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Colección:
Cultura y Política
Colección:
Cultura y Política
Primera edición
Diciembre de 2006
ISBN: 978-958-9451-27-4
Colección:
Cultura y Política
Imagen:
Kant
Diagramación:
María Fernanda Martínez Paredes
Impreso en
Vicerrectora Académica
María Cecilia Álvarez Vejarano
Vicerrector de investigaciones
Eduardo Rojas Pineda
Vicerrector administrativo
Juan Manuel Quiñones Pinzón
Miembros
Javier Cadavid Ramírez
Luis Antonio Córdoba Gómez
Gustavo Chamorro Hernández
Arístides Obando Cabezas
Oswaldo Plata Pineda
José Rafael Rosero Morales
Augusto Velásquez Forero
A mis abuelos
Contenido
PREFACIO .............................................................................13
CAPÍTULO 1
La conclusión de la Crítica de la razón pura
Jean Grondin ...............................................................................19
CAPÍTULO 2
Consideraciones en torno al segundo prólogo de la Crítica
de la razón pura
Carlos B. Gutiérrez .................................................................45
CAPÍTULO 3
La segunda analogía de la experiencia
Mauricio Zuluaga ..........................................................................75
CAPÍTULO 4
La Deducción Trascendental según la versión de 1787 (B)
de la Crítica de la razón pura de Kant
Juan Carlos Aguirre García ..........................................................89
CAPÍTULO 5
El lugar de Dios en la Crítica de la razón pura
Oswaldo Plata Pineda ..................................................................101
CAPÍTULO 6
Religión, comunidad ética y lucha contra el mal
Allen Wood .................................................................................131
CAPÍTULO 7
Kant y las Sagradas Escrituras
Andrés Lema Hincapié ...............................................................157
CAPÍTULO 8
Kant y la hermenéutica crítica de la oración
Stephen Palmquist .......................................................................181
CAPÍTULO 9
La idea de libertad política en el pensamiento kantiano
Jaime O. Alfaro Iglesias ...............................................................219
CAPÍTULO 10
La fe racional pura de Kant y la fe inteligente de San Agustín
Julieta Buitrago González ..........................................................237
CAPÍTULO 11
Kant y la educación
William Betancourt D. ..............................................................249
CAPÍTULO 12
Prefacio
2
E. Imaz, “Estudio Introductorio”, en I. Kant, Filosofía de la historia,
Fondo de Cultura Económica, México, 1985, p. 5.
la <vida> del hombre: la libertad, la inmortalidad del alma
y Dios.
2
A. Gulyga, Immanuel Kant, Frankfurt am Maim, Suhrkamp, 1985, p.152.
20
Jean Grondin
5
I. Kant, KrV, B26.
6
I. Kant, KrV, B25.
22
Jean Grondin
7
I. Kant, KrV, BXXII.
8
I. Kant, KrV, BXXII.
23
La Conclusión de la Crítica de la Razón Pura
9
Cfr. el capítulo III de mi investigación Kant et le problème de la philosophie:
l´a priori, Paris, Vrin, 1989.
24
Jean Grondin
10
Cfr. I. Kant. KrV, A63/4-B88.
25
La Conclusión de la Crítica de la Razón Pura
26
Jean Grondin
27
La Conclusión de la Crítica de la Razón Pura
14
I. Kant, KrV, A796/B824.
15
I. Kant, KrV, A704/B732.
16
I. Kant, KrV, A797/B825.
28
Jean Grondin
17
Cfr. I. Kant, KrV, A797/B825.
18
I. Kant, KrV, A797/B825.
19
I. Kant, KrV, A800/B828.
29
La Conclusión de la Crítica de la Razón Pura
20
I. Kant, KrV, A800/B828.
21
I. Kant, KrV, A800/B828.
22
I. Kant, KrV, A800/B828.
23
I. Kant, KrV, A803/B831.
30
Jean Grondin
24
Cfr. I. Kant, KrV, BXXXIII.
31
La Conclusión de la Crítica de la Razón Pura
25
I. Kant, KrV, A795-6/B823-4.
32
Jean Grondin
26
I. Kant, KrV, A804/B832.
33
La Conclusión de la Crítica de la Razón Pura
27
I. Kant, KrV, A805/B833.
28
I. Kant, KrV, A805/B833.
29
I. Kant, KrV, A809/B837.
34
Jean Grondin
30
I. Kant, KrV, A809/B837.
31
I. Kant, KrV, A809/B837.
35
La Conclusión de la Crítica de la Razón Pura
36
Jean Grondin
37
La Conclusión de la Crítica de la Razón Pura
38
I. Kant, Kritik der praktischen Vernunft, Ak. V, 134. Las citas del original
en inglés corresponden a la traducción realizada por L.W. Beck, Critique
of Practical Reason and Other Writings in Moral Philosophy, The University
of Chicago Press, Chicago, 1949, p. 246. Las citas en castellano perte-
necen a la traducción de Roberto R. Aramayo, Alianza, Madrid, 2000,
Ak. V, 134, p. 256. (N. del traductor)
38
Jean Grondin
39
La Conclusión de la Crítica de la Razón Pura
40
Jean Grondin
42
I. Kant, KrV, A830-1/B858-9.
41
La Conclusión de la Crítica de la Razón Pura
43
Consideraciones en torno al segundo prólogo
de la Crítica de la razón pura *
Carlos B. Gutiérrez
Universidad de los Ándes
Universidad Nacional de Colombia
En BVII se lee:
1
El texto original no dice averiguar sino encontrar.
48
Carlos B. Gutiérrez
53
Consideraciones en Torno al Segundo Prólogo de la KrV
54
Carlos B. Gutiérrez
55
Consideraciones en Torno al Segundo Prólogo de la KrV
2
La traducción de Pedro Ribas menciona triángulo equilátero dentro del texto y
en nota, ciñéndose a la versión de Rosemkaranz, triángulo isósceles (N. del editor).
58
Carlos B. Gutiérrez
62
Carlos B. Gutiérrez
63
Consideraciones en Torno al Segundo Prólogo de la KrV
64
Carlos B. Gutiérrez
68
Carlos B. Gutiérrez
73
La segunda analogía
de la experiencia
Mauricio Zuluaga
Universidad del Valle
1
I. Kant, Kritik der rein Vernunf, Meiner Verlag, München, A177/B218.
En lo sucesivo KrV. Para las citas he utilizado la edición de la Crítica de
la razón pura de Pedro Ribas, Madrid, Ediciones Alfaguara, 1985. Todas
las citas de Kant corresponden a esta edición de la KrV
2
I. Kant, KrV, A177/ B220.
76
Mauricio Zuluaga
77
La Segunda Analogía de la Experiencia
78
Mauricio Zuluaga
6
I. Kant, KrV, A189/ B232-4
7
I. Kant, KrV, A194-5/ B240.
8
I. Kant, KrV, A192/ B237-8.
79
La Segunda Analogía de la Experiencia
9
I. Kant, KrV, A193/ B238.
10
I. Kant, KrV, A193/ B238.
11
I. Kant, KrV, A 195/ B240
80
Mauricio Zuluaga
12
“[...] si hemos llegado a descubrir una regla según la cual hay ciertos
sucesos que se siguen siempre a ciertos fenómenos, ello sólo se debe a
muchas secuencias percibidas y comparativamente coincidentes con fe-
nómenos anteriores; esto sería lo que nos llevaría a formar el concepto
de causa”. I. Kant, KrV, A195/ B240-241.
81
La Segunda Analogía de la Experiencia
13
I. Kant, KrV, A196/B241.
14
I. Kant, KrV, A196/B241. Este se puede considerar un argumento
trascendental como se ve en A737/ B765: “Así, nadie puede conocer
sólidamente la proposición “Todo lo que sucede tiene su causa” par-
tiendo sólo de estos conceptos dados. No constituye, pues, un dogma,
por más que, desde otro punto de vista, el del único campo de su uso
posible, es decir, el de la experiencia posible, puede ser perfectamente
demostrada de modo apodíctico. Aunque tenga que ser probada, se
llama principio, no teorema, ya que posee la peculiaridad de que es ella
misma la que hace posible el fundamento de su prueba, es decir, la
experiencia posible, y siempre hay que presuponerla de esa manera”.
83
La Segunda Analogía de la Experiencia
15
I. Kant, KrV, A766/ B794.
16
I. Kant, KrV, A766/ B794.
17
J. Bennett, La crítica de la razón pura de Kant. La analítica, Madrid, Alian-
za Universidad, 1979, pp. 256-267.
18
I. Kant, KrV A198/ B243.
85
La Segunda Analogía de la Experiencia
19
I. Kant, KrV, A198/ B243.
20
I. Kant, KrV, A198-9/ B244.
86
Mauricio Zuluaga
21
I. Kant, KrV, A202/ B247.
87
La Deducción Trascendental
según la versión de 1787 (B)
de la Crítica de la razón pura de Kant
Introducción
La Deducción Trascendental, en la versión de 1787(2a edi-
ción), tiene como objetivo fundamental: “suministrar una
argumentación general que establezca la necesaria
aplicabilidad de las categorías a los fenómenos, a los obje-
tos de experiencia”1 . Para tal fin, Kant, aunque divide su
exposición en parágrafos, da lugar para considerar dos par-
tes claramente diferenciables. Los primeros parágrafos (15
a 21) explican la necesidad de las categorías respecto de los
objetos de intuición sensible en general (validez objetiva de
las categorías); los segundos (24 a 26) exploran la necesi-
dad de las categorías respecto de la sensibilidad humana y
sus datos (realidad objetiva de las categorías) 2. Pese a
1
P. Strawson, Los Límites del Sentido (trad. Carlos Thiebaut Luis - André),
Madrid; Revista de Occidente, 1975, p.77.
2
Cfr. H. Allison, El Idealismo Trascendental de Kant: una interpretación y
defensa (trad. Dulce María Granja Castro), Barcelona; Anthropos, 1992,
p. 218.
La Deducción Trascendental
90
Juan Carlos Aguirre García
5
R. Torretti, Kant: estudios sobre los fundamentos de la filosofía crítica, 2a ed,
Buenos Aires; Ed. Charcas, 1980, p. 344 - 345.
6
Cfr. H. Allison, El Idealismo, p. 224.
91
La Deducción Trascendental
En síntesis, el Yo requiere:
92
Juan Carlos Aguirre García
11
Cfr. R. Torretti, Kant, pp. 355 - 358.
93
La Deducción Trascendental
17
Cfr. H. Allison, El Idealismo, p. 256.
96
Juan Carlos Aguirre García
18
Cfr. H. Allison, El Idealismo, p. 259.
19
Cfr. R. Torretti, Kant, p. 85.
97
La Deducción Trascendental
20
P. Strawson, Los Límites., p. 85.
21
Cfr. H. Allison, El Idealismo, pp. 261-264.
98
Juan Carlos Aguirre García
Conclusión
99
El lugar de Dios en la Crítica
de la razón pura
103
El Lugar de Dios en La Crítuca de la Razón Pura
5
R. Rodríguez Aramayo, “Estudio preliminar”, p.33.
6
En la tercera parte del presente estudio volveré sobre este asunto.
104
Oswaldo Plata Pineda
I. La depuración de la metafísica
9
I. Kant, Prolegómenos a toda metafísica del porvenir que haya de poder presentarse
como una ciencia, Biblioteca Científico- Filosófico, Daniel Jorro Editor,
Toledo, 1911, p. 8.
10
J. Maréchal, La crítica de Kant, Ediciones Penca, Buenos Aires, 1946,
p.84.
11
I. Kant, KrV, B XXXVI.
12
I. Kant, KrV, B XXXIV.
106
Oswaldo Plata Pineda
107
El Lugar de Dios en La Crítuca de la Razón Pura
15
Hago esta salvedad porque la misma revolución metódica es extendida
por Kant a la moral, la estética y la religión.
109
El Lugar de Dios en La Crítuca de la Razón Pura
Desde esta perspectiva, la investigación que adelanta el geó-
metra no debe, para ser válida, gozar necesariamente de un
correlato en la realidad. Basta con que el sujeto posea una
idea a priori de la figura geométrica que lo ocupa para que la
investigación sea legítima desde un punto de vista
epistemológico. Así, una figura geométrica, imposible de
representar empíricamente, de una cantidad infinita de la-
dos, puede ser perfectamente estudiada debido a que el ri-
gor de la investigación geométrica sobreviene de lo cons-
truido por el geómetra apriorísticamente a despecho de la ex-
periencia. El rigor de la ciencia, por extensión, proviene, de
lo construido por el científico con independencia de la ex-
periencia, de la naturaleza. Esto prácticamente escinde el
mundo en dos ámbitos distintos: un ámbito, el de las cosas en
sí, en el cual gobiernan un conjunto de leyes inaccesibles al
entendimiento humano, y otro ámbito, el científico, en el cual
los conceptos a priori del científico elaboran leyes de alcan-
ce universal. Con base en esta escisión del mundo, Kant
defiende la idea de que todo investigar nace de una teoría. Es
decir: que el experimento científico intenta responder una
pregunta formulada con anterioridad por un corpus teórico
determinado. Según esto, no hay investigar espontáneo, no
hay experimento sin orientación preestablecida; siempre
existe una respuesta formulada por una teoría y un experi-
mento que la responde a la luz de aquella. La razón pasa a
ser así el juez absoluto de la investigación científica. En
palabras de Kant:
16
I. Kant, KrV, B XIII.
110
Oswaldo Plata Pineda
21
G. Guerrero Pino, «El lugar de Dios en la filosofía natural de Newton»,
Praxis Filosófica, Nueva serie No. 6, Mayo 1997: 99-107.
22
I. Kant., KrV, B XXX.
113
El Lugar de Dios en La Crítuca de la Razón Pura
26
I. Kant., KrV, A590/B618
27
I. Kant., KrV, A590/B618.
115
El Lugar de Dios en La Crítuca de la Razón Pura
experiencia e infieren, completamente a priori, partiendo
de simples conceptos, la existencia suprema. La primera
demostración es la físico-teológica, la segunda, la cosmológica y
la tercera, la ontológica. No hay ni puede haber más prue-
bas.
30
J. Gómez Caffarena, «Kant y la filosofía de la religión», en Kant, de la
crítica a la filosofía de La religión. Anthropos-UNAM, Madrid-México, 1993,
p. 185.
117
El Lugar de Dios en La Crítuca de la Razón Pura
31
I. Kant., KrV, A607/635.
32
I. Kant., KrV, A608/636.
33
I. Kant., KrV, A608/636.
118
Oswaldo Plata Pineda
119
El Lugar de Dios en La Crítuca de la Razón Pura
39
Si bien Kant desiste en la KrV de emprender, desde el horizonte de
la razón pura, investigaciones que se ubiquen por fuera de la experien-
cia posible, hay que señalar que esta negativa kantiana ya estaba en
cierne en el precrítico texto Los sueños de un visionario explicados por los
sueños de la metafísica. En esta obra Kant niega toda suerte de extra-
vagancia mística suprasensible que se haga pasar por racional. Kant
se opone fundamentalmente al dogmatismo racional de Cristhian
Wolff y Alexander Baumgarten y al supranaturalismo de Johann
Kaspar Lavater y Emanuel Swedenborg. En 1766, Kant escribe:
«En adelante dejaré de lado como concluido y resuelto todo el tema
de los espíritus, un extenso apartado de la metafísica. Es algo que
ya no me interesa». I. Kant, Los sueños de un visionario explicados por los
sueños de la Metafísica, Alianza, Madrid 1987, p. 76.
121
El Lugar de Dios en La Crítuca de la Razón Pura
Religión dentro de los límites de la mera razón», Praxis Filosófica, Nueva serie
No. 19, Jul.-Dic. 2005: 65-79.
42
I. Kant, KpV, A 248.
43
En ese sentido, razón tiene Alexis Philonenko, el traductor de las
obras kantianas a la lengua francesa, al escribir que Kant fue «el
primero en precisar que la razón [pura y la] práctica puede[n]
desatenderse de tales especulaciones». A. Philonenko Nota. En: I.
123
El Lugar de Dios en La Crítuca de la Razón Pura
Kant, Oeuvres philophiques, tome II, Paris, Gallimard, 1986. Citado por A.
Lema Hincapié. «Kant y el principio supremo de su exégesis bíblica»,
Ideas y Valores, No. 113-Agosto, Bogotá, 2000, p. 32.
44
En sus Lecciones de Ética Kant escribe: «El destino final del género
humano es la perfección moral en tanto que ésta sea realizada mediante
la libertad humana, y se capacita así el hombre para la mayor felicidad.
Si Dios ya hubiese hecho perfecto al hombre y hubiese distribuido a
cada cual su cuota de felicidad, todo ello no sería fruto de un principio
interno del mundo. Este principio interno del mundo no es otro que la
libertad. El destino del hombre se cifra, por lo tanto, en conseguir su
mayor perfección a través de su libertad. Dios no quiere que seamos
únicamente felices, sino que debamos hacernos felices, lo cual consti-
tuye la verdadera moralidad. El fin universal de la humanidad es la
suprema perfección moral». I. Kant, Lecciones de Ética (trad. Roberto
Rodríguez Aramayo), Crítica, Barcelona, 2001, Ak. 469/470.
45
I. Kant, KrV, A800/828.
124
Oswaldo Plata Pineda
125
El Lugar de Dios en La Crítuca de la Razón Pura
48
I. Kant, La religión en los límites de la mera razón (trad. Felipe Martínez
Marzoa), Alianza, Madrid, 1995, p.101.
49
I. Kant, La religión, p. 98.
126
Oswaldo Plata Pineda
127
El Lugar de Dios en La Crítuca de la Razón Pura
57
J. Gómez Caffarena, «Kant y la filosofía de la religión», en Kant, de la
crítica a la filosofía de La religión. Anthropos-UNAM, Madrid-México, 1993,
p. 210.
130
Religión, comunidad ética
y lucha contra el mal*
Allen Wood
Stanford University
Traducido por Oswaldo Plata Pineda
132
Allen Wood
134
Allen Wood
3
I. Kant, La religión, p.153, nota 58.
137
Religión, Comunidad Ética y Lucha contra el Mal
4
I. Kant, Crítica de la razón práctica (trad. Roberto Rodríguez Aramayo),
Alianza, Madrid, 2004, Ak 129.
138
Allen Wood
Mal y sociabilidad
141
Religión, Comunidad Ética y Lucha contra el Mal
142
Allen Wood
143
Religión, Comunidad Ética y Lucha contra el Mal
144
Allen Wood
145
Religión, Comunidad, Ética y Lucha contra el Mal
15
Cfr. I. Kant, La religión, pp.93-94.
148
Allen Wood
149
Religión, Comunidad, Ética y Lucha contra el Mal
153
Religión, Comunidad, Ética y Lucha contra el Mal
rán de los defectos que los hacen injustos y que con el tiem-
po se aproximarán gradualmente a esta idea. Al decir de
Kant, la única constitución política que está en consonan-
cia con la idea de lo correcto es la republicana. La mayoría
de Estados de su tiempo, incluyendo en el que él vivió, eran
esencialmente diferentes a este. De todos modos, Kant pien-
sa que un Estado cuya constitución no sea republicana puede
gobernar según el espíritu de una república y con el tiempo
puede, incluso, evolucionar hacia una forma republicana de
gobierno. Kant espera por un tiempo en el que haya un
amplio consenso abierto entre los miembros del género
humano, en el que ningún Estado pueda ser legítimo a me-
nos que proteja los derechos de sus ciudadanos y en el que
la única constitución política satisfactoria sea la republica-
na. Volviendo la mirada a los últimos doscientos años, pienso
que debemos admitir que las esperanzas políticas de Kant
no fueron irrazonables; de hecho, pienso que tenemos que
estar impresionados por ellas tanto por su admirable antici-
pación como por su esperanza de que las personas decen-
tes de todos los lugares participen.
I. Preámbulo
158
Andrés Lema Hincapié
159
Kant y las Sagradas Escrituras
160
Andrés Lema Hincapié
161
Kant y las Sagradas Escrituras
9
Para un análisis del uso público y privado de la razón en Kant, Cfr. O.
O’Neill, Constructions of reason. Explorations of Kant’s Practical Philosophy,
Chapter 2 : “The public use of reason”, Cambridge, Cambridge
University Press, 1989, pp. 28-50.
10
I. Kant, Respuesta a la pregunta: ¿Qué es la Ilustración?, Ak., VIII, pp.35-36.
162
Andrés Lema Hincapié
164
Andrés Lema Hincapié
165
Kant y las Sagradas Escrituras
21
I. Kant, El conflicto de las facultades, Ak., VII, 68, ed. cit., p. 90.
22
Ibidem, Ak., VII, 69. Aquí he preferido mi traducción a la de Elsa
Tabernig (p. 90).
168
Andrés Lema Hincapié
169
Kant y las Sagradas Escrituras
170
Andrés Lema Hincapié
171
Kant y las Sagradas Escrituras
172
Andrés Lema Hincapié
173
Kant y las Sagradas Escrituras
175
Kant y las Sagradas Escrituras
177
Kant y las Sagradas Escrituras
42
Para un tratamiento sistemático y de detalle envío a mi investigación
citada al inicio de este estudio, a saber Herméneutique critique. La lecture
kantienne de la Bible. Principes et applications, Chapitre IV-6: Principe
d’Autonomie y Chapitre VI: La lecture kantienne de la justification,
Ottawa, Université d’Ottawa, 1997, pp. 202-214, 237-262.
43
I. Kant, La religión, Ak., VI, 100-101, ed. cit., p. 101.
44
I. Kant, Crítica del juicio, § 59, Ak., V, 351-354, (trad. Manuel García
Morente), Madrid, Espasa-Calpe, 1984, pp. 260-264.
45
I. Kant, Prolegómenos a toda metafísica del porvenir, §58, Ak., IV, 357-358,
(trad. Julián Besteiro), México, Porrúa, 1985, pp. 94-96.
178
Andrés Lema Hincapié
46
I. Kant, La religión, Ak., VI, 65, ed. cit., pp. 211-212.
47
Ibíd., Ak., VI, 109, ed. cit., p. 111.
179
Kant y las Sagradas Escrituras
Y Kant interpreta:
V. Últimas líneas
Aún quedan importantes aspectos por tratar. Sin embargo, confío
en que este limitado recorrido por el pensamiento exegético de
Kant conduzca a una incontestable pero a menudo olvidada
conclusión: los pensadores de la modernidad, y Kant como un
ejemplo paradigmático de ellos, no se han distanciado ni de lo
religioso ni de las Sagradas Escrituras. La Biblia es aún para ellos
el Libro de libros, origen de algunas de sus reflexiones y fuente
de algunos de sus temas.
48
“Epístola a los Efesios”, VI, 12, in Biblia de Jerusalén, Bilbao, Desclée
de Brouwer, 1975, p. 1679.
49
I. Kant, La religión, Ak., VI, 59, ed. cit., p. 65.
180
Kant y la hermenéutica crítica de la oración *
Stephen Palmquist
Hong Kong Baptist University
Traducido por: Oswaldo Plata Pineda
1. La oración en perspectiva:
la revolución copernicana en la religión
1
Kant usa expresiones como “religión verdadera” e “iglesia verdadera”
en numerosas ocasiones a lo largo de su principal libro sobre la religión,
La religión dentro de los límites de la mera razón. (Las citas en inglés son
tomadas de la traducción de T. M. Greene y H.H. Hudson). Como he
sostenido en otra parte, tales expresiones no designan el ideal abstracto
de religión “moral” (o “pura”), sino, más bien, cualquier manifestación
en la vida real de lo religioso que acojan la religión pura moral de la
razón como el núcleo común de tales expresiones.
2
C.J. Webb, Kant’s Philosophy of Religion, Oxford, Clarendon Press, 1926,
p.20.
182
Stephen Palmquist
183
Kant y la hermenéutica crítica de la oración
184
Stephen Palmquist
185
Kant y la hermenéutica crítica de la oración
7
Una defensa mucho más detallada de esta categoría de interpretación
no reduccionista está desarrollada en mi ensayo “Does Kant Reduce
Religion to Morality?”, Kant-Studien 83:2 (1992), pp.129-148.
186
Stephen Palmquist
187
Kant y la hermenéutica crítica de la oración
188
Stephen Palmquist
11
I.Kant, La religión, p.191. Cfr. 1 Tesalonicenses 5: 17.
189
Kant y la hermenéutica crítica de la oración
190
Stephen Palmquist
los incluyen una explícita intención (copernicana) de salvar la
oración verbal (empírica) del posterior sin sentido, recalcando
su conexión con el espíritu trascendental de la oración.
191
Kant y la hermenéutica crítica de la oración
16
I.Kant, La religión, p.169.
17
I.Kant,La religión, p.175. Uno de los muchos pasajes que enfatiza la
prioridad de este camino se refiere explícitamente a la oración y a la
interpretación. Sobre el asunto de si Kant responde preguntando “si la
moral ha de ser interpretada según la Biblia o más bien la Biblia según
la moral”. La respuesta kantiana, por descontado, será ésta última. I.Kant,
La religión, p.221, nota 43.
192
Stephen Palmquist
194
Stephen Palmquist
24
I. Kant, Lecciones, p.139.
195
Kant y la hermenéutica crítica de la oración
25
I. Kant, Lecciones, p.140.
26
I. Kant, Lecciones, p.142
27
I. Kant, Lecciones, p.142.
28
I. Kant, Lecciones, p.142.
196
Stephen Palmquist
29
I. Kant, Lecciones, p.139.
197
Kant y la hermenéutica crítica de la oración
198
Stephen Palmquist
199
Kant y la hermenéutica crítica de la oración
201
Kant y la hermenéutica crítica de la oración
202
Stephen Palmquist
203
Kant y la hermenéutica crítica de la oración
205
Kant y la hermenéutica crítica de la oración
4. Contemplación y crítica:
una fundamentación para valorar la oración
206
Stephen Palmquist
207
Kant y la hermenéutica crítica de la oración
48
I.Kant, La religión, p.192.
49
I.Kant, La religión, p.192.
208
Stephen Palmquist
50
I.Kant, La religión, p.192.
209
Kant y la hermenéutica crítica de la oración
210
Stephen Palmquist
211
Kant y la hermenéutica crítica de la oración
212
Stephen Palmquist
* Las citas bíblicas han sido extraídas de la Biblia oficial del Catolicismo,
que edita, bajo la dirección del Dr. Evaristo Martín Nieto, la Sociedad
Bíblica Católica Internacional (SOBICAN). En orden de aparición estos
son los pasajes: Mateo 6: 5-8: “Cuando recéis, no seáis como los
hipócritas, que prefieren rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas
de las plazas para que los vean todo el mundo. Os aseguro que ya
recibieron su recompensa. Tú, cuando reces, entra en tu habitación,
cierra la puerta y reza a tu Padre, que está presente en lo secreto; y tu
Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Al rezar, no os convirtáis
en charlatanes como los paganos, que se imaginan que serán escuchados
por su mucha palabrería. No hagáis como ellos, porque vuestro Padre
conoce las necesidades que tenéis antes de que vosotros le pidáis”;
Romanos 8:26 : “Igualmente, el espíritu viene en ayuda de nuestra
flaqueza, porque no sabemos los que nos conviene, pero el mismo
Espíritu intercede por nosotros con gemidos inenarrables”;
Marcos:11:25: “Cuando os pongáis a orar, si tenéis algo contra alguien,
perdonádselo, para que también vuestro Padre celestial os perdone
vuestros pecados”; 2 de Corintios 13:9:“Y nos alegramos de que yo sea
débil y vosotros fuertes. Lo que pedimos en nuestras oraciones es vuestra
perfección”; Marcos 12:38-40 :“Y en sus enseñanzas decía: -Guardaos
de los maestros de ley, a los que les gusta pasearse con vestidos
ostentosos, ser saludados en las plazas, ocupar los primeros asientos en
las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; devoran los bienes
de las viudas pretextando hacer largas oraciones’’; Lucas 18:10 : “Dos
hombres fueron al templo a orar; uno era fariseo y el otro publicano”;
1 Tesalonicenses 5:17 : “Orad sin cesar”; Mateo 21:22 : “Os aseguro
que si tuvieras fe y dudarais, no sólo haríais lo de la higuera, sino que si
decís a este monte: Quítate de ahí y échate al monte, así se hará”. (N. del
T).
215
Kant y la hermenéutica crítica de la oración
53
I. Kant, La religión, p. 25.
216
Stephen Palmquist
217
La idea de libertad política
en el pensamiento kantiano
222
Jaime O. Alfaro Iglesias
223
La Idea de Libertad Política
7
La ocasión que dio pie a Kant a escribir el Anuncio de la próxima conclu-
sión de un tratado de paz perpetua en la filosofía se inscribe en el seno de la
disputa que el filósofo mantuvo con Johann Georg Schlosser. En 1795,
Schlosser publicó en Königsberg sus Cartas de Platón sobre la revolu-
ción siracusana, con una introducción histórica y notas. Kant, sin men-
cionar el nombre de Schlosser, pero citando principalmente las notas
del autor a su traducción, criticó la concepción de la filosofía defendida
en esta obra —una suerte de filosofía a partir de los sentimientos (Philosophie
aus Gefühle) de inspiración platónica— el ensayo fue, publicado en el
número de mayo de 1796 del Berliner Monatsschrift. El original alemán de
este opúsculo vio la luz por vez primera en el número de diciembre de
1796 del Berliner Monatsschrift. Cfr. I.Kant, Anuncio de la próxima conclusión
de un tratado de paz perpetua en la filosofía (trad. Rogelio Rovira), Encuen-
tro, Madrid, 2004.
224
Jaime O. Alfaro Iglesias
225
La Idea de Libertad Política
10
I.Kant, Anuncio, p.130
226
Jaime O. Alfaro Iglesias
230
Jaime O. Alfaro Iglesias
231
La Idea de Libertad Política
unen en una sociedad (pactum sociale), el que establece una constitución civil
entre ellos (pactum unionis civilis) es de una especie tan particular que,
aunque desde el punto de vista de la ejecución tenga mucho en común
con los demás (que se dirigen precisamente a un fin cualquiera que ha
de ser obtenido en común), se diferencia esencialmente sin embargo de
todos los demás en el principio de su institución (constitutionis civilis). La
unión de muchos hombres en vista de algún fin (común, que todos
tienen) se encuentra en todos los contratos sociales; pero la unión de
esos mismos hombres, que es en sí misma un fin (que cada uno debe
tener), por consiguiente la unión en toda relación externa de los hom-
bres en general que no pueden menos que caer en influjo recíproco, es
un deber incondicionado y primero: semejante unión no puede encon-
trarse sino en una sociedad que se halle en estado civil, esto es, que
constituya una comunidad. Ahora bien, el fin, que en tal relación exter-
na es en sí mismo deber e incluso la suprema condición formal (conditio
sine qua non) de todos los restantes deberes externos, es el derecho de
los hombres bajo leyes públicas de coacción, mediante las cuales se puede
asignar a cada uno lo suyo y asegurarlo contra toda usurpación del otro”.
I. Kant, Anuncio, p.70.
232
Jaime O. Alfaro Iglesias
233
La Idea de Libertad Política
234
Jaime O. Alfaro Iglesias
235
La fe racional pura de Kant
y la fe inteligente de San Agustín
1
Cfr. I. Kant, La contienda entre las facultades de filosofía y teología, Trotta,
Madrid, 1998.
238
Julieta Buitrago González
239
La Fe Racional Pura de Kant y Fe Inteligente de San Agustín
240
Julieta Buitrago González
4
I. Kant, KpV, p. 108.
241
La Fe Racional Pura de Kant y Fe Inteligente de San Agustín
242
Julieta Buitrago González
245
La Fe Racional Pura de Kant y Fe Inteligente de San Agustín
9
S. Hawking, W, Historia del tiempo del big bang a los agujeros negros (trad.
Miguel Ortuño), Crítica, Barcelona, 1988, p. 31. Resulta particularmen-
te significativo el hecho de que esta pregunta que cabe para el asunto
que aquí hemos planteado haya sido extraída de un texto que considera
el mismo problema pero, esta vez, aplicado a la ciencia: “Si se admite
entonces que el universo no es arbitrario, sino que está gobernado por
ciertas leyes bien definidas, habrá que combinar al final las teorías par-
ciales en una teoría unificada completa que describirá todos los fenó-
menos del universo [...] Pero si realmente existiera una teoría unificada
completa, ésta también determinaría presumiblemente nuestras accio-
nes. ¡Así la teoría misma determinaría el resultado de nuestra búsqueda
de ella! ¿Y por qué razón debería determinar que llegáramos a las ver-
daderas conclusiones a parir de la evidencia que nos presenta? ¿Es que
no podría determinar igualmente bien que extrajéramos conclusiones
erróneas?”.
246
Julieta Buitrago González
247
Kant y la educación *
William Betancourt D.
Universidad del Valle
I. Introducción
251
Kant y la Educación
252
William Betancourt D.
3
I. Kant, Logik, Suhrkamp, B. VI, Wiesbaden, 1958, S. 447ff.
255
Kant y la Educación
256
William Betancourt D.
1. ¿Qué es educación?
4
I. Kant, Über Pädagogik, Suhrkamp, B.XII, 1964, S. 691 ff., Tratado de
pedagogía (trad. Lorenzo Luzuriaga), Universidad del Valle, Departamento
de filosofía, Cali, 2004.
257
Kant y la Educación
2. El hombre y la educación
258
William Betancourt D.
3. De la animalidad a la humanidad
4. Sentido de la educación
260
William Betancourt D.
1. La teoría de la educación
3. El arte de la Educación
4. El fundamento de la Educación
264
William Betancourt D.
265
Kant y la Educación
9. Finalidad de la educación
hombre como un ser libre. Kant nos dice: “(Se llama prác-
tico todo lo que tiene relación con la libertad)” Es, pues, “la
educación de la personalidad, la educación de un ser que
obra libremente, que se basta a sí mismo, (autonomía), y
que se hace miembro de la sociedad, pero que por sí mismo
puede tener un valor intrínseco”. [49] Una vez más Kant
echa mano de la concepción griega, sobre todo aristotélica,
de praxis en su concepción de lo práctico. Práctico o prácti-
ca en el sentido que le da Kant al término no es lo que tiene
el carácter de útil, de un modo de hacer cosas y producir
obras destacadas o de la mera utilidad. El filósofo toma el
sentido de la praxis, praxis, griega según el cual ésta designa
ante todo y en primer término el relacionarse con algo, con
las cosas, y consigo mismo mediante los propios actos. Praxis
es pues todo llevar a cabo actos, un quehacer que termina
siempre en los actos mismos y, por tanto, en quien los lleva
a cabo. Práctico es todo actuar humano que, en cuanto es
tal, tiene por condición de posibilidad la libertad y es en sí
mismo libre. Este es el ámbito propio de toda ética, de toda
moralidad.
268
William Betancourt D.
V. Metas de la educación
6
I. Kant, Respuesta a la pregunta ¿Qué es la Ilustración?, en Filosofía de la
Historia, Nova, Buenos Aires, 1964, p.58.
269
Kant y la Educación
270
William Betancourt D.
273
Kant y la Educación
274
La Justicia como Equidad como una teoría
moral kantiana
Político (1993). Ahora la justicia como equidad pasa por ser una
teoría no metafísica, lo cual quiere decir, al menos en un
primer sentido, carente de cualquier pretensión universalista
y de fundamentos ontológicos inmutables. Adicionalmente,
la teoría quiere independizarse de lo que tradicionalmente
se entiende por filosofía moral. Esta doble separación limi-
ta el alcance de la teoría a una cultura política específica,
única frente a la cual quiere justificarse. ¿Cómo podría aún
insistirse en el carácter kantiano de una teoría que no res-
ponde por sus propios fundamentos ontológicos y
epistemológicos, que renuncia a cierta validez universal de
sus conclusiones y que, en cambio, se contenta con una
discutible justificación en términos contextuales?
277
La Justicia Como Equidad
279
La Justicia Como Equidad
4
J. Rawls, A Theory of Justice, Harvard University Press, Cambridge,
1971. Teoría de la Justicia, Fondo de Cultura Económica., México, 1995,
p.256.
280
Delfín Grueso
5
I. Kant, Metafísica de las costumbres, Altaya, Barcelona, 1994, pp. 38-39.
281
La Justicia Como Equidad
282
Delfín Grueso
283
La Justicia Como Equidad
284
Delfín Grueso
285
La Justicia Como Equidad
a los otros como libres e iguales, sin tratar a los otros como
fines y no únicamente como medios. Si ser autónomo es
estar sujeto sólo a leyes que podrían ser hechas por uno
mismo y ser sin embargo universales esta vinculación posi-
tiva con la libertad de los otros resulta indispensable14 . El
equivalente en Rawls de esta noción de autonomía se da a
través de lo que él llama el sentido de la justicia (y luego a
través de la noción de persona moral). Ese sentido de la justi-
cia va a imponer ciertas restricciones al uso del modelo de
decisión racional. Estas restricciones llevan a una negocia-
ción que ya no podrá ser reconocida como una pura situa-
ción de regateo. Recordemos que ésta era la queja de Wolff
con referencia a la presentación de 1971. Pero ya desde 1958
Rawls había tratado de evitar la pura situación de regateo,
asumiendo que nuestros puntos de vista basados en los in-
tereses y doctrinas privadas nos fuerzan, en las circunstan-
cias normales, a actuar egoístamente. Por ello se empeñó
en garantizar una situación donde podamos reconocer o
respetar a los otros como libres e iguales. Esto lo logró lue-
go con la introducción del velo de la ignorancia, cuyo diseño
atiende a unos requisitos que no son necesariamente los de
una situación de regateo15 . Tras ese velo, las partes ignoran
14
“Es incuestionable que cada ser racional, como un ser en sí mismo,
debe ser capaz de verse a sí mismo también como un hacedor de leyes
universales [...] La idea de la voluntad de cada ser racional como una
voluntad hace leyes universales [...] Para los seres racionales todos son
cobijados por la ley que prescribe que cada uno de ellos debe tratarse a
sí mismo y a los otros, nunca únicamente como un medio, sino siempre y al
mismo tiempo como un fin en sí mismo”. “La voluntad no está simplemente
sujeta a la ley, sino sujeta de modo tal que debe ser observada como
legislando para ella misma y sólo de este modo como siendo sujeta a la
ley (de la cual ella se puede considerar autora)”. I. Kant, Fundamentación
de la Metafísica de las Costumbres, Editorial Ariel, Barcelona, pp. 431-34.
15
En ese sentido Wolf tenía razón al decir que este artificio transfor-
maba la situación de regateo. Pero estaba equivocado al pensar que el
proyecto de Rawls había sido originalmente concebido como una pura
situación de regateo. Ese no fue nunca el proyecto de Rawls. En otras
286
Delfín Grueso
palabras, nunca Rawls intentó una justicia como mutua ventaja emergiendo
de un puro regateo o pugilato de fuerzas sino una justicia como imparcia-
lidad. Luego volveré sobre esta distinción.
16
El argumento de Roger Paden va en el siguiente modo: “el sentido de
la justicia incluye no sólo la capacidad para juzgar las cosas como justas
e injustas y dar a esos juicios ciertas razones, sino que también incluye
el deseo de actuar de acuerdo con tales juicios. [Entonces] un cabal
entendimiento kantiano del sentido de la justicia lo presentaría como
incluyendo un deseo de negociar, aceptar y vivir bajo un conjunto de
reglas que sean acordadas por partes contratantes. En cualquier caso,
dado que las partes en la posición original poseen un sentido de la
justicia (o son regidas por consideraciones kantianas), es claro que ellas
compartirían un deseo de vivir de acuerdo a principios que expresen
respeto por todos los otros seres racionales. Es esto, pienso, lo que las
llevaría a adoptar el deber natural de justicia, es decir, un deber de crear
y mantener instituciones justas, porque sólo viviendo voluntariamente
bajo tales instituciones somos capaces de expresar ese respeto”. R. Paden,
1997, pp.45-46.
17
J. Rawls, Teoría de la Justicia, p.252.
287
La Justicia Como Equidad
18
Cfr. B. Barry, Theories of Justice, University of California Press, 1989,
pp. 5-8.
288
Delfín Grueso
19
J. Rawls, Teoría de la Justicia, p.256.
289
La Justicia Como Equidad
290
Delfín Grueso
22
Para Rawls el concepto de persona es un aspecto singular entre otros
que pertenecen a los seres humanos. En la modernidad este concepto y
su lazo indisoluble con el concepto de sociedad fueron desarrollados por
Kant. Esas nociones tienen en Kant “un fundamento en su idealismo
trascendental”. J. Rawls, Liberalismo Político, Fondo de Cultura Econó-
mica, México, 1995. Lo que Rawls entonces hace es separar el funda-
mento para poder transformar el constructivismo kantiano moral en uno
político. Lo más cercano a la noción kantiana de persona en nuestras
sociedades modernas es la noción de ciudadano sólo porque en las socie-
dades democráticas la idea de ciudadanía toma a las personas como
libres e iguales, a pesar de sus otras desigualdades. Eso coincide con la
idea de Rawls de que una persona moral tiene dos poderes (la capaci-
dad tanto para el sentido de la justicia como para una concepción de lo
bueno, es decir para una moralidad pública y una moralidad privada).
La capacidad moral es la capacidad para entender, aplicar y actuar des-
de una concepción pública de la justicia que prescribe los términos
justos de cooperación. Ese es otro modo de entender la vieja idea del
sentido de tener una moralidad. El hecho de ser razonable a la vez que
291
La Justicia Como Equidad
racional, junto con sus dos poderes, hacen de una persona capaz de
involucrarse en la razón práctica. Esta doble racio (razo) nabilidad sig-
nifica que “ellos deben actuar desde los dos principios de la razón prác-
tica [...] Las concepciones de sociedad y persona como ideas de razón
no son, ciertamente, más construidos que los principios de la razón
práctica. Pero podemos pensar de ellos como ensamblados y conecta-
dos. Como acabamos de hacer, podemos reflexionar en cómo esas ideas
aparecen en nuestro pensamiento práctico y tratar de establecer un or-
den en el cual ellos puedan estar relacionados, desde lo más general y
simple hasta lo más complejo y específico”. J. Rawls, Liberalismo, p.108.
Hay tres puntos de vista envueltos aquí. 1. Las partes en la posición
original. 2. Los ciudadanos de una sociedad bien-ordenada. 3. Noso-
tros mismos. Rawls los diferencia así: “Los primeros dos puntos de
vista pertenecen a la concepción de justicia como equidad y son especi-
ficados con referencia a sus ideas fundamentales. Pero mientras que las
concepciones de una sociedad bien-ordenada y ciudadanos como li-
bres e iguales podrían ser concebidos como realizados en nuestro mun-
do social, las partes como representantes racionales que especifican los
términos justos de cooperación social acordando los principios de jus-
ticia son simplemente partes de la posición original [...] Ellas son sólo
criaturas artificiales habitando un constructo de representación [...] El
tercer punto de vista, el suyo y el mío, es aquel desde el cual la justicia
como equidad, y en verdad cualquier otra concepción política, debe ser
evaluada [...] Aquí el test lo hace el equilibrio reflexivo: cómo ese punto
de vista, como un todo, articula nuestras más firmes convicciones de la
justicia política, a todos los niveles de generalidad, después de un debi-
do examen, una vez todos los ajustes y revisiones han sido hechos para
evitar todo lo que sea problemático” J. Rawls, Liberalismo, p. 28.
292
Delfín Grueso
23
La distinción entre lo racional y lo razonable, en la cual lo razonable
tiene prioridad sobre lo racional, es reconocida por Rawls como una
herencia kantiana. Cfr. J. Rawls, Liberalismo, p. 25. Rawls la entiende como
la “distinción entre el imperativo categórico e hipotético en la
Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres y otros escritos”. Para
Rawls, la primera representa la razón práctica pura, la segunda la razón
práctica empírica. “Para los propósitos de una concepción política de la
justicia, le doy a lo razonable un sentido más restringido y lo asocio,
primero, con la voluntad para proponer y honrar términos justos de
cooperación, y a lo segundo lo asocio con la voluntad para reconocer
las cargas de la prueba y aceptar las consecuencias”. J. Rawls, Liberalis-
mo, p. 48. Rawls ciertamente necesita esta forma kantiana de entender la
razonabilidad. De otra manera, la gente podría ser tomada como meros
agentes racionales, lo que no permitiría llegar a una concepción de la
justicia que fuese llamada moral. “La gente racional carece de lo que
Kant llama la predisposición a la personalidad moral o, en el presente
caso, de la forma particular de la sensibilidad moral que está a la base de
la capacidad para ser razonable”. J. Rawls, Liberalismo, p. 51.
294
Delfín Grueso
24
J. Rawls, Liberalismo, pp. 89-90.
295
Kant y la teoría crítica de Max Horkheimer:
de la crítica de la razón pura
a la crítica de la razón instrumental.
Onasis Ortega
Universidad del Atlántico
298
Onasis Ortega
299
Kant y la teoría crítica de Max Horkheimer
300
Onasis Ortega
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Kant y la teoría crítica de Max Horkheimer
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Onasis Ortega
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Kant y la teoría crítica de Max Horkheimer
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Onasis Ortega
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Kant y la teoría crítica de Max Horkheimer
306
Onasis Ortega
307
Kant y la teoría crítica de Max Horkheimer
25
M. Horkheimer, “Razón y autoconservación”, p. 151.
26
M. Horkheimer, “Razón y autoconservación”, p. 152.
308
Onasis Ortega
309
Kant y la teoría crítica de Max Horkheime
310
Sobre los autores
A. Literatura kantiana
B. Literatura complementaria
W. Dilthey, “Der Streit Kants mit der Censur über das Recht
freier Religionsforschung”, in Stein, Ludwig (Hrsg.), Archiv
für Geschichte der Philosophie, Band III, Berlin, Georg Reiner,
1890.