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África romana
El África romana designa tanto los territorios
dominados por Roma como la parte romanizada de
África. Contó con un total de ocho provincias
diferentes: Tripolitania, Byzacena, África proconsular,
Numidia Cirtensis, Numidia militar, Mauritania
Cesariense, Mauritania Sitifense y Mauritania
Tingitana. El África romana se extendía de este a oeste,
desde el Golfo de Gabés a las costas atlánticas del
actual Marruecos. Las provincias de Cirenaica y de
Egipto no están incluidas en el conjunto regional
porque recibieron un tratamiento separado en las
fuentes antiguas: geográficamente, el desierto las
separa del resto de África del Norte; culturalmente, se
encuentran en la esfera de influencia helenística,
claramente distinguida de la zona púnica que luego fue
romana; finalmente, en el ámbito administrativo Egipto Mosaico de Virgilio y las musas, expresión de la latinidad en el arte
fue siempre un caso aparte en el Imperio romano y la africano. Virgilio, rodeado por Clío y Melpómene, sostiene un
volumen en el que se puede observar el octavo verso de la Eneida
Cirenaica fue en varias ocasiones incorporada a Creta,
Mosaico descubierto en Hadrumetum en 1895, datado a inicios del
el territorio habitado más próximo.[1] siglo III, conservado en el Museo nacional del Bardo, Túnez.
Las primeras fuentes sobre una posible conquista en el continente africano provienen de Dion Casio —Historia de
Roma—, Plinio —Naturalis historiæ—, Suetonio —Vidas de los Doce Césares preferentemente en la sección de
Galba recoge la información sobre esta temática—, al igual que Tácito —Anales—. El territorio conquistado por
Roma ha sido a menudo objeto de estudio por parte de los historiadores y arqueólogos, a pesar de las fuertes
disparidades regionales y de las grandes rupturas cronológicas en los ochos siglos.[2] Actualmente, las dos grandes
problemáticas históricas relativas a estas provincias son la cuestión de su romanización y su cristianización; el
primero debido a que posiblemente alguno de los países africanos heredó una lengua romance —como el idioma
español; o todas aquellas que derivasen del latín— y el segundo porque el cristianismo occidental latino nació en el
continente negro, así como también el nacimiento de Agustín de Hipona. La poca documentación hace difícil
establecer un paradigma sobre lo que precedió en el África siglos después.
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De la conquista al siglo IV
La carrera de los políticos romanos dependía de los éxitos militares y de sus ventajas materiales además de las
victorias que aportaban a los ciudadanos-soldados (su clientela electoral). De hecho, la clase política se persuadió de
la vocación universal de Roma y era unánimemente intervencionista.[5]
Por otro lado, el incremento de la población urbana desarrolla el artesanado y el comercio.[3] Ahora bien, a pesar de
la excelencia de la red de carreteras, las calzadas romanas estaban sobre todo concebidas para desplazar rápidamente
a las legiones más que para carros pesados. Fue el transporte marítimo y fluvial el más eficaz en la época.[6] Desde
entonces, el Mediterráneo se volvieron un objetivo primordial para el control de los intercambios; los griegos
perdieron su supremacía con la desolución del imperio macedonio, Cartago y Roma que vivían en buenos términos
hasta ese momento se encontraron cara a cara. A medida que las guerras púnicas se desarrollaban, Roma se vio en la
necesidad de conquistar cada vez más nuevas tierras y terminó por vencer definitivamente a Cartago, poniendo así
pie en África.
"Púnico-romano hasta César, romano-púnico después, el Áfica del Norte no se vuelve verdaderamente romano más
que bajo los Flavios". Esta constatación propuesta por Marcel Le Glay[7] atestigua las grandes rupturas que conoció
el África romana, en particuar durante la política voluntarista de la dinastía flavia. La intervención de Roma en
África puede ser entendida así como una "despunicisación" a la escala de provincias y de comunidades.
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colera romana después de haber masacrado a algunos mercantes italianos de Cirta durante el conflicto entre los
sucesores de Micipsa. El Senado romano le declaró la guerra en 112 a. C. El fin de la Bellum Jugurthinum
(105 a. C.) sancionó el fracaso de una política númida en África. El mapa de la región se vio modificado, el reino de
Mauritania se integró y el ager publicus creció.[10]
Vespasiano era poner en orden a las provincias. Para este fin, renovó al personal dirigente, buscando a los
procónsules en el seno de las ricas familias italianas.[15] La romanización se aceleró en las provincias y las
comunidades del sur fueron sometidas a un mayor control, incluso bajo tutelaje. Bajo esta lógica, se constata una
multiplicación del número de promociones jurídicas sobre el territorio del África nova e incluso más allá, como lo
prueba la creación de la colonia de Madaura,[16] en los confines de Numidia, entre el fin del reino de Vespasiano y
del reino de Nerva.
Sobre el plan económico, las campañas y sus castellae vieron una cierta
prosperidad y la red carretera de desarrolló. El aceite africano era exportado sobre
todo el mercado mediterráneo y la Tripolitana se abrió al comercio agrícola. El Arco de Septimio Severo, Leptis
Magna.
enriquecimiento general de las provincias debió estimular el evergetismo y el
desarrollo urbano. Al final, el crecimiento demográfico fue fuerte y África
contaba al final del Alto Imperio entre 7 y 8 millones de personas.[23]
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movilización de tropas auxiliares,[29] lo que tiene por consecuencia el disminuir la influencia romana en la región. El
reino de los primeros tetrarcas fue marcado por las grandes persecuciones,[30] una profunda reorganización de las
provincias africanas[31] y de las revueltas locales. La aceleración a mediados del Siglo III los movimientos de
desobediencia y de revueltas de tribus africanas era innegable. era necesaria una reestructuración de efectivos
militares romanas. Por tanto, no se necesitaba un fenómeno capaz de poner en causa seriamente la presencia y la
hegemonía del Imperio. Excepto la revuelta de los moros de la Gran Cabilia y las numerosas invasiones en
Mauritania Cesariense y Numidia hechas posibles por la desaparición momentánea de la legión, Roma pudo manejar
la situación.
El hecho principal que trastornaba la relación de las tribus con el Estado romano era el estatuto jurídico de la tierra
en la doctrina jurídica romana: in eo (provinciali) solo dominium populi Romani est vel Caesaris.[42] El conjunto de
las tierras de África estaba integrada al ager publicus, lo que trastorna las relaciones tradicionales y las costumbres,
en particular para las tribus nómadas. Cuando un poder real estaba presente localmente, se establecía una relación de
fidelidad directa que se traducía por impuestos en especia o dinero, o por un servicio armado, y no por la atribución o
el control de las tierras. Es la relación del grupo a la tierra lo que estaba amenazado. Dado que, en virtud de la
doctrina romana, el poder romano podía decidir sobre la propiedad de las tierras, y no dudaría en limitar los
territorios ocupados. Las tierras era el objeto de agrimensura desde el reino de César y eran también sometidas a la
jurisdicción romana. Las políticas de acotamiento, de terminatio (deslinde) y de delimitación seguían generalmente.
Se derivó una nueva disposición institucional: la tribu puede verse reconocida en un estatus, incorporada a una
ciudad vecina, donde la civitas podía ser acordada parcialmente a ciertos miembros de la tribu. La cuestión del
desplazamientode poblaciones es, sin embargo, discutida. Los romanos experimentaron la necesidad de controlar a
los hombres gracias a los intermediarios: los prefectos de las tribus o de tribu (praefectus gentis) a menudo
descendiente de la orden ecuestre. Los jefes integrados podían también recibir el título de princeps. Estos
intermediarios permitían a veces la aparición de una aristocracia mixta y abrían la vía para la municipalización.
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Principales ciudades
• Auzia
• Bulla Regia
• Cartago
• Cirta
• Dougga
• Hadrumetum
• Pupput
• Hippo Regius
• Iol Caesarea
• Columnata
• Leptis Magna
• Leptis Minor
• Madaura
• Mactar
• Melilla
• Musti
• Pupput
• Rusadir
• Rusicade
• Sabratha
• Tébessa
• Thapsus
• Thysdrus
• Timgad
• Tingis
• Thuburbo Majus
• Sufetula
• Útica
• Volubilis
• Zilil (Dchar Jedid)
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La economía africana
Durante el periodo romano, las tierras africanas vieron sus rendimientos crecer y las tierras del sur y del oeste fueron
puestas en relieve. Las zonas más antiguas de cultivos —emporia de Tripolitania y territorio de Cartago— fueron
también transformadas por el desarrollo de cultivos de exportaciones más lucrativas. Así, la producción de frutas
pasó de la Proconsular de alrededor de 840,000 quintos de trigo por año a la época Cesariense a casi nueve millones
de quintos bajo Nerón.[56] El valle del Medjerda, el interior de Hadrumetum, la región de Cirta, de Numidia Sitifense
y las planicies ed Volubilis fueron incorporados a la cultura cerealista.
Los convoys de trigo eran descargados en Ostia por una corporación de armadores privados, el colegio de los
navicultores de África (navicularii africani), reorganizados por Cómodo en els egundo siglo en classis Africana
Commodia. Este domini navum Afrarum universarum elevó en Ostia edificios honoríficos.[57] Sin embargo, parece
que la prosperidad comercial africana no vio verdaderamente la luz sino hasta el final del Siglo I con el desarrollo de
la oleicultura y en una menor medida de la viticultura.[58] Las ricas tierras cerealistas de Bagrada, cultivos de
tradición prerromana, a veces en las manos de aristócratas romanos, eran valoradas por los arrendatarios
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—conductores— unidos a Roma por el vectigal. Las ciudades poseían también numerosos dominios, a semejanza de
Timgad.[59] El saltus de las altas planicies, sometidas al régimen del colonato, fue cultivado por una población
indígena reducida a la servidumbre.[60] La actividad de los arrendatarios estaba enmarcada por el consuetudo
manciana o lex manciana —permitiendo valorar las tierras no cultuvadas sin imposición— que permaneció en vigor
hasta la época vándala, como lo atestiguan las Tablas Albertini.
Letras y artes
El África fue dotada en Roma de una reputación de tierra de
cultuvos, y si frecuentemente los excesos de ornamentación de la
prosa africana (tumor Africus, literalmente la "exageración africana")
eran objeto de burla, la arqueología y la historia literaria confirman y
apoyan el hecho de que las provincias de África tenían en su seno
una población preocupada por las artes y las letras, por su enseñanza
y su difusión.[62] En las estelas y los arcos triunfales, los sarcófagos
y las artes decorativas triunfa un estilo nuevo, extraño a los cánones
greco-romanos y que Gilbert Charles Picard ha llamado el "barroco Mosaico de la Domus África de El Djem.
africano"; estas formas donde se conjugan el sensualismo y rasgos
patéticos debieron inspirar el arte bizantino.[63]
El África romana desarrolló un gusto pronunciado por el mosaico, este "arte particularmente africano, pues en
ninguna otra región el hábito de los pavimentos historiados estuvo tan extendido".[64] En las reproducciones de la
vida diaria, bucólicas, de las actividades artesanales y agrícolas,[65] se mezclan en las numerosas obras en las que se
ha podido conservar el trazo, el vigor de los préstamos literarios en el mundo latino y oriental.[66]
Arquitectura
El arquitectura en África no se comparaba con el «estilo italiano». Un claro ejemplo de esto era el Anfiteatro de El
Djem, construido por el procónsul Gordiano en 238,[67] que no respetaba el estilo arquitectónico de Italia:[68] era más
pequeño, su tamaño, tanto interior como exterior, era demasiado inconvicente con respecto al Anfiteatro Flavio. El
anfiteatro de El Djem fue construido como una demanda a los supresores romanos que tenían el control sobre
África.[69] Las obras arquitectónicas hechas en África no corrían bajo las órdenes del emperador romano.[70] Todas
las obras hechas eran un desafío a la autoridad romana;[68] al construirse, se trataba de provocar una revuelta contra
el imperio.[71]
Asimismo, una de las piezas arquitectónicas más ingeniosas es un chalet descubierto a cinco metros de profundidad
donde ciertas personas podrían refrescarse del inmenso calor que sofocaba durante el día.[72] Por lo regular, esta se
localizaba cerca de una Domus.[72] Las excavaciones recientes demuestran que no era únicamente por su
profundidad que el lugar poseía frescura, sino también debido a una técnica aisladora térmica. Las bóvedas se
encontraban conformadas por bóvedas que poseían cámaras de aire; éstas se encontraban construidas con arcillas y
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formaban tubos que estaban entre cada uno de los pisos del chalet.[73] En un principio, estas mansiones servirían para
que fuese un hogar para ciegos; sin embargo, los propietarios las usaban como centros de fiestas donde se invitaban a
las figuras políticas más importantes. El comedor de este lugar era la parte más lujosa, a pesar de tener la forma de
un burdel.
El foro, así como la basílica que lo dominaba, eran los centros de decisión política donde se discutían y se aprobaban
resoluciones, como por ejemplo, las medidas políticas sobre las tribus vecinas. El foro era erigido a imagen y
semejanza del capitolio romano. Asimismo, cerca del foro, había un templo dedicado a la tríada romana: Júpiter,
Juno y Minerva.[74] La gran mayoría de las Domus tenían en su interior objetos bañados de bronce. Pero, la Domus
más famosa ubicada en el África era la Casa de Venus; en ella se encuentran algunos de los mejores mosaicos del
norte de África.
Literatura
El vigor de las Letras en África es tal que entre el Siglo II y el Siglo IV, Cártago aparece como una capital cultural
en la que las producciones literarias infunden novedades y frescura en el conjunto del mundo romano. He ahí el
resultado de largos años de prácticas de las bibliotecas,[75] de las lecturas públicas, de intercambios incesantes con el
corazón del Imperio y de influencias helénicas. Los cartagineses difundieron así su gusto por la gramática y la
retórica en la mayor parte de las provincias africanas. Los más dignos representantes de esta corriente son Florus,
Sulpicius Apollinaris, Nonius Marcellus, Terentianus conocido como el Moro, y Frontón.
Conversión al Cristianismo
Según Claude Lepelley, el cristianismo occidental latino nació en
el África Septentrional. A mitad del Siglo II, las comunidades
cristianas eran ya numerosas y dinámicas. Durante el Siglo IV,
África vio el nacimiento de Agustín de Hipona, padre de la Iglesia
cuyo pensamiento iba a ser una influencia determinante sobre el
occidente cristiano durante la Edad Media y la Edad Moderna.[81]
Sin la documentación completa, es difícil reconstituir las etapas y
los lugares de difusión que precedieron la llegada de los cristianos
en las provincias africanas. Además, son esencialmente las fuentes
cristianas —notablemente aquellas de Tertuliano— las que
permiten retrazar la historia de la iglesia africana durante el Siglo
III, presentando evidentemente un problema de objetividad. Más
allá, la mayoría de las fuentes de la época son cartaginesas.[82]
Los cristianos rehusaron participar en numerosas ceremonias que fundaban la vida cívica. En su obra De la idolatría,
Tertuliano precisa la naturaleza de las actividades desaconsejadas a los cristianos: debían, los más ricos, rehusar
participar en la vida política de la ciudad ocupando cualquier puesto y rehusar cualquier labor agrícola que pudiera
proveer de productos y animales a las sedes de los sacrificios. Los cristianos ya no debían ejercer el profesorado que
les obligaría a enseñar los mitos y cultos paganos.[84] Pero lo que separa y opone más a las autoridades romanas y a
la comunidad de cristianos, es sin duda alguna el hecho de que estos últimos rehusaron servir en el seno de la armada
del imperio. Tertuliano subraya la dificultad de conciliar el juramento militar con aquel pronunciado durante el
bautismo.[85] Además de la omnipresencia de los ritos paganos en la vida militar, el dilema más grande para los
cristianos fue la probabilidad de matar a sus adversarios durante los combates, cosa incompatible con el mensaje
evangélico. Esta elección, tanto política como religiosa, estuvo en el origen de conflictos a veces violentos. Los
cristianos eran acusados de poner en peligro a la ciudad cuando su negación al servicio militar tenía lugar durante un
periodo que necesitaba la presencia de soldados. Esto trajo sanciones que llegaban hasta la pena de muerte,
permitiendo que la situación de mártir fuera muy específica a la religión cristiana.[86]
La multiplicación de los mártires, de sus cultos y de sus relatos, como el mártir de Perpetua y Felicidad, fue uno de
los rasgos que marcó el cristianismo africano.[87] Tertuliano mismo preconiza el sufrimiento y el martirio como
resultantes en la salvación,[88] acarreando elecciones suficientemente elocuentes por parte de los cristianos: algunos
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escogieron muertes "heroicas", combatiendo por ejemplo contra los guerreros egipcios. El martirio se volvía un acto
de resistencia y de memoria, inscrito en un calendario conmemorativo, zócalo del calendario cristiano. A través de
esta base doctrinal extremadamente estricta y difícil de defender frente a una población que no comprendía la mayor
parte del tiempo la elección de los cristianos, Tertuliano buscó evitar que su comunidad se mezclara con los ritos y
costumbres paganas a fin de guardar toda su especificidad y de preservar sus oportunidades de eclosión. Por lo tanto,
no quería alejarse de la vida de la ciudad, mucho menos de la del imperio.[89] Amó al imperio y estaba convencido
de sus ventajas en las provincias africanas.
Los cristianos ayudaron, vía su necesidad intransigente a la vez de demarcación y de afirmación al seno de la
sociedad africana, a instaurar un clima de tensión entre ellos y el resto de la población, pero sobre todo con el poder
imperial que enfrentado a esta amenaza de división no tardó en reaccionar. La doctrina cristiana que puso pie en
primer lugar sobre las costas africanas se desarrolló después al interior de las tierras. Si no se sitúa precisamente la
ciudad de la cual son originarios los mártires de Scillium (en la región de Cártado), los de Madaura, Miggin y
Namphamo, tuvieron lugar en la misma época: los cristianos conocieron a sus primeros mártires en un contexto
político y, al mismo tiempo, religioso en constante evolución. El Siglo III vio una fragilización importante de los
fundamentos religiosos del poder imperial. Considerado como protegido de los dioses, el mito del emperador que se
sitúa sobre los hombres fue puesto en duda por los paganos, en particular después de la muerte de Decio en combate,
en 251. Los culpables fueron rápidamente encontrados: por su impiedad, los cristianos fueron acusador de haber
provocado la cólera de los dioses.
Decio mismo había ya instaurado esta noción de "chivo
expiatorio" durante lo que se conoce como la "persecución de
Decio", de 249 a 251. La persecución romana, el primer ataque
oficial contra la iglesia africana, fue ratificado por un edicto
promulgado desde el 249 que obligaba a los cristianos a orar por la
salud del emperados y a proceder a los sacrificios o a las
libaciones. Esta noticia forzó a los critianos a tomar una opción.
Muchas actitudes fueron cambiadas: algunos siguieron las
consignas de las autoridades relevadas por las ciudades africanas y
se adhirieron al edicto, sacrificando incluso animales —cosa
formalmente prohibida por su dogma—; otros para los que era
inconcebible renegar del Evangelio prefirieron huir; otros
escogieron hacer público su descontento, poniendo su vida en
peligro. La autoridad romana, mientras formulaba el edicto,
dividió a la comunidad cristiana, que siguiendo a esta crisis
muestra aún su intransigencia. Aquellos que cedieron a las
demandas de Decio y participaron en las súplicas —los lapsi—
fueron mal recibidos por los "resistentes" en el momento de su
Galieno fue más tolerante que su padre, Valeriano, con
reintegración. Los prelados que "pecaron" fueron, en su mayoría,
los cristianos. Éste logró una pequeña paz para el
Cristianismo, hasta que llegó al poder Diocleciano.
perdonados pero no pudieron volver a sus funciones. La
persecución engendró una crisis tal al seno de la iglesia africana
que el concilio de Cártago propuso, en 256, rebautizar a los que habían caído en falta a fin de volverlos puros de
nuevo. Esto fue cortado violentamente por el obispo de Roma ya que este doble bautizo es inconcebible, pues le resta
credibilidad al rito sagrado y único del obispo.
Después de un breve periodo de calma, las persecuciones recomenzaron en 257 bajo la impulsión de Valeriano. Este
senador romano, cercano a las élites hostiles al cristianismo, empleó una nueva táctica para debilitar a los cristianos.
Decidió cortar la élite cristiana desde la base. Sus gobernadores de provincia tuvieron que exiliar a todo obispo o
clérigo que se negara a practicar los ritos de sacrificio. Así, Cipriano de Cartago, gran figura del cristianismo
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africano, fue exiliado; otros fueron condenados a las minas. La persecución se tornó sangrienta un año más tarde,
cuando Cipirano y otros clérigos, víctimas de nuevas medidas romanas, fueron condenados a muerte y decapitados.
Tuvo que llegar la muerte de Valeriano en 260 para que la calma reinara de nuevo en África. Su hijo Galieno se
mostró más conciliador: detuvo las persecuciones contra los cristianos y promulgó un edicto de tolerancia: La
pequeña paz de la Iglesia.[90] Esta cohabitación pacífica permitió a la iglesia africana desarrollarse en las provincias
y aumentar el número de fieles. Diocleciano, en 284 al comienzo de la Tetrarquía, provocó el retorno de las
persecuciones (303-304), que fueron aplicadas con menos celo que en otras regiones del imperio, tuvieron que
enfrentarse a la crisis donatista.[91] La conversión de Constantino permitió a las iglesias locales desarrollarse.
El resto de la Mauritania fuera de la dominación vándala se fraccionó rápidamente en una serie de principados
bereberes independientes: reino de Altava, reino del Ouarsenis, reino de Hodna, reino del Aurés, donde la romanidad
y cristiandad se perpetuaron aisladamente[93] A principio de los años 480, la noticia de las provincias y ciudades de
África censaron 166 obispos para las Mauritanias Sitifense y Cesariense.[94] Bajo el reino del emperador Justiniano,
África regresó al mundo romano con la reconquista del reino vándalo en 533-534, después de la retoma de control de
las tribus bereberes de Numidia y de la costa mauritana hasta Caesaria (Cherchell, así como de la región de Tingis.
Lucien Musset realizó el balance del siglo de la dominación vándala: el África romana perdió lo mejor de sus fuerzas
espirituales y de su clase dirigente, así como una buena parte de sus territorios periféricos.[92] Una Áfrique romana
reducida renace. Se cubrió de fortificaciones bizantinas y regresó a un periodo de prosperidad económica durante el
Siglo VI.
Los principados moros conservaron su independencia, aún con un cristianismo activo: los textos mencionan los
concilios locales en 525 y 646. Las epigrafías cristianas aparecieron en Altava hasta 599, en Tlemcen hasta 651 y en
Volubilis hasta 655.[94] Después de una primera incursión en Sbeitla en 643, la conquista y ocupación árabe
comenzó por la fundación de Kairuán en 670. Cartago cayó en 698, Ceuta en la otra punta de África en 709, la
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antigua provincia de África se convirtió en Ifriqiya. Los bereberes cristianizados, dirigidos notablemente por Kahina,
resistieron vigorosamente, adueñándose de Kairuán del 683 al 686. A partir del Siglo VIII después de la conquista
árabe, la información acerca de la sobrevivencia de la cultura y de la religión romana es muy rara. Las poblaciones se
convirtieron al islam, religión del poder dominante, pero lo que se ignora es a qué ritmo. Según Antonino Di Vita, la
persistencia del púnico en las campañas, señalado en el tiempo de Agustín de Hipona, explicaría en parte una rápida
asimilacion por los conquistadores que compartían un fondo cultural semítico común.[95] Sin embargo, esta
conversación fue caótica: según Ibn Jaldún, los bereberes apostataron hasta doce veces en setenta años, mientras que
otros abrazaron en el Siglo VIII el jariyismo, una forma de islam disidente, puritana e igualitaria, rebelde al califato.
Las poblaciones cristianas subsistieron y se encuentran aún epitafios del Siglo X y del Siglo XI redactados en latín
en Tripolitania y en Kairuán, pero las cartas de los papas León IX y Gregorio VII no nombran más que a cinco
obispos africanos en 1053 y dos en 1076.[94] Al final del Siglo XI, los últimos rastros romanos se extinguieron. Del
África romana subsisten esencialmente numerosos vestigios arqueológicos, yendo desde los espectaculares
monumentos de El Djem, Leptis Magna y Sabratha, hasta los sitios más modestos dispersos en las campañas del
norte de África.
Historiografía antigua
Las primeras fuentes sobre el África romana pertenecen a Dion
Casio donde comenta la gravedad de asuntos con los africanos, y
los problemas que se enfrentaban en el territorio del norte de
África.[96] Asimismo, describe a un grupo de pueblos que
denomina los "Gétulos"; que se resistían a la autoridad romana de
nombrar como rey en Mauritania a Juba II.[96] Conerlius,
procónsul de África, cita cómo es enviado para controlar el clima
de inestabilidad y conseguir el triunfo.[97] [98] Plinio rescata en una
de su obra Naturalis Historiæ una descripción sobre los "Gétulos",
calificándolos como "habitantes de los antiplanos del Sáhara".[99]
de Augusto.[102]
Tácito, en su obra Anales, califica la autoridad de Tiberio en África como mejor organizada.[103] Sin embargo, la
guerra fue inevitable, pues los nativos querían recuperar sus tierras. Tacfarinas, según Ptolomeo, usó la diplomacia
para atraer gente y luchar contra los romanos; sin embargo, perdió.[104] Asimismo, la guerra continuó. Durante esta
Tiberio mandó a la legión IX Hispana desde Panonía hasta África; a pesar de que Tacfarinas planteó al emperador la
obtención de tierras para sus guerreros con tal de finalizar la contienda.[105]
Quizá los primeros historiadores en dar mención de un control romano sobre África fueron Tácito, Plibio, Floro y
Dion. Sin embargo, Suetonio y Aureliano recopilaron información sobre el África bajo la Dinastía de
Julio-Claudio.[106] [107] África durante el régimen de Clodius Macer y de la Dinastía Flavia fue recopilado por
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Tácito.[108] [109] Así com también por Plinio.[101] Herodoto y Zósimo recogen la historia de África bajo el mandato
de Marco Aurelio, Cómodo y Septimio, así como también de Diocleciano, Maximiano y Gordiano.[110]
Historiografía moderna
La historia de la implementación romana en África es
compleja y la historiografía del África romana ha
sufrido de manera larga una comparación establecida
entre colonización antigua y colonización moderna,[111]
analogía a veces "invertida" según la fórmula de Yvon
Thébert.[112] En los años 1830, en un contexto colonial,
el estudio del pasado romano en la región fue la caza de
investigadores, diplomáticos, militares y religiosos
franceses preocupados por el estudio del patrimonio
romano. Esta historiografía fácilmente colonialista
francesa revela de entrada sus intereses ideológicos,
políticos y, sobre todo, económicos. Los franceses se
Capitolio de Thuburbo Majus, hacia 1930. Un ejemplo de la vuelven los herederos del poder romano en la región y
arquitectura en África, legado de Roma.
con la ayuda de investigadores, buscan construir un
modelo de conquista en una tierra con reputación de
indócil. Algunos trabajos históricos se presentaron entonces como una justificación de la colonización. Se trató de
ponerse en una situación de igualdad con el conquistador romano. La historia militar ocupa entonces un lugar
primordial en los estudios sobre la región y un número de ensayos y de monografías fueron el objeto de los oficiales
franceses.[113]
Para los miembros del clero católico, el África es una tierra de misión así como la cuna de un cristianismo marcado
por la presencia de Agustín de Hipona. La arqueología y la epigrafía se desarrollan con el apoyo de la armada, de los
eruditos y de las autoridades locales para competir en sus colonias con la historiografía alemana. Así en 1855, Louis
Rénier, bibliotecaria de la Sorbona, entrega las Inscripciones latinas de Argelia, corpus de 4,400 documents
epigráficos.[114] Después de la descolonización, el discurso histórico, los temas y los objetivos de su escritura, parece
"invertirse" en los trabajos universitarios franceses y magrebinos, para tomar el lado "africano", sin separarse
totalmente de la problemática precedente. El combatiente argelino es comparado con la resistencia berebere. El
subdesarrollo del país se pone en paralelo con la riqueza de Roma o de Francia, quienes explotan la región. El
término de "resistencia", connotado positivamente a partir de la Segunda Guerra Mundial, juega su papel. El estudio
de las formas de la resistencia a la romanización se desarrolla, en particular, la "resistencia religiosa" africana.[115]
Hoy, la investigación intenta salir de esos discursos antagonistas y a veces maniqueos para medir la profundidad de
la romanización. Como lo remarcaba Pau Corbier, "estudiar al imperialismo romano como un modelo que
prefiguraría al imperialismo contemporáneo, es natularmente falsear las perspectivas de la investigación y negar toda
especificidad a la historia africana"».[116] La investigación trabaja más sobre las complementariedades que sobre las
oposiciones estrictas.[117] Las investigaciones recientes buscan por un lado reemplazar la historia de estos territorios
en un contexto mediterráneo y por otro lado evaluar la especificidad de las culturas africanas en el marco
imperial.[118]
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Véase también
• Antigüedad tardía
• Comercio en la antigua Roma
• Costumbres de la Antigua Roma
• África (provincia romana)
• Historia de Túnez
• Historia de Argelia
• Historia de Marruecos
• Historia de Libia
• Historia de Cartago
Referencias
[1] En su Collectanea Rerum Memorabilium, el historiador Cayo Julio Solino brinda una descripción geográfica de África desde el punto de vista
romano: "En Zeugitania comienza África, enfrentada a Cerdeña por el cabo de Apollon y por el cabo de Mercurio, en Sicilia. Se extiende
sobre dos promontorios, de los cuales uno es denominado el cabo Blanco y el otro, que se encuentra en la Cirenaica, el cabo Phyconte. Por el
golfo cretense, sobresale del lado de Tenaris en Laconia. Por las arenas de Catabathme, ingresa a Egipto, en la parte adyacente a la Cirenaica,
y se prolonga entre las dos Syrtes (…)" ( II, 18 (http:/ / remacle. org/ bloodwolf/ erudits/ solin/ deux. htm)); Plinio, Historia natural, libro V
(http:/ / www. mediterranees. net/ geographie/ pline/ livre5. html)
[2] Ver sobre este punto: Claude Lepelley. "Deux ruptures dans l'histoire de l'Afrique romaine: les Flaviens et les Vandales". Pallas, 68, pág. 49.
[3] Philippe Noirel, L'invention du marché, Seuil 2004, p.133
[4] Florus, Abrégé de l'histoire romaine, Livre III, XIV
[5] Jean-René Jannot, Rome, des origines à Auguste: un survol, Clio.fr (http:/ / www. clio. fr/ BIBLIOTHEQUE/
rome_des_origines_a_auguste__un_survol. asp)
[6] Philippe Contamine, Marc Bompaire, Stéphane Lebecq, Jean-Luc Sarrazin, L'économie médiévale, pages 23-26
[7] Marcel Le Glay, « Les Flaviens et l’Afrique», Mélanges de l’École française de Rome, tome 80, 1968.
[8] Ver por ejemplo Tito Livio, Histoire romaine, libro XXXVI, 3
[9] Florus, Abrégé de l’histoire romaine, II, 6.
[10] François Décret et M'hamed Fantar, L’Afrique du Nord dans l’Antiquité. Histoire et civilisation (des origines au Ve siècle), Bibliothèque
historique Payot, Paris, 1981; Gabriel Camps, « Jugurtha», Encyclopédie berbère, XXVI, 2004, p. 3975 - 3979.
[11] Paul Corbier, « Hercule africain, divinité indigène», Dialogues d'histoire ancienne, 1974, No. 1, p. 96; Tadeusz Kotula, « Les Africains et la
domination de Rome», Dialogues d'histoire ancienne, 1976, No. 2, p. 339.
[12] Claude Lepelley, Rome et l'intégration de l'Empire, « L'Afrique», p. 75; Dion Cassius, Histoire de Rome, XLII, XLIII.
[13] Marcel Le Glay, « Les Flaviens et l'Afrique », Mélanges d'archéologie et d'histoire, 1968, v. 80, p. 202 (http:/ / www. persee. fr/
pageAsPDF/ 606284/ page_mefr_0223-4874_1968_num_80_1_T1_0202_0000. pdf)
[14] [[Galba (http:/ / bcs. fltr. ucl. ac. be/ TAC/ HistI. html#6)] confió al procurador Lucceius Albinus el encargo de reprimir la revuelta e hizo
asesinar al legionario; Tacite, Histoire, I, 6, ]
[15] Marcel Le Glay, « Les Flaviens et l'Afrique», article cité.
[16] « Poste de surveillance et foyer de vie romaine en pays musulame», Marcel Le Glay, « Les Flaviens et l'Afrique», artículo citado p. 222
[17] Marcel Le Glay, « Les Flaviens et l’Afrique», Mélanges de l’École française de Rome, tomo 80, 1968.
[18] Christophe Hugoniot, Rome en Afrique, op. cit., capítulo 5.
[19] Pierre Lambrechts, La composition du Sénat romain de Septime Sévère Dioclétien (193-284), 1937, p. 84.
[20] Tesis controvertida propuesta por el historiador Anthony R. Birley.
[21] Sobre la africanitas del emperador, se puede consultar la biografía que le ha consacrado (en inglés) Anthony Richard Birley, Septimius
Severus, the African Emperor, Routledge, 1999
[22] Philippe Richardot, « La Défense de l'Afrique romaine » (http:/ / lunis1. free. fr/ spip. php?article9)
[23] Jean-Marie Lassère, Ubique Populus, peuplement et mouvements de population dans l'Afrique romaine de la chute de Carthage à la fin de la
dynastie des Sévères (146 av. J.-C. – 235 ap. J.-C.), 1977 citado por Claude Lepelley, Rome et l’intégration de l’Empire, op. cit.
[24] Cité par Yves Mondéran, L'Empire romain tardif, 235-395, Ellipses, 2003.
[25] Herodiano, Histoire des empereurs romains - Libro VII, 10.
[26] Histoire romaine, libro VII. Sobre este punto ver también a François Jacques, « Humbles et notables, la place des humiliores dans le collège
des jeunes et leur rôle dans la révolte africaine de 238», Antiquités africaines, t. 15, 1980, pp. 217 - 230.
[27] Herodiano, Histoire des empereurs romains, libro VII, XXIV
[28] Marcel Le Glay, « Administration centrale de la province de Numidie de Septime Sévère à Gallien», Antiquitiés africaines, t. 27, 1991, pp.
83 - 92.
[29] Yann Le Bohec, La Troisième Légion Auguste, ed. CNRS, París, 1989, p.456.
África romana 21
[30] Ver debajo, África romana#El Esplendor y la Afirmación del Cristianismo Africano
[31] Ver debajo, África romana#Reorganización de las Provincias bajo la Tetrarquía
[32] Yves Modéran, « Gildon, les Maures et l'Afrique (http:/ / www. persee. fr/ showPage. do?urn=mefr_0223-5102_1989_num_101_2_1651)»,
Mélanges de l'École française de Rome. Antiquité, 1989, 101-2, p. 821.
[33] Ammien Marcellin, Historia, libro XXVIII (6, 5 – 20)
[34] Yves Modéran, L'Empire romain tardif, 235-395, Ellipses, 2003.
[35] Yves Mondéran, L'Empire romain tardif, 235-395, op. cit., p. 146-7.
[36] Louis Harmand, L’Occident romain, Gaule, Espagne, Bretagne, Afrique du Nord, Payot, París, 1960, reeditado en 1970, pp 262-289
[37] Yann Le Bohec, L’armée romaine en Afrique, artículo del catálogo la Algeria antigua, expositión de 2003 del Museo de Arles
[38] Naturalis Historiæ Libro V (http:/ / remacle. org/ bloodwolf/ erudits/ plineancien/ livre5. htm) El altar de los Filenos corresponde a la actual
ciudad de Ras Lanuf en Libia en el Golfo de Sidra.
[39] Ainsi Hérodote, Strasbon, Plino (http:/ / terra. antiqua. free. fr/ PLine_Ancien5. html) o Pomponio Mela Descripción de la Tierra I, 4 (http:/
/ remacle. org/ bloodwolf/ erudits/ mela/ livre1. htm).
[40] El término gens y el nombre de la tribu es usualmente empleado al plural a la manera de las comunidades urbanas. El término puede
designar a la tribu misma o a un conjunto, un confederación de tribus. Se encuentran también los términos familia y domus para designar a los
pueblos indígenas del África romana. Sobre esta cuestión véase, por ejemplo, Jacques Gascou Jacques (bajo la dirección de), Inscripciones
antiguas de Marruecos, II, París, 1982.
[41] Ver por ejemplo, Tadeusz Kotula, «Los Africanos y la dominación de Roma», Diálogos de historia antigua, 1976, 2, pp. 337-358 (http:/ /
www. persee. fr/ showPage. do?urn=dha_0755-7256_1976_num_2_1_2748)
[42] Gayo, Institutes, II, 7.
[43] Marcel Bénabou, La Résistance africaine à la romanisation, Maspero, París, 1976.
[44] Marcel Bénabou, La Résistance africaine à la romanisation, ediciones La Découverte, 2005, p. 217.
[45] Michel Christol, « Caius Macrinius Decianus, gouverneur de Numidie, et l'histoire militaire de la province au milieu du s. III», Zeitschrift für
Papyrologie und Epigraphik, 138, 2002, p. 259–269
[46] Marcel Bénabou, La Résistance africaine à la romanisation, ediciones La Découverte, op. cit., 2005.
[47] Paul-Albert Février, « Urbanisation et urbanisme de l'Afrique romaine», Aufstieg und Niedergang der römischen Welt, II.10.2, 1982, p. 322.
[48] Ver por ejemplo, Hans-Georg Pflaum, « La Romanisation de l'ancien territoire de Carthage punique à la lumière des découvertes
épigraphiques récentes», Antiquités Africaines, IV, 1970, pp. 75-117
[49] Claude Lepelley, Rome et l'intégration …, op. cit.
[50] Xavier Dupuis, « A propósito de una inscripción de Thugga: un testimonio sobre la vitalidad de las ciudades africanas durante la "crisis" del
S. III» (http:/ / www. persee. fr/ showPage. do?zoom=0& urn=mefr_0223-5102_1993_num_105_1_1794&
pageId=mefr_0223-5102_1993_num_105_1_T1_0073_0000), Mélanges de l'École française de Rome. Antiquité, 1993, n° 105-1, p.73
[51] «Aunque el emperador César Augusto, hijo del divino Julio César, gran pontífice, padre de la patria, ejercía el poder tributario por la
vigésima cuarta vez y el consulado por la décimo tercera, Annobal Rufus, hijo de Himilchon Tapapus, responsable de las ceremonias sagradas,
hizo construir y dedicar este edificio para embellecer su patria en el amor de la concordia.» (http:/ / www3. dfj. vd. ch/ ~latin/ Images/ Lybie/
dedicace-traduction. htm)
[52] Ernst Kornemann, « Municipium», Realencyclopädie der classischen Altertumswissenschaft, XVI, 1933.
[53] Christophe Hugoniot, op. cit., p. 121.
[54] Sobre la delicada interpretación de la arqueología en este dominio, ver Jean-Pierre Brun, "Las prensas de vino de África y de Mauritania en
la época romana", África, 1, 2003.
[55] Flavio Josefo, Bellum Judaicum, II, 16, 4 (http:/ / remacle. org/ bloodwolf/ historiens/ Flajose/ guerre2. htm#_ftnref214).
[56] Son alrededor de 126,000,000 modi. Es de notar que la provincia vio un crecimiento territorial entre los dos reinos. Ver sobre este tema a
Gilbert Charles Picard, « Néron et le blé d'Afrique», Cahiers de Tunisie, n° 14, 1956, pp. 163-173. Para una síntesis sobre la cuestión de las
culturas africanas ver a François Décret, Mhamed Fantar, L’Afrique du Nord dans l’Antiquité. Histoire et civilisation (des origines au Ve
siècle), París, 1981.
[57] Maurice Besnier, « Navicularius (http:/ / dagr. univ-tlse2. fr/ sdx/ dagr/ feuilleter. xsp?tome=4& partie=1& numPage=28&
nomEntree=NAVICULARIUS& vue=image)», Dictionnaire des Antiquités grecques et romaines; [Tadeusz Kotula, « Les Africains et la
domination de Rome», Dialogues d'histoire ancienne, 1976, 2, 343 (http:/ / www. persee. fr/ showPage. do?zoom=0&
urn=dha_0755-7256_1976_num_2_1_2748& pageId=dha_0755-7256_1976_num_2_1_T2_0343_0000p. ).]
[58] Marcel Le Glay, "Les Flaviens et l'Afrique", Mélanges d'archéologie et d'histoire, 1968, nº 80, p. 231.
[59] Christophe Hugoniot, Rome en Afrique, op. cit., p. 98.
[60] Jerzy Kolendo, Le Colonat en Afrique sous le Haut-Empire, 2ª edición, Anales literarios de la Universidad de Besanzón, 1991.
[61] José Remesal Rodríguez, « L’Afrique au Testaccio », L’Africa romana XV, Tozeur 2002, Roma 2004, pp. 1077-1090. (http:/ / ceipac. gh. ub.
es/ biblio/ Data/ A/ 0401. pdf)
[62] Se puede consultar la síntesis de Catherine Salles " Vida cultural y literaria en el África romana (http:/ / www. edutemps. fr/ extrait/
EX1africoll. pdf)", El África romana del 69 al 439. Romanización y Christianización, bajo la dirección de Bernadette Cabouret, Nantes,
Éditions du temps, 2005.
[63] G. C. Picard, La Civilisation de l'Afrique romaine, op. cit. pp. 328 - 353
África romana 22
[64] Eugène Albertini, L'Afrique romaine, capítulo V (http:/ / www. alger-roi. net/ Alger/ alger_son_histoire/ afrique_romaine/ pages/
chap5_vie_intellectuelle. htm), Argel, 1955.
[65] "Battage du blé" en Dar Buk Ammera, " Travajos de los campos (http:/ / aj. garcia. free. fr/ afrique_romaine/ images/
Mosaique_Trx_Champetres_Cherchell. jpg)" en Cherchell, " Escena de caza (http:/ / www. miscellanees. com/ images/ pl020. jpg)" en
Thysdrus, " mosaico de las estaciones (http:/ / gallica. bnf. fr/ ark:/ 12148/ btv1b7702022s/ f38. item)" en Lambaesis.
[66] Dossiers d'Archéologie, "Mosaïque romaine en Afrique du Nord", n° 31, noviembre 1978.
[67] Jean-Claude Golvin, L’amphithéâtre romain, essai sur la théorisation de sa forme et de ses fonctions, p. 131
[68] Hédi Slim, « Les amphithéâtres d’El-Jem», p. 451
[69] Jean-Claude Golvin, L’amphithéâtre romain, essai sur la théorisation de sa forme et de ses fonctions, p. 209
[70] Mohamed Yacoub, Splendeurs des mosaïques de Tunisie, Tunis, 1995 (ISBN 9973-917-23-5)
[71] Ammar Mahjoubi, Villes et structures de la province romaine d’Afrique, Tunis, 2000 (ISBN 9973-937-95-3)
[72] Jean-Claude Golvin, L’antiquité retrouvée, éd. Errance, Paris, 2003 (ISBN 2-87772-266-X)
[73] Collectif, L’Afrique romaine, 69-439, éd. Atlande, Neuilly-sur-Seine, 2006 (ISBN 2-35030-002-1)
[74] FATÁS, Guillermo (dir.), Guía Histórico-Artística de Zaragoza, Zaragoza, Institución «Fernando el Católico»-Ayto. de Zaragoza, 2008, 4ª
ed. revisada y ampliada por Antonio Mostalac Carrillo y María Pilar Biel Ibáñez, sección «Arqueología y Patrimonio histórico-artístico
(1992-2008)», págs. 643-892. Cfr. especialmente el capítulo «La Colonia Caesar Augusta», págs. 669-708. ISBN 978-84-7820-948-4.
[75] Noureddine Tlili, " Las bibliotecas en Áfrique romana (http:/ / www. persee. fr/ showPage.
do?urn=dha_0755-7256_2000_num_26_1_2417)", Dialogues d'histoire ancienne, 2000, n° 26.
[76] Marcel Le Glay, Saturne africain. Histoire, ediciones de Boccard, 1966.
[77] Esta características de la religiosidad africana fue vivamente atacada por los autores cristianos como Tertuliano: "Para honrar a vuestros
dioses, ¿qué hacéis vosotros que no hagáis para honrar a vuestros muertos? Ellos tambien tienen templos; ellos también tienen altares. La
misma actitud y las mismas insignias en las estatuas de los unos y de los otros: el muerto, vuelto dios, conserva su edad, su profesión, su
ocupación. ¿Qué diferencia hay entre el banquete de Júpiter y la comida fúnebre, entre el vaso para el sacrificio y el vaso para libaciones
fúnebres, entre el arúspice y el embalsamador de los muertos? En efecto, el arúspice cumple también las funciones al lado de los muertos."
Apologetico (http:/ / www. tertullian. org/ french/ g2_09_apologeticum. htm), XIII, 7.
[78] Para una síntesis sobre este punto ver Louis Foucher, "Le Paganisme en Afrique proconsulaire sous l'Empire romain. Bilan d'un demi siècle
de recherche" (http:/ / laportj. club. fr/ maghreb/ FoucherPaganisme. doc)
[79] Azédine Beschaouch, "Qu'est-ce qu'un "idurio"? Spiritualité punique et culture latine en Afrique romaine" (http:/ / www. persee. fr/
showPage. do?urn=mefr_0223-5102_1990_num_102_2_1684), Mélanges de l'École française de Rome. Antigüedad, 1990, 102-2, pp.
639-646.
[80] Michaël Martin, « Sous le signe de Didon: Magie et superstitions en Afrique romaine» (http:/ / bcs. fltr. ucl. ac. be/ FE/ 10/ MAGIE/ Mag1.
html), Folia Electronica Classica (http:/ / interclassica. um. es/ index. php/ interclassica/ ), 10, 2005.
[81] Alain Corbin (bajo la dirección), Histoire du christianisme, t. p. 120, (San Agustín), ed. Seuil, 2007
[82] Yvette Duval, "Densité et répartition des évêchés dans les provinces africaines au temps de Cyprien", Mélanges de l'École française de
Rome. Antiquité, 1984, 96, pp. 493-521. (http:/ / www. persee. fr/ showPage. do?urn=mefr_0223-5102_1984_num_96_1_1413) Mientras que,
Paul-Albert Février pudo mostrar, apoyándose en los testimonios epigráficos, el dinamismo del cristianismo en África mauritania; "Aux
origines du christianisme en Maurétanie césarienne", Mélanges de l'École française de Rome. Antiquité, 1986, 98, pp. 767-809 (http:/ / www.
persee. fr/ showPage. do?urn=mefr_0223-5102_1986_num_98_2_1520)
[83] Se trata del proceso verbal de la comparecencia de una decena de cristianos, el 17 de julio de 180 en una aldea de la Proconsular no
localizada, ante el procónsul de África. LES MARTYRS I (http:/ / www. abbaye-saint-benoit. ch/ martyrs/ martyrs0001. htm#_Toc90633641)
[84] Tertuliano, De idololatria, De spectaculis
[85] Tertuliano, De corona militis, I. (http:/ / www. tertullian. org/ french/ g2_04_de_corona_militis. htm)
[86] En 298, el centurión Marcelo de Tánger, durante un desfile militar, lanzó su espada y su insignia frente a la armada imperial y rehusó, de ahí
en adelante, "servir a dos maestros"; fue ejecutado. Marcelo, mártir de Tánger, 36 de octubre de 298, Acta prim. martyr., p. 311
[87] Ver sobre este tema la obra de Victor Saxer, Morts, martyrs, reliques en Afrique chrétienne aux premiers siècles. Les témoignages de
Tertullien, Cyprien et Augustin à la lumière de l'archéologie africaine, París, Beauchesne, 1980, p. 340
[88] Tertuliano, Ad Martyras (http:/ / www. tertullian. org/ french/ g2_13_ad_martyras. htm)
[89] "Nosotros no nos separamos del mundo: marinos, soldados, labradores, negociantes, compradores, gente de arte o de oficios vivimos como
ustedes y de nuestro comercio con ustedes; el exceso, el abuso, es lo único a lo que huimos", Tertuliano, Apologético, XLII, citado por
Edmond Le Blant, "Les chrétiens dans la société païenne aux premiers âges de l'Église", Mélanges d'archéologie et d'histoire, 1888, 8, pp.
46-53 (http:/ / www. persee. fr/ showPage. do?urn=mefr_0223-4874_1888_num_8_1_6535)
[90] François Decret, Le Christianisme en Afrique du Nord ancienne, op. cit., capiítulo VI, 2.
[91] François Decret, Le Christianisme en Afrique du Nord ancienne, op. cit., capítulo VI, 5.
[92] Lucien Musset, Les Invasions, les vagues germaniques, PUF, colección Nouvelle Clio – l’histoire et ses problèmes, París, 1965, 2ª edición
1969 pp.253 y 310; sobre este movimiento de persecución, la principal fuente sigue siendo Histoire de la persécution vandale en Afrique del
obispo de Byzacena Victor de Vita.
[93] Algérie antique, catalogue de l’exposition d’Arles, 2003.
[94] Yves Modéran, La fin d’un continent chrétien, Le Monde de la Bible n° 132, enero-febrero 2001
[95] Antonino Di Vita, Ginette Di Vita-Evrard, Lidiano Bacchielli, La Libye antique, Éditions Mengès, 1998, ISBN 2-85620-400-7, pp 25-26
África romana 23
Bibliografía
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Enlaces externos
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• Recursos y bibliografía sobre el Maghreb antiguo y medieval (http://laportj.club.fr/tabbourt/index.html)
• Antiqua (http://africaantiqua.free.fr/''Africa)
• Revista Antiquités africaines (http://www.mmsh.univ-aix.fr/ccj/textes/publications/ant afr/antafr
presentation.htm)
• Artículos relativos al África romana en Persée.fr (http://www.persee.fr/quickSearch.
do?computeDidYouMean=false&pageToDisplay=0&withOAI=false&withPersee=true&query="Afrique+
romaine"&resultsPerPage=10&orderBy=pertinence&firstDisplay=false)
• Revue africaine (http://www.algerie-ancienne.com/livres/Revue/revue.htm), n° 1 - 40, disponible en línea.
• Rome en Afrique (http://www.clio.fr/BIBLIOTHEQUE/rome_en_afrique.asp), por François Baratte
• (en inglés) Josephine Crawley Quinn (2003). " Roman Africa? (http://www.digressus.org/articles/
romanizationpp007-034-crawleyquinn.pdf)". Digressus – Supplément 1 'Romanization'?
• Igor Moullier (2005). " Les dynamiques de la colonisation romaine (http://espacestemps.net/document1632.
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• François Decret, Le christianisme en Afrique du Nord: les origines (http://www.clio.fr/BIBLIOTHEQUE/
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• Louis Foucher, Le Paganisme en Afrique proconsulaire sous l'Empire romain - Bilan d'un demi siècle de
recherche (http://laportj.club.fr/maghreb/FoucherPaganisme.doc)
• Les racines africaines du christianisme latin (http://www.30giorni.it/fr/articolo.asp?id=3535), por Henri
Tessier, Arzobispo de Argel.
• Abdelmajid Ennabli (2000). L'art romain en Afrique du Nord. Son avenir (http://whc.unesco.org/documents/
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Fuentes y contribuyentes del artículo 25
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