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Trabajo Final del Curso

Nivel Intermedio 1
Orientación Leticia Berguer
Buenos Aires – 2011

Vicente de Queiroga, Brasil.


Agradecimientos

Doy las gracias a todos del instituto Vos,


por la recepción en Buenos Aires
y mediante el aprendizaje sobre la lengua y la cultura porteña.
En particular a la profesora Leticia
que con mucha paciencia fue capaz de dirigir mis estudios.
¡Muchas gracias!
Relato sobre la experiencia de traducción

El idioma es un índice que refleja las características de cómo fue el origen


cultural de un pueblo. Las palabras tienen significados que son construidos en la
experiencia de las personas con los objetos y sus significativas.
Sin embargo, la formación de una cultura muchas veces se produce en modo
híbrido, con el choque de culturas distintas dando por resultado una síntesis que genera
nuevas características que determinan nuevas experiencias para las personas
participantes de la totalidad cultural.
Con el idioma este factor híbrido de su formación es identificable en la
traducción de textos. Un texto traducido es posible a través de un “idioma híbrido”, en el
sentido de que las palabras similares de idiomas diferentes se buscan no sólo a través de
la ortografía, sino también de los sentidos que llevan. A veces en este camino las
palabras reciben nuevos sentidos, como ejemplo vocálico, axiológico o semántico.
En la elección del trabajo de fin del curso en la escuela de idioma Vos, he optado
por un ejercicio de traducción de un cuento escrito en portugués – texto de mi autoría –
para el idioma español rioplatense. En el texto original pretendía por el sentido textual
en mi idioma natal, una tarea casi fácil, porque busque signos que estaba plenamente
acostumbrado. Pero con el trabajo de traducción me di cuenta del recorrido epistémico
que damos a elegir una palabra determinada con el objetivo de dar a una idea un sentido
textual.
Con la orientación de Leticia Berguer, profesora del instituto Vos, conseguí
poner de acuerdo los términos más adecuados en la transición de significados del
portugués al español rioplatense, queriendo mantener el significado original del cuento.

¡Buena lectura!
El Boleto

Apolo despierta el sol. Con él se levanta para ver el día y seguir con la vida.
A fin de cuentas, era mortal y tenía que pagar el alquiler. Apolo, La Madre y La Tía
Solterona. Los tres en un departamento de dos dormitorios, de los cuales le quedaba el
sillón de la sala de estar a Apolo para pasar la noche. En este asiento, Apolo se despierta
con la luz del sol en las faces incandescentes del sueño. Cinco y cuarto de la mañana, el
joven con nombre de dios va en su motocicleta a lo largo de un nuevo día de entregas, por
esquinas de la ciudad conocidas por sus antiguos nombres. Un viejo mapa es su guía. A
través de los años, las calles, los callejones y las avenidas adquieren nuevos rótulos que el
papel de la cartografía de otrora no actualiza. De la Calle Ciento y Uno hacia el Callejón
Oscuro, se enfrenta con las referencias renovadas, el “Dios Luz de las Calles de la
Ciudad”, como es conocido entre sus compañeros Apolo, el maestro en la búsqueda de las
direcciones de las calles disfrazadas con los nombres oficiales. Con el olor de
aguardiente, en las más altas horas de la noche Apolo llega a la calle conocida desde su
infancia. Como dicen: “mi casa”. Apolo encuentra el boleto dejado por su Tía Solterona:
“tu Madre murió [punto]”. (...) Apolo levanta los párpados, sube la vista forzado por la
luz que cruza la ventana del baño. Es en el piso del baño donde pasa las horas en el día
en el que no descubre nuevos caminos para destinos comprados.

Vicente de Queiroga

São Luís, 11 de noviembre de 2010.


Traducción en
Buenos Aires, 22 de febrero de 2011.

Con orientación de
la profesora Leticia Berguer.
Texto original

Bilhete

Apolo acordava o sol. Com ele se levantava para ver o dia e seguir com a
vida. Afinal das médias, era mortal e precisava pagar o aluguel. Apolo, a Mãe e a Tia
Solteirona. Os três em um apartamento de dois quartos, dos quais sobrava o sofá da sala
para Apolo pernoitar. Daquele assento, Apolo despertava com a luz solar nas faces
incandescentes de sono. Cinco e um quarto de manhã, o jovem com nome de deus parte
em sua moto para mais um dia de entregas, por cantos da cidade conhecidos por nomes
antigos. Um mapa velho é seu guia. Com os anos, as ruas, as ruelas e travessas ganham
novos títulos que o papel de outrora não atualiza. De Rua Hum a Beco Escuro, depara-se
em referências renovadas, o “Deus Luz das Ruas da Cidade”, como é conhecido Apolo,
mestre em encontrar logradouros disfarçados com nomes oficiais. Com odor do conhaque,
nas mais altas horas da noite, Apolo chega a rua conhecida desde a infância. Como
dizem: “meu lar”. Apolo encontra o bilhete deixado pela Tia Solteirona: “sua mãe morreu
[ponto]”. (...) Apolo suspende as pálpebras, ergue a vista forçado pela luz que atravessa o
basculante. É no chão do banheiro onde passa as horas do dia em que não desvenda
caminhos novos para destinos comprados.

Vicente de Queiroga

São Luís, 11 de novembro de 2010.

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