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En el epígrafe anterior analizábamos las tres razones estratégicas básicas que, siguiendo la
clasificación planteada por Ferdows, podían llevar a una empresa a ubicar sus operaciones
en el extranjero: el acceso a factores productivos de bajo coste, la búsqueda de la
proximidad a los mercados y el acceso a los recursos tecnológicos. Igualmente, veíamos
como, si bien una decisión de localización puede estar basada, y a menudo así ocurre, en
una combinación de diferentes elementos característicos de cada una de las tres razones, la
preponderancia de una u otra suele venir dada por la orientación que la Estrategia
Corporativa de la empresa sigue.
Llegados a este punto, se hace necesario establecer una diferencia clara y precisa entre la
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que lleva a una firma a localizarse en el exterior, y los distintos
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que ésta tiene en cuenta a la hora de evaluar las diferentes alternativas.
Supongamos el caso de una empresa que, persiguiendo el liderazgo en costes, decide buscar
una ubicación en el extranjero que le permita el acceso a factores productivos de bajo coste
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); dicha firma, a la hora de juzgar las diferentes alternativas que en
principio pueden servir a ese propósito, otorgará un peso mayor a { tales como el
coste de la mano de obra o de las materias primas. No obstante, a la hora de efectuar la
elección definitiva, puede tener en cuenta otros criteriosde muy diversa índole: desde las
comunicaciones y servicios de transporte que el país o zona en cuestión presenta, hasta sus
regulaciones medioambientales, pasando por el grado de conflictividad social o política que
le caracteriza. Por su parte, una firma con una estrategia corporativa orientada hacia la
diferenciación puede optar, por ejemplo, por una localización próxima a sus posibles
mercados ({ {
), para así ofrecer un servicio de mayor calidad y más
adaptado a las necesidades de sus clientes; dicha empresa podría decantarse por aquella
alternativa que, cumpliendo con los requisitos previamente definidos en cuanto a público
objetivo, crecimiento potencial de las ventas, etc., ofreciera una mejor dotación de
suministros básicos, un coste de implantación menor o unos servicios e incentivos
gubernamentales más atractivos (todos ellos {{
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a considerar en la
evaluación de alternativas).
Son, por tanto, múltiples los factores que una organización que opera en un contexto global
puede llegar a tener en cuenta a la hora de analizar las diferentes posibilidades que se le
presentan. Aunque algunos de estos factores son considerados por cualquier firma que se
desenvuelva en este tipo de entornos, con independencia de su orientación estratégica, la
importancia relativa que se da a muchos de ellos suele estar íntimamente vinculada a la
razón estratégica básica que guía a la organización a localizarse en el exterior.
Por otra parte, el rango de estos criterios suele ser mayor que en los ámbitos meramente
nacionales (D.Machuca y otros, 1.994, pág.450), dado que, en la elección entre países,
intervienen otros factores adicionales, tales como la inflación, los tipos de cambio, los
aranceles o las barreras culturales e idiomáticas, los cuales hacen más complejo el proceso
de decisión.
Hay multitud de estudios disponibles sobre cómo tomar estas decisiones de localización,
muchos de ellos basados en modelos económicos racionales destinados a maximizar la tasa
de retorno de las inversiones. Pero una decisión completamente racional, con información
completa, es una utopía; normalmente es demasiado caro, sino imposible, para las
compañías mantener una lista completa y actualizada de proyectos de inversión en el
exterior clasificados, según su potencial, sobre la base de varios criterios predeterminados.
Como hemos visto, son muchos los factores y criterios que pueden influir en la decisión de
localización de una empresa global, variando su importancia en función de la situación
actual de cada firma, sus objetivos corporativos y el sector en el que opera.
Por tanto, salvo que exista un único factor claramente predominante, lo cual sólo ocurre en
casos muy concretos, cada empresa deberá establecer su propia lista de factores o criterios
de localización. Seguidamente, la firma habrá de evaluar el alcance de cada uno de ellos, al
menos a priori, ya que un factor considerado decisivo en un principio puede acabar
resultando insignificante si las alternativas a considerar son muy similares en relación al
mismo (Vallhonrat y Corominas, 1.991, pág.30). En este sentido, Krajewski y Ritzman
(1.990, pág. 265) distinguen entre {
, los cuales se derivan de las
prioridades competitivas de la empresa y tienen un gran impacto en sus costes, ventas o
posición competitiva, y { {
, también importantes pero no tan decisivos;
los primeros exigen un considerable grado de cumplimiento y sirven para limitar el número
de alternativas a considerar; los factores secundarios, por su parte, pueden ser considerados
como deseables, aunque no imprescindibles.
A continuación, pasamos a comentar, de forma breve y sin ánimo de establecer una lista
cerrada, algunos de los principales factores de localización que, a nuestro entender, pueden
llegar a ser considerados por una firma que opera en entornos globales. Para ello, como
puede verse en la Tabla 2, hemos optado por distinguir entre factores de carácter
económico y factores sociales y político-legales.
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Aunque los avances tecnológicos han hecho que los { pierdan importancia
en ciertos sectores, no es menos cierto que este aspecto sigue siendo fundamental en un
gran número de empresas, principalmente en aquellas que presentan procesos productivos
intensivos en mano de obra. Ya vimos como la reducción de este tipo de costes explicaba la
ubicación de un gran número de firmas en países poco desarrollados y de bajo nivel
salarial; se trata, por tanto, de uno de los factores más tenidos en cuenta a la hora de adoptar
una decisión de localización en el exterior.
No obstante, al considerar el coste del factor trabajo se debe tener siempre presente la
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de los operarios contratados, la cual puede variar de manera importante entre
los distintos países y regiones (D. Machuca y otros, 1.994, pág. 252); tanto es así, que las
ventajas en costes obtenidas inicialmente por una firma podrían verse diluidas a causa de la
escasa productividad de los trabajadores.
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De igual modo, hay veces en las que la adaptación a las necesidades de los clientes, un
fuerte compromiso con los mismos o la rapidez en la entrega son condiciones
indispensables para la realización de una venta. En tales casos, el factor cliente puede ser
fundamental y la empresa probablemente habrá de situarse próxima a sus mercados.
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En apartados anteriores, comprobamos que un elevado coste del transporte de los productos
terminados o de los insumos puede, respectivamente, llevar a una firma a localizar sus
instalaciones próximas a sus mercados o a sus lugares de abastecimiento.
En cualquier caso, cuando una empresa decide situar sus operaciones en una ubicación
determinada debe asegurarse de que en la misma existan los diferentes medios de
transportes que necesita, y a un coste asequible para la compañía. Además es también
importante que ese transporte cumpla las condiciones requeridas en cuanto a versatilidad,
seguridad de la mercancía y tiempo de entrega, dado que la calidad del servicio a los
clientes o el desarrollo del propio proceso productivo podrían verse comprometidos.
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Las diferentes instalaciones que una compañía internacional posee suelen presentar
numerosos vínculos y relaciones: así, es frecuente que ciertas plantas de la firma sean
suministradoras de otras que continúan con el proceso productivo; también es habitual que
una instalación necesite de otro centro para cuestiones de dirección y staff. Estos vínculos
requieren coordinación y comunicación frecuente, especialmente en el caso de la empresa
global, la cual nunca se limita a mantener filiales independientes en sus distintas
ubicaciones.
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Los tipos de cambio tienen un efecto directo sobre los costes relativos de cada país; las
compañías que llevan su producción a países de costes bajos corren el riesgo de que su
ventaja comparativa desaparezca con las fluctuaciones de los tipos cambio. Por ello, el
cambio de valor de la moneda se presenta como un factor a tener en muy en cuenta por
cualquier firma que compita en un ámbito global.
Los países de productividad alta o rápido crecimiento tienden a ver revalorizada su moneda
en relación a las de aquellos otros de menor productividad o desarrollo más lento. Si esto es
así, las empresas que buscan tipos de cambio débiles deberían localizar sus operaciones en
naciones de economía débil; no obstante, hay que tener en cuenta que las ventajas que
conlleva ese tipo de cambio pueden verse contrarrestadas por todos los inconvenientes, en
términos de productividad e infraestructura, inherentes a este tipo de economías.
Para mantener la ventaja comparativa sobre sus competidores foráneos, una empresa
necesita también mejorar su productividad relativa, dentro del país en que desarrolla sus
operaciones, más rápidamente que sus rivales en su localización respectiva. En caso
contrario, la firma vería anuladas sus ganancias de productividad por aumentos del valor de
cambio de la moneda del país donde está ubicada (Yip, 1.993, pág. 125). Ello significa que
la localización en un país con un sector muy fuerte puede resultar sumamente arriesgada, a
menos que la compañía opere en ese sector específico. Así, por ejemplo, el fortalecimiento
de los tipos de cambio de Noruega, a consecuencia de las exportaciones de petróleo,
acarreó serias dificultades a otras industrias de ese país a la hora de competir en mercados
internacionales.
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Generalmente, cualquier empresa que opte por localizar sus operaciones en el exterior
considera, en mayor o menor medida, las actuaciones de los gobiernos locales, ya que éstos
controlan muchos de los mecanismos que pueden influir en el éxito o fracaso de las
inversiones extranjeras en su territorio (D.Machuca y otros, 1.994, pág. 450): decisiones
sobre tasas de cambio y tipos de interés, medidas fiscales, barreras arancelarias, límites a la
importación o a la inversión foránea y cualquier otra política de carácter económico o
social.
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Algunos ámbitos normativos suelen estar muy vinculados a las políticas adoptadas por el
ejecutivo, sobre todo si éste goza de cierta estabilidad en su respectivo país (por ejemplo,
contando con mayorías absolutas o sólidos apoyos parlamentarios si se trata de un régimen
democrático). En este sentido, ya vimos como, con frecuencia, los gobiernos hacen uso,
entre otras medidas, de las exenciones y los incentivos fiscales, y por tanto de la normativa
tributaria, para atraer a empresas extranjeras a su territorio.
Además de las fiscales, son muchas las normas jurídicas a considerar a la hora de estudiar
diferentes alternativas para la ubicación en el extranjero; la actividad de cada empresa y sus
objetivos estratégicos determinarán la importancia que se de a cada una de ellas.
La legislación social incide en aspectos tales como los costes salariales, la facilidad de
contratación o la sindicalización y será de gran interés para aquellas firmas intensivas en
mano de obra. De igual modo, las leyes medioambientales pueden tener una importancia
considerable, sobre todo en aquellos sectores caracterizados por procesos productivos más
contaminantes, como las industrias de productos químicos.
Las regulaciones sobre la propiedad compartida han sido también una cuestión clave en la
ubicación de las compañías internacionales. Así, la supresión de las leyes que obligaban a
las sociedades extranjeras a compartir su capital con empresarios locales en países como
Marruecos, ha propiciado que numerosas empresas indecisas se animen a trasladar allí su
producción, aprovechando así los reducidos costes salariales del lugar.
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Pero las actitudes de la población pueden ser también el argumento definitivo a la hora de
rechazar una alternativa de localización. En ocasiones la opinión pública puede mostrarse
contraria a la instalación de determinadas industrias, pese a la falta de una legislación que
las prohiba o incluso existiendo conformidad por parte de las autoridades del país
(D.Machuca y otros, 1.994, pág. 254). De igual modo, la existencia de sentimientos
nacionalistas exacerbados puede ir mucho más allá de una actitud contraria a la fabricación
importada, y extenderse a la propia inversión extranjera en el país.
La calidad de vida de un lugar concreto viene dada por aspectos tales como la existencia de
centros educativos adecuados, las infraestructuras y condiciones sanitarias, las ofertas
culturales y de ocio, los índices de criminalidad etc. Este factor es muy considerado por
aquellas empresas especialmente necesitadas de personal técnico, directivo y de alta
cualificación, el cual se muestra bastante más exigente a este respecto. Así, entre los
factores que pueden explicar la elección del Reino Unido por parte de muchas compañías
japonesas, a la hora de establecerse en Europa, están la existencia de excelentes campos de
golf, casas espaciosas en el campo cerca de las áreas de desarrollo industrial y las
facilidades de compra y ocio de Londres (Slack y otros, 1995).
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La imagen de un producto puede depender del país en que se produce. Con frecuencia, las
compañías se encuentran con el problema de que muchos países caracterizados por sus
bajos costes, no gozan de una buena reputación internacional en cuanto a calidad. Así, por
ejemplo, Mercedes acabó rechazando México, más favorable en términos económicos, en
favor de Alabama (EE.UU.) para la ubicación de su primera gran planta fuera de Europa
(Heizer y Render, 1997).
Otros factores de carácter social a considerar pueden ser las
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{ , los
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{ de la zona o el
nivel de
, éste último, sobre todo, si se traduce en capacidad de presión y
poder de negociación por parte de los operarios.
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Por tanto, más que un criterio de localización propiamente dicho, el riesgo de una inversión
estaría relacionado con la variabilidad no prevista, y de consecuencias negativas para la
empresa, que caracteriza a los diferentes factores que acabamos de comentar; en efecto, el
estallido de un conflicto sociopolítico o una variación no esperada de factores tales como el
tipo de cambio o los costes salariales podría dejar sin sentido, o incluso hacer perder, la
inversión efectuada en su día en un país determinado, con todos los perjuicios que ello
puede suponer para una compañía.
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± Indice completo.
± Parte 2. Estrategia tras la decisión de localización.
± Parte 4: Localización de actividades individuales.