C CONFERENCIAS:
• Antonio Cafiero ............................................................................................. 2
• Alberto Methol Ferré .....................................................................................
• Abel Posse ......................................................................................................
• Luis Maira Aguirre .........................................................................................
• Ruy Pereira .....................................................................................................
Ernesto Laclau
La razón populista ............................................................................................
16 16 de Junio. Cincuenta años .............................................................................
Colaboraron en esta edición:
Mariano Fontela, Silvio Maresca.
Este Boletín es una publicación del Instituto de Altos Estudios Juan Perón, creado por disposición del
Congreso Nacional del Partido Justicialista celebrado el 26 de marzo de 2004 el que aprobó la creación de una
asociación civil sin fines de lucro que actuara como órgano de capacitación y formación del Partido Justicialista.
Aspiramos a que el Instituto de Altos Estudios Juan Perón se constituya en un ámbito dedicado a la
investigación científica y doctrinaria y a la producción, sistematización y difusión de estudios, investigaciones y
documentos destinados a profundizar y perfeccionar el sistema democrático, abordar los problemas nacionales,
afianzar la justicia y la equidad social y proyectar a la Argentina en el mundo.
Para asociarse al Instituto no es necesario ser afiliado al Justicialismo. Sólo se requiere poseer título
universitario o terciario, estudios avanzados en carreras de grado, o poseer una reconocida trayectoria en el
desarrollo de tareas de índole político, social o cultural.
Vicepresidente: Silvio Maresca Presidente: Antonio Cafiero
Para Informes e inscripciones: iaejuanperon@argentina.com
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La COPPPAL en la Argentina
En 1979 se fundó la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de
América Latina y el Caribe (COPPPAL), en la ciudad de Oaxaca, Méjico, como un
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foro de partidos políticos nacionales y populares. Durante la época de las dictadu-
ras militares, la COPPPAL, mediante diversas iniciativas se ocupó de proteger la
11 vida, los derechos humanos y la libertad de prominentes luchadores, dirigentes y
activistas de base de América Latina y el Caribe. Rindió su apoyo solidario a los
exiliados de distintas nacionalidades. Contribuyó a los procesos de paz en El
Salvador, Nicaragua y Guatemala. Actuó exitosamente para lograr la excarcelación
del líder uruguayo Líber Seregni y del brasileño Leonel Brizzola; en el otorgamiento
de salvoconducto a Héctor Cámpora y a Juan Manual Abal Medina; en la reposición
en su cargo de la Presidente de Bolivia Lidia Guesner, derrocada por un golpe de
estado militar. Participó en el rescate de la vida democrática y la soberanía de
Panamá y su canal, y en la reconstrucción democrática chilena, peruana, boliviana
y haitiana. Brindó también su apoyo a la posición argentina con relación a las Islas
Malvinas.
Hoy la COPPPAL es el foro de agrupaciones políticas más importante de la
región. Catorce partidos que la integran se desempeñan en los gobiernos naciona-
les, presididos, entre otros, por Lula en Brasil, Chávez en Venezuela, Lagos en Chile,
Tabaré Vázquez en Uruguay, Torrijos en Panamá y Kirchner en la Argentina. Nuclea
a 54 partidos de 29 naciones. En representación de la Argentina la integran los
partidos Justicialista, Intransigente, Socialista, Frente Grande y la Unión Cívica
Radical.
Los días 29 al 31 mayo de 2005 se celebró en Buenos Aires la XXV Reunión
Plenaria de la COPPPAL. Allí se eligió al Senador Antonio Cafiero en representa-
ción del Partido Justicialista como Presidente del organismo por el período 2005-
2008.
A continuación, se transcriben reseñas de las palabras de Antonio Cafiero
en el acto de clausura y de las exposiciones realizadas durante la Plenaria por
Alberto Methol Ferré (Uruguay), Abel Posse (Argentina), Luis Maira Aguirre (Chile)
Diseño: www.dydnet.com.ar
y Ruy Pereira (Brasil).

Hay síntomas alarmantes en la
región. Lo dicen algunas encuestas y lo dice el
estado de ingobernabilidad que tienen algu-
nas de nuestras naciones. Ha resurgido una
suerte de apatía en los pueblos, que comien-
zan a desconfiar de la capacidad transforma-
dora de la democracia. Este es el nuevo desa-
fío que los latinoamericanos debemos
emprender en este siglo que hemos iniciado.
Por eso es importante el rol de los partidos y
de la política. (...)
La Argentina recuperó su democra-
cia y vive una plena institucionalidad, pero
tampoco está satisfecha con su situación
actual. Sabemos que tenemos problemas
para resolver antes de que el descrédito de la
democracia haga estragos en la juventud.
Nuestro desafío es recuperar la dignidad del
trabajo y nuestra capacidad de crecer y de ali-
mentar un crecimiento autónomo, para que
en el mundo globalizado tenga perfiles pro-
pios de nuestra nacionalidad. Argentina ha
librado una batalla muy intensa frente a los
organismos financieros internacionales para
preservar su capacidad de crecer y dar
empleo. Y se lo podemos decir a nuestros her-
manos latinoamericanos: esa batalla no la
hemos ganado solamente para los argenti-
nos, la hemos ganado para América Latina, y
la hemos ganado para todos lo países del
mundo que están sujetos a los nuevos patro-
nes de la dependencia colonial, que no es
solamente la territorial, es también la que se
ejerce a través del poder económico o del
poder cultural. (...)
Nosotros somos una unión de parti-
dos que creemos en el poder transformador
de la política. Creemos que sin partidos y sin
política la región no tiene futuro. Podemos
reactivar las grandes utopías movilizadoras
de la sociedad. Sabemos que nos temen y
nos denigran porque somos la única fuerza
con capacidad de transformar la realidad.
En estos días hemos debatido sobre
el porvenir de América Latina, y también
hemos incursionado en su pasado. La prime-
ra contradicción que asoma a nuestra consi-
deración es que no hay una correspondencia
entre la potencia virtual de América Latina y
su rol en el mundo. Hemos escuchado diser-
taciones que en cierta medida resultan pesi-
mistas con respecto al futuro, específicamen-
te con relación a la posibilidad de que una
integración entre nuestros países pueda dar-
nos el progreso que se nos escapa todos los
días de las manos. Pero si analizamos
América Latina desde sus potencialidades,
tenemos todo el derecho a ser mucho más
optimistas. (...)
Pero la diferencia de ingresos entre
los pobres y los ricos en América Latina es
aún mayor que la que existe en el continente
africano. Tampoco pesamos mucho en los
negocios del mundo. Hay aquí, a mi modo de
ver, una suerte de contradicción no suficien-
temente explicada. ¿Es que está fallando el
talento político de los latinoamericanos que
16 DE JUNIO, CINCUENTA AÑOS
Antonio Cafiero
Han pasado cincuenta años de aque- rado muchas de nuestras mejores creaciones
lla tarde sombría. Sus principales protagonis- culturales y artísticas. Pero la Iglesia Católica
no traducen esta riqueza potencial en rique-
tas ya han muerto. Durante décadas los círcu- siempre supo qué hacer con el paganismo,
za actual? ¿Es que están fallando los meca-
los “bienpensantes”, los grandes medios de convivir con él, integrarlo. Caso contrario,
nismos o las doctrinas económicas con las
difusión, en fin, el país “decente”, “presenta- nunca hubiera podido conquistar el alma
que hemos querido alcanzar un crecimiento
ble”, procuró ocultar pudorosamente la bru- romana. O llevar a cabo ese extraordinario
mayor que el que históricamente hemos teni-
tal acometida, cuya criminalidad carece de ensayo civilizatorio que fueron las misiones
do? ¿O es que no hemos sabido bucear a
atenuantes. Poco a poco -¡han pasado cin- jesuíticas en nuestra América, preanuncio de
fondo en estas potencialidades y no hemos
cuenta años!- la sinrazón es reconocida, los una modernidad genuinamente americana.
generado los mecanismos para su explota-
asesinos designados con nombre y apellido. Pero es seguro que de no abortar, de
ción intensiva?
Las disculpas se desvanecen, las justificacio- redonderar su experiencia, el peronismo
Si echamos una visión a la historia y
nes ideológicas pierden peso. Con el trans- hubiera pulido sus aristas más ríspidas, sus
hacemos una perspectiva de futuro, no nos
curso del tiempo, ciertas actitudes humanas superfluos gestos provocativos, sin perder lo
queda ninguna duda de que una de las razo-
básicas conquistan el primer plano. Caen las esencial de su proyecto. Maduración, faltaba
nes por las cuales América Latina sigue vege-
máscaras. Los rostros refulgen en su insolen- maduración. Apenas algunos pocos años.
tando en la pobreza y la miseria es porque no
te desnudez. Las víctimas, sin embargo, toda- Pero los abortistas, como bien se sabe, impa-
ha sabido concebir los mecanismos de su uni-
vía configuran una masa informe; como ha cientes, prefieren no dejar madurar la vida
dad. Vemos todavía la realidad con el prisma
dicho Antonio Cafiero, no gozan siquiera del incipiente. Conservadores y reaccionarios
del siglo XX o del XIX. Veinte supuestas
postrer privilegio de su plena identificación. como son, nada quieren saber con la vida
naciones enfrentadas unas a otras y divorcia-
Uno por uno. Persona por persona. Con sus nueva que pugna por abrirse paso. Su voca-
das de un pensamiento común, más allá del
vidas únicas e irrepetibles, sus saberes, sus ción es expulsar cuerpos extraños o, mejor
esfuerzo de pensadores y de líderes de la his-
habilidades, sus afectos, sus preferencias, sus dicho, partes de sí que se empeñan en no
toria, desde San Martín y Bolívar hasta quie-
placeres, sus conflictos, sus sufrimientos, sus reconocer como propias. La prisión del yo
nes en los tiempos modernos han propiciado
amarguras, sus sueños, sus anhelos, sus espe- impide el flujo de la vida. Junio y septiembre
la idea de una comunidad de naciones.
ranzas. Con su entrega incondicional a una de 1955 no fueron un golpe de Estado sino
América Latina, sin embargo, ade-
causa que sentían brotar de sus entrañas. una intervención quirúrgica, un aborto ejecu-
más de sus riquezas, tiene enseñazas que
Con sus palos y sus cuchillos. Con la fe religio- tado en dos tiempos.
darle al mundo. Tenemos un pensamiento
sa que insufla una política en las raras ocasio- ¿Qué querían los “libertadores”? Lo
humanista que nos diferencia de otras latitu-
nes en que orienta sus mejores esfuerzos a la acabamos de decir: despertar de una horrible
des. Un humanismo universal, que no es el de
redención de los injustamente marginados. pesadilla, sacarse de encima algo que -a su cri-
las corporaciones, que no es el de la cultural
Pero, con ser terrible, lo peor del 16 terio- jamás debiera haber ocurrido, volver al
fácil, que no es el del pensamiento débil, sino
de junio de 1955 no fue la masacre. Más país “normal”: a un país en el cual derechas e
que es el humanismo que brota de la trascen-
grave todavía fue que ese día nefasto comen- izquierdas compitieran “civilizadamente” por
dencia del hombre. El humanismo latinoa-
zaba a abortar en la Argentina una experien- el poder, a espaldas de las grandes mayorías
mericano siempre demostró voluntad de
cia histórica original; una experiencia econó- populares y bajo la protección y cuidadosa
incluir. Ha demostrado el valor del amor que
mica, política, social, educativa y cultural que tutela del Imperio Británico. Y, si no, de algu-
debe unir a la comunidad de los hombres.
se nutría de las tradiciones más raigales de na otra potencia hegemónica, llegado el
Hace casi 30 años tuve que participar de una
nuestro pueblo y que, conforme a ello, se caso. Unidos circunstancialmente, no por
reunión fundadora del SELA, en Caracas, y allí
encontraba en plena construcción de una amor sino por espanto, Vicchi y Ghioldi, entre
dije algunas palabras que me gustaría repe-
modernidad alternativa e inédita. Porque ese tantos otros, esperaban con ansiedad su
tir: “en ninguna otra parte del mundo hay
-ni más, ni menos- fue el gran desafío del hora. La hora de compartir las prebendas de
una confluencia armoniosa de las razas
peronismo: edificar una Argentina moderna un poder delegado y dirimir sus pequeñas
menos consanguíneas y menos contiguas.
sin las lacras que comúnmente trae apareja- disidencias en el marco de un sistema político
Todos los valores del espectro humano, todos
das la modernidad al uso, sobre todo cuando “racional”. Con sus derechas y sus izquierdas,
los genios folclóricos, más el torrente migra-
es mimética: el individualismo egoísta y mez- como Dios manda. Para eso, claro está, era
torio, han convergido sin chocar en el seno
quino, el consumo desaforado, la exclusión imperioso eliminar al peronismo. Que no que-
de sus pampas, selvas o montañas. Hemos
social, la mediocridad cultural; en suma, una dara ni su recuerdo.
sido fieles a una voluntad telúrica siempre dis-
vida de mierda. Una modernidad sin viejos Cincuenta años después el proyecto
puesta a sumar y jamás a excluir. No existe
depositados en los geriátricos, locos maltra- no ha variado. Sólo que la fuerza de los
otro lugar en el planeta en el cual se hayan
tados en los hospicios y control de la natali- hechos, el duro golpe contra la realidad -ni
entendido y amado tanta gente distinta por
dad. Una modernidad solidaria centrada en la los 30.000 asesinatos del Proceso bastaron
sus orígenes. No existe otra área geográfica
dignidad de la persona, de todas y cada una para erradicar al peronismo de la faz de la
más exenta del miedo a las diferencias entre
de ellas, a lo largo de todas las etapas de su Tierra-, ha convencido a la Unión
los hombres. Y esta afirmación latinoameri-
vida (niñez, juventud, adultez, ancianidad). Democrática de que el “hecho maldito del
canista espontánea y vivida de la hermandad
¿Para qué negar que el peronismo país burgués” es ineliminable. Entonces hay
universal, es el modelo que nuestro continen-
tenía aspectos irritantes, las más de las veces que fracturarlo, dividirlo, diluirlo, licuarlo.
te puede ofrecer a la desgarrada comunidad
innecesariamente irritantes? No vale la pena Montar el escenario propicio, poner en mar-
internacional”.
insistir en ellos, cuyo denominador común cha la parodia y obligarlo a optar entre una
América Latina puede predicar en
era tal vez la “guaranguería” de los recién lle- centro-derecha y una centro-izquierda, que
verdad un nuevo humanismo, no el tecnocrá-
gados al poder. Por otra parte, el enfrenta- no lo representan (derecha e izquierda, así
tico que nos viene del norte, no para saber
miento con la Iglesia argentina fue un error nomás, a secas, sin aditamentos, sería dema-
qué hacer, sino a fin de saber para qué hace-
fatal. Por los dos lados. Sumió a muchos pero- siado contundente para esta época “light”).
mos. Tenemos que desplegar nuestro genio
nistas en una contradicción tan dolorosa Levantados de sus tumbas y revestidos de
latinoamericano, una nueva forma de ver los
como insoluble, que los paralizó. Es cierto nuevas máscaras, Vicchi y Ghioldi vuelven a
problemas del hombre en el universo. Este es
que el peronismo tenía sus ingredientes neo- confundirse en un abrazo; dejo para usted,
el aporte que América Latina le puede hacer a
paganos. Dominaba sin embargo el senti- querido lector, la tarea de poner los nombres
la cultura universal.
miento cristiano. Típico sincretismo latinoa- correspondientes.
Tenemos que superar la tecnocracia
mericano. Que nos enorgullece. Que ha inspi- Silvio Juan Maresca
deshumanizante de las sociedades imperia-
simplificar en función de términos dicotómi-
cos que deben ser necesariamente impreci-
sos para poder agrupar demandas particula-
res. Para Laclau, la lógica de la simplificación
y de la imprecisión es “la condición misma de
la acción política”. Solamente una sociedad
en que la administración hubiera reemplaza-
do totalmente a la política podría pretender
erradicar la imprecisión discursiva.
Para el autor, en la era del capitalis-
mo globalizado, las relaciones sociales sufren
inéditas dislocaciones, por lo que las deman-
das se vuelven más autónomas, y por eso
resulta más compleja “su articulación y la
naturaleza de las entidades colectivas que
resultan de ellas”. El populismo “se presenta
a sí mismo como subversivo del estado de
cosas existente y también como el punto de
partida de una reconstrucción más o menos
radical de un nuevo orden”. Ello ocurre por-
que ningún sistema político puede responder
institucionalmente a la totalidad de las
demandas, por lo que los reclamos insatisfe-
chos pueden ser agrupados bajo el paraguas
de un conjunto de significantes vacíos (o “flo-
tantes”) que los vuelve relativamente equiva-
lentes. La respuesta institucional suele tender
a hacer resaltar las diferencias en las deman-
das para poder tratarlas una a una. En cam-
bio, la construcción populista tiende a englo-
barlas por su antagonismo con el poder
gubernamental.
El “pueblo” se constituye así diferen-
ciándose del poder, dividiendo a la sociedad
en dos campos, y construyendo su identidad
a partir del valor de ciertas palabras que, más
que utilizarse con su significado exacto, refle-
jan un conjunto difuso de demandas insatis-
fechas. Pero la identidad popular constituye
una cualidad singular que supera la simple
suma de las demandas. En el extremo, el lide-
razgo de una persona refuerza su singulari-
dad.
Toda identidad popular requiere ser
condensada en torno a palabras e imágenes.
En un punto, los símbolos populistas dejan
de representar las demandas particulares
para comportarse como su fundamento.
Pero para que puedan extenderse, se requie-
re que sean lo suficientemente ambiguos
como para representar incluso demandas
contradictorias. Por lo tanto, sostiene Laclau,
la vaguedad y la imprecisión “no resultan de
ningún tipo de situación marginal o primiti-
va, ya que se inscriben en la naturaleza
misma de la política”.
La visión de Laclau acerca de la repre-
sentación política resulta consistente con
estas observaciones. Para él, la principal defi-
ciencia de las teorías de la representación con-
siste en que “la mayoría de ellas concibió a la
voluntad del pueblo como algo constituido
antes de la representación”. Para autores
como Schumpeter, Habermas o Rawls, “la
pregunta relevante es cómo respetar la
voluntad de los representados, dando por
sentado que tal voluntad existe en primer
lugar”. Pero el representante no es un mero
agente pasivo de los representados, y por eso
la identidad de éstos se modifica como resul-
tado del proceso mismo de representación:
“el representado depende del representante
para la constitución de su propia identidad”.
Eso ocurre porque la voluntad a ser represen-
tada sólo raramente está plenamente consti-
tuida al momento de iniciarse el proceso. Así,
la tarea del representante no es tanto la de
transmitir una voluntad determinada, sino la
de proveer un punto de identificación que
constituya como agentes históricos a los sec-
tores representados. Por eso la representa-
ción suele incluir elementos carismáticos, y
los seguidores hasta llegan a pensar que son
ellos quienes representan la voluntad del
líder y no al revés.
Otra de las características del popu-
lismo consistiría en que el 'pueblo' represente
“algo menos que la totalidad de los miem-
bros de la comunidad: es un componente par-
cial que aspira, sin embargo, a ser concebido
como la única totalidad legítima”. Se confor-
maría así cuando una plebe reclama ser el
único pueblo legítimo. Por eso siempre viviría
en tensión, presentándose a sí misma como
la recuperación de una plenitud ausente de la
comunidad, pero a la vez como la única parte
legítima de una sociedad dividida en dos cam-
pos.
En síntesis, Laclau describe al popu-
lismo como un fenómeno que puede estar
presente tanto en las democracias como en
los gobiernos autoritarios, y que puede cons-
truirse tanto desde el gobierno como desde
la oposición. Llega a afirmar que “no existe
ninguna intervención política que no sea en
cierto punto populista. Sin embargo, esto no
quiere decir que todos los proyectos políticos
sean igualmente populistas”. Pero pese a que
afirma reiteradamente que el populismo no
es un tipo específico de fenómeno político, a
veces lo olvida y hace referencia a “movi-
mientos populistas”. Más aún, dedica un capí-
tulo a los populismos “realmente existentes”,
entre los cuales incluye al Partido del Pueblo
estadounidense de fines del siglo XIX, al movi-
miento turco liderado por Kemal Atatürk y al
peronismo, como no podía ser de otra mane-
ra. Al respecto, menciona los mensajes que
Perón enviaba durante su exilio, cuya clan-
destinidad facilitaba su carácter ambiguo:
“su palabra era indispensable para dar uni-
dad simbólica a todas esas luchas dispersas”,
y por eso debía ser suficientemente vaga.
Quien comparta las ideas de Laclau
podría suponer que el populismo es un fenó-
meno necesario para la constitución de una
acción política democrática, en la medida en
que se pasen por alto los requerimientos plu-
ralistas. Sin embargo, hasta en ese caso, la
aplicación del rótulo de 'populista' a un movi-
miento político no deja de ser denigrante.
Además, resulta al menos curiosa la suposi-
ción de que la única alternativa a la tecnocra-
cia son los símbolos vagos y las identidades
que se afirman en dicotomías.
Mariano Fontela
listas. Tenemos que rescatar la esencia tras-
cendente del hombre y la hermandad entre
los hombres. Porque ahí están los pilares y los
fundamentos de nuestra futura unidad.
Nada podremos hacer en el campo de la eco-
nomía que antes no hayamos hecho en el de
la cultura. Esto puede sonar un poco extraño,
porque parecería una contradicción decirle a
quien no tiene para comer que es necesario
exaltar los valores culturales. Pero sin embar-
go no es así, porque lo que nosotros quere-
mos no es fundar un modelo socioeconómi-
co que dé respuesta a los problemas contin-
gentes de la actualidad, sino uno superador
de esta realidad que sea capaz de proyectarse
en el siglo.
América Latina necesita crear una
nueva anfictionía, la que soñaba Bolívar, ese
grupo de ciudades y estados de la Grecia anti-
gua que se unían detrás de un mismo idioma
y una misma cultura. Bolívar quiso hacerlo y
no tuvo éxito, pero nosotros tenemos que
repensar esa anfictionía.
En América Latina, trasegados por el
neoliberalismo, en los últimos 20 años nos
olvidamos de nuestra especificidad. Nos con-
vertimos en un segmento más del mercado
mundial, descuidando algunas de las disquisi-
ciones más inteligentes que se hicieron sobre
nuestro pasado y sobre nuestro destino. (...)
Hay dos cosas que tenemos que
tener en claro. La primera es que vivimos tiem-
pos de globalización que, como bien lo dijo
Felipe González, es un fenómeno como el del
descubrimiento de América: no hay paso
atrás. Pero es también un tremendo desafío,
lleno de riesgos y de amenazas, pero que
genera oportunidades. Lo segundo es que el
mundo se ha globalizado en casi todos los
aspectos: economía, finanzas, medios infor-
mativos, tecnologías, etc. Lo único que no se
ha globalizado es la política. Es esta nuestra
carencia más grande como políticos. Por eso
yo he escrito que los males de la globaliza-
ción se superan con más globalización, no
sustrayéndose al proceso ni anatemizándolo
con una reacción puramente testimonial. A la
globalización de los instrumentos del capita-
lismo hay que superarla con la globalización
de la política.
Ya no podemos pensar en la política
con mentalidad de provincia. Ya no podemos
hacer de las luchas políticas una cuestión
puramente local. El hombre político tiene
que pensar en una dimensión continental.
Esto es la COPPPAL, un esfuerzo por superar
los límites históricos de la política localista
para darnos un pensamiento universalista. La
COPPPAL no niega las identidades naciona-
les, sino dice que para reforzarlas en tiempos
de globalización hay que olvidarse de las fron-
teras del siglo XIX y pensar en los agrupa-
mientos regionales y continentales.
Este es el marco de acción y de pen-
samiento que nutre a la COPPPAL. Si sabemos
encarar nuestro accionar político sobre él,
estaremos en condiciones de luchar contra la
globalización depredadora. Si nos aferramos
a fórmulas del siglo XIX es muy difícil que
podamos superar los desafíos de la globaliza-
ción del siglo XXI. Y lo primero que tenemos
que decir es que necesitamos una cultura
humanista universal, un denominador común
de nuestras luchas políticas y sociales. Porque
no somos globalizadores, somos universalis-
tas. Hay una diferencia muy grande: el univer-
salismo es la universalización de los valores,
de la dignidad humana, de los derechos
humanos. La globalización es el imperio de
los instrumentos económicos y financieros. El
universalismo se expresa en el campo de los
valores, y todavía sostenemos que los valores
finalmente se imponen. Creemos en los valo-
res y no en los precios, en el espíritu humano y
no en los segmentos de mercado. (...)
Nosotros, los hombres de la políti-
ca, hemos descuidado mucho estos valores.
Hemos descuidado la formación de los cua-
dros dirigentes juveniles. Nos hemos dejado
abatir por esta fusión de poderes mediáticos
y económicos que cerca a la política y la vuel-
ve objeto del vituperio social. Sabemos los
poderes que se anidan detrás de la detracta-
ción sistemática de la política. Pero si los polí-
ticos no tenemos certeza acerca de lo que
estamos defendiendo, si no nos apoyamos
en un complejo de valores superiores,
vamos a ser definitivamente superados y
derrotados.
La COPPPAL quiere rehabilitar la polí-
tica porque es la actividad más excelente del
hombre, porque es la única que apunta a
transformar la realidad basada en el bien
común y no en los intereses que gobiernan
tantos otros aspectos de la vida social. Juan
Pablo II dijo alguna vez que la vocación más
noble del hombre, después de la religiosa, es
la política. (...)
Debemos también repensar la
misión de la política y de los partidos. He
aquí otro objetivo de la COPPPAL. Nos pro-
ponemos inundar América Latina de cursos
de formación política. Iremos a las universi-
dades, pero también a las fábricas y a los
talleres. Los cursos de formación, los semi-
narios, la noción de por qué y para qué hace-
mos política, serán actividades que nos pro-
ponemos desarrollar al frente de la
COPPPAL. (...)
Para terminar compañeros, lo haré
recordando una frase de Bolívar. Ya a punto
de morir, sintiendo que su viejo sueño había
muerto, dijo: “he sembrado en el viento y he
arado en el mar”. A nosotros no nos va a
pasar así, compañeros. Con la voluntad de
todos ustedes, así lo lograremos.

Alberto Methol Ferré
La nuestra es la era del fin de los
Estados-Nación que emergieron en el siglo
XIX. Los ingleses, los franceses, los alemanes,
el Japón, Italia, esos cinco eran arquetipos del
Estado-Nación del siglo XIX. Individualmente,
hoy son totalmente secundarios y han sido
sustituidos en forma ostensible desde la
segunda mitad del siglo XX por la URSS y por
los Estados Unidos de América. Han emergi-
do como potencias mundiales dos gigantes-
cos Estados industriales de índole continen-
tal, en el salto de lo que muchos autores pien-
san que fue la sustitución de los Estados
Nación por los Estados Continentales, que en
el fondo son desarrollos del Estado Nación,
pero de dimensiones gigantescas en compa-
ración con Inglaterra, Francia, Alemania, etc.
Estos pasan a ser totalmente secundarios
tomados por sí mismos, salvo que hagan la
Unión Europea, su intento de formar un
Estado Continental. Si América Latina no
logra formar un Estado Continental de
América del Sur o del conjunto de América
Latina, la región no podrá asumir un papel
importante en la historia. (...)
Es útil decir que se nos plantean los
problemas de la integración, porque tene-
mos la necesidad de configurar un Estado
continental para poder ser una sociedad pro-
tagónica en el mundo. Con Estados media-
nos o pequeños integramos el coro de la his-
toria, como lo somos hoy. Ese me parece que
es el axioma número uno.
¿Cuál es la estructura fundamental
de América Latina? Desde su origen, América
Latina tiene tres partes. En el norte México,
con las Antillas y América Central. Ese es el pri-
mer núcleo. El segundo núcleo es América
del Sur, dividida en dos partes. Una parte en
su origen fue el Virreinato del Perú, que abar-
caba casi toda la América del Sur de origen
hispano… Hoy la América del Sur, que es lo
más importante de América Latina en exten-
sión, en recursos y en población, está dividi-
da en diez Estados. Uno es la mitad -Brasil- y
los otros nueve son la otra mitad: Venezuela,
Colombia, Ecuador, Perú, Chile, Argentina,
Uruguay, Paraguay, Bolivia. De los nueve, hay
cinco medianos en comparación al mayor,
que es igual a la suma de los nueve. De esos
cinco, Argentina es el número uno, y le
siguen Colombia, Venezuela, Chile y Perú. Y
cinco enanos, que son Uruguay, Paraguay,
Bolivia y Ecuador. Esa es la estructura básica
de nuestros países. Tenemos que tenerlo muy
claro. Esa estructura es en habitantes, en
superficie y en recursos, los nueve son igua-
les al uno de Brasil.
Entre estos países, la única frontera
antigua -de cinco siglos- es la de la Cuenca
del Plata. Y la gran Cuenca Amazónica es el
desierto verde, que ha desarticulado, desco-
yuntado la unidad posible de América del
Sur. Es un Sahara verde, metido en el centro
de América del Sur. Brasil ocupa el centro de
América del Sur. Es el único país que linda con
toda América del Sur, salvo con Ecuador y
Chile. Pero esto significa que un brasileño
que intente pensar a su país, al pensar a
Brasil, necesita pensar todos los bordes de su
país, necesita pensar su vecindad. Al pensar-
se a sí mismo y a su vecindad, está pensando,
naturalmente, a toda América del Sur.
Ningún otro país hispano parlante tiene esa
capacidad. (...) Por eso, la única geopolítica
importante que ha nacido en América Latina
es la brasileña, que son los únicos que han
pensado en serio el conjunto de América del
Sur. (...) Esto nos muestra que la mejor situa-
ción estratégica para ver y pensar América
del Sur es brasileña. (...)
El otro centro, México, linda con la
mayor potencia mundial contemporánea, un
Estado continental en serio, es decir, el mode-
lo de los Estados continentales: Estados
Unidos. México está rodeado de pequeños y
minúsculos países tipo Uruguay, de América
Central, las Antillas y el Caribe. Todos tienen
una capacidad uruguayesca de definición his-
tórica. Lo digo para que nadie interprete que
quiero disminuirlo, porque no me juzgo en
esa actitud, sino intentando ubicar las cosas
en su realidad. México es el mayor país hispa-
no parlante, pero no tiene alrededor otro
país con un poder equivalente o parecido,
sino que son todos muy pequeños países.
Entonces está condenado a una cierta dificul-
tad de movilidad, diplomática y política.
En consecuencia, la política funda-
mental de América Latina se juega, en mi opi-
nión, en América del Sur, entre los nueve his-
pano parlantes y Brasil. La Argentina es el
interlocutor básico de Brasil. (...) La frontera
verdadera de Argentina y Brasil se llama
Uruguay, Paraguay y Bolivia. Esa es la fronte-
ra real, no la de Misiones y Corrientes.
Pensar la conjunción argentino-
brasileña implica pensar el nexo fundamental
de la Cuenca del Plata y esos tres países, que
son casi la frontera pura. Este es el nexo del
núcleo fundante de toda unidad posible de
América del Sur. Por las condiciones del
poder y de la centralidad brasileña y por la
representación que la Argentina debe ejercer
de los ocho más pequeños que ella. (...)
Si Brasil no se entiende con la
Argentina, le arroja los síntomas al resto.
Brasil quiere comportarse como una potencia
más ante nosotros. En tanto el intercambio
entre el rubio del norte y el hermano luso mes-
tizo se parece demasiado, no nos interesa.
Nos interesa un líder que beneficie a todos
los liderados. Si no, no es líder, es hegemonía.
Pero a la hegemonía no hay que oponerle lite-
ratura, sino realidades políticas concretas y
conciencia geopolítica concreta. Si no, no
sirve para nada. (...)
Los esquemas básicos de América
Latina están dados por obvios, por evidentes,
y no son evidentes para nadie, porque no
tenemos cultura latinoamericana. Por otra
parte, nada más importante para la econo-
mía de América del Sur, nacida oceánicamen-
te y al servicio de las dominaciones oceáni-
cas, que intercomunicarse por dentro. Hoy
no lo estamos y hay que hacerlo decisiva-
mente. (...) Y por otro lado, debemos impul-
sar una revolución cultural. (...) Hay que
reformular la enseñanza de nuestra literatu-
ra, no enseñar más historia de la literatura en
Chile, en Colombia, en Brasil, en la Argentina.
Hay una sola literatura, la literatura latinoa-
mericana. Debemos enseñarles a los niños
todos los autores. Los argentinos, peruanos,
chilenos, uruguayos. Generación por genera-
ción equivalente. Así los vamos a hacer inte-
gracionistas, en serio. (...)
El nudo de la integración es la brasi-
leñización de los hispano parlantes y la caste-
llanización de los luso parlantes. Una inter-
pretación mutua. Eso hay que llevarlo como
política central de la cultura.
lización, el mundo entero lo sabe. La opción
por la integración no es consensual en ningu-
no de nuestros países, ni en Brasil, ni en
Argentina, ni en Uruguay. Y cuarto, ahí vuel-
vo al tema de los mercaderes. Si vamos a con-
tar heladeras, estamos justamente en el
terreno de los mercaderes. No es que no sea
útil hacerlo, lo es, y no solamente contar, sino
producir juntos y más para exportar a terce-
ros. Porque además, no sostendremos el pro-
yecto del MERCOSUR exportando solamente
entre nosotros. Nuestros mercados son muy
chicos. En términos de escala de competitivi-
dad mundial, la solución no esta acá, en cuan-
to a exportaciones tampoco. Pero más que
esto, lo que tenemos que hacer es darle a los
pueblos la visibilidad de que estarán mejor
con integración que sin ella. Es demasiado
pedir que crean y que luchen por un proyecto
cuyos beneficios no ven, que no les trae más
pan, más casa, más salud, más educación,
más ciudadanía, más prosperidad, más
democracia.
Ese es el mensaje si queremos tener
un proyecto a largo plazo creíble para nues-
tros pueblos, con democracia, con ciudada-
nía, con prosperidad para todos y en paz, por-
que eso es lo que no tienen hoy. Tienen demo-
cracias formales, no tienen ciudadanía.
Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2005, 312 páginas
Algunas teorías elaboradas para des-
cribir -y condenar- situaciones históricas
extremas luego demuestran ser sistemática-
mente ineficaces para explicar casos menos
extremos. Es el caso del populismo. Ernesto
Laclau procura en este libro refutar ciertos tra-
bajos intelectuales que reemplazan el análisis
por la pura condena ética. Esta actitud suele
percibir determinados hechos políticos como
aberraciones carentes de toda causa racional
comprensible.
Laclau no ignora el sentido peyorati-
vo con que suele usarse el término 'populis-
mo', y hasta da cuenta de la forma en que ya
en el siglo XIX fue utilizado como expresión
de la supuesta irracionalidad de las multitu-
des. Por el contrario, su finalidad es demos-
trar que existe racionalidad en el proceso de
construcción del pueblo como actor político,
y explicar también que lo que suele estar
implícito en el rechazo al populismo es la
desestimación de la política y el deseo de sus-
tituirla por la administración. Por eso, afirma,
“un rasgo característico persistente en la lite-
ratura sobre populismo es la reticencia -o difi-
cultad- para dar un significado preciso al con-
cepto”. Quienes lo intentan suelen recaer en
el frustrante ejercicio de colocar esa etiqueta
a conjuntos muy dispares de movimientos,
Hablar de ciudadanía para la mayoría de nues-
tras poblaciones es casi irrisorio. (…)
Entonces, ese es el mensaje a dar. Y
sólo es posible darlo haciendo prevalecer lo
político sobre lo económico, la voluntad del
Estado sobre el interés particular, privado. En
alguna medida, la integración es incompati-
ble con el neoliberalismo. Porque en una eco-
nomía neoliberal, en principio, un hombre
vale en la medida en que consume, no en que
es ciudadano. (…)
El viaje a Buenos Aires ha valido por
escucharlos a ustedes y sus distintos puntos
de vista, así como las expectativas en relación
a Brasil. Lo que dejo es un mensaje de alerta
en el sentido en que no es consensual la
opción en ningún lado; hay que luchar todos
los días y hay que luchar creyendo que lo
hacemos en beneficio de cada uno de noso-
tros en la vida cotidiana. La integración no
sirve si no trae un mayor bienestar para cada
uno. No solamente para los empresarios. (…)
Los partidos políticos tienen un papel
fundamental porque teóricamente y, en los
distintos países, en mayor o menor grado en
la práctica, los partidos políticos son la expre-
sión de la manifestación política de nuestros
pueblos. El distribuir este mensaje está en fun-
ción del programa de cada partido político.
Ernesto Laclau
La razón populista
sin decir nada acerca de su contenido. Para
Laclau, el populismo, “lejos de corresponder
a un fenómeno marginal, [está inscripto] en
el funcionamiento real de todo espacio comu-
nitario”. En lugar de buscar el “verdadero
referente del populismo”, o el contenido ideo-
lógico que típicamente expresa, su intención
es mostrar que el populismo “no está atribui-
do a un fenómeno delimitable, sino a una
lógica social cuyos efectos atraviesan una
variedad de fenómenos. El populismo es, sim-
plemente, un modo de construir lo político”.
La literatura que condena al populis-
mo suele postular que su retórica política es
“un puro adorno del lenguaje”. Laclau, en
cambio, se niega a postular un modelo inicial
de racionalidad política que entienda al popu-
lismo en términos de aquello que le falta, o
de “su vaguedad, su vacío ideológico, su
antiintelectualidad, su carácter transitorio”.
Entiende que el populismo es una dimensión
de la cultura política que puede estar presen-
te en movimientos de signo ideológico muy
diferente, y que su retórica es una forma de
fundar la identidad de un grupo social a par-
tir de la vaguedad conceptual, que sería nece-
saria consecuencia de la indeterminación de
la misma realidad social, no una expresión de
falta de madurez. El espacio político se suele

La propuesta o el mensaje de una
propuesta de integración latinoamericana o
sudamericana, para mí, tiene que estar alre-
dedor de cinco palabras: democracia, ciuda-
danía, prosperidad, paz y multilateralismo.
Pongo esta última más por un deber de oficio
de mi profesión que por otra cosa. (…)
Yo no voy a extenderme sobre el
tema democracia, porque entiendo que
todos los que están acá son luchadores de la
democracia en sus respectivos países. (…)
Entonces no me voy a alargar sobre la impor-
tancia de la democracia, (…) sino de su
importancia en relación con la ciudadanía,
porque en Brasil, por ejemplo, tuvimos del
'46 al '64 una democracia formal excelente.
Todo funcionaba: el parlamento, los partidos,
los líderes políticos, la justicia. Todo funciona-
ba como un reloj y a despecho de esto la
democracia se acabó en el '64 porque el siste-
ma democrático no estaba pensando para
los trabajadores, que demandaban ciudada-
nía. (…)
La puerta de la democracia tiene que
abrirse a la presencia de actores políticos
para los cuales la democracia formal no está
pensada. No es solamente tener democracia,
sino tenerla con ciudadanía, que es entonces
el segundo concepto que debe ser parte de
esa propuesta de integración que estamos
construyendo en esta parte del continente.
Pero, ¿para qué democracia y para
qué ciudadanía? Yo entiendo que sólo tiene
sentido si eso permite a cada uno obtener o
ser parte de la prosperidad. No es solamente
el ganar más o tener más tierra o acaso tener
un piso mejor ubicado frente al mar.
Prosperidad es poder ejercer en plenitud los
derechos y las capacidades sociales y econó-
micas de cada uno. (…) El proyecto de inte-
gración, si no tiene dentro de sí el contenido
y el propósito de ampliar el acceso de todos a
la prosperidad -no sólo como un concepto
material-, no va a ir muy lejos, porque no se
sostendrá en el largo plazo.
Si uno tiene democracia y ciudada-
nía y ésta existe para hacer que el sistema
democrático funcione a favor de la prosperi-
dad y no en contra de ella, tal vez tengamos
paz. (…)
¿Por qué esa paz es tan importante?
Porque en la medida en que no somos poten-
cia militar, (…) la paz tiene que ser puesta por
nosotros en la cumbre de nuestros valores,
porque es la única manera que tenemos de
influenciar el entorno internacional. (…) La
paz se traduce no sólo en la paz entre nacio-
nes, sino en la convivencia entre las diferen-
cias dentro de nuestras sociedades. Y éste es
otro fenómeno que singulariza a América
Latina: la capacidad de convivencia al interior
de nuestras sociedades. Tenemos problemas,
sí, (…) pero el sentido nacional de cada país
no es el de quienes están divididos por dife-
rencias internas. Hay divergencias en muchos
casos, incluso de naturaleza político-
ideológica en algunos países. Pero no son la
regla en la región.
Por tanto, si hay una propuesta de
alguna manera espiritual para sobreponer el
afán diario de los mercaderes, tiene que cons-
Ruy Pereira
truirse sobre estos cinco pilares: democracia,
ciudadanía, prosperidad, paz y multilateralis-
mo.
¿Por qué esta propuesta podría ser
tan importante para el Brasil? Por una sola
cuestión que se apuntó acá: Brasil tiene fron-
tera con siete de los otros nueve países de
América del Sur. Si uno piensa en términos
históricos, no hay cómo imaginar la proyec-
ción de Brasil en el futuro, si no es en un uni-
verso regional democrático, pacífico y prós-
pero.
Estas condiciones regionales son del
interés nacional del Brasil. Porque, por ejem-
plo, los 500.000 brasileros que viven adentro
del Paraguay no pueden ser percibidos por
los paraguayos como invasores o como
gente que va allí a restar empleos, riqueza,
oportunidades. Si es así, serán discriminados.
(…) Leí algo sobre las emociones que provo-
can o están provocando las inversiones brasi-
leñas en Argentina, por ejemplo. Es vital para
Brasil que los vecinos de América del Sur, por
lo menos, encuentren paz, democracia, ciu-
dadanía y prosperidad, porque si no es así,
Brasil, que es el más desigual de todos, no ten-
drá paz, ni democracia, ni ciudadanía. (…)
Ahora bien, esto no es para nada consensual
en Brasil y eso hay que tenerlo claro también.
No es consensual, ni dentro de la sociedad, ni
dentro de los partidos políticos, ni dentro del
gobierno en Brasil.
El proceso, o la predisposición a la
integración es una construcción diaria, pelea-
da cotidianamente, porque las integraciones
son una novedad: el estado normal de la vida
es la desintegración. (…) Pero, ¿cómo puede
alguien pensar que el MERCOSUR está acaba-
do porque cada 15 días aparece una pelea
periodística entre Brasil y Argentina? Para mí
es sorprendente. Lo que sí uno puede decir es
que el MERCOSUR apoyado exclusivamente
sobre la profundización del área de libre
comercio se está agotando. Esto sí es verdad.
Se puede comprobar incluso desde el punto
de vista técnico. Pero, ¿decir que el
MERCOSUR se está terminando?
Lo que está ocurriendo es una discu-
sión al interior del MERCOSUR sobre cómo y
cuándo empezar el camino efectivamente
hacia el mercado común. En Brasil el gobier-
no actual cree que el camino es, en la prácti-
ca, más MERCOSUR. Cuando el presidente de
la República dice esto (…) es porque lo cree
firmemente. Pero eso implica hacer que
todos los que han ganado históricamente
con la desintegración dejen de ganar. ¿Uste-
des pueden imaginar la amplitud y profundi-
dad de intereses creados en función de la
desintegración?
Es muy importante tener claro, pri-
mero, que la integración no es el estado natu-
ral de las cosas, si no al revés. Segundo, que
la integración hay que pelearla todos los días.
Tercero, que América Latina somos todos…
más Estados Unidos. En América del Sur no
somos diez, somos once. El undécimo es
Estados Unidos. Eso es una realidad de la
vida. México lo sabe muy bien. Todos noso-
tros en mayor o menor grado también lo
sabemos, y si vamos por el ritmo de la globa-
Nosotros tenemos lo que antes se lla-
maba “un destino manifiesto”: transformar
esa extraordinaria cultura latinoamericana
que se maneja con dos idiomas primos entre
ellos. (...) Uno de los procesos más importan-
tes de todas las civilizaciones es el paso desde
una cultura a una civilización. Formas pro-
pias, autónomas de civilización, fue lo que
nos faltó siempre. Y el mapa de la cultura lati-
noamericana (…) no logró jamás transfor-
marse en valor político actuante en el con-
cierto mundial. Hemos sido un poco los
espectadores, el público de segunda de la
política mundial.
La segunda observación que quisiera
hacer es que una integración nace de un
núcleo integrado. No hay integraciones teóri-
cas, (…) sino que tiene que ser nacida de un
núcleo concreto y eficaz. (...)
Como dice Edgar Morin, el filósofo
francés, toda idea política, todo movimiento
político y, sobre todo, una integración multi-
nacional, tienen que tener un sentido, una
reflexión, y tienen que aportar una modifica-
ción. No hay una integración sólo de los mer-
caderes, o de comandantes en jefe, o una
integración de dentistas latinoamericanos. La
integración es un episodio muy importante
que merece una reflexión sobre el sentido. Y
ahí tenemos una dificultad. (...) Nosotros esta-
mos viviendo un tiempo de extraordinaria
decadencia. (...)
Hay dos episodios, dos grandes fra-
casos en las dos corrientes fundamentales del
pensamiento político y económico del mun-
do. Esos dos fracasos se pueden situar de la
siguiente manera: el liberalismo democráti-
co, capitalista, tuvo un extraordinario éxito
en lo material, en poder político, económico
y militar, pero se basaba (…) en la idea de que
podía redimir y crear formas iguales de desa-
rrollo y calidad de vida. Esto es, llevar a todos
los pueblos del mundo, con su fórmula, a
una economía de bienestar y no de penuria.
Y sin embargo fue al revés. En estos años
hemos constatado el asesinato histórico de
todo un continente, que es el caso de África
negra. Y hemos comprobado concretamente
que el mundo del capitalismo democrático
(…) está creando continentes de miseria y
núcleos de opulencia. Está creando entonces
una distorsión absoluta entre los principios
de sus pensadores, humanistas herederos del
iluminismo de fines del siglo XIX, y la realidad
de fines del siglo XX y la actual. (...)
El capitalismo ya sabe que no puede
más que seguir creando continentes de mise-
ria y núcleos de opulencia. Las estadísticas de
las Naciones Unidas son tristemente asom-
brosas. Para dentro de treinta años, nos pro-
meten un mundo donde cuatro de cada seis
habitantes van a estar en la indigencia o la
pobreza.
La otra gran aporía, el otro gran fra-
caso, pasa por el mundo del socialismo. El
mundo socialista (…) se basada en la econo-
mía, y terminó en un elogio de la razón meta-
física y en una pérdida de presencia económi-
ca en el mundo. Observemos el fracaso de la
Unión Soviética. (...) Luego, la situación de
Abel Posse
China, la más sorprendente de todas. China,
con una gran inteligencia, utiliza el socialis-
mo y el marxismo para organizar un país en
absoluta disgregación y una vez que logra
eso se transforma, a través de la política de
Deng Xiao Peng, en un capitalismo sorpren-
dente. (...) Ni siguiera el socialismo de Cuba o
el de Nicaragua pudieron -en lo económico-
convencer a nuestros pueblos. (...)
Económicamente el socialismo no ha sabido
crear un solo modelo exitoso en todo el mun-
do. Entonces, los que tienen un pensamiento
justamente humanista, un pensamiento filo-
sófico y justiciero para reorganizar el mundo
de los continentes de miseria y los núcleos de
opulencia, se encuentran también desarma-
dos. Porque podemos crear un poder, pero
no podemos crear un poder económicamen-
te admirado que se pueda extender sobre el
mundo.
Los socialismos fueron fracasando. Y
los social progresismos, la social democracia
europea, han tenido mea culpas asombrosos
como la de los alemanes o los franceses,
donde revisaron en esencia la imposibilidad
de no ser capitalistas. (...)
Quiere decir entonces que vamos a
inaugurar una integración latinoamericana y
tenemos que tener presentes los límites que
nos propone el mundo en que vivimos. Estos
límites son franqueables, pero no nos olvide-
mos que hace cien años que no hay ninguna
nueva política pensada para el hombre.
Todos los movimientos que estamos viviendo
son más o menos impulsados por los merca-
deres.
El hombre profundo, que tendría
que haber sido creado por el pensamiento
humanista que hay detrás del socialismo y
del capitalismo decimonónico, no emergió
jamás. Si vamos a hablar de integración, tene-
mos que seguir también esta dimensión espi-
ritual que señaló Morin y tantos otros pensa-
dores. Sin una reflexión profunda sobre el sis-
tema de vida que queremos, va a ser muy difí-
cil encontrar las respuestas necesarias.
Podemos estar imitando todo un esquema
económico y político del mundo, sin darnos
cuenta que no es precisamente el sayo que
nos tenemos que poner para nuestra cultura
latinoamericana. Una cultura, un estilo, exi-
gen formas propias de política y de econo-
mía, y esto no lo hemos pensado. De aquí
entonces este continuo bartoleo de nuestras
políticas de integración. (...)
Creo que Methol Ferré señaló que
solamente Brasil tiene una idea clara de la
necesidad que tenemos todos de unirnos a
través de ese núcleo que yo señalé al comien-
zo de mi exposición. Un núcleo central. (…)
Brasil tiene la ventaja de ser aquel que posee
una idea continental, una idea de orgullo
nacional y cultural que lo predispone a un
liderazgo. No a una hegemonía, como dijo
Methol Ferré, sino a un liderazgo de extraor-
dinaria importancia. Nuestro destino mani-
fiesto es estar unidos, que nuestra cultura,
nuestras formas religiosas, nuestras ganas,
nuestros errores, nuestros defectos morales,
nuestras grandes cualidades, nuestra cuali-
dad extraordinaria de humanismo y de huma-
nidad, todo ese conjunto contradictorio de
elementos y de factores, se conjuguen en una
forma política propia. (...)
Por otra parte, hoy el mundo, este
mundo que estamos viviendo después de lo
de Irak, no va hacia el siglo XXI, sino que está
volviendo al siglo XIX, a la política del puro
poder. Por lo tanto, cuando hablamos de inte-
gración ya no podemos estar peleando por
las exportaciones de pollos o por la excesiva
importación de heladeras que hace
Argentina de Brasil. El tema es tan trascen-
dente que, si nosotros no formamos un impe-
rio, un verdadero imperio latinoamericano,
no tendremos significación en el mundo.
Es admirable que Brasil haya querido
ser, y sea, un país con vocación imperial. Los
argentinos somos varios millones de perso-
nas con un enorme territorio y no somos sig-
nificantes en el mundo, salvo con una unión
sólida.
No obstante, Brasil carecería de sig-
nificado en el mundo si toda la periferia sub-
Luis Maira Aguirre
Si mi memoria de exiliado político no
me traiciona, la COPPPAL nació en 1979 en
Oaxaca. (…) Fue fruto de la solidaridad mexi-
cana con quienes luchábamos en esa época
frente a las dictaduras de la Seguridad
Nacional y al terrorismo de Estado que preva-
lecía en más de la mitad del continente. (…)
A partir de COPPPAL surgió el Grupo
Contadora y luego el Grupo de Apoyo en
América del Sur, y de ahí a su vez el Grupo de
Río, la primera de las expresiones articuladas
de cooperación latinoamericana y de una
generación de líderes que no se conocieron
entre sí. (…) Hoy hemos pasado a un nivel de
sociabilidad latinoamericana en que los pre-
sidentes se encuentran casi tres o cuatro
veces por año. (…)
Todo esto es fruto de esta entidad y
creo que por eso es muy propicio que refle-
xionemos en torno a ella, porque muchas
cosas han pasado desde 1979. Hay muchos
cambios positivos, pero al mismo tiempo la
magnitud de los retos, de los desafíos, la
tarea latinoamericana, precisamente la del
progreso, del desarrollo, de la democracia y
la independencia nacional que animaron a
COPPPAL, siguen siendo casi un asunto utó-
pico para la mayoría de las naciones de este
continente.
Los cambios son más o menos evi-
dentes. Desde el fin de la guerra fría, en
América Latina hemos avanzado muchísimo
en materia de elecciones libres. (…) En
segundo lugar, desde el punto de vista de los
proyectos, propuestas, visiones y estrategias
de desarrollo, hemos dado también impor-
tantes pasos en los últimos 15 años. De una
visión cerradamente conservadora, neolibe-
ral, que fue parte de un pensamiento único
continental -los nueve países restantes de
Sudamérica- quedaran sometidos al juego
de las potencias centrales. Nuestra tarea no
es solamente organizar a los mercaderes en
un sistema de comercialización más o
menos justo y equitativo. Aparte de esto,
que es muy importante, tenemos que pen-
sar en darnos una ideología continental.
Tenemos que pensar en nuestras fuerzas
armadas y en la defensa, en una idea de la
calidad de vida que queremos tener. Ese es
el gran sentido que reclamaba Morin. Por
esto, entonces, todos los que estamos reu-
nidos aquí tenemos el privilegio de tener
una gran tarea. Es muy triste en la vida ser
funcionario, miembro de un partido político
o actuar en política, y no tener una gran
tarea. Nosotros tenemos por delante una
tarea como la que tuvo Bolívar y no pode-
mos dejar de responder a ella. Tenemos que
vencer los errores menores de valoración y
marcar las cinco o seis grandes direcciones
de unidad continental.
(…) en los años '90, hemos pasado a un clima
post neoliberal, donde buscamos fórmulas
distintas. (…)
Finalmente, en el tiempo de la globa-
lización (…) también hemos aprendido a valo-
rizar los temas de la identidad cultural, como
un componente común de los distintos paí-
ses latinoamericanos. (…)
Sin perjuicio de lo dicho, quisiera
ordenar mi exposición en torno a tres refle-
xiones que abordan las situaciones contra-
dictorias que enfrentamos hoy y los nuevos
retos que tenemos en la década inicial del
siglo XXI. Los fundadores de la COPPPAL eran
casi todos (…) movimientos de oposición, a
veces fuerzas clandestinas bastante margina-
les. (…) Hoy la mayoría de esas fuerzas, parti-
dos y organizaciones de la sociedad civil, son
parte de las estructuras de poder en América
Latina. (…) Sin embargo, aquellos que pro-
clamaban la posibilidad de sintetizar el creci-
miento económico con una mayor igualdad
de oportunidades, la lógica de la equidad y
una democracia más participativa, no han
sido capaces de plasmar en proyectos reco-
nocidos por las sociedades y por la ciudada-
nía la ventaja o la superioridad de esa pro-
puesta y ese pensamiento. Los grupos pro-
gresistas siguen teniendo más espacios que
proyectos reales en ejecución y siguen siendo
temas pendientes. Parte de la pequeña uto-
pía latinoamericana es afianzar un crecimien-
to estable, resolver las agendas de la pobreza
y la desigualdad o construir democracias esta-
bles con oportunidades reales de participar
en las decisiones. (…)
La segunda de las contradicciones es
que 2004 fue el mejor de los últimos 15 años
en términos del balance económico de
América Latina. (…) Pero la historia nos ha
enseñado que no basta uno, dos o cinco años
buenos, porque (…) cuando nos estamos
acostumbrando a las vacas gordas, llega pre-
cisamente la recesión, el golpe de timón que
baja las expectativas de la economía, y nos
sumimos en procesos recesivos de políticas
de ajuste de difícil manejo. Entonces, hoy no
existe la sensación de que estemos constru-
yendo un nuevo momento de despegue, de
avance económico. (…) El balance de un
período más largo sigue siendo extremada-
mente desfavorable.
Si dejamos de lado el 2004 y las bue-
nas perspectivas del 2005, hasta 2003
América Latina era un espacio donde había
crecido la pobreza y la desigualdad consis-
tentemente. Teníamos 130 millones de
pobres en 1980, (…) al final de la década 190
millones y (…) en 2004, 221 millones de per-
sonas bajo la línea de pobreza. 99 de esos
221 millones eran extremadamente pobres.
(…)
Entonces en América Latina tenemos
también, y esa es una contradicción en estos
años, que el ciclo democrático posterior a las
dictaduras no ha sido un ciclo de superación
de la pobreza y la desigualdad. (…)
Una tercera contradicción es que
aunque es un tiempo que fuerza el entendi-
miento, la coordinación, la actuación con-
sensual de América Latina, tenemos todavía
disparidades, desacuerdos y a veces conflic-
tos que disminuyen mucho nuestra capaci-
dad de actuación. (…)
De tal manera que en estas reflexio-
nes debemos entrar a una primera que me
parece sustancial: ¿qué es hoy la América
Latina? En apariencia, tiende a ser, después
del acuerdo del Cuzco, la suma de dos
Américas Latinas. Una del norte (…) y una del
sur. (…) Yo creo que esa América Latina divi-
dida en dos componentes es más formal que
real. (…)
A mí me parece que América Latina
es una cosa más compleja, más fragmenta-
da. (…) Cuatro subregiones y dos grandes
actores subregionales. Los actores nacionales
potentes, México y Brasil, son en sí mismos
verdaderas subregiones y las otras cuatro son
el complejo y heterogéneo mosaico del
Caribe, América Central más Panamá,
América andina desde Venezuela hasta
Bolivia y el Cono Sur (Uruguay, Paraguay,
Argentina y Chile). (…) El problema es cómo
establecemos puentes entre estas seis regio-
nes de América Latina para que funcionen de
modo más armónico y más homogéneo. Y
eso es lo que parece difícil por las mismas con-
tradicciones y antagonismos de los que hacía
hace un minuto recuerdo. Éste es el primer
aspecto, la primera dimensión del asunto.
La segunda es el aumento interno de
la desigualdad en nuestros países. Y la confi-
guración de más de un país diferenciado en
un mismo territorio. Esto es particularmente
válido para los dos actores de la región. (…)
Entonces, la integración latinoamericana
tiene un asunto previo o colateral a resolver.
(…)
Finalmente, hay un tema respecto de
los desafíos que nos planeta la integración
misma. El mundo de la posguerra fría y de la
globalización es un mundo unipolar en lo mili-
tar. (…) Pero es también un mundo multipo-
lar en lo económico. Es un mundo de grandes
regiones. (…) Frente a esos grandes actores
internacionales, América Latina es una región
a través de la integración o no será una fuer-
za internacional gravitante que pueda sobre-
vivir dignamente en el mundo del siglo XXI.
Y ese es el tema de la integración.
(…) La integración de comienzos del siglo XXI
es paradójicamente mucho más fragmenta-
da, es un enorme collage de numerosos
entendimientos entre dos países, entendi-
mientos subregionales, acuerdos entre fuer-
zas múltiples que están a veces a un lado y a
otro del continente. Y con esta suma de
acuerdos parciales tenemos que hacer la inte-
gración del conjunto de la región. No es un
asunto fácil por los pendientes que quedan
en la definición económica y por las dificulta-
des geopolíticas y definición que este proyec-
to plantea.
La de la integración física de América
del Sur, países (…) que no tienen una coordi-
nación eficaz en materia de caminos, vías
férreas, puertos, aeropuertos, (…) y la segun-
da, del desafío de cooperación energética.
(…) América del Sur tiene el doble de la suma
de las capacidades energéticas instaladas
que sus países necesitarían en el momento
del pico del consumo. Y sin embargo, esta-
mos teniendo dificultades y crisis energéticas
en la mayoría de los países, porque no somos
capaces de interconectar y de colocar a pre-
cios de mercado el acceso de un país a otro
de este potencial energético. (…) Entonces la
agenda concreta de la integración sudameri-
cana pasa por dos temas muy específicos y
muy urgentes. (…)
Si hiciéramos sólo estas dos cosas, la
América Latina tendría delante suyo para
estas fuerzas progresistas que hoy dirigen los
países, estrategias de desarrollo mucho mejo-
res que las de años recientes. O sea, la inte-
gración es una necesidad vital, un signo de
esta época, una forma de estar en el mundo,
de resolver nuestros problemas fundamenta-
les, pero sigue chocando con nuestros hábi-
tos y costumbres más profundos, no necesa-
riamente agregadores y positivos. Construir
los puentes, enfrentar los retos y abrir una
nueva era de cooperación en América Latina
parece un desafío que sigue siendo utópico
pero indispensable. Yo creo que la COPPPAL,
que luchó contra las dictaduras y contra la
presencia de la guerra fría en América Latina,
hoy haría bien en luchar activamente por la
cooperación y la integración latinoamerica-
nas y por la maduración de esos procesos
democráticos a través del crecimiento inte-
grador.
dad extraordinaria de humanismo y de huma-
nidad, todo ese conjunto contradictorio de
elementos y de factores, se conjuguen en una
forma política propia. (...)
Por otra parte, hoy el mundo, este
mundo que estamos viviendo después de lo
de Irak, no va hacia el siglo XXI, sino que está
volviendo al siglo XIX, a la política del puro
poder. Por lo tanto, cuando hablamos de inte-
gración ya no podemos estar peleando por
las exportaciones de pollos o por la excesiva
importación de heladeras que hace
Argentina de Brasil. El tema es tan trascen-
dente que, si nosotros no formamos un impe-
rio, un verdadero imperio latinoamericano,
no tendremos significación en el mundo.
Es admirable que Brasil haya querido
ser, y sea, un país con vocación imperial. Los
argentinos somos varios millones de perso-
nas con un enorme territorio y no somos sig-
nificantes en el mundo, salvo con una unión
sólida.
No obstante, Brasil carecería de sig-
nificado en el mundo si toda la periferia sub-
Luis Maira Aguirre
Si mi memoria de exiliado político no
me traiciona, la COPPPAL nació en 1979 en
Oaxaca. (…) Fue fruto de la solidaridad mexi-
cana con quienes luchábamos en esa época
frente a las dictaduras de la Seguridad
Nacional y al terrorismo de Estado que preva-
lecía en más de la mitad del continente. (…)
A partir de COPPPAL surgió el Grupo
Contadora y luego el Grupo de Apoyo en
América del Sur, y de ahí a su vez el Grupo de
Río, la primera de las expresiones articuladas
de cooperación latinoamericana y de una
generación de líderes que no se conocieron
entre sí. (…) Hoy hemos pasado a un nivel de
sociabilidad latinoamericana en que los pre-
sidentes se encuentran casi tres o cuatro
veces por año. (…)
Todo esto es fruto de esta entidad y
creo que por eso es muy propicio que refle-
xionemos en torno a ella, porque muchas
cosas han pasado desde 1979. Hay muchos
cambios positivos, pero al mismo tiempo la
magnitud de los retos, de los desafíos, la
tarea latinoamericana, precisamente la del
progreso, del desarrollo, de la democracia y
la independencia nacional que animaron a
COPPPAL, siguen siendo casi un asunto utó-
pico para la mayoría de las naciones de este
continente.
Los cambios son más o menos evi-
dentes. Desde el fin de la guerra fría, en
América Latina hemos avanzado muchísimo
en materia de elecciones libres. (…) En
segundo lugar, desde el punto de vista de los
proyectos, propuestas, visiones y estrategias
de desarrollo, hemos dado también impor-
tantes pasos en los últimos 15 años. De una
visión cerradamente conservadora, neolibe-
ral, que fue parte de un pensamiento único
continental -los nueve países restantes de
Sudamérica- quedaran sometidos al juego
de las potencias centrales. Nuestra tarea no
es solamente organizar a los mercaderes en
un sistema de comercialización más o
menos justo y equitativo. Aparte de esto,
que es muy importante, tenemos que pen-
sar en darnos una ideología continental.
Tenemos que pensar en nuestras fuerzas
armadas y en la defensa, en una idea de la
calidad de vida que queremos tener. Ese es
el gran sentido que reclamaba Morin. Por
esto, entonces, todos los que estamos reu-
nidos aquí tenemos el privilegio de tener
una gran tarea. Es muy triste en la vida ser
funcionario, miembro de un partido político
o actuar en política, y no tener una gran
tarea. Nosotros tenemos por delante una
tarea como la que tuvo Bolívar y no pode-
mos dejar de responder a ella. Tenemos que
vencer los errores menores de valoración y
marcar las cinco o seis grandes direcciones
de unidad continental.
(…) en los años '90, hemos pasado a un clima
post neoliberal, donde buscamos fórmulas
distintas. (…)
Finalmente, en el tiempo de la globa-
lización (…) también hemos aprendido a valo-
rizar los temas de la identidad cultural, como
un componente común de los distintos paí-
ses latinoamericanos. (…)
Sin perjuicio de lo dicho, quisiera
ordenar mi exposición en torno a tres refle-
xiones que abordan las situaciones contra-
dictorias que enfrentamos hoy y los nuevos
retos que tenemos en la década inicial del
siglo XXI. Los fundadores de la COPPPAL eran
casi todos (…) movimientos de oposición, a
veces fuerzas clandestinas bastante margina-
les. (…) Hoy la mayoría de esas fuerzas, parti-
dos y organizaciones de la sociedad civil, son
parte de las estructuras de poder en América
Latina. (…) Sin embargo, aquellos que pro-
clamaban la posibilidad de sintetizar el creci-
miento económico con una mayor igualdad
de oportunidades, la lógica de la equidad y
una democracia más participativa, no han
sido capaces de plasmar en proyectos reco-
nocidos por las sociedades y por la ciudada-
nía la ventaja o la superioridad de esa pro-
puesta y ese pensamiento. Los grupos pro-
gresistas siguen teniendo más espacios que
proyectos reales en ejecución y siguen siendo
temas pendientes. Parte de la pequeña uto-
pía latinoamericana es afianzar un crecimien-
to estable, resolver las agendas de la pobreza
y la desigualdad o construir democracias esta-
bles con oportunidades reales de participar
en las decisiones. (…)
La segunda de las contradicciones es
que 2004 fue el mejor de los últimos 15 años
en términos del balance económico de
América Latina. (…) Pero la historia nos ha
enseñado que no basta uno, dos o cinco años
buenos, porque (…) cuando nos estamos
acostumbrando a las vacas gordas, llega pre-
cisamente la recesión, el golpe de timón que
baja las expectativas de la economía, y nos
sumimos en procesos recesivos de políticas
de ajuste de difícil manejo. Entonces, hoy no
existe la sensación de que estemos constru-
yendo un nuevo momento de despegue, de
avance económico. (…) El balance de un
período más largo sigue siendo extremada-
mente desfavorable.
Si dejamos de lado el 2004 y las bue-
nas perspectivas del 2005, hasta 2003
América Latina era un espacio donde había
crecido la pobreza y la desigualdad consis-
tentemente. Teníamos 130 millones de
pobres en 1980, (…) al final de la década 190
millones y (…) en 2004, 221 millones de per-
sonas bajo la línea de pobreza. 99 de esos
221 millones eran extremadamente pobres.
(…)
Entonces en América Latina tenemos
también, y esa es una contradicción en estos
años, que el ciclo democrático posterior a las
dictaduras no ha sido un ciclo de superación
de la pobreza y la desigualdad. (…)
Una tercera contradicción es que
aunque es un tiempo que fuerza el entendi-
miento, la coordinación, la actuación con-
sensual de América Latina, tenemos todavía
disparidades, desacuerdos y a veces conflic-
tos que disminuyen mucho nuestra capaci-
dad de actuación. (…)
De tal manera que en estas reflexio-
nes debemos entrar a una primera que me
parece sustancial: ¿qué es hoy la América
Latina? En apariencia, tiende a ser, después
del acuerdo del Cuzco, la suma de dos
Américas Latinas. Una del norte (…) y una del
sur. (…) Yo creo que esa América Latina divi-
dida en dos componentes es más formal que
real. (…)
A mí me parece que América Latina
es una cosa más compleja, más fragmenta-
da. (…) Cuatro subregiones y dos grandes
actores subregionales. Los actores nacionales
potentes, México y Brasil, son en sí mismos
verdaderas subregiones y las otras cuatro son
el complejo y heterogéneo mosaico del
Caribe, América Central más Panamá,
América andina desde Venezuela hasta
Bolivia y el Cono Sur (Uruguay, Paraguay,
Argentina y Chile). (…) El problema es cómo
establecemos puentes entre estas seis regio-
nes de América Latina para que funcionen de
modo más armónico y más homogéneo. Y
eso es lo que parece difícil por las mismas con-
tradicciones y antagonismos de los que hacía
hace un minuto recuerdo. Éste es el primer
aspecto, la primera dimensión del asunto.
La segunda es el aumento interno de
la desigualdad en nuestros países. Y la confi-
guración de más de un país diferenciado en
un mismo territorio. Esto es particularmente
válido para los dos actores de la región. (…)
Entonces, la integración latinoamericana
tiene un asunto previo o colateral a resolver.
(…)
Finalmente, hay un tema respecto de
los desafíos que nos planeta la integración
misma. El mundo de la posguerra fría y de la
globalización es un mundo unipolar en lo mili-
tar. (…) Pero es también un mundo multipo-
lar en lo económico. Es un mundo de grandes
regiones. (…) Frente a esos grandes actores
internacionales, América Latina es una región
a través de la integración o no será una fuer-
za internacional gravitante que pueda sobre-
vivir dignamente en el mundo del siglo XXI.
Y ese es el tema de la integración.
(…) La integración de comienzos del siglo XXI
es paradójicamente mucho más fragmenta-
da, es un enorme collage de numerosos
entendimientos entre dos países, entendi-
mientos subregionales, acuerdos entre fuer-
zas múltiples que están a veces a un lado y a
otro del continente. Y con esta suma de
acuerdos parciales tenemos que hacer la inte-
gración del conjunto de la región. No es un
asunto fácil por los pendientes que quedan
en la definición económica y por las dificulta-
des geopolíticas y definición que este proyec-
to plantea.
La de la integración física de América
del Sur, países (…) que no tienen una coordi-
nación eficaz en materia de caminos, vías
férreas, puertos, aeropuertos, (…) y la segun-
da, del desafío de cooperación energética.
(…) América del Sur tiene el doble de la suma
de las capacidades energéticas instaladas
que sus países necesitarían en el momento
del pico del consumo. Y sin embargo, esta-
mos teniendo dificultades y crisis energéticas
en la mayoría de los países, porque no somos
capaces de interconectar y de colocar a pre-
cios de mercado el acceso de un país a otro
de este potencial energético. (…) Entonces la
agenda concreta de la integración sudameri-
cana pasa por dos temas muy específicos y
muy urgentes. (…)
Si hiciéramos sólo estas dos cosas, la
América Latina tendría delante suyo para
estas fuerzas progresistas que hoy dirigen los
países, estrategias de desarrollo mucho mejo-
res que las de años recientes. O sea, la inte-
gración es una necesidad vital, un signo de
esta época, una forma de estar en el mundo,
de resolver nuestros problemas fundamenta-
les, pero sigue chocando con nuestros hábi-
tos y costumbres más profundos, no necesa-
riamente agregadores y positivos. Construir
los puentes, enfrentar los retos y abrir una
nueva era de cooperación en América Latina
parece un desafío que sigue siendo utópico
pero indispensable. Yo creo que la COPPPAL,
que luchó contra las dictaduras y contra la
presencia de la guerra fría en América Latina,
hoy haría bien en luchar activamente por la
cooperación y la integración latinoamerica-
nas y por la maduración de esos procesos
democráticos a través del crecimiento inte-
grador.

La propuesta o el mensaje de una
propuesta de integración latinoamericana o
sudamericana, para mí, tiene que estar alre-
dedor de cinco palabras: democracia, ciuda-
danía, prosperidad, paz y multilateralismo.
Pongo esta última más por un deber de oficio
de mi profesión que por otra cosa. (…)
Yo no voy a extenderme sobre el
tema democracia, porque entiendo que
todos los que están acá son luchadores de la
democracia en sus respectivos países. (…)
Entonces no me voy a alargar sobre la impor-
tancia de la democracia, (…) sino de su
importancia en relación con la ciudadanía,
porque en Brasil, por ejemplo, tuvimos del
'46 al '64 una democracia formal excelente.
Todo funcionaba: el parlamento, los partidos,
los líderes políticos, la justicia. Todo funciona-
ba como un reloj y a despecho de esto la
democracia se acabó en el '64 porque el siste-
ma democrático no estaba pensando para
los trabajadores, que demandaban ciudada-
nía. (…)
La puerta de la democracia tiene que
abrirse a la presencia de actores políticos
para los cuales la democracia formal no está
pensada. No es solamente tener democracia,
sino tenerla con ciudadanía, que es entonces
el segundo concepto que debe ser parte de
esa propuesta de integración que estamos
construyendo en esta parte del continente.
Pero, ¿para qué democracia y para
qué ciudadanía? Yo entiendo que sólo tiene
sentido si eso permite a cada uno obtener o
ser parte de la prosperidad. No es solamente
el ganar más o tener más tierra o acaso tener
un piso mejor ubicado frente al mar.
Prosperidad es poder ejercer en plenitud los
derechos y las capacidades sociales y econó-
micas de cada uno. (…) El proyecto de inte-
gración, si no tiene dentro de sí el contenido
y el propósito de ampliar el acceso de todos a
la prosperidad -no sólo como un concepto
material-, no va a ir muy lejos, porque no se
sostendrá en el largo plazo.
Si uno tiene democracia y ciudada-
nía y ésta existe para hacer que el sistema
democrático funcione a favor de la prosperi-
dad y no en contra de ella, tal vez tengamos
paz. (…)
¿Por qué esa paz es tan importante?
Porque en la medida en que no somos poten-
cia militar, (…) la paz tiene que ser puesta por
nosotros en la cumbre de nuestros valores,
porque es la única manera que tenemos de
influenciar el entorno internacional. (…) La
paz se traduce no sólo en la paz entre nacio-
nes, sino en la convivencia entre las diferen-
cias dentro de nuestras sociedades. Y éste es
otro fenómeno que singulariza a América
Latina: la capacidad de convivencia al interior
de nuestras sociedades. Tenemos problemas,
sí, (…) pero el sentido nacional de cada país
no es el de quienes están divididos por dife-
rencias internas. Hay divergencias en muchos
casos, incluso de naturaleza político-
ideológica en algunos países. Pero no son la
regla en la región.
Por tanto, si hay una propuesta de
alguna manera espiritual para sobreponer el
afán diario de los mercaderes, tiene que cons-
Ruy Pereira
truirse sobre estos cinco pilares: democracia,
ciudadanía, prosperidad, paz y multilateralis-
mo.
¿Por qué esta propuesta podría ser
tan importante para el Brasil? Por una sola
cuestión que se apuntó acá: Brasil tiene fron-
tera con siete de los otros nueve países de
América del Sur. Si uno piensa en términos
históricos, no hay cómo imaginar la proyec-
ción de Brasil en el futuro, si no es en un uni-
verso regional democrático, pacífico y prós-
pero.
Estas condiciones regionales son del
interés nacional del Brasil. Porque, por ejem-
plo, los 500.000 brasileros que viven adentro
del Paraguay no pueden ser percibidos por
los paraguayos como invasores o como
gente que va allí a restar empleos, riqueza,
oportunidades. Si es así, serán discriminados.
(…) Leí algo sobre las emociones que provo-
can o están provocando las inversiones brasi-
leñas en Argentina, por ejemplo. Es vital para
Brasil que los vecinos de América del Sur, por
lo menos, encuentren paz, democracia, ciu-
dadanía y prosperidad, porque si no es así,
Brasil, que es el más desigual de todos, no ten-
drá paz, ni democracia, ni ciudadanía. (…)
Ahora bien, esto no es para nada consensual
en Brasil y eso hay que tenerlo claro también.
No es consensual, ni dentro de la sociedad, ni
dentro de los partidos políticos, ni dentro del
gobierno en Brasil.
El proceso, o la predisposición a la
integración es una construcción diaria, pelea-
da cotidianamente, porque las integraciones
son una novedad: el estado normal de la vida
es la desintegración. (…) Pero, ¿cómo puede
alguien pensar que el MERCOSUR está acaba-
do porque cada 15 días aparece una pelea
periodística entre Brasil y Argentina? Para mí
es sorprendente. Lo que sí uno puede decir es
que el MERCOSUR apoyado exclusivamente
sobre la profundización del área de libre
comercio se está agotando. Esto sí es verdad.
Se puede comprobar incluso desde el punto
de vista técnico. Pero, ¿decir que el
MERCOSUR se está terminando?
Lo que está ocurriendo es una discu-
sión al interior del MERCOSUR sobre cómo y
cuándo empezar el camino efectivamente
hacia el mercado común. En Brasil el gobier-
no actual cree que el camino es, en la prácti-
ca, más MERCOSUR. Cuando el presidente de
la República dice esto (…) es porque lo cree
firmemente. Pero eso implica hacer que
todos los que han ganado históricamente
con la desintegración dejen de ganar. ¿Uste-
des pueden imaginar la amplitud y profundi-
dad de intereses creados en función de la
desintegración?
Es muy importante tener claro, pri-
mero, que la integración no es el estado natu-
ral de las cosas, si no al revés. Segundo, que
la integración hay que pelearla todos los días.
Tercero, que América Latina somos todos…
más Estados Unidos. En América del Sur no
somos diez, somos once. El undécimo es
Estados Unidos. Eso es una realidad de la
vida. México lo sabe muy bien. Todos noso-
tros en mayor o menor grado también lo
sabemos, y si vamos por el ritmo de la globa-
Nosotros tenemos lo que antes se lla-
maba “un destino manifiesto”: transformar
esa extraordinaria cultura latinoamericana
que se maneja con dos idiomas primos entre
ellos. (...) Uno de los procesos más importan-
tes de todas las civilizaciones es el paso desde
una cultura a una civilización. Formas pro-
pias, autónomas de civilización, fue lo que
nos faltó siempre. Y el mapa de la cultura lati-
noamericana (…) no logró jamás transfor-
marse en valor político actuante en el con-
cierto mundial. Hemos sido un poco los
espectadores, el público de segunda de la
política mundial.
La segunda observación que quisiera
hacer es que una integración nace de un
núcleo integrado. No hay integraciones teóri-
cas, (…) sino que tiene que ser nacida de un
núcleo concreto y eficaz. (...)
Como dice Edgar Morin, el filósofo
francés, toda idea política, todo movimiento
político y, sobre todo, una integración multi-
nacional, tienen que tener un sentido, una
reflexión, y tienen que aportar una modifica-
ción. No hay una integración sólo de los mer-
caderes, o de comandantes en jefe, o una
integración de dentistas latinoamericanos. La
integración es un episodio muy importante
que merece una reflexión sobre el sentido. Y
ahí tenemos una dificultad. (...) Nosotros esta-
mos viviendo un tiempo de extraordinaria
decadencia. (...)
Hay dos episodios, dos grandes fra-
casos en las dos corrientes fundamentales del
pensamiento político y económico del mun-
do. Esos dos fracasos se pueden situar de la
siguiente manera: el liberalismo democráti-
co, capitalista, tuvo un extraordinario éxito
en lo material, en poder político, económico
y militar, pero se basaba (…) en la idea de que
podía redimir y crear formas iguales de desa-
rrollo y calidad de vida. Esto es, llevar a todos
los pueblos del mundo, con su fórmula, a
una economía de bienestar y no de penuria.
Y sin embargo fue al revés. En estos años
hemos constatado el asesinato histórico de
todo un continente, que es el caso de África
negra. Y hemos comprobado concretamente
que el mundo del capitalismo democrático
(…) está creando continentes de miseria y
núcleos de opulencia. Está creando entonces
una distorsión absoluta entre los principios
de sus pensadores, humanistas herederos del
iluminismo de fines del siglo XIX, y la realidad
de fines del siglo XX y la actual. (...)
El capitalismo ya sabe que no puede
más que seguir creando continentes de mise-
ria y núcleos de opulencia. Las estadísticas de
las Naciones Unidas son tristemente asom-
brosas. Para dentro de treinta años, nos pro-
meten un mundo donde cuatro de cada seis
habitantes van a estar en la indigencia o la
pobreza.
La otra gran aporía, el otro gran fra-
caso, pasa por el mundo del socialismo. El
mundo socialista (…) se basada en la econo-
mía, y terminó en un elogio de la razón meta-
física y en una pérdida de presencia económi-
ca en el mundo. Observemos el fracaso de la
Unión Soviética. (...) Luego, la situación de
Abel Posse
China, la más sorprendente de todas. China,
con una gran inteligencia, utiliza el socialis-
mo y el marxismo para organizar un país en
absoluta disgregación y una vez que logra
eso se transforma, a través de la política de
Deng Xiao Peng, en un capitalismo sorpren-
dente. (...) Ni siguiera el socialismo de Cuba o
el de Nicaragua pudieron -en lo económico-
convencer a nuestros pueblos. (...)
Económicamente el socialismo no ha sabido
crear un solo modelo exitoso en todo el mun-
do. Entonces, los que tienen un pensamiento
justamente humanista, un pensamiento filo-
sófico y justiciero para reorganizar el mundo
de los continentes de miseria y los núcleos de
opulencia, se encuentran también desarma-
dos. Porque podemos crear un poder, pero
no podemos crear un poder económicamen-
te admirado que se pueda extender sobre el
mundo.
Los socialismos fueron fracasando. Y
los social progresismos, la social democracia
europea, han tenido mea culpas asombrosos
como la de los alemanes o los franceses,
donde revisaron en esencia la imposibilidad
de no ser capitalistas. (...)
Quiere decir entonces que vamos a
inaugurar una integración latinoamericana y
tenemos que tener presentes los límites que
nos propone el mundo en que vivimos. Estos
límites son franqueables, pero no nos olvide-
mos que hace cien años que no hay ninguna
nueva política pensada para el hombre.
Todos los movimientos que estamos viviendo
son más o menos impulsados por los merca-
deres.
El hombre profundo, que tendría
que haber sido creado por el pensamiento
humanista que hay detrás del socialismo y
del capitalismo decimonónico, no emergió
jamás. Si vamos a hablar de integración, tene-
mos que seguir también esta dimensión espi-
ritual que señaló Morin y tantos otros pensa-
dores. Sin una reflexión profunda sobre el sis-
tema de vida que queremos, va a ser muy difí-
cil encontrar las respuestas necesarias.
Podemos estar imitando todo un esquema
económico y político del mundo, sin darnos
cuenta que no es precisamente el sayo que
nos tenemos que poner para nuestra cultura
latinoamericana. Una cultura, un estilo, exi-
gen formas propias de política y de econo-
mía, y esto no lo hemos pensado. De aquí
entonces este continuo bartoleo de nuestras
políticas de integración. (...)
Creo que Methol Ferré señaló que
solamente Brasil tiene una idea clara de la
necesidad que tenemos todos de unirnos a
través de ese núcleo que yo señalé al comien-
zo de mi exposición. Un núcleo central. (…)
Brasil tiene la ventaja de ser aquel que posee
una idea continental, una idea de orgullo
nacional y cultural que lo predispone a un
liderazgo. No a una hegemonía, como dijo
Methol Ferré, sino a un liderazgo de extraor-
dinaria importancia. Nuestro destino mani-
fiesto es estar unidos, que nuestra cultura,
nuestras formas religiosas, nuestras ganas,
nuestros errores, nuestros defectos morales,
nuestras grandes cualidades, nuestra cuali-

Alberto Methol Ferré
La nuestra es la era del fin de los
Estados-Nación que emergieron en el siglo
XIX. Los ingleses, los franceses, los alemanes,
el Japón, Italia, esos cinco eran arquetipos del
Estado-Nación del siglo XIX. Individualmente,
hoy son totalmente secundarios y han sido
sustituidos en forma ostensible desde la
segunda mitad del siglo XX por la URSS y por
los Estados Unidos de América. Han emergi-
do como potencias mundiales dos gigantes-
cos Estados industriales de índole continen-
tal, en el salto de lo que muchos autores pien-
san que fue la sustitución de los Estados
Nación por los Estados Continentales, que en
el fondo son desarrollos del Estado Nación,
pero de dimensiones gigantescas en compa-
ración con Inglaterra, Francia, Alemania, etc.
Estos pasan a ser totalmente secundarios
tomados por sí mismos, salvo que hagan la
Unión Europea, su intento de formar un
Estado Continental. Si América Latina no
logra formar un Estado Continental de
América del Sur o del conjunto de América
Latina, la región no podrá asumir un papel
importante en la historia. (...)
Es útil decir que se nos plantean los
problemas de la integración, porque tene-
mos la necesidad de configurar un Estado
continental para poder ser una sociedad pro-
tagónica en el mundo. Con Estados media-
nos o pequeños integramos el coro de la his-
toria, como lo somos hoy. Ese me parece que
es el axioma número uno.
¿Cuál es la estructura fundamental
de América Latina? Desde su origen, América
Latina tiene tres partes. En el norte México,
con las Antillas y América Central. Ese es el pri-
mer núcleo. El segundo núcleo es América
del Sur, dividida en dos partes. Una parte en
su origen fue el Virreinato del Perú, que abar-
caba casi toda la América del Sur de origen
hispano… Hoy la América del Sur, que es lo
más importante de América Latina en exten-
sión, en recursos y en población, está dividi-
da en diez Estados. Uno es la mitad -Brasil- y
los otros nueve son la otra mitad: Venezuela,
Colombia, Ecuador, Perú, Chile, Argentina,
Uruguay, Paraguay, Bolivia. De los nueve, hay
cinco medianos en comparación al mayor,
que es igual a la suma de los nueve. De esos
cinco, Argentina es el número uno, y le
siguen Colombia, Venezuela, Chile y Perú. Y
cinco enanos, que son Uruguay, Paraguay,
Bolivia y Ecuador. Esa es la estructura básica
de nuestros países. Tenemos que tenerlo muy
claro. Esa estructura es en habitantes, en
superficie y en recursos, los nueve son igua-
les al uno de Brasil.
Entre estos países, la única frontera
antigua -de cinco siglos- es la de la Cuenca
del Plata. Y la gran Cuenca Amazónica es el
desierto verde, que ha desarticulado, desco-
yuntado la unidad posible de América del
Sur. Es un Sahara verde, metido en el centro
de América del Sur. Brasil ocupa el centro de
América del Sur. Es el único país que linda con
toda América del Sur, salvo con Ecuador y
Chile. Pero esto significa que un brasileño
que intente pensar a su país, al pensar a
Brasil, necesita pensar todos los bordes de su
país, necesita pensar su vecindad. Al pensar-
se a sí mismo y a su vecindad, está pensando,
naturalmente, a toda América del Sur.
Ningún otro país hispano parlante tiene esa
capacidad. (...) Por eso, la única geopolítica
importante que ha nacido en América Latina
es la brasileña, que son los únicos que han
pensado en serio el conjunto de América del
Sur. (...) Esto nos muestra que la mejor situa-
ción estratégica para ver y pensar América
del Sur es brasileña. (...)
El otro centro, México, linda con la
mayor potencia mundial contemporánea, un
Estado continental en serio, es decir, el mode-
lo de los Estados continentales: Estados
Unidos. México está rodeado de pequeños y
minúsculos países tipo Uruguay, de América
Central, las Antillas y el Caribe. Todos tienen
una capacidad uruguayesca de definición his-
tórica. Lo digo para que nadie interprete que
quiero disminuirlo, porque no me juzgo en
esa actitud, sino intentando ubicar las cosas
en su realidad. México es el mayor país hispa-
no parlante, pero no tiene alrededor otro
país con un poder equivalente o parecido,
sino que son todos muy pequeños países.
Entonces está condenado a una cierta dificul-
tad de movilidad, diplomática y política.
En consecuencia, la política funda-
mental de América Latina se juega, en mi opi-
nión, en América del Sur, entre los nueve his-
pano parlantes y Brasil. La Argentina es el
interlocutor básico de Brasil. (...) La frontera
verdadera de Argentina y Brasil se llama
Uruguay, Paraguay y Bolivia. Esa es la fronte-
ra real, no la de Misiones y Corrientes.
Pensar la conjunción argentino-
brasileña implica pensar el nexo fundamental
de la Cuenca del Plata y esos tres países, que
son casi la frontera pura. Este es el nexo del
núcleo fundante de toda unidad posible de
América del Sur. Por las condiciones del
poder y de la centralidad brasileña y por la
representación que la Argentina debe ejercer
de los ocho más pequeños que ella. (...)
Si Brasil no se entiende con la
Argentina, le arroja los síntomas al resto.
Brasil quiere comportarse como una potencia
más ante nosotros. En tanto el intercambio
entre el rubio del norte y el hermano luso mes-
tizo se parece demasiado, no nos interesa.
Nos interesa un líder que beneficie a todos
los liderados. Si no, no es líder, es hegemonía.
Pero a la hegemonía no hay que oponerle lite-
ratura, sino realidades políticas concretas y
conciencia geopolítica concreta. Si no, no
sirve para nada. (...)
Los esquemas básicos de América
Latina están dados por obvios, por evidentes,
y no son evidentes para nadie, porque no
tenemos cultura latinoamericana. Por otra
parte, nada más importante para la econo-
mía de América del Sur, nacida oceánicamen-
te y al servicio de las dominaciones oceáni-
cas, que intercomunicarse por dentro. Hoy
no lo estamos y hay que hacerlo decisiva-
mente. (...) Y por otro lado, debemos impul-
sar una revolución cultural. (...) Hay que
reformular la enseñanza de nuestra literatu-
ra, no enseñar más historia de la literatura en
Chile, en Colombia, en Brasil, en la Argentina.
Hay una sola literatura, la literatura latinoa-
mericana. Debemos enseñarles a los niños
todos los autores. Los argentinos, peruanos,
chilenos, uruguayos. Generación por genera-
ción equivalente. Así los vamos a hacer inte-
gracionistas, en serio. (...)
El nudo de la integración es la brasi-
leñización de los hispano parlantes y la caste-
llanización de los luso parlantes. Una inter-
pretación mutua. Eso hay que llevarlo como
política central de la cultura.
lización, el mundo entero lo sabe. La opción
por la integración no es consensual en ningu-
no de nuestros países, ni en Brasil, ni en
Argentina, ni en Uruguay. Y cuarto, ahí vuel-
vo al tema de los mercaderes. Si vamos a con-
tar heladeras, estamos justamente en el
terreno de los mercaderes. No es que no sea
útil hacerlo, lo es, y no solamente contar, sino
producir juntos y más para exportar a terce-
ros. Porque además, no sostendremos el pro-
yecto del MERCOSUR exportando solamente
entre nosotros. Nuestros mercados son muy
chicos. En términos de escala de competitivi-
dad mundial, la solución no esta acá, en cuan-
to a exportaciones tampoco. Pero más que
esto, lo que tenemos que hacer es darle a los
pueblos la visibilidad de que estarán mejor
con integración que sin ella. Es demasiado
pedir que crean y que luchen por un proyecto
cuyos beneficios no ven, que no les trae más
pan, más casa, más salud, más educación,
más ciudadanía, más prosperidad, más
democracia.
Ese es el mensaje si queremos tener
un proyecto a largo plazo creíble para nues-
tros pueblos, con democracia, con ciudada-
nía, con prosperidad para todos y en paz, por-
que eso es lo que no tienen hoy. Tienen demo-
cracias formales, no tienen ciudadanía.
Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2005, 312 páginas
Algunas teorías elaboradas para des-
cribir -y condenar- situaciones históricas
extremas luego demuestran ser sistemática-
mente ineficaces para explicar casos menos
extremos. Es el caso del populismo. Ernesto
Laclau procura en este libro refutar ciertos tra-
bajos intelectuales que reemplazan el análisis
por la pura condena ética. Esta actitud suele
percibir determinados hechos políticos como
aberraciones carentes de toda causa racional
comprensible.
Laclau no ignora el sentido peyorati-
vo con que suele usarse el término 'populis-
mo', y hasta da cuenta de la forma en que ya
en el siglo XIX fue utilizado como expresión
de la supuesta irracionalidad de las multitu-
des. Por el contrario, su finalidad es demos-
trar que existe racionalidad en el proceso de
construcción del pueblo como actor político,
y explicar también que lo que suele estar
implícito en el rechazo al populismo es la
desestimación de la política y el deseo de sus-
tituirla por la administración. Por eso, afirma,
“un rasgo característico persistente en la lite-
ratura sobre populismo es la reticencia -o difi-
cultad- para dar un significado preciso al con-
cepto”. Quienes lo intentan suelen recaer en
el frustrante ejercicio de colocar esa etiqueta
a conjuntos muy dispares de movimientos,
Hablar de ciudadanía para la mayoría de nues-
tras poblaciones es casi irrisorio. (…)
Entonces, ese es el mensaje a dar. Y
sólo es posible darlo haciendo prevalecer lo
político sobre lo económico, la voluntad del
Estado sobre el interés particular, privado. En
alguna medida, la integración es incompati-
ble con el neoliberalismo. Porque en una eco-
nomía neoliberal, en principio, un hombre
vale en la medida en que consume, no en que
es ciudadano. (…)
El viaje a Buenos Aires ha valido por
escucharlos a ustedes y sus distintos puntos
de vista, así como las expectativas en relación
a Brasil. Lo que dejo es un mensaje de alerta
en el sentido en que no es consensual la
opción en ningún lado; hay que luchar todos
los días y hay que luchar creyendo que lo
hacemos en beneficio de cada uno de noso-
tros en la vida cotidiana. La integración no
sirve si no trae un mayor bienestar para cada
uno. No solamente para los empresarios. (…)
Los partidos políticos tienen un papel
fundamental porque teóricamente y, en los
distintos países, en mayor o menor grado en
la práctica, los partidos políticos son la expre-
sión de la manifestación política de nuestros
pueblos. El distribuir este mensaje está en fun-
ción del programa de cada partido político.
Ernesto Laclau
La razón populista
sin decir nada acerca de su contenido. Para
Laclau, el populismo, “lejos de corresponder
a un fenómeno marginal, [está inscripto] en
el funcionamiento real de todo espacio comu-
nitario”. En lugar de buscar el “verdadero
referente del populismo”, o el contenido ideo-
lógico que típicamente expresa, su intención
es mostrar que el populismo “no está atribui-
do a un fenómeno delimitable, sino a una
lógica social cuyos efectos atraviesan una
variedad de fenómenos. El populismo es, sim-
plemente, un modo de construir lo político”.
La literatura que condena al populis-
mo suele postular que su retórica política es
“un puro adorno del lenguaje”. Laclau, en
cambio, se niega a postular un modelo inicial
de racionalidad política que entienda al popu-
lismo en términos de aquello que le falta, o
de “su vaguedad, su vacío ideológico, su
antiintelectualidad, su carácter transitorio”.
Entiende que el populismo es una dimensión
de la cultura política que puede estar presen-
te en movimientos de signo ideológico muy
diferente, y que su retórica es una forma de
fundar la identidad de un grupo social a par-
tir de la vaguedad conceptual, que sería nece-
saria consecuencia de la indeterminación de
la misma realidad social, no una expresión de
falta de madurez. El espacio político se suele
simplificar en función de términos dicotómi-
cos que deben ser necesariamente impreci-
sos para poder agrupar demandas particula-
res. Para Laclau, la lógica de la simplificación
y de la imprecisión es “la condición misma de
la acción política”. Solamente una sociedad
en que la administración hubiera reemplaza-
do totalmente a la política podría pretender
erradicar la imprecisión discursiva.
Para el autor, en la era del capitalis-
mo globalizado, las relaciones sociales sufren
inéditas dislocaciones, por lo que las deman-
das se vuelven más autónomas, y por eso
resulta más compleja “su articulación y la
naturaleza de las entidades colectivas que
resultan de ellas”. El populismo “se presenta
a sí mismo como subversivo del estado de
cosas existente y también como el punto de
partida de una reconstrucción más o menos
radical de un nuevo orden”. Ello ocurre por-
que ningún sistema político puede responder
institucionalmente a la totalidad de las
demandas, por lo que los reclamos insatisfe-
chos pueden ser agrupados bajo el paraguas
de un conjunto de significantes vacíos (o “flo-
tantes”) que los vuelve relativamente equiva-
lentes. La respuesta institucional suele tender
a hacer resaltar las diferencias en las deman-
das para poder tratarlas una a una. En cam-
bio, la construcción populista tiende a englo-
barlas por su antagonismo con el poder
gubernamental.
El “pueblo” se constituye así diferen-
ciándose del poder, dividiendo a la sociedad
en dos campos, y construyendo su identidad
a partir del valor de ciertas palabras que, más
que utilizarse con su significado exacto, refle-
jan un conjunto difuso de demandas insatis-
fechas. Pero la identidad popular constituye
una cualidad singular que supera la simple
suma de las demandas. En el extremo, el lide-
razgo de una persona refuerza su singulari-
dad.
Toda identidad popular requiere ser
condensada en torno a palabras e imágenes.
En un punto, los símbolos populistas dejan
de representar las demandas particulares
para comportarse como su fundamento.
Pero para que puedan extenderse, se requie-
re que sean lo suficientemente ambiguos
como para representar incluso demandas
contradictorias. Por lo tanto, sostiene Laclau,
la vaguedad y la imprecisión “no resultan de
ningún tipo de situación marginal o primiti-
va, ya que se inscriben en la naturaleza
misma de la política”.
La visión de Laclau acerca de la repre-
sentación política resulta consistente con
estas observaciones. Para él, la principal defi-
ciencia de las teorías de la representación con-
siste en que “la mayoría de ellas concibió a la
voluntad del pueblo como algo constituido
antes de la representación”. Para autores
como Schumpeter, Habermas o Rawls, “la
pregunta relevante es cómo respetar la
voluntad de los representados, dando por
sentado que tal voluntad existe en primer
lugar”. Pero el representante no es un mero
agente pasivo de los representados, y por eso
la identidad de éstos se modifica como resul-
tado del proceso mismo de representación:
“el representado depende del representante
para la constitución de su propia identidad”.
Eso ocurre porque la voluntad a ser represen-
tada sólo raramente está plenamente consti-
tuida al momento de iniciarse el proceso. Así,
la tarea del representante no es tanto la de
transmitir una voluntad determinada, sino la
de proveer un punto de identificación que
constituya como agentes históricos a los sec-
tores representados. Por eso la representa-
ción suele incluir elementos carismáticos, y
los seguidores hasta llegan a pensar que son
ellos quienes representan la voluntad del
líder y no al revés.
Otra de las características del popu-
lismo consistiría en que el 'pueblo' represente
“algo menos que la totalidad de los miem-
bros de la comunidad: es un componente par-
cial que aspira, sin embargo, a ser concebido
como la única totalidad legítima”. Se confor-
maría así cuando una plebe reclama ser el
único pueblo legítimo. Por eso siempre viviría
en tensión, presentándose a sí misma como
la recuperación de una plenitud ausente de la
comunidad, pero a la vez como la única parte
legítima de una sociedad dividida en dos cam-
pos.
En síntesis, Laclau describe al popu-
lismo como un fenómeno que puede estar
presente tanto en las democracias como en
los gobiernos autoritarios, y que puede cons-
truirse tanto desde el gobierno como desde
la oposición. Llega a afirmar que “no existe
ninguna intervención política que no sea en
cierto punto populista. Sin embargo, esto no
quiere decir que todos los proyectos políticos
sean igualmente populistas”. Pero pese a que
afirma reiteradamente que el populismo no
es un tipo específico de fenómeno político, a
veces lo olvida y hace referencia a “movi-
mientos populistas”. Más aún, dedica un capí-
tulo a los populismos “realmente existentes”,
entre los cuales incluye al Partido del Pueblo
estadounidense de fines del siglo XIX, al movi-
miento turco liderado por Kemal Atatürk y al
peronismo, como no podía ser de otra mane-
ra. Al respecto, menciona los mensajes que
Perón enviaba durante su exilio, cuya clan-
destinidad facilitaba su carácter ambiguo:
“su palabra era indispensable para dar uni-
dad simbólica a todas esas luchas dispersas”,
y por eso debía ser suficientemente vaga.
Quien comparta las ideas de Laclau
podría suponer que el populismo es un fenó-
meno necesario para la constitución de una
acción política democrática, en la medida en
que se pasen por alto los requerimientos plu-
ralistas. Sin embargo, hasta en ese caso, la
aplicación del rótulo de 'populista' a un movi-
miento político no deja de ser denigrante.
Además, resulta al menos curiosa la suposi-
ción de que la única alternativa a la tecnocra-
cia son los símbolos vagos y las identidades
que se afirman en dicotomías.
Mariano Fontela
listas. Tenemos que rescatar la esencia tras-
cendente del hombre y la hermandad entre
los hombres. Porque ahí están los pilares y los
fundamentos de nuestra futura unidad.
Nada podremos hacer en el campo de la eco-
nomía que antes no hayamos hecho en el de
la cultura. Esto puede sonar un poco extraño,
porque parecería una contradicción decirle a
quien no tiene para comer que es necesario
exaltar los valores culturales. Pero sin embar-
go no es así, porque lo que nosotros quere-
mos no es fundar un modelo socioeconómi-
co que dé respuesta a los problemas contin-
gentes de la actualidad, sino uno superador
de esta realidad que sea capaz de proyectarse
en el siglo.
América Latina necesita crear una
nueva anfictionía, la que soñaba Bolívar, ese
grupo de ciudades y estados de la Grecia anti-
gua que se unían detrás de un mismo idioma
y una misma cultura. Bolívar quiso hacerlo y
no tuvo éxito, pero nosotros tenemos que
repensar esa anfictionía.
En América Latina, trasegados por el
neoliberalismo, en los últimos 20 años nos
olvidamos de nuestra especificidad. Nos con-
vertimos en un segmento más del mercado
mundial, descuidando algunas de las disquisi-
ciones más inteligentes que se hicieron sobre
nuestro pasado y sobre nuestro destino. (...)
Hay dos cosas que tenemos que
tener en claro. La primera es que vivimos tiem-
pos de globalización que, como bien lo dijo
Felipe González, es un fenómeno como el del
descubrimiento de América: no hay paso
atrás. Pero es también un tremendo desafío,
lleno de riesgos y de amenazas, pero que
genera oportunidades. Lo segundo es que el
mundo se ha globalizado en casi todos los
aspectos: economía, finanzas, medios infor-
mativos, tecnologías, etc. Lo único que no se
ha globalizado es la política. Es esta nuestra
carencia más grande como políticos. Por eso
yo he escrito que los males de la globaliza-
ción se superan con más globalización, no
sustrayéndose al proceso ni anatemizándolo
con una reacción puramente testimonial. A la
globalización de los instrumentos del capita-
lismo hay que superarla con la globalización
de la política.
Ya no podemos pensar en la política
con mentalidad de provincia. Ya no podemos
hacer de las luchas políticas una cuestión
puramente local. El hombre político tiene
que pensar en una dimensión continental.
Esto es la COPPPAL, un esfuerzo por superar
los límites históricos de la política localista
para darnos un pensamiento universalista. La
COPPPAL no niega las identidades naciona-
les, sino dice que para reforzarlas en tiempos
de globalización hay que olvidarse de las fron-
teras del siglo XIX y pensar en los agrupa-
mientos regionales y continentales.
Este es el marco de acción y de pen-
samiento que nutre a la COPPPAL. Si sabemos
encarar nuestro accionar político sobre él,
estaremos en condiciones de luchar contra la
globalización depredadora. Si nos aferramos
a fórmulas del siglo XIX es muy difícil que
podamos superar los desafíos de la globaliza-
ción del siglo XXI. Y lo primero que tenemos
que decir es que necesitamos una cultura
humanista universal, un denominador común
de nuestras luchas políticas y sociales. Porque
no somos globalizadores, somos universalis-
tas. Hay una diferencia muy grande: el univer-
salismo es la universalización de los valores,
de la dignidad humana, de los derechos
humanos. La globalización es el imperio de
los instrumentos económicos y financieros. El
universalismo se expresa en el campo de los
valores, y todavía sostenemos que los valores
finalmente se imponen. Creemos en los valo-
res y no en los precios, en el espíritu humano y
no en los segmentos de mercado. (...)
Nosotros, los hombres de la políti-
ca, hemos descuidado mucho estos valores.
Hemos descuidado la formación de los cua-
dros dirigentes juveniles. Nos hemos dejado
abatir por esta fusión de poderes mediáticos
y económicos que cerca a la política y la vuel-
ve objeto del vituperio social. Sabemos los
poderes que se anidan detrás de la detracta-
ción sistemática de la política. Pero si los polí-
ticos no tenemos certeza acerca de lo que
estamos defendiendo, si no nos apoyamos
en un complejo de valores superiores,
vamos a ser definitivamente superados y
derrotados.
La COPPPAL quiere rehabilitar la polí-
tica porque es la actividad más excelente del
hombre, porque es la única que apunta a
transformar la realidad basada en el bien
común y no en los intereses que gobiernan
tantos otros aspectos de la vida social. Juan
Pablo II dijo alguna vez que la vocación más
noble del hombre, después de la religiosa, es
la política. (...)
Debemos también repensar la
misión de la política y de los partidos. He
aquí otro objetivo de la COPPPAL. Nos pro-
ponemos inundar América Latina de cursos
de formación política. Iremos a las universi-
dades, pero también a las fábricas y a los
talleres. Los cursos de formación, los semi-
narios, la noción de por qué y para qué hace-
mos política, serán actividades que nos pro-
ponemos desarrollar al frente de la
COPPPAL. (...)
Para terminar compañeros, lo haré
recordando una frase de Bolívar. Ya a punto
de morir, sintiendo que su viejo sueño había
muerto, dijo: “he sembrado en el viento y he
arado en el mar”. A nosotros no nos va a
pasar así, compañeros. Con la voluntad de
todos ustedes, así lo lograremos.

Hay síntomas alarmantes en la
región. Lo dicen algunas encuestas y lo dice el
estado de ingobernabilidad que tienen algu-
nas de nuestras naciones. Ha resurgido una
suerte de apatía en los pueblos, que comien-
zan a desconfiar de la capacidad transforma-
dora de la democracia. Este es el nuevo desa-
fío que los latinoamericanos debemos
emprender en este siglo que hemos iniciado.
Por eso es importante el rol de los partidos y
de la política. (...)
La Argentina recuperó su democra-
cia y vive una plena institucionalidad, pero
tampoco está satisfecha con su situación
actual. Sabemos que tenemos problemas
para resolver antes de que el descrédito de la
democracia haga estragos en la juventud.
Nuestro desafío es recuperar la dignidad del
trabajo y nuestra capacidad de crecer y de ali-
mentar un crecimiento autónomo, para que
en el mundo globalizado tenga perfiles pro-
pios de nuestra nacionalidad. Argentina ha
librado una batalla muy intensa frente a los
organismos financieros internacionales para
preservar su capacidad de crecer y dar
empleo. Y se lo podemos decir a nuestros her-
manos latinoamericanos: esa batalla no la
hemos ganado solamente para los argenti-
nos, la hemos ganado para América Latina, y
la hemos ganado para todos lo países del
mundo que están sujetos a los nuevos patro-
nes de la dependencia colonial, que no es
solamente la territorial, es también la que se
ejerce a través del poder económico o del
poder cultural. (...)
Nosotros somos una unión de parti-
dos que creemos en el poder transformador
de la política. Creemos que sin partidos y sin
política la región no tiene futuro. Podemos
reactivar las grandes utopías movilizadoras
de la sociedad. Sabemos que nos temen y
nos denigran porque somos la única fuerza
con capacidad de transformar la realidad.
En estos días hemos debatido sobre
el porvenir de América Latina, y también
hemos incursionado en su pasado. La prime-
ra contradicción que asoma a nuestra consi-
deración es que no hay una correspondencia
entre la potencia virtual de América Latina y
su rol en el mundo. Hemos escuchado diser-
taciones que en cierta medida resultan pesi-
mistas con respecto al futuro, específicamen-
te con relación a la posibilidad de que una
integración entre nuestros países pueda dar-
nos el progreso que se nos escapa todos los
días de las manos. Pero si analizamos
América Latina desde sus potencialidades,
tenemos todo el derecho a ser mucho más
optimistas. (...)
Pero la diferencia de ingresos entre
los pobres y los ricos en América Latina es
aún mayor que la que existe en el continente
africano. Tampoco pesamos mucho en los
negocios del mundo. Hay aquí, a mi modo de
ver, una suerte de contradicción no suficien-
temente explicada. ¿Es que está fallando el
talento político de los latinoamericanos que
16 DE JUNIO, CINCUENTA AÑOS
Antonio Cafiero
Han pasado cincuenta años de aque- rado muchas de nuestras mejores creaciones
lla tarde sombría. Sus principales protagonis- culturales y artísticas. Pero la Iglesia Católica
no traducen esta riqueza potencial en rique-
tas ya han muerto. Durante décadas los círcu- siempre supo qué hacer con el paganismo,
za actual? ¿Es que están fallando los meca-
los “bienpensantes”, los grandes medios de convivir con él, integrarlo. Caso contrario,
nismos o las doctrinas económicas con las
difusión, en fin, el país “decente”, “presenta- nunca hubiera podido conquistar el alma
que hemos querido alcanzar un crecimiento
ble”, procuró ocultar pudorosamente la bru- romana. O llevar a cabo ese extraordinario
mayor que el que históricamente hemos teni-
tal acometida, cuya criminalidad carece de ensayo civilizatorio que fueron las misiones
do? ¿O es que no hemos sabido bucear a
atenuantes. Poco a poco -¡han pasado cin- jesuíticas en nuestra América, preanuncio de
fondo en estas potencialidades y no hemos
cuenta años!- la sinrazón es reconocida, los una modernidad genuinamente americana.
generado los mecanismos para su explota-
asesinos designados con nombre y apellido. Pero es seguro que de no abortar, de
ción intensiva?
Las disculpas se desvanecen, las justificacio- redonderar su experiencia, el peronismo
Si echamos una visión a la historia y
nes ideológicas pierden peso. Con el trans- hubiera pulido sus aristas más ríspidas, sus
hacemos una perspectiva de futuro, no nos
curso del tiempo, ciertas actitudes humanas superfluos gestos provocativos, sin perder lo
queda ninguna duda de que una de las razo-
básicas conquistan el primer plano. Caen las esencial de su proyecto. Maduración, faltaba
nes por las cuales América Latina sigue vege-
máscaras. Los rostros refulgen en su insolen- maduración. Apenas algunos pocos años.
tando en la pobreza y la miseria es porque no
te desnudez. Las víctimas, sin embargo, toda- Pero los abortistas, como bien se sabe, impa-
ha sabido concebir los mecanismos de su uni-
vía configuran una masa informe; como ha cientes, prefieren no dejar madurar la vida
dad. Vemos todavía la realidad con el prisma
dicho Antonio Cafiero, no gozan siquiera del incipiente. Conservadores y reaccionarios
del siglo XX o del XIX. Veinte supuestas
postrer privilegio de su plena identificación. como son, nada quieren saber con la vida
naciones enfrentadas unas a otras y divorcia-
Uno por uno. Persona por persona. Con sus nueva que pugna por abrirse paso. Su voca-
das de un pensamiento común, más allá del
vidas únicas e irrepetibles, sus saberes, sus ción es expulsar cuerpos extraños o, mejor
esfuerzo de pensadores y de líderes de la his-
habilidades, sus afectos, sus preferencias, sus dicho, partes de sí que se empeñan en no
toria, desde San Martín y Bolívar hasta quie-
placeres, sus conflictos, sus sufrimientos, sus reconocer como propias. La prisión del yo
nes en los tiempos modernos han propiciado
amarguras, sus sueños, sus anhelos, sus espe- impide el flujo de la vida. Junio y septiembre
la idea de una comunidad de naciones.
ranzas. Con su entrega incondicional a una de 1955 no fueron un golpe de Estado sino
América Latina, sin embargo, ade-
causa que sentían brotar de sus entrañas. una intervención quirúrgica, un aborto ejecu-
más de sus riquezas, tiene enseñazas que
Con sus palos y sus cuchillos. Con la fe religio- tado en dos tiempos.
darle al mundo. Tenemos un pensamiento
sa que insufla una política en las raras ocasio- ¿Qué querían los “libertadores”? Lo
humanista que nos diferencia de otras latitu-
nes en que orienta sus mejores esfuerzos a la acabamos de decir: despertar de una horrible
des. Un humanismo universal, que no es el de
redención de los injustamente marginados. pesadilla, sacarse de encima algo que -a su cri-
las corporaciones, que no es el de la cultural
Pero, con ser terrible, lo peor del 16 terio- jamás debiera haber ocurrido, volver al
fácil, que no es el del pensamiento débil, sino
de junio de 1955 no fue la masacre. Más país “normal”: a un país en el cual derechas e
que es el humanismo que brota de la trascen-
grave todavía fue que ese día nefasto comen- izquierdas compitieran “civilizadamente” por
dencia del hombre. El humanismo latinoa-
zaba a abortar en la Argentina una experien- el poder, a espaldas de las grandes mayorías
mericano siempre demostró voluntad de
cia histórica original; una experiencia econó- populares y bajo la protección y cuidadosa
incluir. Ha demostrado el valor del amor que
mica, política, social, educativa y cultural que tutela del Imperio Británico. Y, si no, de algu-
debe unir a la comunidad de los hombres.
se nutría de las tradiciones más raigales de na otra potencia hegemónica, llegado el
Hace casi 30 años tuve que participar de una
nuestro pueblo y que, conforme a ello, se caso. Unidos circunstancialmente, no por
reunión fundadora del SELA, en Caracas, y allí
encontraba en plena construcción de una amor sino por espanto, Vicchi y Ghioldi, entre
dije algunas palabras que me gustaría repe-
modernidad alternativa e inédita. Porque ese tantos otros, esperaban con ansiedad su
tir: “en ninguna otra parte del mundo hay
-ni más, ni menos- fue el gran desafío del hora. La hora de compartir las prebendas de
una confluencia armoniosa de las razas
peronismo: edificar una Argentina moderna un poder delegado y dirimir sus pequeñas
menos consanguíneas y menos contiguas.
sin las lacras que comúnmente trae apareja- disidencias en el marco de un sistema político
Todos los valores del espectro humano, todos
das la modernidad al uso, sobre todo cuando “racional”. Con sus derechas y sus izquierdas,
los genios folclóricos, más el torrente migra-
es mimética: el individualismo egoísta y mez- como Dios manda. Para eso, claro está, era
torio, han convergido sin chocar en el seno
quino, el consumo desaforado, la exclusión imperioso eliminar al peronismo. Que no que-
de sus pampas, selvas o montañas. Hemos
social, la mediocridad cultural; en suma, una dara ni su recuerdo.
sido fieles a una voluntad telúrica siempre dis-
vida de mierda. Una modernidad sin viejos Cincuenta años después el proyecto
puesta a sumar y jamás a excluir. No existe
depositados en los geriátricos, locos maltra- no ha variado. Sólo que la fuerza de los
otro lugar en el planeta en el cual se hayan
tados en los hospicios y control de la natali- hechos, el duro golpe contra la realidad -ni
entendido y amado tanta gente distinta por
dad. Una modernidad solidaria centrada en la los 30.000 asesinatos del Proceso bastaron
sus orígenes. No existe otra área geográfica
dignidad de la persona, de todas y cada una para erradicar al peronismo de la faz de la
más exenta del miedo a las diferencias entre
de ellas, a lo largo de todas las etapas de su Tierra-, ha convencido a la Unión
los hombres. Y esta afirmación latinoameri-
vida (niñez, juventud, adultez, ancianidad). Democrática de que el “hecho maldito del
canista espontánea y vivida de la hermandad
¿Para qué negar que el peronismo país burgués” es ineliminable. Entonces hay
universal, es el modelo que nuestro continen-
tenía aspectos irritantes, las más de las veces que fracturarlo, dividirlo, diluirlo, licuarlo.
te puede ofrecer a la desgarrada comunidad
innecesariamente irritantes? No vale la pena Montar el escenario propicio, poner en mar-
internacional”.
insistir en ellos, cuyo denominador común cha la parodia y obligarlo a optar entre una
América Latina puede predicar en
era tal vez la “guaranguería” de los recién lle- centro-derecha y una centro-izquierda, que
verdad un nuevo humanismo, no el tecnocrá-
gados al poder. Por otra parte, el enfrenta- no lo representan (derecha e izquierda, así
tico que nos viene del norte, no para saber
miento con la Iglesia argentina fue un error nomás, a secas, sin aditamentos, sería dema-
qué hacer, sino a fin de saber para qué hace-
fatal. Por los dos lados. Sumió a muchos pero- siado contundente para esta época “light”).
mos. Tenemos que desplegar nuestro genio
nistas en una contradicción tan dolorosa Levantados de sus tumbas y revestidos de
latinoamericano, una nueva forma de ver los
como insoluble, que los paralizó. Es cierto nuevas máscaras, Vicchi y Ghioldi vuelven a
problemas del hombre en el universo. Este es
que el peronismo tenía sus ingredientes neo- confundirse en un abrazo; dejo para usted,
el aporte que América Latina le puede hacer a
paganos. Dominaba sin embargo el senti- querido lector, la tarea de poner los nombres
la cultura universal.
miento cristiano. Típico sincretismo latinoa- correspondientes.
Tenemos que superar la tecnocracia
mericano. Que nos enorgullece. Que ha inspi- Silvio Juan Maresca
deshumanizante de las sociedades imperia-
 C CONFERENCIAS:
• Antonio Cafiero .............................................................................................
• Alberto Methol Ferré .....................................................................................
• Abel Posse ......................................................................................................
• Luis Maira Aguirre .........................................................................................
• Ruy Pereira .....................................................................................................
Ernesto Laclau
La razón populista ............................................................................................
16 16 de Junio. Cincuenta años .............................................................................
Colaboraron en esta edición:
Mariano Fontela, Silvio Maresca.
Este Boletín es una publicación del Instituto de Altos Estudios Juan Perón, creado por disposición del
Congreso Nacional del Partido Justicialista celebrado el 26 de marzo de 2004 el que aprobó la creación de una
asociación civil sin fines de lucro que actuara como órgano de capacitación y formación del Partido Justicialista.
Aspiramos a que el Instituto de Altos Estudios Juan Perón se constituya en un ámbito dedicado a la
investigación científica y doctrinaria y a la producción, sistematización y difusión de estudios, investigaciones y
documentos destinados a profundizar y perfeccionar el sistema democrático, abordar los problemas nacionales,
afianzar la justicia y la equidad social y proyectar a la Argentina en el mundo.
Para asociarse al Instituto no es necesario ser afiliado al Justicialismo. Sólo se requiere poseer título
universitario o terciario, estudios avanzados en carreras de grado, o poseer una reconocida trayectoria en el
desarrollo de tareas de índole político, social o cultural.
Vicepresidente: Silvio Maresca Presidente: Antonio Cafiero
Para Informes e inscripciones: iaejuanperon@argentina.com
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La COPPPAL en la Argentina
En 1979 se fundó la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de
América Latina y el Caribe (COPPPAL), en la ciudad de Oaxaca, Méjico, como un
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foro de partidos políticos nacionales y populares. Durante la época de las dictadu-
ras militares, la COPPPAL, mediante diversas iniciativas se ocupó de proteger la
11 vida, los derechos humanos y la libertad de prominentes luchadores, dirigentes y
activistas de base de América Latina y el Caribe. Rindió su apoyo solidario a los
exiliados de distintas nacionalidades. Contribuyó a los procesos de paz en El
Salvador, Nicaragua y Guatemala. Actuó exitosamente para lograr la excarcelación
del líder uruguayo Líber Seregni y del brasileño Leonel Brizzola; en el otorgamiento
de salvoconducto a Héctor Cámpora y a Juan Manual Abal Medina; en la reposición
en su cargo de la Presidente de Bolivia Lidia Guesner, derrocada por un golpe de
estado militar. Participó en el rescate de la vida democrática y la soberanía de
Panamá y su canal, y en la reconstrucción democrática chilena, peruana, boliviana
y haitiana. Brindó también su apoyo a la posición argentina con relación a las Islas
Malvinas.
Hoy la COPPPAL es el foro de agrupaciones políticas más importante de la
región. Catorce partidos que la integran se desempeñan en los gobiernos naciona-
les, presididos, entre otros, por Lula en Brasil, Chávez en Venezuela, Lagos en Chile,
Tabaré Vázquez en Uruguay, Torrijos en Panamá y Kirchner en la Argentina. Nuclea
a 54 partidos de 29 naciones. En representación de la Argentina la integran los
partidos Justicialista, Intransigente, Socialista, Frente Grande y la Unión Cívica
Radical.
Los días 29 al 31 mayo de 2005 se celebró en Buenos Aires la XXV Reunión
Plenaria de la COPPPAL. Allí se eligió al Senador Antonio Cafiero en representa-
ción del Partido Justicialista como Presidente del organismo por el período 2005-
2008.
A continuación, se transcriben reseñas de las palabras de Antonio Cafiero
en el acto de clausura y de las exposiciones realizadas durante la Plenaria por
Alberto Methol Ferré (Uruguay), Abel Posse (Argentina), Luis Maira Aguirre (Chile)
Diseño: www.dydnet.com.ar
y Ruy Pereira (Brasil).