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PATOLOGÍA NO TUMORAL DEL RIÑÓN
Los denominados quistes simples del riñón son lesiones benignas y su sola presencia no predispone
a la aparición de cáncer de riñón, los quistes simples de riñón no se transforman en tumores
malignos. Los quistes renales casi siempre son benignos; es decir no son cáncer. Usualmente, los
quistes no causan problemas y salvo muy raras excepciones carecen de importancia clínica.
En la actualidad la mayoría de los quistes simples del riñón se diagnostican al realizar una
ECOGRAFÍA de los riñones para control o por otro motivo o sea que en la mayoría de los casos
constituyen un hallazgo casual. También por medio de la TAC o la RMN realizadas por diversos
motivos pueden diagnosticarse estas lesiones. En general no se requieren más estudios ante el
hallazgo de un quiste simple del riñón. Si el médico considera que el diagnóstico de quiste simple
no es categórico pueden realizarse más estudios por imágenes para determinar la naturaleza de la
lesión.
En general los quistes simples de riñón no presentan síntomas. Algunos pacientes, sobre todo
aquellos que presentan quistes de gran tamaño pueden tener asociado dolor en la región lumbar o
abdominal y en pocos casos pueden generar la presencia de Hematuria (sangre en la orina).
• Quistes hidatídicos: los quistes hidatídicos del riñón son quistes que se forman en el
riñón y/o en otros órganos y son generados por la infección por parásitos. El parásito que los
genera se denomina Echinococcus granulosus y los quistes formados por esta enfermedad son
habitualmente únicos de tamaño mas grande, con los bordes o paredes del quistes que suelen
ser mas gruesos que los de los quistes simples del riñón. La presencia de un quiste renal
hidatídico necesitara de tratamiento quirúrgico para la extirpación del mismo y de la
administración de antiparasitarios para el control del germen causante de la enfermedad
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INSUFICIENCIA RENAL
Se denomina de esta manera a la falta de capacidad del riñón para realizar sus funciones
habituales. Entre estas se encuentran el filtrado de la sangre que llega al riñón y de esta manera
desechar todos los residuos de la sangre, conservar las sales del organismo y brindar una adecuada
concentración a la orina.
La forma de aparición de la insuficiencia renal puede ser súbita, denominada insuficiencia renal
aguda o paulatina o progresiva denominada insuficiencia renal crónica.
Ante la sospecha de una IRA además de una adecuada evaluación clínica deben realizarse una serie
de estudios que permitan diagnosticar el cuadro y establecer la causa del mismo. La evaluación
inicial habitualmente incluye un análisis de sangre en el cual se determinaran los valores de
distintas sustancias que ayudan a diagnosticar la presencia de un cuadro de IRA. Entre las
sustancias que habitualmente se analizan se encuentran la urea y la creatinina; estas sustancias
presentes en la sangre constituyen indicadores del estado de funcionamiento del riñón ya que
habitualmente un deterioro en la función de los mismos tanto en forma aguda como crónica genera
elevación de los valores sanguíneos de la urea y la creatinina. Además pueden realizarse estudios
por imágenes como la Ecografía o la TAC con el objetivo de identificar la causa que genera el
cuadro de IRA.
Algunos casos de IRA pueden requerir de diálisis (ver más adelante) para eliminar el exceso de
líquidos en el organismo y las sustancias tóxicas de la sangre.
La IRA es una condición habitualmente grave, que requiere de un tratamiento intensivo y puede en
algunos casos causar la muerte más aún cuando la causa que la genera es una enfermedad grave.
Es un cuadro muchas veces reversible aunque un grupo de pacientes puede progresar a una
insuficiencia renal crónica con o sin necesidad de diálisis (ver más adelante).
Son múltiples las situaciones que pueden generar una cuadro de IRC y habitualmente se asocia a
enfermedades que generan un deterioro progresivo y constante de los riñones. Entre las causas
más frecuentes de IRC se incluyen la diabetes, la hipertensión arterial, la glomérulo nefritis,
enfermedad renal poliquística, litiasis urinaria y en muchos casos la causa de la IRC es desconocida
o idiopática.
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La IRC puede evolucionar a un cuadro en el cual la función renal no es suficiente para mantener un
mínimo equilibrio situación denominada enfermedad renal terminal.
Los síntomas que pueden aparecer ante un cuadro de IRC incluyen la pérdida de peso, nauseas,
vómitos, malestar general, picazón (prurito), anemia, retención de líquidos con hinchazón o edema,
alteración de la sensibilidad de manos y pies, mal aliento, pérdida del apetito, entre otros. Muchos
pacientes pueden no desarrollar casi ningún síntoma previo a la aparición de IRC.
Ante la sospecha de una IRC además de una adecuada evaluación clínica deben realizarse una serie
de estudios con el objetivo de confirmar la sospecha y eventualmente realizar el tratamiento
adecuado. La evaluación habitualmente comienza con la realización de un análisis de sangre en
cual se determinaran los valores de diversas sustancias que son indicadores indirectos del estado
de la función renal (uremia, creatinina, potasio, etc.). El análisis de orina puede revelar la presencia
de una cantidad excesiva de proteínas en la orina (proteinuria) entre otras anormalidades.
Los estudios por imágenes como la Ecografía Renal o laTAC pueden ayudar a determinar la causa
que origina la IRC.
La enfermedad renal terminal tal como se explicara anteriormente es una condición en la cual los
riñones no pueden realizar el mínimo mantenimiento del equilibrio que el organismo necesita para
subsistir adecuadamente. Ante esta situación la diálisis y eventualmente el trasplante renal
constituyen la única alternativa de tratamiento para estos pacientes. Es conveniente como
consecuencia de las diversas alteraciones psíquicas que se pueden generar en estos pacientes a
causa de esta enfermedad la ayuda de diversos grupos de apoyo que son de mucha utilidad para el
manejo y atención de los pacientes con IRC.
DIÁLISIS
La diálisis también denominada tratamiento de sustitución renal es un tratamiento que se aplica
cuando los riñones son insuficientes para mantener un adecuado equilibrio del organismo y no
pueden eliminar las sustancias tóxicas presentes en la sangre.
La diálisis puede aplicarse en pacientes con enfermedad renal terminal o en aquellas situaciones en
las cuales los riñones no pueden cumplir sus funciones en forma temporaria como por ejemplo la
IRA o en algunos cuadros de intoxicación con determinadas sustancias.
Existen diferentes tipos de diálisis, por un lado existe la denominada diálisis peritoneal en la cual
se utiliza como membrana de filtrado el peritoneo que es una membrana que recubre las vísceras
del abdomen y a través de un intercambio de líquidos que se infunden por medio de un catéter
ubicado dentro del abdomen se logra depurar las sustancias de desecho y el exceso de líquidos. Es
una variante que puede realizarse en forma ambulatoria y diariamente.
La hemodiálisis, la variante más difundida es otro método mediante el cual se realiza la filtración
de la sangre en un equipo especial (equipo de diálisis) que contiene una membrana o filtro que
permite realizar la depuración de las sustancias tóxicas de la sangre. La sangre del paciente llega al
equipo de diálisis a través de un catéter especial que se conecta a los vasos sanguíneos del
paciente que permite un flujo importante de sangre. Esta es la forma habitual de manejo de diálisis
temporarias o transitorias. En aquellos pacientes en los cuales se requiere del tratamiento con
diálisis por tiempo prolongado se confecciona quirúrgicamente una unión entre una vena y una
arteria denominada fístula arteriovenosa en la cual se conectará el catéter que lleva la sangre hacia
el equipo de diálisis y luego de realizado el filtrado es devuelto al aparato circulatorio del paciente.
El médico nefrólogo y/o un técnico en hemodiálisis serán los encargados de realizar los ajustes
necesarios en el equipo de diálisis para cada paciente en particular.
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La diálisis es un procedimiento no exento de complicaciones a corto o largo plazo entre las cuales
se incluyen la posibilidad de infecciones, hipotensión, calambres, nauseas, arritmias u otras
enfermedades cardiovasculares, entre otros inconvenientes.
Todo paciente con enfermedad renal terminal que comienza a dializarse será evaluado para
determinar la posibilidad de recibir un trasplante renal como tratamiento definitivo para su
enfermedad.
TRASPLANTE RENAL
El trasplante renal (TR) es un procedimiento mediante el cual se implanta de forma quirúrgica un
riñón sano en un paciente que padece de una enfermedad renal terminal
La donación del riñón puede ser a través de la donación de un órgano de una persona fallecida o
donante cadavérico o de un donante vivo familiar (genéticamente relacionado) o no familiar
(genéticamente no relacionado) como por ejemplo un conyugue. En el caso del donante cadavérico
un riñón de dicho donante es implantado en un paciente con enfermedad renal terminal. En el caso
de los donantes vivos, una persona con sus dos riñones en un estado normal de funcionamiento
puede ofrecer la donación de un riñón a una persona que padezca de enfermedad renal terminal.
La donación por parte de un donante vivo se realiza a través de un procedimiento quirúrgico bajo
anestesia general mediante el cual se extrae el riñón del donante para ser implantado en el
receptor. La cirugía puede ser una cirugía convencional a cielo abierto o se puede realizar un
procedimiento laparoscópico.
Previo a la realización de un TR el paciente candidato a recibir un órgano debe ser sometido a una
exhaustiva evaluación médica y psicológica para determinar la posibilidad de recibir el trasplante y
eventualmente realizar los tratamientos o correcciones quirúrgicas necesarias previas al TR según
cada caso en particular. Esta evaluación previa es la misma ya sea para un paciente candidato a un
trasplante con donante vivo o cadavérico.
En todo paciente en el cual se realiza un TR se debe instaurar un tratamiento de por vida que evite
el rechazo del órgano trasplantado y que se conoce como tratamiento inmunosupresor. El rechazo
se produce debido a que el organismo del receptor reconoce al órgano como extraño y el sistema
inmunológico intenta rechazarlo, este el motivo por el cual se instaura el tratamiento
inmunospresor. Cuanto mayor sea la compatibilidad genética entre el donante y el receptor menor
será la posibilidad de rechazo. Este tipo de tratamiento puede predisponer a la aparición de
infecciones que deben ser tratadas oportunamente o de enfermedades tumorales diversas, además
el tratamiento inmunosupresor no está exento de efectos adversos de diversa índole.
El TR es la mejor alternativa de tratamiento para los pacientes con enfermedad renal terminal y
ofrece los mejores resultados pronósticos. Los riñones donados pueden funcionar más de 10 a 15
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años en la mayoría de los pacientes. Los riñones provenientes de donantes vivos relacionados son
los que habitualmente mayor tiempo funcionan luego del TR.
Luego de un TR los receptores pueden realizar una vida totalmente normal y deben someterse a un
seguimiento médico muy exhaustivo y estricto para poder lograr el éxito deseado.