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Primeras poesías
(influencias Encuentra su estilo propio:
¡Oh Cisne! / [...] / bajo tus alas blancas la nueva Poesía / concibe en una gloria de luz y armonía / la Helena eterna y pura que encarna el ideal.
becquerianas)
último fragmento de “Divagaciones” Azul (1888-1890), la obra inaugural del Modernismo literario
Un maravilloso poema amoroso
con ricas imágenes... Prosas profanas (1896-1901), donde encontramos al Darío más típicamente modernista,
Ámame japonesa, japonesa con poemas extensos, con un lenguaje culto, rico, colorista, brillante, sensual... para expresar
antigua, que no sepa de naciones el sentimiento e inquietudes del fin de siglo: melancolía, cansancio de la gris vida burguesa,
occidentales; tal una princesa anhelo de evasión hacia mundos antiguos o de cuento de hadas, gusto por lo decadente,
con las pupilas llenas de visiones,
que aun ignorase en la sagrada Kioto,
cosmopolitismo, erotismo... El esteticismo, el culto a la belleza, es la principal seña de
en su labrado camarín de plata identidad del movimiento modernista.
ornado al par de crisantemo y loto, Sonatina
la civilización del Yamagata. Una parábola sobre la esperanza del amor verdadero, con el esteticismo más típicamente modernista
O con amor hindú que alza sus llamas
en la visión suprema de los mitos, La princesa está triste... ¿Qué tendrá la princesa? Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata,
y hacen temblar en misteriosas bramas Los suspiros se escapan de su boca de fresa, ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata,
la iniciación de los sagrados ritos. que ha perdido la risa, que ha perdido el color. ni los cisnes unánimes en el lago de azur.
En tanto mueven tigres y panteras La princesa está pálida en su silla de oro, Y están tristes las flores por la flor de la corte,
sus hierros, y en los fuertes elefantes está mudo el teclado de su clave sonoro, los jazmines de Oriente, los nelumbos del Norte,
sueñan con ideales bayaderas y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor. de Occidente las dalias y las rosas del Sur.
los rajahs, constelados de brillantes. El jardín puebla el triunfo de los pavos reales. ¡Pobrecita princesa de los ojos azules!
O negra, negra como la que canta Parlanchina, la dueña dice cosas banales, Está presa en sus oros, está presa en sus tules,
en su Jerusalén al rey hermoso, y vestido de rojo piruetea el bufón. en la jaula de mármol del palacio real;
negra que haga brotar bajo su planta La princesa no ríe, la princesa no siente; el palacio soberbio que vigilan los guardas,
la rosa y la cicuta del reposo... la princesa persigue por el cielo de Oriente que custodian cien negros con sus cien alabardas,
Amor, en fin, que todo diga y cante, la libélula vaga de una vaga ilusión. un lebrel que no duerme y un dragón colosal.
amor que encante y deje sorprendida ¿Piensa, acaso, en el príncipe de Golconda o de China, ¡Oh, quién fuera hipsipila que dejó la crisálida!
a la serpiente de ojos de diamante o en el que ha detenido su carroza argentina (La princesa está triste, la princesa está pálida)
que está enroscada al árbol de la vida. para ver de sus ojos la dulzura de luz? ¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil!
Ámame así, fatal cosmopolita, ¿O en el rey de las islas de las rosas fragantes, ¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe,
universal, inmensa, única, sola o en el que es soberano de los claros diamantes, —la princesa está pálida, la princesa está triste—,
y todas; misteriosa y erudita: o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz? más brillante que el alba, más hermoso que abril!
ámame mar y nube, espuma y ola. ¡Ay!, la pobre princesa de la boca de rosa —«Calla, calla, princesa —dice el hada madrina—;
Sé mi reina de Saba, mi tesoro; quiere ser golondrina, quiere ser mariposa, en caballo, con alas, hacia acá se encamina,
descansa en mis palacios solitarios. tener alas ligeras, bajo el cielo volar; en el cinto la espada y en la mano el azor,
Duerme. Yo encenderé los incensarios. ir al sol por la escala luminosa de un rayo, el feliz caballero que te adora sin verte,
Y junto a mi unicornio cuerno de oro, saludar a los lirios con los versos de mayo y que llega de lejos, vencedor de la Muerte,
tendrán rosas y miel tus dromedarios. o perderse en el viento sobre el trueno del mar. a encenderte los labios con un beso de amor».