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Investigación Económica 2
Resumen*
La desigualdad de género de los trabajadores independientes y microempresarios en Perú se
evidencia en el hecho de que los hombres tuvieron 26% más de ingresos que las mujeres entre
2007 y 2008. El presente trabajo indaga al interior de este sector en busca de características que
permitan explicar esta brecha. Empleando la metodología no paramétrica de matching, desarrollada por
Ñopo (2004), se descompone la brecha entre una parte que se atribuye a diferencias en los soportes, otra
atribuíble a diferencias en características observables y una parte no explicada. Mostramos que la
existencia de roles de género, tanto al interior de la familia como en la comunidad en que los
microempresarios se desenvuelven, dan cuenta de una parte importante de la brecha de ingresos.
Asimismo, la metodología permite adentrar en la naturaleza heterogénea del sector para descubrir que la
desigualdad es mayor en ambos extremos de la distribución de ingresos; para los sectores de comercio y
servicios; para los menos educados y para quienes el negocio es su ocupación secundaria.
Sin dejar de reconocer que parte de la brecha sea resultado de decisiones individuales,
argumentamos que la existencia de estos roles de género deja espacio para la implementación
de políticas orientadas a reducir las barreras que los emprendimientos femeninos pueden estar
enfrentando.
*
Agradecemos la valiosa asesoría de Gustavo Yamada, los acuciosos comentarios de Álvaro Monge y el esencial
apoyo metodológico de Hugo Ñopo.
Índice
Pág.
1. Introducción 3
4. Estadística descriptiva 10
5. Metodología 17
6. Resultados 21
6.1. Desagregando la brecha: ¿qué tanto explican los roles de
21
género?
6.2. Más allá de promedios: la distribución de la brecha 28
Bibliografía 35
Anexos 39
1. Introducción
Más allá de la relevancia económica del sector, hay que tener presente su gran
heterogeneidad. Existen considerables diferencias según tamaño, rama de actividad y,
especialmente, en términos de género. En un aporte reciente, Yamada (2009: 39)
encuentra que las mujeres microempresarias y trabajadoras independientes tienen
ingresos significativamente inferiores a los de sus contrapartes masculinas. Sin
embargo, esta desventaja no se da en cuanto a su participación, 53,2% del total de
microempresarios y trabajadores independientes son mujeres (Yamada, 2009).
Resulta innegable, entonces, la gran relevancia que debe tener este grupo en la
agenda nacional de desarrollo. En cambio, aún no es claro que está detrás de su
inferior desempeño económico, pues no se ha ahondado en la identificación y
medición de los determinantes de tales diferencias de ingresos.
En el presente trabajo se busca hacer una indagación más profunda, que analice las
estructuras sociales en las que están inmersos los microempresarios, las cuales
estarían imponiendo restricciones de carácter sexuado a sus comportamientos y,
eventualmente, a su desempeño laboral. Tales restricciones son los roles de género,
entendidos como las normas de comportamiento percibidas que se asocian de manera
particular con hombres o mujeres, dentro de un grupo o sistema social. Un principio
fundamental de este enfoque es que la concepción de la familia como la esfera
femenina y del trabajo como el dominio masculino conlleva a resultados laborales
2
Su análisis es para el periodo 1986-2000
2
desiguales (Loscocco 1999:3). En consecuencia, las mujeres se encontrarían en
desventaja en el mundo laboral. Esto se agrava si tenemos en cuenta que el
emprendedorismo ha sido tradicionalmente entendido como un término de género
masculino (Ahl 2008: 172). Aunque estos roles han perdido fuerza en los últimos
tiempos, estos de ninguna manera han desaparecido.
La hipótesis que planteamos es que los roles de género tradicionales a nivel familiar y
comunitario profundizan la brecha de ingresos entre hombres y mujeres trabajadores
independientes / microempresarios.
A pesar de ello, y como afirma Yamada (2009: 4), muchos de los programas de
promoción del crecimiento de las actividades independientes, ejecutados por el Estado
o instituciones de cooperación internacional, no han tenido resultados positivos
sostenibles, probablemente debido a que desconocen la naturaleza heterogénea de
este tipo de emprendimientos. Entender las variables subyacentes a la persistencia de
3
Se tomará en cuenta únicamente a los microempresarios y trabajadores independientes urbanos, debido a que la
gran mayoría de ellos (aprox. 80%) se encuentra concentrada en las grandes ciudades del país3.
3
una brecha en los ingresos entre hombres y mujeres microempresarios es un requisito
necesario para la elaboración de políticas que resulten eficaces.
Así también, se ha afirmado que la segregación por actividad económica es uno de los
fenómenos que más incide en la desigualdad de las mujeres (Valenzuela 2001). De
ser cierto, los programas de desarrollo de la microempresa podrían resultar
perjudiciales si fomentan la participación de las mujeres en negocios poco
capitalizados y a pequeña escala, pues tendrían el efecto de mantener la
vulnerabilidad económica femenina.
3. Marco analítico
Las brechas de género en los ingresos de los microempresarios han sido ampliamente
documentadas en los últimos años, mostrando desventajas de los emprendimientos
femeninos (véase por ejemplo, Anderson y Wadensjö 2008; Bird y Sapp 2004;
Hundley 2000; Loscocco y Leicht 1993). Aunque pueda pensarse que el análisis de
brechas en el sector laboral independiente o la microempresa es básicamente una
extensión del análisis de brechas en el sector laboral en general, hay que tener en
cuenta que diferencias sustanciales entre el empleo remunerado y el independiente
dan espacio a investigaciones más específicas. Al respecto, Hundley (2000: 3)
propone que el trabajador remunerado está restringido por ciertos límites inferiores y
superiores. Entre los límites inferiores señala los niveles mínimos de productividad
exigidos, el mínimo número de horas de trabajo o el salario mínimo legal; mientras que
los límites superiores estarían definidos por la capacidad de la empresa para
4
recompensar a sus empleados. Como resultado de ello, las personas que opten por el
empleo independiente tenderán a ser aquellas con capacidades relativamente
mayores o menores para el trabajo de mercado, lo cual haría de este sector uno muy
heterogéneo.
Los roles de género de los que aquí se habla existen tanto al interior de la familia
como fuera de ella, en las relaciones con la comunidad. En el ámbito familiar, se
concibe que sea la mujer la encargada de la crianza de los hijos y de las labores
domésticas; mientras que el hombre es quien debe realizar el trabajo remunerado para
proveer de sustento a su familia (Loscocco 1999:4). El ámbito comunitario es
básicamente una proyección de los roles maternales. A pesar de la creciente
participación de la mujer en el mercado laboral, aún se asume que hay ciertas
ocupaciones “naturalmente” femeninas, que guardan cierta relación con habilidades
propias del cuidado del hogar. Así también, si se relega el desenvolvimiento de las
5
mujeres al reducido ámbito familiar, las redes sociales que éstas puedan construir
tenderán a ser de menor tamaño y estarán compuestas en su mayoría por personas
cercanas al entorno familiar.
Una de las razones para que las mujeres entren al sector de trabajo independiente es
la flexibilidad en el horario, que les permite atender las tareas del hogar (Boden, 1999).
La contrapartida de esto es que dedican menos tiempo a sus negocios, lo cual tiende a
repercutir negativamente en sus ingresos. Sin embargo, Becker (1985) desestima la
importancia de las horas trabajadas para explicar las diferentes remuneraciones entre
hombres y mujeres, ya que argumenta que incluso trabajando el mismo número de
horas que los hombres, los ingresos de las mujeres son inferiores. Los motivos son
que las mujeres casadas gastan menos energía en cada hora de trabajo en su negocio
que los hombres casados ya que deben destinar una parte de su energía al trabajo en
casa. En cambio, las actividades de los hombres en el hogar se reducirían únicamente
al ocio. Como resultado, las mujeres casadas tienen menos ganancias por hora que
los hombres casados con el mismo nivel de capital humano y economizan en energía
gastada en el trabajo de mercado al buscar trabajos menos demandantes. Asimismo,
sus menores expectativas de ingresos reducen sus inversiones en capital humano. A
partir de un modelo en el cual los ingresos dependen del tiempo y el esfuerzo
dedicados a la actividad, y donde se supone que la producción es eficiente, Becker
encuentra que el ratio de energía por hora entre dos actividades depende únicamente
de la intensidad del esfuerzo que éstas requieren, y no de otras variables como la
utilidad.
En la misma línea, Loscocco y Leicht (1993) encuentran evidencia de que las actitudes
de los hombres hacia el trabajo están afectadas, más que para las mujeres, por la
necesidad de ser un buen proveedor. En el caso de las madres solteras, la motivación
6
también sería la responsabilidad económica de “ganarse el pan”. Los efectos de las
responsabilidades familiares en los ingresos y ganancias de los trabajadores
independientes deberían ser similares para hombres y madres solteras; e inferiores
para madres casadas. Este enfoque incorpora el papel de las motivaciones y
presiones familiares como determinantes del esfuerzo del trabajador independiente,
contradiciendo lo planteado por Becker.
Una consecuencia de los roles de género que ha sido ampliamente estudiada por la
literatura económica es la segregación ocupacional. En nuestro caso, al tratarse de
autoempleados, es más propio hablar de segregación por actividad económica. Las
mujeres suelen ubicarse en sectores menos lucrativos, usualmente más copados y
más competitivos, lo cual influye en gran medida en su menor éxito económico. Ehlers
(1998) denomina “pink collars” a este tipo de actividad independiente, caracterizado
por trabajos en casa, a medio tiempo y con bajos ingresos. Esto puede responder a su
rol maternal, por el cual buscan compatibilizar las tareas del hogar con las del negocio,
según sostiene Becker. También puede deberse a que los negocios “pink collars”
tienen menores barreras a la entrada, al no requerir gran capital o antecedentes
empresariales. Planteamos que otras de las razones de este fenómeno es la
concepción de que las mujeres deben dedicarse a actividades alrededor del tipo de
trabajo o pasatiempo con el cual ya están familiarizadas (manualidades, cocina, venta
de maquillaje); pero que suele ser poco productivo. Como encuentra Ehlers, dicha
concepción a menudo es reforzada por los programas de promoción de la
microempresa.
7
recolectar información, donde tiempo y dinero están entre los factores más cruciales
del éxito de empresas emergentes. En este sentido, resulta lógico pensar que mientras
mayor sea la inversión en capital social, mayor será la productividad que obtendrá una
microempresa o trabajador independiente.
Sin embargo, para hablar de las bondades del capital social es necesario ser
específicos respecto al uso que se le va a dar: distintas redes sociales funcionan mejor
en determinados contextos (Sobel 2002: 151). Existe evidencia de que el “tamaño” y la
naturaleza del capital social difieren entre mujeres y hombres (Moog y Backes-Gellner
2006:2). Burt (1998) alude a diferencias naturales en las características de los
hombres y las mujeres, en donde las últimas prefieren desenvolverse en pequeños
grupos de amigos comunes. De este modo, se restringe su acceso a la información de
forma oportuna. El autor distinguió dos fuentes de redundancia en la información que
fluye en una red femenina: la cohesión de los contactos y la equivalencia en la
estructura de la red. Autores como Renzulli, Aldrich y Moody (2000) coinciden con el
argumento de Burt (1998), al encontrar que la composición de las redes sociales
femeninas representa un obstáculo clave al momento de iniciar una empresa
independiente. Las redes empresariales femeninas suelen estar en gran proporción
compuestas por parientes, por lo que la información compartida termina siendo
homogénea. Usando una muestra de emprendedores en los primeros pasos de la
formación de su negocio, encontraron que los actores que se mueven en redes con
información de diversas fuentes (alta heterogeneidad y bajo porcentaje de parientes)
presentan una mayor probabilidad de iniciar un nuevo negocio. De ahí que las mujeres
se verían más limitadas para tomar iniciativas empresariales. En cambio, las redes
densas y unidas por fuertes vínculos traen mejores resultados en acciones colectivas
(Sobel 2002: 151). Para el caso de los hombres, Bird (2004: 4) encuentra que el mayor
estatus social colectivo y prácticas comunes de género fomenta el desarrollo de capital
humano y redes sociales que conducen al éxito empresarial. Por ejemplo, señala, la
participación cívica puede conectar a los empresarios con gente influyente del entorno.
Existe una clasificación frecuente de capital social, que lo divide en capital social de
cohesión (bonding) y de enlace (bridging)4. El primero se refiere a redes homogéneas
con vínculos muy fuertes. El segundo se refiere a la conexión de redes heterogéneas.
Silvey y Elmhisrt (2003: 10) encuentran que las mujeres participan más en redes de
supervivencia, y que su participación en redes de superación se da de manera
indirecta, a través de su relación con hombres.
4
Se atribuye esta clasificación a Glitell y Vidal. Puede verse un mayor desarrollo del tema en Woolcock y Narayan
(2000).
8
La inversión en capital social puede entenderse como una decisión racional semejante
a la decisión de invertir en capital físico o humano. En un modelo de inversión óptima
en capital social, Glaeser (2002) encuentra que la inversión en capital social será
mayor mientras mayores sean los rendimientos que tienen las habilidades sociales en
el desempeño de una actividad. Si mujeres y hombres tienen diferentes expectativas
de los rendimientos de su stock de capital social, entonces su nivel de inversión será
también diferente. Por otro lado, Moog y Backes-Gellner (2006: 8) señalan que las
diferencias en los niveles de inversión en capital social pueden también responder a
distintas funciones de costos de tal inversión entre mujeres y hombres. Las mujeres, al
dedicar la mayor parte de su tiempo al cuidado de la familia dentro de casa, tendrían
dificultades para interactuar en redes sociales más extensas.
4. Estadística descriptiva
Esta investigación utiliza la Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO) para los años
2007 y 2008. Se emplearon únicamente estos dos años debido a que para años
anteriores la forma de recolección de datos es esencialmente distinta y no se puede
llegar a conclusiones consistentes. En específico, se usan los siguientes módulos:
Características de los miembros del hogar, Educación, Empleo e Ingresos, Ingresos
del Trabajador Independiente y Participación Ciudadana.
En el Cuadro Nº 1 se observan los promedios de las principales características de los
microempresarios para los 2 años de estudio. Con respecto a la edad, se observa que
no existe mayor diferencia según sexo, aunque las mujeres sean ligeramente mayores
que los hombres. Un importante grupo de trabajadores independientes (39%) tiene
más de 45 años.
Con respecto a la educación, los hombres presentaron durante estos dos años más
años de educación en comparación a las mujeres. Si bien las mujeres sin educación
superan ampliamente a los hombres, hay que notar que casi el 90 % de ellas tiene
más de 45 años. Mientras tanto, casi 75% de mujeres con educación superior es
menor a 45 años, todo lo cual da idea de una mejora en su acceso educativo..
El principal motivo reportado para convertirse en microempresario en ambos sexos es
la necesidad económica, lo cual va en línea con la visión del trabajo independiente
como una opción inferior. Sin embargo, tanto la búsqueda de mayores ingresos, como
el deseo de convertirse en independientes son razones importantes para convertirse
en emprendedores en ambos sexos.
9
En cuanto al nivel de experiencia, los microempresarios hombres tienen más tiempo
en sus negocios que las mujeres: aproximadamente el 24% de los negocios
masculinos tiene más de 10 años de antigüedad; mientras que para las mujeres este
porcentaje es de 8% solamente. Esto podría reflejar un estancamiento en el desarrollo
de los emprendimientos femeninos, que no logran sostenerse con el paso de los años.
Una de las razones fundamentales para que esto ocurra es que las mujeres muchas
veces se ven en la necesidad de interrumpir su ciclo laboral, para poder atender las
tareas del hogar.
Promedio (2007-2008)
Hombre Mujer
Edad
14 - 24 años 13.2% 9.6%
25 - 34 años 22.4% 21.8%
35 - 44 años 25.3% 29.2%
45 años a mas 39.0% 39.4%
Educación
Sin nivel 1.1% 5.8%
Básica 56.2% 56.8%
Superior 42.7% 37.4%
Motivos
Por necesidad económica 30.7% 45.7%
Obtiene Mayores ingresos 23.5% 28.8%
Quisiera ser independiente 18.4% 11.4%
No encontró trabajo asalariado 17.2% 7.2%
Otros 10.1% 6.9%
Experiencia
Hasta 1 año 29.0% 37.1%
Entre 2 y 10 años 46.6% 54.8%
Entre 11 y 30 años 21.7% 7.2%
Más de 30 años 2.7% 0.8%
Fuente: Enaho
Elaboración propia
10
Cuadro Nº 2 – Tipo de actividad desarrollada promedio por los trabajadores
independientes según sexo (2007-2008)
Hombres Mujeres
Sólo producción / extracción 33.0% 11.8%
Sólo comercio 15.9% 47.8%
Sólo servicios 48.9% 34.2%
Producción y comercio 0.4% 1.3%
Producción y servicios 0.4% 0.4%
Comercio y servicios 1.4% 4.5%
Fuente: ENAHO
Elaboración propia
16.8%
Servicios: otros 14.1%
19.4%
Hoteles y restaurantes 2.7%
2.0%
Servicios inmobiliarios, de alquiler y 5.9%
1.3%
Transporte, almacenamiento y comercio 28.2%
Construcción 7.9%
47.4%
Comercio minorista 19.4%
0.8% Mujer
Comercio mayorista 1.4%
Hombre
Comercio: vehículos y combustible 3.7%
1.7%
Manufactura: otros
4.5%
Manufactura: madera y muebles 3.4%
5.9%
Manuf actura: textiles y prendas de vest
1.9%
3.1%
Manuf actura: alimentos y bebidas 1.6%
1.1%
Extractiva
5.3%
Fuente: Enaho
Elaboración propia
11
El Cuadro Nº 3 muestra la evolución de las características de la microempresa de
acuerdo al sexo del propietario. Una de las características más resaltantes del sector
es la informalidad, ya que un gran número de microempresarios se mantienen al
margen de la ley para evitar los costos adicionales que ser formal implica. En el 2008,
el 17.0% de los emprendimientos masculinos se encontraban registrados versus 9.3%
de los femeninos.
Por otro lado, para ambos años, la mayoría de las mujeres se desempeñaba en un
espacio de su vivienda. Para el 2008, el 53.4% de las mujeres localizó su negocio en
su casa versus 22.1% de los hombres. Por su parte, el 33.9% de los hombres
desarrolla su actividad en un local fijo. Asimismo, existe un mayor porcentaje de
mujeres ambulantes que hombres.
Otra manera de analizar la formalidad, es a través del número de negocios que tienen
algún método de contabilidad para llevar cuentas formales o no. Las mujeres
presentan un mayor manejo contable. En el 2008, se ha presentado un incremento en
el manejo contable para ambos sexos. El 37.0% de las mujeres lleva cuentas bajo
algún método formal (ya sea por medio de libros o sistema de contabilidad o por medio
de apuntes o registros personales) versus 30.9% de los hombres.
12
Gráfico Nº 2: Porcentaje de los Negocios Unipersonales según el Sexo del
Propietario (2007-2008)
80.0%
70.0%
60.0%
50.0% 77.9%
69.1% 62.9% 73.1% Hombre
40.0%
Mujer
30.0%
20.0%
10.0%
0.0%
2007 2008
Fuente: Enaho
Elaboración propia
1.4%
1.4%
Clubes culturales 1.1%
2.8%
Asociación prof esional 3.0%
Mujer
Asociación de trabajadores o 6.6%
5.8% Hombre
sindicato
0.1%
Otros 0.1%
Fuente: Enaho
Elaboración propia
13
asociaciones profesionales y agrupaciones o partidos políticos, en comparación a las
mujeres.
3.8%
Clubes y asociaciones
deportivas 4.0%
10.4%
Asociación vecinal 9.8%
0.5% Mujer
Club de madres 0.3% Hombre
11.4%
Vaso de leche 8.9%
1.6%
Comedor popular 1.6%
Fuente: Enaho
Elaboración propia
Con respecto a las redes de cohesión, las mujeres presentan una mayor participación
en comparación a los hombres. El vaso de leche es la asociación más popular, cuenta
con el 11.4% de las mujeres y el 8.9% de los hombres; seguido por asociaciones
vecinales. La red de cohesión que tiene relativamente un mayor número de
emprendedores masculinos, es la de clubes y asociaciones deportivas.
Análisis de la brecha
Aunque hay un crecimiento en los ingresos por hora en términos absolutos5 tanto para
mujeres como para hombres, la mayor brecha reportada para el 2008 responde a un
mayor incremento relativo en el ingreso de estos últimos respecto de las primeras.
5
Los ingresos han sido deflactados y desestacionalizados según se explica en el Anexo 2
14
Gráfico Nº 5 - Brecha bruta según año de estudio (2007 – 2008)
30,16%
19,83%
2007 2008
110,21%
105,58%
14,67%
15
5. Metodología
Son varias las ventajas del matching sobre la metodología de Blinder Oaxaca. Para
empezar, el matching no requiere asumir una forma funcional para el modelo. La
relación entre las variables explicativas y los ingresos no tendría por qué ser lineal,
como asumen las regresiones mincerianas. Barsky (2002) encuentra que, debido a
errores de especificación, las técnicas paramétricas podrían llevar a inferencias
imprecisas. Por otro lado, a diferencia de BO, el matching sí toma en cuenta las
diferencias en los soportes7 entre hombres y mujeres. Más adelante veremos que
hacer tal distinción será de utilidad, ya que las distribuciones de características de
hombres y mujeres no coinciden por completo. En cambio, BO tiene que extender sus
estimadores lineales hacia fuera de los soportes para los cuales han sido calculados.
Ñopo (2004) muestra que ello tiende a sobreestimar el factor no explicado de la brecha
salarial. En tercer lugar, la posibilidad de observar la distribución de la brecha según
percentiles de ingreso (u otras características), y no ver únicamente la brecha media
como hace BO, resulta ser mucho más informativo para el investigador.
6
Garavito (1994) y Felices (1996) han empleado esta metodología para investigar sobre brechas salariales en el
mercado laboral peruano. Encontraron que dicha brecha se encontraba alrededor de 40%.
7
Se define el soporte de una función como el conjunto de puntos de una distribución para los que la función toma un
valor distinto de cero.
8
El autor aplicó esta metodología para hallar la brecha de género salarial entre los años de 1986-2000 para Lima
Metropolitana. Encontró una diferencia de salarios no explicada de 28%. Asimismo, pudo comprobar que dicha brecha
se encuentra distribuida de una manera heterogénea según percentiles de ingreso, siendo más alta en los sectores de
menores ingresos.
16
valores que las mujeres en el paso anterior, (iii) asigna pesos a cada hombre
seleccionado de modo que su distribución de características x sea igual a la
distribución de las mujeres seleccionadas. Para los individuos no seleccionados, que
quedan fuera del soporte común, no es posible encontrar un individuo del sexo
opuesto que comparta el mismo conjunto de características.
∫
S es igual a p S m = p ( X ∈ S m) = dF m ( x) , y además p S m = p ( X ∈ S m) = 1 − p S m ,
S
E (Y h) = E S (Y h) p S h + E S (Y h) p S h (1)
E (Y f ) = p S f
[E S
]
(Y f ) − E S (Y f ) + E S (Y f ) (2)
[
∆ ≡ E (Y m) − E (Y f ) = [ E S (Y m) − E S (Y f )] + p S m E S (Y m) − E S (Y m) ]
(3)
+ pS f
[E S
(Y f ) − E S (Y f ) ]
La primera expresión en corchetes de la identidad anterior se refiere al soporte común
y puede descomponerse tal y como plantea BO, al adicionar y sustraer el contrafactual
∫g ( x)dFSf ( x) (los ingresos de las mujeres si, dadas sus características, se les
m
S
E S (Y m) − E S (Y f ) ≡ ∫ g m ( x)dFSm ( x) − ∫ g f ( x)dFSf ( x)
S S
(4)
[ ] [
E S (Y m) − E S (Y f ) = ∫ g m ( x) dFSm ( x) − dFSf ( x) + ∫ g m ( x) − g f ( x) dFSf ( x)
S S
]
Así, hemos obtenido los cuatro componentes de la brecha según Ñopo, que se
resumen de la siguiente manera:
∆ = ∆M + ∆ F + ∆ X + ∆o
17
∆M pS m [ES (Y m) − ES (Y m)]
Parte explicada por diferencias de ingresos entre los hombres fuera del soporte
común y los que están dentro de éste. Se interpreta como el incremento
esperado en los ingresos de las mujeres si éstas tuvieran acceso a ciertas
características de los hombres que son recompensadas en el mercado laboral
y que aún permanecen inalcanzables para ellas.
∆F pS f [ES (Y f ) − ES (Y f )]
Parte explicada por las diferencias entre mujeres dentro del soporte y las que
están fuera de él. Se interpreta como el incremento esperado en ingresos que
la mujer promedio tendría si todas ellas alcanzaran características comparables
a las de los hombres.
∆X ∫g
S
m
[
( x) dFSm ( x) − dFSf ( x) ]
Parte explicada por la diferente distribución de características entre hombres y
mujeres dentro del soporte común. Al asumir que las mujeres reciben las
mismas retribuciones por sus características que los hombres, la brecha se
debe a que tienen dotaciones distintas.
∫ [g ]
m
∆0 ( x) − g f ( x) dFSf ( x)
S
Parte de la brecha que no puede ser explicada por las características de los
individuos, ya que se asume que hombres y mujeres tienen la misma
distribución de éstas. Se atribuye a variables no observables y discriminación
en el mercado laboral, en nuestro caso, por parte de los consumidores.
Cabe mencionar que ésta última parte de la brecha no incluye la discriminación previa
al mercado laboral o discriminación social, de la que antes se ha hablado. La
discriminación social se encuentra repartida entre los otros tres componentes de la
brecha. Sin embargo, como tales brechas pueden ser también producto de las
preferencias individuales, no se interpretará a los distintos componentes en términos
de discriminación. En esencia, lo que se puede inferir con esta metodología es que la
brecha puede atribuirse a las distintas distribuciones de características que presentan
hombres y mujeres.
Si bien la metodología del emparejamiento permite determinar esta brecha con mayor
detalle, es importante reconocer que puede presentar ciertas limitaciones. Se han
identificado tres problemas fundamentales. El primero de ellos, se refiere a problemas
18
de sesgo de selección de la muestra, ya que es posible que las decisiones de
participación en el sector independiente puedan influir en los salarios. Para tratar este
problema sería necesario incluir los ingresos contrafactuales que hubieran obtenido las
mujeres que no participaron en el mercado laboral, cuestión ésta que supera los
alcances de la presente investigación.
El segundo problema se refiere a la presencia de endogeneidad. Ciertas
características de los microempresarios, como el nivel educativo o el stock de capital
social, pueden ser un resultado de la discriminación pre-mercado laboral. Por ejemplo,
un mayor stock de capital social influye en la generación de mayores ingresos (como
se ha argumentado líneas arriba); pero asimismo, ciertas asociaciones civiles se
encuentran más accesibles para las personas con mayor poder adquisitivo. Sin
embargo, este problema ya se encontraba presente en la descomposición de BO. A
pesar de que BO admite la posibilidad de usar variables instrumentales, encontrar los
instrumentos adecuados resulta un impedimento (Hansen 1999). En todo caso, si bien
no podemos argumentar que determinada variable causa la brecha de ingresos, la
metodología de matching muestra qué variables están asociadas a la existencia de
dicha brecha y qué proporción de la brecha no puede explicarse por tales variables.
Por otro lado, la parte no explicada de la brecha incluye diferencias en las
características no observables de capital (físico, humano o social). La consecuencia es
que, si se la interpreta como un estimado de la discriminación, como propone BO, se
estaría sobreestimando el verdadero efecto de la actual discriminación. Debido a estas
ambigüedades, no se pretende interpretar el ∆0 en términos de discriminación pura.
Finalmente, el tercer problema se refiere a la dimensionalidad. Dragana (2007) llama
al emparejamiento ‘data hungry method’, ya que, a medida que se incluyen variables
de control, el tamaño de las muestras emparejadas puede no ser suficiente para que
se realice un análisis estadístico significativo de la brecha de ingresos. No obstante, al
contar con una muestra relativamente grande y con un número razonable de variables
de control, nuestra investigación no adolece de problemas de inferencia.
19
6. Resultados
Las brechas se miden como porcentaje del ingreso medio de las mujeres para cada
sector. El Cuadro Nº 4 muestra la descomposición de la brecha para cada tipo de
actividad, controlando por lo que denominaremos el conjunto base de variables: la
edad como variable demográfica; la educación como la variable de oferta más
comúnmente usada en la explicación de los diferenciales de ingresos según sexo; y la
formalidad del negocio9.
9
La variable formalidad es una dummy que toma el valor de uno para aquellos negocios que se encuentran registrados
en la SUNAT.
10
%M matched y %F matched son las proporciones de hombres y mujeres, respectivamente, que permanecen en el
soporte común luego de seguir el algoritmo de matching.
20
Resulta curioso que la edad eleva la brecha no explicada por encima de la brecha
bruta para todos los tipos de actividad. Esto significa que, dada la distribución de edad
de las mujeres, más concentrada en las etapas de mayor productividad, si a éstas se
les pagara como a los hombres, sus ingresos superarían los de ellos (nótese el ∆X
negativo).
Por otro lado, un determinante importante del éxito de un negocio, tanto desde un
punto de vista teórico como empírico (Yamada 2009), es la inversión en capital físico.
Datos disponibles para el periodo 2004-200611 nos muestran que, en efecto, al
incorporar esta variable, la brecha no explicada se reduce de manera importante en el
sector producción. La reducción es menor en el sector servicios y en el sector
comercio en realidad se incrementa. Ello va en línea con la noción de que en
actividades extractivas y de manufactura el capital juega un rol más importante en la
generación de ingresos. La desigual distribución de stock de capital entre hombres y
mujeres (∆X) explica en buena cuenta el diferencial de ingresos.
11
A partir del 2007, la ENAHO omite la pregunta sobre el activo fijo con que cuenta el negocio. En el
Anexo Nº3 se muestran los resultados incluyendo el stock de capital para los años 2004-2006.
21
A partir del set base de variables antes descrito (sin incluir stock de capital),
incorporaremos las variables cuya relación con roles de género familiares es más
directa. Los resultados pueden verse en el Cuadro Nº 5.
+ Nro. De + Otro
+ Antigüedad
Set base hijos ingreso + Local
∆0 101,1% 88,9% 108,62% 84,58% 85,52%
∆M 0,5% 7,1% 22,52% 28,98% 29,38%
Producción
∆F 0,7% 1,6% 2,37% -7,12% 3,25%
∆ = S/. 5,45
110,21% ∆X 7,9% 12,6% -23,29% 3,77% -7,93%
%M matched 94,5% 82,1% 65,91% 57,54% 40,69%
%F matched 95,5% 85,6% 71,68% 66,01% 34,03%
∆0 55,6% 77,2% 59,17% 43,23% 34,67%
∆M 33,8% 37,8% 43,55% 46,77% 39,07%
Comercio
∆F 1,3% 4,2% 8,41% 11,63% 19,16%
∆ = S/,16,39
105,58% ∆X 15,0% -13,7% -5,55% 3,96% 12,68%
%M matched 91,5% 79,0% 67,29% 59,55% 43,06%
%F matched 95,3% 85,5% 71,99% 66,27% 48,42%
∆0 -7,3% -7,1% 2,63% -1,07% -4,51%
∆M 11,1% 7,8% 9,63% 12,79% 13,14%
Servicios
∆F 0,1% 4,0% -6,88% -10,39% -3,69%
∆ = S/.1,37
14,67% ∆X 10,7% 10,0% 9,29% 13,34% 9,72%
%M matched 92,3% 84,2% 71,39% 65,33% 50,00%
%F matched 95,9% 85,7% 70,63% 64,64% 44,08%
Fuente: ENAHO (2007-2008)
Elaboración propia
22
planteado por nuestra hipótesis: dados un hombre y una mujer que tienen el mismo
número de hijos (y son comparables también según el resto de variables control), las
conductas que siguen son opuestas. Para el hombre, esto implicaría mayor dedicación
al trabajo a fin de responder a las mayores necesidades económicas de su familia.
Para la mujer, esto significa mayores responsabilidades en el cuidado de los hijos, las
cuales requieren de su permanencia y dedicación en el hogar. Así, la diferencia en sus
roles profundiza la brecha.
En conjunto, al controlar por las variables que guardan relación directa con los roles de
género familiares, la parte no explicada de la brecha se ha reducido en todos los
casos; pero de manera mucho más acentuada en el sector comercio. Sin embargo
continúa siendo alta en el sector producción. En este punto es pertinente señalar que
no es el objetivo de esta investigación que la brecha sea o se acerque a cero. Se trata
12
La variable local distingue entre tres categorías: ambulante, casa u otro local fijo.
23
más bien de determinar la existencia de una relación entre las variables control (que a
su vez guardan un estrecho nexo con los roles de género) y el diferencial de ingresos,
ya sea que lo amplíen o lo contraigan. Hecha la salvedad, lo que el análisis anterior
muestra es que si hombres y mujeres siguieran una misma distribución de
características, la brecha de ingresos sería significativamente menor.
Set base + +
+ Redes
roles Trabajadores
sociales
familiares familiares
∆0 85,52% 77,11% 70,19%
∆M 29,38% 27,87% 34,98%
Producción
∆F 3,25% -6,87% -2,28%
∆ = S/. 5,45
110,21% ∆X -7,93% 12,10% 7,33%
%M matched 40,69% 28,57% 25,11%
%F matched 34,03% 24,49% 21,27%
∆0 34,67% 7,29% -5,70%
∆M 39,07% 57,00% 53,61%
Comercio
∆F 19,16% 28,74% 35,88%
∆ = S/,16,39
105,58% ∆X 12,68% 12,55% 21,80%
%M matched 43,06% 35,64% 30,60%
%F matched 48,42% 37,77% 33,68%
∆0 -4,51% -16,62% -20,42%
∆M 13,14% 26,79% 24,20%
Servicios
∆F -3,69% 1,85% 7,75%
∆ = S/.1,37
14,67% ∆X 9,72% 2,64% 3,13%
%M matched 50,00% 41,71% 37,52%
%F matched 44,08% 34,72% 30,71%
Fuente: ENAHO (2007-2008)
Elaboración propia
13
Se tata de una variable categórica que toma el valor de 1 para los negocios que no cuentan con mano
de obra; 2, para los que tienen mano de obra no remunerada (se asume que son familiares) y 3, para los
que tienen mano de obra remunerada.
24
cuadro muestra que el efecto de la variable sobre la parte no explicada de la brecha es
sólido para los tres sectores. Es decir, si hombres y mujeres tuvieran la misma
composición de su fuerza laboral, el diferencial sería menor.
En este punto cabe hacer un análisis de los componentes de la brecha. De los tres
componentes de la brecha que se pueden atribuir a diferencias en características de
los microempresarios (∆M, ∆F y ∆X), el que tiene mayor peso para los tres sectores es
el ∆M. De esto podemos sacar dos conclusiones importantes. Por un lado, denota la
existencia de barreras de acceso para las mujeres a ciertas características como ciclos
laborales menos interrumpidos o participación en ciertos clubes y asociaciones a los
que sí tienen acceso los hombres, sin dejar de lado que parte de este componente sea
más bien producto de elecciones individuales. Por otro lado, este resultado confirma la
ventaja de emplear una metodología que restrinja la descomposición al soporte
común, evitando sobreestimar el ∆0, como haría el método B-O.
El ∆F, que refleja la exclusión de mujeres del soporte común, es relevante tanto en
comercio como en servicios (al representar la tercera parte y la mitad de la brecha
bruta, respectivamente). Aquí ubicamos a comerciantes minoristas y dueñas de
pequeños restaurantes. Por su parte, los resultados obtenidos para el ∆X muestran
que si hombres y mujeres dentro de soporte común tuviesen la misma distribución de
características, la brecha se vería reducida, aunque no de manera importante.
Hasta el momento se han aplicado controles sucesivos y sin reemplazo. Sin embargo,
para analizar la segregación por actividad económica ello no es factible, debido al
problema de dimensionalidad: el soporte común se reduce al punto de que pone en
riesgo hacer inferencias sobre éste. En consecuencia, se controló sólo por el set base
de variables y se agregó la actividad económica14, como se muestra en el Cuadro Nº 6
14
La clasificación de las actividades se hizo en base al código CIIU (Clasificación Industrial Internacional
Uniforme de todas las actividades económicas, Rev.3) elaborado por la ONU.
25
Cuadro Nº 6 – Descomposición de la brecha controlando por actividad
económica
Actividad
Set base económica
∆0 101,1% 100,77%
∆M 0,5% -39,79%
Producción
∆F 0,7% 10,73%
∆ = S/.5,45
110,21% ∆X 7,9% 38,85%
%M matched 94,5% 15,12%
%F matched 95,5% 33,14%
∆0 55,6% 47,02%
∆M 33,8% 58,34%
Comercio
∆F 1,3% 1,51%
∆ = S/.16,39
105,58% ∆X 15,0% 0,78%
%M matched 91,5% 78,92%
%F matched 95,3% 76,46%
∆0 -7,3% -4,72%
∆M 11,1% 18,64%
Servicios
∆F 0,1% 25,40%
∆ = S/.1,37
14,67% ∆X 10,7% -24,69%
%M matched 92,3% 39,24%
%F matched 95,9% 48,99%
Fuente: ENAHO (2007-2008)
Elaboración propia
Con todo, lo que se desprende del cuadro anterior es que la segregación por actividad
económica no es una variable tan relevante para explicar la brecha como se supondría
a priori.
26
6.2 Más allá de promedios: la distribución de la brecha
120%
100%
80%
60%
40%
20%
0%
1
4
7
10
13
16
19
22
25
28
31
34
37
40
43
46
49
52
55
58
61
64
67
70
73
76
79
82
85
88
91
94
97
100
-20%
-40%
-60%
-80%
-100%
Fuente: ENAHO / Elaboración propia
Del gráfico vemos que la brecha tiende a seguir la forma de una U, siendo más alta en
los percentiles extremos y tomando su valor mínimo alrededor de la mediana de la
distribución. La brecha toma su punto más alto en el primer quintil de la distribución.
Esto se podría explicar argumentando que es en los niveles de ingreso más bajos
donde los roles de género tradicionales cobran mayor fuerza. En el último quintil, la
brecha se vuelve a elevar, lo que evidencia que hay importantes barreras para los
emprendimientos femeninos de superar un cierto nivel de ingreso (la hipótesis del
techo de cristal aplicada al sector independiente). La brecha negativa en los últimos
percentiles estaría sesgada por la presencia de ciertas microempresarias
“superestrellas”, cuyos ingresos son muy superiores al promedio.
27
de características. Nótese que cuando las brechas son rojas, en realidad, el ∆0
sobrepasa la brecha bruta.
60,4%
50,5%
19,8%
5,2%
19,3% 16,0%
-87,4%
Para el caso del nivel educativo, la educación superior resulta el grupo con el mayor
delta explicado. Aquí, a diferencia de los demás niveles educativos, al controlar por el
número de hijos pequeños, se evidencia una importante reducción de la brecha. Esto
indica que para personas con educación superior, la repartición de las tareas de casa
sería más equitativa según sexo, quizá porque se considere que el costo de
oportunidad de las mujeres de dedicarse sólo al hogar es mayor.
33,46%
14,34%
16,17% 1,75%
Sin hijos Padres con pareja Padres solteros
-24,19%
-104,86%
El gráfico anterior resulta sugestivo por dos motivos. Primero, la brecha bruta es
menor para padres solteros, lo que permite corroborar que para las madres solteras, al
28
no contar con el apoyo económico de un cónyuge, tienen mayores incentivos para
generar ingresos en sus negocios. Segundo, los controles que hemos aplicado
reducen la brecha mucho más en el caso de padres con pareja. Es de esperarse que
en este grupo, la persistencia de roles de género sea más marcada.
95,9%
38,9%
41,9%
-10,6%
-78,1%
111,1%
70,7%
1,4%
Principal Secundaria
-50,3%
29
En términos absolutos, la parte explicada de la brecha es relativamente igual entre los
negocios que son ocupación principal y secundaria del microempresario. Es
interesante mencionar que la brecha es mayor cuando se trata de una ocupación
secundaria.
181,7% 250,4%
187,6%
133,7%
109,0% 196,4%
49,0%
170,6%
-35,0%
101,2%
7,1% 74,6%
-46,5%
-169,9%
Manufactura Hoteles y Comercio
textiles y restaurantes minorista
prendas de Servicios
Comercio vestir Manufactura Manufactura inmobiliarios,
mayorista madera y alimentos y de alquiler y
muebles bebidas empresariales
30
7. Conclusiones e Implicancias de Política
El presente trabajo buscó determinar la importancia que tienen los roles de género en
la persistencia de la brecha de ingresos entre los microempresarios y trabajadores
independientes urbanos, a partir de la Encuesta Nacional de Hogares para el 2007 y el
2008. A partir de los resultados encontrados es posible sostener que tanto los roles de
género familiares como los comunitarios contribuyen a explicar los mayores ingresos
de los trabajadores independientes hombres respecto a los de las mujeres. Para llegar
a esta conclusión fue necesario advertir la gran variabilidad que tiene la brecha según
tipo de actividad, siendo mayor en el sector producción y menor en el sector servicios,
en el cual se torna negativa.
15
Actualmente existen 6785 Wawawasis que atienden a más de 53 mil niños. Al atender a niños menores de 47
meses, este programa representa un alivio en la carga doméstica diaria de las madres, permitiéndoles dedicar más
tiempo a sus negocios.
31
En cuanto a los roles de género comunitarios, a pesar de que existen grandes
limitaciones de la ENAHO para medir el capital social de los trabajadores
independientes, encontramos que la naturaleza y extensión del capital social resulta
relevante para explicar la brecha en todos los sectores. Esto lleva a pensar que el
desarrollo de redes más amplias por parte de las microempresarias puede ser
favorable para sus emprendimientos. En este sentido, promover la asociación de
microempresarios puede resultar beneficioso para todos. Por ejemplo, pueden
generarse economías de escala y alianzas estratégicas si existe la posibilidad de
operar de manera coordinada. Así también, sería recomendable aprovechar las
asociaciones de mujeres ya existentes, como el Vaso de Leche, para desarrollar entre
sus miembros destrezas empresariales.
Con todo, creemos que las políticas y programas generados no deben dirigirse
únicamente a aspectos puntuales (capacidades, crédito o gestión), sino más bien ser
integrales, ya que de lo contrario tienen pocas posibilidades de éxito.
32
Si bien es cierto que el objetivo de políticas públicas debiera ser una mayor igualdad
entre hombres y mujeres, es pertinente preguntarse cuál sería la brecha óptima hacia
la cual apuntar. ¿Debería ser cero? Esta investigación no pretende calificar como per
se negativa la persistencia de roles de género. El cuidado de los hijos por parte de la
madre, aún a costa de un menor ingreso en el mercado laboral, puede ser deseable
tanto para ella misma y para su familia como para la sociedad en su conjunto. Sin
embargo, es esencial notar que si bien las brechas pueden ser resultado de
elecciones; también lo son de barreras impuestas a las microempresarias. Como este
estudio advierte, la eliminación de tales barreras es una tarea aún pendiente.
33
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37
Anexos
Anexo Nº 1
Clasificación de las asociaciones de la sociedad civil consignadas en la ENAHO
Redes de cohesión
Redes de enlace
Elaboración propia
38
Anexo N° 2: Construcción de variables
a) Factor de Estacionalidad
El posible problema con los ingresos reportados por los emprendedores es que
pueden presentar un patrón de estacionalidad, ya que hay ciertos meses del año en
que obtienen mayores ingresos, como es el caso del Día de la Madre (Mayo), Fiestas
Patrias (Julio) y Navidad (Diciembre), donde las ventas suelen incrementarse
considerablemente debido al fuerte incremento de la demanda. En consecuencia, es
probable que los emprendedores que fueron encuestados durante esos períodos del
año, reporten ingresos muy altos en vista de la estacionalidad marcada de dichos
meses, los cuales no reflejan el funcionamiento normal de la empresa. De esta
manera, si la estacionalidad no es corregida, el estudio estaría sobreestimando el
desempeño económico de los emprendedores. Por eso, se construyó un factor de
estacionalidad, para corregir este problema con los ingresos reportados.
El factor fue construido a partir de la preguntas E11 y E12, las cuales se encuentran
en el Módulo del Trabajador de la ENAHO. La pregunta E11 reporta el tipo de ingreso
(alto, entre bajo y alto y bajo) en los últimos 12 meses; mientras que la pregunta E12
reporta con respecto al ingreso más alto, cuanto representa este ingreso del mes más
bajo. En consecuencia, se pueden hallan distintas relaciones entre ambas preguntas,
que permitan saber que tan lejos o cerca se encuentran los ingresos mensual de su
respectiva media. De esta manera fue posible corregir las variabilidades de estos
ingresos con la finalidad de construir el factor de estacionalidad.
39
c) Stock de Capital
Para formar la variable stock de capital se procedió a emplear la pregunta número diez
del Módulo del Trabajador Independiente, en la cual se le consulta al microempresario
sobre los equipos que utiliza actualmente en su negocio: terreno, máquina, mobiliario y
equipo de oficina, vehículo, herramientas, entre otros. Asimismo, cuenta con una serie
de sub preguntas, siendo la más relevante para el presente estudio en la cual le
preguntan al encuestado(a) sobre el precio de sus activos en la actualidad, ya que
sirve de instrumento para aproximar el monto al cual podrían vender sus activos
actualmente. Un supuesto importante es que el monto reportado por cada uno de los
encuestados(as) ya toma en cuenta la depreciación, es decir, la pérdida de valor de
cada activo debido a su uso. Por lo tanto, va a ser posible utilizar dicha información
reportada como variable stock de capital.
Sin embargo, al momento de estimar la serie para todos los años del presente estudio,
se presentaron ciertas dificultades. Primero, esta pregunta solo aparece para los años
2004, 2005 y 2006. El cuestionario 2007 y 2008 no cuentan con esta pregunta utilizada
como “proxy” del stock de capital. Por lo tanto, solo se pudo estimar para los tres
primeros años. Segundo, no todas los encuestados(as) presentaron respuestas
completas respecto a la información de sus activos, por lo tanto fue necesario realizar
cálculos adicionales.
Por un lado, la encuesta presenta emprendedores que si bien, reportaron sus activos
como existentes, no los valorizaron. En estos casos, se procedió a estimar cuál sería
su stock de capital con lo propósito de no perder información importante.
Por otro lado, también había observaciones que reportaban tener activos, pero no
contestaron nada acerca de valor ni fecha de adquisición de éstos. La solución fue
establecer una fecha promedio de toda la muestra para cada subgrupo de activos en
particular y calcularles el stock de capital respectivo.
El cálculo del stock de capital para las observaciones que lo requerían, se basó en un
método lineal, el cual toma en cuenta el valor de la depreciación establecida por ley
para cada uno de los subgrupos de los activos, como se puede apreciar en el siguiente
cuadro:
40
Valor de Depreciación establecida por Ley
Tasa de
Tipo de Equipo
Depreciación
Local 3%
Máquinas / Vehículos 20%
Mobiliario 25%
Herramientas 10%
Otros 10%
41
Anexo Nº 3: Descomposición de la brecha incluyendo como control el stock de
capital (2004-2006)
+ Variables
+ Stock de
Set base de roles de
capital
género
∆0 104,07% 66,16% 35,44%
∆M 5,19% 11,35% 70,06%
Producción ∆= ∆F -7,66% -5,52% 10,23%
S/.2,62 109,47% ∆X 37,48% 37,48% -6,25%
%M matched 94,59% 83,33% 15,81%
%F matched 95,59% 82,08% 14,53%
∆0 137,43% 141,21% 64,49%
∆M 5,26% 4,71% 57,51%
Comercio ∆= ∆F -0,64% 1,05% 64,45%
S/.6,64 151,26% ∆X 9,20% 4,29% -35,19%
%M matched 93,29% 80,27% 22,83%
%F matched 96,57% 83,86% 23,01%
∆0 26,80% 16,58% 27,53%
∆M 10,82% 33,15% 49,81%
Servicios ∆F -2,06% 0,41% -3,71%
∆ = S/.1,6 68,96% ∆X 33,39% 18,82% -4,67%
%M matched 94,42% 79,19% 20,12%
%F matched 97,01% 82,57% 20,87%
Fuente: ENAHO
Elaboración propia
42
Anexo N°4: Intervalos de Confianza para la Brecha No Explicada
100%
80%
60%
40%
20%
0%
Producción Comercio Servicios
-20%
-40%
100%
50%
0%
14 a 24 años 25 a 34 años 35 a 44 años 45 a 60 años 60 años a más
-50%
-100%
-150%
-200%
43
Anexo 4c: Nivel Educativo
40%
20%
0%
-20% Sin educación Primaria Secundaria Superior
-40%
-60%
-80%
-100%
-120%
80%
60%
40%
20%
0%
Formales Inf ormales
-20%
-40%
-60%
-80%
-100%
44
Anexo 4e: Mano de Obra
80%
60%
40%
20%
0%
Independientes Familiares Remunerados
-20%
-40%
-60%
-80%
-100%
100%
80%
60%
40%
20%
0%
Principal Secundaria
-20%
-40%
-60%
-80%
45
Anexo 4g: Actividad Económica (1)
3.50
3.00
2.50
2.00
1.50
1.00
0.50
0.00
Transporte, Hoteles y Otros servicios Construcción
-0.50 almacenamiento y restaurantes
comunicaciones
-1.00
-1.50
160.00
140.00
120.00
100.00
80.00
60.00
40.00
20.00
0.00
Manuf actura: Manuf actura: Manuf actura: Manuf actura: Comercio
alimentos y textiles y madera y otros mayorista
bebidas prendas de muebles
vestir
46
Anexo 4i: Actividad Económica (3)
15.00
10.00
5.00
0.00
Extractiva Servicios imobiliarios, de Comercio: vehículos y Comercio minorista
alquiler y empresariales combustible
-5.00
-10.00
-15.00
-20.00
-25.00
-30.00
-35.00
47