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Titulo:

NARRATIVAS DESDE LA MARGINALIDAD:


UNA APROXIMACIÓN ANTROPOLOGICA A LAS DIFERENTES FORMAS DE
EXCLUSIÓN, MARGINALIDAD Y MUERTE EN COLOMBIA

Asesor:
Herinaldy Gómez
Profesor de la Universidad Del Cauca

Estudiante:
Luis Miguel Patiño Navas

Proyecto de Tesis

Autor:
Luis Miguel Patiño Navas

Universidad del Cauca


Facultad de Ciencias Humanas y Sociales
Programa de Antropología

Popayán/Cauca

2008

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Tabla de Contenido:

Presentación 3

El Problema: 9.
Hipótesis: 11.
Objetivos 12.

Metodología: 12.

Cronograma 16.

Presupuesto detallado: 17.

Bibliografía Consultada 18.

Bibliografía Por Consultar 19.

PRESENTACIÓN

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En un principio, la investigación se pensó sobre la idea de reproducir el discurso
que desde perspectivas locales se generaba frente a la muerte; la idea de un dolor
escondido, una generalización y naturalización de la muerte que se hacía más y
más visible en medio de la corriente veloz de la cotidianidad envuelta en un mundo
globalizante y globalizado alentaban a la formulación de un proyecto investigativo.
El duelo se convertía entonces en el tema central; el sufrimiento de las personas
que habían perdido a alguien y la sensibilización hecha texto se configuraba como
la herramienta a utilizar. Sin embargo en medio de ese proceso, el trabajo se
convertía en algo perverso que no prometía más que la alimentación del dolor
individual de aquellos que vivían el duelo por la muerte de un ser querido. ¿Cuál
es entonces el sentido que tendrá mi trabajo? Era la pregunta que circundaba en
mi cabeza a medida que se recogía información, la cual empezó a hacerse escasa
puesto que no contaba con un lugar específico donde se delimitaran con claridad
los sujetos a investigar. Si la pregunta era sobre la muerte debía ir entonces a los
lugares donde los índices de violencia y muerte se supone son altos; siendo los
desplazados la respuesta directa a un problema metodológico. Al cabo de un corto
tiempo me encontré con una serie de narrativas que más que evidenciar un duelo
y una conceptualización frente a la muerte dilucidaban un problema que dado la
limitación de mi campo visual no había visto antes. Los diferentes relatos con
personas desplazadas y dolientes de una pérdida mostraban múltiples discursos
frente a un drama que en los últimos años se ha incrementado particularmente en
las zonas rurales de Colombia. Un drama frente al cual tomamos distancia
pensando que es cosa de otro mundo y lo encubrimos – como dice Alejandro
Castillejo (2000) – mediante eufemismos hermosos como es el decir del “conflicto
armado que se vive internamente”. Me sentí entonces tentado a cambiar
completamente la perspectiva de lo que será el proyecto de investigación
encausando mis esfuerzos hacia el fenómeno del desplazamiento. Sin embargo
están los relatos; que a pesar de ser de personas desplazadas y sobre su perdida
no es solamente sobre el desplazamiento de lo cual nos están hablando, quizá se

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deba a la orientación que por mi parte le daba a las conversaciones que sostenía
con los interlocutores, pero, quizá también, a la necesidad de expulsar mediante
palabras lo que ha permanecido en silencio como estrategia de resistencia (ver
Osorio 1993). En esas narrativas se encuentra de manera implícita una
concepción de supervivencia; un concepto de vida pero a través de un discurso de
muerte; ya que al fin y al cabo ellos son desplazados en la vida para escapar de la
inevitable fatalidad. Comprendí entonces que la muerte no es un fenómeno que
atañe a las personas solamente en tanto a que están vivas, y que el sufrimiento, o
mejor, el duelo puede ser igual de doloroso tanto por la pérdida del ser, como por
la pérdida de la vida que tenían o la vida que pudiera ser; puesto que las personas
no son las únicas que pueden ser asesinadas; también los sueños, las ideas, los
proyectos, el lugar, mueren cuando la persona es asesinada, desplazada o
silenciada ya que “las formas de muerte son, en ultima instancia, formas de
silenciar a una persona que como tal es portadora de algún sentido” (Castillejo
2000).

De esta manera mi proyecto parecía tomar el rumbo de una nueva


conceptualización frente al fenómeno del desplazamiento forzado apartando los
eufemismos y abarcándolo como una forma de muerte social. Sin embargo, las
vivencias recogidas no nos hablan simplemente de seres desplazados por la
violencia; no es el desplazamiento forzado lo que se muestra ante la mirada; hay
algo más allá; algo que trasciende y trastoca las barreras de la sociedad. Con este
pensamiento retumbaba en mi cabeza aquella frase de Alejandro castillejo (2000)
“las formas de muerte son… formas de silenciar”, ya que al ser silenciadas, las
personas quedan excluidas; al margen; invisibilizadas. Es en la marginalidad que
los sueños, las esperanzas y los proyectos son asesinados con la brutal arma del
olvido; es en la marginalidad donde habitan aquellos seres que han sido “dados de
baja” en esta incesante batalla por las ideas. Es la marginalidad como una
expresión de la violencia, pero además como una forma de muerte social
patrocinada por elites institucionales lo que estos relatos están denunciando.

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Continuaba entonces la incógnita del sitio; un lugar específico y demarcado donde
se pueda visualizar el problema a enunciar. Si el trabajo no es sobre
desplazamiento forzado entonces no son los desplazados los únicos con quienes
debo realizar este proyecto. ¿Dónde puedo encontrar esos seres que han sido
marginados?... para responder esa pregunta debía responder, primero, en qué
formas pueden ser marginadas las personas; ¿mediante la violencia?, ¿el miedo?,
¿la manipulación de la información? Siendo así, esos seres marginados no
pueden localizarse en un sitio específico, andan dispersos en múltiples lugares en
los cuales muchos tienen algo que decir, pero han callado, o sus gritos no se
escuchan ya que son silenciados mediante tácticas para ocultar el valor y el
sentido de las acciones. De esta manera, mi proyecto no puede reducirse a un
lugar específico ya que obedece a una realidad que se vive globalmente pero en
especial en Latinoamérica; centrándome, particularmente, en el caso colombiano.

Sin tener un sitio específico sino general se hace necesario definir o delimitar lo
que se va a trabajar para no caer en una vana generalidad, ya que hasta ahora
tengo una maraña de conceptos cuyo significado puede variar según el ángulo de
la mirada: muerte social; marginalidad, desplazamiento, silenciamiento son
algunos de esos conceptos que jugarán un papel predominante en el desarrollo de
esta propuesta investigativa, siendo la muerte social el condimento esencial para
la formulación de este proyecto.

Louis Vincent Thomas en su “Antropología De La Muerte” (1975), escribe que:

“la muerte puede definirse en cierta medida como un hecho social ya que el acto
de morir se convierte, antes que nada en una realidad sociocultural. Se puede
considerar que hay muerte social (con o sin muerte biológica efectiva) toda vez
que una persona deja de pertenecer a un grupo dado, ya sea por límite de edad y

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pérdida de funciones, ya que asista a actos de degradación, proscripción,
destierro, o bien que estemos en un proceso de abolición del recuerdo”.

Así, podríamos decir que la exclusión a la que es sometida gran parte de la


población colombiana encasillada en términos como desplazado, “gamín”,
“desechable”, pobre, mendigo, entre otros; las políticas de desarrollo en las cuales
los sectores periféricos son siempre de último, la manipulación de la información
con la cual se segregan y dividen grupos; y, en resumen, la marginalidad; son
formas de muerte social puesto que descartan a personas, tanto de forma
colectiva como individual, del grupo que conforman la ciudadanía colombiana
sometiéndolas, de esta manera, a actos degradantes, a la proscripción y al
destierro. Son como esos familiares de los que no se quiere hablar en las
reuniones sociales; se excluyen del grupo y se les deja en el olvido.

Por otra parte la existencia de los seres marginados, evidenciada solo por aquellos
que la viven, es una existencia cambiada; “nosotros no vivimos; sobrevivimos en
medio de este desaliento, porque las cosas no son como debieran ser” (tomado de
una charla informal con un comerciante informal). Hablar de calidad de vida en las
poblaciones menos favorecidas es un insulto, ya que para ellos no existe la
esperanza de vivir con calidad sino de vivir como se pueda; con lo poco que se
pueda; y definidos por un estatus social. A la luz de algunos hombres
“privilegiados”(los de las altas clases sociales); ellos no son personas; son pobres;
son unos muertos que esta sociedad no ha podido enterrar. El sentido de la
existencia de estos seres pareciera perder valor ante las corrientes globalizantes
de la modernidad que dicen integrar el mundo mediante mercados y tecnologías a
las cuales no todos se pueden adaptar y donde el hombre existe para consumir y
desechar; donde quienes padecen los males de un planeta integrado pero injusto
no creen tener derechos que reclamar; y quienes se benefician de un intercambio
desigual, no creen tener responsabilidades planetarias (Ospina 2001). Así pues,
en medio de todo tipo de slogans te invitan a cambiar el modo de existencia

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creando necesidades innecesarias para que alcances lo que el sistema
consumista te indica lo que es la felicidad y la vida. Sin embargo Vincent Thomas
(1975) afirma que en África, por ejemplo, la muerte se define como un cambio de
estatuto social y del modo de existencia.

No obstante esa muerte social se hace evidente a través de un estado


generalizado de silencio; mediante el silencio se cae en el olvido; mediante el
olvido en el destierro y este, finalmente, conduce a la muerte (Galeano 1989).
“Colombia es un territorio donde se vive un estado generalizado de silencio.
Silenciar es una estrategia militar, y el silencio una táctica de supervivencia.”
(Castillejo 2000). Una supervivencia regida por la prudencia que enmascara al
miedo; véase el caso de los desplazados por la guerra; su miedo asume una
connotación dramática: está atravesado por acciones de fuerza frente a
circunstancias de protección de la víctima. La prudencia se convierte en rabia,
impotencia, incertidumbre. Huir es una esperanza de vida; un proyecto que implica
desarraigo pero también resistencia. (Osorio 1993).

Pero entonces ¿Quién es el desplazado? Por lo general el tema del


desplazamiento se trata a través de la lente del “conflicto armado”. Hablar de
desplazados en Colombia se ha convertido en hablar de aquellos que por
circunstancias de guerra han sido desalojados de sus lugares de origen. Se
analizan cifras se estudian impactos, se toman estadísticas, se trazan planes de
desarrollo, se reubican y se configuran políticas para el desplazamiento. No
obstante se olvidan de que la guerra no es la única forma de desplazar a las
personas y que hay formas más sutiles de desplazamiento, y formas más sutiles
de hacer la guerra; pero que también son formas violentas y forzadas de
desplazar, puesto que la violencia no es solamente física; también sicológica e
ideológica.

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De esta manera, el desplazamiento se mira a partir de una época en que el
conflicto armado se recrudeció y se presenta un crecimiento en la cantidad de
población desplazada y los territorios afectados.

“Este crecimiento se acentúo a partir de 1995, año en el que como se planteó, se


recrudeció el conflicto armado interno y se intensificó la estrategia de involucrar a la
población no armada en un conflicto que ha alcanzado dimensiones que amenazan
las débiles estructuras sociales, políticas e institucionales sobre las que se cimienta
la nación colombiana.
Estas estructuras se ven amenazadas en por lo menos tres sentidos: primero, el
creciente numero de personas que siendo blanco militar en esta guerra cruzada ha
tenido que abandonar su territorio y asumir los retos económicos, políticos, sociales
y culturales; segundo, la creciente extensión territorial del fenómeno (mientras en
1995 afectaba el 14% de los municipios del país, en 1999 afectó el 23%); y tercero,
el desbordamiento de la capacidad de respuesta en las principales ciudades de
llegada para atender el fenómeno.” (Correa, Calvo y Soler 2001).

Queda pues por analizar otras concepciones frente al desplazamiento en donde no


siempre se implique la huida física de un lugar, de estadísticas, de planes de
desarrollo, capacidad de respuesta (aunque estos aspectos también son
importantes), sino también tratar el tema tomando en cuenta las emociones,
identidades, concepciones mentales, construcciones culturales; aspectos que nos
hacen particularmente humanos.

El desplazamiento es, pues, una construcción mental que implica una negación a
contribuir a un espacio o entorno vital escogido culturalmente, a seguirlo
habitando; a seguirlo construyendo.

Finalmente queda por definir el concepto de marginalidad; concepto clave, ya que


es el que encierra todos los demás. El desplazamiento, el silenciamiento, entre

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otros; son formas de marginar que el sistema utiliza para encubrir ideas que
perturben un control y una dominación; es una pérdida de autonomía, de libertad y
de voluntad; es una degradación del ser; es una muerte social. La marginalidad
tiene que ver con lo que ha avocado el sistema capitalista, monetario de intereses,
en el que el valor de cambio de las personas es mirado como un producto y
determinado por la utilidad según el interés para el cual sirva. Son los grupos
sociales que no sirven como producto a este sistema, ya que no reflejan una
utilidad.

EL PROBLEMA:

En Colombia se habla de desplazamiento, se habla de poblaciones vulnerables, de


violencia, delincuencia, pobreza, conflicto armado y otra serie de conceptos,
algunos de ellos eufemistas y otros no tanto, pero que terminan siendo, en última
instancia, encubridores de una realidad, ya que estando tan cerca de ella nos
olvidamos de la trascendencia que esta tiene, la naturalizamos y desacralizamos
los valores sagrados sobre los cuales, en medio de esa realidad tajante, algunos
hombres y mujeres ansiosos de poder pasan sin tan siquiera advertirlo. Se
generan entonces clasificaciones, o mejor diferenciaciones que acaban por
disgregar la ontología de ese complejo lugar al que todos habitamos llamado
nación. Es entonces que aún siendo parte de un mismo colectivo nos vemos como
otros a los cuales no nos sentimos adscritos; siendo esa realidad perteneciente a
ellos y no a nosotros.

Con ello no quiero decir que sea necesario abandonar las diferencias y elaborar un
concepto hegemónico; por el contrario, soy partidario de que el reconocimiento y
valoración de la diferencia, sería un mecanismo para acabar con las barreras de la
exclusión. Sin embargo, es evidente que las acciones están mediadas por el
discurso y que existen discursos que contienen conceptos y/o categorías
excluyentes. Desplazado, mendigo, gamín, desechable, son algunas de esas

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categorías que sirven para aislar a las personas de un problema en el que todos
pueden aportar una mano solidaria; es gracias a ese tipo de clasificaciones que
muchas personas pueden decir sin titubear que el fenómeno del desplazamiento
forzado en Colombia es un problema solo de los desplazados, o que los gamines
deberían arreglárselas para salir de pobres. Es mediante estos conceptos que se
puede afirmar sin temor a equivocarse que existen mecanismos sociales para
mantener a unas personas marginadas de los centros de la esfera y a otras de los
problemas que creemos no son de la importancia de todos.

Los habitantes de la marginalidad toman así otra connotación, que nos hace
pensar en el concepto de muerte; la del silencio, que, como ya se anotó, han
tomado como estrategia de supervivencia, pero que además ha perdurado en
calidad de seres invisibles. Invisibilidad que por diversas circunstancias se hace
palpable en un abandono institucional. Se sienten como los seres de otro mundo,
como un número que preocupa debido al crecimiento de su cifra pero se olvidan de
que ellos: los otros, también son personas y siguen aquí… se sienten como unos
muertos en vida.

La justicia se hace parte inherente de su pensar cotidiano y además un


sentimiento de que deben ser compensados; reparados. Entrando, de esta
manera en un incesante juego de discursos y narrativas que generan expectativas;
¿qué dice el Estado? ¿Los paramilitares? ¿La guerrilla? ¿Y qué me dices de la ley
de justicia y reparación? ¿Cómo entran ellos en escena? ¿Para ellos hay justicia?
¿Cuáles son las nuevas políticas de desarrollo? ¿Hacia donde apunta ese
desarrollo? ¿Quiénes se benefician y de qué manera? Son algunos de los
interrogantes que alientan a realizar una propuesta investigativa analizando la
problemática de la marginalidad como una forma de muerte social que legitima la
sociedad.

9
¿Qué categoría conceptual puede entonces abarcar la problemática de la
exclusión sin llegar de hecho a ser excluyente? ¿Qué categoría conceptual
puede llegar a sensibilizar el discurso de manera que el problema parezca
(como, de hecho, lo es) un problema de este, el mundo que también nosotros
habitamos?

HIPÓTESIS

Propongo, de esta manera, que la marginalidad adquiera ese valor


emocionalmente trágico; es así, que me siento convocado a hacer la analogía con
la muerte, ya que siendo ésta un concepto que, a pesar de todo, llega a tocar la
sensibilidad humana y le añade ese carácter de crudeza dramática a la situación
actual que se vive aquí y ahora, es la que puede otorgar esa concepción de
reconocimiento cultural como reparación del daño que su negación causa en la
autonomía moral y cívica de los sujetos (Colon 2002). La marginalidad como una
expresión de la pérdida que genera la violencia, la marginalidad como una forma
de muerte social es ese acercamiento conceptual que pude abarcar la
problemática de la exclusión sin llegar a excluir, ya que todos, de alguna manera,
podemos llegar a sentirnos marginados; sentir que socialmente estamos muriendo
en un lugar donde los sueños y las ideas son asesinadas con el silencio.

9
OBJETIVO GENERAL:

Dar cuenta, desde una perspectiva antropológica, de los diferentes matices que
asume la marginalidad en tanto mecanismo de exclusión y silenciamiento,
tomándola como una forma de muerte ideológica; una muerte social que por
medio del sistema capitalista, monetario de intereses, el valor de cambio de las
personas es mirado como un producto y determinado por la utilidad según el
interés para el cual sirva.

• OBJETIVOS ESPECÍFICOS

♦ Recoger y analizar concepciones y sentidos de sociedad subyacentes en


las narrativas de quienes son victimas y deben habitar las diferentes formas
de desplazamiento y exclusión social presentes en Colombia.
♦ Dar voz al silencio y miedo de aquellos seres que viven las diferentes
formas de exclusión, marginalidad y muerte.

METODOLOGIA

Me encuentro frente al rostro cabizbajo de don Antonio Idarraga, un hombre de


manos pesadas y pies cansados de tanto andar por la vida y haber olvidado el
sentido que esta tenía. “solo ando pa` conservar la vida que es lo único que no me
han podido quitar” murmura en voz baja mientras evoca tiempos mejores en un
lugar que una vez pudo llamar hogar. Hace diez años ya, que anda por ahí, de un
lado para otro, siendo un caminante errante sin rumbo ni destino; solo por seguir
viviendo, discreto; en silencio, anda por las calles de Popayán recogiendo
desperdicios limpios que llaman reciclables. Una vez tuvo una familia; una vez
tuvo el sueño de una finca que la manejaran sus hijos y luego sus nietos; pero le

9
fue arrebatado ya que cometió el error de ayudar a alguien que tenía enemigos
poderosos. Lo perdió todo; todo menos la vida; y mas sin embargo, me mira
directo a los ojos y regalándome una cálida sonrisa me dice que la vida es algo
valioso porque mientras se tenga ésta, siempre hay esperanza; luego se va y me
deja allí sentado en aquel café sintiéndome como un testigo, de pocos, de una
vida anónima. ¿Cómo escribir frente a un hecho tal? ¿Cómo hallar la sensibilidad
de lo que le ocurrió a ese hombre y escribirla de forma que tenga un sentido?
Recuerdo que al iniciar este viaje que es la carrera universitaria una de las
primeras teorías que me causó más asombro fueron la postura emic en el estudio
de las culturas, en donde la perspectiva es contada a partir de la concepción de
los propios participantes. “hay que adentrarse en la cultura; ser uno más de ellos
para escudriñar los pensamientos de los sujetos que se investiga; hay que pensar
cómo piensa el nativo” es lo que decía el profesor de aquella materia introductoria.
Sin embargo al presenciar este hecho cabe siempre la duda de cómo hallar la
postura emic de los seres marginados, cómo ser uno más de ellos, cómo adquirir
una historia desgarrante que haga sentir y entender el sentimiento que de sus ojos
emana cuando miran al horizonte. No, ¿cierto?... no es posible ser uno más de
ellos, por más marginado que el capitalismo pueda llegar a hacerme sentir, solo
las palabras bajas que estos hombres que habitan en la exclusión pronuncian,
adquieren el nivel de dramatismo que la marginalidad en calidad de ser una
muerte social conlleva en su naturaleza. No poseo una historia que diga tal cosa,
no puedo dar voz a través de mi historia a las otras historias que han permanecido
en silencio prudente para así conservar ese bien tan preciado y tan difícil de
mantener que es la vida. ¿Cómo dar la postura emic de este trabajo? No me
queda más que contar las historias de vida que los mismos protagonistas de estas
me han contado, no me queda más que contar lo que estos hombres y mujeres
hacen sentir cuando narran sus historias, para así, dar cuenta de lo que ellos
sienten y piensan frente a la marginalidad de la cual ellos, más que nadie, son
partícipes y así también contar lo que mis ojos ven alrededor de este mundo que
se relaciona con ellos.

9
Mi metodología es, pues, contar historias de vida. Historias que pasaron y siguen
pasando reproduciéndose diariamente en la memoria de los protagonistas;
historias de las que fortuitamente he sido testigo; pero además tomar en cuenta
múltiples narrativas; tanto las de aquellas personas que se han visto más
afectadas por esta realidad, como la mirada de aquellos que gozan de un estatus
social que los hace sentir salvados de la Colombia que ellos ven como la otra; la
que solo aparece en los noticieros, con la responsabilidad de no quedarme mudo
frente al asombro.

No obstante, el acercamiento a estas narrativas requiere de una estrategia; en la


que se recorran diferentes lugares y se logre la perspectiva universal a la que se
pretende impregnar el carácter del ser marginal.

Tales historias de vida han tenido lugar en diferentes partes del país; hablaré de
algunas experiencias con las cuales he tenido la oportunidad de tener un gran
acercamiento. Una en la ciudad de Puerto Tejada, ya que ésta, en su dinámica
cotidiana y por su devenir histórico conlleva en sí misma una tradición de
exclusión fundamentalmente en lo que tiene que ver con los barrios de invasión;
en uno de los cuales tuve la oportunidad de residir durante cinco meses gracias al
proyecto “Afronorte” en el que participé durante el primer semestre del 2007. Sin
embargo estas serán complementadas por la experiencia de haber vivido cerca de
un año en un barrio (San Javier) de la comuna trece de Medellín en donde la
violencia se traducía como la herramienta diaria de supervivencia en un lugar
donde lo que se muestra en los medios de comunicación es una cosa pero la
realidad que se vive es muy diferente a lo que se ve en televisión. Además están
las experiencias de la ciudad de Popayán en el barrio Alfonso López, protagonista
de un sinnúmero de historias de violencia, estigmatización y abandono; y algunas
familias de desplazados por la violencia que residen en diferentes partes de esta
misma ciudad.

9
Las narrativas se configuran, de esta manera, como herramienta fundamental para
dar sentido a las voces que se conjugan en la cotidianidad de los seres
marginados. Narrativas que están no solamente en el diario vivir de aquellos que
habitan la exclusión; en aquel que busca colaboración en los buses, en aquellos
que hacen piruetas en los semáforos, los que recorren las calles en busca de
oportunidades y hacen filas interminables en las mil y una organizaciones para el
desplazado. También aquellas que están en los periódicos, la televisión, en los
comentarios desprevenidos de la gente que nos rodea día a día; narrativas que
hacen parte de la visión mecanizada y alienada de la las personas que habitan en
una sociedad imbuida en el afán tecnológico. Narrativas que serán confrontadas
en el transcurso de este proyecto para así lograr una visión global del problema
enunciado.

9
CRONOGRAMA:

MESES 1 2 3 4 5 6 7 8

X X X X X X X X
Estadía en los lugares de trabajo Puerto Puerto Puerto
Popayán Popayán Popayán Popayán Popayán
Tejada Tejada Tejada

Consulta Bibliográfica X X X X X X X X

Consulta al archivo histórico X X X X X

Confrontación de las diferentes


narrativas X X X X X X X X

Recuento del caso de Medellín X X

Recuento y complemento de
experiencias en los tres sitios X X X X
involucrados

Análisis de Resultados X X X

Discusión de Resultados X X X

Informe Final X

Nota: Para el caso de Medellín se hará el recuento con las personas que se
conocen directamente involucradas con el tema mediante vía telefónica y
correo electrónico, puesto que durante el tiempo de estadía en el sitio (enero
a octubre 2003) ya se habían recogido historias de vida y serán
complementadas de la manera enunciada

9
PRESUPUESTO DETALLADO

Herramientas Propias

Herramientas Cantidad Costo Total (pesos)


Grabadora digital 1 144490 144490
Cámara Fotográfica digital 1 450000 450000

Cuaderno de apuntes 1 1500 1500


Memoria USB 1 60000 60000
Total (pesos) 655990

Salidas de Campo

Descripción Justificación Total


Primer a tercer Mes (Abril Observación de 450000
Mayo y Junio): Estadía complementación y
completa durante tres recuento de experiencias
semanas de cada mes, vividas durante periodo
alimentación y transporte. de residencia pasada en
el sitio.
Cuarto mes en Adelante: Seguimiento, análisis y 680000
Transporte interno en la discusión de los eventos
ciudad, internet, llamadas que se den en los sitios
telefónicas y gastos de trabajo.
varios.
Total (pesos): 2054000

Presupuesto Global

Rubros Total Individual Aportado Total


Compra de herramientas 655990 655990
Salidas de Campo 2054000 2054000
Total (pesos) 2709990 2709990

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BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA:

ALAPE, Arturo. “La paz, la violencia: testigos de excepción”. Edit. Planeta. Tercera edición.
Bogotá 1993.
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Bogotá 1986

CASTILLEJO Alejandro. “la poética de lo otro”. Instituto colombiano de antropología e


historia. Primera edición. Bogotá 2000

COLOM, Francisco. “Razones de identidad”. Edit. Planeta. Bogotá 2002

CORREA, Miguel, CALVO, Carlos, SOLER, Arturo. “desplazamiento forzado y


reubicación: un estudio de caso”. Procuraduría general de la nación. Bogotá 1999

GALEANO, Eduardo. “el libro de los abrazos”. Ed. siglo XXI. Bogotá 1989

OSPINA William. “Los Nuevos Centros De La Esfera”. AGUILAR editores. Bogotá


2001

PÉREZ, Flor Edilma. “la violencia del silencio: desplazados del campo a la ciudad”. Ed.
CODHES. Bogotá 1993

VINCENT THOMAS, Louis. “Antropología De La Muerte”. Fondo De Cultura


Económica. México 1975

9
BIBLIOGRAFÍA POR CONSULTAR:

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Madrid 1984.

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LÓPEZ Marta y otras. “Del Exilio y el Dolor a la Construcción de la Identidad Femenina”.


Consejería Presidencial para los Derechos Humanos. Bogotá, 1996.

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“Antropología urbana”. Universidad Nacional de Colombia. Mayo de 1990

SANZ, Andrados, Juan José. “Cultura y Educación popular en América Latina”. Nueva
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SHOTTER, JOHN. “El lenguaje y la construcción del sí mismo”. En: PAKMAN, Marcelo
(Compilador). “Construcciones de la Experiencia Humana”. De. Gedisa, 1996.

SUAREZ, Harvey y HENAO, Diego. Estudio “Estructura familiar, niñez y conflicto armado”.
UNIJUS, (unidad de investigaciones jurídico sociales). Universidad Nacional de Colombia.
1998

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Mujeres.

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