RESEÑAS
ca en tanto pone en cuestión la positividad y mismo sucede si cualquier universidad pre-
a la razón decidida en tanto ideas que se
transforman en planes para la acción.
Si decimos que la misión de la uni-
versidad es profundizar y expandir la demo-
cracia, no podemos atrincherarnos en la
misión de la razón crítica puesto que pasa-
ríamos a ser la “universidad trinchera”.
Debemos, si estamos decididos a profundi-
zar la democracia y a colaborar en la resolu-
ción de los problemas nacionales y sociales,
tener una agenda compartida con las insti-
tuciones democráticas nacionales, no para
sustituir sus funciones como las del Poder
Ejecutivo, nacional, provincial o local, o al
Poder Legislativo o Judicial, sino para ser úti-
les a nuestra democracia y a nuestra socie-
dad, a través de la investigación y la docen-
cia. Asimismo debemos colaborar en la pla-
nificación y proponer soluciones para la
transformación.
Desde la razón crítica, que es la
manera de hacer contracultura, la institu-
ción no deja de hacer política, sus profeso-
UNIVERSIDAD
res, sus docentes y estudiantes tienen el
derecho y el deber moral de oponerse a las
acciones o políticas antidemocráticas, que
restrinjan el acceso a los bienes socialmente
necesarios a la justicia, a la salud, etc. así
como a la toma de decisiones.
Pero razón crítica no implica pasivi-
dad ni razón puramente especulativa, ni ino-
cuidad social, ni beligerancia perpetua en
una sociedad democrática.
Poner en cuestión la positividad,
saber que nuestra sociedad o nuestro
mundo podría ser mejor y más justo y no dar
por sentado la realidad como acabada, nos
obliga a investigar no sólo por qué las cosas
son así y no de otra manera, sino cuáles son
los caminos, los fines, las herramientas, los
obstáculos que hay que superar y los recur-
sos existentes para alcanzar y construir esa
sociedad más justa.
No podemos atrincherarnos en la
confrontación epistemológica de poner en
cuestión la realidad, sin comprometernos y
decidir en nuestro quehacer cotidiano a
pasar del deseo a la práctica y el compromi-
so, a entender, como Dewey, que las ideas
son hipótesis y planes de acción y de trabajo.
(...)
La propuesta de reconstrucción de
la universidad implica la necesidad de pasar
de la problematización y crítica de lo exis-
tente a una actitud prospectiva de investiga-
ción sobre la posibilidad de su modificación,
donde el conocimiento cumple su papel fun-
damental.
A través de la investigación se debe
pensar, analizar, reflexionar para transfor-
mar el país. A través de la docencia se debe-
rán generar egresados que el país necesita y
a través de la asistencia técnica y la coopera-
ción se deberán privilegiar aquellas activida-
des que sean de interés perentorio referido a
necesidades sociales y al interés público.
Sabemos que la demanda social es
infinita y los recursos materiales y humanos
para satisfacerla siempre son escasos. Lo
tende atender toda la demanda social que a
ella se le requiere. Deberá discernir no sólo
cuáles son las más perentorias, sino funda-
mentalmente cuáles de ellas le competen y
con cuáles puede colaborar a su solución.
Por ello, una de las tareas pendien-
tes de la universidad no es sólo investigar el
porqué de las cosas, sino el cómo transfor-
marlas, participando en la elaboración de
las decisiones. Existe una marcada brecha
entre el político y el académico donde el aca-
démico utiliza el juicio analítico sobre lo que
es y fue el producto de la construcción social
y el político usa el juicio intuitivo en la deci-
sión para actuar sobre la realidad. Superar
dicha brecha debe ser el compromiso de la
universidad que quiera servir al pueblo y a la
Nación. Y para asumirlo es necesario al fin,
reconocer que esa tarea involucra la razón
crítica y la razón decidida.
Si, como dice Ortega y Gasset, quere-
mos de verdad reformar la universidad para
ponerla al servicio del pueblo y de la Nación,
no sólo hay que pensar el país para cambiar-
lo. También reflexionar acerca de la
Universidad, ya que ésta se ha convertido en
un problema para nuestro país que amerita
que tengamos propuestas para su transfor-
mación y mejoramiento, a fin de poner a la
universidad en consonancia con las necesida-
des y aspiraciones de un proyecto nacional.
Las reformas se deberían hacer
desde los gobiernos mismos de las universi-
dades para que cumplan con sus funciones
de acuerdo a su misión de servicio público,
para que la autonomía no sea un obstáculo
para el estado democrático, sino un incenti-
vo para la creatividad.
Para ello, varias son las reformas
que se deberían hacer y que podríamos sin-
tetizar:
1. Dirigir la investigación hacia los
grandes problemas nacionales,
regionales y locales con incentivos
claros a la investigación interdisci-
plinaria necesaria en áreas de
vacancia.
2. Orientar la docencia hacia la forma-
ción de recursos humanos necesa-
rios para las nuevas necesidades del
país. Cada universidad debería
hacerse responsable de no superpo-
ner ofertas en la misma región, así
como discontinuar ofertas y ofrecer
nuevas y necesarias carreras como
para atender las necesidades actua-
les.
3. Modificar la mala distribución en el
territorio de ciertos profesionales
como médicos, enfermeras, inge-
nieros, etc., a través de incentivos
regionales que puedan brindar
dichas carreras en las universidades
que necesiten esos recursos huma-
nos en su región. Por lo cual la plani-
ficación debería ser realizada a nivel
nacional.
4. Reducir las intrincadas y lentas reso-
luciones tanto en la movilidad inte-
Escritos y memoria de un intelectual del Peronismo
Buenos Aires, Cuadernos Argentina Reciente,
Número 2, Junio de 2006, 194 páginas
El pasado 26 de julio se cumplió el
primer aniversario del fallecimiento de
Norberto “Croqueta” Ivancich, quien fuera
un destacado militante e intelectual del
peronismo, docente universitario en varias
instituciones y, en la última etapa de su vida,
funcionario del gobierno nacional iniciado
el 25 de mayo de 2003.
Con el objeto de homenajear su figu-
ra, pero además de rescatar la vigencia de su
producción académica y de escritor vincula-
do a la historia del peronismo y a la política
de nuestro país, se ha editado el segundo
número de los cuadernos de Argentina
Reciente, presentado en la Biblioteca
Nacional con un panel integrado por
Alberto Fernández, Horacio González, Oscar
Valdovinos y el autor de este artículo.
En Ivancich rescatamos, fundamen-
talmente, la fusión del intelectual con el mili-
tante político. Al decir de John William
Cooke, estamos ante uno de aquellos inte-
lectuales militantes para los cuales la investi-
gación y la labor analítica “sólo tienen justi-
ficación en cuanto parte de ese conocimien-
to sea compartido por las masas y contribu-
yan a que éstas enriquezcan su conciencia
de la realidad”. La importancia histórica de
este tipo de figuras para el movimiento
nacional y popular no puede ser exagerada
desde un presente en el cual la falta de com-
promiso que se manifiesta en la vacuidad
ideológica y en la mercantilización del cono-
cimiento parecen configurar el predominio
de las figuras del “técnico” y el “operador”.
En este Cuaderno se rastrean y pre-
sentan las dos dimensiones principales de la
producción de Ivancich. Por un lado, en la
primera parte, los escritos de militancia nos
muestran la obra de un peronista que carac-
teriza las diferentes etapas y problemas por
los que atraviesa la compleja fuerza política
fundada por Perón. En esa sección, comen-
zamos con la lectura de una primera carac-
terización del peronismo como “revolución
popular”, artículo aparecido en el primer
número de la revista Unidos (mayo de
1983). Ivancich dice allí, por ejemplo, que
“para muchos, la idea estática que asocia
revolución y muerte, les impidió visualizar el
hecho de fondo de que el peronismo era
una revolución en marcha desde el poder de
las masas, del Estado y del gobierno sin
derramamiento de sangre”.
También se publican textos de análi-
sis histórico relativos al surgimiento, consoli-
Norberto Ivancich
Compromiso y reflexión
dación y derrotero de los Montoneros, que
fueron escritos también para Unidos. El aná-
lisis retrospectivo de los años '70 realizado
por Ivancich aporta aún hoy al debate sobre
una de las etapas centrales de nuestra histo-
ria política, a la vez que nos muestra sus posi-
ciones concretas como militante de la época.
Como militante de la Renovación
Peronista, en los años '80, fue uno de sus
más lúcidos analistas y, por supuesto, la
derrota de Cafiero a manos de Menem en la
interna de 1988 fue uno de los aconteci-
mientos en los que su capacidad de análisis
estuvo a la altura de las circunstancias.
Vemos así cómo, en uno de los artículos res-
catados en el Cuaderno, “Desdeño las
romanzas de los tenores huecos” del año
1988, escribe: “con Menem y Cafiero se
expresaron dos destinos distintos del pero-
nismo. El del ghetto y el de la invocación
hacia una nueva formulación política... per-
sonajes como Julio Ramos (defendiendo el
salariazo), Paco Mayorga, Czyterpiller,
Susana Giménez, se constituyen en posibles
ampliaciones del espacio menemista”.
La crítica del menemismo se volvió
el principal objetivo militante de muchos
peronistas en los primeros meses, y años,
del gobierno iniciado en 1989. En este senti-
do, La carpa y La traición de Alí Babá se con-
virtieron en libros representativos del perío-
do, además de material de difusión política
del Grupo de los Ocho. Allí Ivancich denun-
ció con claridad el travestismo político ope-
rado desde el poder y las complicidades
encontradas en el propio campo peronista.
Se rescatan textos de ese período, en los cua-
les podemos leer ideas tajantes y claras: “la
identidad peronista de Menem crea cierta
confusión en algunos sectores y en otros
franca complicidad, lo que le permite llevar
adelante un ideario que tiene claras contra-
dicciones con la tradición doctrinaria justi-
cialista: privatiza y mal, las empresas estata-
les, divide la CGT en dos fracciones, retro-
trae las conquistas sociales a una etapa pre
peronista, se alinea sin ningún pudor con los
EEUU”.
3
Por otro lado, se publican artículos y
textos académicos, en los cuales su rol como
intelectual se despliega claramente. El análi-
sis teórico de conceptos como el Estado, los
partidos políticos, la burocracia, las corpora-
ciones, el parlamento, nos muestran a un
intelectual comprometido con el estudio
serio y riguroso en el seno de la vida acadé-

mica. Del mismo modo, los textos produci-
dos por Ivancich para la función pública, en
el marco de la Subsecretaría que ocupó en
los dos primeros años del gobierno de
Kirchner, presentan su concepción del Estado
y la política en nuestro país luego de la crisis
de 2001 y su caracterización de los cursos de
acción necesarios para relegitimar la política
y hacer del gobierno el instrumento indis-
pensable de los intereses populares, lesiona-
dos durante tres décadas por los programas
de ajuste y desguace del sector público.
Finalmente, se publican artículos
que reseñan diversos aspectos de su vida y
militancia, escritos por amigos y compañe-
ros: entre otros, Alberto Fernández, Roberto
Marafioti, Juan Pablo Cafiero, Hugo Barcia y
Marcelo Saín.
Norberto Ivancich fue un analista
agudo, un intelectual riguroso y a la vez
orgánico, un cuadro del peronismo por com-
Transición a la democracia y derechos humanos
Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2004, 340 páginas
No es tarea sencilla escribir sobre un
libro redactado por una persona que es la
RESEÑAS
síntesis de la reciente historia argentina. Se
mezclan en el intento los momentos de la
propia vida, signada por ideas compartidas
que fueron la puerta hacia una nueva etapa
de la Historia Argentina. Estamos hablando
del final de la impunidad, de la vergonzante
noche de las dictaduras y de la continuidad
democrática que hoy vivimos con una natu-
ralidad que no conocimos quienes transita-
mos por los oscuros pasillos de una historia
oscurecida por el miedo y la decadencia ins-
titucional.
El libro del Dr. Raúl Alfonsín es una
pieza única. En la tradición política argenti-
na no se encuentra otro presidente que
tomara el riesgo y la responsabilidad históri-
ca de analizar su propio paso por el poder.
Costumbre corriente entre los europeos y
los presidentes norteamericanos, entre
otros. Como dice Portantiero en el prólogo
de este libro: “Bienvenida sea la presencia
de la primera persona en los relatos de histo-
ria política. Y de ningún modo porque el
hecho de partir de la subjetividad del prota-
gonista nos garantice la posesión de la ver-
dad sobre los sucesos que narra, sino por-
que ese sesgo personal de los recuerdos
puede permitir a quien busque reconstruir
un momento histórico conocer también la
forma en que un actor principal vivió los
hechos, saber qué fuerzas o qué razones (o
promiso y por convicción. Fue subsecretario
sólo en un gobierno que sentía propio. Fue
un profesor paciente y generoso con sus
conocimientos. Fue en lo fundamental fiel a
sí mismo, a sus elecciones y a sus valores. En
las páginas de este Cuaderno hemos inten-
tado trasmitir lo que ha sido lo más admira-
ble de su vida y el sostén de nuestra relación
a través de los años: “Croqueta” fue lo que
quiso ser. La coherencia entre convicción y
acción fue lo que le permitió elegir, en un
sentido profundo, su curso biográfico. Ese
es tal vez el rasgo destacado de su vida y es
también su legado intelectual y político. En
medio de lo contingente y azaroso de este
mundo, trazó una forma de vivir entroncada
en sus creencias más profundas. No es poco.
En la etapa histórica en que le tocó vivir,
luchar y pensar, vivió lo que eligió.
Miguel Talento
Raúl Alfonsín
Memoria Política
ambas) estuvieron detrás de sus decisiones.
Conocer, en fin, las tramas más finas de un
proceso incorporando al habla de quien, de
otra forma, sólo es hablado por la historia”.
El Presidente Alfonsín nos habla
desde su más sincera subjetividad de los
acontecimientos fundamentales de la histo-
ria política de los años ochenta que lo tuvie-
ron como protagonista. Enumera los hechos
en forma rigurosa. No deja ver en sus más de
trescientas páginas ningún atisbo de autoin-
dulgencia. Los sucesos son narrados en
forma simple. Se podrán compartir o no sus
puntos de vista, pero en la medida en que se
avanza en la lectura de esta Memoria Política
se consolida la convicción de que el ex presi-
dente no miente. No tergiversa los hechos
pensando en su propio destino político. Lo
impulsa la intención clara de la defensa irres-
tricta de las instituciones de la República.
El texto fue dividido en capítulos
que toman las etapas más controvertidas de
su gestión y allí expone con claridad los
temas más caros a su carrera política. El capí-
tulo primero ubica su pensamiento después
de julio de 1989 y le da la perspectiva históri-
ca de su experiencia. Destaca algunos logros
importantes, pero es en lo institucional
donde se centra toda la fuerza del mensaje
que leyera ante la Asamblea Legislativa del
1° de mayo de 1989.
“Construir las democracia, afianzar
la paz, iniciar la reforma del Estado y la eco-
rio. En sus considerandos sostiene que “el
engrandecimiento y auténtico progreso de
un pueblo estriba en gran parte en el grado
de cultura que alcanza cada uno de los
miembros que la componen”, y que “como
medida del buen gobierno, el Estado debe
prestar todo su apoyo a los jóvenes estu-
diantes que aspiren a contribuir al bienestar
y prosperidad de la Nación, suprimiendo
todo obstáculo que les impida o trabe el
cumplimiento de tan notable como legítima
vocación”.
(...)
Sin embargo, a pesar de la tan men-
tada Reforma Universitaria de 1918 que tras-
cendió las fronteras argentinas buscando
servir al pueblo y no sólo a la dirigencia pro-
veniente de los sectores económicos privile-
giados, a casi un siglo, la universidad sigue
empantanada en reglamentaciones buro-
cráticas y modelos institucionales obsoletos
que le impiden ponerse al servicio de las
grandes causas nacionales y de sus necesi-
dades más acuciantes.
Podemos también reflexionar sobre
las propuestas universales con otros ojos y
desde aquí, como sostenía Jauretche, para
insistir en una verdadera reforma para
poner a la Universidad a la altura de los tiem-
pos y al servicio del pueblo y de la Nación.
(...)
Ya hace tiempo que desde la socio-
logía del conocimiento se explica que la
genealogía del saber se vincula siempre a la
situación social e histórica en la cual nos
situamos y que por último es la reconstruc-
ción conceptual de la construcción social de
la realidad, o sea del ser social. Y ese ser
social, esa forma de interacción social en un
tiempo y espacio determinado, no es estáti-
ca, se encuentra en un permanente cambio
que a la universidad le es difícil abordar, con
la consiguiente desazón que provoca la dis-
tancia cada vez mayor entre el saber acadé-
mico y científico de las universidades y el
quehacer cotidiano del proceso de cons-
trucción y producción social que requieren
que esos saberes se orienten a facilitar la
decisión, la previsión y el control de situacio-
nes problemáticas.
(...)
Para ello, habrá que buscar la forma
de superar la brecha que existe entre el polí-
tico que busca el cómo y el académico que
busca el porqué, la división entre el pragma-
tismo y el academicismo, entre el juicio
intuitivo de la decisión y la lógica y el juicio
analítico de la universidad, ya que la deci-
sión responsable requiere de ambas lógicas
y aún así, nada garantiza la infalibilidad ni el
yerro de la misma.
Ahora bien, ¿cómo puede ser
entonces que la mayoría de las universida-
des se organicen en torno a las disciplinas?;
¿cuál es el valor y el impacto sobre la reali-
dad y el proceso social del quehacer univer-
sitario, en tanto productor y distribuidor de
5 Matus, Carlos: Teoría del Juego Social, Altadir, Caracas, 1999.
UNIVERSIDAD
saberes de las “ciencias verticales” como las
llama Matus5, si la práctica no reconoce fron-
teras disciplinares, es multidimensional, glo-
bal y la realizan sujetos poco objetivos, com-
prometidos con sus proyectos, apasiona-
dos, con sus metas y creencias?; ¿cómo se
crea e instituye una ciencia horizontal como
sostiene el autor?
Si entendemos, como Matus, que la
acción social no es una mera aplicación de la
teoría y que entre la ciencia y la acción hay
un vacío que tiende a resolverse a través del
juicio intuitivo, ya que carecemos de una teo-
ría que haga de puente entre la ciencia y la
acción, ¿qué podemos aportar para confi-
gurar la teoría de la producción social que
nos propone, como una teoría horizontal
básica para comprender el juego social y
apoyar u orientar su práctica? Aún más com-
plejo es configurar una universidad que con-
temple la estructuración y organización del
saber horizontalmente en torno a los pro-
blemas, tanto en la enseñanza como en la
investigación, así como en la articulación
con otros saberes producidos socialmente
más allá de las fronteras del claustro y que
éste se resiste a legitimar.
Sabemos que cometeremos
muchos errores, pero de ellos aprendere-
mos. El dificultoso desafío lo asumimos al
reconocer precisamente que abordar la com-
plejidad actual de la sociedad y sus proble-
mas a través del enfoque disciplinario no
nos explica nada, ni nos facilita la compren-
sión de dicha complejidad. Menos aún cuan-
do la genealogía de la organización discipli-
nar trasciende las fronteras históricas y
situacionales donde se produjeron y preten-
den ser omnicomprensivas y universales.
Preparar y formar a los jóvenes para
que sean protagonistas y decisores aquí y
ahora y no sólo analistas e intérpretes de la
realidad y sus cambios, es el desafío que
encaramos. Acompañar a los jóvenes en su
proceso de formación para decidir con res-
ponsabilidad en la resolución de problemas,
implica superar la lógica intuitiva de la cual
se valen generalmente los decisores, así
como dejar de formar exégetas del pasado
que sólo utilicen la lógica analítica, para pro-
ducir conocimientos que permitan evaluar,
planificar, decidir e intervenir en la construc-
ción social de una sociedad alternativa, invi-
tando a nuestros ciudadanos a comprome-
ter su acción individual con la acción colecti-
va de construir una sociedad mejor en una
comunidad histórica particular en nuestra
Argentina.
(...)
¿Qué papel juega la universidad en
la definición de la agenda social? ¿Qué
características tiene su participación en la
resolución de los problemas nacionales y
sociales?
Es necesario salir de la falsa antino-
mia planteada entre la razón crítica y la
razón decidida. Entendemos a la razón críti-

nomía, fijar la agenda para la próxima déca-
Universidad y Proyecto Nacional da y, mientras tanto, combatir la crisis y
absorber los golpes. Esa fue la tarea que nos
impusimos y que, paso a paso, buscamos
“Yo no vengo a trabajar por la universidad, cumplir. En 1989 la Argentina había cambia-
do. Ya no era la del '83. Y nunca más volvería
sino a pedir que la Universidad trabaje para el pueblo.” a ser, afortunadamente, la Argentina ante-
1
José Vasconcelos rior a 1983”, afirma al final de este capítulo.
En “La reconstrucción del Estado de
derecho (1983/1986)”, toma el punto de
El jueves 29 de junio, Ana Jaramillo, Rectora de la Universidad Nacional de Lanús, más alto impacto político social y emocio-
dictó una conferencia en la Sede Reconquista del Instituto de Altos Estudios Juan nal: el juicio a las juntas y la CONADEP.
Enuncia aquí una postura histórica al res-
Perón. A continuación se transcriben algunos de los conceptos que formuló en esa
pecto: la condena de los principales actores,
oportunidad, que además sirven de adelanto de un trabajo que próximamente por su responsabilidad de mando, quiebra
publicará con este mismo título. una norma de nuestra historia: “Los críme-
nes de Estado eran amnistiados o quedaban
impunes”.
Es realmente alarmante que, a pesar salir del claustro y abandonar el dominio cle- El capítulo 3 documenta los plan-
de que la mayoría de la dirigencia política rical y del escolasticismo para servir al pue- teos y maniobras entre 1987 y 1989, y deta-
nacional, los legisladores y gran parte de la blo. Aníbal Ponce señalaba: “la universidad lla una rigurosa cronología de los hechos en
intelectualidad argentina sostengan enfáti- será la mejor escuela de civismo y ser refor- la que expone, con extrema sinceridad,
ca y reiteradamente que la universidad debe mista o no serlo implicará decidirse por tanto las debilidades como las fortalezas de
estar al servicio del pueblo y de la Nación, Mañana o por Ayer”2. la relación del gobierno con las fuerzas arma-
UNIVERSIDAD
RESEÑAS
a la ley, y el escaso entusiasmo de reprimirlo
por parte de muchos de sus camaradas de
armas. (…) Acepto que pudo existir una cier-
ta decepción en mucha gente que se había
movilizado y esperaba que la rebelión fuera
aplastada sin miramientos, aun en forma
cruenta. Y a esta altura, muchos lectores
que tal vez recuerden con enojo aquel
desenlace podrán revisar su juicio y compar-
tir conmigo la conclusión de que la demo-
cracia salió finalmente fortalecida sin derra-
mamiento de sangre y con el mayor costo
cargado sobre las espaldas de este presiden-
te que asumió la plena responsabilidad de
sus actos y decisiones”.
El libro trasunta toda la experiencia
y madurez de uno de los políticos con mayor
predicamento en el exterior. Raúl Ricardo
Alfonsín es un hombre de enorme prestigio
político.
Se alude con mucha frecuencia al
valor de la memoria. Este aporte de Raúl
Alfonsin a la memoria colectiva de los argen-
tinos deberá valorarse en su enorme trascen-

aún se utiliza muchas veces la autonomía
para alejarse de los problemas nacionales
más que para contribuir al desarrollo nacio-
nal y construir una sociedad más justa desde
sus específicas funciones. Más todavía cuan-
do las universidades públicas se sostienen
por el esfuerzo del conjunto de la sociedad a
la que pertenecen.
También parecieran desconocerse
las problemáticas y las transformaciones
sociales a partir del desarrollo científico tec-
nológico y se continúa formando en las mis-
mas profesiones de hace un siglo, sin orien-
tar la agenda de investigación y docencia
hacia lo que la comunidad necesita en fun-
ción de una nueva morfología social, econó-
mica y política.
Desde distintas variantes ideológi-
cas se cuestiona en forma constante que la
autonomía universitaria (indiscutida) se uti-
lice más como un obstáculo frente a las nece-
sidades perentorias nacionales que como un
derecho a la creatividad intelectual para pro-
poner diversas perspectivas de solución a los
problemas que aquejan a la sociedad.
Algunas de las críticas y definiciones
que se hicieron acerca del papel que debe-
rían cumplir nuestras universidades públicas
siguen siendo una expresión de deseos.
Podemos comenzar con D. F. Sarmiento
cuando en 1845 en el Facundo dice: “Toda la
ciencia escolástica de la Edad Media es un
claustro que encierra la inteligencia. Córdo-
ba no sabe que existe en la Tierra otra cosa
que Córdoba”.
La Reforma Universitaria de
Córdoba de 1918, cuyo espíritu apoyaba
Hipólito Yrigoyen, también propugnaba
Sin embargo, el ideario reformista das en los días que se definían los años por dencia, pues no hace otra cosa que ayudar-
quedó en lo discursivo. En un dossier edita- venir. Dice Alfonsín en la página 64: “El cua- nos a comprender los entretelones de una
do por la Universidad de Buenos Aires a pro- dro que tenía frente a mí en ese momento época difícil que debimos transitar como
pósito de su aniversario se reflexionaba: era estremecedor: por un lado, un grupo paso indispensable para tener hoy una demo-
“Las palabras heredadas producto de aque- alzado que parecía insensible a cualquier cracia estable en lo institucional, fuerte y sin
llos sucesos: autonomía, extensión, cogo- intento de persuasión; por el otro, un ejérci- los oscuros horizontes de las décadas que
bierno, americanismo, ¿son hoy sólo con- to que no sabía si estaba en condiciones de tan bien se describen en este libro.
signas, más o menos hábilmente utilizadas, producir una acción represiva efectiva. Mi Quiero terminar con una referencia
con diferentes fines legitimadores y alejadas única fuerza de disuasión, en esa dramática que hace Elva Roulet, citando a Santiago
de su concepción original, sin entender esto circunstancia, era la de aquella gigantesca y Kovadloff: “Por cierto el Radicalismo en el
como evolución, sino como vaciamiento?”3. paciente muchedumbre (…) con otras gobierno ha realizado menos de lo que era
Juan D. Perón durante su mandato muchedumbres que a la misma hora colma- necesario. Pero ha hecho, en varios aspec-
presidencial sostuvo en 1952: “Cuando la ban otras plazas en decenas de ciudades tos, más de lo que parecía posible”.
ciencia se dedica a los progresos para exter- argentinas. A favor de Rico podía contarse la 5
minar la humanidad y no para servir a su feli- decisión de usar la fuerza, sin ningún apego Mario Alejandro Scholz
cidad y su grandeza, estamos viendo que la
ciencia también está en manos de malva-
dos. Lo que nosotros queremos, en esta
nueva Argentina, es que la ciencia y la cultu-
ra sean del pueblo y que el pueblo esté for-
mado por hombres que amen a los hombres
y que no preparen su destrucción y desgra-
cia”. Continúa diciendo: “El hecho de que
una institución sea autónoma o autárquica
no implica necesariamente que sea demo-
crática, porque son términos que no guar-
dan relación. Como tampoco el carácter
democrático se adquiere por la circunstan-
cia de que la elección se hace por y entre un
círculo cerrado o entre una clase determina-
da, el sistema lejos de ser democrático,
resultará aristocrático, plutocrático, teocrá-
tico y en términos generales, oligárquico. La
universidad debe estar al servicio de las gran-
des causas nacionales”4.
El 22 de noviembre de 1949 Perón
suprime por Decreto, por primera vez en
nuestro país, el arancelamiento universita-

1 José Vasconcelos: Discurso de Asunción como Rector de la Universidad Nacional Autónoma de México el 9
de junio de 1920.
2 En Genovesi, Alfredo: La reforma universitaria, Ediciones Mariátegui, Lanús, 2003.
3 “Reformar la reforma”, en Revista Espacios de crítica y producción, Facultad de Filosofía y Letras, UBA,
Buenos Aires, 1998.
4 Puiggrós, Rodolfo: La Universidad del Pueblo, Editorial Crisis, Buenos Aires, 1974.

Anahi Ballent
Las huellas de la política
Vivienda, ciudad, peronismo en Buenos Aires,
1943-1955
Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes y Prometeo,
2005, 273 páginas
La primera idea que me suscita el Por su parte, las obras que directa o
texto en rigor no pertenece a la interioridad indirectamente estuvieron bajo la tutela o la
del mismo, sino al campo en el que se ubica, inspiración de Eva Perón son de muy diversa
o más precisamente al campo que su propia localización y escala. Pero su rasgo más gene-
presencia amplía. Porque el caso es que ral es que asumieron las problemáticas
cuando se relacionan producciones sociales sociales rechazando los conceptos de dádi-
o culturales con la política, sea como en este va y los modelos con reminiscencias carcela-
vivienda y ciudad, o deporte, o cine, el rias u opresivas.
vínculo remite en la inmensa mayoría de los Puede decirse, con palabras que en
casos al peronismo. Notable relevancia de otro lugar del texto suscribe Anahi Ballent,
esos diez años que, mirados con amor o con que consiguió “instalar la idea de 'derecho a
odio, con pretensión de objetividad científi- la vivienda' que el Estado ya no podría des-
ca o con pasión ardorosa, siempre convocan conocer, aun con posterioridad al derroca-
la mirada. Digamos que el peronismo es lo miento del peronismo”.
que no puede dejar de verse y eso ya lo saca Como criterio global que rige la
de cualquier equivalencia con otros proyec- redacción del trabajo, Ballent declara: “El
tos o modalidades de ejercicio de la política. vínculo que constituye nuestro interés
Pues bien, Anahi Ballent sigue esa puede ser desglosado en dos aspectos o
huella en este libro editado por la niveles de análisis de la producción arquitec-
Universidad Nacional de Quilmes y esta refe- tónica y urbanística, que intentaremos rela-
rencia no es meramente indicativa, sino que cionar: políticas estatales y estéticas arqui-
señala el carácter prolijamente académico tectónicas”. También: “El análisis… se
de su trabajo. En ese sentido, el texto es cla- enfrenta a un universo plural y se ve obliga-
ramente valioso, pues contiene copiosa y do a renunciar a toda búsqueda de una 'ar-
verificada información, mucha de ella des- quitectura peronista', entendida como un
conocida o no articulada en estudios previos único conjunto de formas expresivo de la
sobre la temática. Por cierto que la recopila- política”. Mucho permite ilusionarse tam-
ción de datos nunca puede ser exhaustiva y bién cuando se dice: “El trabajo… intenta
por tanto, aun trabajando con una impor- también ensayar una aproximación cultural
tante cantidad de material, se verifica una de la arquitectura, capaz de comprenderla
acertada selección de dos campos de pro- en términos de instrumento, pero también
ducción del hábitat bien diferenciados por de representación… se trata de construir
varias causas, pero que se pueden distinguir una aproximación integradora sobre las for-
para un primer desglose por la presencia de mas del habitar”.
la figura del ministro Juan Pistarini en un Sin embargo, a mi juicio, estos acer-
caso y por la de Eva Perón en el otro. Aunque tados criterios se empañan por la insuficien-
el texto aborda y analiza también otras cia de las categorías con que se los desarro-
acciones y participantes -por ejemplo, las lla. Y son insuficientes porque acciones de
ideas y la gestión del intendente de Buenos transformación del hábitat, emprendidas
Aires, arquitecto Jorge Sabaté-, es sobre por una conducción política tan decisiva y
aquellos dos grupos de acciones donde original como el peronismo, merecerían
recae el mayor interés. generar o reformular los propios principios
La construcción del aeropuerto de análisis.
internacional de Ezeiza implicó una opera- La exigencia de repensar a partir de
ción de desarrollo territorial de gran enver- una construcción conceptual específica
gadura y múltiples sentidos. No sólo se trató estas cuestiones sólo puede desatenderse si
de una estación de aeronavegación, sino se acepta una penosa y resentida frase de
que estableció la problemática de los acce- Halperín Donghi que extrañamente la autora
sos y arterias radiales a la Capital Federal y introduce cuando dice: “La fuerza adquirida
constituyó la planificación y concreción de por la representación puede explicarse a tra-
espacios de recreación a escala masiva, colo- vés de distintos elementos. Se debe en parte
nias infantiles y conjuntos de viviendas (aun- a la concepción de la política de Perón, que
que Ciudad Evita, que es su manifestación como ha planteado Halperín Donghi, 'la redu-
más relevante, no formó parte del proyecto cía a una técnica para suscitar la obediencia',
original) y la creación de las más importante privando 'de buena parte de su poder legiti-
y elaborada área de forestación suburbana. mante al veredicto del sufragio popular'”.
dos políticos representados en el parlamen- Alfredo Gómez Morales. La nueva confor-
to -peronistas y radicales- y, por otro, el mación del poder en la Argentina volcó su
Pacto Social entre empresarios y sindicatos”. fuerza, entre otros factores, en la supresión
Se describe el estado de ánimo de de la oposición en los sindicatos.
los sindicalistas como “insatisfechos”, “lejos Era el momento para exigir a la pre-
del entusiasmo popular”, “solos” y “para sidenta el retorno de las negociaciones
peor, están frente a la posibilidad de cuatros colectivas. De este modo el sindicalismo con-
años de gobierno peronista”. Según Torre, el sideraba que recuperaría el prestigio perdi-
triunfo de Cámpora trajo consigo la entroni- do durante la vigencia del pacto social.
zación de la “izquierda peronista” que, entre Sucedió el 5 de febrero de 1975.
otras políticas, desarrolló un fuerte cuestio- Torre describe luego los aconteci-
namiento hacia la “burocracia sindical” de la mientos que configuraron la “crisis política”
mano de la creación de agrupaciones -entre que terminaría con el golpe militar del 24 de
las que destacaba la juventud trabajadora marzo de 1976. Entre ellos, analiza la renun-
peronista, brazo sindical de la tendencia cia de Gómez Morales, el nombramiento de
revolucionaria- y logró mayores niveles de Celestino Rodrigo con la devaluación de la
inserción en las estructuras de los sindicatos. tasa de cambio en 100%, el incremento de
Perón impulsó el pacto social y pro- los combustibles y de la electricidad y otros
movió a José Gelbard como su arquitecto, reajustes que provocaron “estupor y alarma
imponiendo su designación como ministro en la opinión pública”.
de economía de Cámpora. Por otro lado, “El movimiento “resara
había logrado con José Ignacio Rucci la con- mba-172.3(lu)]172.1(ocaída)-172.1(DE)-172.3(la) 7primer de larz
solidación de la conducción del movimiento czo dua 1ol de
obrero, dejando a un lado a quienes lo cues-
tionaban.
Torre desarrolla aquí la teoría según
la cual el movimiento sindical osciló entre la
consideración de la CGT como eje de su
representación y la creciente incidencia de
las 62 organizaciones como expresión de la
política del peronismo. Según el autor, esta
batalla, luego del asesinato de Rucci y la
designación de Adelino Romero en primer
lugar y Casildo Herreras luego, es volcada a
favor de las 62.
El autor analiza en forma pormeno-
rizada el papel de la CGT en las reuniones del
Pacto Social y la tirantez que produjo la ten-
sión entre los conflictos internos y los ata-
ques de los sectores radicalizados por un
lado, frente a la necesidad de acordar sala-
rios y precios -base técnica del pacto social-,
por otro. “En realidad, la firma del pacto
social había sido todo menos una elección
libre de los jefes sindicales”.
Sin embargo, “la operación política
que llevó a la defenestración del presidente
Cámpora fue un signo de los tiempos por
venir”. Torre considera que a partir de allí se
produce el “reencuentro de Perón y los jefes
sindicales” que se afianza luego del irracional
asesinato de Rucci, “el soldado de Perón”.
Aún así, mientras la CGT lograba
reformar la ley 14.250 que afianzaba su
poder de control sobre las estructuras sindi-
cales, se producían conflictos laborales,
cuya dinámica el autor la fundamenta en la
disputa abierta en el seno de las organiza-
ciones por la acción de los sectores de
izquierda y el creciente enfrentamiento
entre los líderes de base y las conducciones
sindicales: Philips, General Motors,
Terrabusi, Molinos Ríos de la Plata y Astarsa.
En estos casos, Torre evoca como antece-
dente la experiencia SITRAC-SITRAM en los
comienzos de los 70.
La muerte de Perón luego del memo-
rable discurso del 12 de junio abrió un nuevo
capítulo donde las pasiones y los enfrenta-
mientos se profundizaron. Más tarde, en
octubre, renunció Gelbard y fue designado

grandes cambios que originaron el surgi-
miento de una nueva estructura del partido
justicialista.
Si bien Torre -como buen sociólogo-
aplica al peronismo el concepto analítico de
movimiento de masas, su posición sobre las
nuevas bases del partido dejan entrever el
rol principal que le asigna a la estructura-
ción del partido como tal y no, como lo sos-
tienen otros autores, a la naturaleza movi-
mientista del peronismo plasmada en la doc-
trina que legó el General Perón.
En el marco que mencionábamos
más arriba, se describe el proceso iniciado
por la corriente de la Renovación Peronista y
el tránsito del poder “corporativo” (así lo
llama Torre) al poder territorial, basado en la
supremacía de gobernadores, intendentes y
legisladores sobre la dirigencia sindical.
El autor caracteriza el nuevo escena-
rio con dos factores concurrentes: las muta-
ciones en el contexto económico y la flexibi-
lización del marco normativo de las relacio-
nes laborales.
Sobre el primer punto, la vía a las
reformas de mercado fueron ejecutadas por
un presidente que llegó al poder de la mano
del partido justicialista. Privatización de las
empresas públicas, apertura comercial, des-
trucción en gran escala de puestos de traba-
jo, recesión, entre otros factores, alteraron
en forma sustancial el relativo “equilibrio”
del marcado del trabajo que Torre había con-
signado como una de las fuentes del poder
sindical hasta el advenimiento de la dictadu-
ra militar de 1976.
Por otra parte, las iniciativas puestas
en práctica a nivel legislativo, junto con el
alto nivel de desempleo, diezmaron las ven-
tajas contenidas en los convenios colectivos
RESEÑAS
y llevaron a la extender la precarización de
las condiciones de trabajo.
Según Torre, el sindicalismo retro-
cedió y concentró sus fuerzas en defender
sus “prerrogativas corporativas” (sic, con-
trol de los recursos económicos de las obras
sociales y predominio institucional en las
negociaciones colectivas), mostrando una
estrategia débil frente a la imagen de poder
que había ostentado en la vida política
argentina.
El autor afirma allí que el poder sin-
dical, en realidad, guardaba en sí mismo el
germen de la decadencia y autodestrucción:
cuando en 1973 debió enfrentar su regreso
al poder, acudió “desgarrado por profundos
conflictos”, mostrando el perfil de “gigante
invertebrado”.
Nos hemos detenido en el prólogo
porque el libro en cuestión, si bien es una
descripción histórica del proceso político del
peronismo entre 1973 y 1976, con especial
énfasis en el papel que le cupo al movimien-
to sindical en su relación con el poder, mues-
tra en esta parte la tesis del autor, que la ana-
liza en dos tiempos: cuando escribió su obra
y 25 años después. En ambos contextos
llega a la misma conclusión, aunque con
diferencia de matices: el poder sindical pero-
nista en la Argentina sólo fue tal mientras
vivió Perón. Cerca o lejos del líder, los sindi-
calistas se referenciaron en su conducción.
Cuando él desapareció, se profundizó la
decadencia por los cambios en el contexto
político y socioeconómico y por la debilidad
misma de la propia identidad y estructura
del sindicalismo.
El libro desarrolla los siguientes capí-
tulos:
❏ Introducción. La trayectoria del sin-
dicalismo peronista a partir de
1955.
❏ Los sindicatos ante el gobierno
peronista. Mayo 1973-Septiembre
1973.
❏ La presidencia de Perón. Octubre
1973-Julio 1974.
❏ Bajo los sucesores de Perón. Julio
1974-Marzo 1976.
❏ Conclusión.
❏ Apéndice sobre “El proceso político
interno de los sindicatos en la
Argentina”.
En la Introducción, el autor analiza
el papel del sindicalismo entre la caída del
gobierno peronista en 1955 y los comienzos
de los años 70, cuando el ambiente social y
político mostró que era imprescindible un
giro que contuviera a Perón en cualquier sali-
da de la crisis argentina.
Allí, Torre analiza la definición del
perfil propio del sindicalismo en sus relacio-
nes con Perón, con sus propias bases y con
las fuerzas sociales y políticas del país.
Comienza describiendo la “desobediencia”
al líder cuando la dictadura convoca a elec-
ciones internas en los sindicatos en 1957 y
los gremialistas participan logrando el con-
trol de numerosos sindicatos industriales en
contra de la voluntad de Perón. Aún así, el
jefe del peronismo termina reconociendo a
esta nueva generación sindical que con
poder propio se referencia como eje de su
discurso en la identificación peronista.
Se describe, a nuestro criterio con
certeza, la persecución política del régimen
instaurado en 1955 contra el peronismo y
las estructuras sindicales: proscripción, per-
secución, destrucción. El sindicalismo fue
entonces el principal protagonista de lo que
se llamó “la etapa de la resistencia”.
“La estrategia de presión política
del sindicalismo descansaba, no obstante,
en un delicado equilibrio porque, al desple-
garse, su propia dinámica entregaba poder
de regateo a los militares y con ello ponía en
peligro el propio sistema político del que
extraía su eficacia”.
Luego se analiza el papel oscilante -
según lo define el autor- que tuvo el sindica-
lismo como factor de poder en la vida políti-
ca del país entre 1958 y 1973: presión,
acuerdo, confrontación. Péndulo entre pla-
nes de lucha y colaboracionismo. Cercanía y
lejanía de la conducción de Perón.
Torre considera que la estrategia de
Perón, al regresar al país y vencer a los milita-
res, estuvo basada en proponerle al frente
electoral dos acuerdos: “por un lado el
acuerdo político entre los dos grandes parti-
En su beneficio, debe aceptarse que
Ballent no cede a estas falacias y, entonces,
lo más interesante de su libro es el perma-
nente titubeo entre principios apriorísticos
que serían descalificadores o despectivos y
el reconocimiento de la magnitud dimensio-
nal y de sentido de las transformaciones
acaecidas en esos momentos. Testimonio de
ello es su valoración del rol “cumplido por el
peronismo en la historia de las políticas de
vivienda popular: el Estado inició la cons-
trucción masiva de viviendas y la magnitud
de los planes emprendidos -tanto en accio-
nes directas (construcción de unidades)
como indirectas (asignación de créditos)-
carecía de antecedentes en el país”, como
así también que “fue el peronismo el que
hizo visible el Gran Buenos Aires”.
Por el contrario, la clasificación de
las estéticas de las obras del período -según
una arquitectura rústica o pintoresca, un
modernismo atenuado, el neoclasicismo y el
modernismo radical- sólo permite resulta-
dos de naturaleza descriptiva, inhabilitando
con su persistencia análisis más profundos.
Donde se muestra de manera más
clara lo sesgado del enfoque, aunque el len-
guaje cuide adecuadamente las formas aca-
démicas, es en el análisis de la arquitectura
Gráfica peronista del período clásico
Buenos Aires, La marca, 2006, 240 páginas
En la contratapa de este librito de un
formato de 15 por 15 centímetros se postula
que “el 'ser argentino' (la argentinidad) y el
'ser peronista', dos condiciones de difícil defi-
nición, no parecen estar contingentemente
escindidos entre sí. El peronismo, convertido
en sentimiento, trasciende la historia y la
ideología. Desde el desprejuicio político, y
como parte de nuestra política de recolec-
ción sistemática de material gráfico, rescata-
mos aquí algunos cientos de muestras de lo
que podemos llamar la estética peronista en
su estado de máxima pureza. ¡Disfrútelo,
compañero!” (sic).
Guido Indij, quien editó en 2002 el
Manual del niño peronista, inició hace cinco
años una singular colección de libros foto-
gráficos con Cartele, una antología de letre-
ros insólitos fotografiados por aficionados.
La continuó con otros títulos: Mitogramas -
del “diseño precolombino”-, una selección
de esténciles (impresos en las paredes) y El
libro de los colectivos. Su objetivo es “esta-
blecer un registro documental de los imagi-
narios locales de interés universal y de la
RESEÑAS
impulsada por Eva Perón o asociada a su
figura. El capítulo V se titula precisa o dubi-
tativamente “El kitsch inolvidable” y allí rápi-
damente Ballent sostiene que “la arquitec-
tura que ha permanecido ligada a Eva Perón
se caracterizó por… lenguajes que en el
panorama estético del siglo XX responden al
universo del kitsch, en dos variantes…
“kitsch de mercado” -aquel basado en las
imágenes rústicas o excepcionalmente
afrancesadas- y “kitsch de la propaganda
política” -el centrado en una banalización
de las estéticas de lo sublime-” y más ade-
lante persevera sosteniendo: “cuanto más
convencional y poco innovadora fuera esta
arquitectura, mejor cumpliría su objetivo
político”.
Por otra parte, debe consignarse
una inteligente y sutil apreciación del cam-
bio de sentido del espacio público y de la “es-
cenificación de la política” -para decirlo con
sus propias palabras-, dando cuenta de una
ciudad que es apropiada por los sectores
populares como gesta -reivindicada y cele-
brada ritualmente- y como lugar de esparci-
miento y encuentro en la vida cotidiana.
Roberto Doberti
Guido Indij, editor
Perón mediante
manera en que éstos se cristalizan en las dis-
tintas gráficas populares con el fin de poner-
las en valor y otorgarles un sentido de per-
durabilidad”. Ahora presenta este libro con
fotos de diferentes aspectos de la gráfica
peronista “del período clásico”, demostran-
do un enorme talento para lograr que el cale-
fón luzca bien al lado de la Biblia.
Ese espíritu sincrético también se
refleja en los textos iniciales de Horacio
González, Eduardo López y Daniel Santoro.
González destaca el discurso de los manua-
les escolares del primer peronismo, abona-
dos por un “gran potencial aforístico. En
todos los casos, se trataba de una enseñan-
za que encontraba sus cánones inagotables
en las épicas operarias del siglo, en el poder
7
de la técnica y en la felicidad comunitaria”.
Pero ello “suponía una didáctica que en su
momento reclamó las máximas realizacio-
nes del diseño popular de imágenes y de las
simbologías combatientes para la congre-
gación de almas. De la misma manera, se
puede decir que, en este punto, el peronis-
mo es una de las estaciones más dramáticas

de la publicidad política cuando el núcleo de
problemas a ser transmitidos se establece
en un encuentro fundamental: entre las ufa-
nas aspiraciones del Estado, un ideal de pla-
cidez nacional y la vida cotidiana realizada
como estampas de una niñez inmaculada,
sin conflictos”.
Por eso la iconografía de aquellos
manuales sorprende sólo a los novatos: “to-
dos los que sabemos que el peronismo pro-
nunció las más severas palabras de la vida
política de un país, moviendo a miles y miles
de hombres bajo las banderas del drama del
resarcimiento y la emancipación, tampoco
podemos asombrarnos de cómo pensó una
arcadia de símbolos definitorios de la comu-
nidad radiante, como si ningún acecho o difi-
cultad existiera”.
Agregaría por mi parte que a los ini-
ciados aún nos cuesta entenderlo, cuando
apreciamos la beatitud de los afiches y los
libros ilustrados de aquella época y a la vez
descubrimos que Perón -por no hablar de
Evita- destinaba varios minutos de casi
todos sus discursos a cargar contra la oligar-
quía o la oposición. Es cierto que él, al
menos hasta junio de 1955, lo hacía con el
firme convencimiento de que para conven-
cerlos solamente necesitaba del tiempo.
Horacio González concibe una cone-
xión posible entre la iconografía escolar y el
conflicto social: “en alguna medida, aunque
no podían dejar de ser candorosos estos
libros de iniciación, contenían la semilla
explosiva por la cual la Argentina vivía escin-
dida en distintas versiones de la vida social”.
Por eso advierte en aquellos íconos y estam-
pas, y aun en el cauce revulsivo que hoy les
da la obra de Daniel Santoro, “un cofre a ser
RESEÑAS
revisto por el arte y la literatura para indagar
en el fondo último de nuestros pensamien-
tos sobre la beatitud y la guerra”.
Eduardo López, por su parte, desta-
ca que es tardío el descubrimiento de las
investigaciones universitarias respecto de
“las formas de hacer política a través de los
medios de comunicación. Ninguna nove-
dad para el peronismo que desde 1945 los
utilizó para la construcción de poder. Ese
espacio simbólico, que a la distancia algu-
nos leen como una ficción, donde se repre-
sentaban los sueños, las esperanzas y las
pasiones de los desheredados, generó un
formidable estilo gráfico, que es más un
cruce de estilos”.
Con esta novedad esencial el pero-
nismo se apropió de la experiencia de carica-
turistas y trabajadores gráficos de distintos
sectores ideológicos. Así, el desprejuicio y el
desenfado construyeron “un tono alejado
de los cánones modernos, cuyo eclecticismo
expresó -quizá mejor que nada- la naturale-
za compleja del discurso peronista”. Los afi-
ches así sirvieron, tanto como la voz de
Perón en la radio, para desarrollar la identi-
dad peronista. Los datos estadísticos y los
gráficos que contenían permitieron al pue-
blo traducir la experiencia tangible del bie-
nestar en un conocimiento amplio sobre el
rumbo del país.
Daniel Santoro, por último, afirma
que La Nación Argentina. Justa, libre, sobe-
rana -esa monumental obra editada en
1950, de 36 centímetros de alto y más de
800 páginas repletas de afiches y gráficos
que describen logros categóricos en todas
las áreas de gobierno y en cada una de las
provincias y territorios nacionales- “es un
verdadero digesto visual de contundente
efectividad”, pese a la variedad de estilos y
calidades que aquella obra tenía, que van
“desde las más solventes hasta las de un mar-
cado amateurismo, cercano a la incompe-
tencia... resultando así un retrato algo inge-
nuo de los variados aspectos de la vida de la
Nación”.
Añadiría lo siguiente: quien hoy lea
esta obra -hay un ejemplar en nuestra
modesta Biblioteca de la Sede Reconquista-
se impresionará por dos cosas. En primer
lugar, por el optimismo sólido que golpea a
quien abre cada una de sus páginas y que se
distingue claramente de la austeridad de las
cifras de los documentos oficiales de las últi-
mas décadas. En segundo lugar, por la verifi-
cación de que el Estado ha abandonado la
vocación por resumir el destino proyectado
en manuales de este tipo. En todo caso, lo
que suele verse son avisos de medios gráfi-
cos y audiovisuales que apabullan con datos
tan precisos como difíciles de retener para
un ciudadano común, o memorias ministe-
riales accesibles únicamente para quien bus-
que información específica. Pero no hay ya
intentos de traducir toda una gestión de
gobierno en un conjunto de realizaciones
fácilmente comprensibles y enmarcadas en
un objetivo descifrable y en lo posible verifi-
cable.
Por otra parte, Santoro afirma que
“con la muerte de Eva Perón, su imagen se
convierte en un ícono político-religioso.
Para los libros de texto infantiles, su figura
se mostrará como la imagen de un hada pro-
tectora (“El Hada Buena argentina”); para el
uso oficial, sindicatos y organizaciones
sociales, en cambio, será la figura severa y
amable con el ceñido rodete y el traje sastre.
Éste es el ícono de Evita que trascenderá el
tiempo, constituyendo una dimensión míti-
ca comparable a la del Che Guevara, Lenin o
Mao”. Pese a este aserto, Santoro no da una
respuesta concluyente a la pregunta de “si
es cierto que el simple perfil de Eva Perón
dice más de la historia argentina que todo
nuestro panteón de próceres”, aunque sí
certifica terminantemente que ese mismo
perfil constituye el vértice de la construc-
ción de un imaginario político donde “se
dibujan algunos de los límites de nuestra
identidad”.
Repasando las páginas del trabajo
editado por Indij, se confirma el desprejuicio
que lo animó, aunque la agregación ordena-
da exclusivamente por criterios estéticos
facilite la empresa de quienes sólo quieren
ver en la gráfica peronista una muestra más
de su omnipresente vocación manipulado-
ra. Si bien es también posible que el trato de
“compañero” de la contratapa evite en
buena medida que el librito caiga en manos
temerarias.
Sin embargo, en el volumen no
dejan de asombrar las recurrentes referen-
cias gráficas a la doctrina peronista. Lo que
esta reincidencia permite ver es que la pro-
paganda de aquella época incluía realizacio-
nes y efigies, pero también mencionaba con-
tinuamente el rumbo elegido y la doctrina
que lo inspiraba. Así se popularizaron rápi-
damente principios que hoy sostiene la
mayor parte de la sociedad argentina, inclu-
Buenos Aires, Siglo XXI, 2004, 222 páginas
El libro de Juan Carlos Torre fue
escrito entre 1978 y 1979 y publicado en
1983. La presente edición (2004) es una
reimpresión con un nuevo y sugerente título
y dos agregados: un apéndice sobre la deno-
minada “democracia interna” de los sindica-
tos y un prólogo que intenta re-contex-
tualizar el estudio, 25 años después.
El objetivo del nuevo prólogo es
demostrar que “los factores que explican el
poder de los sindicatos en el país… resulta-
ron ser… menos determinantes y más con-
tingentes de lo que supusimos”. El autor
llega a esa conclusión a la luz del nuevo esce-
nario histórico de los 80 y los 90.
El fundamento de la apreciación
que realiza el autor se basa en que, aún
luego de la caída del gobierno peronista -
donde emergió el movimiento sindical
como actor principal de la vida del país- tuvo
el sindicalismo un papel preponderante en
un contexto político y económico cambian-
te y con reiterados quiebres y variaciones
sustantivas en el control del Estado.
Por otra parte, el autor considera
que “en un país como el nuestro, con una
clase obrera madura, tanto en un sentido
sociocultural como en uno político, es espe-
rable que el sindicalismo se constituya en un
hecho central de la vida política y social”.
Para adjetivar como “madura” a la clase
obrera argentina, Juan Carlos Torre recurre
al sociólogo inglés John Goldthorpe quien
caracteriza la madurez en dos dimensiones:
sociocultural y política.
Según el autor -hasta 1979 que
escribe su libro- existen dos fuentes de
RESEÑAS
yendo a muchos que siempre detestaron los
métodos de Perón.
El optimismo primordial y la subli-
mación de la doctrina nos han llegado de
una forma u otra. Eso explica que hasta los
peronistas que tenemos menos de 50 años
de edad podamos aún secretar nostalgia
por un tiempo que no vivimos. Y que poda-
mos seguir siempre esperando mucho más
de nosotros mismos.
Mariano Fontela
Juan Carlos Torre
El gigante invertebrado
Los sindicatos en el gobierno,
Argentina 1973-1976
poder en el sindicalismo argentino: el mer-
cado de trabajo relativamente equilibrado y
la cohesión política de la clase obrera.
Su visión -25 años después- se modi-
fica y plantea “cambios en las fuentes de
poder del sindicalismo argentino” que “pro-
vocaron a la postre un debilitamiento del
poder sindical”.
Torre considera que la “democrati-
zación del sistema político y las reformas de
mercado” modificaron el modelo de desa-
rrollo y, por lo tanto, la capacidad de presión
del poder sindical que, por otra parte, per-
dió cohesión política en tanto el peronismo
participó de la vida política.
El autor en varias partes de su libro
sostiene la tesis que el sindicalismo peronis-
ta no supo estructurar un modelo basado en
la participación en el poder, sino que se sin-
tió más cómodo en la confrontación y en
ocasionales intervenciones que no lo com-
prometiesen con la marcha general del pro-
ceso político. Esta visión es aplicada por el
autor aun en los años que investiga con
mayor profundidad: 1973-1976.
Volvamos al prólogo. En las páginas
donde Torre reinterpreta el papel del sindi-
calismo a la luz de las transformaciones de
los 80 y los 90, sostiene que el simbolismo
de la “designación del jefe de las 62 organi-
zaciones… Lorenzo Miguel, en el cargo
clave de la vicepresidencia del Partido
Justicialista… habría de ser… la última
expresión de la gravitación sindical”.
Partiendo del análisis “partidocráti-
co”, el autor considera que luego de la
derrota electoral de 1983 se produjeron

de la publicidad política cuando el núcleo de
problemas a ser transmitidos se establece
en un encuentro fundamental: entre las ufa-
nas aspiraciones del Estado, un ideal de pla-
cidez nacional y la vida cotidiana realizada
como estampas de una niñez inmaculada,
sin conflictos”.
Por eso la iconografía de aquellos
manuales sorprende sólo a los novatos: “to-
dos los que sabemos que el peronismo pro-
nunció las más severas palabras de la vida
política de un país, moviendo a miles y miles
de hombres bajo las banderas del drama del
resarcimiento y la emancipación, tampoco
podemos asombrarnos de cómo pensó una
arcadia de símbolos definitorios de la comu-
nidad radiante, como si ningún acecho o difi-
cultad existiera”.
Agregaría por mi parte que a los ini-
ciados aún nos cuesta entenderlo, cuando
apreciamos la beatitud de los afiches y los
libros ilustrados de aquella época y a la vez
descubrimos que Perón -por no hablar de
Evita- destinaba varios minutos de casi
todos sus discursos a cargar contra la oligar-
quía o la oposición. Es cierto que él, al
menos hasta junio de 1955, lo hacía con el
firme convencimiento de que para conven-
cerlos solamente necesitaba del tiempo.
Horacio González concibe una cone-
xión posible entre la iconografía escolar y el
conflicto social: “en alguna medida, aunque
no podían dejar de ser candorosos estos
libros de iniciación, contenían la semilla
explosiva por la cual la Argentina vivía escin-
dida en distintas versiones de la vida social”.
Por eso advierte en aquellos íconos y estam-
pas, y aun en el cauce revulsivo que hoy les
da la obra de Daniel Santoro, “un cofre a ser
RESEÑAS
revisto por el arte y la literatura para indagar
en el fondo último de nuestros pensamien-
tos sobre la beatitud y la guerra”.
Eduardo López, por su parte, desta-
ca que es tardío el descubrimiento de las
investigaciones universitarias respecto de
“las formas de hacer política a través de los
medios de comunicación. Ninguna nove-
dad para el peronismo que desde 1945 los
utilizó para la construcción de poder. Ese
espacio simbólico, que a la distancia algu-
nos leen como una ficción, donde se repre-
sentaban los sueños, las esperanzas y las
pasiones de los desheredados, generó un
formidable estilo gráfico, que es más un
cruce de estilos”.
Con esta novedad esencial el pero-
nismo se apropió de la experiencia de carica-
turistas y trabajadores gráficos de distintos
sectores ideológicos. Así, el desprejuicio y el
desenfado construyeron “un tono alejado
de los cánones modernos, cuyo eclecticismo
expresó -quizá mejor que nada- la naturale-
za compleja del discurso peronista”. Los afi-
ches así sirvieron, tanto como la voz de
Perón en la radio, para desarrollar la identi-
dad peronista. Los datos estadísticos y los
gráficos que contenían permitieron al pue-
blo traducir la experiencia tangible del bie-
nestar en un conocimiento amplio sobre el
rumbo del país.
Daniel Santoro, por último, afirma
que La Nación Argentina. Justa, libre, sobe-
rana -esa monumental obra editada en
1950, de 36 centímetros de alto y más de
800 páginas repletas de afiches y gráficos
que describen logros categóricos en todas
las áreas de gobierno y en cada una de las
provincias y territorios nacionales- “es un
verdadero digesto visual de contundente
efectividad”, pese a la variedad de estilos y
calidades que aquella obra tenía, que van
“desde las más solventes hasta las de un mar-
cado amateurismo, cercano a la incompe-
tencia... resultando así un retrato algo inge-
nuo de los variados aspectos de la vida de la
Nación”.
Añadiría lo siguiente: quien hoy lea
esta obra -hay un ejemplar en nuestra
modesta Biblioteca de la Sede Reconquista-
se impresionará por dos cosas. En primer
lugar, por el optimismo sólido que golpea a
quien abre cada una de sus páginas y que se
distingue claramente de la austeridad de las
cifras de los documentos oficiales de las últi-
mas décadas. En segundo lugar, por la verifi-
cación de que el Estado ha abandonado la
vocación por resumir el destino proyectado
en manuales de este tipo. En todo caso, lo
que suele verse son avisos de medios gráfi-
cos y audiovisuales que apabullan con datos
tan precisos como difíciles de retener para
un ciudadano común, o memorias ministe-
riales accesibles únicamente para quien bus-
que información específica. Pero no hay ya
intentos de traducir toda una gestión de
gobierno en un conjunto de realizaciones
fácilmente comprensibles y enmarcadas en
un objetivo descifrable y en lo posible verifi-
cable.
Por otra parte, Santoro afirma que
“con la muerte de Eva Perón, su imagen se
convierte en un ícono político-religioso.
Para los libros de texto infantiles, su figura
se mostrará como la imagen de un hada pro-
tectora (“El Hada Buena argentina”); para el
uso oficial, sindicatos y organizaciones
sociales, en cambio, será la figura severa y
amable con el ceñido rodete y el traje sastre.
Éste es el ícono de Evita que trascenderá el
tiempo, constituyendo una dimensión míti-
ca comparable a la del Che Guevara, Lenin o
Mao”. Pese a este aserto, Santoro no da una
respuesta concluyente a la pregunta de “si
es cierto que el simple perfil de Eva Perón
dice más de la historia argentina que todo
nuestro panteón de próceres”, aunque sí
certifica terminantemente que ese mismo
perfil constituye el vértice de la construc-
ción de un imaginario político donde “se
dibujan algunos de los límites de nuestra
identidad”.
Repasando las páginas del trabajo
editado por Indij, se confirma el desprejuicio
que lo animó, aunque la agregación ordena-
da exclusivamente por criterios estéticos
facilite la empresa de quienes sólo quieren
ver en la gráfica peronista una muestra más
de su omnipresente vocación manipulado-
ra. Si bien es también posible que el trato de
“compañero” de la contratapa evite en
buena medida que el librito caiga en manos
temerarias.
Sin embargo, en el volumen no
dejan de asombrar las recurrentes referen-
cias gráficas a la doctrina peronista. Lo que
esta reincidencia permite ver es que la pro-
paganda de aquella época incluía realizacio-
nes y efigies, pero también mencionaba con-
tinuamente el rumbo elegido y la doctrina
que lo inspiraba. Así se popularizaron rápi-
damente principios que hoy sostiene la
mayor parte de la sociedad argentina, inclu-
Buenos Aires, Siglo XXI, 2004, 222 páginas
El libro de Juan Carlos Torre fue
escrito entre 1978 y 1979 y publicado en
1983. La presente edición (2004) es una
reimpresión con un nuevo y sugerente título
y dos agregados: un apéndice sobre la deno-
minada “democracia interna” de los sindica-
tos y un prólogo que intenta re-contex-
tualizar el estudio, 25 años después.
El objetivo del nuevo prólogo es
demostrar que “los factores que explican el
poder de los sindicatos en el país… resulta-
ron ser… menos determinantes y más con-
tingentes de lo que supusimos”. El autor
llega a esa conclusión a la luz del nuevo esce-
nario histórico de los 80 y los 90.
El fundamento de la apreciación
que realiza el autor se basa en que, aún
luego de la caída del gobierno peronista -
donde emergió el movimiento sindical
como actor principal de la vida del país- tuvo
el sindicalismo un papel preponderante en
un contexto político y económico cambian-
te y con reiterados quiebres y variaciones
sustantivas en el control del Estado.
Por otra parte, el autor considera
que “en un país como el nuestro, con una
clase obrera madura, tanto en un sentido
sociocultural como en uno político, es espe-
rable que el sindicalismo se constituya en un
hecho central de la vida política y social”.
Para adjetivar como “madura” a la clase
obrera argentina, Juan Carlos Torre recurre
al sociólogo inglés John Goldthorpe quien
caracteriza la madurez en dos dimensiones:
sociocultural y política.
Según el autor -hasta 1979 que
escribe su libro- existen dos fuentes de
RESEÑAS
yendo a muchos que siempre detestaron los
métodos de Perón.
El optimismo primordial y la subli-
mación de la doctrina nos han llegado de
una forma u otra. Eso explica que hasta los
peronistas que tenemos menos de 50 años
de edad podamos aún secretar nostalgia
por un tiempo que no vivimos. Y que poda-
mos seguir siempre esperando mucho más
de nosotros mismos.
Mariano Fontela
Juan Carlos Torre
El gigante invertebrado
Los sindicatos en el gobierno,
Argentina 1973-1976
poder en el sindicalismo argentino: el mer-
cado de trabajo relativamente equilibrado y
la cohesión política de la clase obrera.
Su visión -25 años después- se modi-
fica y plantea “cambios en las fuentes de
poder del sindicalismo argentino” que “pro-
vocaron a la postre un debilitamiento del
poder sindical”.
Torre considera que la “democrati-
zación del sistema político y las reformas de
mercado” modificaron el modelo de desa-
rrollo y, por lo tanto, la capacidad de presión
del poder sindical que, por otra parte, per-
dió cohesión política en tanto el peronismo
participó de la vida política.
El autor en varias partes de su libro
sostiene la tesis que el sindicalismo peronis-
ta no supo estructurar un modelo basado en
la participación en el poder, sino que se sin-
tió más cómodo en la confrontación y en
ocasionales intervenciones que no lo com-
prometiesen con la marcha general del pro-
ceso político. Esta visión es aplicada por el
autor aun en los años que investiga con
mayor profundidad: 1973-1976.
Volvamos al prólogo. En las páginas
donde Torre reinterpreta el papel del sindi-
calismo a la luz de las transformaciones de
los 80 y los 90, sostiene que el simbolismo
de la “designación del jefe de las 62 organi-
zaciones… Lorenzo Miguel, en el cargo
clave de la vicepresidencia del Partido
Justicialista… habría de ser… la última
expresión de la gravitación sindical”.
Partiendo del análisis “partidocráti-
co”, el autor considera que luego de la
derrota electoral de 1983 se produjeron

grandes cambios que originaron el surgi-
miento de una nueva estructura del partido
justicialista.
Si bien Torre -como buen sociólogo-
aplica al peronismo el concepto analítico de
movimiento de masas, su posición sobre las
nuevas bases del partido dejan entrever el
rol principal que le asigna a la estructura-
ción del partido como tal y no, como lo sos-
tienen otros autores, a la naturaleza movi-
mientista del peronismo plasmada en la doc-
trina que legó el General Perón.
En el marco que mencionábamos
más arriba, se describe el proceso iniciado
por la corriente de la Renovación Peronista y
el tránsito del poder “corporativo” (así lo
llama Torre) al poder territorial, basado en la
supremacía de gobernadores, intendentes y
legisladores sobre la dirigencia sindical.
El autor caracteriza el nuevo escena-
rio con dos factores concurrentes: las muta-
ciones en el contexto económico y la flexibi-
lización del marco normativo de las relacio-
nes laborales.
Sobre el primer punto, la vía a las
reformas de mercado fueron ejecutadas por
un presidente que llegó al poder de la mano
del partido justicialista. Privatización de las
empresas públicas, apertura comercial, des-
trucción en gran escala de puestos de traba-
jo, recesión, entre otros factores, alteraron
en forma sustancial el relativo “equilibrio”
del marcado del trabajo que Torre había con-
signado como una de las fuentes del poder
sindical hasta el advenimiento de la dictadu-
ra militar de 1976.
Por otra parte, las iniciativas puestas
en práctica a nivel legislativo, junto con el
alto nivel de desempleo, diezmaron las ven-
tajas contenidas en los convenios colectivos
RESEÑAS
y llevaron a la extender la precarización de
las condiciones de trabajo.
Según Torre, el sindicalismo retro-
cedió y concentró sus fuerzas en defender
sus “prerrogativas corporativas” (sic, con-
trol de los recursos económicos de las obras
sociales y predominio institucional en las
negociaciones colectivas), mostrando una
estrategia débil frente a la imagen de poder
que había ostentado en la vida política
argentina.
El autor afirma allí que el poder sin-
dical, en realidad, guardaba en sí mismo el
germen de la decadencia y autodestrucción:
cuando en 1973 debió enfrentar su regreso
al poder, acudió “desgarrado por profundos
conflictos”, mostrando el perfil de “gigante
invertebrado”.
Nos hemos detenido en el prólogo
porque el libro en cuestión, si bien es una
descripción histórica del proceso político del
peronismo entre 1973 y 1976, con especial
énfasis en el papel que le cupo al movimien-
to sindical en su relación con el poder, mues-
tra en esta parte la tesis del autor, que la ana-
liza en dos tiempos: cuando escribió su obra
y 25 años después. En ambos contextos
llega a la misma conclusión, aunque con
diferencia de matices: el poder sindical pero-
nista en la Argentina sólo fue tal mientras
vivió Perón. Cerca o lejos del líder, los sindi-
calistas se referenciaron en su conducción.
Cuando él desapareció, se profundizó la
decadencia por los cambios en el contexto
político y socioeconómico y por la debilidad
misma de la propia identidad y estructura
del sindicalismo.
El libro desarrolla los siguientes capí-
tulos:
❏ Introducción. La trayectoria del sin-
dicalismo peronista a partir de
1955.
❏ Los sindicatos ante el gobierno
peronista. Mayo 1973-Septiembre
1973.
❏ La presidencia de Perón. Octubre
1973-Julio 1974.
❏ Bajo los sucesores de Perón. Julio
1974-Marzo 1976.
❏ Conclusión.
❏ Apéndice sobre “El proceso político
interno de los sindicatos en la
Argentina”.
En la Introducción, el autor analiza
el papel del sindicalismo entre la caída del
gobierno peronista en 1955 y los comienzos
de los años 70, cuando el ambiente social y
político mostró que era imprescindible un
giro que contuviera a Perón en cualquier sali-
da de la crisis argentina.
Allí, Torre analiza la definición del
perfil propio del sindicalismo en sus relacio-
nes con Perón, con sus propias bases y con
las fuerzas sociales y políticas del país.
Comienza describiendo la “desobediencia”
al líder cuando la dictadura convoca a elec-
ciones internas en los sindicatos en 1957 y
los gremialistas participan logrando el con-
trol de numerosos sindicatos industriales en
contra de la voluntad de Perón. Aún así, el
jefe del peronismo termina reconociendo a
esta nueva generación sindical que con
poder propio se referencia como eje de su
discurso en la identificación peronista.
Se describe, a nuestro criterio con
certeza, la persecución política del régimen
instaurado en 1955 contra el peronismo y
las estructuras sindicales: proscripción, per-
secución, destrucción. El sindicalismo fue
entonces el principal protagonista de lo que
se llamó “la etapa de la resistencia”.
“La estrategia de presión política
del sindicalismo descansaba, no obstante,
en un delicado equilibrio porque, al desple-
garse, su propia dinámica entregaba poder
de regateo a los militares y con ello ponía en
peligro el propio sistema político del que
extraía su eficacia”.
Luego se analiza el papel oscilante -
según lo define el autor- que tuvo el sindica-
lismo como factor de poder en la vida políti-
ca del país entre 1958 y 1973: presión,
acuerdo, confrontación. Péndulo entre pla-
nes de lucha y colaboracionismo. Cercanía y
lejanía de la conducción de Perón.
Torre considera que la estrategia de
Perón, al regresar al país y vencer a los milita-
res, estuvo basada en proponerle al frente
electoral dos acuerdos: “por un lado el
acuerdo político entre los dos grandes parti-
En su beneficio, debe aceptarse que
Ballent no cede a estas falacias y, entonces,
lo más interesante de su libro es el perma-
nente titubeo entre principios apriorísticos
que serían descalificadores o despectivos y
el reconocimiento de la magnitud dimensio-
nal y de sentido de las transformaciones
acaecidas en esos momentos. Testimonio de
ello es su valoración del rol “cumplido por el
peronismo en la historia de las políticas de
vivienda popular: el Estado inició la cons-
trucción masiva de viviendas y la magnitud
de los planes emprendidos -tanto en accio-
nes directas (construcción de unidades)
como indirectas (asignación de créditos)-
carecía de antecedentes en el país”, como
así también que “fue el peronismo el que
hizo visible el Gran Buenos Aires”.
Por el contrario, la clasificación de
las estéticas de las obras del período -según
una arquitectura rústica o pintoresca, un
modernismo atenuado, el neoclasicismo y el
modernismo radical- sólo permite resulta-
dos de naturaleza descriptiva, inhabilitando
con su persistencia análisis más profundos.
Donde se muestra de manera más
clara lo sesgado del enfoque, aunque el len-
guaje cuide adecuadamente las formas aca-
démicas, es en el análisis de la arquitectura
Gráfica peronista del período clásico
Buenos Aires, La marca, 2006, 240 páginas
En la contratapa de este librito de un
formato de 15 por 15 centímetros se postula
que “el 'ser argentino' (la argentinidad) y el
'ser peronista', dos condiciones de difícil defi-
nición, no parecen estar contingentemente
escindidos entre sí. El peronismo, convertido
en sentimiento, trasciende la historia y la
ideología. Desde el desprejuicio político, y
como parte de nuestra política de recolec-
ción sistemática de material gráfico, rescata-
mos aquí algunos cientos de muestras de lo
que podemos llamar la estética peronista en
su estado de máxima pureza. ¡Disfrútelo,
compañero!” (sic).
Guido Indij, quien editó en 2002 el
Manual del niño peronista, inició hace cinco
años una singular colección de libros foto-
gráficos con Cartele, una antología de letre-
ros insólitos fotografiados por aficionados.
La continuó con otros títulos: Mitogramas -
del “diseño precolombino”-, una selección
de esténciles (impresos en las paredes) y El
libro de los colectivos. Su objetivo es “esta-
blecer un registro documental de los imagi-
narios locales de interés universal y de la
RESEÑAS
impulsada por Eva Perón o asociada a su
figura. El capítulo V se titula precisa o dubi-
tativamente “El kitsch inolvidable” y allí rápi-
damente Ballent sostiene que “la arquitec-
tura que ha permanecido ligada a Eva Perón
se caracterizó por… lenguajes que en el
panorama estético del siglo XX responden al
universo del kitsch, en dos variantes…
“kitsch de mercado” -aquel basado en las
imágenes rústicas o excepcionalmente
afrancesadas- y “kitsch de la propaganda
política” -el centrado en una banalización
de las estéticas de lo sublime-” y más ade-
lante persevera sosteniendo: “cuanto más
convencional y poco innovadora fuera esta
arquitectura, mejor cumpliría su objetivo
político”.
Por otra parte, debe consignarse
una inteligente y sutil apreciación del cam-
bio de sentido del espacio público y de la “es-
cenificación de la política” -para decirlo con
sus propias palabras-, dando cuenta de una
ciudad que es apropiada por los sectores
populares como gesta -reivindicada y cele-
brada ritualmente- y como lugar de esparci-
miento y encuentro en la vida cotidiana.
Roberto Doberti
Guido Indij, editor
Perón mediante
manera en que éstos se cristalizan en las dis-
tintas gráficas populares con el fin de poner-
las en valor y otorgarles un sentido de per-
durabilidad”. Ahora presenta este libro con
fotos de diferentes aspectos de la gráfica
peronista “del período clásico”, demostran-
do un enorme talento para lograr que el cale-
fón luzca bien al lado de la Biblia.
Ese espíritu sincrético también se
refleja en los textos iniciales de Horacio
González, Eduardo López y Daniel Santoro.
González destaca el discurso de los manua-
les escolares del primer peronismo, abona-
dos por un “gran potencial aforístico. En
todos los casos, se trataba de una enseñan-
za que encontraba sus cánones inagotables
en las épicas operarias del siglo, en el poder
7
de la técnica y en la felicidad comunitaria”.
Pero ello “suponía una didáctica que en su
momento reclamó las máximas realizacio-
nes del diseño popular de imágenes y de las
simbologías combatientes para la congre-
gación de almas. De la misma manera, se
puede decir que, en este punto, el peronis-
mo es una de las estaciones más dramáticas

Anahi Ballent
Las huellas de la política
Vivienda, ciudad, peronismo en Buenos Aires,
1943-1955
Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes y Prometeo,
2005, 273 páginas
La primera idea que me suscita el Por su parte, las obras que directa o
texto en rigor no pertenece a la interioridad indirectamente estuvieron bajo la tutela o la
del mismo, sino al campo en el que se ubica, inspiración de Eva Perón son de muy diversa
o más precisamente al campo que su propia localización y escala. Pero su rasgo más gene-
presencia amplía. Porque el caso es que ral es que asumieron las problemáticas
cuando se relacionan producciones sociales sociales rechazando los conceptos de dádi-
o culturales con la política, sea como en este va y los modelos con reminiscencias carcela-
vivienda y ciudad, o deporte, o cine, el rias u opresivas.
vínculo remite en la inmensa mayoría de los Puede decirse, con palabras que en
casos al peronismo. Notable relevancia de otro lugar del texto suscribe Anahi Ballent,
esos diez años que, mirados con amor o con que consiguió “instalar la idea de 'derecho a
odio, con pretensión de objetividad científi- la vivienda' que el Estado ya no podría des-
ca o con pasión ardorosa, siempre convocan conocer, aun con posterioridad al derroca-
la mirada. Digamos que el peronismo es lo miento del peronismo”.
que no puede dejar de verse y eso ya lo saca Como criterio global que rige la
de cualquier equivalencia con otros proyec- redacción del trabajo, Ballent declara: “El
tos o modalidades de ejercicio de la política. vínculo que constituye nuestro interés
Pues bien, Anahi Ballent sigue esa puede ser desglosado en dos aspectos o
huella en este libro editado por la niveles de análisis de la producción arquitec-
Universidad Nacional de Quilmes y esta refe- tónica y urbanística, que intentaremos rela-
rencia no es meramente indicativa, sino que cionar: políticas estatales y estéticas arqui-
señala el carácter prolijamente académico tectónicas”. También: “El análisis… se
de su trabajo. En ese sentido, el texto es cla- enfrenta a un universo plural y se ve obliga-
ramente valioso, pues contiene copiosa y do a renunciar a toda búsqueda de una 'ar-
verificada información, mucha de ella des- quitectura peronista', entendida como un
conocida o no articulada en estudios previos único conjunto de formas expresivo de la
sobre la temática. Por cierto que la recopila- política”. Mucho permite ilusionarse tam-
ción de datos nunca puede ser exhaustiva y bién cuando se dice: “El trabajo… intenta
por tanto, aun trabajando con una impor- también ensayar una aproximación cultural
tante cantidad de material, se verifica una de la arquitectura, capaz de comprenderla
acertada selección de dos campos de pro- en términos de instrumento, pero también
ducción del hábitat bien diferenciados por de representación… se trata de construir
varias causas, pero que se pueden distinguir una aproximación integradora sobre las for-
para un primer desglose por la presencia de mas del habitar”.
la figura del ministro Juan Pistarini en un Sin embargo, a mi juicio, estos acer-
caso y por la de Eva Perón en el otro. Aunque tados criterios se empañan por la insuficien-
el texto aborda y analiza también otras cia de las categorías con que se los desarro-
acciones y participantes -por ejemplo, las lla. Y son insuficientes porque acciones de
ideas y la gestión del intendente de Buenos transformación del hábitat, emprendidas
Aires, arquitecto Jorge Sabaté-, es sobre por una conducción política tan decisiva y
aquellos dos grupos de acciones donde original como el peronismo, merecerían
recae el mayor interés. generar o reformular los propios principios
La construcción del aeropuerto de análisis.
internacional de Ezeiza implicó una opera- La exigencia de repensar a partir de
ción de desarrollo territorial de gran enver- una construcción conceptual específica
gadura y múltiples sentidos. No sólo se trató estas cuestiones sólo puede desatenderse si
de una estación de aeronavegación, sino se acepta una penosa y resentida frase de
que estableció la problemática de los acce- Halperín Donghi que extrañamente la autora
sos y arterias radiales a la Capital Federal y introduce cuando dice: “La fuerza adquirida
constituyó la planificación y concreción de por la representación puede explicarse a tra-
espacios de recreación a escala masiva, colo- vés de distintos elementos. Se debe en parte
nias infantiles y conjuntos de viviendas (aun- a la concepción de la política de Perón, que
que Ciudad Evita, que es su manifestación como ha planteado Halperín Donghi, 'la redu-
más relevante, no formó parte del proyecto cía a una técnica para suscitar la obediencia',
original) y la creación de las más importante privando 'de buena parte de su poder legiti-
y elaborada área de forestación suburbana. mante al veredicto del sufragio popular'”.
dos políticos representados en el parlamen- Alfredo Gómez Morales. La nueva confor-
to -peronistas y radicales- y, por otro, el mación del poder en la Argentina volcó su
Pacto Social entre empresarios y sindicatos”. fuerza, entre otros factores, en la supresión
Se describe el estado de ánimo de de la oposición en los sindicatos.
los sindicalistas como “insatisfechos”, “lejos Era el momento para exigir a la pre-
del entusiasmo popular”, “solos” y “para sidenta el retorno de las negociaciones
peor, están frente a la posibilidad de cuatros colectivas. De este modo el sindicalismo con-
años de gobierno peronista”. Según Torre, el sideraba que recuperaría el prestigio perdi-
triunfo de Cámpora trajo consigo la entroni- do durante la vigencia del pacto social.
zación de la “izquierda peronista” que, entre Sucedió el 5 de febrero de 1975.
otras políticas, desarrolló un fuerte cuestio- Torre describe luego los aconteci-
namiento hacia la “burocracia sindical” de la mientos que configuraron la “crisis política”
mano de la creación de agrupaciones -entre que terminaría con el golpe militar del 24 de
las que destacaba la juventud trabajadora marzo de 1976. Entre ellos, analiza la renun-
peronista, brazo sindical de la tendencia cia de Gómez Morales, el nombramiento de
revolucionaria- y logró mayores niveles de Celestino Rodrigo con la devaluación de la
inserción en las estructuras de los sindicatos. tasa de cambio en 100%, el incremento de
Perón impulsó el pacto social y pro- los combustibles y de la electricidad y otros
movió a José Gelbard como su arquitecto, reajustes que provocaron “estupor y alarma
imponiendo su designación como ministro en la opinión pública”.
de economía de Cámpora. Por otro lado, “El movimiento “resara
había logrado con José Ignacio Rucci la con- mba-172.3(lu)]172.1(ocaída)-172.1(DE)-172.3(la) 7primer de larz
solidación de la conducción del movimiento czo dua 1ol de
obrero, dejando a un lado a quienes lo cues-
tionaban.
Torre desarrolla aquí la teoría según
la cual el movimiento sindical osciló entre la
consideración de la CGT como eje de su
representación y la creciente incidencia de
las 62 organizaciones como expresión de la
política del peronismo. Según el autor, esta
batalla, luego del asesinato de Rucci y la
designación de Adelino Romero en primer
lugar y Casildo Herreras luego, es volcada a
favor de las 62.
El autor analiza en forma pormeno-
rizada el papel de la CGT en las reuniones del
Pacto Social y la tirantez que produjo la ten-
sión entre los conflictos internos y los ata-
ques de los sectores radicalizados por un
lado, frente a la necesidad de acordar sala-
rios y precios -base técnica del pacto social-,
por otro. “En realidad, la firma del pacto
social había sido todo menos una elección
libre de los jefes sindicales”.
Sin embargo, “la operación política
que llevó a la defenestración del presidente
Cámpora fue un signo de los tiempos por
venir”. Torre considera que a partir de allí se
produce el “reencuentro de Perón y los jefes
sindicales” que se afianza luego del irracional
asesinato de Rucci, “el soldado de Perón”.
Aún así, mientras la CGT lograba
reformar la ley 14.250 que afianzaba su
poder de control sobre las estructuras sindi-
cales, se producían conflictos laborales,
cuya dinámica el autor la fundamenta en la
disputa abierta en el seno de las organiza-
ciones por la acción de los sectores de
izquierda y el creciente enfrentamiento
entre los líderes de base y las conducciones
sindicales: Philips, General Motors,
Terrabusi, Molinos Ríos de la Plata y Astarsa.
En estos casos, Torre evoca como antece-
dente la experiencia SITRAC-SITRAM en los
comienzos de los 70.
La muerte de Perón luego del memo-
rable discurso del 12 de junio abrió un nuevo
capítulo donde las pasiones y los enfrenta-
mientos se profundizaron. Más tarde, en
octubre, renunció Gelbard y fue designado

nomía, fijar la agenda para la próxima déca-
Universidad y Proyecto Nacional da y, mientras tanto, combatir la crisis y
absorber los golpes. Esa fue la tarea que nos
impusimos y que, paso a paso, buscamos
“Yo no vengo a trabajar por la universidad, cumplir. En 1989 la Argentina había cambia-
do. Ya no era la del '83. Y nunca más volvería
sino a pedir que la Universidad trabaje para el pueblo.” a ser, afortunadamente, la Argentina ante-
1
José Vasconcelos rior a 1983”, afirma al final de este capítulo.
En “La reconstrucción del Estado de
derecho (1983/1986)”, toma el punto de
El jueves 29 de junio, Ana Jaramillo, Rectora de la Universidad Nacional de Lanús, más alto impacto político social y emocio-
dictó una conferencia en la Sede Reconquista del Instituto de Altos Estudios Juan nal: el juicio a las juntas y la CONADEP.
Enuncia aquí una postura histórica al res-
Perón. A continuación se transcriben algunos de los conceptos que formuló en esa
pecto: la condena de los principales actores,
oportunidad, que además sirven de adelanto de un trabajo que próximamente por su responsabilidad de mando, quiebra
publicará con este mismo título. una norma de nuestra historia: “Los críme-
nes de Estado eran amnistiados o quedaban
impunes”.
Es realmente alarmante que, a pesar salir del claustro y abandonar el dominio cle- El capítulo 3 documenta los plan-
de que la mayoría de la dirigencia política rical y del escolasticismo para servir al pue- teos y maniobras entre 1987 y 1989, y deta-
nacional, los legisladores y gran parte de la blo. Aníbal Ponce señalaba: “la universidad lla una rigurosa cronología de los hechos en
intelectualidad argentina sostengan enfáti- será la mejor escuela de civismo y ser refor- la que expone, con extrema sinceridad,
ca y reiteradamente que la universidad debe mista o no serlo implicará decidirse por tanto las debilidades como las fortalezas de
estar al servicio del pueblo y de la Nación, Mañana o por Ayer”2. la relación del gobierno con las fuerzas arma-
UNIVERSIDAD
RESEÑAS
a la ley, y el escaso entusiasmo de reprimirlo
por parte de muchos de sus camaradas de
armas. (…) Acepto que pudo existir una cier-
ta decepción en mucha gente que se había
movilizado y esperaba que la rebelión fuera
aplastada sin miramientos, aun en forma
cruenta. Y a esta altura, muchos lectores
que tal vez recuerden con enojo aquel
desenlace podrán revisar su juicio y compar-
tir conmigo la conclusión de que la demo-
cracia salió finalmente fortalecida sin derra-
mamiento de sangre y con el mayor costo
cargado sobre las espaldas de este presiden-
te que asumió la plena responsabilidad de
sus actos y decisiones”.
El libro trasunta toda la experiencia
y madurez de uno de los políticos con mayor
predicamento en el exterior. Raúl Ricardo
Alfonsín es un hombre de enorme prestigio
político.
Se alude con mucha frecuencia al
valor de la memoria. Este aporte de Raúl
Alfonsin a la memoria colectiva de los argen-
tinos deberá valorarse en su enorme trascen-

aún se utiliza muchas veces la autonomía
para alejarse de los problemas nacionales
más que para contribuir al desarrollo nacio-
nal y construir una sociedad más justa desde
sus específicas funciones. Más todavía cuan-
do las universidades públicas se sostienen
por el esfuerzo del conjunto de la sociedad a
la que pertenecen.
También parecieran desconocerse
las problemáticas y las transformaciones
sociales a partir del desarrollo científico tec-
nológico y se continúa formando en las mis-
mas profesiones de hace un siglo, sin orien-
tar la agenda de investigación y docencia
hacia lo que la comunidad necesita en fun-
ción de una nueva morfología social, econó-
mica y política.
Desde distintas variantes ideológi-
cas se cuestiona en forma constante que la
autonomía universitaria (indiscutida) se uti-
lice más como un obstáculo frente a las nece-
sidades perentorias nacionales que como un
derecho a la creatividad intelectual para pro-
poner diversas perspectivas de solución a los
problemas que aquejan a la sociedad.
Algunas de las críticas y definiciones
que se hicieron acerca del papel que debe-
rían cumplir nuestras universidades públicas
siguen siendo una expresión de deseos.
Podemos comenzar con D. F. Sarmiento
cuando en 1845 en el Facundo dice: “Toda la
ciencia escolástica de la Edad Media es un
claustro que encierra la inteligencia. Córdo-
ba no sabe que existe en la Tierra otra cosa
que Córdoba”.
La Reforma Universitaria de
Córdoba de 1918, cuyo espíritu apoyaba
Hipólito Yrigoyen, también propugnaba
Sin embargo, el ideario reformista das en los días que se definían los años por dencia, pues no hace otra cosa que ayudar-
quedó en lo discursivo. En un dossier edita- venir. Dice Alfonsín en la página 64: “El cua- nos a comprender los entretelones de una
do por la Universidad de Buenos Aires a pro- dro que tenía frente a mí en ese momento época difícil que debimos transitar como
pósito de su aniversario se reflexionaba: era estremecedor: por un lado, un grupo paso indispensable para tener hoy una demo-
“Las palabras heredadas producto de aque- alzado que parecía insensible a cualquier cracia estable en lo institucional, fuerte y sin
llos sucesos: autonomía, extensión, cogo- intento de persuasión; por el otro, un ejérci- los oscuros horizontes de las décadas que
bierno, americanismo, ¿son hoy sólo con- to que no sabía si estaba en condiciones de tan bien se describen en este libro.
signas, más o menos hábilmente utilizadas, producir una acción represiva efectiva. Mi Quiero terminar con una referencia
con diferentes fines legitimadores y alejadas única fuerza de disuasión, en esa dramática que hace Elva Roulet, citando a Santiago
de su concepción original, sin entender esto circunstancia, era la de aquella gigantesca y Kovadloff: “Por cierto el Radicalismo en el
como evolución, sino como vaciamiento?”3. paciente muchedumbre (…) con otras gobierno ha realizado menos de lo que era
Juan D. Perón durante su mandato muchedumbres que a la misma hora colma- necesario. Pero ha hecho, en varios aspec-
presidencial sostuvo en 1952: “Cuando la ban otras plazas en decenas de ciudades tos, más de lo que parecía posible”.
ciencia se dedica a los progresos para exter- argentinas. A favor de Rico podía contarse la 5
minar la humanidad y no para servir a su feli- decisión de usar la fuerza, sin ningún apego Mario Alejandro Scholz
cidad y su grandeza, estamos viendo que la
ciencia también está en manos de malva-
dos. Lo que nosotros queremos, en esta
nueva Argentina, es que la ciencia y la cultu-
ra sean del pueblo y que el pueblo esté for-
mado por hombres que amen a los hombres
y que no preparen su destrucción y desgra-
cia”. Continúa diciendo: “El hecho de que
una institución sea autónoma o autárquica
no implica necesariamente que sea demo-
crática, porque son términos que no guar-
dan relación. Como tampoco el carácter
democrático se adquiere por la circunstan-
cia de que la elección se hace por y entre un
círculo cerrado o entre una clase determina-
da, el sistema lejos de ser democrático,
resultará aristocrático, plutocrático, teocrá-
tico y en términos generales, oligárquico. La
universidad debe estar al servicio de las gran-
des causas nacionales”4.
El 22 de noviembre de 1949 Perón
suprime por Decreto, por primera vez en
nuestro país, el arancelamiento universita-

1 José Vasconcelos: Discurso de Asunción como Rector de la Universidad Nacional Autónoma de México el 9
de junio de 1920.
2 En Genovesi, Alfredo: La reforma universitaria, Ediciones Mariátegui, Lanús, 2003.
3 “Reformar la reforma”, en Revista Espacios de crítica y producción, Facultad de Filosofía y Letras, UBA,
Buenos Aires, 1998.
4 Puiggrós, Rodolfo: La Universidad del Pueblo, Editorial Crisis, Buenos Aires, 1974.

mica. Del mismo modo, los textos produci-
dos por Ivancich para la función pública, en
el marco de la Subsecretaría que ocupó en
los dos primeros años del gobierno de
Kirchner, presentan su concepción del Estado
y la política en nuestro país luego de la crisis
de 2001 y su caracterización de los cursos de
acción necesarios para relegitimar la política
y hacer del gobierno el instrumento indis-
pensable de los intereses populares, lesiona-
dos durante tres décadas por los programas
de ajuste y desguace del sector público.
Finalmente, se publican artículos
que reseñan diversos aspectos de su vida y
militancia, escritos por amigos y compañe-
ros: entre otros, Alberto Fernández, Roberto
Marafioti, Juan Pablo Cafiero, Hugo Barcia y
Marcelo Saín.
Norberto Ivancich fue un analista
agudo, un intelectual riguroso y a la vez
orgánico, un cuadro del peronismo por com-
Transición a la democracia y derechos humanos
Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2004, 340 páginas
No es tarea sencilla escribir sobre un
libro redactado por una persona que es la
RESEÑAS
síntesis de la reciente historia argentina. Se
mezclan en el intento los momentos de la
propia vida, signada por ideas compartidas
que fueron la puerta hacia una nueva etapa
de la Historia Argentina. Estamos hablando
del final de la impunidad, de la vergonzante
noche de las dictaduras y de la continuidad
democrática que hoy vivimos con una natu-
ralidad que no conocimos quienes transita-
mos por los oscuros pasillos de una historia
oscurecida por el miedo y la decadencia ins-
titucional.
El libro del Dr. Raúl Alfonsín es una
pieza única. En la tradición política argenti-
na no se encuentra otro presidente que
tomara el riesgo y la responsabilidad históri-
ca de analizar su propio paso por el poder.
Costumbre corriente entre los europeos y
los presidentes norteamericanos, entre
otros. Como dice Portantiero en el prólogo
de este libro: “Bienvenida sea la presencia
de la primera persona en los relatos de histo-
ria política. Y de ningún modo porque el
hecho de partir de la subjetividad del prota-
gonista nos garantice la posesión de la ver-
dad sobre los sucesos que narra, sino por-
que ese sesgo personal de los recuerdos
puede permitir a quien busque reconstruir
un momento histórico conocer también la
forma en que un actor principal vivió los
hechos, saber qué fuerzas o qué razones (o
promiso y por convicción. Fue subsecretario
sólo en un gobierno que sentía propio. Fue
un profesor paciente y generoso con sus
conocimientos. Fue en lo fundamental fiel a
sí mismo, a sus elecciones y a sus valores. En
las páginas de este Cuaderno hemos inten-
tado trasmitir lo que ha sido lo más admira-
ble de su vida y el sostén de nuestra relación
a través de los años: “Croqueta” fue lo que
quiso ser. La coherencia entre convicción y
acción fue lo que le permitió elegir, en un
sentido profundo, su curso biográfico. Ese
es tal vez el rasgo destacado de su vida y es
también su legado intelectual y político. En
medio de lo contingente y azaroso de este
mundo, trazó una forma de vivir entroncada
en sus creencias más profundas. No es poco.
En la etapa histórica en que le tocó vivir,
luchar y pensar, vivió lo que eligió.
Miguel Talento
Raúl Alfonsín
Memoria Política
ambas) estuvieron detrás de sus decisiones.
Conocer, en fin, las tramas más finas de un
proceso incorporando al habla de quien, de
otra forma, sólo es hablado por la historia”.
El Presidente Alfonsín nos habla
desde su más sincera subjetividad de los
acontecimientos fundamentales de la histo-
ria política de los años ochenta que lo tuvie-
ron como protagonista. Enumera los hechos
en forma rigurosa. No deja ver en sus más de
trescientas páginas ningún atisbo de autoin-
dulgencia. Los sucesos son narrados en
forma simple. Se podrán compartir o no sus
puntos de vista, pero en la medida en que se
avanza en la lectura de esta Memoria Política
se consolida la convicción de que el ex presi-
dente no miente. No tergiversa los hechos
pensando en su propio destino político. Lo
impulsa la intención clara de la defensa irres-
tricta de las instituciones de la República.
El texto fue dividido en capítulos
que toman las etapas más controvertidas de
su gestión y allí expone con claridad los
temas más caros a su carrera política. El capí-
tulo primero ubica su pensamiento después
de julio de 1989 y le da la perspectiva históri-
ca de su experiencia. Destaca algunos logros
importantes, pero es en lo institucional
donde se centra toda la fuerza del mensaje
que leyera ante la Asamblea Legislativa del
1° de mayo de 1989.
“Construir las democracia, afianzar
la paz, iniciar la reforma del Estado y la eco-
rio. En sus considerandos sostiene que “el
engrandecimiento y auténtico progreso de
un pueblo estriba en gran parte en el grado
de cultura que alcanza cada uno de los
miembros que la componen”, y que “como
medida del buen gobierno, el Estado debe
prestar todo su apoyo a los jóvenes estu-
diantes que aspiren a contribuir al bienestar
y prosperidad de la Nación, suprimiendo
todo obstáculo que les impida o trabe el
cumplimiento de tan notable como legítima
vocación”.
(...)
Sin embargo, a pesar de la tan men-
tada Reforma Universitaria de 1918 que tras-
cendió las fronteras argentinas buscando
servir al pueblo y no sólo a la dirigencia pro-
veniente de los sectores económicos privile-
giados, a casi un siglo, la universidad sigue
empantanada en reglamentaciones buro-
cráticas y modelos institucionales obsoletos
que le impiden ponerse al servicio de las
grandes causas nacionales y de sus necesi-
dades más acuciantes.
Podemos también reflexionar sobre
las propuestas universales con otros ojos y
desde aquí, como sostenía Jauretche, para
insistir en una verdadera reforma para
poner a la Universidad a la altura de los tiem-
pos y al servicio del pueblo y de la Nación.
(...)
Ya hace tiempo que desde la socio-
logía del conocimiento se explica que la
genealogía del saber se vincula siempre a la
situación social e histórica en la cual nos
situamos y que por último es la reconstruc-
ción conceptual de la construcción social de
la realidad, o sea del ser social. Y ese ser
social, esa forma de interacción social en un
tiempo y espacio determinado, no es estáti-
ca, se encuentra en un permanente cambio
que a la universidad le es difícil abordar, con
la consiguiente desazón que provoca la dis-
tancia cada vez mayor entre el saber acadé-
mico y científico de las universidades y el
quehacer cotidiano del proceso de cons-
trucción y producción social que requieren
que esos saberes se orienten a facilitar la
decisión, la previsión y el control de situacio-
nes problemáticas.
(...)
Para ello, habrá que buscar la forma
de superar la brecha que existe entre el polí-
tico que busca el cómo y el académico que
busca el porqué, la división entre el pragma-
tismo y el academicismo, entre el juicio
intuitivo de la decisión y la lógica y el juicio
analítico de la universidad, ya que la deci-
sión responsable requiere de ambas lógicas
y aún así, nada garantiza la infalibilidad ni el
yerro de la misma.
Ahora bien, ¿cómo puede ser
entonces que la mayoría de las universida-
des se organicen en torno a las disciplinas?;
¿cuál es el valor y el impacto sobre la reali-
dad y el proceso social del quehacer univer-
sitario, en tanto productor y distribuidor de
5 Matus, Carlos: Teoría del Juego Social, Altadir, Caracas, 1999.
UNIVERSIDAD
saberes de las “ciencias verticales” como las
llama Matus5, si la práctica no reconoce fron-
teras disciplinares, es multidimensional, glo-
bal y la realizan sujetos poco objetivos, com-
prometidos con sus proyectos, apasiona-
dos, con sus metas y creencias?; ¿cómo se
crea e instituye una ciencia horizontal como
sostiene el autor?
Si entendemos, como Matus, que la
acción social no es una mera aplicación de la
teoría y que entre la ciencia y la acción hay
un vacío que tiende a resolverse a través del
juicio intuitivo, ya que carecemos de una teo-
ría que haga de puente entre la ciencia y la
acción, ¿qué podemos aportar para confi-
gurar la teoría de la producción social que
nos propone, como una teoría horizontal
básica para comprender el juego social y
apoyar u orientar su práctica? Aún más com-
plejo es configurar una universidad que con-
temple la estructuración y organización del
saber horizontalmente en torno a los pro-
blemas, tanto en la enseñanza como en la
investigación, así como en la articulación
con otros saberes producidos socialmente
más allá de las fronteras del claustro y que
éste se resiste a legitimar.
Sabemos que cometeremos
muchos errores, pero de ellos aprendere-
mos. El dificultoso desafío lo asumimos al
reconocer precisamente que abordar la com-
plejidad actual de la sociedad y sus proble-
mas a través del enfoque disciplinario no
nos explica nada, ni nos facilita la compren-
sión de dicha complejidad. Menos aún cuan-
do la genealogía de la organización discipli-
nar trasciende las fronteras históricas y
situacionales donde se produjeron y preten-
den ser omnicomprensivas y universales.
Preparar y formar a los jóvenes para
que sean protagonistas y decisores aquí y
ahora y no sólo analistas e intérpretes de la
realidad y sus cambios, es el desafío que
encaramos. Acompañar a los jóvenes en su
proceso de formación para decidir con res-
ponsabilidad en la resolución de problemas,
implica superar la lógica intuitiva de la cual
se valen generalmente los decisores, así
como dejar de formar exégetas del pasado
que sólo utilicen la lógica analítica, para pro-
ducir conocimientos que permitan evaluar,
planificar, decidir e intervenir en la construc-
ción social de una sociedad alternativa, invi-
tando a nuestros ciudadanos a comprome-
ter su acción individual con la acción colecti-
va de construir una sociedad mejor en una
comunidad histórica particular en nuestra
Argentina.
(...)
¿Qué papel juega la universidad en
la definición de la agenda social? ¿Qué
características tiene su participación en la
resolución de los problemas nacionales y
sociales?
Es necesario salir de la falsa antino-
mia planteada entre la razón crítica y la
razón decidida. Entendemos a la razón críti-

ca en tanto pone en cuestión la positividad y
a la razón decidida en tanto ideas que se
transforman en planes para la acción.
Si decimos que la misión de la uni-
versidad es profundizar y expandir la demo-
cracia, no podemos atrincherarnos en la
misión de la razón crítica puesto que pasa-
ríamos a ser la “universidad trinchera”.
Debemos, si estamos decididos a profundi-
zar la democracia y a colaborar en la resolu-
ción de los problemas nacionales y sociales,
tener una agenda compartida con las insti-
tuciones democráticas nacionales, no para
sustituir sus funciones como las del Poder
Ejecutivo, nacional, provincial o local, o al
Poder Legislativo o Judicial, sino para ser úti-
les a nuestra democracia y a nuestra socie-
dad, a través de la investigación y la docen-
cia. Asimismo debemos colaborar en la pla-
nificación y proponer soluciones para la
transformación.
Desde la razón crítica, que es la
manera de hacer contracultura, la institu-
ción no deja de hacer política, sus profeso-
UNIVERSIDAD
res, sus docentes y estudiantes tienen el
derecho y el deber moral de oponerse a las
acciones o políticas antidemocráticas, que
restrinjan el acceso a los bienes socialmente
necesarios a la justicia, a la salud, etc. así
como a la toma de decisiones.
Pero razón crítica no implica pasivi-
dad ni razón puramente especulativa, ni ino-
cuidad social, ni beligerancia perpetua en
una sociedad democrática.
Poner en cuestión la positividad,
saber que nuestra sociedad o nuestro
mundo podría ser mejor y más justo y no dar
por sentado la realidad como acabada, nos
obliga a investigar no sólo por qué las cosas
son así y no de otra manera, sino cuáles son
los caminos, los fines, las herramientas, los
obstáculos que hay que superar y los recur-
sos existentes para alcanzar y construir esa
sociedad más justa.
No podemos atrincherarnos en la
confrontación epistemológica de poner en
cuestión la realidad, sin comprometernos y
decidir en nuestro quehacer cotidiano a
pasar del deseo a la práctica y el compromi-
so, a entender, como Dewey, que las ideas
son hipótesis y planes de acción y de trabajo.
(...)
La propuesta de reconstrucción de
la universidad implica la necesidad de pasar
de la problematización y crítica de lo exis-
tente a una actitud prospectiva de investiga-
ción sobre la posibilidad de su modificación,
donde el conocimiento cumple su papel fun-
damental.
A través de la investigación se debe
pensar, analizar, reflexionar para transfor-
mar el país. A través de la docencia se debe-
rán generar egresados que el país necesita y
a través de la asistencia técnica y la coopera-
ción se deberán privilegiar aquellas activida-
des que sean de interés perentorio referido a
necesidades sociales y al interés público.
Sabemos que la demanda social es
infinita y los recursos materiales y humanos
para satisfacerla siempre son escasos. Lo
mismo sucede si cualquier universidad pre-
tende atender toda la demanda social que a
ella se le requiere. Deberá discernir no sólo
cuáles son las más perentorias, sino funda-
mentalmente cuáles de ellas le competen y
con cuáles puede colaborar a su solución.
Por ello, una de las tareas pendien-
tes de la universidad no es sólo investigar el
porqué de las cosas, sino el cómo transfor-
marlas, participando en la elaboración de
las decisiones. Existe una marcada brecha
entre el político y el académico donde el aca-
démico utiliza el juicio analítico sobre lo que
es y fue el producto de la construcción social
y el político usa el juicio intuitivo en la deci-
sión para actuar sobre la realidad. Superar
dicha brecha debe ser el compromiso de la
universidad que quiera servir al pueblo y a la
Nación. Y para asumirlo es necesario al fin,
reconocer que esa tarea involucra la razón
crítica y la razón decidida.
Si, como dice Ortega y Gasset, quere-
mos de verdad reformar la universidad para
ponerla al servicio del pueblo y de la Nación,
no sólo hay que pensar el país para cambiar-
lo. También reflexionar acerca de la
Universidad, ya que ésta se ha convertido en
un problema para nuestro país que amerita
que tengamos propuestas para su transfor-
mación y mejoramiento, a fin de poner a la
universidad en consonancia con las necesida-
des y aspiraciones de un proyecto nacional.
Las reformas se deberían hacer
desde los gobiernos mismos de las universi-
dades para que cumplan con sus funciones
de acuerdo a su misión de servicio público,
para que la autonomía no sea un obstáculo
para el estado democrático, sino un incenti-
vo para la creatividad.
Para ello, varias son las reformas
que se deberían hacer y que podríamos sin-
tetizar:
1. Dirigir la investigación hacia los
grandes problemas nacionales,
regionales y locales con incentivos
claros a la investigación interdisci-
plinaria necesaria en áreas de
vacancia.
2. Orientar la docencia hacia la forma-
ción de recursos humanos necesa-
rios para las nuevas necesidades del
país. Cada universidad debería
hacerse responsable de no superpo-
ner ofertas en la misma región, así
como discontinuar ofertas y ofrecer
nuevas y necesarias carreras como
para atender las necesidades actua-
les.
3. Modificar la mala distribución en el
territorio de ciertos profesionales
como médicos, enfermeras, inge-
nieros, etc., a través de incentivos
regionales que puedan brindar
dichas carreras en las universidades
que necesiten esos recursos huma-
nos en su región. Por lo cual la plani-
ficación debería ser realizada a nivel
nacional.
4. Reducir las intrincadas y lentas reso-
luciones tanto en la movilidad inte-
Escritos y memoria de un intelectual del Peronismo
Buenos Aires, Cuadernos Argentina Reciente,
Número 2, Junio de 2006, 194 páginas
El pasado 26 de julio se cumplió el
primer aniversario del fallecimiento de
Norberto “Croqueta” Ivancich, quien fuera
un destacado militante e intelectual del
peronismo, docente universitario en varias
instituciones y, en la última etapa de su vida,
funcionario del gobierno nacional iniciado
el 25 de mayo de 2003.
Con el objeto de homenajear su figu-
ra, pero además de rescatar la vigencia de su
producción académica y de escritor vincula-
do a la historia del peronismo y a la política
de nuestro país, se ha editado el segundo
número de los cuadernos de Argentina
Reciente, presentado en la Biblioteca
Nacional con un panel integrado por
Alberto Fernández, Horacio González, Oscar
Valdovinos y el autor de este artículo.
En Ivancich rescatamos, fundamen-
talmente, la fusión del intelectual con el mili-
tante político. Al decir de John William
Cooke, estamos ante uno de aquellos inte-
lectuales militantes para los cuales la investi-
gación y la labor analítica “sólo tienen justi-
ficación en cuanto parte de ese conocimien-
to sea compartido por las masas y contribu-
yan a que éstas enriquezcan su conciencia
de la realidad”. La importancia histórica de
este tipo de figuras para el movimiento
nacional y popular no puede ser exagerada
desde un presente en el cual la falta de com-
promiso que se manifiesta en la vacuidad
ideológica y en la mercantilización del cono-
cimiento parecen configurar el predominio
de las figuras del “técnico” y el “operador”.
En este Cuaderno se rastrean y pre-
sentan las dos dimensiones principales de la
producción de Ivancich. Por un lado, en la
primera parte, los escritos de militancia nos
muestran la obra de un peronista que carac-
teriza las diferentes etapas y problemas por
los que atraviesa la compleja fuerza política
fundada por Perón. En esa sección, comen-
zamos con la lectura de una primera carac-
terización del peronismo como “revolución
popular”, artículo aparecido en el primer
número de la revista Unidos (mayo de
1983). Ivancich dice allí, por ejemplo, que
“para muchos, la idea estática que asocia
revolución y muerte, les impidió visualizar el
hecho de fondo de que el peronismo era
una revolución en marcha desde el poder de
las masas, del Estado y del gobierno sin
derramamiento de sangre”.
También se publican textos de análi-
sis histórico relativos al surgimiento, consoli-
RESEÑAS
Norberto Ivancich
Compromiso y reflexión
dación y derrotero de los Montoneros, que
fueron escritos también para Unidos. El aná-
lisis retrospectivo de los años '70 realizado
por Ivancich aporta aún hoy al debate sobre
una de las etapas centrales de nuestra histo-
ria política, a la vez que nos muestra sus posi-
ciones concretas como militante de la época.
Como militante de la Renovación
Peronista, en los años '80, fue uno de sus
más lúcidos analistas y, por supuesto, la
derrota de Cafiero a manos de Menem en la
interna de 1988 fue uno de los aconteci-
mientos en los que su capacidad de análisis
estuvo a la altura de las circunstancias.
Vemos así cómo, en uno de los artículos res-
catados en el Cuaderno, “Desdeño las
romanzas de los tenores huecos” del año
1988, escribe: “con Menem y Cafiero se
expresaron dos destinos distintos del pero-
nismo. El del ghetto y el de la invocación
hacia una nueva formulación política... per-
sonajes como Julio Ramos (defendiendo el
salariazo), Paco Mayorga, Czyterpiller,
Susana Giménez, se constituyen en posibles
ampliaciones del espacio menemista”.
La crítica del menemismo se volvió
el principal objetivo militante de muchos
peronistas en los primeros meses, y años,
del gobierno iniciado en 1989. En este senti-
do, La carpa y La traición de Alí Babá se con-
virtieron en libros representativos del perío-
do, además de material de difusión política
del Grupo de los Ocho. Allí Ivancich denun-
ció con claridad el travestismo político ope-
rado desde el poder y las complicidades
encontradas en el propio campo peronista.
Se rescatan textos de ese período, en los cua-
les podemos leer ideas tajantes y claras: “la
identidad peronista de Menem crea cierta
confusión en algunos sectores y en otros
franca complicidad, lo que le permite llevar
adelante un ideario que tiene claras contra-
dicciones con la tradición doctrinaria justi-
cialista: privatiza y mal, las empresas estata-
les, divide la CGT en dos fracciones, retro-
trae las conquistas sociales a una etapa pre
peronista, se alinea sin ningún pudor con los
EEUU”.
3
Por otro lado, se publican artículos y
textos académicos, en los cuales su rol como
intelectual se despliega claramente. El análi-
sis teórico de conceptos como el Estado, los
partidos políticos, la burocracia, las corpora-
ciones, el parlamento, nos muestran a un
intelectual comprometido con el estudio
serio y riguroso en el seno de la vida acadé-

runiversitaria a nivel nacional como
internacional.
5. Agilizar la puesta en marcha de
carreras nuevas que formen recur-
sos humanos en áreas surgidas del
desarrollo científico tecnológico y
del desarrollo socio-económico.
6. Brindar títulos intermedios en
todas las carreras de grado de mane-
ra que si el estudiante, por razones
diversas, no puede continuar sus
estudios, pueda tener un título que
lo ayude a entrar al mercado laboral
en vez de haber perdido dos o tres
años de esfuerzo, y el Estado, dos o
tres años de recursos invertidos.
7. Facilitar el tránsito no sólo en forma
horizontal entre universidades, sino
entre los diversos niveles de ense-
ñanza con políticas permanentes de
articulación.
8. Instituir políticas de inclusión y
retención de todos aquellos que ten-
gan vocación de estudio, como apli-
car el artículo séptimo de la Ley de
Educación Superior en todas las uni-
versidades públicas nacionales,
reformar y planificar un sistema de
becas a nivel nacional, etc.
UNIVERSIDAD
9. Implementar un Fondo de solidari-
dad intergeneracional para aumen-
tar en forma contundente la canti-
dad de becas para aquellos estu-
diantes que tengan vocación y no
tengan recursos. Con la gratuidad
no se alcanza el nivel de inclusión
deseado.
10.Seguir priorizando a las universida-
des públicas para las necesidades de
asesoría técnica desde el Estado
Nacional, Provincial y Local.
11.Conformar a las universidades
como efectores no sólo académi-
cos, sino culturales para cada comu-
nidad local, a fin de elevar el nivel en
cada región.
12.Asistir a la comunidad con cursos
técnicos imprescindibles para las
nuevas necesidades y articular con
el sector productivo en materia de
formación profesional.
13.Constituir un espacio público de
permanente capacitación y actuali-
zación para la comunidad tanto en
lo científico tecnológico como en lo
académico y cultural.
Ana Jaramillo

ANEXO

Buenos Aires, 22 de noviembre de 1949

CONSIDERANDO
Que el engrandecimiento y auténtico progreso de un pueblo estriba en gran parte en el
grado de cultura que alcanza cada uno de los miembros que lo componen;
Que por ello debe ser primordial preocupación del Estado disponer de todos los medios
a su alcance para cimentar las bases del saber, fomentando las ciencias, las artes y la técnica en
todas sus manifestaciones;
Que atendiendo al espíritu y a la letra de la nueva Constitución es función social del
Estado amparar la enseñanza universitaria a fin de que los jóvenes capaces y meritorios encau-
cen sus actividades siguiendo los impulsos de sus naturales aptitudes, en su propio beneficio y
en el de la Nación misma;
Que como medida de buen gobierno, el estado debe prestar todo su apoyo a los jóvenes
estudiantes que aspiren a contribuir al bienestar y prosperidad de la Nación, suprimiendo todo
obstáculo que les impida o trabe el cumplimiento de tan notable como legitima vocación;
Que dentro de la Nación y de acuerdo con la Misión específica que la ley les impone, son
las Universidades especialmente, las encargadas de difundir la cultura y formar la juventud;
Que una forma racional de propender al alcance de los fines expresados en el estableci-
miento de la enseñanza universitaria gratuita para todos los jóvenes que anhelen instruirse para
el bien del país;
Por ello y de acuerdo a lo aconsejado por el Sr. Ministro de Educación,
EL PRESIDENTE DE LA NACIÓN ARGENTINA
DECRETA
Art. 1°. Suspéndase, con anterioridad al 20 de junio de 1949 el cobro de los aranceles
universitarios actualmente en vigor. El Ministerio de Educación propondrá a la consideración del
Poder Ejecutivo, dentro de los treinta (30) días de la fecha del presente decreto, con intervención
del Ministerio de Hacienda, las normas a las que se ajustará la aplicación del presente decreto
Art. 2°. Por el Ministerio de Educación se procederá a determinar la incidencia que finan-
cieramente tenga en cada organismo Universitario la medida a que se refiere el artículo anterior,
debiendo -en caso de que los menores derechos o derechos arancelarios no puedan ser com-
pensados con los recursos específicamente universitarios- proponer al Ministerio de Hacienda el
arbitrio que estime corresponder.
Art. 3°. El presente decreto será refrendado por los señores ministros secretarios de
Estado en los departamentos de Educación y de Hacienda de la Nación.
Art. 4°. Comuníquese, publíquese, anótese, dése a la Dirección General de Registro
Nacional y archívese.
Firmado: JUAN DOMINGO PERÓN - PRESIDENTE
 El Instituto de Altos Estudios
Juan Perón anuncia el lanzamiento de
su Programa de Formación Política,
con el objetivo de brindar preparación,
en un marco de excelencia académica,
desde una perspectiva latinoamerica-
na y justicialista. Está destinado a
quienes desarrollan actividades
vinculadas con el quehacer político,
económico, cultural, social, universita-
rio, gremial, diplomático, judicial, de
defensa y seguridad, etc., o que
aspiran a ello. También está dirigido a
quienes desempeñan responsabilida-
des gubernamentales o administrati-
vas, sean ejecutivas o de asesoramien-
to, en el Estado Nacional, provincial o
municipal.
El Programa está dividido en
dos trimestres lectivos y conformado
por seis áreas de conocimiento, a
saber: filosofía y teoría política;
historia latinoamericana y argentina;
economía; relaciones internacionales;
sociedad, Estado y derecho; y cultura,
educación, ciencia y tecnología. El
primer trimestre dará comienzo el 28
de agosto y finalizará el 29 de noviem-
bre del corriente año. El segundo se
extenderá durante la primera mitad
del año 2007.
Las tres áreas a dictarse
durante el primer trimestre y el cuerpo
de profesores, integrado por prestigio-
sas personalidades del ámbito intelec-
tual, académico y político del justicia-
lismo o allegadas al mismo, son los
siguientes: Filosofía y teoría política:
Juan Manuel Abal Medina (h), Jorge
Bolívar, Mario Casalla, Julián Licastro,
Roberto Magliano, Silvio Maresca,