceptos fundamentales del conocimiento.' Estos conceptos El mérito del racionalismo consiste en haber visto
no proceden de la experiencia, sino que representan y subrayado con energía la significación del factor
un patrimonio originario de la razón. Según Descartes, racional en el conocimiento humano. Pero es exclusi-
trátase de conceptos más o menos acabados. Leibniz vista al hacer del pensamiento la fuente única o propia
es de opinión de que sólo existen en nosotros en ger- del conocimiento. Como hemos visto, ello armoniza con
men, potencialmente. Según él, hay ideas innatas en su ideal de conocimiento, según el cual todo verdade-
cuanto que es innata a nuestro espíritu la facultad de ro conocimiento posee necesidad lógica y validez uni-
formar ciertos conceptos independientemente de la ex- versal. Pero justamente este ideal es exclusivista, como
periencia. Leibniz contempla el axioma escolástico nihil sacado de una forma determinada del conocimiento,
est in intellectu quod prius non fuerit in sensu, con la del conocimiento matemático. Otro defecto del racio-
importante adición nisi intélle-ctus ipse. Se puede de- nalismo (con excepción de la forma últimamente cita-
signar esta forma del racionalismo con el nombre de da) consiste en respirar el espíritu del dogmatismo.
racionalismo inmanente, éh oposición al teológico y al Cree poder penetrar en la esfera metafísica por el
trascendente. camino del pensamiento puramente conceptual. Deriva,
de principios formales, proposiciones materiales; dedu-
Una última forma del racionalismo se nos presenta ce, de meros conceptos, conocimientos. (Piénsese en el
en el siglo xix. Las formas citadas hasta aquí con- intento de derivar del concepto de Dios su existencia,
funden el problema psicológico y el lógico. Lo que o de definir, partiendo del concepto de sustancia, la
es válido independientemente de la experiencia no pue- esencia del alma.) Justamente este espíritu dogmático
de menos, según ellas, de haber surgido también in- del racionalismo ha provocado una y otra vez su antí-
dependientemente de la experiencia. Pero la forma de poda, el empirismo.
racionalismo a que nos estamos refiriendo distingue,
por el contrario, rigurosamente la cuestión del origen
psicológico y la del valor lógico y se limita estricta- 2. EL EMPIRISMO
mente a investigar el fundamento de este último. Lo
encuentra con ayuda de la idea de la "conciencia en El empirismo (de ¿¡¿Treipla experiencia) opone a
general". Ésta es tan distinta de la conciencia con- la tesis del racionalismo (según la cual el pensamien-
creta e individual, a que el racionalismo moderno atri- to, la razón, es la verdadera fuente del conocimiento)
buye las ideas innatas, como el sujeto absoluto, del la antítesis que dice: la única fuente del conocimiento
J. HESSEN TEORIA DEL CONOCIMIENTO 57
humano es la experiencia. En opinión del empirismo, sí mismo, ésta en la percepción de los sentidos. Hay
no hay ningún patrimonio a priori de la razón. La con- una forma del empirismo que sólo admite esta última.
ciencia cognoscente no saca sus contenidos de la razón, Esta forma del empirismo se llama sensualismo (de
sino exclusivamente de la experiencia. El espíritu hu- sensus = sentido).
mano está por naturaleza vacío; es una tabula rasa, una Ya en la Antigüedad tropezamos con ideas empiris-
hoja de escribir y en la que escribe la experiencia. To- tas. Las encontramos, primero, en los sofistas, y más
dos nuestros conceptos, incluso los más generales y tarde, especialmente, entre los estoicos y los epicúreos.
abstractos, proceden de la experiencia. En los estoicos hallamos por primera vez la compara-
Mientras el racionalismo se deja llevar por una idea ción del alma con una tabla por escribir, imagen que
determinada, por una idea de conocimiento, el empi- se repite continuamente desde entonces. Pero el des-
rismo parte de los hechos concretos. Para justificar su arrollo sistemático del empirismo es obra de la Edad
posición acude a la evolución del pensamiento y del Moderna, y en especial de la filosofía inglesa de los
conocimiento humanos. Esta evolución prueba, en opi- siglos xvn y xvin. Su verdadero fundador es John
nión del empirismo, la alta importancia de la expe- Locke (1632-1704). Loche combate con toda decisión
riencia en la producción del conocimiento. El niño la teoría de las ideas innatas. El alma es un "papel
empieza por tener percepciones concretas. Sobre la base blanco" que la experiencia cubre poco a poco con los
de estas percepciones llega paulatinamente a formar trazos de su escritura. Hay una experiencia externa
representaciones generales y conceptos. Éstos nacen, (sensation) y una experiencia interna (reflection). Los
por ende, orgánicamente de la experiencia. No se en-
cuentra nada semejante a esos conceptos que existen contenidos de la experiencia son ideas o representacio-
acabados en el espíritu o se forman con tal indepen- nes, ya simples, ya complejas. Estas últimas se com-
dencia de la experiencia. La experiencia se presenta, ponen de ideas simples. Las cualidades sensibles pri-
pues, como la única fuente del conocimiento. marias y secundarias pertenecen a estas ideas simples.
Una idea compleja es, por ejemplo, la idea de cosa o
Mientras los racionalistas proceden de la matemáti- de sustancia, que es la suma de las propiedades sensi-
ca las más de las veces, la historia del empirismo reve- bles de una cosa. El pensamiento no agrega un nuevo
la que los defensores de éste proceden casi siempre de elemento, sino que se limita a unir unos con otros los
las ciencias naturales. Ello es comprensible. En las distintos datos de la experiencia. Por tanto, en nues-
ciencias naturales la experiencia representa el papel tros conceptos nada hay contenido que no proceda de
decisivo. En ellas se trata, sobre todo, de comprobar la experiencia interna o externa. En la cuestión del
exactamente los hechos mediante una cuidadosa obser-
vación. El investigador está completamente entregado origen psicológico del conocimiento, Locha adopta, por
a la experiencia. Es muy natural que quien trabaje ende, una posición rigurosamente empirista. Otra cosa
preferente o exclusivamente con arreglo a este método es la cuestión del valor lógico. Aunque todos los con-
de las ciencias naturales propenda de antemano a co- tenidos del conocimiento proceden de la experiencia
locar el factor empírico sobre el racional. Mientras —enseña Loche—, su valor lógico no se limita, en
el filósofo de orientación matemática llega fácilmente modo alguno, a la experiencia. Hay, por el contrario,
a considerar el pensamiento como la única fuente del verdades que son por completo independientes de la
conocimiento, el filósofo procedente de las ciencias na- experiencia y, por tanto, universalmente válidas. A ellas
turales propenderá a considerar la experiencia como pertenecen, ante todo, las verdades de la matemática.
la fuente y base de todo el conocimiento humano. El fundamento de su-validez no reside en la experien-
Suele distinguirse una doble experiencia: la inter- cia, sino en el pensamiento. Loche infringe, pues, el
na y la externa. Aquélla consiste en la percepción de principio empirista, admitiendo verdades.a priori.
58 J. HESSEN TEORIA DEL CONOCIMIENTO 59

El empirismo de Loche fue desarrollado por David facultad: la de experimentar sensaciones. Todas las de-
Hume (1711-1776). Hume divide las "ideas" (percep- más han salido de ésta. El pensamiento no es más que
tions) de Loche en impresiones e ideas. Por impresio- una facultad refinada de experimentar sensaciones. De
nes entiende las vivas sensaciones que tenemos cuando este modo queda estatuido un riguroso sensualismo.
vemos, oímos, tocamos, etc. Hay, pues, impresiones de En el siglo XIX encontramos el empirismo en el filó-
la sensación y de la reflexión. Por ideas entiende las sofo inglés John Stuart Mili (1806-1873). Éste rebasa
representaciones de la memoria y de la fantasía, me- a Loche y Hume, reduciendo también el conocimiento
nos vivas que las impresiones y que surgen en nos- matemático a la experiencia, como única base del cono-
otros sobre la base de éstas. Ahora bien: Hume sienta cimiento. No hay proposiciones a priori válidas inde-
este principio: todas las ideas proceden de las impre- pendientemente de la experiencia. Hasta las leyes ló-
siones y no son nada más que copias de las impre- gicas del pensamiento tienen la base de su validez en
siones. Este principio le sirve de criterio para apreciar la experiencia. Tampoco ellas son nada más que gene-
la validez objetiva de las ideas. Es menester poder se- ralizaciones de la experiencia pasada.
ñalar a cada idea la impresión correspondiente. Dicho Así como los racionalistas propenden a un dogma-
de otra manera: todos nuestros conceptos han de poder tismo metafísico, los empiristas propenden a un escep-
reducirse a algo intuitivamente dado. Sólo entonces es- ticismo metafísico. Esto tiene una conexión inmediata
tán justificados. Esto conduce a Hume a abandonar los con la esencia del empirismo. Si todos los contenidos
conceptos de sustancia y de causalidad. En ambos echa del conocimiento proceden de la experiencia, el cono-
de menos la base intuitiva, la impresión correspondien- cimiento humano parece encerrado de antemano dentro
te. De este modo, también él defiende el principio fun- de los límites del mundo empírico. La superación de
damental del empirismo, según el cual la conciencia la experiencia, el conocimiento de lo suprasensible, es
cognoscente saca sus contenidos, sin excepción, de la una cosa imposible. Se comprende, pues, la actitud es-
experiencia. Pero lo mismo que Loche, también Hume céptica de los empiristas frente a todas las especula-
reconoce en la esfera matemática un conocimiento in- ciones metafísicas.
dependiente de la experiencia y, por ende, universal- La significación del empirismo para la historia del
mente válido. Todos los conceptos de este conocimiento problema del conocimiento consiste en haber señalado
proceden también de la experiencia, pero las relaciones con energía la importancia de la experiencia frente al
existentes entre ellos son válidas independientemente desdén del racionalismo por este factor del conocimien-
de toda experiencia. Las proposiciones que expresan es- to. Pero el empirismo reemplaza un extremo por otro,
tas rc'üciones, como, por ejemplo, el teorema de Pitágo- haciendo de la experiencia la única fuente del cono-
ras, "pueden ser descubiertas por la pura actividad del cimiento. Ahora bien: esto no puede hacerse, como
pensamiento, y no dependen de cosa alguna existente conceden indirectamente los mismos cabezas del empi-
en el mundo. Aunque no hubiese habido nunca un trián- rismo, Loche y Hume, al reconocer un saber indepen-
gulo, las verdades demostradas por Euclides conserva- diente de toda experiencia junto al saber fundado en
rían por siempre su certeza y evidencia". ésta. Con ello queda abandonado en principio el empi-
Un contemporáneo de Hume, el filósofo francés Con- rismo. Pues lo decisivo no es la cuestión del origen psi-
dillac (1715-1780), transformó el empirismo en el sen- cológico del conocimiento, sino la de su valor lógico.
sualismo. Condillac reprocha a Loche haber admitido
una doble fuente de conocimiento; la experiencia ex-
terna y la experiencia interna. Su tesis dice, por el
contrario, que sólo hay una fuente de conocimiento:
la sensación. El alma sólo tiene originariamente una
60 J. HESSEN TEORIA DEL CONOCIMIENTO 61
racionalismo y empirismo llegan, en cierto modo, a
3. E L INTELECTOALISMO una síntesis en él. Como discípulo de Platón, Aristóteles
se halla bajo la influencia del racionalismo. Como na-
El racionalismo y el empirismo son antagónicos. Pero turalista de raza, se inclina, por el contrario, al empi-
donde existen antagonistas no faltan, por lo regular, rismo. De esta suerte, se sintió fatalmente impulsado a
intentos de mediar entre ellos. Uno de esto3 intentos intentar una síntesis del racionalismo y el empirismo,
de mediación entre el racionalismo y el empirismo es que llevó a cabo del siguiente modo: Siguiendo su ten-
aquella dirección epistemológica que puede denominarse dencia empirista, coloca el mundo platónico de las Ideas
intelectualÍ8mo. Mientras el racionalismo considera el dentro de la realidad empírica. Las Ideas ya no forman
pensamiento como la fuente y la base del conocimien- un mundo que flota libremente; ya no se encuentran
to y el empirismo la experiencia, el intelectualismo es por encinui, sino dentro de las cosas concretas. Las
de opinión que ambos factores tienen parte en la pro- Ideas son las formas esenciales de las cosas. Represen-
ducción del conocimiento. El intelectualismo sostiene tan el núcleo esencial y racional de la cosa, núcleo que
con el racionalismo que Ixay juicios lógicamente nece- las propiedades empíricas rodean como una envoltura.
sarios y universalmente válidos, y no sólo sobre los Partiendo de este supuesto metafísico, trata Aristóteles
objetos ideales —esto lo admiten también los princi- de resolver el problema del conocimiento. Si las Ideas
pales representantes del empirismo—, sino también se hallan sumidas en las cosas empíricas, ya no tiene
sobre los objetos reales. Pero mientras que el raciona- razón de ser una contemplación preterrena de aquéllas,
lismo consideraba los elementos de estos juicios, los en el sentido de Platón. La experiencia alcanza, en cam-
conceptos, como un patrimonio a priori de nuestra ra- bio, una importancia fundamental. Se convierte en la
zón, el intelectualismo los deriva de la experiencia. Como base de todo el conocimiento. Por medio de los sentidos
dice su nombre (intelligere, de intus leggere =• leer en obtenemos imágenes perceptivas de los objetos concre-
el interior), conciencia cognoscente lee, según él, en tos. En estas imágenes sensibles se halla contenida la
la experiencia, saca sus conceptos de la experiencia. esencia general, la idea de la cosa. Sólo es menester
Su axioma fundamental es la frase ya citada: nihü est extraerla. Esto tiene lugar por obra de una facultad
intellectu quod prius non fuerit in sensu. Ea cierto que especial de la razón humana, el vou<; Tronrruxóc, el en-
también el empirismo ha invocado repetidamente este tendimiento real o agente. Aristóteles dice de él que
axioma. Mas para él significa algo completamente dis- "obra como la luz". Ilumina, hace transparentes en
tinto. El empirismo quiere decir con él que en el in- cierto modo las imágenes sensibles, de suerte que alum-
telecto, en el pensamiento, no hay contenido nada dis- bra en el fondo de ellas la esencia general, la idea de la
tinto de los datos de la experiencia, nada nuevo. Pero cosa. Ésta e3 recibida luego por v o ^ 7ra$r,Tixó<;, el en-
el intelectualismo afirma justamente lo contrario. Ade- tendimiento posible o pasivo, y así queda realizado el
más de las representaciones intuitivas sensibles, hay, conocimiento.
según él, los conceptos. Éstos, en cuanto contenidos de
conciencia no intuitivos, son esencialmente distintos Esta teoría ha sido desarrollada en la Edad Media
de aquéllas, pero están en una relación genética con por Santo Tomás de Aquino. La tesis fundamental de
ellas, supuesto que se obtienen ¿e los contenidos de la ésta dice: cognitio intellectus no3tri tota derivatmr a
experiencia. De este modo, la experiencia y el pensa- sensu. Empezamos recibiendo de las cosas concretas
miento forman juntamente la base del conocimiento imágenes sensibles, species sensíbües. El inteüectus
humano. agens extrae de ellas las imágenes esenciales generales,
las species intelligibiles. El intellectus possibilis recibe
Este punto de vista epistemológico ha sido desenvuel- en sí éstas y juzga así sobre las cosas. De los concep-
to ya en la Antigüedad. Su fundador es Aristóteles. El tos esenciales así formados se obtienen luego, por me-
J. HESSEN TEORIA DEL CONOCIMIENTO
62 63

dio de otras operaciones del pensamiento, los concep- todos los conceptos proceden, según él, de la experien-
tos supremos y más generales, como los que están con- cia. El apriorismo rechaza del modo más resuelto seme-
tenidos en las leyes lógicas del pensamiento (por ejem- jante derivación. El factor a priori no procede, según
plo, los conceptos de ser y de no ser, que figuran en él, de la experiencia, sino del pensamiento, de la razón.
el principio de contradicción). También los principios Ésta imprime en cierto modo las formas a priori a la
supremos del conocimiento radican, pues, en último tér- materia empírica y constituye de esta suerte los obje-
mino, en la experiencia; pues representan relaciones que tos del conocimiento. En el apriorismo el pensamiento
existen entre conceptos procedentes de la experiencia. no se conduce receptiva y pasivamente frente a la ex-
Santo Tomás declara, por ende, siguiendo a Aristóteles: periencia, como en el intelectualismo, sino espontánea
Cognitio principiorum provcnit nobis ex sensu. y activamente.
El fundador de este apriorismo es Kant. Toda su
filosofía está dominada por la tendencia a mediar entre
4. E L APRIORISMO el racionalismo de Leibniz y Wolff y el empirismo de
Loche y Hume. Así lo hace, declarando que la materia
La historia de la filosofía presenta un segundo inten- del conocimiento procede de la experiencia, y que la
to de mediación entre el racionalismo y el empirismo: forma procede del pensamiento. Con la materia se sig-
el apriorismo. También éste considera la experiencia nifican las sensaciones. Éstas carecen de toda regla y
y el pensamiento como fuentes del conocimiento. Pero orden, representan un puro caos. Nuestro pensamiento
el apriorismo define la relación entre la experiencia y crea el orden de este caos, enlazando unos con otros
el pensamiento en un sentido directamente opuesto al y poniendo en conexión los contenidos de las sensa-
intelectualismo. Como ya dice el nombre de aprioris- ciones. Esto se verifica mediante las formas de la in-
mo, nuestro conocimiento presenta, en sentir de esta tuición y del pensamiento. Las formas de la intuición
dirección, elementos a priori, independientes de la ex- son el espacio y el tiempo. La conciencia cognoscente
periencia. Ésta era también la opinión del racionalis- empieza introduciendo el orden en el tumulto de las
mo. Pero mientras éste consideraba los factores a priori sensaciones, ordenándolas en el espacio y en el tiempo,
como contenidos, como conceptos perfectos, para el en una yuxtaposición y en una sucesión. Introduce lue-
apriorismo estos factores son de naturaleza formal. No go una nueva conexión entre los contenidos de la per-
son contenidos, sino formas del conocimiento. Estas for- cepción con ayuda de las formas del pensamiento, que
mas reciben su contenido de la experiencia, y en esto son 12, según Kant. Enlaza, por ejemplo, dos conteni-
el apriorismo se separa del racionalismo y se acerca al dos de la percepción mediante la forma intelectual
empirismo. Los factores a priori semejan, en cierto (categoría) de la causalidad, considerando el uno como
sentido, recipientes vacíos, que la experiencia llena con causa, el otro como efecto, y estableciendo así entre
contenidos concretos. El principio del apriorismo dice: ellos una conexión causal. De este modo edifica la con-
"Los conceptos sin las intuiciones están vacíos; las ciencia cognoscente el mundo de sus objetos. Como se
intuiciones sin los conceptos están ciegas." Este prin- ha visto, toma los sillares de la experiencia. Pero el
cipio parece coincidir a primera vista con el axioma modo y manera de erigir el edificio, la estructura en-
fundamental del intelectualismo aristotélico-escolástico. tera de la construcción, está determinada por las leyes
Y, en efecto, ambos concuerdan en admitir un factor inmanentes al pensamiento, por las formas y las fun-
racional y un factor empírico en el conocimiento huma- ciones a priori de la conciencia.
no. Mas, por otra parte, definen la relación mutua de Si ponemos el intelectualismo y el apriorismo en re-
ambos factores en un sentido totalmente distinto, El lación con las dos posiciones antagónicas entre las cua-
intelectualismo deriva el factor racional del empírico; les quieren mediar, descubrimos en seguida que el in-
04 J HESSEN
resultados de la psicología, que ha demostrado nue el
telectualismo se acerca al empirismo; el apriorismo, por conocimiento humano es un cruce de contenidos de con-
el contrario, al racionalismo. El intelectualismo deriva ciencia intuitivos y no intuitivos; un producto del factor
los conceptos de la experiencia, mientras que el aprio- racional y el factor empírico.
rismo rechaza esta derivación y refiere el factor racio- Si consideramos ahora el racionalismo y el empiris-
nal, no a la experiencia, sino a la razón. mo desde el punto de vista del problema lógico y ve-
mos en ellos dos soluciones a la cuestión de la validez
del conocimiento humano, llegamos a un resultado se-
6. CRÍTICA Y POSICIÓN PROPIA mejante. Tampoco ahora podremos dar la razón al ra-
cionalismo ni al empirismo. Debemos hacer, por el con-
Para completar las observaciones críticas hechas al trario, una distinción entre el conocimiento propio de
exponer el racionalismo y el empirismo, tomando en las ciencias ideales y el propio de las ciencias reales.
principio una posición frente a ambas direcciones, ha- Ya la historia de ambas posiciones nos conduce a esta
bremos de separar rigurosamente el problema psicoló- distinción. Vimos, en efecto, que los racionalistas pro-
gico y el problema lógico. Empecemos fijando la vista cedían las más de las veces de la matemática, una cien-
en el primero y considerando el racionalismo y el em- cia ideal; los empiristas, por el contrario, de las cien-
pirismo como dos respuestas a la cuestión del origen cias naturales, ciencias reales. Unos y otros tendrían
psicológico del conocimiento humano. Ambos resultan también completa razón si limitasen sus teorías episte-
entonces falsos. El empirismo, que deriva de la expe- mológicas a aquella esfera del conocimiento que tienen
riencia el contenido total del conocimiento y que sólo a la vista. Cuando el racionalista enseña que nuestro
conoce, por tanto, contenidos de conciencia intuitivos, conocimiento tiene la base de su validez en la razón,
está refutado por los resultados de la moderna psicolo- que la validez de nuestros juicios se funda en el pen-
gía del pensamiento. Ésta ha demostrado, en efecto, que samiento, lo que enseña es absolutamente exacto, tra-
además de los contenidos de conciencia intuitivos y tándose de las ciencias ideales. Cuando consideramos,
sensibles hay otros no intuitivos intelectuales. Ha pro- por ejemplo, una proposición lógica (verbigracia, el
bado que los contenidos del pensamiento, los concep- principio de contradicción) o matemática (verbigracia,
tos, son algo específicamente distinto de las percepcio- la proposición "el todo es mayor que la parte"), no ne-
nes y las representaciones: son una clase especial de cesitamos preguntar nada a la experiencia para conocer
contenidos de conciencia. Ha demostrado, además, que su verdad. Basta comparar entre sí los conceptos con-
ya en las más simples percepciones hay contenido un tenidos en ellas para ver con evidencia la verdad de
pensamiento; que, por tanto, no sólo la experiencia, estas proposiciones. Estas proposiciones son, pues, vá-
sino también el pensamiento, tiene parte en su pro- lidas con completa independencia de la experiencia, o
ducción. Con esto queda refutado el empirismo (psico- a priori, como dice la expresión técnica. Leibniz las
lógicamente entendido). Pero tampoco el racionalismo llama vérités de raison, verdades de razón.
resiste a la psicología. Ésta no sabe nada de conceptos
innatos, ni menos de conceptos dimanantes de fuentes La cosa resulta muy distinta en la esfera de las cien-
trascendentes. La psicología demuestra, por el contra- cias reales, de las ciencias de la naturaleza y del espí-
rio, que la formación de nuestros conceptos está in- ritu. Dentro de esta esfera es válida, en efecto, la tesis
fluida por la experiencia; que, por ende, en la génesis del empirismo; nuestro conocimiento descansa en la ex-
de nuestros conceptos tiene parte, no sólo el pensamien- periencia, nuestros juicios tienen en la experiencia la
to, sino también la experiencia. Por eso, cuando el ra- base de su validez. Tomemos, por ejemplo, el juicio
cionalismo lo deriva todo del pensamiento y el empiris- "el agua hierve a 100 grados", o el juicio "Kant nació
mo todo de la experiencia, es menester acudir a los en el año 1724". E l pensamiento puro no puede decir
67
J. HESSEN TEORIA DEL CONOCIMIENTO
66
teoría sea exacta. A esta cuestión sólo puede respon-
nada sobre si estos juicios son o no verdaderos. Estos derse cuando esté resuelto el verdadero problema cen-
juicios descansan sobre la experiencia. No son válidos tral de la teoría del conocimiento, el problema de la
a priori, sino a posteriori. Son, para hablar con Leib- esencia del conocimiento. Sin embargo, podemos dar ya
niz, vérites de fait, verdades de hecho. al apriorismo la razón en el sentido de que también el
Si consideramos, por último, las dos posiciones inter- conocimiento propio de las ciencias reales presenta fac-
medias, habremos de juzgar que se ajustan a los hechos tores a priori. No se trata de proposiciones lógicamente
psicológicos. Éstos muestran, como hemos visto, que en necesarias, como las que podíamos señalar en la lógica
la producción del conocimiento tienen parte tanto la ex- y en la matemática; pero sí de supuestos muy genera-
periencia como la razón. Pero ésta es justamente la les, que constituyen la base de todo conocimiento cien-
doctrina del intelectualismo y el apriorismo. Nuestro tífico. A priori no significa en este caso lo que es ló-
conocimiento tjene, según ambas, un factor racional y gicamente necesario; sino tan sólo aquello que hace
un factor empírico. posible la experiencia, esto es, el conocimiento de la rea-
Más difícil es tomar posición frente a ambas teorías, lidad empírica o el conocimiento propio de las ciencias
desde el punto de vista del problema lógico. Las dos reales. Uno de estos supuestos generales de todo cono-
son, en este punto, de opinión que no sólo hay juicios cimiento propio de las ciencias reales, es por ejemplo,
de rigurosa necesidad lógica y validez universal sobre el principio de causalidad. Este principio dice, que todo
los objetos ideales, sino también sobre los reales. En proceso tiene una causa. Sólo naciendo este supuesto
esto van de acuerdo con el racionalismo. Pero el funda- podemos llegar a obtener conocimientos en la esfera de
mento es, en ambos casos, completamente distinto. E l las ciencias reales. Nos sería imposible, por ejemplo,
racionalismo necesita apoyar la validez real de los j u i - establecer leyes generales en la ciencia de la naturaleza
cios referentes a objetos reales, admitiendo una especie si no supusiésemos que en la naturaleza reinan la re-
de armonía preestablecida entre las ideas innatas o di- gularidad, el orden y la conexión. Nos encontramos aquí
manantes de lo trascedente y la realidad. El intelec- con una "condición de la experiencia posible", para
tualismo logra resolver este problema más fácilmente,
dado que pone la realidad empírica en íntima relación hablar con Kant.
genética con la conciencia cognoscente, haciendo que los
conceptos se obtengan del material empírico. Sin em-
bargo, también el intelectualismo hace en este punto
una hipótesis metafísica, que consiste en suponer que
la realidad presenta una estructura racional; que en
toda cosa hay escondido en cierto modo un núcleo esen-
cial y racional, núcleo que en el acto del conocimiento
transmigra, por decirlo así, a la conciencia. Añádese
otra hipótesis metafísica, que reside en la teoría del
inteUectus agens. Este último es una construcción me-
tafísica, determinada por el esquema de la potencia y
el acto, que domina toda la metafísica aristotélico-tomis-
ta; pero esta construcción no tiene apoyo alguno en los
datos psicológicos del conocimiento. El apriorismo evita
ambos escollos. N i hace aquella suposición metafísico-
cosmológica, n i realiza esta construcción metafísico-psi-
cológica. Pero con esto no se ha probado aún que su

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