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Universidad del Pacífico

Investigación Económica 2

La brecha de género en la microempresa peruana:

una perspectiva de roles de género

Adriana Lizarzaburu Bartra

Katia Samanamud Pinedo

Resumen*
La desigualdad de género de los trabajadores independientes y microempresarios en Perú se
evidencia en el hecho de que los hombres tuvieron 26% más de ingresos que las mujeres entre
2007 y 2008. El presente trabajo indaga al interior de este sector en busca de características que
permitan explicar esta brecha. Empleando la metodología no paramétrica de matching, desarrollada por
Ñopo (2004), se descompone la brecha entre una parte que se atribuye a diferencias en los soportes, otra
atribuíble a diferencias en características observables y una parte no explicada. Mostramos que la
existencia de roles de género, tanto al interior de la familia como en la comunidad en que los
microempresarios se desenvuelven, dan cuenta de una parte importante de la brecha de ingresos.

Asimismo, la metodología permite adentrar en la naturaleza heterogénea del sector para descubrir que la
desigualdad es mayor en ambos extremos de la distribución de ingresos; para los sectores de comercio y
servicios; para los menos educados y para quienes el negocio es su ocupación secundaria.

Sin dejar de reconocer que parte de la brecha sea resultado de decisiones individuales,
argumentamos que la existencia de estos roles de género deja espacio para la implementación
de políticas orientadas a reducir las barreras que los emprendimientos femeninos pueden estar
enfrentando.

*
Agradecemos la valiosa asesoría de Gustavo Yamada, los acuciosos comentarios de Álvaro Monge y el esencial
apoyo metodológico de Hugo Ñopo.
Índice

Pág.

1. Introducción 3

2. Relevancia y justificación del trabajo 4


3. Marco analítico 5

3.1. Efectos de los roles de género familiares tradicionales en el 7


desempeño de los microempresarios

3.2. Efectos de los roles de género comunitarios tradicionales en el 8


desempeño de los microempresarios

4. Estadística descriptiva 10
5. Metodología 17

6. Resultados 21
6.1. Desagregando la brecha: ¿qué tanto explican los roles de
21
género?
6.2. Más allá de promedios: la distribución de la brecha 28

6. Conclusiones e implicancias de política 32

Bibliografía 35
Anexos 39
1. Introducción

En los últimos años, ha habido un incremento significativo en el número de


microempresas y trabajadores independientes en el Perú, que para el 2006 alcanzó
aproximadamente 5,8 millones (Chacaltana 2008:8). Pero la importancia de la
microempresa radica sobre todo en su capacidad de absorción de empleo: dos de
cada tres empleos en el Perú se generan en el trabajo independiente y la
microempresa familiar (Yamada 2009: 3).

Más allá de la relevancia económica del sector, hay que tener presente su gran
heterogeneidad. Existen considerables diferencias según tamaño, rama de actividad y,
especialmente, en términos de género. En un aporte reciente, Yamada (2009: 39)
encuentra que las mujeres microempresarias y trabajadoras independientes tienen
ingresos significativamente inferiores a los de sus contrapartes masculinas. Sin
embargo, esta desventaja no se da en cuanto a su participación, 53,2% del total de
microempresarios y trabajadores independientes son mujeres (Yamada, 2009).
Resulta innegable, entonces, la gran relevancia que debe tener este grupo en la
agenda nacional de desarrollo. En cambio, aún no es claro que está detrás de su
inferior desempeño económico, pues no se ha ahondado en la identificación y
medición de los determinantes de tales diferencias de ingresos.

Gran parte de la investigación de género sostiene que la existencia de la brecha


responde a diferencias en las distribuciones de características observables. Ñopo
(2009), por ejemplo, en su análisis de la brecha salarial para el sector laboral
remunerado limeño2, identifica entre estas variables a la edad, la educación, la
condición migratoria y el estado civil. Señala, asimismo, que gran parte de dicha
brecha no puede explicarse por ninguna de las variables observables, y la atribuye en
parte a conductas discriminatorias.

En el presente trabajo se busca hacer una indagación más profunda, que analice las
estructuras sociales en las que están inmersos los microempresarios, las cuales
estarían imponiendo restricciones de carácter sexuado a sus comportamientos y,
eventualmente, a su desempeño laboral. Tales restricciones son los roles de género,
entendidos como las normas de comportamiento percibidas que se asocian de manera
particular con hombres o mujeres, dentro de un grupo o sistema social. Un principio
fundamental de este enfoque es que la concepción de la familia como la esfera
femenina y del trabajo como el dominio masculino conlleva a resultados laborales

2
Su análisis es para el periodo 1986-2000

2
desiguales (Loscocco 1999:3). En consecuencia, las mujeres se encontrarían en
desventaja en el mundo laboral. Esto se agrava si tenemos en cuenta que el
emprendedorismo ha sido tradicionalmente entendido como un término de género
masculino (Ahl 2008: 172). Aunque estos roles han perdido fuerza en los últimos
tiempos, estos de ninguna manera han desaparecido.

El objetivo de esta investigación es determinar la importancia que tienen los roles de


género en la persistencia de la brecha de ingresos entre los microempresarios y
trabajadores independientes urbanos3. Más concretamente, se analizarán ciertas
variables de la Encuesta Nacional de Hogares que reflejan la existencia de tales roles
a fin de determinar su incidencia en ellos.

La hipótesis que planteamos es que los roles de género tradicionales a nivel familiar y
comunitario profundizan la brecha de ingresos entre hombres y mujeres trabajadores
independientes / microempresarios.

2. Relevancia y justificación del trabajo

La inclusión de las cuestiones de género en las políticas y programas de gobierno


parte de reconocer que la participación de hombres y mujeres en condiciones de
igualdad en los diferentes ámbitos de la sociedad es esencial para el logro de todos
los objetivos importantes en materia de desarrollo sostenible (OIT 2009). La OIT
señala dos motivos que justifican el interés en el desarrollo de la capacidad
empresarial de las mujeres: la mitigación de la pobreza y la emancipación económica y
social de las mujeres. Ello en la medida de que muchas veces las mujeres se ven
impedidas de ejercer un empleo asalariado, ya sea porque no cuentan con las
calificaciones exigidas o porque no disponen de tiempo suficiente a causa de sus
responsabilidades familiares. El empleo independiente o el desarrollo de una
microempresa se constituyen, por tanto, en medios más atractivos para la obtención
de ingresos.

A pesar de ello, y como afirma Yamada (2009: 4), muchos de los programas de
promoción del crecimiento de las actividades independientes, ejecutados por el Estado
o instituciones de cooperación internacional, no han tenido resultados positivos
sostenibles, probablemente debido a que desconocen la naturaleza heterogénea de
este tipo de emprendimientos. Entender las variables subyacentes a la persistencia de

3
Se tomará en cuenta únicamente a los microempresarios y trabajadores independientes urbanos, debido a que la
gran mayoría de ellos (aprox. 80%) se encuentra concentrada en las grandes ciudades del país3.

3
una brecha en los ingresos entre hombres y mujeres microempresarios es un requisito
necesario para la elaboración de políticas que resulten eficaces.

A la fecha, los programas de promoción de la microempresa se han enfocado en


brindar herramientas técnicas y de gestión para el manejo del negocio y en el acceso
al crédito. No han contado, empero, con estrategias de enfoque de género. Esta
investigación busca demostrar que existen roles de género tradicionales en este
sector, los cuales deben ser considerados dentro de la planificación de las políticas.
Por ejemplo, si se encuentra que existe una relación entre los deberes familiares de
las mujeres y un menor éxito en sus negocios, se debería pensar en otorgarles
facilidades a para que puedan desempeñarse en dichos negocios con mayor
flexibilidad.

Así también, se ha afirmado que la segregación por actividad económica es uno de los
fenómenos que más incide en la desigualdad de las mujeres (Valenzuela 2001). De
ser cierto, los programas de desarrollo de la microempresa podrían resultar
perjudiciales si fomentan la participación de las mujeres en negocios poco
capitalizados y a pequeña escala, pues tendrían el efecto de mantener la
vulnerabilidad económica femenina.

Por otro lado, si el capital social de las mujeres microempresarias e independientes es


distinto al de los varones, de modo tal que las ubique en condiciones desventajosas,
los programas deberían concentrarse en desarrollar redes sociales más amplias y
variadas, que puedan traducirse en mayores beneficios para sus negocios.

3. Marco analítico

Las brechas de género en los ingresos de los microempresarios han sido ampliamente
documentadas en los últimos años, mostrando desventajas de los emprendimientos
femeninos (véase por ejemplo, Anderson y Wadensjö 2008; Bird y Sapp 2004;
Hundley 2000; Loscocco y Leicht 1993). Aunque pueda pensarse que el análisis de
brechas en el sector laboral independiente o la microempresa es básicamente una
extensión del análisis de brechas en el sector laboral en general, hay que tener en
cuenta que diferencias sustanciales entre el empleo remunerado y el independiente
dan espacio a investigaciones más específicas. Al respecto, Hundley (2000: 3)
propone que el trabajador remunerado está restringido por ciertos límites inferiores y
superiores. Entre los límites inferiores señala los niveles mínimos de productividad
exigidos, el mínimo número de horas de trabajo o el salario mínimo legal; mientras que
los límites superiores estarían definidos por la capacidad de la empresa para

4
recompensar a sus empleados. Como resultado de ello, las personas que opten por el
empleo independiente tenderán a ser aquellas con capacidades relativamente
mayores o menores para el trabajo de mercado, lo cual haría de este sector uno muy
heterogéneo.

De otro lado, cuando se habla de brecha es inevitable pensar en discriminación.


Dentro del mercado laboral, ésta se manifiesta cuando, dado un trabajo
aparentemente igual, las mujeres reciben una retribución menor a los hombres. Ahora
bien, para el caso de microempresarios y trabajadores independientes, el término
adquiere una nueva dimensión. En este caso, no existe un empleador cuyas
preconcepciones le hagan favorecer a los hombres en términos de contratación,
remuneración o promoción. En cambio, se trata de discriminación por parte del
consumidor. Por ejemplo, se puede preferir contratar los servicios de un gasfitero
hombre porque se cree que es más hábil que una mujer en este tipo de trabajos
manuales. Este tipo de discriminación sería más persistente que la del sector
asalariado, pues esta última es de alguna forma regulada por la legislación laboral. La
discriminación del consumidor es más sutil y por tanto, más socialmente aceptada.

No obstante, la discriminación puede también ser previa al mercado laboral. Se


conoce como discriminación social a las diversas influencias del entorno que
ocasionan que las mujeres tomen decisiones que posteriormente perjudiquen su
estatus en el mercado laboral (Blau y Ferber 1992:140). Como ejemplo, una mujer
puede decidir tomar cursos de costura en lugar de algo más especializado (y en
promedio más rentable) como mecánica, dadas sus percepciones de las competencias
que son apropiadas a cada género. ¿Qué tanto de esta decisión es producto de
discriminación social y qué tanto de elecciones voluntarias? Aunque la economía
tiende a pensar en las decisiones como resultado de incentivos económicos y
preferencias individuales, un enfoque más sociológico diría que al menos en parte,
estas decisiones son determinadas por las estructuras sociales existentes.

Los roles de género de los que aquí se habla existen tanto al interior de la familia
como fuera de ella, en las relaciones con la comunidad. En el ámbito familiar, se
concibe que sea la mujer la encargada de la crianza de los hijos y de las labores
domésticas; mientras que el hombre es quien debe realizar el trabajo remunerado para
proveer de sustento a su familia (Loscocco 1999:4). El ámbito comunitario es
básicamente una proyección de los roles maternales. A pesar de la creciente
participación de la mujer en el mercado laboral, aún se asume que hay ciertas
ocupaciones “naturalmente” femeninas, que guardan cierta relación con habilidades
propias del cuidado del hogar. Así también, si se relega el desenvolvimiento de las

5
mujeres al reducido ámbito familiar, las redes sociales que éstas puedan construir
tenderán a ser de menor tamaño y estarán compuestas en su mayoría por personas
cercanas al entorno familiar.

3.1 Efectos de los roles de género familiares tradicionales en el desempeño de


los microempresarios

Una de las razones para que las mujeres entren al sector de trabajo independiente es
la flexibilidad en el horario, que les permite atender las tareas del hogar (Boden, 1999).
La contrapartida de esto es que dedican menos tiempo a sus negocios, lo cual tiende a
repercutir negativamente en sus ingresos. Sin embargo, Becker (1985) desestima la
importancia de las horas trabajadas para explicar las diferentes remuneraciones entre
hombres y mujeres, ya que argumenta que incluso trabajando el mismo número de
horas que los hombres, los ingresos de las mujeres son inferiores. Los motivos son
que las mujeres casadas gastan menos energía en cada hora de trabajo en su negocio
que los hombres casados ya que deben destinar una parte de su energía al trabajo en
casa. En cambio, las actividades de los hombres en el hogar se reducirían únicamente
al ocio. Como resultado, las mujeres casadas tienen menos ganancias por hora que
los hombres casados con el mismo nivel de capital humano y economizan en energía
gastada en el trabajo de mercado al buscar trabajos menos demandantes. Asimismo,
sus menores expectativas de ingresos reducen sus inversiones en capital humano. A
partir de un modelo en el cual los ingresos dependen del tiempo y el esfuerzo
dedicados a la actividad, y donde se supone que la producción es eficiente, Becker
encuentra que el ratio de energía por hora entre dos actividades depende únicamente
de la intensidad del esfuerzo que éstas requieren, y no de otras variables como la
utilidad.

Garavito (1992) da un aporte al respecto al establecer diferencias entre las mujeres


que son jefas del hogar y quienes viven con su cónyuge. Encuentra que el número de
horas trabajadas depende positivamente de su salario, y negativamente de su ingreso
no laboral familiar y del ingreso laboral del cónyuge. Asimismo, la elasticidad horas de
trabajo/ingresos laborales para las mujeres que trabajan como dependientes es mayor
que para las mujeres que lo hacen en forman independiente, reforzando lo propuesto
por Boden (1999).

En la misma línea, Loscocco y Leicht (1993) encuentran evidencia de que las actitudes
de los hombres hacia el trabajo están afectadas, más que para las mujeres, por la
necesidad de ser un buen proveedor. En el caso de las madres solteras, la motivación

6
también sería la responsabilidad económica de “ganarse el pan”. Los efectos de las
responsabilidades familiares en los ingresos y ganancias de los trabajadores
independientes deberían ser similares para hombres y madres solteras; e inferiores
para madres casadas. Este enfoque incorpora el papel de las motivaciones y
presiones familiares como determinantes del esfuerzo del trabajador independiente,
contradiciendo lo planteado por Becker.

3.2 Efectos de los roles de género comunitarios tradicionales en el desempeño


de los microempresarios

Segregación por actividad económica

Una consecuencia de los roles de género que ha sido ampliamente estudiada por la
literatura económica es la segregación ocupacional. En nuestro caso, al tratarse de
autoempleados, es más propio hablar de segregación por actividad económica. Las
mujeres suelen ubicarse en sectores menos lucrativos, usualmente más copados y
más competitivos, lo cual influye en gran medida en su menor éxito económico. Ehlers
(1998) denomina “pink collars” a este tipo de actividad independiente, caracterizado
por trabajos en casa, a medio tiempo y con bajos ingresos. Esto puede responder a su
rol maternal, por el cual buscan compatibilizar las tareas del hogar con las del negocio,
según sostiene Becker. También puede deberse a que los negocios “pink collars”
tienen menores barreras a la entrada, al no requerir gran capital o antecedentes
empresariales. Planteamos que otras de las razones de este fenómeno es la
concepción de que las mujeres deben dedicarse a actividades alrededor del tipo de
trabajo o pasatiempo con el cual ya están familiarizadas (manualidades, cocina, venta
de maquillaje); pero que suele ser poco productivo. Como encuentra Ehlers, dicha
concepción a menudo es reforzada por los programas de promoción de la
microempresa.

Distinta naturaleza y extensión del capital social

La perspectiva de capital social que analizaremos será la individual, es decir, las


características sociales de una persona que le generan rendimientos. Son varios los
canales por los que el capital social influye en el desempeño de las empresas. Moog y
Backes-Gellner (2006: 6) señalan que el capital social mejora el proceso de
identificación de oportunidades de negocio y reconocimiento de capacidades
empresariales; da acceso a un conjunto de recursos; facilita acciones oportunas y es
una fuente de estatus y contactos. Así, reduce el tiempo y el dinero gastados en

7
recolectar información, donde tiempo y dinero están entre los factores más cruciales
del éxito de empresas emergentes. En este sentido, resulta lógico pensar que mientras
mayor sea la inversión en capital social, mayor será la productividad que obtendrá una
microempresa o trabajador independiente.

Sin embargo, para hablar de las bondades del capital social es necesario ser
específicos respecto al uso que se le va a dar: distintas redes sociales funcionan mejor
en determinados contextos (Sobel 2002: 151). Existe evidencia de que el “tamaño” y la
naturaleza del capital social difieren entre mujeres y hombres (Moog y Backes-Gellner
2006:2). Burt (1998) alude a diferencias naturales en las características de los
hombres y las mujeres, en donde las últimas prefieren desenvolverse en pequeños
grupos de amigos comunes. De este modo, se restringe su acceso a la información de
forma oportuna. El autor distinguió dos fuentes de redundancia en la información que
fluye en una red femenina: la cohesión de los contactos y la equivalencia en la
estructura de la red. Autores como Renzulli, Aldrich y Moody (2000) coinciden con el
argumento de Burt (1998), al encontrar que la composición de las redes sociales
femeninas representa un obstáculo clave al momento de iniciar una empresa
independiente. Las redes empresariales femeninas suelen estar en gran proporción
compuestas por parientes, por lo que la información compartida termina siendo
homogénea. Usando una muestra de emprendedores en los primeros pasos de la
formación de su negocio, encontraron que los actores que se mueven en redes con
información de diversas fuentes (alta heterogeneidad y bajo porcentaje de parientes)
presentan una mayor probabilidad de iniciar un nuevo negocio. De ahí que las mujeres
se verían más limitadas para tomar iniciativas empresariales. En cambio, las redes
densas y unidas por fuertes vínculos traen mejores resultados en acciones colectivas
(Sobel 2002: 151). Para el caso de los hombres, Bird (2004: 4) encuentra que el mayor
estatus social colectivo y prácticas comunes de género fomenta el desarrollo de capital
humano y redes sociales que conducen al éxito empresarial. Por ejemplo, señala, la
participación cívica puede conectar a los empresarios con gente influyente del entorno.

Existe una clasificación frecuente de capital social, que lo divide en capital social de
cohesión (bonding) y de enlace (bridging)4. El primero se refiere a redes homogéneas
con vínculos muy fuertes. El segundo se refiere a la conexión de redes heterogéneas.
Silvey y Elmhisrt (2003: 10) encuentran que las mujeres participan más en redes de
supervivencia, y que su participación en redes de superación se da de manera
indirecta, a través de su relación con hombres.

4
Se atribuye esta clasificación a Glitell y Vidal. Puede verse un mayor desarrollo del tema en Woolcock y Narayan
(2000).

8
La inversión en capital social puede entenderse como una decisión racional semejante
a la decisión de invertir en capital físico o humano. En un modelo de inversión óptima
en capital social, Glaeser (2002) encuentra que la inversión en capital social será
mayor mientras mayores sean los rendimientos que tienen las habilidades sociales en
el desempeño de una actividad. Si mujeres y hombres tienen diferentes expectativas
de los rendimientos de su stock de capital social, entonces su nivel de inversión será
también diferente. Por otro lado, Moog y Backes-Gellner (2006: 8) señalan que las
diferencias en los niveles de inversión en capital social pueden también responder a
distintas funciones de costos de tal inversión entre mujeres y hombres. Las mujeres, al
dedicar la mayor parte de su tiempo al cuidado de la familia dentro de casa, tendrían
dificultades para interactuar en redes sociales más extensas.

4. Estadística descriptiva

Esta investigación utiliza la Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO) para los años
2007 y 2008. Se emplearon únicamente estos dos años debido a que para años
anteriores la forma de recolección de datos es esencialmente distinta y no se puede
llegar a conclusiones consistentes. En específico, se usan los siguientes módulos:
Características de los miembros del hogar, Educación, Empleo e Ingresos, Ingresos
del Trabajador Independiente y Participación Ciudadana.
En el Cuadro Nº 1 se observan los promedios de las principales características de los
microempresarios para los 2 años de estudio. Con respecto a la edad, se observa que
no existe mayor diferencia según sexo, aunque las mujeres sean ligeramente mayores
que los hombres. Un importante grupo de trabajadores independientes (39%) tiene
más de 45 años.
Con respecto a la educación, los hombres presentaron durante estos dos años más
años de educación en comparación a las mujeres. Si bien las mujeres sin educación
superan ampliamente a los hombres, hay que notar que casi el 90 % de ellas tiene
más de 45 años. Mientras tanto, casi 75% de mujeres con educación superior es
menor a 45 años, todo lo cual da idea de una mejora en su acceso educativo..
El principal motivo reportado para convertirse en microempresario en ambos sexos es
la necesidad económica, lo cual va en línea con la visión del trabajo independiente
como una opción inferior. Sin embargo, tanto la búsqueda de mayores ingresos, como
el deseo de convertirse en independientes son razones importantes para convertirse
en emprendedores en ambos sexos.

9
En cuanto al nivel de experiencia, los microempresarios hombres tienen más tiempo
en sus negocios que las mujeres: aproximadamente el 24% de los negocios
masculinos tiene más de 10 años de antigüedad; mientras que para las mujeres este
porcentaje es de 8% solamente. Esto podría reflejar un estancamiento en el desarrollo
de los emprendimientos femeninos, que no logran sostenerse con el paso de los años.
Una de las razones fundamentales para que esto ocurra es que las mujeres muchas
veces se ven en la necesidad de interrumpir su ciclo laboral, para poder atender las
tareas del hogar.

Cuadro Nº 1 – Características de los Microempresarios por Sexo

Promedio (2007-2008)
Hombre Mujer
Edad
14 - 24 años 13.2% 9.6%
25 - 34 años 22.4% 21.8%
35 - 44 años 25.3% 29.2%
45 años a mas 39.0% 39.4%
Educación
Sin nivel 1.1% 5.8%
Básica 56.2% 56.8%
Superior 42.7% 37.4%
Motivos
Por necesidad económica 30.7% 45.7%
Obtiene Mayores ingresos 23.5% 28.8%
Quisiera ser independiente 18.4% 11.4%
No encontró trabajo asalariado 17.2% 7.2%
Otros 10.1% 6.9%
Experiencia
Hasta 1 año 29.0% 37.1%
Entre 2 y 10 años 46.6% 54.8%
Entre 11 y 30 años 21.7% 7.2%
Más de 30 años 2.7% 0.8%
Fuente: Enaho
Elaboración propia

El Cuadro Nº 2 muestra el tipo de actividad desarrollada por hombres y mujeres


independientes. Las microempresarias se encuentran concentradas en el sector
comercio; mientras que los microempresarios, en el sector servicios. Asimismo, en el
sector producción/extracción, los hombres participan más que las mujeres.

10
Cuadro Nº 2 – Tipo de actividad desarrollada promedio por los trabajadores
independientes según sexo (2007-2008)

Hombres Mujeres
Sólo producción / extracción 33.0% 11.8%
Sólo comercio 15.9% 47.8%
Sólo servicios 48.9% 34.2%
Producción y comercio 0.4% 1.3%
Producción y servicios 0.4% 0.4%
Comercio y servicios 1.4% 4.5%
Fuente: ENAHO
Elaboración propia

Aunque el cuadro anterior podría sugerir la existencia de segregación ocupacional, el


Gráfico Nº 1 permite evaluar esto con mayor detalle, ya que muestra grandes
diferencias entre las actividades desarrolladas entre hombres y mujeres. Los hombres
se encuentran concentrados en los sectores de transporte, almacenamiento y
comunicaciones, comercio minorista y otros servicios. Las mujeres están en
actividades relacionadas al comercio minorista, hoteles y restaurantes y otros
servicios.

Gráfico Nº 1: Distribución Promedio de la Actividad Económica según Sexo del


Microempresario (2007 y 2008)

16.8%
Servicios: otros 14.1%
19.4%
Hoteles y restaurantes 2.7%
2.0%
Servicios inmobiliarios, de alquiler y 5.9%
1.3%
Transporte, almacenamiento y comercio 28.2%

Construcción 7.9%
47.4%
Comercio minorista 19.4%
0.8% Mujer
Comercio mayorista 1.4%
Hombre
Comercio: vehículos y combustible 3.7%
1.7%
Manufactura: otros
4.5%
Manufactura: madera y muebles 3.4%
5.9%
Manuf actura: textiles y prendas de vest
1.9%
3.1%
Manuf actura: alimentos y bebidas 1.6%
1.1%
Extractiva
5.3%

Fuente: Enaho
Elaboración propia

11
El Cuadro Nº 3 muestra la evolución de las características de la microempresa de
acuerdo al sexo del propietario. Una de las características más resaltantes del sector
es la informalidad, ya que un gran número de microempresarios se mantienen al
margen de la ley para evitar los costos adicionales que ser formal implica. En el 2008,
el 17.0% de los emprendimientos masculinos se encontraban registrados versus 9.3%
de los femeninos.
Por otro lado, para ambos años, la mayoría de las mujeres se desempeñaba en un
espacio de su vivienda. Para el 2008, el 53.4% de las mujeres localizó su negocio en
su casa versus 22.1% de los hombres. Por su parte, el 33.9% de los hombres
desarrolla su actividad en un local fijo. Asimismo, existe un mayor porcentaje de
mujeres ambulantes que hombres.
Otra manera de analizar la formalidad, es a través del número de negocios que tienen
algún método de contabilidad para llevar cuentas formales o no. Las mujeres
presentan un mayor manejo contable. En el 2008, se ha presentado un incremento en
el manejo contable para ambos sexos. El 37.0% de las mujeres lleva cuentas bajo
algún método formal (ya sea por medio de libros o sistema de contabilidad o por medio
de apuntes o registros personales) versus 30.9% de los hombres.

Cuadro N° 3: Características de la Microempresa según el Sexo Propietario


(2007-2008)
2007 2008
Hombre Mujer Hombre Mujer
Registro
Registrado (persona natural) 16.1% 9.9% 17.0% 9.3%
Tipo de localización
Ambulante 13.7% 25.5% 13.0% 28.7%
Fijo 30.7% 23.4% 33.9% 29.6%
Vivienda 22.4% 44.8% 22.1% 53.4%
Otro 32.6% 8.5% 38.7% 10.6%
Cuenta
Lleva cuentas 26.7% 34.0% 30.9% 37.0%
Fuente: Enaho
Elaboración propia

Es relevante señalar que la mayoría de los emprendimientos son negocios


unipersonales. El Gráfico Nº 2 muestra que son las mujeres, quienes poseen un mayor
número de este tipo de negocios para el período de análisis. En el 2008, el 73.1% de
los emprendimientos femeninos eran unipersonales versus 62.9% de los masculinos.

12
Gráfico Nº 2: Porcentaje de los Negocios Unipersonales según el Sexo del
Propietario (2007-2008)

80.0%
70.0%
60.0%
50.0% 77.9%
69.1% 62.9% 73.1% Hombre
40.0%
Mujer
30.0%
20.0%
10.0%
0.0%
2007 2008

Fuente: Enaho
Elaboración propia

Finalmente, para estimar la variable de capital social se empleó el módulo de


Participación Ciudadana, en donde las organizaciones y/o asociaciones civiles a las
cuales pertenece el microempresario se emplean como aproximaciones. Tales
asociaciones fueron divididas en dos tipos: redes de enlace y redes de cohesión,
sobre la base de información disponible respecto a su composición y dinámica interna.
En los Gráficos Nº 3 y Nº 4 se observa la distribución promedio por sexo en ambas
redes para los dos años de estudio:

Gráfico 3: Participación Promedio en Redes de Enlace (2007-2008)

1.4%

Agrupación o partido político 1.7%

1.4%
Clubes culturales 1.1%

2.8%
Asociación prof esional 3.0%
Mujer
Asociación de trabajadores o 6.6%
5.8% Hombre
sindicato

0.1%
Otros 0.1%

Asociación de padres de f amilia 1.0%


(APAFA) 0.8%

Fuente: Enaho
Elaboración propia

Dentro de las redes de enlace, la red más popular es la de asociación de trabajadores


o sindicatos para ambos sexos, siendo las mujeres quiénes presentan una mayor
participación (6.6% vs. 5.8%). Mientras que los hombres participan más en

13
asociaciones profesionales y agrupaciones o partidos políticos, en comparación a las
mujeres.

Gráfico 4: Participación Promedio en Redes de Cohesión (2007-2008)

3.8%
Clubes y asociaciones
deportivas 4.0%

10.4%
Asociación vecinal 9.8%

0.5% Mujer
Club de madres 0.3% Hombre

11.4%
Vaso de leche 8.9%

1.6%
Comedor popular 1.6%

Fuente: Enaho
Elaboración propia

Con respecto a las redes de cohesión, las mujeres presentan una mayor participación
en comparación a los hombres. El vaso de leche es la asociación más popular, cuenta
con el 11.4% de las mujeres y el 8.9% de los hombres; seguido por asociaciones
vecinales. La red de cohesión que tiene relativamente un mayor número de
emprendedores masculinos, es la de clubes y asociaciones deportivas.

Análisis de la brecha

En el periodo de estudio (2007-2008), los trabajadores independientes hombres


ganaron en promedio 26% más que las mujeres. Si bien esta cifra no es desdeñable,
es necesario notar que la brecha presenta gran variabilidad si es analizada por cada
año o de acuerdo al tipo de actividad que se realice.

Aunque hay un crecimiento en los ingresos por hora en términos absolutos5 tanto para
mujeres como para hombres, la mayor brecha reportada para el 2008 responde a un
mayor incremento relativo en el ingreso de estos últimos respecto de las primeras.

5
Los ingresos han sido deflactados y desestacionalizados según se explica en el Anexo 2

14
Gráfico Nº 5 - Brecha bruta según año de estudio (2007 – 2008)

30,16%

19,83%

2007 2008

Fuente: Enaho 2007-2008 / Elaboración propia


Al analizar la brecha por tipo de actividad (Gráfico Nº 6), es notorio que ésta es
bastante más marcada para quienes se dedican a la producción y al comercio, en
relación a la brecha que presenta el sector servicios. Esto podría esconder
segregación por actividad económica, en el sentido que en el sector producción la
mayoría de mujeres se dedica a la producción de alimentos o textiles, cuyos ingresos
son bastante menores a los de actividades extractivas, por ejemplo, donde se
encuentra la mayor parte de hombres. Para el caso del sector comercio, una gran
proporción de mujeres se dedica al comercio minorista, actividad cuyos ingresos son
inferiores a los del comercio mayorista, donde es posible encontrar más hombres.
Mientras tanto, en el sector servicios, los ingresos de restaurantes, sector dominado
por mujeres, no difieren mucho de los ingresos en transportes, sector dominado por
hombres. De acuerdo con esto, el análisis de la descomposición de la brecha debe
distinguir entre tipos de actividades, si se busca reflejar de manera más exacta la
realidad.

Gráfico 6 – Brecha bruta por tipo de actividad

110,21%
105,58%

14,67%

Producción Comercio Servicios

Fuente: Enaho 2007-2008 / Elaboración propia

15
5. Metodología

La metodología propuesta para la estimación de los determinantes de la brecha de


ingresos es la desarrollada por Ñopo (2004), quien usa la técnica de matching, una
alternativa no paramétrica al método Blinder-Oaxaca (BO) (1979)6, que ha sido
tradicionalmente empleado para realizar comparaciones entre dos grupos diferentes.

Son varias las ventajas del matching sobre la metodología de Blinder Oaxaca. Para
empezar, el matching no requiere asumir una forma funcional para el modelo. La
relación entre las variables explicativas y los ingresos no tendría por qué ser lineal,
como asumen las regresiones mincerianas. Barsky (2002) encuentra que, debido a
errores de especificación, las técnicas paramétricas podrían llevar a inferencias
imprecisas. Por otro lado, a diferencia de BO, el matching sí toma en cuenta las
diferencias en los soportes7 entre hombres y mujeres. Más adelante veremos que
hacer tal distinción será de utilidad, ya que las distribuciones de características de
hombres y mujeres no coinciden por completo. En cambio, BO tiene que extender sus
estimadores lineales hacia fuera de los soportes para los cuales han sido calculados.
Ñopo (2004) muestra que ello tiende a sobreestimar el factor no explicado de la brecha
salarial. En tercer lugar, la posibilidad de observar la distribución de la brecha según
percentiles de ingreso (u otras características), y no ver únicamente la brecha media
como hace BO, resulta ser mucho más informativo para el investigador.

La clave de la técnica desarrollada por Ñopo8 está en descomponer las brechas


salariales (entre la parte atribuible a características y la parte atribuible a
recompensas) solamente para los segmentos de la población donde las características
entre hombres y mujeres son comparables. Para ello, se define al soporte común
como la intersección de los soportes de características de hombres y mujeres, y se
procede a dividir la muestra en cuatro grupos: hombres dentro del soporte común,
mujeres dentro del soporte común, hombres fuera del soporte común y mujeres fuera
del soporte común. A fin de ubicar a los individuos que van dentro del soporte común y
en base a un vector de características x, el algoritmo empleado: (i) selecciona todas
las mujeres que comparten los mismos valores en su vector de características x, (ii)
selecciona a todos los hombres cuyo vector de características x toma los mismos

6
Garavito (1994) y Felices (1996) han empleado esta metodología para investigar sobre brechas salariales en el
mercado laboral peruano. Encontraron que dicha brecha se encontraba alrededor de 40%.
7
Se define el soporte de una función como el conjunto de puntos de una distribución para los que la función toma un
valor distinto de cero.
8
El autor aplicó esta metodología para hallar la brecha de género salarial entre los años de 1986-2000 para Lima
Metropolitana. Encontró una diferencia de salarios no explicada de 28%. Asimismo, pudo comprobar que dicha brecha
se encuentra distribuida de una manera heterogénea según percentiles de ingreso, siendo más alta en los sectores de
menores ingresos.

16
valores que las mujeres en el paso anterior, (iii) asigna pesos a cada hombre
seleccionado de modo que su distribución de características x sea igual a la
distribución de las mujeres seleccionadas. Para los individuos no seleccionados, que
quedan fuera del soporte común, no es posible encontrar un individuo del sexo
opuesto que comparta el mismo conjunto de características.

Denotaremos g m ( x) = E (Y X = x, m) como los ingresos promedio de los hombres con

características x; y F m(x) como la función de distribución acumulada de características


x para los hombres. Si la probabilidad para un hombre de pertenecer al soporte común


S es igual a p S m = p ( X ∈ S m) = dF m ( x) , y además p S m = p ( X ∈ S m) = 1 − p S m ,
S

donde S es el complemento de S, entonces la esperanza de ingresos de los hombres


puede expresarse de la siguiente manera:

E (Y h) = E S (Y h) p S h + E S (Y h) p S h (1)

E (Y h) = pS h [ES (Y h) − E S (Y h)] + E S (Y h) (1a)

y recíprocamente de las mujeres:

E (Y f ) = p S f
[E S
]
(Y f ) − E S (Y f ) + E S (Y f ) (2)

La brecha de ingresos ∆ puede expresarse haciendo uso de (1a) y (2):

[
∆ ≡ E (Y m) − E (Y f ) = [ E S (Y m) − E S (Y f )] + p S m E S (Y m) − E S (Y m) ]
(3)
+ pS f
[E S
(Y f ) − E S (Y f ) ]
La primera expresión en corchetes de la identidad anterior se refiere al soporte común
y puede descomponerse tal y como plantea BO, al adicionar y sustraer el contrafactual

∫g ( x)dFSf ( x) (los ingresos de las mujeres si, dadas sus características, se les
m
S

pagara como a los hombres):

E S (Y m) − E S (Y f ) ≡ ∫ g m ( x)dFSm ( x) − ∫ g f ( x)dFSf ( x)
S S
(4)
[ ] [
E S (Y m) − E S (Y f ) = ∫ g m ( x) dFSm ( x) − dFSf ( x) + ∫ g m ( x) − g f ( x) dFSf ( x)
S S
]
Así, hemos obtenido los cuatro componentes de la brecha según Ñopo, que se
resumen de la siguiente manera:
∆ = ∆M + ∆ F + ∆ X + ∆o

17
∆M pS m [ES (Y m) − ES (Y m)]

Parte explicada por diferencias de ingresos entre los hombres fuera del soporte
común y los que están dentro de éste. Se interpreta como el incremento
esperado en los ingresos de las mujeres si éstas tuvieran acceso a ciertas
características de los hombres que son recompensadas en el mercado laboral
y que aún permanecen inalcanzables para ellas.

∆F pS f [ES (Y f ) − ES (Y f )]

Parte explicada por las diferencias entre mujeres dentro del soporte y las que
están fuera de él. Se interpreta como el incremento esperado en ingresos que
la mujer promedio tendría si todas ellas alcanzaran características comparables
a las de los hombres.

∆X ∫g
S
m
[
( x) dFSm ( x) − dFSf ( x) ]
Parte explicada por la diferente distribución de características entre hombres y
mujeres dentro del soporte común. Al asumir que las mujeres reciben las
mismas retribuciones por sus características que los hombres, la brecha se
debe a que tienen dotaciones distintas.

∫ [g ]
m
∆0 ( x) − g f ( x) dFSf ( x)
S

Parte de la brecha que no puede ser explicada por las características de los
individuos, ya que se asume que hombres y mujeres tienen la misma
distribución de éstas. Se atribuye a variables no observables y discriminación
en el mercado laboral, en nuestro caso, por parte de los consumidores.

Cabe mencionar que ésta última parte de la brecha no incluye la discriminación previa
al mercado laboral o discriminación social, de la que antes se ha hablado. La
discriminación social se encuentra repartida entre los otros tres componentes de la
brecha. Sin embargo, como tales brechas pueden ser también producto de las
preferencias individuales, no se interpretará a los distintos componentes en términos
de discriminación. En esencia, lo que se puede inferir con esta metodología es que la
brecha puede atribuirse a las distintas distribuciones de características que presentan
hombres y mujeres.

Si bien la metodología del emparejamiento permite determinar esta brecha con mayor
detalle, es importante reconocer que puede presentar ciertas limitaciones. Se han
identificado tres problemas fundamentales. El primero de ellos, se refiere a problemas

18
de sesgo de selección de la muestra, ya que es posible que las decisiones de
participación en el sector independiente puedan influir en los salarios. Para tratar este
problema sería necesario incluir los ingresos contrafactuales que hubieran obtenido las
mujeres que no participaron en el mercado laboral, cuestión ésta que supera los
alcances de la presente investigación.
El segundo problema se refiere a la presencia de endogeneidad. Ciertas
características de los microempresarios, como el nivel educativo o el stock de capital
social, pueden ser un resultado de la discriminación pre-mercado laboral. Por ejemplo,
un mayor stock de capital social influye en la generación de mayores ingresos (como
se ha argumentado líneas arriba); pero asimismo, ciertas asociaciones civiles se
encuentran más accesibles para las personas con mayor poder adquisitivo. Sin
embargo, este problema ya se encontraba presente en la descomposición de BO. A
pesar de que BO admite la posibilidad de usar variables instrumentales, encontrar los
instrumentos adecuados resulta un impedimento (Hansen 1999). En todo caso, si bien
no podemos argumentar que determinada variable causa la brecha de ingresos, la
metodología de matching muestra qué variables están asociadas a la existencia de
dicha brecha y qué proporción de la brecha no puede explicarse por tales variables.
Por otro lado, la parte no explicada de la brecha incluye diferencias en las
características no observables de capital (físico, humano o social). La consecuencia es
que, si se la interpreta como un estimado de la discriminación, como propone BO, se
estaría sobreestimando el verdadero efecto de la actual discriminación. Debido a estas
ambigüedades, no se pretende interpretar el ∆0 en términos de discriminación pura.
Finalmente, el tercer problema se refiere a la dimensionalidad. Dragana (2007) llama
al emparejamiento ‘data hungry method’, ya que, a medida que se incluyen variables
de control, el tamaño de las muestras emparejadas puede no ser suficiente para que
se realice un análisis estadístico significativo de la brecha de ingresos. No obstante, al
contar con una muestra relativamente grande y con un número razonable de variables
de control, nuestra investigación no adolece de problemas de inferencia.

19
6. Resultados

6.1 Desagregando la brecha: ¿qué tanto explican los roles de género?

En esta sección, descomponemos la brecha controlando por distintos grupos de


variables. Las variables de control que empleamos son de carácter demográfico,
relacionadas al funcionamiento del negocio, relacionadas a lo que hemos denominado
roles de género familiares y vinculadas a los roles de género comunitarios. Se irá
agregando cada una de ellas para mostrar su efecto marginal sobre los componentes
de la brecha. Al final de este ejercicio se podrá determinar cuánto de la brecha de
ingresos está asociado al conjunto de variables de control.

Las brechas se miden como porcentaje del ingreso medio de las mujeres para cada
sector. El Cuadro Nº 4 muestra la descomposición de la brecha para cada tipo de
actividad, controlando por lo que denominaremos el conjunto base de variables: la
edad como variable demográfica; la educación como la variable de oferta más
comúnmente usada en la explicación de los diferenciales de ingresos según sexo; y la
formalidad del negocio9.

Cuadro Nº 4 – Descomposición de la brecha controlando por variables base

Edad + Educación + Formalidad


∆0 115,9% 103,1% 101,1%
∆M -0,2% -2,0% 0,5%
Producción
∆F 0,0% 0,3% 0,7%
∆ = S/. 5,45
110,21% ∆X -5,5% 8,8% 7,9%
%M matched10 99,9% 98,0% 94,5%
%F matched 100,0% 97,2% 95,5%
∆0 117,3% 98,4% 55,6%
∆M 0,0% 6,6% 33,8%
Comercio
∆F 0,0% 0,9% 1,3%
∆ = S/,16,39
105,58% ∆X -11,8% -0,3% 15,0%
%M matched 100,0% 97,2% 91,5%
%F matched 100,0% 98,0% 95,3%
∆0 18,1% 1,6% -7,3%
∆M 0,0% 0,7% 11,1%
Servicios
∆F 0,0% 0,5% 0,1%
∆ = S/.1,37
14,67% ∆X -3,5% 11,9% 10,7%
%M matched 100,0% 96,2% 92,3%
%F matched 100,0% 97,7% 95,9%
Fuente: ENAHO (2007-2008)
Elaboración propia

9
La variable formalidad es una dummy que toma el valor de uno para aquellos negocios que se encuentran registrados
en la SUNAT.
10
%M matched y %F matched son las proporciones de hombres y mujeres, respectivamente, que permanecen en el
soporte común luego de seguir el algoritmo de matching.

20
Resulta curioso que la edad eleva la brecha no explicada por encima de la brecha
bruta para todos los tipos de actividad. Esto significa que, dada la distribución de edad
de las mujeres, más concentrada en las etapas de mayor productividad, si a éstas se
les pagara como a los hombres, sus ingresos superarían los de ellos (nótese el ∆X
negativo).

Al incorporar como control los años de educación, la brecha se reduce de manera


significativa. Esto es lógico si tenemos en cuenta que para los microempresarios y
trabajadores independientes persisten diferencias en los años de estudio según sexo,
que favorecen a los hombres. De ahí que el ∆X cobre importancia respecto a la
variable anterior.

Si analizamos la influencia de la formalidad de la empresa, notamos que permite


explicar de manera importante la brecha para el sector comercio; y en menor medida
para los sectores servicios y producción. Esto tiene sentido si tenemos en cuenta,
primero, que es en el sector comercio donde se ubica una mayor proporción de
microempresas formales, y segundo, que la influencia positiva de la formalización en
los ingresos encuentra soporte en la evidencia, incluso luego de instrumentalizar para
controlar por una posible causalidad reversa (Chacaltana 2008; Yamada 2009). Es
interesante además, que la reducción en la brecha no explicada en el sector comercio,
responde en gran parte a un incremento en ∆M, mostrando que habría una barrera de
acceso a la formalización para muchas mujeres. De otro lado, cabe mencionar que, a
partir de este punto, la brecha se torna negativa para el sector servicios. Esto indica
que si hombres y mujeres tuviesen la misma distribución de edad, educación y
formalización, los ingresos de las mujeres en dicho sector serían superiores a los de
los hombres.

Por otro lado, un determinante importante del éxito de un negocio, tanto desde un
punto de vista teórico como empírico (Yamada 2009), es la inversión en capital físico.
Datos disponibles para el periodo 2004-200611 nos muestran que, en efecto, al
incorporar esta variable, la brecha no explicada se reduce de manera importante en el
sector producción. La reducción es menor en el sector servicios y en el sector
comercio en realidad se incrementa. Ello va en línea con la noción de que en
actividades extractivas y de manufactura el capital juega un rol más importante en la
generación de ingresos. La desigual distribución de stock de capital entre hombres y
mujeres (∆X) explica en buena cuenta el diferencial de ingresos.

11
A partir del 2007, la ENAHO omite la pregunta sobre el activo fijo con que cuenta el negocio. En el
Anexo Nº3 se muestran los resultados incluyendo el stock de capital para los años 2004-2006.

21
A partir del set base de variables antes descrito (sin incluir stock de capital),
incorporaremos las variables cuya relación con roles de género familiares es más
directa. Los resultados pueden verse en el Cuadro Nº 5.

Cuadro Nº 5 – Descomposición de la brecha controlando por variables de roles


de género familiares

+ Nro. De + Otro
+ Antigüedad
Set base hijos ingreso + Local
∆0 101,1% 88,9% 108,62% 84,58% 85,52%
∆M 0,5% 7,1% 22,52% 28,98% 29,38%
Producción
∆F 0,7% 1,6% 2,37% -7,12% 3,25%
∆ = S/. 5,45
110,21% ∆X 7,9% 12,6% -23,29% 3,77% -7,93%
%M matched 94,5% 82,1% 65,91% 57,54% 40,69%
%F matched 95,5% 85,6% 71,68% 66,01% 34,03%
∆0 55,6% 77,2% 59,17% 43,23% 34,67%
∆M 33,8% 37,8% 43,55% 46,77% 39,07%
Comercio
∆F 1,3% 4,2% 8,41% 11,63% 19,16%
∆ = S/,16,39
105,58% ∆X 15,0% -13,7% -5,55% 3,96% 12,68%
%M matched 91,5% 79,0% 67,29% 59,55% 43,06%
%F matched 95,3% 85,5% 71,99% 66,27% 48,42%
∆0 -7,3% -7,1% 2,63% -1,07% -4,51%
∆M 11,1% 7,8% 9,63% 12,79% 13,14%
Servicios
∆F 0,1% 4,0% -6,88% -10,39% -3,69%
∆ = S/.1,37
14,67% ∆X 10,7% 10,0% 9,29% 13,34% 9,72%
%M matched 92,3% 84,2% 71,39% 65,33% 50,00%
%F matched 95,9% 85,7% 70,63% 64,64% 44,08%
Fuente: ENAHO (2007-2008)
Elaboración propia

Bajo el razonable supuesto de que la duración de los negocios de mujeres se ve


afectada por interrupciones a causa del embarazo y la crianza de los hijos, se ha
incluido la variable antigüedad dentro de este grupo. El efecto de la experiencia en el
manejo del negocio, medida por los años de antigüedad de éste, se muestra
importante para el sector producción. Para el sector comercio, en cambio, la parte no
explicada de la brecha da un importante salto hacia arriba, mientras permanece
relativamente invariable en el sector servicios. Parece evidente que los efectos de la
experiencia en la productividad son mayores en el sector producción, donde los
procesos productivos son más complejos y el uso de la tecnología es mayor. No
resulta una variable relevante, empero en los otros dos sectores.

Al controlar por la variable de número de hijos pequeños encontramos resultados


mixtos. Con respecto al control anterior, la brecha no explicada se eleva
considerablemente para los sectores producción y servicios; mientras que se reduce
en el sector comercio. El incremento de la brecha puede interpretarse según lo

22
planteado por nuestra hipótesis: dados un hombre y una mujer que tienen el mismo
número de hijos (y son comparables también según el resto de variables control), las
conductas que siguen son opuestas. Para el hombre, esto implicaría mayor dedicación
al trabajo a fin de responder a las mayores necesidades económicas de su familia.
Para la mujer, esto significa mayores responsabilidades en el cuidado de los hijos, las
cuales requieren de su permanencia y dedicación en el hogar. Así, la diferencia en sus
roles profundiza la brecha.

La historia para el sector comercio es otra. Aquí ubicamos en gran medida a


comerciantes minoristas, por ejemplo, dueños de bodegas. Se trata de una actividad
que es bastante más compatible con el cuidado del hogar. En ese sentido, los hijos
pequeños, sin dejar de ser una fuerte responsabilidad para la madre, no afectan tanto
la dedicación al negocio.

La presencia de otro ingreso en el hogar reduce la brecha no explicada de manera


consistente. Aquí es notable la magnitud que alcanza el ∆M. Hay una proporción de
hombres con hijos que son el único sustento del hogar y que se ubican fuera del
soporte común. Al no contar con otro ingreso, su rol de proveedores se ve
magnificado. En cambio, es menos probable encontrar una mujer con hijos que sea la
única que aporte al ingreso familiar, porque los roles de género tradicionales conciben
su trabajo en el mercado laboral como accesorio al del esposo.

El local de funcionamiento del negocio12 permite explicar la brecha principalmente en


el sector comercio, al reducir el ∆0. En este caso, el que el negocio sea accesible y
localizable para los clientes, como ocurre cuando el local es fijo, resulta más relevante
para la generación de ingresos. No es lo mismo tener una tienda en casa, cuyos
clientes son básicamente vecinos y conocidos, que contar con una tienda en una zona
transitada. Esta situación parecería ser menos relevante en los sectores producción y
servicios, donde el componente ∆M es de magnitud considerable. Hay una gran
proporción de hombres en este sector cuyo lugar de trabajo es la calle, dedicados
principalmente a actividades como la construcción o el transporte, a las cuales las
mujeres no acceden, en parte debido a la prevalencia de roles de género tradicionales.

En conjunto, al controlar por las variables que guardan relación directa con los roles de
género familiares, la parte no explicada de la brecha se ha reducido en todos los
casos; pero de manera mucho más acentuada en el sector comercio. Sin embargo
continúa siendo alta en el sector producción. En este punto es pertinente señalar que
no es el objetivo de esta investigación que la brecha sea o se acerque a cero. Se trata

12
La variable local distingue entre tres categorías: ambulante, casa u otro local fijo.

23
más bien de determinar la existencia de una relación entre las variables control (que a
su vez guardan un estrecho nexo con los roles de género) y el diferencial de ingresos,
ya sea que lo amplíen o lo contraigan. Hecha la salvedad, lo que el análisis anterior
muestra es que si hombres y mujeres siguieran una misma distribución de
características, la brecha de ingresos sería significativamente menor.

El siguiente paso consiste en incorporar las variables relacionadas a roles de género


comunitarios. En este caso, las variables en análisis se refieren al tipo de relaciones
que los microempresarios mantienen al interior de sus negocios, con sus trabajadores,
y con sus redes sociales en el mundo externo. Es de esperarse que la dinámica de
estas relaciones sea distinta según tipo de actividad. Los resultados de este ejercicio
pueden verse en el Cuadro Nº 6.

Cuadro Nº 6 – Descomposición de la brecha controlando por variables de roles


de género comunitarios

Set base + +
+ Redes
roles Trabajadores
sociales
familiares familiares
∆0 85,52% 77,11% 70,19%
∆M 29,38% 27,87% 34,98%
Producción
∆F 3,25% -6,87% -2,28%
∆ = S/. 5,45
110,21% ∆X -7,93% 12,10% 7,33%
%M matched 40,69% 28,57% 25,11%
%F matched 34,03% 24,49% 21,27%
∆0 34,67% 7,29% -5,70%
∆M 39,07% 57,00% 53,61%
Comercio
∆F 19,16% 28,74% 35,88%
∆ = S/,16,39
105,58% ∆X 12,68% 12,55% 21,80%
%M matched 43,06% 35,64% 30,60%
%F matched 48,42% 37,77% 33,68%
∆0 -4,51% -16,62% -20,42%
∆M 13,14% 26,79% 24,20%
Servicios
∆F -3,69% 1,85% 7,75%
∆ = S/.1,37
14,67% ∆X 9,72% 2,64% 3,13%
%M matched 50,00% 41,71% 37,52%
%F matched 44,08% 34,72% 30,71%
Fuente: ENAHO (2007-2008)
Elaboración propia

La primera variable por la cual se controló es la de trabajadores familiares13. Como se


argumentó previamente, en la medida que las redes al interior de la empresa estén
restringidas al ámbito familiar, ello puede incidir negativamente en su desempeño. El

13
Se tata de una variable categórica que toma el valor de 1 para los negocios que no cuentan con mano
de obra; 2, para los que tienen mano de obra no remunerada (se asume que son familiares) y 3, para los
que tienen mano de obra remunerada.

24
cuadro muestra que el efecto de la variable sobre la parte no explicada de la brecha es
sólido para los tres sectores. Es decir, si hombres y mujeres tuvieran la misma
composición de su fuerza laboral, el diferencial sería menor.

El segundo control de roles comunitarios es la participación en asociaciones civiles de


enlace o de cohesión, proxy del nivel de capital social adquirido por el
microempresario. En los tres sectores, este control tiene el efecto de reducir el ∆0, al
punto de que la brecha en el sector comercio pasa a ser negativa. Si hombres y
mujeres participaran con el mismo dinamismo y en redes sociales similares (lo que
implica que más mujeres participen en redes de enlace o más hombres participen en
redes de cohesión), la brecha de ingresos caería para el caso de producción y sería
favorable a las mujeres para el caso de comercio y servicios.

En este punto cabe hacer un análisis de los componentes de la brecha. De los tres
componentes de la brecha que se pueden atribuir a diferencias en características de
los microempresarios (∆M, ∆F y ∆X), el que tiene mayor peso para los tres sectores es
el ∆M. De esto podemos sacar dos conclusiones importantes. Por un lado, denota la
existencia de barreras de acceso para las mujeres a ciertas características como ciclos
laborales menos interrumpidos o participación en ciertos clubes y asociaciones a los
que sí tienen acceso los hombres, sin dejar de lado que parte de este componente sea
más bien producto de elecciones individuales. Por otro lado, este resultado confirma la
ventaja de emplear una metodología que restrinja la descomposición al soporte
común, evitando sobreestimar el ∆0, como haría el método B-O.

El ∆F, que refleja la exclusión de mujeres del soporte común, es relevante tanto en
comercio como en servicios (al representar la tercera parte y la mitad de la brecha
bruta, respectivamente). Aquí ubicamos a comerciantes minoristas y dueñas de
pequeños restaurantes. Por su parte, los resultados obtenidos para el ∆X muestran
que si hombres y mujeres dentro de soporte común tuviesen la misma distribución de
características, la brecha se vería reducida, aunque no de manera importante.

Hasta el momento se han aplicado controles sucesivos y sin reemplazo. Sin embargo,
para analizar la segregación por actividad económica ello no es factible, debido al
problema de dimensionalidad: el soporte común se reduce al punto de que pone en
riesgo hacer inferencias sobre éste. En consecuencia, se controló sólo por el set base
de variables y se agregó la actividad económica14, como se muestra en el Cuadro Nº 6

14
La clasificación de las actividades se hizo en base al código CIIU (Clasificación Industrial Internacional
Uniforme de todas las actividades económicas, Rev.3) elaborado por la ONU.

25
Cuadro Nº 6 – Descomposición de la brecha controlando por actividad
económica

Actividad
Set base económica
∆0 101,1% 100,77%
∆M 0,5% -39,79%
Producción
∆F 0,7% 10,73%
∆ = S/.5,45
110,21% ∆X 7,9% 38,85%
%M matched 94,5% 15,12%
%F matched 95,5% 33,14%
∆0 55,6% 47,02%
∆M 33,8% 58,34%
Comercio
∆F 1,3% 1,51%
∆ = S/.16,39
105,58% ∆X 15,0% 0,78%
%M matched 91,5% 78,92%
%F matched 95,3% 76,46%
∆0 -7,3% -4,72%
∆M 11,1% 18,64%
Servicios
∆F 0,1% 25,40%
∆ = S/.1,37
14,67% ∆X 10,7% -24,69%
%M matched 92,3% 39,24%
%F matched 95,9% 48,99%
Fuente: ENAHO (2007-2008)
Elaboración propia

La inclusión de la actividad económica permite reducir la brecha para el sector


producción, y en mayor medida para el sector comercio; mientras la incrementa en el
sector servicios. En el sector producción resalta el hecho de que el ∆M sea negativo,
es decir, que el ingreso de los hombres fuera de la brecha sea inferior al de quienes
están dentro de la brecha. A diferencia de todas las situaciones anteriores, aquí son
los hombres quienes aparentemente no tendrían acceso a actividades del soporte
común que son mejor remuneradas por el mercado. En cambio, deben dedicarse a
actividades como la construcción con menores ingresos.

Para el sector comercio, el ∆M es relevante y de signo positivo. Aquí encontramos


ciertas barreras de acceso de las mujeres a la combinación de educación superior con
comercio mayorista o minorista, la cual tiende ser exitosa para los hombres. Mientras
tanto, en el sector servicios, el salto del ∆F evidencia la desventaja de pequeños
restaurantes dirigidos por mujeres que quedan fuera del soporte.

Con todo, lo que se desprende del cuadro anterior es que la segregación por actividad
económica no es una variable tan relevante para explicar la brecha como se supondría
a priori.

26
6.2 Más allá de promedios: la distribución de la brecha

El análisis anterior mostró la brecha de ingresos promedio, sin embargo, puede


resultar más enriquecedor mostrar también el comportamiento de la brecha de
acuerdo a algunas características relevantes. El objetivo de esta sección es dar cuenta
de la gran heterogeneidad que existe en el grupo de los autoempleados. Por ejemplo,
es interesante ver la distribución de la brecha no explicada (luego de controlar por el
conjunto de características relacionadas a los roles de género mostradas en el Cuadro
Nº 5) según percentiles de ingreso, como puede apreciarse en el Gráfico Nº 7:

Gráfico Nº 7 - Brecha de género no explicada (luego de controlar por roles de


género) según percentiles de ingreso (2007-2008)

120%
100%
80%
60%
40%
20%
0%
1
4
7
10
13
16
19
22
25
28
31
34
37
40
43
46
49
52
55
58
61
64
67
70
73
76
79
82
85
88
91
94
97
100
-20%
-40%
-60%
-80%
-100%
Fuente: ENAHO / Elaboración propia

Del gráfico vemos que la brecha tiende a seguir la forma de una U, siendo más alta en
los percentiles extremos y tomando su valor mínimo alrededor de la mediana de la
distribución. La brecha toma su punto más alto en el primer quintil de la distribución.
Esto se podría explicar argumentando que es en los niveles de ingreso más bajos
donde los roles de género tradicionales cobran mayor fuerza. En el último quintil, la
brecha se vuelve a elevar, lo que evidencia que hay importantes barreras para los
emprendimientos femeninos de superar un cierto nivel de ingreso (la hipótesis del
techo de cristal aplicada al sector independiente). La brecha negativa en los últimos
percentiles estaría sesgada por la presencia de ciertas microempresarias
“superestrellas”, cuyos ingresos son muy superiores al promedio.

En la misma línea, es ilustrativo hacer el análisis de la brecha de acuerdo a otras


variables. En los gráficos siguientes podemos ver cuánto es la brecha bruta en cada
categoría y cuanto es el ∆0 una vez que se ha controlado por el conjunto total de
variables. Mientras mayor sea el tamaño de las barras, más favorable sería la
situación para las mujeres en el escenario de que existiese igualdad en la distribución

27
de características. Nótese que cuando las brechas son rojas, en realidad, el ∆0
sobrepasa la brecha bruta.

Gráfico Nº 8 – Descomposición de la brecha según nivel educativo

60,4%
50,5%

19,8%
5,2%
19,3% 16,0%

Sin educación Primaria Secundaria Superior


-11,6%

-87,4%

Fuente: ENAHO / Elaboración propia

Para el caso del nivel educativo, la educación superior resulta el grupo con el mayor
delta explicado. Aquí, a diferencia de los demás niveles educativos, al controlar por el
número de hijos pequeños, se evidencia una importante reducción de la brecha. Esto
indica que para personas con educación superior, la repartición de las tareas de casa
sería más equitativa según sexo, quizá porque se considere que el costo de
oportunidad de las mujeres de dedicarse sólo al hogar es mayor.

Gráfico Nº 9 – Descomposición de la brecha según hijos y estado civil

33,46%

14,34%
16,17% 1,75%
Sin hijos Padres con pareja Padres solteros

-24,19%

-104,86%

Fuente: ENAHO / Elaboración propia

El gráfico anterior resulta sugestivo por dos motivos. Primero, la brecha bruta es
menor para padres solteros, lo que permite corroborar que para las madres solteras, al

28
no contar con el apoyo económico de un cónyuge, tienen mayores incentivos para
generar ingresos en sus negocios. Segundo, los controles que hemos aplicado
reducen la brecha mucho más en el caso de padres con pareja. Es de esperarse que
en este grupo, la persistencia de roles de género sea más marcada.

Gráfico Nº 10 – Descomposición de la brecha según mano de obra

95,9%

38,9%
41,9%
-10,6%

Unipersonales Familiares Remunerados


-5,1%

-78,1%

Fuente: ENAHO / Elaboración propia

Según la composición de la mano de obra, es curioso notar que nuestras variables


aumentan la brecha bruta en lugar de reducirla (delta no explicado es menor al
explicado) para los negocios con trabajadores remunerados. En parte se explica
porque dentro de este grupo las mujeres tienen una mejor localización de sus
negocios que los hombres, con lo cual, al equiparar las distribuciones, estarían en
desventaja. Asimismo, las dotaciones de capital social de las mujeres en esta
categoría sí son importantes en comparación a las de los hombres, con lo que al
comparar sus distribuciones, el ∆0 se eleva.

Gráfico Nº 11 – Descomposición de la brecha según actividad

111,1%

70,7%

1,4%

Principal Secundaria

-50,3%

Fuente: ENAHO / Elaboración propia

29
En términos absolutos, la parte explicada de la brecha es relativamente igual entre los
negocios que son ocupación principal y secundaria del microempresario. Es
interesante mencionar que la brecha es mayor cuando se trata de una ocupación
secundaria.

Gráfico Nº 12 – Descomposición de la brecha según actividad

181,7% 250,4%
187,6%
133,7%
109,0% 196,4%
49,0%
170,6%
-35,0%
101,2%
7,1% 74,6%

-46,5%

-169,9%
Manufactura Hoteles y Comercio
textiles y restaurantes minorista
prendas de Servicios
Comercio vestir Manufactura Manufactura inmobiliarios,
mayorista madera y alimentos y de alquiler y
muebles bebidas empresariales

Fuente: ENAHO / Elaboración propia

En relación a la actividad económica, la brecha es persistente para la manufactura de


madera y muebles, donde la exigencia de fuerza física puede ser un determinante. En
cambio para servicios empresariales, donde se ubica un gran número de profesionales
independientes (abogados, contadores, etc.) la brecha es negativa.

En el Anexo Nº 4 se muestran las brechas no explicadas y su desviación estándar. La


gran variabilidad que esta presenta es también un indicador de la heterogeneidad de la
que hemos hablado.

30
7. Conclusiones e Implicancias de Política

El presente trabajo buscó determinar la importancia que tienen los roles de género en
la persistencia de la brecha de ingresos entre los microempresarios y trabajadores
independientes urbanos, a partir de la Encuesta Nacional de Hogares para el 2007 y el
2008. A partir de los resultados encontrados es posible sostener que tanto los roles de
género familiares como los comunitarios contribuyen a explicar los mayores ingresos
de los trabajadores independientes hombres respecto a los de las mujeres. Para llegar
a esta conclusión fue necesario advertir la gran variabilidad que tiene la brecha según
tipo de actividad, siendo mayor en el sector producción y menor en el sector servicios,
en el cual se torna negativa.

La metodología empleada para estimar los determinantes de la brecha, desarrollada


por Ñopo (2004), ha sido la técnica no paramétrica de matching. Una de las ventajas
de haber usado esta metodología ha sido la posibilidad de distinguir a los individuos
que están dentro del soporte común, de los que están fuera. Esto hizo factible
constatar que hay barreras de acceso a algunas características que son relevantes a
la hora de explicar la brecha. Otra importante ventaja ha sido poder desagregar la
brecha por distintas características, lo cual nos ha permitido percatarnos de que el
sector del autoempleo es uno sumamente heterogéneo. Ello debe tenerse en cuenta al
momento de diseñar políticas y programas.

Dentro de las variables de roles familiares, el número de hijos permite confirmar la


hipótesis de que los hombres al tener una mayor presión familiar, salen en busca de
mayores ingresos en sus respectivos negocios, mientras que las mujeres emplean
más horas en el trabajo doméstico que implica el cuidado de la familia. Asimismo, la
localización del negocio es relevante para los sectores de comercio y servicios. Los
emprendimientos masculinos suelen establecerse en locales fijos y accesibles,
mientras que las mujeres prefieren desarrollar dentro de su propia vivienda con el fin
de combinar sus tareas laborales con las domésticas. Estos resultados reflejan, sin
duda, uno de los mayores problemas que los programas sociales no han sabido
resolver en los últimos años. Las guarderías juegan un rol fundamental para lograr el
desarrollo de la mujer en el ámbito laboral. Por lo tanto se debe continuar con los
esfuerzos por aumentar el programa nacional Wawawasi15.

15
Actualmente existen 6785 Wawawasis que atienden a más de 53 mil niños. Al atender a niños menores de 47
meses, este programa representa un alivio en la carga doméstica diaria de las madres, permitiéndoles dedicar más
tiempo a sus negocios.

31
En cuanto a los roles de género comunitarios, a pesar de que existen grandes
limitaciones de la ENAHO para medir el capital social de los trabajadores
independientes, encontramos que la naturaleza y extensión del capital social resulta
relevante para explicar la brecha en todos los sectores. Esto lleva a pensar que el
desarrollo de redes más amplias por parte de las microempresarias puede ser
favorable para sus emprendimientos. En este sentido, promover la asociación de
microempresarios puede resultar beneficioso para todos. Por ejemplo, pueden
generarse economías de escala y alianzas estratégicas si existe la posibilidad de
operar de manera coordinada. Así también, sería recomendable aprovechar las
asociaciones de mujeres ya existentes, como el Vaso de Leche, para desarrollar entre
sus miembros destrezas empresariales.

Contra lo que esperaríamos, la segregación por actividad económica no parece ser


una variable muy significativa para explicar la brecha de ingresos. No obstante, la gran
dispersión que ésta presenta sugiere que la atención de algunas actividades
económicas debiera ser prioritaria en la agenda política.

Al controlar por todas las variables, la mayor reducción se da en el sector comercio.


En cambio, en el sector producción, la brecha no explicada sigue siendo alta, lo que
podría deberse a la percepción estereotipada de los consumidores hacia las
habilidades de las mujeres; pero encontramos que también puede deberse a las
diferencias en stock de capital fijo. Por tanto, las políticas deben ir a orientadas a
reducir estas barreras, por ejemplo, con el otorgamiento de capitales “semilla”. En este
sentido, el rol del crédito, que los programas de promoción de la microempresa
promueven, debe ir acompañado de un asesoramiento adecuado para que el capital
sea usado de manera eficiente. El Programa de Apoyo a la Microempresa (PAME),
promovido por FONCODES, se concentra en apoyar en la obtención y en el manejo de
recursos financieros; pero deja de lado el enfoque del género. En cambio, el programa
“Crecer mi Negocio”, financiado por el Banco Interamericano de Desarrollo, tiene como
objetivo fortalecer el espíritu empresarial femenino mediante un mayor acceso a los
servicios financieros y capacitación empresarial. Mibanco es el encargado de lanzar
este nuevo producto ofreciendo préstamos a las microempresarias. La capacitación
consistirá en adiestramiento en temas gestión y financieros básicos, así como en
enseñanzas enfocadas en la planificación empresarial y el liderazgo.

Con todo, creemos que las políticas y programas generados no deben dirigirse
únicamente a aspectos puntuales (capacidades, crédito o gestión), sino más bien ser
integrales, ya que de lo contrario tienen pocas posibilidades de éxito.

32
Si bien es cierto que el objetivo de políticas públicas debiera ser una mayor igualdad
entre hombres y mujeres, es pertinente preguntarse cuál sería la brecha óptima hacia
la cual apuntar. ¿Debería ser cero? Esta investigación no pretende calificar como per
se negativa la persistencia de roles de género. El cuidado de los hijos por parte de la
madre, aún a costa de un menor ingreso en el mercado laboral, puede ser deseable
tanto para ella misma y para su familia como para la sociedad en su conjunto. Sin
embargo, es esencial notar que si bien las brechas pueden ser resultado de
elecciones; también lo son de barreras impuestas a las microempresarias. Como este
estudio advierte, la eliminación de tales barreras es una tarea aún pendiente.

33
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Documento de discusión DD/09/01.

37
Anexos

Anexo Nº 1
Clasificación de las asociaciones de la sociedad civil consignadas en la ENAHO

Redes de cohesión

• Clubes y Asociaciones deportivas


• Asociación vecinal
• Clubes de madres
• Vaso de Leche
• Comedor Popular

Redes de enlace

• Agrupaciones y/o Partidos Políticos


• Clubes culturales (danza, música, etc)
• Asociación de profesionales
• Asociación de trabajadores o sindicatos
• Asociación de padres de familia (APAFA)
• Mesa de concertación
• Comité Local Administrativo de Salud (CLAS)
• Núcleo ejecutor
• Comité de gestión municipal

Elaboración propia

38
Anexo N° 2: Construcción de variables

a) Factor de Estacionalidad
El posible problema con los ingresos reportados por los emprendedores es que
pueden presentar un patrón de estacionalidad, ya que hay ciertos meses del año en
que obtienen mayores ingresos, como es el caso del Día de la Madre (Mayo), Fiestas
Patrias (Julio) y Navidad (Diciembre), donde las ventas suelen incrementarse
considerablemente debido al fuerte incremento de la demanda. En consecuencia, es
probable que los emprendedores que fueron encuestados durante esos períodos del
año, reporten ingresos muy altos en vista de la estacionalidad marcada de dichos
meses, los cuales no reflejan el funcionamiento normal de la empresa. De esta
manera, si la estacionalidad no es corregida, el estudio estaría sobreestimando el
desempeño económico de los emprendedores. Por eso, se construyó un factor de
estacionalidad, para corregir este problema con los ingresos reportados.
El factor fue construido a partir de la preguntas E11 y E12, las cuales se encuentran
en el Módulo del Trabajador de la ENAHO. La pregunta E11 reporta el tipo de ingreso
(alto, entre bajo y alto y bajo) en los últimos 12 meses; mientras que la pregunta E12
reporta con respecto al ingreso más alto, cuanto representa este ingreso del mes más
bajo. En consecuencia, se pueden hallan distintas relaciones entre ambas preguntas,
que permitan saber que tan lejos o cerca se encuentran los ingresos mensual de su
respectiva media. De esta manera fue posible corregir las variabilidades de estos
ingresos con la finalidad de construir el factor de estacionalidad.

b) Deflactor de los Ingresos


Como se está trabajando con años distintos (2004-2008), es necesario comparar los
resultados que se obtengan cada año, por lo tanto se debe deflactar todos los ingresos
por medio de la línea de pobreza.
El deflactor se estimó como el ratio entre la línea de pobreza de Lima y la línea de
pobreza de los otros departamentos.
Seguidamente, cada uno de los ingresos del Módulo del Trabajador Independiente fue
dividido por el ratio previamente estimado. Como resultado, se obtuvo todos los
ingresos en unidades monetarias expresadas en soles constantes permitiendo, de esta
manera, la comparación al analizar tanto la evolución como las brechas de los
ingresos en los diferentes años de estudio.

39
c) Stock de Capital
Para formar la variable stock de capital se procedió a emplear la pregunta número diez
del Módulo del Trabajador Independiente, en la cual se le consulta al microempresario
sobre los equipos que utiliza actualmente en su negocio: terreno, máquina, mobiliario y
equipo de oficina, vehículo, herramientas, entre otros. Asimismo, cuenta con una serie
de sub preguntas, siendo la más relevante para el presente estudio en la cual le
preguntan al encuestado(a) sobre el precio de sus activos en la actualidad, ya que
sirve de instrumento para aproximar el monto al cual podrían vender sus activos
actualmente. Un supuesto importante es que el monto reportado por cada uno de los
encuestados(as) ya toma en cuenta la depreciación, es decir, la pérdida de valor de
cada activo debido a su uso. Por lo tanto, va a ser posible utilizar dicha información
reportada como variable stock de capital.
Sin embargo, al momento de estimar la serie para todos los años del presente estudio,
se presentaron ciertas dificultades. Primero, esta pregunta solo aparece para los años
2004, 2005 y 2006. El cuestionario 2007 y 2008 no cuentan con esta pregunta utilizada
como “proxy” del stock de capital. Por lo tanto, solo se pudo estimar para los tres
primeros años. Segundo, no todas los encuestados(as) presentaron respuestas
completas respecto a la información de sus activos, por lo tanto fue necesario realizar
cálculos adicionales.
Por un lado, la encuesta presenta emprendedores que si bien, reportaron sus activos
como existentes, no los valorizaron. En estos casos, se procedió a estimar cuál sería
su stock de capital con lo propósito de no perder información importante.
Por otro lado, también había observaciones que reportaban tener activos, pero no
contestaron nada acerca de valor ni fecha de adquisición de éstos. La solución fue
establecer una fecha promedio de toda la muestra para cada subgrupo de activos en
particular y calcularles el stock de capital respectivo.
El cálculo del stock de capital para las observaciones que lo requerían, se basó en un
método lineal, el cual toma en cuenta el valor de la depreciación establecida por ley
para cada uno de los subgrupos de los activos, como se puede apreciar en el siguiente
cuadro:

40
Valor de Depreciación establecida por Ley
Tasa de
Tipo de Equipo
Depreciación
Local 3%
Máquinas / Vehículos 20%
Mobiliario 25%
Herramientas 10%
Otros 10%

Estas tasas de depreciación se encuentran expresadas en términos anuales pero


como en el análisis las observaciones son mensuales, se calculó el stock de capital y
la depreciación de cada uno de los activos para cada mes durante el período
comprendido entre 2004 y 2006.

41
Anexo Nº 3: Descomposición de la brecha incluyendo como control el stock de
capital (2004-2006)

+ Variables
+ Stock de
Set base de roles de
capital
género
∆0 104,07% 66,16% 35,44%
∆M 5,19% 11,35% 70,06%
Producción ∆= ∆F -7,66% -5,52% 10,23%
S/.2,62 109,47% ∆X 37,48% 37,48% -6,25%
%M matched 94,59% 83,33% 15,81%
%F matched 95,59% 82,08% 14,53%
∆0 137,43% 141,21% 64,49%
∆M 5,26% 4,71% 57,51%
Comercio ∆= ∆F -0,64% 1,05% 64,45%
S/.6,64 151,26% ∆X 9,20% 4,29% -35,19%
%M matched 93,29% 80,27% 22,83%
%F matched 96,57% 83,86% 23,01%
∆0 26,80% 16,58% 27,53%
∆M 10,82% 33,15% 49,81%
Servicios ∆F -2,06% 0,41% -3,71%
∆ = S/.1,6 68,96% ∆X 33,39% 18,82% -4,67%
%M matched 94,42% 79,19% 20,12%
%F matched 97,01% 82,57% 20,87%
Fuente: ENAHO
Elaboración propia

42
Anexo N°4: Intervalos de Confianza para la Brecha No Explicada

Anexo 4a: Tipo de Actividad

100%

80%

60%

40%

20%

0%
Producción Comercio Servicios
-20%

-40%

Fuente: ENAHO / Elaboración propia

Anexo 4b: Grupos de Edad

100%

50%

0%
14 a 24 años 25 a 34 años 35 a 44 años 45 a 60 años 60 años a más
-50%

-100%

-150%

-200%

Fuente: ENAHO / Elaboración propia

43
Anexo 4c: Nivel Educativo
40%
20%
0%
-20% Sin educación Primaria Secundaria Superior
-40%
-60%
-80%
-100%
-120%

Fuente: ENAHO / Elaboración propia

Anexo 4d: Formalidad

80%

60%

40%

20%

0%
Formales Inf ormales
-20%

-40%

-60%

-80%

-100%

Fuente: ENAHO / Elaboración propia

44
Anexo 4e: Mano de Obra

80%

60%

40%

20%

0%
Independientes Familiares Remunerados
-20%

-40%

-60%

-80%

-100%

Fuente: ENAHO / Elaboración propia

Anexo 4f: Actividad Principal o Secundaria

100%

80%

60%

40%

20%

0%
Principal Secundaria
-20%

-40%

-60%

-80%

Fuente: ENAHO / Elaboración propia

45
Anexo 4g: Actividad Económica (1)

3.50

3.00

2.50

2.00

1.50

1.00

0.50

0.00
Transporte, Hoteles y Otros servicios Construcción
-0.50 almacenamiento y restaurantes
comunicaciones

-1.00

-1.50

Fuente: ENAHO / Elaboración propia

Anexo 4h: Actividad Económica (2)

160.00

140.00

120.00

100.00

80.00

60.00

40.00

20.00

0.00
Manuf actura: Manuf actura: Manuf actura: Manuf actura: Comercio
alimentos y textiles y madera y otros mayorista
bebidas prendas de muebles
vestir

Fuente: ENAHO / Elaboración propia

46
Anexo 4i: Actividad Económica (3)
15.00

10.00

5.00

0.00
Extractiva Servicios imobiliarios, de Comercio: vehículos y Comercio minorista
alquiler y empresariales combustible
-5.00

-10.00

-15.00

-20.00

-25.00

-30.00

-35.00

Fuente: ENAHO / Elaboración propia

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