Hoy, 1° de marzo, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner pronunciará su cuarto discurso inaugural de las sesiones ordinarias del Congreso. El verdadero sentido es dar cuenta del estado de la Nación y anunciar políticas públicas para el año que se inicia, las que en su mayoría necesitarán de la participación del Congreso para su ejecución. La apertura de las sesiones ordinarias del Congreso es un acto solemne, institucional y político y el único momento en que todo el gobierno se encuentra reunido. El Poder Legislativo invita a su casa a todas las autoridades de la Nación, jefe de Gabinete, ministros, jueces, gobernadores, diplomáticos, mandatarios extranjeros y representantes de las fuerzas armadas y de seguridad. Lo que se inició de manera histórica como una comunicación entre el Congreso y el Ejecutivo se convirtió luego, a partir de la difusión por radio, televisión y Web 2.0 en una comunicación entre el presidente y la gente. En el discurso de aperturas de las sesiones ordinarias del 2008 la presidenta de la Nación defendió el modelo económico, cuestionó a las fuerzas de seguridad y a la Justicia y convocó a todos los sectores a un «Acuerdo del Bicentenario». En el 2009 en ningún momento mencionó las palabras "inflación", "seguridad", "campo", "diálogo" o "Indec". En su discurso inaugural de sesiones del 2010 la presidenta tensó la relación entre el Gobierno y el Poder Judicial al máximo cuando le reclamó a la Justicia que actúe "con independencia de los poderes político y económico concentrados" y denunció que hay magistrados que tabulan los precios de las excarcelaciones. Recordemos que por el calibre de lo denunciado una causa fue iniciada por el abogado Ricardo Monner Sans. Citada en dos oportunidades para prestar declaración testimonial y explicar los alcances de sus dichos ante la Jueza Servini de Cubria, no hubo respuestas. Ante la imposibilidad de avanzar, la jueza archivó el expediente y la Cámara Federal confirmó el archivo. Asimismo habló de un “país virtual” y un “país real” adjudicándole el primero repleto de malas noticias a quienes trata como enemigos públicos: la prensa y los opositores. Se adjudicó el segundo, plagado según su parecer de buenas noticias. Este 1° de marzo esperamos a Cristina, no sólo para que cumpla con su deber constitucional de informar a la Nación sobre el estado de su gobierno, sino para que reinicie las conversaciones rotas con el Congreso, aprovechando la oportunidad para sanear las heridas de la política y recomponer los lazos institucionales entre el Congreso y el Poder Ejecutivo. Esperamos anuncios y deseamos que se incluyan políticas de Estado para atender los temas que nos preocupan: inseguridad, inflación y corrupción. Esperamos la propuesta de una agenda legislativa 2011 que pueda discutirse entre todos, evitando así que el trabajo parlamentario de un año, basado en el consenso, pueda terminar en vetos o rechazo de su bancada. Me refiero a temas tales como el 82% móvil, superpoderes, Consejo de la magistratura, Régimen de los decretos de necesidad y urgencia y publicidad oficial. No esperamos palabras intimidatorias, acusadoras o que devenguen en actos autoritarios o intolerantes. No esperamos anuncios de decretos de necesidad o urgencia como en el 2010 o amenazas de vetos.
No esperamos anuncios sorpresivos que representen
más problemas que soluciones a las necesidades de los argentinos. Esperamos el inicio de un diálogo que no se interrumpa durante el año y que se intensifique a través de la presencia del jefe de Gabinete de informando de acuerdo a la constitución en las Cámaras, todos los meses. Asimismo los ministros deberían acudir para dar a conocer sobre los asuntos de sus ministerios. Deseamos que el Frente para la Victoria apoye : el tratamiento de la ley de acceso a la información pública, pedidos de informes escritos para que se traten y respondan a tiempo y la creación de la Oficina de Presupuesto del Congreso Nacional que permita conocer y seguir la ejecución del presupuesto nacional. Esperamos medidas que generen crecimiento con inclusión social. Esperamos que, a partir de los anuncios de su discurso, se genere un consenso que incentive el aplauso y el entusiasmo de todos los argentinos representados en todos y cada uno de los sectores políticos.