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África romana 1

África romana
El África romana designa tanto los territorios
dominados por Roma como la parte romanizada de
África. Contó con un total de ocho provincias
diferentes: Tripolitania, Byzacena, África proconsular,
Numidia Cirtensis, Numidia militar, Mauritania
Cesariense, Mauritania Sitifense y Mauritania
Tingitana. El África romana se extendía de este a oeste,
desde el Golfo de Gabés a las costas atlánticas del
actual Marruecos. Las provincias de Cirenaica y de
Egipto no están incluidas en el conjunto regional
porque recibieron un tratamiento separado en las
fuentes antiguas: geográficamente, el desierto las
separa del resto de África del Norte; culturalmente, se
encuentran en la esfera de influencia helenística,
claramente distinguida de la zona púnica que luego fue
romana; finalmente, en el ámbito administrativo Egipto Mosaico de Virgilio y las musas, expresión de la latinidad en el arte
fue siempre un caso aparte en el Imperio romano y la africano. Virgilio, rodeado por Clío y Melpómene, sostiene un
volumen en el que se puede observar el octavo verso de la Eneida
Cirenaica fue en varias ocasiones incorporada a Creta,
Mosaico descubierto en Hadrumetum en 1895, datado a inicios del
el territorio habitado más próximo.[1] siglo III, conservado en el Museo nacional del Bardo, Túnez.

El África romana fue fundada, según las fuentes, tras la


derrota de Cartago a principios del siglo III. La conquista romana empezó de forma económica; posteriormente, fue
de forma política con la conquista total del norte de África. África fue calificado como "el premio de la victoria" tras
la Tercera Guerra Púnica en 146 a. C. en palabras de Floro. El territorio africano sufrió diversos cambios durante
diversas épocas debido a los cambios políticos de los gobiernos de los Julio-Claudios, los Flavios, los Antoninos y
los Severos. Posteriormente, el territorio entró en decadencia durante la Crisis del siglo III, sufrió usurpaciones y
revueltas en el siglo IV y V, así como su aniquilación por parte de vándalos de Genserico. Aunque en un principio,
en los primeros años de su existencia, el África romana no representaba una zona importante para Roma, con el paso
del tiempo se convirtió en su principal territorio de impuestos. La idea de una África urbana y cívica comenzó años
antes de la conquista, e incluso existía una "burguesía" municipal rica y poderosa. Con la influencia romana, se logró
un mayor dinamismo en la región permitiendo que el arte, su economía y su legado fuera ampliamente reconocido.

Las primeras fuentes sobre una posible conquista en el continente africano provienen de Dion Casio —Historia de
Roma—, Plinio —Naturalis historiæ—, Suetonio —Vidas de los Doce Césares preferentemente en la sección de
Galba recoge la información sobre esta temática—, al igual que Tácito —Anales—. El territorio conquistado por
Roma ha sido a menudo objeto de estudio por parte de los historiadores y arqueólogos, a pesar de las fuertes
disparidades regionales y de las grandes rupturas cronológicas en los ochos siglos.[2] Actualmente, las dos grandes
problemáticas históricas relativas a estas provincias son la cuestión de su romanización y su cristianización; el
primero debido a que posiblemente alguno de los países africanos heredó una lengua romance —como el idioma
español; o todas aquellas que derivasen del latín— y el segundo porque el cristianismo occidental latino nació en el
continente negro, así como también el nacimiento de Agustín de Hipona. La poca documentación hace difícil
establecer un paradigma sobre lo que precedió en el África siglos después.
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De la conquista al siglo IV

Roma en el siglo III a. C.


La armada romana, cuyas victorias
unificaron la península, eran un ejército de
propietarios de pequeñas tierras.[3] Pero, las
campñas militares particularmente de las
guerras púnicas modificaron
considerablemente el pasaje social de Roma.
Los ciudadanos se movilizaron realizando
varias campañas, en la que una que otra no
regresaban a casa. Al final de un largo
servicio militar en el que se aprendió a
adquirir gracias a las riquezas un buen botín,
el ciudadano-soldado a menudo encontraba
Zonas de influencia de Roma y Cartago en el Mediterráneo antes de la Guerra
Púnica en 279.
sus tierras en barbecho, aunque sabemos que
las mujeres no tenían miedo de usar el
arado; y puede estar incluso agradecida de las malas cosechas. Los propietarios principales de las tierras se
propusieron adquirir sus tierras y rechazaron venderla por una suma de dinero de ciertos interesados. Por lo tanto, un
menor número de agricultores.[4] Los campos se encontraban cubiertos de mucho pastizaje. El trigo importado de
Sicilia creaba competencia con el de los pequeños productores latinos que, arruinados, vendían sus tierras a bajos
precios a los grandes propietarios e iban a Roma a unirse a la plebe urbana. Las grandes familias formaban inmensas
esferas, los latifundios, donde estaban instalados campesinos no propietarios, colonos, y muchos esclavos. El grave
problema del abastecimiento de la población urbana impulsó a los poderes públicos de Roma a distribuir el grano a
precios bajos al igual que su importe.[3] La conquista de nuevas tierras redujo la dependencia de Roma a las
importaciones y permitió el aumento de la mano de obra de las explotaciones análogas a la esclavitud.[3]

La carrera de los políticos romanos dependía de los éxitos militares y de sus ventajas materiales además de las
victorias que aportaban a los ciudadanos-soldados (su clientela electoral). De hecho, la clase política se persuadió de
la vocación universal de Roma y era unánimemente intervencionista.[5]
Por otro lado, el incremento de la población urbana desarrolla el artesanado y el comercio.[3] Ahora bien, a pesar de
la excelencia de la red de carreteras, las calzadas romanas estaban sobre todo concebidas para desplazar rápidamente
a las legiones más que para carros pesados. Fue el transporte marítimo y fluvial el más eficaz en la época.[6] Desde
entonces, el Mediterráneo se volvieron un objetivo primordial para el control de los intercambios; los griegos
perdieron su supremacía con la desolución del imperio macedonio, Cartago y Roma que vivían en buenos términos
hasta ese momento se encontraron cara a cara. A medida que las guerras púnicas se desarrollaban, Roma se vio en la
necesidad de conquistar cada vez más nuevas tierras y terminó por vencer definitivamente a Cartago, poniendo así
pie en África.
"Púnico-romano hasta César, romano-púnico después, el Áfica del Norte no se vuelve verdaderamente romano más
que bajo los Flavios". Esta constatación propuesta por Marcel Le Glay[7] atestigua las grandes rupturas que conoció
el África romana, en particuar durante la política voluntarista de la dinastía flavia. La intervención de Roma en
África puede ser entendida así como una "despunicisación" a la escala de provincias y de comunidades.
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EVOLUCIÓN ADMINISTRATIVA DE LAS PROVINCIAS AFRICANAS

Antes de la conquista Cartago Reino de Numidia Reino de Mauritania


Numidia oriental occidental

- 146 África Numidia Mauritania

- 105 África Numidia oriental Numidia Mauritania


occidental

- 45 África Vetus África Nova Numidia Mauritania oriental Mauritania


occidental occidental

- 27 África Proconsular Reino de Mauritania

40 - 42 África Proconsular Mauritania Cesariense Mauritania Tingitana


(anexada en 40)

avant 200 África Proconsular Numidia Mauritania Cesariense Mauritania


Tingitana

Después de la reforma Proconsular Byzacena Tripolitania Numidia Mauritania Mauritania Mauritania


de Diocleciano (norte) (centro) (sureste) (entre 303 y Cesariense Sitifense Tingitana
314) (284 - 288)

África antes de la conquista romana


La penetración romana en África se inició por las intervenciones políticas y
económicas. Roma se esforzó en mantener las divisiones en África desde el
fin de la Segunda Guerra Púnica. Los reinos locales a las genealogías
cruzadas, desarrollaron una ideología real, a la imagen de los reyes helénicos
y estuvieron a menudo en competencia contra los massyli, numidae, mauri,
getulae.

En 203 a. C., Massinissa, soberano de los Massyles, se alió a Roma contra


Cartago y Sifax. Su aporte fue decisivo en la victoria romana, el poder de este
reino, a la par del de la república cartaginesa, era incompatible con los
intereses romanos en el Mediterráneo. Durante casi cincuenta años, Roma
mantuvo sus relaciones diplomáticas y comerciales con Massinissa y Cartago
y les compró en caso de necesidad, trigo.[8] Pero Massinissa, quien unificó al
reino númido en 138 a. C., tenía a la mira el territorio cartaginés. La Tercera Estela del Tofet de Cartago.
Guerra Púnica y la anexión de Cartago pueden ser vistas como una elección
deliberada de una parte de la República romana de privar a Massinissa de una ciudad al interior más próspero.

El África, enclave romano


Después de la Tercera Guerra Púnica, y tras la victoria de 146 a. C., "el África fue el premio de la victoria; y el
mundo no tardó en seguir la suerte del África",[9] como lo remarcaba Floro, historiador de los orígenes africanos.
Después de la caída del poder cartaginés se creó la primera provincia romana en África, llamada África. Provincia de
talla modesta, menos de 25,000 km², cerca del noroeste de lo que hoy es Tunisia, y era gobernada por un pretor, o
por un propretor. Siete ciudades ganaron su libertad por haber tomado posición contra Cartago, entre las cuales
estaban Útica, Hadrumetum, Tapso y Letis Menor Lamta. Habituados a los problemas de deslinde, los romanos
delimitaban la frontera de su nuevo territorio por una fosa, la fossa regia.
A la muerte del rey númido Micipsa en 118 a. C., Roma arbitró repetidas veces los problemas de sucesión, cada vez
en el sentido de una división en varios reinos. Amigo y cliente de Roma, Yugurta, nieto de Massinissa, provocó la
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colera romana después de haber masacrado a algunos mercantes italianos de Cirta durante el conflicto entre los
sucesores de Micipsa. El Senado romano le declaró la guerra en 112 a. C. El fin de la Bellum Jugurthinum
(105 a. C.) sancionó el fracaso de una política númida en África. El mapa de la región se vio modificado, el reino de
Mauritania se integró y el ager publicus creció.[10]

La conquista bajo los Julio-Claudios


Después de la Batalla de Tapso en 46 a. C. y de la derrota de los pompeyos aliados a Juba I, rey de Numidia, Julio
César anexó al imperio el Reino númido. Se convirtió en la provincia de África nova en oposición a la primera
provincia, llamada desde entonces África vetus. Los reinos indígenas se encontraban en un nuevo conflicto de Estado
y a la extensión de las posesiones romanas.[11] La frontera oeste de la provincia estaba protegida por una marca, la
Numidia occidental, se se encontraba bajo el mando de Publius Sittius, aventurero aliado de César.[12] Cuatro
colonias vieron la instalación de Sittius y de sus mercenarios: Cirta, Rusicade, Milev y Chullu quienes, si se
mantenían independientes de la provincia romana después de la muerte de Julio César, mantendrían sus privilegios
de este pasado. Sin embargo, la penetración romana en África del Norte fue larga y la anexión de las provincias no
fue seguida por su ocupación sistemática.
Pero Roma no se contentó con "cuidar únicamente los restos" del Reino púnico, según la fórmula de Theodor
Mommsen. El primer espacio sometido y controlado a profundidad por los romanos, es un espacio que conoció un
alto grado de civilización urbana: las regiones de Cartago, Cirta, Sicca Veneria, así como doce colonias de veteranos
creadas por Augusto y Mauritania. La provincia de Proconsular y el nuevo reino de Mauritania, confiado por César
Augusto a su protegido Juba II, fueron asignados con la defensa del África del Norte. Desde la división de las
provincias entre el Senado y César Augusto en enero de 27 a. C., el África se reunió y una única provincia senatorial,
llamada África Proconsular. La Numidia fue reanexada a esta provincia. De cualquier manera, una legión
estacionada sobre su territorio, la III Augusta, comandada por el Procónsul, que de hecho es una excepción entre las
provincias senatoriales, desprovistas de fuerzas armadas. Bajo Augusto, la dominación romana excede la fossa regia.
Así, al principio del principado, los romanos se adaptan con los espacios dejados al margen de la romanización,
empujando los límites meriodionales de la provincia. En 37, el emperador Calígula nombra a un legionario para
dirigir la III Legión Augusta, quien dependía hasta entonces teóricamente del procónsul de la provincia. Tres años
más tarde, el emperador asesina a Ptolomeo, rey de Mauritania, a Lugdunum (Lyon) y anexa su reino, transformando
el protectorado romano en dominación directa. En 42, Claudio lo divide en dos provincias procuratorienses,
Mauritania Tingitana al oeste y Mauritania Cesariense al este.

África bajo los Flavios


El reino de los Flavios constituyó para África un
periodo de estabilización necesaria tras los problemas y
las adquisiciones territoriales. Para Marcel le Glay, es
"bajo el reino de los Flavios que, preparadas de lejos
por los Julio-Claudios, pero precipitadas por la obra
misma de Vespasiano y de sus hijos, fueron operadas,
cargadas de consecuencias para el futuro, las grandes
mutaciones que afectaron los dominios esenciales de la
vida pública y privada de los africanos.[13] Denario con galera y retrato de Clodius Macer.

A su llegada, Vespasiano, que había sido procónsul, fue


mal recibido por los africanos. Las provincias habían visto con anterioridad un periodo de problemas
políticos—incursiones de garamantes—y el nuevo emperador debía asegurar la fidelidad del legionario y del
procónsul. El año precedente, durante el año de los cuatro emperadores, el legionario de la Legio III Augusta,
Clodius Macer, se rebeló contra Roma y había amenazado de privarla del trigo africano.[14] La prioridad de
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Vespasiano era poner en orden a las provincias. Para este fin, renovó al personal dirigente, buscando a los
procónsules en el seno de las ricas familias italianas.[15] La romanización se aceleró en las provincias y las
comunidades del sur fueron sometidas a un mayor control, incluso bajo tutelaje. Bajo esta lógica, se constata una
multiplicación del número de promociones jurídicas sobre el territorio del África nova e incluso más allá, como lo
prueba la creación de la colonia de Madaura,[16] en los confines de Numidia, entre el fin del reino de Vespasiano y
del reino de Nerva.

África bajo los Antoninos


Como lo remarca Marcel Le Glay, "los Antoninos cosecharon en África lo que
los Flavios habían sembrado"[17] y numerosos signos se reunieron que permiten
hablar de un apogeo africano. África conoció bajo la dinastía de los
Emperadores Antoninos un desarrollo urbano sin precedente. Signo de este
éxito, la primera visita imperial en África por Adriano en 128. Durante su
expedición, nuevos estatus dueron acordados para las comunidades urbanas. La
Corbita, bote de cabotaje de dos
mástiles. Relieve en marfil, hacia 200, dinastía, favorable a las promociones provinciales, debía, de manera general,
África procónsular. volvió más fácil la integración municipal.[18]

En Roma, el partido africano gana en importancia y su influencia en el Senado


[19]
romano era innegable. Frontón tuvo así el cargo de la educación del joven Marco Aurelio. Al fin del S. XX,
África asegura un cuasi-monopolio sobre el mercado romano de trigo y de aceite. Ilustración del peso del
aprovisionamiento africano, la revuelta popular de 190 fue, probablemente, suscitada por Pertinax, antiguo procónsul
de África y por tanto prefecto de la ciudad de Roma, que habría, voluntariamente, suscitado la escasez controlada de
la annona, apoyado por el "partido africano".[20]

África bajo los Severos


El acceso al poder de Septimio Severo, emperador de origen africano, hijo de
Leptis Magna, "nuevo Aníbal sobre el trono de los Césares jugó un rol mayor en
el desarrollo del África romana.[21] El emperador, así como su hijo Caracalla,
fueron los artesanos de una política municipal determinada. Las grandes familias
lepcitanas accedieron al laticlave. La expansión territorial continuó. La provincia
de Numidia se vuelve autónoma antes del 200—poniendo fin a la extraña
situación donde legionario y procónsul coinciden en el seno de una misma
provincia—y la lima avanzaba rumbo al sur y al oeste. Las altas mesetas de la
Cesariense fueron el objeto de un incrementado control, particularmente los
puntos de aguas y los ejes de trashumancia.[22]

Sobre el plan económico, las campañas y sus castellae vieron una cierta
prosperidad y la red carretera de desarrolló. El aceite africano era exportado sobre
todo el mercado mediterráneo y la Tripolitana se abrió al comercio agrícola. El Arco de Septimio Severo, Leptis
Magna.
enriquecimiento general de las provincias debió estimular el evergetismo y el
desarrollo urbano. Al final, el crecimiento demográfico fue fuerte y África
contaba al final del Alto Imperio entre 7 y 8 millones de personas.[23]
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Las crisis del siglo III


En cuanto a las guerras incesantes, a la esterilidad y a las hambrunas que nos agobian de problemas, a las
enfermedades que castigan y asolan nuestra salud, a las epidemias que desolan y despoblan la humanidad, sepa que
ha sido predicho que en los últimos tiempos del mundo los males se multiplicarán, que tribulaciones variadas
sobrevendran, y que al acercamiento del día del juicio la severidad y la indignación de Dios se encenderan cada vez
más para castigar a la humanidad.
Cipriano, Ad Demetrianum.[24]
En el conjunto del Imperio, la crisis se debió a la conjunción de dos factores:
• La inestabilidad política crónica, puntuada por una larga serie de usurpaciones y de guerras civiles, notablemente
en 238.
• La presión sobre la lima —Rin, alto Danubio y Danubio inferior, frontera oriental— que se traduce en las
invasiones que los empreadores controlarían a veces difícilmente. Se desarrollaron, paralelamente, focos de
disidencia en África. El regreso al orden marcaría la afirmación en el poder de Diocleciano, en 284. Las
estructuras del Imperio resurgieron profundamente transformadas. Por otro lado, no hay indicios de que su
dinamismo económico haya sufrido y el crecimiento urbano se mantuvo constante.
En 235, en un contexto de grave conflicto con los alamanes, un golpe de Estado llevó a Maximino el Tracio al poder.
Descendiente de los humiliores, mal aceptado por el Senado, le vino bien adoptar una política hostil a su
consideración; pero, brillante militar, es popular entre los soldados. Consacra todos sus ciudades a la red carretera y
su política responde exclusivamente a los imperativos militares. Esta política defensiva exige una fiscalidad
incrementada, presión fiscal cuyo peso explica en parte la revuelta africana. La crisis, que debió marcar
profundamente al Imperio romano, sobrevienen en enero de 238 en la región de Thysdrus (El Djem). Los habitantes
de la ciudad asesinaron al procurador en turno que se había vuelto odioso a los ojos de los contribuyentes y
proclaman emperadores a Gordiano, un rico senador, y su hijo.[25] Cuesta trabajo distinguir a los actores principales
de esta revuelta, según Herodiano, muy criticado vis à vis de Maximino, las revoltosos son esencialmente los jóvenes
de la región, definidos según diferentes historiadores como pertenecientes a la aristocracia de la ciudad o emanando
de la gran propiedad territorial, apoyados por miembros de las clases populares unidos a ellos por relaciones de
patronazgo.[26]
Seguidamente, este profundo descontento se benefició del apoyo de la población africana. El movimiento no tarda en
propagarse en Italia y en las provincias orientales, desarrollado por la aristocracia urbana que mantiene el procónsul
de África Gordiano contra el emperador Maximino. La guerra civil fue inminente cuando el Senado se unió al campo
de los descontentos y declara al Emperador enemigo del pueblo romano. Por tanto, la situación no puede ser ya
invertida. Capellianus, un senador fiel a Maximino, puesto en lugar por este último en el puesto de gobernador de
Numidia, empeiza una marcha sobre Cartago con el fin de acabar con la revuelta. Posee una fuerza militar
importante pues es legionario de la Legio III Augusta, basada en Numidia para contener la presencia de los
numerosos moros en la región. Herodiano, en su Historia de los Emperadores Romanos de Marco Aurelio a
Gordiano III, subraya la crueldad de la represión de Capellianus y da cuenta de la gravedad de la crisis interna:
"Capellianus, entró en Cartago, hizo perecer a todos aquellos de los primeros ciudadanos de esta ciudad que se
habían escapado del combate. No perdonó los templos, que saqueó, así como todas las fortunas privadas y los tesoros
públicos. Recorrió después las otras ciudades que habías revocado los estatutos de Maximino, castigó de muerte a los
principales habitantes y de exilio a los ciudadanos oscuros.[27] El autor no falta en precisar que esos actos bárbaros
tenían trasfondo político: poseyendo un ejército que le era devoto, podía, según las circunstancias, acercarse al título
de Emperador.
Según la presión popular, en Roma, Gordiano III fue llamado por el Senado, a los trece años, como heredero del
Imperio. Maximino muere poco tiempo después y a la llegada de Gordiano III pone fin a una crisis corta pero
profunda. Si el nuevo emperador devuelve el equilibrio al Imperio, su nominación no pasa sin consecuencia para
África. Bajo su reino la Legio III Augusta es disuelta[28] y remplazada por un "sistema más defensivo" fundado en la
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movilización de tropas auxiliares,[29] lo que tiene por consecuencia el disminuir la influencia romana en la región. El
reino de los primeros tetrarcas fue marcado por las grandes persecuciones,[30] una profunda reorganización de las
provincias africanas[31] y de las revueltas locales. La aceleración a mediados del Siglo III los movimientos de
desobediencia y de revueltas de tribus africanas era innegable. era necesaria una reestructuración de efectivos
militares romanas. Por tanto, no se necesitaba un fenómeno capaz de poner en causa seriamente la presencia y la
hegemonía del Imperio. Excepto la revuelta de los moros de la Gran Cabilia y las numerosas invasiones en
Mauritania Cesariense y Numidia hechas posibles por la desaparición momentánea de la legión, Roma pudo manejar
la situación.

Reorganización de las Provincias bajo la Tetrarquía


Diocleciano emprende una profunda reforma administrativa de las provincias africanas. La Mauritania Sitifense (o
Tabiana) se crea de principio entre 284 y 288, se separa así de la Mauritania Cesariense pero el praeses de
Cesariense sigue siendo responsable de la defensa regional. En en 303 que vienen los otros cambios. La Numidia fue
brevemente dividida en dos provincias: la Numidia Cirtense (capital Cirta) y la Numidia Miliciana (o Militar). Estas
dos provincias fueron reunidas en 314. Finalmente, la Procónsular fue dividida en tres unidades administrativas: la
Procónsular (al norte), la Byzacena (al centro) y la Tripolitania (al sureste). El mando militar fue restablecido por
toda la diócesis de África a un comte (excepto la Mauritania Tingitana, reanexada a la diócesis de Hispania. El
vicario de África se volvió el jefe jerárquico de todos los gobernadores, exceptuando al procónsul.

Problemas en los siglos IV y V


Las provincias africanas vieron en el Bajo Imperio una serie de
usurpaciones y de rebeliones "que han ilustrado por mucho tiempo, para
algunos historiadores, la decadencia, característica principal, según ellos,
de esos tiempos" aunque la investigación reciente ha traído a la luz la
relativa properidad de la región.[32] Se puede hacer un recenso de estos
movimientos, pero es importante mencionar que no existe información
Follis acuáda en los talleres de Cirta por
suficiente sobre todos. Cronológicamente, cinco episodios están más o Domicio Alejandro. En el reverso, efigie de
menos bien identificados: Cartago teniendo frutas en cada mano.

1. 308/9 - 311, usurpación de Domicio Alejandro


2. 363 - 364, revuelta de la tribu de los Austuriani o Austoriani[33] de Tripolitania
3. 370 - 375, revuelta y usurpación «regional» de Firmo en Mauritania
4. 397 - 398, revuelta o usurpación menos clara de Gildo,
5. 413, revuelta y usurpación de Eracliano,
• Domicio Alejandro, sin atadura africana, es un alto funcionario —vicario de los prefectos de la sala de
audiencias— con puesto en Cartago. Ha intentado jugar sus cartas en unas crisis imperial extremadamente
compleja que se abrió a la abdicación de Diocleciano en 305. Al momento donde en Italia se abren camino las
ambiciones de Majencio y en Galia de Constantino, Domicio tiene a su disposición un excelente medio de
presión: el control del aprovisionamiento en trigo. Puede amenacar a Roma de hambruna. La revuelta fue
liquidada en la primavera del 310 por las tropas de Majencio: Cartago y Cirta fueron perdonadas del saqueo.[34]
• Sobre la revuelta de las tribus tripolitanias conocidas bajo el nombre de Austoriani en 353-4,[35] la información es
abundante; un capítulo entero de la Historia (XXVIII, 6, 5 - 20) de Amiano Marcelino está consagrado al sitio de
Leptis Magna por la tribu. El autor originario de Antioquía en Siria, comparte el punto de vista de los notables
municipios y en su descripción de la revuelta de los Austoriani, entrega un retrato espantoso del comte de África,
Romanus, presentado bajo la luz más negra como símbolo de la corrupción y receptáculo de todos los vicios. El
relato se muestra también profundamente feroz para el ejército de la coudad, que parece no querer intervernir más
que a cambio de la compensación financiera. En todos los casos, se trata de una ilustración del desacuerdo entre el
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gobierno municipal y el ejército de África.

El sistema defensivo romano


La defensa del África romana fue asegurada durante el periodo republicano por el mantenimiento de tropas. La
ordenación a profundidad comenzó al final del reino de Augusto. Los romanos construyeron rutas que penetraron el
país númido a partir de Cartado, y un desvío que iba desde Leptis minor a Hippo Regius. La Legio III Augusta
instaló su comando al nodo carretero de Tébessa, vigilando a las tribus de los Aurés y aquellas de la región de Chott
el-Jérid. El sitio de esas dos zonas fue dirigido por una división progresiva de las rutas y de los puestos bajo los
flavios y bajo Trajano.
La anexión inopinada del reino de Mauritania no fueseguida inmediatamente de una toma de control. Los romanos se
limitaron en un principio a acondicionar una ruta costera hasta Melilla, mientras que continuaban rodeando a los
Aurés, desplazando la sede de la Legio III a Lambaesis. El alargamiento este-oeste del relieve de la Mauritania
Cesariense de 50 a 100 km de la costa, del valle del Chelif, y Castellum Tingitanum (Chlef) hasta Numidia. Bajo
Séptimio Severo, una nueva desviación hasta Numerus Syrorum (Maghnia) ensanchó hacia el sur el control de la
Mauritania Cesariense, mientrasque una ruta periférica, la limes Tripolitanus rodeada el sector de Leptis Magna.
Finalmente, puestos avanzados en el desierto vigilaban a las tribus nómadas: Castellum Dimmidi (oásis de Messad),
Cydamus (Ghadames), Bu Njem (actual Libia). Las fuerzas armadas permanentes consistían en una sola legión, la III
Augusta, completada por numerosas unidades auxiliares repartidas en la Mauritania Cesariense y reforzada en
Mauritania Tingitana por alianzas con las tribus moras.,[36] [37] El único ejército de África aparece como un vector
mayor de la romanización y de la fidelidad al emperador en África. Además de su rol de agente de la "romanización"
entre los soldados que la integraban, le daba la imagen de una Roma protectora y continente de los elementos
externos que podían obstaculizar la producción agrícola africana.
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Los propósitos tribales


Plinio el Viejo censó a quinientos dieciséis populos entre el
Ampsaga y los «altares de los Filenoss»,[38] entonces en la
gran Proconsular, tribus cuya importancia numérica y su
origen en las fuertes son muy variables. La cuestión de la
distribución geográfica de las tribus y pueblos ha generado
una extensa bibliografía pero ningún mapa parece poder
pretender a la exhaustividad ni a la precisión absoluta. En
África del Norte, las antiguas fuentes griegas y romanas[39]
distinguen una zona urbanizada, una zona tribal[40] donde
domina el pastoreo, así como una zona meridional poblada
de nómadas, llamada Getulia. Esta distinción fue
consagrada por la historiografía.[41] Los romanos ejercieron
un control rápido sobre la priemra y la segunda zonas, pero
poco dominarion la tercera por lo cual se hace necesaria una
distinción entre provincias romanas de África y ocupación
romana en África. Si el lugar de la civilización urbana en
África del Norte fue importante antes y después de la
conquista romana, la organización tribal ocupa una
situación apreciable en el seno de las sociedades africanas.
Ciudades de la Mauritania Tingitana: Tingis, Lix(us) col(onia),
Banasa.
Las relaciones con las tribus Extraído de la Tabula Peutingeriana.

Las relaciones de las tribus con los representantes de Roma


fueron numerosas y complejas debido a la diversidad y a la especificidad de las tribus y de las actitudes del poder
romano. Una separación entre las regiones orientales —más integradas y romanizadas y donde la influencia de las
ciudades era prepoderante— y occidentales parece siempre estar marcada en las relaciones que entretuvo Roma con
las comunidades tribales. No es posible analizar seriamente las revueltas indígenas sin tomar en cuenta la
heterogeneidad de las situaciones africanas. El fenómeno fue vivido sensiblemente diferente según las provincias.
Esta disparidad obligó a Roma a tratar diversamente según los levantamientos.

El hecho principal que trastornaba la relación de las tribus con el Estado romano era el estatuto jurídico de la tierra
en la doctrina jurídica romana: in eo (provinciali) solo dominium populi Romani est vel Caesaris.[42] El conjunto de
las tierras de África estaba integrada al ager publicus, lo que trastorna las relaciones tradicionales y las costumbres,
en particular para las tribus nómadas. Cuando un poder real estaba presente localmente, se establecía una relación de
fidelidad directa que se traducía por impuestos en especia o dinero, o por un servicio armado, y no por la atribución o
el control de las tierras. Es la relación del grupo a la tierra lo que estaba amenazado. Dado que, en virtud de la
doctrina romana, el poder romano podía decidir sobre la propiedad de las tierras, y no dudaría en limitar los
territorios ocupados. Las tierras era el objeto de agrimensura desde el reino de César y eran también sometidas a la
jurisdicción romana. Las políticas de acotamiento, de terminatio (deslinde) y de delimitación seguían generalmente.
Se derivó una nueva disposición institucional: la tribu puede verse reconocida en un estatus, incorporada a una
ciudad vecina, donde la civitas podía ser acordada parcialmente a ciertos miembros de la tribu. La cuestión del
desplazamientode poblaciones es, sin embargo, discutida. Los romanos experimentaron la necesidad de controlar a
los hombres gracias a los intermediarios: los prefectos de las tribus o de tribu (praefectus gentis) a menudo
descendiente de la orden ecuestre. Los jefes integrados podían también recibir el título de princeps. Estos
intermediarios permitían a veces la aparición de una aristocracia mixta y abrían la vía para la municipalización.
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Los levantamientos de las tribus moras


Los levantamientos de tribus indígenas en África no era un hecho nuevo en el siglo III. Además de los campos
militares permanentes, el envío de destacamientos de legiones romanas, desde el siglo II, no era raro para encauzar
las revueltas recurrentes de las poblaciones autóctonas o gentes, en particular aquellas de los moros que disfrutaban
su poder con relativa autonomía. Estos eventos iban, sin embargo, a tomar una nueva dimensión en los años
250-260. En 253-254, una ola de insurrección partió de Mauritania Cesariense y alcanzó la Proconsular. Los actores
de esta revuelta fueron generalmente los pueblos que, viniendo del interior de las tierras, estaban menos tocados por
la romanización. El levantamiento fue rápidamente reprimido.[43] Fue en el oeste del África romana donde el imperio
encontró la mayoría de los problemas. En Mauritania Tingitana, debió dar rpueba de diplomacia al firmar los
tratados de paz fœdus, i —con las tribus. El gobernador de la provincia se reunía regularmente con los bacuates,
principal tribu de la región. Asociada a los macenitas o aún con los bávaros, esta tribu constituyó una importante
muralla contra la romanidad. El Imperio debía perder su control sobre ciertos territorios, no contrando más que el
litoral y el norte de la provincia.
Un poco más al este, en Mauritania Cesariense y en Numidia, la insurrección era más fuerte y amenazaba la región
de Auzia. La tentativa de imponer prefectos a las tribus no fue suficiente. Para remediar esa situación desfavorable,
la Legio III Augusta fue reconstituida —entre 253 y 258 según las fuentes—, pero provocó una recuperación del
bandolerismo y la inestabilidad. Prueba de esto es que el gobernador de Cesariense obtenía el cargo de dux para el
conjunto de las provincias romanas, lo que muestra la gravedad de la situación.[44] Un nuevo gobernador de
Numidia, Cornelius Macrinius Decianus,[45] intentó poner fin a la crisis hacia el 260 y se encontró enfrentado a
alianzas de tribus. Logra hacer retroceder a los bávaros que estaban aliados a los reyes locales, los Quinquegentanos
que, establecidos en el macizo montañoso de la Djurdjura, habían invadido Numidia en 253, así como a los
Fraxinenses. Las incursiones bárbaras que habían devastado una buena parte de Numidia fueron finalmente
contenidas, y los opositores a la hegemonía romana tuvieron que retroceder poco a poco.[46] El África Proconsular
fue la menos tocada por las revueltas, sin embargo no estaba bajo el dominio exclusivo de los romanos. En
Tripolitania por ejemplo, fue generalmente el sistema de delegación quien hizo acto de presencia. Opuestos a los
ataques violentos en el oeste de África, los romanos prefirieron dejar una cierta autonomía a los autóctonos,
preservando su influencia sobre la región. En algunas regiones, como en Byzacena, Roma mantuvo un control casi
total.

Hecho urbano y cultura urbana


La difusión de una cultura urbana y cívica en África fue empezada mucho antes de la conquista romana. Esto se sabe
por los testigos arqueológicos y epigráficos tan ricos como diversos a propósito de los cuales se puede hablar de
"Áfricas" y del carácter plural de su urbanización.[47] Sin embargo, en el origen de este desarrollo se encuentra un
factor común, la conquista y las nuevas relaciones —políticas pero también económicas y sociales— que la misma
suscitaba. Se puede situar el apogeo de la civilización urbana en el África del norte en el segundo y primer tercio del
tercer siglo. Estaba unido a la prosperidad que vieron las provincias hasta la época severina, debido en parte al
desarrollo del mercado de aceite africano.
Es necesario distinguir el desarrollo y la densificación de la red urbana y la romanización jurídica, concesón de un
estatuto jurídico por decisión imperial a las comunidades más o menos integradas al imperio.[48] La ciudad de los
asentamientos africanos fue caracterizada por una intensa actividad de sus élites, en particular en el marco de las
políticas de evergetismo.[49] Esta práctica permitió medir la permanencia de los barrios hasta la segunda mitad del
siglo III, cuando el Imperio vio una serie de crisis estructurales.[50]
África romana 11

La sociedad y la élite municipal


Desde el primer siglo, existió en África una "burguesía"
municipal rica y poderosa pero fue solamente a partir del
periodo flaviano que aparece a la vista y lo esencial de su
expansión se sitúa en el siglo II y a principios del siglo III,
periodización que se encuentra en otras provincias
occidentales. Más que en cualquier otra región del Imperio,
las ciudades africanas codiciaban y se enorgullecían de las
promociones municipales, más aún después del Edicto de
Caracalla.[52] La romanización de los modos de vida se
ilustró en una arquitectura urbana audaz[53] y una práctica
[51]
de las instituciones (asamblea del pueblo, curias y senado Inscripción bilingüe —latino y púnico— del teatro de
Leptis Magna, Siglo I, hacia el año 1-2, ofrecido por un notable
local) y de las magistraturas latinas.
de la ciudad.

Principales ciudades
• Auzia
• Bulla Regia
• Cartago
• Cirta
• Dougga
• Hadrumetum
• Pupput
• Hippo Regius
• Iol Caesarea
• Columnata
• Leptis Magna
• Leptis Minor
• Madaura
• Mactar
• Melilla
• Musti
• Pupput
• Rusadir
• Rusicade
• Sabratha
• Tébessa
• Thapsus
• Thysdrus
• Timgad
• Tingis
• Thuburbo Majus
• Sufetula
• Útica
• Volubilis
• Zilil (Dchar Jedid)
África romana 12

Ciudades y campamentos de África romana.

La economía africana

El África de las campañas


El África del Norte fue considerada por mucho tiempo como
una tierra particularmente rica y como una tierra de talentosos
agrónomos a la imagen de Magon. Su divinidad tutelar,
África, tiene por emblemas la cornucopia y el celemín de trigo
(modius) a sus pies. Desde el reino de Masinisa, una
agricultura comercial se dessarrolló en África. A los ojos de
los conquistadores, esta tierra de cereales debía nutrir al
pueblo romano. La producción se vuelve rápidamente de
excedentes, fuertemente alentada por Augusto y sus sucesores.
Las tierras del oeste exportaban su producción hacia el resto
de la cuenca del Mediterráneo y el trigo africano proveía las [54]
Prensa de aceite o de vino de Sufetula.
dos terceras partes del anón destinado al abastecimiento de
Roma.[55] África estaba provista también de una arboricultura
rica y variada en la que se encontraban viñas, olivos, granados y plantaciones de oasis. Los cultivos locales eran
también importantes (trufas, guisantes, legúmbres) pero la policultura era a veces sacrificada para beneficiarse de la
cultura del trigo necesario a las urbes.

Durante el periodo romano, las tierras africanas vieron sus rendimientos crecer y las tierras del sur y del oeste fueron
puestas en relieve. Las zonas más antiguas de cultivos —emporia de Tripolitania y territorio de Cartago— fueron
también transformadas por el desarrollo de cultivos de exportaciones más lucrativas. Así, la producción de frutas
pasó de la Proconsular de alrededor de 840,000 quintos de trigo por año a la época Cesariense a casi nueve millones
de quintos bajo Nerón.[56] El valle del Medjerda, el interior de Hadrumetum, la región de Cirta, de Numidia Sitifense
y las planicies ed Volubilis fueron incorporados a la cultura cerealista.
Los convoys de trigo eran descargados en Ostia por una corporación de armadores privados, el colegio de los
navicultores de África (navicularii africani), reorganizados por Cómodo en els egundo siglo en classis Africana
Commodia. Este domini navum Afrarum universarum elevó en Ostia edificios honoríficos.[57] Sin embargo, parece
que la prosperidad comercial africana no vio verdaderamente la luz sino hasta el final del Siglo I con el desarrollo de
la oleicultura y en una menor medida de la viticultura.[58] Las ricas tierras cerealistas de Bagrada, cultivos de
tradición prerromana, a veces en las manos de aristócratas romanos, eran valoradas por los arrendatarios
África romana 13

—conductores— unidos a Roma por el vectigal. Las ciudades poseían también numerosos dominios, a semejanza de
Timgad.[59] El saltus de las altas planicies, sometidas al régimen del colonato, fue cultivado por una población
indígena reducida a la servidumbre.[60] La actividad de los arrendatarios estaba enmarcada por el consuetudo
manciana o lex manciana —permitiendo valorar las tierras no cultuvadas sin imposición— que permaneció en vigor
hasta la época vándala, como lo atestiguan las Tablas Albertini.

El artesanado y los intercambios


Entre Ostia y África se puso en marcha una intensa red de intercambios en el que la cerámica constituía el producto
faro. La producción de ánforas - para el comercio de aceite y vino - y de vajillas está también comprobada pero la
documentación está incompleta fuera del África proconsular. Dicha producción es la prueba del dinamismo de los
intercambios pero también de las producciones agrícolas africanas hasta la época vándala pues las excavaciones
arqueológicas han permitido encontrar un gran número de artefactos de Byzacena, de los puertos mediterráneos hasta
los límites renanos. El análisis estratigráfico del Montre Testaccio de Ostia señala que las ánforas africanas
sobrepasaban en número a las de Bética a partir de los años 170.[61]

Letras y artes
El África fue dotada en Roma de una reputación de tierra de
cultuvos, y si frecuentemente los excesos de ornamentación de la
prosa africana (tumor Africus, literalmente la "exageración africana")
eran objeto de burla, la arqueología y la historia literaria confirman y
apoyan el hecho de que las provincias de África tenían en su seno
una población preocupada por las artes y las letras, por su enseñanza
y su difusión.[62] En las estelas y los arcos triunfales, los sarcófagos
y las artes decorativas triunfa un estilo nuevo, extraño a los cánones
greco-romanos y que Gilbert Charles Picard ha llamado el "barroco Mosaico de la Domus África de El Djem.
africano"; estas formas donde se conjugan el sensualismo y rasgos
patéticos debieron inspirar el arte bizantino.[63]

El África romana desarrolló un gusto pronunciado por el mosaico, este "arte particularmente africano, pues en
ninguna otra región el hábito de los pavimentos historiados estuvo tan extendido".[64] En las reproducciones de la
vida diaria, bucólicas, de las actividades artesanales y agrícolas,[65] se mezclan en las numerosas obras en las que se
ha podido conservar el trazo, el vigor de los préstamos literarios en el mundo latino y oriental.[66]

Arquitectura
El arquitectura en África no se comparaba con el «estilo italiano». Un claro ejemplo de esto era el Anfiteatro de El
Djem, construido por el procónsul Gordiano en 238,[67] que no respetaba el estilo arquitectónico de Italia:[68] era más
pequeño, su tamaño, tanto interior como exterior, era demasiado inconvicente con respecto al Anfiteatro Flavio. El
anfiteatro de El Djem fue construido como una demanda a los supresores romanos que tenían el control sobre
África.[69] Las obras arquitectónicas hechas en África no corrían bajo las órdenes del emperador romano.[70] Todas
las obras hechas eran un desafío a la autoridad romana;[68] al construirse, se trataba de provocar una revuelta contra
el imperio.[71]
Asimismo, una de las piezas arquitectónicas más ingeniosas es un chalet descubierto a cinco metros de profundidad
donde ciertas personas podrían refrescarse del inmenso calor que sofocaba durante el día.[72] Por lo regular, esta se
localizaba cerca de una Domus.[72] Las excavaciones recientes demuestran que no era únicamente por su
profundidad que el lugar poseía frescura, sino también debido a una técnica aisladora térmica. Las bóvedas se
encontraban conformadas por bóvedas que poseían cámaras de aire; éstas se encontraban construidas con arcillas y
África romana 14

formaban tubos que estaban entre cada uno de los pisos del chalet.[73] En un principio, estas mansiones servirían para
que fuese un hogar para ciegos; sin embargo, los propietarios las usaban como centros de fiestas donde se invitaban a
las figuras políticas más importantes. El comedor de este lugar era la parte más lujosa, a pesar de tener la forma de
un burdel.
El foro, así como la basílica que lo dominaba, eran los centros de decisión política donde se discutían y se aprobaban
resoluciones, como por ejemplo, las medidas políticas sobre las tribus vecinas. El foro era erigido a imagen y
semejanza del capitolio romano. Asimismo, cerca del foro, había un templo dedicado a la tríada romana: Júpiter,
Juno y Minerva.[74] La gran mayoría de las Domus tenían en su interior objetos bañados de bronce. Pero, la Domus
más famosa ubicada en el África era la Casa de Venus; en ella se encuentran algunos de los mejores mosaicos del
norte de África.

Literatura
El vigor de las Letras en África es tal que entre el Siglo II y el Siglo IV, Cártago aparece como una capital cultural
en la que las producciones literarias infunden novedades y frescura en el conjunto del mundo romano. He ahí el
resultado de largos años de prácticas de las bibliotecas,[75] de las lecturas públicas, de intercambios incesantes con el
corazón del Imperio y de influencias helénicas. Los cartagineses difundieron así su gusto por la gramática y la
retórica en la mayor parte de las provincias africanas. Los más dignos representantes de esta corriente son Florus,
Sulpicius Apollinaris, Nonius Marcellus, Terentianus conocido como el Moro, y Frontón.

Cultos y prácticas rituales


Es delicado inventariar el conjunto de los cultos tradicionales presentes en el África romana. Con la conquista
romana, la religión romana antigua y las religiones tradicionales de África, líbicas y púnicas, fueron objeto de la
reinterpretación y de la manifestación del sincretismo. Una manifestación de estos fenómenos es ilustrada por el
culto africano por excelencia, es el de Saturno llamado el africano que ocupa un lugar central en el panteón. El culto
de Saturno dejó una importante documentación epigráfica y arqueológica. Representa, según Marcel Le Glay y para
el África romana, "la mejor expresión de su africitas".[76] Bajo el ejemplo del gran dios africano, las divinidades
greco-romanas fueron asimiladas mientras conservaban sus características "nacionales". El problema de los muertos
y de su recuerdo —multiplicación de los epitafios y de las estelas en las provincias—,[77] el lugar hecho a los cultor
agrarios, uranienses y telúricos, la importancia otorgada a los dioses locales y domésticos marcaron la religiosidad
africana.[78] Los intercambios en el dominio religioso son particularmente numerosos y es constatable las
resurgencias púnicas en los cultos de las poblaciones romanizadas.[79] El África romana pasó ante los ojos de sus
contemporáneos como una tierra de magia; las prácticas mágicas estaban extendidas como en todo el imperio pero
mantenían relaciones privilegiadas con los numerosos aspectos sociales.[80] El culto imperial conoció desde la época
agustina un gran vigor en la región, de manera paralela al culto africano.
África romana 15

Conversión al Cristianismo
Según Claude Lepelley, el cristianismo occidental latino nació en
el África Septentrional. A mitad del Siglo II, las comunidades
cristianas eran ya numerosas y dinámicas. Durante el Siglo IV,
África vio el nacimiento de Agustín de Hipona, padre de la Iglesia
cuyo pensamiento iba a ser una influencia determinante sobre el
occidente cristiano durante la Edad Media y la Edad Moderna.[81]
Sin la documentación completa, es difícil reconstituir las etapas y
los lugares de difusión que precedieron la llegada de los cristianos
en las provincias africanas. Además, son esencialmente las fuentes
cristianas —notablemente aquellas de Tertuliano— las que
permiten retrazar la historia de la iglesia africana durante el Siglo
III, presentando evidentemente un problema de objetividad. Más
allá, la mayoría de las fuentes de la época son cartaginesas.[82]

Se sitúa la aparición de los primeros cristianos en África antes del


año 180. El primer documento que nos permite aprehender el
Tertuliano, escritor que basó la mayoría de sus obras en
cristianismo en África son las Actas de los mártires de
el tema cristiano. Convirtiéndose en casi un teólogo.
Scillium.[83] Ampliamente minoritarios, los cristianos adoptaron
desde el inicio una actitud ofensiva para propagar su fe y se
dirigieron sin mucha aprehensión hacia un conflicto abierto con el poder imperial politeista. La historia de los debuts
del cristianismo en África está estrechamente relacionada a la persona de Tertuliano. Nacido de padres paganos,
entra en la comunidad cristiana de Cártado hacia el 195 y se vuelve cercano a la élite municipal, que supo protegerlo
de la represión de las autoridades. Habiendo recibido el sacerdocio, se dedicó en sus primeros escritos a luchar para
que la iglesia cristiana fuera reconocida oficialmente por el Imperio. Se puede hablar, a continuación de Tertuliano,
del "cristianismo africano" ya que éste adopta un carácter específico, siendo distingudo por su intransigencia. A fin
de anclarse en la vida africana, la doctrina cristiana, a través de los escritos de Tertuliano, buscó emanciparse de
todas las instituciones paganas que estructuraban la sociedad romana de la época. Se debe ver más en este trabajo de
escritura una transcripción y una valoración de los problemas específicos de una nueva comunidad que la voluntad
de un hombre de imponer a los fervientes creyentes una doctrina que no les convenía.

Los cristianos rehusaron participar en numerosas ceremonias que fundaban la vida cívica. En su obra De la idolatría,
Tertuliano precisa la naturaleza de las actividades desaconsejadas a los cristianos: debían, los más ricos, rehusar
participar en la vida política de la ciudad ocupando cualquier puesto y rehusar cualquier labor agrícola que pudiera
proveer de productos y animales a las sedes de los sacrificios. Los cristianos ya no debían ejercer el profesorado que
les obligaría a enseñar los mitos y cultos paganos.[84] Pero lo que separa y opone más a las autoridades romanas y a
la comunidad de cristianos, es sin duda alguna el hecho de que estos últimos rehusaron servir en el seno de la armada
del imperio. Tertuliano subraya la dificultad de conciliar el juramento militar con aquel pronunciado durante el
bautismo.[85] Además de la omnipresencia de los ritos paganos en la vida militar, el dilema más grande para los
cristianos fue la probabilidad de matar a sus adversarios durante los combates, cosa incompatible con el mensaje
evangélico. Esta elección, tanto política como religiosa, estuvo en el origen de conflictos a veces violentos. Los
cristianos eran acusados de poner en peligro a la ciudad cuando su negación al servicio militar tenía lugar durante un
periodo que necesitaba la presencia de soldados. Esto trajo sanciones que llegaban hasta la pena de muerte,
permitiendo que la situación de mártir fuera muy específica a la religión cristiana.[86]
La multiplicación de los mártires, de sus cultos y de sus relatos, como el mártir de Perpetua y Felicidad, fue uno de
los rasgos que marcó el cristianismo africano.[87] Tertuliano mismo preconiza el sufrimiento y el martirio como
resultantes en la salvación,[88] acarreando elecciones suficientemente elocuentes por parte de los cristianos: algunos
África romana 16

escogieron muertes "heroicas", combatiendo por ejemplo contra los guerreros egipcios. El martirio se volvía un acto
de resistencia y de memoria, inscrito en un calendario conmemorativo, zócalo del calendario cristiano. A través de
esta base doctrinal extremadamente estricta y difícil de defender frente a una población que no comprendía la mayor
parte del tiempo la elección de los cristianos, Tertuliano buscó evitar que su comunidad se mezclara con los ritos y
costumbres paganas a fin de guardar toda su especificidad y de preservar sus oportunidades de eclosión. Por lo tanto,
no quería alejarse de la vida de la ciudad, mucho menos de la del imperio.[89] Amó al imperio y estaba convencido
de sus ventajas en las provincias africanas.
Los cristianos ayudaron, vía su necesidad intransigente a la vez de demarcación y de afirmación al seno de la
sociedad africana, a instaurar un clima de tensión entre ellos y el resto de la población, pero sobre todo con el poder
imperial que enfrentado a esta amenaza de división no tardó en reaccionar. La doctrina cristiana que puso pie en
primer lugar sobre las costas africanas se desarrolló después al interior de las tierras. Si no se sitúa precisamente la
ciudad de la cual son originarios los mártires de Scillium (en la región de Cártado), los de Madaura, Miggin y
Namphamo, tuvieron lugar en la misma época: los cristianos conocieron a sus primeros mártires en un contexto
político y, al mismo tiempo, religioso en constante evolución. El Siglo III vio una fragilización importante de los
fundamentos religiosos del poder imperial. Considerado como protegido de los dioses, el mito del emperador que se
sitúa sobre los hombres fue puesto en duda por los paganos, en particular después de la muerte de Decio en combate,
en 251. Los culpables fueron rápidamente encontrados: por su impiedad, los cristianos fueron acusador de haber
provocado la cólera de los dioses.
Decio mismo había ya instaurado esta noción de "chivo
expiatorio" durante lo que se conoce como la "persecución de
Decio", de 249 a 251. La persecución romana, el primer ataque
oficial contra la iglesia africana, fue ratificado por un edicto
promulgado desde el 249 que obligaba a los cristianos a orar por la
salud del emperados y a proceder a los sacrificios o a las
libaciones. Esta noticia forzó a los critianos a tomar una opción.
Muchas actitudes fueron cambiadas: algunos siguieron las
consignas de las autoridades relevadas por las ciudades africanas y
se adhirieron al edicto, sacrificando incluso animales —cosa
formalmente prohibida por su dogma—; otros para los que era
inconcebible renegar del Evangelio prefirieron huir; otros
escogieron hacer público su descontento, poniendo su vida en
peligro. La autoridad romana, mientras formulaba el edicto,
dividió a la comunidad cristiana, que siguiendo a esta crisis
muestra aún su intransigencia. Aquellos que cedieron a las
demandas de Decio y participaron en las súplicas —los lapsi—
fueron mal recibidos por los "resistentes" en el momento de su
Galieno fue más tolerante que su padre, Valeriano, con
reintegración. Los prelados que "pecaron" fueron, en su mayoría,
los cristianos. Éste logró una pequeña paz para el
Cristianismo, hasta que llegó al poder Diocleciano.
perdonados pero no pudieron volver a sus funciones. La
persecución engendró una crisis tal al seno de la iglesia africana
que el concilio de Cártago propuso, en 256, rebautizar a los que habían caído en falta a fin de volverlos puros de
nuevo. Esto fue cortado violentamente por el obispo de Roma ya que este doble bautizo es inconcebible, pues le resta
credibilidad al rito sagrado y único del obispo.

Después de un breve periodo de calma, las persecuciones recomenzaron en 257 bajo la impulsión de Valeriano. Este
senador romano, cercano a las élites hostiles al cristianismo, empleó una nueva táctica para debilitar a los cristianos.
Decidió cortar la élite cristiana desde la base. Sus gobernadores de provincia tuvieron que exiliar a todo obispo o
clérigo que se negara a practicar los ritos de sacrificio. Así, Cipriano de Cartago, gran figura del cristianismo
África romana 17

africano, fue exiliado; otros fueron condenados a las minas. La persecución se tornó sangrienta un año más tarde,
cuando Cipirano y otros clérigos, víctimas de nuevas medidas romanas, fueron condenados a muerte y decapitados.
Tuvo que llegar la muerte de Valeriano en 260 para que la calma reinara de nuevo en África. Su hijo Galieno se
mostró más conciliador: detuvo las persecuciones contra los cristianos y promulgó un edicto de tolerancia: La
pequeña paz de la Iglesia.[90] Esta cohabitación pacífica permitió a la iglesia africana desarrollarse en las provincias
y aumentar el número de fieles. Diocleciano, en 284 al comienzo de la Tetrarquía, provocó el retorno de las
persecuciones (303-304), que fueron aplicadas con menos celo que en otras regiones del imperio, tuvieron que
enfrentarse a la crisis donatista.[91] La conversión de Constantino permitió a las iglesias locales desarrollarse.

Del África romana al Magreb árabe


El África romana escapó a las grandes invasiones del siglo V hasta
el 429, cuando los vándalos de Genserico desembarcaron en las
costas de Mauritania. En 439, se adueñaron de Cartago y crearon
un reino que dominó al África proconsular, la Byzacena, la
Numidia, la Mauritania sitifense y una parte de la costa de la
Mauritania cesariense. Los Vándalos, poco numerosos, se
instalaron alrededor de Cartago y en este territorio confiscaron una
parte de los dominios de los grandes propietarios y de los bienes
de la iglesia, que les había dado a sus obispos arrianos. La
oposición religiosa de un clero africano niceno, poco proclive al
compromiso, estaba viva y la represión vándala culminó en las
deportaciones de obispos y la confiscación de todos los bienes de
la iglesia en 484 (fueron restituidos en 495 como medida de
alivio).[92] A pesar de este conflicto con las élites locales, los
Vándalos no destruyeron la cultura romana: siendo testigos las
tablas Albertini, recogidas en 1928 a una centena de kilómetros al
Justiniano regresó a África al mundo romano, pero
durante un poco tiempo, pues posteriormente, Roma
sur de Tebassa. Esta serie de actos notariados establecidos entre
caería en decadencia y desaparecía el Imperio que un 493 y 496 fueron redactadas según los formularios del derecho
día fue el más poderoso. romano, en un latín mezclado con palabras bereberes y emplearon
las unidades monetarias romanas. Las partes y los testigos que
podían lo hicieron en latín y algunos portaban títulos romanos: magister, flamen perpetuo, presbyter.[93]

El resto de la Mauritania fuera de la dominación vándala se fraccionó rápidamente en una serie de principados
bereberes independientes: reino de Altava, reino del Ouarsenis, reino de Hodna, reino del Aurés, donde la romanidad
y cristiandad se perpetuaron aisladamente[93] A principio de los años 480, la noticia de las provincias y ciudades de
África censaron 166 obispos para las Mauritanias Sitifense y Cesariense.[94] Bajo el reino del emperador Justiniano,
África regresó al mundo romano con la reconquista del reino vándalo en 533-534, después de la retoma de control de
las tribus bereberes de Numidia y de la costa mauritana hasta Caesaria (Cherchell, así como de la región de Tingis.
Lucien Musset realizó el balance del siglo de la dominación vándala: el África romana perdió lo mejor de sus fuerzas
espirituales y de su clase dirigente, así como una buena parte de sus territorios periféricos.[92] Una Áfrique romana
reducida renace. Se cubrió de fortificaciones bizantinas y regresó a un periodo de prosperidad económica durante el
Siglo VI.

Los principados moros conservaron su independencia, aún con un cristianismo activo: los textos mencionan los
concilios locales en 525 y 646. Las epigrafías cristianas aparecieron en Altava hasta 599, en Tlemcen hasta 651 y en
Volubilis hasta 655.[94] Después de una primera incursión en Sbeitla en 643, la conquista y ocupación árabe
comenzó por la fundación de Kairuán en 670. Cartago cayó en 698, Ceuta en la otra punta de África en 709, la
África romana 18

antigua provincia de África se convirtió en Ifriqiya. Los bereberes cristianizados, dirigidos notablemente por Kahina,
resistieron vigorosamente, adueñándose de Kairuán del 683 al 686. A partir del Siglo VIII después de la conquista
árabe, la información acerca de la sobrevivencia de la cultura y de la religión romana es muy rara. Las poblaciones se
convirtieron al islam, religión del poder dominante, pero lo que se ignora es a qué ritmo. Según Antonino Di Vita, la
persistencia del púnico en las campañas, señalado en el tiempo de Agustín de Hipona, explicaría en parte una rápida
asimilacion por los conquistadores que compartían un fondo cultural semítico común.[95] Sin embargo, esta
conversación fue caótica: según Ibn Jaldún, los bereberes apostataron hasta doce veces en setenta años, mientras que
otros abrazaron en el Siglo VIII el jariyismo, una forma de islam disidente, puritana e igualitaria, rebelde al califato.
Las poblaciones cristianas subsistieron y se encuentran aún epitafios del Siglo X y del Siglo XI redactados en latín
en Tripolitania y en Kairuán, pero las cartas de los papas León IX y Gregorio VII no nombran más que a cinco
obispos africanos en 1053 y dos en 1076.[94] Al final del Siglo XI, los últimos rastros romanos se extinguieron. Del
África romana subsisten esencialmente numerosos vestigios arqueológicos, yendo desde los espectaculares
monumentos de El Djem, Leptis Magna y Sabratha, hasta los sitios más modestos dispersos en las campañas del
norte de África.

Debates historiográficos y fuentes

Historiografía antigua
Las primeras fuentes sobre el África romana pertenecen a Dion
Casio donde comenta la gravedad de asuntos con los africanos, y
los problemas que se enfrentaban en el territorio del norte de
África.[96] Asimismo, describe a un grupo de pueblos que
denomina los "Gétulos"; que se resistían a la autoridad romana de
nombrar como rey en Mauritania a Juba II.[96] Conerlius,
procónsul de África, cita cómo es enviado para controlar el clima
de inestabilidad y conseguir el triunfo.[97] [98] Plinio rescata en una
de su obra Naturalis Historiæ una descripción sobre los "Gétulos",
calificándolos como "habitantes de los antiplanos del Sáhara".[99]

Lucio Anneo Floro, en su obra Compendio de la Historia Romana,


describe cómo Balbus, alrededor del 19 a. C., se dirige contra una
oleada de garamantes,[100] lo que indicaba problemas en la
autoridad romana sobre los territorios africanos. Balbus, a causa de
esto, atacó posesiones garamantes, musulmanes y gétulos. Plinio,
como la mayoría de fuentes que narran la ocupación romana en
África, emplea un tono triunfalista y poco fiable al declarar como Busto de Juba II, quizá, uno de los primeros
[96]
triunfante a Balbus.[101] Todo esto, sucediendo durante el reinado gobernantes en el África romana.

de Augusto.[102]

Tácito, en su obra Anales, califica la autoridad de Tiberio en África como mejor organizada.[103] Sin embargo, la
guerra fue inevitable, pues los nativos querían recuperar sus tierras. Tacfarinas, según Ptolomeo, usó la diplomacia
para atraer gente y luchar contra los romanos; sin embargo, perdió.[104] Asimismo, la guerra continuó. Durante esta
Tiberio mandó a la legión IX Hispana desde Panonía hasta África; a pesar de que Tacfarinas planteó al emperador la
obtención de tierras para sus guerreros con tal de finalizar la contienda.[105]
Quizá los primeros historiadores en dar mención de un control romano sobre África fueron Tácito, Plibio, Floro y
Dion. Sin embargo, Suetonio y Aureliano recopilaron información sobre el África bajo la Dinastía de
Julio-Claudio.[106] [107] África durante el régimen de Clodius Macer y de la Dinastía Flavia fue recopilado por
África romana 19

Tácito.[108] [109] Así com también por Plinio.[101] Herodoto y Zósimo recogen la historia de África bajo el mandato
de Marco Aurelio, Cómodo y Septimio, así como también de Diocleciano, Maximiano y Gordiano.[110]

Historiografía moderna
La historia de la implementación romana en África es
compleja y la historiografía del África romana ha
sufrido de manera larga una comparación establecida
entre colonización antigua y colonización moderna,[111]
analogía a veces "invertida" según la fórmula de Yvon
Thébert.[112] En los años 1830, en un contexto colonial,
el estudio del pasado romano en la región fue la caza de
investigadores, diplomáticos, militares y religiosos
franceses preocupados por el estudio del patrimonio
romano. Esta historiografía fácilmente colonialista
francesa revela de entrada sus intereses ideológicos,
políticos y, sobre todo, económicos. Los franceses se
Capitolio de Thuburbo Majus, hacia 1930. Un ejemplo de la vuelven los herederos del poder romano en la región y
arquitectura en África, legado de Roma.
con la ayuda de investigadores, buscan construir un
modelo de conquista en una tierra con reputación de
indócil. Algunos trabajos históricos se presentaron entonces como una justificación de la colonización. Se trató de
ponerse en una situación de igualdad con el conquistador romano. La historia militar ocupa entonces un lugar
primordial en los estudios sobre la región y un número de ensayos y de monografías fueron el objeto de los oficiales
franceses.[113]

Para los miembros del clero católico, el África es una tierra de misión así como la cuna de un cristianismo marcado
por la presencia de Agustín de Hipona. La arqueología y la epigrafía se desarrollan con el apoyo de la armada, de los
eruditos y de las autoridades locales para competir en sus colonias con la historiografía alemana. Así en 1855, Louis
Rénier, bibliotecaria de la Sorbona, entrega las Inscripciones latinas de Argelia, corpus de 4,400 documents
epigráficos.[114] Después de la descolonización, el discurso histórico, los temas y los objetivos de su escritura, parece
"invertirse" en los trabajos universitarios franceses y magrebinos, para tomar el lado "africano", sin separarse
totalmente de la problemática precedente. El combatiente argelino es comparado con la resistencia berebere. El
subdesarrollo del país se pone en paralelo con la riqueza de Roma o de Francia, quienes explotan la región. El
término de "resistencia", connotado positivamente a partir de la Segunda Guerra Mundial, juega su papel. El estudio
de las formas de la resistencia a la romanización se desarrolla, en particular, la "resistencia religiosa" africana.[115]
Hoy, la investigación intenta salir de esos discursos antagonistas y a veces maniqueos para medir la profundidad de
la romanización. Como lo remarcaba Pau Corbier, "estudiar al imperialismo romano como un modelo que
prefiguraría al imperialismo contemporáneo, es natularmente falsear las perspectivas de la investigación y negar toda
especificidad a la historia africana"».[116] La investigación trabaja más sobre las complementariedades que sobre las
oposiciones estrictas.[117] Las investigaciones recientes buscan por un lado reemplazar la historia de estos territorios
en un contexto mediterráneo y por otro lado evaluar la especificidad de las culturas africanas en el marco
imperial.[118]
África romana 20

Véase también
• Antigüedad tardía
• Comercio en la antigua Roma
• Costumbres de la Antigua Roma
• África (provincia romana)
• Historia de Túnez
• Historia de Argelia
• Historia de Marruecos
• Historia de Libia
• Historia de Cartago

Referencias
[1] En su Collectanea Rerum Memorabilium, el historiador Cayo Julio Solino brinda una descripción geográfica de África desde el punto de vista
romano: "En Zeugitania comienza África, enfrentada a Cerdeña por el cabo de Apollon y por el cabo de Mercurio, en Sicilia. Se extiende
sobre dos promontorios, de los cuales uno es denominado el cabo Blanco y el otro, que se encuentra en la Cirenaica, el cabo Phyconte. Por el
golfo cretense, sobresale del lado de Tenaris en Laconia. Por las arenas de Catabathme, ingresa a Egipto, en la parte adyacente a la Cirenaica,
y se prolonga entre las dos Syrtes (…)" ( II, 18 (http:/ / remacle. org/ bloodwolf/ erudits/ solin/ deux. htm)); Plinio, Historia natural, libro V
(http:/ / www. mediterranees. net/ geographie/ pline/ livre5. html)
[2] Ver sobre este punto: Claude Lepelley. "Deux ruptures dans l'histoire de l'Afrique romaine: les Flaviens et les Vandales". Pallas, 68, pág. 49.
[3] Philippe Noirel, L'invention du marché, Seuil 2004, p.133
[4] Florus, Abrégé de l'histoire romaine, Livre III, XIV
[5] Jean-René Jannot, Rome, des origines à Auguste: un survol, Clio.fr (http:/ / www. clio. fr/ BIBLIOTHEQUE/
rome_des_origines_a_auguste__un_survol. asp)
[6] Philippe Contamine, Marc Bompaire, Stéphane Lebecq, Jean-Luc Sarrazin, L'économie médiévale, pages 23-26
[7] Marcel Le Glay, « Les Flaviens et l’Afrique», Mélanges de l’École française de Rome, tome 80, 1968.
[8] Ver por ejemplo Tito Livio, Histoire romaine, libro XXXVI, 3
[9] Florus, Abrégé de l’histoire romaine, II, 6.
[10] François Décret et M'hamed Fantar, L’Afrique du Nord dans l’Antiquité. Histoire et civilisation (des origines au Ve siècle), Bibliothèque
historique Payot, Paris, 1981; Gabriel Camps, « Jugurtha», Encyclopédie berbère, XXVI, 2004, p. 3975 - 3979.
[11] Paul Corbier, « Hercule africain, divinité indigène», Dialogues d'histoire ancienne, 1974, No. 1, p. 96; Tadeusz Kotula, « Les Africains et la
domination de Rome», Dialogues d'histoire ancienne, 1976, No. 2, p. 339.
[12] Claude Lepelley, Rome et l'intégration de l'Empire, « L'Afrique», p. 75; Dion Cassius, Histoire de Rome, XLII, XLIII.
[13] Marcel Le Glay, « Les Flaviens et l'Afrique », Mélanges d'archéologie et d'histoire, 1968, v. 80, p. 202 (http:/ / www. persee. fr/
pageAsPDF/ 606284/ page_mefr_0223-4874_1968_num_80_1_T1_0202_0000. pdf)
[14] [[Galba (http:/ / bcs. fltr. ucl. ac. be/ TAC/ HistI. html#6)] confió al procurador Lucceius Albinus el encargo de reprimir la revuelta e hizo
asesinar al legionario; Tacite, Histoire, I, 6, ]
[15] Marcel Le Glay, « Les Flaviens et l'Afrique», article cité.
[16] « Poste de surveillance et foyer de vie romaine en pays musulame», Marcel Le Glay, « Les Flaviens et l'Afrique», artículo citado p. 222
[17] Marcel Le Glay, « Les Flaviens et l’Afrique», Mélanges de l’École française de Rome, tomo 80, 1968.
[18] Christophe Hugoniot, Rome en Afrique, op. cit., capítulo 5.
[19] Pierre Lambrechts, La composition du Sénat romain de Septime Sévère Dioclétien (193-284), 1937, p. 84.
[20] Tesis controvertida propuesta por el historiador Anthony R. Birley.
[21] Sobre la africanitas del emperador, se puede consultar la biografía que le ha consacrado (en inglés) Anthony Richard Birley, Septimius
Severus, the African Emperor, Routledge, 1999
[22] Philippe Richardot, « La Défense de l'Afrique romaine » (http:/ / lunis1. free. fr/ spip. php?article9)
[23] Jean-Marie Lassère, Ubique Populus, peuplement et mouvements de population dans l'Afrique romaine de la chute de Carthage à la fin de la
dynastie des Sévères (146 av. J.-C. – 235 ap. J.-C.), 1977 citado por Claude Lepelley, Rome et l’intégration de l’Empire, op. cit.
[24] Cité par Yves Mondéran, L'Empire romain tardif, 235-395, Ellipses, 2003.
[25] Herodiano, Histoire des empereurs romains - Libro VII, 10.
[26] Histoire romaine, libro VII. Sobre este punto ver también a François Jacques, « Humbles et notables, la place des humiliores dans le collège
des jeunes et leur rôle dans la révolte africaine de 238», Antiquités africaines, t. 15, 1980, pp. 217 - 230.
[27] Herodiano, Histoire des empereurs romains, libro VII, XXIV
[28] Marcel Le Glay, « Administration centrale de la province de Numidie de Septime Sévère à Gallien», Antiquitiés africaines, t. 27, 1991, pp.
83 - 92.
[29] Yann Le Bohec, La Troisième Légion Auguste, ed. CNRS, París, 1989, p.456.
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[30] Ver debajo, África romana#El Esplendor y la Afirmación del Cristianismo Africano
[31] Ver debajo, África romana#Reorganización de las Provincias bajo la Tetrarquía
[32] Yves Modéran, « Gildon, les Maures et l'Afrique (http:/ / www. persee. fr/ showPage. do?urn=mefr_0223-5102_1989_num_101_2_1651)»,
Mélanges de l'École française de Rome. Antiquité, 1989, 101-2, p. 821.
[33] Ammien Marcellin, Historia, libro XXVIII (6, 5 – 20)
[34] Yves Modéran, L'Empire romain tardif, 235-395, Ellipses, 2003.
[35] Yves Mondéran, L'Empire romain tardif, 235-395, op. cit., p. 146-7.
[36] Louis Harmand, L’Occident romain, Gaule, Espagne, Bretagne, Afrique du Nord, Payot, París, 1960, reeditado en 1970, pp 262-289
[37] Yann Le Bohec, L’armée romaine en Afrique, artículo del catálogo la Algeria antigua, expositión de 2003 del Museo de Arles
[38] Naturalis Historiæ Libro V (http:/ / remacle. org/ bloodwolf/ erudits/ plineancien/ livre5. htm) El altar de los Filenos corresponde a la actual
ciudad de Ras Lanuf en Libia en el Golfo de Sidra.
[39] Ainsi Hérodote, Strasbon, Plino (http:/ / terra. antiqua. free. fr/ PLine_Ancien5. html) o Pomponio Mela Descripción de la Tierra I, 4 (http:/
/ remacle. org/ bloodwolf/ erudits/ mela/ livre1. htm).
[40] El término gens y el nombre de la tribu es usualmente empleado al plural a la manera de las comunidades urbanas. El término puede
designar a la tribu misma o a un conjunto, un confederación de tribus. Se encuentran también los términos familia y domus para designar a los
pueblos indígenas del África romana. Sobre esta cuestión véase, por ejemplo, Jacques Gascou Jacques (bajo la dirección de), Inscripciones
antiguas de Marruecos, II, París, 1982.
[41] Ver por ejemplo, Tadeusz Kotula, «Los Africanos y la dominación de Roma», Diálogos de historia antigua, 1976, 2, pp. 337-358 (http:/ /
www. persee. fr/ showPage. do?urn=dha_0755-7256_1976_num_2_1_2748)
[42] Gayo, Institutes, II, 7.
[43] Marcel Bénabou, La Résistance africaine à la romanisation, Maspero, París, 1976.
[44] Marcel Bénabou, La Résistance africaine à la romanisation, ediciones La Découverte, 2005, p. 217.
[45] Michel Christol, « Caius Macrinius Decianus, gouverneur de Numidie, et l'histoire militaire de la province au milieu du s. III», Zeitschrift für
Papyrologie und Epigraphik, 138, 2002, p. 259–269
[46] Marcel Bénabou, La Résistance africaine à la romanisation, ediciones La Découverte, op. cit., 2005.
[47] Paul-Albert Février, « Urbanisation et urbanisme de l'Afrique romaine», Aufstieg und Niedergang der römischen Welt, II.10.2, 1982, p. 322.
[48] Ver por ejemplo, Hans-Georg Pflaum, « La Romanisation de l'ancien territoire de Carthage punique à la lumière des découvertes
épigraphiques récentes», Antiquités Africaines, IV, 1970, pp. 75-117
[49] Claude Lepelley, Rome et l'intégration …, op. cit.
[50] Xavier Dupuis, « A propósito de una inscripción de Thugga: un testimonio sobre la vitalidad de las ciudades africanas durante la "crisis" del
S. III» (http:/ / www. persee. fr/ showPage. do?zoom=0& urn=mefr_0223-5102_1993_num_105_1_1794&
pageId=mefr_0223-5102_1993_num_105_1_T1_0073_0000), Mélanges de l'École française de Rome. Antiquité, 1993, n° 105-1, p.73
[51] «Aunque el emperador César Augusto, hijo del divino Julio César, gran pontífice, padre de la patria, ejercía el poder tributario por la
vigésima cuarta vez y el consulado por la décimo tercera, Annobal Rufus, hijo de Himilchon Tapapus, responsable de las ceremonias sagradas,
hizo construir y dedicar este edificio para embellecer su patria en el amor de la concordia.» (http:/ / www3. dfj. vd. ch/ ~latin/ Images/ Lybie/
dedicace-traduction. htm)
[52] Ernst Kornemann, « Municipium», Realencyclopädie der classischen Altertumswissenschaft, XVI, 1933.
[53] Christophe Hugoniot, op. cit., p. 121.
[54] Sobre la delicada interpretación de la arqueología en este dominio, ver Jean-Pierre Brun, "Las prensas de vino de África y de Mauritania en
la época romana", África, 1, 2003.
[55] Flavio Josefo, Bellum Judaicum, II, 16, 4 (http:/ / remacle. org/ bloodwolf/ historiens/ Flajose/ guerre2. htm#_ftnref214).
[56] Son alrededor de 126,000,000 modi. Es de notar que la provincia vio un crecimiento territorial entre los dos reinos. Ver sobre este tema a
Gilbert Charles Picard, « Néron et le blé d'Afrique», Cahiers de Tunisie, n° 14, 1956, pp. 163-173. Para una síntesis sobre la cuestión de las
culturas africanas ver a François Décret, Mhamed Fantar, L’Afrique du Nord dans l’Antiquité. Histoire et civilisation (des origines au Ve
siècle), París, 1981.
[57] Maurice Besnier, « Navicularius (http:/ / dagr. univ-tlse2. fr/ sdx/ dagr/ feuilleter. xsp?tome=4& partie=1& numPage=28&
nomEntree=NAVICULARIUS& vue=image)», Dictionnaire des Antiquités grecques et romaines; [Tadeusz Kotula, « Les Africains et la
domination de Rome», Dialogues d'histoire ancienne, 1976, 2, 343 (http:/ / www. persee. fr/ showPage. do?zoom=0&
urn=dha_0755-7256_1976_num_2_1_2748& pageId=dha_0755-7256_1976_num_2_1_T2_0343_0000p. ).]
[58] Marcel Le Glay, "Les Flaviens et l'Afrique", Mélanges d'archéologie et d'histoire, 1968, nº 80, p. 231.
[59] Christophe Hugoniot, Rome en Afrique, op. cit., p. 98.
[60] Jerzy Kolendo, Le Colonat en Afrique sous le Haut-Empire, 2ª edición, Anales literarios de la Universidad de Besanzón, 1991.
[61] José Remesal Rodríguez, « L’Afrique au Testaccio », L’Africa romana XV, Tozeur 2002, Roma 2004, pp. 1077-1090. (http:/ / ceipac. gh. ub.
es/ biblio/ Data/ A/ 0401. pdf)
[62] Se puede consultar la síntesis de Catherine Salles " Vida cultural y literaria en el África romana (http:/ / www. edutemps. fr/ extrait/
EX1africoll. pdf)", El África romana del 69 al 439. Romanización y Christianización, bajo la dirección de Bernadette Cabouret, Nantes,
Éditions du temps, 2005.
[63] G. C. Picard, La Civilisation de l'Afrique romaine, op. cit. pp. 328 - 353
África romana 22

[64] Eugène Albertini, L'Afrique romaine, capítulo V (http:/ / www. alger-roi. net/ Alger/ alger_son_histoire/ afrique_romaine/ pages/
chap5_vie_intellectuelle. htm), Argel, 1955.
[65] "Battage du blé" en Dar Buk Ammera, " Travajos de los campos (http:/ / aj. garcia. free. fr/ afrique_romaine/ images/
Mosaique_Trx_Champetres_Cherchell. jpg)" en Cherchell, " Escena de caza (http:/ / www. miscellanees. com/ images/ pl020. jpg)" en
Thysdrus, " mosaico de las estaciones (http:/ / gallica. bnf. fr/ ark:/ 12148/ btv1b7702022s/ f38. item)" en Lambaesis.
[66] Dossiers d'Archéologie, "Mosaïque romaine en Afrique du Nord", n° 31, noviembre 1978.
[67] Jean-Claude Golvin, L’amphithéâtre romain, essai sur la théorisation de sa forme et de ses fonctions, p. 131
[68] Hédi Slim, « Les amphithéâtres d’El-Jem», p. 451
[69] Jean-Claude Golvin, L’amphithéâtre romain, essai sur la théorisation de sa forme et de ses fonctions, p. 209
[70] Mohamed Yacoub, Splendeurs des mosaïques de Tunisie, Tunis, 1995 (ISBN 9973-917-23-5)
[71] Ammar Mahjoubi, Villes et structures de la province romaine d’Afrique, Tunis, 2000 (ISBN 9973-937-95-3)
[72] Jean-Claude Golvin, L’antiquité retrouvée, éd. Errance, Paris, 2003 (ISBN 2-87772-266-X)
[73] Collectif, L’Afrique romaine, 69-439, éd. Atlande, Neuilly-sur-Seine, 2006 (ISBN 2-35030-002-1)
[74] FATÁS, Guillermo (dir.), Guía Histórico-Artística de Zaragoza, Zaragoza, Institución «Fernando el Católico»-Ayto. de Zaragoza, 2008, 4ª
ed. revisada y ampliada por Antonio Mostalac Carrillo y María Pilar Biel Ibáñez, sección «Arqueología y Patrimonio histórico-artístico
(1992-2008)», págs. 643-892. Cfr. especialmente el capítulo «La Colonia Caesar Augusta», págs. 669-708. ISBN 978-84-7820-948-4.
[75] Noureddine Tlili, " Las bibliotecas en Áfrique romana (http:/ / www. persee. fr/ showPage.
do?urn=dha_0755-7256_2000_num_26_1_2417)", Dialogues d'histoire ancienne, 2000, n° 26.
[76] Marcel Le Glay, Saturne africain. Histoire, ediciones de Boccard, 1966.
[77] Esta características de la religiosidad africana fue vivamente atacada por los autores cristianos como Tertuliano: "Para honrar a vuestros
dioses, ¿qué hacéis vosotros que no hagáis para honrar a vuestros muertos? Ellos tambien tienen templos; ellos también tienen altares. La
misma actitud y las mismas insignias en las estatuas de los unos y de los otros: el muerto, vuelto dios, conserva su edad, su profesión, su
ocupación. ¿Qué diferencia hay entre el banquete de Júpiter y la comida fúnebre, entre el vaso para el sacrificio y el vaso para libaciones
fúnebres, entre el arúspice y el embalsamador de los muertos? En efecto, el arúspice cumple también las funciones al lado de los muertos."
Apologetico (http:/ / www. tertullian. org/ french/ g2_09_apologeticum. htm), XIII, 7.
[78] Para una síntesis sobre este punto ver Louis Foucher, "Le Paganisme en Afrique proconsulaire sous l'Empire romain. Bilan d'un demi siècle
de recherche" (http:/ / laportj. club. fr/ maghreb/ FoucherPaganisme. doc)
[79] Azédine Beschaouch, "Qu'est-ce qu'un "idurio"? Spiritualité punique et culture latine en Afrique romaine" (http:/ / www. persee. fr/
showPage. do?urn=mefr_0223-5102_1990_num_102_2_1684), Mélanges de l'École française de Rome. Antigüedad, 1990, 102-2, pp.
639-646.
[80] Michaël Martin, « Sous le signe de Didon: Magie et superstitions en Afrique romaine» (http:/ / bcs. fltr. ucl. ac. be/ FE/ 10/ MAGIE/ Mag1.
html), Folia Electronica Classica (http:/ / interclassica. um. es/ index. php/ interclassica/ ), 10, 2005.
[81] Alain Corbin (bajo la dirección), Histoire du christianisme, t. p. 120, (San Agustín), ed. Seuil, 2007
[82] Yvette Duval, "Densité et répartition des évêchés dans les provinces africaines au temps de Cyprien", Mélanges de l'École française de
Rome. Antiquité, 1984, 96, pp. 493-521. (http:/ / www. persee. fr/ showPage. do?urn=mefr_0223-5102_1984_num_96_1_1413) Mientras que,
Paul-Albert Février pudo mostrar, apoyándose en los testimonios epigráficos, el dinamismo del cristianismo en África mauritania; "Aux
origines du christianisme en Maurétanie césarienne", Mélanges de l'École française de Rome. Antiquité, 1986, 98, pp. 767-809 (http:/ / www.
persee. fr/ showPage. do?urn=mefr_0223-5102_1986_num_98_2_1520)
[83] Se trata del proceso verbal de la comparecencia de una decena de cristianos, el 17 de julio de 180 en una aldea de la Proconsular no
localizada, ante el procónsul de África. LES MARTYRS I (http:/ / www. abbaye-saint-benoit. ch/ martyrs/ martyrs0001. htm#_Toc90633641)
[84] Tertuliano, De idololatria, De spectaculis
[85] Tertuliano, De corona militis, I. (http:/ / www. tertullian. org/ french/ g2_04_de_corona_militis. htm)
[86] En 298, el centurión Marcelo de Tánger, durante un desfile militar, lanzó su espada y su insignia frente a la armada imperial y rehusó, de ahí
en adelante, "servir a dos maestros"; fue ejecutado. Marcelo, mártir de Tánger, 36 de octubre de 298, Acta prim. martyr., p. 311
[87] Ver sobre este tema la obra de Victor Saxer, Morts, martyrs, reliques en Afrique chrétienne aux premiers siècles. Les témoignages de
Tertullien, Cyprien et Augustin à la lumière de l'archéologie africaine, París, Beauchesne, 1980, p. 340
[88] Tertuliano, Ad Martyras (http:/ / www. tertullian. org/ french/ g2_13_ad_martyras. htm)
[89] "Nosotros no nos separamos del mundo: marinos, soldados, labradores, negociantes, compradores, gente de arte o de oficios vivimos como
ustedes y de nuestro comercio con ustedes; el exceso, el abuso, es lo único a lo que huimos", Tertuliano, Apologético, XLII, citado por
Edmond Le Blant, "Les chrétiens dans la société païenne aux premiers âges de l'Église", Mélanges d'archéologie et d'histoire, 1888, 8, pp.
46-53 (http:/ / www. persee. fr/ showPage. do?urn=mefr_0223-4874_1888_num_8_1_6535)
[90] François Decret, Le Christianisme en Afrique du Nord ancienne, op. cit., capiítulo VI, 2.
[91] François Decret, Le Christianisme en Afrique du Nord ancienne, op. cit., capítulo VI, 5.
[92] Lucien Musset, Les Invasions, les vagues germaniques, PUF, colección Nouvelle Clio – l’histoire et ses problèmes, París, 1965, 2ª edición
1969 pp.253 y 310; sobre este movimiento de persecución, la principal fuente sigue siendo Histoire de la persécution vandale en Afrique del
obispo de Byzacena Victor de Vita.
[93] Algérie antique, catalogue de l’exposition d’Arles, 2003.
[94] Yves Modéran, La fin d’un continent chrétien, Le Monde de la Bible n° 132, enero-febrero 2001
[95] Antonino Di Vita, Ginette Di Vita-Evrard, Lidiano Bacchielli, La Libye antique, Éditions Mengès, 1998, ISBN 2-85620-400-7, pp 25-26
África romana 23

[96] Dion, I. V, 28, 4.


[97] M. Rachet. Berbéres, 75 y n. 1y 5; 77; 79; 81; 88.
[98] Floro, IV, 12, 41.
[99] Plinio. V, 23.
[100] Floro. IV, 12, 41.
[101] Plinio. V, 5.
[102] Eck, Werner; traducido por Deborah Lucas Schneider; nuevo material por Sarolta A. Takács. (2003) The Age of Augustus. Oxford:
Blackwell Publishing (tapa dura, ISBN 0-631-22957-4; libro de bolsillo, ISBN 0-631-22958-2).
[103] Tácito. II; 52. III; 20, 21, 32,73, 74; IV; 23, 26.
[104] Ptolomeo, IV, 3, 6.
[105] Tácito. III; 32, 35, 58, 72 y 73.
[106] Suetonio. Galba, 7.
[107] Aureliano, De Caes. IV, 2-3.
[108] Tácito. Historiae, 1; 7. II, 97.
[109] Tácito, Historiae, IV, 50.
[110] Herodoto. VII, 1, 3-4 y 6; Zos. 1, 11, 2.
[111] Sobre este punto ver los trabajos de Marcel Bénabou (La Résistance africaine à la romanisation, Maspero, 1976)
[112] « Romanisation et déromanisation en Afrique: histoire décolonisée ou histoire inversée?», Annales. Histoire, Sciences Sociales, 1978, 33,
n°1, pp. 64-82.
[113] L'Algérie, histoire des guerres des Romains, des Byzantins et des Vandales (http:/ / gallica. bnf. fr/ ark:/ 12148/ bpt6k49927g. table),
acompañados en los medios empleados antiguamente por la conquista y la sumisión del África septentrional llamada hoy en día Argelia
(Paris, Didot, 1852) de Adolphe Dureau de la Malle, ilustra esta tendencia al determinismo geográfica en una obra que hace del África
romana una tierra eternamente rebelde. René Cagnat es el autor de una Armada romana de África dedicada a la armada francesa de África.
El lugar que ocupan los miembros de la Revista africana durante su creación confirma esta presencia militar (http:/ / www. php4arab. info/
ghosn/ revaf/ html/ n1_56/ partie_officielle. html).
[114] Sobre estas cuestiones, ver Monique Dondin-Payre (http:/ / www. centre-glotz. cnrs. fr/ article. php3?id_article=38), « La découverte de
l'Afrique antique: l'influence des acteurs et de l'idéologie sur l'élaboration de l'histoire», Pallas, n° 68, op. cit., pp. 35 - 46.
[115] Marcel Bénabou, La Résistance africaine à la romanisation, François Maspero, 1976.
[116] Paul Corbier, Marc Griesheimer, L’Afrique romaine 146 av. J.-C.- 439 ap. J.-C., Ellipses, 2005.
[117] F.Prévot (bajo la dirección de), L'Afrique Romaine 69-439, Atlande, Paris, 2006; Igor Moullier, « Les dynamiques de la colonisation
romaine», EspacesTemps.net, 17.10.2005. (http:/ / espacestemps. net/ document1632. html)
[118] Meriem Sebaï, «La romanisation en Afrique, retour sur un débat», Afrique et histoire, 2005, n°3.

Bibliografía
• Yann Le Bohec (2005). L’Afrique romaine (146 avant J.-C. - 439 après J.-C.). París: éd. Picard, ISBN
2-7084-0751-1
• François Décret y Mhamed Fantar (1981). L’Afrique du Nord dans l’Antiquité. Histoire et civilisation - des
Origines au s. |Ve. Paris.
• Hélène Guiraud, Jean-Luc Lamboley, André Laronde, Monique Dondin-Payre (2005). Pallas, n° 68, L'Afrique
romaine: s. Ier, début s. Ve après J.-C, Colloque de la Sophau, Toulouse PU Mirail.
• Christophe Hugoniot (2000). Rome en Afrique. De la chute de Carthage aux débuts de la conquête arabe. París:
Coll. Champs Université, Flammarion.
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África romana 24

Enlaces externos
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Fuentes y contribuyentes del artículo


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