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Dónde estamos y cómo nos refrescamos
En las regiones de clima mediterráneo, con veranos secos y cálidos, y con previsiones al alza desde
las alteraciones del cambio climático acelerado, las necesidades de ingerir el líquido elemento, el
agua, a la temperatura más agradable lleva a que la refrigeremos empleando la tecnología de frío
común, neveras y frigoríficos. Como toda tecnología electrodoméstica de servicio continuo, el
consumo de energía es constante y varía en relación al numero de aperturas y entradas de
volúmenes a refrigerar por primera vez.
No debe entenderse que se persigue una visión contra frigoríficos con la defensa del botijo versus la
estrella electrodoméstica por excelencia. Hoy la batalla por el frío está ganada por los frigoríficos en
los países desarrollados.
Existen botijos de muchas formas, pero todos
deben ser de arcilla porosa.
En un gran número de espacios cotidianos, laborales y domésticos, el empleo del botijo como unidad
de refrigeración natural por evaporación gracias a la estructura porosa conseguida en la cocción de la
arcilla, reduce drásticamente el consumo de energía para mantener el agua a una temperatura
óptima para la fisiología humana, alrededor de 20ºC, agradable al paladar y la garganta. La
consecuencia ambiental inmediata y continuada en el uso del botijo para refrigerio estival del agua de
boca es que al no precisar energía eléctrica procedente de cualquier fuente energética en suministro
a tecnología, en el caso de fuentes sucias como es la electricidad procedente de centrales térmicas o
nucleares, las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), CO2 (dióxido de carbono), CH4
(metano) y N20 (óxido nitroso) no renovables no existen, pero el servicio deseado es facilitado, beber
agua a una temperatura agradable.
Restitución de la energía primaria
Hay que citar que por supuesto y como en toda transformación de la materia, existe un consumo
primario de energía para la extracción y el acopio de la arcilla y los tiempos de cocción en hornos
El botijo colgado a la fresca, al que el efecto de cerámicos. Esta claro que un botijo consume energía y por lo tanto genera emisiones de GEI, pero
la exhudación saca el calor del agua que
contiene. sin duda y recibiendo los cuidados de uso apropiados para alargar sus servicios al máximo en el
tiempo, la recuperación de ese volumen de energía consumida queda compensada con la energía no
consumida para la refrigeración a lo largo de su ciclo de uso.
Un botijo puede durar decenas de años, ahorrando el consumo de cientos de kilovatios eléctricos si
su uso es continuado y realizado por diversos usuarios. Lo que el botijo realiza gratis, la compañía
eléctrica lo cobra al inyectar kilowatios en el compresor que zumba en nuestras viviendas.
Agua siempre fresca sin moverse del lugar
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Otra apreciación de argumento ambiental es que el agua contenida en un botijo se mantiene óptima
durante largo tiempo y guarda una relación con las condiciones ambientales externas y con el
volumen de agua de su interior. Esto no ocurre con el agua refrigerada en nevera, que comienza a
perder fuerza energética, frigorías, desde el primer momento que la sacamos del espacio frío,
obligándonos a volver a introducirla si no queremos perder la cadena energética de frío acumulado
en la masa térmica o estructura contenedora (botella o jarra) y volumen de agua.
Agua fresca en lugares desconectados de la
red eléctrica
Si el botijo se convierte en un artefacto estrella del compromiso ecológico activo personal, familiar y
amistoso allá donde el refrigerador nos oferta sus útiles servicios, es en los lugares donde la red
eléctrica no llega con facilidad donde el botijo nos ofrece sus servicios más bondadosos y prácticos:
obreros de la construcción y las labores del campo, amantes de los grandes espacios, en refugios y
campings, cobijos alejados en entornos naturales, espacios para el recogimiento y la desconexión
tecnológica, son algunos de los lugares donde el orgánico artefacto solo entregará refrescantes
satisfacciones.
Estés donde estés
Estés donde estés el uso del botijo es un acto práctico de relación positiva con todas las especies de
un planeta que comienza a sufrir un cambio climático acelerado y que ojalá tuviese el mecanismo del
botijo bioesférico para enfriarse sin perjudicar a nada vivo. Recuerda que también puedes colgarlo
con una propuesta práctica.
Si todavía quieres poesía sobre el botijo, aquí una del filósofo y ecologista Jorge Riechmann
publicado en "Con ojos abiertos" recopilados por Óscar Carpintero y editados por Baile del Sol,
Tenerife.
Humilde barro
pariente de la carne
humilde:
humus de lo humano.
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que acompaña al sujeto.
El día
que los hoteles de lujo ofrezcan agua en botijo
en vez de embotellada en minibar
estaremos de verdad aproximándonos
a la sociedad ecológica.
Resumiendo
• Beber agua desde un botijo incide de forma directa en el ahorro de energía electrica.
• El agua refrescada en un botijo por la física de la refrigeración evaporativa es un producto saludable para ti y para el
clima (-CO2).
• El botijo ahorra más energía a lo largo de su ciclo de vida que la que consume durante su porceso de fabricación.
• El botijo es un instrumento técnico cuasi perfecto, la acción ambiental dispone de una pequeña y buena herramienta
para el compromiso activista contra el cambio climático.
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