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La respuesta es Sí, si puede existir no solo un psicópata, sino muchos, muchos psicópatas
que se encuentran de forma camaleónica interactuando cotidianamente en el entorno laboral,
acechando a sus presas para satisfacer sus necesidades, desbordar sus temores, angustias,
pasiones, frustraciones y limitaciones, en sí, sus demonios que los atormentan pero que al
mismo tiempo les provocan placer.
Pero, ¿quién es ese camaleón que logra infiltrarse de manera consciente en una
organización?. Es un hombre como tú, como yo, pero que vive atrapado en el deseo
egocéntrico y antinatural de trascender de manera ignominiosa y unilateral en el éxito.
Los Psicópatas Primarios, caracterizados por no reaccionar ante el castigo, ante el rechazo,
la crítica o la desaprobación. No tienen proyectos de vida, son apáticos y se rigen bajo el
principio del mínimo esfuerzo. Theodore Millón (1984), los llama Antisociales Nómadas.
“Los sociópatas han existido siempre en formas diversas y en distinto grado. Se les ha
conocido bajo diferentes nombres. Se los ha estudiado utilizando varias técnicas, y a través
de los años se han encontrado varias causas a su enfermedad. Pero una cosa nunca varía:
todos los sociópatas poseen tres características en común: son individuos muy egocéntricos,
sin empatía hacia los demás, e incapaces de sentir remordimiento o culpa”. (Horton, 1999).
En una organización solo es cuestión de tiempo para poder identificar al camaleón que se
encuentra oculto detrás de un escritorio, en una oficina, bodega, archivo, etc.
Es posible detectar los movimientos del psicópata en una organización poniendo atención a
cuatro fases bien diferenciadas:
Ingreso a la organización.
Ingresar a una institución no es tarea difícil para un psicópata. Su capacidad de
manipulación, seducción y evasión, acompañado de un entrevistador no entrenado para
detectar este tipo de psicopatologías, lo hace ser una tarea sencilla. El psicópata elige la
empresa, la institución u organización donde buscará expandir sus necesidades. No es
casualidad su ingreso, él la estudia previamente e incluso, elige el momento de iniciar la
parafernalia de su reclutamiento y selección. Posee un encanto y una fuerza de
convencimiento realmente especial, dando la impresión de que ante los ojos del entrevistador
se halla el candidato ideal.
No es éste un hecho extraño: las tres capacidades más buscadas por las instituciones son
las habilidades de relación (que incluye ser un buen comunicador, habilidades sociales y
adaptabilidad en el trato con diferentes personas), la inteligencia y la responsabilidad. El
psicópata, no tiene problemas en dar esa imagen.
Evaluación.
Una vez que el psicópata ha logrado entrar en la organización, comienza su proceso de
estudio, de análisis del comportamiento organizacional. Valora el potencial, los defectos y las
virtudes de los miembros para saber cuándo y con quién iniciar su proceso de acecho para
manipularlos y convertirlos en sus fieles seguidores.
Manipulación.
El psicópata manipula las redes de información con el objeto de lograr tres propósitos:
a) Para aumentar su reputación,
b) Para desacreditar a los demás, para crear conflictos y rivalidades entre diferentes
miembros de la organización que a él le interesa que estén enfrentados, porque, de este
modo, en esta situación de caos, tendrán menos probabilidades de descubrir su trama y,
c) Para conseguir sus fines psicopáticos.
Una conducta habitual del psicópata en todo este proceso es evitar asistir a reuniones de
trabajo realizadas en grupo, ya que, en estas reuniones, es más difícil que pueda mantener
una imagen positiva al verse expuesto simultáneamente a diferentes miembros que él ha
manipulado de modo individual. Ahora, al estar juntas diferentes personas que han tenido
diversas informaciones manipuladas por su causa, podrían exigirle que clarificara muchas
cosas, algo que no estaría en disposición de hacer.
Confrontación
Es la fase donde aflora la violencia, el abuso del poder y la cuartada para lograr los fines por
parte del psicópata. En este momento abandona social y psicológicamente a sus seguidores
que ya no le sirven para sus fines. Las víctimas pueden darse cuenta de dicho alejamiento y,
en algunos casos llegan a sentir alivio ya que, si bien no han llegado, en muchos casos, a
comprender la naturaleza de la persona a la que habían apoyado, sí habían podido sentir
«algo especial» que hacía onerosa la interacción en muchos momentos.
Sin lugar a dudas nuestro camaleón ha hecho un excelente trabajo hasta este momento.
Tiene todo: información de la organización, gente manipulada, conocimiento perfecto de los
temores, las angustias, las frustraciones, las debilidades y tentaciones de cada una de sus
víctimas, y quizás, solo quizás, el contubernio inconsciente de aquellos directivos que se
encuentran atrapados en sus “encantos” personales.
Bibliografía:
Cleckley, H. (1984). La mascara de la sanidad. Argentina: Editorial Parres.
Hare, R. (1991). Lo duro de la psicopatía. Toronto: Multi- Health Systems.
Horton, R. (1999). El sociópata. Madrid: Ribal
Raine, A. (2000). Violencia y psicopatía. Barcelona: Editorial Ariel. Estudios sobre violencia.
Theodore, M (1984). Trastornos de personalidad en la vida moderna. Barcelona: Masson.